Más información sobre Zona arqueológica []
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É Zona Arqueológica Las primeras intervenciones arqueológicas se produjeron a principios de la década de los años noventa a raíz del proyecto de restauración de la Torre y su entorno, que convocó el Ministerio de Obras Públicas y que ganó el equipo dirigido por Pablo Latorre. Dicho proyecto tenía como objetivo la restauración del faro, coincidiendo con la conmemoración del segundo centenario de la reconstrucción emprendida por Eustaquio Giannini y su reapertura al público. A pesar de que hasta entonces no se habían excavado los cimientos de la Torre, esta era una vieja reclamación que tanto Luis Monteagudo, director del Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña, como Theodor Hauschild, arquitecto y director del Instituto Arqueológico Alemán de Lisboa, habían planteado con anterioridad porque era el único modo en que se podría documentar la estructura del faro en época romana. Finalmente, en 1991 se dieron una serie de coincidencias que permitieron poder excavar bajo la plataforma de piedra de la Torre. Los trabajos comenzaron en junio de 1992, bajo la dirección del arqueólogo Luis Caballero Zoreda, miembro del equipo del proyecto de restauración de la Torre, y José M. Bello Diéguez, avalado por el Museo Arqueológico del Castillo de San Antón. Desde los comienzos de la intervención se constató la complejidad estratigráfica del subsuelo, lo que aconsejó ampliar el área de la excavación, de modo que se pasó de unos sondeos iniciales a una excavación en área. Intencionadamente se preservó un sector de 90º en el que no se intervino para poder hacerlo en un futuro, cuando los medios técnicos sean más sofisticados que en la actualidad. La excavación arqueológica no se pudo terminar porque el presupuesto se agotó cuando se llegó a los niveles romanos en la fachada principal del monumento. El interés de los restos encontrados justificó la consolidación in situ de parte de las estructuras y su posterior musealización. Desde 1994 los visitantes pueden recorrer la excavación y contemplar todos estos testimonios, como testigos mudos de la historia. La excavación se hizo por unidades estratigráficas. En los niveles de época contemporánea, los que se encontraron en las capas superiores, se localizaron restos de sucesivos pavimentos de épocas recientes y conducciones eléctricas. En los niveles correspondientes a la restauración de Giannini (1788-1791) se documentaron rellenos para nivelar la plataforma, áreas de tallado de piedra y preparación de morteros, así como negativos de implantación de andamios, etc. Los restos de la época moderna, siglos XVI al XVIII, se corresponden con el momento en el que la Torre recuperó su función de faro y empezó a ser incluido su nombre o su imagen en las cartas náuticas. Por las evidencias arqueológicas sabemos que el edificio estaba rodeado de una estructura defensiva (foso y parapeto), lo cual dificultaba el acceso al interior del faro porque las puertas estaban a una altura aproximada de 2,50 m, con respecto al suelo. Para salvar esta distancia se utilizaba una escalera de madera que podía retirarse en caso de asedio. Al cuidado de la Torre o del Castillo Viejo, como se le llamaba entonces, estaban los vigilantes, que se enca rgaban del sistema de señalización marítima. Estos hombres se enfrentaban a largas jornadas de trabajo y una forma de pasar el tiempo era fumar a los pies de la Torre lentamente su pipa mientras oteaban el horizonte o forrar los botones de las botonaduras de la época. Prueba de todo ello son los fragmentos de pipas de cerámica que se han localizado en este nivel y las placas de hueso que servían para forrar los botones. En los niveles medievales que se asientan sobre el suelo tardorromano se encontraron restos de grandes sillares, presumiblemente pertenecientes al muro exterior, que presentaban las huellas de las grapas de hierro que afianzaban su solidez, además de fragmentos de una cornisa monumental que probablemente procedía del remate de la Torre. Junto a todos estos materiales se localizaron numerosos sillares romanos afectados por la meteorización que fueron desechados en el siglo XIII porque no podían ser reutilizados en otras construcciones. También se hallaron los restos de una construcción adosada al muro exterior de la Torre, por el sur, que probablemente daba servicio al edificio, cuando éste desempeñaba la función de vigilancia para alertar de los posibles ataques de las armadas normandas y musulmanas. En esta edificación se localizaron los restos de una cocina así como fragmentos de cerámica procedentes de las vasijas que utilizaban en el fogón. Aunque no se ha podido llegar a los niveles romanos en el área de entrada a la Torre por falta de fondos, en el resto de la zona excavada se ha podido documentar la existencia de los cimientos romanos que han sobrevivido a pesar de todas las agresiones sufridas durante estos 2000 años de existencia, entre otras la expoliación sistemática de sillares entre los siglos XIII-XVI, el saneamiento de la cimentación que realizó Giannini cuando restauró la Torre y que afectó a los restos, la construcción de un túnel en la década de los años cincuenta para los fareros o incluso un profundo agujero excavado con pala que se abrió en 1974 en esta zona sin ningún tipo de control arqueológico. Esta cimentación de época romana está constituida por grandes sillares de granito, restos de mortero de cal y la roca viva sobre la que se asentó la construcción. También han llegado hasta nosotros los surcos que se labraron en la roca madre para encajar los sillares, lo que permite conocer el trazado primitivo del muro exterior que protegía la rampa de acceso a la linterna, que desapareció debido al paso d el tiempo y la expoliación de materiales. É En la actualidad, el visitante accede al faro a través del área excavada, de forma que el primer contacto que tiene con el monumento es a través de los testimonios arqueológicos que se han localizado bajo la plataforma de la Torre. En un futuro inmediato, los visitantes tendrán a su disposición un Centro de Recepción de Visitantes, que ya está construido junto al aparcamiento de automóviles, y un Centro de Interpretación, que entrará en funcionamiento a principios del próximo año y que permitirá dar a conocer el valor excepcional que tienen este bien patrimonio mundial.