1 - William R. Fadul

Transcripción

1 - William R. Fadul
 1 Otros títulos del autor: Narrativa: Picaresca de la Costa Atlántica Navegador de Recuerdos Cuentos Lúdicos para los desvelos Ensayo: Colombia desde mi Atalaya ¿Cómodo Yo? Comodidad gerencial América Latina: Economía y seguros Modernización del Seguro en Colombia Principios del Seguro de Vida, Salud y rentas vitalicias -­‐ coautor Latin America: lnsurance and Economic Development Poemas: Colombia Lúdica... iAy, Colombia! Poesía Mínima Reinventar a
Colombia
Congoja y sueños
en la alborada
del Siglo XXI
2 Este libro de William R. Fadul cambia de ritmo
y de vocabulario en la medida en que el autor
hace un recorrido a través del exterminio de los
indígenas, la Conquista de América, la
dominación española, las atrocidades durante
la gesta libertadora y la reconquista, las guerras
inútiles del siglo diecinueve, la violencia del siglo
veinte, la economía en los siglos diecinueve y
veinte, y el dramático desequilibrio social en los
albores del siglo veintiuno . Se detiene en el
presente y hace juicios de valor político,
económico y social, para soñar el futuro de
Colombia.
Inicia en la épica de la Conquista de América,
con sus encantos y horrores;resalta el aporte
de una civilización nueva en este continente
(con idioma propio, el español),sin olvidar la
destrucción del mundo de los aborígenes; pasa
a la situación actual,con sus virtudes ,logros y
problemas; y luego se embarca en la intrepidez
de proponer cómo Reinventar a Colombia para
convertirla en el país que anhelamos, en el cual
quepamos todos . Son más de quinientos años,
desde 1492 hasta la fecha, los que se recorren
en este libro que nos hunde en nuestras raíces,
nos confronta con el panorama reinante y nos
lleva al mañana.
William R. Fadul
Reinventar
a Colombia
Congoja y sueños en la alborada del Siglo XXI 3 Primera Edición: noviembre de 2010 FAMEC EDITORES LTDA. © William R. Fadul [email protected] ISBN: 978-­‐958-­‐99663-­‐0-­‐3 DISEÑO DE CARÁTULAS Y PÁGINAS INTERNAS Patricia Díaz Vélez [email protected] IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN Romard Publicidad Impreso en Colombia Segunda Edición, Digital: FAMEC Editores, 2015 [email protected] Bogotá, Colombia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperación en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, foto-­‐químico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del editor. Se autoriza la reproducción parcial, citando la fuente 4 Contenido
Introducción …………………………………………………………. 6
De dónde venimos ………………………………..…………. 8
• La Conquista de América
• Bicentenario de la Independencia
El siglo diecinueve
El siglo veinte
Glosas de orden económico
• La población de ayer, hoy y mañana
Dónde estamos ……………………………..…………………. 43
• El ejercicio de la política
Reparto injusto de la riqueza
¿Por qué somos así?
Balance agridulce
Para dónde vamos ……………………………………………. 65
• Los cambios de conducta
Reinventar a Colombia
El pivote del capital extranjero
Renovación y sueños ……………………………………. 78
• ¿La Era de la renovación?
¡Soñemos el país!
Agradecimientos ………………………………………………. 83
5 Introducción
¿Colombia es un país de nadie? ¿O es un país con futuro? ¿Por qué los colombianos somos así? Incitado por estos interrogantes, acudo a la historia de los últimos 518 años. Lo hago a propósito de El Bicentenario de la Independencia (con el estilo de los caribeños y dejando la trascendencia a un lado) y, sin querer queriendo, llego en este texto al amanecer de un nuevo día soñando mi país. Este libro es la respuesta a unos dilectos amigos, entre ellos Jaime y Aura Inés, cuyas preguntas, con ocasión de "El Bicentenario", me llevaron a escribir cuatro acápites: De dónde venimos; dónde estamos, para dónde vamos y renovación y sueños. En ellos se intenta acomodar la Conquista, la dominación colonial, los conflictos de los siglos diecinueve y veinte, y el reto del siglo veintiuno, para plantear un sueño: Reinventar a Colombia y darle cabida en él a los compatriotas todos, los que subsisten en la pobreza y la indigencia, y los que disfrutan del país que está en la orilla del progreso. Aplaudo a quienes participan de mi tribulación: la realidad de que hay un importante sector del país que vive al margen de la calidad de vida que disfruta el otro sector ¡Integrarlo en uno solo, el de los que tienen y el de los que no tienen, es el reto para Colombia! ¡Ningún otro! ¡Viajemos juntos hacia el porvenir de un pueblo: el nuestro! <<Volver>> 6 7 ENFOQUE: Inventar un nuevo país que integre la Colombia de las penurias con la otra, corrigiendo al máximo la pobreza, la indigencia*, las desigualdades, el desempleo y la falta de oportunidades. 1
De dónde
venimos
(*) «Se considera que un hogar está en condición de pobreza cuando, estando
conformado por cuatro personas, tiene ingresos inferiores a un millón 100 mil pesos
mensuales. En cuanto a la indigencia (pobreza extrema), se hace referencia a los hogares
que no tienen ingresos suficientes para comprar una canasta básica de alimentos (450 mil
pesos para cuatro integrantes). En situación de indigencia, o pobreza extrema, se
encontraban 20 de cada 100 hogares en 2002 y hoy son 18 (Semana.com. - 29/09/2010).
8 La Conquista
de América...
«...se hizo en
el nombre de
Dios, con la
cruz en una
mano
y la espada
mortífera en la
otra.»
Con la llegada de Cristóbal Colón a América, hace 518 años, sobrevino la intromisión extranjera en estos territorios, la cual no estuvo caracterizada por un afán de curiosidad y respeto hacia los valores del Nuevo Mundo, ni mucho menos por un ánimo científico y de admiración hacia la prosperidad existente en estos dominios. Rigió en cambio la búsqueda codiciosa de tierras para colonizar y el afán avariento de oro, plata y esmeraldas para enriquecer a los reyes de España y a los intrusos que acometieron el exterminio de los dueños de esa riqueza, sus pobladores de entonces: los indígenas. Durante los últimos ocho años del siglo quince y 73 más del siglo dieciséis (1492-­‐1573), se dio la Conquista de América, la cual se hizo en el nombre de Dios, con la cruz en una mano y la espada mortífera en la otra; 9 cruzada "santa" que terminó con la derrota de los guerreros de las distintas tribus y el sometimiento de pobladores milenarios que tenían su propia cultura, sus reglas de gobierno, su religión, sus valores éticos y, sobre todo, su organización comunitaria que les permitía convivir, compartir y prosperar como conglomerados armónicos, no obstante el hecho de que a veces guerreaban entre sí. Nos referimos a los Tayronas y a los pueblos kogui y wiwa, además de otras etnias que pueblan la Sierra Nevada de Santa Marta, con sus mamos, mitos y leyendas; a los Caribes con sus preferencias alimenticias: pescados de aguas profundas, cangrejos, caimanes, culebras, arañas, casabe, frutas variadas, frijoles y con sus grupos étnicos variopintos (Arhuacos, Embera-­‐Katíos, Zenúes); a los Muiscas con su cultura Chibcha; a los belicosos Pijaos del Huila con su afán expansionista; a los pobladores del suroccidente colombiano (Calimas, Tumacos, Quimbayas, Paeces...) y a los Huitotos que habitaban en la Amazonia, en lo que hoy es el Caquetá y el Putumayo. Eso en cuanto a los que moraban en lo que se conoce como Colombia, porque eran otros los que habitaban en el resto de América, como Los Sioux, los Cheyenes, los Navajos, feroces combatientes que vivían en el norte; los Mayas de Méjico y Guatemala, con su avanzada cultura; los Aztecas en el sur de Méjico, que le dieron forma a una civilización de vanguardia para la época, con ciudades míticas como Teotihuacán; los Incas, cuya capital era Cuzco (en el Perú), quienes lograron consolidar el imperio más extenso hasta entonces en la historia de la humanidad; 10 los bravíos Araucanos y los Mapuche del sur de Chile amén de los Guaraníes de Argentina, suroeste de Brasil, Paraguay y el sureste de Bolivia. La abundancia del pródigo terruño, La Madre Tierra, les pertenecía y los hacía prósperos por igual. No había pobres, ni indigentes, ni ricos, ni desigualdad social: poseían para todos ellos los valles, las praderas, el piedemonte, las montañas, el agua, los árboles, la madera, la fauna, la flora y el subsuelo con sus tesoros minerales, incluidos los valiosos yacimientos de sal que explotaban de forma primitiva. Toda esta riqueza la compartían o la negociaban mediante trueque entre las tribus. Eran industriosos: les gustaba tejer mantos de algodón y hacer objetos artísticos en piedra y en oro. Se regían por estructuras sociales y culturales creadas sabiamente a través de los tiempos. La vida espiritual giraba en torno a los caciques y chamanes que eran los intermediarios entre los hombres y los dioses. Pero, ¡cuánto dolor! Las ansias de oro de los conquistadores (aquella tropelía barbárica de extranjeros) no les habrían de permitir valorar una cultura tan decantada y genuina, y respetar tesoros milenarios repletos de arte y ricos en creaciones vernáculas. Durante la Conquista ese ordenamiento comunitario, el tejido social interno fundado en la sabiduría de las tribus y el intercambio entre ellas, se interrumpió y luego se extinguió lánguidamente. La gente que llegó de la península ibérica provenía en buena parte de la soldadesca combativa que ya no requerían en España para guerrear con los moros. En 11 menor cantidad, los acompañaron después judíos sefarditas conversos y necesitados de fortuna, quienes, dentro de las exigencias de la iglesia de Cristo, habían cambiado sus apellidos con el fin de camuflarse para permanecer en los dominios de los reyes católicos. También arribó uno que otro descendiente de los moros. Vinieron, como ya dije, a llevarse el oro, la plata y las esmeraldas, y a tomarse tierras fértiles que pertenecían a sus "salvajes pobladores"; es decir: a ocupar los territorios en que vivían los indios desde hacía milenios Los conquistadores no pertenecían a la nobleza con títulos del Reino de España, condición que quizá explica sus abusos. Si mucho, algunos eran hidalgos de privilegio pero no de sangre, en busca de ascenso en una sociedad rígidamente estratificada, como la de España. Los animales domésticos que trajeron -­‐caballos, cerdos, cabras-­‐ y los invasores mismos, portaban consigo el virus de la influenza, la gripe, frente al cual los aborígenes tenían poca o ninguna resistencia por tratarse de un flagelo desconocido para ellos. Además, cuando no los mataba la influenza lo hacían la viruela, el tifus, el sarampión, las paperas, los males venéreos o la fiebre amarilla. En el proceso de la conquista murió la mayoría de los hombres de las tribus indígenas, mientras que las mujeres que quedaron cayeron como víctimas de los atropellos y del deseo sexual de los usurpadores. Los trabajos forzados en la construcción de obras civiles y en la explotación de las minas de oro, plata y 12 esmeraldas, añadidos a las mencionadas enfer-­‐
medades y a otras aquí inexistentes hasta entonces, causaron una de las mayores catástrofes demográficas de la historia, la cual casi llevó a la extinción a la población aborigen, factor que los historiadores consideran la causa principal de su derrota militar. Para reemplazarlos trajeron, en la degradante condición de esclavos, a los negros africanos que llegaron con sus propias dolencias y que procrearon la raza a cuyos descendientes hoy conocemos como las negritudes, los afrodescendientes o los afro-­‐
