Zonas de influencia del Estado Lara - MSINFO
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Zonas de influencia del Estado Lara - MSINFO
ZONAS DE INFLUENCIA DEL ESTADO LARA La parte central del Estado Lara, tiene asiento en uria larga meseta, interrumpida por colinas bajas, que se extienden desde la línea divisoria del nacimiento del río Yaracuy y del curso del río Turbio, hasta el Portillo de Carera. Hacia el norte, termina esa meseta donde comienzan las primeras estribaciones de las sierras que forman el Sistema Coriano, y hacia el sur, la limita la formación andina que cruza el Estado de extremo a extremo. Esa meseta es paso obligado para el pasajero o para el vehículo de carga que sigue por carretera desde el Zulia y los Andes hacia el Centro, o desde los Llanos Occidentales de Cojedes y Portuguesa y de parte de Barinas, hacia Trujillo o el Zulia. y asimismo, para similar movimiento desde el Centro hacia Trujillo o el Zulia. Tal circunstancia ha hecho la meseta de Lara un centro de comunicaciones, lo cual se refleja tundamentalmente en Barquisimeto, que en cierta forma imanta un conjunto de actividades económicas que se proyectan hacia esta ciudad 221 Juega en este caso un importante papel la localización geográfica de la región y de su primer centro urbano, y aquí, este caso de posición estratégica geográficoeconómico, ha hecho que sea el Estado Lara una de las porciones político-administrativas del país hacia la cual se proyecta mayor número de zonas económicamente influidas y que si bien pertenecen a otras entidades federales, forman una unidad, dependiendo de un núcleo central en mayor o menor grado. El factor que ha ejercido una influencia más decisiva en crear una serie de zonas de influencia económica proyectadas hacia el Estado Lara, sin duda que ha sido el de las comunicaciones terrestres, que han venido a constituir una suerte de elemento complementario del hecho de que pequeños sectores territoriales de otros estados, se prolongan dentro de regiones naturales cuya extensión mayor está en el Estado Lara. Tal sería el caso, entre otros, de Yaritagua y su valle, localizados en las vegas marginales del río Turbio, río cuyo valle constituye la base de la economía agrícola que contribuye a vigorizar un aspecto importante del comercio y de la industria agrícola de Barquisimeto. Hace algún tiempo, señalábamos para el Estado Lara cinco principales zonas de influencia econórnlca.' a saber: a) zona de Yaritagua, Estado Yaracuy, sobre cuya economía cañamelar se hace sentir poderosamente la del valle del Turbio y la de Barquisimeto; b) zona de Churuguara, Estado Falcón, de economía cafetera, de frutos menores y de ganadería equina, donde la atracción comercial es más hacia Barquisimeto que hacia Coro; e) zona de Biscucuy y Chavasquén, Estado Portuguesa, cuya producción cafetera, de frutos menores y de tubérculos, fluye casi en su totalidad hacia Barquisimeto a través de El Tocuyo, a lo 1. 222 Pascual Venegas Filardo, "Slntesis Esquemática de la Economfa del Estado l.ara". Cámara de Comercio del Estado Lara, Barquisimeto, 1952. largo de la carretera engranzonada hasta esta ciudad y de carretera pavimentada, hasta Barquisimeto; d) zona de Campo Elías, Estado Trujillo, también a través de la carretera Tocuyo-. Barquisimeto; e) zona de Acarigua-Araure, Estado Portuguesa, cuyo intercambio económico se realiza más con Barquisimeto y con Valencia, que con el resto del Estado. A las zonas enumeradas anteriormente, aunque con una influencia menor, añadiríamos las siguientes: 1) zona de Boconó, Estado Trujillo, ya que es fácil el intercambio con Barquisimeto a lo largo de la carretera Boconó-Campo Elías-Guárico-EI Tocuyo-Quíbor-Barquisimeto; 2) la región sur de El Blanco, al suroeste del Estado Falcón, que prácticamente forma una unidad económica con la zona ganadera de Carora; 3) las comarcas inmediatas a El Trentino, un poco más allá del límite Lara-Trujillo; 4) el sector del valle del Yaracuy comprendiendo las localidades de Urachiche, Sabana de Parra y Chivacoa, donde en verdad la influencia ha decrecido desde la instalación del Central Matilde y desde el mejoramiento de la carretera que une esas porciones a San Felipe y a Puerto Cabello. Por razones de relieve, ante de contarse con una buena carretera, eran más fáciles las comunicaciones hacia Barquisimeto, que hacia las capitales de los respectivos Estados a los cuales pertenecen las zonas de influencia que hemos citado. Así, trasladarse desde Yaritagua a Barquisimeto, no ofrecía problema alguno por espacio de muchos años, pues se contaba con un camino transitable fácilmente y de una longitud de apenas 25 km; era fácil venir desde Churuguara a Barquisimeto, o simplemente a las poblaciones larenses de Aguada Grande o Siquisique al norte del Estado, mientras era problema grave cruzar los valles y las sierras situadas al norte del Distrito Federación para llegar a Coro; de igual manera, el camino entre AcariguaAraure y Barquisimeto, fue transitable todo el año desde época distante, mientras que entre esas dos localidades y 223 la capital de Portuguesa, Guanare, precisaba cruzar no menos de seis ríos de gran caudal, casi infranqueables durante la estación lluviosa, hasta el punto de que a veces, Guanare quedaba prácticamente aislado, situación que vario al tender los puentes en la carretera occidental de los Llanos. A todo lo anterior, se añade que Barquisimeto era plaza de mayores recursos tanto en el campo comercial e industrial, como en el cultural. Este último factor, en el aspecto educacional, ejerció notable influencia a través de los años, lo cual se hizo más sensible desde la fundación de un colegio para señoritas por las Hermanas de San José de Tarbes y de un colegio para varones por los Hermanos Cristianos de La Salle. Esos dos. institutos, y sobre todo sus internados, hicieron converger hacia la capital de Lara un contingente importante de hijos de comerciantes, agricultores y profesionales, incluso de comarcas situadas mucho más allá de las zonas de influencia económica a las cuales hemos hecho mención. Otro factor que influyó poderosamente para ir cimentando y dando fuerza al flujo económico hacia el Estado Lara desde regiones periféricas de esa entidad federal, fue la construcción del Ferrocarril Bolívar, entre Barquisimeto y el puerto de Tucacas. La vía férrea, ofrecía posibilidades para un transporte fácil, más barato que las recuas y las carretas y más rápido que esos métodos de tracción de sangre. Sobre todo los frutos de exportación, representados fundamentalmente en el café, hicieron afluir hacia Barquisimeto la producción del grano de zonas no larenses, y todavía puede recordarse que varias firmas comerciales, algunas desaparecidas como las de Calderón e hijos y de García Hermanos, otras que subsisten como las de Lindheimer y las de Blohm, hoy Beco, centralizaban y contribuían a exportar el café de la producción estatal y de otras zonas no pertenecientes a Lara. Fue tal la 224 importancia que alcanzó este movimiento comercial, que dos firmas comerciales, las de Lindheimer y la de Blohm, como dijimos, hicieron prolongar hasta el interior de sus almacenes los rieles de los tranvías de carga de tracción a sangre que funcionaban en Barquisimeto, de manera de llevar directamente el fruto hasta la estación del Ferrocarril Bolívar, desde donde se conducía por tren a Tucacas y de allí, por barco, a Puerto Cabello, puerto de exportación. Y lo que ocurría en cuanto al café y su exportación, sucedía para muchos frutos y víveres de abastecimiento interior, que hacían de la capital de Lara su centro de redistribución y del Ferrocarril Bolívar su vía más expedita para llegar hasta su destino definitivo. " Han sido las vías de comunicación, fundamentalmente las carreteras, las que más han influido para crear la mayoría de las zonas de influencia económica que pueden apreciarse en relación con el Estado Lara. En ciertos casos, puede añadirse el factor que radica en que una misma región natural cuando es compartida por dos estados, y seguramente la producción resultante de las labores agrícolas, se orienta hacia el centro urbano de mayor significación que ha de servir, o de mercado, o de centro de redistribución de esa producción, que en este caso, es la ciudad de Barquisimeto, localizada en el ángulo sudeste de la meseta de Lara. Uno de los casos más característicos de las zonas influidas económicamente por el Estado Lara, es el Distrito Sucre