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50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE
Fray Leopoldo de Alpandeire
1956 - 2006
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PRESENTACIÓN
PERFIL BIOGRÁFICO DE FRAY LEOPOLDO
Fray Alfonso Ramírez Peralbo
GRAFOANÁLISIS DE FRAY LEOPOLDO
Dr. Francisco Viñals Carrera
PAGINAS POETICAS
ASI VEO YO A FRAY LEOPOLDO
Fray Carlos Cañete
REGALOS DE FRAY LEOPOLDO: ALEGRÍA Y FRATERNIDAD
Monseñor Carlos Amigo Vallejo
MI OFRENDA AL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO
Fray Sebastián de Villaciosa
CAPUCHINOS COMO FRAY LEOPOLDO
Fray Fernando Linares
DE LA CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS DEVOTOS DE FRAY LEOPOLDO
Ignacio de Montaño
EN EL 50 ANIVERSARIO DEL A MUERTE DEL SIERVO DE DIOS
H. John Corrivea, Ministro General OFMCap.
SEMBLANZA ESPIRITUAL Y HUMANA DE FRAY LEOPOLDO
Fray Ángel de León
FRAY LEOPOLDO, JUGLAR Y CABALLERO DE LA VIRGEN
Fray Gil de Pedroche
FRAY LEOPOLDO EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
José Luis Kastillo
UN HOMBRE QUE SUPO VIVIR EL EVANGELIO
Fray Serafín de Ausejo
EL SEPULCRO DE FRAY LEOPOLDO
Fray Justo de Berja
UN SANTO LLENO DE AMOR, UN EVANGELIO VIVO, EL QUINTO EVANGELIO
Fray Esteban de Puente Genil
LA FIGURA DEL VICEPOSTULADOR EN UNA CAUSA DE BEATIFICACION
LA HUELLA DE FRAY LEOPOLDO. TESTIMONIOS DE AMIGOS, COMPAÑEROS...
PROPAGANDISTAS DE FRAY LEOPOLDO
EL HOGAR-RESIDENCIA FRAY LEOPOLDO
UN DÍA PARA EL RECUERDO
TESTIMONIOS
UN RETRATO PINTADO CON EL CORAZÓN
PREGÓN DE TICO MEDINA
CONFERENCIA DE JAVIERRE
ORGANIGRAMA DE LOS CAPUCHINOS ANDALUCES
PÁGINA WEB DE FRAY LEOPOLDO
UN FENÓMENO MEDIÁTICO
PUBLICACIONES
GRACIAS GRANADA
MI MÁS SINCERO AGRADECIMIENTO
IMÁGENES PARA EL RECUERDO
Dirección:
Fray Rafael Pozo Bascón
Consejo editorial:
Fray Alfonso Ramírez Peralbo
Fray Mariano Ibáñez Velázquez
Fray José Antonio Márquez
Coordinación:
Juan Pedro Bernáldez
Marta Oses
Francisco J. Molina
José Luis Kastillo
Diseño y maquetación:
Rafael Rodríguez
Fotografía:
Encarni Marín, Federico Luque
y Archivo de la Provincia
Impresión:
Talleres El Adalid Seráfico, S.L.L.
Edita:
Vicepostulación Fray Leopoldo
Hermanos Menores
Capuchinos de Andalucía
Avd. Divina Pastora, 11. 18012
Granada. Telf.: 958 275352
Tirada: 100.000 ejemplares
Distribución gratuita
Depósito Legal: SE-3042-06
Las ideas expresadas en esta
revista son responsabilidad
exclusiva de sus autores
¡AUN VIVE,
NO HA MUERTO!
Cal y sombra de ciprés en el atrio capuchino.
Silencio monacal en la tarde de febrero...
Va cayendo la noche mansamente...
Sólo habla -porque lIora- el agua de la fuente.
Mudo está el campanario y escalado el sendero.
Ya está encendida la aurora en el camino.
La tórtola en la enramada entona ya su trino.
Llora la luna en la veleta, mustia, alada.
IQué dulce paz. de noche, en tu madrugadal
Las dos al filo esperan su destino...
-¡Como Cristo! se irguió tu vuelo. Se quebró la lira.
Rompióse el arpa. Se deshizo el lazo...
El dulce remanso perfuma los lirios.
Entonan los salmos, se encienden los cirios...
Hacia el infinito te pierdes en estrecho abrazo...
Yacen marchitas las rosas de tus manos.
Frío el alabastro de tus pies desnudos.
Y las ascuas de tu amor, Fray Leopoldo,
Quedan envueltas en cenizas de rescoldo.
Aún palpitan tres plegarias en tus labios mudos.
¡Que no doblen, Granada, que no ha muerto!
Pon su nombre en los anales de tu historia.
Y espera que en las torres vaticanas
Vuelen alegres, floridas las campanas
En la aurora del triunfo de su gloria...
Fray Alejandro de Málaga
Hermano Capuchino
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Presentación
50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldo
A
migo lector: Tienes entre tus
manos una publicación dedicada
a un “fraile del pueblo”, como
popularmente eran conocidos los capuchinos, como lo fue Fr. Leopoldo, por su contacto diario con la gente en medio del
ruido y del bullicio callejero; se trata de
una publicación dedicada a Fr. Leopoldo
en el 50º aniversario de su muerte; una
publicación dedicada a la figura de un hermano capuchino anciano, que no gozaba
de méritos por haber realizado obras clamorosas en beneficio de la ciudad, que no
pertenecía a dinastías locales, que jamás
había hablado desde cátedras o púlpitos,
que no brillaba por su ciencia, no era
sacerdote, ni tampoco había dejado su
convento para hacerse misionero en tierras lejanas. De él dijo un sacerdote que lo
conoció íntimamente: “No era un hombre
de letras, no tenía estudios de teología,
pero sobrepasaba a todos porque poseía el
gran secreto del conocimiento y del amor
de Dios”. El gran maestro de Fray
Leopoldo fue el Espíritu Santo. Él fue sólo
un humilde fraile capuchino, limosnero
durante 50 años seguidos en Granada. La
trayectoria de su vida siguió la mística del
anonadamiento, la mística de Jesús. Es la
mística de las personas que no se sobre
valoran humanamente, de ellas se sirve
Dios para realizar sus obras, para realizar
una historia mucho más importante que la
historia que cada día pasa ante nuestros
ojos, la historia de la salvación.
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En todas las épocas de la historia humana,
han existido hombres que, como los postes
de alta tensión, han mantenido a Dios
conectado con la humanidad. Por ellos
pasa ese canal vivo de la gracia que se transforma en vida, amor, verdad, compasión,
consuelo, misericordia, alegría, bondad, salvación y liberación. Fray Leopoldo era uno
de ellos, uno de esos hombres que obligan a
Dios a mantener su alianza, su compromiso
de amor con la humanidad herida de muerte por el pecado. En cada tiempo surgen
personalidades geniales que, por la fidelidad
a un principio superior, rompen los márgenes del espacio y del tiempo. Esto sucedió
excepcionalmente con Jesucristo, que vivió
Fray Leopoldo de Alpandeire.
y sigue vivo por la fuerza salvadora de su
palabra. De un modo semejante, salvando
abismos, ha sucedido con algunos de sus
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
“No era un hombre de letras, no tenía estudios de teología, pero
sobrepasaba a todos porque poseía el gran secreto del conocimiento y del amor de Dios”
seguidores y amigos a través de los siglos.
La vida de todo seguidor de Jesús, la de
Fray Leopoldo, en sí misma considerada,
es una auténtica protesta contra la sociedad de su tiempo: contra el orgullo domi-
Mural de la cripta de Fray Leopoldo.
nador de unos pocos frente a la pobreza y
marginación de los desheredados de siempre. Fray Leopoldo no era un visionario,
tenía los pies en el suelo. Él fue simplemente un hombre sencillo e íntegro que
supo fiarse de Dios. Su vida estaba sustentada en una profunda vida de oración.
Cuando alguien ama verdaderamente al
Señor, encuentra tiempo para dedicarse a
lo que ama, es decir a la caridad apostólica,
a hacer el bien a los demás. Y los demás lo
percibían, sus virtudes y su santidad eran
notorias. Un célebre predicador jesuita
decía de él: “Tenemos un santo en nuestras
calles”. Otro, agustino, afirmó: “Esto sí que
es predicar, sin abrir la boca obtiene más
fruto que todos nosotros juntos”.
La santidad de Fray Leopoldo era notoria
y evidente, saltaba a simple vista, es una
santidad clara, diáfana, transparente, cristalina, como el agua de un riachuelo,
siempre en deshielo de primavera, que
nace en las nevadas cumbres de la sierra y
baja serpenteando oculto por las laderas
de los montes, cubierto entre adelfas,
romero, tomillo, mastranzo, espliego y
juncos, hasta alcanzar sereno el esplendor
y la llanura del valle.
Ojeando estas páginas dedicadas a Fray
Leopoldo, lector amigo, encontrarás excelentes plumas, con palabras bruñidas y cinceladas, primorosos artículos y, aún más,
vivos testimonios de personas que lo conocieron, que convivieron con él o que se han
hecho amigos suyos gracias a los "favores"
obtenidos por su intercesión; en estas páginas vibra todo el esfuerzo intelectual y
humano de un grupo de escritores que
intentan hurgar en algo siempre inaccesible
al hombre: la santidad. Porque, como dice
la Biblia, "Dios habita en una luz inaccesible". Sean estas páginas como un ramo de
bellas, olorosas y hermosas flores que, todo
un pueblo de admiradores/as pone a los pies
de su ídolo, con los más bellos piropos y su
más hermosa oración.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Perfil biografico
Fray Alfonso Ramírez Peralbo, OFMCap.
Roma - Vicepostulador de la Causa
D
imensión social de la santidad: “El amor no pasa nunca”. El contacto con el dolor, con la
pobreza, con el sufrimiento no les ha quitado nunca el sueño a los santos. Más aún, si se lo
ha quitado ha sido para mejor servir al que sufre o consolar al afligido, para dar posada al
peregrino, acompañar al que está aislado, vestir al desnudo… Todas estas obras de misericordia las
condensó san Pablo en una breve frase: “El amor no pasa nunca”. Esa célebre frase de Pablo, que san
Agustín traduciría más tarde por "ama y haz lo que quieras”, fue actualizada en las últimas décadas
por un gran teólogo de nuestro tiempo en esta lacónica expresión: “Sólo el amor es digno de fe”,
que sería como el eco de aquella otra de san Pablo: “Sé
de quien me he fiado”. Mirando en lontananza, la plurisecular historia de la Iglesia es toda ella una larga e
inmensa historia de amor. Una infinita hilera de hombres y mujeres, santos y santas de todo tipo, edad y condición, que, fiándose del Amor, se han entregado y consagrado totalmente a él. Lazaretos, hospitales, clínicas,
ambulatorios, leproserías, orfanatos, escuelas-hogar,
residencias para huérfanos, enfermos de sida, madres
solteras, minusválidos, tuberculosos, ancianos, enfermos psíquicos, enfermos terminales, personas sin hogar,
disminuidos físicos y psíquicos… y así podríamos seguir
enumerando hasta el infinito; obras que han florecido
por doquier y han sido el campo de trabajo y de acción
de quienes han hecho del amor el centro de toda su
vida, sabiendo, como escribió Santo Tomás, que “la
bienaventuranza consistirá en un acto permanente de
caridad”. Toda esta infinita labor es un canto primoroso
al Amor de Dios. Un precioso himno de la Liturgia de
las Horas, expresa así esta rica e intensa historia de
Fray Leopoldo, acompañado de algunos hermanos.
amor: A fuerza de amor humano / me abraso en amor divino. La santidad es camino / que va de mí hacia mi hermano. Me di sin tender la mano / para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor / a todos y de tal suerte / que me ha encontrado la muerte / sin nada más que el
amor. Una nube de amor rodea y empapa la existencia. Quien más ama tiene la razón. Los santos son
la gente que amó.
En ello los grandes expertos fueron los santos. Por eso, la historia de la Iglesia es, ante todo, una
historia de santos. De los conocidos y de los desconocidos. Ellos se lo jugaron todo a una carta y con
su osadía se convirtieron en nítidos espejos, reflejan la luz, en rico espectro, sobre nuestras oscuridades. Ellos constituyen la magna historia exegética del evangelio, más auténtica y de una mayor virtud demostrativa que todas las demás hermenéuticas. Ellos son la demostración tanto de la plenitud
como de la presencia. Mucho se habla y se escribe hoy de los condicionamientos históricos de la mun-
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
dovisión de los santos, y no todo es falso. Pero ello no nos ahorra el conato de situarnos, como ellos
y con ellos, en la instancia central: en la seriedad incondicional con que tomaron el amor de Dios en
Cristo y con que -a partir de la expropiación por el amor absoluto- se enajenaron por amor a los
hombres. Así, en este orden, no al revés. Jamás el amor del prójimo fue para ellos un sucedáneo del
amor a Dios y a Cristo. El amor de los santos se inflama al saberse absolutamente amados y al querer
corresponder con toda su existencia al amor absoluto.
Y ese amor se hacía presente en el medio en el que el santo actuaba. Toda Granada se sentía beneficiada del amor de Dios en Fray Leopoldo. La santidad influye socialmente en el mundo. Si “el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, los santos han sido los canales a través de los cuales el amor de Dios se ha expandido por el mundo. Un hospital, un asilo, una guardería, una residencia, un orfanato son los brazos de la caridad de Dios en los santos. Su santidad cumple una función
social en el mundo. Ellos han aportado riquezas: bondad, caridad, sencillez, limpieza, al fatigoso discurrir de la caravana que somos los hombres en la tierra. Por eso su historia importa y, por eso, su
ejemplo y su doctrina pesan en nuestra vida.
FRAY LEOPOLDO: “El gemido de un pobre evangélico”
I. DIOS HA ELEGIDO LO DÉBIL DEL MUNDO
Las experiencias de vida consagrada, inspiradas en el Evangelio y realizadas a lo largo de la historia por
los más distintos Institutos religiosos, han favorecido el cultivo de una espiritualidad donde han florecido
personalidades singulares que han planteado interrogativas sobre el sentido de la existencia humana a toda
la humanidad y en particular a los creyentes, incluso a los más sensibles a la acción de Dios que salva.
La vida -tanto en su aspecto físico e individual, como también a nivel social y cultural- es siempre
un acontecimiento inédito, que sorprende y necesita interpretaciones. Esto es cierto sobre todo en
las formas de vida consagradas que expresan carismáticamente, distintas tomas sobre el misterio de
aquel Dios que nos ha creado como individuos y como pueblos artífices de historia, que alcanza significado sólo cuando se remonta al sacro del que trae origen.
La hagiografía es aquel sector de la historiografía que expresa los significados más profundos y más
auténticos de la existencia humana, elevada al orden sobrenatural.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Algunos Santos, como por ejemplo Santa Verónica Giuliani y el
P. Pío de Pietrelcina, plantean el problema (mejor el misterio) del
dolor como valor. Un valor desconcertante para el laico, pero siempre innegable, tanto para el que lo alivia como para el que lo
sobrelleva, es decir para toda persona que está atenta al misterio
del hombre. Un valor aún más desconcertante para algunas figuras sugestivas que en la propia vida, en vez de eliminar el dolor,
han vivido en la espiritualidad como elemento esencial, junto a
otros, la mística del dolor, inspirada en la Cruz. Piénsese sólo en
Madre Teresa de Calcuta, cuya desaparición ha tenido tal resonancia mundial, que ha dado que pensar a hombres y mujeres de
todas las culturas.
Tales figuras, son testimonios decisivos de la presencia de Dios
que salva a la humanidad de nuestro tiempo, totalmente sumergida en lo pasajero, en la realidad más inmediata que no conduce a
nada y que se afronta según el estilo de usar y tirar.
La historia de la
Iglesia es, ante
todo, una historia de santos.
De los conocidos y de los
desconocidos.
Figuras como las de Santa Verónica, Madre Teresa, P. Pío, antes que comenzasen su aventura de fe
dan que pensar en toda una serie de “personas que no son nada” que han testimoniado la presencia
de Dios en una historia que alcanza su sentido pleno en cuanto es historia de la salvación.
1. “Humanamente no dotado”
El 9 de febrero de 1956, en el corazón de la noche, se extinguía en Granada Fray Leopoldo de
Alpandeire. Moría pasada la media noche a las 1'45 de la madrugada, pero con las primeras luces del
alba la noticia ya estaba en boca de todos y comenzaba un peregrinar incesante para venerar sus restos, de gente de toda clase y condición que
culminaría en un multitudinario funeral. Era
todo un plebiscito de afecto, amor y veneración.
Objetivamente hablando, había muerto
un anciano noventón, ya enfermo, que no
gozaba de méritos por haber realizado obras
clamorosas en beneficio de la ciudad, que no
pertenecía a dinastías locales, que jamás
había hablado desde cátedras o púlpitos,
porque no brillaba por su ciencia, no se
había siquiera ordenado sacerdote, ni tampoco había dejado su convento para hacerse
misionero en tierras lejanas. Había sido sólo
un humilde fraile capuchino que había recorrido las calles de Granada todos los días pidiendo la “limosna” de puerta en puerta
durante 50 años.
Crucifijo del antiguo patio de entrada a la Iglesia de Capuchinos.
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La sorpresa que suscitó la afluencia de
tanta gente sin haber sido convocada por
ningún tipo de propaganda, contiene implícitamente al menos, una duda en quien la ha
experimentado. La sorpresa nace cuando
sucede algo que no se esperaba y esconde
cierta duda que llevamos dentro.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Según manifestaciones de muchas personas que conocieron de cerca al Siervo de Dios, se encuentran indicios de ese tipo de duda en las personas que vivieron junto a Fray Leopoldo. A estas dudas
hay que darle importancia no por las personas que las probaron y las manifestaron, sino porque estas
dudas expresan el estado de ánimo y el punto de partida para entrar en la perspectiva específica de
la santidad de Fray Leopoldo.
La duda, con la ambivalencia que contiene, es el hilo conductor para llegar a otro componente de
la espiritualidad cristiana, emparentado en cierto sentido con la mística del dolor y que podríamos
definir como la mística del aniquilamiento, típica de algunas personas que, como Jesús, quisieron pasar
por “nada”.
Divina Pastora.
Fray Leopoldo (1864-1956)
Vacilaron en la ambivalencia entre sorpresa y duda incluso muchos contemporáneos de Jesús,
comenzando por sus propios paisanos que “admirados de sus palabras”, comentaban: “¿Pero no es éste
el Hijo de José, el carpintero? Y su madre ¿no se llama María?” (Luc. 4, 22).
Es la mística de las personas que no se sobre valoran humanamente, de ellos se sirve Dios para realizar su obra.
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Fray Leopoldo
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La figura de Fray Leopoldo de Alpandeire debe colocarse en este filón de la espiritualidad evangélica, puesta de relieve de manera particular por el franciscanismo.
2. “¿Por qué todo el mundo va detrás de ti?”
Es clásica la escena de cuanto venimos diciendo y que se encuentra en el capítulo X de Las
Florecillas, en el que Fray Maseo y Francisco, de manera “casi proverbial”, se plantean el problema de
las opciones de Dios: -”¿Por qué a ti, por qué a ti, por qué a ti?” interpela Fray Maseo. Y Francisco,
también él, de manera proverbial, pide una mayor clarificación del problema: -“¿Qué quieres decir
con eso?”. Fray Maseo entonces precisó: -”Me pregunto ¿por qué todo el mundo va detrás de ti y no
parece sino que todos quieren verte, oírte y obedecerte? Tu no eres hermoso de cuerpo, no sobresales por tu ciencia, no eres noble, y, entonces, ¿por qué todo el mundo va en pos de ti?”
Y siempre de manera “casi proverbial”, Francisco sintetiza así su carisma: -“¿Quieres saber por qué
a mí? ¿Quieres saber por qué a mí? ¿Quieres saber por qué todo el mundo viene en pos de mí? Esto
me viene de los ojos del Dios Altísimo… y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores, ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra
criatura más vil para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí”
(Florecillas, cap. X).
Este página de las Florecillas traduce,
casi como en una escena de representación sagrada, un concepto bíblico que
está presente en el Magnificat y en la
primera Carta a los Corintios.
En el Magnificat María reconoce en sí
el estilo de la actuación de Dios que “ha
mirado la humillación de su esclava”
(Luc. 1, 47). En la primera Carta a los
Corintios, Pablo individualiza el mismo
estilo de actuación: “Dios ha escogido lo
necio del mundo para humillar a los
sabios, lo débil del mundo para confundir a los fuertes, lo plebeyo y despreciado del mundo, lo que no vale nada para
anular a los que son algo para que nadie pueda gloriarse ante Dios” (1 Cor. 1,
27-29).
En esta perspectiva el carisma franciscano ha creado sugestivos testimonios
de formidables personas “simples”. Baste
pensar en Fray Juan “hombre simplicísimo”, que san Francisco llamaba “San
Juan” en lugar de "Fray Juan”, que “imitaba rápidamente todos los gestos y posturas que san Francisco hacía. Si el
La humildad caracterizó profundamente la vida de Fray Leopoldo.
santo escupía, él escupía; si tosía, él
tosía; unía suspiros a suspiros y llanto a llanto; cuando el Santo levantaba las manos al cielo, levantaba también él las suyas, mirando con atención como modelo y reproduciendo en sí cuanto él hacía”
(2 Cel, 190). Era de una simplicidad tal que se creía obligado a hacer todo lo que hiciese Francisco.
Hay que recordar también a Fray Junípero, el cocinero de las primeras fraternidades en los orígenes
y que el propio san Francisco señalaba como uno de los frailes modelo, que “llegó al grado perfecto
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
El silencio ha
sido el lenguaje
de los capuchinos según el
estilo de San
Francisco, que
lo recomendaba
de paciencia por el perfecto conocimiento de su propia vileza,
que tenía siempre ante sus ojos, y por el supremo deseo de imitar
a Cristo en el camino de la cruz” (Espejo de perfección, 85).
Entre otros, las Florecillas narran un episodio que describe, por
una parte, la ingenuidad y, por otra el espíritu de oración de Fray
Junípero. Este, habiendo recibido un día la orden del Superior de
preparar un poco de comida, preparó comida para quince días, a
fin de disponer de más tiempo para la oración.
Entre los capuchinos es célebre san Félix de Cantalicio quien,
a diferencia de su brillante amigo san Felipe Neri, conocía sólo
cinco letras del alfabeto, las cinco llagas de Cristo crucificado. Es
grande el número de hermanos, limosneros o porteros capuchinos; ellos sabían sobre todo vivir entre los últimos, como personas de poca categoría. Entre ellos Dios ha escogido a muchos de
sus colaboradores, comenzando por los apóstoles, y de los que
sale, a lo largo de los siglos -aún hoy- la reivindicación de aquellos valores que el poder, y a veces el saber, han olvidado
La mística del anonadamiento o de la identificación con los más pequeños, trae sus orígenes de la
Encarnación del Hijo de Dios, que se ha “anonadado”: “se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo pasando por uno de tantos” (Filp. 2, 7).
Una atención totalmente particular merece la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire, en cuanto se
coloca entre los últimos ejemplares de esta hilera siete veces secular de hermanos limosneros, esto es de aquellos pobres con un
nivel de mendicidad por elección, que la sociedad civil le ha permitido sobrevivir.
El presente es un momento importante para la puesta a punto
de un carisma que el cristianismo proclama no tanto con la fuerza de una motivación teológica cuanto con el testimonio existencial, ascético: el carisma que reivindica al hombre como
valor altísimo del universo en cuanto existe, prescindiendo de
su rango, misión, actividad, origen y de la identidad social
que representa.
En la sociedad del Welfare, del bienestar, ¿habrá todavía
sitio para ejemplares de esta larga generación -que va
desde Fray Junípero a Fray Leopoldo- de personas en
las que la ascética no destruyó la ingenuidad y la sencillez humana que sólo los humildes consiguen conservar?
Fray Leopoldo hablaba poco. Muchas veces se
limitaba a responder con frases hechas refranes,
especie de aforismos, al más puro estilo de san
Félix de Cantalicio. El silencio ha sido el lenguaje
en la larga tradición de los capuchinos según el
estilo de san Francisco que recomendaba a los frailes “estar en silencio” (Regla no bulada, XI); él
“quería que sus hermanos observaran el silencio
evangélico, es decir, que se abstuvieran siempre solícitamente de toda palabra ociosa, teniendo concien-
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Fray Leopoldo
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Vista de la entrada al Convento de Capuchinos de Sevilla, donde vivió durante algunos años el Siervo de Dios.
cia de que de ello se ha de rendir cuenta en el día del juicio” (S. Buenaventura, Ley. may., VIII, 9).
Por lo demás también María y José vivieron en silencio junto a Jesús en los años decisivos de su crecimiento. En semejantes casos se trata, sin embargo, de un silencio que no cubre una insignificancia,
sino que más bien expresa la inefabilidad de valores que las palabras no pueden contener y que por
eso es necesario descubrir.
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Fray Leopoldo
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Toda la vida de Fray Leopoldo se desarrolló bajo este clima. Su biografía no presenta ninguna circunstancia de particular relieve. Él era demasiado reservado, parco en palabras. Siempre tenía a Dios
en los labios. Caminaba con la cabeza inclinada, con los ojos en el suelo y el corazón en el cielo. Era
difícil encontrarse con sus ojos. Se le veía siempre, desde hacía años, por las calles llenas de gente o
Iglesia de los Capuchinos de la ciudad de los cármenes, donde los 9 de cada mes se celebra una misa por Fray Leopodo.
solitarias, en el tranvía o en la iglesia, sin cambiar su comportamiento aunque mudase de ambiente.
En todas partes era el mismo: Fray Leopoldo; el Fray Leopoldo amado y venerado por toda Gra-nada.
No miraba a ninguno y todos lo miraban; no buscaba a ninguno y todos lo buscaban; no se ocupaba
de ninguno, y todos se ocupaban de él. Envuelto en un silencio continuo y arropado tras breves fra-
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Fray Leopoldo
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ses y palabras bajas, se le veía así, como el hombre que no pertenece al mundo del ruido y de la publicidad, sino como el hombre que hablaba sólo con Dios y de Dios sin poder darse a cualquier otro tipo
de conversación, no ofreciendo su mirada a fáciles divagaciones perjudiciales para su continuo coloquio interior.
3. ¿Por qué se hizo religioso?
Por espacio de treinta y cinco años, Fray Leopoldo se llamó Francisco Tomás. De él nos queda la
partida de nacimiento registrada en la parroquia. Fue el primogénito del matrimonio Diego Márquez
y Jerónima Sánchez. Tras él vendrían tres hermanos: Diego, único que ha dejado descendencia, Juan
Miguel que morirá soldado en la guerra de Cuba y María Teresa, la menor, soltera, que morirá en
Ronda a edad avanzada.
De su infancia y juventud nos han llegado noticias fragmentarias.
En la escuela del pueblo aprendió las primeras letras. Sus
compañeros de infancia lo han descrito siempre como un
niño afectuoso, virtuoso, de proceder juicioso y, sobre
todo, caritativo, era sensible a los valores humanos
y a los valores de la naturaleza. Comenzó a trabajar en las faenas del campo, primero de pastor y
después en la labranza, pero tenía tiempo para
sus rezos y visitas a la iglesia. Al llegar a la adolescencia, la edad del nuevo nacimiento, del
nacimiento a la vida social, la edad de las opciones de vida, de los sueños venideros ¿qué pensaba Francisco Tomás para su futuro? Por lo poco
que sabemos es que cuando sus vecinos supieron
que se iba de fraile, lo vieron como la cosa más normal del mundo. Hasta ese momento, 35 años, su vida
se desarrolló por encima de todo gesto o estilo de vida
que se saliese de lo que era el ritmo normal de las personas
más temerosas de Dios en su ambiente tradicional.
Ciertas negligencias y olvido, por parte de los capuchinos en cuya orden había solicitado ingresar, motivaron que el joven Francisco Tomás se echase otras cuentas, sin abandonar aún su intención de hacerse religioso. Se enamoró de Antonia Medinilla, una joven del pueblo con la que
entabló relaciones, decidido a formar un hogar. No fue la suya una vocación fruto de la exaltación juvenil o de temor ante el futuro, la suya fue una vocación madurada en varios años, culmen
de su recogimiento y reflexión. Sus vecinos veían que era un joven muy distinto a los demás y, por
eso, cuando se marchó de capuchino todos veían que había encontrado lo que verdaderamente
quería.
4. Tipología de una personalidad.
A los treinta y cinco años la personalidad de un hombre está más o menos definida, es decir está
definido el comportamiento de un sujeto ante la vida, con las condiciones en las que ha venido al
mundo y en medio de las cuales ha crecido.
Interpretar dicho acontecimiento cuando éste tiene lugar es lo propio de toda persona comprometida. El compromiso puede tener distintas formas. Existe la persona que todo lo sopesa y valora a la
luz del beneficio personal o del poder. Y existe la persona que todo lo vive y valora bajo la luz de la
fe. La vivencia de este hecho, según las distintas perspectivas, ofrece un sólido fundamento a la afirmación de la persona, la sustrae de las tendencias de la moda, de las circunstancias ocasionales y de
la explotación.
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Fray Leopoldo
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Francisco Tomás es una persona que va al grano, que quiere lo concreto, que tiene la fuerza de
voluntad de un campesino de la serranía de Ronda y la sabiduría natural de un pueblerino adornada
de una prudencia dirigida por motivos sobrenaturales. En esta prudencia está inspirada toda su vida.
Sobre la planta “selvática” de la naturaleza humana se injerta la acción de la gracia, de la vocación.
La planta “selvática” de Francisco Tomás, que se convierte en el soporte de su vida de fe, estaba
fuertemente arraigada en la realidad humana de su tierra. En todas las cosas se conducía con un gran
equilibrio. Su prudencia estaba siempre iluminada por el deseo de
agradar en todo a Dios.
Sus paisanos lo
admiraban porque no se valoraba a sí mismo.
Trabajaba como
un campesino
de su tiempo
Era enormemente realista. Su bondad fue adquirida a base de
esfuerzo, de violencia evangélica. Antes de hacerse religioso,
Francisco Tomás vive su vida diaria en analogía a como Jesús vivía
cada día en Nazaret. A través de lo que sucede diariamente en
Alpandeire, el va regulando su respuesta a su propia vocación. En
el tejido de los acontecimientos diarios entrelaza y desarrolla el
diseño de su vida buscando vivir la voluntad de Dios.
Sus paisanos lo admiraban porque no se valoraba a sí mismo
según el estilo de su condición humilde; trabajaba, ayudando a su
familia, como un campesino de su tiempo; medía los ritmos de
vida según la tradición cristiana heredada: el rezo del Angelus por
la mañana, al medio día y por la tarde, el rezo del rosario en familia o en la iglesia, la asistencia a las fiestas parroquiales.
La “filosofía de la vida” que Fray Leopoldo, mucho antes de hacerse religioso, había intuido, estaba calcada en el modelo de Jesús, en el pueblecito de Alpandeire que no era ciertamente más importante que Nazaret. Cuando Felipe con gran entusiasmo dijo a Natanael: “Hemos encontrado a aquel
del que escribió Moisés en la Ley y en los Profetas, Jesús, hijo de José de Nazaret, Natanael exclamó
con gran sorpresa: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?”
Estamos habituados a hacer la historia del lado de aquellos que han corrido el riesgo, desde el punto
de vista humano, de parte de los vencedores (o considerados como tales), estableciendo dificultades
para comprenderla por parte de los últimos que suelen ser los más numerosos, que no han destacado
nunca por parte de los vencidos, o considerados como tales.
La historia es, sobre todo, el relato de lo que ha sucedido. Sin embargo, es mucho más importante
ser que hacer o tener. La gente de Alpandeire percibía que Francisco Tomás no era como los demás,
pero a todos les resultaba difícil comprender en qué consistía ese algo de extraordinario que tenía porque lo que hacía o tenía era bien poca cosa.
La importancia de Francisco Tomás, o sea lo que de extraordinario poseía no derivaba de lo que él
tenía ni de lo que hacía como algo relevante, sino de lo que era. Bajo la apariencia de lo insignificante se ocultaba el secreto de lo atractivo de su persona; la gente veía que él era distinto a los demás.
Su diversidad no provenía de una sabiduría, incluso natural y que han puesto de relieve célebres personajes de escasa cultura a lo largo de su historia, sino de su personal asimilación de la humanidad
de Cristo humilde y sufriente.
La diversidad de Francisco Tomás, incluso antes de llamarse Fray Leopoldo, denota claras e
intencionadas “alusiones” del humilde, pobre, paciente y sufriente Jesús de Nazaret.
Cuando en su quehacer diario de limosnero, en los crudos inviernos de Granada, recorría sus calles
con los talones sangrantes y llenos de grietas, al Hermano que trataba de curarlo le decía: “Déjame
que sufra un poco por nuestro Señor”
Según el testimonio de cuantos lo conocieron no parece que Fray Leopoldo fuera un flagelante de otros
tiempos. Más bien él aceptaba serenamente el trabajo diario con las asperezas que la vida conlleva.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Una tal presencia, dentro de la comunidad parroquial de Alpandeire constituía un testimonio que
todos constataban y sentían como genuina expresión de fe. Don Antonio López Gil, párroco de
Alpandeire, en el Certificado de buena conducta que hizo al ingreso de Francisco Tomás en la vida
religiosa en 1899, escribió: “Desde su infancia hasta hace aproximadamente cuatro años en que se
ausentó con sus padres para la ciudad de Ronda, ha observado una conducta irreprensible y digna del
mayor elogio”. Y Don Vicente Castaño, párroco del Espíritu Santo de Ronda, escribió: “Ha observado una conducta ejemplar y digna del alto estado a que aspira”.
II. FRANCISCO TOMÁS SE CONVIERTE EN FRAY
LEOPOLDO DE ALPANDEIRE
¿Por qué Francisco Tomás entró en la Orden Capuchina? Por aquellos inhóspitos parajes de la sierra de Jarastapar, al pie de la serranía rondeña, donde estaba situado Alpandeire, lugar de difícil acceso, era raro ver a algún religioso de la congregación que fuese.
Hacia 1890, Diego Márquez, padre de Francisco Tomás había arrendado una finca cerca de Ronda,
a donde se trasladó a vivir con la familia.
Por aquellas fechas, el 22 de abril de 1894, es beatificado el capuchino andaluz Fray Diego José de
Cádiz. Con este motivo se celebraron en la ciudad del Tajo, donde está sepultado, solemnes cultos en
honor del nuevo beato. El P. Diego José de Ronda y otro capuchino predicaron los cultos a los que
asistió el joven Francisco Tomás. En su ancianidad, Fray Leopoldo, haría de los dos frailes este comentario: “Me llamaron la atención por lo recogidos que iban y lo bien que hablaban del Señor”. Al término de aquellas predicaciones Francisco Tomás manifestó al P. Diego. “Yo quiero ser capuchino
como el beato Diego José de Cádiz, yo quiero ser capuchino”.
Al poco tiempo llegaron a Francisco Tomás unos
impresos que, una vez cumplimentados, devolvió a
Sevilla a la Curia provincial de los capuchinos. Pero la
respuesta nunca llegó y los años pasaron. Hasta que un
sacerdote amigo escribió directamente al P. Provincial,
Ambrosio de Valencina, y pronto llegó la respuesta que
llenó de alegría al joven de Alpandeire. El comentario
general de la gente, fue este: “Todo el pueblo vio muy
natural que Francisco Tomás se metiera a fraile”.
Francisco Tomás se despidió de los suyos, en Agosto
de 1899, y el 16 de noviembre vestiría el hábito capuchino en el noviciado de Sevilla, cambiando el nombre
de pila por el de Fray Leopoldo, todo un símbolo que
suponía el hombre nuevo que Francisco Tomás adquiría
al hacerse capuchino. “El nombre -diría años más tarde
-me cayó como un jarro de agua”.
Una vez entrado en la Orden Capuchina, Fray
Leopoldo tendría la oportunidad de realizar el injerto,
en su humanidad profunda, de los principios provenientes de toda una dinastía de figuras como Félix de
Cantalicio, Francisco de Camporroso, Ignacio de
El fraile iba por la calle con la mano en el Rosario.
Láconi, Crispín de Viterbo, Félix de Nicosia, Conrado
de Parzham, Serafín de Montegranario, Bernardo de Corleón o Nicolás de Gésturi.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
1. El injerto en la vida religiosa capuchina.
¿Por qué el treintañero Francisco Tomás eligió la dinastía de los Hermanos laicos Capuchinos?
Quizá sea más exacto decir, ¿por qué Dios lo guió por este camino?
¿Cómo tomó semejante decisión? Por lo que sabemos, no parece que en ella le hubieran ayudado
directores espirituales determinados. El gran maestro de Fray Leopoldo fue siempre el Espíritu Santo.
Fue la suya una decisión largamente meditada. Luego vendría el año de noviciado en el que esa decisión sería probada antes de hacer la profesión temporal, primer paso de la incardinación a la Orden
Capuchina.
¿Cómo veía él el futuro aquel día de agosto de 1899 cuando llamó con la campana al convento
capuchino de Sevilla?
Quizá en el joven campesino que llamaba a la puerta del convento de los capuchinos de Sevilla para
ser acogido, había más una inquietud de búsqueda que un proyecto de vida. Francisco Tomás era una
persona que buscaba, como había hecho siempre, hacia dónde lo llamaba Dios, porque de la única
cosa que estaba seguro era que Dios lo llamaba.
Probablemente en un proceso semejante, planteado sobre una relación entre el hombre y Dios,
un director vocacional no habría comprendido nada; quizá habría terminado por entorpecer el
camino hacia Dios, si hubiese tratado de leer en los acontecimientos la llamada. Era el Espíritu
Santo el maestro de Francisco Tomás quien había aprendido el difícil arte de comprender a Dios y
seguir sus llamadas. “Comprender a Dios” es la relación del místico. Captar la llamada de Dios en
la vida diaria, en las cosas “banales” de cada día, era lo específico de la mística del futuro Fray
Leopoldo. Tal había sido el estilo de vida de Jesús en los años de vida oculta en Nazaret, cuando
bajo las apariencias de una vida diaria semejante en todo a la de sus contemporáneos, cumplía
como Hijo de Dios, la voluntad del Padre. Efectivamente, la acción salvífica de Dios, realizada por
Jesús en la tierra, no pasa necesariamente por acontecimientos que hieran fuertemente la sensibilidad más inmediata de los hombres.
