de manolo garcía

Transcripción

de manolo garcía
ES3 DE DICIEMBRE DEL 2012
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Texto Cristina Sáez
Fotos David Airob
LA LIBRETA
DE MANOLO GARCÍA
Cantor, poeta, compositor, pintor. Lleva una vida en los escenarios, en grupos como
Los Veloces, Los Burros, El último de la Fila y desde hace un tiempo, como Manolo García.
No le gusta el mundo actual y sueña con otras realidades que apunta en una pequeña libreta
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EN CASA
ANOTA LAS
IDEAS EN SU
LIBRETA, LE
SIRVEN PARA
COMPONER
CANCIONES
Aspirante a bohemio
MELODÍAS
A MEDIANOCHE
Le llegan las ideas de pronto,
a veces en medio de la
noche, y el músico utiliza
su libreta para anotarlas
y poder trabajarlas luego
Desde su última
gira, Manolo García
(retratado en la foto
de la izquierda en el
Ateneu barcelonés)
no ha dejado de
componer canciones,
pintar y escribir
“como loco”. De ahí
que dos años y medio
después, haya sacado
otro álbum, Los días
intactos; un libro en
el que combina sus
dibujos con algunas
reflexiones, El fruto
de la rama más alta; y
tenga una exposición
en la sala del Círculo
de Lectores, primero
en Barcelona (hasta
el 13 de enero) y luego
en Madrid. “Ya trabajé
durante 18 años de
mi vida en un trabajo
rutinario en el que
tenía que fichar cada
día. Ahora tengo un
oficio más liberal,
intento no agobiarme
y pensar que la pasión
me va a hacer entrar
más ganas de hacer
cosas. Eso no significa
que no trabaje y
mucho, ¿eh? Pero lo
hago sin imponerme
nada Soy un aspirante
a bohemio”.
Todo empieza aquí. En las hojas de una agenda
de esas de toda la vida. Donde antes de la era de
internet, apuntábamos los teléfonos y las direcciones de los amigos y los conocidos, y tachábamos
los nombres de aquellos que ya no estaban. En ese
reducto para nostálgicos, Manolo García escribe
y dibuja sin parar ideas que se le embrollan en las
neuronas mientras pasea, a pie o en bici, por la
ciudad. Mientras charla con alguien en un parque.
Mientras ve las noticias. Frases, trazos, garabatos,
palabras, miradas, silencios, que al llegar a casa o
bien se quedan como están, o bien, más tarde, se
convierten en una canción o en un cuadro.
“Las ideas me llegan así, de sopetón. Pero es sólo la
punta del hilo, luego a seguir tirando de la madeja. Y llegar a desenredarla es trabajo, porque sólo
tienes una paginita y hacer de eso una canción son
horas y horas”, explica. Y entonces canturrea: “Hoy
que ya lo sé, que te he amado tanto, se rompe mi
canto en la orilla opuesta a la que puse proa…” y
consigue erizar el corazón de quienes le escuchan.
Hay ocasiones, asegura, en las que se queda encallado y no encuentra la manera de avanzar. No
logra que salga nada. Y entonces, dice, empieza a
odiar la canción. Y la abandona. Hasta que un buen
día, tiempo después, quizás meses o años, la abre
de nuevo y entonces le parece que no está tan mal.
Se reconcilia. Y la acaba. “Un alma de papel es lo
que necesito, un alma de papel y alambre”.
A MANOLO
GARCÍA NO
LE GUSTA
EL VÉRTIGO
DEL MUNDO
ACTUAL
Como a Beethoven y a Paul McCartney, las melodías le asaltan a medianoche. “Me despierto a
veces con un trozo de letra o unos acordes, agarro
la guitarra, que la tengo al lado de la cama, toco eso
que he soñado, y lo grabo con una grabadora que
hay en la mesilla de noche. A la mañana siguiente
lo escucho y me digo: ¡Menudo tostón! Aunque
alguna vez también está bien eso que he soñado y
lo tiro para adelante”.
Manolo García es un poeta empedernido que
sueña con otros mundos para poder salvarse, dice,
de la vorágine. “Por una no estabilidad emocional.
No me gusta este mundo en el que vivimos, lleno
de vértigo, de tanta rapidez que no me estabilizo.
Y mi manera de llegar a un punto de asentamiento
es hacer canciones, crear mundos propios oníricos,
donde me apaciguo. Yo no soy de este tiempo, no
entiendo el ruido de los coches”, y confiesa que
le complace refugiarse en las historias que relata
Faulkner, de la América rural del siglo XIX, o en las
páginas de Pío Baroja, o de Galdós. “Me gusta ver
otros tiempos, donde las aguas de los mares aún
estaban prístinas”.
Sin embargo, en las canciones, “que luego hay
que cantarle a las chicas”, asegura que nunca
deja entrever ningún tipo de queja. Son alegres,
optimistas, sobre todo por una razón: “Si quieres
seducirlas, nada de ir con lamentos y tostones. La
mala leche la dejo para mis cuadros”. s