del Estado Portuguesa, cuya superficie total está dentro de la Cordillera Andina, en el ramal de Portuguesa, la sierra mas oriental y larga de los Andes venezolanos. Las dos principales localidades de este distrito, su 225 capital Biscucuy, y Chavasquén, cabecera de muructpro, fueron unidas hace algunos años por una carretera engranzonada con El Tocuyo; y como se sabe, esta ciudad está a su vez, unida a Barquisimeto por una excelente carretera pavimentada de unos setenta kilómetros de longitud, lo cual favorece el tráfico entre el mencionado Distrito Sucre y la capital de Lara. La situación ha variado al construirse la carretera Guanare-Biscucuy. Otra zona de influencia del Estado Lara donde la carretera ha ejercido una influencia poderosa, es la integrada por el sector que se abre hacia los Llanos de Portuguesa, por Acarigua y Araure. La existencia de la carretera engranzonada Barquisimeto-Acarigua, que antes de trazarse la antigua carretera Barquisimeto-Taborda era un tramo de la trasandina, facilitó notablemente el comercio entre la capital de Lara y zonas llaneras que llegaron a prolongarse hasta Barinas. Barquisimeto era el mercado obligado de parte de la producción de ese sector llanero-occidental. Constantemente, llegaban hasta esa ciudad convoyes de carretas de tracción animal, cargadas de manteca de cerdo, de cuero, de chimó crudo, de pescado salado, que, o eran consumidos o transformados en Barquisimeto, o eran reexpedidos hacia Puerto Cabello o hacia otras plazas. A su vez, para la época en que las casas comerciales hacían de institutos bancarios en sus relaciones con ciudades de otras regiones, este tipo de operaciones era frecuente entre Barquisimeto y ciudades del área llanera a que hemos hecho alusión. Llegada la era del camión, desarrollada en Acarigua la industria de la madera, las porciones geográficas aludidas han seguido influidas económicamente, o por el Estado Lara y su plaza principal Barquisimeto, o por el Estado Carabobo y sus plazas principales Valencia y Puerto Cabello. Las regiones económicas no tienen forzosamente que coincidir en su totalidad con las regiones naturales; pero en el caso de la cuenca del río Turbio medio, o sea el 226 tramo que se prolonga de este río y su valle desde Barquisimeto hacia el Yaracuy, para luego cruzar las sabanas de Londres y penetrar en Cojedes, se da un típico ejemplo de región económica y geográfica coincidentes. Y como la plaza económica eje de la región es Barquisimeto, forzosamente el área de Yaritagua viene a ser una zona directamente influida por la capital larense. La existencia hoy de dos vías que enlazan a Barquisimeto con Yaritagua y la unificación de todas las haciendas del valle para integrar un solo central azucarero como es el central Río Turbio, hace más intensa esta influencia económica, hasta el punto de formar una unidad geográfico-económica Yaritagua con Barquisimeto, cuyo factor vital de enlace es el mencionado central. La influencia económica ejercida por el Estado Lara sobre el área del Distrito Federación del Estado Falcón, radicó asimismo en el problema de las comunicaciones. Tradicionalmente, la producción de ese sector geográfico, e incluso de otros vecinos del mencionado distrito, ha salido por el Estado Lara vía Barquisimeto hacia Puerto Cabello, o bien. directamente al mercado consumidor de Barqulsimeto. El Distrito Federación produce un 60 por ciento del café cosechado en el Estado Falcón y un veinte por ciento del maíz cosechado en el mismo estado, y la casi totalidad de esa producción, lleva vía del Estado Lara por las circunstancias anotadas. Igual ha ocurrido en el transcurso de los años con el afamado ganado equino, particularmente mular, que se produce en la región. cuyo mercado consumidor estaba en el Estado Lara o en el tránsito hacia los Llanos de Occidente. La carretera Falcón-Lara influye incluso en zonas más vastas, debido a la atracción de Barquisimeto como plaza comercial, antes que los mercados de consumo que residen en las zonas de refinación de Paraguaná, que pueden ser plenamente abastecidas por la producción del valle de San Luis y por un 227 amplio sector de lo que Aníbal Hill Peña denominó la Guayana Caquetía. Un caso interesante de integración de una región económica, es el área ganadera que se ha estado consolidando en el Distrito Torres del Estado Lara, con prolongaciones hasta la zona de El Blanco, en el Estado Falcón. La instalación reciente de lactuarios en el Distrito Torres, las perspectivas de otros para esa misma zona, influirán poderosamente en las zonas vecinas, que con una pequeña ganadería hasta hoy, verán a ésta incrementarse y convertir en una gran región pecuaria, con proyecciones industriales, toda una zona económica que no sólo influiría en el suroeste de Falcón, sino incluso en las nuevas porciones ganaderas que se están formando en el Estado Trujillo, luego de la erradicación del paludismo. Muy posiblemente la construcción de varias vías, hará variar un poco, en algunos aspectos, ese mapa de influencias regionales que la economía del Estado Lara ejerce sobre sectores vecinos. Pero de todas maneras, no creemos que las nuevas vías, cambien totalmente el panorama. 228 ALGUNAS TENDENCIAS DE LA POBLACiÓN DEL ESTADO LARA Hasta 1936. de acuerdo con los datos que ofrecen los diversos censos de población, el Estado Lara era la entidad más poblada del pats, As], el censo de población de dicho ario. dio los siguientes resultados para las entidades de mayor número de habitantes: 291.230 Estado Lara Distrito Federal '" oo....... Estado Zulia 283.418 275.421 Dicha situación cambió según los datos del censo de 1941, de acuerdo con las cifras que arrojó: Distrito Federal...... ......... ......... ...... 380.099 Estado Zulia 345.667 Estado Lara 332.975 229 La situación se mantuvo en el mismo orden según los datos del censo de 1950: Distrito Federal... 709.602 Estado Zulia 560.336 Estado Lara 368.169 A la luz de los datos censales para 1971, esta situación ha cambiado en lo que atañe al Estado Miranda, cuyo Distrito Sucre forma parte del Area Metropolitana y ha sido una forma muy activa de recepción de migradores nacionales, así como de inmigrantes procedentes de diversos países. El desarrollo industrial, el aumento de la burocracia oficial y el migrador que engrosa el amplio contingente de subempleados y desempleados, ha hecho crecer la población del Area Metropolitana compartida por el Distrito Federal y Miranda, y se ha extendido a la región metropolitana que alcanza el Litoral Central y tres distritos, además de Sucre en Miranda. El crecimiento de por lo menos cuatro entidades, se ha debido en buena parte a la inmigración externa e interna. Táchlra, Zulla y Distrito Federal han recibido un elevado contingente de colombianos. No pocos de los inmigrantes europeos están radicados fundamentalmente en el Area Metropolitana de Caracas. Sólo el Táchira ha recibido en el último lapso intercensal alrededor de 50.000 colombianos, mientras que en el Estado Lara, según el censo de 1971, sólo residen 2.000 colombianos, de un total de 13.576 residentes no nacidos en Venezuela. De una población de 671.410 habitantes según el censo de noviembre de 1971, la aportación foránea, nacional e internacional, no llegó a 100.000 personas. Según el censo de 1982, Lara arrojó una población de 1.047.633 por debajo del Distrito Federal, Zulia y Miranda. 230 Una de las características de la población del Estado Lara, es su poca tendencia a la emigración. Quizás el hecho que más provocó el éxodo rural hacia la capital o hacia otras ciudades del país, fue el ocurrido hace unos 25 años, cuando se emprendió una campaña contra el ganado caprino, la riqueza más próspera del medio semiárido del Centro y Norte del Estado Lara. El exterminio de esta especie, provocó la emigración del campesino, ya que de ella derivaba su sustento fundamental a través de una etapa varias veces centenaria. Pero en general, el nativo del Estado Lara, es poco propenso a la emigración. El termómetro al respecto puede ser el Distrito Federal. La población de larenses radicada en esta entidad según los tres censos inmediatamente anteriores al de 1971, fue la siguiente: 1961 32.872 1950 21.856 1941 8.429 Aun cuando no disponemos de. datos especificados, podría aseverarse que las migraciones en el Estado Lara han sido fundamentalmente, en el interior del mismo Estado. Ha habido, sin duda alguna, migraciones hacia los centros urbanos, ya que ellos ofrecen mayores posibilidades de ocupación. La característica no migratoria de la población larense, quizás obedece a que la riqueza básica regional radica en la agricultura y que esa agricultura se desarrolla en suelos mejorados o en suelos no erosionados, como no acontece en otras zonas de la Cordillera donde la erosión y la desaparición en muchos lugares de la capa vegetal, ha provocado el éxodo, en especial a los centros urbanos y sobre todo, hacia el Area Metropolitana de Caracas. 