Retrato de Agustín I, Emperador Constitucional de México

Transcripción

Retrato de Agustín I, Emperador Constitucional de México
Retrato de Agustín I, Emperador Constitucional de México
— Primitivo Mir anda
Pharus Academiæ
«Retrato de Agustín I, Emperador
Constitucional de México, de Primitivo Miranda»
El cuadro presentado en nuestra portada, Agustín de Iturbide por Primitivo Miranda, pintado en óleo sobre tela en 1865, se encuentra en la Exposición temporal: Amanecer de una nación en el Castillo de Chapultepec, en la
Sala 6, junto con un óleo sobre tela de Leona Vicario, de autor desconocido
del siglo xix; otro óleo sobre tela de José María Morelos y Pavón, pintado por
«El Mixtequito» en 1812; un facsímil de los Sentimientos de la Nación de José
María Morelos y Pavón; un estatua en madera tallada y policromada de la
Virgen de los Dolores, obra de Laureano Montañez quien la realizó en 1813 y
finalmente un Estandarte de la Virgen de Guadalupe, en óleo y acuarela sobre
tela de algodón.
Es oportuno recordar que la pintura mexicana del siglo xix, estuvo influida grandemente por el neoclasisismo que le dio un sentido moderno, a pesar
de la influencia del academicismo de la Real Academia de la Tres Bellas Artes
de San Carlos fundada por decreto de Carlos III.
Una vez consumada la Independencia nacional y a la caída del efímero
Imperio Mejicano de Agustín de Iturbide, los pintores de la Academia dejaron
de producir el registro visual de lo que ocurría en esos turbulentos años.
Prácticamente todas las escenas que glorifican la Independencia y el primer imperio y plasman los hechos del momento, fueron realizaciones de artesanos, por lo que la mayor parte de cuadros fueron obra de pintores anónimos
que no tenían ni por pienso, la calidad de los academicistas
Así es que vemos que los grandes acontecimientos, como la entrada del
Ejército Trigarante a la capital, la jura de la Independencia, la proclamación
de Iturbide como emperador y su coronación son obritas de un estilo que podríamos calificar de «naive» totalmente alejadas de la estética académica.
Esos artesanos fueron los que dejaron evidencia de personajes y momentos
históricos y sus obras, son apenas pálidos reflejos de la realidad aunque algunos logran mostrar gran fuerza expresiva como son los cuadros del generalísimo Morelos y de Doña Ana Huarte de Iturbide, esposa de Don Agustín y los
pocos del poco emperador que han sobrevivido a casi dos siglos de incuria y
olvido, desde que la política lo excluyó del santoral patrio.
El cuadro que presentamos en nuestra portada fue pintado en 1865 por el
pintor neoclásico y escultor, Primitivo Miranda, que fue alumno de la Academia de San Carlos y en el año de 1844, fue becado por para perfeccionar su
arte en Roma. El 23 de enero de 1850 aparece como firmante de un recibo por
150 pesos, producto de la venta de su cuadro La virgen con el niño.
También es conocido por las litografías que diseñó para el famoso El Libro
Rojo de Vicente Riva Palacio y Guerrero y Manuel Payno impreso en 1870 por
Díaz de León y White.
Otras obras atribuidas a «el liberal» Primitivo Miranda, son las primeras
las primeras dos estatuas del Paseo de la Reforma, la de Leandro Valle y la del
escritor Ignacio Ramírez, «El Nigromante», develadas el 5 de febrero de 1899
en Reforma esquina con Bucareli en la capital del país. La crítica fue implacable con Miranda, a quien le decían «el sastre», porque no ponía arrugas en
la ropa.
Otras obras de Miranda son: Tropas republicanas en una Venta del camino
de Puebla de 1858, un cuadro alusivo a la batalla del 5 de mayo de 1862, de 1863,
y una República Mexicana con símbolos masónicos.
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Diciembre 2011
Año v
Directorio / Contenido
Rector
C.P. David Gómez Fuentes
vi
Prólogo
Vicerector académico
Dr. Alejandro Montano
12
Agustín de Iturbide, mitos y verdades:
¿Autor o consumador de la independencia?
¿Héroe? ¿Traidor? ¿Víctima?
Comité editorial
José Villaseñor
Emilio la m a drid
36
El Texto Líquido
Ernesto Peña A lonso
Alberto Bazaldúa
Enrico Martínez
44
Emilio Lamadrid
Quelación de Cadmio mediante esencia de clavo de
olor «syzygium aromaticum» (Eugenol), y su aplicación
en el tratamiento de residuos sólidos peligrosos con
contenido de Cadmio
M arisol M artínez Herná ndez
Francisco Gámez
55
Diseño
Ernesto Peña
Iv ette Cha ng Bencomo
61
Form ación
Alejandra Sánchez Salas (ldg 80.)
Gestión del Conocimiento
Fr a ncisco Solís Sola no
67
R ev isión y corrección de estilo
Martín Castillo
La Religión desde el Conocimiento
La Escatología de la Postmodernidad
José Luis Villaseñor
79
La Valentía: de Platón en nuestros días
Jua n Carlos R endón Aguilar
81
Ensayo sobre el Amor
Ernesto Sosa Díaz
Pharus Academiæ, Revista de divulgación e investigación del Instituto de Estudios Superiores
de Tamaulipas. Número 9, año v. Este número se
terminó de editar en diciembre de 2011, el tiraje
total de esta edición es de 1 000 copias.
Reserva de derechos: 04-2008-062316205000-102
Pharus Academiæ
Prólogo
Uno de los más notables fenómenos de los últimos años, ha sido la renovada
controversia acerca del papel del Papa Pio XII en la Segunda Guerra Mundial,
especialmente en su actitud ante el esfuerzo de Adolf Hitler que llevó al holocausto, en el que murieron 6,000.000 de judíos. Eugenio Pacelli ha sido sometido a la crítica pública llegando incluso hasta el vilipendio por su presunta
falta por no haber hablado contra Hitler para prevenir el Holocausto, que incluso lleva a sus vilipendiadores a acusarlo de «simpatizante de los Nazis» o
un nefando «antisemita».
La gran calumnia contra Pío XII está de moda y ha sido tantas veces repetida que es ya aceptada por muchos como una verdad irrefutable. Con estas
mentiras, se quiere desprestigiar a Pío XII y de este modo desprestigiar el
papado.
En 1999 el periodista John Cornwell creó un escándalo internacional con la
publicación del «best seller» Hitler’s Pope, El Papa de Hitler.
Los últimos años han visto la publicación de ocho libros más relativos a la
presunta «indolencia» de Pío XII durante el Holocausto. Ha habido también
algunos defensores, pero sus detractores son los que han recibido mayor cobertura mediática, mientras que los libros de estudiosos católicos como: el
abogado norteamericano, Ronald J. Rychlack; el jesuita francés, Pierre Blet; la
monja italo-norteamericana, Margherita Marchione y el filósofo norteamericano, Ralph McInerny, apenas si han recibido un par de líneas en la prensa
internacional.
Por el contrario, los libros Hitler’s Pope, del periodista y escritor John Cornwell; Papal Sin del también periodista y escritor Garry Wills y Constantine’s
Sword de James Carroll se convirtieron el grandes éxitos, generando enorme
discusión y debate. El ataque de Susan Zucotti contra el papa Pacelli con su
libro Under His Very Windows: The Vatican and the Holocaust in Italy recibió
también gran atención de los medios.
No solo se ha renovado la controversia sobre Pio XII, sino que se ha extendido a otros papas a quienes se califica como «antisemitas», ampliándose
incluso el apelativo a toda la Iglesia.
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Es evidente que durante la segunda guerra mundial y
el Holocausto, Pio XII tuvo que lidiar con un crecimiento
repentino del mal en el mundo que lo obligó a tomar decisiones críticas. Tuvo que determinar si una buena acción
(como por ejemplo lanzarse a discursar en contra de las
atrocidades) eliminaría la maldad o causaría peores problemas.
Al principio de la Segunda Guerra Mundial, la primera encíclica de Pio XII resultó ser tan claramente antinazi que la Real Fuerza Aérea Británica y la Fuerza Aérea
Francesa dejaron caer 88.000 copias sobre Alemania.
Esto jamás hubiera sucedido si el Papa hubiera sido un
aliado secreto de Hitler.
La historiadora católica Margherita Marchione reporta que durante una audiencia privada con el Cardenal
Paolo Dezza en diciembre de 1942, Pio XII mencionó su
frustración con algunos que lo presionaban para hablar
de las atrocidades nazis. Aquellas personas no entendían
que los nazis estaban esperando escuchar la más ligera
reacción del Vaticano para golpear aún más fuerte.
La manera de operar de la Santa Sede siempre se ha
caracterizado por su prudencia, por ejemplo durante
la Revolución Bolchevique en Rusia. Los nazis eran un
nuevo enemigo con tácticas similares a las de los bolcheviques. Por supuesto, el Papa no podía ni siquiera mencionar el esfuerzo secreto que estaba haciendo por sacar
tantos judíos como fuera posible de los territorios ocupados por los nazis. Tuvo que llamarse a silencio para evitar
que pasara algo peor.
Es preciso recordar la sangrienta represalia que ocurrió, cuando el 20 de julio de 1942 se leyó en todas las
Iglesias de Holanda una carta pastoral de los Obispos de
aquel país condenando enérgicamente el trato dado a los
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Año iv
judíos. Hitler nunca respondió a esa carta con palabras.
Lo que hizo fue desatar una campaña brutal de deportación en Holanda en la que miles de católicos y judíos
murieron, incluyendo la monja Edith Stein y Anna Frank.
La Iglesia europea entendió el «mensaje» de Hitler.
Mientras tanto, dentro de Roma y por toda Europa,
los conventos y monasterios abrían sus puertas para esconder miles de judíos. En Roma, cientos de judíos eran
alimentados diariamente por el Vaticano durante la ocupación alemana de Italia. El Vaticano rescató a muchos
de ellos por medio del pago de rescates en oro. Como
testimonio de esos actos bien documentados, tenemos el
ejemplo del Gran Rabino de Roma, Eugenio Zolli (nacido
como Israel Zoller.) El 5 de julio de 1944, el Rabí Zoller fue
recibido por Pio XII. En notas tomadas por el Secretario
de Estado Vaticano, Giovanni Battista Montini (quien llegaría al papado como Paulo VI) se muestra que el rabino
agradeció al Santo Padre por todo lo que hizo para salvar
a la comunidad judía de Roma. Su agradecimiento fue
transmitido por radio.
El 13 de febrero de 1945, el rabino Zolli fue bautizado
por Monseñor Luigi Traglia, el Obispo Auxiliar de Roma,
en la iglesia de Santa María degli Angeli. En agradecimiento a Pio XII, Zolli tomó el nombre de Eugenio.
La historia del vilipendio de Pacelli se inició con una
obra de teatro titulada El Vicario de un joven dramaturgo
alemán, Rolf Hochhuth, estrenada en Berlín en febrero de
1963 que inició la controversia al presentar a Pio XII como
un colaborador del Nazismo, y condenarlo de «cobardía
moral» por el presunto «silencio culpable» ante uno de
los más monstruosos crímenes de la historia humana,
cuando su voz como líder moral y como cabeza de la Iglesia Católica posiblemente habría evitado, o —al decir de
Pharus Academiæ
algunos— dificultado los planes de los Nazis para lograr
la «Solución Final» (Endlösung) al «Problema Judío» en
Europa.
A pesar de que la obra El Vicario era una puesta en escena ficticia y altamente polémica, que ofrecía muy poca
o ninguna evidencia histórica para su alegato contra Pío
XII, fue aclamada por la crítica de muchos países, incluso
México. De hecho, es inspirador de una nueva generación
de periodistas e intelectuales revisionistas, que pretenden desacreditar los bien documentados esfuerzos de
Pacelli para salvar judíos durante el Holocausto.
Esta denuncia contra Pio XII, recibió amplia publicidad con el éxito comercial del libro de Cornwell, que lo
acusa de ser el «el eclesiástico más peligroso de la historia moderna», sin el cual, «Hitler nunca hubiera podido… llevar a cabo el Holocausto». Aunque este es un
juicio lleno de rencor, otros autores han concurrido con
él, como es el caso de otros detractores recientes como
Wills y Zucotti.
Más aún, en sus persistentes esfuerzos por vilipendiar
a Pacelli y calumniar su memoria, sus detractores ignoran el estudio del teólogo y diplomático israelí, Pinchas
Lapide, judío ortodoxo, que en su amplio y profundo estudio que documenta claramente el papel principal del
Papa Pío XII en el rescate y cobijo de judíos durante el
Holocausto. En la preparación de este estudio, titulado
Tres Papas y los Judíos y publicado en 1967, Lapidas habló
con muchos sobrevivientes del Holocausto que debían
sus vidas a la intervención de Pío XII y que les dio la base
empírica de su gratitud. Lapidas concluye que Pío XII salvó a no menos de 700,000 y posiblemente hasta 860,000
judíos de una muerte cierta a manos de los Nazis.
En 2007, el ex general rumano Ion Mihai Pacepa reveló
que El Vicario fue el fruto de un plan de desacreditación
ordenado por Nikita Khrushchev y pergeñado por la kgb
en 1960, y al igual que 60 años antes se publicaron Los
protocolos de los sabios de Sion, El Vicario tuvo como objetivo minar la autoridad moral del Vaticano y su influencia en Occidente.
La obra de Hochhuth encendió la controversia pública
que continúa en nuestros días.
En 2002 la obra teatral fue llevada al cine por Costa
Gavras, que la tituló Amén, tomándola de la expresión
hebrea que significa «así sea».
Libros como A Question of Judgment (1963) del Dr.
Joseph Lichten, en respuesta a El Vicario, defienden la
conducta de Pío xii durante la guerra. Lichten afirma que
cualquier crítica a las acciones del Papa durante la Segunda Guerra Mundial es una «sorprendente paradoja»
y que «nadie que conozca el historial de las acciones de
Pío XII a favor de los judíos puede suscribir las acusaciones de Hochhuth». Hannah Arendt también comentó la
obra (y la reacción pública ante ella) en su ensayo de 1964
The Deputy: Guilt by Silence? («El vicario: Culpable por su
silencio?»)
Ante el ruido provocado por El Vicario, Pablo VI respondió abriendo los archivos secretos del Vaticano y
pidiendo a cuatro jesuitas, entre ellos el padre Blet, que
hicieran pública toda la documentación publicable.
En un artículo aparecido en la revista jesuita Civiltà
Cattolica, de Pierre Blet, el único superviviente del equipo
que recogió en doce volúmenes las Actas y Documentos
de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial.
una imponente obra documental en la que se publican
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todos los documentos de la Santa Sede en ese candente
período, a excepción de aquellos que afectan a cuestiones
íntimas de personas en vida.
El padre Blet hace una interesante constatación. Hasta antes de 1963 todos los protagonistas de aquel período,
en especial, los exponentes de la comunidad judía, reconocieron la labor realizada por Pío XII en favor del pueblo
judío. Declaraban que el «silencio» del Papa se debía a su
conocimiento del nazismo (había sido nuncio en Alemania y recibía constantes informes de las nunciaturas de
los países europeos): hablar contra las purgas de Hitler
hubiera supuesto provocar la ira del Führer y condenar
instantáneamente a muerte a todo aquel que tuviera sangre hebrea. Blet cita en su artículo algunos testimonios
representativos de la labor realizada por Eugenio Pacelli.
«El mundo —declaró el presidente Eisenhower— ahora
es más pobre después de la muerte del Papa Pío XII». Y
Golda Meir, ministro de Asuntos Exteriores del Estado
de Israel: «La vida de nuestro tiempo ha sido enriquecida
por una voz que expresaba las grandes verdades morales
por encima del tumulto de los conflictos cotidianos. Nosotros lloramos a un gran servidor de la paz».
Sin embargo, a partir de 1963 comenzó a elaborarse
una «leyenda negra» alrededor de Pío XII. Las acusaciones consideran que «durante la guerra, por cálculo político o pusilanimidad, el Papa se habría quedado impasible
y silencioso ante los crímenes contra la humanidad, que
hubieran podido detener una intervención suya».
El resto del artículo, constituye una defensa científica
del trabajo de documentación que contienen las «Actas y
Documentos de la Santa Sede relativos a la segunda guerra mundial». En ellas se recoge la extraordinaria labor
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del Papa a favor del pueblo judío. Cuando las ss exigieron
a las comunidades judías de Roma que les entregaran 50
kilos de oro, el gran rabino de Roma se dirigió al Papa
para pedirle su colaboración con 15 kilos. «Pío XII dio
inmediatamente orden a sus oficinas para que hicieran
lo necesario para conseguir esa cantidad», asegura Blet.
Gestos como éste llenan los doce volúmenes de la
obra. Y dado que la Santa Sede no se podía permitir el
lujo de ocultar documentos que en muchas ocasiones ya
se encontraban en el «Foreign Office» de Londres o en el
«Département d’Etat» de París, la colección es históricamente completa. El jesuita asegura que cuando llegue el
momento establecido de abrir totalmente los archivos
del Vaticano de esa época, muchos quedarán decepcionados, pues toda la información importante de aquel período ya ha sido publicada.
El padre Blet concluye asegurando que las críticas
contra Pío XII no son de carácter histórico o científico,
sino que constituyen una auténtica «leyenda, construida
con elementos disparatados y con gran trabajo de imaginación». Aunque no lo menciona explícitamente, se refiere a la obra teatro que en 1963 hizo estallar el «caso»
Pío XII. Se trata de El Vicario, escrita por el alemán Rolf
Hochhuth, en la que se acusó por primera vez al Papa de
haber callado durante el Holocausto. La obra causó gran
polémica en toda Europa. Hasta entonces nadie había
lanzado acusaciones semejantes contra su pontificado
que abarcó desde 1939 a 1958. Es más, la prensa había
publicado siempre numerosos testimonios de hebreos
a favor de Eugenio Pacelli. Entre ellos, se encuentra un
sentido artículo de agradecimiento firmado por Albert
Einstein y publicado por la revista Time.
Pharus Academiæ
Para los líderes judíos de la generación anterior, el malévolo retrato del Papa Pío XII y la campaña de vilipendio en su contra, hubiese sido motivo de profundo dolor.
Desde el fin de la segunda guerra mundial hasta cinco
años después de su muerte, el Papa Pío XII gozó una envidiable reputación lo mismo entre cristianos que entre
judíos. Al final de la guerra, Pío XII fue aclamado como
el «inspirado profeta de la victoria» y recibió aclamación
casi universal por haber ayudado a los judíos europeos.
Numerosos líderes judíos, incluyendo a Albert Einstein,
los primeros ministros de Israel, Golda Meir y Moshe
Sharett y el Gran Rabino en Jefe Isaac Herzog, expresaron su públicamente su gratitud a Pio XII, nombrándolo
«justo gentil» que salvó miles de judíos durante el holocausto.
Incluso un judío ha saltado a la palestra en defensa de
Pío XI. El Rabino de Nueva York, David G. Dalin publicó
en 2005 el libro «The Myth of Hitler’s Pope» afirmando que
el Papa Pio XII ayudó a salvar las vidas de 860,000 judíos
durante la segunda guerra mundial.
David Dalin, un reconocido escritor y conferencista
judío, su libro Religión y Estado en la Experiencia Judía
Estadounidense considerado como uno de los mejores
trabajos académicos de 1997, propuso que el Papa Pío XII
fuera proclamado «Justo entre las Naciones», el máximo
reconocimiento que ofrece el Estado de Israel a las personas que se han destacado por ayudar a judíos perseguidos.
Dalin afirma: «En el Talmud está escrito: “quien salva
una vida, salva el mundo entero”. Pues bien, más que ningún otro en el siglo xx, Pío XII ha respetado esta indicación. Ningún otro Papa ha sido tan magnánimo con los
judíos. La entera generación de los que han sobrevivido al
Holocausto testimonia que Pío XII fue auténticamente y
profundamente un “justo”».
El Rabino cita un gran número de hechos, documentos, declaraciones y libros. Por ejemplo, afirma que «Pío
XII fue uno de los personajes más críticos del nazismo.
De los 44 discursos que Pacelli pronunció en Alemania,
entre 1917 y 1929, 40 denuncian los peligros de la ideología nazi emergente. En marzo de 1935, escribió una carta abierta al obispo de Colonia denominando a los nazis
“falsos profetas con la soberbia de Lucifer”». El mismo
año, denunció, en un discurso, en Lourdes, las ideologías
«poseídas por la superstición de la raza y de la sangre».
Su primera encíclica Summi Pontificatus, de 1939, fue
tan claramente antirracista que los aviones aliados lanzaron millares de ejemplares sobre Alemania con el fin
de instigar un sentimiento antinazi.
En respuesta a quienes se quejan porque Pío XII no
habló más alto contra el nazismo, Dalin trae las palabras
de Marcus Melchior, el rabino jefe de Dinamarca, que sobrevivió al Holocausto, quien dijo: «Si el Papa hubiera hablado, Hitler habría masacrado a muchos más de los seis
millones de judíos y quizá a diez millones de católicos».
Robert M. W. Kempner, fiscal por Estados Unidos en el
Juicio de Nuremberg, añadió: «Cualquier acción de propaganda, inspirada por la Iglesia católica, contra Hitler,
habría sido un suicidio y habría llevado a la ejecución de
muchos más judíos y cristianos.»
Sobre la obra de asistencia a los judíos, el rabino Dalin
recuerda que «en los meses en los que Roma fue ocupada
por los nazis, Pío XII instruyó al clero para que salvara
a los judíos con todos los medios». El cardenal Pietro
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Boetto de Génova, por sí solo, salvó al menos a 800. El
obispo de Asís a 300. Cuando al cardenal Pietro Palazzini, le fue entregada la medalla de los Justos entre las Naciones por haber salvado a los judíos en el Seminario Romano, este afirmó: «el mérito es enteramente de Pío XII
que ordenó hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance
para salvar a los judíos de la persecución.»
La obra de asistencia del Papa Eugenio Pacelli fue tan
notable que, en 1955, cuando Italia celebró el décimo aniversario de la Liberación, la Unión de las Comunidades
Israelitas de ese país proclamó el 17 de abril «Día de la
gratitud» por la asistencia proporcionada por el Papa durante el periodo de la guerra.
Dalin concluye afirmando que «contrariamente a
todo lo que ha escrito John Cornwell, según el cual Pío
XII fue el Papa de Hitler, yo creo que el Papa Pacelli fue la
persona que más apoyó a los judíos»
L’Envoy
Se puede no ser creyente de una religión dada. Incluso
se puede no simpatizar con los primados de esa religión.
Pero lo que no es admisible es el vilipendio por el simple
hecho de no estar de acuerdo con tal religión o personaje.
Eugenio Pacelli, mejor conocido con su nombre papal
de Pío XII era un personaje adusto, hierático que a quienes en aquellos años éramos niños nos producía temor,
especialmente cuando en el cine lo veíamos sobre aquel
resabio del Imperio romano, la «Silla Gestatoria». Su empaque principesco, iba bien con aquel papado, hoy desaparecido y llevado al grado de popularidad universal al
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Año iv
que lo han traído tres Juanes; Juan XXIII el primero, aquel
papa «de transición», se le calificaba, que se convierte en
el del «aggionamento» de la Iglesia. Con el efímero, pero
no por ello menos amado, Juan Pablo I y finalmente por
Juan Pablo II, el papa que llegó de oriente, el polaco Karol
Wojtyła, que ubicaron al papado en un papel mucho más
trascendente, como líderes católicos, verdaderamente
universales.
Repetir como perico las diversas acusaciones enderezadas contra Pacelli, sin la menor honestidad intelectual
no sólo no deturpa su imagen, sino que provoca en muchos miembros de la nación que supuestamente Pío XII
traicionó, saltar a la palestra en su defensa. Enorme vergüenza para tantos y tantos intelectuales católicos que
no solo no hacen nada por defender al líder de su supuesta religión, sino que repiten los falsos que otros emiten.
Seguramente, imbuidos del espíritu Nazi, siguen la
máxima de su santón Goebbels, Una mentira repetida
adecuadamente mil veces (esperan que) se conviert(a) en
una verdad.
Pharus academiæ
Agustín de Iturbide1, mitos y verdades
¿Autor o consumador de la independencia?
¿Héroe? ¿Traidor? ¿Víctima?
«Bonaparte en Europa e Iturbide en América, son los dos
hombres más prodigiosos, cada uno en su género, que
presenta la historia moderna.»
—Simón Bolívar 2
12
Emilio La m a drid Sá nchez
Periodista, editorialista y
ensayista, ha publicado una novela
histórica Santa Anna de Tampico,
saga de una familia, investigador
en el iest, Coordinador del
Consejo de la Crónica Municipal
para el Municipio de Tampico.
1 Este apellido suele hacerse
esdrújulo indebidamente y,
a sí se encuentra escrito en
libros y periódicos. Es voz
vascuence compuesta de
iturri, fuerte, y bid. camino,
como OIavide, camino de la
herrería, y otros del mismo
tenor. (Longinos Cadena).
2 Carta de Simón Bolívar a José
De La Riva Agüero, Lima,
4 de septiembre de 1823.
3 La versión electrónica
del «Acta celebrada en
Iguala…» se puede ver, e
incluso conservar, en http://
digitalcollections.smu.
edu/all/cul/, de la Southern
Methodist University,
Central University Libraries,
DeGolyer Library, (consultada
el día 9 de enero de 2011).
Agustín de Iturbide y Ar amburu, militar realista, o sea, del ejército del rey de España en 1821, emitió el Plan de Iguala.
En un cuadernillo impreso en 1821 en la oficina de D. José María Betancourt,
Calle de San José el Real Núm. 2, intitulado «Acta celebrada en Iguala. El primero de marzo y Juramento que al día siguiente prestó el Sr. Iturbide con la
oficialidad y tropa de su mando»3 se encuentra el siguiente texto (se ha modernizado la ortografía, dejando la puntuación original):
El autor del cuadernillo, que sólo firma como mm, escribe una introducción
en la que asegura:
«Por el convencimiento de esta razón me he resuelto, amados conciudadanos, a imprimir la acta celebrada en el pueblo de Iguala, el primero del
próximo pasado marzo, y juramento que al día siguiente prestó el Sr. Iturbide con la oficialidad y tropa que se halló presente, cuya copia por una
casualidad llegó a mis manos y es a la letra como sigue:»
Y a continuación transcribe el documento:
«En el pueblo de Iguala a primero de marzo de mil ochocientos veinte y
uno, se unieron en la casa habitación del Sr. Comandante general coronel
D. Agustín de Iturbide los señores jefes de los cuerpos de la guarnición los
comandantes particulares de los puntos militares de toda la demarcación
y demás señores oficiales. Colocados en sus asientos con el mejor orden
y arreglo, el Sr. comandante general tomando la voz indicó, que la independencia de la América, la veía como necesaria, así porque se persuadía
ser ésta la opinión general, como porque se anunciaba un pronto rompimiento, que sin duda nos anegaría en sangre, confusión y desastres acaso
Diciembre 2011, número 9
más crueles que los últimos experimentados desde el
año de ochocientos diez a la fecha, que un plan que
arreglase la común opinión con contento de todos,
era el único remedio: que había tomado todas las medidas necesarias para ello, y no obstante que al militar le es muy glorioso el vencer, era mucha más gloria
a las tropas restauradoras de la libertad, conseguida
sin que se derrame una sola gota de sangre.
Concluida esta indicación se leyó en voz alta clara
y comprensible por el capitán de Tres villas D. José
María de la Portilla el plan, oficio y lista nominal de
los señores vocales para la junta preparatoria, remitida al Excmo. Sr. Conde del Venadito; volvió a tomar
la voz el Sr. Comandante general y dijo, creía firmemente de la bondad así del Sr. Conde del Venadito
como de los sabios que se hallan a su lado y lo dirigen
accederían a tan justa pretensión; pero de no, que era
indispensable sostenerla a toda costa. El entusiasmo
de los Señores oficiales interrumpió el silencio y entre
vivas y aclamaciones prometieron sostenerlo hasta
derramar la última gota de sangre.
El Sr. Iturbide impuso silencio con la moderación
que le es característica y añadió que su edad provecta
y despreocupación, le dictaban servir a las órdenes
del que eligieran por general de los mismos jefes de
mayor graduación, que pudiera haber y manifestaría
en caso necesario, que puramente el amor a su Patria
y conservar la religión que profesó desde el Bautismo
le habían obligado a emprender una obra que creía superior a sus alcances, y no el aspirar a ascensos, mandos ni otra especulación personal. Aquí se pararon los
Señores oficiales y tomándose la palabra unos a otros
le daban la enhorabuena, y le decían que persuadidos
de su integridad y resolución, tenían jactancia solamente en servir a sus órdenes: que cuantas penalidades habían sufrido en la carrera, y especialmente en
este país sin recursos, se daban por contentos, por
tener la gloria de ser los verdaderos conquistadores
de la libertad de la América del septentrión; que se
sirviese tomar la investidura de teniente general y recibir el tratamiento de Excelencia. Rehusó con palabras bastante enérgicas el tratamiento y nombre de
general, no obstante ser la voluntad única y decidida
de todos los señores oficiales, declarando que el ejército se le denominase el de las tres garantías por defender religión, independencia y unión. Concluyó este
solemne acto con las mayores aclamaciones a la religión, al digno general D. Agustín de Iturbide y a cada
uno de los Señores vocales de la junta preparatoria.»
A continuación da los pormenores del que marca como
Día dos:
… se juntaron a las nueve de la mañana en la casa del
primer jefe (único título que ha admitido) los Señores
jefes y oficiales del ejército de las tres garantías; en la
sala se hallaba puesto en la mesa un Santo Cristo y
el libro de los Santos Evangelios: colocados en pie los
Señores oficiales, leyó el padre capellán del ejército
D. Fernando Cárdenas el del día, el Sr. Jefe se acercó a
la mesa y poniendo la mano izquierda sobre el Santo
Evangelio y la derecha en el puño de su espada le fue
tomado el juramento por dicho eclesiástico…
Siguiendo en el mismo tono, informa de los juramentos
del «teniente coronel D. Rafael Ramiro del Regimiento
de Tres villas, como jefe más antiguo» y así consecutivamente de todos los «Señores oficiales», para pasar todos
«a la Iglesia Parroquial de este pueblo» (Iguala).
Acabado el acto religioso, y de regreso a la casa del Sr.
Jefe, frente a la cual desfiló la tropa y se sirvió «un decente refresco».
Después de relatar los incidentes de la fiesta, la música, y el juramento de las tropas, el Sr. MM dice, dirigiéndose a un «jefe que nos gobierna»:
Que es un principio de eterna verdad que el superior
que no cuenta con la opinión pública es imposible
pueda hacer feliz y acertado su gobierno. En esta inteligencia V. E. más que ninguno debe coger el fruto
de este papel. Si depone toda preocupación y examina atentamente el común sentir, él será sin duda
el termómetro por donde con facilidad vea el deseo
general y hasta qué grado llega la adhesión al sistema
que debe forzosamente hacernos felices, daré la razón; unos suponen temerariamente que V. E. está de
acuerdo con el Sr. Iturbide para plantear la independencia bajo el sistema antiguo y con las mismas leyes
de la arbitrariedad: otros creen (y lo confirma un oficio de Acapulco) que el Sr. Iturbide se ha valido para
alucinar a la tropa y pueblos de que procede con órdenes de V. E. más luego que vean las formalidades practicadas en Iguala, se convencerán de que ni V. E. ha
estado de acuerdo, ni el Sr Iturbide se ha valido de las
viles armas del engaño, sino que los que han estado,
y están hoy a su lado han entrado con pleno conocimiento de sus miras y planes; con este desengaño se
cimentará la opinión pública y V. E. se aprovechará de
ella para arreglar sus disposiciones.
Hasta aquí el contenido de dicho cuadernillo.
El Plan de Iguala, origen de la
Independencia, fue creado por Iturbide.
El Plan de Iguala es el origen, causa y motivo eficiente de
la Independencia de México. Recurramos al historiador
que más ha estudiado la época del Imperio mexicano,
el inglés Timothy E. Anna, que en su libro The Mexican
Empire of Iturbide, explica, a vuelo de pájaro, lo que para
él es el plan.
13
Pharus academiæ
«La fuerza fundamental del Plan de Iguala, el primero
de los muchos que jalonarán la historia de México, fue
que hizo posible el consenso. Fue el primero y necesarísimo paso —que había eludido a los insurgentes
desde 1810— para la separación política de España.
El Plan de Iguala trató la separación como un hecho
consumado, cuando en realidad el plan no era más
que una propuesta alrededor de la cual Iturbide, esperaba que todo el país se uniera.
Tiene un aire de autoridad que llevaría, por lo menos
a Iturbide, a creer que era ley fundamental, aceptada sin objeciones por todo el país, especialmente
después de haber sido respaldado en los Tratados de
Córdoba. Iturbide con fe ciega se adhirió a lo que él
interpretaba como sus puntos básicos: la creación de
una monarquía constitucional moderada, la protección de la Iglesia y la protección de los españoles que
se quedaran en un México independiente»4.
El plan enumera hasta 23 las garantías que englobaban
los tres estamentos, pueblo, clero y ejército, para concluir con las siguientes palabras:
14
«Americanos:
He aquí el establecimiento y la creación de un nuevo
imperio. He aquí lo que ha jurado el Ejército de las
Tres Garantías, cuya voz lleva el que tiene el honor de
dirigírosla. He aquí el objeto para cuya cooperación
os incita. No os pide otra cosa que la que vosotros
mismos debéis pedir y apetecer; unión, fraternidad,
orden, quietud interior, vigilancia y horror a cualquier
movimiento turbulento. Estos guerreros no quieren
otra cosa que la felicidad común. Uníos con su valor
para llevar adelante una empresa que por todos aspectos (si no es por la pequeña parte que en ella he
tenido) debo llamar heroica. No teniendo enemigos
que batir, confiemos en el Dios de los ejércitos, que lo
es también de la paz, que cuantos componemos este
cuerpo de fuerzas combinadas, de europeos y americanos, de disidentes y realistas, seremos unos meros
protectores, unos simples espectadores de la obra
grandiosa que hoy he trazado, y retocarán y perfeccionarán los padres de la patria.
Asombrad a las naciones de la culta Europa, vean que
la América Septentrional se emancipó sin derramar
una sola gota de sangre. En el transporte de vuestro
júbilo decid: ¡Viva la religión santa que profesamos!
¡Viva la América Septentrional independiente, de
todas las naciones del globo! ¡Viva la unión que hizo
nuestra felicidad!
Agustín de Iturbide, Iguala».
4 anna, Timothy E.: The Mexican Empire of Iturbide, Lincoln, Neb. and
London, University of Nebraska Press, p. 5, 1990.
La separación de España y la independencia se consideraron como sinónimos, lo que explica por qué muy pocos
autores han observado que el resultado de los Tratados
de Córdoba no era independencia sino autonomía5.
Iturbide y la consumación de
la Independencia
Hace décadas los niños, al estudiar la historia de la independencia, aprendieron que su culminación era el 27 de
septiembre de 1821 y que quien la culminó fue Agustín
de Iturbide y Aramburu. Era común que aquellos niños
se preguntasen ¿Por qué no festejamos el 27 de septiembre nuestra independencia que fue cuando los esfuerzos
de Hidalgo, Morelos y Guerrero y tantos otros fueron coronados, por fin, con éxito? ¿Por qué a Iturbide no se le
menciona jamás en el grito de independencia que dan las
autoridades el día 15 en la noche, no el 16 en la madrugada, como debía ser y como se hizo por más de 60 años?
Hoy en día se dice que Guerrero fue el consumador y no
Iturbide, quien está muerto en la historia, a pesar de ser
el verdadero libertador de México.
La respuesta es muy sencilla: el Plan de Iguala estaba
constituido alrededor de la unión, de criollos y españoles, que daría al pueblo mexicano la religión católica.
Además, Iturbide fue elegido Emperador por aclamación, por buena parte del pueblo —primero de la capital
del país y después de todas las provincias— debido a su
gran carisma. Eso no agradó a muchos de los adversarios
ideológicos de la monarquía que, muy poco tiempo antes, se desvivían por postrarse ante él.
Sería ocioso enumerarlos, pero nos enfocaremos en
uno solo, un personaje interesante y poco conocido, don
Vicente Rocafuerte6, ecuatoriano, que se afilió al partido enemigo del Imperio apenas coronado Iturbide. Las
logias escocesas comisionaron a Rocafuerte para que
fuese a los Estados Unidos a lograr que no se reconociese
a Iturbide, cuya inminente caída el ecuatoriano auguró
y preparó.
El festejo a las 11 de la noche del día 15, es un remanente del porfiriato, cuando algún cortesano lambiscón
5 Ibídem, p. 6.
6 Nacido en Guayaquil Vicente Rocafuerte fue elegido diputado por su
provincia natal a las Cortes de España en 1812. En las Cortes
se vincula al partido reformista, donde se hizo amigo de los
diputados mexicanos conocidos por la audacia de sus ideas.
Después de breve permanencia en la Habana y en Estados Unidos,
pasa a México, para propagar la idea de emancipación. Este país le
acoge como hijo adoptivo y le honra con importantes comisiones.
A partir de 1822 se documenta su participación en la lucha contra
el general Iturbide en México, y luego como diplomático de este
país ante Estados Unidos, Dinamarca y Hannover, pero sobre todo
ante Londres. En 1829 regresó nuevamente a México, pero se negó a
colaborar con el presidente Bustamante, porque había derrocado
a Guerrero. Se le negó pasaporte para viajar a Guayaquil. Escribió
un Ensayo sobre la tolerancia religiosa, por el cual fue apresado y
sometido a juicio. Otra obra, El Fénix de la libertad, le mereció de
nuevo mes y medio de arresto. Finalmente pudo dejar México y
llegar a Colombia. Allí sostuvo una agria entrevista con Bolívar a
quien calificó de «usurpador».
Diciembre 2011, número 9
decidió —con la autorización de Don Porfirio, sin duda—
empatar el festejo por el cumpleaños del héroe del 2 de
abril a la ceremonia del grito.
A Iturbide se le ha negado, sobre todo tras el encono
de la intervención francesa y del segundo imperio, pues
Maximiliano —que no podía tener hijos— adoptó al
nieto, Agustín Iturbide y Green, como príncipe heredero.
A diferencia de otros libertadores de América como Bolívar, San Martín y Washington, la inquina en su contra en
vida, se ha extremado hasta el grado de negarle el sitio
que merece en el calendario cívico y el título de padre de
la nación y libertador de México.