2. Los primeros años del convento.
El convento de los capuchinos de Sevilla abrió sus puertas al postulante Francisco Tomás. Antes de
vestir el hábito pasó unos meses ejercitándose en los trabajos propios de los hermanos. Era necesario
experimentar la vida religiosa y que los frailes vieran cómo se movía en el convento.
El 16 de noviembre de 1899 vistió el hábito capuchino en Sevilla, de manos del P. Diego de
Valencina, su guardián y maestro de novicios. Dios le había preparado un maestro de novicios adecuado. Y Fray Leopoldo fue un novicio puntual, incluso hasta en los más insignificantes detalles,
observante hasta en la más mínima prescripción, teniendo detrás un P. Maestro, que había que
haber conocido para comprender qué clase de paño tenía. Muchas veces se ha escrito que tipos
como el P. Diego parecen creados expresamente por Dios para encontrar una aguja en un pajar.
Fray Leopoldo supo ver en el P. Maestro un ángel del Señor: escuchó sus consejos y los puso en
práctica.
Emitida su profesión simple el 16 de noviembre de 1900, Fray Leopoldo pasó sucesivamente por
Granada, Antequera y Sevilla, ocupado en los oficios de hortelano, ayudante de cocina o portero. El
23 de noviembre de 1903 hizo su profesión solemne en Granada en manos del P. Francisco de
Mendieta. EL 21 de febrero de 1914 es trasladado a Granada donde permanecerá el resto de su vida.
Durante sus primeros años de vida de convento, Fray Leopoldo fue ajustando su vida al querer de
Dios. Se había hecho religioso para “ser santo”. Por la Santa Provincia de Andalucía, bien pronto
comenzó a extenderse su fama de santidad, comenzando a destacar por su vida de oración, trabajo,
austeridad y pobreza. Dice el P. Serafín de Ausejo, seminarista seráfico en Antequera por estos años,
que hasta allí comenzó a llegar el aroma de las virtudes y santidad de este hombre de Dios.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Vista de Alpandeire, pueblo natal de F.Leopoldo.
Reproducción de la celda del limosnero.
Iglesia del antiguo Convento de Capuchinos.
Poco a poco fue aprendiendo a sublimar el trabajo y a transformarlo en oración y en servicio a los
hermanos, convirtiéndose en un contemplativo tras el agua de las acequias, las hortalizas, los frutales y los bancales de flores para el altar de la Virgen.
En los primeros años de vida conventual, Fray Leopoldo fue, a veces, ayudante de cocina y hasta
cocinero incluso. Esta anécdota revela un poco su entrega al trabajo, su buena disposición conjuga-
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
da con su falta de conocimientos culinarios. Había un religioso que estaba enfermo y necesitaba
tomar comidas ligeras, Fray Leopoldo, apenas salía del coro por la tarde, ponía al fuego un cazo con
agua y un huevo que servía con cortesía al religioso enfermo por la noche. Este, al observar que estaba duro, hacía ver al hermano cocinero -- ¡nunca las vio más gordas! -- que así no lo podía tomar
sino sólo pasado por agua. Fray Leopoldo, en su admirable candidez le respondía: “No sé cómo suceden estas cosas, Padre, ya que lo he tenido toda la tarde cociendo”.
El P. Ramón de Gines, secretario provincial en aquellos primeros años de vida religiosa de Fray
Leopoldo, repetía: “Donde Fray Leopoldo está llueven las bendiciones del Señor”. Debido a ello, el
Siervo de Dios pasó temporadas de meses y años en los conventos de Sevilla y Antequera, ocupado
en la huerta, la portería y la sacristía, hasta que en 1914 llegaría a Granada donde, junto al oficio de
sacristán, ejercería el resto de su vida el de limosnero por el que sería conocido en vida.
III. “EL BUSCADOR BUSCADO”
La limosna ha sido hasta no hace muchos años la “mesa del Señor”, como la llama S. Francisco en
su Testamento, cuando para prepararla no bastaba la recompensa del trabajo. Y así, como tal recompensa, en el pasado, especialmente para el que trabaja con y a favor de los pobres, no era suficiente,
la Orden franciscana vivía sustancialmente de la limosna. De aquí la importancia de los hermanos
limosneros, o “rebuscadores”, como la gente los llamaba.
Para Fray Leopoldo la limosna fue una situación existencial en la que tuvo que vivir su experiencia
de fe, en contacto con el pueblo, sobre todo con los más humildes. El vivió durante 50 años en el
Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar una
vida contemplativa fue lanzado por la obediencia a librar en
la calle la dura batalla del evangelio. Las plazas y las calles de
los pueblos y ciudades de Andalucía se convirtieron en el
claustro de su vida silenciosa y de su oración recogida.
ejercicio de la limosna como ocasión diaria y silenciosa de ascética y de mística y la gente lo recibió
como un testimonio convincente de valores humanos y de fe.
1. Un fraile limosnero.
Es necesario precisar el sentido de la pregunta. El término “obediencia” en el lenguaje capuchino
significa encargo. De ahí que la pregunta tenga este sentido: ¿Cómo aceptó Fray Leopoldo el encargo de hacerse limosnero? Ciertamente que no lo pidió, como no había solicitado ninguno de los otros
oficios que había desempeñado en los catorce primeros años de vida religiosa. Quizá ni siquiera lo
deseaba, tal vez sólo lo imaginaba. Se encontró así, lo mismo que se había encontrado en otras situaciones en las que, una vez dentro, comprendía que eran queridas por Dios y había tratado de seguir
su voluntad. Quienes lo conocieron, han manifestado, sobre todo, lo que del Siervo de Dios han
podido colegir en los largos años de su vida de madurez.
Fray Leopoldo, que se había hecho religioso para llevar una vida contemplativa, fue lanzado por la
obediencia a librar en la calle la dura batalla del evangelio. Los rincones, las plazas y las calles de los
pueblos y ciudades de Andalucía, se convirtieron para él en el claustro de su vida silenciosa y de su
oración silenciosa y recogida. Los frailes vieron siempre en este encargo una buena elección ya que
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Fray Leopoldo se reveló verdaderamente apto para pedir la limosna. En el cumplimiento de su oficio
de limosnero tenía siempre una actitud de humildad tanto con la gente de la calle, como con los del
convento. Jamás hablaba del éxito o fracaso de la limosna, ni se lamentaba del estado del tiempo…
Tampoco aparecía en él ningún espíritu de evasión de la
vida conventual por encontrarse sumergido en medio del
mundo. Pedir la limosna diariamente presentaba, con frecuencia, graves dificultades,
tanto por lo trabajoso del ir y
venir por las calles como por
los cambios climáticos según
las distintas estaciones meteorológicas.
pasar por las calles a Fray
Leopoldo, en actitud devota y
recogida y se paraban sólo
para verlo pasar, recibiendo
con ello gran edificación.
Otras veces la gente, al verlo,
se acercaban a él para contarle sus problemas, rezar con él,
besar su cuerda… otras, la
gente cruzaba la calle de
acera a acera para depositar
en sus manos la limosna.
Las personas que lo conocieron en su oficio de limosnero, vieron siempre en él
una característica que lo distinguía de los demás hermanos limosneros, o sea de
aquellos que pedían, buscaban y rebuscaban la limosna.
Muchas veces la gente veía
Este es el testimonio unánime de la gente que lo veía un
día tras otro y que lo confirmaba, una y otra vez, tras
observarlo significativamente: en este su oficio de limosnero, Fray Leopoldo más que
ir en busca de la gente, pasaba por entre la gente.
Limosnero durante 50 años.
Una persona, que no pertenecía al circulo de los capuchinos, pero que observaba atenta la fascinación de Fray Leopoldo, manifiesta el influjo que, en su humildad, el limosnero capuchino ejercía
sobre la gente: su actitud reservada no alejaba a las personas, sino que le confería cierto atractivo por
el que las madres con sus hijos, padres de familia, profesionales y trabajadores, personas de toda clase
y condición social, se le acercaban con respeto, pidiendo oraciones y él aceptaba posando con frecuencia su mano, especialmente sobre los niños en actitud de bendición. La gente que va por la calle
con tanta prisa, se paraba para observar, edificados, estos gestos de caridad.
Una actitud reservada, que no alejaba sino que creaba una especie de espacio psicológico y acababa por establecer un influjo que maduraba, con el paso de los años, en una aureola de santidad en
torno a una persona que vivía en una relación habitual con Dios.
Limosnero en Granada durante cincuenta años. Así Dios había llevado hacia delante un “extraño”
carisma, el del hombre “insignificante”, el del hombre que vale no por lo que significa, sino por lo que
es, en su ingenuidad más pura de hombre entre los hombres. Durante cincuenta años fue limosnero
en Granada, siendo un hombre “humanamente no dotado”.
2. ¿Un místico?
Fray Leopoldo, ¿fue un místico por las calles de una ciudad? Tal vez todo santo es siempre un místico. Pero la figura de hermano limosnero ha representado una figura original de místico totalmente
por descubrir, cercana y, al mismo tiempo, distante de la gente entre la que ha vivido y por la que era
mirada con veneración, como un testimonio de Dios creíble y abordable.
Fray Leopoldo es una de las más recientes imágenes de aquellas misteriosas personas que encantan
y hacen tangible la presencia de Dios. Más que un buscador fue un buscado en el sentido de que la
gente, al verlo pasar por las calles, corrían a su encuentro o mandaba a sus niños a darle, espontá-
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
neamente, la limosna; incluso cuando llegaba a las casas, le bastaba con hacer sonar el timbre, para
que la gente saliese a la puerta y le diese la limosna.
Son comportamientos sugestivos que tienen la simplicidad y la solemnidad del rito, a través del cual
el hombre se pone en contacto con lo divino, cómo Fray Leopoldo mediaba como místico.
Muchas veces la presencia de Fray Leopoldo tenía el aspecto de una aparición; no estaba precedida de ruidos de pasos.
Sus toscas y gastadas sandalias parecía que ni tocaban el suelo
y su hábito tan remendado y usado era ágil como el viento.
Había en él algo insólito e incorpóreo, de irreal o mejor de
sobrenatural en el modo de encontrarse cercano aquel prodigioso mendigo capuchino. ¿Por qué él estaba allí en ese determinado momento y por qué uno estaba cerca de él? Si Fray
Leopoldo estaba allí, era porque tenía que estar. Su presencia
era todo un signo.
Era un signo, un testimonio de la presencia de aquel Dios con
el que él vivía en contacto y que él hacía de mediador para
aquella gente que creía en Dios.
El espacio psicológico -o distancia, si se quiere- entre el limosnero y la multitud que lo veía diariamente - podremos decir que
lo “expiaba” - constituía la premisa de una relación que todos
sentían tranquilizadora y fundamental hasta el punto de sostener con él confidencias que se hacen sólo a personas de absolu- Un hombre dedicado a los más necesitados.
ta confianza. Dicen de él que era prudentísimo. No se entrometía en las cosas que sobrepasaban su
competencia. Cuando era requerido para dar una opinión, era muy parco en palabras y muy ponderado en su juicio.
Tantos años utilizando las mismas expresiones son más que suficientes para establecer confidencias
y para traer y llevar habladurías, sin embargo, Fray Leopoldo era muy prudente en el hablar y en dar
consejos. No se sobrepasaba, sabiendo de sus propias limitaciones.
Más que de un programa de vida ascética, su prudencia provenía de un estilo de vida que había adquirido en su
relación con las personas antes de hacerse religioso; era fruto de una madurez humana hecha carácter.
Fray Leopoldo estaba convencido de deber respeto a todos y todos sus interlocutores se sentían respetados por él sea de la condición social que fuesen. Hay anécdotas en su vida que nos muestran su
sufrimiento en su quehacer de limosnero, pero la “mística de la vida diaria”, o sea vivir cada pequeño acontecimiento únicamente a la luz de Dios, es el estilo del testimonio de Fray Leopoldo, que el
pueblo percibía como una prueba de proclamación del mensaje evangélico. Este modo suyo de ser
sobresale, en la calle, en el tranvía…, sin embargo, no siempre lo conseguía, la gente la señalaba con
el dedo mientras se decía: “¡El Santo, el Santo!”. “Es Fray Leopoldo”.
Se repiten hasta el infinito las manifestaciones de veneración en las relaciones con el Siervo de
Dios, en particular cuando más fatigosa se hacía su presencia sobre todo en los crudos inviernos de
Granada, por motivos de edad, o debido a sus condiciones de salud: El pedir la limosna conllevaba
con frecuencia graves dificultades, debido a lo largo de la jornada, a las inclemencias del tiempo - frío
o calor, según las diversas estaciones-. Las condiciones de edad y de salud de Fray Leopoldo no fueron demasiado floridas y por eso hacían más pesado su trabajo de limosnero. Pero él lo superó todo
por amor a Dios. Otras dificultades procedentes de personas, o sea hostilidades, que también se dieron en su vida, también supo sobrellevarlas con gran amor y caridad.
Se sabe que todas las mañanas cuando salía del convento por la portería y cuando regresaba a
mediodía y lo mismo por la tarde, nunca faltaba un grupo de personas que lo esperaba. Muchos lo
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
veían por las calles y plazas de Granada, siempre iba en actitud recogida con los ojos bajos… y siempre venían los niños, mandados por los mayores, para darle la limosna.
Son escenas que no evocan la idea de un aislamiento sino, más bien, el perpetuarse de un rito, tal
vez hoy definitivamente extinguido, pero que, durante siglos, los “últimos” entre los hijos de
Francisco de Asís han celebrado en nuestra sociedad. Un rito que desde un punto de vista celebraba
el acontecimiento de la Encarnación, cuando el Hijo de Dios abrazó la condición humana de los
“últimos” para poder hablarles de aquello que “había oído del Padre”.
Una especie de mística en lo banal o, como un compañero la llama, una “santidad silenciosa”. La figura de Fray Leopoldo no es de las que producen “ruido” y llaman la atención con “un no sé qué extraordinario”. Su vida fue una vida ordinaria semejante a aquella -al menos en apariencia- de todo buen religioso capuchino, más que vivida en la caridad y en la humildad. No hacía nada que pudiese llamar la
atención de los demás, y, sin embargo, se distinguía de todos los demás religiosos. Nadie le oyó hablar mal
de nadie. Nunca se lamentaba. Mucha gente en un continuo peregrinaje acudían al convento en su búsqueda. Otras veces lo esperaban a la vuelta de la limosna. Era reacio a este tipo de publicidad, sobre todo
si la gente, indiscreta, lo llamaban “santo”, él a todos acogía y escuchaba paciente y caritativamente. La
gente regresaba a sus casas consolada con sus palabras de aliento y el rezo de sus tres Avemarías.
El no sabía hacer largos discursos, pronunciaba pocas y significativas palabras, breves y cortas,
aprendidas de la sabiduría popular. Ante las dificultades que un juicio presentaba y que le comunicaron al Siervo de Dios, éste dijo: “Que no entable juicio, que los juicios son como los pozos, que cuanta más tierra se saca más grandes se hacen”.
3. Un taumaturgo.
El estereotipo que empuja a la gente hacia los santos es la persuasión de que gozan de una cierta
facilidad, por decirlo de alguna manera, para hacer milagros.
La fama de taumaturgo envolvía la figura de Fray Leopoldo. La gente acudía a él con todo tipo de
problemas y demandas: falta de trabajo, enfermedades…
Ante estas últimas Fray Leopoldo tenía una doble respuesta:
si decía hay que confiar en Dios, vamos a rezar… la cosa
salía adelante; si decía: hay que aceptar la voluntad de Dios,
la cosa no tenía remedio.
Casi siempre, los hechos prodigiosos que se conocen en
vida de Fray Leopoldo hacen referencia a una particular
capacidad para leer los corazones. Un día Fray Leopoldo
llamaba a casa de una mujer de mala fama. Las vecinas
trataron de disuadirle de que no llamara a aquella puerta.
Fray Leopoldo insistió hasta que le abrieron. Aquella
mujer, tras la visita, cambió de vida. Se arrepintió de su
mala vida pasada, confesó y en adelante llevó una vida virtuosa.
Escultura del monumento levantado a Fray
Leopoldo en los jardines del Triunfo de Granada.
Ejemplos de levitación también fueron frecuentes en su
vida. Algunas personas lo vieron levitado en el convento
de san Antón de las MM. Capuchinas de Granada, mientras en la Iglesia adoraba al Santísimo; el mismo fenómeno
se repitió en la iglesia de la Magdalena, mientras también
de visita adoraba a la Eucaristía. E incluso en el Sanatorio
de la Salud fue visto en levitación sobre su propio lecho,
cuando estuvo ingresado tras su fractura de fémur. Testigo
de este último fue la religiosa enfermera que lo asistía.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
IV. EL HOMBRE Y EL RELIGIOSO
Podrá parecer extraño, tras lo dicho, hablar ahora del hombre-Fray Leopoldo. Y, sin embargo, teológicamente hablando, el hombre en el momento de su nacimiento es un herido recogido, al final de
una batalla perdida, sobre el campo de combate: él nace herido por el pecado original.
La religión cristiana se diferencia de las otras religiones, entre otras cosas, en cuanto enseña que el
hombre es un ser redimido, y que, consiguientemente, en él se realiza un proceso que lo devuelve al
proyecto originario de la creación y de la elevación al orden sobrenatural.
El santo es un ejemplo de hombre restablecido a la perfección sobre el modelo original, sobre el
arquetipo del Creador, y es tanto más plenamente hombre, cuanto más, mediante la gracia, sublima las mismas realidades constitutivas del hombre como tal. Quizá en nuestra cultura se ha llegado a pensar en el santo como en un “producto” según el estilo de aquellos que la sociedad
moderna construye, como un divo en la ola de la fama, un atleta fuera de serie o un profesional
cabal. Fray Leopoldo, ha sido un hombre como todos; de religioso ha querido recuperar la plenitud humana que en él, originariamente, era sólo virtual y ha hecho de todo para no ser un “divo”
ascético.
1. La dificultad de comprender a Fray Leopoldo.
Existe una dificultad poco menos que invencible para comprender el mensaje franciscano, especialmente en la acepción de san Francisco de Asís que hizo exclamar a Fray Maseo: -“¿Por qué todo el
mundo viene detrás de ti? Tú no eres bello, ni noble, ni hombre de ciencia”. Sí, es verdad; pero
Francisco era, genuinamente, hombre y en la fe había recuperado aquella plenitud humana que todos
a lo largo de la historia han redescubierto acercándose a él.
Quien conoce a los santos a través de los panegíricos y las hagiografías a veces no se percata de ellos si los encuentra por la calle. En Fray
Leopoldo el pueblo vivía la memoria histórica de tantos y tantos testimonios cristianos y franciscanos, entre los que sobresalen los hermanos limosneros que han recorrido los pueblos y ciudades de tantos países.
Fray Leopoldo era uno de éstos y la fama de santidad lo precedía
donde quiera que fuese. Apenas llegaba o pasaba la gente lo buscaba,
corría a su encuentro. Él iba siempre absorto en sus coloquios íntimos
con Dios. Muchas veces, al cruzarse con él en la calle o al encontrarlo de frente, había que tirarle del manto para que se percatara.
“Hombre
simple, natural
y sin artificio,
sincero y rectilíneo, evangélicamente pobre”
El limosnero andariego por las calles de Granada, había aprendido a sublimar su trabajo diario, a
hacer de las calles su lugar preferido de cita y encuentro con el Señor, a tener su corazón abierto a
las angustias y problemas de los hombres de su tiempo. Con su ejemplo de vida evangélico enseñaba
a la gente a transformar la muerte en vida y la tristeza en gozo.
2. La humanidad de Fray Leopoldo.
La santidad del Siervo de Dios tenía como soporte la humanidad del viejo Francisco Tomás, dentro del clima y ambiente cultural en el que había nacido y crecido antes de hacerse capuchino. Es
importante ponerlo de relieve enseguida: Fray Leopoldo ha conservado la identidad del campesino
de Alpandeire incluso en su camino hacia la santidad.
Es difícil descender a la intimidad de aquella identidad, pero se pueden extraer rasgos de aquel su
patrimonio originario que ha permanecido incólume. El P. General, Pascual Riwalski, en la homilía
de la misa de inauguración del Hogar, lo describió así:
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
“Hombre simple, natural y sin artificio, sincero y rectilíneo, evangélicamente pobre; un pobre
crédulo y candoroso, sencillo y discreto, que sabe situarse siempre en segundo plano y trata de servir en el anonimato y la humildad; un hombre con un corazón de niño, noble y franco, cometido
y sobrio, de campesino honrado…; un hombre extremadamente reservado y modesto respecto a
todo lo bueno que el Señor obra por medio suyo, que se turba ante las alabanzas de los hombres,
que se goza con las humillaciones y que mantiene una conciencia viva de sus límites y de su pequeñez… ‘Soy un gran pecador’. Estoy engañando a la gente, era su autodefinición habitual”.
Una de sus características es la dulce ironía con la que él sabía salir de tan difíciles, a veces, situaciones.
Al P. Serafín de Ausejo, Provincial, que le preguntaba un día por cierto religioso, que faltaba con
cierta asiduidad al coro, le respondió: “Pobrecito, Padre, cuanto sufrirá por no poder estar con sus
hermanos en el coro”.
Salidas airosas, que revelan una inteligencia contenida en la misma expresión, pero vivaz en la percepción que Fray Leopoldo usaba incluso en situaciones ordinarias.
Ante comportamientos poco respetuosos que algún trabajador se permitía a su paso, respondía con
afable ironía: “A mí me podéis insultar, pero no blasfeméis el santo nombre de Dios”.
El mismo estilo tenía también con sus hermanos religiosos en sus relaciones diarias, debido a los
celos habituales que también se dan en conventos. Tras haber sembrado unas plantas para obtener
mariposas para la lámpara del Santísimo, un religioso, hermano también, se las arrancó. Al ver lo
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
sucedido, Fray Leopoldo podía haber montado en cólera, sin embargo, respondió así a aquel religioso: “Hermano, el demonio quiere que nos peleemos tú y yo, pero no será así”. Y, como si nada hubiera pasado. Como se ve en los conventos, también suceden episodios no precisamente edificantes,
pero ante los males vale más una sonrisa que un reproche.
Esta cierta ironía amable que manifiesta sensibilidad e inteligencia, no es la única característica de
la humanidad de Fray Leopoldo. Hay otros, insospechados en una figura tan alejada del mundo y de
las criaturas.
El contacto con el dolor, con la pobreza, con el sufrimiento no le había quitado ni disminuido la
sensibilidad hacia los sentimientos y las expresiones llenas de alegría de dos corazones que se aman,
ni tampoco ante la fascinación que ejerce la naturaleza en flor, flores que, transformadas en amor y
devoción a la Virgen, no faltaban nunca en sus altares.
El Siervo de Dios tenía unas características físicas muy definidas, aunque los rasgos de su cara quedaban ocultos tras su barba desarreglada, era bajo de estatura pero de constitución física vigorosa, su
frente era despejada y surcada por las arrugas del paso de los años, un rostro luminoso irradiaba todo
su ser, llamando poderosamente la atención sus ojos, ojos vivos, transparentes eran reflejo de su serenidad interior y que comunicaban paz y bienandanza, de sus pupilas emanaban una belleza insólita,
limpia como el azul del cielo y espejo de su candor interior.
No era fácil ver sus ojos. Fray
Leopoldo, acostumbrado como
san Félix de Cantalicio, a ir
con los ojos en el suelo y el
corazón en el cielo, tenía unos
ojos de niño, puros y penetrantes, serenos y limpios, su mirada era recogida, tranquila, que
transmitía su pureza de corazón.
En resumen, para captar la
fisonomía humana de Fray
Leopoldo, que servía de soporte a su santidad, es necesario
evitar dos extremos, el de idealizarla, como sucede tantas
veces en la literatura hagiográ-
fica, y el de banalizarla en un
“diario vivir”, que para nosotros de hecho es fatídico, pero
para las almas grandes es serenidad de comportamientos, de
gestos, de pensamientos, de
palabras que florecen, puntuales, en su camino.
Fray Leopoldo tuvo un vida sencilla.
Él tenía un singular ascendente con todos los que
encontraba a través de su
humildad y su disponibilidad.
Su figura no era de las que
hacen ruido y llaman la atención por considerarlo como
algo extraordinario, sino que la
de Fray Leopoldo fue una vida
sencilla, semejante a la -al menos en apariencia- de todo buen religioso capuchino, sólo que vivida
en la caridad y en la humildad.
Quienes lo conocieron de cerca llaman la atención sobre su delicadeza de lenguaje, diciendo por
ejemplo que él más que “ir entre la gente, pasaba entre la gente”; más que hablar, decía; más que
mirar, veía en el corazón de las personas que se le acercaban; más que pobre, “era la pobreza viviente”; no fue un timorato, sino siempre un dispensador del santo temor de Dios. Son matices y precisiones esenciales, si se quiere tener la exacta imagen de Fray Leopoldo, que por debajo de una superficial apariencia de rudeza campesina, se escondía una fina personalidad, en cierto sentido conseguida
tras un largo aprendizaje ascético en la escuela del Espíritu.
26
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
3. El capuchino.
Sólo la espiritualidad capuchina, quizá, podía cultivar de manera genuina la identidad de Francisco
Tomás que se convierte en Fray Leopoldo de Alpandeire sin estropear a través de métodos sofisticados su propia especificidad.
Su vocación no nace de lecturas de santos o de espiritualidad (tales libros no existían ni en su casa
ni probablemente en Alpandeire). Su formación no pasó por el Seminario, como la de los aspirantes
al sacerdocio, ni a través de rigurosos periodos de aspirantazo, como sucede hoy.
Su “director espiritual”, en el
sentido técnico del término
fue el Espíritu. El Gran maestro de Fray Leopoldo, confesaba Don Manuel Casares
Hervás, obispo de Almería,
fue el Espíritu. Los modelos
concretos de Fray Leopoldo
eran los Hermanos laicos capuchinos que pedían limosna
por nuestras ciudades y pueblos. Tales figuras han dejado
huella profunda en la tradición y en la memoria del pue-
Hermanos menores capuchinos
blo: piénsese en san Félíx de
Cantalicio por las calles de
Roma, san Ignacio de Láconi
en Cerdeña, san Francisco Mª
de Camporroso en Génova,
san Crispín de Viterbo en
Viterbo, beato Bernardo de
Ofida en Ofida y, contemporáneo a Fray Leopoldo, el beato
Nicolás de Gésturi también en
Cerdeña. Con figuras semejantes, Francisco Tomás se sentía
a gusto, ya que, en cierto sentido, podía emularlos.
Es el momento de preguntarse si Fray Leopoldo limosnero, tan comprometido, progresaba con el
tiempo y el oficio humano y espiritual en la “vida regular”, esto es, en la vida ordinaria de convento
con su rutina diaria y nocturna. La respuesta de un religioso, compañero de comunidad, era que el
ejercicio de limosnero no le impedía estar puntualísimo en los actos de comunidad, porque estaba
siempre presente en el coro, en el refectorio y en otros actos de la vida común, tanto ordinarios como
extraordinarios. Fray Leopoldo, con la limosna, no trataba de evadirse de la vida común, respetaba
los horarios de salida y entrada, y antes de salir dejaba todo recogido y en orden en la sacristía cumpliendo también con su oficio de sacristán.
El Siervo de Dios, por tanto,
no contraponía, sino que más
bien integraba su vida de
limosnero por las calles de la
ciudad con la del religioso en
la tranquilidad de su convento.
Es importante hacer notar el
espacio físico privado donde
ha vivido el Siervo de Dios: su
celda. Su celda era pobrísima.
Era el santuario inexpugnable
de la altísima pobreza. Su celda
se componía de una cama de
banquillos y tres tablas, un jergón de paja, una silla, varias
estampitas en las paredes, una
mesa, una jofaina, hilo, aguja y
Tuvo gran amor a la Virgen.
27
botones, una imagen pequeñita
de la Divina Pastora, de barro
cocido, y un crucifijo. Aún hoy,
con tales enseres, puede verse
su celda reconstruida en la sala
museo que antecede a la cripta.
Y como escribió el P. Esteban de
Puente Genil: “Se podía decir
que el Hermano no había apegado su corazón a ninguna cosa
terrena. Era el pobre rico que
buscaba alegremente los profundos tesoros de Dios…
Seguramente había hecho el
propósito de no buscar en la
tierra otra riqueza sino la de
Dios”.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
¿Qué motivos hay detrás de esta opción? Los que lo conocieron afirman unánimemente que razón
de aquella elección era la penitencia. Era un motivo razonable y que ninguna persona de letras habría
aducido para describir el estilo de vida del Siervo de Dios.
El espíritu de penitencia constituye un filón importante en la espiritualidad cristiana y, sobre todo,
en las diferentes formas de vida consagrada.
La aceptación del sufrimiento como una realidad que no puede ser eliminada de la existencia humana puede tener su justificación, pero la búsqueda del sufrimiento no tiene justificaciones meramente
racionales. También los grandes místicos que han florecido fuera del cristianismo han aceptado incluso el desapego de los placeres y las vicisitudes, incluso dolorosas, como medios de purificación. El
dolor no tiene un valor fuera del cristianismo. Es la humanidad de Cristo el vehículo hacia la mística de un dolor no sólo aceptado, sino también buscado, como lo había buscado el Hijo de Dios, primero encarnándose y después muriendo en la cruz. A través de su humanidad, Cristo ha expiado el
pecado del hombre y ha redimido al género humano.
Francisco Tomás no había ido a la escuela de la teología de la cruz. No había leído libros de mística, ya que era un campesino. Ni siquiera ha tenido un padre espiritual que lo guiara por este camino. El concepto le venía a través de la tradición cristiana, como a los demás, y a través de él había
llegado a conocer a Francisco de Asís, que apareció a los ojos de sus contemporáneos, como “otro
Cristo”.
Los testimonios de una vida de sufrimientos abrazada por Fray Leopoldo para ser en todo semejante a Jesús son muy abundantes. Siendo de naturaleza y carácter fuerte, adquirió, mediante la práctica de la virtud, un perfecto dominio de sí mismo. “Su tenor de vida -- decía de él el P. Benito -era
una continua mortificación, tanto al exterior, como en su interior”. “Todo era en él -decía el P.
“SOY UN CAMPESINO
COMO
En el museo se pueden ver múltiples objetos personales de Fray Leopoldo
VOSOTROS”
El limosnero también se dedicó a la huerta del Convento como el hermano de la imagen.
28
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Esteban -fruto de una incondicional negación interior, sin bajar nunca la guardia. Sus ojos, sus pies,
su olfato, su gusto, todo su cuerpo estaba transido y crucificado por una descarnada negación. Era
impresionante en él la renuncia al yo”.
Era admirable el modo sobrenatural como supo llevar
sus enfermedades durante su vida, que no fueron pocas
y ciertamente muy dolorosas. Era una estampa viva del
Señor crucificado. Cuando algún religioso le advertía
de que usara calcetines debido a las grietas de los pies,
que le sangraban con el intenso frío de los inviernos
decía: “Déjalo, hermano, esto es lo poquito que puedo
sufrir por nuestro Señor”. Se comprende, en esta perspectiva, la predilección del Siervo de Dios por los sufrimientos humanos en todo lo que respecta a la comida,
el vestido, la cama, la celda, los pobres, los enfermos. Y,
¿qué decir de sus sufrimientos, cuando, por causa de la
retención de orina de sus últimos años, tenía que ser
sondado? Al verse expuesto a las miradas de los demás,
repetía una y otra vez: “Como nuestro Señor Jesucristo,
desnudo, en la Cruz”.
Fray Leopoldo era un místico de la cruz. El pueblo lo
había intuido, cuando aún no era capuchino, y viéndolo procurarse sufrimientos voluntarios, había dicho
que lo hacía por sacrificio, a través del dolor que salva.
Autodidacta de la mística se podría llamar a Fray
Leopoldo. “Era su oficio”, podremos decir también hoy
nosotros, cuando vemos su trayectoria religiosa, lo
Las alforjas del limosnero estuvieron llenas de caridad.
mismo que a sus paisanos no les produjo extrañeza
cuando supieron que Francisco Tomás se iba de capuchino, lo consideraron como la cosa más natural del mundo, como el culmen de una vida piadosa y austera, que no podía tener otro final distinto.
En alguna estantería de la biblioteca conventual, como apasionado autodidacta, él había encontrado libros que leía y releía y meditaba en las noches y días de fiesta. Además de los libros de devoción,
tenía alguno que otro de naturaleza ascético-mística. De su pobre celda no faltaban unos pocos,
pobrísimos libros: La Regla, un Catecismo explicado, el Kempis, según testimonio del P. Benito de
Illora. Eran libros habitualmente usados por el Siervo de Dios y que constituyen una importante fuente para conocer mejor la espiritualidad de Fray Leopoldo.
Su hábito “tosco”, con el que aparecía externamente la personalidad del Siervo de Dios, defendía
en cierta manera, su más pura autenticidad. A simple vista él podía parecer humanamente poco dotado, pero si él hubiese tenido una educación y una formación refinada, tal vez habría perdido aquella
inmediación de fe de la que habla Jesús en su oración: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido
estas cosas a los sabios y se las has dado a conocer a los pequeños” (Mat. 11, 21).
Todos sus gestos son como palabras que, al menos por un instante, alzan el velo sobre la humilde
e intensa actividad de un alma mística, que como autodidacta en la escucha de la voz del Espíritu
Santo había alcanzado la atmósfera del sobrenatural y vivía, habitualmente, en la atmósfera de la mística de la cruz.
4. Al Paraíso.
Cuantos conocieron a Fray Leopoldo como limosnero en Granada piensan que él estaba hecho para
el cielo. El Siervo de Dios parecía que sólo vivía con la esperanza de estar con Cristo Jesús, y que todo
29
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
lo demás era para él nada y pérdida en comparación de estar un día con Dios. En todas sus actividades se esperaba el hombre que esperaba el cielo, teniendo una gran confianza en el Señor. Su norte
era el Señor y la vida eterna a la que aspiraba con todos los medios de santificación cristiana y religiosa.
Los religiosos cuando lo veían cansado y agotado, le decían: ‘Descanse, Fray Leopoldo, descanse’.
Invariablemente respondía: ‘Ya llegará el tiempo de descansar, ya llegará el tiempo de descansar’,
como indicando que ya le daría el Señor el descanso en el cielo, pero que, por entonces, no había que
descansar.
Inculcaba a todos una gran
confianza en el Señor, enseñando siempre la virtud de la
esperanza sobrenatural, la confianza en la Santísima Virgen.
Él, que era de pocas palabras,
insistía, una y otra vez:
“Tenemos que ganar el cielo.
El diablo procura engañarnos,
pero no hay que hacerle caso.
Tenemos que ganar el Cielo”.
“¡Señor, dispón
de mi. Ya estoy
muy deseoso de
estar contigo!”
Cuando estaba enfermo,
repetía: "Yo quiero lo que Dios
quiere. Esto es un regalillo de
Dios. Cuando Dios quiera
puede llevarme. Yo estoy preparado. Estoy en sus manos".
En sus aflicciones, en sus
enfermedades,
en
todo
momento, acudía confiadamente al Señor.
Fray Leopoldo era consciente de que al cielo se llegaba caminando por la senda estrecha. Esperaba
alcanzar su propia salvación y santificación por el cumplimiento de la voluntad de Dios y de la Santa
Regla. Sabía que era una empresa ardua, por eso repetía: “Hermano, para ganar el cielo hay que tragar mucha saliva”, aludiendo con esta frase al vencimiento propio.
En todas las situaciones difíciles mantenía siempre una gran calma. Siempre tenía el mismo carácter y la misma paz. Cualquier sufrimiento que pudiera experimentar, lo sobrellevaba sobreponiéndose siempre con la misma ecuanimidad de ánimo.
Tres años antes de su muerte, el Siervo de Dios sufrió una fractura de fémur, tras recuperarse en la
clínica de la Salud de Granada, regresó al convento pero ya no volvió a salir a la calle. Pudo entonces dedicarse a la vida contemplativa, a Dios y a pedir por sus hermanos, que había sido el gran anhelo de su vida.
Durante esta última enfermedad, el Siervo de Dios había sido trasladado a una habitación más soleada, pero que estaba más cerca del coro y así estaba más cerca de su Señor. Fray Leopoldo no tenía
miedo a la muerte. Dice de él el P. Juan Bta. García Sánchez que pensaba en la muerte “más contento que unas castañuelas”. Y su sobrino, Diego Márquez, repetía que no tenía miedo a la muerte, que
la deseaba para estar con Dios.
En sus últimos días repetía: “¡Señor, dispón de mi. Ya estoy muy deseoso de estar contigo!”. Este
mismo deseo, lo repetía el Siervo de Dios, en una de sus últimas cartas a sus sobrinos: “De mi vida
nada de particular tengo que deciros, salvo que estoy preparado para el momento en que el Señor
quiera llevarme. Yo, sólo le pido que sea cuando Él quiera”.
Aureolado con el aroma de la santidad que envuelve a los hombres de Dios, Fray Leopoldo se durmió en el Señor, a la una y cuarenta minutos, del día 9 de febrero de 1956. La fama de santidad que
le rodeó en vida, le siguió en muerte. Hoy, desde su sepulcro, continúa derramando gracias y favores
a cuantos piden su intercesión.
30
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Grafoanálisis
de
Fray Leopoldo
Prof. Dr. Francisco Viñals Carrera
Director del Instituto de Ciencias del Grafismo
F
trabajo, a ritmo mesurancisco Viñals
rado pero constante,
Carrera, cuando
Su afectividad es serena o secundaria, está
también se aprecia
era profesor del
también sublimada al terreno del espíritu,
habilidad manual.
Instituto de Criminología de
podría afirmarse que es un ascético y en la
la Universidad Complutense
vida material su tendencia sería la de
La resistencia a la
(1993), impresionado por la
frustración es muy
pocos pero buenos amigos, pero por su
personalidad
de
Fray
notable, existiendo un
sublimación socializada consigue un buen
Leopoldo de Alpandeire,
importante potencial
nivel de tacto que convierte su carácter en
solicitó a la Orden de los
de reacción ante las
dulcificado y atractivo.