231 A través de investigaciones realizadas por el suscrito, así como por estudios llevados a cabo por geoeconomistas, en su mayoría no venezolanos, la importancia de Barquisimeto como centro urbano se debe a su favorable localización, en una encrucijada de caminos que han hecho de la ciudad un centro comercial por excelencia. Véanse al respecto, "Barquisimeto, una ciudad mercantil en Venezuela", por Erdmann Gormsen, y las observaciones de Leví Marrero en "Venezuela y sus recursos". Los polos de interés económico atraen y concentran población, y así la tendencia actual de la población del Estado Lara, de acuerdo con los datos del censo de noviembre de 1971, es ir hacia aquellos lugares y zonas donde al crearse riqueza, presentan posibilidades más satisfactorias para el poblador. Así, hay tres distritos del Estado Lara en los cuales e ha hecho sentir un aumento de la población, gracias a la tecnificación e incremento de la actividad agrícola, o paralelamente a ésta, el nacimiento de la actividad industrial. Nos referimos a los Distritos Palavecino, Jiménez y Morán. En Palavecino, la capital del distrito, Cabudare, así como Sarare, se han constituido en centros de importantes actividades agrícolas e industriales. Así, Cabudare. de 2.716 habitantes en 1950, ha pasado a 14.593 en 1971; Sarare, de 1.382 en 1950, pasó a 6.948 en 1971 y Los Rastrojos, la otra cabecera de Municipio en el distrito, de 890 en 1950, pasó a 5.327 en 1971. Quíbor, capital del Distrito Jiménez, ascendió en el mismo lapso de 3.742 a 12.216 y El Tocuyo, capital del Distrito Morán, pasó de 5.586 en 1950, a 19.351 en 1971. Para concluir, el crecimiento de Barquisimeto según los últimos cinco censos de población ha sido así: 232 1936............ 36.429 1941 54.796 1950 105.108 1961 198.981 1971 334.333 233 LARA TIERRA DE FASCINANTES CONTRASTES El Estado Lara participa de dos regiones geográficas muy disímiles: el norte corresponde a la Formación LaraFalcón, región natural integrada por las sierras, sabanas y valles donde son relativamente escasas las lluvias y por tal circunstancia, se observa el predominio de la vegetación xerófila con la presencia de espinares y cujizales como especies más general·izadas; y hacia el sur, se advierte cómo cambian el clima y la vegetación, desapareciendo las plantas espinosas y reemplazadas éstas por la vegetación de zonas más altas, sencillamente porque ese sur, forma parte de la Cordillera de los Andes. Todo esto hace que para el observador, el Estado Lara se le muestre como un mosaico de micropaisajes, donde con la excepción del litoral marítimo y de las altas cumbres de hielos perpetuos. esté allí resumida toda la imagen de Venezuela. Si el viajero recorre la carretera que va desde Barquisimeto hacia Acarigua. luego de dejar tras de sí Cabudare, cuando se acerca a Sarare, se encontrará con llanuras pobladas de gramíneas y donde pasta numeroso ganado. Sencillamente, allí está una puerta de los Llanos; 235 por allí corre el río Turbio, que pronto se llamará Cojedes; por allí corre el Sarare, tributario del Cojedes. Se está allí en un pedazo de los Llanos de Piedemonte que se extienden sobre los 200 metros sobre el nivel del mar y que constituyen la transición entre la Cordillera y las denominadas sabanas de Portuguesa. Si en lugar de abrirnos camino hacia el sur, nos dirigimos hacia el Oeste, ya sea hacia El Tocuyo por la vía de Quíbor, o hacia Carora por la vieja Carretera Trasandina, recorreremos la Meseta de Lara, denominada Meseta de Segovia por algunos autores extranjeros, como Preston James y Ralph Liddle. Aquí tenemos ante la vista una imagen de la desolación. Los suelos arcillosos, comúnmente de color rojizo por la presencia de sales férricas, han sido erosionados por la acción de los vientos, de las recias lluvias esporádicas, por los rebaños de ganado caprino, o simplemente, por la acción del hombre. Las aguas pluviales, escasas pero a veces torrenciales, han labrado profundas cañadas. El hombre ha destruido las antiguas selvas xerófilas formadas por mimosáceas, cactáceas, plantas acaules de fibras duras y otras especies del medio geográfico semiárido y seco. Esa meseta, que alcanza hasta las sabanas de El Tocuyo y de Carora, está interrumpida por colinas de poca elevación, por hondonadas en las cuales se ha depositado una delgada capa vegetal. En esa meseta habita el hombre y en sus ángulos, se extienden tres de las principales ciudades del estado: Barquisimeto, El Tocuyo y Carora. Si desde Barquisimeto, Quíbor o El Tocuyo nos dirigimos al sur en busca de la Cordillera, a poco, cambia el paisaje. Desde Barquisimeto, cruzando el río Turbio en dirección a Río Claro, o desde Quíbor, en dirección a Sanare, o desde El Tocuyo, en dirección a Guárico, observaremos cómo a medida que dejamos atrás la meseta erosionada y hierática, el paisaje se nos cambia casi sin violencia. Los aires cálidos desaparecen. El cardón y el cují es reempla'236 zado por el helecho arborescente, las plantas de altura se despliegan por laderas y hondonadas, la cocuiza es sustituida por el cafeto, las aguas corrientes se multiplican, . pequeñas cascadas caen sobre los caminos, el viento tiene temperatura de montaña. Se está entonces en los Andes larenses, tan extensos como los del Táchira, tan pintorescos como los de Trujillo, a pesar de que a Lara no se le considera como a un Estado andino. Los pueblos se multiplican. La fisonomía del paisaje está acorde con el traje y las costumbres del habitante. La niebla ciñe las faldas de los montes. Y a lo largo de la Cordillera se multiplican los poblados: Río Claro, San Miguel, Sanare, Cubiro, Guárlco, Humocaro Alto, Humocaro Bajo, Barbacoas, El Empedrado. En los páramos el frío es cortante y desde las faldas de las montañas, se desprenden tímidos hilos de agua que luego, se integran en ríos de abundante caudal como el caso de El Tocuyo. Si se atraviesa las sabanas de Carora, en cuyo centro se levanta la ciudad culta, señorial y laboriosa, surge pronto nuevamente la Sierra. Se asciende hacia Pie de Cuesta, hacia Quebrada Arriba. Se está en los antiguos asientos de los jirajaras. Así se ha llamado la sierra que el hombre encuentra cuando va hacia el Oeste pasada la sabana. Esa sierra es una divisoria de aguas, tras de la cual están las sabanas ribereñas del Lago de Maracaibo. Allí, el hombre ha forjado en el transcurso del tiempo una riqueza fundamental, como es la ganadería. Desde la sierra descienden ríos que se secan en su recorrido pero que son tumultuosos durante la estación lluviosa. Por allí corre el Morere, el Bucares. Son ríos de aguas temporales, pero las cuales podrían represarse para alivio durante los meses de sequía. Viajando hacia el norte del estado, nos tropezamos con las sierras nuevamente. Tras el paisaje reseco que se extiende entre Barquisimeto y El Eneal, un poco más allá está Duaca, llamada años atrás con razón la Perla del 237 Norte cuando sus cafetales eran riqueza pródiga, cuando el ferrocarril llegaba allí con su factor de progreso. Al norte de esa pequeña ciudad, comienza a levantarse la sierra de Aroa, no lejos nace el río del mismo nombre y algo más al norte, están las selvas de Moroturo, densas, misteriosas, con sus riquezas inéditas. Algo hacia el noroeste de Barquisimeto, pasados los parajes resecos de Carorita y Moyetones, comienzan a alzarse otras sierras que como las de Bobare y Matatere ofrecen una desnudez dramática. Más al norte están otras sierras como las de Aguada Grande, de Baragua, donde las lluvias caen más abundantemente y el verdor está más presente. Ya allí se multiplican los cafetales y la naturaleza es más pródiga. Desde los Andes larenses, desciende El Tocuyo, que cruza luego como cinturón verdoso, amarillento en las crecidas, las sabanas resecas. Pero en las vegas que se alargan paralelas a sus riberas, todo es verdor porque por allí, se dilatan los cañaverales, que producen azúcar en El Tocuyo, o papelón en zonas más al norte. Por un recodo