Vení que te cuento… Relatos de un día en la escuela secundaria

Transcripción

Vení que te cuento… Relatos de un día en la escuela secundaria
Serie Mundos escolares
Vení que te cuento…
Relatos de un día en
la escuela secundaria
Vení que te cuento…
Relatos de un día en la escuela secundaria
Esta producción pudo realizarse gracias a los aportes del Fondo de las Naciones Unidas
(UNICEF), la Facultad de Educación (Equipo de Investigación de Educación de
Adolescentes y Jóvenes -Unidad Asociada CONICET) y la Editorial de la Universidad
Católica de Córdoba.
Vení que te cuento…
Relatos de un día en la escuela secundaria
De la presente edición:
Copyright © 2015 by UNICEF – EDUCC Editorial de la Universidad Católica de Córdoba.
Dirección editorial:
Elena Duro (Especialista en Educación UNICEF-Argentina)
Carla Slek (Directora de Publicaciones Editorial Universidad Católica de Córdoba)
Dirección académica de la colección:
Horacio Ademar Ferreyra
Coordinación Serie Mundos escolares:
Adriana Carlota Difrancesco
Silvia Noemí Vidales
Arte de tapa y diseño de interiores: Fabio Viale
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Todos los derechos reservados – Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723
ISBN: …………………………..
Integrantes del equipo de trabajo responsable de esta publicación
Director:
Horacio Ademar Ferreyra
Codirectora:
Olga Concepción Bonetti
Coordinador:
Juan Gabriel Daniel Scarano Tessadri
Sistematización, compaginación y puesta en texto:
Marta Ester Pasut
Autores:
Serena Alassia Badino, Aldana Rosa Allende, Ramiro Bachella, Agustina Del
Valle Barletta, María Raquel Barrionuevo, Sabina García Bazán, Alejandro
Bosack, Gabriela Viviana Brocca, Mario Antonio Bruno, Nazarena Carbelotto,
Carolina Mónica Carrizo, Luz Milagros Cofanelli, María Agustina
Degaudencio, Rocío Belén Del Prado, Nicolás Agustín Depetris, Trinidad
Fares, Patricia Galarza, Paula Jimena García Veritá, Tomás Esteban García,
Martina Denis Gasparotti, Ignacio Gentili, Mabel Gilardi, Daniela Giraud,
Vanesa González, Federico Griffone, Florencia Hobus, Liliana Juárez,
Fernando Juárez, Cristina Maris Lucero, Mélani Ayelén Maccari, Esteban
Madero, Sebastián Mendoza, Lautaro Merado, Norberto Palancar, Juan Pablo
Pistelli, Gladys Teresa Rosales, A. Emir Salomón, Stéfano Tierzi, Estela
Nancy Valles, Ivana Waigadt y Juan Manuel Zimmermann
Lectura crítica:
Gabriela Noemí Alessandroni y Silvia Noemí Vidales
Agradecimientos
El equipo de investigación de la Facultad de Educación de la Universidad
Católica de Córdoba y UNICEF Argentina agradecen a los directivos,
docentes y estudiantes que pusieron en palabras las particularidades de sus
días en la escuela secundaria, y a las instituciones de pertenencia de las
provincias de Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.
Del mismo modo, a los miembros del jurado que supieron leer la letra y el
espíritu de cada relato y a los gobiernos educativos de las provincias
participantes por su apoyo.
Presentación
En el mes de octubre de 2014, la Facultad de Educación, a través del equipo de
investigación de Educación Secundaria Unidad Asociada CONICET, de la
Universidad Católica de Córdoba, con el apoyo de UNICEF Argentina, lanzó
una convocatoria –dirigida a estudiantes, docentes y directivos de las escuelas
de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Córdoba– titulada “Un día en la
escuela secundaria”. El objetivo apuntaba a identificar, sistematizar y difundir
lo que piensan, hacen y sienten los verdaderos protagonistas de las
instituciones, a través de relatos que mostraran, desde la propia experiencia, el
desarrollo de una jornada escolar.
