El pingüino y el canguro

Transcripción

El pingüino y el canguro
CUENTO # 1
FECHA DE ENTRGA (18 DE JULIO)
El pingüino y el canguro
Había una vez un canguro que era un auténtico campeón de las carreras, pero al que el éxito había vuelto
vanidoso, burlón y antipático. La principal víctima de sus burlas era un pequeño pingüino, al que su andar
lento y torpón impedía siquiera acabar las carreras.
Un día el zorro, el encargado de organizarlas, publicó en todas partes que su favorito para la siguiente
carrera era el pobre pingüino. Todos pensaban que era una broma, pero aún así el vanidoso canguro se
enfadó muchísimo, y sus burlas contra el pingüino se intensificaron. Este no quería participar, pero era
costumbre que todos lo hicieran, así que el día de la carrera se unió al grupo que siguió al zorro hasta el
lugar de inicio. El zorro los guió montaña arriba durante un buen rato, siempre con las mofas sobre el
pingüino, sobre que si bajaría rondando o resbalando sobre su barriga...
Pero cuando llegaron a la cima, todos callaron. La cima de la montaña era un cráter que había rellenado un
gran lago. Entonces el zorro dio la señal de salida diciendo: "La carrera es cruzar hasta el otro lado". El
pingüino, emocionado, corrió torpemente a la orilla, pero una vez en el agua, su velocidad era insuperable, y
ganó con una gran diferencia, mientras el canguro apenas consiguió llegar a la otra orilla, lloroso, humillado
y medio ahogado. Y aunque parecía que el pingüino le esperaba para devolverle las burlas, este había
aprendido de su sufrimiento, y en lugar de devolvérselas, se ofreció a enseñarle a nadar.
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo hizo fue el zorro, que con su
ingenio había conseguido bajarle los humos al vanidoso canguro.
CUENTO # 2
FECHA DE ENTREGA 25 DE JULIO
La sopa de letras
Había una vez un villano muy malvado y desagradable, que sólo pensaba en ganar dinero y al que ver contento a
alguien le molestaba muchísimo. Y lo que menos aguantaba era que las personas fueran educadas y corteses al
hablar, y pidieran las cosas por favor, dijeran "gracias" y "de nada", y sonrieran al decir algo. El villano
pensaba que todas esas palabras eran un gasto inútil y no servían para nada, así que dedicó mucho tiempo a
inventar una gran máquina de robar palabras.
Con su máquina, planeaba robar todos los "por favor", "gracias" o "de nada" que la gente dijera, convencido de
que nadie lo notaría, para luego separar las letras y venderlas a los fabricantes de libros.
Así que cuando encendió su máquina, todo el mundo abría la boca para ser amable y educado, pero no decía
nada, y todas aquellas palabras robadas iban a parar a la gran máquina. Tal y como esperaba, al principio no
pasó nada, parecía que la gente no necesitaba ser cortés. Pero al poco tiempo, la gente se empezó a sentir
siempre de mal humor, haciendo todas las cosas de mala gana, y todos pensaban que estaban hartos de que los
demás fueran siempre con exigencias, así que en unos días todo el mundo se enfadaba y se peleaba por cualquier
cosa.
El villano estaba terriblemente contento de su éxito, pero no contaba con unas niñas muy especiales. Aquellas
niñas eran mudas y tenían que hablar por signos. Y como la máquina no podía robar gestos, las niñas seguían
siendo amables , y en seguida se dieron cuenta de lo que pasaba con el resto de la gente, y descubrieron los
planes del villano.
Así que las niñas le siguieron hasta su guarida en lo alto de una colina junto al mar, donde encontraron la enorme
máquina almacenando letras y letras. Aprovechando que el villano dormía la siesta, se acercaron a la máquina y
empezaron a ser corteses y amables entre ellas. La máquina no podía robar aquellas palabras, y empezó a
sufrir una gran sobrecarga, tan grande, que la máquina no pudo soportarla, y explotó, lanzando al cielo todas
las letras guardadas, formando una lluvia de letras que fueron cayendo poco a poco, hasta acabar en el mar.
Entonces todos pudieron volver a ser amables y corteses, y los enfados y peleas acabaron, demostrando que los
buenos modales son muy útiles para mantener más unidas y felices a las personas.
Y así fue cómo surgió la primera sopa de letras, que dio la idea a las niñas para montar una fábrica de
sopas de letras con la que tuvieron muchísimo éxito.
