El desarrollo desde la perspectiva del pueblo mapuche
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El desarrollo desde la perspectiva del pueblo mapuche
La Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica es una institución de derecho privado sin fines de lucro y con fines académicos y científicos. Con domicilio en Dr. Manuel Barros Borgoño 163, Providencia, Santiago de Chile, autorizada por decreto Nº 1102 del Ministerio de Justicia, con fecha 17 de octubre de 1975. Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 EL DESARROLLO DESDE LA PERSPECTIVA DEL PUEBLO MAPUCHE Claudia Serrano Carolina Rojas Noviembre 2003 Esta serie de documentos de trabajo (ISSN 0717-5264), tiene el propósito de contribuir a la difusión de las investigaciones de CIEPLAN. Las opiniones que se presentan en los documentos, así como los análisis e interpretaciones que en ellos se contienen, son de la responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Corporación. Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas RESUMEN La investigación hace un recorrido histórico por las distintas perspectivas de desarrollo que han orientado la política pública del siglo XX y examina cómo éstas han condicionado las maneras en que el Estado ha enfrentado la situación social, económica, política y cultural de los pueblos originarios de nuestro continente y nuestro país. Este análisis teórico culmina con una revisión de lo que han sido las políticas de desarrollo indígena implementadas por los gobiernos de la concertación. El estudio contrasta y pone a dialogar la visión de las políticas de desarrollo indígena con la visión de los propios indígenas que habitan en el Área de Desarrollo Indígena del Lago Budi, ubicada en la IX Región del país, con quienes se realizaron entrevistas en profundidad y focus groups. Los principales resultados encontrados son los siguientes: En los ’90 se abre una oportunidad de abordar el tema del desarrollo indígena desde una perspectiva que articula mejoramiento de las condiciones de vida, progreso económico y mayor bienestar de las comunidades, con el resguardo de la tradición y la cultura de cada pueblo. Esta combinación de esfuerzos se conoce como Desarrollo con Identidad. El trabajo de campo muestra que para los mapuches no hay desarrollo si este no incorpora cuestiones referidas a su cultura e identidad, la que se expresa en tres elementos: a) la tierra y la vida del campo; b) la lengua y la recuperación de la memoria histórica y c) los ritos y costumbres religiosas. Preservar estos elementos que conforman la cosmovisión de los mapuche requiere, a su juicio, un papel activo del propio pueblo en el diseño de políticas de desarrollo. En otras palabras, la demanda que hacen al Estado para que exista un verdadero proceso de desarrollo con identidad, es que además de mejorías materiales o económicas existan espacios efectivos de participación para la definición de sus proyectos de futuro. 1 INDICE Pág. INTRODUCCIÓN 01 I. DESARROLLO Y POLÍTICA INDÍGENA 03 1. El desarrollo indígena 2. Políticas de desarrollo indígena en los noventa en Chile 3. Desarrollo y Subdesarrollo 4. Estrategias de desarrollo y su lectura desde la perspectiva indígena 4.1 Desarrollo-Subdesarrollo / Modernidad-Tradición 4.2 Dependencias e Identidad Latinoamericana 4.3 Neoliberalismo y Exclusión Cultural 4.4 Crecimiento y Equidad II. EL DESARROLLO PARA LOS MAPUCHES DEL LAGO BUDI 1. Introducción 2. ¿Cómo ven los indígenas del Lago Budi su desarrollo? 3. Opiniones acerca de las Políticas de Desarrollo Indígena 03 06 10 12 13 16 19 21 24 24 30 42 III. CONCLUSIONES 51 BIBLIOGRAFÍA 56 DOCUMENTOS REVISADOS 59 GLOSARIO DE SIGLAS UTILIZADAS EN EL TEXTO 60 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas EL DESARROLLO DESDE LA PERSPECTIVA DEL PUEBLO MAPUCHE Claudia Serrano ✻ Carolina Rojas INTRODUCCIÓN El desarrollo es un concepto propio del siglo XX que está asociado a la idea de progreso y productividad, que alude a un mayor bienestar general para la población y a la identificación de países, territorios o sectores rezagados respecto de un patrón definido como moderno o desarrollado. Es un concepto que llama a actuar a los gobiernos, a la comunidad internacional y a la sociedad civil para desentrabar obstáculos y activar la acción pública, a través de mecanismos que suelen nombrarse como “políticas de desarrollo”. De acuerdo a como se comprenda y defina el desarrollo emanan estrategias y políticas que pueden ser diametralmente diferentes. A la vez, estas definiciones entrañan un componente de poder, aquel que permite instalar una idea de desarrollo y tomar decisiones concretas derivadas de ésta, cuestión que deja afuera a aquellos sectores que por razones sociales, políticas o culturales están lejos de los grupos dominantes. Este es el caso del mundo indígena, el que ha sido objeto de políticas de desarrollo, pero no sujeto de las mismas, en circunstancias que a partir de su propia identidad y trayectoria son pueblos portadores de una sustantiva visión del desarrollo que no coincide con la que ha inspirado las agendas de los gobiernos. En Chile, a partir de los años 90 se comienzan a implementar en forma sistemática políticas públicas y programas de desarrollo indígena que tienen el propósito de incorporar o integrar a esta población a los beneficios del desarrollo social y económico del país. En períodos precedentes, las acciones gubernamentales solo parcialmente lograron acoger a los pueblos originarios como colectivo con problemas específicos y más bien tendieron a incorporarlos como pobres del mundo rural. Como se irá revelando en este texto, no ha existido coincidencia ni afinidad entre la visión gubernamental y la visión de los pueblos indígenas acerca de lo que se entiende por desarrollo y tampoco ha habido una preocupación por poner en común ambas visiones. ✻ El desarrollo de este trabajo contó con la especial colaboración de Marcos Rebolledo Burgos, quien puso a disposición de las autoras su experiencia y conocimiento en temas de desarrollo local en sectores indígenas. 1 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas No es de extrañar entonces que el debate sobre el desarrollo no se haya interrogado acerca de cómo visualizan y evalúan el progreso y el desarrollo los sectores de la población que tienen características étnicas distintas a las hegemónicas en la sociedad. Tales grupos disponen de un corpus cultural conformado a lo largo de siglos de historia y tradición que no calza con el paradigma del desarrollo productivista y urbano que ha guiado a la sociedad occidental a lo largo del siglo XX. Solo en años recientes se ha abierto un nuevo espacio de diálogo que revierte la omisión anterior y se han levantado conceptos tales como desarrollo con identidad, etnodesarrollo y ciudadanía multicultural. Este documento presenta los resultados de un estudio que aborda el tema del desarrollo desde la perspectiva indígena. Pretende contribuir a un diálogo entre el mundo público responsable de las políticas públicas y las comunidades indígenas en torno al sentido del desarrollo y las medidas adecuadas para lograrlo. El objetivo planteado es conocer la visión que tiene el pueblo mapuche, concretamente habitantes de comunidades mapuche lafquenche localizados en el entorno del Lago Budi, IX Región, con el propósito de identificar puntos de encuentro y desencuentro entre su visión y la del Estado de Chile. El presente texto ha sido escrito pensando particularmente en quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones de política pública y en los funcionarios públicos que trabajan con personas mapuche. El estudio pretende aportar a un diseño de política y de gestión pública que efectivamente constituya un desarrollo con resguardo de la identidad y respeto a los derechos de los indígenas. El propósito mencionado va bastante más allá de atender la situación socioeconómica, de por sí mucho más desfavorecida que la de la población no mapuche en el país1. Se trata de aportar a un diálogo político cultural, antes que técnico, punto de partida para una mayor pertinencia cultural y por tanto, mayor efectividad de las políticas. El texto se ha estructurado en dos capítulos más la sección de conclusiones. El primero entrega antecedentes teóricos y el segundo presenta los resultados del trabajo de campo que indagó sobre la visión indígena en torno a la idea de desarrollo. 1 Cifras que avalan esta situación desmedrada de la población indígena son las siguientes: mientras la pobreza (incluyendo al segmento indigente) alcanza al 22.6% de la población no indígena, este porcentaje asciende a 35.6% entre la población indígena. Asimismo, los indígenas duplican la indigencia en relación a los no indígenas. Entre los extremadamente pobres, el 10.6% es población indígena y sólo el 5.5%, no indígena. En relación a indicadores de salud, la población indígena también se encuentra en situación desfavorable: mientras la tasa de mortalidad infantil a nivel de país es de 15/1000, entre los indígenas es tres veces más elevada: 40/1000 entre los aymaras; 57/1000 entre los atacameños; y 34/1000 entre los mapuche. Por último, mientras la esperanza de vida nacional para el año 1993 era de 72 años, en el caso de la población indígena era solamente de los 65 años (63.4 entre los aymaras y 67.8 entre los mapuche). Fuente: Encuestas Mideplan. 2 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 I. C. Serrano y C. Rojas DESARROLLO Y POLITICA INDÍGENA 1. El desarrollo indígena Las desiguales oportunidades de desarrollo que tienen los pueblos indígenas del país se ha convertido en un tema de interés de la investigación social, las políticas públicas y los medios de comunicación social. Este interés deriva de la voluntad y decisión de los gobiernos de la concertación de incorporar a los indígenas como un grupo prioritario de sus políticas sociales, lo que se ha traducido en un conjunto de programas orientados al desarrollo de estos pueblos. A partir de los ‘90, por primera vez en la historia nacional, el desarrollo indígena, ha sido concebido como un campo de preocupación y responsabilidad de la política pública. Previamente las intervenciones estatales estuvieron marcadas por la negación de la identidad étnica y el intento de ignorar o anular diferencias culturales a través de un proceso de asimilación a la vida occidental chilena que abordó el asunto indígena en el marco de una lógica de “integración social”. Sin embargo, más que integración, se llevaron a cabo prácticas clientelares que redundaron, las mas de las veces, en brutales experiencias de discriminación (Namuncura, 2000). Otro foco que ha obligado a mantener vivo el interés en los temas indígenas proviene de la permanente actitud de lucha y presión social de grupos dispuestos a saltarse los límites del diálogo y la ley para hacer ver sus demandas, con lo que han logrado levantar y visibilizar sus necesidades en la opinión pública y presionar a las autoridades para que resuelvan problemas complejos que entremezclan reivindicaciones socioeconómicas y político culturales (Bengoa, 1999; Aylwin, 2000). La capacidad de confrontación del movimiento indígena ha obligado al gobierno a tomar medidas. Por ejemplo, el año 1999, fruto de una seguidilla de protestas y manifestaciones de fuerza en la zona sur del país, el Ministro de Planificación de la época, Germán Quintana, se trasladó al sur y participó de un intenso proceso de diálogo con las comunidades para luego comprometer a la institucionalidad pública en un plan de trabajo concreto. El año siguiente, a tres días de asumir su cargo el Presidente Lagos, instaló un Grupo de Trabajo que debía proponer recomendaciones concretas de políticas. Como resultado de este trabajo se compromete una agenda de 16 medidas. Dos de esas medidas constituyen nuevos pasos en el itinerario institucional del tema indígena: se constituye la Comisión Verdad y Nuevo Trato, cuyo balance histórico y propuestas se conoció en Octubre del 2003 y se compromete con el Banco Interamericano de Desarrollo la realización de un proyecto de desarrollo indígena que comienza a implementarse en el año 2001 y que se conoce como 3 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas “Programa Orígenes”2. En Marzo del año 2002, buscando levantar una figura relevante para el mundo indígena y de peso en el diálogo político nacional, el subsecretario de MIDEPLAN, Jaime Andrade Guenchucoy es nombrado Coordinador de Política Indígena a nivel nacional y pasa a ocupar la vocería y primer plano de los temas indígenas en el país como cara pública del gobierno3. Las sucesivas reacciones gubernamentales: diálogos, comisiones, grupos de trabajo, presencia en terreno de autoridades de alto nivel, dan cuenta de que, en buena medida, la trayectoria que ha ido marcando el tratamiento gubernamental del tema indígena tiene que ver con el “conflicto indígena”, entendiendo por tal una combinación de aspectos socioeconómicos y político-culturales que se resumen a continuación: En el plano económico social la situación indígena se caracteriza por: • Precariedad de la situación socieconómica, bajos ingresos y escasos recursos económicos que se traducen en indigencia y pobreza. • Difícil acceso a los sistemas de salud, educación, previsión social, etc. • Escaso acceso al mercado laboral y oportunidades de empleos de mínima calificación y mal remunerados. • Deterioro de los recursos naturales del territorio, lo que repercute económicamente, ya que su explotación es una importante fuente de ingreso, pero también culturalmente, ya que las costumbres y tradiciones están directamente asociadas al encuentro y convivencia con la naturaleza. • Pérdida de rentabilidad de las actividades productivas tradicionales, debido fundamentalmente a la poca viabilidad y difícil sustentabilidad que ha ido adquiriendo la agricultura pequeño campesina en Chile. La reivindicación de tipo político cultural apunta a: • Obtener el reconocimiento como pueblo, esto es, en tanto grupos y comunidades con su propia raíz cultural, étnica e histórica. • Ser respetados y validados por la sociedad chilena en su especificidad y sus diferencias culturales. Esto tiene relación con la superación de la histórica relación de discriminación que han vivido de parte de la población no indígena y del Estado. • Reconocimiento de la deuda histórica con los pueblos indígenas por la expropiación o enajenación de tierras, que conduce al reclamo por acceso a tierras y aguas. • Reconocimiento progresivo de su territorialidad y derecho a la autonomía y autodeterminación. 2 3 4 Estos temas se tratan más extensamente en la siguiente sección. En Julio del 2003. Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas En síntesis, se observa que la situación de los grupos indígenas en el país está directamente asociada a la discriminación y subordinación cultural en el seno de una sociedad no indígena que no reconoce, ni acepta las diferencias culturales. La política pública chilena a partir de los años 90, de “Desarrollo con Identidad”, busca que la población indígena sea partícipe de los beneficios del desarrollo nacional resguardando su cultura. Se trata de hacer compatibles el respeto a los valores y tradiciones del mundo indígena y a) un contexto de diálogo con la sociedad y el país como conjunto, b) apertura a los cambios e innovación en el ámbito productivo que permitan mayor autonomía económica, y c) los esfuerzos del Estado y otros actores para dar saltos sustantivos en la calidad de vida y el bienestar social de los indígenas y de la población pobre en general. Todo ello pasa por combinar lo que es propio e inalienable de la cultura mapuche y el reconocimiento oportuno y no prejuiciado de los elementos que podrían constituirse en palancas eficaces de desarrollo. Estas ideas representan un vuelco en la política indígena. Se busca dialogar, se declara el respeto y la tolerancia a la cultura y se comienza a cambiar también el lenguaje, dejándose de hablar de “los indígenas” para hablar de “los pueblos originarios”. Sin embargo, estas iniciativas se instalan en un contexto marcado por dos omisiones o vacíos que actúan como una mala carta de presentación de la política pública. Primero, a pesar de los acuerdos y de las iniciativas legislativas ensayadas, no se ha logrado el reconocimiento político y jurídico como pueblo de los indígenas. El tema nunca ha dejado de permanecer como un compromiso de los sucesivos gobiernos de Chile pero no se ha logrado sacar adelante una legislación al respecto4. Segundo, no se ha buscado sintonizar visiones sobre el desarrollo y el bienestar entre el Estado y Gobierno de Chile y los dirigentes de las comunidades de forma que, en muchos casos, las políticas son percibidas como ajenas, poco urgentes, desligadas de las prioridades de la gente, e incluso, descalificadoras o atentatorias de cuestiones sociales y culturales de la mayor relevancia para el habitat social y natural de los indígenas. La política indígena de desarrollo con identidad busca dar sustentabilidad al desarrollo de la cultura. Esto se traduce en la búsqueda y definición de criterios de pertinencia cultural que no necesariamente ni automáticamente expresan una visión indígena del desarrollo. Al cabo de diez años, es posible constatar que existe una gran desorientación para operacionalizar el principio del desarrollo con identidad. Algunas de las preguntas que no han podido ser contestadas son: ¿a qué apunta en concreto el desarrollo con identidad? ¿cuáles son los ámbitos centrales sobre los cuales se debe intervenir? ¿cuáles son los instrumentos y procedimientos adecuados de programas y proyectos de desarrollo indígena? 4 Lamentablemente el año 2001 el trámite legislativo no prosperó por falta de quorum en la sala, responsabilidad de parlamentarios de gobierno, y no por rechazo de parlamentarios de oposición. 