de la meseta larense, en su ángulo sureste, corre el río Turbio, que también vigoriza las vegas donde se multiplican asimismo los tablones de caña y algunos trapiches alternan con los modernos centrales azucareros. Dentro de ese paisaje múltiple, existe una dinámica economía que basa sus fundamentos en la agricultura. Los cultivos del café, de las papas, de las cebollas, en las montañas; la agricultura del maíz y de las leguminosas en laderas, sabanas y valles, y donde el paisaje presenta aspecto semidesierto, la tierra produce sisal y cocuiza, frutales como la piña y la guayaba. Donde las perforaciones han logrado agua del subsuelo, aparecen fincas agrícolas o pecuarias. Y en general, por las sabanas y los valles, ha surgido una excelente ganadería, la cual se patentiza en su mejor exponente, en el área donde la ciudad de Carora es centro y crisol de actividades reproductivas. De "Kene", 1969 238 TRES NOTAS SOBRE ~L ÁMBITO LARENSE Cuando murió Alberto Castillo Arráez, escribimos una nota reminiscente acerca de lo que fue para nosotros este inolvidable compañero de juventud. Ella nos dio motivo para seguir trajinando el tema relativo a la ciudad en la cual ambos nacimos, y de allí salió. una serie de crónicas que titulamos genéricamente "El otro Barquisimeto". En ellas evocábamos cómo era la ciudad y su gente más de medio siglo atrás. Esas crónicas merecieron grata acogida por larenses que nos hicieron saber que las leían, pero se dio el caso de que un amigo nacido en una ciudad oriental nos dijo casi a manera de reclamo algo así como: "Tú no escribes sino de Barquisimeto", y tras ello, callamos nuestros comentarios que pretendían hacer la historia de una urbe y su desarrollo en el discurrir del tiempo. Seguramente la aseveración no era justa. pero sí en cierta manera venenosa. Nos ha preocupado por lo general todo lo que atañe a Venezuela. Sólo en El Universal, hemos escrito más de dos mil artículos firmados. relacionados con el país, y nuestro interés por él lo pueden ratificar el casi centenar de promociones que en varias -escuelas de dos universidades asistieron a nuestras cátedras 239 de Geografía de Venezuela, de Geografía Económica de Venezuela, de Geografía Histórica de Venezuela y de Historia de la Economía Venezolana. Ello ratifica que no somos regionalistas ni localistas, sino integralmente venezolanos. De ahí que en esta oportunidad no nos asisten regionalismos. Pero no podemos pasar inadvertido el justo homenaje de que fue objeto nuestro paisano larense, caroreño y amigo dilecto por más de medio siglo, como lo es Luis Beltrán Guerrero. El es uno de los humanistas más calificados que tiene Venezuela y sus escritos semanales, o sus trabajos de mayor amplitud y profundidad, están llenos de sabiduría; en la mayoría de los casos, de ese chispeante humorismo que sabe dar a su palabra conversada o escrita. Habla muchas veces con voz de gran tribuno y abruma la suma de citas cultas con que adorna su decir. Guerrero ha cumplido setenta y cinco años, que son años fecundos. En la plenitud de su madurez, su palabra se hace acerada y densa. Coincide con este homenaje en sus tres cuartos de siglo, la aparición de un nuevo tomo de sus Candideces, serie de libros donde en textos breves, recoge lo disperso de su obra literaria casi siempre más humanística que periodística, en las cuales a la donosura de su estilo se añade la vivacidad de su frase y el avizorar constante del acaecer cotidiano. Otro tema vigente relacionado con el Estado Lara, es el aparentemente prometedor viraje que ha tornado lo que se refiere a la finalización de las obras del Proyecto Yacambú. Efectivamente, leímos una noticia en la cual se dijo que un organismo económico internacional, está dispuesto a financiar el 50% de lo que resta por realizar del proyecto. Se habla mucho, y pese a tanto hablar, las cosas se quedan en el aire. Ojalá lo dicho sea pronto una realidad. Lo pide no sólo la agricultura larense, sino una porción importante de la agricultura nacional. Se sabe que Lara es hoy 240 el primer productor agrícola del país. La conclusión de esa obra incrementará notablemente esa producción. Cobrará fuerza la labor frutícola y así dejaremos de ver la multiplicación de cajas con frutas exóticas, especies que se comenzaban a cosechar con cierta abundancia aquí. Desaparecerán esos rótulos en cajas que se ven a diario en las aceras de Caracas, donde se puede leer García Family o Washington Apples. Tendremos cómo luchar contra la invasión de papas cosechadas en un país vecino y de lo cual se quejan los productores venezolanos de los Andes, en especial del Estado Mérida. Ojalá todo eso del financiamiento de las obras de Yacambú no se quede en una simple noticia periodística. Como anunciamos una vez, se publicó en la prensa y ha merecido amplios reportajes en dos diarios caraqueños, y en uno de ellos ocupó la carátula de un suplemento sabatino, sobre que nuestra biblioteca resolvimos donarla a la ciudad de Barquisimeto y anexarla a la Biblioteca Pública "Pío Tamayo" de esa localidad. Hemos enviado en los últimos años numerosas piezas bibliográficas y hemerográficas. Lo único que pedimos es que el haber de esa biblioteca, no se disperse. Se comentó una vez con cierta precipitación que no se le podía dar una sala a cada donante de una biblioteca. Pero sucede que con sólo la nuestra, se puede abrir una biblioteca pública. En ella hay ediciones de los siglos XVIII y XIX. Hay probablemente más de cinco mil títulos dedicados con autógrafos de autores de alto prestigio como Alfonso Reyes, Ramón Gómez de la Serna, Vicente Aleixandre, Alejandro Casona, Jorge Carrera Andrade, Germán Arciniegas, Pablo Neruda, Humberto Díaz Casanueva, Jorge Icaza, Luis Alberto Sánchez, Concha Meléndez, Enrique Labrador Ruiz, y dejemos de contar. En esta biblioteca que donamos, hay numerosos libros de economía, ciencias sociales, medicina, ciencias naturales, ciencias jurídicas, historia, geografía, biología, a más de varios millares de libros de 241 poesía, de narrativa, de ensayo. También de otras especialidades como pedagogía, sicología, siquiatría. Vale decir, es una pequeña biblioteca integral, acompañada de una hemeroteca que quizás llegue a más de 30.000 revistas. Se nos dijo en el presente año, cuando asistimos a la inauguración de la denominada "Biblioteca del Oeste Pascual Venegas Filardo", que para septiembre estaría lista una sala para colocar nuestra biblioteca, anexa a la "Pío Tamayo". Pero fuentes que creemos fidedignas, nos han informado que esa sala aún no se ha comenzado a edificar. ¿Será eso así? Que el gobernador del estado, o el alcalde de la ciudad, o la coordinadora de bibliotecas de Lara, o la directora de la "Pío Tamayo", nos diga algo acerca de eso. 1990 242 BARQUISIMETO: 1552 • 1986 En estos días se ha conmemorado un año más de la fundación de Barquisimeto. En verdad, no se puede precisar la fecha exacta de la fundación de la ciudad que se estima fue en el mes de septiembre, Américo Briceño Valero llamó a Trujillo la ciudad portátil, y Barquisimeto lo ha sido. Nació en 1552 como Nueva Segovia de Buría y se estableció como fundador a Juan de Villegas. Las minas de oro descubiertas en la comarca fueron un aliciente para el poblamiento, pero el clima no benigno fue asimismo uno de los factores que impidió la estabilidad de la pequeña villa, a lo cual se añadió el enguerrillamiento de los indígenas locales. Y así, Nueva Segovia de Buría dejó de llamarse así, bautizada en aras del río que corre por sus cercanías y que luego de atravesar las denominadas posteriormente Sabanas de Londres, va a engrosar el caudal del río Turbio, que luego se llamará Cojedes. Se trasladó la nonata ciudad a un sitio no distante del río Turbio o río Barquisimeto, para luego ocupar su lugar definitivo ya con el nombre de Nueva Segovia de Barquisimeto. Siempre hemos creído que la urbe definitiva tuvo su asiento entre el sitio denominado Cruz Blanca y la meseta que se extiende hacia el Oeste. La ciudad creció sobre el borde sur de esa 243 meseta, paralela al río Turbio. Así, los pobladores tenían a no mayor distancia las aguas del caudal no tan menguado en ese entonces con cuyo líquido regaban las vegas del valle, asiento de los caquetíos, y cuyo verdor, admiró a Nicolás de Federmann y a sus huestes como lo narra en las memorias de su viaje por esos parajes. La línea urbana de esa ciudad, se fue extendiendo de este a oeste, y la que fuera la primitiva ciudad creció