Iturbide constructor de la patria mexicana
A través de los años, Agustín de Iturbide, ha sido condenado al ostracismo por el gobierno mexicano que no ha
dejado conocer su verdadera historia al país. Se omite
decir que fue él quien construyó la nación mexicana independiente como tal, que fue él quien dio los colores
a la bandera, La enseña patria fue el único triunfo que
Iturbide le arrebató a la historia oficial. Nadie, ni sus enemigos ni sus detractores, pudieron quitarle tal honor.
Gracias a él que ahora este país es reconocido con el
nombre de México, y no con el nombre copiado de Estados Unidos Mexicanos; pero, como siempre pasa, a la
sociedad se le cambia la información y, desde pequeños a
los mexicanos se les ha dicho que Iturbide fue un traidor.
Sería hora de reconciliarnos con nuestra historia y conocer la verdad, no sólo acerca de este personaje si no de
todos aquellos que han sido convertidos en villanos.
Es indudable que Iturbide, al igual que Santa Anna
y Porfirio Díaz, contribuyeron de una u otra forma a la
creación del México actual; sin lugar a dudas, ellos lucharon por formar un México mejor e incluso arriesgaron sus vidas, cosa que no ha hecho ninguno de los
políticos del pasado inmediato ni los actuales.
Agustín de Iturbide fue un hombre que supo aprovechar las oportunidades que vio frente a él, fue el militar
que dio una bandera a los mexicanos, hecha a partir de
la unión, la religión y la independencia, el caudillo que
consumó la Independencia. Fue parte esencial para lograrla. Hidalgo mismo le pidió unirse a la causa independentista, pero él no aceptó, porque sabía que era una
lucha sin un ideal político específico.
Dice Iturbide en su Manifiesto:
«En el año de 10, era yo un simple subalterno: hizo
su explosión la revolución proyectada por D. Miguel
Hidalgo, cura de Dolores quien me ofreció la faja de
teniente general. La propuesta era seductora, para un
joven sin experiencia y en la edad de ambicionar; la
desprecié sin embargo porque me persuadí a que los
planes del cura estaban mal concebidos; ni podían
producir más que desorden, sangre y destrucción, y
sin que el objeto que se proponía llegara jamás á verificarse. El tiempo demostró la certeza de mis predicciones. Hidalgo y los que le sucedieron, siguiendo
su ejemplo, desolaron el país, destruyeron las fortunas, radicaron el odio entre europeos y americanos,
sacrificaron millares de víctimas, obstruyeron las
fuentes de las riquezas, desorganizaron el ejército,
aniquilaron la industria, hicieron de peor condición
la suerte de los americanos, excitando la vigilancia de
los españoles, á vista del peligro que les amenazaba,
corrompieron las costumbres; y lejos de conseguir la
independencia, aumentaron los obstáculos que á ella
se oponían.
D. Antonio Lavarrieta, en un informe que dirigió
contra mí al virrey, dice: que yo habría tenido uno de
los primeros lugares en aquella revolución, si hubiera
querido tomar parte en ella. Bien sabía Lavarrieta las
propuestas que se me hicieron.7»
Veamos una opinión al respecto:
«¿Podía D. Agustín Iturbide aceptar los procedimientos de revolución elegidos por el cura Hidalgo?
No, indudablemente, por la misma razón que no los
aceptaban Allende, Aldama y Abasolo; la diferencia
radica en que los liberales, sobre todo los jacobinos,
consideran su héroe a Allende y no a Iturbide, siendo
así que ambos son muy semejantes: los dos jóvenes,
robustos, ágiles, impetuosos, valientes, parranderos
y sobre todo militares de su época, estrechamente
aristócratas por donde no podía pasar el más delgado
hilo democrático; ambos de mediana inteligencia,
de gran carácter, y escandalosamente ignorantes de
todo lo que no fuera militar, dentro de su ciencia de
subalternos…8»
Miguel Hidalgo se levantó en armas sin tener un plan de
lo que iba a hacer después de consumarla, ni cuáles eran
los objetivos que quería alcanzar aparte de la independencia. Por eso Iturbide no se unió al grupo; vio desde un
principio que era una lucha perdida.
Iturbide consumó la independencia sin derramar sangre y presentó un resultado perfecto: Independencia sin
destrucción del Estado.
Para lograrlo, supo negociar de manera correcta con
los insurgentes y con la corona. Tanto realistas como Insurgentes lo aceptaron como líder para la independencia
sin poner resistencia.
Por ejemplo, aquí la última carta a Vicente Guerrero
antes de Acatempan:
7 Manifiesto del General D. Agustín de Iturbide Libertador de México, Edición
de la Voz de México, Imprenta a cargo de M. Rosselló. pág. 3 y
siguientes, 1871
8 Bulnes, Francisco: La guerra de independencia Hidalgo-Iturbide, Talleres
Lino tipográficos de «El Diario», p. 311, 1910.
15
Pharus academiæ
Ultima carta de Agustín de Iturbide previa al encuentro en
Teloloapan
«Amigo querido:
Aunque estoy seguro de que Vd. no dudará un momento de la firmeza de mi palabra, porque nunca di
motivo para ello, pero el portador de ésta D. Antonio
Mier y Villagómez la garantizará á satisfacción de Vd.,
por si hubiese quien intente infundirle la menor desconfianza.
Al haber recibido antes la citada de Vd., y á haber
estado en comunicación, se habría evitado el sensibilísimo encuentro que Vd. tuvo con el teniente coronel
D. Francisco Antonio Berdejo el 27 de diciembre, porque la pérdida de una y otra parte lo ha sido como Vd.
escribe á otro intento á dicho jefe, pérdida para nuestro país. Dios permita que haya sido la última.
Si Vd. ha recibido otra carta que con fecha de 16
le dirigí desde Cunacanotepec, acompañándole otra
de un americano de México cuyo testimonio no debe
serle sospechoso9, no debe dudar que ninguno en la
Nueva España es más interesado en la felicidad de
ella, ni la desea con más ardor, que su muy afecto
amigo que ansia comprobar con obras esta verdad, y
S. M. Agustín de Iturbide».
— Sr. D. Vicente Guerrero
16
Iturbide fue un héroe popular, su figura fue reverenciada
por propios y extraños. Inclusive para los republicanos
radicales —que para 1821 eran minoría—, no vieron con
malos ojos el artilugio legal que significaba el Plan de
Iguala. Veían como traición la posibilidad de un soberano europeo, pero el que Guerrero haya aceptado el liderazgo de Iturbide, hizo ver que la insurgencia también
era capaz del pragmatismo indispensable para la formación de un Estado. Y de este pragmatismo nació México.
Logró que Juan de O’Donojú firmara la Independencia, que España no reconocería sino muchos años después.
Y en el acta de Independencia, señaló que se ofrecería
la corona a Fernando VII o a alguno de su familia, y si no,
que aquella recaería en algún mexicano. Ciertamente
Agustín de Iturbide buscó el poder y la Independencia
como propósito final. ¿Es por eso un villano? Iturbide navegó de héroe a emperador. Fue emperador no al traicionar su heroísmo, sino al ejercerlo.
Cómo fue que Iturbide se convirtió en Agustín i
En septiembre de 1821, Iturbide era Presidente de la Regencia, pero el trono seguía vacío y el Plan de Iguala estipulaba un gobierno de monarquía moderada por una
Constitución. La noche del 18 de mayo de 1822, el pueblo,
por aclamación, exigió que Iturbide fuera emperador. La
9 El licenciado D. Carlos María de Bustamante.
muchedumbre llegó hasta su casa, hoy conocida como
Palacio de Iturbide. Al día siguiente, 19 de mayo, se reunió el Congreso; Iturbide manifestó que se sujetaría a lo
que decidieran los diputados, representantes del pueblo,
mientras la gente aclamaba.
Ante el rechazo de Fernando VII para reconocer la independencia de México, junto a la prohibición a sus parientes para aceptar la corona que se le ofrecía, el pueblo
propuso que Iturbide fuera coronado.
Una manifestación cívico-militar fuera de su casa
sorprendió a Iturbide con los gritos de «¡Viva Agustín
Primero!». Tuvo que salir al balcón para pedir calma a
sus seguidores. No estuvo seguro de aceptar la corona
hasta que sus amigos y colaboradores cercanos lo convencieron de ceder a las demandas del pueblo.
Días después, Iturbide le confiaría sus pensamientos en una carta a Bolívar, a quien consideraba el único
hombre de América que podía comprenderlo:
«Carezco de la fuerza necesaria para empuñar un
cetro; lo repugné, y cedí al fin por evitar males a mi
patria, próxima a sucumbir de nuevo, si no a la antigua esclavitud, sí a los males de la anarquía 10.»
Ante una multitud exaltada, el Congreso no tenía elementos para su control; se dieron dos alternativas: consultar a las provincias o proclamarlo inmediatamente.
Iturbide insistió en la primera opción.
Ante la aclamación del pueblo, el Congreso se reunió
a deliberar, los diputados votaron en secreto y el resultado fue que sesenta y siete votaron a favor de hacerlo
inmediatamente, mientras quince propusieron consultar a las provincias, por lo que, por mayoría, se proclamó
a Iturbide emperador constitucional de México. Dos días
después la decisión sería ratificada, esta vez, por unanimidad.
Iturbide explica su insistencia en consultar a las provincias:
«La cuestión de mi nombramiento se discutió inmediatamente, y ni un solo diputado se opuso a mi elevación al trono. La excitación que manifestó un corto
número, provino de que no creían bastante amplios
10 «Por la naturaleza de las localidades, riquezas, población y carácter
de los mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer una
república representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el
poder Ejecutivo, concentrándolo en un individuo que, si desempeña sus
funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar
una autoridad vitalicia. Si su incapacidad o violenta administración
excita una conmoción popular que triunfe, ese mismo poder ejecutivo
quizás se difundirá en una asamblea. Si el partido preponderante es
militar o aristocrático, exigirá probablemente una monarquía que al
principio será limitada y constitucional, y después inevitablemente
declinará en absoluta; pues debemos convenir en que nada hay más
difícil en el orden político que la conservación de una monarquía mixta;
y también es preciso convenir en que sólo un pueblo tan patriota como
el inglés es capaz de contener la autoridad de un rey, y de sostener el
espíritu de libertad bajo un cetro y una corona». Carta de Jamaica,
Simón Bolívar, Kingston, 6 de septiembre de 1815.
Diciembre 2011, número 9
sus poderes para resolver esta cuestión, les parecía
que era necesario consultar a las provincias, y pedirles una adición a los poderes que habían acordado a
sus diputados, u otros nuevos aplicables a aquel solo
caso.
Yo apoyé esta opinión, porque me ofrecía una ocasión de buscar un modo evasivo para no aceptar una
dignidad que yo renunciaba de todo mi corazón.
Pero la mayoría expresó una opinión contraria,
y fui elegido por sesenta votos contra quince. Los
miembros de la minoría no me rehusaron sus sufragios; se limitaron simplemente a expresar su opinión
de que se consultase a las provincias, porque no se
creían con poderes amplios. Me declararon al mismo
tiempo que sus comitentes estarían de acuerdo con
la mayoría, y pensarían que lo que se había hecho era
bajo todos aspectos ventajoso al bien público. Jamás
vio México un día señalado por una satisfacción más
completa; y todas las clases de sus habitantes la manifestaron del modo menos equívoco. Volví a mi casa
lo mismo que había ido al congreso; mi coche era llevado por el pueblo, y una multitud de ciudadanos a
mi rededor me felicitaban y daban testimonios de la
alegría que experimentaban al ver cumplidos sus votos.
La noticia de estos acontecimientos se trasmitió a
las provincias por correos extraordinarios, y las respuestas que llegaron sucesivamente, no sólo expresaban, sin excepción de una sola ciudad, la aprobación
de lo que se había hecho, sino aún añadían que aquello era puntualmente lo que deseaban, y que hubieran expresado sus votos mucho tiempo antes, si no
se hubiesen considerado como impedidos de hacerlo
por el plan de Iguala y tratado de Córdoba que habían
jurado. Recibí también las felicitaciones de un hombre que mandaba un regimiento y ejercía un grande
influjo sobre una porción considerable del país. Me
decía que su satisfacción era tan grande, que no podía disimularla; pero que había tomado disposiciones
para proclamarme en caso de que no se hubiese verificado en México. (Esto hace alusión a D. Antonio
López de Santa-Anna.)11
Se ha dicho también que no hubo libertad en el
congreso para mi elección, alegándose que asistí á
ella. Ya se ha visto que lo hice porque el mismo congreso me llamó: que las galerías no dejaban hablar á
los diputados, no es tan cierto: que cada uno expuso
su parecer, sin más que algunas interrupciones: esto
sucede siempre que se discute una materia importante, sin que por ello los decretos así discutidos, dejen de ser tan legítimos como los que resultan de una
sesión secreta: que me acompañaron algunos jefes: el
destino que yo entonces obtenía, el objeto para que
11 Zavala, Lorenzo de: Ensayo histórico de las revoluciones de México desde
1808 hasta 1830, fce-Instituto Cultural Helénico, 1985.
había sido llamado, exigía trajese á mi lado quien comunicara mis órdenes, en casos necesarios».
Por deseo popular y decisión legítima del Congreso, Iturbide fue proclamado emperador.
Lo anterior desmiente a quienes alegan que la elección de Iturbide como emperador no contaba con el voto
popular. Lucas Alamán manifiesta que todas las provincias del imperio aceptaron con grandes muestras de júbilo su elevación al trono; y el liberal Lorenzo de Zavala
reconoce que la inmensa mayoría de la nación estaba a
favor del Imperio12. Francisco Bulnes, historiador republicano y liberal, lo confirma en pleno siglo xx:
«En 1910 he visto sostener unánimemente por todos
los escritores jacobinos, que para que haya democracia basta que el gobernante emane de la voluntad de
la mayoría del pueblo. Conforme a esta doctrina(...),
debe asegurarse que Iturbide con su imperio fundó
la democracia mexicana de la manera más correcta
y completa».
La coronación se llevó a cabo el 21 de julio de 1822 en la
Catedral Metropolitana, él y su esposa Ana María Huarte
fueron nombrados emperador y emperatriz del Imperio
mexicano. La bandera trigarante fue modificada por el
mismo Iturbide, poniendo ahora las franjas verticales en
el orden de verde, blanco y rojo, además del águila del
Imperio coronada sobre un nopal, en representación de
la leyenda Náhuatl.
Mientras tanto:
«[…] la francmasonería había tomado creces; en ella
se habían alistado, á más de los ambiciosos sin destino, los empleados civiles y militares y muchos de los
funcionarios públicos que á la sombra del misterio de
las sociedades secretas entraban á conspirar sin más
planes que los que pudiera presentar la eventualidad,
y sin más fin que el de dirigir los negocios de la política bajo la influencia de los personajes que desde
el fondo de las logias imprimían movimiento al partido que, como antes hemos dicho, tomó el nombre
de escocés. Determinóse por éste, como se dijo en
el capítulo iii, fundar un periódico intitulado El Sol,
aludiendo con él al nombre de una de sus principales
logias, y que al fin dejó ver que su exclusivo objeto era
el de hacer á Iturbide la más ruda oposición. Frente á
ese periódico apareció otro, El Noticioso, que se publicaba una vez por semana y que defendía muy débilmente al gobierno.13”
12 «No es esto decir que la nación no hubiera nombrado en aquellas
circunstancias emperador á Don Agustín de Iturbide mejor que
á otro alguno. Las ideas republicanas estaban en su cuna: todos
parecían contentos con una monarquía constitucional.» Ensayo
histórico de las Revoluciones de México desde 1808 a 1830.
13 Olavarría y Ferrari, Enrique y Riva Palacio, Vicente, México a través
de los siglos, México Barcelona Ballescá, Espasa y Comp. Editores,
Tomo iv, p. 67, 1880.
17
Pharus academiæ
Menos de un año después Iturbide abdicaría.
Manuel Payno explica las razones de Iturbide para
abdicar sin oponer mayor resistencia:
18
«No había trascurrido un año, cuando el emperador,
que no podía saciar tantas grandes y pequeñas ambiciones; que no podía acallar las murmuraciones ni
curar las fiebres de cerebros, llenos más de orgullo y
presunción que de saber, abdicó la corona, y el capitán de 1809, el coronel de 1820, el generalísimo de 1821,
y el emperador de 1822, era el 19 de Abril de 1823 un
preso infeliz á quien habían perseguido los españoles, engañado sus amigos, traicionado sus adictos, y
olvidado sus soldados y su pueblo. La nación que él
hizo libre lo arrojaba de su seno, porque su conducta
había dejado de ser justa. ¡Lección enérgica para los
ambiciosos! ¡Tan cierto es que la adulación cambia los
mejores sentimientos!
El pueblo, dicen los historiadores, sintió algo á su rey;
pero el hecho es que por la noche se retiró á descansar
tranquilo y satisfecho como el día en que lo proclamó.
En cuanto al emperador, como hizo juramento de no
derramar en lo sucesivo una sola gota de sangre, se
dejó insultar y arrojar de México. Muchos lo acusan
de debilidad, yo creo que el no haber quebrantado su
juramento y preferido su sacrificio al de sus conciudadanos, es un mérito que dio cima y lustre á la grande
obra que comenzó al meditar el plan de Iguala.
Veamos ahora las cuestiones que se caen de su peso.
¿Subió Iturbide al trono porque así lo deseaba, ó por
contentar al pueblo y á sus amigos? ¿Creyó Iturbide que efectivamente el pueblo lo proclamó rey, ó
que sólo era obra de las maquinaciones de sus adictos? ¿Pensó Iturbide en lo poco que dura el favor del
pueblo, y lo mucho que puede la envidia de los que
no siendo héroes tampoco son pueblo? ¿Fue malo ó
bueno su corto gobierno? Si hubiera durado en el poder todo el tiempo de su vida, ¿cuál hubiera sido su
carácter? A ninguna de estas cuestiones me atrevería
yo á responder, y simple narrador de lo que me han
contado, me limito á decir que el día 11 de Mayo de
1823, en que se embarcó Iturbide en Veracruz, no era
ya ni capitán, ni coronel, ni generalísimo, ni emperador, sino sólo un hombre desgraciado. Bajo este aspecto es digno de tanta veneración, como cuando se
le considera libertador de México; porque me avanzo
á creer que la desgracia debe ser más respetada que el
poder y que la gloria14».
Iturbide, el Olvidado
Iturbide no sólo se olvida. Se fuerza su olvido. En el Diario de los Debates de la Cámara de diputados aparece la
14 Payno, Manuel: Bosquejo biográfico de los generales Iturbide y Terán,
Manuel Payno, Impreso por Ignacio Cumplido, calle de los
Rebeldes no. 2, pp. 10 y 11, 1843.
«Sesión de la Cámara de diputados celebrada el día 29 de
septiembre de 1921», apenas dos días después de ser celebrado el primer siglo de la entrada a México del ejército
trigarante, a cuya cabeza marchaba Iturbide:
«… en la que se discute la moción presentada a la H.
Asamblea Legislativa por un grupo de diputados de
la misma y en donde se pide sea borrado el nombre
de Agustín de Iturbide del Salón de Sesiones de la H.
Cámara de Diputados».
Y en la sesión del 4 de octubre:
«…continúa la discusión del dictamen de la 1era. Comisión de Puntos Constitucionales, para que en el
recinto de la Cámara de Diputados se substituya el
nombre de Iturbide por el del Senador Belisario Domínguez».
Finalmente, en el Diario Oficial, Órgano del Gobierno
Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, de fecha 30 de noviembre de 1936:
«…en el que se publica el decreto que dispone se inscriba con letras de oro en el recinto de la Cámara de
Diputados el nombre de Belisario Domínguez».
Se acusa a Iturbide de:
«…haber desvirtuado los altos fines de la revolución
insurgente que anhelaba el fin de aquel oprobioso
estado social en que el régimen virreinal mantenía al pueblo mexicano. Es bien sabido que Iturbide
consumó la independencia de acuerdo con los absolutistas de la época, con el fin de garantizar sus tradicionales privilegios y que hoy, los mantenedores de
las ideas conservadoras, son los únicos que se obstinan en presentarlo como nuestro libertador, porque
ven en este soldado realista el símbolo de sus tendencias reaccionarias»15.
A principios del siglo xx, el intelectual y político liberal
Francisco Bulnes escribió:
«¿Cómo se explica el atentado contra la memoria de
de Iturbide, denigrándolo y dirigiendo sobre ella la
odiosidad del pueblo? La respuesta es tan bochornosa
como fácil, dado el analfabetismo de nuestras masas
y su organización tan científica para el servilismo
demagógico. El jacobinismo dispone temporalmente
de todos los lugares de la historia patria, sin que en
frente puedan ponérsele los pocos escritores elevados
15 Osorio Espinosa, Federico: Inscripciones con letras de oro en la Cámara
de Diputados, Tomo i, Expediente parlamentario 6 Centro de
Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias, pp. 8, 167.
Diciembre 2011, número 9
que en México se ocupan de asuntos históricos. Entre
nosotros, y desgraciadamente, la historia es una especie de club faccioso, en cuya tribuna dominan los que
hacen de la literatura un puñal, de la verdad un delito,
de la lógica una ofensa a la nación, y de la justicia un
vaso de embriaguez, pérfida y degradante. Mientras
que el pueblo mexicano, en sus masa sin instrucción y
moral pública, tenga por la demagogia el culto que debía tener por la civilización, no conocerá como debe
ser a sus grandes hombres, pues no son todos los que
están, ni están todos los son».
Y con una notable penetración del futuro, envía el reconocimiento de Iturbide hasta el siglo xxii:
«Espero que para el Centenario de 2110, dentro de
doscientos años, se habrá reconocido que los tres héroes prominentes de nuestra independencia, fueron
Hidalgo, Morelos e Iturbide. Como los muertos no se
cansan de reposar en sus tumbas, Iturbide bien puede
esperar algunos cientos de años, a que el pueblo mexicano, en la plenitud de su cultura, le reconozca con
moderados réditos lo que le debe.
Mientras no se honre como debe ser a los verdaderos
héroes de la independencia y se suprima de los homenajes, la figura de uno o algunos de los más grandes,
habrá derecho para decir que en las solemnes fiestas
del bicentenario de la Independencia quedó vacío el
lugar del primero de los personajes: la Justicia…16»
Don Vicente Riva Palacio, prominente liberal y nieto de
don Vicente Guerrero escribió:
«Iturbide libertador de México, Iturbide emperador,
Iturbide ídolo y adoración un día de los mexicanos,
expiró en un patíbulo, y en medio del más desconsolador abandono.
Los partidos políticos se han pretendido culpar
mutuamente de su muerte. Ninguno de ellos ha querido hasta ahora reportar esa inmensa responsabilidad.
En todo caso, y cualquiera que haya sido el partido
que sacrificó á D. Agustín de Iturbide, yo no vacilaré
en repetir que esa sangre derramada en Padilla, ha
sido y es quizá una de las manchas más vergonzosas
de la historia de México.
Guerrero é Iturbide consumaron la independencia, y ambos, con el pretexto de que atacaron á un
gobierno legítimo, espiraron á manos de sus mismos
conciudadanos.
No seré yo quien pueda hablar de la muerte de
Guerrero; pero en cuanto á la de Iturbide, exclamaré
16
Bulnes, Francisco: La Guerra de Independencia, Hidalgo-Iturbide,
talleres Lino tipográficos de «El Diario», pp. 417 y 425, 1910.
siempre que fue la prueba más tristemente célebre de
ingratitud que pudo haber dado en aquella época la
nación mexicana. —Iturbide reportaba, si se quiere, el
peso de grandes delitos políticos, venía á conspirar á
la República, bien; ¿pero no hubiera bastado con reembarcarle?
El pueblo que pone sus manos sobre la cabeza de
su libertador, es tan culpable como el hijo que atenta
contra la vida de su padre. —Hay sobre los intereses
políticos en las naciones, una virtud que es superior á
todas las virtudes, la gratitud.
El pueblo que es ingrato con sus grandes hombres,
se expone á no tener por servidores, más que á los que
buscan en la política un camino para enriquecer y sofocan todas las pasiones nobles y generosas.
Dios permita que las generaciones venideras perdonen á nuestros antepasados la muerte de Iturbide,
ya que la historia no puede borrar de sus fastos esta
sangrienta y negra página»17.
Ya en la época de Alamán se ignoraba a Iturbide, de
quien Alamán aseguraba que junto a Simón Bolívar, eran
los dos mejores hombres que había dado la América.
Don Lucas lo relata así, al recordar que el gobernador
de Michoacán al hablar en «la función nacional de 16 de
Setiembre de este año» (1852):
“…él mismo hablando en público en la ciudad que fue
la cuna de Iturbide, en un discurso encomiástico de
la independencia, ni aun siquiera mienta el nombre
del que procuró á la nación mexicana, este inmenso
beneficio. ¿Sería ignorancia? Parece indisculpable en
el gobernador del Estado de Michoacán, y si ésta estudiada omisión ha de atribuirse á otro motivo, no pudo
hallarse sino en la opinión absurda que han querido
establecer, los que para atribuir la independencia á
los que la promovieron en 1810, pretenden persuadir
que el mérito de la empresa consistió en haber dado
el primer paso, aunque de una manera tal que fue el
obstáculo que impidió el buen éxito de ella, y lo niegan al que con el mayor tino y felicidad ejecutó lo que
aquellos intentaron y no pudieron llevar al cabo. No
me habría detenido á hablar de este insignificante
escrito, condenándolo al olvido ó al desprecio que el
orador pide para mí a sus oyentes, si él no fuese el eco
de un partido que quiere todavía sostener la máquina
de engaños que á la luz de la verdad ha caído desbaratada, para no restablecerse jamás»
17 Riva Palacio, Vicente; Payno, Manuel; Mateos, Juan A. y Rafael
Martínez de la Torre; El Libro Rojo, Ángel Pola, Editor, págs. 119
y 120.
19
Pharus academiæ
Es una vergüenza que se haya quitado su nombre del
himno nacional18, y también que se hayan eliminado las
letras de oro con su nombre de la Cámara de diputados,
y que sus restos estén en la Catedral de México y no en la
columna de la independencia, con todos los demás.
Ahí, uniendo la ofensa al insulto en su interior:
20
«Oculto de la vista del público, entre las dos puertas,
un monumento de carácter peculiar, guardián de las
cenizas de los héroes. Es el monumento de Guillermo
de Lampart,19 personaje bastante oscuro que, sin embargo, encuentra su lugar en la historia patriótica
porfiriana. Lampart fue un irlandés del siglo xvii,
que dedujo, de una extraña lectura de la Biblia, que
España no tenía ningún derecho de soberanía sobre
las colonias, cosa que aprovecha para urdir un movimiento de independencia. Después de años de nomadismo, perece en 1650 quemado por la Inquisición.
Este monumento parecería honrar al precursor de
la Independencia, pero su emplazamiento significa
también que los intelectuales y la burocracia del porfiriato —la mayoría liberales jacobinos— no estaban
muy inclinados a reabrir hostilidades contra la Iglesia. El ubicar este tipo de monumento en un lugar
tan público como el Monumento a la Independencia,
habría provocado si duda, un importante conflicto
político, religioso e historiográfico. Sea quien sea,
Lampart se encuentra siempre ahí, en ese antro casi
secreto, haciendo guardia a los héroes que precedió, y
simbolizando las convicciones historiográficas de un
pequeño grupo.20»
Hay la esperanza de que el tiempo llegará en que los
mexicanos sólo vean el servicio que Iturbide prestó a la
Patria, consumando su Independencia, y entonces aparecerá el Libertador de un pueblo agradecido, que le perdona sus errores y extravíos, para ver en él únicamente
al Libertador y al Héroe.
Sin embargo, ahora Iturbide fue nuevamente excluido
en la conmemoración del mal llamado bicentenario.
Los mitos
Acatempan
El abrazo de Acatempan entre don Agustín de Iturbide y don Vicente Guerrero que se fecha el 10 de enero
18 Estrofa vii (dedicada a Iturbide):
Si a la lid contra hueste enemiga / Nos convoca la trompa guerrera, / De
Iturbide la sacra bandera / ¡Mexicanos! valientes seguid / Y a los
fieros bridones les sirvan / Las vencidas hazañas de alfombra; /
Los laureles del triunfo den sombra / A la frente del bravo Adalid.
19 Probablemente el irlandés más famoso de México, William Lamport,
mejor conocido por los mexicanos como Guillén de Lamport,
precursor y autor de la primera proclamación de Independencia
en el nuevo mundo. Algunos piensan que es el que inspiró el
personaje de El Zorro a Johnston McCulley.
20 Monnet, Jérôme: L’urbanisme dans les Amériques: modèles de ville et
modèles de société, Karthala Editions, 2000 – p. 72.
de 1821 nunca existió. Es un mito que ha prevalecido, inventado y repetido por los historiadores mexicanos. Esto
lo señala don Lucas Alamán (contemporáneo de Iturbide
y con quien no simpatizaba): «Casi todos los escritores
cometen el error de suponer, que Iturbide tuvo una conferencia con Guerrero antes de la publicación del plan de
Iguala. Esto es falso: Iturbide nunca vio a Guerrero, hasta
estar en marcha hacia el Bajío»21.
De Guerrero no se conoce evidencia histórica confiable, que afirme que hubiese, ya no digamos participado, sino tan sólo haber estado siquiera presente en la
proclamación del Plan de Iguala, o en la jura de ese Plan
efectuado el 2 de marzo, fecha en que nació la bandera
creada por Iturbide —no como se celebra actualmente
el día de la bandera, el 24 de febrero, que corresponde a
la proclamación del Plan—. De haber sido cierto el mítico abrazo de Acatempan, que se supone ocurrió el 10 de
enero, el insurgente Vicente Guerrero hubiese acudido a
ambos eventos.
Lucas Alamán, reconocido como historiador objetivo por el bando liberal, revela que Iturbide y Guerrero
sólo se habían comunicado por carta o por medio del
representante personal del insurgente, y que se conocieron hasta el 10 de marzo de 1821 en Teloloapan como lo
anuncia la carta que Guerrero envía a Iturbide y que cita
Alamán:
«En Teloloapan se presentó Guerrero a Iturbide, como se
lo había anunciado en carta escrita desde el campo del
Gallo el 9 de marzo, en que le decía:
“Mañana muy temprano marcho sin falta de este
punto para el de Ixcatepec, y en breve tendrá V.S. a su
vista, una parte del ejército de las Tres Garantías, del que
tendré el honor de ser un miembro y de presentármele
con la porción de beneméritos hombres que acaudillo,
como un subordinado militar. Ésta será la más relevante
prueba que confirme lo que le tengo ofrecido, advirtiendo que mi demora ha sido indispensable para arreglar varias cosas, como le informará el militar D. José
Secundino Figueroa, que pondrá ésta en manos de V.S., y
con él mismo espero su contestación”22».
Continúa Alamán:
«En efecto, Guerrero se adelantó hasta las inmediaciones de aquel punto, y dejando a su gente acampada
en una altura, entre su campo y el pueblo tuvo su primera
entrevista con Iturbide»23.
21 Lucas Alamán desmiente esta versión. Según él, Iturbide no logró
inspirar suficiente confianza en Guerrero, y éste envió en su lugar
al teniente José Figueroa, quien estaba facultado por Guerrero
para arreglar todas las condiciones. Historia de Méjico, tomo v,
Imprenta de Victoriano Agüeros y Comp., Editores. Calle 2a de la
Aduana Vieja no. 14. p. 76, nota 46, 1885.
22 Alamán, Obra citada, p. 119.
23 Alamán, Obra citada, pág. 50
Diciembre 2011, número 9
Luego, Iturbide y Guerrero no se conocieron el 10 de
enero de 1821 cuando no hubo tal abrazo de Acatempan, ni antes del 24 de febrero (Proclamación del Plan
de Iguala) o el 2 de marzo (jura de dicho Plan y creación
de la bandera) sino hasta el 10 de marzo de 1821. Nada
tuvo que ver directamente Guerrero en ninguno de estos
eventos como hace creer la historia oficial.
Vicente Guerrero se unió a Iturbide como «subordinado militar», como él se llamó a sí mismo.
Haciendo honor a su apellido fue un bravo guerrero
insurgente pero con insuficiente ilustración como para
idear y redactar un plan. Así, sus cartas a Iturbide muy
bien escritas, eran firmadas por él pero redactadas por
don José Secundino, según señala Lucas Alamán.
Luego, sin quitar ningún mérito a don Vicente Guerrero, presentarlo como el creador de nuestra bandera
nacional, ideólogo del Plan de Iguala y realizador de la
independencia de México, es un mito histórico sin ningún sustento, cuando por el contrario, todas las pruebas
históricas demuestran de manera abrumadora y contundente que todas fueron obras exclusivas de don Agustín
de Iturbide, verdadero Padre de la Patria y libertador de
México.
Es falso que Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero
desfilaran juntos el 27 de septiembre de 1821. Al frente del
ejército marchó Iturbide. En la retaguardia, al mando de
la última división del contingente venía Guerrero como
subordinado militar, y sus tropas no contaban con uniformes para el desfile, a diferencia del resto del ejército
Trigarante que iba perfectamente uniformado. Para salvar el escollo fue necesario utilizar, de último momento,
los uniformes del Cuerpo Urbano de Comercio de la ciudad de México.
Ninguno de los viejos insurgentes como Guerrero o
Victoria, firmó el acta de independencia que firmó en
primer lugar Iturbide, el 28 de septiembre de 1821.
Que su nombramiento fue «producto de una asonada»
La elección de Iturbide dejó justamente disgustados á
una minoría de los diputados, que se pronunciaron porque se suspendiese toda resolución, hasta no conocer la
opinión de las provincias y comprobar que dicha opinión
estaba de acuerdo con la manifestada por el pueblo y la
guarnición de la capital.
No hay duda que la proposición de los que esto pidieron era la más prudente y justa —Iturbide asegura
haberla respaldado— y la deberían haber aceptado los
partidarios de Iturbide, puesto que de esta manera su
elevación al trono, que sin duda se habría efectuado,
pues las provincias, en su mayor parte, se hallaban entusiasmadas por él, en vez de aparecer como efecto de
un motín de la guarnición y de la plebe, hubiera tenido el
carácter de un acto de la voluntad nacional.
No se puede culpar á Iturbide de que su nombramiento recurriese a una asonada para ceñirle la corona,
puesto que todos los documentos y opiniones de contemporáneos imparciales, lo presentan esforzándose en
evitar su nombramiento tan temprano como el 27 de
septiembre, desde su entrada en la capital hasta el momento mismo de estar reunido el congreso, apoyando
la idea de los diputados que opinaban que se debía consultar a las provincias; pero sí son dignos de censura los
autores del movimiento que, sin cuidarse de la opinión
que pudiera tener el país en general, quisieron que prevaleciese la suya, sin comprender que así abrían la puerta á
los motines: y que si, por medio del uno elevaban al hombre que juzgaban con relevantes méritos para sentarse
en el trono, por medio de otro, promovido por los que anhelaban un sistema de gobierno distinto, podía caer de la
altura en que le habían colocado.
Los representantes de las diversas provincias habían
jurado respetar el tratado de Córdoba; pero nulificado
éste por las cortes españolas, estaban en el derecho de
discutir sobre el sistema de gobierno que la nación desease tener, sin que la fuerza armada ni la sola voluntad
de un punto, obligase a adoptar á las demás poblaciones
lo que acaso repugnaba á sus ideas.
Los diputados, pues, en masa, aún aquellos que anhelaban premiar los servicios de Iturbide dándole un trono,
debieron protestar contra el motín, si es que lo había,
ó no haber asistido á la sesión para manifestar así que
nunca transigirían con nada que no llegase al congreso,
por la vía legal y en la forma digna y pacífica que correspondía.
Hecho el nombramiento de emperador, los diputados
que habían votado en contra, viendo que era preciso conformarse con lo que había dispuesto la mayoría, no sólo
se resignaron con ello sino que, deseando evitar discordias que pudiesen envolver á la patria en males de terribles consecuencias se manifestaron dispuestos de buena
fe á revalidar y confirmar lo hecho en la sesión del día 19.
Por su parte, Iturbide ordenó se enviase a todos los
comandantes militares con la instrucción de que se llevase de inmediato a los Ayuntamientos, la proclama hecha por Iturbide la noche del 18 de mayo:
«Mexicanos:
Me dirijo a vosotros sólo como un ciudadano que
anhela el orden y ansía vuestra felicidad infinitamente más que la suya propia. Las vicisitudes políticas no son malas cuando hay por parte de los pueblos
la prudencia y la moderación de que siempre disteis
pruebas.
El ejército y el Pueblo de esta Capital acaban de
tomar un partido: al resto de la Nación corresponde
aprobarlo o reprobarlo: yo en estos momentos no
puedo más que agradecer su resolución y rogaros,
sí, mis Conciudadanos, rogaros, pues los mexicanos
no necesitan que yo los mande, que no se dé lugar a
la exaltación de las pasiones, que se olviden resentimientos, que respetemos las autoridades, porque un
21
Pharus academiæ
pueblo que no las tiene ó las atropella, es un monstruo. (¡Ah no merezcan nunca mis amigos, este nombre!) Que dejemos para momentos de tranquilidad la
decisión de nuestro sistema y de nuestra suerte; van a
suceder luego, luego.
La Nación es la Patria: la representan hoy sus Diputados: sigámosles: no demos un escándalo al mundo;
y no temáis errar siguiendo mi consejo. La ley es la voluntad del pueblo: nada hay sobre ella: entendedme,
y dadme la última prueba de amor que es cuanto deseo, y lo que calma mi ambición. Dicto estas palabras
con el corazón en los labios, hacedme la justicia de
creerme sincero y vuestro mejor amigo.
—Iturbide. —México, 18 de Mayo de 1822.24»
Una respuesta típica de un Ayuntamiento:
«Señor:
Cuando este Ayuntamiento se anticipo en expresar al Soberano Congreso Constituyente, que su voluntad y la del fidelísimo Pueblo cuyas confianzas
desempeña, es y ha sido corresponder a V. M. con la
Diadema del imperio, el inmenso bien que disfruta, de
ser libre; nada más hizo que seguir los impulsos de la
Naturaleza. Ella le dice que está consumada la obra
de su felicidad con el Gobierno Paternal de V. M., que
se conservará en todo su esplendor, la Religión santa
que profesa: y que consolidada la unión entre todos
los habitantes de Anáhuac, se realizará en ellos el fingido siglo de oro. Entre tanto, reciba V. M. las más sinceras felicitaciones de un pueblo y su Ayuntamiento,
que por ser fiel, obediente, y procurar la conservación
de V. M. sacrificará gustoso su existencia.
Dios guarde V. M. muchos años. Sala capitular del
Ayuntamiento Constitucional de San Luis Potosí, 29
de Mayo de 1822, segundo de nuestra feliz independencia.