5 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas 2. Políticas de desarrollo indígena en los noventa en Chile En los 90 se produce un incremento progresivo de programas, servicios y acciones públicas dirigidas a dar respuestas a los problemas socioeconómicos que vive la población indígena. Los objetivos que se declaran en torno a la política indígena en Chile son: • Fortalecer la integración de los pueblos indígenas a la comunidad nacional en un contexto de aceptación de la diversidad cultural existente en el país y superación de la discriminación étnica. • Proteger y promover el desarrollo de los indígenas, su cultura, familias y comunidades, así como el patrimonio de tierras y aguas indígenas. • Fortalecer el acceso a las oportunidades que se abren en el país en condiciones iguales al resto de los ciudadanos. • Lograr la pronta solución a los principales conflictos que enfrentan los pueblos indígenas y que atentan contra su identidad y existencia. • Fortalecer la institucionalidad estatal orientada al desarrollo de los pueblos indígenas. El llegar a estos enunciados es resultado de un largo proceso. Desde 1990 a 1999, la política indígena en el país está marcada por tres ejes: i) el que determina la Ley Indígena y ii) las prioridades sociales de los gobiernos de la concertación en la línea de su preocupación por los llamados “grupos prioritarios” y iii) la necesidad de responder a un actor colectivo que se toma la escena pública, transgrede las normas y expresa su protesta mediante diversas formas de lucha: tribunas nacionales e internacionales, participación activa en la institucionalidad pública indígena (CONADI) y también mediante acciones más radicales tales como tomas de fundos, quemas de plantaciones forestales en terrenos reclamados, marchas, cortes de caminos, enfrenamiento con las autoridades y la policía, etc. Estos tres ejes, la prioridad política, el canal institucional y la protesta indígena inciden para que el tema nunca haya salido de la agenda pública a lo largo de los tres gobiernos de la concertación. La nueva relación entre el Estado y los pueblos originarios que describimos empieza el año 1989, en vísperas de la democracia, y continúa hasta el tiempo presente. Una mirada somera del proceso permite registrar como hitos principales los siguientes: • Encuentro Pacto de Nueva Imperial En el año 1989, en el marco de la campaña presidencial del Presidente Aylwin, éste convocó a representantes de las comunidades indígenas a un encuentro de trabajo sobre las demandas y la situación indígena en el país. Los temas centrales que se conversaron en esa oportunidad tuvieron relación con el reconocimiento de la diversidad étnica y cultural; la 6 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas participación en la conducción de la política indígena del Estado; la protección legal de tierras y aguas; el otorgamiento de nuevas tierras que revirtieran el proceso de pérdida de tierras indígenas y apoyo al desarrollo económico y cultural de sus pueblos y comunidades. • Comisión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI) En 1990 se crea la CEPI a la que se le asigna la función de acoger y hacerse cargo de las demandas y acuerdos tomados en el Encuentro de Nueva Imperial. Entre el conjunto de gestiones que realiza esta institución está la formulación y la tramitación de un proyecto de Ley Indígena cuyos principios de base fueron los siguientes: - Reconocimiento de la diversidad cultural y étnica de la sociedad chilena - Reconocimiento jurídico de las comunidades - Fomento a la participación - Discriminación positiva a los pueblos indígenas - Protección de las tierras indígenas - Relación entre medio ambiente y desarrollo de las comunidades indígenas - Principio de autogestión y desarrollo - Fomento de la Educación Intercultural Bilingüe. • Ley Indígena Nº 19.253 La dictación de esta ley el año 1993, da respuesta a algunas importantes demandas de las comunidades indígenas tales como la creación de una institucionalidad indígena, el Fondo de Tierras y Aguas, el Fondo de Desarrollo y el Fondo de Educación y Cultura y de un canal de participación de representantes de las comunidades en la mencionada institucionalidad. Sin embargo, después de las discusiones y negociaciones del proyecto de ley en ambas cámaras del parlamento, el proyecto original perdió algunos de sus principios centrales, como el reconocimiento constitucional al concepto de pueblo para las minorías indígenas, y restó atribuciones a la comunidad indígena para resolver sus propios asuntos. Se diseñó una participación de carácter consultivo puesto que la ley dejó, en última instancia, la resolución de los asuntos indígenas en manos de un Consejo, lo que produjo frustración entre las comunidades y organizaciones que habían participado del acuerdo de Nueva Imperial (Aylwin, 2000). • Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) La Ley Indígena, estableció la creación de la CONADI. Esta es una entidad estatal dependiente del Ministerio de Planificación (MIDEPLAN), cuya función es promover, coordinar y ejecutar la acción del Estado a favor del desarrollo integral de los indígenas del país. Se orienta a generar acciones que reconozcan las identidades culturales de las distintas etnias, de modo de ir logrando una integración que recoja e integre creativamente la diversidad cultural de nuestro país. 7 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas La CONADI cuenta con un Consejo de Representantes del Mundo Indígena, por medio del cual se busca asegurar la efectiva representación de los pueblos indígenas en dicho organismo. Sin embargo, en la práctica este Consejo ha tenido un perfil bajo, debido a su escaso poder de decisión y a la dependencia que tienen este y la propia CONADI de otras entidades públicas de mayor jerarquía política, como MIDEPLAN y el Ministerio del Interior. • Areas de Desarrollo Indígena (ADI) Las ADIs son unidades territoriales distintas a las que caracterizan a la división política administrativa del país (región, provincia, comuna). Se entienden como espacios territoriales homogéneos cultural, social y geográficamente, en los cuales los organismos de la administración del Estado “focalizarán su acción en beneficio del desarrollo armónico de los indígenas y sus comunidades” (Artículo 26º de la Ley Indígena). A la fecha MIDEPLAN ha creado tres ADI en el país: - San Pedro de Atacama (Segunda Región, Decreto Nº70 de marzo 10 de 1997) Alto Bío Bío (Octava Región, Decreto Nº93 de marzo 31 de 1997) Lago Budi (Novena Región, Decreto Nº71 de marzo 10 de 1997)5. • Fondo de Tierras y Aguas y Fondo de Desarrollo Indígena Ambos fondos fueron creados el año 1993, como parte del mandato de la Ley Indígena Nº 19.253. El Fondo de Tierras y Aguas tiene la finalidad de solucionar la carencia de tierras y recursos hídricos en el mundo indígena. A través de distintos mecanismos (subsidios, regularizaciones, traspaso de predios fiscales, compra de predios en conflicto) intenta dar solución a los problemas de tierras y de agua. El Fondo de Desarrollo Indígena tiene como finalidad contribuir al desarrollo de los pueblos indígenas, a través de soluciones del tipo: subsidio al fomento productivo, subsidio para infraestructura productiva, doméstica, predial y local, fortalecimiento de la sociedad civil, desarrollo cultural, etc. • Proyecto Orígenes, de Desarrollo Integral de Comunidades Indígenas Este es un programa del Gobierno de Chile que se inicia el año 2001. Está orientado a mejorar las condiciones de vida y promover el desarrollo con identidad de los pueblos aymara, atacameño y mapuche en el área rural, particularmente en los ámbitos económico, social, cultural y ambiental. Es financiado mediante un crédito otorgado por el BID al Estado chileno. Cuenta con cuatro componentes: salud, educación, desarrollo productivo y fortalecimiento institucional. La ejecución del programa congrega a un conjunto de 5 8 Es en esta ADI donde se realizó el trabajo de campo para este estudio. Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas instituciones públicas con el propósito de llevar a cabo una gestión integral e intersectorial (MIDEPLAN, CONADI, MINSAL, MINEDUC, INDAP, CONAF). • Coordinación de políticas En el invierno de 1999 se realiza una ronda de encuentros comunales de conversación directa entre autoridades políticas y representantes del mundo indígena que configura una agenda de trabajo. Paralelamente, a nivel gubernamental se conformó un Grupo de Trabajo Interministerial liderado por el Ministerio Secretaría General de la Presidencia de la República. A partir de los resultados obtenidos en estas dos instancias, en Agosto de ese mismo año, el gobierno define orientaciones específicas para abordar la situación y los problemas de la población indígena en el país. El año 2000, el nuevo gobierno convoca a una Mesa de Diálogo sobre el tema Indígena. Del trabajo realizado en esta mesa, derivó un conjunto de compromisos que anunció y contrajo el Presidente de la República con las comunidades indígenas del país6. Adicionalmente, se elaboró el Plan Intersectorial Indígena, consistente en un programa de acción, en el cual un total de 22 servicios y ministerios, comprometieron presupuestos, programas, proyectos y acciones específicas para trabajar con la población indígena. • Educación Intercultural Bilingüe La educación con pertinencia cultural es un ámbito profundamente valorado por la población indígena. Entre las acciones que ha realizado el Ministerio de Educación se encuentran las siguientes: i) mantención y reparación de infraestructura; ii) perfeccionamiento docente mediante becas a profesores indígenas, pasantías al exterior y prácticas educacionales con una perspectiva intercultural y iii) becas y hogares para estudiantes indígenas. 6 Estos compromisos fueron: entrega de 50 mil hectáreas a los pueblos indígenas; entrega de un bono de 100 mil pesos a 10 mil familias de agricultores de la Región de la Araucanía; plan de cobertura total para los pueblos Yámana y Kawaskar; plan de capacitación a las comunidades indígenas; concurso de aguas para cubrir una superficie de 1.150 hectáreas de tierras indígenas; programas de capacitación para apoyar la gestión de los predios adquiridos y ampliación de la asistencia técnica entregada por el Ministerio de Agricultura; refuerzo a la educación intercultural bilingüe redestinando 290 millones de pesos en la formación de docentes y apoyo a las escuelas indígenas; incorporación en el currículo nacional de los conocimientos y valores de la cultura indígena; aplicar un modelo de salud intercultural en 10 centros de salud familiar en zonas de presencia indígena; inversiones en infraestructura vial, portuaria y de riego en áreas indígenas, creación de nuevos espacios culturales y recreativos; gestión con el Banco Interamericano de Desarrollo un crédito por 80 millones de dólares destinado a buscar el desarrollo pleno de los pueblos originarios; proponer al Congreso el reconocimiento constitucional efectivo de los pueblos indígenas, asegurando sus derechos a la lengua y el respeto a sus tradiciones y costumbres; establecer el 24 de junio como el día de los pueblos indígenas que será conmemorado con el levantamiento de un monumento a Lautaro en la ciudad de Concepción; reforzar la presencia de la cultura indígena en el país por la emisión de nuevas monedas de 50 y 100 pesos con imágenes de mujeres indígenas; respaldar la creación de un foro permanente de los pueblos indígenas en Naciones Unidas y contribuir a través del FONDART al rescate artístico y cultural de estos pueblos. 9 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas La evaluación que hacen los grupos indígenas, los intelectuales ligados al tema y el propio gobierno de los resultados de estas acciones son en general poco satisfactorios. Si bien cabe reconocer que lo realizado denota un efectivo compromiso gubernamental (especialmente al compararlo con el gran retraso y aún retroceso que se había experimentado en los años 70-80), no se ha logrado instalar el respeto a la identidad indígena que se había pregonado en diálogos y conversaciones antes y después de recuperada la democracia en Chile. Las principales críticas apuntan a la ausencia de un espacio de participación y autonomía para los sectores indígenas y a la poca efectividad de las políticas públicas para defender a los pueblos frente a los embates de un modelo económico y sociocultural que no los acoge en su especificidad (Aylwin, 2000). Uno de los obstáculos para tender efectivamente hacia el desarrollo indígena es que los tomadores de decisiones y autoridades no conocen la conceptualización y representación indígena del desarrollo. La premisa de este trabajo es que no será posible avanzar efectivamente en la superación de las desigualdades y la discriminación si no existe un real acercamiento y una profunda escucha, acerca de cómo entienden y significan los indígenas el bienestar y la calidad de vida, cuál es su visión del futuro, cómo ven la mejoría de sus condiciones socioeconómicas y laborales y qué responsabilidad o rol le atribuyen en esto al Estado. 3. Desarrollo y Subdesarrollo La temática del desarrollo, tal como se entiende hoy en día, es decir como una forma de progreso, crecimiento y paso a una situación más próspera, se instala a lo largo del siglo XX y se incorpora en el pensamiento y la política latinoamericana, durante la segunda mitad del siglo. En efecto, los conceptos de desarrollo y subdesarrollo se instalan en la comunidad internacional en la post guerra, en un clima de acelerada reconstrucción de los países que participaron en el conflicto, los que pasadas las irreconciliables diferencias, establecen acuerdos de cooperación que los consolidan como entidades nacionales y fortalecen la expansión de sus economías. Junto a este proceso comienza a hacerse notar en forma creciente la inestabilidad, precariedad e imposibilidad de iniciar sendas de progreso en América Latina. Históricamente el desarrollo se ha entendido como un proceso mediante el cual se logra llegar a una meta o a un estado mejor. El concepto de desarrollo apela al progreso, la competitividad y el bienestar y se refiere a la capacidad de los pueblos de ir alcanzado mejores niveles de vida, menos penurias y más oportunidades de realización para las personas. Si bien los factores que caracterizan y que permiten consolidar este “estado desarrollado” han experimentado variaciones en el tiempo, tienen sus fundamentos en una matriz cultural occidental y productivista, cuya representación son los logros económicos materiales y las conquistas sociales alcanzadas por los países del primer mundo. El desarrollo se ha vinculado a la industrialización, la produccción económica, la introducción 10 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas de tecnología y los avances en materia de equipamiento, infraestructura y habitabilidad. También se ha vinculado a la expansión del bienestar de las personas en materias, principalmente, de alimentación, salud y educación. El subdesarrollo, a la inversa, se refiere a las dificultades o imposibilidad de los países de sortear con éxito estos dilemas e instalar rutas de progreso y estabilidad social, política y económica. Esta idea de subdesarrollo como retraso económico y social que se expresa en un conjunto de indicadores tales como educación, esperanza de vida, nutrición, ingreso por habitante, etc., hacia fines de los años 90 es considerada simplista, reducida a una comparación lineal entre países con mejores y peores resultados económicos, e incapaz de acoger la complejidad de los nuevos conflictos sociales que afligen por igual a países ricos o países pobres, por ejemplo, la violencia, la drogadicción, el SIDA y, más recientemente, la amenaza de la guerra. Estos nuevos conceptos no han desactivado, sin embargo, la imagen de un mundo desarrollado que es capaz de resolver sus principales problemas económicos y sociales y situarse en una posición adelantada respecto de los restantes países. El examen de la literatura sobre el tema del desarrollo – subdesarrollo permite distinguir distintas aproximaciones estrechamente ligadas a los contextos históricos. Las primeras teorías enfatizan la polaridad modernidad - tradición, asimilando a los países subdesarrollados con culturas tradicionales que deben ajustarse a los requisitos de los países ricos. Hacia los años 60 la discusión abandona la idea de una “ruta de evolución hacia el desarrollo” y se argumenta, en el marco de las teorías de la dualización y la dependencia, que el subdesarrollo no es un paso anterior del futuro desarrollo, sino la contracara o el precio que pagan unos para que otros consoliden sus procesos de desarrollo. En ambos casos se atribuye al Estado un papel central como agente de la modernización, industrialización e integración de los sectores más tradicionales o marginales. Consecuentemente, las políticas dirigidas al mundo indígena no intentan comprender ni responder a un actor particular con una identidad, trayectoria y cosmovisión específica, sino a un sector de población marginalizado y pobre y se encaminan a la búsqueda, nunca exitosa, de oportunidades de integración al modo de vida así llamado moderno, vía la educación, el trabajo y la migración a la ciudad. La década de los 80 representa un vuelco en la historia política y económica de occidente y de los países europeos y latinoamericanos, el que dice relación con la crisis del Estado de Bienestar. Como es sabido, el péndulo gira desde un extremo protagonismo estatal a un extremo protagonismo del mercado en la asignación de los recursos, asociado a una brusca caída del gasto social y a una reorientación general de la labor pública en materia social. Este período corresponde a la llamada “década perdida” que también impacta a las medidas públicas en materia indígena. Se perdieron derechos y beneficios y hubo en general un retroceso de las políticas de integración. 11 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Hacia los noventa, se inicia una nueva tendencia que pretende superar la dicotomía Estadomercado. Sin modificar el rol primordial alcanzado por el mercado en la asignación de recursos, se recuperan para el Estado responsabilidades crecientes en materia social. Para entonces, se ha aprendido la lección de que la política pública social debe mejorar el impacto, asignar en forma más eficiente los recursos, focalizar en los más necesitados y buscar soluciones y medidas para problemas sociales específicos y complejos. Ya no se trata de urbanizar, educar o ofrecer atención sanitaria, sino de ofrecer soluciones de calidad vinculadas al escenario cambiante de un mundo globalizado. Además de ello, surgen nuevas preocupaciones tales como el maltrato infantil, la jefatura de hogar femenina, la incorporación de la mujer al trabajo, la drogadicción juvenil, etc. Entre los nuevos temas de la agenda social se encuentra la incorporación de la población indígena a la sociedad y al desarrollo desde su identidad como pueblo. Lo expuesto da cuenta de que no ha existido consenso acerca de lo que significa el desarrollo ni acerca de cómo se operacionaliza un proceso de este tipo. Las preguntas que hasta hoy están vigentes son: *¿cuál es el tipo de desarrollo que se busca? *¿se entiende por tal al crecimiento económico o se incluyen también dimensiones de inserción social, disminución de las desigualdades, respeto y convivencia ciudadana, tolerancia al otro, expansión de las oportunidades? *¿quiénes son los actores del desarrollo y qué papel les cabe? *¿los desposeídos son solo beneficiarios o receptores de beneficios o son también agentes activos de los procesos en marcha?, *¿sobre qué dimensiones es indispensable intervenir? *¿cómo intervenir en estas dimensiones?. 