CUENTO # 3
FECHA DE ENTREGA 01 DE AGOSTO
Las monedas encantadas
Hubo una vez un hombre bondadoso y rico que al cumplir muchos años pensó dejar a cargo de sus cosas
a algún joven inteligente y honesto. Comentando un día su decisión y las ganas que tenía de no
equivocarse en la elección, un buen amigo le dio este consejo:
- La próxima vez que vendas algo, cuando des el dinero del cambio, entrega como por descuido la
moneda del menor valor. Aquel que te la devuelva sabrás que es honrado.
El hombre rico agradeció mucho el consejo, y pensando que era una buena idea y fácil de realizar,
decidió ponerla en práctica. No contaba con que uno de los presentes, un vecino que se hacía pasar por
amigo pero en verdad le envidiaba enormemente, contrató los favores de un hechicero, a quien encargó
encantar las pequeñas monedas que poseía el anciano de modo que cualquiera que mirase una de
aquellas monedas tocadas por él, viera en ella no una moneda corriente, sino aquello que más quería en
el mundo. Confiaba el malvado en que nadie devolviera la moneda y el viejo se desesperase, y entonces
dejase a un sobrino suyo administrar todos sus negocios.
Todo resultó según lo planeado por el envidioso comerciante, y ni uno solo de los que hablaron con el
anciano fue capaz de devolver la triste moneda: unos veían en ella el mayor diamante o piedra preciosa,
otros una obra de arte, otros una reliquia y algunos incluso una pócima curativa milagrosa. Medio
rendido en su intento por encontrar alguien honrado, su envidioso vecino aprovechó para enviar al sobrino
advirtiéndole cuidadosamente para que devolviese la moneda. El sobrino fue decidido a hacerlo, pero al
recibir la moneda, vio en ella todas las posesiones y títulos de su tío, y creyendo que todo lo que le
había contado su tío era un engaño, marchó con su inútil moneda y su avaricia hacia ninguna parte, pues
cuando su tío se enteró de la traición lo despidió para siempre.
El anciano, deprimido y enfermo, decidió llamar a sus sirvientes antes de morir, y les entregó algunos
bienes para que pudieran vivir libremente cuando él no estuviera. Entre ellos se encontraba uno muy joven
aún, al que entregó una de aquellas pequeñas monedas por error. El joven, criado a la sombra de aquel
justo y sabio señor a quien quería como un padre, vio en lugar de la moneda una poderosa medicina
que curaría al anciano señor, pues aquello era de veras lo que más quería en el mundo, y según la vio,
entregó la moneda de nuevo diciendo: "tomad, señor, esto es para vos; seguro que os sentará bien".
Efectivamente, aquella simple moneda actuó como el más milagroso de los bálsamos, pues el
anciano saltó de alegría al haber encontrado por fin alguien honrado, y le llenaba de gozo comprobar que
siempre había estado en su propia casa.
Y así, el joven sirviente pasó a administrar con gran justicia, generosidad y honradez todos los
bienes del anciano, quien siguió acompañándole y aconsejándole como a un hijo por muchos años.
CUENTO # 4
FECHA DE ENTREGA 08 DE AGOSTO
El Mago Cazamentiras
El Gran Mago cazador de mentiras, inventa unas piedras mágicas para encontrar al niño más
mentiroso. Son piedras preciosas que crecen con cada mentira, así que van pasando de
mano en mano hasta llegar a los más mentirosos. Un niño, que era muy,muy mentiroso, empieza
a acaparar todas estas piedras, y cuando ya tiene muchas, decide irse en un pequeño barco.
Cuando está en el mar, el mago aparece en su barco y empieza a hacerle preguntas sobre
las piedras. Como el niño sólo responde con mentiras, las piedras comienzan a crecer y el barco
comienza a hundirse. El niño se asusta y llora, se arrepiente, y pide perdón al mago, pero éste
sólo le salva cuando le promete dedicarse a ser su ayudante.
Y el niño fue ayudante del mago cazador de mentiras durante muchos años, hasta que un día, el
mago se retiró y aquel niño que había sido tan mentiroso acabó siendo el gran mago cazador de
mentiras
CUENTO # 5 (se entrega el viernes 15 de agosto)
A la caza de sonrisas
La princesa de las hadas estaba enferma, y aunque los médicos no descubrieron el
problema, dos pequeños dragones descubrieron que lo que la había puesto enferma es
que ya nunca veía sonrisas. Así que empezaron a buscarlas por toda la tierra, pero no
las encontraron, y viajaron volando por todos los planetas y estrellas en busca de
sonrisas. Y viajaron tanto y tanto sin encontrar ninguna, que uno de ellos decidió dar la
vuelta para estar con la princesa cuando muriese. Pero el otro decidió seguir, y justo en
el siguiente planeta al que se dirigió, uno pequeño y oscuro que ni se veía, encontró que
todas las sonrisas del mundo estaban allí reunidas haciendo una fiesta. El dragón les
contó lo que pasaba, y sin dudarlo millones de sonrisas le acompañaron en su viaje de
vuelta, y en cuanto la princesa de las hadas vio tantísimas sonrisas, recuperó su alegría
y su salud.