Franciscanos a la cual está
adversidades.
muy vinculado, le dejaran
Sus cualidades imprimen fortaleza a su personalidad
examinar los manuscritos de este Hermano Menor, casi
analfabeto pero con una “sabiduría” propia del mayor de y, aunque tiende a la introversión, se descubre como la
los estudiosos, y una “humildad” que le hizo ganarse el razón reflexiva e inspirada guía principalmente en él
afecto y agradecimiento del pueblo de Granada. El sus acciones, observando estabilidad emocional y un
análisis fue muy dificultoso ya que apenas había unas reflejo de serenidad que le caracterizan.
diez cartas y además con la escritura muy castigada por
La fuerza del Yo le concede en su caso una notable
las graves dolencias que aquejaban a esta persona, estabilidad, firmeza y decisión en el modo de actuar,
pero a pesar de dicho reto quiso realizar el estudio que conciencia responsable y digna.
constituye un testimonio más sobre la grandeza espiriCierto también que, por su predisposición temperatual de Fray Leopoldo.
mental fuerte, Fray Leopoldo tuvo que pasar por algunos trances de lucha interna o conflictos entre las tendencias naturales y la actitud del yo o entre las tendencias individuales y las del ambiente, si bien consigue
una perfecta socialización o sublimación de los propios
problemas internos, insisto la emotividad está canalizaDesde el punto de vista psicofísico y, aunque se
da hacia la esfera propia del espíritu.
observan las alteraciones propias de la edad, por afecciones físicas, que merman el sistema circulatorio, en
general existe una lograda armonización de fuerzas que
consiguen dominar el temperamento.
CARACTERÍSTICAS
PSICOSOMÁTICAS
(Psico-biología y Temperamento)
Refleja todo lo contrario de la impulsividad y la precipitación. Existe un completo dominio de los instintos,
incluso podría hablarse de libido en regresión; llega a
sublimar la energía instintiva hacia la esfera del espíritu.
Demuestra haber tenido una gran capacidad laboral,
por la intensidad, continuidad y concentración en el
CARACTERÍSTICAS
VOLITIVO-MORALES
(Carácter)
Su composición caracterológica destaca un acusado
sentido de la responsabilidad.
Tal como se ha expuesto, no existe imprudencia, ni
osadía, nuestro analizado es incapaz de sobrepasar los
límites establecidos pues enseguida se sentiría invadido
32
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
por la culpabilidad o la abordarían sensaciones de
haber hecho algo malo. Fácil autocrítica y escrúpulos
propios de una conciencia muy afinada que le predisponen al fácil arrepentimiento y reconciliación.
En su interior existe una cierta ansiedad, pero únicamente como temor a obrar mal y su forma de paliar
esta preocupación está aceptando la plena obediencia
dentro de la Orden, llegando, si es preciso, a convertirse en esclavo del “deber”, de las obligaciones, del orden
(su búsqueda del perfeccionismo podría llevarle a
intrapuniciones autoexpiatorias; también podría
potenciarle un cierto conservadurismo).
Su autocontrol podría confundirse en alguna ocasión
y causar una falsa apariencia o sensación exterior de
frialdad. Cierto que Fray Leopoldo tiene una predisposición caracterológica fuerte, propia del que se sacrifica
y también exige sacrificio, la voluntad imperante que
podría propiciar en otro una carrera hacia puestos de
responsabilidad o bien la independencia de criterios
por confiar más en las propias posibilidades que en las
ajenas; en Fray Leopoldo se convierte en abnegación y
actitud de servicio a sus creencias de forma incondicional, sin someterse a la posibilidad de vacilación o duda.
Claro está que esta circunstancia puede limitar la capacidad de relación social, pues acepta a los demás desde
su prisma espiritual, pero no aceptará de ninguna
manera cualquier criterio o corriente social si choca
con sus creencias, ahora bien, el no aceptarlo no quiere decir que actúe con agresividad, en todo caso luchará con la oración, la penitencia y el sacrificio; si hay que
castigar a alguien prefiere castigarse él para beneficio
de los demás.
Su afectividad es pues serena o secundaria, está también sublimada al terreno del espíritu, podría afirmarse
que es un ascético y en la vida material su tendencia
sería la de pocos pero buenos amigos, pero por su sublimación socializada consigue un buen nivel de tacto
incluso de simpatía que convierte su carácter en dulcificado y atractivo.
Hasta en los pequeños signos queda patente el idealismo; la sensibilidad espiritual hasta el misticismo.
CARACTERÍSTICAS
INTELECTUALES Y MENTALES
Desde el punto de vista intelectual y a pesar de sus
limitaciones observadas únicamente por su precario
nivel cultural, destaca un gran sentido de la realidad y
ponderación que le facilitan su objetividad y conceden
mayor importancia a su actitud meditativa.
Cierto, sabe exponer las situaciones con realismo y
claridad, aún con cierta ansiedad de hacerse entender
mejor, teme que no comprendan lo que quiere dar a
entender y se esfuerza por conseguirlo.
Entre sus cualidades mentales destaca la intuición y
el pensamiento inductivo.
Se aprecia riqueza psíquica y también se descubre
una cierta capacidad imaginativa, especialmente dirigida a la evocación, aunque ello en ocasiones le podría
provocar recuerdos insistentes, incluso a veces torturantes, de lo que “debería haber hecho” y de lo que
“debería hacer”, como un sentimiento culpabilizante
de las oportunidades desaprovechadas y la búsqueda de
recursos en sí para afrontar mejor el futuro.
En la escritura de Fray Leopoldo se ve claramente
cómo la inteligencia y la sensopercepción se armonizan.
Refleja una inteligencia observadora y reflexiva, que
no se limita sólo a recoger datos y clasificarlos, sino que
siente la necesidad de intervenir en las cosas y en los
hechos para adaptarlos a las necesidades reales propias
o a las de los demás.
No se puede hablar de una gran inventiva y originalidad de pensamiento, pero sí de cierta imaginación
realista, de capacidad para lleva a cabo tareas de medida y de cierta profundidad, e incluso de aportaciones
nuevas al conocimiento y solución a muchos problemas. Juicio sano y sensato.
Tiene bastante presencia de ánimo, sobriedad y precisión.
SÍNTESIS DE LOS RASGOS
BÁSICOS DE LA PERSONALIDAD
Es austero y autocrítico. Se controla por la necesidad
de exactitud detallista que le conduce a la verificación
de los hechos y a la precisión de su actividad.
Por las afecciones físicas y su avanzada edad, en sus
últimos tiempos más que fuerza se detecta resistencia,
ello le permite continuar a pesar de las oposiciones y
contrariedades, ya que sabe que persistiendo logrará su
loable propósito.
33
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Es pues constante, concéntrico, cauteloso y a veces
incluso defensivo (contra todo lo que pueda entorpecer el camino de la fe). Rechaza las vulgaridades y
corrientes que atentan a su ideal de perfección espiritual.
Dirige su energía a la búsqueda del éxito espiritual,
por ello supera los obstáculos y sabe tomar sus propias
decisiones una vez meditadas. Persigue sus objetivos
con la tenacidad, no es persona que se satisfaga con
poca cosa, ni que abandone una tarea a medio hacer.
No le gustan las decisiones demasiado rápidas, prefiere reflexionar para acertar la mejor solución y en
consecuencia lanzarse a fondo con plena seguridad.
Uno de los manuscritos que se conservan de Fray Leopoldo.
mundo de lo sobrenatural con una espiritualidad ejemplar.
Así pues y elaborando ya un retrato caracterológico
Su nivel de voluntad es muy alto, es perseverante y
consecuente en sus acciones. En general es extraordinariamente resignado y sabe sufrir en silencio.
de Fray Leopoldo, deberíamos destacar que su pensa-
Dispone de temperancia, paciencia y demás cualidades de orden espiritual.
en éste considera que vale la pena dedicarse; su aspira-
Incluso a veces puede aparecer en él la nostalgia
latente por un ideal de perfección, llegando fácilmente
de su ser y el de los demás, para encontrarse él y, a la
miento está inmerso en el mundo sobrenatural y solo
ción está exclusivamente dirigida a la espiritualización
vez, sugerir a los demás una más íntima comunicación
con Dios.
No es de extrañar que incluso llegue a despreciar los
goces sensuales, ya que su único objetivo es conquistar
el Cielo. Su alma ha descubierto lo que realmente vale
la pena, incluso es capaz de soportar el máximo sufrimiento como forma superior de renuncia y entrega en
la existencia, que le acerca todavía más a ese ideal de
Estos documentos están expuestos en el museo del limosnero.
al escrúpulo. Es persona de ideales sociales y humanos.
No cabe la menor duda de que es persona muy
influenciada por el mundo del espíritu y ello le marca
inconscientemente su conducta, tanto para sentirse
feliz como para sufrir con el escrúpulo de conciencia.
También habría que insistir en que está dotado de
disposición para comprender por intuición, esto es, dispone de un modo de conocimiento inconsciente, de
juicio instantáneo que le facilita o revela lo que las
cosas, situaciones, hechos o personas puedan ser, lo
que puedan tener de oculto, la finalidad que persiguen,
las posibilidades que encierran, la dirección hacia
donde apuntan.
santificación al que aspira (el sufrimiento es para él un
vehículo para negar lo más material de sí mismo, sus
debilidades y encauzarse a un estado superior, un pago
para conseguir la mejor recompensa, por ello es capaz
de inflingirse penitencias y mortificaciones). Todo placer fuera de la armoniosa Comunión con Dios le parece una especie de degradación; ciertamente, es muy
escrupuloso, examina su conciencia constantemente y
con un gran rigor.
Su renuncia a los bienes materiales denota su grandeza, es el instrumento de su perfección.
Experimenta vivamente la necesidad de adaptarse al
34
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
TU DULCE SENCILLEZ
¡ROSAS!
Candor de niño en su sayal austero.
Rosas, por el pan que Granada a ti te diera
Voz de cielo en tu boca sonriente.
En olor de milagros, le das tú.
Sobre el hombro la alforja penitente
¡Cuántas rosas en tu alforja limosnera!
caída, en humildad de limosnero.
Esa alforja, que en el hombro fue tu cruz,
Pleno de Gracia tu vivir señero,
del rosal de tu eterna primavera
con el sello de Dios sobre tu frente.
la desborda tu encendida gratitud.
¡Toda Granada apasionadamente
Rosas, por el pan que Granada a ti te diera,
suyo te quiso con fervor sincero!
En olor de milagros, le das tú.
Tu espíritu, hecho sol de claridades,
¡Oh limosna que su mano recibiera
miniaba tu misión de franciscano
por tus calles caminando haría la luz!
en oro y luz de Amor… Sobre tu mano
¡Ay Granada! Qué lluvia sin frontera
prodigaban su don tus caridades.
las rosas que sembrara su virtud.
¡Qué bien supiste ungir en santidades
Rosas, por el pan que Granada a ti te diera,
esa tu dulce sencillez de Hermano!
En olor de milagros, le das tú.
Fray Alejandro de Málaga
Fray Eugenio de Sevilla
ASÍ VIO EL POETA A FRAY
LEOPOLDO EN LA BELLEZA DE SU
ANCIANIDAD SANTIFICADA
Atrayente es su figura;
que sus bondades sencillas,
de evangelio y florecillas
tienen la gracia y finura.
Sembrar virtud es su oficio,
Fray Eugenio de Sevilla
Fray Alejandro de Málaga
y en la flor de su inocencia
maduran frutos de ciencia
y espinas de sacrificio.
Su vivir -grano de incienso,
luz de cirio, salmo intensoágil hacia Dios camina…
¡Y tanto a Dios se ha acercado
que de presencia divina
los ojos se le han llenado!
Fray Gonzalo de Córdoba
Fray Gonzalo de Córdoba
35
A FRAY
LEOPOLDO DE ALPANDEIRE
¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio,
fiel Siervo de Jesús y de María,
envuelto en santidad y poesía:
muéstrame a Dios propicio
y ayúdame con mano franciscana
en mi muerte cercana!
¿Recuerda, Hermano mío,
mi visita y adiós en un estío?
Conservo tu retrato en que, atrayente,
parece que aún me hablas santamente...
Yo admiro tu virtud desde mi infancia
en incontables años:
tu caridad de mística fragancia
con los propios y extraños:
tu caridad que imploran a millares
llorosos pobrecitos,
víctimas de quebrantos infinitos,
a través de los pueblos y los mares:
tu amable caridad sólida y pura
que por bien de los prójimos perdura...
¡Fray Leopoldo, mi santo connovicio,
Hermano de Viterbo y Cantalicio,
fiel siervo de Jesús y de María,
envuelto en santidad y poesía:
tú que a enfermos les cortas sus dolores
y a infelices concede mil favores,
confórtame con mano franciscana
en mi mano cercana!
Fray Fulgencio Mª de Écija. Desde la
misión de Santo Domingo, 1963.
EL CAMINO DE
FRAY LEOPOLDO
Dí, Fray Leopoldo ¿cómo has conseguido,
en la tiniebla de este bajo suelo,
andar ligero y escalar el cielo?
¿Cómo y de quién, Hermano,
te has valido?
No de repente y sin luchar ha sido:
Paso a paso -¡difícil fue mi vuelo!Cumpliendo la obediencia con gran celo
Humilde, silencioso, inadvertido,
Mis pasos alumbraba y dirigía
La Madre de Jesús y Madre mía…
¡Qué buena era conmigo! Me llevaba,
con suave empuje su potente mano,
haciéndome el camino fácil, llano…
¡Me amaba mucho Ella y yo la amaba!
Con este amor, mis pasos se trocaron
En alas, y hasta Dios se remontaron.
Fray Jesús de Pedro Abad
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Así veo yo a Fray Leopodo
“Hermano, yo entré en la Orden de los Hermanos Capuchinos para
vivir en el silencio, y ahora salgo hasta en los papeles”.
Loado seas, mi Señor,
por nuestro hermano Fray Leopoldo,
humilde de corazón,
Fray Carlos Cañete Castro
Capuchino
precioso en su candor,
obra prodigiosa de tu Amor.
lante su nada fácil oficio de limosnero “callejero”...
Y
muchas felicidades a ti, querido hermano, pues, antes de la creación del
mundo, el Señor te conoció y te amó, te
eligió y predestinó, te justificó y glorificó... y un
día, de honrado y leal campesino, te llamó a
Hermano Menor Capuchino.
Fue la sencillez personificada. Y, en este sentido, vale recordar una anécdota muy expresi-
Y qué bien y con qué generosa entrega
seguiste a Jesús, Manso, Pobre y Humilde. Por
eso, hermano de sencilla condición, has venido
a ser gloria y tesoro -muy querido y atractivode la Orden Franciscana Capuchina. Tú,
limosnero andariego, has venido a ser mucho
más que generoso donante.
Yo no lo conocí personalmente, sino por
medio de hermanos capuchinos que convivieron con él, por sus biógrafos y por el testimonio
permanente de numerosas personas que, aquí
en Granada, te hablan de él tras haberlo conocido o tras haber experimentado la ayuda de su
intercesión.
¿Quién fue, quién es Fray Leopoldo?
Fue un hombre de oración y de entrega fraterna, capuchino austero y penitente, parco en
palabras, pobre de cosas materiales, pero muy
rico en virtudes y buenas obras; hermano muy
laborioso en las diversas tareas que le fueron
encomendadas: fue hortelano con un amor
franciscano a la hermana madre tierra..., cumplió con especial esmero su cargo casi “angelical” de sacristán, tan cercano a las Cosas más
Santas..., y durante cincuenta años, llevó ade-
Cuadro pintado por Fray Alejandro de Málaga.
va: cuando en este Convento de Granada se
celebraron las Bodas de oro de su Profesión
Religiosa, Fray Leopoldo recibió un documen-
38
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
to con la Bendición del Papa,
un telegrama de la Secretaría
de Estado Vaticano, artículos
y fotografías del periódico,
etc. Cuando él vio todo esto
dijo:
“Hermano, yo entré en la
Orden para vivir en el silencio, y ahora salgo hasta en los
papeles” (entiéndase: periódicos).
¿A qué compararé yo a Fray
Leopoldo? Es como un poco
de arcilla en Manos de Dios
Alfarero, que hizo de este
barro una valiosa obra de
artesanía espiritual.
de Granada escuchamos sin
cesar y podemos contar los
testimonios de tantas personas agraciadas y agradecidas.
restos de Fray Leopoldo, cada
año viene un día desde los
Estados Unidos, regresando
allá en el mismo día.
¡Dios mío! ¿Qué tiene este
Fray Leopoldo para que tanta
gente lo busque e invoque,
lleve su medalla al cuello, su
estampa en la cartera o la tengan en sus casas..., o para que
vengan de todas partes a orar
ante su tumba?
En verdad, la oración ante
su tumba es como una lámpara permanentemente encendida, que no conoce el ocaso.
Entre los visitantes diarios
abundan los jóvenes universitarios y otros, personas mayores, matrimonios con sus
Fenómeno tan sorprendente
y entrañable se explica por lo
anteriormente mencionado:
Fray Leopoldo rebosa de Dios y
lo reparte, encarna en sí e irradia lo que nuestro mundo
actual tanto necesita: paz, bondad, gozo, esperanza y una
mirada limpia, casi de niño,
acogedora.
Es como un saquito lleno
de Dios, que por todos sus
poros lo rezuma..., o como un
vaso que rebosa de Dios, y, a
su paso por el mundo, lo fue
derramando, y hoy sigue
haciendo lo mismo.
Es como una luz suave, como
un arroyo silencioso, que mana
y corre sin ruido, beneficiando a
muchos corazones que sufren
oscuridad o sequía.
Y termino. ¡Qué bien nos
viene contemplar el ejemplo
de su vida y experimentar la
ayuda de su intercesión! Pues
ya sólo nos falta o nos queda
una cosa sumamente importante: suplicar, esperar, anhelar la participación en su
mismo destino en la Vida
eterna con Cristo.
Es como un imán que atrae
a mucha gente de aquí y de
allá; no se impone, sino que se
entrega, ofreciéndonos el
ejemplo de su vida y la ayuda
de su intercesión en el Cielo.
Hoy, Fray Leopoldo es un
hermano casi universal, un
compasivo samaritano, que
sigue pasando por el mundo
haciendo el bien, extendiendo
sin fronteras su quehacer caritativo a favor de personas de
toda clase y condición, desde la
Familia Real -así nos constahasta a un niño aún no nacido.
Los Hermanos Capuchinos
Si, evidentemente, para el
mundo culto, Granada se
define e identifica con La
Alhambra, parece que, para
mucha
gente
sencilla,
Granada es igual a Fray
Leopoldo. No en vano, el
Ayuntamiento lo ha declarado Hijo Adoptivo de esta
Noble Ciudad.
Estatua del primer monumento
levantado a Fray Leopoldo, de
Antonio López Burgos.
niños de la mano, en brazos o
en carrito, abundan inmigrantes de color sudamericano...
En este sentido, hay ejemplos
sencillamente
increíbles,
como es el caso de un hombre
que, sólo por rezar ante los
39
Bendito hermano, ruega por
nosotros... Ruega por nosotros
ahora y en la hora de nuestra
muerte, como María y José de
Nazaret... Ruega por nosotros
para que, ya hoy, podamos decir
con san Francisco de Asís:
“Tanto es el Bien que espero,
que hasta las penas me dan consuelo”.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Visita del Cardenal Monseñor Amigo Vallejo a la cripta del fraile
Regalos de Fray Leopoldo:
ALEGRÍA Y FRATERNIDAD
E
l pasado 9 de mayo salió del Convento de los Capuchinos de Sevilla, a las 8.00 horas, un autobús con un grupo de devotos sevillanos de Fray Leopoldo. El viaje fue amenizado con las canciones de la Coral Divina Pastora y con los rezos al humilde frailecico. A las 10.30 horas, el
autobús realizó una parada para que los ocupantes desayunaran en La Roda, el último pueblo de la
provincia de Sevilla, antes de llegar a la de Málaga. La comitiva llegó a Granada una hora y media
más tarde. Pocos minutos después de la llegada, concretamente a las 12.10 horas, el Cardenal
Arzobispo de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, celebraba una misa en la iglesia del Convento
de los Capuchinos de Granada, acompañado por Fray Mariano Ibáñez, Ministro Provincial de la
Orden de los Capuchinos en Andalucía, y por Fray José Antonio Márquez, recién llegado de
Guatemala.
Amigo Vallejo habló durante la homilía de los regalos que Fray Leopoldo le hace a sus propios devotos. Uno de ellos, el de ver las cosas con los ojos de la humildad y la sencillez, dos virtudes que destacó en todo momento de este fraile. Habló también de la alegría del humilde limosnero y de la que
regala a quien le reza, y dijo que esa alegría es una consecuencia directa de la cercanía a Dios, “¡Qué
bien se está cerca de Dios!”, repetía.
El Cardenal Arzobispo de Sevilla ofreció una sentida homilía el día 9 de mayo en la Iglesia de los Capuchino de Granada.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
El otro regalo al que se refería Amigo Vallejo era el de la fraternidad: “nos ha regalado una especie
de alianza, un anillo, que nos une a todos los hombres en una sola familia”. Esta fraternidad -apuntó- posee “una particularidad, un precepto muy importante que es el de la obediencia”. Pero habló de
obediencia en el sentido de darse cuenta de cuál es la necesidad del hermano, y puso de ejemplo a
Fray Leopoldo, que “se rompía el alma para llevarle comida al que pasaba hambre”. “Cuanto más
pobre es la persona, mejor es el regalo que nos puede hacer -comentaba el Cardenal-. Fray Leopoldo
tenía el Amor a Jesucristo y se lo daba a los demás, y en Jesucristo está la salvación”.
La Coral Divina Pastora, de los capuchinos de Granada, dirigida por Fray Eloy, amenizó la misa que celebró el cardenal.
La homilía la finalizó Fray Carlos con la mirada puesta en la Virgen, en la imagen de la Pastora
Divina de las almas: “Dichosa tú que has creído, Madre nuestra, y dichoso tú, Fray Leopoldo, que te
has fiado de Jesucristo. ¡Hay que ver lo que es capaz de hacer Dios cuando una persona se pone en
manos de Jesucristo! La Virgen María se puso en sus manos y se convirtió nada más y nada menos
que en la Madre de Dios. El pan nuestro de cada día, cuando se pone en las manos de Dios, se convierte en Eucaristía… Lo que es capaz de hacer Dios cuando alguien se pone en sus manos…”.
Una vez terminada la celebración de la Eucaristía, y tras el saludo del Cardenal a los miembros de
la Coral Divina Pastora y a su director, Fray Eloy, Amigo Vallejo realizó una visita a la cripta donde
se encuentran los restos mortales del fraile y rezó ante su tumba. Allí mismo, decenas de fieles que
guardaban su turno en la cola que les conduciría al sepulcro de Fray Leopoldo aprovecharon para
besarle la mano al Cardenal y pedirle su bendición. Por su parte, Fray Mariano Ibáñez se encargó de
explicarle a Fray Carlos los murales de las paredes de la cripta, pintados en su tiempo por un capuchino italiano, y los distintos elementos del museo del futuro beato, donde -ente otras cosas- se ubica
una réplica de la habitación o celda donde viviera Fray Leopoldo.
Una vez finalizada la visita del Cardenal, los fieles se dispersaron. Unos fueron a la Catedral, otros
al Hogar Fray Leopoldo -donde algunos tienen a sus familiares- y otros en busca de una buena sombra o un bar para comer. A las 17.30 horas estaba prevista la salida. En la esquina de la calle Ancha
de Capuchinos con la calle Divina Pastora, el grupo intercambiaba opiniones sobre las últimas horas
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
y sobre la homilía del Cardenal. “Preciosa. La homilía ha sido preciosa, es que el Cardenal es
Franciscano y se le nota que esto le tira mucho…” explica María, una de las devotas sevillanas mientras sube por las escaleras del autobús.
El Cardenal rezó ante la tumba de Fray Leopoldo, acompañado por Fray José Antonio Márquez, recién llegado de Guatemala.
TESTIMONIOS:
Concepción Bernáldez hacía un año que no visitaba la cripta de Fray Leopoldo, y este viaje organizado por los Capuchinos de Sevilla le venía como anillo al dedo. Asegura que viene a rezarle cada
vez que puede y que se apunta a todas las excursiones que se organizan en su parroquia: “Si vengo a
Granada voy a ver a Fray Leopoldo, es una visita obligada”. Esta sevillana vivió en la ciudad de los
Cármenes un año después de la muerte del humilde limosnero y desde entonces es devota del capuchino. Además, esta devoción se ha extendido a toda la familia, ya que su yerno estudió en
Antequera y tuvo mucha relación con la Orden de los Capuchinos.
Loli Fernández no puede estar más contenta. Es la primera vez que viene a Granada expresamente
para rezar ante la tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire. Ya conocía la cripta de alguna otra vez,
pero en esta ocasión la mira con otros ojos. “Le tengo devoción a Fray Leopoldo desde niña. He vivido siempre muy cerca de la Capillita de San José -atendida por capuchinos- y he leído el libro de Fray
Leopoldo. Me ha parecido siempre una figura muy cercana, y aunque no sea yo una persona muy santera, Fray Leopoldo me ha atraído”. Loli viene acompañada de su amiga Carmen y asegura que este
tipo de viajes le gustan mucho porque se trata de hacer un 'parón' en la rutina diaria y dedicarle tiempo a la amistad y a los temas espirituales. “Es un viaje para rezar, reflexionar, descansar y hacer amigos”, explica esta devota, miembro además del grupo Vida Ascendente de Sevilla.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
A Carmen Segura lo que más le ha gustado del viaje ha sido ver la reconstrucción de la celda de Fray
Leopoldo, que está ubicada en el museo del fraile. “Es impresionante la humildad y la sencillez de Fray
Leopoldo y lo poco que necesita una persona para ser feliz y para hacer feliz a los demás”, indica.
Carmen dice que le reza a este capuchino todos los días, todas las noches, y que lo que más le pide es
salud, pero asegura que Fray Leopoldo hace milagros y que soluciona, sobre todo, problemas morales.
Teresa García pertenece a la Orden Franciscana Seglar y está totalmente involucrada en la parroquia
de la Ronda de Capuchinos. Forma parte del equipo de liturgia y atiende a enfermos. Lleva 32 años
yendo a Granada, a la cripta de Fray Leopoldo a rezar. Esta vez viene acompañada por varias amigas,
todas de la parroquia, y resalta del viaje la homilía del Cardenal Arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo
Vallejo: “Ha sido preciosa. Es que es franciscano, como nosotras, y a mí me encanta cómo predica”.
Quizá uno de los últimos favores que ha concedido Fray Leopoldo en estos días del mes de mayo lo
conoce de primera mano Rosario Domínguez. Un día antes del viaje, Teresa y una amiga fueron víctimas de un robo. Una mujer le quitó a su amiga el monedero y a ella sus gafas y los dos billetes del viaje.
“Cuando me di cuenta, la mujer se había escapado y se había llevado mis gafas de sol graduadas, que
me habían costado un dineral, y mi billete de autobús. Fui al convento a ver si me los había dejado allí y
me vieron tan preocupada que incluso uno de los frailes me dijo que si no encontraba mis gafas él me las
pagaba. Fui con mi amiga a buscar a la mujer, porque nos habíamos quedado con la cara. Dimos un par de
vueltas por el barrio y cuál fue mi sorpresa cuando en una de las calles encontré los dos billetes y mis gafas.
Eso tiene que ser un milagro. Yo iba buscando a la mujer, no las gafas. ¿Y si no hubiera pasado por esa calle?
No las habría visto… ese ha sido Fray Leopoldo, seguro”, cuenta Rosario totalmente emocionada.
Adelaida Delgado es extremeña pero lleva toda la vida viviendo en Sevilla. “Me casé con un sevillano y aquí me quedé, ya llevo 33 años en Sevilla”. Adelaida es -como sus compañeras de autobúsfranciscana seglar y, por tanto, hermana de Fray Leopoldo de Alpandeire, algo que lleva con orgullo,
y “siempre” que hay una excursión “de este tipo”, se apunta, asegura. “En los últimos años he venido unas cuatro o cinco veces, pero la verdad es que siempre me encomiendo a Fray Leopoldo, todos
los días, y ojalá lo proclamen, muy pronto, beato y luego santo”.
Cientos de sevillanos acompañaron al Cardenal en la misa que celebró en conmemoración del humilde limosnero de Granada.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Mi ofrenda al sepulcro de
FRAY LEOPOLDO
en el tercer aniversario de su muerte
Fray Sebastián de Villaviciosa
E
l destino de las cosas saltó a la vida con tan luminosas etiquetas, que supieron leerlas hasta
los ciegos. Las rosas vinieron a la vida para curar, los cardos para herir. También, por lo visto,
las plantas tienen una suerte. Todas las rosas nacen con estrellas de capitán general, bajo el
signo de la más pura belleza, y por sus respetos campan en el puro querer de los hombres. Vienen al
mundo, arrolladoras de todas las clases sociales, no faltando nunca a la cita que le dan los poetas apenas el invierno cerró sus frías puertas, y la señorita primavera abrió de par en par la cancela de su
patio andaluz.
Pero los pobres cardos nacieron estrellados, -ni siquiera con galones de suboficiales-, anarquistas
empedernidos del espacio, inquisidores generales del aire, agresivos a la mano del hombre, y hasta
verdugos de la boca del burro. Aparecen sin que nadie los llame ni los desee apenas las primeras aguas
llamaron a las puertas del otoño, agazapados primero, y después retadores y sepultureros de cuantas
plantas tuvieron la mala suerte de nacer a su mala sombra. Un minuto nada más los hombres consagran su atención de belleza a los cardos: cuando los toman como motivo ornamental, y allá que van
bordados en oro sobre el manto azul de una Virgen sevillana; pero que va llorando la muerte de su
Hijo, por lo que del todo no consiguen echar a un lado su mala suerte.
La santidad de fray Leopoldo
fue dureza de cardo con atractivo de rosa, a fuerza de un saltar y desbordar el alma la
barrera del cuerpo, hasta
hacerla sombra de sutil blancura con perfume de nardo. Yo
lo conocí ya viejecito, con la
barba blanca, blanca y enriscada, el pelo cano y liso, arrugadas sus manos y su cara, enjuto
su cuerpo en perfecto juego
con el hábito pardo y duro,
componiendo una estampa tan
cabal a la de aquel san
Cantalicio, famoso cuadro de
Murillo, que para la perfecta
semejanza sólo le faltaba la
Virgen arriba y el Niño en los
brazos, que las alforjas limosneras las llevaba en los hombros, muy bien llevadas.
A mi modo de ver, hermanada la rosa con el cardo son el
símbolo de la santidad de fray
Leopoldo. La santidad es trastorno del sentido general, quebranto de las leyes ordinarias,
un romper los moldes corrientes que tiene la naturaleza para
hacer criaturas humanas de su
barro. El santo se cuece en un
alto horno a cien sobre cero. El
hombre ordinario se forma
como en el horno de un peón
caminero; como el calor pase
de los cuarenta, ya lo tiene
usted resquebrajado y no sirviendo para nada. Por lo que
bien podemos figurarnos a la
santidad, en símbolo, cama
herida y desgarrada, marchando animosa por un camino
agreste, olvidada en apariencias de los guijarros que destrozan sus pies, y de las zarzas que
arañan sus manos.
La tumba de Fray Leopoldo cuando
estuvo en el cementerio de Granada.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Fray Leopoldo fue dulzura que desbordó lo áspero a fuerza de
caridad y pobreza franciscanas. Para él fue Granada cruz y claveles: Cruz, por lo penoso de su cargo en la vejez: limosnero
por sus calles en cuesta y sus pisos en alto. Claveles, por la fe
con que los granadinos le dieron su limosna de pan y de amor.
A Granada le concedió el Señor un alto y real privilegio: el
que sus sueños divinos y humanos cuajaran en tierra y se
hicieran carne. Digo yo que será esto, al aire nevado de su
sierra y al querer sin mancha de su Virgen de las Angustias.
Verás si no. Para su vida humana Granada soñó con un barrio
para vivir, con un palacio para soñar, con unos jardines para
recrearse, con un monte para rezar en su cumbre y bailar en
su falda. Y como por encanto... el Albaicín, la Alhambra, los
Cármenes y el Sacro Monte; aparte de todos los barrios, palacios, jardines y montes del universo mundo. Para Granada
vivir su vida divina, no soñó con el cura a secas; ella quiso
santos para que la bendijeran y le hablaran de Dios. También
el Señor dijo a esto que sí, y a su enorme empeño de santidad, espaciados por las diversas épocas de su historia, como
para que le fueran santificando además su perímetro urbano
a medida que lo ensanchaba, le fueron llegando: primero, san
Cecilio, bandera de martirio y amor en aquella Ilíberis pagana, que santifica el Sacro Monte ese con rumores de cabildo
y afanes de universidad. Después le vinieron los beatos franciscanos Pedro y Juan, dos gritos de fe al aire de la herejía
mora, que al caer martirizados en la Alhambra la santificaron
para siempre. Más tarde, san Juan de Dios, que abrasa la
Granada imperial con el fuego de aquella caridad tan única
en el mundo. Después, aquel santo don Andrés Manjón, el
arcángel san Gabriel granadino, que con sus escuelas del Ave
María santifica el Albaicín y tu Sacro Monte ese con reflejos
de cobre y zumbidos de zambra gitana. Y por último, Fray
Leopoldo, el de la paz de Dios siempre en los labios en aquella época de terrores marxistas, que bendice lo nuevo y
anchuroso de Granada, al viento ya del triunfo nacional. Si
los cinco últimos no nacieron en ella, es lo de menos; lo de
menos en la vida de un hombre es el pueblo donde nace; lo
de más será siempre el querer y el soñar, el sentir y el cantar
con el pueblo que nos hizo suyos a fuerza de querernos. Fray
Leopoldo es granadino, porque sintió y soñó bajo el manto de
la Virgen de las Angustias, que es donde Granada tiene su
pulso y su agonía.
Antes de que Granada soñara con su paisaje y con sus santos soñó con la Virgen, y a fuerza de acariciar tan bello sueño
se la trajo viviendo todavía en la tierra. Me lo dijo Fray
Leopoldo un día, con esa certidumbre de la fe sencilla, y con
aquel ceceo tan suyo, certificado de su origen malagueño y
reliquia de su natal Alpandeire: Padre -me dijo- por si quiere
decirlo en sus sermones, antes que en Zaragoza, la Santísima
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Virgen se apareció a Santiago aquí en Granada.
Tan han llegado a ser las florecillas de san Francisco, sello inconfundible de popularidad en los santos, que en un intento inútil por hacerlos populares después de su muerte, les han buscado florecillas,
sin conseguirlo, a santos tan severos de carácter como un san Ignacio de Loyola, y un beato Diego J. de
Cádiz. Fray Leopoldo tiene sus florecillas de pura cepa, con su gracia sencilla y su perfume delicado. En
su vejez tranquila iba perdiendo la memoria y hubo días en que pasó tres veces por el mismo sitio, al
habérsele olvidado llamar una puerta bienhechora, sin embargo de que llamó a la de junto. Porque era
el caso de que si no llamaba... Una vez recibí yo el recado por teléfono: Mire, padre, que esta semana
no ha venido el Hermano Leopoldo por la limosna. (Y con esa cadencia tan armoniosa que los granadinos saben dar a sus preguntas...) ¿Es que está enfermo?
Una vez tuvo suerte en aquellos olvidos. En el caso del conde del Padul hacer a veces sus “promesas” con el cargo de darle un duro a fray Leopoldo cuantas veces se lo encontrara tal día, y uno, el
del cumplimiento de la promesa, encontrárselo cinco veces, sin buscarlo naturalmente. Como al día
siguiente pasara a su lado, le dijo: Vaya usted con Dios, hermano, hoy no tengo promesa.
Otra vez fueron unos novios que se le acercan, y le dice ella:
-Mire usted, hermano, este muchacho es mi novio.
Educado fray Leopoldo por la más fina educadora del mundo, que es la caridad, se deshacía en cumplidos que le salían del alma.
-¿Cómo está usted? ¿Y la familia? Tanto gusto en conocerlo. ¿En qué puedo servirlo?
-Pues verá usted. Está trabajando en Fargue; tiene que estudiar de noche, porque a su padre se lo
mataron; ahora tiene que examinarse... de eso de los curas (de latín), dice que no se lo sabe. Que lo
encomiende usted al Señor.
-Vaya por Dios. Vamos a rezarle las tres Avemarías a la Virgen.
Supe de esto porque me tocó buscarlo cuando los dos vinieron al convento para darle las gracias.
Al mocito que sabía poco de latín, le habían dado sobresaliente.
En su apasionado buscar la gloria de Dios, fray Leopoldo repartía sus milagros enviando siempre en el
delicado perfume de las tres avemarías. Una vez lo llamaron nada menos que de Barcelona, para encomendarle a un enfermo, y por teléfono las rezó. El que lo contó me dijo ser cosa de verlo con el auricular en una mano, la cara levantada en un gesto muy suyo, y rezando con aquel gesto de pausa y devoción que tanto edificaba. Como buen anciano huía de hacer el ridículo. En sus últimos días de limosnero lo acompañaba un hermano joven. Como una vez al atravesar la Gran Vía se le viniera encima un
coche, y fray Alfácar lo cogió del brazo, vacilando un instante en sacarle del apuro, le dijo después un
poco serio: Hermano nos hemos hecho los títeres.
La fe pura y sencilla de fray Leopoldo, apuntaba con certeza de dogma los más bellos detalles de la
vida de la Virgen. Como dijeran en un sermón, ser lástima el que no supiéramos el oficio que tuvo
san Joaquín, le dijo después: Padre, yo he leído en un libro que me prestó doña Isabel Abril, que la
mañana aquella cuando nació la Santísima Virgen, los corderitos se la pasaron triscando de alegría.