4. Estrategias de desarrollo y su lectura desde la perspectiva indígena A continuación se retoman cada uno de los cuatro períodos y enfoques sobre la temática del desarrollo ya enunciados indicando cuál ha sido su traducción desde la perspectiva de las acciones públicas dirigidas al mundo indígena y cuál la visión de los intelectuales dedicados al análisis de la temática indígena. Los temas a tratar se organizan esquemáticamente en el siguiente cuadro: 12 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas ESTRATEGIA DE DESARROLLO Y POLÍTICA INDÍGENA Estrategia Enfoque del desarrollo Estado Desarrollista Fortalecimiento de las capacidades del Estado Desarrollo de la institucionalidad pública Protagonismo del Estado en el proceso económico Cuestionamiento al sistema económico basado en relaciones estructuralmente desiguales entre los países ricos y los países pobres Teorías que relevan la identidad latinoamericana Teoría de la dependencia e identidad latinoamericana Neoliberalismo y exclusión cultural Crecimiento Equidad Estado subsidiario Reducción del gasto público Liberación de mercados y Desarrollo con rostro humano Críticas al enfoque de desarrollo Visión voluntarista de las capacidades estatales Posiciones en materia de política indígena Tendencias llamadas indigenistas de integración de la población indígena al proceso de desarrollo Incapacidad de diálogo entre dos mundos que se ven contrapuestos y confrontados: el de los países dominantes y los países latinoamericanos. Discurso que rescata la identidad indígena pero incapacidad de traducirlo en políticas. Los indígenas forman parte del mundo pobre o de la clase trabajadora en un sentido general. Negación de lo indígena Aumento desigualdades Apuesta ciega al mercado como asignador de recursos Aún no se consolida una Desarrollo con Identidad estrategia de desarrollo que logre articular criterios de mercado y de expansión de libertades. 4.1 Desarrollo-Subdesarrollo / Modernidad-Tradición Durante la primera mitad del siglo XX y con más énfasis después de la segunda guerra mundial, el debate latinoamericano en torno al tema del desarrollo estuvo centrado en el ámbito económico y productivo. El centro de atención se sitúa en el proceso de industrialización, entendido como la alternativa viable para hacer frente a las crisis económicas mundiales del 30 y de postguerra. La estrategia de desarrollo se hizo sinónimo de la industrialización que tuvo como propósito conseguir la sustitución de importaciones por la vía de incrementar la producción interna. A su vez, la expansión de la industria nacional fue un proceso asociado a la ampliación de los sectores asalariados y obreros, la expansión de las ciudades, la activación del rol del Estado en materia social, particularmente en educación, y el predominio de un modo vida urbana. La conceptualización del desarrollo en estos años se enmarca en la polaridad tradiciónmodernidad y en una concepción lineal y evolucionista del progreso. Bajo el supuesto de 13 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas que la situación y condición inicial de las sociedades desarrolladas era similar a la de las no desarrolladas, se busca imitar el rumbo seguido por aquellas. Estudiando a las primeras se podría predecir e incidir en el destino de las segundas. Frente a este enfoque carente de historicidad e incapaz de contextualizar y particularizar los procesos propios de cada sociedad, las críticas no se hicieron esperar. A mediados de los años 60, Hirschman, complejiza el análisis de las sociedades desarrolladas y subdesarrolladas, sosteniendo que los elementos considerados obstáculos para el desarrollo en unas sociedades, pueden funcionar así en determinados momentos pero en otro pueden actuar como facilitadores, o bien, no tener significación alguna (Hirschman; 1960). En esta misma época, Gusfield cuestiona la dicotomía tradicional - moderno, como forma de aproximación a los estudios sobre el desarrollo, señalando que esta perspectiva tiene la restricción de: i) referirse a las sociedades tradicionales como sociedades homogéneas; ii) visualizar los elementos tradicionales y modernos como excluyentes; iii) atribuir siempre y en toda circunstancias a los factores tradicionales la calidad de traba al desarrollo, en circunstancias de que no necesariamente las formaciones sociales definidas como tradicionales, actúan como obstáculo (Gusfield, J. 1970). Este último punto resulta crucial para la discusión actual sobre la participación del mundo indígena en los procesos de desarrollo, pues en este caso el elemento tradición, historia e identidad constituye el núcleo central desde el cual se puede pensar en el progreso y el cambio. La bibliografía abocada al estudio de estos temas coincide en señalar que en los primeros años, las acciones de desarrollo provenientes del Estado, tuvieron un carácter intuitivo y espontáneo, obedeciendo a situaciones coyunturales tales como un escenario externo poco favorable, desequilibrios y crisis económicas internacionales frente a las que se adoptaron políticas aisladas de tipo proteccionistas. Sin embargo, hacia los años 50 esta improvisación deja paso a un proceso racional y planificado de parte del Estado que se conoce como Estado Desarrollista (Prebisch; 1960). El término “desarrollista” da cuenta de una vocación voluntarista del Estado por conducir el proceso. Se atribuía a los Estados del tercer mundo la capacidad de producir, por medio de una modernización industrial acelerada “un desarrollo económico y social prometeico” (Petiteville; 1995). Entendido el Estado como el impulsor de las estrategias de desarrollo, este fue progresivamente requiriendo de una institucionalidad que contara con las capacidades técnicas y de gestión para asumir la tarea. Se gesta un fuerte proceso de inducción de capacidades a través de la entrega de asesoría técnica de parte de los países industrializados. Un clásico del período son las políticas de cooperación hacia América Latina que constituyeron la agenda de la “Alianza para el Progreso” impulsada por los Estados Unidos. Al amparo de esta estrategia los países logran instalar procesos 14 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas productivos, integrar a crecientes sectores al modo de vida urbana, expandir paulatinamente los beneficios sociales, realizar obras de infraestructura, etc. La evaluación posterior indicará que el modelo tenía limitaciones desde el origen, pues se basó en la creencia de que en los países subdesarrollados existía un modelo cultural similar al de los países occidentales desarrollados y que los Estados latinoamericanos serían igualmente eficaces. En la práctica, se operó con el predicamento de que las capacidades del Estado eran ilimitadas, no se contó con una teoría acerca del Estado que fuera acorde y adecuada a los requerimientos que imponía la estrategia de desarrollo y se generó una creciente complejidad burocrática del aparato público con la consiguiente dificultad para gestionar los recursos humanos (Muñoz, O.; 2001). La visión del desarrollo indígena En el marco del desarrollismo la concepción del tema indígena y las acciones dirigidas a esta población estuvo marcada por la lógica de la “integración”. El origen de esta perspectiva surge cuando aparece en América Latina la necesidad de conformar Estados integrados en los que todos sus miembros y habitantes se reconocieran como parte de una nación. Para los indígenas esto significó un fuerte proceso de chilenización a nivel simbólico, a partir del cual los elementos culturales característicos de los pueblos indígenas se reemplazan por los símbolos patrios. Esta integración no consideraba la superación de la exclusión social, económica y cultural de los indígenas. Después de la segunda guerra mundial la visión de la integración de la población indígena al Estado Nación se amplía a otros ámbitos, conformándose la así llamada perspectiva indigenistas. Promovida por grupos progresistas del Estado y particularmente del mundo intelectual y académico, esta perspectiva buscó la incorporación de la población indígena al modo de vida moderno y desarrollado de la población no indígena. Estas tendencias se conocen como “indigenistas”. Es así que las acciones hacia el mundo indígena se enmarcaron dentro del proceso desarrollista latinoamericano global. El principio básico era que, para ser países verdaderamente desarrollados, se requería que sus ciudadanos contaran con capacidades y recursos que les permitieran aprovechar los beneficios que traería el progreso. Sin embargo, en el caso de los indígenas, se requería de acciones que les permitieran superar sus diferencias con los no indígenas, generando un proceso de homogeneización y de superación de su situación de precariedad. Los principales ámbitos en torno a los que se actuó fueron la integración al sistema educativo formal y la campesinización de sus actividades económicas tradicionales. Las críticas a esta forma de entender el desarrollo de los pueblos indígenas señalan que las acciones de protección o amparo a la población indígena, realizadas en el marco de un Estado desarrollista preocupado de lo social, se decidieron sin ninguna participación de los 15 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas indígenas sin ninguna consideración de los temas culturales y étnicos. Las acciones que se realizaron fueron paternalistas ya que entendían a los grupos indígenas como “limitados” e “incapaces” a quienes había que integrar. 4.2 Dependencia e Identidad Latinoamericana A mediados de los años 60 por primera vez se pone en cuestión si resultaba o no tan deseable la universalización del estilo occidental de desarrollo, lo que generará importantes cambios que otorgarán especificidad a lo latinoamericano en el escenario mundial. La realidad económico – social de América Latina ya no se entenderá como un estadio previo y premoderno, sino como una experiencia compleja con su propia historicidad. En este período, el análisis sobre el desarrollo pasa de tener una visión polar “dependencia - independencia / identidad - asimilacionismo e incorpora matices que permiten ver la existencia de distintos tipos de desarrollos, los que están marcados por los componentes históricos y culturales de los países. Teorías de la Dependencia Durante los años 60 y 70, de la mano de autores tales como Furtado, Sunkel, Cardoso y Faletto, se posiciona la Teoría de la Dependencia Económica, que critica los análisis económicos desarrollistas de la década anterior, argumentando que éstos no consideraban las condiciones y efectos sociales del sistema económico internacional. Instalada en una perspectivas crítica marxista, la Teoría de la Dependencia, cuestiona a nivel macro el sistema capitalista que se basa en relaciones estructuralmente desiguales entre el centro (países desarrollados) y la periferia (países subdesarrollados) en el orden económico mundial, lo que genera una situación de dependencia de la periferia en relación al centro. Ya no se hablará del desarrollo o del subderarrollo sino de la relación de dependencia entre ambos. Graciarena (1976) y Pinto (1976), acuñan el concepto de “estilos de desarrollo”, relativizando la idea de “modelo de desarrollo” y haciéndose cargo de que existen combinaciones distintas para articular los componentes del proceso de desarrollo: actores, grupos y clases sociales, estructura económica, relaciones de poder organizadas en el Estado. Para el caso de Chile, Aníbal Pinto en su famoso libro “Chile un caso de desarrollo frustrado” da cuenta del desfase entre estructuras sociales e institucionales y estructuras económicas, así como del desfase entre lo político institucional y la estructura económico social. Afirma que el proceso institucional, político, estatal y social no se condice con una precaria estructura económica y una limitada capacidad de adecuación y adaptación a los cambios del mercado externo (Pinto, 1996). 16 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas La estrategia de desarrollo imperante en Latinoamérica hasta los ’60, es vista como una estrategia ambigua, en tanto aspira a generar autonomía a través de los procesos de industrialización, pero manteniendo vinculaciones económicas con los países del centro de forma que se sigue dependiendo de los mercados externos y se sigue consolidando una situación de subordinación de los intereses nacionales a las dinámicas económicas externas. Estas teorías afirman que los Estados de los países dependientes no tenían tanto poder ni autonomía como les atribuían las teorías desarrollistas. Los autores más radicales de la Teoría de la Dependencia, Frank, Amin, Dos Santos, Marini, señalan que los Estados del tercer mundo no eran más que estructuras fantasmas ocupadas por una burguesía aliada con los intereses capitalistas de las clases dominantes del centro (Petiteville, F.; 1995). En este período se instala la preocupación por la existencia de desigualdades sociales que da pie a intervenciones públicas y privadas tendientes a romper las barreras entre polos cultural y socialmente desarrollados y polos marginalizados. Así, ya sea desde las políticas sociales o a través de las intervenciones comunitarias realizadas por instituciones privadas, se intenta romper la brecha que distancia a dos sociedades que coexisten como sistemas sociales separados por barreras estructurales. Los teóricos de la dependencia sostienen que el desarrollo económico no es suficiente y que se requiere de una visión que comprenda la totalidad del sistema social. La modernización debe entenderse como el desarrollo de un sistema social, económico y político que produzca un cambio continuo. En lo propiamente social, la modernización se hace sinónimo de la capacidad de la sociedad de generar mecanismos eficientes de integración social. Modernizarse significa entre otras cosas: i) racionalidad, ii) desarrollo y planificación; iii) aumento de la productividad; iv) elevación de los niveles de vida. La perspectiva de la identidad latinoamericana Otros autores, más o menos en la misma época, aportan otros elementos a la discusión sobre desarrollo y modernización tomando la perspectiva de la cultura y la identidad. Se plantean críticos frente a teorías que depositan en el poder hegemónico de los países adelantados la dinámica en curso de los países más pobres. Durante las décadas del 60 y el 70, los estudios culturales intentaron relevar lo propio, lo que levanta el tema indígena en un plano positivo y constitutivo de lo latinoamericano. Jorge Larraín (1996) señala que se conformaron tres posiciones sobre este tema: i) teorías que rechazan la idea de que exista una identidad constituida de América Latina y que enfatizan que lo propio de la región es su naturaleza precaria y problemática; ii) visiones más esencialistas que, haciendo una crítica a la racionalidad instrumental de occidente, relevan la existencia de una identidad basada en una esencia latinoamericana, y iii) teorías que asocian la identidad latinoamericana a su legado cultural hispánico, radicalmente opuesto al anglosajón, el que habría obstaculizado e impedido la modernización del 17 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas continente. En este período, ya sea desde una perspectiva culturalista centrada en debates sobre la identidad, o desde la perspectiva socioeconómica de la teoría de la dependencia, está presente la idea de dos mundos contrapuestos. Larraín sostiene que existe un trasfondo de oposición entre dos modelos culturales: el europeo racional e ilustrado y el latinoamericano simbólico y dramático (el macondismo latinoamericano). La incapacidad de dialogar las diferencias entre ambos modelos, opera como limitante para aspirar al desarrollo y contribuye a situar a América Latina en la posición desigual que señalan las teorías de la dependencia y del dualismo estructural. La Visión del desarrollo indígena La visión del desarrollo de los años sesenta resalta la particularidad indígena como un componente distintivo para definir el estilo de desarrollo y plantea que, a nivel de las representaciones sociales, lo indígena contiene las bases de cualquier opción de desarrollo. Sin embargo, estas posturas fueron más simbólicas que reales. En la práctica, el discurso de la identidad indígena traspasó solo parcialmente a las políticas públicas. No obstante la riqueza temática asociada a esta búsqueda de lo propio, esta no pasó del debate intelectual y no se tradujo en el diseño de nuevas estrategias de desarrollo o nuevos enfoques de políticas públicas. Algunos autores señalan que en este período por primera vez se acepta a los indígenas como una cultura diferente. Sin embargo, comprueban que predominó una postura instrumental y política en clave marxista que se limitó a recoger las necesidades y demandas de una población que, más que indígena, fue acogida como mundo popular, campesinos pobres o trabajadores en general. En Chile, el principal hito en materia de reconocimiento público de cuestiones indígenas de la época fue la dictación el año 1972 de la Ley 17.729 que recoge las demandas de los grupos indígenas. La Ley reconoce a los indígenas como individuos con características lingüísticas, formas de trabajo, normas de convivencia, costumbres y religión diferentes a las de la generalidad de los ciudadanos de la República. Con esta Ley, se crea el Instituto de Desarrollo Indígena, siendo este el primer organismo público abocado a la promoción del desarrollo socio-cultural de la población indígena, enfatizando en los temas educativos y de capacitación7. 7 Esta ley tuvo una muy corta duración, ya que en el año 1979, se promulgó el Decreto de Ley 2.568, denominado “ley de división de tierras”, que afectó una vez más al tipo de relaciones familiares y uso y acceso al recurso tierra (Marimán, 1997, citado en Velasco, 2001). 