colombianos, que nos aportan su culinaria, su música, sus danzas, la belleza de mujeres esculturales, sus ritos mágicos, sus canticos religiosos o profanos, la poesía negra, sus narraciones orales y el vigor de una casta forjada en el yunque del trabajo que realizaban en la esclavitud, en condiciones sórdidas e infrahumanas. De las relaciones sexuales, la mayoría de las veces abusivas, entre machos de la península y las indias americanas, mujeres indefensas a las que consideraban seres inferiores, pero mujeres al fin de cuentas, nacieron los mestizos, hijos bastardos, quienes tuvieron una descendencia que hoy forma parte valiosa y mayoritaria de la población colombiana. La cópula entre los españoles y las negras esclavas dio origen a los mulatos, igualmente ilegítimos. A lo anterior se añade la descendencia de los hijos de negros con indias o de indios con negras, los zambos. No sobra mencionar algunos núcleos pequeños que inmigraron luego, en su mayoría en los siglos dieciocho y diecinueve, como mis antecesores paternos que partieron de las montañas del Líbano y 13 de sus ciudades costeras, y los migrantes que venían de otros países, principalmente europeos. Lo que narramos conduce a la comunidad actual, la cual arranca de una composición poblacional bien definida antes de la llegada de los conquistadores: los aborígenes, que constituían el ciento por ciento de los habitantes del continente. Esta población fue sustituida por una nueva que es el resultado de una combinación multiétnica de la raza caucásica-­‐europea con la nativa y la africana. Nuestra composición racial viene entonces de los indígenas, los arios, los judíos y los moros de España, y más adelante de los negros africanos y de los descendientes de cruces de los de esas razas con los aborígenes. Al principio hubo un porcentaje menor de mujeres blancas que tuvieron hijos con nativos y negros, pero luego esto se generalizó. Es pues el producto de una mezcla que ha llevado, con lo bueno y lo malo que ello tiene, a que Colombia carezca de una población más homogénea. Hagamos un paréntesis para destacar la honda herida que dejaron los conquistadores entre los descendientes de nuestra población nativa. Los españoles llegaron montados a caballo, un animal que los indígenas no conocían y cuya envergadura y agilidad los asustaba y confundía hasta el punto de considerar a sus jinetes como demonios. Tardaron bastante en darse cuenta de que caballo y jinete eran dos seres independientes, de manera que el terror era aún mayor; hubo algunos que hasta abandonaron todo y se suicidaron para no tener que verlos porque les eran repugnantes. Sus pecheras metálicas y los sombreros, especie de cascos también metálicos, a 14 manera de yelmos, eran corazas que en algún grado hacían ineficaces las flechas, las lanzas de madera y los dardos envenados que los indios les disparaban. Además, por primera vez en América, tronaban los arcabuces. Los conquistadores blandían espadas de cortante acero toledano; con hondas de tela lanzaban piedras de efecto mortal, envueltas en algodón y calentadas con brea; en las refriegas cuerpo a cuerpo utilizaban lanzas metálicas después de que perros salvajes, amaestrados para rastrear y matar, hubiesen atacado cruelmente a los indios. La humillación fue tan profunda que perduró en los siglos venideros y tal vez hoy permanezca entre el ochenta por ciento del abanico de la raza variopinta que somos. Los hombres inclinaron la cerviz y trabajaron el campo y las minas con resignación y adolorida actitud de vencidos; las mujeres entregaron su cuerpo sin más opción que la de odiar a quienes habían depredado su mundo, sojuzgado a sus hombres y humillado a sus hijos, después de expoliar riquezas, civilización y cultura y, según los investigadores, haber destruido textos, obras de arte, religiones, templos, ciudades, creaciones artesanales, monumentos, caminos, memorias testimoniales de esa civilización, etc. En consecuencia, el registro documentado que queda de ese mundo remoto es poco. ¿Acaso no será eso lo que explica la manera de ser de los campesinos cundiboyacenses, nariñenses o caucanos cuando actúan de manera astuta, maliciosa, ladina, y se comportan con triquiñuelas y desconfianza, lo cual hace que los llamemos cazurros o taimados, con injusto y despectivo tono de voz? 15 Volviendo al derrotero histórico de nuestro discurso, recordemos que, cerrada oficialmente por el rey Felipe II la primera fase de la Conquista (¿o del desalojo?), a partir de 1573 entramos en la pacificación (la toma tranquila del resto del botín). Allí se inició un proceso de dominio colonial que duró hasta comienzos del siglo diecinueve. La colonización del territorio de lo que hoy es Colombia empezó ya entrado el siglo dieciseis, en la región de Urabá y el Darién. Luego, en 1525, fue fundada Santa Marta por Rodrigo de Bastidas. Después surgen otros nombres como Fernández de Lugo y Gonzalo Jiménez de Quesada. Este último, atraído por la leyenda de El Dorado, remontó el Río Grande la Magdalena, la espina dorsal de la geografía del centro-­‐
norte colombiano, para finalmente fundar a Santa Fe de Bogotá el 6 de agosto de 1538. En ese lapso se crearían Pasto, Neiva, Cartago y Santafé de Antioquia, lo mismo que Cartagena de Indias, erigida en 1533 por don Pedro de Heredia. En torno a esa sucesión de fundaciones, emergen los nombres de Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federmán. En el ámbito continental sudamericano, la Conquista la condujeron Hernán Cortés, en Méjico; Diego del Almagro, en Chile; Francisco Pizarro, en parte del Imperio Inca; Francisco de Orellana en la Cuenca Amazónica y Pedro Álvarez Cabral (portugués), en Brasil. Fue por esas calendas (siglo dieciseis, época marcada por la persecución y el miedo), cuando basados en la moral, los principios, la ética y los valores impuestos por los curas que aplicaban la Inquisición y 16 desdeñaban la libertad de pensamiento o el libre albedrío, se juzgó y condenó a miles de personas en América, acusadas de ser judaizantes, moriscas, protestantes, bígamos; y por practicar, según ellos, (muchas veces era sólo que no entendían ni tolraban la cultura de los acusados) aberraciones sexuales, herejía, blasfemia y brujería. No está demás reiterar, sin entrar a recapitularlo todo, algunos tópicos de la historia de España durante los siglos dieciséis, diecisiete y dieciocho, entre ellos la espinosa problemática interna en el reino y las formas jurídicas que se inventaron para gobernar las posesiones en América. Cabe acotar aquí que antes del descubrimiento de América, las Coronas de Castilla y de Aragón se habían juntado alrededor del matrimonio de Isabel y Fernando en 1469 y que en los comienzos del siglo diecisiete se llevó a cabo en España la expulsión de la mayoría de los moriscos y sobrevino un hito de la literatura universal: la primera publicación de El Qui}ote de la Mancha, de don Miguel de Cervantes Saavedra. Esto sucedió por la misma época en que en el reino se acogía la mayoría de los cambios que se daban en Europa, los cuales tenían tendencia hacia el humanismo y hacia nuevas formas en las artes. El acontecer artístico y cultural de nuestra época colonial es el reflejo de esta situación en España. Relacionado con eso mencionemos la importancia del aporte de los árabes al idioma español y a la arquitectura, al urbanismo y a las técnicas de construcción. Su influencia es más evidente y 17 protuberante en ciudades como Lima, con sus balcones tallados en madera y llenos de arabescos; igualmente vemos que en la segunda planta del Palacio de Torre Tagle, en esa ciudad, lucen dos balcones de remembranza mudéjar. Algo de eso nos quedó a nosotros en balcones, muebles, iglesias, tallas de madera y aún recientemente en la plaza de toros La Santamaría, en Bogotá. Mucho lo encontramos también en ciudades como Popayán y Cartagena. Y por qué no mencionar a las mujeres que vinieron en la condición de esclavas blancas, hechas prisioneras durante la reconquista de la ciudad de Granada. Fueron ellas las que introdujeron en la comida local de nuestros países los alfajores, el turrón (cuyo nombre procede de la palabra árabe alajú, que quiere decir relleno), el clavo, la canela y el culantro. Seríamos inacabables si consignáramos todo lo que se viene a la mente, pero cómo no mencionar las enseñanzas del Islam, la danza propia de sus antecesores en el Medio Oriente y en el norte de África, su hospitalidad, su cortesía, sus aportes en las matemáticas, la estética, la poesía, la imaginería cultural y el impacto en muchas de nuestras costumbres. Durante la colonización en el siglo dieciseis se radicaron en América andaluces y extremeños y, en menor proporción, los castellanos. Fueron ellos los que recibieron las encomiendas, globos de terreno que contenían minas y lotes de indios contados como si fueran cabezas de ganado. Además, se crearon las leyes y formas institucionales decretadas desde la sede imperial en Castilla, y regidas por el órgano asesor de la Corona, el Consejo de las Indias, que dispuso sobre las funciones administrativas y fiscales para los 18 territorios conquistados, tales como las Audiencias (órganos judiciales) y los Cabildos (cuerpos para la administración local), presididos por corregidores. A más de Gobernadores, Virreyes y Capitanías. Añádase la legislación restrictiva impuesta por la Corona que inhibía cualquier intento de introducir esquemas avanzados de producción y comercio, en medio de alcabalas (impuestos), sellos, papeleo. en pocas palabras: fiscalismo, burocracia y tramitología de la época. Así se originó la concentración de la propiedad rural que luego pasó a manos de los criollos privilegiados. Las encomiendas de la América Española se adelantaron bajo la tutela de los virreinatos: el de Nueva España, en México; el de Perú en Lima; el de la Nueva Granada, en Santa Fe de Bogotá y el del Río de la Plata, en Buenos Aires. Por supuesto, aparte del Brasil que era dominio portugués. Bajo ese esquema los colonos, apoyados por la Casa de Contratación de Sevilla, traían productos de la península y llevaban principalmente oro y plata de las minas de Potosí en el Perú, y de otras ubicadas en Méjico. En menor escala los demás territorios contribuían también a la producción aurífera y minera que obtenían con mano de obra indígena y de esclavos africanos. Por cierto, la población indígena cada vez se hallaba más reducida porque sus hombres estaban enfermos o muertos, y a los que quedaban se les "concedió" la gracia de ser eximidos de la esclavitud en la tierra que había sido suya sólo unos años antes. Por su parte, la economía estaba en poder de los encomenderos, enseñoreados y convertidos en 19 mineros y hacendados. En esas condiciones poco importaba la productividad y mucho menos la competitividad, ya que todo era negociado con la península, a la cual, al carecer de factorías, sólo le interesaban los metales preciosos mientras que Inglaterra marchaba hacia la prosperidad comercial y productiva en instalaciones fabriles. Se entiende entonces por qué la revolución industrial nada tenía que ver con los florecientes mandamases en los dominios que hoy conocemos como Iberoamérica. Con ese esquema de gobierno y de producción, las colonias mantuvieron su pobreza y el desarrollo fue mínimo y retardado. No es entonces difícil entender que las posibilidades de embarcarse en la modernidad eran pocas, entre otras razones porque la Iglesia Católica predicaba la sumisión y la resignación ("Dios está con los humildes"); por el feudalismo que detentaban los encomenderos; por las condiciones infrahumanas en que se mantenía a los esclavos, y por la exterminación de los indios (un siglo después del Descubrimiento, en 1592, eran menos del 20% de la población original). En pocas palabras podemos decir que en los siglos dieciséis, diecisiete y dieciocho se completa la colonización de América la cual, en medio de un atraso relativo para la época, enriquece a unos pocos, llena las arcas de los reyes de España y deja en la miseria a la mayoría de los habitantes de este continente, incluidos los legítimos dueños de otrora. Estas han sido algunas de las causas principales para mantenernos en el atraso en la agricultura y en 20 otros sectores. Tanto que los esfuerzos hechos durante el siglo pasado para desmontar la deplorable estructura rural fueron infructuosos, más que todo debido a que luego de los tiempos de la Colonización se cambió de dueños pero no de prácticas: en nuestro país, a finales del siglo veinte y en esta década del veintiuno, mucha de la tierra fue adquirida y mantenida de manera violenta, fraudulenta y forzada por los capos del narcotráfico y por la guerrilla, mediante testaferros. A comienzos del siglo diecinueve sobrevino la llamada Independencia que acabó con la dominación del Imperio Español, pero mantuvo en estos lares a la mayoría de sus súbditos que vivían acá, los cuales entraron a compartir con los criollos el gobierno, las prebendas del poder y las riquezas que sus antepasados habían adquirido durante la Conquista. Recordemos que dicho movimiento de independencia fue atizado por algunos criollos (hijos de encomenderos, muchos de los cuales habían sido educados en Europa) que no estaban satisfechos porque, aunque disfrutaban de grandes privilegios económicos heredados, no saboreaban las mieles del poder. Éstos vinieron con ideas de cambio alrededor de nuevos y revolucionarios pensamientos universales, y con ellas fortalecieron el movimiento independentista. Con la Independencia lograda bajo su liderazgo, aunque pudimos darnos nuestras propias reglas y decidir nuestro destino como pueblo, nos quedamos con la influencia de quienes nos habían impuesto una cultura y un sistema de vida perezoso, reflejo de la 21 decadencia de un imperio que había demostrado su inoperancia. En consecuencia, nuestras instituciones y forma de gobernarnos continuaron con sus prácticas, vicios y falencias, lo cual, al pasar el tiempo, profundizó el atraso. Por esos tiempos la élite criolla produjo una camada de filólogos, escritores, poetas, juristas, militares, sacerdotes, artistas y hasta ingenieros y científicos. Lo malo fue que ese logro erudito y cultural se quedó enredado en las esferas dominantes y no se vinculó al avance industrial iniciado en Inglaterra entre los siglos diecisiete y dieciocho y traído luego a los Estados Unidos. Además, los integrantes de esa élite siguieron en su mayoría el punto de vista ibérico (consideraban que lo europeo era lo civilizado, culto y digno), hasta el punto de despreciar lo amerindio pues su propósito era "europeizar" a América. De todas maneras, quiero terminar este capítulo con un poema contestario y un comentario reivindicativo de Octavio Paz que ayudan a refrescar la desdichada épica indígena de la Conquista y a reconocer la aportación cultural ibérica: Éramos dioses y nos volvieron esclavos
Éramos hijos del Sol y nos consolaron con medallas de lata
Éramos poetas y nos pusieron a recitar oraciones pordioseras
Éramos felices y nos civilizaron
Quién refrescará la memoria de la tribu
Quién revivirá nuestros dioses
Que la salvaje esperanza sea siempre tuya
Querida alma inamansable.
