063 Málaga submarina 681KB Apr 05 2011 11:16:57 AM

Transcripción

063 Málaga submarina 681KB Apr 05 2011 11:16:57 AM
Málaga submarina.
Al sur de la península Ibérica, en la costa andaluza, la ciudad de Málaga goza de interminables playas de
arena, bañadas por las tranquilas aguas del Mediterráneo.
Con una espléndida fachada al mar y un clima envidiable, Málaga se ha convertido en una importante
capital de turismo.
Eso conlleva que sus 120 kilómetros de litoral sufran una elevada presión urbanística, fenómeno que
amenaza la supervivencia de este rico paraje natural costero.
Estructuras de hierro con base de hormigón, ancladas en la costa y en el mar, han quedado como testigos
de una actividad comercial pasada. Los ricos minerales de las montañas viajaban hasta la playa para
embarcarse en una aventura hacia su fundición.
El abandono de las instalaciones de extracción del mineral ha provocado su derrumbe. Los restos de los
antiguos cargaderos, raíles y plataformas son hoy una ciudad sumergida llena de misterio.
De esta forma, el hombre, que construyó todo esto para rentabilizar las minas a través del comercio
marítimo, ha propiciado sin quererlo un ambiente en el que la vida marina se desarrolla con éxito. Las
estructuras yacen ahora a 12 metros de profundidad y han convertido un fondo somero y de base fangosa
en un gigantesco arrecife artificial.
Este inmenso esqueleto de vigas y raíles oxidados, poleas, cables de acero y toneladas de hierro
retorcido, crean un hábitat perfecto para la supervivencia de muchas especies, protegidas de las artes de
pesca, y un soporte idóneo donde se establecen muchas comunidades bentónicas.
Las anémonas aprovechan estas estructuras corroídas por el óxido para fijarse en la superficie rugosa y
elevar sus tentáculos hacia la corriente.
Muchas y diferentes especies, de distintos grupos taxonómicos y filogenéticos, habitan en el entorno de
este nuevo paraje artificial.
En su gran mayoría, son organismos filtradores, como esta colonia de pólipos, Veretillum cynomorium,
que saben aprovechar muy bien la materia orgánica de estas aguas generosas en nutrientes. O las
numerosas y diversas ascidias, que canalizan el agua a través de sus conductos y filtran el alimento en el
interior de las colonias.
Otros organismos que se alimentan del plancton y las partículas en suspensión son los corales arbustivos
de Dendrophyllia ramea.
En esta lucha por el plancton aparecen los espirógrafos. Estos gusanos, expertos filtradores, construyen
con partículas de arena su habitáculo en forma de tubo cilíndrico, donde se cobijan. Solo dejan asomar un
delicado penacho branquial retráctil, a modo de abanico, con el que filtran las aguas nutritivas y captan el
alimento.
Y el cerianto parece tratar de imitarlos con el movimiento de sus tentáculos, mecidos al compás de las
corrientes submarinas.
En ocasiones, aquellos que se atreven a surcar los mares han de pagar un caro e injusto tributo al mar.
Sobre un lecho arenoso, y a 44 metros de profundidad, reposa lo que antaño navegó como buque
mercante. Descender hasta este lugar es realizar un peligroso viaje al pasado.
Los restos del Menapier, hundido el 17 de noviembre de 1917, yacen en este lugar donde las fuertes
corrientes azotan continuamente el amasijo de hierros mientras la estructura corroída se va hundiendo en
la arena.
No obstante, casi un siglo bajo las aguas no ha conseguido vencer al gigante de hierro, y las máquinas y
bodegas ofrecen un espectáculo siniestro pero atractivo, en el que sólo la imaginación es capaz de intuir
cada parte del barco hundido.
Tal vez, durante sus años de navegación, jamás albergó tanta vida como ahora. Un sinfín de organismos
invertebrados ha encontrado en sus restos un sustrato ideal que colonizar, como una demostración de
reciclaje natural, que da a lo que parecía inservible una segunda vida.
Sobre ellos, sus nuevos vecinos, los coloridos tres colas, que se concentran por miles en lo que antaño
fueron las dependencias del elegante Menapier. Sin duda, añaden pinceladas de vida sobre los restos
sepulcrales de lo que un día fue un majestuoso buque mercante.