—Señor Juan M de Azcarate. —Ignacio Aztegui. —Juan N. García Diego. —Eusebio Esparza.
—Ignacio Guerrero. —Ignacio del Conde. —
Félix Escobar. —Antonio Soto. —Francisco
Condelle. —Ignacio Erguía. —José Vicente
Linden. —Ignacio Ortiz. — Lic. Víctor Rafael
Márquez, Srio.25»
22
El presidente del congreso Don Francisco García Cantarines, los exhortó a obrar de esa manera en la sesión
del día 2, presentándoles los peligros que podrían amenazar a la nación la divergencia de opiniones, que darían
por resultado convulsiones políticas que envolverían al
país en desgracias sin fin; que para evitar las calamidades que sin duda resultarían de la desunión, debían su24
Muro, Manuel: Historia de San Luis Potosí, Imprenta litografía y
Encuadernación de M. Esquivel y Cía., p. 321, 1910.
25 Muro, Manuel, obra citada, pp. 324 y 325.
jetarse, en bien de la patria, á la opinión de la mayoría,
sosteniendo la elección de emperador los que habían
disentido. Todos contestaron que estaban prontos á hacerlo así. Ciento seis diputados asistieron a ésta sesión, y
en consecuencia del acuerdo que acababan de hacer, se
acordó el decreto para publicar la elección.
El acta del congreso decía así:
«En la corte de Méjico, á 19 de Mayo de 1822, segundo de la independencia, el soberano congreso
constituyente mejicano, congregado en sesión extraordinaria, motivada por las ocurrencias de la noche anterior y arte que de ellas dio el generalísimo
almirante, con reunión de varios documentos que se
transcriben en la acta de este día: oídas las aclamaciones del pueblo, conformes á la voluntad general del
congreso y de la nación: teniendo en consideración
que las cortes de España por decreto inserto en las
Gacetas de Madrid de 13 y 14 de febrero último, han
declarado nulo el tratado de Córdoba, y que, por lo
mismo, es llegado el caso que no obligue su cumplimiento á la nación mejicana, quedando ésta con la
libertad que el artículo 3 de dicho tratado concede
al soberano congreso constituyente de este imperio,
para nombrar emperador por la renuncia ó no admisión de los allí llamados: ha tenido á bien elegir para
emperador constitucional del imperio mejicano al Sr.
D. Agustín de Iturbide, primero de este nombre, bajo
las bases proclamadas en el plan de Iguala y aceptadas en generalidad por la nación, las cuales se detallan en la fórmula del juramento que debe prestar
ante el congreso el día 21 del corriente.»
Acto continuo se nombró una comisión de veinticuatro
diputados, incluso dos secretarios, para poner este decreto en manos del emperador. También se redactó la
fórmula del juramento que debía prestar al aceptar el
alto puesto á que se le elevaba, fórmula que, así como el
ceremonial con que había de ser recibido el emperador
para aquel acto, habían sido aprobados en la sesión del
día anterior. En consecuencia de lo dispuesto, D. Agustín
de Iturbide se presentó en la tarde del mismo día 21 al
congreso, y prestó el juramento que estaba concebido en
los términos siguientes:
«Agustín, por la Divina Providencia y por nombramiento del congreso de representantes de la nación,
emperador de Méjico, juro por Dios y por los santos
Evangelios, que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica, romana, sin permitir otra alguna
en el imperio: que guardaré y haré guardar la constitución que formare dicho congreso, y entre tanto
la española en la parte que está vigente, y asimismo
las leyes, órdenes y decretos que ha dado y en lo sucesivo diere el repetido congreso, no mirando en cuanto
hiciere, sino el bien y provecho de la nación: que no
Diciembre 2011, número 9
enajenaré, cederé ni desmembraré parte alguna del
imperio: que no exigiré jamás cantidad alguna de
frutos, dinero, ni otra cosa, sino esas que hubiere decretado el congreso: que no tomaré jamás á nadie sus
propiedades, y que respetaré sobre todo la libertad
política de la nación y la personal de cada individuo,
y si en lo que he jurado ó parte de ello, lo contrario
hiciere, no debo ser obedecido, antes aquello en que
contraviniere, sea nulo y de ningún valor. Así Dios me
ayude y sea en mi defensa, y si no, me lo demande.»26
Prestado el anterior juramento, Iturbide dirigió un discurso al congreso y á la nación entera, en que reiteró las
mismas protestas, terminando con estas palabras:
«Quiero, mejicanos, que si no hago la felicidad del
Septentrión; si olvido algún día mis deberes, cese mi
imperio.»
Frases que revelan el buen deseo que le animaba de hacer la felicidad del país, así como la esperanza que abrigaba de conseguirlo; pero que si no lo alcanzaba, podían
ser una arma poderosa para hacerle descender del trono.
Los mismos sentimientos de amor á la patria, de desinterés y de afán en el acierto de la dirección de la nave del
Estado, manifestó en las proclamas que dirigió al pueblo
y al ejército, diciendo á los soldados, que el título con que
más honrado se creía era el de compañero y de primer
soldado del ejército trigarante.
Todas las opiniones políticas parecían haber terminado con el nombramiento de emperador. El congreso,
juzgando la unión como el elemento más necesario para
que el gobierno condujese á la nación por la senda del
progreso y la prosperidad, publicó un manifiesto con
motivo del juramento del emperador, dando á conocer al
país los acontecimientos que precedieron á la proclamación. En él, lejos de atribuir á la presión ni á la violencia el
voto que había dado para que ocupase el trono D. Agustín de Iturbide, decía que le había elegido,
«…porque habiendo sido el libertador de la nación,
sería el mejor apoyo para su defensa; porque así lo
exigía la gratitud nacional: así lo reclamaba imperiosamente el voto uniforme de muchos pueblos y provincias, expresado anteriormente, y así lo manifestó
de una manera positiva y evidente el pueblo de Méjico y el ejército que ocupaba la capital.» (Gacetas de
aquellos días)
políticos, generales, comandantes, colegios, comunidades religiosas, todas las clases, en fin, de la sociedad, le
dirigieron felicitación por la elección del congreso de
premiar sus servicios á la patria de la manera que correspondía. El regocijo era general. En muchas de esas felicitaciones, no sólo aprobaban los que las suscribían todo
lo hecho, sino que añadían que aquel había sido su deseo, el cual no lo habían manifestado antes por hallarse
comprometidos á observar el plan de Iguala y el tratado
de Córdoba que habían jurado. Las corporaciones de la
capital se presentaron personalmente á besar la mano
al emperador, y no había pueblo, por pequeño que fuese,
que no enviara sus plácemes al hombre elegido para regir los destinos de la patria.
Entre las felicitaciones enviadas por los jefes militares
aparece la del brigadier López de Santa-Anna, comandante de Jalapa, y la otra del general Guerrero, que se
hallaba en su capitanía general del Sur. El primero, que
estaba a la cabeza del 8º regimiento de infantería, decía á
la tropa que estaba bajo su mando, al anunciar la proclamación del emperador:
«No me es posible contener el exceso de mi gozo, por
ser ésta medida la más análoga á la prosperidad común; por la que suspirábamos y estábamos dispuestos a que se efectuase, aun cuando fuese necesario
exterminar algunos genios díscolos y perturbadores,
distantes de poseer las verdaderas virtudes de ciudadanos: anticipémonos, pues, corramos velozmente á
proclamar y jurar al inmortal Iturbide por emperador, ofreciéndole ser sus más constantes defensores
hasta perder la existencia —sea el regimiento que
mando el que primero acredite con esta irrefragable
prueba; cuan activo, cuan particular interés toma en
ver recompensado el mérito y afirmado el gobierno
paternal que nos ha de regir. Multipliquemos nuestras voces llenas de júbilo, y digamos sin cesar complaciéndonos en repetir, viva Agustín I, emperador de
Méjico.»27
En una carta de felicitación que al mismo tiempo escribió á Iturbide, le decía que experimentaba la mayor satisfacción en verle ocupando el trono, pues era «una digna
recompensa al mérito más sublime, y un dique poderosísimo que oponer á la furiosa avenida de las pasiones más
exaltadas.»
Luego agrega:
La noticia de la elevación de Iturbide al trono, fue
recibida en todas las provincias con regocijo. Diputaciones provinciales, cabildos eclesiásticos, obispos, jefes
«Viva V. M. para nuestra gloria, y ésta expresión sea
tan grata, que el dulce nombre de Agustín I se transmita á nuestros nietos, dándoles una idea de las memorables acciones de nuestro digno libertador. Ellos
26 Gaceta del gobierno imperial del 31 de Mayo de 1822, no. 42, fol. 316,
en Zamacois, Niceto: Historia de Méjico, desde sus tiempos
más remotos hasta nuestros días, Tomo xi, I. F. Parres y Compa.
Editores. Barcelona – Méjico (1879).
27 Gaceta del gobierno imperial de 14 de Junio, no. 54, fol. 401 en Zamacois,
Niceto, Historia de Méjico, desde sus tiempos más remotos hasta
nuestros días, Tomo xi, I. F. Parres y Compa. Editores. Barcelona
– Méjico (1879).
23
Pharus academiæ
por la historia se eternizarán como es justísimo, y yo,
en unión del regimiento de infantería de línea número
8 que mando, y que bajo mi dirección estaba prontísimo á dar tan político como glorioso paso mucho antes de ahora, sintiendo no hayamos sido los motores
de tan digna exultación; mas sí los primeros en ésta
provincia que tributamos á V. M. nuestros sumisos
respetos; sí los primeros que ofrecemos nuestras vidas y personas por conservar la respetable existencia
de V. M. y corona que tan dignamente obtiene, lo que
cumpliremos exactamente y nos complacemos gustosos en repetir, somos constantes súbditos que verterán su sangre por el más digno emperador.»
La felicitación de Guerrero en carta escrita en Tixtla con
fecha 28 de mayo dice así:
24
«Cuando el ejército, el pueblo de México y la nación
representada en los dignos diputados del soberano
congreso constituyente, han exaltado á V. M. I. á ocupar el trono de este imperio, no me toca otra cosa
que añadir mi voto á la voluntad general, y reconocer
como es justo las leyes que dicta un pueblo libre y soberano. Éste, que después de tres siglos de arrastrar
ominosas cadenas, se vio en la plenitud de su libertad,
debida al genio de V. M. I. y á sus mismos esfuerzos
con que sacudió aquel yugo, y así como haya afianzado el pacto social para poseer en todo tiempo los
derechos de su soberanía, ha querido retribuir agradecido los servicios que V. M. I. hizo por su felicidad,
ni es de esperar de quien fue su libertador, sea su tirano: tal confianza tienen los habitantes de este imperio, en cuyo número tengo la dicha de contarme.»
Después de encarecer el noble proceder con que había rehusado admitir la corona cuando por dos veces le habían
ofrecido el ejército y el pueblo, termina diciendo:
«Mi corto sufragio nada puede, y sólo el mérito de V.
M. I. supo adquirirse, es lo que le ha elevado al alto
puesto á que lo llamó la Providencia, donde querrá el
imperio y yo deseo que se perpetúe V. M. I. dilatados
años para su mayor felicidad. Reciba por tanto V. M. I.
mi respeto y las más tiernas afecciones de un corazón
agradecido y sensible. A los imperiales pies de V. M.
I.28»
En otra comunicación, escrita el 4 de Junio, en el mismo
Tixtla29, manifestando á Iturbide el placer que había cau28 Gaceta del gobierno imperial de 6 de Junio, no. 50, fol. 375. En Zamacois,
Niceto, Historia de Méjico, desde sus tiempos más remotos hasta
nuestros días, Tomo xi, I. F. Parres y Compa. Editores. Barcelona
– Méjico (1879).
29 Gaceta del gobierno imperial de 18 de Junio, no. 55, fol. 415 En Zamacois,
Niceto, Historia de Méjico, desde sus tiempos más remotos hasta
nuestros días, Tomo xi, I. F. Parres y Compa. Editores. Barcelona
– Méjico (1879).
sado á los habitantes de aquel pueblo su proclamado que
había sido celebrada con repique de campanas salvas de
artillería y otras demostraciones de júbilo añade:
«nada faltó á nuestro regocijo sino la presencia de V.
M. I. resta echarme á sus imperiales plantas y el honor de besar su mano: pero no será muy tarde cuando
logre ésta satisfacción, si V. M. I. me lo permite. Bien
querría marchar en este momento á cumplir con mi
deber; pero no lo haré ínterin no tenga permiso para
ello; y si V. M. I. llevare á bien que con este objeto pase
á esa corte, lo ejecutaré en obteniendo su licencia
que espero á vuelta de correo. Esta es contestación á
la muy apreciable carta de V. M. I. de 29 del próximo
pasado Mayo con que me honró, presentándole de
nuevo mi respeto, mi amor y eterna gratitud. Creo haber dado pruebas de estas verdades y me congratulo
de merecer la estimación de V. M. I, en quien reconoceré toda mi vida á mi único protector.»
Muchos de los que en sus felicitaciones se manifestaron
altamente satisfechos de la elevación de Iturbide al trono
de Méjico, fueron, transcurrido algún tiempo, partidarios del sistema republicano, figurando en las convulsiones políticas entre los más exaltados liberales.
Que quiso convertirse en monarca absolutista
Otra acusación sin bases fue que disolvió el congreso
para convertirse en monarca absoluto. La realidad es totalmente diferente.
El congreso en vez de dividirse en dos cámaras o empezar a redactar la Constitución esperada, se dedicó a
obstaculizar o a conspirar en contra del emperador, gracias a la influencia e intervención, por un lado, de los masones escoceses, monarquistas, que querían a Fernando
VII por rey, y por otro, las maniobras del turbio Joel Poinsett, agente de Estados Unidos.
El 3 de noviembre de 1822 Poinsett visita a Agustín
de Iturbide, emperador de México desde el 18 de mayo
de ese año. Así describió Poinsett su visita y su opinión
acerca del Emperador:
«Día 3. Hoy en la mañana fui presentado a Su Majestad. Al apearnos en la puerta de palacio, que es
un edificio amplio y bello, nos recibió una numerosa
guardia y en seguida subimos por una gran escalera
de piedra, entre una valla de centinelas, hasta un espacioso salón en donde encontramos a un general
brigadier que nos esperaba ahí para anunciarnos al
soberano. El Emperador estaba en su gabinete y nos
acogió con suma cortesía. Con él estaban dos de sus
favoritos. Nos sentamos todos y conversó con nosotros durante media hora, de modo llano y condescendiente, aprovechando la ocasión para elogiar a los
Estados Unidos, así como a nuestras instituciones, y
Diciembre 2011, número 9
para deplorar que no fueran idóneas para las circunstancias de su país. Modestamente insinuó que había
cedido, contra su voluntad, a los deseos de su pueblo y
que se había visto obligado a permitir que colocara la
corona sobre sus sienes para impedir el desgobierno y
la anarquía.
Su estatura es de unos cinco pies y diez u once pulgadas, (muy alto para la época en México) es de complexión robusta y bien proporcionado; su cara es
ovalada y sus facciones son muy buenas, excepto los
ojos que siempre miran hacia abajo o para otro lado.
Su pelo es castaño, con patillas rojizas, y su tez es rubicunda, más de alemán que de español. Como oiréis
pronunciar de distintos modos su nombre, os diré que
se debe acentuar por igual cada sílaba, I-tur-bi-de. No
pienso repetir las versiones que oigo a diario acerca
del carácter y de la conducta de este hombre. Antes de
la última revolución, en la que triunfó, tuvo el mando
de una pequeña fuerza al servicio de los realistas y
se le acusa de haber sido el más cruel y sanguinario
perseguidor de los patriotas y de no haber perdonado
nunca a un solo prisionero. Sus cartas oficiales al virrey comprueban este hecho. En el intervalo, entre la
derrota de la causa de los patriotas y la última revolución, residió en la capital, y en una sociedad que no se
distingue por su estricta moral, él se destacó por su
inmoralidad. Su usurpación de la autoridad principal
fue de lo más notorio e injustificado y su ejercicio del
poder ha sido arbitrario y tiránico. De trato agradable
y simpático, y gracias a una prodigalidad desmedida,
ha atraído a los jefes, oficiales y soldados a su persona,
y mientras disponga de los medios de pagarles y recompensarles, se sostendrá en el trono. Cuando le falten tales medios, lo arrojarán de él. Es máxima de la
historia que probablemente se ilustre una vez más con
este ejemplo, que un gobierno que no está fundado en
la opinión pública, sino establecido y sostenido por la
corrupción y la violencia, no puede existir sin amplios
recursos para pagar a la soldadesca y para mantener
a sus pensionados y partidarios. Sabedor del estado
de sus finanzas y de las consecuencias probables para
él de la falta de fondos, está desplegando grandes esfuerzos para negociar empréstitos en Inglaterra, y tal
es la ceguera de los hombres adinerados de ese país,
que es posible que logre su objeto. Se han concertado
las condiciones de un empréstito y recientemente ha
salido un agente para Londres —hay otro más que se
prepara a partir rumbo al mismo destino, con toda la
pompa de una embajada— y los profesores de botánica y de mineralogía me participaron ayer con gran
consternación que habían recibido órdenes de preparar colecciones para su envío a Inglaterra. Entre todos
los gobiernos de la América española existe un deseo
muy fuerte de conciliar a la Gran Bretaña y aunque
el pueblo mismo en todas partes siente mayores simpatías por nosotros, los gobiernos intentan uniforme
y ansiosamente instituir relaciones diplomáticas y
enlazarse con el de la Gran Bretaña. Están temerosos
del poder de esa nación y comprenden que sus intereses comerciales requieren el apoyo de un gran pueblo
industrial y comercial.
Nosotros recogeremos alguna parte del comercio
de dichos países, pero la cosecha será para los ingleses.
Juzgando a Iturbide por sus documentos públicos,
no le considero como hombre de talento. Obra rápidamente, es audaz y resuelto y nada escrupuloso en
elegir los medios para lograr sus fines.»
Las pugnas por el poder entre facciones, la envidia y la
amenaza de la Santa alianza no se hicieron esperar. Así
las cosas, se descubrió una conspiración contra Iturbide
y se aprehendió a sus participantes, de los cuales, no pocos eran diputados.
Agustín I, después de recibir miles de cartas de las
provincias y escuchar el parecer de muchos, disolvió el
congreso y estableció de manera provisional una Junta
Nacional Instituyente mientras convocaba a elecciones
para un nuevo congreso. Nadie lamentó la desaparición
de este órgano político y el pueblo, por este hecho, volvió
a llamarlo libertador.
En febrero de 1823, mediante el Plan de Casa Mata
maquinado por Antonio López de Santa Anna respaldado por Vicente Guerrero, a pesar de que ambos en su
momento, apoyaron la coronación de Agustín I, se levantaron en armas exigiendo la reinstalación del Congreso
que había sido disuelto por el Emperador, la anulación
del Imperio, y que la monarquía deviniera en República,
aunque casi nadie sabía qué era eso30. En el mundo había
una sola, la de los Estados Unidos, nacida 46 años antes.
Iturbide pensó que todo era un malentendido, puesto
que él deseaba que sí hubiera un congreso; pero una vez
convencido de la mala fe de quienes dirigían el movimiento en su contra, pensó en combatirlos. Contaba en
todo momento con el apoyo popular, así como con los
medios necesarios y gran parte del ejército. Pero, ¿cómo
reafirmar militarmente un trono que nunca ambicionó,
si su lucha había sido por detener el derramamiento de
sangre?
30 Años después durante su prisión en Tejas, visitado por el Coronel
Bernard Bee, adinerado cooperador de la República tejana, que se
había reunido recientemente con J. R. Poinsett durante un viaje a
los Estados Unidos, llevaba un mensaje de reproche a Santa Anna
de su amigo el anterior Ministro norteamericano en México.
Poinsett lamentaba el hecho que Santa Anna se había vuelto
contra los Principios del Federalismo y comentó duramente
que el Presidente merecía su destino, porque había «cambiado
la libertad en despotismo». Santa Anna contestó con una rara
explosión de honestidad: «Sea tan amable de decir al Sr. Poinsett,
que es muy cierto que yo lancé mi sombrero por la libertad, con
gran ardor y perfecta sinceridad, pero muy pronto encontré
la absoluta tontería de ello. Señor, durante un siglo por venir
nuestro pueblo no estará listo para la libertad; ellos no saben lo
que es. Ignorantes como son y bajo la influencia del clero católico,
el despotismo es el único gobierno apropiado para ellos; pero no
hay ninguna razón por qué no debería ser uno sabio y virtuoso.»
Hanighen, Frank C., Santa Anna: The Napoleon of the West 1934.
25
Pharus academiæ
Resentido por las voluntades desleales, restableció
el viejo congreso y abdicó. El congreso, para humillarlo
todavía más, no quiso discutir su abdicación, manifestando, contrario a lo dicho meses antes, que la coronación había sido obra de la violencia.
A nueve meses escasos de haber sido coronado, finalizó el breve Imperio de Agustín I al abdicar el 19 de
marzo de 1823 ante el Congreso que lo había nombrado.
El 11 de mayo partió al exilio.31
Veamos cual fue el resultado de esta abdicación en la
política mexicana:
26
«Concluido el motivo de unión de los enemigos de
Iturbide y de su trono, quedaron los partidarios,
presa, unos del pavor, y otros de la fascinación: producidos por el derrumbamiento en el corto período de
veinte meses, de dos tronos; el primero de trescientos
años y el último de diez meses de existencia fundado
en el prestigio del triunfo sobre el primero.
Víctimas también de la novedad y boga de ciertas
doctrinas, llamadas filosóficas, y de la falsa comparación y exagerados encomios de la prosperidad de
los Estados Unidos, atribuida exclusivamente a tales
ideas sintetizadas en la democracia; era ley de consecuencia revolucionaria, reactiva y forzosa que, habían de trasladarse al terreno político; los adictos a
Iturbide, a la monarquía y a la colonia, optando por la
forma republicana con tanto entusiasmo iniciada por
Morelos en la Constitución que promulgó en Apatzingán el 24 de octubre de 1814.
Hubo más que a tal asimilación los indujo. La historia de la República en Francia era bien reciente,
conocida por todos, y profundamente temida su reproducción aquí, aún por sus adeptos.
Si bien lo expuesto creó en todos la necesidad de
reconocer en común, como sistema de gobierno que
debía sustituir al imperial, al republicano, quedaron
como se comprende fácilmente, vivas las convicciones y creencias, los hábitos y propensiones de cada
partido.
Ceñidos a la República, se encontraron los partidos, en el caso de obrar dentro de ella, pero en conso31 «Es más difícil —dice Montesquieu— sacar un pueblo de la servidumbre,
que subyugar un libre.» Esta verdad está comprobada por los
anales de todos los tiempos, que nos muestran las más de las
naciones libres, sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas
recobrando su libertad. A pesar de este convencimiento, los
meridionales de este continente han manifestado el conato de
conseguir instituciones liberales y aun perfectas, sin duda por
efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a la
mayor felicidad posible, la que se alcanza infaliblemente en las
sociedades civiles, cuando ellas están fundadas sobre las bases de
la justicia, de la libertad, y de la igualdad. Pero, ¿seremos nosotros
capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil carga de
una república? ¿Se puede concebir que un pueblo, recientemente
desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a
Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo? Tal prodigio es
inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio
verosímil que nos halague con esta esperanza”. Carta de Jamaica,
Simón Bolívar, Kingston, 6 de septiembre de 1815.
nancia con sus convicciones, tendencias históricas y
objetos finales, propios de cada uno.
Así, los borbonistas y coloniales, más claro, los monarquistas adictos a la independencia, y los que deseaban constituir el país como colonia, debían optar
y lo hicieron decididamente, más o menos tarde, por
la República central, tan análoga en su concepto, con
la monarquía, de que veían algunos destellos, aunque
pálidos, en tal forma.
Los otros se decidieron por la Democrática pura:
verdadera reacción que cambiaría todo lo hasta allí
existente, como lo anhelaban; y llevaría al país a la
cima de la civilización y adelantos que creían consiguientes a la adopción de dicha forma o sistema de
gobierno. Suponían a México en decadencia, y (que)
esta (era) debida a la forma hasta entonces existente y
al vecino norteamericano en el apogeo, debido exclusivamente a dicho sistema democrático.
De aquí la división de los partidos en centralista y
demócrata federalista; cuyos nombres tomaron de los
de las formas indicadas, porque se habían decidido.
Los iturbidistas faltos de bandera como expresión de principios qué seguir y reglas consiguientes
qué acatar, supuesto que habían rasgado su historia:
en odio de los borbonistas y a los adeptos al antiguo
sistema colonial: en odio también a los monarquistas
constitucionales, o adictos a los Tratados de Córdoba;
todos los cuales se habían unido a los republicanos
para derribar, como derribaron a Iturbide, cuando
menos quitándole su importante apoyo: los Iturbidistas, victimas, del pánico consiguiente al triunfo completo que veían en los radicales enemigos32.
A la ausencia de Iturbide, las conspiraciones a favor de él se hacían cada vez más presentes y borbonistas e iturbidistas unidos, ponían trabas y dificultades
al gobierno republicano que empezaba a formarse.33
El destino de un libertador
Poco después de su abdicación, Agustín de Iturbide salió de Tacubaya hacia Veracruz para partir al exilio. Lo
acompañaban su esposa, sus ocho hijos; un amigo de
nombre José López; su confesor José Treviño; su sobrino
José Malo; Francisco de Paula Álvarez, su secretario, que
llevaba a su padre, su esposa y dos hijos, y 10 sirvientes.
Eran escoltados por 500 hombres al mando de Nicolás
Bravo, que por el grave temor de que se atentara contra
la vida del ex emperador, ordenó ir a campo traviesa evitando pasar por ciudades.
32 Martínez, Víctor José, Sinopsis histórica, filosófica y política de las
revoluciones mexicanas, Segunda edición, México, Imprenta
Tipográfica, Parte cuarta, la revolución en su marcha y desarrollo;
desde Padilla al Cerro de las Campanas. 1884.
33 Un año antes de morir Bolívar habría dicho: «No pudiendo nuestros
pueblos soportar ni la libertad ni la esclavitud, mil revoluciones
harán necesarias mil usurpaciones».
Diciembre 2011, número 9
Llegaron a la Antigua, pues en Veracruz campeaba la
fiebre amarilla. El 11 de mayo, el grupo se embarcó en el
buque Rawlins, de la Compañía Alemana de Indias, que
tardó 83 días en llegar al puerto italiano de Liorna, en
donde Iturbide vivirá en una villa propiedad de Paulina,
la hermana de Napoleón. Durante su estancia de algunos meses, la correspondencia del libertador de México
nos muestra que pasó grandes estrecheces, pues la pensión prometida por el Congreso a su abdicación —le
asignaron veinticinco mil pesos anuales para subsistir
en Italia—, jamás llegó, por lo que se vio obligado vender
sus servicio de plata y joyas de su esposa y a pedir prestado a amigos.
Como ejemplo sirvan estas cartas34:
Documento # 1697; Webb & Co. Escribe a Iturbide
avisando que tienen una letra de cambio a su favor que
envía el señor Echenique y que se ponen a sus órdenes.
Documento # 1708; Carta de Iturbide a Pedro del Paso
y Troncoso que las letras de cambio contra Cádiz no pueden ser cobradas en Liorna debido a la situación actual
de España.
Documento # 1831; Webb & Co. escribe a Iturbide sobre la protesta de sus cartas de crédito en Cádiz.
Documento # 1852; Webb & Co. escribe a Iturbide sobre los problemas de un préstamo en Londres.
Documento # 1859; Carta de Iturbide a Macbean sobre la venta de su plata y sus brillantes y entrega del valor a su sobrino, José Ramón Malo, y al presbítero José
Antonio López; Fletcher.
Documento # 1871; Macbean & Co. escribe a Iturbide
sobre la venta de la plata y entrega del dinero a José Antonio López.
Documento # 2038; Iturbide escribe cartas a Gómez
Navarrete… quejándose de no haber recibido un solo real
y la mucha necesidad que tiene. Desde Londres, 14 de
febrero y 8 de marzo. En ellas hace referencia a las dificultades para cambiar dinero a través de Cádiz; la necesidad de proveer para su familia.
Documento # 2047; Mylins (?), Charles. Carta a José
Malo sobre una oferta de trescientos mil francos por las
perlas que le dejó a consignación.
Documento # 2050; Malo, José. Carta a Charles Mylins
aceptando la venta de las perlas y pidiendo se remitan
los fondos al señor Mathew Fletcher.
Todo esto y la presión que ejerció la Santa Alianza,
provocaron que cambiara de domicilio, a pesar de que
los diplomáticos de las Alianza, intentaron por todos
los medios de impedir su partida, como lo demuestra el
documento # 2056, un artículo de un periódico italiano.
Copia sin firma, de febrero de 1824 que hace referencia a
los esfuerzos de Cónsul francés en la Toscana, para impedir la partida de Iturbide; y los esfuerzos de todas las
potencias incluyendo a Inglaterra, para impedir que la
Señora Iturbide se reuniera con su marido.
34 Juan E. Hernández y Dávalos Manuscript Collection, Benson Latin
American Collection, General Libraries, The University of Texas
at Austin.
En diciembre partió hacia Londres, a donde llegó el 1
de enero de 1824. Primero se alojó en Saint Paul’s Coffee
House, pero al enterarse de que ahí no se hospedaba la
gente «decente», se trasladó a George Street Picadilly.
El fervor por el ex monarca y la noticia de su próximo
regreso, provocaron que el congreso expidiera un decreto declarando traidor y fuera de la ley a Iturbide, y lo
condenó a muerte, sin más trámite, en caso de que se
presentara en territorio mexicano.
Los partidarios de Iturbide lo motivaban para regresar a salvar el país, y él, ingenuamente, envió un oficio al
congreso, ofreciéndose a defender la libertad mexicana
frente a la amenaza que significaba la Santa Alianza,
formada por Austria, Prusia y Rusia en apoyo a España.
Este oficio aparentemente no llegó a tiempo para evitar
la declaración de traidor.
Veamos como lo relata en su libro35 un testigo contemporáneo —que además es el más grande admirador
de Santa-Anna— José María Tornel y Mendivil:
«Iturbide desde que pisó á Londres, dio sobradas
muestras en todos sus hechos, de que obraba bajo las
impresiones de la alucinación mas funesta.
Como por medio del español Torrente, el mismo
que escribió la historia de las revoluciones de las
colonias sublevadas, se le habían hecho ventajosas
proposiciones, esperando que se prestara á servir de
instrumento de venganza, y que cooperara con sus
relaciones y con su influencia en México, al designio
que abrigaba Femando VII de someterlo otra vez á su
cetro de hierro, adquirió numerosos datos de que España contaba para realizar su proyecto con poderosos
auxilios de algunos de los soberanos que componían
la Santa Alianza, especialmente del rey de Francia. Su
honrosa negativa cambió enteramente su situación, y
precisado á buscar un asilo, donde únicamente podía
encontrarlo, que era en Inglaterra, se persuadió de
que este servicio, muy importante aunque negativo,
destruiría las prevenciones contra su persona, que
dejó tan animadas al tiempo de ausentarse.
Entonces resolvió manifestar al Congreso mexicano los nuevos y graves riesgos á que estaba expuesta su común patria, y le ofreció su corazón y su
espada para el día del peligro. El libertador ignoraba,
sin duda, que contenta la nación con la expectativa de
bienandanza con que el nuevo sistema le brindaba,
había de recibir con disgusto, y más que con disgusto,
con desconfianza, la probabilidad de que se presentara un caudillo, cuyas miras ambiciosas le eran
harto conocidas.
La nota dirigida al Congreso, era un aviso que él
mismo daba á sus enemigos, con inexplicable candor,
de su aventurera resolución de venir á mezclarse en la
35
Tornel Y Mendivil, José María, Breve reseña histórica de los
acontecimientos más notables de la Nación Mexicana, desde el año
1821 hasta nuestros días; Edición de La Ilustración Mexicana, p. 16.
at Austin, 1852.
27
Pharus academiæ
política del país; y como su carácter fogoso y decidido
autorizaba para recelarlo así, no dudaron de su tentativa, y se prepararon para frustrarla con la actividad
tan propia de los que saben que juegan el todo por el
todo.»
28
En Londres, Iturbide se entrevistó con José de San Martín —libertador de Chile y Perú que vivía exiliado allí—,
quien trató que disuadirlo de regresar a México.
Pero Iturbide no hizo caso y zarpó el 11 de mayo
de 1824 en el barco inglés Spring desde el puerto de
Southampton, acompañado de su esposa y de sus dos hijos más pequeños. Iban con él su sobrino, José Malo, los
sacerdotes José López y José Treviño, el italiano Macario
Morandini, el impresor inglés John Armstrong y Carlos
Benesky, coronel polaco que le había acompañado en sus
campañas mexicanas. Llevaba consigo una prensa, documentos personales, joyas de la familia y un manifiesto
que dirigiría al pueblo mexicano.
Antes de regresar, se puso de acuerdo con dirigentes
ingleses para la explotación de las minas de plata y para
abrir el país a la introducción de sus productos textiles,
pues aquéllos ambicionaban apoderarse del mercado
americano. Iturbide se embarcó en Londres el cuatro de
mayo, en compañía de su familia y del coronel polaco Benesky.
Los británicos pensaban que su retorno era necesario, incluso un autor escribió que se trataba «de una decisión patriótica y desinteresada». En cambio, para los
mexicanos, incluido Alamán, regresaba a México porque
pretendía restaurar la monarquía.
El Spring se dirigía a Tampico pero las corrientes marinas obligaron a desembarcar en Soto La Marina. Iturbide envió a Benesky para que se pusiera en contacto con
el general Felipe de la Garza, comandante general de las
Provincias Internas de Oriente —hombre a quien había
perdonado por protestar por la prisión de algunos diputados cuando era emperador—.
De la Garza dijo ser partidario de Iturbide y respaldar
su regreso al país. El 17 de julio bajó a tierra y acudió con
De la Garza. Después de la entrevista que sostuvieron,
fue apresado y escoltado hasta Padilla, donde se hallaba
sesionando el Congreso del estado.
Dos días más tarde, De la Garza se reunió con siete de
los once legisladores que estaban presentes y dos sustitutos. Un total de nueve miembros sentenciaron a Iturbide a la pena capital, acatando lo dispuesto por la ley
federal del 28 de abril que proscribía su regreso al país
por considerarlo traidor y fuera de la ley.
El oficio enviado por De la Garza al Congreso de Tamaulipas, dio origen a la sospecha de que Iturbide intentaba entrar subrepticiamente a México, aunque desde
un punto insospechable, el relato de Don Vicente Riva
Palacio de los últimos momentos de Iturbide, se verá que
esto es falso:
«Los historiadores no están conformes en el modo
con que fue aprehendido D. Agustín de Iturbide.
Algunos de sus biógrafos, más apasionados de la
memoria del desgraciado emperador que de la verdad, afirman que Iturbide llegó á las playas mexicanas ignorando el decreto de proscripción formulado
contra él en la República, y agregan que desembarcó
disfrazado, fingiéndose colono, en compañía de Benesky; pero que fue reconocido por el modo expedito
y airoso que tenía de montar á caballo.
Todas estas dudas se disipan y todas esas relaciones se desmienten con sólo trascribir el principio de
una carta que en el momento casi de desembarcar
escribía Iturbide á su corresponsal en Londres D. Mateo Fletcher, y que inserta D. Carlos Bustamante en su
apéndice á los Tres siglos de México.
«A bordo del bergantín ‘Spring’ frente á la barra de
Santander, 15 de Julio de 1824.
«Mi apreciable amigo:
Hoy voy á tierra, acompañado sólo de Benesky, á
tener una conferencia con el general que manda esta
provincia, esperando que sus disposiciones sean favorables á mí, en virtud de que las tiene muy buenas en
beneficio de mi patria. Sin embargo, indican no estar
la opinión en el punto en que me figuraba, y no será
difícil que se presente grande oposición, y aún ocurran desgracias. Si entre éstas ocurriere mi fallecimiento, mi mujer entrará con Vd. en contestaciones
sobre nuestras cuentas y negocios.»
Y esta carta está firmada: Agustín de Iturbide.
Toda la versión, pues, sobre el incógnito de Iturbide,
no pasa de ser una novela.
En el folio 11 del libro de actas del Congreso de Tamaulipas, consta lo ocurrido en la Sesión extraordinaria
del 18 de julio de 1824 y dice como sigue:
«Leída y aprobada el acta anterior, el ciudadano
presidente dijo: que se acababan de recibir pliegos por
la secretaría, del ciudadano general de las armas, que
contenían asuntos de gravedad.
El ciudadano Gil, expuso: que hallándose actualmente en esta villa dos de los diputados suplentes, y
faltando cuatro de los propietarios, se llamasen aquellos á tomar el asiento que en el caso les corresponde,
y más cuando la gravedad del asunto así lo exige, pues
aunque uno de ellos estaba nombrado gobernador del
Estado, (El Sr. Gutiérrez de Lara.) aún no se recibía del
mando, y debía por ahora venir á desempeñar en ésta
augusta asamblea las funciones que le tocan. Así se
acordó, después de una corta discusión, y fueron llamados los ciudadanos suplentes Juan Bautista de la
Garza, y Bernardo Gutiérrez, que siendo presentes,
otorgaron el correspondiente juramento, y tomaron
asiento.
Diciembre 2011, número 9
A continuación, se leyó un oficio del comandante
general, ciudadano Felipe de la Garza, insertando el
parte que dio al S. P. E. (supremo poder ejecutivo), de
haber aprehendido en el paraje de los Arroyos, seis leguas distante de Soto la Marina, á D. Agustín de Iturbide, que disfrazado, en compañía de un extranjero
llamado Carlos de Benesky, marchaba con el objeto de
internarse en ese continente, según se advertía. Hace
ver asimismo, que á ambos individuos condujo (En
el acta está escrito «condució») el bergantín inglés
Spring, procedente de Londres, con sesenta y cuatro
días de navegación, y que el segundo, al día siguiente
de su desembarco, se presentó á dicho ciudadano general, quien preguntándole por el primero, dijo quedaba en Londres, pasando una vida mediana con su
familia; y por último, expone el citado general, que
á ambos individuos conduce á presentar á este congreso, para que disponga lo que juzgue conveniente.
Se leyó también un oficio, que D. Agustín de Iturbide dirige á este honorable congreso, demostrando
que el objeto de su venida no es otro, que el de ayudar
á sus hermanos á consolidar su independencia, incluyendo dos ejemplares de las exposiciones que hace al
congreso general, con fecha, 13 de Febrero y 14 del corriente; igual número de las proclamas que dirige al
pueblo.
