la influencia familiar

Transcripción

la influencia familiar
Conferencia General Abril 1973
LA INFLUENCIA FAMILIAR
Por el élder Spencer W. Kimball
Presidente del Consejo de los Doce
Hermanos, hermanas y amigos: ya se ha dicho mucho en esta conferencia sobre
lo que ha sido y será la poderosa influencia permanente de la familia y de la
educación en el hogar sobre la nueva generación. Durante los últimos tres meses el
presidente Harold B. Lee ha estado dando el mensaje por medio de la película:
Fortaleciendo el Hogar. Este está llegando a gran cantidad de personas, países e
idiomas.
Parece que mientras el mundo acepta lo falso, lo vulgar y los errores, hay un
creciente número de dirigentes sabios que escriben y hablan de la importancia de la
familia y de la vida familiar.
Uno de esos dirigentes escribió: ...la sólida vida familiar es indispensable, no
solamente para la cultura sino también para la supervivencia de cualquier pueblo"
(Paul Popenoe, Family Life, septiembre de 1972).
Continúa: En la historia de la humanidad una nación tras otra ha seguido este
patrón (de degradación de la vida familiar, substituyéndolo por otros patrones) y
han desaparecido."
La familia proporciona la participación en actividades desinteresadas y en la
aceptación de responsabilidades. Dice nuevamente: por el bienestar de la
comunidad, por la misma existencia de la nación, una de las primeras preguntas que
debe hacerse sobre cualquier cambio que se proponga en la cultura debería ser:
'¿fortalecerá a la familia?'
El Señor organizó desde el principio todo el programa con un padre que
engendra, abastece, ama y dirige; y una madre que concibe, da a luz, cría, alimenta y
educa. El Señor pudo haberlo organizado de otra forma, sin embargo escogió una
unidad con responsabilidades y asociaciones significativas donde los hijos se educan
y disciplinan unos a otros y llegan a amarse, honrarse y apreciarse mutuamente. La
familia es el gran plan de vida como lo concibió y organizó nuestro Padre Celestial.
Debe ser obvio para cualquier persona considerada que la asociación íntima sin
el matrimonio es pecado; que los hijos sin padre o madre ni vida familiar son una
tragedia; que la sociedad sin la vida familiar básica no tiene fundamento y se
desintegrará en la nada y el olvido.
El Padre sabía todo esto cuando dio este mandamiento a sus hijos en noviembre
de 1831. No estaba defendiéndose el que debería haber familias. Parecía darlo por
sentado y ordenó: ". . .si hubiera en Sión. . .padres que tuvieren hijos...también han
de enseñar a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Señor" (D. y C. 68:25,
28).
Conferencia General Abril 1973
Vemos las bendiciones de la vida familiar al establecer contrastes. En el mensaje
al que anteriormente nos referimos, el presidente Lee proporciona estas cifras:
"De los 180, 000 divorcios registrados por la Oficina de Censos de los Estados
Unidos. . .el 57 por ciento se registró en hogares en donde no había hijos; 21.2 por
ciento en donde había un solo hijo; y en las familias con cinco o más hijos los
divorcios fueron de menos del uno por ciento." Esta es una estadística reveladora.
En una ocasión mientras platicaba con dirigentes de un remoto lugar de la tierra
en donde diferentes ideologías habían influido en sus hijos, les pregunté cómo
podían controlar y mantener a sus hijos alejados del mal, y su respuesta fue muy
natural y apropiada:
"Educamos a nuestros hijos en nuestros hogares tan completamente en el
camino de la rectitud y la verdad que las filosofías destructivas e impías y las herejías
de sus otros maestros no tienen ningún efecto en ellos, así nuestros hijos
permanecen leales a su fe".
Esa es la respuesta: la vida familiar, las noches de hogar, padres dedicados y
desinteresados. Esa es fa forma en que el Señor ordenó que fueran nuestras vidas.