El febrero frío de Granada dio a fray Leopoldo el espaldarazo para la gloria y lo ha constituido para
siempre caballero de Cristo y de la pobreza.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
florecillas
de
Fray Leopoldo
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDO
LA LECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA
e
ra un día de crudo invierno. Llovía intensamente. Ateridos de frío y empapados por la lluvia, Francisco y fray León hacían el camino desde Peruggia a Santa María de los Ángeles. El
Santo quería explicar a su “ovejuela de Dios” en qué consistía la perfecta alegría: -¿Sabes,
hermano León, en qué consiste la perfecta alegría?.. -¡Oh, no!, tampoco en eso está la perfecta alegría.
l calor de este diálogo entre San Francisco y fray León, largamente meditado y asimilado
durante su dilatada vida religiosa, fray Leopoldo había aprendido la lección de la perfecta
alegría. Y había descubierto también cómo la perfecta alegría no estaba en saber todas las
lenguas, ni en el poder dar vista a los ciegos o resucitar a los muertos, ni tampoco en hablar la lengua de los ángeles o en conocer el curso de las estrellas o las virtudes de las hierbas o la naturaleza
de las aves, piedras, raíces o aguas. Su vida, la vida de este mendigo por Dios, ejerciendo su oficio de
limosnero, transcurría gran parte del día fuera del convento y, de puerta en puerta, había llegado a
descubrir cómo en la paciencia está la perfecta alegría. Al socaire de Sierra Nevada donde la nieve
es perpetua, por las empinadas y estrechas cuestas de las calles de Granada, fray Leopoldo conoció
cómo el frío agrio se cuela dentro, hasta el corazón, que se pone a temblar con desamparo. Cuando
aterido de frío, regresaba en solitario al convento, después de mendigar la limosna del Señor para sus
hermanos, fray Leopoldo durante aquellos días enteros grises, cuando la nieve cubre los montes que
rodean también la ciudad de Granada, releía con su pensamiento aquella página de las florecillas en
que san Francisco explicaba a fray León, en qué consistía la perfecta alegría. Y así, un día de crudo
invierno, viéndole el hermano portero la cara descompuesta de frío, le dijo: - Fray Leopoldo, ¿tiene
frío? “Hermano, le respondió, calor no tengo”. Y es que bien había aprendido la lección de la perfecta alegría que decir que no tenía frío sería mentira, cosa que detestaba como uno de los peores males
y lamentarse de las inclemencias del tiempo le parecía como quejarse de la Providencia. En la cruz
de las atribulaciones y aflicciones podemos gloriarnos porque es cosa nuestra -repetía con Pablo-.
A
A Jesús sea siempre honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Capuchinos como
FRAY LEOPOLDO
Fray Fernando Linares
F
ray Felipe es el fraile de Melilla como Fray Leopoldo lo es de Granada. Y los dos fueron limosneros que dejaron su testimonio en las calles, el granadino con su aroma de santidad, el melillense con su simpatía y su amistad universal. Cuando este hermano vistió en nuestro convento de Sevilla el santo hábito el 1 de mayo de 1910, Fray Leopoldo ya estaba en Granada desde hacía
siete años. Ambos se conocerían más adelante, y de este conocimiento Fray Felipe consigna en sus
memorias una anécdota de Fray Leopoldo que es inédita.
Aunque natural de Coín, a los 11 o 12 años, sus padres lo enviaron a Melilla con un tío suyo que se
encargó de su educación, y, desde entonces estará vinculado a nuestra Ciudad rifeña. Después de su
ingreso en la Orden Capuchina, la obediencia hizo que volviera a la ciudad de su infancia, y con cortos paréntesis en conventos de la Península, pasó el resto de su vida en nuestro convento de “El Pueblo”,
que así empezó a llamarse Melilla “la vieja” cuando empezó a extenderse “la nueva” al pie de sus centenarias murallas. Fray Felipe fue sacristán, limosnero,
consejero espiritual, defensor del patrimonio de aquella
iglesia, y todo lo que fuera necesario para el servicio de sus
hermanos, frailes o seglares.
Fraile temperamental, dinámico y creativo, su figura
fue popular en las calles de Melilla, hablando con todo el
mundo: cristiano, judío, hindú o musulmán. Hábito,
cuerda, sandalias, manto... y su canasto al brazo, que
nunca llegaba vacío al convento, y cuando lo vaciaba por
el camino para socorrer a alguien, lo cubría con una
mentira “piadosa” (“Hoy no me han echado nada”) que
nadie creía, ni el superior, ni él mismo. Con cristianos
hablaba español y con musulmanes “chelja”, forma despectiva con la que los árabe parlantes denominan al idioma “tamazigh” o bereber.
Voy a recoger algunas anécdotas de este singular hermano, empezando por una que parece sacada de “Las
Florecillas”. Los frailes apreciaban los consejos de Fray
Felipe, llenos de sabiduría y sentido común, aunque a
veces los consejos eran “de obligado cumplimiento”,
En la imagen, Fray Felipe de Coín.
¡Menudo carácter tenía!, como sucedió aquella vez que
fue destinado a Melilla un fraile muy joven recién ordenado de sacerdote; éste era un buen religioso
lleno de fervor, bondad y sencillez, pero un día lo sorprendió Fray Felipe mirando desde el coro a una
chica guapa que estaba en la iglesia orando. La reacción del hermano fue de profeta bíblico: lo llamó
a la cocina, que era la sede de sus juicios sumarísimos, le echó un buen Réspice y lo castigó a pan y
agua durante un día. Fray Felipe se excedió en la corrección fraterna, pues no tenía ningún derecho
a imponer un castigo a nadie. Sin embargo el angelical joven recibió humildísimamente la reprimenda, cumplió su ayuno como si fuera un eremita del desierto y agradeció al hermano el interés que
manifestaba por su bien espiritual.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Hubo dos carpinteros arreglando unos muebles en la sacristía. De pronto... “¡Milagro! ¿Esto qué es?”.
Descubrieron la botella del vino de misa y no tuvieron más remedio que comprobar su calidad. Fray
Felipe fue el que comprobó al día siguiente que le faltaba vino para la celebración eucarística; y no tuvo
que investigar demasiado pues el cuerpo del delito estaba claro y los coautores también; así que convocó en la cocina a los carpinteros y los puso como chupa de dómine. Ellos, que no habían discernido la
“gravedad” de su delito, esperaban que cesara la tormenta y que el fraile los pusiera de patitas en la calle
Miguel Acosta, pero se encontraron con la sentencia: en la mesa había dos vasos y una botella de vino,
esta vez vino blanco y acompañado con unas tapas. Así era Fray Felipe, decía uno de los carpinteros,
“como la gaseosa” que “estallaba pero luego no era nadie”.
La relación de Fray Felipe con la infancia era famosa. Se buscaban las cosquillas mutuamente el fraile y los niños del barrio; en verano iban éstos a jugar debajo de su ventana y precisamente a la hora de
la siesta: ¡De tres a cuatro de las calurosas tardes melillenses! Pues bien, si uno esperaba la llegada de
la tropa infantil con un cubo de agua, los otros ya esperaban la consabida ducha. Por su parte, los monaguillos procuraban comportarse debidamente en el altar y en la sacristía, porque de lo contrario tenían
que darle explicaciones al Sacristán antes de que él les diera una buena explicación del ritual con la
escoba en el trasero.
Hay un Fray Felipe espiritual, del que también hay un buen recuerdo. Una tarde, una testigo involuntaria, aprovechando la serena penumbra de la iglesia, fue a rezar el rosario mientras que él arreglaba el altar de la Dolorosa y creía estar solo. Al mismo tiempo que ponía velas y flores, iba inventando y recitando a fuerte voz una letanía de piropos hermosísimos destinados a la Virgen. La testigo, emocionada, no quiso interrumpir aquella intimidad y procuróse sin que el fraile descubriera su
espionaje. La misma “espía” anterior nos contaba los postreros días de Fray Felipe cuando ella iba a
visitarlo al hospital de la Cruz Roja durante su última enfermedad; refería con emoción la impresión
que le causaba ver en cama, calladito y con su rosario en la mano, “a aquel pedazo de fraile, con un
corpachón tan grande como su corazón, y con un corazón tan grande como su carácter”.Y es que
forma parte del retrato espiritual de nuestro protagonista, su reciedumbre de hombre de fe, que sabe
enfrentarse tanto a la vida como a la hermana muerte.
Pero hay algo muy curioso que no puede dejarse en el olvido y es que la gente lo llamaba "padre" y él
lo aceptaba, cosa muy rara en un hermano capuchino de corte tradicional; y conste que la explicación
no está en que tuviera añoranza de la ordenación sacerdotal, muy al contrario, pues se pasó la vida ufanándose de su condición de laico; en el fondo lo que había era una relación muy familiar entre él y la
gente del Pueblo, que a él recurrían como a un padre; por eso cuando en verano de 1931 se quiso asaltar la iglesia, algunos revolucionarios, que eran del barrio, no esperaban la figura valiente y agigantada
de Fray Felipe en la puerta del templo gritando como él sabía hacerlo: “¡Entrad, pero mirándome a la
cara, si sois capaces!”; este gesto hizo que cada componente de la turba se quitara de en medio rehuyéndole la mirada, porque, como comentó alguien después del hecho, “ya se sabe, con la familia no se
puede, y el padre Felipe gritando quita hasta los malos pensamientos”. Se salvó la iglesia.
Melilla de sus amores le otorgó la Medalla de Plata de la Ciudad poco tiempo antes de morir en
Semana Santa de 1968. Desde diciembre de 2004, sus cenizas reposan muy cerquita de la imagen de
Aquélla a la que él llamaba “su Niña”: Nuestra Señora de la Victoria, Patrona de Melilla.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Como un sincero y humilde homenaje a la figura profunda y afable de Fray Leopoldo, el autor
de esta glosa se ha permitido tomar la Palabra de Dios de la Sagrada Escritura- reflejo del lenguaje más auténtico de los que, desde el principio, pusieron su fe en Cristo y en Cristo crucificado- para que nos esforcemos en vivir nuestra pobreza con la plenitud del que siendo el Hijo
de Dios vino a servimos.
De la Carta del Apóstol Pablo a
los devotos de FRAY LEOPOLDO
en el aniversario de su muerte
Ignacio Montaño.
H
ermanos, fijaos a quienes llamó Dios a compartir esta confraternidad. Entre vosotros hay
pocos hombres cultos según la
manera común de pensar;
pocos hombres poderosos o que
vienen de familias famosas.
Bien se puede decir que Dios ha
elegido lo que el mundo tiene
por necio, con el fin de avergonzar a los sabios; y ha escogido lo que el mundo tiene por
débil, para avergonzar a los
fuertes. Dios ha elegido a la
gente común; ha elegido lo que
no es nada para rebajar a lo que
es, y así nadie se podrá alabar a
sí mismo delante de Dios.
Vosotros mismos, por gracia de
Dios, estáis con el Señor, el cual
ha llegado a ser vuestra sabiduría, venida de Dios, y os ha
hecho agradables a Dios, limpios
y libres. Así, pues, vale lo que
dice la Escritura: “Nadie se sien-
ta orgulloso; más bien siéntase
orgullo del Señor. (Jer. 9,24)". (I
CORINTIOS 1,26 al 31).
“Llenadme, pues, de gozo imitando a Cristo como Fray
Leopoldo, teniendo todos un
mismo pensar, un mismo amor,
una sola alma y unos mismos
sentimientos. No hagáis cosa
alguna por espíritu de rivalidad
o de vanagloria; sed humildes y
tened a los demás por superiores a vosotros, preocupándoos
no sólo de vuestras cosas, sino
también de las cosas de los
demás”. (FILIPENSES 2,1 al 4).
Estos cincuenta años han significado mucho para nuestra
Asamblea de seguidores del
Señor. Sed fieles continuadores
de quienes os precedió en la fe
y de vuestro propio testimonio
de vida cristiana. “Dios no es
injusto como para olvidar lo
que habéis hecho, el amor que
50
le habéis demostrado ayudando
a los demás como hacéis todavía. Solamente deseamos que
todos demostréis hasta el fin el
mismo entusiasmo por alcanzar
lo que esperasteis. No queremos
que os volváis indolentes sino
que imitéis a aquel que por su fe
y su constancia consiguió las
promesas de Dios”. (HEBREOS, 6, 10 al 12).
“Acerquémonos, pues, con
corazón sincero con plena fe,
limpios interiormente de todo
lo que mancha la conciencia...Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos
pueda conmover, ya que es
digno de confianza aquel que
se comprometió con nosotros.
Que cada uno descubra en el
ejemplo de Fray Leopoldo nuevos motivos de amar y de hacer
el bien. No abandoneis el espíritu de hermandad como algunos suelen hacer, sino más bien
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
animaos unos a otros...”.
(HEBREOS, 10,22 al 25).
“¿No es cierto que cuando
hay una carrera en el estadio
muchos corren pero uno sólo
recibe el premio? Corred, pues,
de manera que lo consigáis. Los
atletas se imponen un régimen
muy estricto, por una corona de
laureles que se marchita.
¿Cuanto más nosotros, por una
corona que no se marchita?
Así, pues, yo corro sabiendo
adonde voy. Doy golpes, no en
el vacío. Castigo mi cuerpo y lo
someto, no sea que habiendo
predicado yo a otros sea yo eliminado”. (I CORINTIOS 9, 2)
Y poned vuestra confianza en
el Evangelio que alimenta el
ejemplo de Fray Leopoldo, porque “la palabra de Dios es viva
y eficaz, más penetrante que
espada de doble filo. Penetra
hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los
tuétanos para probar los deseos
y los pensamientos más íntimos; todo queda desnudo y al
descubierto a los ojos del aquél
al que debemos dar cuentas”.
(HEBREOS 4,12 a 13).
“Yo mismo, hermanos, al ir a
vosotros no llegué con palabras
y discursos elevados para anunciaros el mensaje de Dios. Me
propuse no saber otra cosa
entre vosotros más que a Cristo
Jesús, y a éste crucificado.
Me presenté débil, inquieto y
con mucho temor, de manera
que no tenía el lenguaje ni los
discursos de los que saben
hablar y conquistar a sus oyentes. Pero al igual que habéis
visto con Fray Leopoldo, sí se
manifestó el Espíritu con su
poder, para que creyérais no ya
por la sabiduría de un hombre,
sino por el poder de Dios”.
(I CORINTIOS 2, 1 al 5).
Porque “enseñamos una cosa
misteriosa y escondida; la sabiduría de Dios, lo que Él proyectó desde el principio del
mundo para llevarnos a la
Gloria”. (I CORINTIOS 2, 7).
La Gloria desde la que ruega
por todos vosotros la santidad
cumplida de un hombre humilde, de un hombre de Dios al
servicio de los demás: nuestro
venerable hermano Fray
Leopoldo de Alpandeire.
La
gracia
del
Señor
Jesucristo, y la caridad de Dios
y la comunicación del Espíritu
Santo sean con todos vosotros.
Sepulcro donde descansan los restos mortales de Fray Leopoldo, en el Convento de Capuchinos de Granada.
51
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
En el
50 aniversario de la
muerte del siervo de
Dios
F. LEOPOLDO de
A L PA N D E I R E
H. John Corriveau
Ministro General OFMCap.
Al H. Mariano Ibáñez, Ministro Provincial, y a todos los hermanos de la Provincia de Andalucía:
Queridos Hermanos: ¡El Señor os dé la paz!
D
eseo congratularme con todos vosotros con ocasión de la gozosa celebración del 50 aniversario de la muerte del Siervo de Dios Fr. Leopoldo de Alpandeire, especialmente hijo y hermano de vuestra Provincial He querido acompañaros con mi presencia, pero mi agenda de
trabajo no lo permite. En mi nombre estará con vosotros el H. Aurelio Laita, Vicario General, quien
es portador de mi afecto y estima hacia todos y cada uno de vosotros y de mi seráfica bendición, con
motivo de tan feliz acontecimiento.
El hecho en sí es excepcional y, por consiguiente, nos compromete a todo, ya que en él encontramos motivos de verdadera alegría y sobre todo de agradecimiento a Dios, modelo y fuente de toda
santidad. Los “santos” son aquellos que, después de haber pasado por la “gran tribulación”, ahora
están inmersos en el amor total de Dios. Personas como nosotros que han tomado en serio el evangelio, que han escogido seguir a Jesús sin miedo, con
coherente fidelidad y, día tras día, han caminado por la
vía segura del amor. Ahora son nuestros amigos e intercesores ante Dios, modelos de vida cristiana y, como en
el caso presente, también de vida religiosa.
Es maravilloso, y curioso al mismo tiempo, constatar
cómo con frecuencia en nuestra historia “los santos
hacen a los santos”, los santos “engendran” a otros santos, los santos se dan la mano unos a otros. El caso que se
está verificando en vuestra Provincia es sintomático y
ejemplar: después del Beato Diego José de Cádiz, he aquí
ahora un nuevo testigo, Fr. Leopoldo de Alpandeire. Los
dos han vivido el mismo estilo y forma de vida, cumplido
y realizado los mismos actos de la fraternidad capuchina.
Cuando en la ciudad de Ronda se apagaba la voz de Fr.
Diego, el “nuevo apóstol Santiago”, en frase de León XIII
y su memoria estaba viva en el recuerdo y en la memoria
de sus gentes, 60 años más tarde y a pocos kilómetros de
distancia, en un pequeño pueblecito de la serranía rondeña, venía al mundo Francisco Tomás, nuestro futuro Fr.
Leopoldo, que, años más tarde, seguiría los pasos de Fr.
52
Beato Diego José de Cádiz.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Diego. Serían precisamente los actos religiosos, organizados en la memorable ciudad del Tajo, con
ocasión de la beatificación de Fr. Diego, el punto de arranque y el origen de la vocación capuchina
de Fr. Leopoldo, quien años más tarde confesaría que “el Beato Diego fue el origen de su vocación
capuchina”. Y sería en Ronda, escuchando la predicación de los capuchinos que cantaban las glorias
del Beato Diego, donde Francisco Tomás decidió “ser un fraile como aquellos”.
Amable figura de “hermano” capuchino, Fr. Leopoldo, fue un fiel seguidor del Seráfico Padre y, por
eso mismo, un auténtico discípulo de Cristo, incluso en las exigencias más incómodas y radicales del
Evangelio. Es la suya una santidad exquisitamente franciscana que lleva el sello de la humildad, de
la sencillez, de la pobreza, de la fraternidad, de la minoridad, típicas del carisma franciscano; en suma,
un carisma vivido al contacto con la gente, a la que encontraba diariamente en las calles de Granada
y en el trato íntimo y permanente con Dios.
Por espacio de 50 años cumplió con el humilde servicio de limosnero. Con razón se ha dicho de él
que “más que un hombre que pedía” era una “persona que daba”, porque era “más lo que daba que
lo que recibía”. Cuantos lo encontraban quedaban verdaderamente convencidos de la autenticidad
de su santidad y, por eso, solicitaban su intercesión ante el Señor. En todas partes dejaba excelente
impresión, sobre todo con el testimonio del buen ejemplo de su vida, visiblemente encarnada en sus
virtudes características y en todo su comportamiento. Quienes lo conocieron decían de él que era un
“hombre bueno, verdaderamente bueno”, que tenía un “corazón de oro”, que era un “hombre de
Dios”. “Toda su preocupación - dijo de él un Ministro Provincial de Andalucía - fue hacer la voluntad de Dios”. Su lema era “hagamos siempre lo que está mandado”. “Con esta fe de fondo - diría de
él Fr. Pascual Riwalski, Ministro General - se comprende el porqué de su visión profundamente religiosa de las cosas, la aceptación de todo acontecimiento desde Dios, su actitud de absoluta paz y confianza en El. 'Bendito sea Dios’, ‘Sea por el amor de Dios’, ‘Tenemos que aceptar siempre la voluntad
de Dios’. ‘El hace siempre lo mejor’, ‘Dios sabe mejor lo que nos conviene’, ... ‘Lo que el Señor envía
hay que aceptarlo’... Pocas palabras, pero reiterativas de un estribillo, expresión de una fe espontánea
y de una absoluta confianza en la Providencia".
Fray Leopoldo había comprendido que de lo que verdaderamente se trataba era de “ser bueno”, O
aunque “bueno sólo es Dios”; se trataba por tanto de imitar a Dios. El fue un humilde campesino que
vivió a caballo entre dos siglos. De religioso pasó 50 años pidiendo por las calles de Granada.
Caminaba “con los pies en el suelo y con el corazón en el cielo” y el rosario entre las manos, desgranando Ave Marías. Sus pocas palabras eran palabras auténticas, verdaderas, que brotaban de un corazón habituado a usarlas en los coloquios con Dios. Fue la suya “una vida hecha de pocas cosas”; pero
en la modestia de esa vida de Fr. Leopoldo pueden descubrirse las cosas grandes que Dios realizó en
él. Muchos milagros florecieron a su paso. Milagros relacionados con las cosas sencillas y humildes de
la vida de la gente que Fr. Leopoldo encontraba. Pero el milagro más auténtico era él mismo: por
donde pasaba dejaba que todo quedase traspasado por el toque creador y sanante de Dios. Las puertas de su corazón se abrían y cerraban a las miles de personas que, diariamente, llamaban a ellas: peregrinos, gente de paso y, sobre todo, pobres, indigentes...; encarnación de una humanidad herida y
necesitada, que recobraba la vida ante una escudilla de sopa y un trozo de pan, o ante una buena
palabra, un buen consejo y una sonrisa. Fr. Leopoldo ofrecerá a Granada, por espacio de cincuenta
años, toda su bondadosa cercanía y atención. Su caridad no conocerá tregua ni descanso.
La clave de ese secreto, misteriosamente vivo durante tantos años, estaba en la intensa, prolongada y
recogida vida de oración. Muchas veces, sobre todo durante las noches, sus hermanos, lo vieron inmóvil y arrodillado delante del sagrario. Allí, delante del tabernáculo, pasaba horas y horas en diálogo con
el Señor. Otras veces lo vieron levitado en profunda adoración; no parecía hombre. La caridad y la oración eran el verdadero secreto del humilde Fr. Leopoldo. Era, en fin, un “hombre de Dios” que, con su
vida silenciosa, se transformó en un mensaje elocuente del amor misericordioso de nuestro Señor.
En esta humanidad nuestra, convulsionada y caracterizada por rápidas transformaciones, detenernos
53
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
ante la figura de este pobre y humilde capuchino puede producir sorpresa. Pero hay que añadir enseguida “pobre y humilde como Cristo”. La sola referencia a Cristo puede permitir que no envejezcan nunca
las personas y sus experiencias. Esto hace joven y actual a Fr. Leopoldo, a quien muchos aún conocieron, y nos permite traspasar los límites del tiempo para encontrar el manantial de una fuente fresca de
cuya agua todos tenemos tanta necesidad. Esta agua es la bondad sencilla, la humildad verdadera, la
pobreza compartida con los más pequeños y los más necesitados, la intimidad total con Dios. Son palabras sencillas. Pero es precisamente de éstas de las que hoy tenemos tanta necesidad. Son ellas las más
verdaderas y las más valiosas para conducirnos a lo que es esencial para nuestra vida, encontrando a
Dios, como los sencillos del Evangelio, en las cosas pequeñas de la propia existencia.
Fray Leopoldo siguió el ejemplo de san Francisco, el cual invitaba a todos a seguir el camino del
bien “más con el ejemplo que con las palabras” y deseaba que sus hermanos hiciesen lo mismo. Su
muerte, acaecida el 9 de febrero de 1956, consagró
toda una vida de obediencia incondicional a Dios,
que se manifestaba a través de la Regla franciscana, de las órdenes de los superiores, de los acontecimientos de la vida diaria.
Y es ahora, cuando Fr. Diego, el que con su predicación llenaba calles y plazas enfervorizando a
grandes multitudes, calla en su tumba, mientras Fr.
Leopoldo el religioso del silencio, habla elocuentemente y predica con el testimonio ejemplar de su
vida desde su tumba en la cripta de capuchinos de
Granada, cubierta de flores y, sobre todo, de tanta
fe, de tantas lágrimas y de tanta esperanza.
El Papa Gregorio IX, el amigo y protector de los
Hermanos menores franciscanos, queriendo sintetizar la vida de San Francisco escribió con gran
sabiduría e intuición sobre su tumba este epitafio:
“Muerto antes de morir, vivo después de muerto”.
Efectivamente, este fue Francisco a partir de su
conversión: muerto antes de morir, o sea muerto al
hombre viejo según san Pablo, al mundo según san
Fray Leopoldo con una antigua imagen de Granada al fondo.
Juan y vivo después de muerto, esto es un hombre
nuevo, perennemente actual en los ideales, valores y alternativas evangélicas que vivió y proclamó
para la humanidad de todos los tiempos.
“¡Vivo después de muerto!” He aquí el mensaje de Fray Leopoldo que hoy, a los cincuenta años de
su muerte, se mantiene vivo, hecho fe y oración en todos sus devotos, que lo recuerdan desde lejos
o acuden, peregrinos de esperanza, a su tumba en la cripta de la iglesia de capuchinos de Granada.
Roma, 6 de enero de 2006
En la fiesta de la Epifanía del Señor
54
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
florecillas
de
Fray Leopoldo
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO HABÍA APRENDIDO LA
LECCIÓN DE LA PERFECTA ALEGRÍA
rancisco de Asís tenía en alta estima la “pura simplicidad” y alababa a Dios, Suprema
Sabiduría, junto con la santa simplicidad. Fray Leopoldo estuvo también adornado de esa
santa y pura simplicidad que tanto alababa san Francisco de Asís. Y no otra cosa que esa pura
y santa simplicidad es la causa y el motivo de esta florecilla.
f
e
n los primeros años de vida religiosa a nuestro limosnero se le encomendó, por obediencia,
la tarea de hacerse cargo de la cocina. Ni remota idea de cocina tenía fray Leopoldo cuando le encargaron este menester, pero aceptó de buen grado pensando en servir a sus hermanos lo mejor posible. Y cumpliendo con su quehacer de cocinero, vino a suceder que el superior del
convento se puso algo enfermo y le pidió que le pusiera en la cena, durante algunos días, un huevo
pasado por agua. Al observar el religioso que cada día llegaba a la mesa el huevo más duro le dio las
quejas al cocinero con cierto malhumor. Fray Leopoldo aceptó la reprimenda prometiendo ser más
diligente en lo sucesivo. Pero al día siguiente volvieron a repetirse los hechos a la hora de la cena. El
superior, viéndose de nuevo contrariado, se subió de tono y volvió a llamar la atención al cocinero
por su reiterada negligencia y descuido. Pero fray Leopoldo seguía sin conturbarse y sin comprender
cómo podía suceder aquello; sumergido en la más pura simplicidad le dijo al religioso enfermo con
bastante serenidad: “¡por Dios, Padre! ¡No se ponga así! Yo no comprendo cómo puede suceder esto,
porque tengo puesto el huevo a cocer desde el mediodía”.
En alabanza de Cristo y del pobrecillo Francisco. Amén.
55
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Semblanza espiritual
y humana de
FRAY LEOPOLODO
de ALPANDEIRE
Fray Ángel de León
A
sí lo copiaron, en su
derle, más que de la garganta,
deambular cotidiano
del corazón, sus Benditos sea
por las calles de
Dios, sus joviales conversacio¡Y
tanto
a
Dios
se
ha
Granada por espacio de medio
nes en el recreo, sus entrañables
siglo, los pulidos mármoles o
acercado que de pre- frases de consuelo y consejo, y el
espejos de los grandes establecirezo de aquellas inolvidables
sencia
divina
los
ojos
mientos, y las retinas de los
avemarías, estremecedoras de
transeúntes, unas veces extraunción, tenían un grato sello de
se le han llenado!
ñadas, indiferentes otras y, más
originalidad. De su tierra merifrecuentemente, con destellos
dional heredó también un buen
de admiración: muy pardo el
sentido del humor que le dejaba
hábito y muy blancas las austeras barbas. Sosegado airoso en muchas ocasiones, ya fuera cuando alguel caminar de sus pies desnudos que, de modo no nos frailes jóvenes lo ponían a prueba, ya cuando la
infrecuente, teñían de sangre el asfalto. El rosario devoción de las gentes rayaba y aún superaba la
en la mano amoratada de frío, la mirada absorta en imprudencia.
un mundo sólo visible para él, y el cuerpo un tanto
Físicamente tenía un notable parecido al tamvencido por el peso de la alforja, las penitencias y bién limosnero y patrón de los hermanos capulos años. Diríase una parda viñeta arrancada del chinos, san Félix de Cantalicio, al menos tal
libro de las Florecillas.
como lo realizó el pincel de Murillo: De estatura
Vino a la luz de la vida y de la gracia en una
villa de apretado y albo caserío enclavada en el
corazón de la Serranía de Ronda. A los 33 años,
abandonando la tierra que le vio nacer y había
cultivado con cariño en sus años mozos, y quebrando el idilio de un amor puro, vistió el austero sayal de los hijos de san Francisco.
Llevó al convento, además de su breve equipaje,
un carácter noble y bondadoso, un cuerpo vigoroso y sano, y una indomable voluntad de santificarse en la que no cedió jamás. Llevóse también su
acento malagueño, con el característico ceceo de la
serranía, y que conservó hasta las postreras jaculatorias en su lecho de muerte. Acento que inspiraba
una particular simpatía, pues era un exponente de
su sincera naturalidad -una de sus grandes virtudes
que le revelaba tal cual era, sin estudiados refinamientos a posterior. Unido éste, su acento, al tono
de su voz algún tanto opaca, y que parecía proce-
más bien baja, menudo, pero de contextura robliza y resistente. Pues aunque es verdad que por su
virtud soportaba trabajos y, ya entrado en años,
padecimientos que pasman, hubiera sucumbido a
ellos por grande que fuera su virtud, de no tener
en su haber una naturaleza tal, de sana herencia
y curtida en su juventud por el deporte de las
duras faenas campesinas.
De sus dones naturales el más sorprendente era
su mirada. Transparente y gozosa como los arroyuelos de la serranía. Expresión genuina del candor de su alma. A sus noventa años -lo comentaban todos- su mirada se abría al mundo -ingenua y
mística- con la nitidez de los años infantiles. A ello
alude el P. Gonzalo de Córdoba en una de sus inspiradas poesías al conocerlo ya en su ancianidad:
iY tanto a Dios se ha acercado que de presencia divina los ojos se le han llenado!
56
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Su barba blanca, muy popular desde siempre.
siendo la obediencia una de sus más características
virtudes, jamás se permitió insinuar nada que
fuera más de su agrado, sino con admirable capacidad, cultivó la deleitosa soledumbre del corazón
e íntimo coloquio con el Creador aún entre el
bullicio de las calles y trato de gentes. No obstante, su amor al retiro era sociable y proverbial su
delicadeza y cortesía, nacida de su enorme capacidad de amor a los prójimos, en la que antes pecaba por exceso que por defecto. No era su conducta la de esos santos que dicen "pala el cielo y los
altares" por resultar inadecuados o poco gratos
para vivir en sociedad. Muy al contrario todo el
mundo se sentía a gusto junto a él, pues aún siendo parco en palabras tenía ese inexplicable don de
hacer grata su presencia. Por todos era solicitado,
para todos tenía una palabra amable o confortante y a todos hacía partícipes de la envidiable serenidad de su espíritu.
Sin embargo, la fama de santo tiene también
sus
inconvenientes. Era observado con exceso
Y ese algo indefinible de su mirar ha quedado en
parte, sólo en parte, prendido en alguna de sus por los frailes jóvenes, solícitos de penetrar en el
fotografías. Un anciano de pueblo me detiene, y misterio de su vida, de sorprenderle en el goce de
después de interrogarme si pertenecía a la orden de algún don celeste o tal vez de descubrir algún
detalle impropio de su fama,
Frav Leopoldo me dice en tono
admirativo y ponderando cada Junto a sus extraordi- resultando en este último caso
inútil toda pesquisa, pues su
sílaba: “Tengo yo un retrato de
vida era tan diáfana y de una
narias virtudes y
él en mi casa que me va miranfidelidad tal cual si fuera un
do por dondequiera que voy”.
fama de santo poseía texto viviente de la regla,
Como capuchino llevaba
la virtud de practicar constituciones y costumbres de
siempre barba, que en su juvenla Orden.
lo heroico con distud era rubicunda, pero que
Junto a sus extraordinarias
encaneció presto, siendo ya
creción
y
naturalidad
virtudes
y fama de santo, conpopular desde muchos años
firmada por Dios con algunos
atrás su blanca barba. El hábito
hechos extraordinarios que
casi siempre descolorido y remendado, pero llecorrían
de
boca
en
boca, poseía la virtud de pracvando con esmerada pulcritud su pobreza capuchina. Pulcro el venerable rostro, aunque sin com- ticar lo heroico con discreción y naturalidad
postura la barba, ya que nunca usó espejo, sino sumas y ocultar todo carisma con rara solicitud,
naturalmente austera y venerable; y pulcra, aun- por lo que no era fácil apreciar toda la virtud que
que burda, la remendada estameña de sus hábitos. atesoraba. Nada más lejos de él que el gesto espectacular. Su actitud en el coro e iglesia era la del
***
humilde publicano. Aún en el rezo de aquellas sus
Fueron sus propósitos al vestir el hábito, huir de taumatúrgicas tres avemarías, pródigamente desla vaciedad de la vida del siglo para santificarse a granadas por todos los rincones de la ciudad, y
la sombra del santuario, en clausura y trabajo pedidas y contestadas por teléfono desde centenamonástico. Intento en el que fracasó pues lanzado res de leguas de Granada, y que al decir de muchos
a la calle por la obediencia pudo disfrutar como el testigos, el oírselas producía escalofríos de emoque menos de la dichosa soledad del claustro. Pero ción, causaban esa impresión únicamente por la
57
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
unción y espíritu de fe con que las recitaba, nunca desfilar, a veces tras lenta espera, multitud de perpor actitudes o entonaciones teatrales.
sonas de todas las clases sociales.
Con una inimitable habilidad para velar su
intervención, daba sus consejos -poseía este don
en alto grado- o profería sus vaticinios. Y sé de
intelectuales de altura que disfrutaban en grande al observar cómo escurría en la conversación
toda alusión personal en su favor, por más que
con disimulo o sin él, trataran de forzarle a
hacerlas.
Hoy, en el sexto aniversario de su muerte, el
ignorado Fray Leopoldo que nunca vio sobre su
cabeza otro cielo que el de Andalucía, es invocado, -y narran sus innúmeros favores- en todas las
provincias españolas, en muchas naciones de
Europa, de Atrica y de la lejana América.
Su Proceso ha sido iniciado con el aplauso de la
jerarquía eclesiástica, y el Ayuntamiento de
***
Granada ha dado su nombre a una espaciosa aveAsí, enamorado de Dios, sencillo y cordial, aro- nida, como testimonio de veneración al que supo
matizó el mundo con la fragancia de su vida esta llevar la paz de Dios por todas las calles y plazas
postrera florecilla del Jardín seráfico. Pero Dios de la ciudad.
cuya palabra no ha de quedar incumplida, diríaAsí de incompleja al exterior fue la vida de este
mos que se propone exaltar al humilde Fray
Leopoldo. Sin propaganda alguna, a la noticia de varón de Dios, del que podemos pensar que, tras
su muerte, Granada entera y pueblos cercanos subir tantas escaleras -mendigo por Dios- bien
corrieron a venerar su cadáver, despojándole trozo mereció hallarse vecino a las estrellas. Y ni tendría
a trozo y a hurtadillas de su pobre sayal para con- de extraño que habiendo llamado a tantas puertas
servarlo como preciada reliquia. Sus muchos con un encendido Ave María Purísima en los
devotos y favorecidos contribuyeron con celeridad labios, hallara ya de par en par las del paraíso.
a la construcción de un artístico sepulcro con
capilla-cripta, que los días nueve de cada mes ve
Bello y logrado dibujo del capuchino italiano Hugolino de Belluno de los murales de la cripta de Fray Leopoldo.
58
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
FRAY LEOPOLDO, juglar
y caballero de la Virgen
Fray Gil de Pedroche
E
l día 9 de febrero de 1956 moría santamente
en Granada fray Leopoldo de Alpandeire.
En estos cinco años la devoción a fray
Leopoldo ha crecido de manera gigante. De todos
puntos de España acuden a este humilde hermano
capuchino andaluz pidiendo su protección.
dolor, sin sufrimientos, como si fueran de plástico. Y
no es así. Fray Leopoldo sufrió mucho física y moralmente. Era un temperamento ardiente y tuvo que
soportar las judiadas de los hombres. En cierta ocasión me decía: “hermano, para ser santo hay que tragar mucha saliva”. Fray Leopoldo recogió durante su
Es difícil decir cómo era. Juglar de la Virgen: ya he vida una alforja de sufrimientos más grandes y más
hablado de las tres avemarías de fray Leopoldo en llena que la que llevaba a la limosna. Pero envolvió
otra ocasión. Quiero insistir. Porque esas tres ave- sus cruces en avemarías y se las ofreció a la Virgen.
marías eran el poema y el canto ininterrumpido de Por eso su sonrisa no se marchitó nunca.
este juglar de la Virgen a su Señora. Con ellas, fray Las tres avemarías tenían también otra misión: camLeopoldo descargaba un tanto el incendio de amor biar el agua de la tristeza de sus correzadores en vino
mariano de su corazón. Podemos reírnos de esos de alegría; el temido suspenso del estudiante en un
amores humanos que dicen morirse de amor si no se aprobado, la enfermedad en salud o resignación
les socorre. No es para tanto, no hay peligro. Pero cristiana. Esta era la razón de ver a fray Leopoldo
este amor divino de los santos es ya otra cosa, es más rodeado con frecuencia de estudiantes, albañiles o
difícil de llevar. Este amor enciende y quema como chicas, como esos cuadros en que san Antonio está
el corazón de fuego de un volcán y amenaza la frá- repartiendo pan a los pobre. El que rezaba una vez
gil envoltura del cuerpo del santo. Fray Leopoldo las tres avemarías con fray Leopoldo, repetía. A
tenía que aliviarle. Por eso reza reiteradamente ante veces la distancia pone dificultades, pero ahí está el
teléfono. Rin, rin, riiin... precisala imagen de la Divina Pastora
mente cogí yo el teléfono.
de su iglesia, ante el azulejo de la
Conferencia de Jaén. Quiero
fachada del convento y antes las
hablar con fray Leopoldo. Fray
Vírgenes que los siglos pusieron
Leopoldo coge el auricular. Una
en las paredes de las casas granavoz femenina le cuenta un asundinas. Estas avemarías de fray
to difícil pidiéndole consejo. Por
Leopoldo remontaban como
toda la respuesta, fray Leopoldo
palomas blancas muy voladoras,
le invitará a rezar con él tres averecorriendo las torres del
marías a la Virgen. Del lado de
Albaicín y las cimas blancas de
acá fray Leopoldo reza pausadaSierra Nevada, hasta llegar al
mente. Desde Jaén, la señora
corazón de la Virgen. Sólo así se
responde. Nos consta que aqueexplica que este anciano recorra
llas tres avemarías hicieron más
diariamente Granada sin clausufruto que veinte consejos de
rar nunca su sonrisa a pesar de
curas y cien consultas de abogasus pies terriblemente grieteados
dos. ¡Así eran las tres avemarías
y descalzos, de sus años y de
de fray Leopoldo!
otras cosas. Algunos tienen
ideas equivocadas de los santos.
