Todos los papás son conscientes de que sus hijos necesitan
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Todos los papás son conscientes de que sus hijos necesitan
Todos los papás son conscientes de que sus hijos necesitan alimentarse, cuidar su higiene, abrigarse cuando hace frío, ir al colegio… Sin embargo, no siempre se hace tan obvia la necesidad que tienen los niños de vincularse. Cuando, precisamente, la correcta creación de vínculos en la infancia es una de las mayores garantías de alcanzar un desarrollo óptimo. El primer vínculo en el que se ve implicado un niño en sus primeros meses de vida es conocido como el apego. La creación de este vínculo surge de la necesidad del bebé de recibir protección y seguridad. Por lo tanto, la figura principal de apego para un niño es aquella que le consuela cuando está asustado, le ayuda a dormir cuando no puede o le amamanta cuando tiene hambre. La detección de una necesidad en los hijos, el saber discriminar lo que en cada momento necesitan y la correcta respuesta ante esa demanda, garantizaran un apego seguro. Cada día los padres tienen la oportunidad de afianzar esa seguridad de sus hijos teniendo que responder a múltiples demandas de los mismos. Por ejemplo, cuando un bebé llora en su cuna por la noche y uno de sus padres se acerca a ponerle el chupete y mecerlo, ese niño aumenta su confianza en su figura de apego, pues este ha sabido oírlo, detectar qué necesitaba y además responder con eficacia. De esta manera, con cada respuesta acertada, los hijos consolidarán su vínculo de apego seguro. La calidad de este vínculo no sólo proporciona seguridad y protección a los niños sino que, además, marcará su forma de relacionarse con el mundo que le rodea durante toda su vida. Una vez conocida la importancia que tiene la vinculación para los niños y todavía más, lo fundamental que es crear un buen vínculo de apego, muchos padres podrían tener dudas. La singularidad de este vínculo en la más temprana edad da respuesta a muchas conductas de los hijos que muchas veces preocupan y alarman a los padres. o ¿Por qué mi hijo sólo quiere ir con la mamá? La proximidad y el contacto físico son fundamentales para crear el vínculo de apego. Las madres en este aspecto siempre tienen más ventaja, pues son quiénes han llevado en su vientre a los hijos y son las únicas que tienen la capacidad de amamantarlos. Sin embargo, esto no debe llevarnos a pensar que los padres no son capaces de crear ese vínculo de apego con los hijos, sino que simplemente tarda un poco más o ¿Por qué mi hijo, que se iba con todo el mundo, ahora ya no quiere? Todos los padres han tenido que lidiar con estas situaciones que muchas veces han sido fuente de angustia y preocupación. Sin embargo, las etapas de formación del apego nos explican por qué sucede esto. Hasta los seis meses, podríamos decir que los bebés se conforman con que alguien, “quien sea”, dé respuesta a sus necesidades. Sin embargo, a partir de los 7 meses ya podemos afirmar que el apego comienza a estar definido y, por tanto, el niño sabe quién es su figura de apego, es decir, quién responde bien a sus demandas y empieza a preferir sus atenciones y a dudar de si los “extraños” serán capaces de proporcionarle esa seguridad y protección que necesita. Esta etapa termina una vez cumplido el primer año de vida, cuando los niños pueden ampliar su círculo de apego y dar oportunidad a los demás a satisfacer también sus necesidades. o ¿Por qué mi hijo llora desconsoladamente cuando me ausento? La respuesta a la pregunta anterior nos ayuda a contestar esta. Principalmente se debe a la fase de creación del apego en que el niño se encuentre. Aun así, es preciso que los padres sepan que cuando el apego creado en sus hijos es seguro, existe la famosa ansiedad por separación. Si se ha entendido bien en qué consiste el vínculo de apego, seremos capaces de entender lo preocupante que para un niño supone que esa figura que le proporciona seguridad y cubre todas sus necesidades desaparezca, aunque sea momentáneamente. El niño no es capaz de saber si las personas que están a su cuidado mientras sus padres se ausentan van a ser capaces de dar esa respuesta tan efectiva. En definitiva, esperamos con estas líneas haber dado respuesta a muchas de las cuestiones que preocupan a los papás y ayudado a normalizar esas conductas de los hijos que, a veces, tanto nos extrañan. No debemos olvidar que todo esto forma parte de esa aventura maravillosa que es acompañar a los hijos a lo largo de todo su proceso evolutivo. Gabinete psicopedagógico