El ciudadano Fernández, dijo: que los papeles que
incluía Iturbide, pedía no se leyeran, ni los tomase en
consideración el congreso, hasta que se declarase la
suerte de este individuo.
El ciudadano presidente, dijo: que habiendo tres
eclesiásticos en el seno de este congreso, le parecía,
no debían tomar conocimiento en la suerte de Iturbide, pues si se decretaba fuese decapitado, quedarían
en tal caso irregulares: que él por su parte pedía, se le
permitiese separarse de la sesión, para no incurrir en
la irregularidad.
Los ciudadanos Garza García, y Fernández, demostraron no ser incursos en la irregularidad, por
cuanto el congreso no hacía otra cosa en esto, que
cumplir y mandar que se cumpla la ley. No hubo lugar
á la petición del ciudadano presidente, y luego se leyó
la ley de 28 de Abril último, en que se declara proscrito á D. Agustín de Iturbide.
El ciudadano Gil, pidió al honorable congreso,
cumpla con la ley que se acaba de leer, el gobernador del Estado, haciéndole responsable de la más leve
falta.
Después de una larga discusión, se entró á votación, en la que salvaron sus votos los ciudadanos presidente y Fernández; siendo los demás unánimes por
la afirmativa sobre la proposición hecha por el ciudadano Gil, y en virtud de ello, se mandó comunicar
esta resolución al gobernador, á quien se le autorizó
para que haga la ejecución cuando lo juzgue conve-
niente, conciliando la piedad cristiana con los derechos de la patria.»
Nada impidió que Iturbide fuera ejecutado. Ni sus servicios al país ni haber consumado la independencia. Nada
fue suficiente para perdonarle la vida. De ese modo, la
clase política de entonces, acabó con uno más de los héroes de la independencia.
El 19 de julio Iturbide escribió una carta al Soberano
Congreso de México, en la que pedía que se le explicara
qué crimen había cometido para merecer ese castigo36.
Poco después, un ayudante de De la Garza, le informó
que a las 6 de la tarde sería pasado por las armas.
No se le concedió su último deseo de oír misa y el cura
que lo confesó era miembro del congreso que lo había
condenado a muerte.
Escribió una carta a su esposa en la que le decía: «La
legislatura va a cometer en mi persona el crimen más
injustificado: acaban de notificarme la sentencia de
muerte por el decreto de proscripción; Dios sabe lo que
hace y con resignación cristiana me someto a Su sagrada
voluntad.»
D. Antonio Gutiérrez de Lara, presidente de la legislatura de Tamaulipas, sacerdote, le administró los últimos
sacramentos a Iturbide quien confesó tres veces sus pecados.
Crónicas de la época dicen que se veía sereno:
«Marchó con firme paso hasta el lugar de la ejecución, encargó al cura que lo acompañaba, que tomase
un reloj y el rosario que llevaba al cuello para que se lo
enviase a su hijo mayor, le entregó también una carta
de despedida para su esposa, y tres onzas y media en
oro para que se distribuyesen a la tropa que iba a hacer fuego sobre él, y con voz clara y segura, dijo dirigiéndose a los asistentes al indisculpable desacato:
¡Mexicanos! en el acto mismo de mi muerte, os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra
santa religión; ella es quien os ha de conducir a la glo36 1824 Extracto de las sesiones del congreso general, en que se declaró á D.
Agustín Iturbide fuera de la ley.
En 3 de abril. Se puso á discusión el dictamen reducido á los artículos
siguientes:
1° Se declara traidor á D. Agustín de Iturbide, siempre que se presente en
cualquier punto de nuestro territorio bajo cualquier título.
2° Igualmente se declaran traidores á la federación, á cuantos cooperen
directa ó indirectamente por escritos encomiásticos ó de
cualquiera otro modo, á favorecer su regreso á la República. Se
declaró haber lugar á votar, salvando su voto los Sres. Romero,
Alcocer, Castillero, Berruecos, Sierra (D. Ángel), Ibarra, Martínez
(D. Florentino), Castro, Castoreña, Rejón, Portugal, Moreno,
Mangino y Llorente.—El artículo fue aprobado, suprimiéndose los
adverbios directa ó indirectamente.
Los Sres. Lombardo, Gordoa (D. Luis), y Barreda, hicieron la siguiente
proposición, que fue aprobada, «ó protejan las miras de cualquier
invasor extranjero.»
29
Pharus academiæ
ria. Muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso porque muero entre vosotros: muero con honor,
no como traidor; no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha; no soy traidor, no. Guardad subordinación y prestad obediencia a vuestros jefes, que
haciendo lo que ellos os manden es cumplir con Dios;
no digo esto lleno de vanidad, ¡porque estoy muy distante de tenerla!
Rezó después, besó el crucifijo que se le presentó,
y a la voz de mando de D. Gordiano del Castillo, Iturbide cayó muerto. Una bala le abrió la cabeza y otras
varias el pecho.»
30
Puesto de rodillas cuatro hombres le dispararon, pero
sólo tres balas lo alcanzaron: una, mortal, dio en la parte
izquierda de la frente; otra en el costado izquierdo, entre la tercera y cuarta costillas; la tercera penetró en el
lado derecho del rostro, junto a la nariz. Tenía 40 años
de edad.
Su cuerpo fue recogido y vecinos del pueblo de Padilla lo reconocieron para cumplir con el papeleo legal. Fue
velado en la habitación que servía como recinto legislativo. El general De la Garza cubrió los gastos del funeral
que se efectuó a la mañana siguiente y José Miguel De la
Garza García, quien votó a favor de la ejecución, ofició
una misa a la que concurrieron los diputados37.
Los agentes del gobierno, con loca y bárbara alegría,
aplaudieron el funesto y trágico fin del hombre de cuya
cabeza inmortal nació la independencia y soberanía de
México, así como Minerva de la de Júpiter. El Congreso
que se había saboreado con el buen resultado de otro
decreto semejante para terminar el motín del general
Lobato, pudo espantarse de su obra terrible, y no sería
extraño que se arrepintiera del cumplimiento de una ley
que acaso no dictó más que para inspirar terror, suponiendo que la ilustre víctima la conociera con oportunidad.
«Amortajado con un hábito de San Francisco, el
cadáver estuvo expuesto toda la noche en la capilla
37 1824 Extracto de las sesiones del congreso del Estado de Tamaulipas,
reunido en la villa de Padilla, relativas á la ejecución de D. Agustín
de Iturbide. Copias sacadas de un libro en folio, forro de cuero
colorado, que se titula: «Libro de actas del congreso constituyente
del Estado libre de las Tamaulipas.» — «Una águila por trofeo. —
Año de 1824.»
—Empieza en la villa de San Antonio de Padilla, á los siete días del mes
de Julio de 1824, y concluye con la sesión del 80 de Abril de 1825.
á fojas 198.
El congreso lo instalaron los diputados siguientes:
1. — Presbítero, D. Antonio Gutiérrez de Lara, presidente.
2. — Presbítero, D. Miguel de la Garza García, vicepresidente.
3. — Presbítero, D. José Eustaquio Fernández.
4. — D. Juan Echeandía (e).
5. — D. José Antonio Barón.
6. — D. José Ignacio Gil, secretario.
7. — D. José Feliciano Ortiz. secretario
que servía de sala de sesiones del Congreso, y al día siguiente se le hizo un funeral que Garza costeó, y cuya
misa canto el diputado D. José Miguel de la Garza
García, que fue uno de los que votó la muerte de Iturbide; ¿tiene conciencia un hombre semejante?»
Después de pasear el cadáver por la plaza del pueblo:
«…se le dio sepultura en una iglesia vieja sin tejado.»
Días después, el diputado José Antonio Gutiérrez de
Lara, quien presidía la legislatura de Tamaulipas en esos
momentos, escribió a un amigo cercano que había acompañado al caudillo en sus últimos momentos.
«Muchas veces, Iturbide dijo en el Congreso general que para él no se había hecho el miedo; y aún esta
verdad confirmó en su muerte, la recibió sin que le
temblara un dedo y la precedió con una elocuente y
bien concertada arenga, que produjo con los ojos ya
vendados y en una voz tan sonora y entera como la
que vio en el Soberano Congreso reducida a los mexicanos para que siempre unidos y sujetos a sus autoridades evitaran segunda esclavitud, concluyéndola
para manifestar que no era traidor a su Patria suplicando, que no recayese esta impostura sobre su familia.»
Gutiérrez de Lara no pudo olvidar la ejecución:
«Vi su cuerpo despedazado por las balas y su sangre corriendo sobre la tierra que antes había libertado: mi corazón quedó herido de este primer estrago
que habían visto mis ojos y lo vieron por fin en una
persona tan amada.»
Los Congresos de todos los Estados felicitaron al de Tamaulipas; se ofreció a su aprehensor la banda de General
de Brigada; Los nombres de los diputados que votaron
por su muerte fueron inscriptos con letras de oro en los
salones de varias legislaturas; en fin, hubo muchas demostraciones de júbilo.
Más tarde, en 1838, se llevaron a la Capital los restos
del infortunado Emperador, rehabilitando temporalmente su memoria.
Hoy descansan dentro de una urna de mármol, en la
Capilla de San Felipe de Jesús, en la Catedral Metropolitana de la Capital de la República.
Veamos lo que dice el historiador español Niceto de
Zamacois, autor de una monumental «Historia de Méjico», respecto al regreso de Iturbide:
«Iturbide había salido expulsado del país; bien sabía,
por lo mismo, que no podía volver a él, sin que el gobierno no lo autorizase á ello. No ignoraba, pues, al
ponerse en marcha para el suelo natal, que se expo-
Diciembre 2011, número 9
nía á grave peligro, y mucho más cuando era llamado
por los que anhelaban un cambio político, como se
ve manifiestamente por las comunicaciones que al
disponer su partida dirigió al ministro Canning, a
Lord Cochrane y a su agente Don Miguel José Quiny;
lo comprueba el haber llevado con él una imprenta y
papel moneda grabado en Londres. Se dirá que esta
imprenta, y yo lo creo así, la llevaba para manifestar
á los mejicanos, desde el punto en que desembarcase,
que no lo conducían al suelo de la patria, la ambición
de mando y de honores, sino el noble sentimiento de
procurar unir todos los partidos para poner fin á las
discordias intestinas. No quiero dudar, ni por un momento, en que este era ciertamente su noble anhelo,
como lo expresa en un manifiesto á los mejicanos, impreso en el mismo bergantín en que marchaba.
“Vengo,” decía en él, “no como emperador, sino
como un soldado, y como un mejicano, más aun por
los sentimientos de su corazón, que por los comunes de la cuna: vengo como el primer interesado en
la consolidación de nuestra independencia y justa libertad: vengo atraído del reconocimiento que debo al
afecto de la nación en general, y sin memoria alguna
de las calumnias atroces con que quisieron denigrar
mi nombre mis enemigos. Pretendo asimismo mediar
en las diferencias que existen entre vosotros, y que os
arrastrarían por sí solas á la ruina.”38»
Pero seguramente el responso por Agustín de Iturbide
más interesante, es el que escribió Manuel Payno en su
«Bosquejo biográfico de los generales Iturbide y Terán»39:
«Como el pueblo amaba á Iturbide, se temió un levantamiento, y se apresuró la ejecución; así es que al día
siguiente salió del llamado palacio para la esquina de
la plaza, donde estaba el suplicio. Allí dio sus disposiciones para el regreso de su familia, y la encomendó á
la piedad de su patria. Exhortó en seguida á los mexicanos á la unión y á la concordia; perdonó á todos
sus enemigos, y les deseó acierto y prosperidad. Hizo
al Señor su última oración, y aguardó la muerte con
tranquilidad. Los soldados que lo fusilaron lloraron
de dolor y despecho. ¡Dios haya recibido su alma!
La familia del héroe de Iguala vive en los Estados
Unidos. Su hijo el mayor lleva al pecho la cruz de Ayacucho, que ganó combatiendo por la independencia
de Colombia á las órdenes de Simón Bolívar, y es actualmente secretario de la legación mexicana en Inglaterra. Benesky se suicidó.
38 Zamacois, Niceto: Historia de Méjico, desde sus tiempos más remotos
hasta nuestros días, Tomo xi, I. F. Parres y Compa. Editores.
Barcelona – Méjico (1879).
39 Payno, Manuel: Bosquejo biográfico de los generales Iturbide y Terán
Manuel Payno, Impreso por Ignacio Cumplido, calle de los
Rebeldes no. 2, pp. 17 y 18, 1843.
En cuanto al general Garza, como llegó su hora final, habrá reunídose en la eternidad con su víctima.
El héroe y el verdugo han dado cuenta de sus obras á
un tribunal más justo y más severo que el de los hombres. Lloremos sobre la tumba del desgraciado, y roguemos al cielo por el criminal.
Conclusión.
Un día llegué á Padilla. El pueblo estaba casi desierto,
y me pareció que la maldición del cielo lo agobiaba.
Busqué al alcalde y tuve la fortuna de encontrar un
hombre de buenos modales y algún talento. Como fue
testigo presencial de la muerte de Iturbide, me contó
algunas particularidades que unidas á los apuntes
históricos que existen impresos, me han servido para
formar este artículo. Me enseñó los sitios donde se
desenlazó este drama histórico, que comenzó por un
alegre grito de libertad, y concluyó con un lúgubre
lamento de muerte. La sala donde se reunió el congreso para sentenciar al supuesto reo, es una galera
de veinte varas de largo, sucia y lóbrega, y que entonces, lo mismo que ahora, estaba ocupada con algunos
costales de maíz. El sitio es muy digno de los representantes que legislaban y juzgaban en él.
La pieza donde estuvo preso Iturbide es un cuarto
estrecho con una alta claraboya por donde recibe escasa y triste luz. Las paredes están llenas de letreros y
rúbricas pintadas con carbón; pero entre esas líneas
mal formadas se encuentra un barquito pintado. El
alcalde me aseguró que este barco lo pintó el mismo
Iturbide.
Del palacio nos dirigimos á una iglesita de adobe,
que está amagando ruina. A un lado de la puerta estaban dos palos que sostenían una pequeña campana,
y frente á la puerta de la iglesia una gran lápida sin
inscripción, debajo de la cual reposaban los restos del
mártir de la independencia. En la esquina, que forma
un jacal situado frente de la iglesia, se halla una cruz
de madera clavada en un montón de piedras. En este
sitio fue fusilado Iturbide. La cruz estaba cayéndose,
por lo cual me entretuve en amontonar más piedras
y ponerla derecha, cavilando mientras en el destino
que arrastra á los hombres desde un lecho de púrpura, hasta el camaranchón de un calabozo; desde el
esplendor de un trono hasta la oscuridad de una sepultura 40.»
Iturbide, hombre de carne y hueso
¿Es acaso Iturbide culpable de todos los pecados con que
la historia oficial lo envuelve? No lo sabemos a ciencia
cierta. Por los documentos nos podemos dar la idea de
40 Esta experiencia iba a servir a Bolívar para rechazar, con sabio criterio,
la corona que le ofrecían amigos como el caudillo llanero Páez y
enemigos solapados como Santander. «Ni Colombia es Francia,
ni yo Napoleón —escribe al caudillo venezolano. Tampoco quiero
imitar a César, menos a Iturbide».
31
Pharus academiæ
32
que mucho de lo que se le acusa es falso de toda falsedad.
Hay otros casos, en los que un asomo de duda aparece
al carear la información oficial con la documental, por
ejemplo, ¿ignoraba las innumerables conspiraciones que
existían tomando su nombre como justificación? Tal vez
sí, pero aún cuando lo supiera, ¿estaba dispuesto a encabezarlas a su regreso a México? Tal vez sí, tal vez no. No
hay evidencia de que esa fuera su voluntad, y sí la hay de
su ingenuidad.
Iturbide fue un héroe, no un santo, un héroe de carne
y hueso, con virtudes y defectos, como todo ser humano.
Dejamos el mito y la forja de seres perfectísimos para
los inventores de la historia de bronce pagados por la
nómina oficial. Pero, sin negar la carga de virtudes y defectos innata a todo hombre, nadie puede honradamente
negar el amor de Iturbide por su Patria y su alta calidad
moral.
Esto se evidencia, de una manera particular, cuando
el libertador abdica como emperador para evitar derramamiento de sangre y, más tarde, cuando a su regreso a
México, la forma en que enfrenta la muerte.
Liberales honrados, que los hay y los hubo, como Justo
Sierra, Lorenzo Zavala, Guillermo Prieto, Carlos María
de Bustamante, Francisco Bulnes y Vicente Riva Palacio,
contrarios a la postura conservadora han reconocido la
calidad moral y los méritos del libertador de México.
Veamos aquí algunos renglones del relato que hace
Don Vicente Riva Palacio, prominente liberal y nieto de
Vicente Guerrero acerca de Iturbide primero, y después
de lo ocurrido en Padilla:
«Padilla III.
Amaneció el día 17, y se notificó á Iturbide que dentro de pocas horas debía morir.
Su muerte estaba decretada por Garza, que se fundaba para dar esta determinación en la ley que proscribía á Iturbide para siempre de la República.
Notificóse al preso la sentencia, y la escuchó sin
inmutarse; pidió que viniera, para auxiliarle en el último trance, su capellán que había quedado en el buque, y envió á Garza un manifiesto que había escrito
para la nación.
La serenidad de Iturbide y la lectura del manifiesto
conmovieron sin duda al general, porque mandó suspender la ejecución y se puso en marcha para Padilla, en donde estaba reunido el congreso del Estado,
llevando consigo al prisionero y tratándole con tantas
consideraciones como si él fuera mandando en jefe.
Llegaron por fin á Padilla, y el congreso determinó
que sin excusa ni pretexto fuese pasado por las armas. En vano Garza, que asistió á la sesión, procuró
probar, convertido entonces en defensor de Iturbide,
que el decreto de proscripción no alcanzaba á tanto,
que Iturbide daba pruebas de sus intenciones pacíficas, trayendo consigo á su esposa y á sus pequeños
hijos. El congreso se mantuvo inflexible, y Garza fue
encargado de ejecutar la sentencia dentro de un breve
término.
Volvió entonces á notificarse á Iturbide que podía
contar con tres horas para arreglar sus negocios, después de los cuales debía morir.
Iturbide se preparó á morir como cristiano y se
confesó con el presidente del congreso que era un
eclesiástico, y que había salvado su voto cuando se
trató de la muerte del prisionero.
Las seis de la tarde del día 19 fue la hora señalada
para ejecutar la sentencia. —Iturbide salió de la prisión sereno y firme, y deteniéndose al encontrarse en
el campo exclamó:
— Daré al mundo la última vista.
Después pidió agua, que apenas tocó con los labios, y se vendó él mismo los ojos.
Se trató entonces de atarle los brazos; resistióse al
principio, pero después se resignó con humildad.
Detúvose allí, caminó cosa de setenta u ochenta
pasos y llegó al lugar del suplicio, repartió el dinero
que llevaba en los bolsillos entre los soldados, y entregó su reloj, un rosario y una carta para su familia al
eclesiástico que le acompañaba.
En seguida, con firme acento habló á la tropa, rezó
en voz alta algunas oraciones y besó fervorosamente
un crucifijo.
En ese momento el jefe hizo la señal de fuego y se
escuchó el ruido de la descarga.
Cuando se disipó el humo de la pólvora, D. Agustín
de Iturbide no era ya más que un cadáver cubierto de
sangre.»
Los intentos por sacar a Iturbide del olvido
Después de la Segunda Guerra Mundial, la política mexicana dio un giro conservador que propició la aparición
de varias obras en torno a Iturbide, intentando superar
la campaña de denigración y calumnia que la historia
oficial había vertido contra Iturbide. Se publicó entonces,
en 1944, Iturbide, varón de Dios, de Rafael Heliodoro Valle, en 1946 apareció Iturbide: oficial realista, el libertador,
el emperador, de José Macías y al año siguiente vio la luz
El libertador. Documentos selectos de D. Agustín de Iturbide, de Mariano Cuevas.
Estos trabajos ofrecían una visión idílica de Iturbide
que lo describía como héroe de la causa independentista,
injustamente denostado y acusado de traicionar a su patria, y lo elevaba a la categoría de mártir tras su ejecución.
Valle dedica prácticamente la totalidad de su libro a
reproducir cartas y documentos de fuentes secundarias
para reconstruir paso a paso la vida de Iturbide desde
su nacimiento hasta su muerte. Aunque el autor intenta
ofrecer una visión imparcial, no deja de llamar la atención que en el relato cronológico no incluye la disolución
del Congreso constituyente.
Diciembre 2011, número 9
Mariano Cuevas considera que, del mismo modo que
Bolívar es llamado El Libertador de América del Sur,
México debía llamar a Iturbide El libertador de México.
La recuperación de la figura de Iturbide tuvo un
efecto breve que traspasó las fronteras nacionales mexicanas. El historiador norteamericano William Spence
Robertson publicó en 1952 su Iturbide of Mexico, un volumen que se convirtió rápidamente en la obra más citada
sobre la vida del ex emperador y, casi, en su biografía
«oficial».
L’Envoy
¿Qué fue lo desorbitado que hizo Iturbide? ¿Hacer lo que
era corriente hacer en su tiempo? ¿Imitar lo que sucedió
apenas dos décadas antes en Francia? Ese era el mundo
de principios del siglo xix. Los gobernantes eran reyes o
emperadores. La invención de la República de los Estados Unidos era muy reciente, y aún aquella apenas se logró, pues a George Washington el Ejército Continental le
ofreció la corona, aunque el libertador la rechazó.
Así que lo que hizo Iturbide era moneda corriente en
la época.
Si acaso podríamos acusarlo de no haber sacado el
ejército a las calles, como Napoleón para sentarse en el
trono, o no haber rechazado el ofrecimiento, como hizo
Washington.
«¿Qué aberración tan monstruosa, sólo vista en
México —dice Alfonso Junco42— ... loar la libertad y maldecir al libertador, glorificar la obra y desdeñar al obrero,
tomar el don y escarnecer al que lo da? … Iturbide es una
gloria de México... Su genio militar, su visión política, su
gobierno magnánimo, su abdicación gloriosa, su decencia personal, su amor al pueblo y el amor de su pueblo,
pónenlo entre las figuras universales».
Iturbide no debe ser héroe o apestado de cada una de
las facciones que, desde hace dos siglos, mantienen una
lucha por la hegemonía política e, incluso, por el pensamiento de los mexicanos; no, Iturbide debe ser, porque lo
es, un héroe nacional.
Para honrarlo bastará con conocer la verdad acerca
de quién fue y cuál fue su comportamiento y optar por
la justicia.
Armando Fuentes Aguirre —Catón— escribió en su
columna De política y cosas peores del 15 de septiembre
de 2009:
«La emancipación de México la hizo —que no la
consumó*— Agustín de Iturbide. Los hechos lo demuestran; pretender ocultarlos es negar la verdad y
desvirtuar la historia. México es una gran nación, y
no necesita de la mentira para ser amado. Decir esto
no es agraviar a Hidalgo. Fue él un hombre iluminado
a quien las circunstancias llevaron a las oscuridades en que cae quien deja de ser dueño de sí mismo.
Arrebatado por la muchedumbre, cayó en excesos
que dañaron su causa y lo condujeron a la ruina junto
con sus seguidores. Pero en presencia de la muerte el
Padre Hidalgo volvió a ser quien antes era, y afrontó
su final con entereza y dignidad. Debemos recordarlo
igual que a todos los personajes de nuestra historia:
con sus luces y sus sombras; como a hombre, no como
a estatua».
El 27 de septiembre pasado, México cumplió 191 años
como nación independiente. No es cierto que hayamos
cumplido «200 años de ser orgullosamente mexicanos».
Las últimas palabras que el hacedor del Plan de Iguala
dejó en sus memorias deben hacernos reflexionar:
«Cuando instruyáis a vuestros hijos en la historia de
la patria, inspiradles amor por el jefe del ejército trigarante (...) quien empleó el mejor tiempo de su vida para
que fueseis dichosos».
33
Pharus academiæ
Bibliografía
34
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– Méjico, 1879.
Diciembre 2011, número 9
35
Pharus academiæ
El cálculo de densidad de caracteres por línea,
como herramienta en el diseño editorial.
36
Ernesto Peña A lonso
Licenciado en Diseño Gráfico
por la Universidad Autónoma de
Tamaulipas. Maestro en Diseño
de la Información por la
Universidad de las Américas,
Puebla.
En su momento, los psicólogos Miles Tinker y Donald Paterson
generaron investigación de mucho interés para el campo de la tipografía y el diseño
editorial.
Sin embargo, mucha de esta obra permanece desconocida por diferentes motivos. En su trabajo La investigación olvidada de Miles Albert Tinker, Sandra Wright
Sutherland (1988) expone tres de ellas: en primer lugar; muchos de estos resultados
fueron presentados en revistas de psicología y no puestos a disposición de la industria editorial o de los diseñadores, «herederos y depositarios» del ejercicio editorial
y de toda la responsabilidad que ello implica. En segundo lugar, cuando estas investigaciones fueron publicadas en el libro How to make type readable (Tinker, 1940), un
texto dedicado —literalmente, según el título— a «tipógrafos, impresores y publicistas», los expertos en estas áreas se sintieron ofendidos por la presunción de dos
psicólogos con nula experiencia en sus campos. Y en tercer lugar, los impresores de
la época no entendieron que el enfoque de Tinker y Paterson era exclusivamente
dirigido a la eficiencia de lectura, no la calidad de las publicaciones.
Tinker presentó en su momento resultados de estudios sobre el tamaño de la letra, el largo de la línea y el interlineado como factores de influencia para la lectura
desde un punto de vista científico. Pero debemos considerar que, siendo los investigadores psicólogos y no tipógrafos o diseñadores, dichos resultados no se apegan
del todo a los cánones de la tipografía como disciplina. Sabemos, por ejemplo, que
cuando hablamos de legibilidad, la altura de x es un factor de mucha mayor influencia que el tamaño del cuerpo.
Recientemente, textos como el de Bringhurst (2002) o el de De Buen (2008), recuperan mucho de estos cánones, reivindicando indirectamente a Tinker.
Diciembre 2011, número 9
Densidad de caracteres
Específicamente, en lo referente a longitud de línea (Ll), ambos autores establecen
parámetros o rangos mínimos, óptimos y máximos dependiendo —en el caso de
Bringhurst— de las características del texto o —en el caso de De Buen— de la experiencia del lector. Estos rangos están dados en caracteres por línea o densidad de caracteres (Dyson, 2004) (ρcc) un criterio mucho más objetivo que el de palabras por
línea propuesto en su momento por el mismo Tinker y convertido informalmente en
un estándar hasta la fecha. Determinar la longitud de línea en función de la densidad
de caracteres permite dejar fuera de consideración factores que pueden enrarecer el
establecimiento de un protocolo de diseño, como es el caso del idioma.
Consideremos, que no todos los idiomas se comportan igual y de uno a otro el promedio de caracteres por palabra puede variar mucho, (como del español al alemán, por
ejemplo); incluso entre géneros literarios escritos en el mismo idioma este promedio
puede tener variaciones (De Buen [2008] reporta que la prosa en español tiene 4,72 caracteres por palabra contra 5,14 del ensayo en español).
Los rangos de densidad de caracteres establecidos por De Buen y Bringhurst pueden
resumirse en estas tablas:
Según Bringhurst:
Columas
Monocolumna
Multicolumna
Rango Mínimo
45
38
Óptimo
66
45
Rango Máximo
75
60
Rango Mínimo
34
45
Óptimo
45
60
Rango Máximo
60
80
Según De Buen:
Tipo de Lector
Bajo
Alto
De Buen (2005), en su caso, explica que la densidad de caracteres en líneas de texto va
aumentando en función de la experiencia del lector, empezando con líneas muy cortas
cuando se está aprendiendo a leer y aumentando progresivamente hasta llegar a los
rangos máximos. Esto se debe (explica De Buen) a la necesidad de proveer estímulos
en función de la experiencia del lector, así, un lector neófito necesitará más estímulos
(más líneas cortas) que uno experimentado (menos líneas largas). Esta observación se
puede comprobar empíricamente en el uso que los niños en edad escolar le dan a los
cuadernos de forma italiana (de orientación horizontal) cuando se les solicita hacer
«planas» de letras, palabras o frases: Es común observar que el niño busque llenar la
página avanzando por columnas y no por filas (aun cuando el sentido original del ejercicio es seguir el orden convencional de lectura). La razón podría estar en la cantidad
de estímulos (entendiendo «estímulo» como una sensación de avance) que se obtiene
en cada una de las situaciones; un cuaderno de formato horizontal tendrá —evidentemente— más columnas que filas, un cuaderno de formato vertical, más filas que columnas.
De Buen explica que un lector que se considere «alto» encuentra estímulos a la lectura ya no en las líneas, sino en páginas, capítulos o libros enteros; para este tipo de
lectores, la densidad de caracteres puede ser muy alta (tanto como la establecida en los
rangos máximos de la tabla).
Si atendemos a lo planteado por ambos autores (y por Tinker, en su momento), la
densidad de caracteres debería ser —en atención al lector— el criterio (o por lo menos
uno de los criterios) para determinar el largo de la línea del texto.
37
Pharus academiæ
En su obra, Bringhurst ofrece una tabla para determinar la densidad de caracteres
a partir de la medida de la línea de texto y la longitud del alfabeto básico occidental en
minúsculas (abcdefghijklmnopqrstuvwxyz). Sin embargo, bajo este sistema, es imposible determinar el largo de línea sin dicha tabla. De Buen, por su parte, le asigna las
siglas lca para referirse a esta medida (longitud de los caracteres del alfabeto) y ofrece
un recurso aritmético para determinar rangos; recurso que (sin considerar su efectividad) resulta más fácil de utilizar que la tabla de Bringhurst.
De acuerdo con De Buen, el valor lca deberá multiplicarse por 1,75 para obtener una
medida óptima de largo de línea; una vez obtenido este valor, se multiplica a su vez por
0,75 para longitud mínima y por 1,5 para una longitud máxima. Aparentemente, De
Buen determina estas constantes a partir de los 26 caracteres del alfabeto; de modo
que 26 multiplicado por 1,75 se tiene por resultado 45,5, (la densidad óptima de caracteres para bajo lector de De Buen y la densidad óptima de texto multicolumna y rango
bajo para texto monocolumna de acuerdo con Bringhurst); al multiplicar 26 por 1,75 y
posteriormente por 0,75 tendríamos por resultado 34,125, (la densidad mínima de caracteres para bajo lector de De Buen, y el rango mínimo para texto multicolumna de
acuerdo con Bringhurst); al multiplicar 26 por 1,75 y posteriormente por 1,5 tendríamos
como resultado 68,25.
Aunque como punto de referencia este recurso se puede considerar suficiente, no es
del todo exacto. Obsérvese el porcentaje de error o variación de la cifra ideal, presentada en cada caso.
38
Fuente
lca
Adobe Jenson
9p6,83 (114,83)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Adobe Garamond 9p8,425 (116,425)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Baskerville
10p0,36 (120,359)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Officina Serif 10p4,24 (124,242)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Meta
10p8,88 (128,88)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
l=(lcax1,75)
16p8,953
45 / 49,14 cc
9.2%
16p11,744
45 / 49,85 cc
10.7%
17p6,628
45 / 50.7 cc
12%
18p1,423
45 / 51.26 cc
13.91%
18p9,54
45 / 50.11 cc
11.35%
m= l x 0,75
12p6,714
34 / 36,6 cc
7.64%
13p2,808
34 / 39,15 cc
15.14%
13p1,971
34 / 36.86 cc
8.41%
13p7,068
34 / 34.7 cc
2.05%
14p1,155
34 / 36.86 cc
8.41%
n= l x 1,5
25p1,43
68 / 75,6 cc
11.17%
25p5,616
68 / 77,17 cc
13.48%
26p3,942
68/ 76,23 cc
12.10%
27p2,136
68 / 77,05 cc
13.31%
28p2,31
68 / 76,29 cc
12.19%
Tabla 1. Determinación de densidades según la fórmula de De Buen. En todos
los casos se empleó el mismo texto (lorem ipsum) de 200 palabras con la fuente
elegida a un tamaño de 10 puntos, con formación en bandera y separación silábica, limitada a 3 guiones seguidos. El cálculo de caracteres se hizo dividiendo
los caracteres totales entre la cantidad de filas resultantes.
Lo cierto es que la determinación de un largo de línea por densidad de caracteres
involucra muchos otros factores que solo el factor lca.
Evidentemente, la medición del lca se debe hacer con la fuente elegida al tamaño
con el que se va a formar, pero también con el espacio como se va a utilizar.
En programas como InDesign de Adobe se ofrecen tres opciones de kerning: automático, métrico y óptico. Las diferencias entre cada uno de estos procedimientos tiene
por consecuencia un desfase en la lca, el cual, en los rangos óptimos y máximos puede
significar una variación de hasta uno a dos caracteres.
Diciembre 2011, número 9
En azul: lca establecido con kerning métrico
En rojo: lca establecido con kerning óptico
La determinación del criterio de kerning es entonces una decisión de importancia similar que el tamaño de la letra o el interlineado porque todos
los métodos planteados (a reserva de que exista uno que desconozca) requieren una medición relativamente exacta del largo de caracteres del alfabeto;
y más aún si se pretende ser lo más preciso posible en la determinación del
largo de línea en función de la densidad de caracteres.
Ahora bien, la razón de esta precisión puede no solo estar en lo planteado
en las investigaciones de Tinker, Bringhurst o De Buen con respecto a la conducta del lector; además, puede ser un factor de control muy importante en
el diseño editorial en general.
Hablando de libro, por ejemplo, la densidad de caracteres que se decida
inducir en una línea de texto (en función del posible tipo de lector), el interlineado y la proporción de la página serían suficientes para tener una cantidad
promedio aproximada de los caracteres que puede tener cada página; y este
dato con la cantidad de caracteres totales de toda la obra (medido por cada
capítulo) nos puede dar la cantidad aproximada de páginas de la obra completa. Con esta información previa a la formación, se puede tener más control
sobre la elección de papel, tamaño de los márgenes, tipo de encuadernación,
etc.
En el caso de revista o periódico, en función del diseño de la retícula (cantidad de columnas, modulación), se puede saber cuántas palabras solicitar a
los colaboradores o cuál puede ser la cantidad probable de páginas, considerando los porcentajes de ocupación de imágenes contra textos.
Para cumplir estos dos posibles propósitos del cálculo de la densidad de
caracteres, es recomendable que se considere en el procedimiento: 1) que el
índice de variación o error sea el menor posible (menor al que ofrece la fórmula de De Buen), 2) estar más cercano a los rangos establecidos por ambos
autores, 3) pero ser fácilmente modificable en función del lector y el texto. La
intención de este documento es presentar un protocolo para calcular largos
de línea en función de densidades de caracteres, que cumpla con estos tres
objetivos.
Este protocolo partiría de la obtención de la medida lca (implícito en la
tabla de Bringhurst y explícito en la opción aritmética de De Buen), escribiendo el alfabeto básico occidental (26 caracteres) al tamaño y sistema de
kerning, al cual se formará el documento en sí. La medida resultante considera la cantidad de caracteres, pero no considera el comportamiento de los
espacios, que suele variar de acuerdo con la fuente elegida. Estas variaciones
responden a las características formales de la letra. Por ejemplo, las fuentes
con serif suelen tener menos espacio (métrico, no óptico) entre letras que las
fuentes sin serif.
Adobe Caslon, kerning óptico
39
Pharus academiæ
Meta Pro, kerning óptico
En la fórmula presentada por De Buen, la medida de lca adquiere un valor
de 1, y este valor se modifica en virtud de la cantidad de caracteres que se
quiere inducir. Para esta propuesta, el espacio entre caracteres se considera
como un factor independiente al carácter mismo, al asignarle al espacio una
medida derivada del promedio de lca sin espacios.
Aunque esta medida —evidentemente— será variable, en función de
la cantidad de la letra elegida, se consideró una constante de 3 caracteres.
Así, lca (con un valor de 1) se tendría que dividir entre 29 caracteres para
obtener otra constante a la que llamaremos c, con un valor de 0.0345 [c=1/
(26+3)=0.0345].
40
Proforma Regular
Este valor, multiplicado por lca y a su vez por la cantidad de caracteres que
se quiere contener en la línea, nos dará por resultado la medida de la misma:
lca x c (0.0345) x cc = Ll.
Por ejemplo, siendo el valor lca de Adobe Jenson a 10 puntos con kerning
óptico de 114,83, y 45 la densidad de caracteres deseada, tendríamos que:
114,83 puntos x 0.0345 x 45 = 178,273575 puntos = 14p10,274.
Evidentemente, es imposible descartar un margen de error dado que no se
puede controlar: la aparición de palabras en un texto determinado, pero este
margen de error quedaría reducido a un +/- 4% de la densidad de caracteres
en la línea, siendo mayor mientras más corta es la línea. En el caso del ejemplo anterior, la densidad de caracteres es de 44.47, con un margen de error
del 1.17%.
A manera de comprobación, se comparan los resultados obtenidos por
medio de la fórmula presentada en el texto de De Buen, mostrada con anterioridad, con otros en los cuales se aplicó la fórmula que acaba de explicarse.
Diciembre 2011, número 9
Fuente
Adobe Jenson
lca
9p6,83 (114,83)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Baskerville
9p8,425 (116,425)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Adobe Garamond 10p0,36 (120,359)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Officina Serif
10p4,24 (124,242)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
Meta
10p8,88 (128,88)
Densidad de cc. ideal /densidad real
Variación (%)
45 cc
16p8,953
14p10,274
45 / 49,14 cc
45 / 44,46 cc
9.2%
-1.2%
16p11,744
15p0,75
45 / 49,85 cc
45 / 45,17 cc
10.7%
0.3%
17p6,628
15p6,857
45 / 50,7 cc
45 / 44,46 cc
12%
-1.2%
18p1,423
16p0,886
45 / 51,26 cc
45 / 45,13 cc
13.91%
0.3%
18p9,54
16p8,086
45 / 50,11 cc
45 / 44,46 cc
11.35%
-1.2%
34 cc
12p6,714
11p2,695
34 / 36,6 cc
34 / 32,975 cc
7.64%
-3.01%
13p2,808
11p3,566
34 / 39,15 cc
34 / 33,1 cc
15.14%
-2.64%
13p1,971
11p9,181
34 / 36,86 cc
34 / 32,975 cc
8.41%
-3.01%
13p7,068
12p1,949
34 / 34,7 cc
34 / 32,975 cc
2.05%
-3.01%
14p1,155
12p7,176
34 / 36,86 cc
34 / 32,73 cc
8.41%
-3.73%
Tabla 2. Determinación de densidades según la fórmula de De Buen comparada con la presentada en este documento según las condiciones presentadas en
la tabla 1.