Y el primer dragón, aquel que se había dado la vuelta, se alegró enormemente de haber
tenido un amigo más perseverante y paciente que él mismo
CUENTO # 6 ( se entrega viernes 22 de agosto)
EL saco de pulgas
Cuenta la leyenda, que el brujo Perrón y el mago Chuchin tenían una de las mejores
colecciones de pulgas del mundo, las más listas, saltarinas y fuertes, utilísimas para
cualquier hechizo. Llevaban siempre no menos de mil pulgas cada uno, bien guardadas en
sus rarísimos sacos de cristal, para que todos pudieran apreciar sus cualidades.
En cierta ocasión, el brujo y el mago coincidieron en un bosque, y entre charlas y bromas, se
hizo tan tarde que tuvieron que acampar allí mismo.
Mientras dormían, el mago Chuchín estornudó tan fuerte y mágicamente, que miles de
ardientes chispitas escaparon de su nariz, con tan mala fortuna que una de ellas llegó a
incendiar las hojas sobre las que brujo y mago habían dejado sus pulgas. Como los
hechiceros seguían dormidos y el fuego se iba extendiendo, las pulgas comenzaron a ponerse
nerviosas. Todas eras tremendamente listas y fuertes, así que cada una encontró una forma
de escapar del fuego, y saltaba con fuerza para conseguirlo. Sin embargo, como saltaban en
direcciones distintas, los sacos seguían en su sitio y el fuego amenazaba con acabar con
todas ellas.
Entonces, una de las pulgas del mago vio a todas las pulgas del brujo saltando en su saco sin
ningún control, y se dio cuenta de que nunca se salvarían así. Y dejando de saltar, reunió a
un grupito de pulgas y las convenció para saltar todas juntas. Como no conseguían
ponerse de acuerdo hacia dónde saltar, la pulga les propuso saltar una vez adelante y otra
atrás.
El grupito empezó a saltar conjuntamente, y el resto de pulgas de su mismo saco no
tardó en comprender que saltando todas juntas sería más fácil escapar del fuego, así
que al poco todas las pulgas saltaban alante y atrás, alante y atrás. Las pulgas del
saco del brujo, al verlo, hicieron lo mismo, y tuvieron tanta suerte, y balancearon
tanto los sacos de cristal que llegaron a chocar uno contra otro y se rompieron en
mil pedazos, dejando a las pulgas libres para ir donde quisieran. Cuando el fuego
llegó a despertar a los hechiceros, ya era demasiado tarde, y aunque pudieron
apagar el incendio sin problemas, todas las pulgas habían conseguido escapar.
Y nunca más se volvió a saber nada de aquellas excepcionales pulgas, aunque hay quien dice
que aún hoy siguen trabajando en equipo para sobrevivir a los peligros de bosque.
CUENTO # 7 ( SE ENTREGA VIERNES 29 DE AGOSTO)
La gran carrera de coches salvajes
En un lejano país existía una raza de pequeños coches salvajes que circulaban libremente por el
campo. No necesitaban carreteras ni gasolina, pues para moverse les bastaban los buenos
pensamientos y deseos, una original idea de su excéntrico inventor.
Aquellos coches se hicieron famosísimos, y las carreras de coches salvajes eran el pasatiempo
favorito de todos. No había niño que no soñara con pilotar uno, pues su poco peso y su
sinceridad les convertía en pilotos ideales. Y como encontrar niños ligeros y de buen corazón
que supieran mantener buenos sentimientos durante toda una carrera era difícil, frecuentemente
se celebraban pruebas para descubrir nuevos talentos, en las que cada chico tenía una única
oportunidad de demostrar su habilidad con los coches salvajes.
Así, la caravana de pruebas llegó a la pequeña ciudad en que vivía Nico, un niño bueno y
alegre que, como muchos otros, no durmió esa noche mientras hacía cola esperando su turno
para pilotar uno de aquellos coches. Durante la espera, muchos niños ensayaban y
practicaban sus buenos deseos y pensamientos pero en cuanto se abrieron las puertas,
una gran carrera de codazos y empujones descubrió que no todos eran tan buenos como parecían.
Sin embargo, los organizadores ya lo debían tener previsto, y tras unas pocas pruebas tan
sencillas como dar las gracias por una chocolatina, ayudar a preparar el material de las
carreras o atender respetuosamente a una viejecita un poco pesada, sólo quedó un grupito
de niños verdaderamente bondadosos, entre los que se encontraba Nico.