18 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 4.3 C. Serrano y C. Rojas Neoliberalismo y Exclusión Cultural Es por demás conocida la crisis que se desencadena a fines de los años 70, la que arribará a una revisión profunda de las tesis sobre el desarrollo predominantes hasta entonces. Durante este período el debate económico de América Latina giró en torno a las llamadas reformas estructurales y económicas cuyo foco estuvo en la eliminación de las medidas de regulación y control económico, apertura de mercados y reducción del gasto público. El proceso de liberalización de los mercados fue resultado de un acuerdo entre distintos organismos internacionales: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, gobierno de EE.UU y gran parte de los economistas y asesores gubernamentales de América Latina y se formalizó en el denominado “Consenso de Washington”, en el que se entregan las pautas para el direccionamiento de las reformas estructurales que se pondrían en práctica en los países de la región. El ajuste estructural tuvo cuatro pilares: i) la liberalización comercial, ii) la liberalización financiera, iii) la reforma fiscal y iv) la privatización de empresas públicas, lo que da paso a una profunda redefinición del rol del Estado que pasará a actuar bajo un principio de subsidiariedad. El mercado se convertirá en el agente central del desarrollo. En lo propiamente social se pasa de políticas orientadas a la expansión de la cobertura de las políticas sociales, a programas asistenciales altamente focalizados en la población pobre, en un marco de fuerte restricción del gasto público fiscal que, en el caso de Chile, varía desde un 20% del PIB en 1970, a un 12% del PIB en 1989 (Pizarro, Raczynski y Vial; 1995). Las políticas de ajuste pronto dejaron de ser “de ajuste” para constituirse en un nuevo concepto de desarrollo cuyo objetivo prioritario es el crecimiento económico. Se supuso que el crecimiento acarrearía desarrollo al aumentar la producción, la competitividad y la generación de empleo. Esta homologación crecimiento económico – desarrollo será uno de los puntos críticos que hasta el día de hoy forman parte del debate (Muñoz, 2001; Villarzú, 2003). La política pública social liberal se reorientó en torno a tres ejes: i) privatización de bienes públicos e introducción de criterios de competencia en la asignación de los recursos; ii) descentralización del Estado y traspaso a entidades subnacionales de la gestión de los servicios de educación y salud y iii) focalización de la política social en la población más pobres. El modelo liberal trajo crecimiento económico. Sin embargo, aumentaron las desigualdades internas de las sociedades, produciéndose una fuerte precarización de las condiciones de vida de la población. La mayoría de los países vieron aumentar la pobreza y, pese al aumento del PIB por habitante, muchas personas permanecieron en la pobreza absoluta 19 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas (CEPAL, 1993). El PNUD llama a este fenómeno “crecimiento sin equidad”. El modelo liberal ha sido objeto de numerosas críticas, empezando por la apuesta ciega en el mercado como mecanismo de integración. Se critica también la forma unidimensional en que se aborda el concepto de pobreza y la omisión de factores socioculturales y políticos en las decisiones de política (Sen, 1999; Stiglitz, 2000). Así mismo, se evalúan insuficientes los resultados logrados: caída del nivel de vida de los sectores de menores ingresos, descenso del PIB per cápita en los sectores más pobres, aumento del desempleo y precarización del trabajo y aumento de la distancia relativa entre grupos ricos y pobres. A pesar de estas limitaciones, se deben reconocer aportes a las políticas sociales en algunos campos relacionados con el tratamiento de los temas de la pobreza a nivel de conceptos, metodologías, instrumentos y formas de acción social. Entre otros destaca la incorporación de mecanismos de focalización, la construcción de técnicas de medición de pobreza, la búsqueda de colaboración con entidades privadas y una administración pública más moderna y descentralizada. La visión del desarrollo indígena La comprensión del desarrollo ligado a los desafíos de la productividad y el crecimiento económico condujo a que desde el Estado se abordara la situación de los indígenas homologándola a la de cualquier grupo vulnerable que vive en condiciones de pobreza. En el caso de Chile, la incipiente política indígena representada en la legislación del año 1972 es reemplazada durante el gobierno militar por el decreto de ley 2.568. cuya norma central señala: “dejarán de llamarse indígenas sus tierras e indígenas sus habitantes”. Esta frase brutal da cuenta que el modelo liberal no reconoce especificidades culturales ni étnicas. Frente a posiciones que en forma tajante desconocen la especificidad indígena se contrapone la idea de “etnodesarrollo” que emerge en los años 80 desde el mundo indígena y algunos intelectuales latinoamericanos. Esta perspectiva busca relacionar la dimensión indígena con las políticas modernizadoras (CEPAL, 1995). El etnodesarrollo afirma que para los pueblos indígenas el desarrollo va más allá del mejoramiento de vida material. Defiende el fortalecimiento de la cultura propia, el valor de la identidad, la recuperación de tierras y territorios y la autogestión. Si bien el etnodesarrollo no toma posiciones en relación a la apertura económica internacional y más bien manifiesta sus reparos por el potencial depredador de las empresas sometidas a la sola regla de la ganancia, otros autores defensores del modelo económico coinciden en señalar la importancia de los temas culturales y de identidad para participar mejor en el escenario de la competencia internacional. Siguiendo este argumento, cabe 20 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas sostener que la identidad y cultura indígena contribuyen a una constitución sociocultural que permite insertarse en los nuevos procesos de apertura y competencia en el mundo global desde un elemento propio y constitutivo que aporta distinciones y cualidades que contribuyen a mejorar las posibilidades de competir (Flores, 1996). El concepto de etnodesarrollo enriquece el debate sobre el desarrollo indígena en la medida que lleva al reconocimiento de las etnias como culturas con derechos. Así, los pueblos demandan apoyo para salir de la pobreza y tener accceso al conocimiento, pero sin que esto signifique romper con su cultura. Se sostiene que el apoyo que se requiere debería: i) corregir la inequidad interétnica y rescatar el aporte que ofrecen estas culturas al patrimonio nacional y mundial. El etnodesarrollo critica a las políticas que se estaban impulsando en la época porque: • No incorporan variables relevantes a la hora de optar por los indígenas como beneficiarios de políticas, tales como la existencia de una deuda histórica asociada a la discriminación. • No reconocen las diferencias culturales como un componente de derecho. • Los instrumentos y modelos de intervención utilizados no hacen diferencias en la población indígena por esta condición, sino que la subsumen en la categoría mayor de población pobre o pequeño productor campesino. 4.4 Crecimiento y Equidad Los noventa son años de recuperación democrática y consolidación del modelo económico liberal. Ya no es solo un asunto de apertura de mercados sino de apertura comunicacional e informacional, de globalización, cultura y tecnología. Hacia el fin de siglo se observa el triunfo no cuestionado del modelo capitalista con sus logros en materia de crecimiento y estabilidad económica y sus graves vacíos en materia de desarrollo social y equidad. La evidente marginación de importantes sectores, países y población de las áreas competitivas y exitosas, así como los nuevos requisitos que emanan de un mundo en permanente proceso de cambio tecnológico y en permanente intercambio obligan a pensar nuevamente en el tipo de desarrollo que se busca. Elementos tales como la satisfacción de necesidades básicas, crecimiento con rostro humano, desarrollo humano, se instalan en el debate y son los mismos organismos multilaterales que impusieron el ajuste los que agendan estos nuevos temas. Las políticas de los 90 buscan complementar los desajustes sociales que deja la década pérdida de los 80. Innovan en materia de políticas, programas e institucionalidad, instalan fondos concursables definen líneas de acción hacia los denominados grupos vulnerables: mujeres, jóvenes, discapacitados, pobladores, productores, etc. Se introducen nuevos procedimientos de gestión de la política social que traspasa a terceros la ejecución de los 21 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas programas, se fomenta la participación ciudadana y la descentralización en la gestión de los servicios sociales de educación y salud. En Chile y América Latina se implementan políticas “con rostro humano”, empoderadoras y participativas. La multiplicidad de acciones y estrategias da cuenta de que se comienza a dejar atrás la visión de la política social instalada exclusivamente en dos registros: por un lado la política social tradicional (educación, salud, vivienda, previsión social) y por otro los programas de asistencia social a los extremadamente pobres que surgen en el marco del modelo liberal de los 80 (Raczynski, D. 1985). El balance en materia de desarrollo es, una vez mas, insatisfactorio. Por un lado se ha bloqueado el debate acerca de los límites del modelo liberal en materia de rol del Estado, política laboral, manejo tributario, privatización y otros temas no zanjados entre los propios partidarios del modelo. Por otro, aún habiéndose asumido que el mercado no solo no resuelve sino que agrava problemas de pobreza, desigualdad y precariedad, no se han sentado las bases ni los acuerdos en torno a como se combinan responsabilidades del Estado y la sociedad en torno a un proyecto que permita el desarrollo entendido más allá del crecimiento económico. Este es un tema que recobra mucha fuerza en los argumentos del Premio Nobel de Economía Amartya Sen, cuando señala que las personas son el fin último del desarrollo. Crecimiento, ingreso, industrialización, avance tecnológico, etc. son medios, pero no fines del desarrollo. El fin, señala, se manifiesta en la “vida que podemos dirigir”, en las opciones que tienen las personas para elegir u optar entre cursos de acción alternativos, en la expansión de los espacios de libertad de los sujetos para decidir sobre sus vidas y sobre su destino. Afirma que la existencia de políticas de desarrollo debiera orientarse a remover las fuentes principales de la ausencia de libertades, tales como la pobreza, la tiranía, la precariedad de las oportunidades económicas, las formas sistemáticas de deprivación social, el olvido de facilidades públicas, la intolerancia o acciones represivas del Estado, el no respeto a los derechos civiles y políticos, etc. (Sen, 2001). Si bien estos temas están lejos de estar resueltos, han adquirido renovada legitimidad social y política al finalizar el siglo XX. Sin embargo, no sabemos si son temáticas propias del mundo intelectual o si lograrán penetrar el ámbito de la política y la toma de decisiones y afrontar los conflictos de interés que implica levantar una lógica que no coincide con la soberanía del mercado y el consumidor. La visión del desarrollo indígena Durante la última década, sectores del movimiento indígena han comenzado a elaborar su propia reflexión sobre el tema. Se consolidan nuevas propuestas de desarrollo que ya no sólo se refieren a lo socioeconómico, sino también a los derechos de los indígenas como pueblo (Aylwin, J.; 2000). En torno a esta nueva temática surgen conceptos tales como autonomía, autogestión, territorio, desarrollo con identidad y ciudadanía multicultural. 22 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Entre las propuestas que se levantan hay algunas más radicales y otras más moderadas. La aspiración de los grupos más radicales que apoyan las ideas de autonomía y autogestión, es dotar a los pueblos indígenas de unidades político-administrativas con autoridad sobre su propio territorio y capacidad de decisión en los ámbitos que constituyen su proyecto de desarrollo. Por ejemplo, que puedan administrar ciertas funciones públicas, como impartir justicia sin desconocer el territorio nacional como la jurisdicción mayor en la cual están insertos8. Estas propuestas se enmarcan en el concepto de autodesarrollo que alude a que los agentes y sujetos del desarrollo indígena son exclusivamente los mismos indígenas. Estas posiciones han encontrado fuertes detractores, principalmente en los grupos políticos de derecha, los cuales cuestionan tal autonomía señalando que atenta contra los principios fundamentales del Estado y la Nación. Estos sectores continúan sosteniendo las tesis de la integración y proponiendo como factor clave para mejorar la calidad de vida de los indígenas la educación y el empleo, haciendo tabla rasa de los factores culturales, étnicos e históricos comentados (Camhi, R., 1999; Guzmán, E., 2000). Quienes levantan una postura más moderada, postulan avanzar hacia un desarrollo con identidad entendido como un progreso material que considera diversas variables: territorio, valores culturales, religiosidad, permanencia de su identidad, cohesión social y respeto a su organización ancestral, manteniendo abiertas las puertas para establecer espacios de negociación, vínculos y coordinación con el Estado de Chile a quien reconocen como garante de sus derechos. La principal crítica que se hace a esta perspectiva es que la agenda no se construye a partir de los planteamientos de los grupos indígenas, sino que es definida por el Estado. Si bien se releva el respeto a la identidad indígena a la hora de tomar decisiones priman elementos de interés nacional y a favor de todos los ciudadanos y pierden prioridad las políticas de discriminación positiva destinadas a saldar la deuda histórica con los indígenas. La confrontación de ambas posturas ha generado un fuerte debate público sobre los enfoques de desarrollo indígena y sobre el papel que han jugado estos pueblos y sus organizaciones en la sociedad nacional. El propio Estado ha ido modificando sus políticas desde un enfoque de mitigación de carencias hacia alternativas que permitan a los pueblos indígenas y a sus instituciones representativas ser actores y participar en la definición y gestión de las acciones y programas de desarrollo. 8 Una experiencia de este tipo es la que se ha desarrollado en Canadá. Consiste en que el gobierno le entregó legalmente a grupos de la población inuit un territorio y este es administrado por ellos, pero bajo los cánones y marco normativo del Estado canadiense. 23 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 II. 1. C. Serrano y C. Rojas EL DESARROLLO PARA LOS MAPUCHES DEL LAGO BUDI Introducción Respondiendo al propósito de este trabajo, que era realizar un acercamiento a la visión que tienen los propios indígenas acerca del desarrollo, en este capítulo se exponen los resultados del trabajo cualitativo realizado en una zona del sur de Chile de gran homogeneidad étnica, el Area Área de Desarrollo Indígena del Lago Budi, donde se estableció un contacto profundo con personas mapuches, nacidas en los alrededores del lago y que tienen gran sentido de pertenencia con sus comunidades y con el territorio. Para conocer la visión acerca del desarrollo que tiene los indígenas que habitan en esta zona, el estudio utilizó un enfoque de tipo interpretativo, orientado a identificar sus aspiraciones y opiniones subjetivas. Se definieron dimensiones y categorías que orientaron la recolección de información y el análisis. En torno a ellas se ordenan los resultados que se presentan en este texto. La primera dimensión refiere a cómo los mapuches del Budi conceptualizan e interpretan su desarrollo. Se profundizó en cuál era su visión acerca de sí mismos, de su relación con “los otros”, con los no indígenas, cómo ven el futuro y qué aspiraciones tienen con respecto a su propio bienestar. La segunda dimensión corresponde a las opiniones que tiene la gente del Budi acerca de las acciones de desarrollo indígena realizadas por el Estado. Se puede observar que el estudio adoptó una perspectiva local y micro y no una global y sistémica tendiente a explicar las causas y factores determinantes en las posibilidades de desarrollo de la población indígena. Un estudio orientado en esta segunda perspectiva debió haber incorporado categorías sociopolíticas y económicas y ver la distancia y cercanía con respecto a estas entre las lógicas del mundo indígena y de la sociedad chilena9. Trabajo de campo El trabajo de campo se realizó en el verano 2001-2002. Consistió en un trabajo de carácter cualitativo que combinó entrevistas y focus groups con jóvenes y adultos, lonkos, dirigentes de comunidades indígenas, dirigentes sociales y personas no dirigentes dedicadas al cultivo de la tierra o cuidado del hogar. La identificación de ellos y el establecimiento del contacto se hizo a través de un profesional que conoce en profundidad la zona, debido a su experiencia en proyectos de desarrollo en el Budi. Por este motivo, las personas 9 Un estudio de este tipo es de gran interés pero excede y escapa a los propósitos que se plantearon las investigadoras. En caso de querer profundizar en esta segunda perspectiva, recomendamos revisar un estudio realizado en una comunidad del altiplano boliviano denominado “Visiones de desarrollo en comunidades aymaras. Un estudio en Jesús, San Andrés y Santiago de Machaca”, realizado por Wilfredo Plata Quispe (coord.), Gonzalo Colque Fernández y Nestor Calle Pairumani y que fue publicado por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB) el año 2002. 24 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas entrevistadas han participado en iniciativas de trabajo comunitario y, como se podrá observar en las citas que se presentarán a lo largo de este texto, han construido opinión y discurso sobre los temas interés de este estudio. Se realizaron 11 entrevistas (7 hombres y 4 mujeres) a personas, hombres y mujeres, de entre 30 y 65 años de edad cuyas características relevantes para este estudio son las que se presentan en el siguiente cuadro. Categoría Sexo Descripción Edad Dirigente Comunitario Indígena hombre dirigente mapuche de organización tradicional (lonco) 40 – 45 Dirigente Político Indígena dirigente mapuche de organización reivindica demandas indígenas que 45 – 50 No dirigente realiza actividades hombre productivas tradicionales mapuche que se dedica exclusivamente a cultivar la tierra 60 - 65 Dirigente Organización Social mujer mapuche dirigente de organización social (taller de artesanía) 50 – 55 Técnico trabaja en el sector público hombre mapuche paramédico que trabaja en una posta rural del BUDI 35 – 40 Profesional trabaja en el sector privado hombre mapuche profesional que trabaja en una consultora dedicada al desarrollo local 35 - 40 Profesional trabaja en el sector privado hombre mapuche profesional que trabaja en una consultora dedicada al desarrollo local 30 - 40 Profesional trabaja en sector privado mujer mapuche trabaja como profesora en escuela con sostenedor privado 30 – 35 Migrante hombre mapuche oriundo de la zona del Budi que migró y retornó al territorio 55 – 60 Migrante mujer mapuche oriunda de la zona del Budi que migró y retornó al territorio 30 - 35 hombre Además de estas entrevistas, se hicieron 2 focus group, en los que participó un promedio de 10 personas, hombres y mujeres. Uno de los grupos estuvo compuesto por jóvenes entre 17 y 39, la mayor parte bordeando los 20 años. El segundo grupo reunió a personas de entre 40 y 75 años. El análisis de la información recopilada en este estudio, estuvo además respaldado por un amplio trabajo realizado por las investigadoras en el marco de diversos estudios sobre el 25 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas tema indígena entre los años 2000 y 2002 en el sector mapuche de la Región de la Araucanía, que involucraron numerosas entrevistas, grupos de discusión, reuniones con funcionarios y autoridades y con académicos y expertos en la temática indígena10. Breve descripción del Area de Desarrollo Indígena del Budi Tal como se puede observar en el mapa que se presenta a continuación11, el Area de Desarrollo Indígena del Lago Budi, incorpora dentro de su territorio gran parte de la comuna de Puerto Saavedra y una pequeña parte de la comuna de Teodoro Schmidt (IX° Región). De acuerdo a las normas sancionadas por la Ley Indígena, este es un territorio que cumple con las siguientes características: (a) es un espacio territorial en el que han vivido ancestralmente las etnias indígenas; (b) tiene una alta densidad de población indígena; (c) buena parte de la propiedad de las tierras corresponde a comunidades o individuos indígenas; (d) presenta homogeneidad ecológica. El Decreto de creación fue firmado el 10 de Marzo de 1997. 10 Estos estudios fueron: • • “Evaluación de impacto del Programa de Desarrollo Local Impulsa”, estudio contratado por la Fundación Andes, 2001-2002. “Evaluación ex-post Programa de Inversión Múltiple de Desarrollo Local. Tercera Etapa. FNDR 19952000”, Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo, con la Universidad Central de Chile, 2001-2002. • "Estudio evaluación en profundidad. Fondo de tierras y aguas indígenas", en asociación con el Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile, contratado por la Dirección de Presupuesto, 2001-02. • “Diseño de un Programa de Desarrollo Integral de Comunidades Indígenas”, en asociación con Santiago Consultores, contratado por MIDEPLAN como contraparte del Banco Interamericano de Desarrollo, 2001. • Gestión Descentralizada de las Políticas Sociales y de Superación de la Pobreza”, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Santiago, 1999. 