Caballero de la Virgen: las camFray Leopoldo con estandarte del Vía Crucis.
Se los figuran insensibles al
panas de la catedral de Granada
60
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
dan las doce, hora de María. Fray Leopoldo está en una tienda recibiendo un poco de calderilla. Empieza
a rezar el Angelus en voz alta. Se deja de vender y a un lado y otro del mostrador responden a las avemarías. Fray Leopoldo comprueba que el dueño no se ha quitado el sombrero. Interrumpe su rezo y le dice:
hermano, también usted es hijo de la Virgen, haga el favor de descubrirse. Las palabras del santo son amables, delicadas, tumbativas. El comerciante se quitó el sombrero y rezó con todos. Vamos a contar un último caso. Frente a nuestro convento de Granada se alza el monumento más antiguo de España a la
Inmaculada, el monumento del Triunfo. Fray Leopoldo me contó que, durante su vida, habían tratado
varias veces de quitarlo de allí y trasladarlo. No le hacía gracia el traslado. Temía que fuese un pretexto
para dejar a Granada sin ese monumento a la Virgen. Fray Leopoldo removió cielo y tierra. Después de
exponerle su temor al Superior, se fue a hablar con D. Andrés Manjón para que trabajase con su influencia y autoridad y no se llevara a cabo tal propósito. No pararon aquí las andanzas del santo, sino que, en
su sencillez, habló con el Gobernador Civil, con el Presidente de la Diputación y con el Sr. Alcalde.
Sr. Alcalde, le dijo, me he enterado que quieren trasladar el monumento de la Inmaculada. Se trata de una
estratagema de unos pobres hombres, a los que tiene engañados el diablo, para dejar a Granada sin la Virgen.
Vd. no puede consentir eso como católico y granadino. El Alcalde le dijo al buen hermano que se fuera tranquilo, que no trasladarían el monumento. Pero fray Leopoldo no se fiaba mucho de las palabras de los hombres, porque, decía él, el diablo tiene cogidos a algunos pobrecitos. Por eso fray Leopoldo salió del
Ayuntamiento, remachando su petición con tres avemarías rezadas pausada y angelicalmente. Creo poder
afirmar que hoy Granada conserva este monumento a la Virgen, el monumento del Triunfo, con su nueva
fuente y sus nuevos jardines, gracias a este juglar y caballero de la Virgen.
61
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
“Todo entero parece una
reliquia...”
Fray Leopoldo en los
medios de comunicación
José Luís Kastillo
P
or una sencilla cuestión de calendario tuve la fortuna de conocer la figura menuda y frágil en
lo físico, enorme y recia en los espiritual, de Fray Leopoldo. Lo recuerdo con su incansable
caminar de puerta en puerta, de piso en piso, cabizbajo por el peso de sus muchos años, como
si mirase más a la tierra que lo iba a recibir pocos años más tarde, que al cielo abierto que lo esperaba con sus brazos de par en par. Cuando se desplazaba, entonces penosamente, por el adoquín y el
asfalto, las veredas y los caminos polvorientos, con sus viejas sandalias que apenas podían abarcar sus
pies tan cansados.
Digo que conocí al frailecillo capuchino, medio siglo limosnero de toda Granada, de la urbana y la
rural, de la cercana y la más alejada. Pero no tuve la fortuna de Fray Balbino de Hornachuelos, que
lo acompañó y acogió física y espiritualmente hasta sus últimas palabras, hasta su última mirada iluminada, consciente de que volvía a la Casa del Señor. Nunca hablé con él, nunca pude rezar a su lado
alguna de las decenas de miles de veces que repitiera aquellas tres Avemarías que fueron su santo y
seña. Sin embargo, desde los días del cincuentenario me siento más cerca del Fray Leopoldo vivo porque tuve la fortuna de hacerle mil preguntas a quien fue su último consuelo en el convento capuchino de Granada, desde dos años antes de aquella madrugada del 9 de febrero de 1956, cuando el santico Leopoldo entregó su alma a Dios. Mil preguntas a Fray Balbino sobre cómo era, qué decía, cómo
se expresaba, qué pensaba de la santidad que el pueblo le reconocía en vida. Una santidad que su
rotunda sencillez humana, su sincera humildad le hubiese creado un serio problema de conciencia, si
hubiese adivinado que en el Reino de Dios le aguardaba el lugar de privilegio que desde entonces
ocupa. Y estuve más cerca aún cuando apreté en mis manos el mismo rosario grande de madera que
Fray Leopoldo tomaba cada día entre sus dedos, el mismo crucifijo que besara poco antes de morir, y
que aún cuelga del hábito de Fr. Balbino.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Con motivo del cincuentenario todos hemos conocido mejor a Fray Leopoldo, porque se ha escrito mucho y bien de su santidad, porque se ha hablado con pasión -ahí está la profundidad en el decir
del P. José María Javierre, ahí la emoción hecha palabra del periodista Tico Medina- y se ha escrito
de nuevo acerca de los relatos de santidad renovada que nos volvió a acercar el emocionado documento de cuanto vivió -cuando se moría- Ileana Martínez, estremecedora historia que tantos y tan
buenos testigos presenta, como una de las curaciones extraordinarias que por su intercesión se le
reconocen.
Pero también me he aproximado a la prensa de hace cincuenta años. A la prensa que publicó la
esquela de su fallecimiento el mismo día 9, en que se elevó su alma al Cielo. A la nota apresurada de
un redactor desconocido, que en la urgente madrugada periodística no quiso ocultar a sus lectores el
titular de la noticia que nadie quería leer: “Ha muerto el venerable Fray Leopoldo, religioso franciscano. Su figura era popular en la provincia en donde ha sido limosnero más de 50 años”, titulaba
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Ideal de Granada en su portada.
Quien ha ejercido el periodismo de provincias durante muchos años sabe muy bien lo complicado
que resulta, cuando la madrugada ya ha avanzado, “levantar” una primera página cerrada con las
noticias de mayor interés de la jornada. Pero esta que aludía a la muerte, a la Nueva Vida de Fray
Leopoldo obligaba a remodelar los contenidos de algunas páginas del periódico. De nuevo habría de
sonar el clic, clic de las linotipias “de guardia”, se exigía repetir las “tejas” de plomo de esa primera
página y cambiarlas sobre la rotativa que ya imprimía los primeros ejemplares de aquel 9 de febrero.
La noticia manda, aunque sea a deshora. Sin embargo, el redactor anónimo, el redactor “de cierre”
de aquel día, tuvo el sosiego de escribir en el cuerpo de la noticia que “sus virtudes y anécdotas han
corrido de boca en boca y la ciudad le ha admirado y venerado en vida. No necesitaba pedir; a su
paso por las calles se le acercaban personas que tras besar su cordón franciscano depositaban una
limosna. En más de una ocasión, en la misma calle -sigue relatando el periodista- le pedían una oración para un enfermo. Y el bueno del Hermano Leopoldo, con un edificante fervor, rezaba con su
peticionario en el mismo momento”.
Hablaba el periódico un día más tarde del “desfile de granadinos ante el cadáver de Fray Leopoldo,
tocándose sus restos con rosarios, medallas y estampas. Más que unas honras fúnebres, el sepelio del
cadáver del religioso franciscano Fray Leopoldo María de Alpandeire parece que se trataba ayer de
un jubileo, al que se asociaron personas de toda clase y condición social, asociaciones, sacerdotes,
religiosas...”.
Se hablaba del gran gentío que asistió a su sepelio en el cementerio y del “considerable número de
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
fieles que pugnaban por acercarse al cadáver”. En la sección
diaria que se titulaba “El día en Granada", el redactor que glosaba los temas más sobresalientes de la jornada anterior dejó
escrito: “Todo entero parece una reliquia guardada en el negro
ataúd. El Hermano Leopoldo casi parece que sonríe. Ese es un
gesto ya muerto. Pero allá arriba, ¡claro que sonreirá! No lo
olvidaremos y él tampoco nos olvidará”.
Aquella frase periodística era, en realidad, una premonición.
Fray Leopoldo sigue con nosotros. Más vivo que nunca su
recuerdo, su hálito de santidad; su presencia en este valle de
lágrimas se ha agigantado durante los actos del cincuentenario
de su fallecimiento. Si hace medio siglo la referencia en la
prensa local acerca de la muerte de Fray Leopoldo fue muy
expresiva, no es comparable en la intensidad y en la amplitud
con la respuesta ofrecida por los medios informativos actuales,
mucho más poderosos en número y en tecnología. Los periódicos locales, regionales y nacionales se ocuparon del acontecimiento de un 9 de febrero muy especial. No sólo en sus espacios de información general, también en los suplementos que
dedicaron numerosas páginas a glosar el significado espiritual
de una figura como Fray Leopoldo, para quien su pequeñez
humana y su gigantesca humildad fueron signos decisivos que
le insertaron en el corazón de muchas gentes, incluso de las no
creyentes en la Fe de Cristo que con tanto ardor y convencimiento profesaba el frailecillo.
Mas si la actitud de los medios informativos escritos fue elocuente y generosa, la respuesta de los medios audiovisuales
resultó igualmente ejemplar y confortante, sobre todo si pensamos en los tiempos que corren, de descreimiento y hedonismo.
Si el tiempo es oro siempre, en la radio y sobre todo en la televisión el tiempo es una fortuna. Por eso debe quedar reflejada
la gratitud a todos los medios informativos que acogieron con tanto desprendimiento el acontecer de
los días en los que se conmemoraba el cincuenta aniversario de la muerte de Fray Leopoldo. Imágenes
de las inacabables colas de fieles que acudieron a la cripta, del oficio de las misas, sobre todo de la
presidida por el Cardenal José Saraiba Martins, Prefecto de la Congregación de las Causas de los
Santos, llegado expresamente a Granada para bendecir los sucesivos actos programados. Imágenes,
en fin, del respaldo popular y el apoyo a la obra social de los Franciscanos Capuchinos, que en
Granada acoge a un centenar de ancianos, muchos de ellos desfavorecidos en el arraigo social, familiar y económico, pero que gozan ahora de una atención preferente de amor, cuido cercano y servicios, al tiempo que disfrutan de la inmensa fortuna de residir a muy pocos metros de la cripta donde
reposan los restos de Fray Leopoldo. El frailecico de Alpandeire, estamos seguros, intercederá para
que esa atención a quienes tanto lo necesitan se redoble en cantidad y en calidad para sus actuales
beneficiarios y para muchos más que lo precisen en el futuro.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
UN HOMBRE
que supo vivir el
Evangelio
H
oy es corriente entre escritores, predicadores, conferenciantes y aún políticos
referirse al Evangelio, pero sin citar
nada en concreto. Yo pienso, a veces, que ninguno de ellos lo han leído y mucho menos meditado, y menos aún lo han hecho jugo de su vida.
Fray Leopoldo sí. Lo hizo jugo de su vida. No
me atrevo a decir que fuera un lector asiduo y
diario del Evangelio, aunque tal vez fuera así.
Pero en sus lecturas espirituales y en sus meditaciones era el Evangelio el trasfondo de toda su
vida. Para mí, creo que él tenía tres libros imprescindibles y continuamente consultados: el crucifijo; el Sagrario y el altar de María.
Don Pedro Manjón, ilustre sacerdote granadino, que lo trató durante muchos años, escribió de
él, de fray Leopoldo: “No era hombre de letras,
no tenía estudios teológicos; pero nos aventajaba
a todos, porque poseía el gran secreto del conocimiento y del amor de Dios. Era todo un hombre
de Dios”.
Fray Serafín de Ausejo
de Granada. El altar estaba dedicado a las Tres
Avemarías de la Virgen. Me ayudaba en la misa
fray Leopoldo, ya muy anciano. Hacia el
Paternoster y antes de la comunión me sobrevino
un fuerte vómito. Fray Leopoldo, a pesar de sus
muchos años, corrió hacia la sacristía e inmediatamente me trajo una palangana, en la que seguí
arrojando el vómito. En seguida me preparó un
sillón para que me repusiera. Y además, llamó a
un Padre para que, en caso de no poder terminar
yo mi misa, consumiera las sagradas especies ya
consagradas. Cómo aquel viejo, ya decrépito,
pudo realizar estos servicios tan rápidamente,
nunca me lo expliqué. Un ángel, volando, no lo
hubiera hecho todo con más prontitud.
Cuando yo iba a Granada, con gusto tenía un
buen rato de conversación con él. Yo recuerdo
que, si en nuestra conversación salía a relucir
algún pasaje evangélico, él siempre lo citaba con
reverencia y con toda exactitud. No era fruto de
su estudio. Era fruto de sus constantes meditaciones. En la práctica de su vida se veía que el
Evangelio era el alma de todo su vivir. Pero, como
digo, el Evangelio aprendido, más que en libros,
en su diario meditar.
En cuanto a la Eucaristía, a su reverencia, a su
respeto, a su entrega amorosa y cordial, no quiero omitir lo que una vez me sucedió con él.
Estaba yo recién operado de estómago y sufría de
frecuentes vómitos. Una mañana celebraba yo la
misa en un altar lateral de nuestra antigua iglesia
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Fachada de la Iglesia del Convento Capuchino de Granada.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
EL SEPULCRO
de Fray Leopoldo
Fray Justo de Berja
E
l 9 de mayo fui a Granada con el propósito de comprobar, con mis propios ojos, lo
que me habían dicho y que no había
visto. Sabía que el 9 de cada mes se dan cita en
la cripta que guarda los venerados restos de fray
Leopoldo de Alpandeire, miles de peregrinos, llegados de todos los rincones de Granada y de distintos lugares de España. Con frecuencia se ven
devotos que vienen de distintos países del
mundo, ya que el Siervo de Dios es conocido en
todas partes.
Un día 9, el de febrero de 1956, moría fray
Leopoldo en el convento de Granada. Tres años
antes, justamente el 9 de febrero, había dejado su
misión de limosnero. Su pregón constante de
Avemarías lo continuaría desde el recogimiento
del claustro. Me parece que ahora, a los 19 años
de haberse ido con Cristo, el bendito Hermano
debe sonreír desde el cielo al ver a sus devotos
junto a su tumba, el día 9 de cualquier mes.
Desde el amanecer hasta bien entrada la noche
he visto un constante y apretado desfile de cristianos, que llegaban, con prisas en sus ojos y se
dirigían, escaleras abajo, hasta la cripta, donde
reposan los huesos de aquel hombre de Dios, que
durante más de 50 años cruzó las calles de
Granada, con sus notas vivas y alegres de hijo del
Evangelio.
Mi admiración aumentaba por momentos.
Había oído algo de lo que era el día 9 en la iglesia de Capuchinos de Granada, pero mi permanencia en América, desde 1950, me había impedido comprobarlo.
que Dios, por mediación de su siervo fray
Leopoldo, ha salvado de la muerte a dos de sus
nietecitos. Es un milagro, dice ella, y quiere que
lo escriban, para que conste en el proceso de beatificación. Como este testimonio se suceden
otros, muchos, que no se pueden escribir, porque
ya están grabados en los corazones de almas agradecidas. Y así todo el día, sin descanso en la hora
de la siesta, con ansia permanente de ver y tocar
aquello que consideran sagrado.
Espectáculo maravilloso el del día 9, junto a las
cenizas de fray Leopoldo. Parecía encontrarme
en la Gruta de Lourdes; en Fátima el 13 de mayo;
en San Giovanni Rotondo, junto a la tumba del
padre Pío, el capuchino estigmatizado... Olor de
muchedumbres enfervorizadas y silenciosas,
como abejas hacendosas que van en busca de la
colmena, para enriquecerla de haces de fe y que
reciben la miel del consuelo y de la misericordia.
¡Qué prueba tan bella de piedad, ante los despojos de un hijo de la Iglesia, que se santificó y
supo santificar a muchos con el ejemplo de su
vida! Después de mi visita, ante la contemplación de aquel panorama de fe recia y viril, quedé
convencido de lo que ya creía: Que fray
Leopoldo, siervo de Dios, que siempre quiso
ocultar sus virtudes a los ojos de los hombres, ha
sido elevado por Dios a las alturas de la santidad
y honrado, reverentemente, por las criaturas, sus
hermanas.
Claveles rojos, abundantes, en plena primavera, sobre el sepulcro y fervorosos que tratan de
llevárselos, para conservarlos como reliquias...
Una mujer llora en la cripta: llora de alegría, por-
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El sepulcro del fraile, siempre con flores.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
“UN SANTO LLENO DE
AMOR, un evangelio vivo...
El quinto evangelio”
Fray Esteban de Puente Genil
L
a devoción a Fray Leopoldo de
Alpandeire se ha extendido a lo largo de
estos últimos cincuenta años por todo el
mundo. Ante su sepulcro han rezado ya millones
de personas, unas 10.000 cada mes. Los 9 de
febrero -día de la muerte de este fraile capuchino- se forman inmensas colas de almas que esperan visitar al que muchos ya lo reconocen como
un santo. Vienen de pueblos de Granada y de
toda Andalucía. Pero también proceden de lugares más remotos como Tarragona de donde han
llegado a salir 70 autobuses. Miles de devotos, la
mayoría de ellos latinoamericanos y europeos
han contado por escrito los favores que le atribuyen a este Siervo de Dios.
Fray Leopoldo, que nació en un pueblecito de
Málaga -Alpandeire- y vivió la mayor parte de su
vida en Granada -de donde es Hijo Adoptivo-.
Allí, como en otros tantos sitios, ha dejado una
huella difícil de borrar. Esa huella la tienen grabada en el alma muchos de los que le trataron en
vida. Fray Esteban de Puentegenil conoció a fray
Leopoldo pocos años antes de la muerte del frailecito, a principios de la década de los cincuenta.
Quizá la juventud y la ilusión recién estrenada
del padre Esteban por vivir de forma plena su
entrega a Dios, hizo que la humildad y la sencillez de fray Leopoldo se fijaran a fuego en su
memoria. De hecho, cuando se le pregunta sobre
la forma de ser de este hermano capuchino que
está en proceso de beatificación, no duda en la
respuesta. “Su forma de ser se puede resumir en
cuatro palabras: sencillo, pobre, humilde y lleno
de caridad”.
nos hablaba de que lo tenían todos como un
hombre extraordinariamente entregado a Dios,
era la figura del hombre endiosado. Iba por la
calle con el pensamiento unido a Dios”, cuenta el
padre Esteban. Y es que al mismo fray Leopoldo
le gustaba decir que recorría la ciudad de los cármenes “con la mirada en el suelo, el corazón en
el cielo y la mano en el rosario”. Esta presencia de
Dios durante toda la jornada la mantuvo fray
Leopoldo hasta el final de su vida.
Fray Leopoldo se caracterizó por ser el limosnero
“Una de las cosas que
más le dolían era que
no saliera bien el culto,
le gustaba el cuidado
del orden en la liturgia”
convento. Vestido con su hábito color pardo y
una alforja al hombro salía a las calles de
Granada y a sus pueblos a pedir limosna. “A
veces, ya anciano, llegaba al convento después de
todo un día pidiendo -iba siempre a pie y en
muchas ocasiones tenía que subir andando hasta
un tercer o cuarto piso- y el superior le decía que
había que echar una carta al correo… y él a pesar
de su cansancio, no decía nada, no se quejaba, y
volvía a salir. Su obediencia era ejemplar”, explica.
Otro de los aspectos que destaca el padre
Esteban de fray Leopoldo es la sencillez y humildad. “Cuando yo estaba recién ordenado, él -en
Aún en vida, fray Leopoldo gozó de fama de su ancianidad- me pedía permiso para salir del
santidad. Los superiores lo ponían de ejemplo a convento y le consultaba al superior incluso si
los estudiantes. “Me acuerdo que el padre Serafín podía descansar un rato en su habitación. Pero
68
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
En la imagen, Fray Leopoldo con hermanos del Convento de Granada de los años 1950.
antes de eso iba a la cocina, por si podía ayudar
en algo”, expone. “Su confesor, el padre Benito,
decía que fray Leopoldo no era un hombre de
milagros ni de grandes misticismos, de éxtasis o
arrobamientos, sino que era como Santa Teresita
del Niño Jesús: sencillez, nada extraordinario,
santidad humilde, santidad sencilla, santidad
franciscana", continúa narrando.
cano que, una vez, fray Leopoldo se rompió una
pierna y fue a verlo al hospital y cuando le preguntó cómo se encontraba le contestó: “Estoy
muy bien, como Dios quiere que esté”.
En resumen, el padre Esteban explica que fray
Leopoldo fue un hombre que tuvo muchas facetas a lo largo de su vida pero todas ellas se resumen en santidad, heroísmo en la virtud, entrega
Fray Leopoldo tenía carácter y temperamento, a Dios y en una devoción profundamente tierna
pero se dominaba siempre ante los demás, “inclu- a la Virgen.
so ante todos aquellos ignorantes que se burlaban
de él”, apunta el padre Esteban. Tenía un gran
respeto y una gran devoción al Santísimo, “se
quedaba de rodillas ante el sagrario como si fuera
Al mismo Fray
un hombre de otro mundo”, asegura. “Una de las
cosas que más le dolían es que no saliera bien el
Leopoldo le gustaba
culto, le gustaba que se cuidase mucho el orden
decir que iba con la
de la liturgia, y si había algún fallo por falta de
orden o de lo que fuese, se quejaba”, afirma.
“A Leopoldo le conocimos por sus obras, porque no tuvo nunca una palabra extraordinaria.
Además, hablaba y comía muy poco”. Este fraile
capuchino, al igual que todos los santos, fue
heroico en el sufrimiento, aceptó siempre la
voluntad de Dios y a ella hacía referencia en
muchas ocasiones. Cuenta este hermano francis-
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mirada en el suelo, el
corazón en el cielo y
la mano en el rosario
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
La figura del
Vicepostulador
en una Causa de Beatifiación
Para que pueda abrirse un Proceso es necesario que el candidato a los altares haya gozado de "fama
de santidad" en vida, en su muerte y después de muerto. Precisamente este punto ha quedado bien
remarcado en la reciente Carta que Benedicto XVI dirigía al Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto
de la Congregación de las Causas de los Santos y a todos sus miembros, con ocasión de la sesión plenaria que el pasado 24 de abril celebraba la Congregación.
Apertura del Proceso de Beatificación de Fray Leopoldo en el año 1983.
D
ice el Papa: "es evidente que no se podrá
iniciar una causa de beatificación y canonización si no se ha comprobado la fama de
santidad, aunque se trate de personas que se distinguieron por su coherencia evangélica y por particulares méritos eclesiales y sociales". El Papa desea
comprometer aún más a los Obispos diocesanos a
quienes corresponde la aceptación o no de iniciar
en su diócesis un Proceso de Beatificación. Para
ello anuncia que la Congregación vaticana está
redactando una "Instrucción para el desarrollo de
la investigación diocesana en las causas de los santos". Se trata de un documento que se dirigirá prin-
cipalmente a los obispos diocesanos "para salvaguardar la seriedad de las investigaciones que se llevan a
cabo en los procesos diocesanos sobre las virtudes
de los siervos de Dios, sobre los casos de martirio
afirmado o sobre los eventuales milagros".
"De acuerdo con estas indicaciones -- añade el
Papa Benedicto XVI --, una vez elegido a la
Cátedra de Pedro, he cumplido de buen grado este
deseo generalizado de que en la modalidad de las
celebraciones se subraye más la diferencia sustancial entre la beatificación y la canonización, y que
en los ritos de beatificación se implique más visiblemente a las Iglesias particulares, quedando claro
70
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
que sólo al Romano Pontífice le compete conceder
el culto a un siervo de Dios". Benedicto XVI ha
querido retomar la vieja tradición de que las beatificaciones se diferencien notablemente de las
canonizaciones, dejando que las primeras sean presididas por el Prefecto de la Congregación o el
Obispo diocesano y las canonizaciones son de competencia exclusiva del Papa por tratarse de un acto
del magisterio pontificio.
Causa; debe redactar y firmar todas las instancias
al tribunal diocesano o a la Congregación; aportar
todos los elementos de prueba a su alcance, estimular a los que trabajan en la instrucción del
Proceso para que se agilice la tramitación de la
Causa; administrar los bienes de la Causa; examinar las actas del Proceso; difundir la fama de santidad a través de la distribución de estampas, reliquias, boletines, calendarios, publicaciones, biograUna vez vista y presupuesta la fama de santidad, fías, medallas, y toda clase de objetos y de artículos
el ACTOR o promotor de una Causa de religiosos, siempre en base a la imaginación del
Canonización es la persona física y jurídica que la mismo…
promueve y que asume la obligación de llevarla
En la Carta de Benedicto XVI a la Congregación
adelante corriendo con los gastos que la Causa del pasado 24 de abril, el Papa analiza en segundo
conlleva. El Actor de una Causa de Canonización lugar, tras la fama de santidad, la cuestión del milapuede actuar sólo a través del Postulador, que es la gro atribuido a la intercesión de un siervo de Dios
persona física, legítimamente nombrada por el que es requerido para su beatificación (a no ser que
Actor y aprobada por el Obispo. Postulador puede sea mártir) y, en todo caso, para su canonización.
ser no sólo un sacerdote o un religioso, sino tam- "Además de asegurarnos de que el siervo de Dios
bién una religiosa o un laico, siempre que tenga vive en el cielo en comunión con Dios, los milagros
una sólida preparación teológica y jurídica según constituyen la confirmación divina del juicio exprerequiere el caso. El P. Romualdo Rodrigo, O.A.R., sado por la autoridad eclesiástica sobre su vida viren su Manual para instruir los procesos de tuosa", explica el Papa. En este sentido, afirma que
Canonización, define así la figura polifacética del "hay que tener presente claramente que la práctica
Postulador: "La persona física que, provista de legí- ininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad de
timo mandato, aprobado por la autoridad eclesiás- un milagro físico, pues no basta un milagro moral".
tica competente, representa al Actor; trata la
En el caso de un "milagro" es el Vicepostulador el
causa ante el tribunal diocesano y / o ante la encargado de recoger la documentación y el histoCongregación para las Causas de los Santos; rial clínico, hacerlo valorar de uno o más peritos
defiende personalmente o por medio de otros los médicos y, en base a las relaciones de estos peritos,
intereses de la misma; y colabora con la autoridad solicitar o no la apertura del "Proceso sobre el
eclesiástica en la búsqueda de la verdad".
Milagro", que de ir bien abre el camino a la
Las Órdenes religiosas y los institutos de vida Beatificación.
consagrada pueden nombrar un Postulador
General para todas las Causas de dichas
Congregaciones. Este Postulador General tiene su
sede oficial en Roma y es el encargado de llevar
todos los trámites de las relativas Causas ante la
Congregación. Finalizada la encuesta diocesana, la
Causa viene transferida a Roma.
Al Vicepostulador corresponde: cuidar de la
tumba o altar del Siervo de Dios y de su embellecimiento u ornamentación, así como de los objetos
usados o pertenecientes al Siervo de Dios y de sus
reliquias; examinar previamente la vida y la obra
del candidato a la canonización, de valorar y sopesar la consistencia de la fama de santidad del
mismo y examinar la relevancia eclesial de la
71
El Padre Serafín de Ausejo con el Padre Jesús de Lorido
en el Vaticano, Roma.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
La huella
de
Fray Leopoldo
Fray Leopoldo de Alpandeire gozaba, ya en vida, de fama de santidad. No dejó indiferente a
ninguno de los que le conocieron ya que pudieron ver en él a un fiel seguidor de Jesucristo.
Existen en el archivo de la vicepostulación innumerables testimonios de personas que conocieron, convivieron y trataron a Fray Leopoldo. En estas páginas reproducimos algunas de las anécdotas más interesantes que dejaron escritas en su momento los amigos y las personas que se cruzaron en la vida de este capuchino, entre ellos el Padre Benito de Íllora; el médico del Convento
de Granada, Alberto Capilla; el mandadero Juan Martín; el sacristán Zacarías Martínez; su
sobrino Diego Márquez o el que fuera Guardián del convento, Manuel de Pedrera.
Testimonios de amigos, personas y compañeros que convivieron con ‘su santidad’
FRAY BENITO DE ILLORA, SU CONFESOR ESPIRITUAL
El Padre Benito de Illora convivió con Fray Leopoldo de Alpandeire más de treinta años.
Conoció al humilde limosnero cuando lo veía pedir limosna por las calles de Illora, su pueblo.
Luego lo conoció siendo estudiante capuchino y después muchos años en la Orden.
El Padre Benito recuerda que, ejerciendo su cargo de limosnero del Convento, Fray Leopoldo
sufrió muchas veces injurias, burlas e improperios, pero asegura que, generalmente, le respetaban y la gente buena le recibía bien. Cuenta, que una vez, en una fábrica de Pinos Puente, los
obreros, al verle, comenzaron a injuriarle y a blasfemar. Fray Leopoldo se acercó con serenidad
y energía y les dijo: “Yo soy fraile, podéis injuriarme y decirme lo que queráis, pero a Dios, no:
No pronunciéis su nombre si no es para bendecirlo y alabarlo”. Cuando llegaba al convento siempre ocultaba
que le hubieran insultado.
El Padre Benito asegura que toda la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire fue una prueba continua de su
amor para con Dios. “Todo lo hacía por este amor y en todos los momentos de su vida. También tuvo esta caridad sobrenatural para con el prójimo, ya que se interesaba de modo sobrenatural por sus problemas, sus penas
y sus necesidades, y aprovechaba cualquier circunstancia para mover al prójimo a la oración y a la confianza
en el Señor”.
Al Padre Benito le consta también que Fray Leopoldo se esforzaba y se sacrificaba por ayudar en lo posible
a los hermanos jóvenes dedicados al estudio. En su cargo de limosnero pedía las cosas que veía que le podían
hacer falta a estos hermanos. También les ayudaba con sus consejos. De hecho, el Superior, conociendo la virtud de Fray Leopoldo, lo enviaba con los estudiantes para enseñarles a tener gran estima y a cumplir escrupulosamente la Santa Regla. Además, Fray Leopoldo era un fraile muy laborioso y trabajador ya que -muchas
veces- aunque no le tocara, hacía trabajos como limpiar una celda, ayudar al cocinero…
72
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Fray Leopoldo, cuenta el Padre Benito, procuró en la medida de sus posibilidades el consuelo, la salud del
prójimo. A veces, le socorría con algún dinero de sus limosnas recogidas con la licencia del superior. A Fray
Leopoldo le pedían sobre todo oraciones. El Siervo de Dios ofrecía enseguida la devoción de las tres Ave
Marías. Las rezaba con la persona o con la familia que le pedía sus oraciones. Muchas veces, volvían para darle
las gracias y él siempre respondía humildemente: “Cosas de Dios, cosas de Dios, dale gracias a Dios que se lo
ha concedido”.
Fray Leopoldo tenía mucha devoción por el Ángelus. Y llegado el momento lo rezaba con caridad y discreción donde estuviese. Si estaba en una tienda, les decía a los que hubiera allí: "El toque del Ave María, ¿quieren que lo recemos?". Y le solían decir que sí.
Con los hermanos enfermos siempre tuvo mucha caridad. El Padre
Benito recuerda el caso de un hermano, de Écija, que tenía peritonitis.
Le asistía Fray Leopoldo en el Hospital de San Juan de Dios. El enfermo
pedía el Viático, pero tenía continuos vómitos y el capellán no juzgaba
prudente dar al enfermo el viático. El enfermo insistía, e intercedía Fray
Leopoldo en vano. Al fin, Fray Leopoldo le dijo al capellán: “Deje que
tome el viático, que si después lo arroja, aquí estoy yo para tomarlo…”.
El capellán hizo caso y dio de comulgar al enfermo. El enfermo enseguida se puso a dar gracias a Dios y pasados diez minutos falleció santamente sin haber vomitado el Viático.
Fray Leopoldo, cuenta
el Padre Benito, procuró en la medida de sus
posibilidades el consuelo, la salud del prójimo.
Fray Leopoldo ponía gran interés en cumplir la Santa Regla y no pidió nunca dispensa acerca del calzado o
el vestido. De hecho, cuando llegaba el invierno, a Fray Leopoldo se le llenaban los pies de llagas y los hermanos querían que fuera calzado, pero él decía: "Padre, es muy molesto llevar calcetines. Luego se rompen por el
talón y por la punta y no tiene uno quien se los cosa". No los calzó nunca. A veces sí usó alpargatas de paño
o botas de paño porque se lo mandó el superior, pero por temporadas muy cortas.
EZEQUIEL VALVERDE, CONOCIDO DEL FRAILE
Ezequiel Valverde conoció a Fray Leopoldo porque con su madre y sus hermanos frecuentaba la iglesia de
los capuchinos de Granada y, además, Fray Leopoldo iba a pedir limosna a su casa. Ezequiel tuvo la suerte de
poder ir a ver a Fray Leopoldo varias veces en su última enfermedad y asegura que siempre lo vio apacible,
amable, sonriente y conforme a la Voluntad de Dios. “Su comportamiento ante la enfermedad fue maravilloso”, explicaba Ezequiel. “Siempre, cuando llegaba alguien a visitarle, lo primero que hacía era preguntarle por
su salud y por la de sus familiares”.
Ezequiel ha destacado alguna vez de Fray Leopoldo su amor a la Orden y a su Regla. Le oyó decir muchas
veces que si él no hubiera sido capuchino hubiera sido al menos terciario. Ese amor a su Regla lo mantuvo
hasta su muerte. Fray Leopoldo vivió heroicamente la virtud de la Esperanza. Sobre todo se notaba en su
heroica paciencia ante la enfermedad y aflicciones, ya que nunca tuvo un gesto duro y nunca se quejó. Cuando
se le preguntaba cómo estaba, él respondía: “Estoy bien, estoy bien”. Y si se le decía, pero cómo dice estar bien
si está muy mal. Él respondía: “Estando como Dios quiere, estamos bien”.
ALBERTO CAPILLA, MÉDICO DEL CONVENTO
Alberto Capilla Guirado fue durante muchos años el médico del convento de los capuchinos de Granada, por lo que trató en varias ocasiones a Fray Leopoldo de Alpandeire.
Alberto oyó contar a José Sánchez de Molina que un día entró Fray Leopoldo en el café
suizo, se acercó a una mesa a pedir limosna y uno de los señores de la mesa le insultó, le
golpeó y le tiró al suelo. Fray Leopoldo se levantó del suelo y, con humildad, le dijo: “Ya
me has pegado y me has tirado al suelo, ahora dame una limosna para mi convento, ¡por
amor de Dios!”.
Este médico también cuenta que, en una ocasión, su mujer, que estaba embarazada, tuvo la tosferina y le
producía muchas molestias, tenía edemas incluso en los ojos de los esfuerzos de la tos. Su mujer y su suegra
73
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
fueron entonces al convento para rogar a Fray Leopoldo que intercediera por la enferma y le dieron alguna
limosna.
Capilla asegura que los dolores que debió pasar Fray Leopoldo son incalculables. Ya en los últimos años de
vida, Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur y cuando este médico le reconoció encontró además un
colapso de recto. "Creo que humanamente pensando debió sufrir muchos dolores y molestias con aquella
enfermedad, que debía datar de muchísimo tiempo", pero Fray Leopoldo siempre dijo: "Estoy como Dios quiere, y no se quejaba". En su ministerio de limosnero tenía que andar mucho y subir y bajar escaleras. Podía tener
incluso más dolor al sentarse, así que a veces comía de pie. Esta dolencia la tenía Fray Leopoldo desde hacía
mucho tiempo ya que los hermanos habían visto en el suelo del convento, y desde hacía tiempo, gotas de sangre, que eran de Fray Leopoldo. A Alberto Capilla le consta también que padeció insuficiencia circulatoria en
ambas piernas. Por eso se les enfriaban mucho y se le ponían moradas. Tuvo también una bronconeumonía
durante la fractura de fémur y ya en su último año sufrió trastornos de orina, con lo que sufrió muchísimos
dolores. Capilla cuenta también la pena que le causaba verse desnudo ante otras personas y solía decir: "Como
Nuestro Señor, como Nuestro Señor".