Así, los niños fueron subiendo a los coches por turnos para dar unas vueltas al circuito. A
Nico le tocó el último turno, pero no le importó mucho, pues disfrutó de lo lindo viendo de cerca
cómo aceleraban los coches salvajes. Cuando le llegó el momento, el corazón le latía a mil por
hora. Con la emoción, apenas podía correr, y fue el último en subir a su coche. Tan contento
estaba, que tardó un poco en darse cuenta de que aún quedaba un último niño por subir; uno que
caminaba usando muletas y no había podido llegar antes. Y a su lado, escuchó cómo el jefe de las
pruebas decía:
- Lo siento muchísimo, chico, ya no quedan coches y ésta es la última prueba de hoy. Los
coches tienen que descansar ya. Venga, ya tendrás tu oportunidad otro día...
Al recordar el brillo emocionado que despedían un rato antes los ojos de aquel niño, y
ver ahora su profunda tristeza, Nico respiró hondo, bajó del automóvil y dijo:
- No pasa nada. Yo le dejo mi coche.
El motor del coche salvaje rugió como nunca, mientras el niño accidentado subía lleno de
alegría. Nico se quedó satisfecho por lo que había hecho, aunque un pelín desilusionado. Pero
antes de arrancar, el otro niño descubrió en Nico ese puntito de tristeza y, agradecido, le
tendió la mano diciendo.
- Sube. Iremos los dos juntos, aunque vayamos un poco más despacio.
Nico subió de un salto. Los niños se abrazaron alegres, pero apenas pudieron hacer nada más. ¡Su
coche tronó como un cohete, y salió a la velocidad del rayo!
Aquella carrera rompió todos los récords conocidos y, durante esa misma
temporada, Nico y su amigo arrasaron en cuantas competiciones participaron,
convirtiéndose en ídolos de grandes y pequeños, y paseando felices su amistad y sus
buenos sentimientos por todos los rincones del mundo.
CUENTO # 8 (se entrega: viernes 05 de septiembre)
El tesoro de Barba Iris
Según contaba la leyenda, Barba Iris había sido el pirata de las golosinas más increíble que había
existido nunca. Durante años asaltó cientos de tiendas de golosinas y según decían, en algún
lugar perdido almacenaba el mayor tesoro que ningún niño podría imaginar. Por eso,
cuando Toni y sus amigos encontraron un extraño y antiguo cofre con lo que parecía ser un mapa
de un tesoro para niños, se llenaron de emoción y se prepararon para la gran búsqueda del tesoro
de Barba Iris.
Así, siguiendo las pistas, llegaron hasta una cueva oculta junto al lago, donde encontraron
otro pequeño cofre. En él encontraron unas pocas golosinas, un gran cartel con la letra D, y otro
mapa con más instrucciones para encontrar el tesoro, que les ayudó a superar la decepción
inicial de pensar que no se tratara de un gran tesoro. Toni y los demás consiguieron
descifrar el mapa, para lo que necesitaron algunos días y leer unos cuantos libros, y así llegaron
hasta un gran árbol hueco en medio de un gran bosque, donde volvieron a encontrar un cofre con
algunas golosinas, un nuevo mapa, y una hoja con la letra O.
Entre muchas aventuras encontraron dos cofres más con sus golosinas, sus mapas y las
letras C y B. Pero el último mapa era un tanto extraño. Más que un mapa, parecían unas
instrucciones bastante incomprensibles:
"Al tesoro ya has llegado
pero tendrás que encontrarlo;
si juntas un buen retrato
del hijo de tus abuelos,
y lo pones justo al lado
de la hija de tus yayos,
si luego añades las letras
que cada tesoro ha dado
se desvelará el secreto
que lleva tanto guardado.
Ese que acerca tus sueños
para poder alcanzarlos."
Mucho tiempo discutieron sobre el significado del enigma, y sólo consiguieron ponerse de
acuerdo en que el mensaje hablaba de las fotos de unos padres, pero no alcanzaban a
entender el resto. Hasta uno de los numerosos días que discutían sobre el asunto en el salón de
casa de Toni, mirando como siempre aquellas cuatro letras. Alex, distraído, miraba la foto de los
padres de Toni que había sobre la mesa, y entonces dio un salto:
- ¡¡Lo tengo!!
Todos le miraron con interés, pero en lugar de hablar, Alex se acercó a la mesa.Reordenó las
letras y al final acercó la foto de los padres de Toni.
- O... B... D.. C..... ¡obedece a tus padres! - gritaron todos a la vez.