El reducir el margen de error en el cálculo de densidades de línea (por el método presentado en este documento, o por cualquier otro existente o por
existir), es más un recurso de organización y control que una curiosidad.
El método expuesto en este documento, su consideración del espacio interletra medido en términos de caracteres y la posibilidad de hacer un cálculo de densidades, busca acercarnos a una noción que podemos denominar
«texto líquido», haciendo referencia a la propiedad de fluidez que pareciera
adquirir el texto.
Muy probablemente, el potencial y valor de este recurso en su dimensión
completa será mejor entendido en la práctica y en el ejercicio del diseño editorial.
68 cc
25p1,43
22p5,391
68 / 75,6 cc
68 / 68,89 cc
11.17%
1.3%
25p5,616
22p9,133
68 / 77,17 cc
68 / 68,94 cc
13.48%
1.4%
26p3,942
23p6,362
68/ 76,23 cc
68 / 68,89 cc
12.10%
1.3%
27p2,136
24p3,472
68 / 77,05 cc
68 / 68,94 cc
13.31%
1.4%
28p2,31
25p2,352
68 / 76,29 cc
68 / 68,73 cc
12.19%
1.07%
41
Pharus academiæ
Bibliogr afía
Bringhurst, Robert: The elements of typographic style v.2.5. Hartley & Marks Publishers, Canada, 2002.
De Buen, Jorge: Manual de diseño editorial, 3a. edición, Editorial Trea, España,
2008.
Dyson, Mary C: «How physical text layout affects reading from screen», En: Behavior
& information
technology, Nov–dec vol. 23, núm. 6, pp 377–393, 2004.
Tinker, Miles A. & Paterson, Donald G.: How to make type readable, a manual for
typographers,
printers and advertisers, Harper & Bros, New York, London, 1940.
Wright Sutherland, Sandra: «The forgotten research of Miles Albert Tinker», En:
Journal of Visual
Language Vol. 9, Núm. 1. pp. 10-25, 1988.
42
Diciembre 2011, número 9
43
Pharus academiæ
Quelación de Cadmio mediante esencia de clavo de
olor «syzygium aromaticum» (Eugenol), y su aplicación en el tratamiento de residuos sólidos peligrosos
con contenido de Cadmio.
44
M arisol M artínez
Herná ndez
Resumen
Este trabajo presenta la síntesis de quelacion de Cadmio, utilizando como
materia prima óxido de Cadmio, esencia de la especia conocida como clavo
de olor (Syzygium aromaticum) eugenol y agua; en la síntesis se obtuvo un
producto sólido de estructura petrificada e insoluble en agua, mismo que fue
caracterizado mediante espectroscopia infrarroja.
Para poder proponer la síntesis como una ruta química para el tratamiento de metales pesados, se evaluó la toxicidad de los lixiviados del quelato
obtenido, mediante bioensayos de germinación, utilizando semillas de Lens
esculenta. Como resultado del bioensayo, se observó que en ambientes ácidos
hubo disminución significativa en el crecimiento de las raíces en las semillas,
y en ambientes neutros no hubo efectos negativos en el crecimiento de las
semillas.
Las ventajas que ofrece el estudio de esta síntesis son: la participación
de compuestos naturales como los aceites esenciales de «Syzygium aromaticum», además de que la materia prima principal es un residuo peligroso y que
el producto final, al petrificar, impide la dispersión de partículas de Cadmio;
de acuerdo con la estructura química se mantiene estable a pH neutros y alcalinos, y en estas condiciones los efectos tóxicos de sus lixiviados, dismi-
Diciembre 2011, número 9
nuyen o no se presentan, lo cual hace de la síntesis una
metodología candidata para poder aplicarse como tratamiento de residuos sólidos peligrosos.
Metales pesados
En la industria, uno de los tratamiento que se aplica a los
efluentes para eliminar metales pesados, consiste en la
precipitación en forma de hidróxidos; los metales precipitados en forma de hidróxidos terminan en confinamientos y, en muchos casos, otras empresas se encargan de la
disposición final; sin embargo, el riesgo de su ingreso a
los ecosistemas —y por ende a la cadena trófica— dependerá de la reactividad de sus formas químicas finales, especialmente de su capacidad para disolverse en el agua.
El término «metal pesado», a pesar de ser ampliamente utilizado entre los profesionales y científicos, no tiene
una base científica rigurosa o una definición química.
Aunque muchos de los elementos que se enlistan en el
término «metal pesado» tienen una gravedad específica
mayor que cinco, existen diversas excepciones a esta regla.
Una forma opcional de nombrar este grupo es: «elementos tóxicos», los cuales —de acuerdo con la lista de
contaminantes prioritarios de la Agencia de Protección
Ambiental de los Estados Unidos (usepa)—, incluyen los
siguientes elementos: Arsénico, Cromo, Cobalto, Níquel,
Cobre, Zinc, Plata, Cadmio, Mercurio, Titanio, Selenio y
Plomo.
Afectaciones a la salud por metales pesados
Ciertos metales funcionan como venenos metabólicos,
ya que pueden reaccionar e inhibir una serie de sistemas
enzimáticos; elementos como Hg+2, Cd+2 y Ag+1 forman
complejos tóxicos inespecíficos en la célula, lo que produce efectos tóxicos para cualquier función biológica.
Elementos como el Hg, As, Sn, Tl, y Pb, pueden formar
iones órgano-metálicos liposolubles capaces de penetrar
membranas y acumularse en las células. Aún elementos
sin propiedades toxicas en baja concentración, como
Zn+2 o Ni+2, y especialmente Cu+2, son tóxicos en concentraciones mayores.
En México, el Instituto Nacional de Ecología (ine),
órgano dependiente de la Secretaria Medio Ambiente y
Recursos Naturales (semarnat), considera que son tres
de los denominados metales pesados, cuyo manejo representa mayor preocupación en el país. A continuación
se citan sus principales efectos en la salud.
Mercurio
El mercurio puede estar presente en dos formas principalmente: mercurio inorgánico y especies órganomercuriales, de las cuales el metilmercurio es la más estudiada, por su alta toxicidad al atravesar fácilmente las
paredes celulares y entrar al sistema biológico. Por otro
lado, ha sido demostrado por varios autores que muchos
organismos vivos pueden transformar el mercurio inorgánico a sus formas orgánicas. Los compuestos más peligrosos del mercurio son los alquilmercurio, los cuales se
encuentran en la cadena alimenticia1.
La gravedad de los daños que puede ocasionar a la población se ilustra por los episodios de intoxicación ocurridos en Minamata y Nigata, Japón, en 1956 y en 1965 respectivamente, como resultado de la ingestión de pescado
que contenía metil-mercurio, procedente de las aguas
contaminadas con descargas de plantas fabricantes de
acetaldehído, que involucraron a 2255 personas en el primer caso y a 700 en el segundo. Estos sucesos pusieron
de relieve las transformaciones que sufre el mercurio en
el ambiente, ya que se vertió al agua como mercurio metálico y fue biotransformado a metilmercurio, además de
que fue bioacumulado a través de la cadena alimenticia.
También ocurren efectos tóxicos por inhalación de
vapor de mercurio, el cual daña especialmente el sistema nervioso. Las exposiciones leves están caracterizadas
por pérdida de la memoria, temblores, inestabilidad emocional (angustia e irritabilidad), insomnio e inapetencia. A exposiciones moderadas, se observan desórdenes
mentales más importantes y perturbaciones motoras,
así como afecciones renales. Las exposiciones breves a
elevados niveles de vapor de mercurio pueden producir
daños pulmonares y la muerte. El empleo de cosméticos
y medicamentos que contienen mercurio es una fuente
adicional de exposición.
Cadmio
La población abierta se expone al cadmio principalmente a través de la cadena alimenticia, aunque también por
el consumo de tabaco contaminado con cadmio presente
en los fertilizantes fosfatados. El cadmio se acumula en
el organismo humano fundamentalmente en los riñones,
causando hipertensión arterial. La absorción pulmonar
es mayor que la intestinal, por lo cual, el riesgo es mayor
cuando el cadmio es aspirado.
La concentración crítica en la corteza renal, que da lugar a una prevalencia de 10% de proteinuria —presencia
de proteína en la orina— en la población en general, es
aproximadamente de 200 mg/kg, y que se alcanza con
una ingestión alimentaria diaria de unos 175 µg por persona durante 50 años.
1 Morel, et al (1978). ops.
45
Pharus academiæ
En la ciudad de Toyama, en Japón, ocurrió un brote
epidémico de intoxicación (síndrome de Itai-Itai), ocasionado por la ingestión de arroz contaminado con cadmio,
el cual era irrigado con agua contaminada por «jales».
Las personas afectadas, principalmente mujeres postmenopáusicas, sufrieron deformación de los huesos, acompañada de intenso dolor y fracturas, además de proteinuria y glaucoma. Se considera que estas alteraciones
se produjeron favorecidas por factores dietéticos, como
deficiencia en vitamina d.
El cadmio ha sido asociado con la aparición de cáncer
en animales de experimentación, así como con casos de
cáncer de próstata en humanos.
Plomo
46
Las intoxicaciones ocasionadas por plomo, conocidas
desde la antigüedad, se han debido al consumo de bebidas contaminadas por este metal, principalmente de
fabricación clandestina, como el vino. Más común, sobre
todo en países en desarrollo, es la intoxicación provocada
por el consumo de alimentos preparados o almacenados
en recipientes de barro vidriado, de los cuales se desprende plomo.
En las zonas urbanas con intenso tráfico vehicular,
la principal fuente de exposición al plomo resulta de la
inhalación de partículas extremadamente pequeñas que
persisten en el aire durante algunas semanas, antes de
sedimentarse, y que son emitidas por los autotransportes que consumen las gasolinas que contienen tetraetilo
de plomo. Se ha visto que el plomo es el principal contaminante metálico en la atmósfera. En los países en los
cuales se han empleado pinturas de interiores con óxidos
de plomo, es común la intoxicación de niños al ingerir la
pintura descascarada.
Afectaciones al ambiente por metales pesados
Los metales pesados pueden incorporarse a un sistema
de abastecimiento de agua por medio de residuos industriales que son vertidos sin previos tratamientos, los que
posteriormente se depositan en lagos, ríos y distintos sistemas acuíferos. La absorción de metales pesados por las
plantas es generalmente el primer paso para la entrada
de éstos en la cadena alimentaria. La absorción y posterior acumulación dependen en primera instancia del movimiento —movilidad de las especies— de los metales,
desde la solución en el suelo a la raíz de la planta.
Algunos elementos metálicos son indispensables para
el metabolismo vegetal, ya que algunos de ellos son necesarios para activar enzimas; de manera natural es posible encontrar Níquel en los primeros horizontes del suelo
que aparece ligado a formas orgánicas. Este elemento,
junto con el Zinc, son requeridos por el metabolismo vegetal en bajas concentraciones, de ahí que se conozcan
como oligoelementos.
En el suelo, los metales pesados como iones libres,
pueden tener acción directa sobre los seres vivos, lo que
ocurre a través del bloqueo de actividades biológicas, es
decir, la inactivación enzimática por la formación de enlaces entre el metal y los grupos —SH (Sulfidrilos) de las
proteínas, causando daños irreversibles en los diferentes
organismos.
Cuando el contenido de metales en el suelo alcanza
niveles que rebasan los limites máximos permisibles,
causa efectos inmediatos como inhibición del crecimiento normal y el desarrollo de las plantas, y un disturbio
funcional en otros componentes del ambiente, así como
la disminución de las poblaciones microbianas del suelo.
El término que se emplea es «polución de suelos».
Los metales pesados incorporados al suelo pueden seguir cuatro diferentes vías; la primera, quedar retenidos
en el suelo u ocupando sitios de intercambio; segunda,
específicamente adsorbidos sobre constituyentes inorgánicos del suelo; tercera, asociados con la materia orgánica del suelo; y cuarta, precipitados como sólidos puros
o mixtos. Por otra parte, pueden ser absorbidos por las
plantas y así incorporarse a las cadenas tróficas, pueden
pasar a la atmósfera por volatilización y pueden ser movilizados a las aguas superficiales o subterráneas. Para
elucidar el comportamiento de los metales pesados en
los suelos y prevenir riesgos tóxicos potenciales, se requiere la evaluación de la disponibilidad y movilidad de
los mismos.
La toxicidad de los metales depende no sólo de su concentración, sino también de su movilidad y reactividad
con otros componentes del ecosistema.
Los metales pesados contribuyen fuertemente a la
contaminación ambiental. La cantidad de metales disponibles en el suelo está en función del pH, el contenido de
arcillas, el contenido de materia orgánica, la capacidad
de intercambio catiónico y otras propiedades que las hacen únicas en términos del manejo de la contaminación.
Principales fuentes de contaminación en México
México es uno de los países de Latinoamérica que se encuentra localizado en una región volcánica rica en minerales. La tradición minera en el país se remonta a la
época prehispánica, con la explotación de yacimientos
ubicados principalmente en las zonas de Taxco, Pachuca, Guanajuato y Querétaro. Dicha actividad adquirió
una gran relevancia económica y social hasta el periodo
de la Colonia, convirtiéndose entonces en el motor del
crecimiento económico y modernización de la Corona
española. La minería suministró insumos a la industria
de la construcción, metalurgia, siderurgia y química, por
más de tres siglos, ayudando a generar infraestructura y
polos de desarrollo en el país. A nivel mundial, el auge de
la minería mexicana se tradujo en un importante flujo
de metales preciosos, especialmente plata, hacia los cir-
Diciembre 2011, número 9
cuitos comerciales europeos. Actualmente, la posición de la minería dentro
de las industrias del sector primario es significativa, aún cuando enfrenta
problemas de mercados deprimidos.
La explotación minera en el país se realiza básicamente en dos modalidades: explotación y beneficio de metales (preciosos e industriales), y explotación de piedras preciosas y minerales industriales, como los ópalos y caolines,
respectivamente. También es común la explotación de rocas para la elaboración de artesanías y construcciones. Entre los estados que destacan por
su contribución con la producción de metales y minerales siderúrgicos, se
encuentran Coahuila, Jalisco y Michoacán.
El ejemplo más común de la contaminación de suelos por actividades
mineras en México es la generada durante la explotación del oro y la plata,
realizado comúnmente por amalgamación con Hg y por cianuración. En ninguno de los dos casos es posible la recuperación total de los compuestos y/o
elementos adicionados, por lo que es común encontrarlos en los residuos del
proceso (jales) en forma soluble. Durante el proceso de cianuración se incrementa el pH por la adición de hidróxido de calcio; al generarse hidróxido de
sodio (en el caso de beneficio con plata) como producto de la reacción, también se forma cianuro de sodio.
En México, la separación del mineral de los materiales sin valor se lleva a
cabo básicamente a través de dos métodos: la flotación y la hidrometalurgia.
Como se mencionó, los impactos ambientales ocasionados por los métodos
de flotación aumentan proporcionalmente al incremento del uso de reactivos, para favorecer el proceso. En el caso de México, los elementos potencialmente tóxicos más comunes derivados de estos procesos, son: Pb, Cd, Zn, As,
Se y Hg.
De acuerdo con la ubicación del yacimiento, la minería en el país se realiza
a cielo abierto (cuando los minerales se encuentran en zonas más o menos
superficiales), o bien, opera de forma subterránea. Debido a lo anterior, los
volúmenes de descapote varían mucho, desde relaciones desperdicio/mineral
de 1:1 hasta 6:1. En el caso de minas no metálicas, como las de sal en Guerrero
Negro o de yeso en Baja California, existen diferencias notables con respecto
a las minas en las que se extraen metales. La peligrosidad de los residuos
generados en este tipo de minas se debe más a los grandes volúmenes manejados y a su dispersión, que a la toxicidad de sus componentes (Gutiérrez y
Moreno; 1997) NO ESTÁ EN LA BIBLIOGRAFÍA.
Otra fuente importante de contaminación por metales pesados en México
es la actividad industrial. Desde el inicio de la industrialización y hasta la
actualidad, este tipo de actividades genera diversos tipos de residuos peligrosos que, ante la falta de una regulación jurídica adecuada que los identificara
como tales, se dispusieron en sitios inadecuados como terrenos aledaños a
las plantas industriales, especialmente adquiridos para ese propósito, patios
de las propias instalaciones industriales, o bien, se depositaron indiscriminadamente en barrancas, ríos, basureros, terrenos baldíos y cañadas, entre
otros (SEMARNAT: 2004b) NO ESTÁ EN LA BIBLIOGRAFÍA.
47
Pharus academiæ
Tabla 1. Número de distritos mineros y zonas mineralizadas por estado hasta 1999
48
Estado
bc
Zonas Mineralizadas
4
Coah
5
Chih
32
Dgo
13
Gto
4
Gro
18
Hgo
15 regiones mineras
Jal
2 (4 regiones mineras)
Mex
6 (7 regiones mineras)
Mich
19 (13 regiones mineras)
Qro
2 (7 regiones mineras)
slp
23 (14 regiones mineras)
Sin
13
Son
10 + 1 región carbonífera (regiones
mineras)
12 (18 regiones mineras)
Zac
Metaleras y Minerales
Au, Ag, Pb, Zn, Cu, W, Mn, cuarzo, barita, ónix calcáreo, ceniza volcánica pétrea, zeolita, roca caliza, magnetita
Fe, Cr, Sm, Zn, Cu, Ag, Au, Mg, Na, barita, óxidos de Pb y Zn, galena,
fluorita, cuarzo, pirita, carbón, yeso
Au, Ag, Pb, Zn, Cu, Fe, mármol, fluorita, yeso, pirita, malaquita,
óxidos de Fe, caolín
Au, Ag, Pb, Cu, Zn, cuarzo, andesitas, pizarras, granito, mármol
Au, Ag, Cu, Pb, Zn, cuarzo, calcita, calcopirita, pirita, arcillas, clorita, galena, granito, sulfuros
Au, Ag, Pb, Cu, Zn, Fe, Al, Cd, Ba, Sn, W, Cr, Sb, caliza, yeso, dolomita
Au, Ag, Pb, Cu, Zn, Mn, cal hidratada, bitumen, mármol, caliza,
caolín, pómez, carbón, arena, sílica
Au, Ag, Pb, Cu, Zn, Mn, Fe, Sn, cantera, ópalo, diatomita, caolín,
granito, barita, caliza, yeso, arcilla, mármol, fosforita
Au, Ag, Pb, Cu, Zn, Cd, cantera, grava, arena, ceniza volcánica pétrea, tepetate, caliza, sílica
Au, Ag, Cu, Pb, Mo, W, Ba, Fe, Mn, caolín, cuarzo
Ag, Pb, Zn, Au, Cu, sulfuros, mármol, ópalo, cantera, caolín
Fe, Au, Ag, Zn, Cu, Pb, Hg, arena, caliza, cuarzo, pirita
Au, Ag, Cu, Pb, Mo, Fe, Zn, Ni, Co, Pt, Ru, Ir, cuarzo
Au, Ag, Cu, Fe, carbón
Au, Ag, Cu, Pb, Zn, Fe, cantera
Entre las principales fuentes de emisión de los metales de mayor preocupación en México según el Instituto Nacional de Ecología, destacan:
Tabla 2. Fuentes de contaminación por metales pesados en México
Mercurio
- Actividades mineras de extracción
de oro, plata y cobre
- Fundición primaria y secundaria de
metales
- Producción de carbón y coque
- Combustión de combustóleo y carbón en la generación de electricidad
- Industria de cloro-sosa
-Incineración de residuos peligrosos
y biológico-infecciosos.
Plomo
- Fundición primaria y secundaria de
metales
- Loza vidriada
- Producción de pinturas
- Elaboración de latas soldadas con
plomo
- Industria electrónica y de cómputo
- Uso de gasolina con plomo.
Cadmio
- Baterías Recargables de Níquel/
Cadmio (Ni/Cd)
- Fertilizantes.
- Pigmentos y Estabilizadores en
Plástico y PVC.
- Pigmentos en Pinturas.
- Galvanización.
- Catalizadores y Conservadores en la
Industria del Plástico.
- Elaboración de Pinturas.
Aleaciones.
Diciembre 2011, número 9
Importancia del estudio
Los metales pesados son un tema actual en el ámbito
ambiental y de salud pública. Los daños son tan severos
que las autoridades en materia de salud y medio ambiente fijan sus objetivos en minimizar la exposición de la
población a estos elementos tóxicos. El sector industrial
representa una fuente importante de contaminación por
metales pesados, especialmente la industria metalúrgica
y de pigmentos. Los metales pesados tienen la particularidad de bioacumularse en los seres vivos, y el incremento de la bioacumulación depende de la interacción dentro
de la cadena trófica.
La importancia del desarrollo e innovación en tecnologías, para la disminución de la bioacumulación de
metales pesados, radica en el hecho de que algunos se
consideran no esenciales, cuando no tienen una función
biológica conocida, y otros esenciales, cuando son necesarios para el desarrollo y crecimiento normal de los
organismos, como el caso del Zinc, que —a pesar de ser
esencial— algunos estudios han demostrado que tiene
efectos adversos en concentraciones altas.
El cadmio es un elemento no indispensable para el ser
humano, que es muy dañino en bajas concentraciones.
El envenenamiento por cadmio produce osteoporosis,
enfisema pulmonar, cáncer de pulmón, cáncer de próstata, hipertensión, diversas cardiopatías y retraso en la
habilidad verbal de los niños; puede ingresar al organismo mediante la ingesta de polvo contaminado por el uso
de utensilios de plástico en la alimentación, por inhalar
humo de tabaco y por ingerir agua contaminada.
En México, el cadmio es un elemento cuya concentración en agua, suelo y atmosfera, se encuentra regulada
por autoridades federales (semarnat-conagua).
En el caso del sector industrial, es muy común que sus
plantas de tratamiento de aguas generen residuos sólidos, comúnmente llamados lodos. Éstos se producen al
adicionar sustancias químicas para eliminar la turbidez
presente en el agua, a partir de la precipitación de sólidos
que se encuentren suspendidos, etapa conocida como
clarificación. Los residuos generados en esta operación
son de naturaleza química y orgánica, y de no recibir un
adecuado tratamiento o confinamiento final, se incrementa la probabilidad de que diversos contaminantes,
como los metales pesados, se incorporen de manera perjudicial a los ciclos biogeoquímicos. El asunto se agrava
al tratarse de la industria minera.
Otra problemática en el país radica en los tratamientos que utilizan algunas industrias cuyo giro es el transporte, tratamiento y disposición final de residuos, ya que
en muchos casos el método que utilizan estas empresas
es la incineración de residuos, para posteriormente depositar las cenizas remanentes en rellenos sanitarios. La
preocupación surge al considerar que las cenizas pueden
ser óxidos de diversos metales, y que en esta forma química (al entrar en contacto con humedad o materia orgá-
nica), pueden incrementar su toxicidad.
Por otra parte el Instituto Nacional de Ecología (en su
sitio de Internet oficial) cuenta con diversas publicaciones acerca de estudios y estadísticas sobre el consumo
de pilas en México, debido a que estos materiales están al
alcance de toda la población en general. Esta condición le
da importancia como fuente de contaminación por metales pesados, por los riesgos que la población desconoce
sobre su manejo y disposición final.
Uno de los métodos eficaces para eliminar metales
pesados en los seres humanos es la quelación, método
que consiste en la reacción entre un complejo (a partir
de un compuesto orgánico) y un metal. El cuerpo humano, al poder metabolizar el compuesto formado, termina
excretándolo. El eugenol, un derivado fenólico extraído
principalmente de la especie Syzygium aromaticum (Clavo de olor), tiene una aplicación importante en odontología, ya que por sus características puede reaccionar
con oxido de Zinc y formar un quelato. El compuesto que
se forma fragua con el agua, formando un cemento de
muy baja toxicidad e insoluble en agua, y que mantiene
al Zinc en una forma no bioacumulable. El presente trabajo aprovecha la información sobre los cementos dentales, para proponer el uso de Oxido de Cadmio debido a
que pertenece al mismo grupo químico 2b y, por lo tanto,
posee propiedades químicas similares, dándole una aplicación diferente.
Metodología
El desarrollo experimental se dividió en dos etapas:
Reacción de quelación
La quelación se llevó a cabo en laboratorio, bajo las siguientes condiciones:
Tabla 3. Condiciones para la síntesis
Temperatura
CdO
Eugenol
Agua
Agitación
Tiempo de Reacción
70°c
1.0061 g
2.74 ml
0.1 ml
25 rpm
5 min
49
Pharus academiæ
Bioensayo de germinación para evaluar la toxicidad de los lixiviados
50
Debido a la baja solubilidad del producto obtenido, se optó por preparar lixiviados; se eligieron dos escenarios de pH para el experimento, pH ácido para
simular el efecto que tendría el producto al entrar en contacto con la materia
orgánica del suelo o con lluvia ácida; y pH neutro para simular el efecto que
tendría el producto al entrar en contacto con agua dulce o ligeramente alcalina (agua dura).
Preparación de Testigo pH Ácido. La acidez es una característica que por
sí sola puede provocar efectos tóxicos. Para tener presente el efecto producido
únicamente por la acidez, se realizó un bioensayo donde la muestra fue la solución de HCl que se utilizó para obtener el lixiviado ácido del quelato.
Preparación de Testigo pH Neutro. El agua destilada con la que se preparó el lixiviado, pudiera estar contaminada o tener alguna característica que
aumentara el efecto toxico. Para asegurar que no provocara ningún efecto,
se prepararon pruebas de germinación, utilizando únicamente 5 ml de agua
destilada, y se registraron los resultados.
Preparación de Lixiviado de Ph Neutro. En un vaso de precipitado de colocaron los 0.2 g del producto sintetizado y se agregaron 100 ml de agua desmineralizada, previo Ph verificado. Se aseguró que el Ph estuviese en 7, con
tira reactiva, se agitó por 5 min a 25 rpm, y se dejó reposar media hora. Posteriormente se filtró la mezcla usando papel filtro No 40, y el líquido filtrado se
identificó como «Lixiviado Ph Neutro».
Preparación de Lixiviado de Ph Ácido. En un vaso de precipitado de colocaron los 0.2 g del producto sintetizado y se agregaron 100 Ml de HCl 0.4%
(Ajustada mediante solución con NaOH 0.4% hasta Ph 3), se verificó mediante
tira reactiva, se agitó por 5 minutos, y se dejó reposar 30 min. Posteriormente,
se filtró la mezcla usando papel filtro No 40; el líquido filtrado se consideró
como muestra al 100% y se identificó como «Lixiviado Ph ácido». Se decidió
trabajar con HCl y NaOH, debido a que no forman precipitados, no reaccionan
con el eugenol, y este ácido no reacciona con el alto contenido de proteínas
que contienen las semillas de Lens esculenta —conocidas comúnmente como
lentejas— que se utilizaron en el bioensayo
Tabla 4. Condiciones del bioensayo
Organismo de Prueba
Temperatura
Duración
Calidad de Luz
Volumen de la Solución de Prueba
Agua de Dilución
Semillas Expuestas
Número de Réplicas
Efecto Medido
Criterio de aceptabilidad de los Resultados
Semillas de Lens Esculenta
20 ± 2
120 h
Oscuridad
5 ml de muestra
Agua desmineralizada
20
2
Porcentaje de Germinación. Crecimiento radicular promedio
Germinación >90% en testigo
Diciembre 2011, número 9
Protocolo del bioensayo de germinación:
•
Colocar en una caja Petri un disco de papel filtro
•
Marcar correctamente cada caja con la dilución correspondiente.
•
Saturar el papel filtro con 5 ml de la dilución
•
Colocar cuidadosamente 20 semillas, dejando espacio suficiente entre ellas para permitir la elongación de las raíces
•
Tapar las cajas Petri e inmediatamente cubrir de la luz durante todo
el periodo de ensayo
Figura 1. Esquema general del
bioensayo
Caracterización estructural
Obtención de espectro ir
La caracterización estructural consistió en preparar una muestra del producto sintetizado para análisis por espectroscopía infrarroja. Para lo cual se
tomaron 5 muestras de 0.1 gr del producto. Cada muestra se lavó con 25 ml
de Cloruro de Metileno grado reactivo para eliminar el exceso de eugenol sin
reaccionar; se identificó cada muestra, se resguardó en papel de fibra celulosa, y se envió al departamento de posgrado del Instituto Tecnológico de Cd.
Madero, para su posterior análisis.
Figura 2. Espectro ir Producto
sintetizado
Determinación de la concentración de Cd en el quelato obtenido
Para determinar la concentración de Cd en el producto de síntesis se consideró la metodología de la nmx-aa-051-scfi-2001. El principio de esta metodología se basa en la eliminación de materia orgánica mediante digestión con ácido nítrico. Una vez que se ha eliminado la materia orgánica en forma de CO2,
los metales contenidos quedan completamente ionizados y listos para leerse
en el Espectrofotómetro de Absorción Atómica. Este parámetro fue determinado por personal del Centro de Investigación y Tecnología en Saneamiento
Ambiental, del Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas, A.C.
Figura 3. Espectro ir Eugenol
Resultados
Caracterización químico-estructural
Como resultado de la caracterización estructural, la Figura 2 muestra el espectro de absorción ir del producto sintetizado y la Figura 3 muestra el espectro de ir del eugenol.
De acuerdo con la estructura propuesta por la literatura, se esperaba que
el espectro de absorción del producto obtenido fuese parecido al espectro
del eugenol, y la única diferencia que se esperaba sería la desaparición de la
banda de absorción típica de los enlaces O-H; sin embargo, en la Figura 2 se
observa que persiste la banda de absorción de este enlace (A) y aparece una
banda en la región de los 2250 cm-1 (B), que no se presenta en el espectro de la
Figura 3; en consecuencia, esta banda puede ser de relevancia para la identificación del quelato. Por lo demás, la banda en la región de los 1500 y 1700 cm-1
(C y D) son típicas en el eugenol. La Figura 4 muestra la estructura propuesta
del producto sintetizado.
Como resultado del análisis por Absorción Atómica para determinar la
concentración de Cd en el quelato, ésta equivale a 84,67 mg Cd/g de producto.
Figura 4. Estructura propuesta
del producto sintetizado.
Figura 5. Cadmio quelatado
51
Pharus academiæ
Caracterización toxicológica
En el caso de las pruebas de germinación se obtuvieron los siguientes resultados.
Lixiviado pH ácido
Tabla 5. Efectos tóxicos de lixiviados ácidos
Concentración de Lixiviado
100%
50%
25%
12.5%
6.25%
No. de Semillas Germinadas
0
9
18
20
20
Promedio
Inhibición de la Germinación
% de Germinación
0
45
90
100
100
67
33
Longitud Radicular cm
0
2.2
4
4
4
2.84
—
% de Germinación
5
60
100
100
100
73
27
Longitud Radicular cm
0
4.2
3
3,7
3,3
2.84
—
% de Germinación
100
100
100
100
100
100
0
Longitud Radicular cm
6
8
8
9
9,5
8,1
—
Testigo pH ácido
Tabla 6. Efectos tóxicos de lixiviados ácidos en la prueba testigo
Concentración de Lixiviado
100%
50%
25%
12.5%
6.25%
52
No. de Semillas Germinadas
1
12
20
20
20
Promedio
Inhibición de la Germinación
Lixiviado pH neutro
Tabla 7. Efectos tóxicos de lixiviados neutros
Concentración de Lixiviado
100,00%
50,00%
25,00%
12.50%
6.25%
No. de Semillas Germinadas
20
20
20
20
20
Promedio
Inhibición de la Germinación
Testigo pH neutro
Tabla 8. Efectos tóxicos de lixiviados Neutros (Testigo)
No. de Semillas Germinadas
20
20
20
Promedio
% de Germinación
100
100
100
100
Longitud Radicular cm
8
9
8
8.3
Diciembre 2011, número 9
Conclusión
Con respecto al análisis del espectro ir de la Figura 2, se notó un pico atípico
con respecto al espectro teórico del eugenol en la región de los 2,250 cm-1,
que pudiera ser un dato importante para identificar la formación del quelato.
Diversos autores citan que en los quelatos de eugenol, éstos se denotan por
la ausencia de la banda de absorción de los enlace O-H; sin embargo, en la
literatura consultada se habla de moléculas de agua ocluidas en la estructura
sólida de los quelatos formados.
Con respecto a la información del bioensayo de germinación, cabe mencionar que en el caso del efecto tóxico sobre la germinación de las semillas
expuestas a lixiviados ácidos, según la tabla 5, los lixiviados al 100% y 50%
presentaron efectos tóxicos; sin embargo, la prueba testigo indica que el efecto tóxico es generado sólo por la acidez de la solución; por tanto, considerando la información de la prueba testigo, el producto sintetizado al interactuar
sobre ambientes ácidos, generó lixiviados que inhibieron la germinación en
un 33%, y afectó severamente el crecimiento radicular, pues el promedio de
crecimiento radicular fue de 2.84 cm c. Estos efectos se generaron al sumarse
la acidez a la naturaleza química de los lixiviados generados, y pueden simular el comportamiento del quelato sintetizado si este último se llegara a
depositar en suelos con alto contenido de materia orgánica o con incidencia
de lluvia ácida. En el caso del Cd, diversos autores han citado su citotoxicidad
sobre células vegetales: en un ambiente ácido se rompe el enlace coordinado
en la estructura, y el metal logra ionizarse y disolverse, incrementando así su
efecto tóxico. Ver figura 4.
En contraste, en ambientes de pH neutros, y de acuerdo con la tabla 5, los
lixiviados del cadmio quelatado no presentaron efectos tóxicos sobre la germinación en las semillas expuestas, hubo un 100% de germinación y tampoco
se notó efecto tóxico sobre el crecimiento radicular, ya que la longitud radicular promedio fue muy similar a los valores de la prueba testigo. Esta respuesta
se esperaba por la estructura química. Ver figura 4.
De acuerdo con la polaridad del eugenol, éste solo se disuelve en solventes
no polares. Por lo tanto, los efectos tóxicos en los lixiviados sólo se asocian
a la presencia de iones de cadmio, y no a la presencia de eugenol, dado que
este último no es soluble en la matriz acuosa con la que se elaboraron los
lixiviados.
Analizando los resultados y observando las propiedades de los lixiviados,
principalmente los generados a pH neutros, la información se puede aprovechar para experimentar a nivel de laboratorio el diseño, por ejemplo, de
humedales salobres artificiales, en cuya base queden asentados pelets de cementos a base de la síntesis propuesta, dado que el agua salobre tiene carácter alcalino suficiente para el desarrollo de organismos como los moluscos
bivalvos, que son excelentes bioindicadores que permitirían monitorear la
calidad del agua, una forma sustentable de tratar los residuos sólidos peligrosos. Desde luego, esta aplicación involucra una caracterización de mayor
alcance, que permita evaluar riesgos y beneficios.
53
Pharus academiæ
Bibliografía
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Ruiz Aguilar, Graciela (2001). Residuos Peligrosos, grave riesgo ambiental. Publicado por Revista Avance y Perspectiva. Vol. 20.
54
Diciembre 2010, número 7
La religión desde el conocimiento
55
Iv ette Ch a ng Bencomo
Periodista, editorialista y
ensayista, ha publicado una novela
histórica Santa Anna de Tampico,
saga de una familia, investigador
en el iest, Coordinador del
Consejo de la Crónica Municipal
para el Municipio de Tampico.
Resumen
El presente ensayo es una aproximación a la religión, no como positividad sino
como la «religación», la unión primordial, el acto fundante que abre al hombre a
la deidad, el primer y fundamental paso en la espiritualidad humana, en el que se
exponen las concepciones que se tienen sobre la religión y que obstaculizan su ejercicio, y se identifica como constante la exclusión de la capacidad racional en esta
doble relación entre el hombre y Dios.
Se presenta a la religión fundamentada en la racionalidad, pero no constreñida
por ella, sino plena y completa. Pues sólo cuando se ponen en juego todas las capacidades se realiza enteramente la espiritualidad. La carencia de una vida espiritual limita el perfeccionamiento de todas las demás dimensiones, y la existencia del
hombre se encuentra incompleta.
Lo que creemos que es la religión
La religión puede considerarse como la forma acabada de la dimensión espiritual.
En ella se desarrolla plenamente la capacidad del hombre, de concebir y aspirar a la
trascendencia. Esto no es resultado de una necesidad social, intelectual o psicoafectiva, sino que todas ellas son y se fundamentan por la religión.
Se le confunde con leyes de atracción, «buena vibra», «autosugestión» y pensamiento positivo, con el fin de atraer lo que se desea obtener; todo se ve reducido a la
subjetividad de la persona que la emplea, pues su objetivo no es su bienestar integral
sino la obtención de satisfactores materiales. Se le convierte en una especie de «varita mágica» para obtener no lo que necesitamos sino lo que creemos necesitar, de
manera rápida y sin esfuerzo alguno.
Pharus academiæ
También se toma como sinónimo de represión,
opuesto a la vanguardia, lo anticuado. Aquello que no
permite «ser» en completa libertad y que somete al hombre de manera autoritaria.
A su vez, suele ser considerada como identificación
inmediata con los referentes, es decir, la religión como
positividad, donde los ritos, símbolos, posturas, etc., de
ser medios que auxilian para llegar a la deidad llegan a
sustituir la religación primera y fundante, dejando atado
al hombre a éstos, provocando una dependencia total
que transmuta en un cumplimiento ciego y mecanizado,
y relegando el ejercicio de la religación, de la comunión
con la divinidad.
También se le concibe como una concepción puramente sentimental. Se cree que esta relación con la
trascendencia es completa y únicamente visceral; los
sentimientos inundan y son el motor para dirigir las acciones a partir de esta experiencia; la subjetividad define
la religación y se le despoja de un fundamento intelectual.
El problema
56
Aunque la espiritualidad es parte de las dimensiones
antropológicas del ser humano, fuera de los círculos
académicos no se le concede capital importancia a la
problematización de la religión. «El hombre no es sólo
cuerpo material, sino que está constituido por algo
que trasciende a los sentidos, a las dimensiones físicas
del espacio y del tiempo»1. De esta manera, una falta
de reflexión profunda acerca de él mismo, le impide un
desarrollo completo, porque pensar acerca de «su espiritualidad» es reflexionar sobre el humano mismo, desde
una perspectiva totalizante que lo lleva de la inmanencia
a la trascendencia.
Así, el problema tiene origen—principalmente—,
en dos momentos: el primero, considerar a la religión
como un territorio donde se proscribe el ejercicio racional, pues ésta es definida y vivida sólo en función de las
pasiones. En segundo lugar, y en relación directa con el
momento anterior, es el cotidiano, en el cual la religión,
como ejercicio de la espiritualidad, se vive como una
realidad que existe solamente dentro de límites representados por referentes característicos, y que irrumpe
directamente dentro del ejercicio de la voluntad, de tal
manera que toda la experiencia religiosa es vivida en
modo «automático».