Gonzalo Arango (1931-­‐1976) Poeta Nadaista 22 "No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles y los portugueses levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Si las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas". Octavio Paz Premio Nobel de Literatura <<Volver>> 23 «Cuatro fechas
Bicentenario de
la Independencia
(…de Colombia)
1810 - 2010
llevamos en el corazón:
el 20 de julio de 1810,
cuando se dio el Grito
de Independencia;
el 25 de julio de 1819,
cuando se ganó la
batalla del Pantano de
Vargas; el 7 de agosto
de 1819, cuando se ganó
la batalla de Boyacá,
y el 10 de agosto de ese
mismo año, cuando el
Ejército Libertador
entró triunfante a
Santafé de Bogotá».
24 Siguiendo la ola libertaria y de justicia social que recorría algunos países europeos y el continente americano, unos cuantos criollos de corazón inflamado emprendieron la empresa de la emancipación y alcanzaron su meta: la Independencia de España. Claro que los ayudaron el inconformismo interno motivado por las influencias de la Revolución Francesa, las ideas que impulsaron la independencia de los Estados Unidos y el debilitamiento militar de la Corona causado por el acoso de los ingleses en altamar y en sitios estratégicos como la colonia del Río de La Plata, amén de la estruendosa derrota naval que sufrió la flota franco-­‐española en Trafalgar en octubre de 1805, a manos de los ingleses. También contribuyó la crisis de regencia que padecía el Imperio Español, pues Napoleón en junio de 1808 le entregó el reino a su hermano, el cuestionado "Rey de España" José (Pepe) Botellas, a quien el pueblo español nunca aceptó como monarca. En el recorrido de los independentistas resulta obligado reiterar, así sea someramente, que una ola librepensadora se animaba antes de la ruptura del emblemático Florero de Llorente: la insurrección de los comuneros en la Nueva Granada, la sublevación de Túpac Amaru en el Perú, el apresamiento repetitivo de don Antonio Nariño y la persecución, por su documento "El Memorial de Agravios", al abogado Camilo Torres Tenorio, fusilado luego por los españoles. Igualmente acontecieron hechos incitados por los rebeldes de la época en Quito, Caracas, Valledupar, Cartagena de Indias, el Socorro, Pamplona, Santiago de Cali y otras localidades. 25 En 1814, tras la derrota de Napoleón, Fernando VII retornó al trono español y decidió enviar una poderosa expedición (12.000 hombres y 66 buques), comandada por el general Pablo Morillo, el Paciftcador, quien entró triunfante a Bogotá en mayo de 1816, para lo cual lo ayudó que durante la Patria Boba (181-­‐1816) prevalecieron las pugnas entre los próceres de Santafé de Bogotá, Tunja, Cartagena y Popayán, pugilatos que debilitaron las arcas del estado y sus fuerzas de lucha. Dicha situación provocó una estrechez de recursos dinerarios para dotar a los combatientes, que prolongó la batalla por la independencia. Una élite selecta de políticos, pensadores, juristas y hasta científicos fue exterminada por el General Morillo y el Virrey de Nueva Granada, don Juan de Sámano, sin considerar el daño que se infringía a la misma causa que defendían. El siglo diecinueve Cuatro fechas llevamos en el corazón: el 20 de julio de 1810, cuando se dio el Grito de Independencia en Santafé de Bogotá; el 25 de julio de 1819, día en que se ganó la batalla del Pantano de Vargas (enfrentamiento entre las tropas patriotas y las tropas realistas); el 7 de agosto de 1819, cuando se libró la batalla de Boyacá; y el 10 de agosto de ese mismo año, cuando el Ejército Libertador entró triunfante a Santafé de Bogotá. Claro que, con el nuevo orden, sólo los pocos criollos que había tuvieron beneficios económicos y políticos, porque los mestizos, los mulatos y los indios que lucharon bravíamente, poco o nada recibieron, a pesar de que pusieron la mayoría de las víctimas que cayeron a manos de los ejércitos españoles. 26 Después vino la disolución de la Gran Colombia creada en 1819 por la ley fundamental del Congreso de Angostura. El 13 de mayo de 1830 el Departamento del Sur (Quito) declaró su independencia y se creó la República del Ecuador. Días antes se había dado la separación de Venezuela. Jurídicamente la República de Colombia continuó hasta el 21 de noviembre de 1831, integrada por un país que quedó constituido por la Nueva Granada y Panamá, que se separaría después, en los comienzos del siglo veinte. Francisco de Paula Santander devino como presidente de la República de la Nueva Granada en 1832. Bien puede decirse que ahí terminaron las acciones y el fervor de la lucha por la Independencia. Una vez lograda esa meta, nuestra población dispersa, desconectada entre sí por las montañas de la Cordillera de los Andes, ignorante, fanática y condicionada por una educación clerical, envenenada por odios seculares y sentimientos de venganza, marginada de las enseñanzas pacifistas de la Biblia, volcó su frustración en luchas domésticas para defender valores partidistas de agrupaciones políticas enfrentadas (Conservadores, Liberales, Radicales.). Combatían por consignas de partido, dogmas religiosos, modelos de Estado (los de países europeos y el de los Estados Unidos) y prácticas económicas que no entendían del todo, como el libre cambio. Esos motivos llevaron a hermanos a pelear a muerte unos contra otros. Sin sospecharlo, protegían los intereses y creencias de una minoría -­‐muchos de ellos chapetones (españoles)-­‐ que precisamente los explotaban y los azuzaban para lanzarlos al enfrentamiento fraterno. 27 En los doscientos años que corren entre 1810 y 2010, nuestra organización social y política ha estado marcada por el predominio de unas castas que han acaparado las tierras, las minas y las demás riquezas, igual que la educación, la religión y el manejo del Estado. En el siglo diecinueve se dieron guerras y enfrentamientos internos librados por generales y soldados de extracción popular, con algunas excepciones de aristócratas románticos. A mediados de dicha centuria surgió una generación de jóvenes políticos radicales, los "Gólgotas", que introdujo reformas de libertad económica para que nos adentrásemos en la modernidad del comercio internacional, bajando los aranceles y comerciando al margen del proteccionismo. Según el columnista Carlos Caballero Argáez "Fue una primera apertura económica que, como la segunda, más de cien años después (gobierno Gaviria de 1990 a 1994) (el llamado es nuestro), tuvo grandes contradictores" (El Tiempo, 11 de septiembre de 2010, pág. 1-­‐21). Ese debate creó un ambiente de confrontación que enclaustró aun más al país hasta cercenarle, como hemos visto, las posibilidades de incorporarse al desarrollo que se daba con la Revolución Industrial en Europa y en los Estados Unidos de América. El siglo diecinueve se nos fue, pues, en la lucha entre Bogotá y las regiones, la discusión de las constituciones políticas -­‐entre 1810 y 1916 fueron trece según Kalmanovitz (Nueva Historia Económica de Colombia, pag. 73)-­‐, la creación de reglamentos y 28 leyes, y la aplicación de un modelo federal que se parecía al del pujante Estados Unidos, el cual no tenía nada que ver con un país pobre, con regiones desconectadas la una de la otra, sin posibilidades de salir adelante en un entorno competitivo con arcaicos métodos de producción, sin vías de comunicación que posibilitaran mover a sus habitantes y productos. Cabe resaltar que no sólo el tamaño y la población de ambos pueblos (Estados Unidos y Colombia) marcaban una diferencia fundamental. También lo es el hecho de que los norteamericanos empujaron la producción, comerciaron competitivamente, construyeron ferrocarriles, montaron fábricas, explotaron intensivamente minerales, fomentaron y tecnificaron la agricultura; y, más recientemente, en el siglo veinte, lideraron las ciencias de la productividad y de la investigación, y el desarrollo científico y tecnológico1. En las últimas décadas del siglo veinte, al tiempo que se mantuvo una economía protectora de intereses locales y foráneos, de corta mira y dilatado egoísmo, tuvimos males endémicos como los paramilitares y la narcoguerrilla que causaron el abandono forzado de 1
1
A este respecto, el profesor Naudín Gracián puntualiza: «Los que llegaron a
Norteamérica era gente culta, riquísima, que buscaban dónde vivir bien; por eso de inmediato
empezaron a abrir fortalezas, y a fundar ciudades, haciendas y universidades; prácticamente su
primer paso fue la colonización, o sea que, cuando empezó la colonización en el resto de
América, ya ellos tenían un adelanto de 200 años. Además, era la gente más progresista del
país más progresista de Europa (Inglaterra). Mientras que los que llegaron a Latinoamérica
venían de España, el país que lideraba la lucha por volver al Medioevo, producto de su guerra
de varios siglos con los árabes que los habían invadido; el que mantuvo la Inquisición mucho
más tiempo que ningún otro país europeo; el que se opuso al humanismo del Renacimiento;
además, de ese país vinieron personas que no representaban la cultura española, sino los
endeudados, los condenados a cadena perpetua o a pena capital, los que nunca dejaron de
soñar con volver forrados de dinero para resarcir sus apellidos venidos a menos. En fin,
digamos sólo esto pero que quede la constancia de que las razones son mucho más
profundas» 29 las tierras. En ese período mantuvimos una economía de agricultura, ganadería, comercio más bien precario, y la exportación de petróleo y otros metales obtenidos de la minería. Esto acompañado por una producción industrial y de servicios para consumo interno lograda con índices bajos de productividad y en general poca competitividad. No lo dudemos: por esas razones, entre otras claro está, somos más pobres que los del norte. El siglo veinte Repasemos esta centuria en dos épocas: la que se inició al final de la Guerra de los Mil Días, en 1902 (conflicto interno que nos llevó a la dictadura de Reyes y a la pérdida de Panamá en beneficio de los intereses de los Estados Unidos), y el período que empezó en 1946, con el gobierno de Mariano Ospina Pérez. Hasta mediados del siglo tuvimos, entre otros, los gobiernos de Rafael Reyes Prieto, Pedro Nel Ospina Vásquez, Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo y Eduardo Santos, señalados como gobernantes progresistas. Con ellos entramos en un proceso de tranquilidad que, de alguna forma, asumía el arrepentimiento de nuestra actitud conflictiva que había fraguado guerras sin sentido. Esta contrición colectiva produjo un período de reconciliación nacional, durante el cual el país se asomó, aunque con timidez, a la modernidad que se gestaba en otros lugares. Es cierto que aumentó la sensibilidad social y se aprobaron leyes al respecto, pero no se incrementó la eficiencia ni la capacidad para competir. Hubo sí una prosperidad pasajera cuando 30 recibimos la indemnización de Estados Unidos como paga por la secesión de Panamá, pero no fuimos eficaces ni coherentes en la inversión de ese recurso. Después, sufrimos los efectos de la Gran Crisis económica de los años treinta y los coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Lo uno y lo otro nos mantuvieron en el mismo marasmo de pobreza y atraso que estimularon el aislamiento del cual aún estamos intentando salir. Uno de los impulsores del movimiento de actualización institucional fue el presidente López Pumarejo quien «Reformó la Constitución para establecer la función social de la propiedad y reconocer el derecho a la misma, pero con límites y obligaciones. Durante su administración se establecieron el intervencionismo económico estatal, el trabajo como un derecho y la huelga.» (Los Mandamases de Colombia, pag. 48, Amilkar Hernández). Habría que agregar que en la primera mitad del Siglo Veinte, la economía anduvo dando tumbos, la población creció a un paso acelerado y la magra riqueza producida se concentró en unos pocos privilegiados, al tiempo que en las ciudades se acumulaban problemas de pobreza, indigencia, discriminación, desempleo, subempleo, hacinamiento, procreación incontrolada, servicios públicos, salud y delincuencia común. Durante el régimen de Mariano Ospina Pérez (1946-­‐ 1950), con ocasión del asesinato del líder liberal de tendencias socialistas, Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril 1948, se rompió el equilibrio reinante y sufrimos una larvada guerra civil, sórdida y cruenta, entre los miembros de los dos partidos tradicionales: el liberal y el 31 conservador. Esa lucha interna es la génesis de la violencia y el terrorismo que se entronizaron durante los azarosos años de finales del siglo veinte y que indujeron al retardo de los indicadores sociales del país, con efectos que aún generan temores al capital internacional, sobre todo para proyectos en zonas con violencia. Las guerrillas que surgieron después del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, y de la confrontación