y se expandió de sur a norte. Hay diversos hechos que lo registran así. Los templos se fueron construyendo o reconstruyendo a lo largo de una sola calle, la que se denominó Regeneración. Tres de sus templos principales, la Concepción, San Francisco o antigua Catedral y Nuestra Señora de la Paz, están edificadas en una misma calle. San Francisco, en el cruce de las calles Catedral y Regeneración; la Concepción, en el cruce de esta misma calle y la del Obispo, finalmente La Paz dos cuadras más hacia el oeste. Altagracia quedaba al sureste de éstas pero aproximadamente en las mismas líneas de las anteriores. El templo de San Juan, que permaneció en ruinas durante muchos años, quedaba hacia al oeste en la misma línea de las anteriores, próximo a la demolida cárcel de las Tres Torres, o sea sobre la calle Aldao que corre de norte a sur hasta la cuesta que lleva al río y es conocida como Cuesta de la Tres Torres. La ciudad creció así de sur a norte, y la expansión de la misma hacia el sector septentrional fue estimulada por el tendido de rieles del Ferrocarril Bolívar, que dio origen a la construcción de la avenida 5 de Julio, que prolongó la calle Páez y la edificación de algunas quintas, la primera de las cuales y más vistosa de todas, fue la construida por don Roseliano Octavio. La administración del ferrocarril creó un hermoso jardín y frente a la estación ferroviaria se construyó la Plaza Independencia, creemos que inexistente hoy. Diversos monumentos locales fueron erigidos durante el siglo XIX y, en especial, al final del mismo. Ellos 244 fueron, entre otros el edificio del mercado público, construido de obra limpia de ladrillo, con- arcadas de medio punto y locales exteriores destinados a diversos comercios y en uno de ellos se efectuaban los ensayos de la Banda Marcial del estado. Frente al mercado, se construyó la Plaza Miranda, hoy Plaza Bolívar, y dos cuadras más al norte el edificio del Teatro Juares, todas obras diseñadas y dirigidas por el ingeniero Jesús Muñoz Tébar, y todas, creemos bajo la administración del general Aquilino Juares. Cuando se llegó al siglo XX, Barquisimeto era una ciudad de unas 20.000 almas, o quizás menos. Esa población llegó en 1920 a 23.000 habitantes. La ciudad antes del auge petrolero, de este a oeste, tenía como calles principales, las denominadas Regeneración, hoy carrera 16; Ilustre Americano, hoy carrera 17; Ayacucho, hoy carrera 18; Libertador y antes calle Real, carrera 19; del Comercio, hoy Avenida Veinte y San José, luego avenida Miranda, hoy carrera 21. Todas eran calles empedradas con aceras de ladrillo hasta que los generales Torrellas Urqulola y luego David Gimón, iniciaron la construcción de las aceras de cementos. Torrellas Urquiola construyó la avenida que llevó su nombre en rnernoría a su prestancia, que conducía al cementerio, y el general Rafael María Velasco Bustamante construyó la Avenida José Félix Ribas, que se extendía desde la Capilla Evangélica hasta el sitio denominado Casamayor, que era la entrada a Barquisimeto cuando se venía de los Llanos o del Centro. Era una ciudad pequeña, con sus tranvías de caballos, sus coches, su coche fúnebre tirado por caballos negros enjaezados con plumas del mismo color y unos poquísimos automóviles. La calle del Comercio era ocupada por expendios de mercancías secas; un porcentaje alto de ellos propiedad de sirios y libaneses y, a su vez, la calle de San José era dedicada a los expendios de víveres. Tres periódicos circulaban en esas primeras décadas de este siglo: "Eco Industrial", "El Impulso" y "El Heraldo", y 245 varios semanarios entre los cuales se destacaban "Notas", dirigido por el poeta y humorista Juan Guillermo Meneses. Hoy, la ciudad según las estadísticas oficiales, cuenta, con más de 684.000 habitantes, aun cuando creemos es una cifra algo conservadora. Es una ciudad populosa y cosmopolita. Pero en el fondo, para quienes nacimos allí, sigue siendo la misma ciudad cantada en candorosas estrofas por el poeta Rafael Garcés Alamo. Y damos fin a estas breves rememoraciones de barquisimetano fiel a la ciudad en la cual vino a la vida, y deseamos dedicárselas a nuestro ignorado enemigo que se opuso a quien esto escribe, dijese el discurso de orden el día en que la ciudad cumplió un nuevo año de vida. 1986 246 BARQUISIMETO: UNA CIUDAD EN DESARROLLO Leví Marrero, en la mejor Geografía de Venezuela que ha sido publicada en el presente siglo, y a su vez la de concepción más moderna en cuanto a presentación y planificación, cataloga a Barquisimeto como la "tercera ciudad venezolana, típico nudo de comunicaciones". No nos corresponde -ni queremos hacerlo- dar una categoría a esta ciudad; en particular, porque nacimos allí. El regionalismo ha estado siempre muy distante de nosotros y de ello pueden dar testimonio veintinueve generaciones de economistas a quienes expusimos Geografía Económica de Venezuela en la Escuela de Economía de la ucv, o veinticinco promociones de periodistas también de la ucv a quienes también expusimos la asignatura, así como a las promociones que nos escucharon en la misma disciplina en la Escuela de Historia de la ucv y en la Escuela de Economía y de Administración de la UCAB. Para nosotros, lo que estaba presente era el país y no una ciudad o una región determinadas. Por eso, en las cosas que diremos acerca de la capital larense de hoy, simplemente daremos nuestras impresiones sin intento de comparación alguna. Siempre hemos sostenido que la categoría urbana de Barquisimeto, su poblamiento sostenido desde fines del 247 siglo XVIII, se debe a su localización geográfica en un cruce de caminos. Camino real hacia San Carlos y El Tinaco vía El Altar; por Yaritagua vía San Felipe y Puerto Cabello; vía Carora hacia la cuenca del Lago de Maracaibo y los Andes; hacia Coro vía Churuguara y San Luis, vía Guanare, Ospino y Barinas por la ruta de Araure. En esto del cruce de caminos nos acompañan otros geógrafos, entre ellos Rubén Carpio Castillo y el ya citado Leví Marrero. Este señala que la ciudad ha crecido rápidamente por esa favorable característica geográfica. El primer ferrocarril hacia tierra adentro que se tendió remató en Barquisimeto desde el puerto de' Tucacas. La llamada Carretera de la 'Costa llegó a Barquisimeto desde Puerto Cabello y por la ciudad pasó la denominada carretera Trasandina. , . Vimos crecer la ciudad desde que éramos niños. Presenciamos allí la aparición de la luz eléctrica, 'la cual sólo brillaba cuando llegaba la. noche. Presenciamos la construcción de las dos primeras avenidas: la 5 de Julio, que iba hasta la estación del Ferrocarril Bolívar y la del cementerio, luego Torrellas Urquiola. Vimos construir .Ias primeras aceras de cemento, lo cual se debió a la administración del general David Gimón. Y también advertimos su crecimiento demográfico.: 23.000 habitantes, según el censo de 1920; 36.000, según el censo de 1936; 54.000 de acuerdo con el de 1941; 105.000, para 1950. Leví Marrero le asigna 200.000 para 1963, año en el cual publicó su obra" Venezuela y sus Recursos". El censo de 1971 arrojó una población de 334.333. Ya para entonces había sido creada el área metropolitana, que apenas llegaba hasta los linderos de IQS municipios Catedral y Concepción. Pensamos que ya es hora de que las autoridades respectivas establezcan las verdaderas áreas metropolitanas. Estimamos que en lo que atañe a la población urbana, el último censo en algunos aspectos no nos merece toda la confianza que es de desear. Cuando aparecieron los datos de ese censo, dimos una conferencia sobre las tendencias de la 248 población acorde con las cifras publicadas yeso, en una academia nacional. A poco aparecieron unas rectificaciones de esas cifras, no muy sensibles las diferencias pero sí mortificantes para quien se basó en ellas para su disertación. Hemos visto algunas exposiciones sobre determinadas áreas metropolitanas que en cierta manera incluyen distritos completos, con espacios no urbanos. No sabemos hasta donde alcanza hoy lo que debe considerarse como el área metropolitana de la capital del Estado Lara, Vemos sí que los sitios que antes se consideraban extramuros y en los años de nuestra juventud hacíamos hasta allí excursiones campestres de fines de semana, están urbanizados. Eran barriadas como La Mora, Los Pozones, Los Colerientos, Namur, El Malecón, Moyetones, La Veguita del Doctor Pineda, Caja de Agua, El Garabatal, Cerro Manzano, El Carabalí, La Cruz Blanca, Santa