Y aunque no hubo millones de golosinas, todos estaban dispuestos a seguir aquel gran
consejo. ¡¡Cómo no iban a hacerlo, si se trataba del mismísimo tesoro del pirata Barba Iris!!
CUENTO # 9 (SE ENTREGA EL VIERNES 12 DE SEPTIEMBRE)
Adalina, el hada sin alas
Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la
princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran
problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos,
pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy
pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las
gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque
estaban encantados de ayudarla.
Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que
pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina
tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas
que podía hacer.
La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni
siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de
imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas,sentada sobre una piedra junto al
río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de
animalillos estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.
- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la
más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.
- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas
tontorronas?
- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra,
y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta,sirviera de linterna a todos los
habitantes del bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la
noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su
belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...
- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que
volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.
Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a
sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para
atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de
diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo
ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos,llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo
jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.
Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde
había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina
comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no
estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.
CUENTO 10 ( SE ENTREGA EL VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE)
El Día del Silencio
Regal no podía oír nada. Era un niño normal en todo, pero había nacido sordo. Era muy
famoso en el pueblo, y todos le trataban con mucho cariño, pero a la hora de la verdad,
no le tenían muy en cuenta para muchas cosas. Los niños pensaban que podría hacerse
daño, o que no reaccionaría rápido durante un juego sin oír la pelota, y los adultos
actuaban como si no fuera capaz de entenderles, casi como si hablaran con un bebé. A
Regal no le gustaba mucho esto, pero mucho menos aún a su amigo Manuel, que un día
decidió que aquello tenía que cambiar. Y como Manuel era el hijo del alcalde, convenció
a su padre para que aquel año, en honor de Regal, dedicaran un día de las fiestas a
quienes no pueden oír, y durante 24 horas todos llevaran unos tapones en los oídos con
los que no se pudiera oír nada.
La idea fue muy bien recibida, porque todos querían mucho a Regal, que durante las
semanas previas a las fiestas tuvo que aguantar bastantes miradas de lástima y
sonrisas compasivas. Y el Día del Silencio, como así lo llamaron, todos fueron a ponerse
sus tapones con gran fiesta y alegría. La mañana estuvo llena de chistes, bromas y
risas, pero según fueron pasando las horas, todos comenzaron a ser conscientes de las
dificultades que tenían al no poder oír. Pero todo lo que aprendieron sobre lo difícil que
era vivir así, no fue nada comparado con el gran descubrimiento del día: ¡Regal era un
fenómeno! Como resultaba que ya nadie se fijaba en su sordera, aquel día Regal pudo
jugar a todo como cualquier niño, y resultó que era buenísimo a casi todo. Y no sólo eso;
Regal tenía una mente clara y ágil y aquel día como nadie tenía la prisa habitual todos
pudieron atender a Regal, que era quien mejor se expresaba por gestos. Y todos
quedaron sorprendidos de su inteligencia y creatividad, y su facilidad para inventar
soluciones a casi cualquier problema. Y se dieron cuenta de que siempre había sido así,
y que lo único que necesitaba Regal era un poco más de tiempo para expresarse bien.
Así que el Día del Silencio fue el del gran descubrimiento de Regal, y de que había que
dar a todos la oportunidad de demostrar lo que valían. Y para que otros aprendieran la
misma lección, desde aquel día, cada vez que alguien visitaba el pueblo le recibían con
gran alegría, poniéndole un gran gorro con el que no se podía oír nada.
CUENTO # 11 ( SE ENTREGA EL VIERNES 26 DE SEPTIEMBRE)
El pequeño colibrí
El pequeño colibrí azul se sentía triste y cansado. Se perdió cuando viajaba con su familia en busca de
un lugar más cálido donde pasar el invierno, y cuando entró la noche, después de mucho tiempo
buscándolos sin ninguna suerte, se resguardó en una pequeña cueva que encontró en la montaña.
Dentro sólo había unas cuantas ramas y hojas secas llevadas por el viento. Aunque alimentarse no era
algo que a él le preocupara, ya que siempre había sido muy hábil para esta tarea, el no saber si
volvería a ver a sus seres queridos le entristecía profundamente.
-No te alejes de nosotros cuando migramos a otro lugar-, le repetían siempre sus papás. Pero él se
emocionaba con todas las cositas que descubría durante sus viajes, y se quedaba boquiabierto
contemplando esas maravillas, batiendo sus pequeñas alitas encima de cada tesoro, mientras los
demás seguían su camino sin percatarse de su falta. Aquel día mientras volaban vio un destello
de luz, un reflejo que salía de entre los árboles y sin darse cuenta fue perdiendo altitud y acercándose
para ver qué era aquella hermosa luz. Entonces descubrió un enorme y precioso lago de aguas
cristalinas que le dejó totalmente sorprendido.