interna, se redujeron a su mínima expresión en el gobierno militar presidido por el General Gustavo Rojas Pinilla, luego de un proceso de pacificación a la altura de los años 1953-­‐1956. Pero, a finales del gobierno del General Rojas, la violencia arrancó en otras formas. En 1960 el Frente Nacional encabezado por Alberto Lleras, liberal, y Laureano Gómez, conservador, ofreció la paz, intento que duró poco al tomar fuerza la guerrilla liderada por "Tirofijo" (Manuel Marulanda Vélez), grupo insurrecto que había de perdurar hasta nuestros días bajo el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Otros movimientos subversivos que causaron mucho mal e inenarrable sufrimiento surgieron en ese lapso bajo denominaciones emblemáticas: el Ejército Popular de Liberación, EPL; el Ejército de Liberación Nacional, ELN; el Movimiento 19 de Abril, M19, y diversas agrupaciones menores. Durante el transcurso de este tiempo hemos sido buenos para la labor del día a día pero nos han faltado coordinación y miras de futuro y, sobre todo, la habilidad de ser expeditos y capaces de competir 32 trabajando de forma mancomunada. "En cada colombiano ubicado detrás de una ventanilla de tramitación, pública o privada, hay un reglamentador que inventa sus propias normas", se dice popularmente. Esa manía legalista ha contribuido a que no hayamos tenido un enfoque ágil del país y, sobre todo, expedito. La herencia leguleya, altanera e individualista le ganó la partida a quienes pensaron que, a base de normas, podríamos tornarnos pragmáticos en el trabajo, como lo eran los puritanos ingleses que arribaron a los Estados Unidos, a comienzos del siglo diecisiete. La otra mitad de la centuria, después de la crisis económica de los años treinta y de la Segunda Guerra Mundial, discurrió en medio de la situación reinante que fue de baja inversión y escaso comercio internacional. En términos de Salomón Kalmanovitz (Nueva Historia Económica de Colombia, pág. 141) «.la formación de capital debe colocarse alrededor del 25% del PIB, guarismo que, como se verá, se ha alcanzado en pocos períodos de la historia económica del país». Más adelante, en la obra citada, el autor dice: «Asimismo una de las causas de ese bajo crecimiento fue el mediocre comportamiento del comercio exterior, que incidió en hacer más lento el desarrollo de las empresas que poco participaron en los grandes mercados del mundo.» Cabe precisar que después de la Crisis y de la Segunda Guerra Mundial, en las ciudades se empezaron a formar barriadas donde dominaron condiciones infrahumanas en las cuales se enseñorearon la pobreza y la miseria urbanas, en un proceso que nos llevaría a las explosivas condiciones de hoy. 33 Conocemos la historia reciente de violencia paramilitar y guerrillera que condujo a una atropellada migración interna que ya alcanza a ser el diez por ciento de la población. En los últimos quince años la cifra se remonta a los cuatro o cuatro y medio millones de personas desarraigadas por una u otra razón. Se debe recordar que ocupamos la penosa ubicación estadística de ser el segundo país del mundo en el fenómeno de desplazamiento doméstico, acompañados de Sudan, Irak y el Congo. En el panorama económico de la nación es evidente un contraste fundamental: por un lado se ha generado riqueza para beneficio y confort de las clases media y alta, mientras un grueso sector de la población se las ve con la calamidad del desplazamiento, el desarraigo, la penuria y la indigencia, alimentadas por la inseguridad rural. Los expertos han estimado en veinte millones el número de compatriotas que están por debajo del nivel de pobreza, de los cuales más de siete millones permanecen en la indigencia, inmersos en el desempleo galopante y el crecimiento de la ocupación informal, en discreto pero constante crecimiento. Esa realidad nos aborda con el inconfeso sentimiento de culpa de que «somos ricos y pobres a la vez». Entonces, ¿cómo no pensar que semejante modelo de subsistencia (con sus dos segmentos: los que tienen y los que no tienen), ha de influir en la conducta colectiva y condicionar actitudes que explican, en parte, "por qué somos así"? 34 Glosas de orden económico Tomemos en consideración acotaciones referentes al siglo veinte de personas y entidades autorizadas en el orden económico. Al respecto, en un trabajo del Banco de la República (enero de 2001-­‐ No. 20http: //www.ban-­‐ rep.gov.co/documentos) se hace la siguientes afirmación: «El crecimiento económico en Colombia durante el siglo XX ha estado dentro del promedio latinoamericano, pero muy por debajo de los niveles de los países asiáticos». Habría que aclarar que algunos de esos países están en niveles inferiores a los nuestros y otros se hallan por encima. Más adelante el estudio reza: «Sólo Suecia y Japón obtuvieron crecimientos en el PIB per cápita superiores al colombiano en sus respectivos procesos de industrialización y Colombia se ubicó por encima (subrayado nuestro) de países como Alemania, los Estados Unidos, Gran Bretaña e Italia.» Está bien compararnos con Latinoamérica y hasta con el Asia en desarrollo pero con Suecia y Japón. ¡Válgame Dios! La verdad es que el crecimiento neto del PIB per cápita de Colombia en el siglo veinte estuvo en el orden promedio anual neto del 2,3% pero partiendo de una base -­‐en términos absolutos-­‐ muy reducida, de país pobre y con un evidente mal reparto de los ingresos que corresponden a dicho crecimiento entre una población que aumentó, en términos aproximados, de 4 millones en 1900 a 40 millones en el año 2000 (Biblioteca Virtual del Banco de la República, 2005-­‐ 07-­‐
13). Ése es uno de los factores que nos han llevado a la situación de pobreza, indigencia, desempleo e inseguridad urbana que describimos antes. No es lo mismo crecer el 2,3% de un monto pequeño, como es 35 nuestro ingreso per cápita, que hacerlo sobre la base del mismo parámetro en países altamente desarrollados y con bajo crecimiento de la población. Finalmente, rememoremos algo que los colombianos de a pie hemos oído mucho y que reza en el estudio citado: «Aunque casi todos los argumentos intervencionistas implican la defensa de un arancel (u otra barrera) de duración transitoria, muchas de las medidas defendidas con tales argumentos han sido perdurables a causa, poca duda cabe, de los intereses favorecidos y de que varias de las llamadas "industrias nacientes" estaban condenadas desde su inicio a llevar una vida artificial a la sombra de la protección estatal.» (Enero de 2001-­‐ No. 20 http: //www.banrep.gov.co/documentos). Si bien es cierta la afirmación en cuanto a las industrias nacientes también es cierto que muchos dirigentes nacionales creían, de buena fe, que bien valía la pena el sacrificio de pagar más por la producción nacional para impulsar así el crecimiento industrial. Más adelante el susodicho escrito destaca que «El último episodio notable de la tensión entre las fuerzas intervencionistas y las proclives al funcionamiento del mercado fue el proceso de "Apertura" iniciado al final de la administración Barco y profundizado durante el gobierno Gaviria. Probablemente faltan unos años más, y un mayor acopio de información, para hacer un balance definitivo de los beneficios y costos sociales de este episodio, y, en general, del proceso de integración paulatina de Colombia a la economía mundial.» 36 La contundencia de estas afirmaciones nos releva del compromiso de hacer comentarios adicionales al respecto distintos a que, si bien somos conscientes del sacrificio que implica pagar el precio de la ineficiencia, los beneficios no han aflorado tan palpablemente. El siglo veinte nos deparó satisfacciones en aspectos que, sin ser exhaustivos, repasamos en distintos acápites de esta epístola. Pero en materia de progreso social, los resultados son desiguales. Si bien mejoramos en agua potable y cobertura de salud, en educación, en suministro eléctrico, en caminos veredales y carreteras secundarias, fue muy inferior lo que logramos en infraestructura vial adecuada para la competitividad, e insuficiente lo hecho en vivienda popular, por mencionar sólo esos ejemplos. Es necesario que esa realidad se sincere sin vacilación, que se publique, se debata y se comente en los medios, que se convierta en un tema serio de discusión y de compromiso entre los cuerpos del Estado y los dirigentes del país en los órdenes estatal, empresarial, gremial, sindical, intelectual, universitario y científico. <<Volver>> 37 «..se asevera que
La población
de ayer, hoy
y mañana
en el 2050, el 20%
de la población de
Colombia tendrá más
de 60 años. Es decir
que habrá catorce
millones de personas
en ese rango de edad.»
En la actualidad el país cuenta con más de 45 millones de habitantes, entre los cuales puede haber hasta un millón y medio de indígenas. Según algunos estudios, al momento de la conquista los pobladores en lo que hoy es Colombia habrían sido de tres a seis millones, (blaadigital -­‐ Biblioteca Luis Ángel Arango/ es.wikipedia.org). Según la Internet (www.turiscolombia.com) nuestra composición racial revela que ahora somos un país con tres cuartas partes de mestizos y mulatos: 38 Razas de Colombia 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Mestizo (blanco e indio) 58% Blanco 20% Mulato (blanco y negro) 14% Negro 4% Zambo Indígena (negro e 1% indio) 3% Sin embargo, las cifras son distintas de acuerdo con la fuente que se consulte. Lo cierto es que existen los citados grupos étnicos y que nuestro mosaico de razas es diverso. Más aún, siendo rigurosos habría que incluir los cruces de dichos grupos entre sí: español con española (castizo), mulato con española (morisco), mestizo con india (cholo), español con morisca (albino), negro con zamba (zambo prieto). (En Marcha hacia la República, pág. 35, tomo I, Universidad Nacional de Colombia, Revista Semana). Estos guarismos nos confirman que somos un conglomerado multicultural porque cada uno de esos grupos raciales tiene su cultura propia, lo cual encierra facetas conductuales que bien entendidas y adecuadamente manejadas se convierten en una fortaleza espiritual, un invaluable valor social y un atractivo cultural con beneficios para las etnias, las regiones y el país. Sobre el particular hay ejemplos 39 muy variados y exitosos como los casos de Méjico, Guatemala, Perú, España. En el diario El Tiempo, de Bogotá (18 de julio de 2010) y en la publicación Un nuevo país (Universidad Nacional, UN, y Revista Semana, Tomo IV), sobre la población mundial y la de Colombia aparecen los siguientes guarismos: § En 1905 la población de Colombia era de 4,5 millones de habitantes. § En 1950 la cifra frisaba los 12,5 millones mientras que el guarismo mundial alcanzaba a los 2.536,7 millones. § En el 2010 la población mundial se estima en 6.687,0 millones al tiempo que la nuestra asciende a 45,7 millones. Como se aprecia, la nuestra se multiplicó diez veces en 105 años. § El vaticinio para el 2.050, un siglo después de 1950, pronostica que la población mundial será de 9.539,0 millones y la de Colombia subirá a 70,0 millones. En esos cien años habríamos multiplicado en más de cinco veces los habitantes nacionales. En otro orden de cosas, en el mismo escrito se afirma que entre 2010 y 2050 la expectativa de vida en el país pasará de 68,2 años a 75,9 años y que la población mundial de 65 o más años crecerá de 523,4 a 1.486,8 millones. En el diario económico Portafolio (28/08/2010, pág. 20) se asevera que en el 2050, el 20% de la 40 población de Colombia tendrá más de 60 años. Es decir que habrá catorce millones de personas en ese rango de edad. Seremos, inexorablemente, un mundo y un país con muchos viejos que demandarán toda clase de atenciones y garantías constitucionales. Los expertos en demografía y temas conexos saben medir la delicada incidencia de estas cifras y traducirlas en esfuerzos generacionales y presupuestales, pero los políticos y los magistrados de las Cortes actúan frente a ellas haciendo caso omiso del grave compromiso económico que encierran sus decisiones legislativas y judiciales. Allí enfrentamos otro reto: tecnificar lo que se actúe en cuanto a pensiones, salud y riesgos profesionales, pues las consecuencias económicas en estas materias desembocan en la quiebra de los sistemas y, al final de cuentas, en perjuicios para los menos favorecidos: deterioro del empleo formal, malos servicios, bancarrota fiscal, más impuestos indirectos como el IVA, etc <<Volver>> 41 42 ENFOQUE: Inventar un nuevo país que integre la Colombia de las penurias con la otra, corrigiendo al máximo la pobreza, la indigencia, las desigualdades, el desempleo y la falta de oportunidades. Lograr ese cometido
requiere admitir con grandeza la
realidad actual y nuestro talante.
2
Dónde
estamos
43 «Necesitamos
partidos con idearios
El ejercicio
de la política
políticos, económicos
y sociales que los
comprometan con el
votante y que generen
un vínculo con su
colectividad.»