Hubiese sido fácil considerar que la fecha era un poco insólita, ya que
noviembre es algo así como el viernes del año, ese último día de la semana que
anticipa la tranquilidad venidera. Profesores, directivos, estudiantes, la
totalidad del personal está –en ese mes– abocado a hacerlo todo ya, porque el
año se acaba: unos necesitan cerrar notas, otros quieren levantarlas, hay quienes
ya quisieran estar fuera de la escuela porque –total– todo ya está definido, hay
que preparar actos, dejar todo perfecto… La escuela entera va de un sitio a otro
tratando de conservar la calma y de llegar a tiempo con lo que se ha
programado. Sí, docentes y estudiantes están agotados en cada noviembre con
aires de verano, pero la convocatoria se les presentó como un desafío.
Por eso -y para sorpresa de los escépticos- la invitación a relatar experiencias
escolares tuvo una aceptación extraordinaria. Antes del 30 de noviembre, fecha
límite de las presentaciones, se recibieron 402 relatos de docentes y de
estudiantes. Los trabajos fueron valorados durante los meses de diciembre y
enero por un jurado internacional, integrado por 29 profesionales de la
educación de diferentes áreas1. De cada categoría se seleccionaron 15 relatos. En
todos se da cuenta de las diferentes ópticas y realidades de las escuelas
secundarias de las provincias de Córdoba y Entre Ríos2.
La lectura de los relatos de estos “días en la escuela secundaria” ha sido
realmente interesante. Nada es rutinario en la institución. “La escuela es uno de esos
lugares con un encanto particular, uno nunca sabe qué le deparará la jornada, pero sí se
puede afirmar que no hay dos días iguales múltiples cosas transcurren por ella, y nunca
1
2
Véase en el apéndice 1 la nómina de los miembros del jurado.
Véase en el apéndice 2 la procedencia institucional de los relatos seleccionados.
7
salimos igual que cuando entramos” –dice una de las docentes que respondió al
reto3–.
La lectura del material permite infinitas reflexiones. Quien lo lea desde la
primera hasta la última página, encontrará un hilo conductor que lo llevará a
variadas interpretaciones, pero este compendio podrá también ser leído a partir
de distintos recorridos. Hay textos que resaltan las relaciones que se tejen en la
institución, relatos que invitan a observar qué es lo que pasa en la escuela. Son
las narraciones que “hablan” del clima que sobrevuela en los patios, en las
aulas…, del vínculo entre profesores y estudiantes o entre pares. El lector podrá
atravesar esa atmósfera leyendo sucesivamente un relato de un docente y luego,
uno de un estudiante: a veces, las impresiones serán coincidentes en otros casos,
la divergencia servirá para prestar atención a determinados planteos. Hay
relatos concurrentes de unos y de otros que destacan la apertura de la
institución hacia el contexto en que se encuentra. Están los de docentes y
estudiantes que ensalzan el valor del trabajo en equipo y los de docentes que –a
través del relato- reafirman su vocación.
En los relatos de docentes y directivos se advierte, esencialmente:
• El amor por la tarea:
“Quienes abrazamos esta apasionante vocación, debemos asumir el compromiso de
reinventarnos cada día para que la escuela sea el lugar donde logremos
´permanecer´, cumpliendo cada uno con las obligaciones correspondientes, tejiendo
lazos que sean lo suficientemente sólidos como para ahuyentar todo intento de
abandono y de deserción, fortaleciendo el sentimiento de ´pertenencia y amor´ hacia
el lugar que nos cobija durante un período tan importante en nuestras vidas”4.
• El respeto por el estudiante:
“A mí, esas etiquetas[las que docentes y estudiantes suelen aplicar a distintas
personas] me duelen, y sólo deseo que desaparezcan definitivamente.
´Erradiquemos etiquetas´ sería la bandera que arriaría al final de esta tarde
tormentosa. Y bajo la lluvia, las etiquetas claudicarían chorreando y limpiando
carteles para dejarlos luminosos y con la esperanza de cambiar la historia de sus
portadores.”5.
“No puedo evitar sentirme molesta cuando veo que no se los diferencia como seres
humanos distintos, me parece que debe ser horrible estar destinado a ser tildado
igual a otra persona solo por nacer el mismo día…”6
• La confianza en los jóvenes:
“Sentí en todo momento, desde lo más profundo de mis convicciones, que seguramente y luego de esta experiencia- estos alumnos serán ciudadanos
María Raquel Barrionuevo (docente): “El día que llegaron los murciélagos a la escuela”.