-¡¡¡Uauuu!!!- Exclamó, viéndose reflejado en el agua. -¡¡¡Que maravilla!!!!Él nunca había visto nada igual. El sol empezaba ponerse y sus rayos en el agua aparecían como
brillantes reflejos dorados que casi cegaban, convirtiéndolo en un cuadro espectacular.
Allí correteó por encima del agua jugando con su reflejo, utilizando como espejo las quietas aguas
donde contemplaba las blancas nubes deslizándose por el cielo. No se dio cuenta de que el
tiempo pasaba y cuando de pronto alzó su vuelo llamando a su familia para enseñarles lo que había
descubierto, vio que su llamada no era respondida, y que sus papás y sus hermanos habían seguido su
vuelo, y donde estaban ahora ya no podían oírle.
De pronto un enorme temor se adueñó de él. De sus ojos desapareció toda esa belleza y sólo
escuchaba ruidos extraños que cada vez aumentaban más su miedo y su malestar. Unos gritos de
aves desconocidas resonaban por el bosque, y todo lo que antes parecía bello se convirtió en algo
tétrico y fantasmal. El sol ya casi no alumbraba y temía quedarse solo en el bosque, así que
salió volando en busca de su familia. Pero la noche entró y él seguía solo. Buscó entonces un lugar
donde cobijarse y allí pasó la noche. Con las hojitas que había en la cueva se hizo una camita un tanto
ruidosa, ya que las hojas estaban secas pero por lo menos le dieron un poquito de calor para esa
noche. Al día siguiente cuando despertó no recordaba que se había perdido, pero pronto al
levantarse recordó lo que había sucedido, y empezó a preocuparse.
-¡Oh, Dios mío! ¿Qué voy a hacer aquí solo? ¿Dónde está mi familia?- Y pronto descubrió cómo les
echaba de menos.
Sus papás siempre le repetían que si algún día se perdía lo que tenía que hacer era no alejarse del
último lugar por donde habían pasado todos juntos, ponerse en un lugar suficientemente alto como
para que pudieran verle cuando volvieran a buscarle, y que nunca dejara que el miedo le impidiera ver
la realidad.
-¡¡¡Es verdad!!!!- Dijo cuándo recordó. -Mis papás me dijeron qué tenia que hacer si me perdía
así que no tengo nada que temer, mi familia me está buscando y pronto nos reuniremos-.
Así que salió de su cuevecita despidiéndose de ella y dándole las gracias por haberle ofrecido cobijo
esa noche. De nuevo todo volvía a ser hermoso, y la seguridad de que encontraría a su familia le
hacia volar feliz y alegre por unos parajes totalmente desconocidos para él. Pronto encontró
de nuevo el lago por donde volaron la última vez, y allí buscó el árbol más alto y se posó en una de
sus ramas. Mientras esperaba, empezó a canturrear y poco a poco se fueron añadiendo a su canción
todos los pajarillos que habitaban por esos entornos. Él les contó que se había perdido, y
decidieron cantar muy muy fuerte para que todo el que pasara pudiera oírles. Pronto su canción se
podía escuchar desde muy lejos, lo que ayudó a su familia a encontrarle más rápidamente.
Después de aquel día, nuestro pajarillo se había hecho más sabio. Ahora sabía que tenía que
advertir siempre a su familia cuando se alejaba de ellos durante sus viajes. Sabía también
que durante el camino de la vida encontraría a quienes le ofrecieran su ayuda, y lo más
importante de todo, descubrió que cuando el miedo se apoderaba de él las cosas más
hermosas podían parecer las más terribles.
CUENTO # 12 ( SE ENTREGA EL VIERNES 03 DE OCTUBRE)
El invisible rey de la selva
En la selva del Maluba vivía Muskatá, la mosca que rugía como un león. Descubrió su particular
habilidad siendo muy pequeñita, y cuando se hizo mayor, viajó a las lejanas tierras de
Maluba, donde nadie pudiera conocerla. Nada más llegar, lanzó sus temibles rugidos aquí y allí,
asustando a todos, haciendo siempre lo mismo: se escondía tras unos matojos y rugía
amenazante; luego volaba rápidamente tras la espalda de su víctima y volvía a rugir:
- ¡GRRRRAUU!
Esperando ver un temible león, nadie reparaba en la pequeña mosca, que repetía esta y otras
cosas parecidas, al tiempo que se burlaba diciendo:
- Jamás me llegarás a ver. Soy Rután, el más rápido y fuerte de la selva.
- ¿Ves? Podría destrozarte de un zarpazo antes de que te dieras cuenta.