Rosa, Cabudare, Cordero -en busca de sus dulces piñas- Carorita, El Caniejero y otros. Observamos en nuestro recorrido por la nueva ciudad que todo ello ha sido absorbido por el hábitat urbano cuya verdadera área metropolitana integraba antes ámbitos descampados; barriadas, caseríos e incluso fincas agrícolas, son hoy parte de la urbe. La ciudad dejó atrás el río Turbio y se fue hacia el Cerro Manzano. Sobrepasó El Camejero y va camino de Duaca y El Eneal y otros poblados. Barrios donde los muchachos íbamos a cazar conejos al amanecer o para recolectar frutos silvestres, como el Cemeruco, el Buche, el Dato, la Lefaria, hoy están cubiertos de urbanizaciones de todo tipo social según su localización, desde la mansión elegante y de fascinante arquitectura hasta la vivienda modesta o para las clases media y obrera, cuyo punto de partida fueron primero el Barrio Unión y luego las zonas residenciales como Vararida. Pero la calificación urbana ya vendrá. Algo que pudimos apreciar en nuestro rápido recorrido por la ciudad, aparte de las áreas que ha ido invadiendo, es que su 249 tendencia, sin duda que en proporción a lo venezolano, es de la urbe que se estira en todas direcciones. Allí ocurre en pequeño lo que creemos ya dijimos, o sea un fenómeno parecido a la génesis que hace algunas décadas tuvo la ciudad de Los Angeles, donde un total de catorce localidades permitieron la existencia de una de las ciudades más extensas del mundo, si no la más extensa, y cuyo fenómeno también está ocurriendo, así como con el Gran Miami, o como sucedió con la ciudad de Nueva York, rebasando la extensión de la isla de Manhattan hasta prácticamente unirse con localidades vecinas más allá de los ríos que circundan la isla, o como ha estado ocurriendo con la ciudad de Washington, y en América del Sur con Buenos Aires y Sao Paulo. Barquisimeto es una de las ciudades más planas de Venezuela, lo cual, en primer lugar, ha permitido ser una capital con sus calles tendidas a cordel, modalidad que se ha mantenido desde sus orígenes, cuando la ciudad comenzó a crecer paralelamente al valle del Río Turbio y luego a extenderse progresivamente hacia el norte con calles longitudinales de este a oeste y bocacalles perpendiculares de sur a norte. Esas vías fueron bautizadas con nombres históricos o de próceres militares y civiles, como Libertador, Ayacucho, Planas, Iribarren, Urdaneta, Aldao, Pedro León Torres, Wohnsiedler, Lara, Bruzual, que en el presente siglo y, no hace tanto, fueron preteridos para a las calles darles el calificativo colombiano de carreras numeradas, o las transversales, con simple numeración. Es una medida clasificadora útil, pero podría colocarse en cada esquina, debajo del número, el antiguo nombre. Así lo hemos sugerido más de una vez. Lo positivo y lo negativo de la nueva ciudad será objeto de otra nota nuestra y así concluiremos lo que quizás para algunos es motivo de fastidio, pero que para otros ha resultado gratificante, en virtud de las llamadas que hemos recibido no sólo desde Caracas sino desde diversos lugares del interior del país. 250 BARQUISIMETO, LA CIUDAD DESPLEGADA Aprovechamos el asueto de Semana Santa para hacer una visita a nuestra ciudad nativa: Barquisimeto. En las últimas décadas hemos estado allí muy de paso. Visitamos la ciudad y salimos un poco de ella para mirar de nuevo algunas otras ciudades y pueblos que nos son familiares y que conocíamos desde niño: Ouíbor, El Tocuyo y Sanare en esta oportunidad. Sanare, la pintoresca y risueña aldea que conocimos en nuestra infancia, cuando admiramos sus cultivos de manzanas, duraznos y membrillos; la poesía de sus flores, entre ellas los pensamientos y de sus hierbas aromáticas como la hierbabuena que allí florecía; de sus pequeños espacios cultivados de trigo y de cebada, que ya no aparecen. Hay hosterías modernas y esforzados agricultores consagrados al cultivo de la cebolla y de la papa, que luego vemos expender en los abastos y mercados de Caracas y, sobre todo, en camiones callejeros donde se consigue el producto a mitad de precio. El Tocuyo es hoy otra ciudad distinta a aquella anterior al terremoto, pero siempre con su hermoso templo de la Concepción, albo y restaurado, con sus artísticos retablos; hoy urbe de boulevares y plazas modernas. Ouíbor casi el mismo de antaño, pero ya no con sus calles empedradas y sus aceras 251 de ladrillo; el cemento y el asfalto borraron el sabor colonial. Las sabanas de Quíbor aún resecas, sin el agua para el riego, que no se le quiere dar. Aquí a veces hasta la producción de alimentos se politiza y se suma al juego del bipartidismo. Un ejemplo: Yacambú. Pero volvamos a Barquisimeto. De allí salimos en 1931 hacia Caracas, ciudad entonces pequeña y recatada, que iba desde el Parque de Los Caobas y el frontón Jai Alai hasta la Plaza de Capuchinos y desde Puente de Hierro y El Paraíso hasta el Puerta de Caracas y el Hospital Vargas. Los años nos han permitido ir observando paso a paso el crecimiento de la ciudad, relativamente pequeña, hasta llegar a la megalópolis de hoy. Cuando dejamos la ciudad donde nacimos, donde tratamos de hacernos botánico con las enseñanzas de los hermanos Paulina y Plas Augusto, de la congregación de La Salle, pero por sobre todo con la dirección y enseñanza de José Saer D'Héguert, siempre presente en nuestra memoria, Barquisimeto era un pueblo grande. Se extendía hacia el norte por la avenida 5 de Julio, que remataba en la Plaza Independencia y la estación del ferrocarril Bolívar. Más allá, el Malecón que recogía y empozaba aguas de lluvia, la hacienda El Cují, consagrada al cultivo del sisal y las sabanas de El Camejero. Por el sur, la ciudad terminaba en la escarpa que lleva al valle del río Turbio. Allí estaban las denominadas cuestas que conducían al pequeño valle fluvial con una corriente de agua que duraba todo el año, alimentadas en su curso bajo por los manantiales de Titicare y Macuto. Allí en las vegas humeaban las chimeneas de los trapiches que molían la caña y cocían el jugo para fabricar el papelón. Los templos se extendían de este a oeste siguiendo el borde sur de la meseta: Altagracia, la Catedral, la Concepción, La Paz y más allá, próximo a las Tres Torres y al Matadero, el templo en ruinas de San Juan. Algo hacia el norte el templo no terminado de San José, administrado luego por los padres redentoristas. Hacia el este la ciudad termi252 naba en la avenida José Félix Ribas, construida por la administración de Rafael María Velasco Bustamante y poblada de árboles de eucaliptos. Más allá la Cruz Blanca y el camino carretero que conducía hacia Santa Rosa y Cabudare y desde allí a los llanos. Por el oeste, la ciudad terminaba en dos avenidas: la Torrellas Urquiolaen homenaje a ese probo magistrado yaracuyano y que conducía al cementerio de la ciudad, y la avenida Bella Vista, desde donde se abrían los caminos carreteros que conducía a Carora y a Bobare, y más allá, hacia el norte, vía Churuguara, a Coro. En el ángulo suroeste la Caja de Agua y el camino que llevaba a Quíbor, El Tocuyo y las aldeas andinas del estado, como Cubiro, Sanare, los Humocaros, Guárico y otras. Entonces la ciudad era pequeña, con calles empedradas, con tranvías de caballos, todavía con algunas aceras de ladrillos, con una sola casa de tres plantas, propiedad del general Ignacio Ortiz y donde tunclonarjan los servicios de correos y telégrafos. Los presidentes Rafael María Velasco y Eustoquio Gómez habían dado algunos tintes de modernidad a la ciudad. El primero hizo derribar el edificio de dos pisos de la gobernación, construida por el mismo maestro de obras que edificó la hoy sede del Centro de Historia Larense, habitada entonces por el señor Ignacio Rodríguez, el famoso Chingo Ignacio y pintada con los mismos colores amarillo y blanco. Velasco construyó los modestos edificios destinados a Casa de Gobierno, a Concejo Municipal y a la Administración de Rentas Municipales. Y construyó asimismo cuatro cuadras y media de pavimento de macadam que iban desde la antigua catedral, hoy San Francisco, hasta el edificio destinado a correos y telégrafos. Eustoquio Gómez hizo construir también el Parque Ayacucho, el más hermoso parque urbano de Venezuela; dio a la Plaza Miranda el nombre de Plaza Bolívar, hizo erigir en su centro la estatua ecuestre del Libertador, réplica aproximada de las de Caracas y Lima, 253 y cambió los ladrillos de las avenidas por mosaico. Hoy son de mármol. La Plaza Bolívar anterior se convirtió