En materia política nos hallamos rodeados de "partidos" fragmentados y sin identidad ideológica. Son masas de adherentes motivados por slogans, sin líneas de pensamiento amplio y futurológico, militantes que las más de las veces se comportan según coyunturas, miedos o esperanzas del momento e intereses masificados. La realidad es que ninguno de ellos, ni aun los partidos tradicionales, representan una fuerza electoral decisoria y disciplinada porque, en materia de elecciones para presidente de la República, muchos votantes colombianos, después de liberarse del compromiso de depositar un voto comprometido y negociado para escoger senadores y representantes, actúan como les viene en gana para elegir a su Primer Mandatario. Hay ejemplos de la volubilidad de los electores para escoger al Presidente de la República, que demuestran que en este caso la gente sí vota según su libre albedrío y no por presiones o compromisos adquiridos. Algunos 44 son: el de Belisario Betancur (conservador) cuando captó sufragios liberales en la Costa Atlántica hace veintiocho años y derrotó al ex presidente Alfonso López Michelsen en su segunda aspiración presidencial. O el triunfo de Andrés Pastrana en la segunda vuelta cuando, aliado con Noemí Sanín, le ganó a Horacio Serpa, el candidato de la colectividad mayoritaria, el partido liberal, al obtener más del 50% de los sufragios. Tampoco se puede ignorar la avalancha de votos en la primera vuelta por Álvaro Uribe Vélez en su primera aspiración presidencial, quien no contaba con las mayorías parlamentarias ni con la maquinaria electoral del liberalismo, su partido. Procede acotar que perdura entre nosotros una fuerte influencia del legado español ya que todavía conservamos la tendencia a escoger como nuestros mandatarios naturales a quienes heredaron el poder desde los tiempos de la colonia. En la más reciente campaña presidencial tuvimos tres candidatos que son vástagos de las clases gobernantes tradicionales: Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras y Rafael Pardo, quienes pertenecen a familias empoderadas de vieja data, incluso con ex presidentes a bordo. Claro que hay que aclarar que también contamos con otros, entre ellos Noemí Sanín y Gustavo Petro. Igualmente, seguimos con la tendencia a apostar por descendientes de extranjeros como fue el caso reciente de un hijo de inmigrantes lituanos, Antanas Mockus, quien logró una importante votación en los últimos comicios, así como ya había sucedido con el doctor Gabriel Turbay Abinader en el año 1946, y el doctor Julio Cesar Turbay Ayala, también descendiente de libaneses, quien en 1978 fue Presidente de la República. A eso le sumamos el alto porcentaje de miembros del Congreso Nacional de origen árabe, y los 45 dirigentes políticos con apellidos alemanes, franceses, italianos e ingleses en Barranquilla, Cartagena, Cali, Bogotá y en el resto del país. Queda por aclarar que también han sido ganadores algunos políticos de origen popular como los ex presidentes Marco Fidel Suarez y Belisario Betancur, hijos de una lavandera, el primero, y de una modesta familia de Amagá (Antioquia), el segundo. Ante esa realidad es obvio que necesitamos partidos con idearios claros y fuertes en cuanto a la política, la ética, la economía y la sociedad, que los comprometan con el votante y que generen los vínculos de éstos con su colectividad y con los beneficios que los sufragantes persiguen como ciudadanos. Sólo así podremos vigorizar los nexos y las fortalezas del votante ante los gobiernos elegidos, y darle contundencia a los mecanismos democráticos para lograr los designios que demanda el país. Reparto injusto de la riqueza Cuando a manera de afirmación y de interrogante algunos amigos me espetaron: ¿Es Colombia un país de nadie? ¿O es un país con futuro? afloró en mí una preocupación honda y desconcertante. Son razones que vienen de atrás, añadidas a la inequidad y el desequilibrio, y que condicionan nuestro comportamiento colectivo. ¿Será allí donde radican los argumentos para pretender un cambio de conducta comunitaria? Ensayemos al respecto algunas premisas: Como nación, no tenemos un contrato social que involucre definiciones políticas, sociales, éticas y 46 económicas concertadas que nos comprometan ni tampoco metas y objetivos comunes como país. ¿Será la formación, ya centenaria, de una nueva etnia, y la diversidad racial, producto de razas fundidas en un mismo crisol, lo que nos ha llevado a esta situación crucial? La transformación de una guerrilla ideológica, las FARC, en el más grande cartel de la droga que jamás hubiese existido. Tanto que ha tenido recursos suficientes para mantener en Europa y América Latina una posición liderada por su frente internacional, en ocasiones más influyente que el mismo estado colombiano, con efectos muy perjudiciales para la imagen del país. El tránsito de las autodefensas, concebidas en un comienzo para la protección personal, hacia el narco-­‐ paramilitarismo, cuya consecuencia fue que pasaron a convertirse en terratenientes y patronos del terrorismo. Esa mutación vino acompañada del narcotráfico y de cruentas acciones para despojar a los propietarios y tenedores de las tierras. O sea que se rompió la seguridad jurídica de la propiedad privada protegida por la ley, y en consecuencia nos poseyó el miedo y acudimos a fórmulas de defensa y protección peores que el mismo mal, tales como la asociación con los cabecillas de los movimientos paramilitares y la participación en alianzas tripartitas con las fuerzas institucionales del Estado. La corrupción, el azote del dinero fácil y el consumo creciente de drogas psicotrópicas, que nos trajo el narcotráfico, incluida la fatídica heroína. Amén del daño causado por las mafias y la "cultura mafiosa" que nos han invadido hasta salpicar 47 empresas y entidades con conductas censurables en esta época de la Responsabilidad Social Empresarial. La comprensión tardía de que los dos actores -­‐
guerrilla y paramilitares-­‐ están atados al hilo conductor de un interés común: el negocio del narcotráfico. Eso ha llevado a que haya confusión en la opinión en cuanto a las formas de lucha contra el flagelo de la droga con estrategias diferentes para los unos y los otros (de parte de los militares, el gobierno, la justicia y otros estamentos del poder público). El indebido manejo de las comunicaciones globalizadas y de los avances tecnológicos -­‐chuzadas de los teléfonos y otras artimañas-­‐, que han sido palos en la rueda al propósito de concebir una visión del país del futuro, con objetivos sanos y transparentes trazados por la sociedad civil. Los falsos positivos creados por los oficiales y sub-­‐ oficiales del Ejército Nacional, en connivencia con miembros de la tropa, que rompe en pedazos la ética y el poder del buen ejemplo. Amén de empeorar nuestra imagen como violadores de los Derechos Humanos. El abuso de posición dominante ejercido por ciertas clases y por corporaciones nacionales y extranjeras, con la inaceptable explotación y hasta violencia laboral ejercida en niños y minorías étnicas en actividades como la minería, la agricultura, la pequeña y mediana empresa, y la construcción. La persistencia de nuestra gente, que es lo que nos ha llevado al adelanto (unos sectores más que otros) en que estamos ahora y del cual participa en mayor grado el cincuenta por ciento de la población colombiana: el de quienes no forman parte de la montonera de los pobres y los indigentes. 48 Infortunadamente todo eso ha acontecido en medio de un silencio hipócrita que encubre la problemática social que nos ha perseguido con más saña desde la segunda mitad del siglo pasado. En justicia hay que advertir que algunos de tales infortunios vienen desde la "Conquista de América". Desembocamos así en el reparto injusto de la riqueza. Valga decir: en la necesidad de destinar una mayor porción para los desplazados, los desempleados, los trabajadores informales, las víctimas de la prostitución, los indigentes, los niños sub-­‐nutridos, los viejos. Digamos, a manera de hipótesis, que: Necesitamos sincerar el mane}o deshonesto del sistema de la salud y la limitación legal en los programas de las Ca}as de Compensación Familiar. Si bien es injusta la concentración de la riqueza, también es cierto que el ingreso per cápita de los más favorecidos se ha incrementado en las últimas décadas. El aumento de la capacidad de consumo de este segmento de la población nos ha llevado al modelo de vida de países ricos y a conformar núcleos urbanos complejos y exigentes como los de ciertos sectores de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena. Los que pertenecemos a estos círculos nos entretenemos en clubes sociales o en centros de recreación. Asoca}as (Asociación de Cajas de Compensación Familiar, en El Tiempo, julio 25 de 2010) informa que en los últimos siete años -­‐
2002-­‐2009-­‐ pasó de atender en dichos centros de 28,6 a 51,4 millones de trabajadores y sus familias. Es de advertir que los servicios con tarifas subsidiadas en medicina, educación y formación profesional sólo son para los afiliados. 49 Los demás indicadores registran crecimientos del 70% en el mismo período. Tales logros poco o nada les importan a los pobres, que viven entre el campo y las ciudades, y cuyo problema es de necesidades básicas insatisfechas, de trabajo, techo, salud, educación para sus hijos, hambre y, para muchos, de subsistencia. Lo primero, lo de los más favorecidos, es bueno. Produce satisfacción y lleva al reconocimiento. Lo otro, lo de quienes no tienen esos privilegios, es el reto frente a la pobreza, la inequidad y el desequilibrio social. Y, en buena parte, conforma el meollo de las preocupaciones contenidas en esta epístola. Hacia allá apunta lo que, siguiendo con las hipótesis, diremos en adelante. Para trasparentar y organizar el sistema de Seguridad Social, tenemos que reformarlo sin olvidar que su cobertura pasó de un 20% de la población aftliada en 1993 al 92% en el año 2009. Luego de destacar semejante nivel de protección dentro del nuevo modelo, no obstante que la calidad de atención es dispareja y traumática para muchos de los usuarios, es preciso eliminar el fraude de quienes se afilian a los servicios de salud cobijados en el SISBEN (Sistema de Selección de Beneficiados para Programas Sociales), teniendo capacidad para pagar su inscripción en el Sistema Contributivo. O la asignación de cuotas para los políticos que cambian el carnet de afiliación por votos. El pasado Gobierno reveló, además de ésta, otra corruptela alrededor del negocio billonario de la salud: de él se lucran no sólo los evasores del pago de los servicios y los políticos sino también empresarios (grandes y pequeños) y los laboratorios que venden drogas a precios exorbitantes e introducen 50 medicamentos costosos de "última generación", que vuelven obligatorios a base de tutelas, logrando un avance que a los pobres, al no tener acceso a ellos, de nada les sirven. Cómo no decir que la voracidad de los capitales perjudica sobre todo a quienes están en el nivel de pobreza. y cómo no pensar que esa masa de millones de personas un día habrá de reaccionar de manera desorbitada para que su comportamiento nos haga preguntarnos en medio de la angustia "¿Por qué los colombianos somos así?" Dado que ese comportamiento está llevando el Sistema de Salud al desastre financiero, podríamos repetir la misma pregunta anterior: ¿No tienen acaso razón las víctimas para resentir que no les den lo justo para ellos? La reforma de los subsistemas de la Seguridad Social (Pensiones, Salud y Riesgos Profesionales) es inminente y ha de ser de fondo. Sin miedo ni consideraciones a intereses creados. Urge detener la pauperización del campo y la inseguridad rural, amén de solucionar otros males en las zonas campesinas. La vida en el campo colombiano ha sido tradicionalmente golpeada por la pobreza y en la medida en que las tierras han pasado a manos de terratenientes mafiosos con ejércitos privados, o de la guerrilla gracias a sus extorsiones y matanzas, la condición de los campesinos se ha tornado aciaga. La penuria de ellos corre pareja con la de los desplazados en las ciudades; y las carencias de seguridad social, educación, vivienda y servicios públicos son injustas y acuciantes. Las condiciones de vida del campesino claman por una solución que está pendiente, incluidos el reparto de tierras improductivas, la restitución de fundos a sus antiguos propietarios y las facilidades crediticias. 51 Según cifras del gobierno son 600.000 personas las despojadas de sus tierras en los últimos 15 años, dos millones las hectáreas arrebatadas y 100.000 las extinguidas a narcos y paras (El Tiempo, 15/09/2010, pag. 1). Hay que Justipreciar el "efecto de imitación" y actuar ante la copia de esquemas de consumo de sociedades ricas como la norteamericana. Se pueden aducir muchas causas para explicar por qué hemos vivido en la inautenticidad, en la imitación a raja tabla del modelo foráneo, como si no tuviéramos valores vernáculos. Una de esas causas la denominamos con la figura de "la aldea global", tesis sostenida por el filósofo canadiense Marshall Mc Luhan, quien afirmó que "el medio es el mensaje", que las tecnologías son prolongaciones del cuerpo y que es posible distinguir entre medios cálidos y fríos (se refería a la radio y a la televisión). Ahora habría que añadir los celulares, el BlackBerry, el e-­‐mail y las redes sociales de Facebook y Twitter en la Internet. Quizá eso explique el afán de los jóvenes por adquirir zapatos de marca, chaquetas de marca, bolsos de marca, corbatas de marca y, por qué no, ingresos para sobresalir en medio de colectividades afanosamente competitivas, que puede llevarlos incluso hasta la delincuencia y el crimen organizado. Ante la preocupación por el "efecto de imitación" cabe preguntarse: ¿es perverso o malo que los elementos de otras culturas hayan penetrado nuestra sociedad así como los nuestros han irrumpido en las de otros? No nos arriesgamos a responderlo pero se 52 advierte que, con sus consecuencias buenas y malas, ésta es una realidad inatajable: se llama globalización. Clama la intervención didáctica en la actitud egoísta y de doble moral al confrontar valores que vienen de atrás, de las castas que nos dominaron durante siglos con lo que demanda el siglo veintiuno En nuestro concepto, la razón del egoísmo nacional radica en el hecho de que a los más favorecidos (clases media y alta) parece que sólo nos interesa satisfacer necesidades y anhelos individuales, sin importar con quiénes compartimos el hábitat. Es decir, sin que nos desvelen: §