Este médico cuenta que la devoción de Fray Leopoldo a la Sagrada
Eucaristía era muy grande. Capilla visitaba frecuentemente el convento y
Capilla asegura que los
muchas veces se iba al coro a rezar tranquilamente y allí se encontraba a
dolores y molestias que
Fray Leopoldo, arrodillado frente al Altar Mayor haciendo oración.
debió pasar Fray
También apunta Capilla que Fray Leopoldo, durante sus visitas para pedir
Leopoldo son
limosna, visitaba en las distintas iglesias a Jesús Sacramentado. Una vez le
incalculables.
contó el organista de los jesuitas que estando él con un sacerdote haciendo la visita al Señor, vieron a Fray Leopoldo delante suya arrodillado rezando ante el sagrario. De improviso, aquel sacerdote dijo al organista: "Fray Leopoldo no está en el suelo, está
de rodillas en el aire".Y salió poco después de la iglesia algo turbado diciendo: "yo con estas cosas sobrenaturales…"
EMILIO GONZÁLEZ, TERCIARIO CAPUCHINO
Emilio González tuvo trato frecuente con Fray Leopoldo por ser terciario capuchino. Lo veía en el convento y también en su casa porque iba a allí a pedir limosna. Escuchó de Fray Leopoldo que el diablo le tentó
desde que decidió hacerse religioso. "Desde que llegamos a Ronda para tomar el tren -Alpandeire no tiene
estación- el diablo comenzó a tentarme. Mis padres lloraban al despedirme. Un señor que pasaba por allí
comenzó a decirle que si no le daba pena dejar a sus padres ya ancianos para marchar al convento. Al final,
terminó bendiciendo a Dios porque lo llamaba por aquel camino, y le dijo que con sus padres quedaban otros
hermanos, que no se preocupara…
Fray Leopoldo sufrió muchas veces injurias e insultos como limosnero. Cuando ya era anciano y no podía
salir a pedir limosna, el superior designó a jóvenes para que fueran a pedirla. Fueron una vez a Maracena. Allí
les insultaron y se burlaron de ellos. Así que cogieron el primer tranvía que pasó y regresaron al convento. En
la portería se encontraron a Fray Leopoldo, que extrañado les preguntó: "¿Cómo vuelven tan pronto?". Le contaron todo lo sucedido y Fray Leopoldo les dijo: "Eso no es nada. A mí me apedreaban, entonces comenzaba
a pasar las cuentas del rosario. Y si las piedras llegaban muy cerca, me ponía de rodillas, en cruz, en medio de
la calle…"
Fray Leopoldo siempre tenía conciencia de la presencia de Dios. Tenía el nombre de Dios en su boca, "alabado sea Dios", "bendito sea el nombre de Dios". Emilio cuenta que para Fray Leopoldo lo más grande era lo
referido al culto divino y a la Casa de Dios. Cuando pasaba delante de una
iglesia, si estaba cerrada, se volvía mirando de cara a la puerta y allí hacía
En las procesiones,
su reverencia. Durante algún tiempo, Fray Leopoldo estuvo encargado de
Fray Leopoldo solía
la sacristía, tenía gran cuidado con todas las cosas del altar y del culto, y
llevar
el incensario y
cuidaba con esmero de la lámpara del sagrario, incluso se levantaba por la
nunca volvía la espalda
noche para ver si hacía falta encenderla. En las procesiones eucarísticas,
al Santísimo.
Fray Leopoldo solía llevar el incensario y nunca volvía la espalda al
Santísimo.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Cuenta Emilio que Fray Leopoldo tenía gran respeto a los sacerdotes, obispos y al Papa. En tiempos de la
República, en un sermón en la Catedral predicado por el Padre Payan dijo de Fray Leopoldo: "Tenemos un
santo andando por las calles. Cuando yo venía ahora para la iglesia, un sacerdote se dirigía al Palacio
Arzobispal. Pasaba por la plaza Fray Leopoldo. Vio al sacerdote y se apresuró para alcanzarlo. En la misma escalera de la Curia le dio alcance. El sacerdote le preguntó: “¿Quiere usted algo Fray Leopoldo?”. “Solamente
venía a besarle la mano”, le contestó el Siervo de Dios.
Tenía gran respeto por los superiores y no hacía nada sin su permiso. Antes de comenzar sus trabajos le pedía
su bendición. A veces, por su cargo de limosnero llegaba tarde al comedor, entonces, en medio del comedor
se arrodillaba frente al superior y con mucha veneración pedía su bendición.
Fray Leopoldo sufría cuando tenía que salir a la calle vestido de paisano, sin su hábito. Pero en tiempos de
la república, su superior le obligó a hacerlo e incluso a quitarse la barba. El comentario de Fray Leopoldo al
enterarse de las atrocidades de los revolucionarios era "el diablo anda suelto"... y al presentarse penas y dificultades decía: "estos son regalitos que nos manda el Señor". Cuenta Emilio que Fray Leopoldo le aconsejaba
humildemente: "¿Para qué se preocupa Don Emilio? Lo único que de verdad nos interesa es salvarnos. Lo
demás no vale nada", le decía.
JUAN MARTÍN, MANDADERO DEL CONVENTO
Fray Leopoldo le tenía verdadero odio al pecado y, en lo posible, procuraba que se evitaran. Así, Juan Martín, que fue durante años mandadero
del convento de Granada, asegura que lo vio muchas veces cortando murmuraciones y críticas y cuando veía que alguna cosa no estaba en orden,
con caridad y prudencia manifestaba su disconformidad y si era posible
aconsejaba lo conveniente. También tuvo verdadero odio a las blasfemias.
Juan Martín recuerda una vez que oyó blasfemar a un hombre porque se le
había atascado su carro y las mulas no podían tirar del él. Fray Leopoldo se
acercó y le dijo que no ofendiera al Señor. Fray Leopoldo animó a las bestias, las calmó y al poco tiempo el carro salió con tal facilidad que causó la
extrañeza del hombre.
Juan cuenta que una vez cuando salía del convento, encontró en la puerta a una señora que le preguntó por
Fray Leopoldo. Le contestó que ya no volvería hasta la noche. Aquella mujer que iba acompañada de una niña
de diez años, le refirió su caso. Resultó que tenía una sobrina mayor, de 14 años, y que no había crecido a causa
de una enfermedad. Un día vio pasar a Fray Leopoldo y le rogó que subiera a ver a la niña. Fray Leopoldo se
compadeció, puso el cordón sobre la cama, y rezó con la familia tres Ave María. La niña se puso buena pronto, mientras los médicos le habían dicho que no podían hacer nada más para mejorar su salud. Recordando
aquella curación, volvía la señora con otra niña para que intercediera Fray Leopoldo por ella. La buena mujer
esperó en el recibidor hasta la noche a Fray Leopoldo porque había hecho un viaje en tranvía desde un pueblo y no quería volver sin ver a Fray Leopoldo.
ZACARÍAS MARTÍNEZ, SACRISTÁN DEL CONVENTO
Zacarías Martínez era el sacristán del convento de los Capuchinos de Granada y encargado de la capilla de la Adoración Nocturna cuando Fray Leopoldo vivió en la ciudad de
los cármenes. Zacarías recuerda que por 1910 los alrededores del monumento a la
Inmaculada en la plaza del triunfo estaban muy descuidados de modo que Fray Leopoldo
fue a visitar al alcalde para rogarle que ordenara el arreglo de los jardines del pie de la estatua y que se buscara un ángel en mármol blanco para colocarlo en la base del monumento
junto a otros tres que ya había. El alcalde no sólo arregló los jardines sino que mandó colocar una verja de hierro con farolas alrededor del monumento.
Zacarías también recuerda que una vez fue atropellado por un coche. Fray Leopoldo a pesar de estar muy
ajetreado iba todos los días a verlo, por la mañana y por la tarde, y le solía llevar alguna cosa que sabía que le
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
agradaría. El atropello fue el 15 de noviembre de 1948 y Fray Leopoldo le decía: "Para el día de la Inmaculada
estarás en el convento”. Así sucedió, los médicos le dijeron que seguro que había hecho alguna trampa con
algún santo para sanar en tan breve plazo.
Fray Leopoldo hacía mucha oración por los bienhechores. Cuando iba a alguna casa a pedir limosna y veía
que se acercaba a ella también otro religioso o algún mendigo, él se retiraba y no llegaba a la casa para no perjudicar a otros necesitados. Zacarías cuenta que una vez que él mismo acompañaba a Fray Leopoldo una señora intentó darle 50 pesetas, que entonces tenían mucho valor, y Fray Leopoldo le dijo: "Señora, usted no puede
darme esta limosna, es demasiado para usted". Y solo aceptó de aquella señora 2 pesetas.
Zacarías afirma que, allá por 1920, hubo en el convento un Padre que
sintió que había perdido la vocación e intentó salirse de la Orden. Antes
Zacarías cuenta que
de que se marchara, Fray Leopoldo lo llevó al refectorio y allí mismo habló
Fray Leopoldo
con él y lo aconsejó para que no se saliera de la Orden, y que si quería salir
entregaba todo lo que
que estuviese unos días en su casa pero que luego volviera al convento. Se
la gente y amigos le
fue a su casa el Padre y a los ocho o diez días volvió al convento y Fray
regalaba.
Leopoldo dio muchas gracias a Dios y pidió al Señor que si había de pensar nuevamente en salirse, se lo llevara antes al Cielo. Seis u ocho días más
tarde moría el padre santamente. Falleció en la noche de navidad mientras se cantaba el Gloria de la Misa.
Zacarías tuvo la oportunidad de acompañar alguna vez a Fray Leopoldo a pedir limosna. Una vez llegaron a
la casa de un señor de mucho relieve social. La criada abrió la puerta y le preguntamos por el dueño. Pudimos
darnos cuenta por un espejo en la pared que el dueño le hacía gestos con la mano diciéndole que no. La criada entonces dijo que no estaba y nos marchamos. Al salir, Fray Leopoldo, refiriéndose a la muchacha dijo:
"Pobrecita ella que no ha hecho más que cumplir lo que le han mandado".
En otra ocasión, fue una señora a ver a Fray Leopoldo y le dijo que iba a pedirle sus oraciones porque le habían dicho que era un santo. Inmediatamente, Fray Leopoldo quedó confundido y le dijo: "Señora, señora, eso
es ofender a Dios. Están muy equivocados. Yo no soy un santo, soy un pecador".
Zacarías presenció una vez que acabado de llegar Fray Leopoldo de cumplir su ministerio, otro religioso
comenzó a insultarle muy duramente y repetidamente porque creía que Fray Leopoldo lo había denunciado al
superior por una falta que había cometido. Así las cosa, se presentó el padre Calixto de Goizueta, ya mayor, y
le dijo al que insultaba que dejara tranquilo a ese pobre viejo: "¡No ha sido él el que te ha acusado al superior,
he sido yo!", gritó. Fray Leopoldo al ver que el padre se había sobresaltado le dijo: "No se excite, padre, que
puede ser perjudicial. No tiene importancia". Acto seguido, Fray Leopoldo alabó las cualidades del religioso
que lo había insultado y destacó que era muy trabajador y muy listo.
Zacarías cuenta que Fray Leopoldo entregaba todo lo que la gente le regalaba. Algunas veces le daban chocolate y Fray Leopoldo se lo daba al padre guardián para que lo diera a la comunidad. A veces, el guardián le
decía que se lo quedase y entonces Fray Leopoldo se lo dejaba en el cajón de algún padre que estuviese enfermo o delicado.
MANUEL PEDRERA, GUARDIÁN DEL CONVENTO
Manuel Pedrera fue el Guardián del convento de los Capuchinos de
Granada viviendo Fray Leopoldo. Convivió con Fray Leopoldo durante los
últimos cuatro años de vida del humilde limosnero, aunque lo conocía de
antes. Pedrera cuenta que Fray Leopoldo era un hombre virtuoso y que destacaba sobre todo por su humildad y su sencillez. Cuenta que una noche,
el superior le dijo lo esperase en la puerta del coro porque tenía que darle
un recado. El superior se olvidó y Fray Leopoldo se quedó toda la noche
esperando en la puerta del coro. A la mañana siguiente, todos se extrañaron al verle allí, cuando el superior se acordó, se excusó ante Fray
Leopoldo, lleno de admiración.
También cuenta que una vez se le estropeó el reloj con el que despertaba a la comunidad. El superior, enton-
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
ces, le pidió que no volviera al convento sin un reloj. Ante aquella orden, Fray Leopoldo -muy apurado- acudió a los padres de la Compañía de Jesús. El superior le recibió con alegría y al saber su problema le dio para
la comunidad un reloj de mesa de bastante valor. Fray Leopoldo lo llevó al convento y el superior de los capuchinos, sorprendido y pensando que era un reloj de mucho valor, le dijo que lo devolviera. Sin replicar, Fray
Leopoldo emprendió de nuevo el camino para devolver el reloj, pero el rector no se lo quiso admitir y tuvo
que volver con él al convento.
Manuel de Pedrera estaba presente el día en que Fray Leopoldo sufrió una fractura de fémur. Estando con el
padre Salvador de Montefrío llegaron dos señores que traían a Fray Leopoldo en su coche. Ante la indecisión
sobre lo que sería más conveniente hacer, determinaron no bajarlo del
coche. Pedrera subió al coche con él y con su cabeza recostada en su homSu cama eran dos
bro fueron a al sanatorio de Nuestra Señora de la Salud. Fue entonces
banquillos, tres tablas y
cuando descubrieron que se había roto el fémur. Durante esta dolencia,
un jergón vegetal, y
Manuel cuenta que todos quedaron admirados de su virtud, al soportarla
una cruz sobre la
en su lecho sin una queja y dando ejemplo de piedad y de fortaleza cristiacabecera.
na. Durante el mes que estuvo ingresado en el sanatorio lo iban a visitar
muchísimas personas y le llevaban regalos. El Siervo de Dios daba a todos
las gracias y siempre decía que no merecía todas esas atenciones.
La habitación donde pasó muchas horas de descanso Fray Leopoldo era -según Manuel de Pedrera- una
celda orientada hacia el noreste, fría y casi sin sol, con una ventana sobre un tejadillo. Su cama eran dos banquillos, tres tablas y un jergón vegetal. Completaban los muebles de la celda una vieja mesilla, un banquillo
de madera y sobre la mesa unos libros muy usados de piedad y un ejemplar de la Santa Regla. En las paredes,
una cruz a la cabecera de la cama y sobre la mesa unas pobres imágenes de la Divina Pastora y de San Francisco
de Asís.
Manuel de Pedrera asegura que Fray Leopoldo tenía el don de profecía sobrenatural, especialmente respecto a la salud de no pocos enfermos. En algunos casos, al pedirle oraciones por la salud de algún enfermo rezaba las tres Ave Marías y decía “Tengan mucha confianza en el Señor; verán como el Señor hace que mejore
el enfermo”. Otras veces, decía: “Hay que conformarse siempre con lo que el Señor dispone, hay que conformarse con la voluntad de Dios”. “En el primer caso, cuenta Pedrera, era seguro que el enfermo sanaba; en el
segundo, podía contarse con lo peor. Era cosa segura”.
DIEGO MARTÍNEZ, SOBRINO DE FRAY LEOPOLDO
Diego Márquez es sobrino de Fray Leopoldo, hijo de un hermano suyo. También cuenta anécdotas referidas
al don sobrenatural de la profecía. De hecho, afirma que el 26 de mayo de 1946 fue sorprendido por hombres
fuera de la ley, que estaban merodeando por la sierra. Le dieron un sobresalto y estaba oscureciendo. A la
mañana siguiente fue al convento y al verle, Fray Leopoldo le dijo “¿Qué te pasa sobrino, qué te pasa?”. Se lo
contó y Fray Leopoldo le dijo que no había podido pegar ojo esa noche pensando que le había ocurrido algo a
su familia. También dice que una vez, en la sacristía del convento, guardando los ornamentos de la misa y el
cáliz estaba allí un niño, que luego fue Fray Diego de Benalúa, y Fray Leopoldo le dijo: “Aprende para que sepas
hacerlo cuando seas sacerdote”.
77
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO AYUDÓ A UN
HERMANO A SER MÁS FELIZ EN SU ANCIANIDAD
iempre los franciscanos han querido e intentado ser fieles imitadores de su fundador San
Francisco, aun en aquellas cosas más insignificantes de las que se cuentan en su vida. Una
vez para aliviar el hambre de uno de sus compañeros, que deliraba en altas horas de la noche,
al parecer por esa natural necesidad, no obstante la hora, ordenó que todos los frailes se reunieran
de nuevo para la cena pudiendo así satisfacer a aquél, sin que nadie se diera cuenta de su natural
deseo.
s
ambién en la vida de Fray Leopoldo de AIpandeire se dio el caso de que uno de sus compañeros en la comunidad, se quejaba frecuentemente, ya en su ancianidad, de horribles dolores de muelas y de cabeza. No encontraba mejor remedio a sus males sino con una copita de
anís, que pedía inocentemente como si de una pastilla de aspirina se tratase. Como este específico,
naturalmente, no figuraba en el botiquín del convento, siempre Fray Leopoldo se desalentaba al no
poder atenderlo. Por otra parte, consideraba que al tratarse, según él, de un artículo de lujo por no
ser necesario, no se debía solicitar al Superior. Pero porque su caridad era grande, supo ingeniársela
de forma que, sin menoscabo de la economía de la casa, el hermano pudiera tener su apetecido remedio. Sucedía que muchas veces, visitando las casas para pedir la limosna, en algunas de ellas, por estar
celebrándose una fiesta doméstica, se le invitaba espontáneamente y con gusto a unirse a la celebración ofreciéndole una copita de anís. Y halló aquí la solución de aquel caso que tanto le dolía. "Mire
usted -solía decir con cierta vergüenza y premiosidad - yo no puedo beber, no me cae bien... Pero
tenemos en casa un hermanito anciano que sufre mucho con las muelas y siente alivio cuando toma
una copita de este licor. Si usted quiere, yo me llevaría algo para él". Y de su alforja sacaba una pequeña botellita que, sin duda, siempre se la llenaban. De este modo, aquel hermanito gracias a la caridad de Fray Leopoldo pudo sobrellevar con mayor optimismo los achaques de sus últimos días.
t
En alabanza de Cristo y del caritativo Francisco. Amén.
florecillas
de
Fray Leopoldo
78
el pueblo con
Fray Leopoldo
A los cuatro años de la muerte de Fray
Leopoldo, su devoción era ya casi impensable. Como
demuestra la fotografía en blanco y negro, a finales de los años
60, miles de personas visitaban la cripta del humilde limosnero. La imagen superior
refleja que 50 años más tarde la devoción aún es mayor. Hoy por hoy, la devoción a
Fray Leopoldo supera fronteras, como puede comprobarse en las visitas a su página
web: www.frayleopoldo.org
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Propagandistas de
CUADRO DE HONOR
Fueron muchos los hermanos que convivieron y compartieron su vida con 'su santidad'
Fray Leopoldo de Alpandeire durante los años en los que desarrolló su labor social en
Granada y en su Málaga de origen. Todos estos hermanos, superiores provinciales y locales
-muchos de ellos-, han dejado sus testimonios, vivencias y experiencias vividas con el
humilde limosnero en una larga lista de escritos que por motivos de espacio sería imposible
reproducirla de forma íntegra. Dichos escritos se encuentran en la actualidad en el Archivo
Provincial de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía y en la Vicepostulación de
Fray Leopoldo de Alpandeire.
De entre todos estos escritores y propagandistas de la figura del frailecillo, hoy por hoy a
las puertas de convertirse en Santo, habría que destacar un total de seis hermanos que formarían parte de un cuadro de honor:
FRAY ESTEBAN DE PUENTE GENIL
Fue el primer biógrafo de Fray Leopoldo, promotor y creador del boletín que cada dos
meses se publica en El Adalid Seráfico y, sin duda alguna, el gran propagandista de la
figura del humilde limosnero. Con su entusiasmo por el espíritu franciscano capuchino
y con su popularidad alcanzada como orador se convirtió en el mejor predicador de
Andalucía durante los años 60. Con sus predicaciones y sus escritos en El Adalid
Seráfico -en un sección muy aplaudida y comentada, Perfil Seráfico- dio a conocer de
una forma extraordinaria la figura de Fray Leopoldo.
FRAY ÁNGEL DE LEÓN
Autor del libro ‘Mendigo por Dios, vida de Fray Leopoldo de Alpandeire’. El Padre
Ángel sintetizó en el título lo que fue en realidad el hermano: imitador de Cristo y de
María Virgen, y tal como san Francisco de Asís los presenta en la Carta que dirigiera a
todos los fieles: “Siendo Él (Cristo) sobremanera rico, quiso, junto con la bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza” (2Ctaf 6).
Paralelamente a su labor como Vicepostulador -fue el primero- también suya fue la
idea y realización, con un equipo de seglares comprometidos en el empeño, del Hogar Fray Leopoldo, la
Residencia de ancianos, que continúa la acción caritativa del Hermano de Alpandeire.
FRAY JUSTO DE BERJA
En la década de los 70 fue responsable de El Adalid Seráfico consolidando todo un
equipo de corresponsales repartidos por toda la geografía nacional. Durante sus años
como director de la publicación y gracias a el Boletín de Fray Leopoldo el número de
suscriptores creció de forma considerable. Un hermano con gran experiencia misionera
en la República Dominicana, animador de masas y gran entusiasta de la figura de Fray
Leopoldo. Con sus escritos a los corresponsales de El Adalid Seráfico hizo posible que
se multiplicase por miles los devotos de Fray Leopoldo.
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FL
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
ray eopoldo
FRAY MARIANO IBÁÑEZ VELÁZQUEZ
Ocupó el cargo de Ministro Provincial durante los años de máximo esplendor de la
difusión de Fray Leopoldo. Con el Padre Ángel de León constituyó la Fundación con
miras a la creación de una obra social destinada a la atención de las personas mayores,
especialmente los más necesitados. Con él realizó diversas gestiones para que Roma ayudase con los fondos destinados a la Causa de Beatificación y Canonización de Fray
Leopoldo a la construcción del Hogar para ancianos de Granada, animándole siempre
en su labor de Vicepostulador.
FRAY DAMIÁN DE LA RAMBLA
Conoció en vida a Fray Leopoldo durante su periodo de noviciado en el convento de
Granada. A través de su papel como corresponsal de El Adalid Seráfico y de sus correrías como limosnero contribuyó a difundir por todos los pueblos de Andalucía la labor
social y religiosa realizada por nuestro Hermano Capuchino.
Sin duda alguna, ha sido el fraile que más estampitas ha repartido de Fray Leopoldo y
gracias a su mensaje lleno de entusiasmo ha hecho posible que se multiplicara el número de sus devotos, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria.
FRAY ALEJANDRO DE MÁLAGA
Fue el enfermero de la residencia granadina de los capuchinos cuando Fray Leopoldo
sufrió el accidente -se cayó por unas escaleras- y se fracturó el fémur. Fray Alejandro de
Málaga es escritor, un fino poeta, que dedicó varios poemas al humilde limosnero. Pero
también fue el primero en esculpir su figura en una pequeña estatua, cuando acababa
de morir nuestro hermano, siendo ésta una de las primeras referencias artísticas e iconográficas de Fray Leopoldo de Alpandeire.
CARMEN MORALES
Fue una gran devota de Fray Leopoldo. Desde la muerte del humilde fraile se dedicó
con gran entusiasmo a propagar su figura como santo vendiendo estampitas, reliquias,
rosarios… los días 9 de cada mes y los domingos antes y después de la misa que se celebra en la iglesia de capuchinos. Gracias a esta mujer, en 1971 tuvo inicio la tienda que
hoy forma parte del Museo ubicado junto al convento de los capuchinos en Granada.
Carmen Morales ha sido la más entusiasta mujer y una de las que más ha trabajado por
la causa de Fray Leopoldo.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Propagandistas de
FL
ray eopoldo
A continuación reproducimos una lista de hermanos fallecidos que con sus entusiastas descripciones, escritos y obras, especialmente publicados en El Adalid, han contribuido a difundir de forma universal la figura de Fray Leopoldo. Por motivos de espacio sería imposible reproducir esta larga lista de
poesías, artículos... Toda esta documentación se encuentra en la actualidad en el Archivo de la
Vicepostulación de Fray Leopoldo de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía.
Fray Félix de Lopera
Fray Joaquín de Antequera
Fray Jacinto de Chucena
Fray Claudio de Trigueros
Fray Jerónimo de Málaga
Fray Faustino de Sanlúcar
Fray Romualdo Galdácano
Fray Marcelo de C. del Río
Fray Juan B. de Ardales
Fray Joaquín de Antequera
Fray Diego de Valencina
Fray Silvestre de Melilla
Fray Rafael M. de Antequera Fray Julián de Montefrío
Fray Luis A. de Sevilla
Fray Andrés de Málaga
Fray Sebastián de Ubrique
Fray Buenaventura de C. Vega Fray Pastor de Cañas
Fray Salvador de Montefrío
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Fray J.Mª de Pozoblanco
Fray Agustín de Antequera
Fray Diego de Guadix
Fray Fco. J. de Villanueva
El Excelentísimo
Ayuntamiento de Granada,
con ocasión del cincuentenario de la
muerte de Fray Lepoldo,
nombró Hijo Adoptivo
de la Ciudad
al popular frailecillo limosnero
de la Orden Capuchina
23 de junio de 2006
HORARIO DE VISITAS A LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDO
TODOS LOS DIAS DE 9:30 A 13:15 HORAS Y
DE 16:30 A 20:00 HORAS
MISAS EN LA CRIPTA DE FRAY LEOPOLDO
TODOS LOS DIAS, A LAS 8 Y 9 DE LA MAÑANA, EXCEPTO
DOMINGOS, FESTIVOS Y EL DIA 10 DE CADA MES.
LOS DIAS 9 EL HORARIO DE MISAS ES EL SIGUIENTE:
8, 9:30, 10:30, 12:00, 19:00 Y 20:00
A LOS GRUPOS QUE DESEEN VISITAR SU TUMBA Y A LOS
QUE ORGANIZAN ESTAS PEREGRINACIONES
Para atenderles como merecen y para que su visita termine con una oración común
dentro de la cripta donde está la tumba del siervo de Dios, avisen con tiempo el día
y la hora, lo más aproximada posible, de su llegada así como el lugar de donde vienen. Llamen para ello a uno de estos teléfonos:
958 202317 - 958 275352
www.frayleopoldo.org
Fueron con otros de los primeros trabajadores de la Tienda Propaganda Fray
Leopoldo.
(Avda. Divina Pastora, 11. Granada).
José Antonio Navarro Muñoz y Juan
Manuel Navarro Muñoz.
Desde estas líneas, gracias por el trabajo
desempeñado durante todos estos años.
Para venta de libros, medallas, almanaques,
estampas, vídeos, rosarios, etc.
Telf.: 958 275352
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO INTERCEDIÓ
POR SUS PERSEGUIDORES
na de las bienaventuranzas evangélicas dice "Bienaventurados los perseguidos por el nombre
de Cristo porque su recompensa será grande en el reino de los cielos". San Francisco de Asís
acepta y recibe para su vida y la de sus frailes este lema poniendo la perfecta alegría en saber
soportar con paciencia, sin alterarse y sin murmurar las injurias, crueldades y rechazos.
u
e
l ambiente creado en Granada, a raíz de la instauración de la segunda república en España,
no era nada favorable ni a la religión ni a los que por su condición de religiosos se mostraban ante el mundo en lo que era. Fray Leopoldo en circunstancias tales toma, en cierta ocasión, uno de los tranvías de cercanía. No creía que su presencia podía ser provocativa para ciertos
elementos, quienes apenas lo vieron la emprende contra él diciéndole: "So vago, a trabajar". Como
si con él no fuera, seguía en su asiento desgranando las cuentas de su rosario. Tan indignante llegó a
resultar el escarnio, que el cobrador solicita la intervención de la guardia municipal, que obliga a los
perturbadores abandonen el tranvía, a lo que se resisten. Sólo entonces se oye la voz de Fray
Leopoldo para interceder ante aquellas fuerzas del orden público por sus ofensores, lo que, no cabe
duda, desconcertaría a aquellos revolucionarios de tan cortas miras.
En alabanza de Cristo y de su pacientísimo siervo Francisco. Amén.
las
l
i
c
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flor e
d
ldo
o
p
Leo
y
a
Fr
88
La Granada de
Fray Leopoldo
INICIOS DEL SIGLO XX.
Antigua vista de la zona del Triunfo en Granada.
Puede verse a la derecha el Hospital Real, el antiguo convento de
Capuchinos con la huerta (que conoció Fr. Leopoldo), la antigua plaza de
toros, en esa zona, y la avenida de la parte baja que era el Camino Real
de Santa Fe. La edificación grande en primer plano era el convento de la
Merced.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
EL HOGAR-RESIDENC
UNA OBRA INSPIRADA EN
U
n animoso grupo de seglares y una representación de los
Frailes Capuchinos, aglutinados por el ejemplo de
humildad y amor al prójimo de Fray Leopoldo, se habían
constituido en Patronato de una Fundación que se marcó como
único objetivo el de brindar un hogar confortable a un centenar
de ancianos afectados por dos de las más graves dolencias de la
sociedad actual: la soledad y las dificultades económicas, la ausencia de amor y la carencia de medios. Aquel 9 de febrero de 1981
el entonces P. General de la Orden Capuchina Fr. Pascual
Rywalski, quien bendijo las instalaciones, el Vicepostulador de la
Causa Fr. Ángel de León, así como el Presidente del Patronato de
la Fundación Feliciano García, resaltaron los objetivos señalados
para un proyecto rebosante de ilusiones que se materializaba en la
que era, y sigue siendo, la única residencia-hogar de ancianos de
los Franciscanos Capuchinos en todo el mundo, una obra ubicada
físicamente en el mismo solar del antiguo convento capuchino de
Granada, apenas a unos metros de la humildísima celda del Fraile
pedigüeño, al calor amoroso de la cripta en la que reposan y se
rinde fervor a sus restos.
Aquellos objetivos se vienen cumpliendo desde la inauguración.
Calladamente, pero con una dedicación total por parte de esta
gavilla de buenos profesionales, ejemplares cristianos, y de los frailes que representan a la Orden Capuchina, la tarea emprendida se
mantiene de manera permanente para un centenar de ancianos,
procedentes a lo largo del tiempo de muy diversos puntos de
España, desde Zaragoza a Valladolid, desde Valencia a Murcia y,
por supuesto, desde todas las provincias andaluzas.
De esos casi 100 residentes, cerca de la mitad están impedidos,
aunque todos ingresaron con salud suficiente como para desarrollar una vida familiar que no les exigía, como ahora, una
asistencia tan experta como constante. Esta situación afecta
muy crudamente a los aspectos financieros de la Fundación,
pues ha sido preciso incrementar notablemente el número y
especialización del personal que con tanto mimo como entrega
atiende a los residentes. Esta situación, lógica por otra parte, se
materializa en un incremento más que notable de los costos de
mantenimiento del Hogar. La “Ley de vida” nos recuerda cada
día que aquellos primeros residentes de hace 25 años y quienes
los han sustituido, crecen en edad al tiempo que se incrementan
sus dificultades físicas. Sin embargo, los miembros de la
Fundación que rige este entrañable hogar-residencia tienen el
pleno convencimiento de que con su persistencia y la voluntad
de Dios, muy pronto será posible una residencia más amplia,
mejor dotada, aún más acogedora.
90
El cincuentenario de la fecha de la mu
recordarnos a todos una realidad en mar
cio de la Orden Capuchina. Nos referim
una obra de singular calado social surgida
diciones de los Hermanos Menores Cap
Un hogar-residencia que hubo de super
antes de ver alzados sus muros y poder
provenían de unas instalaciones ced
Capuchina] días después de la inaugurac
de febrero de 1981, con motivo del XXV
ejemplar limosnero.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
CIA FRAY LEOPOLDO,
EL ESPIRITU DEL FRAILE
uerte de nuestro Siervo de Dios viene a
rcha en la incansable vocación de servimos al Hogar-Residencia Fray Leopoldo,
a de la iniciativa, el patrocinio y las benpuchinos de la Provincia de Andalucía.
rar numerosas dificultades de todo tipo
recibir a sus primeros residentes, [que
idas provisionalmente por la Orden
ción de sus modélicas instalaciones el 9
V aniversario de la muerte del humilde y
por José Luís Kastiyo
Fundación Fray Leopoldo y Capuchinos andaluces,
unidos por una misma causa
La colaboración entre los Hermanos Menores Capuchinos de
Andalucía y la Fundación Fray Leopoldo se ha hecho cada vez
más estrecha gracias a los actos celebrados con motivo del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo de Alpandeire.
Ambas instituciones se han marcado como objetivo potenciar al
máximo la Fundación, alcanzando una proyección social con el
fin de ampliar la obra social creada gracias a los donativos de los
devotos a Fray Leopoldo.
Se trata de ofrecer respuestas para los nuevos colectivos en
situación de exclusión social, mejorando y ampliando los servicios
existentes para las personas mayores más necesitadas.
Hace ya un año que comenzó dicha colaboración entre los
Capuchinos y la Fundación Fray Leopoldo, aportando ésta última
un equipo humano maravilloso, con un cariño excepcional al
humilde frailecico, y, sobre todo, en constante actitud positiva de
cara a apoyar cualquier proyecto que suponga ampliar la cobertura de ayuda para los más desfavorecidos.
Los mayores suelen hacer a diario sesiones de gimnasia en el Hogar.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Fray Mariano Ibáñez
A la derecha: Hermanos Capuchinos
que son vocales en el Patronato de la
Fundación Fray Leopoldo; a la
izquierda: todos los patronos de la
Instituación cuyo Presidente
es Feliciano García
Aprovechamos este espacio para dar a conocer a los miembros del
Patronato y agradecerles públicamente la confianza que han depositado en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos de Andalucía.
En proyecto, un innovador centro de mayores
Fray Antonio Ruiz
Fray Rafael Pozo
Entre los actos organizados por los Capuchinos con motivo del 50
aniversario de la muerte de Fray Leopoldo cabría destacar la apertura
de un centro de servicios especializados para mayores, que se construirá en la zona del Serrallo, en Granada.
El complejo se construirá utilizando las más modernas tecnologías.
Además contará con viviendas inteligentes adaptadas al uso de las personas con discapacidad.
El centro estará dividido en zonas determinadas para responder a la
demanda de cada beneficiario, existiendo estancias individuales, de
pareja, para personas válidas y para asistidas. Tendrá también un programa de atención diurna, una zona para estancias cortas y servicios
comunes como comedor o lavandería, que servirán para apoyar los programas del Ayuntamiento o la Junta de Andalucía. Para su construcción, el Consistorio granadino ha cedido un solar de 8.000 metros cuadrados junto al Serrallo.
Fray José Antonio Márquez
Fray Francisco Luzón Garrido
Presentación del proyecto del centro en el Ayuntamiento de Granada
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Santiago Benavides
Mateo Torres
Mariano Luján
Juan Antonio Torres
José Luis Kastiyo
Francisco Benavides
Feliciano García
Antonio Robles
Francisco Pérez
Agustín Laborde. Uno de los
patronos fundadores de la
institución, hoy ya fallecido, sin
duda alguna dejó una
huella imborrable tras su
trabajo para la creación del
hogar. Asimismo, también
escribió el libro ‘Testigo de paz’,
sobre Fray Leopoldo.
Colocación de la primera piedra del Hogar Fray Leopoldo para personas mayores.
Año:1978
En la imagen aparece Fray Mariano Ibáñez, Fray Andrés de Málaga, Fray Ángel de León,
Fray Buenaventura de Cogollos Vega, Fray Salvador de Montefrío, religiosas del Rebaño
de María y seglares que constituirían luego el Patronato de la Fundación Hogar Fray
Leopoldo.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Un día para
Miles de personas rezaron el 9 de feb
L
a celebración del 50 aniversario de la
PALBRAS DE ADMIRACIÓN
muerte de Fray Leopoldo de Alpandeire
Todos los que le acompañaron en la mesa
tuvo lugar en Granada los días 8 y 9 de
febrero, y fueron presididos por el Cardenal tuvieron palabras de adhesión y exaltación de la
Saraiva, Prefecto de la Congregación de la figura de nuestro hermano: el Sr. Alcalde de
Granada,
José
Torres
Causa de los Santos. A los
Hurtado, nos comunicó que
actos acudieron miles de perLa celebración del 50 aniversario
el Bando que declara a Fray
sonas llegadas de todas partes
de la muerte de Fray Leopoldo de
Leopoldo hijo adoptivo de
de España, que guardaron
Alpandeire tuvo lugar en
Granada se había tomado por
horas de cola para rezar ante
Granada los días 8 y 9 de febrero,
unanimidad en la corporación
la tumba del Siervo de Dios.
y fueron presididos por el
municipal; la alcaldesa de
Dos de los momentos más
Cardenal Saraiva, Prefecto de la
Alpandeire, Raquel Mena señalados fueron, sin duda, el
Congregación de la Causa de los
perteneciente a IU- pidió la
sentido pregón de Tico
Santos. A los actos acudieron
pronta beatificación de su paiMedina y la entrañable confemiles de personas llegadas de
sano, ya que tratándose de él
rencia de José María Javierre.
todas partes de España, que guarno hay ideología que lo
Durante los días 8 y 9 del
daron horas de cola para rezar
supere; fray Rafael Pozo,
pasado mes de febrero, los
ante la tumba del Siervo de Dios.
comisario de los actos del cincapuchinos andaluces celeDos de los momentos más señalacuentenario, nos llenó de
braron en Granada el 50 anidos fueron, sin duda, el sentido
esperanza con la presentación
versario de la muerte del
pregón de Tico Medina y la
del nuevo Centro Fray
Siervo de Dios Fray Leopoldo
entrañable conferencia de José
Leopoldo, que va a comenzar
de Alpandeire. Exceptuada
María Javierre.
a construirse; D. Feliciano
la provincia de Cataluña,
García,
presidente
del
todos los demás hermanos
Patronato
Fray
Leopoldo,
nos
transmitió
sus
ministros provinciales de la Península asistieron
presididos por el hermano Vicario General, deseos de que ese nuevo Centro nos haga más
Aurelio Laita, que también traía la representa- cercana su figura benefactora; el mismo Mons.
José Saraiva ensalzó a Fray Leopoldo; el Sr.
ción del Ministro General.
Los actos comenzaron en la tarde del día 8 en Arzobispo de Granada, Francisco Javier
el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Martínez, mostró su admiración por los muchos
Universidad de Granada, bajo la presidencia del comentarios que desde su llegada a Granada ha
Emmo. Sr. Cardenal Saraiva, Prefecto de la tenido del mismo y, finalmente, Fray Mariano
Congregación de las Causas de los Santos. Se Ibáñez, Ministro Provincial de la Provincia de
había desplazado desde Roma, precisamente Andalucía, agradeció -en nombre de todos los
para inaugurar e iniciar los actos conmemorati- capuchinos- la presencia de tantas e ilustres personas que se sumaron a estos actos.
vos de este cincuentenario.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
el recuerdo
brero ante la tumba de Fray Leopoldo
UN PREGÓN MUY SENTIDO
asociado a nuestra Orden Capuchina gozando
de todos los privilegios como un religioso más.