Gladys Rosales (docente):“La escuela secundaria: oportunidades para seguir reinventándonos”.
5 Cristina Maris Lucero (docente): “Interior panóptico”.
6 Carolina Mónica Carrizo (docente): “Yo soy…”
3
4
8
comprometidos con la cosa pública, con la política, sin temor de expresar sus ideas
serán participantes activos en este sistema democrático, que tanto nos costó
conseguir, y estarán capacitados para el abordaje de la variedad de dificultades que
hoy afligen a la sociedad en general.”7.
“A quienes no creen que estos chicos son el cambio, yo les digo que para mí son junto con mi familia- el motor que hace que todos los días ponga mi despertador y en vez de enojarme y tirarlo al suelo- lo apague (aún antes de que suene) y con una
sonrisa de complicidad suba a mi bicicleta y llegue feliz al colegio: mi lugar”.8.
”En este mundo de sueños, de objetivos por cumplir, la fuerza de los jóvenes es
crucial: el debate termina con un aplauso ensordecedor, y la mirada atónita de los
docentes.”9.
• La capacidad de reaccionar positivamente ante imprevistos:
[Ante la comunicación de los padres del embarazo de una estudiante]
“¡Entonces… vamos a ser abuelos! (Y lo dije así, enfáticamente, como si realmente
mi propia hija Florencia, por entonces de los mismos quince años que Julieta,
estuviera embarazada). Sucedió a continuación un momento mágico, de
felicitaciones y alegría por la próxima llegada de un nuevo ser a este mundo. Allí
pude apreciar que se aflojó el rictus que portaban los futuros abuelos en cada uno de
sus rostros, supongo que por la preocupación acerca de la reacción de las
autoridades de la escuela ante tan magna noticia. Luego, la charla transcurrió por
los carriles naturales que corresponden al abordaje de la situación de embarazo
adolescente en la escuela: la comunicación a los profesores y compañeros, cómo
transcurrirán los meses degestación, cómo la cuidaríamos, la garantía de la escuela
hacia Julieta de poder continuar estudiando embarazada y luego como mamá,
etc.”10.
Para algunos profesores, la escritura del relato ha servido para compartir los
interrogantes que se plantean a menudo.
“¿Qué hacer ante casos como este? ¿Habría que interiorizarse en las situaciones
aducidas? ¿Tenemos que colocar directamente un aplazo? ¿Es más adecuado
descontar puntos hasta que el trabajo sea entregado? ¿O confiamos directamente en
la posibilidad de superación de nuestros estudiantes, en sus justificaciones y en que
estas son también instancias de aprendizaje?”11.
“¿Cómo puede ser que un chico llegue al secundario pensando que no sirve para
Educación Física? ¿Dónde estaba el profesor cuando el niño sentía eso? ¿Por qué le
negaron la oportunidad de aprender y lo etiquetaron de inservible para la actividad
física? ¿Por qué esos padres no lo llevaron a una plaza o un parque para jugar y
divertirse? ¿Por qué?”12.