- ¿Tienes miedo? Haces bien, porque soy el león más fiero que existe.
Finalmente, aterrorizados, todos los animales terminaron aceptando al león Rután como rey de la
selva de Maluba.
Muskatá se dedicó entonces a vivir alegremente. Tenía todo lo que quería, y cuando algo le
faltaba o buscaba diversión, no tenía más que rugir ferozmente y realizar un par de trucos.
Pero un día apareció por allí Tuga Tuga, una tortuga un poco loca. Según contaban,había estado
años trabajando en un circo con los humanos, y aquello la había dejado majareta perdida.
Muskatá no dejó pasar la ocasión de burlarse de la recién llegada, y preparó sus habituales
sustos.
Pero nada más oír los rugidos y amenazas del invisible león, Tuga Tuga comenzó a morirse de
la risa...
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Un león fantasma! Yo conocí un león fantasma, y un burro calvo, y una comadreja
coja... ¡qué divertidos eran cuando bailaban! ¡Venga, vamos a bailar, leoncito!
Todos los animales se echaron a temblar, llenos de lástima por la pobre Tuga Tuga. Era la
primera vez que alguien se atrevía a tratar así al temible Rután, y seguro que el ferocísimo león
no tendría piedad de ella.
Muskatá, sin embargo, como no podía morder ni golpear a la tortuga, no tenía otro
remedio que seguir rugiendo y amenazando. Pero la loca tortuga seguía riendo, sin
hacer caso de las furiosas advertencias del león. En unos minutos, quedó claro que el
león no iba a hacerle nada nada de lo que decía, y un atrevido pajarillo se unió a los
chistes de Tuga Tuga sobre el león. Muskatá también trató de asustar al pajarillo con
sus amenazas, pero tampoco pudo cumplir nada, y poco a poco otros animales se fueron
uniendo al grupo de burlones. Finalmente, todos se reían del invisible Rután, llamándole
cosas como: "el león que asustaba pero no mordía", "un rey con mucho rugido y pocas
nueces" o "el gran león rey fantasma, ése que nunca hace nada"...
Y así acabaron los felices días de Muskatá, la mosca que rugía, que amenazó y mintió tanto,
tanto, que cuando llegó el momento de cumplirlo, no podía.
CUENTO # 13 (SE ENTREGA EL VIERNES 17 DE OCTUBRE)
La novia envidiosa y su boda perfecta
Había una vez una novia que preparaba su boda con todos sus detalles. Tenía tantas ganas de
que todo fuera perfecto, que durante meses asistió a todas las bodas que pudo. Y cada vez
que veía algo que le gustaba o le parecía bonito, decía “Yo también quiero eso”, y lo
apuntaba para que no faltase en su boda. Daba igual que fueran unas flores rarísimas, un
adorno en el vestido, una música única o una preciosa fuente: cualquier cosa que le gustase
acababa en su lista.Y como cada boda tenía sus cosas preciosas y especiales, la lista no
dejaba de crecer.
Y así llegó el día. Y nuestra novia se sentía como la reina de las novias, pues ella sería la única
que tendría en su boda cualquiera de las cosas bonitas que hubiera podido tener ninguna otra
novia. Mientras iba hacia la iglesia, no dejaba de pensar en cómo la envidiarían todos, y
lo admirados que estarían.
Pero, al llegar, descubrió horrorizada todo lo contrario. Absolutamente nadie estaba feliz,
ni contento, ni siquiera admirado. La iglesia estaba tan llena de cosas que era imposible
moverse sin recibir un golpe. Había tantas flores y tan distintas, que los olores se
mezclaban de forma que casi no se podía respirar, y los cinco excelentísimos coros juntaban
sus cánticos, todos a la vez, haciéndolos tan insoportables que un equipo de enfermeros había
tenido que acudir al lugar para repartir pastillas contra el dolor de cabeza.
Y todo fue aún peor cuando la novia se presentó en la entrada. Pensaba impresionar a
todos con su vestido lleno de detalles y adornos, pero lo único que provocó fue caras raras
entre los adultos y muchas risas entre los niños, pues el resultado de tantas cosas juntas era
un aspecto ridículo.
Con tal espectáculo fue imposible celebrar la boda, y la novia volvió a casa terriblemente
avergonzada, dándose cuanta de lo ridículo que era fijarse constantemente en lo que hacían
los demás y en tratar de tener más que nadie.
Y con su nuevo traje de humildad, y aprovechando lo que había aprendido asistiendo
a tantas bodas, la novia volvió a preparar su boda tal y como de verdad le gustaría a
ella, sin importarle si faltaba tal o cual cosa que sí hubo en alguna otra boda, y sin
tratar de impresionar con todo lo que tenía o hacía.