Hace más de una década un mayor de la fuerza aérea de los Estados Unidos
habló sobre sus vuelos de prueba. El nació de buenos padres quienes le enseñaron
la rectitud. Había volado en 25 tipos diferentes de aviones en 4,000 horas de vuelo;
había realizado 142 misiones de combate en Corea y contaba con muchas
distinguidas medallas. Nos relató que "antes del despegue todo piloto se toma un
tiempo a fin de hacer una revisión de último minuto a su máquina, a los controles de
vuelo, a los sistemas hidráulicos y neumáticos y a otros artefactos secundarios de su
avión a fin de asegurarse que el vuelo pueda cuando menos comenzar felizmente. . .
Sus reacciones a las condiciones de emergencia deben ser instintivas y tan infalibles
como el pensamiento humano y los reflejos lo permitan.
. . .Sin embargo, falta algo en la lista impresa (de cosas que hay que revisar) que
para mí ha llegado a ser tan necesaria como el bajar las llantas para un suave
aterrizaje. Y es una oración con objeto de pedir a mi Padre Celestial que me bendiga
a fin de que mi mejor juicio y pericia guíen mis acciones, especialmente en los
períodos de tensión. Ha habido muchas ocasiones. . .en las que sé que la respuesta a
esta oración ha sido recibida con una dramática rapidez. . .
Habiendo nacido de buenos padres, en un buen hogar, con una excelente
educación en su infancia, niñez y juventud, parecía sentirse seguro en su arriesgado
trabajo.
Este mayor no tenía miedo porque estaba preparado. Conocía el poder de la
declaración del Señor: "Mas si estáis preparados, no temeréis" (D. y C. 38:30).
Alguien dijo que "el temor y la fortaleza de ánimo son opuestos pero ambos son
necesarios para el crecimiento del carácter...el temor sano genera sus propios
anticuerpos".
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Estas tres líneas estaban escritas en el manto de una chimenea de un hotel
inglés de la época de Dunkerque, en un tiempo en el que cada hombre o muchacho
que podía navegar, sin importar qué tan inexperto fuera, hallaba en sí mismo un
héroe lo suficientemente valiente como para ayudar a rescatar la armada de
Inglaterra:
"El temor tocó a la puerta, la fe abrió.
Mas nadie estaba ahí."
Durante la guerra relámpago, muchos hombres vieron un letrero por los muelles
de Londres y obedecieron su consejo: "Si tus rodillas se golpean entre sí,
arrodíllate."
Nuevamente, la revelación dice: "Mas si estáis preparados, no temeréis." Esa
preparación viene de la educación de la infancia y la niñez. Cuando la fe nace y se
establece el carácter. Es un poco tarde para tratar de cimentar la fe cuando el barco
se está hundiendo o el avión se está precipitando o un choque de frente es seguro.
Un navegante aéreo nos dijo esto: "Había hecho mi oración allá por la quinceava
órbita"; y otro dijo: "Se dice que el valor es el temor que ha hecho sus oraciones".
Si los hijos están sintonizados con la longitud de onda apropiada; si se les
enseñan temprano las responsabilidades del tiempo y las eternidades, reaccionarán
generalmente en la forma apropiada cuando sean absorbidos por las emergencias.
Si han hecho todo lo que se espera de ellos fiel y conscientemente, no es muy
probable que cometan graves errores. El profeta nefita insistió: ". . .derraméis
vuestra alma en vuestros aposentos, en vuestros sitios secretos y en vuestros
yermos" (Alma 34:26).
Y qué grande legado prometió Isaías a nuestros hijos: "Y todos sus hijos serán
enseñados por Jehová, y se multiplicará la paz de tus hijos" (Isaías 54:13).
Ciertamente que a todo buen padre le gustaría esta paz para sus hijos. Esta se
obtiene por la vida simple de un verdadero Santo de los Ultimos Días al hacer de su
hogar y su familia algo supremo.
"Orad al Padre con vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean
bendecidas vuestras esposas e hijos" (3 Nefi 18:21 ).
¿Es eso pedir demasiado?