7 Mario Antonio Bruno (docente): “Adolescencia, Política y Democracia”.
8 Vanesa Gonzalez (docente):“La Legislatura en manos de los alumnos”.
9 Paula García Veritá (docente): “La Centenaria, participación, debate y compromiso”.
10 Alejandro Bosack (docente): “Julieta y el presidente”.
11 Norberto Palancar (docente): “Mojado…, pero satisfecho”.
12 Carolina Mónica Carrizo (docente): “Yo soy…”
9
Hay relatos en los que se manifiestan deseos de avanzar en los cambios
institucionales y/o personales:
“Sin embargo, en esta escuela, formadora histórica de docentes, –como en otros
sitios-, aún persiste un prejuicio. Aún da miedo que el espacio público sea
compartido. Tal vez tengamos que escuchar más a los jóvenes, nuestros alumnos,
alma y sentido de una institución que promueve igualdad y respeto por los derechos
humanos, con memoria y con presente.”13
“Tengo muchas preguntas sin respuestas. En primer lugar, tengo que analizar mi
práctica (en cuanto a la selección de las actividades). Debo buscar un sentido al
comportamiento de los alumnos que, a pesar de tener la edad y los intereses en
común, responden de maneras diferentes a una misma actividad. En los cinco años
que llevo desempeñándome como docente de Educación Tecnológica, es la primera
vez que un grupo de alumnos no se interesa por un proyecto, al menos de esta
característica. Debo detenerme sobre esto y reflexionar.”14
Y otros que ponen en evidencia el orgullo de ver cómo los estudiantes son
capaces de enfrentar desafíos:
“Verlos debatir me ponía la piel de gallina. Durante los ensayos en clase había
ciertos alumnos que siempre debatían, pero también habían viajado chicos muy
tímidos, algunos de ellos con problemas graves que traen desde su casa, desde
ausencia de acompañamiento de sus padres hasta violencia familiar. Era algo que
no podía olvidar. Pero ese microclima limó todas las asperezas y, por momentos,
todos fueron iguales, defendiendo un mismo ideal. No olvidaré más esas caras. No
importa cuántas horas demandó el viaje. La simple recompensa de ver en varios
rostros la mirada de alegría, de esperanza, de afecto, fue suficiente para darme
cuenta de que parte de mí quedó en ellos, en su corazón. Tal vez algunos consideren
utópico que acciones como estas reviertan otros problemas, pero para mí es un
avance, un granito de arena que viene de la mano de la educación y de los que
educamos.”15
Hay quienes, en sus textos, dejan traslucir el clima institucional que permite la
tarea conjunta:
“Pero, a veces, hay tardes que no son tan tranquilas. Son esas tardes en que
sentimos –junto con los preceptores y algunos tutores- que nos atropella la
realidad: una pelea entre las chicas, amenazas de un varón a otro, robo de celulares
en un curso, padres desesperados porque encontraron a su hijo fumando un porro y
nos piden consejo o estudiantes que -de repente- se descomponen en hora de clases y
hay pedir urgentemente una ambulancia. Es en esos momentos cuando, como
cuerpo docente y directivo nos proponemos hacernos cargo de que la escuela que
Paula García Veritá (docente): “La Centenaria: participación, debate y compromiso”.
Estela Nancy Valles (docente): “Dos aulas, dos mundos”.
15 Vanesa Gonzalez (docente): “La Legislatura en manos de los alumnos”.
13
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10
creíamos conocer y en la cual nos formamos durante tantos años ya no existe, y de
que estamos trabajando para que esta nueva escuela sea cada vez mejor.”16
O el compromiso que cada docente asume ante su tarea:
“Me voy pensando en Sergio. Me llevo a Romero con su problema, a Argüello que
llevó la nota escrita en su angustia a Olivero, con su actitud a Jeremías, que volvió
a la hora a dar vueltas sin sentido y a Balverdi, que hoy me duele
mucho…oohhh…Me llevo un poco de todos, lo mejor, lo peor, los defectos y las
virtudes. Ya estoy sintiendo las gotas de lluvia que me refrescarán un poco y
mojarán mis ojos, los calmarán, los acariciarán. Me llevo en mis pupilas escenas
que recordaré esta noche para repasarlas, y mi mirada penetrará en cada suceso
para intervenir con lo mejor de mí”.17
Con respecto a los relatos de estudiantes, si el lector elige leerlos uno tras otro,
tal vez advierta en ellos la respuesta a las diversas actitudes de los docentes. Los
jóvenes son el espejo de cada práctica y en la sinceridad de sus relatos está
presente el agradecimiento a sus profesores, a la escuela, a los compañeros, a la
familia, al sitio al que pertenecen, pero también la crítica que necesariamente
lleva a la reflexión. Lo más importante es leerlos libres de prejuicios. No juzgar
por el contenido o la forma de expresión. Leerlos para aprender a conocerlos y
comprenderlos. No hay que olvidar que más allá de un sitio donde los jóvenes
se preparan para continuar estudios superiores, conseguir un trabajo, “forjarse
un destino”, etc., la escuela secundaria “sirve” para divertirse, relajarse,
descubrir amigos, afianzar relaciones, experimentar… En la escuela, hay
adolescentes y jóvenes que van desarrollando habilidades para responder a
distintas demandas de los adultos, que van construyéndose a sí mismos…, pero
también hay otros que se sienten menospreciados, solos, y que pasan por las
aulas como escondidos.