11 El mapa demarca dos limites del ADI Budi: la externa corresponde al límite definido en la propuesta que CONADI presentó a MIDEPLAN para la toma decisión de creación de esta Área de Desarrollo Indígena y la la interna, corresponde al límite que fue finalmente definido bajo la normativa legal. 26 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Desde el punto de vista de este estudio, la zona del Budi presenta atributos que la hacen atractiva para indagar acerca de las visiones de sus habitantes sobre el desarrollo y el progreso. En primer lugar, su gran homogeneidad étnica debido a lo cual los conflictos raciales y de tierras con la población no indígena son escasos. Es un territorio donde históricamente se ha vivido en condiciones de aislamiento relativo y pobreza, pero de paz social. En segundo lugar, se congrega una población principalmente dedicada a las labores del campo donde la estructura social, la cultura e identidad mapuche se han preservado. Por otra parte, en el Budi se ha concentrado un importante esfuerzo de programas públicos, especialmente de infraestructura (caminos, electricidad, postas, escuelas, telefonía rural, etc.). A la vez, organizaciones no gubernamentales y otras instituciones, entre ellas iglesias, 27 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas han implementado importantes programas y proyectos de desarrollo en la zona12. Es importante señalar que al momento en que se realizó este estudio estaba iniciándose la implementación del programa Desarrollo de Pueblos Indígenas, “Programa Orígenes” dependiente de MIDEPLAN, el cual ha focalizado la zona del Budi como una de sus áreas de acción13. Según el estudio de Línea Base realizado por el Departamento de Estudios de MIDEPLAN durante el año 1999, los habitantes de esta ADI eran 13.211 personas. Es una población joven siendo el promedio de edad los 30 años. El 44,5 % tiene menos de 20 años y el 25% entre 20 y 40 años. La población es eminentemente mapuche, un 73.2% de la población declara su pertenencia a este pueblo. En términos educacionales el 84.3% sabe leer y escribir. Sin embargo, la escolaridad de la población es baja, de las personas menores de 24 años, el 59,3% asiste a algún establecimiento educacional, de las cuales el 70,5% están en educación básica. Las principales razones para que el 40,7% de personas menores de 24 años no asista a la escuela son que ayudan en la casa o predio y que están buscando trabajo. La zona es eminentemente agrícola y la principal actividad productiva es la explotación de la tierra. El cultivo más desarrollado es el de papas y, al igual que otros productos menores, la producción se destina al consumo familiar. Solo una escasa proporción de los agricultores la comercializa. Las principales dificultades productivas de la población son la falta de capital y tecnología, así como de tierras cultivables de acceso a créditos y asistencia técnica, falta de infraestructura de riego y caminos. El apoyo técnico es escaso en la zona y, el existente, es proporcionado por instituciones privadas y por INDAP. Los principales problemas que enfrentan los habitantes de la zona en tanto productores rurales, son los bajos precios que obtienen por la venta de sus productos. El promedio de ingresos por concepto de trabajo y/o venta de productos es de $ 49.429 ($ de 1999), siendo mayor el promedio de ingresos de los habitantes de la localidad de Puerto 12 Se destaca el extenso trabajo a nivel social y cultural realizado por la Parroquia de Puerto Dominguez; por el Programa de Desarrollo Local Social Impulsa (Fundación Impulsa), Visión Mundial, Fundación Instituto Indígena, Programa Servicio País, entre otros. 13 (www.origenes.cl) Los objetivos específicos del Programa son: - Mejorar las capacidades y oportunidades de los beneficiarios en el ámbito productivo, educativo, y de salud - Fortalecer a las Áreas de Desarrollo Indígena (ADI) y a las comunidades indígenas beneficiarias del Programa en materia de desarrollo integral con identidad mediante una gestión participativa; - Institucionalizar la temática indígena en los distintos sectores, creando capacidades en los organismos públicos para que la atención a las poblaciones indígenas sea articulada, adecuada y con pertinencia cultural. 28 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Saavedra, capital comunal. En el caso del 2% de la población que recibe además apoyo económico por concepto de jubilación, pensión o montepío, el promedio de ingresos aumenta al $62.307 ($ de 1999). En relación a los ingresos por subsidios, el 14,8% de la población recibe el Subsidio Único Familiar (SUF) y el 12% el Pensión Asistencial (PASIS). La zona del Budi posee una gran belleza geográfica dada por el entorno del lago y la ribera, y cuenta con una gran biodiversidad lo que la constituye en un área de gran potencialidad turística que en años recientes comienza a explorarse con apoyo de recursos públicos y privados. La mayor parte de los habitantes son propietarios de su casa. Se observan principalmente viviendas de autoconstrucción de precaria materialidad con importantes carencias de servicios de abastecimiento de agua, sistema de eliminación de excretas y suministro eléctrico. Las necesidades de salud en la zona están cubiertas a través de suficientes postas de salud distribuidas al interior del territorio del Area. Cuando es necesario, se recurre al Hospital de Puerto Saavedra o de Temuco. Las rondas médicas mensuales complementan las atenciones de salud de la población. Sin embargo, las atenciones de especialidades son escasas. Las necesidades de educación formal están cubiertas en el Area por las 43 escuelas existentes. Se observa un fuerte proceso migratorio campo-ciudad al interior de las comunas, hacia la capital regional, Temuco y hacia Santiago. Se trata mayoritariamente de jóvenes (entre 12 y 24 años), mujeres y hombres solteros. Los principales motivos de la migración son: matrimonio (13,7%) y estudios (11,4%). En términos culturales, se observa que con respecto a la lengua originaria, el 33,2% de la población mayor de 6 años habla Mapudungún, el 43,2% lo entiende y el 4,8% lo escribe. Con respecto a las ceremonias tradicionales aún se mantienen algunas (Ngillatún, We Xipantu, Palín, Machitún, Mingako, velorios tradicionales), pero se concentran solo en algunas comunidades y la participación es baja: un 22,3% de la población participa siempre, el 13,6% a veces y el 52,3% nunca. Y con relación a la dirigencia tradicional, la figura del lonko está en extinción, hay en sólo 12 de las 94 comunidades identificadas y los existentes no tienen un rol de liderazgo organizacional o político, sino más bien simbólico14. 14 Muchas veces se confunde al lonko con el Ñidzol o jefe de Nguillatun o Palin, el que es, a diferencia del primero, una jefatura específicamente religiosa y que está menos extinguida. 29 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Todas estas características culturales permiten entender que la comunidad indígena es una forma de organización existente fundamentalmente a nivel de vínculos parentales y culturales, pero no significativa en términos de organización económica o de desarrollo sociocomunitario. En esta área se han conformado otro tipo de organizaciones que no tienen necesariamente rasgos característicos de identidad indígena (comités de diverso tipo, asociaciones productivas, juntas de vecinos, etc.). A continuación se presenta la información recogida ordenada en dos grandes temas: la visión de sí mismos y del desarrollo presente en los indígenas del Budi y la percepción y evaluación que tienen respecto a la acción del Estado en política indígena. 2. ¿Cómo ven los indígenas del Lago Budi su desarrollo? La opinión de los mapuches acerca del desarrollo está fuertemente marcada por cómo se ven a sí mismos, a los no indígenas y cómo visualizan el futuro, temas que se examinan a continuación. Visión de sí mismos: raíces y tradiciones La visión de sí mismos, tiene una matriz común: los habitantes del Budi se reconocen parte del pueblo mapuche, su cultura y sus tradiciones y sienten que ese corpus cultural organiza sus vidas. Esto se expresa en que se comparte una forma de organización social y de propiedad de la tierra, la de la comunidad indígena, se comparte un lenguaje, una memoria sobre el pasado y sobre la manera antigua de hacer las cosas: qué se comía, cómo se habitaba la ruca, la relación de autoridad con los mayores, el respeto a la memoria de los antepasados, el viaje a Carahue en carreta a vender papas y, como rasgo cultural destacado, la simbiosis con el territorio. También comparten, especialmente los mayores, una actitud y un relato nostálgico, un poco triste, pues sienten arrasado el mundo cultural ligado a la vida en el campo y resienten la rentabilidad económica de estas actividades. Es así como la visión que tienen de sí mismos encuentra sus orígenes en los recuerdos de sus antepasados, quienes vivían en comunidades, donde la ligazón a la tierra y la reproducción cultural era fuerte y prolífera. Los entrevistados sienten al respecto sentimientos encontrados: orgullo étnico, ternura y alegría en los recuerdos infantiles, las narraciones de los mayores, las historias de la gente de allí. A la vez, sienten dolor y rabia porque esa identidad cultural los situó frente a los no indígenas en una situación subordinada y avergonzante. Consideran que por ser mapuche, con su cosmovisión ligada a la naturaleza, no tuvieron los recursos ni las destrezas para dialogar, negociar y vincularse en iguales condiciones con la población no indígena, con el resultado de que una y otra vez “los hicieron lesos”, los engañaron, les contaron cuentos, los despojaron. 30 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Falta la educación, y le voy a decir inmediatamente, a los mapuche como somos, el huinca nos encierra inmediatamente, lo tapan a uno en palabras y nosotros quedamos quietos ahí no más” (hombre, dirigente comunitario indígena). Este es el dilema del desarrollo indígena y los grupos entrevistados lo perciben con claridad: no es posible desconocer que son un pueblo que convive con otro pueblo, que esta relación les ha significado fuertes pérdidas y que han sido discriminados15. Esta ligazón entre ser “mapuche” y ser “lesos” no es fácil de enfrentar ni de asumir. Por un lado, invita a homologarse al modo cultural dominante y “exitoso”. Por otro, invita a rechazar el modo de vida y las bondades que se están logrando allá afuera, donde viven los otros, y refugiarse en la comunidad, en una identidad potente en lo que se refiere a su simbología y tradiciones culturales, pero que en términos económicos y materiales no logra resolver problemas esenciales de la vida cotidiana. La forma en que los adultos de hoy señalan haberse hecho cargo de la contradicción desarrollo cultural versus desarrollo social-material, fue por medio de grandes esfuerzos para que sus hijos lograran integrarse al mundo no indígena. Renunciaron incluso a hablar su lengua frente a los niños menores forzándolos a hablar el castellano, para que no fueran humillados en las escuelas “chilenas”, como les sucedió a ellos en el pasado. Si bien este esfuerzo representa una forma de negación cultural al no transmitir la lengua a los hijos y motivarlos para que salieran a estudiar al pueblo o la ciudad, siempre queda un acopio de orgullo indígena que físicamente se encuentra representado en la tierra y la vida del campo. Muchos se van, pero nunca cortan vínculos y, casi siempre, tarde o temprano, regresan. De todos modos se pierde identidad en este proceso, los jóvenes pierden la práctica de las costumbres mapuche y se ven a sí mismos como desarraigados. “A todos los jóvenes les pasa, que nos desarraigan de repente de las comunidades por el hecho de venir a estudiar. La mayoría de mis estudios digamos, superiores, de enseñanza media, estuve en el pueblo, entonces, yo sufrí un poco esto del desarraigo cultural” (hombre técnico, trabaja en el sector público) Pese a todo, los jóvenes se ven a sí mismos como mapuche, porque la ligazón cultural no desaparece, aunque comienzan a asumir las costumbres y visiones de mundo de los no indígenas, lo que igualmente se vive contradictoriamente pues es la vez una pérdida y una esperanza. 15 La zona del Budi fue colonizada a principios del siglo XX, producto de este proceso es la masiva pérdida de territorio que hoy es ocupado por la localidad de Puerto Domínguez, sector Número Dos, Número Tres y Numero Cuatro, más los fundos ubicados al sur del estero Chelle y que se extienden hasta Teodoro Schmidt. 31 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Hay evidencia de que esta tensión cultural comienza a cambiar. En los últimos años, se ha venido dando un nuevo proceso de identificación y de autorreconocimiento de lo indígena que modifica la manera en que ellos se ven. Se observa que los elementos en los cuales se sustenta la reserva cultural y la identidad indígena son fundamentalmente tres: • El campo que ofrece espacios para vincularse con la naturaleza, “la tierra”, “la tranquilidad”. “Nosotros luchamos por nuestra cultura,…lo que nosotros tenemos. Le va a costar entenderme, la tierra para nosotros es lo primordial: abajo, arriba el aire todo es tierra para nosotros, es nuestra creencia (…) La tierra no es un objeto donde nosotros vamos a sacar provecho económico, creemos que es un sujeto, creemos que gracias a la tierra sacamos la comida” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). “(…) La tierra, la naturaleza, eso de que uno mismo trabaja con la tierra que uno siempre lo ha hecho, nosotros los mapuche siempre hemos estado ahí” (mujer, migró a la ciudad y regresó al campo) • La Lengua. “La raza nuestra es mapuche y tenemos el idioma que lo usamos y tenemos que tener el orgullo” (focus mixto de adultos) • Los ritos y las costumbres religiosas “Aquí se hacen actividades, por ejemplo el We Tripantu, que se hace, el Nguillantún que también se hace en comunidades. Son ceremonias que yo nunca había visto, incluso los funerales mapuche, también tienen su estilo. (…) Te dejan algo muy profundo porque en el fondo tu vas viendo como era antes tu raza, tu origen, de dónde provienes” (mujer profesional, trabaja en escuela rural) Los entrevistados observan que se está construyendo una nueva manera de ser mapuche, que integra elementos tradicionales de la cultura y elementos del mundo no indígena, que les permite tener horizontes distintos. Se abre un nuevo campo de posibilidades. Los mapuche jóvenes residentes en el Budi se ven a sí mismos como defensores orgullosos de su raza. Los más adultos, por su parte, se ven como los herederos y portadores de la cultura y quienes tienen que cuidarla, resguardarla y transmitirla. Pero, al mismo tiempo, 32 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas aspiran a vivir mejor en lo social y material. “La gente ha vuelto a tomar sus costumbres, claro, no una costumbre tan completa como antes, no, no la tiene, pero al menos ya están volviendo a hablar su idioma” (hombre, dirigente comunitario indígena) “Hoy en día la gente ha ido volviendo a eso (a las costumbres), los jóvenes, la misma gente adulta les dicen a sus hijos que valoricen su idioma, sus tradiciones, todo” (hombre, dirigente político indígena) La apuesta de los jóvenes es la construcción de una nueva manera de significar la cultura y las tradiciones. Están dispuestos a cambiar la forma en que se ha actuado tradicionalmente, por ejemplo, en las actividades productivas están abiertos a incorporar nuevas tecnologías y abrirse a nuevos rubros económicos, a modificar las formas tradicionales de habitabilidad, etc. Sin embargo, esta nueva visión del ser mapuche, es muy cuestionada por parte de las generaciones más adultas. Los más viejos se muestran temerosos al cambio, rechazan los intereses de los jóvenes y se apegan a las formas de vida tradicionales. “Algunos tienen miedo también de cambiar de rubro porque trabajan así por herencia, por ejemplo el abuelo era agricultor, mi papá era agricultor y yo agricultor. Entonces tienen miedo a hacer un cambio” (focus mixto de jóvenes) En el universo cultural estudiado, el estímulo hacia el cambio proviene de dos factores de atracción: el mercado y el Estado. El factor mercado y consumo llega a la zona a través de la población que ha migrado y regresado, o la que vive en las ciudades, pero sin perder vínculos con su familia y comunidad de origen. Los mapuche mayores conocen que existe esa vida de menos penurias, saben que se gana dinero en la ciudad, algunos cuentan que les fue bien, aunque al final, optaron por volver al campo. Un factor posiblemente más gravitante que el anterior es el que pone en acción el Estado a través de las políticas públicas. Logra traer al campo mejoras materiales y de acceso a servicios sociales a través de significativas obras de infraestructura y equipamiento y de mayores oportunidades de educación para los jóvenes. En este ámbito también es relevante el papel de intermediación que han tenido las ONGs en la aplicación de programas sociales y en la generación de proyectos propios con financiamiento de la cooperación internacional16. La principal consecuencia de este proceso en el mundo mapuche es que han comenzado a convivir en una misma identidad, dos formas distintas de verse a sí mismos. Una más abierta a la incorporación de nuevos elementos y recursos que aspira y ve una posibilidad 16 Esto fue más relevante durante los años 80 y menos durante los 90. 33 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas de mejorar las formas de vidas y el futuro; y otra que se asienta en el resguardo de las tradiciones a sabiendas de que las posibilidades de mejorar las condiciones son limitadas. “Hay una tendencia de que la cultura mapuche pueda … a ver, pueda … como todas las culturas avanzan, pueda avanzar aún más, pero no perder cierta identidad. Obviamente hay cosas que son valiosas y muchas hay que conservarlas (lengua, concepto de familia, apego a la naturaleza), y hay otras cosas que sí son buenas que se incorporen porque beneficia a las misma persona mapuche, su calidad de vida” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). En la vida de las familias, la tensión entre el apego a las tradiciones y la apertura al cambio, no ha estado exenta de conflictos. No existe una visión unitaria sobre las posibilidades de alcanzar más confort en la vida cotidiana, aunque va primando la apertura y las ganas de mejorar. “Si usted conversa con una persona adulta, no le interesa nada de que haya luz, que haya agua, nada. Es más, dicen “toda la vida hemos vivido de otra forma (sin luz eléctrica) y porque ahora no podemos vivir sin eso” (hombre profesional, trabaja en el sector público). “En el fondo ellos (los jóvenes) eran los que en alguna medida convencían a los más viejitos. (...) cuando se trabajaba acá en el comité por la electrificación rural. Me acuerdo, los viejitos no querían nada con esto, pero los hijos, por ahí, o las hijas, hablaban: que tengamos luz no más, que después vamos a tener tele, que vamos a tener otras cosas acá” (hombre técnico, trabaja en el sector público). “Tener, cambiar un poco en la vida, cambiar la forma de vivir. Por ejemplo, yo soy dirigente, por eso yo doy gracias a Dios que tuve la oportunidad de ser dirigente de mi comunidad, entonces yo he hecho algo de lo que yo quería hacer, cambiar el sistema de vida, traer proyectos, los proyectos que ofrece el gobierno y para mí eso es un cambio. (…) Mi papá nunca fue flojo, pero le faltó esa posibilidad de abrirse más, y yo siempre soñé de cambiar eso, de trabajar más, de estudiar más, de aprender más, de preguntar más y eso lo hice y cambió nuestro sistema de trabajo” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). Relación con los no indígenas La visión que tienen los entrevistados sobre los no indígenas está marcada por la histórica relación de dominación y discriminación de la que ha sido víctima el pueblo mapuche. Las referencias a los no indígenas son negativas y dan muestras de desconfianza. 