Valiosos mantones de Manila, curiosos calzones llamados
Transcripción
Valiosos mantones de Manila, curiosos calzones llamados
40 l GALERÍA Martes 12 de octubre de 2004 l Heraldo de Aragón DÍA GRANDE I LA INDUMENTARIA MÁS EXQUISITA Tejidos delicados para días de fiesta Zapatos de novia y monederos masculinos Manteleta de tul bordada en cadeneta, propia del siglo XVIII. Aún no se había generalizado el uso del mantón de Manila. Las ra g a onesas usabn a estas manteletas en forma triangular o cuadrad,a bordadsa a cadeneta sobre tul o batista, para los días de fiesta. Los tejidos más vulgares eran para días de labor. El b a n a ico, del XIX, es de nácra . A la izquierda, reproducción de un tejido del XVIII. Este diseño de zapta os de novia fragta ina pertenece la siglo XIX. Las novias vestían traje negro con mantón de fondo blanco, bordado en ese mismo t ono o en distintos colores. En cuanto a los zapta os, llevabn a el llamd a o tacón de carrete, que no excedía de los tres o cuatro centímetros de la tura. Al lado de los zapta os, monederos masculinos del XIX. Se hacían de punto de media. Valiosos mantones de Manila, curiosos calzones llamados zaragüelles o trabajadas camisas ansotanas. En las Ofrendas de hoy y de mañana se pueden encontrar variadas piezas que recuerdan nuestras raíces Historias bordadas en seda y lino M ás y mejor. Estas dos palabras resumen el continuo auge de los trajes regionales. Cada vez hay más afición hacia estas prendas, pero es que, además, los enganchados a esta tradición buscan que sus ropajes respeten las raíces y no se salten la historia con falsos mitos extendidos en el último siglo. Miguel Ángel Lahoz, propietario de El Bancal, cuenta que muchos clientes buscan la autenticidad de tiempos pasados. Quieren lucir en un día como hoy una reproducción que siga fielmente las costumbres de quienes vivieron en su tierra hace siglos. Así, se destierran las lentejuelas de estas indumentarias y los más puristas piden asesoramiento sobre cómo ponerse correctamente el mantón o atarse debidamente el pañuelo o cachirulo. Por cierto, que éste no era exclusivamente en tonos rojos o morados, como muchos creen, sino que los había de variados estampados y ricos colores. De hecho, era una de las prendas donde los hombres, sobre todos los más jóvenes, se despachaban a gusto. No podían ser presumidos en nada más, así que en el pañuelo lucían mucho colorido. La mayoría de los atuendos que veremos en las dos Ofrendas (Flores y Frutos) y en el Rosario de Cristal tienen sus antecedentes históricos en los siglos XVIII y XIX, salvo los característicos de Hecho y Ansó, que se remontan al Renacimiento. Lahoz explica que, en la mujer, la ropa de relleno (enaguas, refajos o sayalejos) no se diferencia mucho del XVIII al XIX, pero la indumentaria exterior cambia totalmente con los años. Las faldas de tradición dieciochesca deben ser más cortas y llenas de vivos colores y estampados. Los cuerpos, muy ajustados y escotados hasta el nacimiento del pecho. De hecho, una de las prendas más significativas de esos tiempos es el llamado justillo, una especie de chaleco envarado de madera que ciñe cintura y pecho de forma atractiva. El diseño de la ropa es parecido entre el día de labor y el de fiesta, ya que la diferencia radica en su calidad. Para el día de fiesta se guardaba lo bueno. Por ejemplo, delantales y manteletas de tul y batista y de seda de vivos colores frente al paño más corriente para labrar. En la época decimonónica, sin embargo, se impone lo recatado. Las faldas se alargan Atuendo de fiesta de mujer del XIX La falda larga y el jubón se han realizado con un tejido reproducción de tela isabelina de seda natural con fondo de moaré. Mantón de Manila rosa palo con bordados en colores y motivos de transición chino-española.