Ron Mueck El Antiguo Colegio de San Ildefonso presenta por vez
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Ron Mueck El Antiguo Colegio de San Ildefonso presenta por vez
Ron Mueck El Antiguo Colegio de San Ildefonso presenta por vez primera en la ciudad de México la obra del destacado escultor australiano Ron Mueck, distinguido en el escenario del arte contemporáneo por la fascinante verosimilitud y el deslumbrante realismo que caracterizan sus obras. Más que suscribirse al hiperrealismo, el artista explora la representación figurativa como un recurso con el que, reduciendo o aumentando la escala de sus modelos según lo requiera el tema, logra imprimir vida a sus creaciones. Con un gran conocimiento de los materiales que emplea, explota su dominio de la anatomía y talento para detonar ante estos seres inmutables, emociones, exclamaciones así como reflexiones sobre el limite entre la realidad y el artificio, el trecho entre lo revelado y lo oculto, el vínculo palpable que une presencia y ausencia. En ninguna otra obra actual como la suya, se ajusta tan atinadamente la observación de que las apariencias engañan y que las obras colman la ausencia de su autor. Su autorretrato es una máscara, una morada que oculta y revela su esencia. Una ventana abierta al abismo de lo invisible, que sorprende el sueño que vela sus desdoblamientos. Inmersa en su introspección o en su silencio elocuente, la mirada de estas figuras pensativas evita cualquier intercambio y así mantiene junto a sus actitudes, una distancia que les anula toda distracción. Ejercen su presencia sin traicionar su condición. Nuestra cercanía a ellas, sea por empatía o por atracción emocional, no garantiza ninguna invasión en su desnudez expuesta o tapada, al contrario nos remite al refugio de intimidad que representan sus actitudes y expresiones. Introvertidas por naturaleza se mantienen retraídas en esta ecuanimidad inasible e infranqueable. Meticuloso en el menor detalle y con acabados estremecedores, Ron Mueck crea esculturas que transitan las edades del hombre desde el nacimiento hasta la muerte con miradas evasivas que apuntan sus propias preocupaciones. Son metáforas etéreas de la compleja vida interior que proyectan. Su proximidad física es resguardada por una distancia psicológica que sólo la imaginación puede fecundar. ¿Cómo sería estar en el lugar de estas esculturas?¿ Qué sutilezas animar para conservar la privacidad que defienden estas presencias en un espacio público como las salas de un museo? Son figuras que nos recuerdan cómo se siente ser observado. Reflejan, retraídas en su interioridad, nuestra imagen de intrusos sorprendidos y motivados en develar los secretos ocultos en nuestra propia desnudez.