34 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas En la zona del Budi la población es eminentemente mapuche, por tanto, las instancias de encuentro y de convivencia con los no indígenas se dan principalmente en la ciudad. Señalan que el racismo y la discriminación son más fuertes en la ciudad, donde se constatan a diario. “Bueno, aquí (en el campo) no creo que haya diferencia, pero en la ciudad si hay diferencia porque de todas maneras se discrimina con el mapuche. Cuando usted va a una oficina, por ejemplo, el mapuche siempre es más tímido y de repente no, nadie le habla, nadie le pregunta, o sea, no son atentos con él como son con otras personas. (…)Uno va a una tienda grande y a cualquier persona “señor que se le ofrece”, y a un mapuche, “y tú que querís”, así de esa manera” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Perciben al no indígena como alguien que se caracteriza por tener un trato de superioridad con el indígena. Los entrevistados remarcan que ese trato se debe sólo a tener una apariencia fenotípica distinta. “El huinca es burlesco con el mapuche, han hecho burla, entonces al mapuche lo han aplastado mucho con eso” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). “Mi papá me dijo “usted se va a ir mi hijo?”, sí me voy, le dije yo, yo quiero que usted me dé permiso y me voy, “ah, me dijo, usted va a servir de mozo allá” -me dijo- “de mozo y le va a tocar hasta pasarle la mano al servicio higiénico, la taza donde se va a hacer las necesidades, el patrón te va a mandar”. Y justo lo que dijo él, salió todo idéntico, yo dije entonces, lo que dijo mi papá aquí se está cumpliendo” (hombre, dirigente comunitario indígena). También el contacto con los no indígenas instala ambiciones y anhelos entre los indígenas: de bienestar material, de educación, de un trabajo estable, digno y bien pagado, de un buen pasar. A la vez, también instala un anhelo de borrar la discriminación o la vergüenza de ser indígena y las ganas de vivir un poco como todos, como los no indígenas. “(Yo soñaba con) ser diferente. Veía gente diferente, lo poco y na’ que entraba a los negocios y veía gente diferente, veía los mismo vestuarios, los mismo niños y me miraba y yo era harto diferente. Me gustaría ser como son esos niños, me gustaría ser como viven esas personas, esta gente, me gustaría tener esas cosas, la bicicleta, soñaba con eso (…)” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). 35 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Visión del Futuro Pensar en el mañana no es propio de la visión que tienen los mapuche del Budi y aparecen diferencias entre los más adultos y los más jóvenes. Los adultos no tienen visión de futuro. Viven más el tiempo pasado y el presente. Sus actividades, sueños y expectativas están marcadas por las costumbres tradicionales. Sin embargo, el mapuche joven, si bien mira al pasado, también mira el presente y el futuro. “El joven mapuche actual tiene como una visión más amplia de las cosas. O sea, piensa más allá de su propia comunidad. O sea, una persona adulta mapuche siempre está pensando en el tiempo presente, y el mapuche joven está bajo la tendencia del tiempo futuro” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Se observa que los jóvenes comienzan a elaborar un plan de vida a futuro a partir del cual toman decisiones. “El mapuche joven como que se planifica más, o sea, yo me voy a jornal (trabajo asalariado en el campo) para esto, yo de aquí a tantos años quisiera estar en esta situación, en esta realidad, yo quisiera alcanzar estas cosas” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Según mencionaron los propios entrevistados, esta proyección hacia el futuro es un aprendizaje directamente relacionado con las posibilidades de educación y formación que han tenido los más jóvenes. En este sentido, se puede entender como un elemento de la sociedad occidental que se ha ido incorporando en la forma de ver la vida de los mapuche jóvenes. Visión del Desarrollo Asociado a lo anterior, el trabajo en terreno permitió constatar que el concepto de desarrollo no es un concepto propio de la cosmovisión mapuche, sino que se ha ido incorporando en los últimos años. No existe en mapudungún un concepto que se asocie con la idea de desarrollo. Los entrevistados señalaron que empezaron a utilizar la idea de desarrollo porque es la manera como el Estado le ha denominado a las políticas publicas dirigidas a los indígenas. En este sentido, el qué se entiende por desarrollo, está directamente relacionado con la oferta de beneficios y servicios que ofrece el Estado, más que con una visión clara y autoconstruida de lo que los propios mapuche esperan de su desarrollo. “Creo que es un concepto que se empezó del gobierno, o sea, fue una cosa vertical, pero si uno habitualmente pensara en lo que es el desarrollo mapuche, 36 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas mapuche, quizás no sería tanto como se está enfocando (…) Sería más integral, si bien es cierto conocer un poco los conocimientos occidentales, pero también los conocimientos del mundo mapuche” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). “Unas de las cosas que cuestionábamos al comienzo es que llega mucha gente a las comunidades, gente externa a la comunidad y como dicen ustedes “con políticas de Estado”, que vienen como a imponer cosas y la gente de repente empieza a agarrar el ritmo, ya, empieza a agarrar el ritmo y en el fondo se empieza como a mal acostumbrar, porque de repente vienen a ofrecer cosas y la gente después está esperando que cada persona que venga le traiga cosas, entonces en el fondo no estamos ayudando a que la gente se desarrolle por si misma, o sea, le estamos entregando cosas, (…) y en el fondo estamos cambiando el concepto que la gente tiene como desarrollo” (hombre técnico, trabaja en el sector público). Fue parte de los propósitos de este estudio profundizar en cuáles son los ámbitos de desarrollo más significativos para los propios entrevistados. La idea era ver cómo construían en su imaginario la idea de la “buena vida”, que acciones cabía emprender y por parte de quienes. En particular, cuál puede ser el rol del mercado y del Estado y cómo convivir con una lógica cultural tan diferente a la suya, una lógica ligada a la producción, la tecnología y las áreas productivas de la industria, el comercio y los servicios. El principal resultado de esta indagación, fue que el desarrollo se asocia indiscutiblemente con mejoras de tipo materiales, pero también con aspectos no materiales que estaban antiguamente presentes en la cultura y que se han ido perdiendo. Los entrevistados hacen una fuerte crítica a la forma como se ha visto el desarrollo desde las políticas sociales, señalando que este se define de la manera como el mundo occidental entiende el bienestar, enfatizando lo material y sin incorporar los recursos y potencialidades de la propia cultura. Consecuencia de ello es que el desarrollo resulta contradictorio. Para mejorar algunas condiciones de vidas materiales, debe renunciar a elementos muy valorados tales como tradiciones y formas vida. “Lo que pasa es que, como todos, lo que uno espera es que sus hijos tengan un gran estudio, cierto, que no se sacrifiquen tanto como uno lo ha hecho. Y eso significa cambiar e irme ojalá a un lugar donde esté la escuela más cerca, pero aunque yo lo hago, va en contra de mis principios en el fondo, porque yo siempre me crié en el campo y es aquí donde me vine a sentir bien. Si me voy al pueblo yo pienso que, yo le digo a mi señora, capaz que me 'stresse'” (hombre técnico, trabaja en el sector público). 37 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Al hablar de desarrollo, los entrevistados aluden reiteradamente a la tensión que significa el estar en el campo o en la ciudad. No obstante la ciudad les ofrece mejores oportunidades de trabajo, de ingresos, de acceder a servicios básicos, etc., el campo es el único espacio en el cual pueden encontrar o asegurar mejor calidad de vida en ámbitos de desarrollo no materiales. “El campo tiene la tranquilidad, el aire puro, todo el paisaje, yo creo que eso, que no está en el pueblo que para mí es un infierno, es muy acelerada la vida y acá siempre es relajada, es mucho más rica; …me gusta el campo igual” (hombre, dirigente político indígena). “Yo pienso que es bueno tener la posibilidad de salir, para poder en este tiempo tener lo que todos aspiramos, un buen pasar, cierto, y podernos ganar el sustento diario, pero a la vez uno pierde muchas cosas al salir también, pierde la comunidad, pierde ese contacto con la gente. Yo creo que el apego a la cultura es importante, de repente, para uno; porque si uno se va del pueblo se pierde todo, ya es otra la visión, es otra la cultura dominante y uno tiene que adaptarse pero en el fondo nunca se va a poder adaptar el cien por ciento” (hombre técnico, trabaja en el sector público). Profundizando y organizando los temas que surgieron al investigar sobre la visión del desarrollo y el bienestar, se pudo observar que desde la óptica de los mapuche, el desarrollo se asocia con cuatro ideas sustantivas: a) alcanzar ciertas condiciones materiales mínimas; b) acceder a la educación; c) vivir en un territorio tranquilo en familia y en paz; y d) ser independientes, autónomos y respetados en sus modos de vida. A diferencia de las comunidades indígenas de otros sectores del país, en general los mapuche de la zona del Budi no plantean la recuperación de tierras ni el reconocimiento de derechos como su tema principal17. La ausencia de esta demanda posibilita un diálogo fluido con el observador externo, en este caso las investigadoras. Las opiniones no están cruzadas por la idea de conflicto y reivindicación, lo cual facilita establecer un vínculo más directo y más cercano a su cosmovisión y conocer cómo proyectan e imaginan la vida18. Sus metas no son ganar dinero o instalar un negocio o una producción rentable. No tienen mentalidad empresarial. Se proponen una vida pacífica, donde los hijos puedan ser profesionales o técnicos, si lo desean (otorgan gran valoración a la educación), donde no sufran humillaciones de ningún tipo por su condición indígena y donde puedan producir lo suficiente para alcanzar cierto confort y cierta independencia económica y personal. Se 17 Sólo grupos pequeños han señalado esa demanda, pero a la fecha no conseguido mayor adhesión por parte de las comunidades 18 Una posible explicación de esta aparente “ausencia de conflicto” puede estar en que, durante la época de grandes malones y de la guerra de ocupación de la Araucanía, el Budi fue un territorio de refugio, sus comunidades no estuvieron comprometidas en la guerra y tampoco ocurrieron acciones bélicas en su territorio. 38 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas desarrollan a continuación estas ideas centrales. • Condiciones materiales mínimas El desarrollo se asocia con poder disponer de los recursos mínimos para satisfacer las necesidades básicas y mejorar la calidad de vida. Implica tener la certeza de que se dispone de lo básico para vivir. “Tiene más cosas, por ejemplo; tiene buena casa, a lo mejor tiene su tractor; tiene animales; los hijos a lo mejor están estudiando” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Esto se traduce concretamente en mejorar caminos, contar con medios de locomoción, disponer de agua potable, electricidad, vivienda. Interesa destacar esta especial preocupación por los temas materiales, muchos de los cuales están ligados a la urbanización y saneamiento del territorio. Efectivamente, para los indígenas el desarrollo implica mejorar las condiciones de vida de las personas. “El ser mapuche no significa que no puedas consumir agua de buena calidad, agua potable, que eso de repente en zonas rurales es muy difícil de tenerlo. (…) igual yo creo que la luz eléctrica, (…) el desarrollo en todo lo que es el sistema productivo mapuche, (…) habitación, vivienda, (…) la cosa de la salud mapuche, todo es bueno” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). • Un título profesional o técnico Un segundo ámbito con que se asocia el desarrollo pasa por la incorporación de los hijos al sistema educativo. El mayor sueño de todos, cuando se les pregunta por lo que quisieran para sus hijos a futuro, es que lleguen a ser profesionales o a tener un título técnico. Lo mismo surge cuando se les preguntó quiénes eran, dentro de sus comunidades, las familias que se destacaban porque habían logrado un mayor desarrollo: respondieron que eran aquellas que tienen hijos que lograron ser profesionales. “Qué no soñaba uno cuando era joven. (…) mis cabros que salieran con su profesión, pero lamentablemente no, estudiaron como pudieron no más, hasta donde pudieron” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Actualmente, el sueño en términos educativos ya no consiste en asistir a la educación básica, sino en lograr tener una profesión. Valoran el que efectivamente haya escuelas cercanas a las comunidades y que los niños asistan, pero ven que el desafío que se les presenta es la continuación de los estudios a nivel secundario o superior. Además, hace algunos años la educación parecía ser un arma para defenderse de la arrolladora cultura 39 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas indígena y protegerse de las humillaciones. En la actualidad la demanda y expectativa es además una educación eficaz como instrumento que permita el acceso al empleo. La educación se ve como un medio para poder encontrar trabajo y mejorar las condiciones de vida; como una herramienta que evita el riesgo de que “los hagan lesos”. Constituye una forma de aprender de los otros, les da elementos de integración básicos en la sociedad no indígena. “Al tener el estudio se habrían desarrollado mucho más en su pensamiento y no tendrían el mismo pensamiento como, por ejemplo, yo mismo, que tengo poca educación y al haber un joven que tuviera más educación sería otro desarrollo de su pensar; habría pensado de que forma podría trabajar en la comunidad, ya?. Entonces sería un adelanto muy bueno para la comunidad, porque sin estudios ¿cómo podría defenderse una persona?” (hombre, dirigente comunitario indígena). “Hay muchas cosas que podrían enumerarse, pero el fundamento es el estudio, es el estudio, porque sin el estudio no puede hacer nada uno; todo el tiempo va a estar ahí no más aplastado, aplastado” (hombre, dirigente comunitario indígena). • Vivir en familia en un territorio tranquilo En el discurso de todos los entrevistados, se observó que está presente con fuerza la idea de que el bienestar sólo se obtiene a nivel familiar. No basta con tener buenas condiciones en forma individual si los demás miembros de la familia están en situación poco ventajosa. La vida buena se vive en lo familiar. Así explican su fuerte ligazón con los padres y hermanos y el que, aunque alguien de la familia emigre a la ciudad, nunca se corten los vínculos entre ellos19. “Es que el mapuche (…) tiene como otro concepto de desarrollo, de crecimiento y todo, o sea, siempre está volviendo, siempre tiene una mirada hacia su familia” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). “Una persona una vez que ya ha pasado a ser mayor, no es que se preocupe tanto de sí mismo, de enriquecerse solo, o sea, independizarse y formar su propia vida, no, está siempre pensando en que están los padres, los hermanos, 19 La familia mapuche rural es sustancialmente distinta a la urbana, dado que cada comunidad local (lof) es una familia extensa donde la mayoría son parientes. Al mismo tiempo, existe uno o dos clanes dominantes que se expresan en apellidos sumamente frecuentes lo que puede ser fuente de conflictos internos. También cada comunidad establece relaciones de parentezco con comunidades vecinas ampliándose el nivel de relación y reforzando la cohesión intercomunitaria. 40 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas la familia. Como que se trata de vivir en un mismo nivel, como que trata de nivelar su situación” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). “El mapuche siempre va a esperar, una vez que tenga una situación relativamente buena, va a esperar a colaborar a su gente, y en ese sentido tiene como un sentido solidario hacia su familia, no así una persona que no es mapuche” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Al invitar a los entrevistados a pensar en cómo les gustaría que fuera su vida, apareció recurrentemente la idea de “estar tranquilos”. Esto se asocia a poder contar con un clima de buena convivencia con la gente de la comunidad, a no tener conflictos con nadie, a no sentir temor frente a fenómenos tales como la drogadicción o sentir inseguridad de ser violentados por terceros (robo, violencia, etc.). “Tener, bueno, buenas relaciones con tus vecinos, todas esas cosas, porque para el mapuche estar mal con el vecino es bien complicado, o sea, yo creo que en todo, toda cultura, claro. Entonces, si estamos mal con el vecino, tener problemas con los cercos, esas cuestiones, es todo un lío. Entonces, todo eso significa vivir bien” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). “La felicidad del hombre es para mí estar bien con su familia tener una buena relación con la comunidad, no tener miedo, no salir con preocupación, volver a la hora que quieras (…), tener buena relación con la gente que tú veas que te salude” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). • Independencia El mapuche necesita ser independiente. Disponer de sus tiempos, contar con la posibilidad de ir a visitar a sus parientes y personas cercanas, de conversar sin tener que depender de los horarios, etc., son cosas que valora y asocia directamente con el bienestar. Estiman que el trabajo asalariado y en general la vida en la ciudad, imprime una lógica opresiva al manejo del tiempo y de las libertades cotidianas de la persona. Requieren autonomía en su organización personal y productiva. “Y de repente allá (en la ciudad) me encontré que estaba muy cansado, cuando uno es apatronado es muy obligado, no tiene tiempo para descansar un poco, así que me cabreó el trabajo que era lo mismo todos los días, todos los años, dele, dele y nunca terminaba el trabajo; entonces me cansó eso, entonces de repente me dio un deseo de venirme y me vine” (hombre, dirigente comunitario indígena). 