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La corrupción y la violencia, El tráftco de influencias y las prebendas, La indisciplina que produce el caos vehicular y urbano, El irrespeto a las colas: algunos nos creemos "de mejor familia". La apatía electoral y la ignominia de vender el voto, El manejo deshonesto en las elecciones. En fin, tantas vergüenzas que la lista sería interminable. Porque si no hay conciencia de esas fallas es porque tampoco la hay de otras malas conductas ciudadanas como el irrespeto a la ley y la falta de honradez y de solidaridad social. Confieso que a ratos, cuando me abruma la pesadumbre que trae la avalancha mediática de las noticias, también pienso que "Colombia es un país de 53 nadie" y que sobre esa falencia de identidad y abulia ciudadana hay mucho por hacer. Hemos de admitir que somos un país que, en ocasiones, pasa por encima de todo, incluida la desigualdad que lacera a nuestra gente. Vayamos por partes. De un lado dejamos escapar hasta las bonanzas globales, como sucedió con la última oportunidad que tuvimos cuando los precios internacionales de materias primas y "commodities" se dispararon al unísono con la orgía financiera de los papeles bursátiles con rendimientos imposibles de alcanzar en el mediano y largo plazo. Al respecto, Mauricio Cabrera Galvis, economista, afirmó en el diario Portafolio: «Somos los campeones suramericanos de la desigualdad, el país de la región donde es peor la distribución del ingreso. «...en medio de la bonanza económica de la primera década del siglo y hasta antes de la crisis financiera, todos los demás países suramericanos lograron avanzar hacia una sociedad más justa, mientras que Colombia fue el único que retrocedió y se hizo más grande la distancia entre los pobres y los ricos. «La pregunta obvia es: ¿Por qué en Colombia se agrandó la brecha entre ricos y pobres si (el país) se favoreció con el mismo contexto internacional y tuvo políticas macro similares a otros países que sí mejoraron en distribución y equidad?» 54 Amylkar Acosta Medina, economista y ex Senador de la República, dijo en una conferencia (Escritos 13, enero 2010 -­‐ Universidad Simón Bolívar, Barranquilla) que: «Las cifras no mienten: las utilidades del sector financiero se multiplicaron por siete en el transcurso de siete años, al pasar de los $632.000 millones en 2002 a $4.4 billones en 2009. ...en contraste, durante este mismo lapso el salario mínimo sólo se incrementó 6%. .entre el 2002 y el 2007 la participación de las empresas en el PIB pasó del 28.9% al 33.7%, casi 5 puntos, que representan US $14.000 millones. …entre el año 2003 y el 2008 la participación de los asalariados (en el PIB) se redujo del 34.6% al 31.1%. …el índice Gini pasó de 0.56 en 2002 a 0.59 en 2008, muy cercano al que tenía el país 15 años atrás.» Destaquemos que la desigualdad discrimina no sólo a los pobres sino también a los estratos medios ya que, en términos de equidad profesional y laboral, este fenómeno está presente entre las diferentes clases sociales: descendientes de los europeos, indios y negros (mestizos, mulatos y zambos); los hombres y las mujeres; la población urbana y la rural; las etnias minoritarias, los jóvenes y los mayores de cuarenta años. Habrá que intentar la creación de conciencia con respecto a esa dolencia social mediante el reconocimiento en la comunidad a quienes contribuyan a la solución de aliviar al país de un freno que nos ubica entre los conglomerados más críticos en el mundo. ¡He ahí un reto que demanda sinceridad colectiva! 55 Justo es aclarar que si bien la distribución del ingreso y la desigualdad nos ponen en calzas prietas frente a los guarismos de otros países del continente, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) muestra mejoría en los últimos veinte años porque la combinación con otros factores de ingreso, salud y educación, nos favorece. El reto nacional y de Iberoamérica está allí: en dejar de ser la comunidad más desequilibrada del universo, a pesar de tener sólo dos idiomas principales para quinientos millones de personas -­‐el español y el portugués-­‐, cultura, ancestros y antecedentes mucho más uniformes que otras regiones, y de contar, por fortuna, con un buen potencial humano y con recursos naturales que ayudarían mucho, si hubiera la claridad y el propósito de resolver la disyuntiva que nos viene ocupando: la pobreza enfrentada a la desigualdad. ¿Por qué somos así? Ensayemos a descifrar "¡Por qué somos así!" y por qué ignoramos la brecha de desigualdad y de pobreza, y el grado de atraso relativo frente a otras naciones similares en historia, cultura y potencial de recursos. Arduo camino para transitar si no evaluamos ni incorporamos en la estrategia para la solución de ese fenómeno, los adelantos modernos de la globalización y sus herramientas, tales como la difusión del conocimiento, la televisión de alta definición, el correo electrónico, la Internet de banda ancha, la telefonía móvil, la educación a distancia y el sistema de redes sociales. No se trata sólo de utilizar esos adelantos de manera cuotidiana, como hacemos cada día y a cada hora, sino de añadirlos sistémicamente a los programas 56 de orden social y de formación de un esquema ético y de valores idóneo para el país que hemos de reinventar para dejar de ser así. Lo afirmamos de esa manera porque durante hondos ejercicios de reflexión, de cogitación, nos hemos preguntado: ¿no será que la modernidad nos está empujando de modo imperceptible hacia la solución de "¿Por qué somos así?" ¿No será que muy pronto, querámoslo o no, navegaremos en la marejada universal de cambio y dejaremos de ser así? Lo pienso porque los jóvenes acceden masivamente a fuentes de información y reciben mensajes de injusticia, desequilibrio social y protestas colectivas. Son personas que soportan un dilema acrecentado por la ambivalencia de querer comportarse como miembros de la sociedad de consumo y sobrellevar al mismo tiempo la condición que pesa sobre la población más pobre. Millones de personas que se verán empujadas hacia un cambio de valores que habrá de regirnos si logramos la reinvención de Colombia A riesgo de divagar en este escrito, nos preguntamos: ¿No será una señal de cambio la alta votación registrada en los pasados comicios, con su contenido de sufragios juveniles, independientes, de protesta, de rechazo y de esperanza ante la urgencia de modificar lo existente? ¿No podría ser ése, el de los jóvenes, el camino hacia otro modelo de sociedad más justa, más honesto, más consciente de sus derechos y de los derechos de los demás? ¿En la participación juvenil están la semilla buena y la semilla mala? 57 ¿Somos un país que pasa por encima de todo, incluida su propia gente? ¿O somos un país con futuro? Para resolverlo tenemos que volver a empezar pero con actitudes renovadas. Como lo está haciendo Brasil, que al tiempo que disminuye la pobreza va camino de convertirse en una potencia geopolítica, agrícola, económica e industrial, al lado de los veinte países más grandes del mundo (en el G-­‐20, en compañía de los BRIC: Brasil, Rusia, India y China). Y como Chile que fue recibido en calidad de miembro en la OECD (Organization for Economic Cooperation and Develpment) luego de que, aferrado a un esquema que lleva más de treinta años, abrió el país al comercio y al progreso del mundo, cambió normas sociales y de negocios, garantizó la estabilidad jurídica y con empeño hizo mercadeo internacional para sus productos; mejoró vías y modernizó puertos y aeropuertos; tecnificó la producción del cobre, una de sus principales fuentes de ingreso; se posicionó como productor de frutas, vinos y maderas; investigó posibilidades de nuevas producciones y desarrolló el cultivo del salmón, entre otros rubros. Panamá y Costa Rica se asoman a un porvenir halagüeño, con su Canal interoceánico, el comercio y las finanzas, el uno, y el turismo ecológico, el otro. República Dominicana, a pesar de sus infamantes niveles de miseria, con sus resorts, y Perú, con la minería, el turismo y la agricultura tropical. Así empiezan a salir de la pobreza secular de sus pueblos, con enfoque de mira en los propósitos nacionales. 58 Entonces, ¿por qué nosotros somos así? ¿Por qué cargamos siempre con el mismo pasado de violencia y desenfoque de miras? Nos atrevemos a pensar que. porque tenemos historia y memoria cortas de una dolorosa realidad: la destrucción étnica, la devastación cultural y el robo de sus riquezas a los aborígenes, porque quedamos atrapados en el individualismo de los colonos y perdimos el sentido de compartir, sabiduría que sí tenían los indígenas, porque el modernismo que empezó en el mundo hace más de dos siglos no nos llegó en la forma y cantidad debidas, porque ahora, funesta prédica retomada por el narcotráfico, el dinero ha de conseguirse "sea como sea", para satisfacer las exigencias de la imitación engañosa y perversa a que nos inducen los medios de comunicación, porque no hemos construido un modelo de hermandad con propósitos de nación como otros países en Asia, América, Australia y la Europa arrasada durante la Segunda Guerra Mundial, porque, en consecuencia, tampoco hemos mantenido un modelo económico y social para el futuro como lo han hecho otros. Balance agridulce Aplaudimos los éxitos de los gobernantes como en el caso del presidente Uribe Vélez, con la política de Seguridad Democrática; el aumento de la cobertura de la salud dentro del sistema de la Ley 100/93, no 59 obstante sus falencias; la mejora en las redes de comunicación, de televisión y de teléfonos celulares; la apertura de la economía hacia esquemas más interactivos como los tratados multilaterales, las zonas francas y la gestión gubernamental de comercio exterior. Justo es anotar que, en los éxitos del comercio internacional, al igual que los demás países del Continente, estuvimos ayudados por la coyuntura global, en especial en cuanto a los precios de ciertas materias primas: petróleo, carbón, níquel, oro. Capítulo especial amerita el contacto directo con el elector hecho por el anterior gobernante en su estilo de adalid popular aún cuando ello no conduzca a estructuras sostenibles de participación de la comunidad en las decisiones nacionales. También hay que reconocerles a los gobernadores y alcaldes municipales obras (muchas veces hechas en consorcio con la Nación) como el Metro de Medellín, los cables aéreos, el Trasmilenio en Bogotá y sistemas homólogos en otras ciudades, las bibliotecas modernas, los estadios e instalaciones deportivas, las escuelas, los acueductos y alcantarillados, las vías secundarias, las redes eléctricas y éxitos como los resultados obtenidos por nuestras delegaciones deportivas y la organización de los IX Juegos Suramericanos en Antioquia realizados en el mes de marzo de 2010. Destacamos lo anterior sin olvidar las duras épocas que llevaron al éxodo obligado a otros países de pensadores e intelectuales colombianos pero, aun así, tenemos que reconocer el respeto a la libertad de prensa y a los principios constitucionales; la independencia de la justicia que ha depurado buena parte del Congreso Nacional al juzgar a sus miembros corruptos y ha condenado a funcionarios deshonestos 60 tanto del sector público como del privado. Nos quedan la lentitud en los procesos legales y el alto porcentaje de impunidad y corrupción en algunos niveles de la administración de esta rama del Estado. Habría que mencionar los aportes diversos de muchos compatriotas así como la incursión, aunque tímida, en la informática; la contribución de científicos colombianos (Llinas, Hakim, Patarroyo.); los escritores jóvenes; los nuevos actores y directores de cine y televisión y la afición creciente por el teatro; pintores de fama mundial; los premios para Shakira y Juanes y otros artistas en múltiples expresiones; el éxito competitivo de las mujeres que juegan al futbol y muchos logros como los de ejecutivos de empresa con aceptación en el mercado internacional. Al lado de esos resultados están puertos insuficientes; aeropuertos obsoletos; una red vial de las más atrasadas en América Latina; ciudades contaminadas, con alta polución, llenas de huecos y con deficientes acueductos y falta de alcantarillados. Y también, como una espada de Damocles que quisiéramos apartar de nuestras cabezas, "el pecado mortal" de la desigualdad, el desempleo y la pobreza. Duele traer a cuenta la ausencia de políticas nacionales que miren de manera consistente y continuada al futuro, al escenario estratégico de la globalización y la prospectiva mundial. Y da grima admitir la indiferencia y el consecuente atraso en el campo de las innovaciones, la tecnología propia (no la importada), el desarrollo científico y la apatía por la investigación en los campos sociales, jurídicos, genómicos, médicos, de ingeniería, etc. Con ligereza le hemos asignado a la problemática del Calentamiento 61 Global y los temas conexos un insignificante lugar cuando ello exige del Estado que establezca obligaciones y fije normas que, de no hacerlo nosotros mismos, nos llegarán impuestas por las naciones poderosas. Nos referimos, por ejemplo, a soluciones de fondo en cuanto a la sustitución de energía sucia por energía limpia (producida la primera por la quema de combustibles provenientes de minerales y materiales fósiles como carbón, gas y petróleo (gasolinas diversas, diesel y combustóleo, entre otros); y la segunda por medio de hidroeléctricas, plantas nucleares y fuentes adicionales (eólicas, geotérmicas, solares, etc.). Aludimos también al nacimiento de las aguas (páramos y bosques primarios), factor imprescindible para la regulación de los caudales hídricos; y al control de los usuarios de energía sucia (empresas quemadoras de carbón, vehículos de combustión ineficiente, etc.). Mientras tanto, nos engañamos con el cambio de bombillos caseros y conductas que ayudan pero no en el grado de otras iniciativas de mayor envergadura como las que reclaman los expertos: energía hidroeléctrica, nuclear, solar, eólica, geotérmica. Hay que demandar que los gobiernos, al igual que los empresarios privados, enfrenten lo que nos espera en el futuro en esa materia: una transformación profunda de los hábitos y de la manera de controlar el gasto de energía, y el desarrollo de estrategias inteligentes para convertir ese reto en una oportunidad de mejoras para nuestro propio beneficio y para negociar con los países ricos el sobrante de los buenos resultados en la producción de energía limpia: 62 venderles oxígeno, reducción de CO2, equipos de generación eólica, geotérmica y solar, etc. Para ello ya existen herramientas: la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) adoptada en mayo de 1992 para regir desde 1994; el Protocolo de Kioto (Acuerdo internacional para reducir el 5% entre el 2008 y el 2012 las emisiones dañosas, en comparación con las del año 1990)2 <<Volver>> 2
Los gases que causan el calentamiento global son el dióxido de carbono, el metano, el óxido
nitroso y otros más. 63 64 Inventar un nuevo país que integre la Colombia de las penurias con la otra, corrigiendo al máximo la pobreza, la indigencia, las desigualdades, el desempleo y ENFOQUE: la falta de oportunidades. Con base en los hechos
se impone la necesidad de forjar
una estrategia para el futuro.