Ambas cuestiones mantienen como constante la no
participación de la racionalidad en la religación, sosteniendo la imposibilidad de participación de la capacidad
intelectual del hombre en este campo.
1 Gutiérrez, Raúl: Introducción a la antropología, Editorial Esfinge, sa de
cv, México, 1987.
Todo tiene un inicio
El ser humano entra en contacto con su entorno, vive en
y de él, no como el animal lo hace, sino como ser racional;
es por esto que llega un momento en que se busca trascender la realidad y el sentido de lo sagrado impregna
todo aquello que percibe; es decir, sabe que eso que se le
hace presente en la naturaleza por medio de los sentidos
no es obra suya. Entonces, dirige su mirada a esa causa
eficiente de su mundo, se descubre en medio de todo
aquello, y sabe que él tampoco es obra suya: la existencia
del hombre se vuelve una pregunta que la mera razón no
le basta para explicar, y se remonta fuera de los límites
de ésta para intentar vislumbrar lo divino.
En un primer momento es «la derelicción como el hecho experimentable por toda persona, en cualquier momento y que consiste en percibir la existencia como algo
que no nos damos, que no producimos nosotros, sino
que nos viene dado»2 . Aquí es cuando sucede el hecho
religioso, la irrupción de los cuestionamientos: ¿quién?,
¿cómo?, en la conciencia del ser humano, de su contingencia y dependencia de algo que se encuentra por encima de él.
En un segundo momento se establece no sólo una
identificación de causa sino una relación que trasciende:
«Religación significa un doble lazo. El primer lazo con
Dios nos viene dado por la existencia recibida. El segundo lazo es el reconocimiento consciente de esa existencia en tanto recibida»3 .
En su libro Naturaleza, Historia, Dios, Xavier Zubiri
habla de la religación como el carácter personal absoluto
de la realidad humana actualizado en los actos que ejecuta 4. El hombre se religa a lo trascendente, a la deidad,
no por una causa específica sino por el solo hecho de ser.
En el campo de la religión: la hierofanía
De las raíces griegas hieros que significa «sagrado» y
phainomai que significa «manifestarse»5 , el término se
lee como la manifestación de lo sagrado, una irrupción
en el mundo natural a través de objetos comunes. No
tiene demasiadas implicaciones, solamente esta presencia divina que se descubre en modos mundanos que intentan ser accesibles a la capacidad humana.
La clasificación de las hierofanías puede ser muy variada, dependiendo de lo que se ha considerado como tal
a lo largo de la historia de la humanidad, aun así, hay dos
categorías principales en cuanto a su valoración: la ele2 Ibídem
3 Ibídem
4 Zubiri, Xavier: Naturaleza, Historia, Dios, Alianza Editorial, sa, Madrid,
1994.
5
Armstrong, Karen: Los orígenes del fundamentalismo, Tusquets
Editores, España, p. 12, 2010.
Diciembre 2010, número 7
mental y la suprema. En la primera forma está incluida la
manifestación de la sacralidad en cualquier objeto; la segunda categoría comprende la revelación, los «elegidos»
para la transmisión del mensaje o el dios encarnado6.
La dificultad estriba en su identificación por el extenso número que hay, y por su dependencia del contexto
social. Independientemente de sea cual sea el objeto,
éste tiene que cumplir con ciertas características que,
aunque inserto en la realidad, sean únicas y muestren
lo sobrenatural, algo distinto de todas las demás de su
clase, y que a partir de ese momento ya no serán únicamente parte de la naturaleza, sino que serán capacitadas
para unir al individuo con la divinidad. Un ejemplo claro:
en la lectura sagrada judaica pudieron existir muchas
zarzas en el desierto, pero la zarza ardiente de Moisés
presentaba elementos únicos:
«Allí se le apareció el ángel de Yahvé en llama de
fuego, en medio de una zarza. Moisés vio que la zarza no
se consumía. Dijo pues Moisés: Voy a acercarme para ver
este extraño caso: porqué no se consume la zarza» (Ex.
3, 2−3)
Después del primer acercamiento a esta hierofanía, le sigue su reconocimiento como lugar sagrado:
«Cuando Yahvé vio que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza: ¡Moisés, Moisés!
El respondió: Heme aquí. Le dijo: No te acerques aquí;
quita la sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas
es sagrado.»(Ex. 3, 4−5)
La comunicación de la sacralidad es característica necesaria para que el objeto sea considerado hierofánico, es
decir, irrupción de lo sagrado del mundo a través de los
objetos profanos confiriéndoles un estado ontológico diferente; siendo así una hierofanía la materia sobre la cual
se fundamenta toda religión.
En el aspecto cognoscitivo de la religión, la hierofanía
se considerará como evidencia de lo sacro y como dialéctica de lo sagrado y lo profano.
La evidencia siempre será en sí misma en dos modos:
inmediata y mediata. La evidencia inmediata se hace accesible al hombre directamente y la mediata a través de
objetos conocidos. Lo sagrado, como aquello que rompe
con lo profano, al hacerse evidente mediatamente, es
hierofanía.
La dialéctica de lo sagrado y lo profano refiere a la
contraposición de ambos. Lo sagrado es aquello que revela un nivel que trasciende la realidad; en el opuesto, lo
profano se mantiene dentro de la misma sin presentar alguna significación especial. Cuando ambos se enfrentan
6 Eliade, Mircea: Tratado de la Historia de las religiones, Ediciones Cristiandad sa, España, p. 197, 2000.
obtenemos la hierofanía como el objeto que, anteriormente profano y ahora revestido de sacralidad, comunica algo distinto de su condición normal de objeto:
«La dialéctica de la hierofanía supone una selección
más o menos manifiesta, una singularización»7.
«Un hierofanía supone una selección, una separación
clara del objeto hierofánico con respecto al resto que le
rodea. Este resto existe siempre…»8.
Por consiguiente, una hierofanía no es el mero asombro ante la naturaleza, a manera de lo expuesto por la
teología natural, no es ese saber espontáneo de algo que
nos trasciende ante el espectáculo majestuoso de un
paisaje. Porque este tipo de reflexión no incluye la intervención de la divinidad en lo sagrado, solamente circunscribe el esfuerzo de la propia razón.
Predeterminación de la concepción hierofánica
Se debe comprender la hierofanía como histórica. El
hombre es un ser temporal, existe en un continuo en el
tiempo y ese devenir crea la historia. De tal manera que
cada una de sus experiencias está inserta en un momento determinado, formado por diversas variables que
deben ser tomadas en cuenta para entender la hierofanía como tal: «cada documento estudiado sobre religión
revela una modalidad de lo sagrado y una situación del
hombre en la historia respecto de lo sagrado»9.
La religión desde la razón: un proceso
Existe un momento definitivo en el proceso del conocimiento, donde la voluntad mueve al entendimiento hacia
un asentimiento con certeza y sin miedo a una opinión
contraria, provocando la religación.
En el proceso de la obtención del conocimiento —el
conocer—, el primer paso es obtener información de lo
que nos rodea; esto sólo puede hacerse mediante lo sentidos externos: vista, olfato, gusto, oído y tacto. Cada
uno de ellos capta una parte de la información, existiendo una especialización en ciertas características,
unificando los datos obtenidos de manera posterior en
el sentido común y almacenándolo en la imaginación. A
este captar el objeto se le llama intuición: «no existe intuición sin sensibilidad»10; o bien, dicho de otra manera,
es la aprehensión instantánea de lo que se me presenta.
Después se procede a la generación de juicios y posteriormente a los raciocinios, como formas elaboradas del
pensamiento.
7 Eliade, Mircea: Lo Sagrado y lo Profano, Ediciones Paidós Ibérica;
España, p. 79, 1998.
8 Ibídem, p. 80.
9
Eliade, Mircea; Tratado… Op. cit., p. 65.
10 Eliade, Mircea; Lo Sagrado… Op. cit., p. 79.
57
Pharus academiæ
En religión, la intuición juega el mismo papel que en
cualquier proceso del conocimiento. Con referencia al
tema, Schleiermacher afirma:
«La intuición del universo es la piedra angular de
todo mi razonamiento… Toda intuición deriva de un influjo del objeto intuido sobre el sujeto que intuye…»11.
«Toda intuición particular (lo captado por el individuo) implica la religión»12.
Comprendiendo que no toda la información que obtenemos es materia de religión, pues en ese caso cualquier
cosa que se nos presenta como objeto de conocimiento
sería considerado dentro de este campo.
Las ideas: materia prima del pensamiento
58
En el ámbito religioso, específicamente el de la hierofanía, el proceso para generar la idea no difiere de otros
momentos, pues nos encontramos frente a un objeto
cualquiera, la diferencia radica en ese nuevo añadido
que tendrá: la sacralidad, que es captada por lo sentidos
como algo diferente, y al mismo tiempo, unido al concepto, se mantiene fuera de éste, pero no separado como
algo independiente sino como una característica que se
asumirá en una forma mental diferente y que al mismo
tiempo forma parte de él.
Sobre este asunto, el antropólogo Pascal Boyer comenta que esta identificación de «lo sagrado» en el proceso cognitivo sucede, debido a que el hombre cuenta
con «categorías ontológicas» creadas en las primeras
etapas de aprendizaje del ser humano, el género en la Lógica, que contienen aspectos específicos que las identificarán como «lo sagrado» y que se activarán al entrar en
contacto con los objetos que pertenezcan a ellas.
Sobre estas categorías existirán ciertas «expectativas» fundadas en sus características. De esta manera,
cuando exista algo que salga del marco establecido se
le llamara «infracción ontológica», (porque) contradice
una parte de la información. Los conceptos religiosos
«son combinaciones especificas de representaciones que
cumplen con dos requisitos: infringen predicciones de
categorías ontológicas y conserva otras»13.
Las infracciones ontológicas aluden a uno o varios aspectos que no se incluyen en la naturaleza del objeto percibido y que aparecen como parte de él. Llevando esto
más lejos, se pueden describir tres planos en los que se
desenvuelve esta infracción:
11
Reale, Giovanni; Historia del pensamiento filosófico y científico;
Editorial Herder; España: 1988, p. 44.
12 Abbagnano, Nicolás; Historia de la filosofía; Montaner y Simón; España:
1978, p. 36.
13 Boyer, Pascal; Y el hombre creó a los dioses; Editorial Taurus; México:
2010, p. 82.
1)
2) 3) Material
Ontológico
Psíquico.
En el plano material constituye la violación de los principios de la naturaleza, y ésta puede mostrarse clara u
obscura: Es clara cuando la transgresión se hace completamente evidente en un «catálogo» de infracciones que
se ve limitado a las posibilidades del objeto, quedando
reducido a tres grandes grupos de propiedades especiales: físicas, biológicas y psicológicas; esto se ha visto
ejemplificado con el caso de la hierofanía de la zarza ardiente en el libro del Éxodo de la Biblia. Por otra parte,
es obscura cuando la infracción sólo puede hacerse evidente a través del conocimiento de símbolos, lenguajes y
mediadores específicos.
En el plano ontológico, es la parte donde el hombre,
partiendo de los datos sensibles —plano material—, logra captar un rompimiento de la realidad, que se abre a
un nivel superior que rebasa tiempo y espacio: «es la sobrenaturaleza la que se deja aprehender… a través de los
aspectos naturales del mundo»14.
La percepción del plano ontológico es acompañada
—también— por los sentimientos, siendo que sólo puede
medirse su impacto en la psique del hombre. Existe, entonces, un perfecto psiquismo, haciendo una síntesis de
elementos racionales e irracionales:
«Irrumpe de la base cognoscitiva más honda del alma,
pero no antes de poseer datos y experiencias cósmicas
y sensibles, sino en éstas y entre éstas. Pero no nace de
ellas, sino merced de ellas. Las impresiones sensibles son
estímulos»15.
Juicios: núcleo del pensamiento
Se definen elementalmente como la afirmación o negación de una idea respecto de otra cuya característica
principal es el verbo «ser». La concepción epistemológica de la religión se conforma por una sucesión de juicios que van dando lugar a los elementos necesarios en
este proceso.
El orden en el que se generaran los juicios para el conocimiento de la religión es el siguiente: la religación, el
asentimiento o negación y la valoración de sacralidad.
La religación es un juicio hipotético, de causa y efecto,
en el que la infracción ontológica fundamenta el descubrimiento de la relación con la deidad; el asentimiento
en el juicio problemático es posterior a la develación
de la existencia de una deidad, acto seguido deviene la
aceptación o negación voluntaria de ese doble lazo y el
incorporación de la creencia como estado de la mente; y
14
Sánchez, José: Filosofía y Fenomenología de la religión, Editorial
Secretariado Trinitario, España, p. 341, 2003.
15 Sahagún, José: Fenomenología y Filosofía de la religión; Biblioteca de
Autores Cristianos; Madrid, p. 97, 1999.
Diciembre 2010, número 7
la valoración de la sacralidad como juicio disyuntivo se
deriva del asentimiento a la religación, y origina posteriormente la religiosidad en el ser humano y la posibilidad de una religión positiva.
«Ahora bien, como aquí todo se incorpora gradualmente en el entendimiento, de tal modo que
primero se juzga algo problemáticamente, luego se
admite asertóricamente como verdadero… resulta
que se puede decir que las funciones de la modalidad
son otros tantos momentos del pensar en general»17.
Religación: Juicio hipotético
Habiendo identificado previamente la infracción ontológica con su propio desarrollo, se origina en el proceso
cognitivo una afirmación que descansa sobre un juicio
hipotético que se enuncia de la siguiente manera: Hay
algo que transgrede los límites de la naturaleza (esencia como operatividad) de este objeto, entonces, existe
«algo» que da origen y que intenta comunicar algo.
La característica cardinal de este juicio es la relación
bilateral que se establece con ese «algo divino» al que se
le atribuye dicho fenómeno. Es un doble lazo: de lo humano con lo divino y de lo divino con lo humano, a través del objeto; a esto se le llamará la religación o religión.
Zubiri dirá que estamos religados a lo que nos brinda la
existencia creando un vínculo ontológico que es la religación:
«La religión (o la religación) no es una propiedad ni
una necesidad; es algo distinto y superior: una dimensión formal del ser humano. Religión en cuanto tal no
es un simple asentimiento, ni un nudo conocimiento,
ni un acto de obediencia, ni un incremento para la acción, sino actualización de ser religado del hombre…
un fundamento para ser»16.
Asentimiento: Juicio problemático
Descubierto el vínculo de la religación, sigue el momento
en que el hombre debe decidir aceptar o no tal unión.
Esta adhesión del pensamiento se efectúa en un juicio
problemático que expresa una posibilidad lógica, es decir, una elección libre que le proporciona valor a la proposición elegida, descrita por Kant como una admisión
caprichosa de la misma en el entendimiento.
En esta decisión de reconocimiento —o lo contrario— interviene la voluntad como fundamento; por consiguiente, el juicio es voluntario, no añade nada nuevo
al contenido y sólo se refiere al valor de la unión con el
pensar.
Simultáneamente a la adhesión de la segunda proposición del juicio hipotético en el juicio problemático, ésta
se convierte en juicio apodíctico que cumple con la función de identificar tal proposición con la verdad, mostrando el enlace con el entendimiento; la verdad lógica
que consiste en la identificación del pensamiento con la
realidad:
La sacralidad: un raciocinio
La sacralidad en el conocimiento es un simple raciocinio, que se puede explicar a través de un silogismo:
1.
2.
3.
Es sagrado aquello que me relaciona con la dei
dad.
Este objeto me vincula con la divinidad.
Luego este objeto es sagrado.
Lo sagrado es el calificativo que se otorgará a todo aquello que se circunscriba a la religación, la religión primigenia, y que, por tanto, permita ponerse en relación con
la deidad. Lo sagrado tiene como características esenciales: la apertura a un nuevo nivel ontológico y la separación de la realidad en dos: lo sacro y lo profano, «La
sacralidad es ante todo real. Cuanto más religioso en un
hombre, más real, más se aparta de la irregularidad de
un devenir carente de significación»18.
Conclusión
Es claro que la dimensión espiritual o religiosa es inseparable del ser humano, y aún cuando se niega sobre ella,
es sólo una vía negativa de hacerla presente. El hombre
se encuentra abierto a la trascendencia que le es comunicada por algo «superior», y sobre ella dirige sus esfuerzos en un intento de superar su humanidad. Pero, para
poder hacerlo es necesario que acceda a esta de alguna
manera. Proscribir el uso de la razón en el campo de lo
religioso no es más que un andar a ciegas para el hombre. Sólo conociendo la parte que de ella pertenece al
desarrollo de la espiritualidad humana podremos desenvolvernos como seres completos.
17 Kant, Emmanuel; Crítica a la Razón Pura; Editorial Porrúa, S. A.; México:
2008, p. 81.
16 Zubiri, Xavier: Op. cit., p. 411.
18 Eliade, Mircea; Tratado… Op. cit., p. 638.
59
Pharus academiæ
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60
Diciembre 2011, número 9
Gestión del Conocimiento y el cambio en
las Universidades
61
Dr. Fr a ncisco Solís Sola no
Licenciado en Filosofía y Maestro
en Educación por el iest y en
Filosofía por la ucime.
Resumen
El presente artículo aborda la necesidad de cambio por parte de la universidad, ante los paradigmas de la educación superior en la postmodernidad.
Asimismo, la gestión del conocimiento como una alternativa de orientación
de dicho cambio. Para ello se inicia con el paso de la sociedad moderna a la
postmoderna, y se presentan tres características de esta última, a manera de
rasgos deconstructivos vinculados con los desafíos de la universidad. Dichos
rasgos son los antecedentes de la gestión del conocimiento.
La modernidad y la gestión del conocimiento
La racionalidad de la modernidad modificó significativamente la manera
como anteriormente se concebía el trabajo y el conocimiento. Este cambio
se manifiesta principalmente en la forma de entender la actividad humana,
así como la concepción y manipulación del medio ambiente. Estas transformaciones han impactado en el mercado laboral (Navarro, 2000) y, por ende,
en la dinámica interna de la universidad, la cual experimenta el dilema de
reorientar sus fines y sus medios (Ramphele, 2000).
Pharus academiæ
62
En lo que se refiere al modo de producción conviene
desatacar el modelo taylorista, que permitió «a los empresarios, apropiarse del saber artesanal» (Barba y Solís,
1997. p. 9), separando a los trabajadores tanto del objeto
como del fin de su labor, que en no pocas ocasiones se
identificaba con su tradición familiar y su hogar. Ello generó un cambio en el estatus ancestral, de «artesano» de
determinado gremio a «proletariado» en una maquinaria de producción que sólo compra su «mano de obra»,
dando origen a una crisis de identidad cultural —situación que ha sido ampliamente criticada por el marxismo—, y desarticulándolo del conocimiento de su profesión en segmentaciones aisladas, modelos que siguen
siendo vigentes en muchas de las industrias y fábricas de
la actualidad, en especial en los países subdesarrollados
(Auping, 2004).
Bajo este paradigma, la producción pudo ser preestablecida con precisión matemática, de modo que el estudio de los tiempos y movimientos permitió predecir lo
que sucedería en los sistemas de producción en serie.
Paralelamente a la racionalidad de la producción tayloriana, la modernidad fue testigo del auge del positivismo, corriente filosófica que explica el desarrollo histórico, social e individual como un proceso de superación
continua del entendimiento de la realidad, y que culmina
con el conocimiento científico, ello mediante una dialéctica histórica en la cual inevitablemente la ciencia logrará dominar a la naturaleza, haciendo realidad el ideal de
todo grupo humano, a saber, «el orden y progreso» (Antiseri, 1999), promesa que resultó utópica en el plano social
(Beck, 1998), dando origen a la postmodernidad.
El paradigma del positivismo supone que el único conocimiento válido es el obtenido por métodos empíricos,
partiendo de hipótesis y experimentación, y presentando
sus conclusiones como una verdad objetiva, reduciendo a
quimeras y estados de conocimiento inferiores todo tipo
de explicación diferente de la realidad. De esta reducción
al criterio empírico se deriva la universalidad del conocimiento científico, de modo que los modelos de análisis, y
especialmente los de intervención de la realidad, pueden
ser reproducidos en cualquier contexto.
Esta postura estructural−funcionalista de intervenir en las sociedades, reproduciendo modelos exitosos,
acompaña la tendencia mundial a la globalización, y de
aquí a la internacionalización de la educación, esto es,
replicar los criterios de los países desarrollados en los
menos desarrollados. Ello explica el énfasis de organismos trasnacionales por identificar indicadores válidos
para distintos tipos de conocimiento y aplicables a todos
los países.
Los efectos que acompañaron ambas racionalidades,
tanto la producción en serie como el paradigma científico, se evidenciaron principalmente en la transformación
de una vida más cómoda y la promesa de un dominio total sobre la naturaleza, con ello la ciencia se convirtió en
referencia de certeza y fuente de verdad (Beck, 1998).
La universidad y sus fines
La universidad —por su parte—, desde su nacimiento,
al separarse de las órdenes religiosas, definió como sus
metas prioritarias la generación, conservación y transmisión del conocimiento. Finalidad que en la actualidad,
pese a continuar siendo válida, debe ser complementada con otras metas sociales, como lo son: la contribución en la participación social y la vida democrática, la
conservación y transmisión de la cultura, la generación
y aprecio de las manifestaciones artísticas (Ramphele,
2000) y, juntamente con ello, la universidad experimenta
la demanda de los estudiantes, para quienes cursar una
carrera universitaria ha significado tradicionalmente un
medio para obtener un trabajo como profesionista, con la
esperanza de obtener la compensación económica y social que de ello supuestamente se deriva (Navarro, 2000).
Tres paradigmas de la Gestión del conocimiento
en la postmodernidad
Quizá han sido las promesas no alcanzadas de la modernidad, la influencia del nihilismo existencialista tras las
dos guerras mundiales o simplemente por lo insostenible
del modelo, lo cierto es que la postmodernidad descansa
sobre la tesis que la modernidad ha sido «fracturada» y,
en efecto, los conceptos científicos y sociales que sirvieron para entender la modernidad son insuficientes para
representar o predecir la sociedad actual (Beck, 1998). Por
ello, los paradigmas de la modernidad han sido severamente cuestionados en la postmodernidad y, para efectos de la vinculación con el cambio en las universidades,
se pueden distinguir tres deconstrucciones de la sociedad y el conocimiento que exigen transformación en la
vida de la universidad.
La primera es la concepción de la información como
base de la economía, lo cual supone definir al conocimiento como causa eficiente de la productividad y el desarrollo.
Esta idea es compartida por el Banco Mundial (2003)
y la ocde (1996). No obstante que ambos organismos concuerdan en que es un factor que produce riqueza, y dada
la relevancia que el conocimiento tiene en el desarrollo
económico y social de los países, este documento pretende identificar las mejores prácticas para implementar la
economía basada en el conocimiento.
Al ser el conocimiento una variable que influye significativamente en la producción, los economistas buscan
nuevas formas de incorporar directamente los conocimientos y tecnologías en sus modelos y teorías y, como
consecuencia, se acentúa la demanda —en el mercado laboral— de nuevas habilidades por parte de los trabajadores, particularmente de los egresados de la universidad,
en especial la de aprender, y una demanda de trabajo más
especializado.
Diciembre 2011, número 9
Por lo anterior, resulta significativamente importante
para las universidades, específicamente para las particulares, dado que representa una de las tendencias actuales
a las cuales se debe atender para dar respuesta.
Una de las primeras aproximaciones para tratar al
conocimiento como una de las variables del desarrollo,
consiste en identificar las categorías en que se pueden
agrupar los distintos tipos, la ocde (1996) distingue cuatro:
a)
b)
c)
d)
El qué del Conocimiento, que es la parte de los
contenidos
El porqué del Conocimiento, como conocimiento de las causas de los fenómenos propio
de la ciencia, los principios y las leyes de la naturaleza
El conocimiento del cómo, que se refiere a las
habilidades o capacidad para hacer algo
El conocimiento del quién (saber quién), mismo que involucra la información acerca de
quién conoce y quién sabe hacer qué. Estos
conocimientos son aprendidos principalmente
en la relación social (Lam, 2000)
Por ello las demandas, tanto del mercado laboral como
de los estudiantes universitarios, se caracterizan por la
necesidad de un continuo aprendizaje de la información
codificada y de competencias en el uso de la información.
Lo cual se traduce en la necesidad de incorporar nuevas
formas de aprender y —además— de transformar las ya
existentes.
En lo referente a los programas universitarios, ante la
velocidad con la cual se generan los cambios, resulta casi
imposible adecuar los planes de estudio a las vanguardias tecnológicas, por lo menos bajo el modelo de enseñanza aprendizaje (Ginés 2004).
Lo anterior exige a la universidad romper con este modelo educativo, de modo «que los estudiantes aprendan
a pensar de manera crítica y a interactuar socialmente»
(B.M. 2003: 46), de manera que sean capaces de transferir
a nuevas realidades los conocimientos adquiridos durante la universidad, con la actitud crítica de búsqueda
continua.
Una segunda deconstrucción es la referente al impacto social de la ciencia y la forma de generarla. A este respecto, como se vio anteriormente, la sociedad moderna
tiene sus orígenes históricos y fines ideológicos en la idea
de progreso, generando la promesa de la modernidad de
«tiempos nuevos», donde el efecto de las fuerzas naturales y sociales estaría bajo control. Asimismo, la modernidad ha venido construyéndose y deconstruyéndose sobre
la tesis estructural−funcionalista. Ello implica aplicar
modelos de desarrollo que tienen resultados «exitosos» a
grupos humanos subdesarrollados, dando por supuesto
que existe una naturaleza humana y biodiversa lo suficientemente similar como para que los efectos sean repe-
tidos, como en una especie de laboratorio social.
Frente a este paradigma de la ciencia como dominadora y controladora, el desarrollo científico ha traído
consigo la posibilidad latente de daño de toda la sociedad
en su conjunto, denominado riesgo (Beck, 1998). El riesgo
es global, no excluye a los pobres, pese a que en no pocas
ocasiones el riesgo es gradualmente mayor por trabajar
o vivir en cercanía de industrias, cuyos desechos afectan
significativamente la calidad de vida. Una peculiaridad
de esta concepción del riesgo es que es real, padecido
más no codificado, por lo menos no bajo la idea de claridad y distinción cartesiana. El riesgo es producto de una
configuración de variables, y por ende no hay responsabilidad y menos culpabilidad.
La ciencia, y con ello la gestión del conocimiento, juega un papel decisivo en la conciencia subjetiva y social del
riesgo, contraria a la racionalidad crítica sobre la cual se
basa, y sus conclusiones son empleadas como «dogmas
infalibles» por quienes ven favorecidos sus intereses en la
explotación e industrialización de la natura. No obstante, el riesgo los incluye a tal grado, que incluso el término
de propiedad privada tiene una nueva connotación al ser
ésta afectada por el riesgo.
Por tanto, se presenta una transmutación del término
«privado» como protección al riesgo posible, como realidad. Sin embargo, el efecto del riesgo es un símbolo que
puede y es comercializado: entre más se expande la amenaza más lucrativa se vuelve la industria de la protección,
que no es más que un riesgo en otra perspectiva.
Ante ello, la educación y el modelo de gestión del conocimiento son las variables que influyen significativamente en la conciencia que se tiene o se ignora del riesgo.
Resulta evidente que el planteamiento de una gestión del
conocimiento desde la escuela como institución, estaría
incompleto de no incluir un modelo de pensamiento «ético» o de «cuidado»: por ejemplo el modelo de investigación participativa denominado raaks.
Esta segunda deconstrucción plantea un segundo
desafío para la universidad ¿cómo lograr egresados con
conciencia de responsabilidad ética, y una visión integral
—contra la fragmentada— de la realidad?
La tercera deconstrucción de la sociedad postmoderna se refiere al significativo aumento en la generación de
la información, por parte de las organizaciones no académicas, especialmente de las empresas trasnacionales. Lo
anterior debido a que el conocimiento es una causa de la
productividad y ésta, a su vez, de la generación de riqueza (ocde, 1996) lo cual ha motivado una carrera entre las
empresas por desarrollar los procesos y tecnologías que
les proporcionen ventaja.
En este contexto se presenta una nueva propuesta en
la manera de hacer investigación claramente distinta al
modo tradicional, donde la resolución de los problemas
es una consecuencia secundaria y no el motor primario
de la ciencia pura, y con la peculiaridad de ser transdisciplinar, implicando con ello una comunicación de diver-
63
Pharus academiæ
64
gencias sin necesariamente generar una metadisciplina
que congregue y unifique los resultados en un sistema
(Gibson, 1997).
De facto, este modo de investigación (Gibson, 1997) incentiva a las organizaciones para invertir considerables
recursos en la investigación, generando con ello conocimientos nuevos, en no pocas ocasiones más rápido y
en mayor cantidad que la misma universidad. Todo ello
ha trasmutado el rol tradicional de la universidad, que
ha pasado de ser fuente de cultura, ciencia y tecnología
—a tal grado que es posible observar sinópticamente el
desarrollo del pensamiento científico y la estrecha vinculación de sus protagonistas con las Universidades, por
lo menos hasta principios del siglo xx (Antiseri, 1999)—,
a una entidad atenta a las necesidades y avances de las
empresas para preparar profesionistas competentes para
trabajar en ella. Ante este cambio resulta disfuncional
pensar que es suficiente con proporcionar al egresado
las competencias propias de la disciplina académica que
estudia, como si el mundo —al cual se dirige— estuviese más o menos estable. Por otro lado, el conocimiento
avaza a una velocidad tal, que no es posible mantener
actualizados los planes de estudio para dar respuesta a
las exigencias del mercado laboral, mediante egresados
acordes a los nuevos conocimientos.
Al tiempo que las empresas generan investigación
para la obtención de riqueza, se acentúan las desigualdades sociales y económicas, dado que —paradójicamente— las organizaciones y sociedades con más recursos económicos son al mismo tiempo quienes tienen la
infraestructura para generar y acceder la información,
haciendo con ello más difícil de recorrer la citada brecha (Castells. 2000). Ello indica que el desarrollo técnico
y científico por sí mismo no garantiza la equidad, como
pretendían los teóricos del liberalismo (Auping, 2004).
¿Qué debe hacer la universidad ante esta circunstancia?
La necesidad de cambió en la Universidad.
Παντα ρει (Todo cambia)
— Heráclito de Efeso
Tanto la evolución de la naturaleza como el devenir histórico de la humanidad han evidenciado cómo gran cantidad de especies, sistemas y modelos, perecen por no
realizar pertinentemente los cambios necesarios ante las
nuevas circunstancias. Este mismo principio se puede
aplicar a buena parte de las organizaciones, que han dejado de existir debido que no realizaron los ajustes necesarios para satisfacer las necesidades del entorno. Otras
siguen vigentes pese a ser muy antiguas, debido fundamentalmente a los cambios que les han permitido ofrecer
respuestas a necesidades demandadas por la sociedad.
Las universidades, como organizaciones, se ajustan totalmente a estas premisas.
La disyuntiva de todas las organizaciones, particularmente la de las universidades, es cambiar sin perder los
rasgos esenciales de la organización y con ello la identidad de la misma; o resistirse al cambio, permanecer inmutables y poco a poco dejar de existir, por no responder
las demandas del contexto (unesco, 2005).
Mientras que todas las organizaciones cambian, unas
lo hacen a tiempos más pertinentes que otras. Esos tiempos de tardanza al cambio pueden representar la gran diferencia entre tener éxito o fracasar, posicionarse o morir.
Un ejemplo de universidades que se ajustó a las nuevas
circunstancias es la Pontificia Universidad de México,
y más específicamente su Facultad de Filosofía. En ella,
además de enseñar las llamadas «lenguas clásicas» y el
pensamiento aristotélico tomista, que por siglos han dominado su currícula, se han adecuado a los cambios que
los tiempos demandan, incorporándose los estudios de
inglés, francés y filósofos postmodernos (upm, 2005).
Pero aun cuando en el caso concreto de la vida universitaria, la adaptación e innovación son necesarias para
dar continuidad a un proyecto educativo, el elemento
humano de las mismas no siempre está dispuesto a incorporar cambios, y lo más común es que se resista a ello
(Wise, 2005). En efecto la literatura muestra abundantes
evidencias acerca de cómo los seres humanos se resisten
a hacer las cosas de manera distinta a como tradicionalmente se hacen, sea para obtener distintos resultados
o para satisfacer nuevas demandas antes no atendidas.
Sabiéndose estas resistencias, los directivos de las organizaciones son generalmente los indicados a inducir,
promover y reforzar el cambio dentro de la organización,
enfrentando las resistencias (Ramphele, Mamphela, et al.
2000).
Como consecuencia de los paradigmas deconstructivos de la postmodernidad, la actual dinámica social
exige de los egresados de una universidad habilidades,
conocimientos y actitudes distintas a las tradicionalmente desarrolladas en la misma. Así, por ejemplo, la
globalización implica un dominio no sólo de otras lenguas sino de la cultura de otros países. Por ello se espera
de un profesionista que, además del conocimiento de su
especialidad, posea una actitud crítica, y aprender a trabajar en equipo para llegar a acuerdos con personas de
especialidades diferentes (Cuéllar, 2004).
Evidentemente que estas demandas sociales generan
nuevas expectativas entre los aspirantes a ingresar en
las instituciones particulares; y sus padres, quienes en la
mayoría de los casos pagan la colegiatura, evidentemente prefieren a las universidades que formen profesionales
y postgraduados aptos para la sociedad presente.
Por lo anterior, es necesario que las universidades,
encabezadas por sus directivos, adopten una cultura
donde la transformación sea un eje central que les permita tomar las decisiones adecuadas, para así estar en
condiciones de dar respuesta a las nuevas problemáticas
sociales y satisfacer las expectativas de los alumnos. Los
Diciembre 2011, número 9
directivos de las instituciones representan el mayor nivel
de conciencia en los cambios (Deal, 1999). En esta dinámica, las organizaciones más efectivas en cambiar son
las encabezadas por directivos que promueven constantemente una cultura de transformaciones (Gene, 2001).
La alternativa desde la Gestión del conocimiento
Indudablemente que la universidad tiene que modificarse a fin de dar una respuesta a la situación postmoderna.
Aunque es claro que no existe una solución, por lo menos
no bajo el paradigma de la ciencia moderna, como una
relación causa−efecto, no obstante una de las propuestas
de la Gestión del conocimiento, que pienso es pertinente
estudiar y vincular con la universidad, es la alternativa
para armonizar los intereses económicos, tanto de los
productores como de los distribuidores y consumidores
de los bienes, como las condiciones para un medio ambiente sustentable denominado raaks —cuyas siglas en
inglés significan «Evaluación Rápida (o relajada) de sistemas de Conocimiento Agrícola»—. Dicha metodología
ha sido inicialmente desarrollada en la Universidad de
Wageningen, y aplicada en distintos programas de Europa y América.
Justamente el planteamiento inicial de este modelo es
que las respuestas científicas y tecnológicas son necesarias más insuficientes ante la complejidad del fenómeno,
y la multiplicidad de actores con igual número de perspectivas que le configuran.
Una de las tesis que sustentan al documento es la epistemología configuracional, en la cual un fenómeno no
obedece a una causa aislada ni a la gradual influencia de
varias, como habían pretendido Aristóteles, Kant, Descartes, por mencionar algunos, sino a una configuración
de actores. Este modelo es más próximo para describir la
complejidad de un problema social, en el que cualquier
solución afecta los intereses de uno de los actores.
Así como el raaks considerara a los actores sociales
como innovadores de sus propias prácticas, se puede
pensar en un modelo de educación crítica que no tenga
como paradigma formar egresados especialistas sino
profesionistas capaces de debatir y construir con otras
personas, en un diálogo interdisciplinario que genere un
modelo sustentable de totalidad, de modo que se promueva un aprendizaje social, mismo que sea transferible
a nuevas o distintas situaciones, y con ello formar una
definición compartida del problema y de la solución.
Este modelo implica la aplicación concreta tanto de la
construcción del conocimiento como del aprendizaje social. En buena parte la especialización de las disciplinas
académicas ha dejado de lado este enfoque, generando
en quienes las estudian, y principalmente en quienes las
enseñan, «racionalidades» que en no pocas ocasiones
propician una visión parcial y, por ende, ofrecen una solución similar a problemáticas complejas.
Si bien el ideal de la metafísica de la ciencia —de encontrar los primeros principios de la realidad natural y
social— que diera como consecuencia una metaciencia
común a todas las disciplinas es prácticamente imposible, no es menos cierto que dadas las circunstancias actuales, por una parte de especialización de las disciplinas
académicas como de diversificación en la naturaleza de
los problemas sociales, una parte significativa del reto de
las universidades es generar condiciones tales que permitan formar profesionistas capaces de interactuar y
generar conocimientos, con y a partir del diálogo interdisciplinario.
La planeación en las organizaciones académicas, peculiarmente en las de educación superior, a menudo es
central (Deal, 1999). Ello implica que el diseño de estrategias y la elaboración de planes son producto de diagnósticos que no reflejan la perspectiva de los actores, de
quienes se espera apliquen y ejecuten estos planes. Esta
es una de las influencias próximas de la resistencia al
cambio en las universidades. Considero de mucha utilidad investigar si este modelo de raaks ha sido aplicado
a organizaciones académicas, qué modificaciones se han
hecho y cuál ha sido el resultado. De no localizar la información, sería importante generar una adaptación con un
grupo de interesados —no podría ser de otra manera—, e
implementarlo en los directivos de una universidad.
Conclusiones
A manera de conclusión, se puede apreciar que las peculiaridades de la sociedad postmoderna están vinculadas
con una sociedad de riesgo, el conocimiento como base
de la economía, la innovación y la nueva forma de hacer
investigación. Por ello, la pertinencia, o mejor dicho, la
necesidad por parte de la Universidad, de implementar
los cambios que influyan más directamente en la formación de profesionistas competentes en la dimensión
crítica y social, con una aptitud para la preparación constante y continua.
Comparto la pregunta del Banco Mundial (2003. 149)
¿Cuál es la combinación correcta de la enseñanza para
hacer generar en la universidad espacios de debate y desarrollo de la criticidad? Asimismo, la postura de quienes afirman que es precisamente en la educación donde se pueden formar las personas en la justicia social, lo
cual incluye la solidaridad y subsidiariedad, como dice
E. Fromm (1977), «La formación de la conciencia ética es
más una exigencia de supervivencia social que un imperativo moral».
Y es en este contexto donde un modelo de educación
critica y social, mediante la transferencia de la metodología del raaks a la universidad, es una opción que merece
la pena que consideremos.