Y fue precisamente así como su boda resultó preciosa, y sus invitados quedaron
verdaderamente encantados.
CUENTO # 14 (SE ENTREGA EL VIERNES 31 DE OCTUBRE)
Los duendes malvados
Había una vez un grupo de duendes malvados en un bosque, que dedicaban gran parte de su
tiempo a burlarse de un pobre viejecito que ya casi no podía moverse, ni ver, ni oir, sin respetar
ni su persona ni su edad.
La situación llegó a tal extremo, que el Gran Mago decidió darles una lección, y con un
conjuro, sucedió que desde ese momento, cada insulto contra el anciano mejoraba eso
mismo en él, y lo empeoraba en el duende que insultaba, pero sin que los duendes se
dieran cuenta de ello. Así, cuanto más llamaban "viejo tonto" al anciano, más joven y
lúcido se volvía éste, al tiempo que el duende envejecía y se hacía más tonto. Y con el
paso del tiempo, aquellos malvados duendes fueron convirtiéndose en seres
horriblemente feos, tontos y torpes sin siquiera saberlo. Finalmente el mago permitió a
los duendes ver su verdadero aspecto, y éstos comprobaron aterrados que se habían
convertido en las horribles criaturas que hoy conocemos como trolls.
Y tan ocupados como estaban faltando al respeto del anciano, no fueron capaces de descubrir que
eran sus propias acciones las que les estaban convirtiendo en unos monstruos, hasta que ya fue
demasiado tarde
CUENTO # 15 ( SE ENTREGA EL VIERNES 07 DE NOVIEMBRE)
El robot desprogramado
Ricky vivía en una preciosa casa del futuro con todo lo que quería. Aunque no ayudaba mucho en
casa, se puso contentísimo cuando sus papás compraron un robot mayordomo último
modelo. Desde ese momento, iba a encargarse de hacerlo todo: cocinar, limpiar, planchar, y
sobre todo, recoger la ropa y su cuarto, que era lo que menos le gustaba a Ricky. Así que
aquel primer día Ricky dejó su habitación hecha un desastre, sólo para levantarse al día siguiente
y comprobar que todo estaba perfectamente limpio.
De hecho, estaba "demasiado" limpio, porque no era capaz de encontrar su camiseta
favorita, ni su mejor juguete. Por mucho que los buscó, no volvieron a aparecer, y lo mismo fue
ocurriendo con muchas otras cosas que desaparecían. Así que empezó a sospechar de su
brillante robot mayordomo. Preparó todo un plan de espionaje, y siguió al robot por todas
partes, hasta que le pilló con las manos en la masa, cogiendo uno de sus juguetes del suelo y
guardándoselo.
El niño fue corriendo a contar a sus padres que el robot estaba roto y mal programado, y les pidió
que lo cambiaran. Pero sus padres dijeron que de ninguna manera, que eso era imposible y
que estaban encantados con el mayordomo. que además cocinaba divinamente. Así que Ricky
tuvo que empezar a conseguir pruebas y tomar fotos a escondidas. Continuamente insistía a sus
padres sobre el "chorizo" que se escondía bajo aquel amable y simpático robot, por mucho que
cocinara mejor que la abuela.
Un día, el robot oyó sus protestas, y se acercó a él para devolverle uno de sus juguetes y algo de
ropa.
- Toma, niño. No sabía que esto te molestaba- dijo con su metálica voz.
- ¡Cómo no va a molestarme, chorizo!. ¡ Llevas semanas robándome cosas! - respondió furioso el
niño.
- Sólo creía que no te gustaban, y que por eso las tratabas tan mal y las tenías por el suelo. Yo
estoy programado para recoger todo lo que pueda servir, y por las noches lo envío a lugares
donde a otra gente pueda darles buen uso. Soy un robot de eficiencia máxima, ¿no lo sabías? dijo con cierto aire orgulloso.
Entonces Ricky comenzó a sentirse avergonzado. Llevaba toda la vida tratando las cosas
como si no sirvieran para nada, sin cuidado ninguno, cuando era verdad que mucha otra
gente estaría encantada de tratarlas con todo el cuidado del mundo. Y comprendió que
su robot no estaba roto ni desprogramado, sino que estaba ¡verdaderamente bien
programado!
Desde entonces, decidió convertirse él mismo en un "niño de eficiencia máxima" y puso
verdadero cuidado en tratar bien sus cosas, tenerlas ordenadas y no tener más de las
necesarias. Y a menudo compraba cosas nuevas para acompañar a su buen amigo el
robot a visitar y ayudar a aquellas otras personas.

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