3
Para dónde
vamos
65 «Emprender la gran
Los cambios
de conducta
tarea del futuro implíca
dejar atrás lo que ha
pasado y enfocarnos hacia
adelante, en una
renovación nacional
con la vista puesta en el
progreso.»
¿Saldremos algún día del hueco de la desigualdad, la pobreza y la miseria? ¿Con el logro del equilibrio social, dejaríamos de ser como somos? Yo creo que sí. Claro que concebido ese equilibrio como el producto de una educación con énfasis humanístico y cívico, de respeto por los valores esenciales de la sociedad: honestidad, tolerancia, convivencia, familia, vida, paz. El mundo entero se enfrenta a problemas similares, incluidos países con alto nivel de desarrollo, como muchos europeos, Estados Unidos y Japón. La solución no es fácil dados los hábitos de consumo, el seductor modelo de vida americano, el dinero de la droga y otras realidades globales que conducen a cambios forzosos en materia de ética y de paradigmas sociales que llevan, entre otros males, al desperdicio de bienes y recursos naturales, y a la superproducción de materiales dañosos para el planeta. Es imprescindible el cambio conductual en todos los órdenes y niveles de la sociedad mediante la creación de sensibilidad y la adopción de propósitos para direccionar adecuadamente las acciones necesarias. 66 Lograrlo implicará apelar al producido de los principales recursos naturales: petróleo, gas, carbón, níquel, oro, esmeraldas. Sus volúmenes de extracción, beneficio y procesamiento suben y alcanzan mejores precios internacionales, sin que sepamos con certeza cómo se reparten esos recursos. Lo que sí percibimos es la generación de riqueza, ¡y cuánta! Adicionalmente sabemos que, al estar esos recursos enredados en el presupuesto e inmersos en la corrupción, no llegan en montos razonables a quienes tienen derecho al legado de los antepasados (se habla de que cuatro billones de pesos anuales se quedan en manos de delincuentes de cuello blanco). Anhelamos que, por lo menos en parte, se utilicen para reemplazar la pérdida de nuestro segundo mercado externo (Venezuela); para la salud mediante la compra de drogas caras en Colombia y baratas afuera, y para un sueño que acariciamos y repetimos con insistencia: ver a nuestro país como jugador en la búsqueda global de la energía limpia. Nada de esto lograremos si no reformamos la justicia para contar con un sistema ágil, eficaz y con suficientes garantías de estabilidad. Si no hacemos de la educación una herramienta para el crecimiento y el desarrollo cívico y social. Si no enderezamos la concepción ética del manejo de los recursos públicos ni abolimos la convivencia de los particulares con el mecanismo corruptor de la tolerancia y el pago de sobornos. Si no optamos por formas expeditas de manejar la administración del Estado y de la empresa privada. Si no hallamos solución al problema del cultivo y tráfico de la droga y al 67 conflicto con la guerrilla. Si no dejamos de ser mentirosos y desvergonzados. Si no… si no… si no… Emprender la gran tarea del futuro implica dejar atrás lo que ha pasado y enfocarnos hacia adelante, hacia una renovación nacional con la vista puesta en el progreso. Reinventar a Colombia El objetivo de la prosperidad exige un compromiso inescapable con las políticas y acciones destinadas al cuidado del medio ambiente, al desarrollo de la ciencia, la tecnología, la investigación y la educación con miras al futuro en concordancia con lo que somos cultural y sociológicamente. En otras palabras, el compromiso nacional con el futuro en vez de limitarse a una lista de logros adaptados a la conveniencia coyuntural, ha de ajustarse a metas de largo plazo adoptadas bajo la óptica de Nación. Tendremos que evitar que los planes municipales, departamentales y del gobierno central sigan siendo inconexos; emprender la organización del Estado para adecuarlo al siglo veintiuno; lograr la abolición de comportamientos corruptos de políticos y particulares inescrupulosos. También, reiteramos, hemos de ser exitosos en la creación de una justicia oportuna y honesta, y por esa vía ponerle freno a la avidez del capitalismo criollo y a la codicia de las multinacionales. Sólo así, asentados inflexiblemente en la coherencia programática y ética, desarrollaremos los propósitos nacionales, que han de llevarnos a una 68 Colombia en paz. Sin embargo, antes de cualquier otro aprendizaje, hemos de entender y admitir que la paz es una catarsis de perdón (¿y una purga de olvido?) que requiere de salidas dignas para los violentos, basadas en brindar oportunidades y facilitar con firmeza su resocialización. Habrá pues que rediseñar el actual proceso de paz y el esquema de lo que sigue después de la reconciliación para no caer en calamidades como las pandillas criminalizadas que empiezan a ser preocupantes en todo el país y principalmente en las grandes ciudades. Si logramos la reconciliación, confiamos en que saldremos del hueco de la pobreza, la indigencia y el desequilibrio social. ¡Dios nos lleve de su mano! "¡Me quedé en punta! ¿Cuál es la fórmula mágica?", refunfuñó un amigo después de leer los primeros originales de este escrito, lo que me llevó a pensar que: Colombia necesita un "diseño de país" que nos imagine en el futuro, incrustados como nación en la modernidad, y participantes de retos como la integración universal de la cultura y el conocimiento, la lucha contra el calentamiento atmosférico y los problemas globales; el nuevo comercio internacional y el frenético mundo de la innovación y la tecnología. Para ello debemos abandonar el provincialismo y adentrarnos en los negocios del siglo veintiuno: la genética; la producción eftciente de alimentos transformados y de comestibles orgánicos; la energía limpia y el entretenimiento. El compromiso mundial de lograr un mayor crecimiento del PIB sin agregar contaminación, nos lleva a ser consecuentes con el reemplazo progresivo de 69 "energías sucias" por "energías limpias". Es una tarea difícil pero también un deber ineludible. En nuestro caso puede ser una meta de grandes proporciones: siembra masiva de bosques, mane}o lucrativo del agua, desarrollo de programas alternos para eliminar CO2 y fabricación de bienes exportables con el uso de energías no contami nantes. Al respecto, cabe pensar que podríamos dirigir parte de los recursos de la minería a la creación de empleo mediante la producción de "energía limpia", con el ensamble de molinos generadores de energía eléctrica y la fabricación en grande de paneles solares y de baterías (ambos bienes exportables) para producir y almacenar esa energía. La fórmula es compleja aun cuando se nos anto}a que es la vía del futuro. Lo otro, seguir sólo machacando los intentos de siempre, es más cómodo, menos exigente, pero carece de visión y de la posibilidad de dar el salto al desarrollo y al equilibrio social para restituir lo que perdimos a través de cinco siglos, desde cuando a los aborígenes los despojaron de todo. El logro de la igualdad es una meta que no puede alcanzarse de}ando de lado la pobreza, la indigencia, las pensiones, la salud, la vivienda, la exclusión social, la educación y la paz. Sin embargo, el cumplimiento de mandatos como la Seguridad Social o la vivienda popular, deben programarse en dimensiones racionales y con programas viables a}ustados al crecimiento de la economía. La educación ha de impartirse basada en la Colombia del futuro y no en cifras de calidad y volúmenes medidos bajo parámetros tradicionales, como si el mundo fuese a ser el mismo dentro de varias décadas y el éxito se tasara 70 en cifras estadísticas y no en la eficacia futura de lo que se haga. Se requiere insistir en que el comercio internacional dentro del contexto de la globalización incluye la difusión de nuestros valores culturales (humanísticos, históricos y autóctonos) y en que los TLC s son pieza clave en ese camino novedoso que debe aportarnos bastante en la solución mágica: más empleo en sectores aún no explorados. El proyecto ha de comprender metas, objetivos y propósitos claros en materia de políticas y planes coherentes, al margen de la politiquería y la corrupción. Como tal, tiene que acompañarse, entre otras herramientas, de una estrategia profesionalizada de relaciones internacionales y de cancillería, pragmáticas y eftcaces. Con el aporte de gente nueva1 joven1 capacitadas y ambiciosas. El crecimiento económico requiere infraestructura en todos los órdenes: transporte urbano y por carretera, trenes y ríos; aeropuertos eftcientes; puertos marítimos y conjuntos de vivienda integral (con parques, servicios, hospitales, telecomunicaciones e infraestructura urbana). No por ser un tema manido éste deja de ser otra tarea inescapable que demanda, al mismo tiempo, equilibrio fiscal que armonice las políticas pertinentes con la ftnanciación de las obras envueltas en el proyecto de una nueva Colombia. Tan esperanzada iniciativa deberá colocarnos en capacidad de tener una alta productividad y producir bienes y servicios a tono con la demanda mundial para ser competitivos, como nunca lo hemos sido en un grado que, pienso, somos capaces de alcanzar. Hay que hacerlo 71 mediante programas de Crecimiento Sostenible (basados en recursos renovables) en lo ecológico, lo económico y lo social; y apoyados en el equilibrio ambiental urbano1 rural y selvático. La política del futuro tiene que estar fundada en parámetros de servicio a la comunidad y honestidad, mientras que la salida para la violencia guerrillera, paramilitar y de inseguridad urbana demanda el fín del narcotráftco y una negociación del conflicto interno realizada con inteligencia para alcanzar el entendimiento nacional. No podemos olvidar que la solución al problema del narcotráfico, envuelta actualmente en un panorama oscuro e incierto, pasa por la gestión ante otros países para que adopten programas que ayuden a combatirlo y a establecer políticas y normas que conduzcan a eliminarlo. Tal vez, por qué no, instaurando la legalización del uso de drogas alucinógenas. Añadiríamos que hay que corregir la toma de decisiones que responde a las presiones públicas y privadas para satisfacer intereses puntuales. Y erradicar las normas amañadas (impuestos, exenciones, autorizaciones para formar monopolios disfrazados, tasas de interés usurarias, urbanizaciones fuera del contexto normativo y de los planes básicos de las ciudades, permisos para dañar el medio ambiente). En fin, tantas que no caben aquí. Todo ello requiere de un vigía que ha de ser inflexible: la Sociedad Civil. No serán los funcionarios de vigilancia legal y de fiscalización -­‐Contralores, Procuradores, Personeros-­‐ quienes cumplan esa misión que debe ser a prueba de ambiciones personales y 72 políticas. Será la comunidad la que habrá de reclamar planes, metas y leyes reglamentarias, y exigir su cumplimiento. Por tanto, es condición ineludible que tengamos en adelante gobiernos, congresos, asambleas departamentales, concejos municipales, juntas de acción comunal y un sistema judicial que induzcan y hagan viable el comportamiento ciudadano enfocado en el seguimiento de sus intereses por parte de la comunidad misma. El pivote del capital extranjero A partir del año 2005, la inversión extranjera se disparó en Colombia. Si se compara el período 2005-­‐2007 con los cuatro años anteriores se observa que ésta se triplicó y adquirió un ritmo que se mantiene. La inversión está dirigida principalmente al sector minero-­‐petrolero (50%) mientras que la industria manufacturera sólo atrae el 17% del total. A continuación siguen los sectores financiero y del comercio. El principal inversionista son los Estados Unidos, seguido de Anguila (un paraíso fiscal en el Caribe), Brasil, Panamá, España y Chile. Dadas esas fuentes tan diversas, se debe tener mucha cautela en la interpretación real del origen de los capitales. De otra parte, es necesario precisar la incidencia que tienen esos recursos en los diferentes renglones de desarrollo del país. Así vemos que la mayoría de los recursos provenientes de los Estados Unidos se invierten en el sector minero y petrolero, actividad que pocos empleos aporta. La otra porción está concentrada en negocios comerciales y financieros que son poco demandantes de nueva mano de obra. Las inversiones brasileras se concentran por lo pronto en la minería y el acero mientras que los capitales chilenos 73 se orientan al negocio de grandes extensiones de mercadeo directo y a la salud (EPS ColMédica y Humana). Los servicios de salud también cuentan con la EPS Sanitas, de origen español. En el ramo de los medicamentos, de alto interés para la sanidad de los colombianos, muchos de los laboratorios son sucursales de empresas norteamericanas y europeas. En cuanto a los capitales ibéricos, lo nuestro sólo representa un poco más del 3% de su inversión en el conti nente. En este sentido estamos por debajo de Argentina, Brasil y Chile. No obstante, su presencia en el país ha sido dinámica en la banca, los seguros, la electricidad, la telefonía. Es bueno mencionar, aunque aquí se esté enfatizando en la cuestiones de inversión económica, su colaboración en el campo cultural; el intercambio de las academias de la lengua y de la historia; su apoyo a nuestros escritores y el estímulo a los valores vernáculos de la danza, la música y otras manifestaciones humanísticas. Habrá que observar cómo evolucionan los TLC con Canadá, Europa y Estados Unidos. El balance puede ser preocupante para ciertos productos, como los lácteos que allá son subsidiados y de alta productividad. Hay que seguir cuidadosamente los términos que se convengan con los Estados Unidos para bienes que se producen con elevada eficiencia agrícola, pecuaria, manufacturera y de servicios, al igual que los que se derivan de la investigación, el desarrollo científico, la informática y la genética, en particular la referida a la biodiversidad del país y territorios aledaños. Igual cuidado exigirá el movimiento de capitales para inversión en nuestro país, al amparo de dichos convenios. 