Si todos correspondieron a las expectativas Tico lo recogió con emoción y sentido agradeesperadas, mención especial aparte ha de cimiento.
hacerse, sin embargo, al pregón que de estos
Al día siguiente, 9 de febrero, a las ocho de la
actos tuvo el gran devoto y admirador de nues- mañana, se celebró la Eucaristía de apertura del
tro hermano, el periodista Tico Medina. Lo ini- Año Jubilar en la hermosa y gran iglesia conció recitando el verso de Icaza, que modifica ventual. La presidió Mons. Saraiva juntamente
para la ocasión: "Dale limoscon el Sr. Arzobispo de
na, mujer, que no hay en mi
Granada y el Vicario General
vida nada, como la alegría de
de la archidiócesis, a quienes
hablar de Fray Leopoldo en
acompañaban cinco de los
Granada". El admirado perioministros provinciales de la
dista supo hacerlo como
CIC, con sus acompañantes y
nadie y de la forma que sabe,
otros capuchinos y sacerdollegando al corazón del audites. La iglesia estaba totaltorio. En varios momentos de
mente llena de fieles -a pesar
su discurso se llevó el aplauso
del frío y lo temprano de la
del público que abarrotaba
hora- que se habían desplazaaquella Aula Magna, deseosa
do hasta allá para visitar su
siempre de que le hablaran
tumba. La homilía del Sr.
del hermano. No defraudó
Cardenal fue sentida, y reflenunca en sus afirmaciones
jó una precisa catequesis en
vertidas a lo largo de su disconsonancia con la celebracurso, por lo que el aplauso
ción y el motivo del día. Por
final fue largo, sincero y senotra parte, merece destacar
tido. Por eso, se mereció, en
que durante todo el día la
consecuencia, lo que a contitumba de Fray Leopoldo se
nuación se le concedió por
vio siempre repleta de fieles
medio del hermano Alfonso
que, en largas colas, esperaRamírez Peralbo, actual viceban en la calle su hora para
postulador de la causa. En
poder pasar por ella y besarla.
nombre del Ministro General
Asimismo, se debe anotar
de los Hermanos Menores
que todas las misas oficiadas
Tico Medina con Fray Alfonso Ramírez.
Capuchinos, John Corriveau,
en la iglesia estuvieron totalle hizo entrega de un bonito y muy bien diseña- mente concurridas de fieles, formándose adedo pergamino concediéndole el privilegio de ser más largas esperas ante los confesonarios.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Intervenciones. A la izqda.: Fray Rafael Pozo (Comisario del 50 Aniversario). Arriba: Fray Mariano de Sanlúcar, Ministro Provincial.
Los actos de Granada finalizaron con un broche de oro en Madrid, la tarde del 20 de febrero.
Ese día, a las 7 de la tarde, en la cripta de la
Iglesia de Jesús de Medinaceli, tenía lugar la
constitución del Tribunal, por Decreto del Sr.
Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María
Rouco Varela, que ha de presidir las sesiones del
Proceso sobre un milagro, acaecido en Madrid y
atribuido a la intercesión del Siervo de Dios Fr.
Leopoldo, en orden a su beatificación.
Hermanos Capuchinos de Andalucía, de la
Provincia de Castilla, los testigos del Proceso,
familiares y amigos de Fray Leopoldo se dieron
cita en un acto que, de por sí, mantuvo el aliento y la emoción en todos los participantes.
CONFERENCIA DE JAVIERRE
La conclusión de los actos de la apertura de este
Año Cincuentenario tuvo lugar por la tarde del
dicho día 9, también en la misma Aula Magna de
la Facultad de Medicina de Granada, con una
clara y convincente conferencia del ilustre sacerdote y periodista José Mª Javierre, quien expuso,
con su conocida maestría, arte, amenidad y competencia la sencilla y humilde figura de nuestro
hermano Fray Leopoldo, recorriendo los diversos
estadios de su larga y fecunda vida. También en
esta ocasión la referida Aula estuvo repleta de
gente ávida de conocer al Siervo de Dios, y atraída, asimismo, sin duda, por la personalidad del
conferenciante.
A la izquierda: Fco. Javier Martínez, Arzobispo de Granada. Raquel Mena, Alcaldesa de Alpandeire, pueblo natal de Fray Leopoldo.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Monseñor Saraiva saludando y recogiendo un cuadro de manos de Fray Mariano. Arriba: El Coro dirigido por Fray Eloy Rivas.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Testimonios
T
odos los días 9 de cada mes acuden a visitar el sepulcro de Fray Leopoldo decenas de devotos de todas partes del mundo. El 9 de febrero de este año no podía ser distinto. Las expectativas no sólo se cumplieron, sino que se desbordaron. Fueron cientos, miles, las personas
que pasaron por la cripta del limosnero capuchino, y cada uno de ellos traía a cuestas una historia, un ruego y mucho agradecimiento.
Las calles adyacentes a la entrada del convento de los frailes menores capuchinos de Granada se
abarrotan de puestos y kioscos donde se podían comprar estampitas, rosarios, recuerdos del fraile y
flores. Uno de esos puestos lo administra desde hace años una granadina, que ha vivido siempre en
el mismo barrio que Fray Leopoldo.
Puesto de flores regentado por una mujer que lleva años y que incluso llegó a conocer a Fray Leopoldo.
“Aún me acuerdo de verlo pasear por estas calles, con sus pies medio descalzos, pidiendo limosna.
Yo me acercaba y le besaba el cordón. Le tengo mucha devoción y los días 9 de febrero siempre vendo
claveles para él aquí, a la entrada del convento, y como cada año viene más gente, yo lo visito cualquier otro día, como vivo al lado…”, afirmaba el pasado mes de febrero.
1.- Nieves Medina (El Morche, Málaga)
La devoción a Fray Leopoldo le viene por tradición familiar, ya que vivían en Granada y conocieron al Siervo de Dios en vida. Lleva más de 20 años visitando los 9 de febrero la tumba del limosnero, y a él le atribuye la curación de un allegado, a quien no le dieron más de tres meses de vida, y
quien, después de quince años, sigue trabajando. “Cuando se llega aquí, no sabe uno decir lo que
siente”, explica.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
A la izquierda: una devota de Málaga; a la drcha: un niño ya admirador del humilde frailecillo de Alpandeire.
2.- Arturo viene de Almería acompañado por su madre. Apenas ha cumplido los 10 años y no es
la primera vez que viene a ver la cripta de Fray Leopoldo. Su madre asegura que tiene múltiples cosas
que pedirle al humilde limosnero, y el niño tiene clara su petición: “Soy hijo único y vengo a pedirle
a Fray Leopoldo un hermanito”, dice mientras mira a su madre con ojos suplicantes.
3.- También llegan devotos de Córdoba y su
provincia. Eli viene concretamente de Baena con
un ramo de flores blancas para entregarle al frailecito. “Me han pasado cosas y por eso vengo”,
apunta en un primer momento, tras romper el
silencio del que no quería salir. Poco a poco, mientras le contamos que recogemos testimonios para
la revista de Fray Leopoldo, no duda en aclararnos
esas “cosas”: “Hace un tiempo tuvieron que operarme, era una situación complicada y ahora, fíjate, no tengo nada, estoy curada”.
Esta devota, tras una grave operación hoy está perfectamente.
4.- De Cádiz también proceden algunos devotos que hacen cola desde altas horas de la
mañana en la entrada de la Cripta de Fray
Leopoldo. Juan, María, Cristina y Ana son de
Ubrique y Benaocaz. Algunos de ellos es la primera vez que visitan a Fray Leopoldo y lo han
conocido a través de amigos que les han hablado de él. “A ver si me hace caso, a ver qué siento cuando esté junto a su sepulcro”, explica uno
de ellos un tanto escéptico a los favores del
Siervo de Dios.
Ese día pasaron familias enteras y grupos de amigos.
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
5.- Esta familia viene de Barcelona, concretamente de Castelldefels. “Yo tengo una tía monja
que conoció a Fray Leopoldo y fue ella quien nos
inició en la devoción”, comenta Manuel. “Nos
daba estampas del fraile, y ahora vengo con mi
mujer y mi hijo a visitarlo, y a pasar esas estampas por su tumba”, prosigue.
6.- Fali viene de Cartaya (Huelva) con un
grupo de devotas de Fray Leopoldo. Hace siete u
ocho años que viene a rezar ante la tumba del
limosnero. Esta devoción se la transmitió su
madre, que todos los meses le regalaba estampas
y almanaques de este fraile capuchino. “Le tengo
mucho cariño, es alguien especial, e intento cuidar este fervor como me enseñó mi madre”,
declara.
7.- María Yedra Cordero viene de Jaén con
Nisa Cobo. Hace años que tiene como tradición
visitar el 9 de febrero la cripta de Fray Leopoldo.
“¿Qué si me ha hecho favores Fray Leopoldo? Te
voy a contar uno”, dice entusiasmada. “Hace ya
18 años, me encontré en el hospital de Jaén a la
hija de una vecina mía de Baeza. Y me dijo que
su madre, Francisca, estaba muy mal y que los
médicos le daban 9 días de vida. Yo, entonces,
pensando en Fray Leopoldo le dije que aquí le
daban esos días, pero que arriba (en el Cielo) le
daban más de 9 años. Fui a visitar a la médico y
le pedí que cuando viera a la enferma le pasara
la estampa de Fray Leopoldo. La médico me dijo
que ya le había pasado la de Josemaría Escrivá de
Balaguer, pero que estaba muy mal e iba a servir
de poco. Yo le dije que aunque sabía que ese era
otro santo muy bueno, yo quería confiarle esta
curación a Fray Leopoldo, que seguro que me la
concedía. Así lo hizo, y ya hace más de 18 años
que pasó aquello y Francisca sigue viva”.
8.- Isabel Martínez es de Horcajo de Santiago
(Cuenca). A Isabel, que no había fumado ni
bebido nunca, le detectaron hace ya unos años
un cáncer y le tuvieron que estirpar un pulmón.
La operación duró siete horas, y recuerda, mientras estaba en la mesa de operaciones, cómo Fray
Leopoldo le daba la mano. Hace ya seis años de
aquello y ahora está plenamente curada. Los
médicos aún siguen sorprendidos de su total
curación.
100
Esta familia se trasladó desde Barcelona a Granada.
Este grupo de amigas acude a la tumba desde hace años.
Tras una enfermedad, estas amigas vienen a la cripta.
Otro ejemplo de un posible favor del Siervo de Dios.
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO SABÍA TRATAR A LOS
DEMÁS CON DELICADEZA Y CORTESIA
elatan las crónicas franciscanas que cierto día, Francisco y un compañero llegaron al atardecer a casa de un hombre cortés e hidalgo que les recibió y hospedó con grandísima devoción
y cortesía, como a ángeles del cielo. Aquel gentil hombre los había abrazado y besado amigablemente, les había lavado los pies, se los había enjugado y besado humildemente, había encendido el fuego y preparado la mesa con muchos y buenos manjares y los había servido con alegre semblante.
r
na vez que repusieron fuerzas, Francisco y su compañero, abandonaron la casa y retomaron
el camino polvoriento y, por el angosto sendero que se hundía en el bosque, se fueron adentrando en la espesura de la arboleda bajo la luz de la luna llena. Y en un lugar donde el sendero se hacía más difícil, se sentaron ambos al borde del camino sobre unas rocosas piedras que se
encontraron. Francisco no salía de su asombro ante tanta cortesía, amabilidad y generoso ofrecimiento y comentó a su compañero: “En verdad que este hombre era bueno para nuestra compañía. ¡Es
tan agradable y reconocido a Dios, y tan amable y cortés, hermano carísimo, que la cortesía es una
de las propiedades de Dios, que por cortesía da el sol y la lluvia a justos e injustos y es hermana de la
caridad, que apaga el odio y fomenta el amor”.
u
e natural rudo, Fray Leopoldo se había dejado pulir por la gracia, dejando que Dios refinara
su espíritu. Y el calor de este relato franciscano y las palabras de Francisco sobre la cortesía
de aquel gentil hombre, al calor también de las palabras de Pablo en su primera Carta a los
Corintios: "El amor es paciente, es afable, no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni
busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal". Fray Leopoldo había descubierto el verdadero sentido de la delicadeza y de la cortesía para con los demás. Su finura social es digna de admirar.
Resulta asombroso verlo tratar con finísima educación con las personas más distinguidas de la sociedad. Dicen, los que lo conocieron, que su conversación era de una finura tan exquisita que daba
gusto tratar con él. Había que verlo a sus años, apoyado en su bastón, subir penosamente las escaleras de un bloque de pisos, llamar a la puerta y preguntar: ¿Cómo está su esposo? o ¿cómo está su señora? Bien, Fray Leopoldo, ¿y su hija mayor? ¿Y sus hijos pequeños? ¿Y la muchacha?
d
e dio el caso de preguntar al Gobernador Civil de Granada por su señora siendo éste soltero. Su cortesía no era otra cosa que el fruto de su exquisita caridad para con los demás. En
los años del "hambre", pasó por el convento de Granada el religioso que en los últimos años
de su vida sería su enfermero. En aquellos años tenían los religiosos racionados el pan y el azúcar en
el desayuno. Un día, sin embargo, nadie reparó en que el religioso huésped sólo tenía para el desayuno un poco de café de cebada. Bueno, alguien se había percatado de ello, era Fray Leopoldo que con
su fina sensibilidad y exquisita caridad se había dado cuenta. Y durante aquellos días, a la hora del
desayuno, iba a buscar a aquel huésped para compartir con él su pequeña porción de pan y azúcar.
s
En alabanza de Cristo y de Francisco. Amén.
las
l
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flor e
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o
p
Leo
y
a
Fr
101
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Un retrato pintad
El cuadro de Fray Leopoldo es obra
E
n el convento de Capuchinos de la constantes y serias adversidades y que, contra
Ronda, en Sevilla, se celebró el pasado viento y marea, ha logrado hacerse un nombre
mes de enero un acto
de alto prestigio en el mundo
en el que fue presentado el
no siempre fácil de la pintura.
La presentación del cuadro que
cuadro de fray Leopoldo realiDiscípulo de Eugenio
conmemora el 50 aniversario de
zado por el pintor extremeño
Hermoso
en Madrid, Valdés
la muerte del Siervo de Dios Fray
Juan Valdés dentro de la prorecató en Sevilla, donde entaLeopoldo de Alpandeire, obra
gramación general conmemobló una estrecha amistad con
del reconocido pintor extremerativa del aniversario de la
el
profesor
Antonio
ño-sevillano Juan Valdés, tuvo
muerte del siervo Dios.
Zambrana. Fue profesor en
lugar en el convento de los
Después de breves palabras de
Morón y en Las Palmas y, tras
Capuchinos de Sevilla a finales
presentación de fray Rafael
participar en 1975 en la III
del mes de enero. El historiador
Pozo Bascón, habló el provinBienal de “Blanco y Negro”,
Joaquín Manuel Álvarez Cruz
cial de la Orden, fray Mariano
obtuvo la beca “Diego
hizo un breve recorrido por la
Ibáñez, quien, a su vez, preVelázquez” de la Diputación
trayectoria profesional y personal
sentó al profesor de Historia
de Sevilla, que le permitió
del artista.
del Arte Joaquín Manuel
ampliar estudios en Italia.
Álvarez Cruz. Éste describió
Expuso en Tokio y creó el
la ejecutoria vital y artística de Juan Valdés, un retrato de los reyes Juan Carlos y Sofía para la
creador que se ha hecho a sí mismo en medio de Exposición Universal de 1992.
Presentación del cuadro conmemorativo del 50 Aniversario en el Convento de Capuchinos de Sevilla.
102
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
do con el corazón
a del reconocido pintor Juan Valdés
El autor del cuadro realizado para celebrar el 50 Aniversario: Juan Valdés.
UN HOMBRE DE FE
Juan Valdés fue víctima de un gravísimo accidente de tráfico que lo mantuvo en silla de ruedas. Con voluntad férrea, se recuperó hasta
poder abandonar la silla y se entregó con fuerza
renovada a la creación pictórica. El profesor
Álvarez Cruz se refirió finalmente a la actividad
de Juan Valdés como autor de retratos y lo definió como "uno de los mejores retratistas de la
pintura sevillana actual".
Valdés, por su parte, se refirió durante su inter-
vención a los que él describió como sus "altibajos en la fe" y dijo que la fe recibida en la infancia fue siempre un referente en su vida.
Aludiendo al cuadro de fray Leopoldo, el artista
dijo que, sobre todo, está hecho con el corazón.
Fray Rafael Pozo ofreció, finalmente, detalles
de las conmemoraciones del cincuentenario de
fray Leopoldo. Algunas ellas se celebrarán en
Granada, que guarda la tumba de popular limosnero. Y algunas contarán con la presencia del
Cardenal Saraiva Martíns, prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos.
103
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Pregón de T
C
ardenal, Arzobispo, Alcalde, Rector,
Esta tarde, tan cerca de donde en su día habiFray Mariano, Feliciano, Alcaldesa de tó con humildad, generosidad y eficacia este
Alpandeire, Hermanos Capuchinos a los arcángel solidario que fue Fray Leopoldo de
que he tenido siempre la suerte de encontrar por Alpandeire, se consigue y se consuma el milagro
tantos lugares del mundo de que el Cronista Oficial de
hace un momento un fraile de
la Ciudad de Granada se conDale limosna, mujer,
aquí cerquita me decía: ¿te
vierta en el Cronista espiriQue no hay en la vida nada,
acuerdas cuando nos vimos
tual, sentimental, tradicional
Que no hay en mi vida nada
en Bangkok y yo iba a
incluso, de lo que podemos
Filipinas y tú ibas a Vietnam,
llamar la lealtad de Granada.
Como la alegría de hablar
en el año 72? Rafael, con el
Señor Cardenal, estamos
De
Fray
Leopoldo
en
Granada.
que hablábamos no hace
recordando a un hombre divimucho de la tierra de Petén,
no, a un obrero de Dios, a un
del Petén de arriba, cálido, húmedo, y tremendo, campesino de la solidaridad, como fue nuestro
de Guatemala. Capuchinos del Mundo, querido Fraile al que en hoy en parte -y sólo en partePadre Javierre, que te han encomendado el quiero y vengo a agradecerle los servicios prestahacer el retrato -tú que eres un admirable retra- dos a toda una vida, como la mía, de contador de
tista de Dios- de Fray Leopoldo, Autoridades historias en la que la suya siempre fue para mí la
Militares, Civiles, Pueblo de Granada.
más hermosa, la más sencilla, la más verdadera
La intervención de Tico Medina fue una de las más emotivas del acto conmemorativo.
104
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Ti c o M e d i n a
de cuantas conté y canté hasta el día de la fecha.
Este Hijo Adoptivo de Granada, del cual hace
algunos días se hizo eso tan hermoso como es un
Bando Municipal, formidable. Viene usted en su
raíz, Cardenal, Príncipe de la Iglesia, de un pueblo hermano y sureño de Europa, como el nuestro, como el del Fraile. Y este es el retrato de un
campesino inolvidable y cercano, que conmemora, en su propia carne, en su propia vida, y en su
propia muerte el documento bellísimo y actual
de hoy mismo del Papa Benedicto, al que el otro
día hacía alusión el Arzobispo en la fiesta de San
Cecilio: Dios es Amor.
Fray Leopoldo fue el Amor, el Desprendimiento,
la más hermosa sonrisa que yo he visto en mi vida,
yo que soy un detector y un narrador de las sonrisas más fascinantes del planeta. Porque yo, de
niño -y toda Granada lo sabe desde hace muchos
años- yo he visto en persona, en carne y hueso,
con estos ojos que se ha de comer la tierra, la sonrisa y el destello, la luminosidad no de este mundo
de aquel Fraile, pobre, con lo puesto, que caminaba a saltos como los olímpicos de la vieja Iglesia
eritrea, aquel huertano del hábito marrón, aquel
profesor analfabeto; y aquel niño Escolástico que
se asomaba, a ver si lo veía, camino de su oficio de
artista y artesano, a pedir sin pedir, sobre sus duros
pies desnudos, los sabañones de Dios, como aquellos otros pies, terribles, de tierra y barro, de la
Madre Teresa de Calcuta, que se le parece tanto
en tantas cosas a nuestro Fraile, y a la que yo subí
a ver un día a aquel galpón de la muerte de
Calcuta, donde, bajo una corona de buitres,
Madre Teresa repartía la única medicina de la
cual podía disponer: una caricia sobre la piel de
los pobres moribundos, una brizna de amor sobre
las heridas de los que nunca nada recibieron de
nadie.
Ese día, sin duda alguna, el Aula Magna de la Facultad de Medicina estaba abarrotada.
105
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Como Fray Leopoldo. Al que llevo siempre
conmigo, y yo soy un detector de metales preciosos, soy un buscador de oro en la basura de la
vida. Y lo llevo siempre conmigo, como quien
lleva de verdad en el tiempo de la mentira, como
quien lleva todo lo que tiene, al hombre que lo
daba todo aunque nada tuviera. Y lo llevo en mi
medalla al cuello. Cada día. Junto a mi Cristo de
los Balleneros, o quizá, probablemente, junto a
mi Cruz de Belén, junto a mi Virgen de
Guadalupe, y junto a mi grupo de sangre, con mi
nombre, por si algún día encuentran mi cuerpo
sin cabeza en una cuneta. Y lo tengo en mi casa,
y en mi vida, y en la vida de mis hijos, de mi
mujer y de mis nietos. Y lo tengo en bronce,
como el pie de una lámpara a cuyo pie escribo. Y
lo tengo en sepia, como estampa. Y lo tengo en
barro, entre mis trofeos de cazador, a veces de
pieza. Y lo tengo en plata, en mi llavero, en el
llavero por ejemplo de mi casa. Y lo tengo también en el de mi coche. Y sobre todo lo llevo
aquí, aquí dentro, como un ascua, vivo, cada día
más vivo, en el forro de mi alma.
Y lo hago por egoísmo, por necesidad, porque
cuando lo llamo está. Porque cuando le pido, me
Momento de la intervención de Tico Medina.
da. Y porque cuando se le llama su telefonillo de
galena no está nunca, nunca descolgado. Y lo
digo en el tiempo de los móviles, porque siempre
que le llamo, mi querido Fray Leopoldo, nunca
está usted comunicando. Y sobre todo porque lo
he visto en miles de gentes: en la Gran Muralla
de la China, en las tierras lejanas de Usuaya, en
Argentina, concretamente en los barcos de hielo
de la Antártida. Y lo he visto en la Patagonia, y
en el Sahara. Y lo he visto en Mindanao, y cerca
Fco. Javier Martínez junto a Monseñor Saraiva.
de donde ayer mismo los aventureros de la ciencia encontraron un mundo nuevo y fascinante, y
lejísimos, yo encontré siempre la paz y la cruz, y
la mano abierta, su presencia y su nombre, como
algo que está ahí, como el aire para respirar o el
agua para beber, el pan necesario para poder
continuar.
Fray Leopoldo tenía resplandor. Y se lo dice a
ustedes quien, como decía Picasso, dice "yo no
busco: encuentro". El resplandor de la Madre
Teresa, el raro resplandor de Ché Guevara. Y así
tengo que decirlo. O el de Hemingway, o el del
Papa Juan XXIII. O el de Fray Leopoldo. Y lo
recuerdo ahora mismo, entornando los ojos, con
su hábito de tierra. Sus manos de panadero, colgada al cinto junto al cordón de su orden aquella talega, aquel costal de Dios con el que se
acercaba a los bautizos de pueblo en un carro de
mulas, a las bodas cortijeras de las familias
pudientes, a los tratantes de ganado en busca de
los reales de plata o de oro. Y sin pedir. Mudo.
Movía el vientre de su saco y se instituía en el
fielato de Dios. Sin perder su sonrisa.
Acariciando y sonriendo. Sonriendo y señalando
para los demás, siendo el limosnero de Dios, el
mendigo de Dios, el obrero de Dios. Pero también haciéndose el cobrador de la contribución
del rico para con el pobre. Una asombrosa y
constante y cotidiana lección de serenidad, de
dignidad -y lo digo en el tiempo de los indignosde humildad.
¿Qué era Fray Leopoldo? Era la Verdad.
¡Cuánto se ha escrito de él en la distancia, cuánto se ha dicho de él en la necesidad! Pero es que
yo lo he visto y lo he sentido, y he notado como
un viento distinto a su paso. Y luego, en su vida,
en su obra, ha sido capaz de tanto tantas veces,
contra viento y marea, a contracorriente, incluso de la propia condición humana -en su sopa de
106
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Acto institucional presidido por autoridades religiosas y políticas, como el Alcalde de Granada.
ajo, en las llagas de sus pies trabajados, en el rincón de ese huerto en que había coles y rosas. De
él que tantas cosas se ha escrito, y él que ha sido
capaz de escribir el más hermoso de los libros
pero con faltas de ortografía. Este analfabeto de
Dios, este malagueño de Alpandeire al que hoy
otra vez, aunque sólo sea por agradecimiento,
que es una condición humana, Granada quiere
darle las gracias, como se las dio hace sólo unos
días haciéndolo Hijo Predilecto. No sólo queriéndolo. O no sólo nombrándolo hijo querido,
hijo preferido, hijo brillante y deseado, que ya lo
es, sino queriéndolo hacer su padre, su tutor, su
hermanico, su abuelo, su médico de cabecera, y
sé que lo digo en este sitio histórico que es la
Facultad de Medicina. Porque además de ser un
gurú, un sanador, un consejero de guardia, es
nuestro ángel tutelar. Y se llama Fray Leopoldo.
Yo he sido en efecto pregonero en Granada, ay
mi Granada, de su Patrona la Virgen de las
Angustias, de la Navidad, del Albaicín, del
Cristo de los Favores, del Corpus, de los
Caseteros, y les juro que en este como pregón de
hoy noto el brillo, voraz y feraz, de sus ojos sobre
mis hombros y su sonrisa fija en mi ya débil nuca
y sus manos tendidas, o su mano tendida, para
ayudarme, es verdad, pero también para pedirme, y para pedirme para los demás. ¡A cuántas
bocas alimentó! Y cuántos espíritus hoy hace
crecer. ¡Qué color el de su hábito! Ya de la
misma forma que no hay azul como el de la
Madre Teresa, no hay marrón como el marrón de
su traje de faena. Tan pequeño pero tan grande,
tan fuerte. Perdone usted, frailecico, que esté
hablando tanto rato tan bien de usted.
Tan humano y tan divino. Una vez le llamé el
sablazo de Dios. Nunca olvidaré el día en que se
cruzaron sus ojos y los míos. Yo era un niño
entonces, sorprendido, que veía pasar cerca,
como una figura de fuego y de ternura, en la
acera del Casino, a aquel enviado especial de
Cristo, a aquel Apóstol del Sur. Y yo aquel día,
en la noche, en la mesilla de mi cama, Moral de
la Magdalena, 12, donde tienen ustedes su casa,
apunté con mi mano de niño, esa mano que sólo
había escrito algún que otro poema de amor,
escribí: “Hoy vi pasar un ángel”.
Este es mi Fraile. Este es nuestro Fraile. Sin otra
peana que la de cientos y miles de seres humanos
atormentados, sufridos, ricos y pobres, heridos de
muerte… Este es. Este es este hombre al que yo
acudo siempre con mi apedreada y golpeada salud
del cuerpo y del alma. Y que siempre necesito. Y
si os puedo dar, si me exigís que cuente en alta voz
un milagro importante en mi vida, aquí estoy yo
en mi palabra y en mi voz, para que conste en el
acta de los prodigios. A cada hora, en cada
momento, en mis cimas -pocas- en mis simas -
107
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
muchas-: a cada caída, en cada una de sus resu- hoy puede dar fe del milagro diario que en mi
rrecciones, él está ahí. Con su raro resplandor, con cuerpo y en mi alma hace aquel que, hace más
su sotana corta, con su constante presencia de de sesenta años, ya me hizo caer a mí del caballo
herrero prodigioso. Y me mira. Y me ayuda, en del niño incrédulo.
esta mierda de mundo en que vivimos, y en el que
Os diré, hermanos míos, que este Paco, Paquito,
tengo que ser cronista y multiplicar la mentira, la malagueño nuestro, este cabrero y soñador, está
miseria humana. Y él me obliga a seguir adelante, hecho con la misma materia con que están
sin que me tiemble el pulso. Y me cura de la lepra hechos los Pacos, los grandes Franciscos de la
de la palabra falsa, del cáncer de la mentira, de la Iglesia: de Borja, de Asís, de Sales, de Francisco
pelagra de la fama. Y yo me siento más puro sólo Javier. De todos tiene, pero, sobre todo, para mí,
con verle, solo con recordarle, en aquel olor de que pienso que el periodista debe contar lo que
pan duro y caldo de cuneta
vio, tiene algo excepcional,
que iba dejando a su paso.
que le vi, que le he visto: que
Fray Leopoldo es un repartidor
Esta misma mañana, uno de
me ha mirado, de paso, pero
de amor.
los médicos de Rocío Jurado,
me ha mirado y tiene algo
Desde el Internet a la cueva
el Doctor Mariscal, el médico
excepcional, como una luz en
no
hay
mayor
verdad
que
la
que presentó a Rocío y a
la oscuridad cada vez que lo
Verdad
de
su
vida.
Ortega, su marido -que los
necesito, o sea, que está condos hacían espera para curar
migo a todas las horas de mi
sus depresiones en la antesala de su consulta- me vida, siempre que lo necesito.
llamó por teléfono y me leía, sacando una estamEl Cronista Oficial de Granada ha querido
pa del fondo de su cartera de bolsillo, la oración hacer hoy la crónica en vivo y en directo de
incluida de Fray Leopoldo de Alpandeire, para quien sé que hoy, como siempre, está ayudando,
cuando ya no hubiera más remedio. Y yo le pre- dando, pidiendo, alimentando, sosteniendo,
guntaba: ¿Es una estampa con reliquia? Y el curando y haciendo creer entre nosotros. "Dios
medico me respondía: ¡con reliquia de su hábito es Amor", insisto, ha dicho el Papa Benedicto.
capuchino!
Fray Leopoldo es un repartidor de Amor. Desde
Eso quiero que sea esta confesión mía para su el Internet a la cueva no hay mayor verdad que
proceso de canonización, si vale para algo, de mi la Verdad de su vida. Y mañana, no es que haga
puño y letra, esta misma tarde, en la habitación cincuenta años de su muerte, sino que hace
de donde en su día sacaron a Federico para la cincuenta años que volvió a nacer. Porque hoy
muerte. Esta es la confesión de este contador de Fray Leopoldo está más vivo que nunca.
historias, de este coleccionista de asombros, que Muchas Gracias.
108
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO NO DESAPROVECHABA
OCASIÓN PARA AYUDAR A LOS DEMAS
ecía San Francisco que la cortesía es una de las propiedades de Dios, que es hermana de la
caridad y que apaga el odio y fomenta el amor. Así debería entenderlo fray Leopoldo que no
desaprovechaba ocasión alguna, a pesar de sus años, para servir y ayudar en todo a sus hermanos. Nos cuenta su enfermero cómo cierto día estando ya la iglesia del convento cerrada al público, entró él en el coro alto para hacer un rato de oración. y estando recogido en silencio, oía un extraño ruido que parecía provenir de una de las naves laterales de la iglesia conventual. Pensó el devoto
religioso que sería algún ratero que con sus consabidas artimañas estaría “limpiando” los cepillos de
la iglesia y bajó sigilosamente para sorprender in fraganti al ladrón. Pero cual no sería su sorpresa
cuando, con la penumbra de la iglesia, sorprendió a fray Leopoldo que trabajosamente, apoyado en
su bastón e inclinado sobre el suelo estaba con un cuchillo raspando la cera de las baldosas de la solería de la iglesia. Su enfermero intentó disuadirlo de mil modos de aquel penoso trabajo que, con tanta
incomodidad, estaba realizando a sus 92 años, pero fray Leopoldo le dio esta respuesta: “No, hermano, pobrecita la mujer que limpia la iglesia y hace estos duros trabajos; hay que ayudarle”.
d
En alabanza de Cristo. Amén.
florecillas
de
Fray Leopoldo
109
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
“Seré, si Dios quiere, un propagan
Conferencia del periodista y escritor José María Javierre en
P
José María Javierre.
ara mí, encontrar a Fray Leopoldo ha
sido un acto de admiración y además
una sorpresa. La culpa la tiene el padre
que me sorprendió con la llamada para tratar
esta biografía de una persona que yo conocía,
pero relativamente. Saben ustedes que los que
vivimos en Sevilla, las cosas de Granada… ah,
no, pero para mí Granada ha sido siempre una
cosa muy seria. No voy a dedicarme a echar piropos a esta ciudad, que además no los necesita. A
Granada ya le han dedicado bastantes. He tenido mi alma en Granada en muchas ocasiones y
hoy he recorrido sus calles con ojos humildes, he
visto otra realidad y he estado preguntándome
cuál era la Granada de Fray Leopoldo.
Ahora tengo el compromiso de acertar, sí es
verdad, llevo muchos escritos pero con tanto
gusto como comienzo este, no me ha tocado ninguno. Voy a contar los motivos de mi causa de
Fray Leopoldo y el haberme entregado a esta
tarea, la historia de un capuchino que fue fraile-
cito generoso en el monasterio de Granada. En
Sevilla tenemos también un monasterio importante pero el de Granada para ellos significa
mucho, cuántos por el mundo entero… la historia de los capuchinos. La historia de los hermanos legos, dentro de la organización capuchina,
tengo que investigar y contarles.
Fray Leopoldo me ha hecho pensar en una
cuestión que los andaluces tenemos pendiente y
no sé si tenemos muchas ganas de resolverla, me
parece que no. Y es que nos falta amistad, cariño y ternura entre las capitales de Andalucía.
Ustedes saben que los luchadores de aquella
época, cuando comenzó el movimiento andalucista en plena transición democrática se pensó
incluso en partir Andalucía en dos, la oriental
presidida por Granada y la occidental presidida
por Sevilla. Afortunadamente no se hizo, porque
si ya nos queremos poco siendo todos uno, imagínense si nos llegamos a dividir… Pero hay una
cosa y es que yo creí que, bueno, mientras tenían ustedes aquí el mando militar pues bueno,
pero ya luego… Si miras Granada, quizá notas
cómo muchos granadinos miran a Sevilla.
Yo tengo muchos amigos en ambas partes, y
alguno de ellos me ha dicho “¿por qué no te dedicas a crear puentes?”. Hay en Sevilla una magnífica persona que es Historiador del Arte, que ha
sido Director del Museo de Bellas Artes de
Sevilla, que es un gran amigo, total, pero al mismo
tiempo un gran alumno que conoce Sevilla mejor
que yo. Hubo un pintor, alguno de ustedes lo
recordarán, granadino hasta el tuétano, que no
podía ver Sevilla, yo he estado en su casita del
Albaicín y ahí trabajaba y yo le preguntaba: ¿Qué
haces, que pintas que escribes en Granada? Ya
tengo cuadros nuevos y le dije, ah, pues muy bien,
quiero verlos, y me dijo, no, no puede verlos, y le
dije por qué, dónde los tiene, y él me dijo, no, los
tengo en casa, pero son todos de señoras en pelo-
110
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
dista de Fray Leopoldo en Sevilla”
la celebración del acto que conmemoraba el 50 aniversario
tas. Pues este, que era una persona extraordinaria, dan ustedes aquella escena bíblica en que la
se enfadaba cuando yo le pregunté una vez la cer- Reina de Saba conoció al rey Salomón? Pues
canía entre Granada y Sevilla.
cuando conoció al rey Salomón, y debió expliPues miren ustedes por dónde, Fray Leopoldo carle las cosas, ella se quedó atónita y le dijo:
nos ha dado un signo un muy bueno de cercanía “Ahora sé que no he encontrado más que la
a Sevilla, porque aunque toda Andalucía, y toda mitad de lo que realmente eres”. Pues con Fray
España conoce la figura de Fray Leopoldo, ha sido Leopoldo, cuando se empieza a remover la tierra,
en Granada donde ustedes (los granadinos) lo que es lo que me está pasando a mí ahora con la
han tenido, lo han vivido, lo han querido y lo documentación recibida de los capuchinos, comsiguen venerando. En cambio, en Andalucía occi- prende uno que sí, que podemos pensar que Fray
dental, sí, sí se le quiere, ¿eh? Hay un barrio en Leopoldo es un hombre extraordinario, vamos a
Sevilla, que es el barrio de las Letanías, donde el llamarlo santo, con permiso del señor cardenal
otro día contaba el cura que los chiquillos del que estuvo ayer presidiendo nuestra reunión.
barrio le dijeron un día que le encendían velas a
Hay un libro así de gordo que hay que dar en
Fray Leopoldo cuando su padre se iba a trabajar. Roma para que los estudien los peritos de la conBueno, pues en Andalucía
gregación que preside el carOccidental tenemos a Sor
denal que estuvo ayer aquí
Fray Leopoldo me ha hecho
Ángela de la Cruz. Hay un
con nosotros en los que se
pensar en una cuestión que los
paralelismo entre los dos que a
recogen todas las declaracioandaluces tenemos pendiente: y
mí me está impresionando
nes. Lo del proceso de santies que nos falta amistad, cariño y
mucho, y si me deja el padre
dad, no consientan ustedes
ternura
entre
las
capitales
de
capuchino lo contaré de alguque se lo hagan, procuren
Andalucía.
na manera en el libro, Fray
hacer alguna fechoría, una
Leopoldo y Sor Ángela de la
fechoría que no sea aparatosa,
Cruz, que además por cierto son de la misma claro, tampoco tienen ustedes que convertirse
época. Sor Ángela se muere un poco antes, recién en demonios. Pero que no le hagan el proceso de
llegada la república a España, y Fray Leopoldo santidad, porque es que rebuscan baldosa a balvivió bastante más. Pero tienen un estilo espiritual dosa, la existencia, los escritos, las relaciones, las
y una dedicatoria al ejercicio de la Misericordia, amistades, la intimidad de esas personas.
del evangelio, como quería Francisco de Asís: sin
Hay un jesuita malagueño, que tiene la causa, y
glosas, sin comentarios, el evangelio. Pues los dos, un valenciano, que estuvo por toda España, y
Fray Leopoldo y Sor Ángela vienen a ser evange- contaban de ellos cosas admirables. Pues cuando
lio, y claro, se entregan a atender a los pobres, a iban a los pueblos, hacían agujeritos en las puerrepartir amor… yo seré, si Dios quiere, un propa- tas para ver si era verdad que no se acostaban, si
gandista de Fray Leopoldo en Sevilla. Aunque ya era verdad que hacían disciplinas… y sobre Fray
les digo, es conocido.