65
Pharus academiæ
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Diciembre 2011, número 9
La Escatología de la postmodernidad
67
1 Naturaleza de la visión cristiana de la historia
Dr. José Luis Villaseñor
Dáva los
Licenciado en Derecho y con
Maestría en la misma disciplina.
Doctorado en Educación por
la Universidad de Houston, Texas,
eeuu. Actualmente funge como
Director de Investigación en el
iest, en donde se imparte además,
algunas materias de licenciatura
y posgrado.
1 Dawson, Christopher: La
Visión Cristiana de la
Historia; Pensadores Católicos
Contemporáneos, Edit.
Grijalbo, S.A., Barcelona,
Tomo ii, p. 290, 1964.
2 Ibídem, p. 303.
La visión cristiana de la historia consiste en creer en la intervención de
Dios en la vida humana, por una acción directa en ciertos tiempos y lugares
determinados. Tal visión es unitaria, en cuanto tiene un principio, luego
un punto central —que es la Encarnación—, y un punto final. Este proceso
trasciende la historia, porque no son eventos históricos en el sentido corriente
de la palabra, sino actos de la divina creación a la que se subordina toda la
historia. Así, la visión cristiana de la historia es una visión que considera lo
eterno y humano a la luz de la Revelación y, por tal motivo, la historia cristiana
es inevitablemente apocalíptica, ya que el Apocalipsis es el equivalente
cristiano de las filosofías seculares de la historia 1.
Esta visión abarca toda la vida de la humanidad sobre este planeta, y termina con el fin de este mundo y de la existencia temporal del hombre. El fin
de la historia no es el desarrollo de una nueva clase de sociedad económica,
sino de una humanidad que rebasa al hombre, así como éste sobrepasa a los
animales. El curso total de la historia fuera de la gracia divina es la relación de
los sucesivos intentos de construir torres de Babel, que fracasan por el egoísmo y la codicia inherentes a la raza humana2. Relacionado con este aspecto,
el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:
Pharus academiæ
«Este orden a la vez cósmico, social y religioso de la
pluralidad de las naciones, confiado por la providencia
divina a la custodia de los ángeles, está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que, unánime
en su perversidad quisiera hacer por sí misma su unidad
a la manera de Babel. Pero a causa del pecado, el politeísmo así como la idolatría de la nación y de su jefe, son
una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta
economía aún no definitiva»3.
El sentido histórico y escatológico de la creencia cristiana se acentúa en los escritores de la Iglesia cristiana. Es
decir, la tensión entre trascendencia y «aquendidad», entre el Reino de Dios y el Reino terrenal, será sentida por
ello con mayor rigor. De este dualismo escatológico parte San Agustín para moderar la urgente esperanza en la
venida del Reino de los Cielos. La raíz de este dualismo
habrá que buscarlo, según aquel, en la oposición entre el
«hombre natural», que vive para sí mismo y desea solo
la felicidad y la paz temporales; y el hombre «espiritual»
que vive para Dios, anhelando la beatitud espiritual de
una paz eterna 4.
1.1 Apocalíptica o escatología
La apocalíptica como género literario tiene como obra
central y característica en el Nuevo Testamento, el
Apocalipsis de San Juan. Esta obra quiere mostrar clara y globalmente el carácter del tiempo final, es decir,
de la época que va de la primera a la segunda venida
de Cristo. Pone a la historia final al servicio de la historia temporal, la cual —a su vez— viene reflejada, con
múltiples rasgos, en las imágenes del tiempo final o
escatológico5.
Por lo que se refiere a la escatología, se vincula directamente a la materia específica del Apocalipsis,
que está constituida por los hechos que tienen que
suceder6. Tales hechos consisten en los acontecimientos finales de carácter salvífico, como son: la muerte,
el juicio, el cielo y el infierno; hechos en que termina
la historia de la salvación de cada individuo, pero
también de la humanidad y del cosmos. Así pues, se
entiende por escatología la doctrina o conjunto de
creencias relativas a la llegada —querida y realizada
por Dios—, de un orden nuevo y definitivo, de acuerdo
con el ideal divino de justicia, santidad y paz, que establece en la tierra el reinado de Dios7.
68
3 Asociación de Editores del Catecismo; Catecismo de la Iglesia Católica: 2a.
Edición, Madrid, p. 26, 1996.
4
Diez del Corr a l, Luis: Secularización y dinamismo histórico;
Pensadores Católicos Contemporáneos, Editorial Grijalbo, S.A.,
Barcelona, Tomo ii, p. 338, 1964.
5 Schick, Eduard: El Apocalipsis, Editorial Herder, S.A., 3a Edición,
Barcelona, p. 8, 1958.
6 Va nni, Hugo: Apocalipsis; Una Asamblea Litúrgica interpreta la historia,
Editorial Verbo Div ino, Navarra, España, p. 25, 1991.
Aquella realidad escatológica o de los últimos
tiempos resulta de un proceso interno gradual de la
historia; pero si —en cambio— se supone una ruptura
brusca y total con el orden histórico, para llegar a una
realidad de otro orden, se tiene entonces la concepción apocalíptica8.
2 Filosofía de la historia y revelación
Un esfuerzo filosófico que se niega metódicamente a una
apertura a la teología, deja simplemente de ser filosófico,
y ello por tres importantes razones: la primera, porque la
historia es un proceso o marcha, la cual no puede concebirse o representarse desde un de donde —principio— y
un adonde —o fin. Es decir, toda imagen histórica está
condicionada por algún tipo de concepción de un comienzo y un fin, de los cuales no hay experiencia humana, pues tanto uno como el otro, no se captan en el fluir
concreto de la historia. Por tanto, aquellos sólo son concebibles cuando se acepta una interpretación «tradicional» o pre−filosófica de la realidad; o nos son revelados o
son inconcebibles.
La segunda es referible a quien filosofa sobre la historia, el cual se pregunta por lo que ocurre. A lo cual, si se
responde que se trata —por ejemplo— de una decadencia
de un imperio, de un desarrollo económico o de una lucha de clases, quedaría sin respuesta tal pregunta. Porque lo que sucede realmente es la salvación o la condenación. Conceptos que sólo pueden comprenderse desde
la revelación, sólo accesible al creyente, y el filósofo que
los eliminara, eliminaría con ello también lo que —por
definición— se refiere a la investigación filosófica, aunque se podría recurrir a categorías de índole psicológica,
política o sociológica, pero con ello, no se alcanzaría el
verdadero núcleo del acontecer9.
La tercera se refiere a que la revelación no expresa una
imagen de la historia, sino que más bien es una historia
de la salvación, pues su contenido no responde a la pregunta ¿qué es?, sino ¿qué ha sucedido? y ¿qué sucederá?
Es el razonamiento sobre una única corriente del acontecer histórico, empezando por la creación y terminando
con el juicio del último día. Esta razón que vincula la filosofía de la historia y la teología es particularmente intensa: al remitirse a la teología, quien investiga la historia
da de lleno en el blanco de la afirmación teológica, que es
una afirmación sobre la salvación en curso del hombre10.
No hay un argumento de razón que pueda probar que
el mundo ha tenido principio, aunque sí lo hay para demostrar que recibe de Dios el ser que tiene. Sólo la fe nos
permite saber que el mundo ha tenido comienzo y, de
7 Mateos, Juan: Marcos 13. El Grupo Cristiano en la Historia; Ediciones
Cristiandad, S.L., Madrid, p. 32, 1987.
8 Ibídem, p. 32.
9 Pieper, Josef: El Fin del tiempo. Meditación sobre la Filosofía de la
Historia; Editorial Herder, S.A., Barcelona, p. 16, 1984.
10 Ibídem, p. 21.
Diciembre 2011, número 9
todas formas, un mundo sin inicio temporal habría sido
posible siempre que Dios le hubiese mantenido desde la
eternidad en el ser. Es decir, no tendría inicio ni fin. Y sin
embargo, su eternidad no sería divina pues en su ser se
daría la sucesión y el movimiento como signo de contingencia y de su dependencia del Creador11. En resumen:
«sólo entenderemos la historia si creemos»12.
fosis—, la ética devino [en] dietética; la antropología
[en] trofología y la teología [en] ethología o ateología;
sin contar con que la psicología, ahora sin la “p” y con
permiso de la Real Academia, deviene —no podía ser
menos— [en] sicología: ciencia del higo, si hacemos
caso a las etimologías; y el nihilismo, incapaz de anidar en nada, propuso toda una “nada” como alternativa frente al todo, nada que, no contenta con situarse
por cuenta propia “más allá del bien y del mal”, se afirmaba como nueva metafísica más allá de la realidad
física misma17».
3 Noción de modernidad y su extensión durable
Para Carlos Valverde13, la modernidad es un proceso de
secularización o laicización concebido como ruptura y
progresivo distanciamiento entre lo divino y lo humano,
entre la revelación y la razón. O, si se prefiere de otra
manera, es la lenta y sucesiva sustitución de los principios
y valores cristianos que habían dado unidad y sentido a
los pueblos europeos durante al menos diez siglos, por
los pretendidos valores de la razón pura. Este proceso, y
la pugna consecuente, inicia en el siglo xiv y concluye, en
algún sentido, en 1841 —siglo xix—, cuando Feuerbach
cierra su libro La esencia del cristianismo con la sentencia
«Homo homini deus», que es la expresión más completa
del espíritu secular y del inmanentismo. Así, Dios se ha
hecho innecesario, a los hombres les basta la razón; y, por
su parte, Nietzsche pronunciará su sentencia mortuoria:
«Dios, ha muerto. Nosotros le hemos matado».
3.2 La filosofía de la modernidad
Dentro de la filosofía había de surgir, como surgió
en la esfera de lo religioso, la destrucción de la
filosofía. Descartes (1596-1650), gran filósofo de la
Edad Moderna, inicia el proceso de la destrucción
de la filosofía, por cuanto que si las cosas son en su
ser independientes del hombre, también lo son en
su conocer. Así, el error cartesiano destruye todo su
posterior discurso filosófico, al afirmar «cogito ergo
sum» —pienso, luego existo—, de hecho la realidad
está determinada por su pensamiento. Como si el
pensamiento humano fuera causa y fuente de la
realidad de las cosas. Con Descartes, la filosofía se
cierra en la inmanencia del acto de pensar del propio
sujeto. Y allí ha de quedar aprisionada. Porque no nos
ha de decir lo que son las cosas, sino lo que el hombre
piensa que son. Así, el idealismo es la negación de la
filosofía, y el proceso de la filosofía moderna que se
inicia en Descartes y acaba en Hegel —pasando por
Kant— no es sino el suicidio de la razón humana en
manos de la propia razón18.
En el presupuesto cartesiano no es posible la
metafísica porque, al no llegar al ser el entendimiento
humano, no puede llegar a Dios, que es causa y
fuente de todo ser. Por eso la filosofía moderna, al
ser impotente para llegar a Dios, es profundamente
atea. En consecuencia, dada su impotencia para llegar
a Dios, a la verdad más grandiosa de su campo de
actividad, es una filosofía necia, absurda y sin objeto19.
El resultado de esta inversión, es otra inversión de
la misma filosofía, que conforma el idealismo dualista,
porque Descartes ha separado las cosas del espíritu de
las de la materia; las del alma de las del cuerpo; las del
hombre en su saber y en su actividad superior de las
del mundo; entregando con ello la esfera de la cultura,
de la economía, de la política, al campo mecanicista,
de lo terrestre, de la materia de lo laicista. Después
de Lutero, agotado el hombre teológico y después
3.1 Laicización de la escatología cristiana
Uno de los más lamentables cálculos en la historia
del pensamiento, nos dice Carlos Díaz14 , fue el de
los que pretendieron laicizar la escatología cristiana
por referentes intramundanos. De esta manera, muchas doctrinas que nos prometen «cambiar la vida»
se apoyan sobre ideologías ruidosas que son otras
pseudociencias: la ideología comunista, la ideología
psicoanalítica —el freudismo vulgar—, la ideología
estructuralista15; el postmodernismo16. «De aquellos
polvos, sin embargo, he aquí estos Iodos: el marxismo,
luego de producir abundante marxiología, devino en
Kremlinología y burocracia; el positivismo no contento con encontrar a la razón como deidad, vio cómo
ésta degeneraba en racionalidad instrumental, hasta
que finalmente, a su vez —baile de las tres metamor11 Sayes, José A.: Ciencia, Ateísmo y Fe en Dios, Ediciones Universidad de
Navarra, S.A., 2a. Edición, España, p. 342, 1998.
12 Sá enz, A lfredo, S.J.: El Fin de los Tiempos y seis autores modernos,
Asociación Pro-Cultura Occidental, A.C., Buenos A ires, p.
287, 1997.
13 Valverde, Carlos: Génesis: Estructura y Crisis de la Modernidad, B.A.C.;
Madrid: 2003; p. XIII.Historia; Editorial Herder, S.A., Barcelona,
p. 16, 1984.
14 Díaz, Carlos: Escucha Posmoderno, Ediciones Paulinas, Madrid, p. 27,
1985.
15 Leonard, André: Pensamiento Contemporáneo y Fe en Jesucristo. Un
discernimiento intelectual cristiano, Ediciones Encuentro, Madrid,
p. 27, 1997.
16
Maíz, Ramón y Marta Lois: Postmodernismo: La libertad de los
postmodernos; Ideologías y Movimientos Políticos Contemporáneos,
Editorial Tecnos, S.A., Madrid, p. 403, 1998.
17 Díaz, Carlos: Op. cit.; p. 28.
18
Mein v ielle, Julio: La Iglesia y el Mundo Moderno; Ediciones
Theoria, S.R.L., Buenos A ires, p. 170, 1960.
19 Ibídem, p. 172.
69
Pharus academiæ
de Descartes, agotado el hombre filosófico, han de
producirse destrucciones cada vez más profundas
en las capas inferiores, pero fundamentales de la
sustancia humana20.
3.2.1 Idealismo alemán y paroxismo de lo secular
70
Tocó al idealismo alemán verter en la filosofía,
lo que la Revolución Francesa significó en el
ámbito político. En el paralelismo de filosofía y
revolución trazado por Heinrich Beine21, se señala
que: «Jacobinos de la filosofía, nuestros hombres
pensantes congregáronse en torno a la razón
pura y su crítica, para no dejar en pie, sino lo que
ésta consintiese. Kant fue nuestro Robespierre.
Después vendrá Fichte, con su “yo”, el Napoleón de
la Filosofía... el imperio hegemónico del pensar...,
la voluntad soberana..., el despótico, lúgubre y
desértico idealismo. Con su lógica aplastante
secaría las flores escondidas que lograron eludir
la guillotina kantiana o alcanzaron después
a abrirse inadvertidamente... vino luego la
contrarrevolución, y con Schelling el pasado...
sería nuevamente reconocido..., hasta que Hegel—
el Orleáns de la Filosofía— instituyese un nuevo
régimen. Felizmente hemos cerrado un círculo
perfecto en la filosofía, y es completamente lógico
que ahora nos estemos pasando a la política».
Así como Schelling, a partir del espíritu del
romanticismo, introduce la Cábala en la filosofía
protestante del idealismo alemán, han sido los
pensadores judíos —amigos de Walter Benjamin—,
los que han pensado hasta el final, la dialéctica
hegeliana de la Ilustración, tanto cuanto la propia
persistencia del origen permite mirar a un final aún
pendiente: Habermas22 se refiere a Theodor Adorno,
Marx Horkheimer y Herbert Marcuse, a los que se
adelanta el primer Georg Lukacs; y añade, que es
espíritu alemán lo que está a la base de la influencia
judía, «esa herencia judía que el espíritu alemán
lleva dentro de sí, se ha vuelto imprescindible para
nuestra propia vida y supervivencia... Ernst Jünger,
Martín Heidegger, Carl Schmill son representantes
de este espíritu en su grandeza, pero también en su
peligrosidad»23.
La idea de progreso que abanderó el positivismo
comtiano es la misma que, en términos de rigurosa
filosofía, había desenvuelto Hegel, para el cual,
el Estado prusiano viene a ser como reino de
20 Ibídem, p. 173.
21 Gr af Hu ya, Hans: Seréis como dioses: vicios del pensamiento político y
cultural del hombre de hoy, eunsa. S.A., Barcelona, p. 33, 1991.
Dios realizado sobre la tierra de, modo análogo
al de Eusebio de Cesárea; será un tiempo de
bienaventuranza eterna, ya sin problematismo
verdadero aunque en principio siga atravesado por
el eje de la dialéctica histórica24.
Marx, por su parte, convertiría el idealismo
dialéctico de Hegel en materialismo dialéctico,
para cual el proceso histórico decisivo no acontece
en el plano superior del espíritu y de las formas
culturales, sino en el plano primario y elemental
de la producción. Vista con rigurosa perspectiva
materialista, el sujeto verdadero de toda la
cultura europea es la masa anónima, es decir, el
proletariado que es consecuencia de presentarse
como masa desposeída, como proletariado
biológico, inorgánico desde el punto de vista social.
Para el marxismo coincidirían los momentos de
la redención, del juicio final y del advenimiento
del reino de Dios; la primera y segunda venida del
Salvador. Marx considerará la salvación como algo
súbito, tremendo, revolucionario, por obra de un
protagonista concreto de carne y hueso, que no
viene del más allá, sino de los infiernos cercanos
del mundo social. Posteriormente, el marxismo
será llevado a China por la revelación del mensaje
mesiánico y el programa político de Lenin25.
El paroxismo de todo el proceso, que va desde
el siglo xiv hasta el siglo xix, logra su máxima
expresión en una corriente de pensamiento, que
por un lado es una violenta reacción contra los
grandes relatos ideológicos, y por el otro, es una
consecuencia de ellos. Se trata pues del vitalismo
o filosofía de la vida, que pretende que ésta, es
más significativa e importante que las ideas,
y por ello es prioritaria. Atiende, además, el
torrente voluntarista, instintivo y vital más que
al pensamiento objetivo y lógico, que no deja de
ser secular y secularizante, que hace de la vida
inmanente un absoluto principio y fin de todas
las cosas. Entre las múltiples manifestaciones del
vitalismo podemos señalar el vitalismo pesimista
e historicista, cuyos representantes más señalados
son Friedrich Nietzsche y William Dilthey26.
3.2.2 Apocalipsis y modernismo
En Ap. 16, 13-16 se nos relata lo siguiente: «Y vi
que de la boca del Dragón, de la boca de la Bestia
y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus
inmundos como ranas. Son espíritus de demonios,
que realizan señales y van donde los reyes de todo el
mundo para convocarlos a la gran batalla del Gran
22 H a berm as, Jürgen: El Idealismo alemán de los filósofos judíos (1961),
Perf iles f ilosóf icos-políticos, Aguilar, Taurus, S.A. de
C.V.,Madrid, p. 55, 2000.
24 Diez del Corr a l; Op. cit.; p. 349.
23 Ibídem, p. 56.
26 Va lv erde, Carlos; Op. cit.; p. 365
25 Ibídem, p. 350.
Diciembre 2011, número 9
Día del Dios Todopoderoso (Mira que vengo como
ladrón. Dichoso el que está en vela y conserve sus
vestidos, para no andar desnudo y que se vean sus
vergüenzas). Los convocaron en el lugar llamado
en hebreo Armagedón».
En esas tres ranas, Leonardo Castellani27
cree ver el liberalismo, el comunismo y el
modernismo, en cuya alianza alcanza su plenitud
el viejo naturalismo, que es —en el fondo— el
gran proyecto del Anticristo. Las tres herejías
parecen ranas porque son vocingleras, saltarinas,
pantanosas y tartamudas. Es decir, tanto el
liberalismo como el marxismo tienen todas las
características de una religión. Sin embargo, el
modernismo es el fondo común de aquellas dos
ideologías contrarias, aunque no contradictorias,
que algún día las copulará estrechamente por obra
del pseudoprofeta. El modernismo será entonces
la herejía suprema, a juicio de Pío x, porque las
engloba a todas y será la última, por cuanto que en
materia de falsificación del cristianismo no parece
posible ir más allá. ¿Habrá una apostasía más
execrable que la adoración del hombre en lugar de
Dios?
Frente al tema de las ultimidades, caben
posiciones erróneas y contradictorias entre sí. El
iluminismo de los siglos xviii y xix despreció la
escatología cristiana con toda la religión revelada,
burlándose del Anticristo y del Dragón como de
cuentos medievales. El resultado fue que cayó en
una escatología espúrea; o mejor, desembocó en
dos escatologías opuestas, fragmentos de la síntesis
cristiana: la optimista, del progreso indefinido, y
la pesimista, del nihilismo sin sentido. Aquella, la
representa Kant, quien creyó en el reino instaurado
por la sola fuerza de la Razón pura, profetizando
la Paz Perpetua sobre el fundamento del ideario
de la Revolución Francesa. La segunda, la visión
pesimista, ha sido expuesta por los nihilistas como
Schopenhauer y Nietzsche, que heredaron el otro
fragmento de la concepción cristiana. Estas dos
corrupciones ideológicas perduran en el ateísmo
contemporáneo, esperando la hora en que el
Anticristo las reúna en amalgama perversa. Así que
cuando venga el Anticristo, no necesitará más que
tomar a Kant y a Nietzsche como base pragmática
de su religión auto-idolátrica28.
3.2.3. Los maestros de la sospecha y la interpretación
como ejercicio de la sospecha
La denominación de «filosofía de la sospecha»
proviene del gran filósofo francés Paul Ricoeur,
quien calificó como «maestros de la sospecha» a
Marx, a Freud y a Nietzsche, distintos en su trabajo
concreto pero coincidentes en no fiarse de lo que se
ve, en buscar el condicionamiento oculto29.
Como hemos visto anteriormente, si Descartes
dudaba de lo sensible para concluir afirmando la
auto-evidencia y la auto-transparencia del «ego
cogito», a partir de estos maestros dudamos
de la conciencia misma, es decir, del sujeto.
Ahora, tanto el sujeto, así como sus supuestas
representaciones verdaderas, son dudosas; más
aún, éstas suelen ser mentiras que aluden a otra
verdad escondida o disimulada en su literalidad.
Entonces, la estrategia es sospechar de esas
verdades, porque hay un inconsciente, dirá Freud;
hay una voluntad de poder, dirá Nietzsche; hay una
clase social explotadora, dirá Marx. Es la hora de
las interpretaciones y de la construcción de reglas
para esas interpretaciones. Es el tiempo de las
hermenéuticas30.
Como puede observarse, en cada uno de esos
tales maestros es fácil reconocer un ejercicio
diferente de la sospecha. La fórmula negativa
común a ellos es el de la verdad como mentira, y
por ende la conciencia del sujeto es una conciencia
falsa. Así, estos tres maestros de la sospecha no lo
son del escepticismo, son seguramente tres grandes
destructores. El mismo Paul Ricoeur trata de dar
una explicación atenuante a la labor destructiva
de tales maestros, pues hace suya la opinión
de Heidegger, el cual dice que la destrucción es
un momento de toda fundación, incluida la
destrucción de la religión, en cuanto es—según
palabras de Nietzsche— «un platonismo para
el pueblo». Es más allá de la destrucción donde
se plantea la cuestión de saber lo que todavía
significan pensamiento, razón e incluso fe31.
Insiste Paul Ricoeur en justificar las estrategias
de la sospecha, porque —según él— aquellos
tres despejan el horizonte para una palabra más
auténtica, para un nuevo reinado de la verdad, no
sólo por una crítica destructora sino mediante un
arte de interpretar. Es que ellos triunfan de la duda
sobre la conciencia por una exégesis del sentido, y
es a partir de ellos que la comprensión se convierte
en una hermenéutica: buscar el sentido será
descifrar las expresiones de la conciencia32.
29 Gómez Cafarena, José: La entraña humanista del Cristianismo,
Editorial Verbo Divino, 2ª Edición Corregida, Navarra, p. 267, 1987.
30 Dirección: http:/www.antroposmoderno.com/antroarticulo.ph.p.id.109
31 Ricoeur, Paul: Freud: una interpretación de la cultura; Siglo xxi editores,
S.A. de C.V., México, p. 32, 2002.
32 Ibídem, p. 33.
27 Sá enz, A lfredo, S.J.; Op. cit.; p. 365.
28 Ibídem, pp. 395 y 398.
71
Pharus academiæ
3.2.4 El Fraude de la Modernidad
72
Nietzsche, Heidegger, Spengler, Freud y el judaísmo,
del cual se explica su actitud antimodernista. Este
último, vinculó a la Escuela de Frankfurt con el
postmodernismo en cuanto que conforma una actitud
de condena de la modernidad, como represión de la
naturaleza y de la cultura. Con la filosofía de Adorno
se percibe una clara influencia —vía Benjamín— de
la visión cabalística, que concebía a la historia del
lenguaje como un permanente oscilar del péndulo
de Babel, y un retorno a la armonía de lo unísono, en
ciertos instantes mesiánicos y privilegiados donde
reinaba la inteligibilidad34.
Como el marxismo trivial del siglo xix se venía
amorteciendo por fallar continuamente los vaticinios
de Marx, porque en los países desarrollados se
carecía del proletariado —pues se había integrado
a la burguesía—, y porque el esclerótico marxismo
soviético ya no interesaba en occidente, fue necesario
reavivar los colores del cadáver a fin de que el
marxismo recobrara su atractivo. Así, esta obra de
cosmética va a corresponder a los marxistas tardíos
—o postmarxistas de la Filosofía Social—, que como
Herbert Marcuse y Theodor Adorno componen
la llamada Escuela de Frankfurt. Luego, una vez
que la Escuela designa al hombre autónomo como
protagonista de la revolución, en vez del proletariado,
tal revolución dará comienzo ahora por obra no de
la clase obrera, sino del individuo; es decir, dentro
de cada hombre en particular, en la familia, en
las escuelas y universidades, y en todas las demás
instituciones culturales y sociales en general —sin
que la iglesia sea la excepción. Esto poco tiene que ver
con Marx, pero sus ideas serán el conducto hacia una
post−filosofía, que constituya no más que un eslabón
más de esa cadena tendida por el hombre que se alza
contra Dios, desconociendo el pecado original35.
Una de las manifestaciones más destructivas de la
Escuela de Frankfurt, que se opone tanto al Estado
Nacional como a la civilización occidental judeo−
cristiana, es el desconstruccionismo. Con las teorías
de la «personalidad autoritaria», Theodor Adorno
determinó las bases del análisis psicosocial que dio
apoyo al desconstruccionismo, el cual cuestiona, o
plantea la pregunta de ¿quién es autoritario? Según
Adorno, todo aquel que sostenga que la vida humana
debe regirse por conceptos «metafísicos», tales como:
Dios, la verdad, la razón, la moralidad, los principios,
etc. Así, el presunto caos universal sobre el que tal
Escuela funda sus teorías, es justamente el caos que
quiere imponer al mundo36.
Esta tesis afirma que si bien es cierto que la
formación humana de los primeros tiempos del
cristianismo cuidó de desarrollar los valores de
la persona, de la libertad, de la responsabilidad
y dignidad individuales, así como el respeto
mutuo y reciproca ayuda, al igual que la Edad
Media fomentó la vida interior y la práctica de la
caridad. No obstante, la autonomía de la persona
hizo posteriormente su aparición, y se trata de
una conquista del orden natural, independiente
del cristianismo. Una manifestación de tal
situación son los llamados derechos del hombre
proclamados por la Revolución Francesa. Sin
embargo, tales valores y actitudes están vinculados
a la Revelación, en relación específica con lo que es
humano por naturaleza. Procede de la liberalidad
de Dios, pero asume lo humano dentro de su
armonía, naciendo así la estructura cristiana de
la vida. Por tanto, la tesis de que estos valores y
actitudes en cuestión corresponden al desarrollo
de la naturaleza humana, ignora el sentido real
de los mismos; más aún, desemboca —digámoslo
sin rodeos— en un fraude que pertenece al cuadro
de la Modernidad. Es decir, al hecho de que no
se reconociera la relación de la revelación con lo
humano, de que la Modernidad se adjudicara la
autoría de la cualidad de la persona y de la esfera
de los valores personales, pero que rechazará
la revelación, que constituirá la garantía de esa
cualidad y, de esa esfera, ha dado origen al fraude
intrínseco de que antes hablábamos33.
3.3 Intentos de destruir la fe: postmarxismo y escuela de
Frankfurt
Esta última, como se le llamó cuando fue constituida
a través de la creación del Instituto de Investigación
Social, se fundó en 1923 a partir de la inspiración
de Félix Weil, con el objetivo de crear un marco
institucional independiente, tanto económica como
intelectualmente. Sus diferentes miembros tenían
vínculos formales que compartieron en propósitos
comunes, con más coincidencias que diferencias, entre
las cuales se podrían mencionar: ser judíos de clase
media alta; sus orígenes marxistas; su eclecticismo
como reacción de intelectuales radicalizados e
insatisfechos con la burguesía; así como compartir
tesis similares en cuanto a la crítica del sujeto,
de la razón, de la ilustración y de la modernidad.
Entre las raíces filosóficas, en su primera etapa,
pueden citarse a Hegel y Marx, y posteriormente a
33 Guardini, Romano: El Ocaso de la Edad Moderna, Obras de Romano
Guardini, Ediciones Cristiandad, S.L., Madrid, Tomo i, p.
112, 1981.
34
A rriar a n, Samuel: Filosofía de la Postmodernidad. Critica a la
Modernidad desde América Latina; Facultad de Filosofía y
Letras, una m; México, p. 36, 2000.
35 Gr af Hu y n, Hans; Op. cit.; p. 161.
36
Villasa na Munguía, J. A lberto: Entre el Caos y la Esperanza,
Editorial Diana, S.A. de C.V., México, p. 116, 2000.
Diciembre 2011, número 9
3.4 El mundo de la modernidad, sus características y su
relación con la posmodernidad
de sus esperanzas utópicas39.
Existen, sin embargo, otros diagnósticos diferentes al de la muerte de la modernidad, decretada por
los postmodernos dándole a la postmodernidad el
efecto de enterrador de aquella. Es el caso de Arnold
J. Toynbee40 que ve la presente situación —posmoderna— bajo el signo de la ambivalencia; es decir, existe la posibilidad de la decadencia pero también de la
plenitud; y la elección de entre ambas estaría en función de la respuesta a los retos de la sociedad actual;
pues la decadencia supondría la carencia de vibración
ante tales problemas, mientras que la plenitud supone la creatividad, el afrontar tales retos con sentido
de responsabilidad. Tal diferenciación es la que puede
permitir distinguir entre modernismo o postmodernismo como decadencia y genuina postmodernidad
como resistencia. Sin embargo, modernidad y postmodernidad no se pueden entender como dos épocas
autónomas e independientes, pues hay grandes cuestiones que las atraviesan, y que por tanto las conectan, relacionándolas por cuanto que una se define en
correspondencia con la otra 41.
José María Mardones37 nos ofrece un perfil de la
modernidad que se caracteriza por los siguientes
rasgos:
1.
Un proceso de racionalización, en el cual se
configura un tipo de ser humano orientado al
dominio del mundo, con un estilo de pensamiento formal, una mentalidad funcional, motivaciones morales autónomas, junto con un
modo de organizar la sociedad alrededor de la
institución económica y la burocracia estatal
2.
Un centro productor de relaciones sociales: la economía, que desplaza la religión cada vez
más a la esfera privada
3.
Una cosmovisión descentrada, desacralizada y
pluralista
4.
Una razón que muestra varias dimensiones o
esferas que tienen su propia autonomía
5.
La dimensión científico−técnica adquiere preeminencia social
6.
Una estructura social configurada por dos instituciones o sistemas predominantes: la técnico−económica y la burocrático−administrativa
7.
Un tipo de hombre moderno celoso de su autonomía individual, pero con ambivalentes
manifestaciones de hiperindividualismo narcisista.
Este pórtico nos introduce en la postmodernidad que
quiere ser, según Lyotard, una reestructura de la sociedad y cultura modernas, un corte superior de la
modernidad. En este sentido, la posmodernidad se
presenta como el intento de cancelar la concepción de
la razón, la historia, la sociedad, el ser humano y el
arte que engendró la modernidad. Así, la posmodernidad es la modernidad que, al desarrollar sus propios
mitos, ha llegado a descubrir su propio autoengaño38.
La teoría postmoderna prefiere pensarse en términos
de la «muerte de la modernidad», es decir como la liquidación del potencial ilustrado de la modernidad, y
como la praxis de la contradicción y desconstrucción
37 Rodríguez Vertiz, Felipe de Jesús: «La Crítica Posmoderna a la
Religión», En: Modernidad y Posmodernidad, Editorial Limusa,
S.A. de C.V. Grupo Noriega Editores, México, p. 236, 2000.
38 Ibídem, p. 236.
4 Orígenes del término postmodernidad
El prefijo «post» que precede a moderno ha sido objeto
de varias interpretaciones, de las cuales elegimos la de
Jean−François Lyotard42, que dice que: el «post» de postmoderno no significa un movimiento de comeback, de
flashback o de feedback —de repetición—, sino un proceso a manera de «ana»: un proceso de análisis, de anamnesis, de anagogía y de anamorfosis, que elabora un olvido inicial. Entre otras cosas, el «post» indica un anhelo
de despedirse de la modernidad; y es más que un tiempo
o una demarcación cronológica, expresa un desdoblamiento que supone ante todo la pérdida de confianza en
la razón, que es un rasgo típico de la modernidad43.
El término moderno, en su forma latina «modernus»,
se empleó por primera vez a finales del siglo v d.c. para
distinguir el presente, que se había convertido oficialmente en cristiano, del pasado y pagano. Con contenido
variable, el término «moderno» expresa una y otra vez
según ha reaparecido en la historia, la conciencia de una
época que se pone en relación con el pasado de la anti39 Scherpe, K laus R: «Dramatización y desdramatización de “El fin”. La
conciencia apocalíptica de la modernidad y la postmodernidad.»
En: Modernidad y Postmodernidad; compilación de Joseph
Picó, A lianza Editorial, S.A., Madrid, p. 356, 2ooo.
40
Ba llesteros, Jesús: Postmodernidad: Decadencia o Resistencia,
Editorial Tecnos, S.A., 4a Reimpresión; Madrid, p. 101, 1997.
41
A mengua l, Gabriel: Modernidad y Crisis del Sujeto. Hacia la
Construcción del sujeto solidario, Caparras Editores, S.L.,
Madrid, p. 148, 1998.
42 Lyotard, Jean-Francois: La Postmodernidad (explicada a los niños);
Editorial Gedisa, S.A., 6a. Edición; Barcelona, p. 89 y sigs,
2001.
43 Rodríguez Vertiz, Felipe de J.; Op. cit.; p. 246.
73
Pharus academiæ
güedad para verse a sí misma como el resultado de una
transición de lo viejo a lo nuevo. Desde el siglo xix, el rasgo distintivo de las obras que cuentan como modernas,
es lo «nuevo», que será superado y hecho absoluto por la
novedad del próximo estilo44.
La suma del prefijo «post» más el término moderno,
es decir, postmodernidad, lo empleó Baudelaire en 1864,
aunque como fenómeno cultural es reciente45. Charles
Jencks asigna el minuto preciso de inicio de la postmodernidad: Agosto 15 de 1972 a las 3:32 horas de la tarde;
fecha correspondiente a la famosa voladura de viviendas
sociales de St. Louis, Missouri. En realidad esta precisión
no deja de ser un simulacro de periodización, indecible
entre irónica suspensión y pretensión de protagonismo
en el mercado cultural46. En realidad, el calado del término «postmodernidad» va más allá de una operación
ideológica, de propaganda o incluso de un cambio cultural: designa un modo de producción en el que la producción cultural ocupa un lugar funcional específico.
Posiblemente la postmodernidad haya servido para resquebrajar tanto el euro-yanquicentrismo como la narrativa teológica de la modernidad, y estemos entrando en
una fase diseminadora en la que los flujos de mercado
sean apropiados por las masas subalternas de modos no
previstos47.
En la Grecia clásica se produce la primera gran
confrontación del problema, entre metafísicos y no
metafísicos. Confrontación entre la filosofía de Parménides y los sofistas. El primero, inaugurando la idea
de que el ser es uno, idéntico, inmutable, intemporal; y,
en consecuencia, el mundo del cambio o la diversidad
es pura ilusión, meros nombres según Parménides. En
cambio Heráclito, concibe el ser en equivalencia con el
devenir; es decir, no piensa una unidad sin multiplicidad, un ser fuera del tiempo ni una razón sin vista, sin
oídos o palabras; visión integral y unitaria50.
4.2 Derrida y las visiones apocalípticas posmodernas
Es interesante la postura que este autor51 asume frente
a las tesis postmodernas que predican o declaran el
fin del hombre o del sujeto, de la conciencia, de la historia, del Occidente o de la literatura y de las últimas
novedades del progreso mismo, cuya idea no se ha
manejado nunca tan mal tanto por la izquierda como
por la derecha. Dicha postura es de cuestionamiento a
lo que proponen tales tesis; es decir, nos aconseja que
les preguntemos por los efectos que buscan producir,
por el adónde quieren llegar o con qué fines predican
la terminación del hombre, de su conciencia, de la historia, de Dios, y un gran etcétera. A esta postura, el
autor citado la califica de «estrategia apocalíptica», la
cual es fundamentalmente una, ya que su diversidad
es solamente de procedimientos, de máscaras, de apariencias o de simulaciones.
Para mi punto de vista, no hallan como ocultar sus
grandes fracasos y, para mantenerlos vivos, también
recurren a sofismas y elucubraciones absurdas, que la
realidad y la verdad se han encargado de descubrir. El
diagnóstico postmoderno se concreta, como hemos
visto, en torno a determinadas actas de defunción,
«no se ha llegado a pensar que los muertos que la
postmodernidad mata, gozan de cabal salud; pero sí,
que los síntomas en que se han basado para darles por
fallecidos son complejos, ambiguos y susceptibles, por
tanto, de otras interpretaciones»52.
4.1 El sentido de la postmodernidad
74
Si hemos de encontrarle un sentido al discurso de la
postmodernidad acerca del fin de la modernidad, es la
interpretación del mundo que durante la modernidad
siempre tuvo como fundamento la metafísica cristiana, y que la razón moderna fue en todo momento un
producto de la secularización del concepto cristiano
de Dios. El punto de partida común de todos los pensadores postmodernos es —en cambio— la muerte
de la metafísica, es decir, de esa certeza de un mundo sobrenatural, de un valor supremo legitimador del
mundo48. Habrá que considerar el hecho de que lo verdaderamente originario de la metafísica, y que subyace incuestionado, es la escisión misma entre el ser y
el devenir. Aceptada la separación, los metafísicos se
sitúan del lado del ser, y los no metafísicos y antimetafísicos del lado del devenir. Pero ambos comparten
el mismo supuesto metafísico de que el ser no es el devenir y el devenir no es el ser; éste es realmente el foco
del problema 49.