74 Si miramos con cuidado el fenómeno de Brasil, vemos cómo estamos de lejanos de los logros de esa nación. Su enfoque ha sido diverso y generador de comercio internacional y de empleo formal. Así han logrado grandes avances en la agricultura, la producción de combustibles renovables (bioetanol), el petróleo, la ganadería, la avicultura, la aviación, la producción de autos y la investigación científica, entre otros. La reducción de la pobreza y la incorporación de empleo regular han sido importantes en ese país. Hacemos la comparación porque esa referencia plantea retos y lleva a repensar determinados paradigmas en los cuales nos hemos enclaustrado. Además, vemos que se trata de una nación localizada en nuestro mismo hemisferio, con condiciones geográficas, climáticas, de biodiversidad y territoriales similares a las nuestras, y porque las características de sus habitantes y su devenir histórico comparten muchos puntos con nosotros, cosa que no sucede cuando tratamos de incorporar sistemas y experiencias de Estados Unidos y Europa. No es malo producir petróleo, flores, banano, café, alimentos derivados de los lácteos, confecciones o maquinaria. En ello radica parte de nuestra modesta fortaleza de comercio exterior. Lo que no es loable es que no haya en nuestra agenda metas grandes, de participación significativa, en el mundo tecnológico y científico que se avizora en el presente siglo. En consecuencia, se requiere que examinemos juiciosamente la vocación cómoda que ha tenido el país en los últimos años al registrar las halagadoras cifras de inversión extranjera. Un buen suceso, a no dudar, pero debemos examinar con profundidad si ello ha 75 generado o no desarrollo y empleo en grado razonable, ya que es evidente que mucha de la riqueza creada por este fenómeno puede beneficiar mayormente a los inversionistas e inducir a una falsa sensación de beneficio para el país. Para lograrlo, no basta con desarrollar las zonas francas, la estabilidad jurídica y los convenios tributarios. Hay que agregarle, insistimos, generación obligatoria de empleo y transferencia de tecnología mediante actividades productivas. Así lo hicieron los chinos. Los ministerios de Relaciones Exteriores y de Comercio, Industria y Turismo, en ejecución mancomunada, habrán de concebir una Cancillería Comercial diferente, que abarque no sólo los puntos anteriores sino la incursión de Colombia en Asia y en otros mercados donde ya están presentes, con cifras relevantes, países como Brasil, Chile y Perú. A más, claro está, de mejorar las relaciones con los demás estados de Latinoamérica. En razón de lo dicho, es imprescindible captar más capital extranjero pero para invertirlo en proyectos innovadores y creadores de investigación y tecnología. Y, de nuevo, porque es lo fundamental, generadores de empleo. <<Volver>> 76 77 ENFOQUE: Inventar un nuevo país que integre la Colombia de las penurias con la otra, corrigiendo al máximo la pobreza, la indigencia, las desigualdades, el desempleo y la falta de oportunidades. Las estrategias requieren
de un sueño que las inspire
y de una visión encaminada a la
solución de problemas inescapables.
4
Renovación
y sueños
El ex presidente Uribe
nos deja el legado de la
Seguridad Democrática.
Un umbral de
¿La Era de la
renovación?
tranquilidad que
el presidente Santos
debe mantener y
continuar. Sólo que ha
de hacerse conjugando el
desarrollo equitativo
con una política externa
audaz y progresista.
Tenemos nuevo Presidente de la República y un remozado equipo de gobierno integrado por funcionarios capacitados y de exitosa trayectoria profesional, personal y política. Buen síntoma. El equipo, con el presidente a la cabeza, anuncia más ciencia, tecnología y desarrollo; empleo calificado y formal, y una agresiva política agraria que incluye restitución y repartición de tierras. Además, está enfrentando con vigor los problemas que mencionamos atrás. ¡Estimulante dosis de optimismo para los colombianos! Cabe anotar que como parte del breviario quedan pendientes las reformas a la Justicia y a la Seguridad Social, las leyes de tierra y de resarcimiento de las 79 víctimas de la violencia, el aumento de la productividad y el posicionamiento en materia de competitividad. El régimen cuenta con economistas connotados: Juan Carlos Echeverri (Ministro de Hacienda); Carlos Rodado Noriega (Ministro de Minas y Energía); Juan Camilo Restrepo (Ministro de Agricultura); Mauricio Santamaría (Ministro de Protección Social) y Hernando José Gómez (Director de Planeación Nacional). El empuje concertado de esos talentos reunidos es una razón para que abriguemos la quimera de inventar una nueva Colombia. El ex presidente Uribe nos deja el legado de la Seguridad Democrática. Un umbral de tranquilidad que el presidente Santos debe mantener y continuar. Sólo que ha de hacerse conjugando el desarrollo equitativo con una política externa audaz y progresista. Sin miedo a las grandes ligas del calentamiento global y las energías limpias que pretenden solucionar el más grande reto que haya tenido la humanidad. Nos imaginamos al país sembrando árboles por doquier, generando energía por medios no contaminantes, introduciendo sistemas de transporte menos dañinos, produciendo y poniendo a funcionar molinos de viento, paneles solares, baterías de acumulación energética. La gama es ancha y retadora. Necesitamos mente abierta y oídos alertas para que la crítica y los conocimientos nos lleguen oportunamente y nos induzcan a la reflexión. 80 ¡Soñemos el país! La misión es Soñar a Colombia para crear un país nuevo en lo económico, lo social y lo político, mientras que la meta es reinventarnos para las futuras generaciones. Ese empeño significa dejar en el pasado aquello que no conviene en el mundo actual. Lo difícil es hacerlo conservando valores que no debemos perder: la alegría, el folclor, el apego al buen idioma castellano, la poesía, la gentileza de nuestra gente, el amor al trabajo, en fin, lo que nos distingue. Sin embargo, insistamos en que la acción de renovarnos es con paz, empuje económico, educación y también con sociología y antropología, ciencias necesarias para restañar las heridas del conflicto y las desgarraduras de la pobreza, la indigencia y la violencia, la del conflicto, la interpersonal y la familiar. En otras palabras, proponernos con actitud desprevenida que el pasado quede en la historia, el presente en la temática obligatoria de lo que hemos de modificar y el futuro en la galaxia exitosa del mañana. Cerremos con las palabras con que iniciamos: El reto es inventar un nuevo país para integrar la Colombia de las penurias con la otra, la del bienestar. Perdonen, amigos de los sueños, el desorden de esta carta-­‐libro, pero así son las epístolas cuando salen del corazón: caóticas aunque auténticas. Termino con una reflexión: ¿Seremos capaces de hacer realidad esta fantasía? 81 El presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, les dijo a sus conciudadanos: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país.» Mi anhelo es que cada uno de nosotros, con las capacidades, disposición y talante que nos son propios, se constituya en paladín de la lucha que nos plantea el futuro: Reinventar a Colombia. William R. Fadul Noviembre de 2010 <<Volver>> 82 Agradecimientos
Los libros reflejan al autor. El mensaje es de quien escribe la obra aun cuando en ocasiones el texto se halle matizado por sugerencias de colegas, correctores de estilo y editores. Pero, en el fondo, la obra responde a la posición de quien la firma. Este ensayo epistolar empezó como una carta que dilectos amigos leyeron, analizaron, diseccionaron, criticaron y enriquecieron con agudos comentarios. Todos dieron de sí lo mejor para conformar una autoría plural. De todas maneras, el escritor mantuvo el hilo conductor del mensaje. Ahí radica su verdadera responsabilidad sobre el contenido. Agradezco a Jaime y Aura Inés, que originaron esta empresa de ensueño; a Myrian Zúñiga, humanista, profesora, investigadora; a Jaime Paredes, ejecutivo asegurador; a Álvaro Cabrera, consultor de estrategia empresarial; a Naudín Gracián, escritor, hombre de letras y devoto del idioma; a Juan Felipe Castro, creador de nacimiento; a Patricia Díaz, editora pulcra, dedicada y profesional; a Patricia Mejía, mi señora, angeóloga (que lee los mensajes de los ángeles); a mi hijastra Tatiana y a su esposo, Thomas Darde, quienes analizaron el material en medio del trajín de París, donde viven; a mis hijas María Isabel, Natalia y Yolanda María, que me animaron con sus comentarios y observaciones; y a Vicky Bejarano, directiva del sector asegurador colombo-­‐español quien, en su condición de presidente de la aseguradora Mapfre de Colombia, 83 apoyó la publicación. Quedan por mencionar otros a quienes agradezco su ayuda. Tienen mi amistad y aprecio. Ellos lo saben. Esta carta-­‐libro fue también posible gracias a que muchas personas, entidades y medios (periódicos, revistas, libros, documentos y páginas de la Internet), me permitieron acceder a informaciones y documentos valiosos. Entre ellos: la Bibilioteca Luis Angel Arango, la Universidad Nacional, el Banco de la República, El Tiempo, Portafolio, Vanguardia, Revista Semana, Salomón Kalmanovitz, Armando Montenegro y Rafael Rivas, Mauricio Cabrera, Amylkar Acosta, Amylkar Hernández, las páginas Web citadas en el texto y otras. A todos estos y a los demás no mencionados por razones de espacio, mis sinceros agradecimientos. <<Volver>> 84 IMAGENES http://img80.imageshack.us/i/62255961.png/ http://elojodepez.files.wordpress.com/2010/01/carabelas.jpg http://qherpo.blogspot.com/2007_02_01_archive.html http://www.redmexicana.com/comun/actividadeseducativas/AmericaLatina/ AmericadelNorte/Mexico/conquista.asp http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=507007&page=38 http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=381108 http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Torres_Metro_Cable-­‐Medellin.JPG# http://dsdconsulting.files.wordpress.com/2010/01/tecnologia1.jpg http://www.taringa.net/posts/noticias/1681729/_Queres-­‐Informarte_Actuali-­‐ zarte_-­‐_Tecnologia_.html http://www.medioambienteytecnologia.com/wp-­‐content/ uploads/2010/04/487218_51927640.jpg http://www.soliclima.es/instalaciones/lista/103-­‐paneles-­‐solares-­‐sobre-­‐cubier-­‐ta-­‐
de-­‐nave-­‐industrial.html http://paolajohana.blogspot.com/2010/04/sector-­‐energetico.html 85 

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