41 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas En relación al trabajo asalariado, se observa que no obstante es una excelente alternativa para dar estabilidad a la situación económica familiar, que no existen oportunidades laborales en la zona, por tanto acceder a ellas implica indiscutiblemente emigrar a las ciudades y abandonar a la familia. Además, incorporarse al mercado del trabajo formal, demanda un importante esfuerzo emocional por lo que implica relacionarse con “huincas” en una condición de empleado y con fuertes necesidades económicas. Reconocen sus limitaciones para negociar un contrato y condiciones laborales que les sean efectivamente favorables. En este sentido, se pudo apreciar que hay desconfianza y temor a incorporarse en una actividad de este tipo y no es parte de sus anhelos ni expectativas cuando piensan en su desarrollo20. 3. Opiniones acerca de las Políticas de Desarrollo Indígena En este capítulo se presenta un análisis de las principales opiniones de los entrevistados con respecto a las políticas públicas para el desarrollo de la población indígena que se han implementado en el país durante las décadas de los ’90 y del 2000. Esta es una preocupación sustancial a los objetivos de este estudio, pues el desarrollo indígena no resulta de la acción del mercado, sino de una estrategia de acción combinada en la cual el rol del Estado es primordial. Valoración de las acciones públicas tendientes a grupos indígenas La primera constatación que hacen las personas del Budi cuando se les menciona el tema del desarrollo, es que durante esta década han visto una especial preocupación de parte del Estado. Valoran este hecho como un hito histórico, ya que no tienen referencias de que alguna vez su pueblo, su gente, haya sido población objetivo de las acciones públicas. Surge de inmediato en ellos la comparación, sobre todo con el período de la dictadura militar, durante el cual su situación se vio particularmente desfavorecida. “Ahora sí… yo sé, se está dando facilidad de proyectos, por ejemplo, la CONADI, eso no se veía antes, y a través de eso se están creando cosas. Apoyo al mapuche. Antes siempre llegaba último. Por todos los cambios que ha habido se está viendo y que las cosas lleguen a la gente que lo necesita y antes tampoco era así” (mujer, dirigente organización social). Los entrevistados destacan positivamente la preocupación que ha habido de parte del Estado. La gente percibe que, como en ningún otro período, durante la última década las 20 Debe tenerse en consideración que la independencia es un rasgo apreciado en los mapuche desde la llegada de los españoles. No sólo se trata de independencia microsocial, sino que la independencia macrosocial fue y sigue siendo, aunque debilitada, la forma en como los mapuches organizaron su nación: una confederación de comunidades, todas independientes entre sí y, al mismo tiempo, interdependientes. 42 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas intenciones declaradas por los gobiernos de mejorar las condiciones de vida de los mapuche se han hecho realidad. Han habido resultados concretos que permiten sostener con argumentos y ejemplos que la situación de vida actual es considerablemente mejor que la de las generaciones anteriores. “Yo veo que el gobierno actual, (…) se ha interesado bastante en cuanto a la raza indígena. He visto como autoridades van a las comunidades, entonces eso esbueno para mí, en este sentido, estoy conforme porque las autoridades han tomado en cuenta al mapuche, como pueblo mapuche” (hombre, dirigente comunitario indígena). Valoran la preocupación estatal y perciben que ello manifiesta que se les ha comenzado a ver como un grupo con presencia a nivel nacional. Ven que hoy en día, por ser mapuche, tienen acceso a un conjunto de beneficios y servicios del Estado. Perciben que han sido considerados y priorizados por las políticas sociales con lo cual se sienten dignificados (cabe recordar que los indígenas del lago Budi no viven en la zona álgida del conflicto de tierras, en donde el discurso y juicio sobre el papel del Estado es mucho más crítico). Acerca de la intervención pública que han realizado entidades privadas no estatales en la zona (ONGs, consultoras, etc.), se observó que los entrevistados manifiestan un fuerte rechazo, ya que señalan que este sistema de intervención social reproduce la lógica de “nos quieren hacer lesos”. Tienen la sensación de que hay “otros” lucrando o sacando partido de la situación que vive la población mapuche. Reclaman el que gran parte de los recursos de los proyectos sociales quedan finalmente en manos de “intermediarios”, que es como se refieren a estas entidades privadas y un bajo porcentaje es lo que llega a la población que realmente lo necesita y para quien estaba destinada. Valoración de los logros materiales Los habitantes del lago Budi valoran el que el Estado haya realizado en los últimos años un mayor esfuerzo por llevar servicios, beneficios y obras a los sectores y población indígena. La gente tiene hoy en día una situación de vida objetivamente mejor que hace algunos años, lo cual se percibe como un gran avance. Son reiteradas las opiniones y ejemplos que los entrevistados dan para destacar los cambios que ha habido en sus vidas y en su entorno. “Antes no existía la luz, el agua también, en pozo, balde lejos, subir una quebrada, ahora no, tengo llave, hay adelantos dentro de la comunidad misma, eso se veía como lejano. Antes se escuchaba eso como lejano y después uno goza de eso” (mujer, dirigente organización social). 43 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas “Ahora tenemos luz, no vamos a andar con el chonchón ni las velitas y eso para mí es un cambio. En la parte del agua, antes teníamos que ir a buscar el agua allá abajo, después hicimos un pozo y ahora por el hecho de tener un pozo al lado de la casa pudimos instalar una bombita eléctrica y para mí es un cambio. Los cultivos, por ejemplo, antes sembrábamos sin abono y era poquito, en septiembre y noviembre era muy poca la comida que había, estábamos siempre pasando hambre” (hombre, realiza actividades productivas tradicionales). “Mira ahora ya se está pareciendo mucho a la ciudad aquí porque tenemos electrificación, nosotros no todavía, desgraciadamente, pero toda la gente de alrededor ya tiene, entonces, es casi como estar en el pueblo ya. (…) Caminos, por ejemplo, antes estos caminos no existían” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). “Yo lo veo que es mejor, o sea, desde el punto de vista de los caminos, los caminos no son malos, la gente ya no está tan aislada. Un caso de urgencia, un caso de gravedad, ya la gente sale en forma rápida a, digamos, a un pueblo por ahí cerca, pero antes era difícil, (…) antes había gente que se moría no más si se enfermaba acá, ahora ya no pasa eso. Antes la mayoría de los partos eran en la casa, ahora ya nadie tiene sus partos en la casa, entonces, para nosotros es positivo” (hombre técnico, trabaja en sector público). “Ahora por lo menos tenemos caminos, tenemos escuela en nuestra comunidad y antes no había escuela en la comunidad y eran muy remotos los colegios que habían y quedaban tan lejos” (hombre, dirigente político indígena). Logros en el ámbito de la educación Los entrevistados ponen especial énfasis en lo que ha ocurrido a nivel de la educación. Se percibe que en este ámbito se han dado cambios positivos, las escuelas están más cerca o son más accesibles por la mejoría de los caminos, se ha ampliado el acceso desde la enseñanza básica a la media e, incluso, se instalan aspiraciones de formación técnica o profesional. Cabe recordar que la política indígena de los años 90 ha dado importancia a este tema ocupándose de la infraestructura educativa, así como de proveer becas y hogares para estudiantes indígenas. “En alguna medida la educación ahora está como más fácil, más expedita, cierto, hay más escuelas. Con harto esfuerzo yo he visto que hay jóvenes que sí están aspirando ahora a una enseñanza, digamos, ojalá universitaria” (hombre técnico, trabaja en sector público). 44 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Sin negar los avances que ha habido en el último período, los entrevistados señalan un conjunto de críticas y opiniones negativas acerca de la manera como se diseñan y se implementan las políticas del Estado para la población indígena. Críticas a las políticas indígenas No obstante la valoración de las mejoras que se observa en los territorios en que ha intervenido el Estado, hay un conjunto de críticas a la manera como se define qué es lo que el Estado está entregando y aportando al desarrollo de los pueblos indígenas (como se toman las decisiones), y a la forma como se gestionan estos beneficios. Más que un tema de cantidad y tipo de servicios y beneficios, sobre lo cual hay críticas, aunque no sustantivas, se reclama la despreocupación por algunos temas. Por ejemplo, proteger el modo de vida campesino tradicional, apoyar la conservación de la cultura y la lengua, abrir oportunidades laborales que no impliquen migrar a la ciudad, etc. También se critica la forma en que se ejecutan las políticas y programas, las que carecen de la sensibilidad necesaria para constituir un soporte efectivo y eficaz para la población que atienden. A continuación se detallan las criticas más reiteradas e importantes para los entrevistados: • Programas y políticas poco flexibles a la realidad indígena Se cuestiona a los programas públicos por su rigidez en términos de qué beneficios se entregan, de qué manera, a quiénes etc. Reclaman que en muchos casos la oferta pública no se adecua a lo que realmente necesitan. Un ejemplo clásico de esta situación es la construcción de vivienda básica social con el mismo diseño que en el resto del país. Otro elemento que complica el acceso a beneficios se refiere a los formatos solicitados: determinado número de postulantes, determinada forma de organización; lo que no necesariamente coincide con la realidad cotidiana y las necesidades de la población y que se traduce en que, para no perder oportunidades, se fuerza la forma de organización para poder acceder. “Por ejemplo, de repente, uno quiere hacer algo, ya reúnanse pero tienen que ser unos 15. Pero hay 5 no más, porque no se toman esos cinco y se toma de ejemplo para el resto. Porque por la vista entran las cosas más fácil. Si ven que uno está tirando pa’ arriba, como se dice, a lo mejor otro se entusiasma, sabe que, yo voy a hacer lo mismo. Pero no, tiene que estar el grupo entero, sino, no no más” (mujer, migró a la ciudad y regresó al campo). Los entrevistados señalan que antes del diseño de un programa o alguna acción pública, sería conveniente que se defina un período de tiempo en el que se pregunte a la gente lo que quieren y necesitan. La idea es que la oferta pública esté en sintonía con las necesidades y requerimientos de los beneficiarios. 45 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas “Todos los proyectos implementados a nivel de gobierno debieran tener un tiempo que sea, primero preguntarle a la gente que es lo que quiere, qué es lo que necesita” (hombre técnico, trabaja en el sector público). Se critica también al Estado de falta de cercanía con las comunidades indígenas y se demanda que los profesionales estén en contacto permanente con la gente. Los entrevistados creen que todas las acciones y programas de desarrollo se diseñan y definen en el nivel central, lejos de la realidad. “El gobierno, bueno la autoridad central, solamente piensa que está acostumbrada a hacer eso a hacer las cosas de una manera, porque las hacen en la oficina, planifican de allá, pero nunca vienen a terreno a ver la realidad” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Adicionalmente, se espera que los profesionales que están trabajando tanto en el diseño como en la implementación de los programas de desarrollo indígena tengan conocimiento de la cultura mapuche. Perciben que falta incorporar conceptos, códigos y criterios culturales que ayuden a que las acciones que se diseñan sean pertinentes. “Yo veo, el gobierno hace las cosas a su manera, es como se imagina que el mapuche necesita eso, (…), ellos se sientan en una oficina y empiezan a hacer dibujos y dicen ya, a los mapuches hay que ayudarles en esto porque dicen, de esta manera los vamos a sacar de la pobreza, (…), pero no hay antes una preconversación con las mismas comunidades de qué manera quisiéramos que nos sacaran de la extrema pobreza que ellos hablan,(…) estas cosas se debieran conversar más, se debiera ir a los campos, conversar con la misma gente que está sufriendo problemas y no hacerlo así en las oficinas encerrados en cuatro paredes” (hombre, realiza actividades tradicional). “ Se quiere ayudar pero de repente se rompe todo un esquema o el entorno, se cae en eso (…) es un error que se comete (…) el mismo caso de la vivienda, la vivienda mapuche, el subsidio, si bien es cierto, todas las familias necesitan una vivienda digna, pero se construyó una vivienda con el subsidio rural cuadrada, como la que comúnmente se conoce, y muchas familias de hecho no lo ven como una vivienda que totalmente les guste, porque los espacios son distintos, siguen viviendo en la ruca, algunos la han utilizado para bodega” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). “Hay gente que se niega ir a un hospital. En el hospital las tratan mal, (…) en el hospital le ponen suero y eso no les gusta. (…) después de haber tenido su guagua (quisieran) (…) comerse una cazuela calientita que les prepara el esposo y resulta que allá (en el hospital) no (pueden). (…) son parámetros 46 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas distintos en como se miran las cosas” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Una de las dificultades de esta lejanía de los funcionarios con la realidad local indígena es que, en muchos casos, la oferta de los programas sociales que llega a la población indígena intenta resolver un problema e involuntariamente genera otros. O bien, también ocurre que determinadas características de la situación de vida de los beneficiarios impiden que ellos puedan aprovechar un beneficio porque hay otro tipo de carencias, por ejemplo, luz eléctrica, transporte. “Y ahora, bueno, como está llegando, entre comillas digamos, el progreso que dice el gobierno, la gente ya tiene energía eléctrica, la mayoría tiene agua dentro de sus casas, las comodidades básicas en el fondo, pero eso hay que pagarlo y si la gente no tiene ingresos, dígame usted con que va a cancelar eso” (hombre técnico, trabaja en el sector público). • Falta una visión más integral Se cuestiona que las acciones destinadas a la población indígena se aboquen a entregar soluciones a problemas sociales específicos perdiéndose la mirada de conjunto. El foco está puesto, según los entrevistados, en superar carencias puntuales (vivienda, salud, desarrollo productivo, etc.). “Está muy focalizado, muy … está como superficial, todo lo que se percibe, o sea, no veo un trabajo como de pronto un trabajo a largo plazo, no veo un trabajo por comunidad, veo como un asistencialismo más, digamos, o sea, los recursos pueden ser muy importantes para una comunidad, pero en cómo se trabajan esos recursos, como se hace partícipe a la propia gente mapuche en el tema” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Se sostiene que la situación que aproblema a la población indígena es más compleja y que no se resuelve entregando recursos para superar carencias materiales puntuales, aunque ello ayude. En muchos casos, ocurre que las soluciones que vienen diseñadas desde los programas sociales, no reconocen que hay restricciones que dificultan utilizar esos beneficios. “El Estado se conforma con que la familia tenga cosas más materiales, más que nada. No se preocupa de otras cosas como valores, no se preocupa de eso” (focus mixtos de jóvenes). • Sentimiento de ser discriminados por los funcionarios públicos Es recurrente que los entrevistados den ejemplos en los cuales ellos se han sentido 47 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas discriminados o subvalorados por parte de los funcionarios públicos. Hacen una fuerte crítica a esta situación, señalando que es a este nivel donde se pone en juego realmente la preocupación del Estado por su situación social y por ellos como personas con identidades diferentes. “Uno va a las oficinas y llegan y te gritan o no te atienden lo mismo que a los otros. Eso yo lo he sentido igual en el hospital, de repente hay pocos doctores que te atienden bien, otros no. A mí me ha tocado mucho eso” (mujer, migró ala ciudad y regresó al campo). • Falta planificación de la política Una crítica importante a las políticas de desarrollo indígena, es que los programas no están articulados, ni tienen una planificación en el largo plazo. Se trabaja con proyectos puntuales, que tienen vigencia durante un tiempo corto y luego terminan. “Para hacer un desarrollo sustentable con la cultura mapuche, tiene que igual respetarse el tiempo, el ritmo de la gente mapuche, porque el mapuche es más lento, o sea tiene un proceso de avance, (…) es más lento, mucho más lento, o sea, no se puede hacer un programa de un año, dos años, prácticamente no se concibe, solamente se entrega, y eso es una cosa que si realmente se quiere llegar a hacer desarrollo, se tiene que implicar eso, o sea, hacer un programa, quizás un programa a largo plazo, diez años, de aquí a diez años, quince años, un programa integral hacia el desarrollo de las comunidades” (hombre profesional, trabaja en consultora dedicada al desarrollo local). Las carencias mencionadas tienen que ver con la “sintonía fina” del diseño y la implementación de las políticas. Estos problemas atentan, como las citas ilustran, contra el impacto de las políticas y contra el propósito de orden político que ha comprometido a los tres últimos gobiernos de Chile de acoger y respetar al mundo indígena entregando soluciones adecuadas y oportunas a sus problemas. En términos prácticos, se presentan los siguientes riesgos: son acciones poco sustentables que no apuntan a modificar de fondo los problemas de la población y de los territorios, generan dependencia en la gente, porque se acostumbra a esperar que siempre llegue otro agente público de la mano de un nuevo programa, se produce frustración porque la gente se entusiasma y se compromete y luego no tiene continuidad. Un ejemplo de esta situación es el que señaló un entrevistado: “Y nos hacen tantas cosas señorita, por ejemplo, el INDAP, yo le estoy hablando de cuatro, cinco años atrás, que todo era una cooperativa que formáramos y eso era la solución pa’ todos los problemas; allá empezamos con cooperativa y después tuvimos, y viera usted todo el montón de cuestiones. Quisimos la cooperativa y, pero ya. Ahora, cooperativas sirven pa' na', que