Me encontraba en Idaho Falls y estaba de huésped en 'el hogar de una típica
familia de la Iglesia. Eran un grupo de padres dedicados y muchos hijos. El hijo
mayor estaba cumpliendo su servicio militar en el temido Pacífico del Sur, y los
corazones de la familia lo seguían de un lugar a otro. Me enseñaron su última carta
que había mandado de la zona de guerra. Leí esto:
"Ha habido ocasiones en que teníamos tanto miedo que temblábamos, no
obstante, el temor abandonaba nuestras mentes con la oración y el conocimiento
de que estábamos siendo guiados por el Señor.
Conferencia General Abril 1973
"Papá, amo mi religión y estoy orgulloso de haber tenido a alguien como tú y
mamá para enseñarme a orar. Sé por consiguiente que están orando por mí cada
mañana y cada noche. . .
La espiritualidad nace en el hogar y se nutre en las noches de hogar, en las
oraciones diarias dos veces al día y más, en las reuniones semanales cuando la
familia asiste unida. Esa espiritualidad como base en la vida de todo individuo es la
que rescata cuando se presenta una emergencia.
La seguridad no nace de la inagotable riqueza sino de la fe inextinguible; y
generalmente esa clase de fe nace y se nutre en el hogar y en la niñez.
La oración es el pasaporte hacia el poder espiritual.
Hay un relato de la Segunda Guerra Mundial de un joven de Utah que en varias
ocasiones fue llamado a servir a su país en lugares lejanos.
Usaba en la muñeca el reloj convencional que le indicaba la hora del área en la
que estaba viviendo. Pero extrañamente, llevaba en su bolsillo un reloj viejo y más
pesado que marcaba otra hora del día. Sus camaradas se dieron cuenta que
frecuentemente veía su reloj de pulsera y luego el anticuado que tenía en su bolsillo,
esto los llevó, en su curiosidad, a preguntarle el porqué del reloj adicional. Sin
apenarse, al momento dijo:
"El reloj de pulsera me da la hora de aquí, pero el reloj que mi papá me dio me
da la hora de Utah" —continuó diciendo— "mi familia es grande y muy unida.
Cuando el reloj marca las S a.m. sé que mi papá se levanta a ordeñar las vacas. Y
cualquier noche cuando marca las 7:30 sé que toda mi familia está alrededor de una
mesa bien puesta y arrodillados agradeciendo al Señor por lo que hay en la mesa —
pidiéndole que me cuide y me guarde limpio y honrado. Son esas cosas las que me
hacen luchar cuando la marcha se dificulta. . .sé que puedo averiguar fácilmente la
hora de aquí; pero lo que me interesa es saber la hora de UTAH" (Adaptado de "The
Right Time at Home", por Vaughn R. Kimball, Reader's Digest, mayo de 1944, pág.
43).
Conocí bien a esta familia. Al marinero lo conocí superficialmente. Conocí a este
padre. Sus vacas tenían que mantener a una familia numerosa, pero su mayor
interés fueron sus hijos que estaban creciendo y que necesitaban más que leche y
pan. Me he arrodillado en oración con esta maravillosa familia. La educación en el
hogar sostendrá la bendición eterna de esta numerosa familia.
¡Oh mis amados oyentes, qué mundo sería este si un millón de familias de esta
iglesia se arrodillaran como esa familia cada noche y cada mañana! y ¡qué mundo
sería este si cien millones de familias de este gran país estuvieran orando por sus
hijos e hijas dos veces al día! y ¡qué mundo sería si mil millones de familias en todo
el mundo tuvieran noches de hogar y actividades en la Iglesia y estuvieran
físicamente arrodillados derramando sus almas por sus hijos, sus familias, sus
dirigentes, sus gobiernos!
Conferencia General Abril 1973
Esta clase de vida familiar nos llevaría a la experiencia de translación del justo
Enoc y el milenio haría su anunciación. A Enoc se le hicieron preguntas sobre sí
mismo; contestó entre otras cosas: ". . . Mi padre me enseñó conforme a todas las
vías de Dios" (Moisés 6:41). Y Enoc anduvo con Dios y no fue más, porque Dios se lo
llevó.
Enoc y su pueblo vivieron en rectitud en la Ciudad de Santidad, aun Sión y fue
llevado a los cielos.