en Plaza Lara. Velasco había construido una pequeña plaza frente a los sobrios edificios de la Gobernación y Rentas Municipales, que bautizó con el nombre de Plaza Rehabilitación. El viejo edificio inconcluso e iniciado por la administración del general Santiago Briceño Ayestarán, con ventanas ojivales en su segunda planta y paralizado durante años, se decía que porque fue iniciado durante el gobierno de Cipriano Castro, fue concluido para asiento de los poderes públicos estatales e inaugurado con un suntuoso baile donde tocó la Orquesta Mavare, conducida por Napoleón Lucena, con carnets para que las damas anotaran los nombres de sus parejas y cuyo valse inaugural fue "Noche Campestre" de Simón Wohnsiedler, valse obligado a violoncelia, el cual ejecutó esa noche Miguel Vizcaya, gran artista de ese instrumento, además de clarinetista. Para esos años de nuestra ausencia, que dura ya más de medio siglo, funcionaban cuatro clubes sociales: el Club Unión, el más antiguo, y que presidía en esos momentos don Nelson Power Brigé; el Centro Social, presidido en esos días no recordamos si por el doctor Honorio Sigala o el doctor Pablo Gil García; el Bellavista Tennis Club presidido por el doctor Miguel Angel Rodríguez Rojas, notable cirujano nativo de Mérida; y el Club Ayarí, el más popular de todos; más tarde se fundaría el Club de Comercio. Esos clubes desaparecieron. Se mantiene así el Club de Comercio y se fundó el Country Club. No sabemos si hoy existen otros centros sociales. De allí, a la que hemos vivido en años lejanos y la que visitamos en días recientes es otra, distinta. La ciudad de antaño aparecerá descrita en un próximo libro nuestro que se titulará "El Otro Barquisimeto". Sobre la ciudad de hoy, esa ciudad desplegada hacia todos los rumbos, que cada vez se expande más sobre la meseta en la cual se aloja, hablaremos en próxima oportunidad. 254 EL PARQUE DEL CERRO EL MANZANO En todos los países del mundo los parques naturales, concebidos y decretados como tales, constituyen un importantísimo factor de defensa ambiental. En Venezuela, a partir de algunas décadas, se han considerado tales circunstancias y por ello, en algunos mapas físicos, aparecen delimitados los principales parques de nuestro país. Algunos, por la latitud en la cual están localizados, son de una extensión bastante considerable. En especial, los que se encuentran al sur del Orinoco o en áreas cruzadas por algunos de sus afluentes. En zonas donde los ámbitos destinados a parques son más reducidos, éstos tienen que ser de menor dimensión, aun cuando varios cubren una extensión de cierta significación, como son los de Guatopo y el Henri Pittier, que según hemos leído, ha sido afectado éste por la acción destructora de depredadores sin sanción. El parque natural cumple una misión vital con varias vertientes: conservación de las aguas, enriquecimientos de las fuentes que las generan, defensa de la flora y la fauna endémicas en el sector, reposición norística en áreas donde la vegetación ha sido destruida o semidestruida y, además, porque cada parque representa una zona de recreación para quienes gustan de todos los 255 encantos y atractivos que depara la naturaleza. Los caraqueños, por ejemplo, tienen a la mano un sector geográfico de extraordinarios atractivos, como es el parque del Avila, el cual, a pesar de la vigilancia que se ejerce en él y del cuido que se le da, cuando llega la estación seca, sufre la acción de los piromaníacos que por su anormal condición psíquica, llegan a incendiar pequeños espacios, lo cual vemos y lamentamos cada año. En estos días, ha sido creado un nuevo parque con un área ligeramente superior a las dos mil hectáreas. Está situado al sur de Barquisimeto; una vez que pasado el río Turbio y el bosque de Macuto, se comienza a ascender a él. Para constituir este parque ha sido aprovechado un espacio que pertenece al denominado cerro Manzano, hace medio siglo casi despoblado, pero que debido al crecimiento demográfico del área metropolitana de la capital del estado, han surgido algunas pequeñas localidades, en su parte plana preferentemente. El cerro Manzano corre de Oeste a Este y a su pie, está por el norte el río Turbio, y a su margen derecha se extienden varias haciendas de caña, habiendo sido una de ellas la que hoy ocupa el bosque de Macuto, plantado de maporas en el siglo pasado cuando fue gobernador de Lara el doctor Juan de Dios Ponte. El bosque se comenzó a formar en 1841 con la adquisición de varios terrenos entre ellos, uno propiedad del general Genaro Vásquez, quien combatió en la guerra de Independencia al lado del general José Antonio Páez. El desde ahora Parque El Manzano dispone de una vegetación en buena parte xerófila, pero con suelos donde se pueden sembrar especies arbóreas resistentes a ciertos rigores climáticos y susceptibles de desarrollarse en el pequeño ecosistema que conforma el altiplano y laderas del mencionado ámbito geográfico. En el cerro Manzano ha sido construido un mirador, desde el cual se ofrece un agradable espectáculo panorá256 mico de Barquisimeto, sobre todo en horas nocturnas, que según el texto donde se informa la creación del parque, está algo abandonado. Tal hecho no tiene nada de particular porque tal realidad la contemplamos a diario en la propia capital de la República. Un ejemplo: cuando en Caracas se inauguró la avenida Urdaneta, arteria central principal de la ciudad, se hizo con el mosaico de las aceras un modesto remedo de algunas aceras de Río de Janeiro. y sin embargo, a pesar de un hecho que hemos venido denunciando año tras año, tales aceras blancas con dibujos negros ondulados constituyen hoy una afrenta para la ciudad, ya que se trata de las aceras más deterioradas y sucias de Caracas, pese a que hasta hubo un gobernador que ofreció, al iniciar su gestión, convertir a Caracas en una verdadera tacita de plata, pero ni ediles, presidentes ni gobernadores multiplarlantes, han sido capaces de reparar la indecencia de tal obra. Por eso, no es de extrañar que en la capital de Lara un mirador que se supone turístico, se encuentre semiabandonado. Ya con la creación del parque El Manzano, se reparará el descuido y vigorizará la vegetación de esos parajes tan recorridos por quien esto escribe durante sus años juveniles, en unión de otros compañeros de estudio que hallábamos en las excursiones un sano medio de esparcimiento. Con la creación del nuevo parque, creemos será posible reforzar la fronda de palmeras del bosque de Macuto y, tal vez, pensar en otros parques en zonas no lejanas al que ha sido creado. El bosque de Titicare podría ser uno de ellos, cuyas aguas por muchos años, alimentaron el acueducto de Barquisimeto. Otro, podría ser al sur del río Claro, en plena sierra de Portuguesa, y otro, en Tabure, cuyas frías aguas más de una vez usamos en baño reparador, luego de larga caminata al ascender la montaña. Vemos que esa quebrada aún no ha corrido el destino de otras que han desaparecido, ya que leímos que meses atrás, inundó un sector de Cabudare, en cuyas inmediaciones 257 tributa al río Turbio. Por allí recibe también este río las aguas del Burla, que nace en la sierra de Nirgua y cruza las denominadas Sabanas de Londres, que aún no hemos podido saber por qué se las denomina así. Ojalá que con este pequeño parque, vengan otros en diversos lugares de Venezuela. Como antes lo expresamos, son obras propicias para la defensa de la naturaleza, para recreación de los paseantes y para mantener en su vigor y lozanía la flora, y para ofrecer un hábitat adecuado a nuestra tan amenazada fauna en numerosas de sus especies. 