Uno de los relatos comienza con esta frase:
“Cada día en la escuela representa una batalla por vivir. Vivir un día puede ser
bueno, malo, aburrido o interesante, pero si estás rodeado de gente a la que
aprecias, un día en la escuela puede ser una aventura única”.18
Y esta certeza acerca del valor del entorno aparece en varios de los relatos. Por
ejemplo:
“Cada uno tiene su opinión y comentario respecto a este contraturno, pero lo que
podemos decir entre todos es que es un excelente lugar para aprender miles de cosas
Fernanda Juárez (docente): “Un día en mi escuela”.
Cristina Maris Lucero (docente): “Interior panóptico”.
18Federico Griffone, Stéfano Tiezzi y Ramiro Bachella(estudiantes): “Adormilados”.
16
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nuevas, adquirir nuevos conocimientos, fomentar valores, desarrollar nuevas
técnicas y hábitos ya sea en el ámbito laboral/educativo o en cualquier espacio que
estemos, en sí, a pesar de que a algunos no nos guste, uno aprende muchas cosas
aunque no se dé cuenta, esto a la larga se podrá ver claramente.”19
Algunos estudiantes destacan, en su narración, la práctica de su institución de
trasladarlos a conocer otros sitios. Una joven cuenta:
“Esta experiencia me pareció fascinante, la posibilidad de conocer la ciudad de
Buenos Aires de otra manera, no solo como la muestran los noticieros, y de poder
aprender de cada sitio que visitamos en ella. Me divertí mucho, creo que la
confianza con las maestras se afianzó y que en ningún momento la pasé mal. Me
gustaría que todos los años realizáramos, por lo menos, un viaje de este tipo, ya que
enriquece nuestros conocimientos y fortalece nuestras ganas de aprender.”20
También está presente el disfrute en eventos especiales que cada escuela
organiza:
“Ha sido un día atiborrado de experiencias, risas pero también un día de
conocimiento con el amplio sentido que posee esta palabra: conocernos a nosotros
mismos en una situación de gran responsabilidad, como esta de organizar un
evento, y con las responsabilidades que implica. También conocimos a algunos de
nuestros compañeros del colegio con los cuales, por cuestión de afinidad o por el
simple hecho de no hallar motivo valido, no hubiera sido posible entablar un lazo en
otra circunstancia distinta a esta. Por eso me encantan y disfruto mucho de estas
jornadas recreativas de la Institución, puesto que siempre -por más pequeñas que
sean- me llevo un recuerdo imborrable y un nuevo aprendizaje.”21
El relato sirve –además- para hacer evidente el orgullo que implica participar en
las tareas solidarias que propone la institución:
“Rápidamente todos acordamos revivir la obra de la forma más linda y noble:
llevándola a una escuela Integral para niños con capacidades diferentes. Damos fe
de la increíble disposición con la que se organizó la visita. Para el día pactado,
logramos armar el escenario con la escenografía correspondiente, se prepararon los
actores con su vestuario característico y con muchas ganas de compartir. Se realizó
la interpretación con éxito y los niños se encontraban muy contentos, pero todo no
terminaría allí. Pasamos el resto de la mañana compartiendo con ellos, hablando,
jugando y realizando actividades varias. Para el final, los chicos fueron a comer y
nosotros volvimos contentos por haber hecho una obra de bien con gente que lo
necesitaba, y todavía nos encontramos con intenciones de volver.”22
“Reflexionamos sobre la inclusión de Corazones Abiertos (grupo que desarrolla
actividades solidarias compuesta por alumnos del colegio) a la Cooperativa Escolar.
Tomás Esteban García (estudiante): “El mejor de todos”.
Serena Alassia Badino (estudiante): “Una experiencia diferente: un viaje a Buenos Aires”.
21 Florencia Hobus (estudiante): “Un día atiborrado de experiencias”.
22Emir Salomón y Juan Manuel Zimmermann (estudiantes): “Meses de recuerdos en un día de nostalgia”.