Leopoldo hay un tomo de esos, hay dos procesos
He visto en los periódicos estos últimos días, distintos, uno que digamos es diocesano y otro
que ha sido elegido como uno de los granadinos que es más reducido y que le falta frescura, porque
del Siglo XX. Habría que llevarlos a todos esos a el primero es una recopilación de testimonios de
Sevilla y hablar de todos ellos, porque… ¿recuer- todos los que le conocieron, de todos los frailes de
111
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
los conventos, de gente del pueblo, de pequeños
milagros que se le atribuyen. Escritos hay pocos de
ellos, Sor Ángela también era iletrada, tampoco
sabía escribir, llegó a aprender a escribir un poquito mejor que Fray Leopoldo, las cartas fotocopiadas de Fray Leopoldo, que son muchísimas, que se
publican en el proceso, están llenas de faltas de
ortografía que se ven con ingenuidad.
La serranía de Ronda es un paraje agreste, difícil, ahora ya no tanto. En el pueblo de Fray
Leopoldo, Alpandeire, está a 17 kilómetros de
Ronda, bajando hacia el mar, no había carreteras, había un camino de mulas ahora es tan hermosa, vale tanto la pena, Ronda es una de las
ciudades más asombrosas del mundo, pues así
estaba la serranía.
Alpandeire es un pequeño pueblo que va a
tener ahora el gran honor de saltar a las páginas
de los periódicos del mundo y que todos lo llevemos en el corazón. Son así de buena gente. A mí
me sorprendió ayer conocer a la alcaldesa de
Alpandeire porque es muy joven, y eso es muy
bonito. También los curas de los pueblos han
sido muy distinto a los sacerdotes y párrocos de
las ciudades, ahora, con la televisión, nos hace a
todos iguales. Pero no, no somos iguales. Ni los
habitantes, ni los sacerdotes. Los curas de mi tierra, un pueblo del pirineo tenían historias fabu-
losas. Me he acordado porque entre las muchas
cosas que he leído de Fray Leopoldo, hay un
momento que en que recuerdan que está aquel
carromato que se ha salido del camino y tiene
una rueda abajo, y están los responsables del
carro blasfemando y Fray Leopoldo les dice,
“Pero así no vais a remediar nada”, se baja y agarra la rueda, no dice los padrenuestros que les
hizo rezar pero el carro salió corriendo y Fray
Leopoldo sabía que eso iba a ocurrir.
Un cura, que va rezando el breviario por el
camino se encuentra a un señor que tenía una
moto, de los primeros tiempos de motos, y se le
había parado y no conseguía arrancarla y estaba
desesperado, entonces el cura se acerca y le dice:
“Oiga, es que blasfemando no se le va a arreglar
la moto”, y le dice el otro: “qué le importa a Dios
lo que me pasa con mi moto, ¿qué quiere usted
que recemos un Padre Nuestro? Y dice el cura:
“¡Vamos a rezarlo a ver qué pasa!” Se pusieron a
rezar el Padre Nuestro, el mozo se sube a la moto
y sale corriendo la moto. El cura se queda mirando y dice: “Si no lo veo no lo creo”.
A veces cuesta distinguir entre los favores de
Fray Leopoldo. Tantos favores… Yo diría en
Roma que en los procesos, una vez que se ha
investigado baldosa a baldosa, y que se sabe
cómo se portado ese hombre o esa mujer a lo
Primera línea del público. A la drcha.: Fray Balbino, llegado de Sto. Domingo hasta Granada.
112
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Intevención del Coro de Capuchinos de Granada, dirigido por Fray Eloy Rivas.
largo de toda su existencia, no pidan ya milagros. Diego hacía muchos milagros, y que el guardián
Un médico tiene que firmar el milagro, y lo más de su convento le decía que no hiciera ninguno
que puede firmar un médico es que no ve una sin su permiso, porque si no era muy escandaloexplicación científica para el caso. A un napoli- so. Así que cuentan que yendo Fray Diego por la
tano que era obispo, después cardenal, le dije al calle se cayó un albañil de un cuarto piso en una
final de una conversación: “¿por qué nos compli- obra que estaban haciendo y dice la leyenda que
can con los milagros?” Y dijo: “porque en el dijo mientras caía, “Fray Diego ¡sálvame!”. Y
fondo necesitamos algún tipo de aviso desde Fray Diego vio que caía y le dijo: “Espérate que
arriba”. Surgen historias y leyendas, y a mí me voy a pedir permiso al guardián del convento”.
gustaría saber si la de los zapatos del joven Es maravilloso que tengamos esas historias, esas
Leopoldo que cuando vuelven de trabajar con su leyendas.
hermano, habían ganado algo de dinero, resulta
En Sevilla tenemos dos cosas admirables por la
que se encuentran a unos
belleza de su estampa, la
pobres por el camino y avisaGiralda y el cardenal. Yo le
Alpandeire es un pequeño
ron al hermano de Leopoldo
dije cuando lo hicieron arzopueblo que va a tener ahora el
que Leopoldo iba a repartir el
bispo “señor arzobispo, usted
gran honor de saltar a las págidinero que habían ganado.
siendo franciscano estas cosas
nas de los periódicos del mundo
Entonces, su hermano se lo
de los honores eclesiásticos no
y que todos lo llevaremos en
prohibió, y como no podía
le gustarán”, y me dijo “Yo soy
nuestro
corazón.
darle ese dinero pues le dio
franciscano pero soy arzobispo
sus zapatos al pobre.
de Sevilla”. Pues querrá el
Los recuerdos de Fray Leopoldo están todos padre Alfonso convencernos de que no son
entre la historia y la leyenda, es un poema, un leyendas, que son historias, y la verdad es que las
poema maravilloso. Se hizo fraile, se hizo fraile cosas de Fray Leopoldo son impresionantes. Es
oyendo la predicación de un capuchino. Había bonito pensar en Don Marcelo Spínola y Fray
fiestas en Ronda dedicadas a Fray Diego, estaba Leopoldo, es un santo extraordinario. Y para mí
el que luego fuera arzobispo de Sevilla Don una de las cosas que voy a contar fue la más sorMarcelo Spínola, y recibió un aviso del Vaticano prendente. Yo estaba revolviendo la documentade que presidiera esas fiestas. Dicen que Fray ción recogida en el archivo de las monjas, que
113
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
está perfecto, y leía que éste era un santo que
veía a su madre como una hermana. Pero es que
quería a su madre y a su hermana tan intensamente que visitaba su casa, cuando estaba de
visita pastoral, cada dos días. Además, en las cartas que yo veía se quejaba de que ya no tenía ropa
limpia, hasta que un día estaba por la serranía de
Ronda de visita pastoral y le decía a su madre:
“Vengo a que me lavéis la ropa porque la ropa
interior la tengo completamente manchada”. Yo
consulté con la señora de mi casa y le dije:
“Marisa, fíjate tú que cosa más extraña”, y me
dijo: “tenía hemorroides”. Yo le pregunté esto a las
monjas, y me dijeron: ¡uy, por Dios, usted no lo irá
a contar! Le dije: “Madre, yo no sé si lo contaré o
no lo contaré pero tengo que saber la verdad”. Y
le dije: “No se da cuenta que sólo por el hecho de
ir en mula por esos riscos de la serranía de Ronda,
que hizo la visita pastoral…”. Y me dijo: “Pero
usted no lo cuente”. Y yo le dije que tenía que
contar la verdad.
El señor de mi casa, un abogado andaluz, como
son ustedes, de abajo de Despeñaperros, cada
semana escribía un pequeño poema. Así que un
domingo vino con el papelito correspondiente al
poema de la semana en los que contaba mis diabluras escribiendo la vida del santo. Y era un diálogo entre la archivera, que ya estaba de mi
parte, y la superiora que se quejaba de las maní-
as del escritor. Entonces en aquel diálogo le
decía la superiora a la archivera: “¿Qué es esto
de las almorranas, expuesto sin disimulo?” Y le
contestaba la archivera: “Hasta en miserias del
culo caben virtudes cristianas”.
Hay cosas muy bonitas de Fray Leopoldo. Fray
Leopoldo pasó por Sevilla, Antequera, Granada.
Ha cambiado de oficio varias veces, ha sido cocinero, verdad, ha sido hortelano y en Granada
fue limosnero. La portería y la limosna eran dos
tareas de la Orden Capuchina para la gente de
pueblo. El portero tenía que recibir a todas las
personas, y el limosnero tenía que pedir limosna
para el convento y para los pobres. Yo esta mañana que he estado recorriendo Granada con ojos
de Fray Leopoldo… pero si pudiera reconstruir
los lugares por los que pasaba… he preguntado
esta mañana a la gente, en la calle, qué recuerdos tenían de Fray Leopoldo. Bueno, no es que
lo queráis, es que lo adoráis. Y los mayores,
muchos, lo recuerdan y lo transmiten a la familia. En resumen he llegado a la conclusión que el
retrato de Fray Leopoldo -ya llevamos casi una
hora, padre, y esta gente tendrá que ir a cenar…
os advierto que no me voy a alargar-.
Sí hay una cosa que creo que resume cómo era
Fray Leopoldo. He leído en unos documentos de
la orden de los capuchinos que para ser un buen
limosnero capuchino debe tener los pies en el
Monseñor Saraiva junto con el Padre Alfonso y el Padre Mariano en la tumba de Fray Leopoldo.
114
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Don Juan Pablo de Haro, director del coro Federico García Lorca, recoge una placa de agradecimiento.
suelo y los ojos en el Cielo. Así recorría Granada
Fray Leopoldo. Los pies en el suelo, pedía limosna, daba limosna, era cariñoso, si le iban las
cosas mal las soportaba, decía que le pasaba porque Dios lo quiere y además tenía también… le
tocó vivir una etapa en España muy difícil, con
tantos cambios, y si le decían que le ayudaban
porque era un santo, él contestaba que santo es
solo Dios. Y si les maltrataba, él decía a sus compañeros, “esto va bien”, y si le decían este es un
santo, él decía “esto va mal”. Porque él era un
muchacho auténtico, también fue duro con los
que mandan.
Tenían ustedes en Granada un cardenal, el cardenal Parrado, que estuvo primero de obispo en
Valencia. Como Fray Leopoldo era un personaje
lo mandaban con un acompañante a la fiesta del
cardenal. Y en una de esas fiestas se acercó al cardenal y le dijo: “Señor cardenal, ahora tiene usted
que tener cuidado, porque como no sea bueno se
condenará”. El cardenal primero se enfadó un
poco y luego él añadió -como se había dado cuenta de que había metido la pata- “yo rezaré por
vuestra eminencia”, entonces se suavizó la cosa.
Era responsable, con los pies en el suelo pero
verdadero, auténtico, porque al mismo tiempo
tenía los ojos en el Cielo. ¿Qué significa tener los
ojos en el Cielo para nosotros, para los creyentes…? Pues tener fe, pero una fe viva, dense
cuenta ustedes que el tener fe, queridos amigos,
significa en este mundo, en esta vida, que estamos locos, pero cómo podemos doblar la rodilla
ante la Eucaristía, en medio de la misa o comulgar con devoción, ¡estás loco! Eso no puede
ser… en el mundo científico contemporáneo,
literario y político y periodístico, eso no puede
ser, no puede ser. Es que estamos locos, es que
tener fe es estar loco. Pero tenemos referencias a
ese Señor, a ese Jesús que pasó por la tierra y nos
dejó el evangelio. Nosotros somos gentes con
referencias, queridos amigos, nos pueden suceder muchas desgracias, nos pueden apedrear,
como a Fray Leopoldo, pero tenemos en quién
pensar, tenemos a quien dirigirnos.
Una muchacha que trabajó conmigo en televisión en Madrid, ella no era creyente, pero cuando me comprometí con ella a que presentara, era
una chica resuelta y muy guapa, se llamaba
María Casanova, yo le dije bueno, no tienes fe,
pero ¿qué es no tener fe? Yo tengo fe y no sé qué
es tener fe. Hay que poner un poco por parte
nuestra y yo te puedo poner, mira, a la Virgen
María se lo vamos a pedir. Rézale tres avemarías
todas las noches… me ha dicho hace poco, que la
llamé un día por teléfono, que sigue rezando las
tres avemarías…. Pues ésta, un día, en el plató de
televisión, trabajar en un plató era muy complicado, ahora es más fácil, pero antes había que espe-
115
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
rar mucho y teníamos mucho tiempo antes de
comenzar, así que hablábamos los dos ahí, y los
chicos de televisión, lógicamente eran gente
divertida, pero que mientras estábamos hablando
en vez de cortar el sonido iban grabando todas las
cosas que se decían y luego publicaron un vídeo
con unas cuantas conversaciones divertidas. Y en
una de esas me decía: “los creyentes no tenéis
derecho a poneros serios. No. Porque qué más os
da, vosotros tenéis alguien que os escucha, podéis
hablarle, nosotros los que no creemos no”.
Cuántas veces he recordado esta frase de María
Casanova. Recibíamos muchísimas cartas. Es que
por aquel entonces, los curas llevábamos una corbata negra como distintivo, cuando llegué a la
televisión yo hacía lo que me daba la gana. Y la
inmensa mayoría de las cartas que llegaban era
para decirme cómo era posible que un sacerdote
saliera en televisión sin ir vestido de sacerdote,
póngase el clerigman por lo menos.
Una vez le decía a un taxista en Sevilla que yo
para ir a ver a las hermanas de la Cruz siempre
me pongo el clerigman, para las hermanas y para
el Papa, para el señor arzobispo no, ya le he
dicho que yo me pongo un jersey negro y voy tan
tranquilo, pero para las hermanas no, así visten
ellas, ¿no? Hay que tener un poco de respeto…
pues un día del mes de agosto que iba a ver a las
hermanas de la Cruz en Sevilla, al salir, como
hacía tantísimo calor, cogí un taxi en la calle
Imagen y le dije, lléveme al Paseo Colon -que es
donde yo vivo- y a mí me gusta hablar mucho
con los taxistas porque te cuentan muchas cosas.
Unas se las inventan, otras son verdad. Siempre
rajan del alcalde y de los concejales. Y como
hacía tanto calor él me miraba por el retrovisor
e íbamos charlando de cosas. Yo primero me
quité la chaqueta y me quedé en camisa porque
-repito- hacía mucho calor. Y después me quité
la tirilla que llevaba en el clerigman. Y entonces,
me vio que me quitaba eso y me dijo: “Padre,
quíteselo que con el tiempo que hace no sé cómo
puede aguantar usted. ¡Quítese el celibato de
una vez!”. Y yo le dije que el celibato no se quita
así como así…
En otras cartas, la gente me decía que cómo
era posible que presentara con esa chica que
enseña las piernas y que eso no está bien para un
religioso. Entonces María me decía: “escríbeles
diciéndoles que en vez de mirar a los muslos de
la chica que miren al cura que está al lado”.
Si cada uno de nosotros creyera y practicara la
fe, ya está, ya tendríamos resueltos los problemas
personales como cristiano. Pero tenemos una fe
vacilante. Él, Fray Leopoldo, fue un hombre consagrado por Dios, honesto con Dios, consecuente
con su fe, y para mí es el rasgo más importante de
El Cardenal Saraiva atendiendo a los medios que se dieron cita el pasado 9 de febrero en Granada.
116
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
la existencia de Fray Leopoldo.
¿Milagros? ¿Qué son los milagros? Si uno está
muy enfermo va al médico que es su obligación,
claro, pero reza también a la Virgen de las
Angustias o a Fray Leopoldo. ¿Qué son los milagros? ¿Quién sabe lo que son los milagros?
Milagro es la vida de este hombre. Fray Leopoldo
es un santo de milagros de calderilla, de milagros
pequeños, de milagros de andar por casa y Sor
Ángela era así también, pero quieren milagros
sonantes, que sorprendan a los médicos y a los
monseñores de Roma, así que para declarar un
santo hace falta eso, así que Fray Leopoldo tendrá que hacer algún milagro.
Ayer hubo dos milagros en Granada. ¿Cuáles?
Uno es el de Tico Medina, el contemplar a ese
periodista que es Tico Medina, que ha dado
miles de vueltas por el mundo, hablando de Fray
Leopoldo emocionado como nunca le he visto,
toda su vida confiando en Fray Leopoldo, desde
niño, con diez años, hasta ahora, eso es un milagro, eso es impensable.
El otro milagro les confieso que con un poco de
ayuda del padre Alfonso, que ha hecho su trampa, está muy calladito y es muy sensato pero es
así. Yo no recuerdo en todos los procesos que he
conocido que vengan de Roma, yo no recuerdo
nunca que el cardenal responsable de la
Congregación de Santos, que tiene que afirmar
la santidad de esa persona, haya ido a un sitio
donde lo quieren, vamos. La presencia ayer del
cardenal Saraiva aquí es un milagro, con trampa
del padre Alfonso. El cardenal tiene que estar pensándolo ahora mismo, después de comprobar las
inquietudes directas de los devotos de Fray
Leopoldo. Ya no les entretengo más. Tengo que
decirles, que los señores del coro, cuando acabaron
con el himno de Fray Leopoldo, una cosa tan sencilla, muy de Fray Leopoldo, muy de Alpandeire,
les he pedido por favor me dieran la letra y me la
he traído. Decían cosas tan sencillas, tan hermosas, quiero acabar con ese espíritu: "Hermano,
querido hermano, míranos, mira Granada". Fray
Leopoldo, míranos, mira Granada.
118
Así recorría Granada Fray
Leopoldo. Los pies en el suelo,
pedía limosna, daba limosna, era
cariño, si le iban mal las cosas la
soportaba, decía que le pasaba
porque Dios lo quiere...
Javierre terminó su intervención diciendo
-como su himno- “míranos Fray Leopoldo”.
BANDO
José Torres Hurtado, Alcalde Presidente del Excelentísimo
Ayuntamiento de la Ciudad de Granada, a quienes este BANDO
leyeren, oyeren y entendieren.
HAGO SABER
Que el pr6ximo miércoles, día 9 de febrero, se cumplen 50 años del fallecimiento en Granada
de Fray Leopoldo de Alpandeire aquel sencillo campesino, Frasquito Márquez Sánchez, que abandonó las tareas agrícolas en su pueblo de la Serranía de Ronda para vestir el austero, pero digno
hábito Capuchino, y convertirse en el más popular frailecillo limosnero de la orden religiosa en
nuestra ciudad.
Probablemente, en la historia de Andalucía no existe un personaje como este Andaluz
Universal, que haya alcanzado un respaldo popular como el de este hermano lego Capuchino,
pedigüeño de puerta en puerta, respetuoso, insignificante, tímido, generoso y de bondad admirable que entregó su vida, hasta el último momento a favor de los más necesitados, a favor de los
pobres, a quienes ofrecía sus propias viandas y su palabra, siempre escueta, pero llena de amor y
solidaridad.
Aún viven muchos granadinos que le trataron personalmente y que por eso mantienen como
recuerdo la devoción a su figura, pero cada día se incrementa el número de quienes, sin haberlo
conocido, acuden a su recuerdo en demanda de ayuda de todo tipo, sobre todo de mejoría para la
salud física y espiritual. Lo prodigioso del fraile de la barba blanca es que dejó una evidente prueba de santidad sólo con su actitud personal que hoy le permite "vivir" entre gentes no sólo andaluzas, sino de toda España y de muchos países del mundo.
El Ayuntamiento de Granada, con ocasión del cincuentenario de su muerte, le nombrará Hijo
Adoptivo de la Ciudad y como Alcalde y en nombre de tantos granadinos que respetan, admiran
y veneran su calidad humana y el ejemplo de vida del incansable limosnero, doy la bienvenida a
cuantos se desplacen a Granada desde otros lugares y animo a todos los granadinos a que se
sumen a los distintos actos que, con motivo del cincuentenario de su muerte, tendrán lugar en
nuestra ciudad a lo largo de este año.
Lo que hago público para general conocimiento de la ciudadanía, en Granada a cinco de
febrero, del año dos mil seis.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO ESTUVO A PUNTO
DE SER LINCHADO POR SUS PROPIOS HERMANOS
ceptaban las antiguas Constituciones de los Capuchinos tener en todos sus conventos una
huerta de cuyos frutos pudieran beneficiarse, no sólo los religiosos, sino cuantos pobres venían a sus puertas solicitando ayuda. Asimismo, recomendaban las mismas Constituciones,
que dentro de la huerta, hubiera un bosque para poder proveerse de leña y servir al mismo tiempo de
lugar de oración a aquellos frailes que desearan este contacto con la naturaleza. También permitían
y aconsejaban la construcción de capillas oratorios en donde pudieran retirarse los hermanos durante los tiempos libres. El cuidado de estas huertas corría siempre bajo la responsabilidad de uno de los
hermanos no clérigos de la comunidad, quien, de ordinario, tanto las mimaba que eran verdaderos
vergeles en donde todos los hermanos encontraban descanso y sosiego para su espíritu.
a
na vez que fray Leopoldo había concluido el año de noviciado y había hecho sus primeros
votos, fue trasladado al convento de Antequera. El Superior le da el encargo del cuidado de
la huerta. A nuestro protagonista no le fue difícil adaptarse a este oficio de hortelano.
Provenía de gentes del campo y este trabajo, consecuentemente, no le era desconocido. Satisfecho y
gozoso estaría fray Leopoldo de poder prestar este servicio que, no cabe duda, tenía que agradarle. A
él se entregó de lleno, poniendo toda su atención para seguir la tradición de tantos beneméritos hermanos, que le habían precedido en el cargo, y para conseguir que la huerta continuara teniendo la
misma atracción producida por la belleza de sus cultivos, arboledas y productos. Seguro que aprovecharía todos sus momentos libres del día, e incluso de la noche, para no decepcionar nunca a los religiosos que en la huerta intentaban encontrar su recreación y reposo junto a la tranquilidad del lugar.
U
ue precisamente esta preocupación la que le obligó, en cierta ocasión, a regar la huerta
durante la noche, aprovechando así el agua que se escapaba de la alberca por no poderla,
dada su poca capacidad, retener. Por otra parte, seguramente, la que le correspondía era más
bien menos que más. Ignorantes los religiosos del quehacer nocturno de fray Leopoldo, cuando se
levantaron a media noche para el rezo de los Maitines, alguien oyó ruido en la huerta y dio precipitadamente la consabida voz de alarma: ¡ladrones! Cada fraile se aprestó a hacer lo que creyó más del
caso de acuerdo con su aguerrido valor. Y fue el Superior quien, tal vez con arrestos de capitán, asomando por una ventana el mango de una escoba, a modo de escopeta, intimó a la rendición a los presuntos salteadores. Se oyó entonces, la voz de nuestro fray Leopoldo, en un tono de entre respetuosa y divertida, que decía: "Padre Guardián, soy yo, fray Leopoldo, que estoy regando la huerta".
f
En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.
flor
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Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
DE CÓMO FRAY LEOPOLDO
SABÍA SIEMPRE
EXCUSAR LOS FALLOS HUMANOS
uando San Francisco habla en su Regla del comportamiento de los hermanos entre sí, dice que no discutan ni
profieran malas palabras, mostrándose siempre como fieles seguidores de Jesucristo, expandiendo por doquier el buen olor
de discípulos suyos. Seguro que nada produce mayor impacto
negativo entre los hombres que una crítica destructiva y un llevar
a unos y otros los defectos y deficiencias de los propios hermanos.
Además de ser algo contra la caridad evangélica, va minando las
bases de toda convivencia y destruyendo, poco a poco, los principios en los que toda institución, religiosa o no, se fundamenta.
c
ray Leopoldo, que sabía mucho de desplantes por su tarea
de mendigar, y conoció la triste sensación del desaire de
aquellos que no lo comprendían, quiso siempre mantenerse en un espíritu ecuánime, esforzándose en tener los nervios
bajo control, a pesar de que no fueron pocas las veces que a él se
recurrían con lo que podríamos calificar de impertinencias y, en
ocasiones incluso, con ánimo de tirarle de la lengua.
f
n hecho cualquiera sucedido en los conventos, como
pudiera acaecer en cualquier otro sitio, nos confirma su
actitud. No son raros los fallos de la cocina. En muchas
ocasiones la comida - porque los garbanzos necesitan dos horas
más de cocción o porque le han puesto la sal dos veces- va entera a los animalitos. En semejantes circunstancias la protesta y malhumor de los frailes es manifiesta y, si se quiere, justificada. Pero
no era así Fray Leopoldo. Apuraba él cuanto le presentaba para su
condumio. Si alguien le llegaba con ánimo exaltado para darle
autoridad a su malestar, la respuesta del mismo lo desalentaba al
decirle que de eso no se debía hablar, sino más bien ofrecerlo al
Señor. Y, añadía: el hermano cocinero lo ha preparado con la
mejor buena voluntad y si no le salió como deseaba: "¡pobrecito!,
¿qué se le va a hacer?".
u
En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.
florecillas
de
Fray Leopoldo
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50 aniversario de su muerte
Organigrama de los Capuchinos andaluces
E
n el pasado Capítulo Provincial (junio de 2005) una de las propuestas que se le enconmendó a los nuevos superiores provinciales y locales fue la celebración del 50 Aniversario de la muerte de Fray Leopoldo
con el máximo esplendor, pensando en acelerar la beatificación del hermano limosnero.
Desde estas líneas agradecemos a todos los hermanos de la Provincia Capuchina de Andalucía, capitaneados por
sus respectivos superiores provinciales y locales el trabajo desempeñado en esta gloriosa causa.
Fray Mariano
Ibáñez
Fray Rafael
Velázquez.
Pozo Bascón.
Vicario Provincial y
Ministro Provincial y
Coordinador Causa de los Santos Ecónomo provincial
Fray Antonio
Ruiz de
Castroviejo.
Definidor y miembro de la
Comisión de Patrimonio
Fray José Martín
González.
Definidor y Guardián del
Convento de Sanlúcar de Barrameda
Fray Miguel
Fray Francisco
Salmoral Nieto.
Martínez Melero
Definidor y Guardián del
Guardián del
Convento de Jerez de la Frontera Convento de Antequera
Fray Juan Jesús
Linares.
Fray Alfonso Ramírez Pedrajas Ex Ministro Provincial y miembro Fray José Cejudo. Guardián de la
Asistente de la O.F.S.
de la Comisión de Patrimonio
Capilla San José (Sevilla)
Fray José Antonio Márquez
Obra Social Fray Leopoldo
Fray Fernando Linares Fdez. de
la Comisión de Patrimonio
Fray Fco. Luzón Garrido.
Guardián Conv. de Granada
Fray Ricardo del Olmo López.
Fray Alfonso Ramírez Peralbo.
Guardián del Convento de Sevilla Vicepostulador Fray Leopoldo.
122
Fray Fernando Rodríguez Muñoz.
Guardián del Convento de Córdoba
600.000
personas han testimoniado haber
recibido favores del Siervo de Dios
52
millones de estampas y recuerdos
repartidos en estos 50 años
10.000
personas visitan todos los meses
la tumba de Fray Leopoldo de Alpandeire.
Desde los 5 continentes llegan cartas
solicitando biografías y reliquias.
Son muchos los medios de
comunicación, nacionales e
internacionales, que solicitan información.
Sus devotos pertenecen a todos los extractos
sociales y contínuamente se escuchan
testimonios de artistas,
cantantes, empresarios, famosos, etc.
Todos aquellos que lo conocieron dan
testimonio de su vida ejemplar, de
humildad, llena de sencillez y sobre todo,
amor a los demás.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
www.frayle
Record de visitas a la
L
a nueva página Web de Fray Leopoldo de Alpandeire
(www.frayleopoldo.org) se creó el pasado 11 de enero
con motivo de la conmemoración del 50 aniversario de
la muerte del humilde limosnero. Esta Web surgió para dar respuesta a la continua demanda de información que solicitan
personas procedentes de todos los rincones del mundo en relación a este capuchino de la serranía de Ronda y a los actos conmemorativas del cincuentenario de su muerte
Desde el primer mes, la página Web de Fray Leopoldo no sólo ha cumplido las expectativas sino que
ha marcado días tras días todo un récord en cuanto al número de visitas se refiere. Cuando aún no
habían pasado apenas cuatro meses desde que se pusiera en marcha la Web, la página ya se había
visualizado en miles de ocasiones. Uno de los días de mayor actividad fue el viernes 2 de junio, cuando recibió 123 visitas) y la gran mayoría de las visitas que recibe -concretamente el 58,2 por cientoproceden de España. Italia es el segundo país de procedencia de visitas de la Web, con un 34,5 por
ciento, pero se han registrado también entradas desde otros países como México (1,3 por ciento),
Estados Unidos (1,2 por ciento), Uruguay (0,6 por ciento), Chile (0,6 por ciento), Venezuela (0,5 por
ciento), Argentina (0,4 por ciento), Alemania (0,4 por ciento) y Brasil (0,3 por ciento).
Ofrece frayleopoldo.org toda la información más actual sobre los actos del 50 aniversario y sobre el
Proceso de Beatificación del capuchino, que se encuentra en una de sus últimas etapas, a la espera
de que el Vaticano admita alguno de los favores y milagros que el Siervo de Dios ha otorgado a sus
benefactores. Asimismo, la página Web completa sus contenidos con la historia de la cripta y sus
murales -obra del padre capuchino italiano Hugolino de Belluno-, con el museo de Fray Leopoldo ubicado en el Convento de Granada-, y con las oraciones y jaculatorias del humilde limosnero, traducidas al italiano, francés, inglés, alemán y portugués.
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Fray Leopoldo
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eopoldo.org
We b d e F r a y L e o p o l d o
La
página
principal
de
frayleopoldo.org cuenta con un espacio
dedicado al calendario litúrgico, que se
actualiza todos los días. Además, esta
Web ofrece un sitio donde encontrar
todas las novedades, los documentos y
los favores que Fray Leopoldo concede
a sus fieles devotos.
Alpandeire
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Repercusión de Fray Leopoldo en los medios de comunicación
Un
fenómeno mediático
Alrededor de Fray Leopoldo de Alpandeire ha surgido todo un fenómeno. Su figura y su mensaje
se propagaron por los cinco continentes nada más morir en el año 1956. Pero ya en vida, este limosnero capuchino gozó de fama de santidad no sólo en Granada y Andalucía, sino también en regiones
de toda la geografía española, de Europa y, sobre todo, de América Latina.
Todavía nos sigue sorprendiendo la inmensa difusión que ha experimentado Fray Leopoldo a lo
largo de estos 50 años. Lo conocen personas de toda ideología y condición, y le rezan gentes de todas
las razas, de todos los pueblos y de todas las lenguas. Y es que apenas transcurridos cuatro años de su
fallecimiento, Fray Leopoldo ya había ocupado las portadas de la mayoría de los periódicos españoles
y ya se podían encontrar artículos sobre su persona y sus virtudes en la prensa internacional.
Con el fenómeno Fray Leopoldo ha pasado como ocurrió con el Evangelio. Antes de escribirlo fue
fundamental la transmisión
oral, el boca a boca de las personas que lo conocieron en
vida y que escucharon hablar
de él a sus familiares, amigos y
vecinos. Granada ha sido, sin
duda, la ciudad que ha abanderado este fenómeno. Granada
ha sido el motor de esta difusión, el trampolín que lanzó la
fama de santidad de Fray
Leopoldo a todos los rincones
del mundo. Y los granadinos se
convirtieron desde el primer
momento en los mensajeros de
su santidad.
También ha jugado un papel
muy importante, siendo la primera que lo dio a conocer a sus
lectores a lo largo de estos lustros, la revista de los Hermanos
Menores Capuchinos de la
Provincia de Andalucía El
Adalid Seráfico, donde cada año, desde 1960, se ha insertado el Boletín Fray Leopoldo de
Alpandeire, además de entrevistas, reportajes, florecillas y artículos escritos por hermanos que lo
conocieron y que convivieron con él en el Seminario de Antequera o en el Convento de Capuchinos
de Granada.
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DE CÓMO FRAY LEOPOLDO FUE
PROFUNDAMENTE ANDALUZ
l andaluz es una persona que, a pesar de sus manifestaciones alegres y chistosas que causa, a
veces, se le tenga en un concepto equivocado, tiene muy desarrollado el sentido del ridículo. Teme siempre caer o dar esta sensación, por lo que evita, en sus expresiones y actuaciones, cuanto pueda favorecerlo. Ciertamente, nos encontraremos con andaluces de espontáneas salidas y de comentarios con filosofía realista, que unas veces nos causará hilaridad y otras nos llevará a
una meditación intensa. Nunca el verdadero andaluz es chabacano con sus dichos o hechos. Se lo
impedirá aquel su desarrollado sentido.
e
n la vida de fray Leopoldo se cuenta que una vez, anciano ya y acompañado del hermano
que le servía de ayudante y lazarillo, hubo de pasar de una acera de la calle a la otra, para lo
cual debería saltear peligrosamente los muchos coches que se sucedían. Conducido por el
hermano, apenas iniciaba su tránsito de aceras, de inmediato, temiendo éste lo atropellara cualquiera de los vehículos que se presentaba, le tiraba del brazo, haciéndole volver al mismo punto de partida. Así varias veces, hasta que, por fin, consiguieron la deseada meta. Ya tranquilo, pero serio -estaba avergonzado de aquel tira y afloja sufrido-, mira a su preocupado lazarillo y le dice: “¡Hermano!,
hemos hecho el circo”. Estaba convencido de haber hecho el ridículo y éste fue su inmediato desahogo que incluía, al mismo tiempo, una advertencia. Su identidad andaluza se manifestó en este comentario tan espontáneo como profundo.
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En alabanza de Cristo y de su siervo Francisco. Amén.
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X Pedidos de libros u objetos religiosos. Vicepostulación Fray Leopoldo. Avda. Divina Pastora, 11. 18012.
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X
Granada. Teléfono: 958 275352. www.frayleopoldo.org
G
racias a la ciudad de Granada, testigo
de la fama de santidad de nuestro hermano Fray Leopoldo. Gracias a los granadinos, que han transmitido de generación en generación la devoción del
humilde limosnero.
Y gracias a todas aquellas personas de
buena voluntad que han sido benefactoras de los Hermanos Menores
Capuchinos y que se han convertido en
los principales difusores e impulsores de
la Causa de Beatificación del Siervo de
Dios, hoy conocido a nivel mundial.
Fray Leopoldo
50 aniversario de su muerte
Mi más sincero agradecimiento
A la hora de terminar esta publicación, en la que hemos depositado todo nuestro esfuerzo e
ilusión, me siento en la obligación de proclamar a los cuatro vientos mi más sincero agradecimiento a tantas y tantas personas e instituciones que han dado ejemplo de su convencida
admiración y respeto por la figura de Fray Leopoldo de Alpandeire.
Reproducir la lista de agradecimientos sería interminable, pero permitidme que como referente de todas ellas manifieste mi gratitud al Ayuntamiento de Málaga y al de Alpandeire,
pueblo natal de Fray Leopoldo; al Ayuntamiento de Granada, que recientemente ha cedido
unos terrenos para ampliar la obra social del Hogar de Fray Leopoldo; a todo los grupos políticos del consistorio granadino, que han acordado por unanimidad proclamar a Fray Leopoldo
Hijo Adoptivo de la ciudad de los cármenes; a la Junta de Andalucía; a la Universidad de
Granada, que nos ha cedido sus instalaciones para los distintos actos que hemos celebrado con
ocasión del 50 aniversario de la muerte de Fray Leopoldo; a todos los medios de comunicación
social (prensa, radio y televisión) por su constante labor informativa y por su amplia cobertura durante todo este año jubilar; al Patronato de la Fundación Fray Leopoldo; a la empresa granadina Aires Publicidad, que ha realizado su trabajo en esta publicación de forma totalmente
gratuita y desinteresada; a todos los anunciantes, gracias a los cuales ha sido posible la financiación de esta publicación extraordinaria; a las Congregaciones Religiosas, por su apoyo
incondicional a Fray Leopoldo de Alpandeire, y a los corresponsales de El Adalid Seráfico, por
su valiosísima colaboración en la difusión de la figura del Siervo de Dios; al equipo de redacción de El Adalid Seráfico por el arduo y meticuloso trabajo para conseguir toda la documentación que podrá encontrar en esta publicación; y a tantas personas anónimas que han difundido la figura de nuestro hermano por los cinco continentes.
Fray Rafael Pozo Bascón
Comisario del 50 Aniversario
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Vista aérea de Alpandeire.
Casa natal de Fray Leopoldo. Un azulejo recuerda que en ella nació.
Mesa y demás objetos usados por Fray Leopoldo en su celda conventual de Granada.
Alforja que usó cuando salía a pedir limosna para el convento.
A la izquierda, pila bautismal de la Parroquia
de Alpandeire en donde fue bautizado Fray
Leopoldo. Abajo, D. Diego Márquez y Dña.
María Teresa Márquez, padre y hermana de
Fray Leopoldo de Alpandeire.
Hermosa cruz de mármol que aún puede contemplarse desde la ventana de su reconstruida celda sita en el museo.
Esta cruz se encontraba en el patio de entrada -en la parte izquierda- al antiguo convento e iglesia de Capuchinos
en Granada.Uno de los murales pintados por el capuchino italiano Hugolino de Belluno en la cripta donde reposan
los venerados restos de Fray Leopoldo de Alpandeire.
Capilla ardiente ante el cadáver de Fray Leopoldo el día de su obitu el 9 de febrero de 1956
Grupo de fieles que bajan a la cripta para
besar la tumba de Fray Leopoldo y venerar
sus restos un 9 cualquiera de cada mes del
año.
Fotografía de Fray Leopoldo realizada en los años
cincuenta.
Sepulcro levantado a Fray Leopoldo en la antigua
iglesia de los capuchinos de Granada.
Primer monumento levantado a Fray
Leopoldo en los jardines interiores
del Hogar Fray Leopoldo. El autor
fue el escultor granadino Antonio
López Burgos.
Vista de la iglesia capuchina granadina en un día culaquiera 9 de cada mes del año.
Vista completa de la celda reconstruida de Fray Leopoldo que se
encuentra en el Museo del convento
capuchino de Granada.
Puestos de ventas callejeros que se ponen ante el convento de los capuchinos de Granada en
los días 9 de cada mes del año.

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