Sí, aquí está la respuesta a las necesidades del mundo: padres justos que
instruyen; hijos obedientes y cariñosos; fidelidad a los deberes familiares.
Estas cualidades del hogar contribuyen a la seguridad y carácter de los hijos. Los
siguientes versos son de Adelaide Proctor, escritora de hace más de un siglo,
enfatizan la unidad familiar y el verdadero amor paternal, expresados por las
palabras de una madre.
Un hombre rico, sin hijos, ofrece comodidad y seguridad a cambio de uno de sus
siete hijos, ¿Cuál debe ser?
"¿Cuál debe ser? ¿cuál debe ser?
Miré a Juan, él me miró también y cuando resolví que debía hablar mi voz
parecía extrañamente baja y débil:
“Dime nuevamente lo que dijo Roberto,
y luego, mientras escuchaba, incliné la cabeza.
Esta es su carta:
“Os daré una casa y tierra mientras vivan,
si a cambio me dan a uno de sus siete hijos.”
"Miré las gastadas ropas de Juan;
Repasé todo lo que había soportado,
la pobreza el trabajo y la aflicción,
que yo, aunque estaba dispuesta no podía compartir;
pues pensé en las siete bocas jóvenes que debíamos alimentar.
Pensé en la pobreza de mis siete pequeños,
y luego de esto. 'Ven, Juan', le dije,
'escogeremos de entre ellos mientras duermen.'
Así que caminando mano con mano
Mi querido Juan y yo examinamos a nuestra banda:
Primero caminamos suavemente hacia la cuna
Donde Liliana, la más pequeña dormía.
Lentamente se inclinó el padre
Para poner su mano tosca en forma amorosa,
Mas el sueño o el susurro la hicieron moverse
y bruscamente dijo: ¡Ella no!'
"Nos inclinamos al lado de la cama de tarima,
Conferencia General Abril 1973
y un largo rayo crepuscular derramaba sus besos
a través de las caras juveniles
'¡Qué sueño tan hermoso!;
Vi en la mejilla encarnada y áspera de Jaime
una lágrima. Juan no pudo hablar,
'También es un bebé. dije
y lo besé al alejarnos
Vimos la pálida y paciente cara de ángel de Robertito
aun en el sueño tenía los signos del sufrimiento.
'Ni por mil coronas, ¡él no!
El murmuró mientras a nuestros ojos se asomaba el llanto
¡Pobre Ricardito! ¡perverso diablo! nuestro hijo descarriado,
revoltoso, inquieto, perezoso: ¿Podrá ser entregado?
No, Aquel que nos lo dio nos mandó ayudarlo hasta la tumba.
Sólo el corazón de una madre podría ser paciente con alguien como él;
'Entonces', dijo Juan,
¡no me atreveré a arrancarlo de la oración de ella al lado de su cama!
"Luego fuimos arriba y nos arrodillamos al lado de María, hija del amor;
'Tal vez para ella sería mejor',
le dije a Juan. Silenciosamente
Tomó un rizo que descansaba
sobre su mejilla caprichosamente.
Y movió su cabeza:'No querida, tú no;
Mi corazón latía aceleradamente.
"Solamente queda uno, nuestro hijo mayor,
confiado y leal, bueno y alegre,
tan parecido a su padre.¡No, Juan, no!
¡No puedo, no deseo dejarlo ir!
"Y así escribimos cortésmente,
que no podíamos regalar a ningún hijo;
y después el trabajo parecía más fácil.
Pensando en eso, en lo que soñamos,
somos verdaderamente felices
porque ninguna cara faltaba en su lugar acostumbrado;
Y agradecidos por trabajar por los siete,
confiamos el descanso al Rey del cielo."
Ruego que nosotros en la Iglesia y en el mundo, podamos llegar a conocer las
vías del Señor y seguirlas explícitamente.
Agrego mi solemne testimonio que el presidente Harold B. Lee es el profeta del
Señor llamado divinamente para este mundo. En el nombre de Jesucristo. Amén.

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