1987 258 EL DRAMA DE CARORA: UN EJEMPLO El Distrito Torres del Estado Lara es el segundo en población de esa entidad federal, después del Distrito Iribarren, cuya capital es Barquisimeto. Aparentemente árido en casi toda su extensión, dispone de excelentes tierras para pastos, ríos que si desaparecen durante la estación seca, aumentan notablemente de caudal durante la estación lluviosa, lo cual permite que puedan ser represados, y así, sus aguas convertirse en reservorio para uso humano y para el riego, cuando se alejan las lluvias. Recordemos que uno de los primeros sistemas de riego que se planificó luego de la muerte del dictador Gómez, fue el del río Bucares, afluente del Morere, que creemos, se quedó solo en proyecto. El aprovechamiento acertado de la tierra, de las aguas pluviales y de las irregulares crecidas de los ríos, ha sido realizado con inteligencia, hasta el punto de que el Distrito Torres, hoy con una población superior a la del Estado Cojedes, próxima a la del Estado Nueva Esparta y bastante superior a la de los Territorios Amazonas y Delta Amacuro juntos, señala a esa porción de Venezuela como una de las más laboriosas del país, sede de una de las más importantes ganaderías, no por su número en compa259 ración con las de Zulia o Apure, pero sí por la calidad de sus ejemplares. Tres ríos principales bañan el territorio del Distrito Torres: El Tocuyo, nombrado con acierto el "Niño" venezolano porque al cruzar los semi-desiertos de Lara y Falcón alimenta en sus vegas vastos cañamelares y otros cultivos; el Morere, que pasa por la vecindad de Carora y el Bucares que cae a éste. A la altura del pueblo de Río Tocuyo, se unen El Tocuyo y el Morere. Fue el municipio Camacaro, capital Río Tocuyo el municipio venezolano mayor productor de papelón. La transformación de la industria papelonera en azucarera, ha hecho que este pueblo decaiga, pues habiendo tenido 1.650 habitantes según el censo de 1961, para el censo de 1971, sólo tuvo 916 habitantes. El mantenimiento de la actividad ganadera y la formación de una importante industria láctea y sus derivados, ha permitido un incremento demográfico, que si bien no es extremadamente dinámico, sí tiene significación. El Distrito Torres ha aumentado así de población a la luz de los tres últimos censos: Habitantes 1950 .................. 66.300 1961 .................. 81.268 1971 .................. 95.195 A su vez, la ciudad de Carora ha visto aumentar su población, en los mismos períodos, de la siguiente manera: 260 Habitantes 1950 .................. 12.450 1961 1971 .................. .................. 23.227 36.115 Vale decir, que cada lapso intercensal, casi ha duplicado su población, todo sin duda producto de un desarrollo industrial y del consecuencial incremento comercial. Pero Carora, ciudad que se ha distinguido por su cultura, que ha dado hombres ilustres al país, así como numerosos universitarios en diversas ramas de las proteslones liberales, que durante años ha mantenido un periódico diario y donde se fundó otro que hace tiempo cumplió su medio siglo, "El Impulso" de Barquisimeto" y que además es uno de los más antiguos del país, ha estado sometida a través del tiempo a una doble contingencia: a la deficiencia de su acueducto por lapso prolongado, y a las embestidas de su río, el Morere, con consecuencias desastrosas para la localidad y con efectos graves para los plantíos y antes, no sabemos si ahora, con efectos igualmente desastrosos para los rebaños de ganado caprino. Carora está situada en un altiplano hasta donde le llegan vientos que después de haber cruzado el Lago de Maracaibo, donde se hacen más húmedos por la evaporación, entran a ese altiplano por El Portillo. Lo llegan vientos desde otras direcciones, pero no siempre éstos vienen cargados de humedad. Esos vientos húmedos forman aglomeraciones nubosas que se descargan en la vertiente oriental de la antigua sierra de los jirajaras, denominada posteriormente Ziruma. En ella nacen pequeños cursos de agua que van engrosando al recibir afluentes, muchas quebradas secas que se vuelven torrentosas durante la estación de las lluvias. En el presente año, cuando la 261 estación lluviosa ha presentado características anárquicas, con sequías en zonas de lluvias regulares y abundantes en sectores donde las precipitaciones son moderadas, han ocurrido situaciones anormales, que a lo que a nosotros respecta, han tenido consecuencias desastrosas; igual ha sucedido para el frente septentrional restante de la América del Sur, afectando así el litoral y tierras interiores, no sólo de Venezuela, sino de Colombia. Noviembre es un mes en el cual las lluvias comienzan a amainar, pero en esta oportunidad, los meses lluviosos se han caracterizado por precipitaciones moderadas o nulas, y en cambio, nos hallamos ante un noviembre extremadamente lluvioso, y así, en determinados sectores, esas precipitaciones se han presentado con características diluviales, como ha ocurrido a partir de mediados de esta semana en las laderas montañosas donde nace el Morere y sus afluentes. El Morere ha subido de nivel, sus aguas han roto el viejo dique, de estructura anacrónica, que defendía la ciudad de Carora, anegando parte de ésta y su ámbito, alcanzando hasta la propia carretera Lara-Zulia. En el caso de Carora, tenemos un ejemplo y una lección: un dique que debiera haber sido modernizado, ha cedido al embate de las aguas afectando la economía de una de las más laboriosas zonas industriales del país, la angustia ha afectado a sus habitantes y sobre ellos, ha aparecido el drama. Si bien esas crecidas inesperadas y violentas de los ríos comarcanos han sembrado la zozobra y provocado el desastre, ellos dicen asimismo que para el futuro, cuando se tomen las providencias de previsión y seguridad, debe saberse que allí, en años que como éste han sido de tragedia. existen aguas para grandes reservorios y para la construcción de obras hidráulicas que preservarán de nuevas tragedias y garantizarán a su vez el desarrollo económico de una zona nunca merecedora de estos castigos de la naturaleza. 1973 262 EL TOCUVO ¿CIUDAD COLONIAL? Sin contar con la riqueza arquitectónica de Lima, de Cartagena de Indias, de Guatemala La Antigua, de Ciudad de México o de Quito, El Tocuyo era por antonomasia la ciudad histórica-arquitectónica de Venezuela. Poetas como Roberto Montesinos y Alcides Losada lo consagraron en sus cantos y así lo podían testimoniar quienes visitaban la ciudad, Sobre todo, sus templos eran objeto de admiración. Viejas casonas con sus acogedores aleros, con sus ventanas de balaustres de madera y sus amplios patios, eran exponente de su pasado histórico. Pero una tarde de agosto, tras un ruido que causaba pánico, bajo una lluvia pertinaz, la tierra se estremeció, traquearon las paredes, temblaron los techos, se doblegaron las columnas, el suelo se abrió en lugares circunvecinos y todo fue ruina, polvo, muros derruidos, templos decapitados, en cosa de minutos. La ciudad nacida en 1545, vieja capital de la primitiva Gobernación, el punto de partida de las expediciones que conquistaron los Llanos, el Occidente y el Centro, había sido aplastada por el cataclismo. Había muerto la, ciudad colonial. Quedaba el sitio histórico, quedaban las consejas, a la distancia el río seguía corriendo impasible; por las noches, sobre los escombros, seguiría corriendo el 263 alma en pena de Juan de Carvajal. Pero la ciudad, ya no era. Fuimos a la ciudad cuando aún los escombros estaban en su desnudez intacta. Vimos muñones de templos. La torre de la Concepción lucía como una esbelta virgen decapitada. Vimos techos en el suelo y todavía retratos colgando de las paredes de las amplias salas. Mientras contemplábamos atónitos las ruinas de San Francisco, escuchamos el sollozo de un hombre y unos brazos que nos abrazaban convulsos. Era Roberto Montesinos, el poeta. El poeta que con Alcides Losada, fue de los cantores excepcionales de El Tocuyo. -Este es mi fin, nos decía el poeta, sería siempre "La ciudad de los Lagos Verdes", pero no ya... "el corazón de piedra del siglo XVI". Las alas de la ciudad se habían roto y el poeta lloraba porque él formaba parte esencial de la urbe con su cuerpo destrozado. Pocos años después, moriría Montesinos. La ciudad, fue levantada sobre sus ruinas. Sólo habían quedado en pie, que recordemos, unos pocos edificios modernos, entre ellos, el Club Concordia, parte de la Prefectura, aun cuando sus techos habían sufrido; pero las viejas casas, los viejos templos, habían caído. El plano de la ciudad en lo que a su reconstrucción tañe, fue objeto de una caprichosa concepción. La ciudad iba a nacer dejando tras de sí sólo el recuerdo de lo que era cuando la conocimos tal y como había sido, la ciudad cuna de Losadas y Tamayos, de Garmendias y Anzolas, de Olavarrietas y Colmenares, de Montesinos y Giles. Sólo el templo de La Concepción fue restaurado, ¿por qué no se inicia ahora la rehabilitación colonial de El Tocuyo? La ciudad acaba de cumplir sus 425 años. Que se reconstruya templo y convento, que se levanten de sus ruinas y que se obligue a un estilo en las nuevas construcciones para que así veamos la evocación con la piedra y la cal, de la ciudad que fue, de la ciudad que sigue siendo la Ciudad Madre, como la llamara hace poco Carlos Bujanda Yépez. 264