los créditos son directos, que no (…) '. Entonces nosotros lo único que tenemos en estos momentos en la cooperativa es la iniciación de actividades que todavía la 48 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas estamos manejando ahí, compramos, estamos recuperando IVA algunos, no todos tampoco” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Las críticas no solo tienen que ver con el diseño y ejecución de la política indígena, sino con la coherencia entre ésta con las políticas públicas en general y con la estrategia de desarrollo que está detrás. Los entrevistados presentan un discurso articulado y crítico respecto a que existiría incoherencia de parte del Estado que por una parte entrega recursos, diseña programas y apoya a las comunidades indígenas para superar algunos de sus problemas, y por otro, toma decisiones que atentan directamente con la posibilidad de hacer sustentable su desarrollo. Mencionan, por ejemplo, la firma del tratado del MERCOSUR y la manera como afectará a la agricultura pequeño campesina mapuche; la construcción de la carretera de la costa, que pasa por medio de las comunidades mapuche del Budi; la expansión de la industria forestal, que afecta el desarrollo agrícola y de tenencia de la tierra de las comunidades aledañas a las plantaciones. • Falta de confianza de parte del Estado Está asentada la percepción de que el Estado desconfía de las capacidades de las comunidades mapuche para decidir, gestionar y actuar a favor de su desarrollo. Reclaman otro trato en el cual las comunidades puedan cumplir un rol activo, que los haga involucrarse con las acciones y ser agentes de su propio desarrollo. “Nosotros, por ejemplo, les dijimos a las autoridades que nosotros podríamos hacer las casetas, mejores que las que ellos nos proponían, más amplias, de otro material y no hubo caso, no. No hay confianza, no hubo confianza, que le van a quedar mala y que la Municipalidad tiene que responder” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). Critican también que los recursos destinados a la población indígena deban ser entregados a distintas instituciones para ser distribuidos. Perciben este mecanismo como burocrático, y que solo aporta a que disminuyan los recursos que efectivamente llegan a la población indígena. “El Estado debiera, o sea, las autoridades debieran confiar más en los dirigentes de los diferentes sectores, no tanta burocracia; no solamente el Estado. (…) Entonces tanto el Estado como las instituciones privadas confíen un poco más en las organizaciones” (hombre, migró a la ciudad y regresó al campo). “Que nos saque la mano de encima porque nosotros somos capaces también de hacer nuestra propias cosas y en forma autónoma y ellos nos tienen la mano 49 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas puesta encima, entonces nos obstaculizan; que nos dejen libres y que nosotros hagamos esta cosa como a nosotros nos gusta. (…) Yo creo que (se nota) en todo, aquí hay mucho paternalismo, en los mismos recursos, todo tiene que pasar por las instituciones y nada llega directo a las comunidades. Es decir, ellos piensan que nosotros no sabemos manejar los recursos, no sabemos manejar cantidades de platas; todo tiene que ser manejado por ellos, en ese sentido yo digo que confíen en nosotros, que suelten la plata. Porque nosotros tenemos todo el derecho de ser hombres libres” (hombre, dirigente político indígena). “Que las autoridades tengan confianza en nosotros, que los recursos lleguen directos; que si uno quiere hacer algo contundente, porque con los recursos que da el gobierno no alcanza a hacer ni la mitad de lo que uno está pensando, así que el gobierno, que las autoridades realmente abran las manos, confíen en la gente y dispongan recursos” (hombre, dirigente político indígena). Haciendo una síntesis, impacta la capacidad de crítica y de construcción de opinión que existe acerca de las acciones de política pública que se han implementado en la última década en la zona. Tras la declaración de reconocimiento y valoración de los avances, vienen las críticas respecto a como se toman las decisiones y se realizan las políticas. Se observa que los mapuche han ido construyendo una opinión acerca de cómo debe hacerse política pública con visión indígena. Escucharla y fortalecerla es uno de los principales desafíos para el estado chileno. 50 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas III. CONCLUSIONES Como se señalaba en la introducción de este documento, la temática del desarrollo forma parte de la discusión política de los países latinoamericanos. Si bien la forma en que se operacionaliza la estrategia de desarrollo, ha variado en relación al tiempo histórico, el desarrollo económico y las ideologías del momento, lo cierto es que siempre la temática del desarrollo, en lo que le es más propio, contrapone situaciones de progreso y de retraso. El progreso se asocia, además, a factores tales como el desarrollo industrial, la productividad, la tecnología, los intercambios, y no, con la conquista de mayor bienestar personal, control sobre la vida, paz interior o paz social. Aunque en años más recientes estos últimos temas disputan un espacio en la discusión sobre la agenda del desarrollo, el resultado es una paradoja: se demanda al Estado una visión de desarrollo más compleja, que vaya más allá del crecimiento económico y aborde los aspectos políticos y ciudadanos, pero se entiende que el principal motor del desarrollo y más eficiente asignador de recursos es el mercado, al que no corresponde pedirle consideraciones de otro tipo que no sean las de la competencia y la productividad. Las estrategias de desarrollo implementadas a lo largo del siglo XX no implicaron ningún tipo de desarrollo para el mundo indígena. Al contrario, se los ignoró como pueblo y se los protegió mediante políticas clientelares que no hicieron sino consolidar su clientelismo y su pobreza. No solo no hubo desarrollo, sino tampoco respeto o reconocimiento o conciencia nacional de un grave asunto pendiente en Chile en relación a los pueblos originarios. Ninguna de las visiones del desarrollo de la época, ni las que promovieron la integración social al amparo de teorías indigenistas, ni las que abogaban por la incorporación de los indígenas y de los pobres en general, ni las que reinvindicaron al trabajador o al campesino en el marco de planteamientos de izquierda, pudieron comprender y abordar el problema indígena en su complejidad. La asimilación o integración de los indígenas a la sociedad no representa una verdadera oportunidad para ellos por razones culturales, histórico sociales y prácticas. Entre las culturales, es obvio mencionar que la asimilación implica una suerte de renuncia o negación de su ser como raza, pueblo y cultura, lo que se traduce en pérdida de algo que es propio del ser indígena. Las razones histórico sociales tienen que ver con que en este país se construyó un imaginario del mapuche que lo denigra y no uno que lo enaltece. A pesar de las frases poéticas que hablan de su bravura y gallardía, en el cotidiano del mundo blanco o chileno el mapuche es “ignorante, flojo, borracho”. Los indígenas saben y sienten que es eso lo que se piensa de ellos porque lo han vivido en carne propia. Tal es así que podría resumirse el anhelo o visión de desarrollo de los sectores más adultos en una simple frase: “que no nos hagan más lesos”. 51 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Las razones prácticas son consecuencia de las dos anteriores: es material y emocionalmente difícil para un o una joven mapuche dejar su medio, irse a la ciudad, obtener una beca para realizar estudios secundarios o universitarios, conseguir un diploma e ingresar al mundo laboral en igualdad de oportunidades con otros jóvenes. Las teorías del desarrollo representaron un fracaso para el desarrollo indígena por que intrínsecamente niegan el momento original, llamándolo el momento del “retraso”, de lo tradicional. Para los indígenas, esta negación es simplemente fatal, los ignora como pueblo y solo les ofrece el desarraigo como palanca de progreso y movilidad. Otro es el momento que se instala en Chile en la década de los 90. En el marco del aniversario de quinto centenario el mundo indígena se activa en torno a ideas que, mucho antes de reclamar espacios de integración, reclaman espacios de reconocimiento, respeto y participación como pueblo en la vida nacional. Este momento representa, por lo tanto, una enorme oportunidad de revertir una situación que parecía no tener salida. Existe la salida de respetar la tradición y la cultura y abrirse al cambio, el progreso y el bienestar. El requisito es no romper y más bien cuidar lo que es propio como cultura e identidad y ello está asociado con tres elementos sustantivos: a) la tierra, la vida del campo; b) la lengua y la recuperación y valoración de la memoria histórica que guardan los mayores y que pasa por la tradición oral que se transmite de generación en generación, y c) los ritos y costumbres religiosas. Sin duda el punto de partida para pensar el desarrollo es complejo. La población indígena experimenta cuatro problemas graves: pobreza, deterioro de su economía tradicional, imposibilidad de desarrollar y expandir su cultura y discriminación de parte de la sociedad no indígena, lo que redunda en ausencia de derechos y expresiones políticas propias. Es frente a una población que enfrenta estos problemas que nos interrogamos acerca de su visión del desarrollo y nos encontramos con una demanda por respeto, consideración y participación, mucho más persistente que demandas puntuales por mejorías materiales o económicas. Los indígenas consultados en este estudio entregan esas pistas. Su representación del desarrollo está cruzada por elementos materiales y no materiales. Efectivamente mejorar las condiciones de vida objetivas es parte de sus aspiraciones. A diferencia de lo que se podría pensar de los grupos más adultos y más apegados a la tradición, no está presente la idea de permanecer necesaria e irrevocablemente ligado a la vida tradicional cuyo ejemplo sería la figura de la ruca, abandonada ya hace tiempo. Por el contrario, anhelan educación para sus hijos y aspiran a una vida más cómoda en materia de agua, luz, transporte, acceso a servicios y, especialmente, mercados para su modesta producción agrícola tradicional. 52 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas Sin embargo, las mejorías materiales no son suficientes. Hay un conjunto de elementos intangibles asociados con las formas de vida tradicionales, que no se está dispuesto a transar: la cultura, la tranquilidad, el contacto con la naturaleza, la relación con los vecinos. El desarrollo para el pueblo mapuche, en el caso del Budi, territorio que no está traspasado por el conflicto de tierras, pasa por la preservación de la cultura, la lengua y las tradiciones ancestrales, la preservación de un estilo de vida ligado a la vida campesina y la organización propia en comunidades indígenas. Ambas aspiraciones están conectadas pues parte central de la cosmovisión mapuche tiene que ver con la tierra y la naturaleza. Así mismo, el desarrollo también pasa por mejorar la calidad de vida accediendo a un mayor nivel de confort, menos penurias, más seguridad económica y más oportunidades para las futuras generaciones. No existen diferencias sustantivas en la forma que ven el desarrollo las mujeres y los hombres, los migrantes y los que están en el territorio. Sin embargo, el estudio permitió constatar que hay ciertas brechas entre los mayores y los jóvenes. La tendencia es que los grupos de más edad suelen tener una visión un poco más tradicional, negadora del cambio y la incorporación de formas de vida distintas. Sin embargo, los jóvenes están un poco más abiertos al cambio, quieren innovar en el área productiva, introducir tecnología, cambiar patrones de cultivo, etc. Por ejemplo, hay jóvenes técnicos que aspiran a integrarse al trabajo asalariado y, a la vez, apoyar el desarrollo de sus comunidades de origen. En relación al resguardo cultural, los mayores fueron y son aún reacios a mostrar su identidad mapuche. Los más jóvenes presentan menos resistencia a declarar su identidad mapuche y a su vez se muestran abiertos a conocer y experimentar otros modos de vida. Por ejemplo, están dispuestos a irse a vivir a la ciudad, pero no están dispuestos a que esto signifique romper lazos con la comunidad y la tierra de donde vienen. La noción de desarrollo y de progreso está más instalada entre los jóvenes y se orienta a hacer una síntesis entre lo que ofrece la cultura mapuche y los beneficios y oportunidades que presenta la vida no indígena u occidental. Aspiran a educarse, a trabajar en labores que no necesariamente están ligadas a la agricultura tradicional y a tener un buen pasar. Los adultos son más temerosos, ven el desarrollo como una amenaza a la cultura. Les cuesta entender que los jóvenes transen costumbres y formas de vida tradicionales por acceder a las formas de desarrollo definidas desde afuera. Una aspiración importante para los mayores es la educación de sus hijos pues esta será un arma, dicen, para que no los engañen ni los hagan lesos, como les ocurrió a ellos, y para que puedan progresar en la vida. Respecto a sus proyectos propios o su imagen de futuro, impacta descubrir que no hay tal. Los mayores no visualiza un mañana distinto para ellos y, en el fondo tampoco tienen grandes esperanzas respecto de las oportunidades de sus hijos (“ya ve, hizo el cuarto medio con tanto sacrificio, y aquí está, sacando papas”). No hay otras aspiraciones que reparar o mejorar lo existente. El cambio al que se aspira refiere 53 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas fundamentalmente a las relaciones con los no indígenas: al ser respetados, ser discriminados. La visión del desarrollo presente en el pueblo mapuche se confronta con acciones contradictorias y contrapuestas por parte del Estado y el mercado en relación a las oportunidades de los mapuche. Por un lado la política social se dispone a enfrentar y buscar mecanismos innovadores de acción, asumiendo la complejidad de la temática, declarándose respetuosa de actores y procesos sociales y abogando por el respeto a la diferencia. Por otro lado, la lógica de acción autónoma del mercado, motor del proceso de desarrollo, destruye el mundo indígena. De parte del Estado se observa que en especial durante la década de los ’90 se han creado programas y servicios para atender la situación de la población indígena. Es importante relevar que esto es fuertemente valorado por la gente del Budi. Consideran que la intervención del Estado ha significado un evidente y significativo mejoramiento de su calidad de vida y de las condiciones del territorio en que habitan. Sin embargo, se menciona que estas políticas tienen dos limitaciones importantes: i) la forma en que se implementan no considera la opinión, participación, gestión y vínculo con las reales necesidades de la población y ii) no apuntan necesariamente a fortalecer ni a enriquecer la cultura mapuche, ya que se han centrado en políticas que apuntan a resolver exclusivamente problemas de tipo socioeconómico. Además, el propio Estado actúa en forma contradictoria. A veces entra a las zonas indígenas dialogante y respetuoso y a veces agresivo y poderoso, lo que confunde a los ciudadanos indígenas. Sobre estas y otras materias que han sido comentadas en el texto, es posible levantar algunas propuestas y sugerencias cuya atención contribuirá a acercar al mundo indígena a una alternativa de desarrollo acorde con sus valores, necesidades y expectativas: 1. Las intervenciones de desarrollo con la población indígena serán más efectivas en tanto se respeten y comprendan los “tiempos” reales y simbólicos de las comunidades. Esto es relevante no sólo en la implementación de acciones de desarrollo sino también y fundamentalmente en el diseño de los programas. 2. Un trabajo respetuoso de las diferencias y de la identidad indígena, requiere de intervenciones que consideren instancias de diálogo, intercambio de opiniones y apropiación, tanto por los profesionales que operan en zonas indígenas, como por los indígenas acerca de qué se quiere y cómo se quiere. Es en la acción directa donde finalmente se juega o no el carácter participativo de una intervención. 3. Tal como mencionaron los propios entrevistados, la visión de desarrollo y su apelación al futuro no es parte de la cultura mapuche del Budi, sino que surge como consecuencia 54 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas de las acciones de política pública que llegan a la zona. Sin embargo, lo que realmente anhelan los residentes mapuche es que éstas acciones se generen desde adentro, es decir, vengan a apoyar sus proyectos y sus propias iniciativas. 4. Se requiere planificar de manera integral las acciones de desarrollo permitiendo que contemplen con igual nivel de importancia cuestiones materiales como no materiales. Estas últimas, referidas fundamentalmente a transformar la histórica relación de discriminación étnica, la cual se reactualiza en las relaciones que los indígenas tienen con los funcionarios públicos. 5. Se requiere tener en consideración las diferencias generacionales. Las distintas visiones de desarrollo que hay entre los jóvenes y los adultos, no obstante generan conflictos, se articulan en la vida cotidiana, logrando conformar una nueva forma de ver el futuro de la población mapuche que permite instalar puentes de comunicación entre visiones más cerradas frente a la cultura chilena y otras más abiertas a diálogo. 6. Se requiere flexibilidad por parte del Estado cuando se trata de políticas dirigidas al mundo indígena que permitan lograr grados adecuados de pertinencia y por lo tanto, eficacia y impacto. Lo anterior se refiere a un necesario margen de acción a nivel de las intervenciones locales en las cuales se puedan modificar los diseños de programas para adaptarlos a las dinámicas del territorio y a la vida de los pueblos indígenas21. 7. Se debe potenciar la capacidad de las propias comunidades para que sean ellos quienes vayan definiendo qué vida es la que anhelan y cómo pueden alcanzarla. Ninguna acción direccionada verticalmente desde el Estado tendrá pertinencia cultural. Esta se construye desde la visión y con los indígenas. 8. Se deben continuar realizando acciones, tanto a nivel constitucional como en la implementación de las políticas públicas, para avanzar en el reconocimiento efectivo de los pueblos indígenas, asegurando sus derechos a la lengua y el respeto a sus tradiciones y costumbres. 21 Este comentario es válido no solo para la política indígena, sino para la política social en general. 55 Serie de Estudios Socio/Económicos Nº 19 C. Serrano y C. Rojas BIBLIOGRAFÍA - - - - - - 56 Assies, Willem; Van der Haar, Gemma y Hoekema, André (editores) ( 1999): “El reto de la diversidad: pueblos indígenas y reforma del Estado en América Latina”. Versión resumida del capítulo final del libro. Colegio de Michoacán, Zamora, Mich, 1999. En: http://www.iigov.org/documentos/?p=tema5/docu0016 Aylwin, José (2000): "El Conflicto Mapuche: Raíces y Ramificaciones". 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