44
45
H a berm as, Jürgen: « Modernidad versus Postmodernidad» En
Modernidad y Postmodernidad. Compilación de .J. Picó,
A lianza Editorial, S.A., 4ª Reimpresión; Madrid, p. 87, 2002.
Rodríguez Vertiz, Felipe de J.; Op. cit.; p. 245.
46 Ripa lda, José María: De Angelis. Filosofía, mercado y postmodernidad,
Editorial Trota, S.A., Madrid, p. 54, 1996.
47 Ibídem, p. 68.
48 Frey, Herbert: «El Nihilismo como Filosofía de nuestro tiempo» En: La
Muerte de Dios y el Fin de la Metafísica, Facultad de Filosofía y
Letras, una m, México, p. 57, 1997.
4.3 Nihilismo y acedia
El nihilismo, nos dice Gianni Vattimo53, que signifi49
Gonzá lez, Juliana: «¿Post metafísica y posmodernidad?» En: La
Muerte de Dios… Op. cit.; p. 119.
50 Ibídem, p. 139.
51 Derrida, Jacques; Sobre un tono apocalíptico adoptado recientemente
en filosofía; Siglo x xi Editores, S.A. de C.V., Madrid, p. 52,
1994.
52 A moros, Celia: «Feminismo, Ilustración y Postmodernidad. Notas para
un debate», En: Retos de la Postmodernidad; Editorial Trotta,
S.A.; Madrid: 1999; p.p. 59-60.
53 Vattimo, Gianni: El Fin de la Modernidad. Nihilismo y hermenéutica
en la cultura posmoderna, Editorial Gedis, Barcelona, 2000;
p. 23.
Diciembre 2011, número 9
ca lo que para Nietzsche es la situación en la cual el
hombre abandona el centro para dirigirse hacia la x.
Esta acepción es idéntica a la definida por Heidegger:
el proceso en el cual, al final, del ser como tal «ya no
queda nada». Estas definiciones de ambos autores no
se refieren al hombre en un plano psicológico o sociológico, sino que atañen al ser mismo, aún cuando no
se acentúan, como para significar que el nihilismo
atañe a algo más que «sencillamente» al hombre.
Esa dirección hacia la nada no es el movimiento
propio del hombre, ni del ser natural, pues siempre
se dirigen al bien; la dirección hacia la nada —el nihilismo— se presenta por la falta de aquel movimiento propio, pues a pesar de todas las posibilidades de
abismarse en la nada, la dirección del camino apunta
al ser, tanto que incluso la decisión por la nada, para
ser posible, ha de tener la máscara de una decisión por
el ser54.
La mentalidad nihilista tiene que ver con un vicio
verdaderamente capital, que es una especie de tristeza relativa al bien divino del hombre; tristeza porque
Dios lo ha elevado al orden sobrenatural. Precisamente la «laboriosidad» enfermiza del hombre burgués
puede ser fácilmente una expresión de la acedia. Tratase ésta de una «humildad» pervertida que se resiste
a aceptar los bienes sobrenaturales, porque suponen
exigencias para quien las recibe. Y en este sentido,
implica una aversión consciente del hombre, una auténtica huida de Dios, con el deseo expreso de que
Dios no lo debería haber elevado, sino dejado en paz.
Así, Santo Tomás de Aquino ha reunido en la Suma
Teológica ii-ii, 35,4 las hijas de la acedia. Para Josef
Pieper55, la acedia es uno de los rasgos característicos
de la fisonomía espiritual de nuestra época, por la cual
sería interesante aplicar las derivaciones de la acedia
a nuestra civilización, sobre todo en sus vertientes pesimistas o desesperadas.
Por lo que respecta a Heidegger, la base de su reflexión la constituyen ciertos sentimientos fundamentales que se refieren a la existencia en general y
sus modalidades, como la inquietud, la angustia, el
tedio y la soledad, sentimientos que son característicos de la acedia, por lo cual, nos dice Antonio Caso56,
vemos en el ingenioso pensador alemán, al genuino
representante de la filosofía de la acedia, al filósofo
que, recogiendo en su obra personal los valores y las
inspiraciones de su momento histórico, hubo de recurrir a la angustia y al tedio, para demostrar los fundamentos de la existencia del ser, o como el mismo dice
del ser-en-el-mundo.
4.4 Orígenes de la postmodernidad filosófica
Afirma Vattimo57, que se puede sostener que la postmodernidad filosófica nace en la obra de Nietzsche, en
forma precisa, en el lapso que separa la Segunda Consideración Inactual de 1874 del grupo de obras que en
pocos años se inaugura con Humano, demasiado Humano de 1878 y que comprende también Aurora de 1881
y la Gaya Ciencia de 1882, de las cuales se deduce que
la esencia de la modernidad es una época que reduce
el ser a lo nuevo. Es decir, es la idea del eterno retorno de lo igual, que significa —entre otras cosas—, el
fin de la época de superación; esto es, de la época del
ser concebido bajo el signo de lo «novum». En fin, lo
que busca Nietzsche con «la expresión filosófica de la
mañana» y que es la hipótesis que Vattimo propone,
constituye la esencia de la posmodernidad filosófica.
4.4.1 Pensamiento débil y utopía
El «pensamiento fuerte» del cientificismo—propio
de la modernidad—, llevaba en sus genes un formidable germen anti−utópico que dio fin al sujeto;
entonces, ¿cómo es posible que pueda sobrevivir
la utopía a la muerte de su sujeto activo, que es a
la vez su beneficiario? Cuando ese germen fructifique, entonces emergerá la tesis postmoderna del
pensamiento débil, cuyo más auténtico representante, G. Vattimo, está convencido de que el proceso histórico no es capaz de suscitar novedad, y está
resuelto a anunciar «el fin de la historia», no en el
sentido apocalíptico o escatológico, sino en cuanto
que la historia no puede contemplarse como proceso unitario, progresivo y teleológico. Todo ello
significa, en expresión de Lyotard58, el fin de «los
grandes relatos», con sus ofertas globales de valor
y sentido.
Sobre este particular, Vattimo está de acuerdo,
porque la utopía, sea religiosa o laica, ha muerto
juntamente con la de la verdad y la del ser; cuando
el pensamiento posmoderno se percata de la incurable debilidad del ser, no puede menos de hacerse
sensible a su propia debilidad y, por tanto, al inexorable «oscurecimiento de la verdad». A tal pensamiento, sólo le queda ejercitarse en la anamnesis,
no en la prognosis; es decir, recorrer como parásito
aquello que ya ha sido pensado, y en un postrero
gesto de lucidez, podría también confeccionarse
una apología del nihilismo, al constatar que del ser
54 Pieper, Josef; Op. cit.; p. 314.
57 Vattimo Gia nni; Op. cit.; p. 145.
55 Ibídem, p. 315.
58 Ruiz de la Peña, Juan Luis: La Pascua de la Creación. Escatología;
Biblioteca de Autores Cristianos; Madrid, 2000; p. 15.
56 Caso, Antonio: La Persona Humana y el Estado Totalitario; Obras
Completas; una m; México: 1975; Vol. v iii; p. 168.
75
Pharus academiæ
ya no queda nada y que es preciso ir a la cura de la
anorexia del sujeto.
chtung heideggeriana. El tercero, el pensamiento tecnológico, es el que trataría de descubrir y preparar la
manifestación de las «chances» ultrametafísicas o
postmetafísicas de la tecnología mundial.
4.5 Postmodernidad: nueva imagen del mundo
76
4.7 Juicio apocalíptico de la postmodernidad
Según Romano Guardini59, las señales que revelan el
ocaso de la Edad Moderna, y que a su vez indican la
gestación de una época futura, son tres fenómenos
que constituyen una unidad, y son: el del hombre no
humano, el de la naturaleza no natural y el de una
cultura no cultural. Esta última presenta un rasgo
esencial: el de riesgo, como integrante derivado hacia
el poder, porque si el hombre domina en cierta medida
los efectos inmediatos de la naturaleza, no domina los
indirectos, incluido el dominar mismo; es decir, tiene
poder sobre las cosas, pero no sobre su poder.
En lo religioso, continúa Guardini, seremos testigos del fuerte progreso de la forma de existencia no
cristiana, desarrollándose un nuevo paganismo, caracterizado por la voluntad de quitar a la Revelación
su carácter trascendente y fundamental. La fe católica
tendrá que escapar a la secularización y, añadiríamos
nosotros, al neognosticismo; con un sello especial de
confianza y fortaleza que nos conduzca a comprender
los textos escatológicos, sin que se pueda decir que se
acerca el fin, cuando Cristo mismo hizo saber que el
fin de las cosas sólo lo conoce el Padre (Mt 24,36), el
cual puede ser no cronológico sino substancial, es decir, que nuestra existencia está entrando en las fronteras de la opción absoluta y de sus consecuencias;
de que se aproxima a una zona, tanto de las máximas
posibilidades como de los riesgos supremos.
La modernidad parece transmitir a la postmodernidad una doble herencia del fin: una dramática, en
cuanto que sitúa la funcionalización del proceso social
y su fe, en el expresivo y explosivo momento del «escaparse» o el «abrirse camino», mientras que la otra es
desdramatizadora. La penúltima, soporta la sonrisa
descarada de una racionalidad social pervertida y la
transforma en una conciencia estética de indiferencia.
Un punto de partida contemporáneo podría ser la actual y tibia recepción de las ideas posmodernas sobre
el fin. Jugar con el Apocalipsis es una parte integral de
la filosofía posmoderna. Una conciencia de la «condición posmoderna», es que la desdramatización del fin
ha llegado a ser una imagen dominante, a pesar del
hecho de que entre los seguidores de Baudrillard, una
redramatización del fin está a mano . La conciencia
de aquel filósofo, de carácter estético, que se supone
encarna el pensamiento postmoderno, ha sido «enriquecida» con reflexiones sobre el «fin de la finalidad»,
y es identificable como una «teoría de la catástrofe» o
como una catástrofe teórica, cuando se compara con
la conciencia y la teoría de la crisis contenida en la modernidad62
Sin embargo, Baudrillard63 se cura en salud: la
autoconciencia contemporánea es «paroxista», está
condenada a permanecer siempre al borde de un final
que en realidad ya ha tenido lugar. El advenimiento
de lo virtual es nuestro apocalipsis, y él nos priva del
acontecimiento en el que Baudrillard64 declara no
creer, pues en último término, si hubiera razones para
creer en ese cataclismo, lo que habría que hacer sería precipitado, no oponerse. Parece entonces, que tal
autor, al igual que el pensamiento posmoderno, no ha
encontrado otra salida que la de una actitud ecléctica,
ya sea por la vía del historicismo o del pragmatismo.
Por otra parte, el pensamiento postmoderno es un esfuerzo de la cultura por superar un juicio apocalíptico, que caracterizó la imagen de la sociedad industrial
según la filosofía moderna; y así, si aquel pensamiento trata de cambiar la actitud de la filosofía frente al
mundo tecnológico, ya no tiene sentido esa crítica ra-
4.6 Caracteres del pensamiento postmoderno
Sobre las bases del pensamiento de Nietzsche y Heidegger, Vattimo60 propone tres caracteres propios del
pensamiento de la postmodernidad:
a)
b)
c)
un pensamiento de la fruición
un pensamiento de la contaminación
un pensamiento tecnológico
El primero, equivale a un revivir —entendido en sentido estético— de las formas espirituales del pasado,
que tiene como función un efecto emancipador en sí
mismo. Tal vez a partir de aquí, una ética postmoderna podría oponerse a las éticas aún metafísicas del
desarrollo, del conocimiento, de lo nuevo como valor
último. El segundo, se trataría de un saber residual,
es decir, sería un saber que se colocaría en el nivel de
una verdad «débil», cuya debilidad podría referirse a
la ambigüedad del velar y descubrir, propia de la Li59 Guardini, Romano; Op. cit.; p.p. 70-120.
60 Vattimo, Gianni; Op. cit.; p. 155
61 Scherpe. K laus R: Op. cit.; p. 369.
62 Ibídem, p. 62.
63 Nav eiro, Juan Carlos: El Fin del Siglo Posmoderno; Ediciones del
Serbal, Barcelona: 2002; p. 51.
64
Fév re, Fermín: «La Posmodernidad o la transformación de las
utopías». Charla con el filósofo italiano Gianni Vattimo, en Clarín,
B. A ires, Agosto 15 de Octubre de 1987. En: Filosofía,
Modernidad, Posmodernidad de Marta López Gil; Editorial
Biblos, A rgentina; Texto 9, p. 17 del Anexo (1993).
Diciembre 2011, número 9
dical y apocalíptica a dicha sociedad industrial65.
4.7 Juicio apocalíptico de la postmodernidad
El pensamiento postmoderno propone, desde el punto de vista religioso, lo que se
conoce como New Age: la nueva religiosidad del mundo postmoderno. Este pensamiento y esta religiosidad, predican el fin o terminación del cristianismo, o mejor,
del catolicismo, el cual está por desaparecer, si no es que ya de plano desapareció;
pues se le identifica —o se le ubica— en la Era de Piscis, la del cristianismo, y hoy ha
surgido la Nueva Era, la de Acuario.
La Nueva Era y su principal fuente ideológica que es el gnosticismo, cuentan con
un esquema escatológico que se opone frontalmente al descrito en la Biblia y, según
Vidal Manzanares66, se asienta sobre dos pilares: la creencia en la reencarnación y
la fe en el triunfo de la Nueva Era. Este movimiento anuncia que estamos a punto de
entrar en una época distinta de la historia de la Humanidad, una época que —de hecho— concluirá la historia; la cual estará dominada por los principios de la New Age
y donde sólo existirá un gobierno, una economía y una religión mundiales.
La versión contemporánea de la gnosis más ampliamente extendida hoy es la
ideología, es decir, una doctrina cuyo objetivo es social o político, apoyada por una
amplia visión del mundo, representada como garantizada por la ciencia y mereciendo a causa de su infalibilidad, casi mágica, una adhesión absoluta de naturaleza casi
religiosa. El gnosticismo cristiano contemporáneo consistirá, pues, en abandonar el
magisterio auténtico de la Iglesia como criterio de la verdad cristiana, para buscar
el lugar de interpretación en una u otra de tales ideologías. Es el caso de todos los
cristianos que practican lo que M.J. Guillou llama «“la heterointerpretación” de la fe
cristiana, es decir, que interpretan la Revelación, no ya según la regla de la misma fe
cristiana, sino según las exigencias de una cultura ajena al cristianismo ortodoxo:
así, por ejemplo, interpretan el Evangelio a la “luz” de un marxismo, de un nietzscheanismo o de un freudismo de bolsillo. En vez de bautizar o de transubstanciar dentro
de la fe cristiana la parte de verdad que contienen estas ideologías, o —en el mejor de
los casos— “filosofías”, que disuelven la verdad de la Iglesia en un sistema intelectual
impermeable al misterio del Padre que se revela en Jesucristo. Entonces, el nombre
de Jesús “venido en la carne” (Jn 4,2) ya no es sino un pretexto para una visión del
mundo que podría igualmente prescindir de ÉI»67.
65 Vida l M a nza nares, César: En las raíces de la Nueva Era; Editorial Caribe; Nashv ille, U.S.A., 1996, p. 155.
66 Leonard, André: Pensamiento Contemporáneo y Fe en Jesucristo; Un discernimiento intelectual cristiano;
Ediciones Encuentro; Madrid, 1997, p. 27.
67 Ibídem.
77
Pharus academiæ
78
Diciembre 2011, número 9
La valentía:
de Platón a nuestros días
79
Jua n Carlos R endón Aguilar
Estudiante de Filosofía en el iest
En el «Gorgias», Platón nos relata algunos diálogos entre Sócrates y sus
amigos. Primero con Gorgias, continua con Polo y después entra en diálogo
con Calicles: — «A los de buen juicio para el gobierno de la ciudad y a los decididos, les toca regir las ciudades, y lo justo es que ellos tengan más que los
otros, los que gobiernan más que los gobernados». Esta es la idea de justicia
de Calicles.
No obstante, Calicles no es —en absoluto— el único que ha dirigido su
mirada hacia esta superioridad. También otros pensadores, como Herbert
Spencer, Nietzsche e incluso Darwin, han encontrado esa constante en la naturaleza: el que es más fuerte tiene la facilidad de actuar sobre el que es débil.
Pero entonces nos encontramos, como Calicles, con las leyes impuestas por
el hombre, que se contraponen a la ley natural. Al ser más —en número— los
débiles, acomodan las reglas de forma tal que quedan limitados aquellos a
quienes por naturaleza les corresponde más.
Y es que, si observamos a la naturaleza, podremos confirmar que Calicles
no está en un error. El león más fuerte exige y gana su comida, y en las manadas son los machos más fuertes los que ganan su derecho a aparearse. Y,
si así es como actúa la naturaleza; por tanto, aunque no es una conclusión
definitiva, sabemos al menos que así actúa la naturaleza. ¿No será que así es
como el hombre, que no vive al margen de la naturaleza sino que la refleja en
cada aspecto de su vida, debe regirse también? ¿O es que las leyes de la fuerza deben establecerse para dar paso a una superación como especie, muy al
estilo de Nietzsche? ¿O quizá el valor, que toma el centro de la conversación
—y que será el que aquí trataremos nosotros— pueda tener un sentido trascendente, que no sólo sea ubicado en cuanto a la fortaleza física o al poder
que procede del dinero o de posiciones ventajosas, sino también en cuanto a
la posición respecto de las propias creencias, del propio crecimiento, espiri-
Pharus academiæ
80
tual y psíquico, y del control de nuestro ser, ordenándolo
hacia un bien mayor?
Para poder entender los planteamientos anteriores,
debemos tener en cuenta los puntos de vista de Calicles
y Sócrates, y también echarle un vistazo al contexto del
diálogo. Hacia el final de la conversación entre Sócrates y
Calicles, el primero toma la palabra y termina en un monólogo en el que lo resume todo, pasando rápido por la diferencia entre lo agradable y bueno, para luego observar
que las cosas buenas deben llevar un orden, y terminar
aceptando que, para ordenar el cuerpo y el alma, hay que
castigar ciertas pasiones que —de otra forma— no se podrían corregir, y que —por fin—llegando a esta bondad,
se podría gozar de la felicidad en la vida. Durante todo
el trayecto de la conversación, la palabra griega ανδρεíα,
que se traduce al español como valor o valentía, encuentra un lugar especial.
Nos enfocaremos al sentido socrático que corresponde al de tener el valor de aceptar que tenemos pasiones
que no nos llevarán a nada, más que a nuestra destrucción. Debemos observar que ahora, el cambio que se da
en la forma de entender esta palabra no corresponde al
cliché de las películas de acción, donde el protagonista
es más valiente entre más esforzado o atrevido sea. Es el
cambio entre un héroe valiente, cuyo valor es medido por
el número de «malos» que mata, y el hombre sensato que
se hace frente a sí mismo.
Es la diferencia de la valentía de aparente arrojo a lo
desconocido, ante la valentía de un verdadero arrojo al
camino de la virtud. Y debemos estar alerta, porque podemos perdernos en aquel concepto que la sociedad se
crea —y que conviene a la falta de conciencia popular— y
terminar por no ver esta idea del valor interior en
absoluto.
Ahora bien, tampoco debemos pasar por alto que
nuestra sociedad está regida por un grupo de normas y
con un código moral, que proviene de la ideología cristiana, la que a su vez fue traída desde un continente donde
esta misma se consolidó, sobre la base que estos personajes propusieron y otros afianzaron más tarde. Es por esto
que me cuestiono que la comunidad de esta era postmoderna adopte con tanta facilidad esa cobardía frente a sí,
y que tenga en tanta estima la valentía de pantalla que
—a mi parecer—, nada vale. Usted tendrá su propia opinión, y la mía puede o no gustarle.
Continuando con este tópico, tomemos en cuenta
que, en esta cultura de base cristiana, los valores son
elogiados y muy «ponderados» a la hora de decir palabras bonitas, y que copiosas alabanzas les son dadas a
aquellos (valores) que son importantes, pero muy poco
de esto refleja sinceramente la valentía de la que estamos
hablando. Antes, es más fácil que las personas piensen
cosas completamente contrarias sobre estas virtudes
que tanto alaban, y esto queda muy claro para cualquiera
que observe la incoherencia de las actitudes de la gente.
Por eso hoy la reflexión de estos temas y de la cultura
de vida cristiana —para lo cual no es necesario practicar
la fe católica (o ninguna otra), sino simplemente respirar
en el ambiente de nuestra cultura—, nos lleva a considerar la valentía socrática, valorarla y vivirla desde los ojos
modernos, donde se necesita más valor para no hacer lo
que el mundo nos apremia, sólo porque nos es casi exigido por la sociedad.
Claro que —en algunos casos— también hará falta
una adecuada educación que no forme a la persona con
un código moral impuesto, sino con uno que sea comprendido y, desde la comprensión, sea aceptado. Creo
que este es un asunto vital, pues la valentía que propone
Sócrates —y que yo sostengo—, no se logrará sin la aceptación de un código moral propio que exija a la misma
persona el autocontrol y la fuerza de voluntad. Este era
precisamente el primer problema de Calicles: entender
que la bondad de los actos no siempre corresponde a
nuestros apetitos, y a nuestros deseos o dolores.
Aprendamos pues a movernos en la dirección en la
que nuestro espíritu realmente encontrará el crecimiento. No nos dejemos arrastrar por las pasiones que nos esclavizan. Encontremos la verdadera libertad. Y así, como
Calicles, convenzámonos de que es mucho más valiente
el que se hace frente, el que se anima a crecer, el que no
se esconde en una apariencia de fuerza exterior para disimular que no puede dominar lo que lleva dentro. Entendamos que los verdaderos dolores y necesidades que
debemos satisfacer, son aquellos que nos conducen por
un camino deseable. Y, finalmente, seamos nosotros los
que controlemos estas hambres, y no permitamos que éstas nos controlen a nosotros.
¡Caminemos con los pies de la razón!
Diciembre 2011, número 9
El verdadero sentido del amor
81
Ernesto Sosa Díaz
Lic. En Filosofía por el seminario
Ignacio Lehonor Arroyo, de
Tuxpan, Veracruz. Diplomado
en síntesis filosófica por la
Universidad Pontificia de México.
Actualmente estudiante de
Psicología en el iest.
El hombre por naturaleza siempre ha tendido hacia el bien, y este bien
trascedente se vuelca hacia el mismo hombre, a través de la principal virtud
que existe en el ser humano: el «amor», principio de todo y fuente última de
todo.
Es por eso que en este ensayo se analiza el sentido primario del amor, su
valor contemporáneo, la interpretación griega acerca de su grafía y su interpretación metafísica, para una valoración ética y una aplicación, a través del
principio de alteridad.
A través del largo proceso humano, el hombre se ha encontrado con la dificultad de constituirse en un ser social: la tendencia a formar una familia,
una comunidad, crear un grupo, jugar un determinado rol en la sociedad, a
buscar siempre el bienestar comunitario y personal.
La misma historia manifiesta cómo el hombre siempre se ha preocupado por ser alguien en la vida, por su familia y en general por su prójimo
(próximo). No obstante percibe una fuerza motora que lo impulsa a realizar
todas estas acciones, muchas veces no conoce cómo se llama esta realidad
que lo conduce a auto−realizarse, a contemplar su fin último, para que su
vida obtenga un sentido, es decir, obrar conforme a sus facultades espirituales (razón y voluntad) para que tiendan hacia el bien.
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Esta fuerza motora es el amor, muchas veces mal entendida, e interpretada fuera de su justa dimensión, que
le hace perder de vista su valor y su propia esencia. Por
eso, la principal preocupación de esta reflexión es retornar a la esencia propia del amor, y responder si éste es un
sentimiento más del grupo concupiscible, o si está determinado por una constitución metafísica que trasciende
la realidad misma.
En la vida no se comienza a ser alguien por una interpretación racional de lo que somos, o por cuestiones éticas implantadas por nuestros padres en la vida familiar.
Se comienza a ser alguien por un acontecimiento experimentado desde el primer día de nuestra existencia: «ser
amados». Este es el suceso que determina nuestra vida y
nos cautiva para responder a nuestro proyecto existencial.
En la actualidad, nuestro mundo cada vez más pragmatizado y relativizado ha perdido el contexto propio de
la palabra amor, que ha sustituido por violencia, destrucción, guerra, odio y, en su grado máximo, muerte.
La sociedad, en su mayoría, ya no habla de amor, de
amar a nuestros hermanos, de tener una identidad filantrópica. Hoy se habla de yo: de ser yo y no importar
nada más que yo. Por eso me atrevo a descontextualizar
la palabra guerra, para invitar a la humanidad a hacer
«la guerra del amor”» para traer la paz que tanto necesitamos. Sólo a través de este camino, el hombre puede
regresar a su principio deontológico, es decir, la felicidad.
En la antigua Grecia, ya los grandes pensadores encontraban un problema para poder aplicar el término
amor a diferentes realidades existentes en su época, pues
no era posible predicar el amor a nuestros padres, amor
a la esposa, a los amigos, a Dios, en un mismo sentido.
Así, a través de un largo proceso semántico, llegaron a la
gran empresa de tener diferentes grafías para el término
amor, con diferentes significados.
a)
Eros (ἔρως) es un amor pasional, con deseo
sensual y duradero. Aunque Eros se siente inicialmente por una persona, Eros ayuda al alma
a recordar el conocimiento de la belleza y contribuye a la comprensión de la verdad espiritual1
b)
Storge (στοργή) es un afecto natural, como
aquel que sienten los padres por sus hijos2
c)
Xenia (ξενία), la hospitalidad, era una práctica
extremadamente importante en la Antigua
Grecia. Era una amistad casi ritualizada, formada entre un anfitrión y su huésped, quienes
podían haber sido previamente desconocidos3
1 Serraima Cirici, Enrique: Gramática Griega, upm, México, p. 56., 2003.
2 Ibídem.
3 Ibídem.
d)
Philia (φιλία) es un amor virtuoso desapasionado, cuyo concepto fue desarrollado por
Aristóteles. Incluye la lealtad a los amigos,
la familia y la comunidad, y requiere virtud,
igualdad, y familiaridad4
e)
Ágape (ἀγάπη) significa amor en griego actual. La palabra agapó es el verbo «amo». Generalmente se refiere a un tipo ideal de amor
«puro», más que a la atracción física sugerida
por Eros. Por lo regular los griegos lo aplicaban
a la divinidad, y fue el término más utilizado
en la Biblia, para referirse al amor de Dios por
su pueblo5
Como se puede apreciar, los griegos tenían diferentes
términos para referirse al amor. Ellos entendían que
existían amores propios y sagrados como el ágape, y
que éste es la expresión máxima del amor en todas sus
circunstancias. Todo hombre debía aspirar a este tipo
de amor, pues purificaba el alma, la mente, el corazón
y dignificaba a la persona; daba una certeza mayor que
cualquier tesoro humano. Por eso la Biblia en el Nuevo
Testamento, que es puramente de procedencia griega,
expresa que por seguir el reino de Dios, bien valdría vender todo lo que se tiene para obtener ese tesoro que no se
roe, ni se corrompe6.
Así, el amor adquiere otro significado; ahora ya no es
de carácter personal o algo que se pueda padecer o no
padecer. El amor es amarse a sí mismo pero amando a
todas las personas, al medio ambiente y a Dios, como su
grado máximo.
San Agustín nos refiere en su libro confesiones: «Nos
hiciste Señor para ti, y nuestro corazón inquieto está
hasta que no regrese a ti»7 , o al mismo Jesucristo expresando: «Ama a tu prójimo, como a ti mismo»8 .
En el mundo actual, la palabra amor ha perdido el significado propio, como lo ha expresado el papa Benedicto
xvi, en su carta encíclica Deus Caritas Est, «Hoy el amor
se ha prostituido»9. Hoy se habla de amar a todo mundo,
de amar cualquier cosa, pero con el mismo significado.
Encontramos expresiones como amor a la esposa,
amor a nuestros hijos, amor a Dios, que serían los principios sobresalientes del amor; sin embargo, también
escuchamos expresiones como amor a la bandera, amor
al trabajo, amor al dinero, amor al perro, e incluso expresiones como «vamos a hacer el amor», para referirse al
acto sexual humano.
4 Benedicto xvi: Deus Caritas Est; Dabar; México, p. 2, 2006.
5 Ibídem, p. 2-3.
6 Cfr. Mt 6, 19-20.
7 Agustín: Confesiones, Gredos, España, Libro i, cap. 1, 2000
8 Cfr. Mt 22, 34-40.
9 Benedicto xvi: Deus Caritas Est, Dabar, México, p. 3, 2006.
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El amor hoy se ha empantanado, ha perdido su realidad sublime y se ha denigrado así en una realidad
dionisiaca, donde se ha llegado a confundir con placer,
obsesión, deseo, celos e ira.
Ya los griegos nos advertían de esta realidad, y bien
valdría elogiar su tenacidad por diferenciar los tipos de
amor en un orden jerárquico, puesto que hoy en día se
entiende la palabra amor en un mismo sentido, y para
aplicarse a cualquier realidad. Por eso existen personas
que aman más su trabajo, que a su familia; o jóvenes que
confunden el placer con el verdadero amor; o mujeres
deshumanizadas que por «amor a su reputación» prefiere abortar y matar a un niño, que tiene su pleno derecho a nacer; o los familiares de un enfermo terminal que
prefieren aplicarle la eutanasia; o personas deshumanizadas que contaminan los ríos y provocan el calentamiento global del planeta, a través de la contaminación,
sin importarles los animales, las plantas y todos los que
vivimos en este planeta, y que lo necesitamos para nuestra sobrevivencia; o encontrar países que en nombre de
un amor patriótico declaran la guerra a otros países, sin
importarles la vida de las personas y el sufrimiento que
provocaran en toda la región; o países ricos que prefieren
gastar su dinero en armamento, que destinar ese dinero
a los niños de África que se están muriendo de hambre
por no tener que comer.
Lamentablemente esta es la cuestión neurálgica por
la que nuestra sociedad se ha corrompido: se ha creado
una subcultura de la muerte. Hoy, en nombre de la libertad, se han perdido los principios primeros de nuestra
constitución metafísica.
Ya no nos inmuta ver en la televisión la muerte de tantas personas a causa del crimen organizado, a causa de
la guerra, a causa del odio entre países. Actualmente lo
vemos como cualquier noticia sin trascendencia ni importancia. Ya no nos dice nada, no nos conmueve, no nos
lleva a elevar una oración por todos ellos, por sus familias, y este es el síntoma claro de nuestra deshumanización. Es por eso que el amor no puede ser un sentimiento
como muchos lo expresan: el amor no es un sentimiento,
el amor es un estado de vida, es una opción fundamental
que debe tomar toda persona, en nombre de su felicidad
y la de sus hermanos.
Como se ha afirmado, el amor no es solamente un
sentimiento, no queda sólo ahí sino que trasciende la
realidad misma: tiene un constitutivo metafísico. El
amor no es solamente establecido en un carácter inmanente al ser humano, ya que se afirma que éste se tiene
que adecuar a aquél para establecer una adaequatio
plena, puesto que el amor tiene su fundamentación en
el ser, del cual también la humanidad posee su carácter
ontológico.
Aristóteles manifestaba la constitución metafísica
del ser humano, al firmar que el hombre está compuesto
de un binomio metafísico: materia y forma 10 o, en un
contexto más entendible, de alma y cuerpo. Este binomio está formado por una constitución intrínseca, es
decir, inalienable, puesto que sin alma no hay vida en
un cuerpo, y sin un cuerpo no habría existencia medible
de un alma. En otras palabras, se puede certificar que
el alma está hecha para un cuerpo y un cuerpo para su
alma.
Por tanto, el hombre no puede aceptar sólo su alma o
únicamente su cuerpo; éste tiene que aceptar su constitución hilemórfica y aceptar esta realidad metafísica, ya
que el amor (Eros) mal entendido tiende a exaltar sólo el
cuerpo, es decir, si el amor sólo se vuelca hacia la exterioridad y la aceptación del cuerpo, sin darle importancia
al alma, se está promoviendo la tendencia del hombre
a elogiar la belleza exterior; el hombre pierde de vista la
dignidad de cada persona; y, como afirma el sumo pontífice Benedicto xvi, el amor se convierte en puro sexo,
en mercancía, en simple «objeto» que se puede comprar
y vender; más aún, el hombre mismo se transforma en
mercancía 11. No obstante, el hombre no debe perder de
vista al alma, ya que la persona en su conjunto exige y reclama mutua compresión y donación de parte de ambos.
Cada persona debe tener en cuenta esta frase del gran
filósofo San Agustín de Hipona «ama et quod vis fac»12
(ama y haz lo que quieras). San Agustín manifiesta un
nuevo estado de vida, una condición plena de la persona humana; sin embargo, cabría encuadrar bien esta
afirmación, puesto que Agustín manifiesta un amor
trascendente (Ágape), no un mero sentimentalismo primario, para hacer después un libertinaje. En este sentido, la frase manifiesta algo sublime, no es únicamente
hacer las cosas por capricho, es un estado en el que se
manifiesta lo que como individuo puedes querer, puesto
que todas tus acciones tendrán este sentido de amar, «si
callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si
corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás
con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra
cosa sino amor serán tus frutos»13 .
Ya con esta afirmación agustiniana se puede percibir la existencia propia del amor, y que no es único de la
naturaleza humana. Este estado de vida tiene su fundamento metafísico: ¿cómo se llega a percibir? La respuesta
es: a partir del trascendental «bien», puesto que el hombre por naturaleza tiende hacia el bien, hacia la perfección, hacia buscar la plenitud de vida, y en la búsqueda
de esa plenitud, que es primeramente la búsqueda de felicidad. Y en la búsqueda de esta felicidad se encuentra
inminentemente con el amor. Ahora, ¿qué es el amor?
Ante esta pregunta que socava nuestra existencia se
debe responder: el amor es Dios mismo. Por eso san Juan
10
11
12
13
A ristóteles: Física, Gredos, España, Libro v i, 2000.
Benedicto x v i: Deus Caritas Est, Dabar, México, p. 4, 2006.
Agustín: Confesiones, Gredos, España, Libro v ii, 2000.
Ibídem
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manifiesta «Dios es amor»14 en todas sus manifestaciones. Por tanto, la definición de amor nos da una nueva
perspectiva. Ahora se puede manifestar que el hombre es
imagen y semejanza de Dios, puesto que fuimos creados
como expresión máxima de su amor. Es por eso que se
tiene que responder a ese amor amando a los demás, ya
que no existe en el mundo ninguna persona que pueda
decir que no ama, pues su constitución óntica es el amor
en su esencia propia.
Bien valdría evocar a la memoria la frase de Virgilio en las bucólicas «Omnia vincit amor, et nos cedamus
amori» (el amor todo lo vence, rindámonos también nosotros al amor).
Como ya se ha visto, sólo a través de la vivencia del
amor es como el hombre puede y debe ser un hombre
nuevo, trasformado, dignificado, pues su constitutivo
metafísico es amor. Por tanto, el hombre tiene que responder al amor infinito, amando a las personas que rodea.
Es así como surge este principio: «la alteridad», que
no es más que el amor al prójimo, es decir; adquirir importancia en tanto cuanto el otro también adquiera su
importancia. Ahora lo esencial no es lo que yo pienso
sino lo que piensa el otro: es una renuncia a mi ego, para
hacerme más con mis hermanos.
Este es el camino en el que el mundo ahora debe volcarse, porque cuando vemos la cara del otro, su cara
nos habla y nos dice el quinto mandamiento —no matarás—15, y el no matar significa cambiar nuestros planes, que muchas veces atentan contra la muerte del otro
para satisfacer nuestros placeres; en sumo grado, el otro
ahora manifiesta el rostro de Dios, y ahora Dios está en
el sencillo, en el pobre, en el hambriento, en el desprotegido, en el que la muerte se hace patente, pero también
es el que está en nuestras manos arrancarlo de esa opresión, para darle vida.
Porque sólo el hombre puede cambiar a este mundo
cada vez más lleno de maldad.
Hoy, «hay que amar hasta que duela, porque cuando
amas hasta que duela ya no puede haber más dolor, sino
más amor»16.
En esta frase se resume el sentido máximo del amor,
la donación por el otro. El amor implica dolor, esfuerzo,
sacrificio, miras su fin último y no el medio para llegar
a él.
Es así como queda expresado el sentido máximo del
amor. Ahora nos toca vivir la ley del amor, donde todos
adquirimos una importancia, puesto que todos somos
ahora vasijas de barro, puestas en las manos del otro.
Ahora nuestras manos las podemos utilizar para dárselas al que más la necesita, y no para tirarle piedras hasta
14 Cfr. 1 Jn, 4, 7-8.
15 Lév inas: Ética e Infinito, Porrúa, México, pp. 71-72, 1999.
16 Discurso de la madre Teresa de Calcuta.
que muera; para lanzarle olas de frescura ante su problemas, y no olas turbulentas hasta que lo ahoguen.
Entendido el amor en este sentido, resulta muy sencillo llevar una ética plena en toda nuestra vida, puesto
que el amor ha sido puesto como base preeminente de
toda la realidad. Es por eso que quien tiene amor, será
una persona que busque siempre el bien por sí mismo, en
su vida, en su trabajo, en la escuela, que busque el bien
común antes que una remuneración económica, donde
exista una sociedad más justa, más humana, llena de
plenitud de vida.
¡Hombres! Volvamos a nuestra esencia original. Fuimos creados para amar, para perdonar, para tomarnos
de la mano, y ver que el mundo puede ser feliz si todos
empezamos a cambiar nuestra manera de pensar. Hoy
estamos en una sociedad gimiendo dolores, asqueados
de tanto odio, de tanta guerra, de tantas muertes, de
tanto dolor. Hoy vivimos atemorizados, encerrados en
nuestras casas, temblando ante el monstruo que nosotros como sociedad fuimos creando, y que hoy se ha salido de control. Por eso, te invito a hacer esta «guerra del
amor», para que la paz que tanto necesitamos reine en
nuestro mundo, en nuestro país, en nuestro estado, en
nuestra sociedad, en nuestra familia, en nuestro hogar,
en nuestro corazón.
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Bibliografía
Agustín: Confesiones, Gredos, España, 2000.
Aristóteles: Física, Gredos, España, 2000.
Benedicto xvi: Deus Caritas Est, Dabar, México, 2006.
Biblia de Jerusalén, Descleé de Brouwer, España, 1998.
Lévinas: Ética e Infinito, Porrúa, México, 1999.
Serraima Cirici, Enrique: Gramática Griega, upm, México, 2003.
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