19
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Todos coincidimos que fue muy acertada. Es muy lindo estar todos juntos Bajo El
Mismo Sol asomándonos a la solidaridad.”23
Y, de pronto, en el fárrago de relatos de unos y otros, el lector puede encontrar
correspondencias imprevistas, como ésta: en el texto de una profesora24, resalta, entre
otros, este párrafo:
“Cuando se producen ciertas acciones por parte de los estudiantes que
interrumpen el normal desarrollo de las clases, tales como esconderse cartucheras, o
molestar de manera infantil no acorde a la edad real, por mencionar sólo algunas,
les resalto los hechos históricos que protagonizaron jóvenes de su misma edad tanto
en nuestro país como en el mundo, citando ejemplos como la Revolución de Mayo,
la Reforma Universitaria de 1918, el Mayo Francés, el Cordobazo, la Primavera de
Praga, etc. Aprovecho -de esta manera- la historia para que reflexionen sobre su
accionar”.
Y más adelante, ya en los relatos de los jóvenes, es posible encontrarfragmentos que –
de alguna manera- dialogan con el anterior:
“En el primer módulo, tenemos Historia con la profesora Gladys Rosales. Ella nos
habla todo el tiempo, realmente sabe mucho porque nos habla de todo lo que pasó en
nuestro país y en el mundo como si estuviera contando su propia vida. Sabe
muchísimo, y nos enseña muchísimas cosas. A veces, uno se pregunta ¿para qué
me sirve esto? Y después, en las noticias, ves algo sobre nuestro país y decís: Yo lo
sé a esto, me lo enseñó mi profesora de Historia. Ahí es cuando te das cuenta de
que, con tantas cosas que te hacen hacer, terminás juntando un montón de
conocimientos”25.
“Por suerte, entramos al aula con Biología. Aquí, la profesora es la mejor, no solo
porque nos da libertad en hacer lo que queremos, siempre y cuando sea con respeto
hacia ella y hacía el resto de los compañeros, sino también por la forma que tiene de
enseñar, aconseja mucho y nos explica con detalles cada problemática o cada
concepto de su materia o de la vida en general. En su clase podemos sacarnos
muchas dudas. Siempre nos responde con la mayor sinceridad todas las preguntas
que le hacemos, siempre está dispuesta a ayudarnos en todo, en su hora la pasamos
re bien y nos divertimos mucho. Esta profesora –Laura- se presta mucho para
pasarla bien.”26
En definitiva, cada uno puede armar su propio itinerario y también ir eligiendo
–al azar- los textos por los motivos que le apetezcan: docente o estudiante, corto
o extenso, temática que parece anunciarse en el título, procedencia de sus
autores…
23Luz
Milagro Cofanelli (estudiante): “Nueve… ocho…”
Gladys Rosales (docente): “La escuela secundaria: oportunidades para seguir reinventándonos”.
25 Trinidad Fares (estudiante): “Minuto a minuto”.
26 Aldana Rosa Allende, Agustina Del Valle Barletta, Rocío Belén Del Prado, Martina Denis Gasparotti,
Melani Ayelén Maccari (estudiantes): “Maldito viernes”.
24
13
Cualquiera sea el camino que se inicie, es probable que, en algún momento, el
lector descubra la paradoja que trasciende estas escrituras: la convocatoria
invitaba a contar un día en la escuela secundaria, pero en los relatos de ese día
en particular hay tanto pasado y tanto futuro en confluencia, que el límite entre
dónde empieza la escuela secundaria y dónde termina “la otra parte del día” se
va diluyendo. Más que un lugar y un tiempo determinado, pareciera que un día
en la escuela es la conjunción de muchos pasados, de grandes expectativas
hacia el futuro y de una época en la vida que marca y acompaña para siempre.
Equipo de
Investigación
14
ÍNDICE DE CONTENIDOS
DOCENTES / DIRECTIVOS
17
Mojado…, pero satisfecho. (Norberto Palancar)
17
Lunes de Noviembre. (María Agustina Degaudencio)
29
El día que llegaron los murciélagos a la escuela. (María Raquel
Barrionuevo)
37
Julieta y el Presidente (Alejandro Bosack)
40
Adolescencia, Política y Democracia (Mario Antonio Bruno)
43
Interior panóptico (Cristina Maris Lucero)
48
El ángel de la motoneta. (Patricia Galarza – Mabel Gilardi)
56
Yo soy (Carolina Mónica Carrizo)
59
La escuela secundaria. Oportunidades para seguir
reinventándonos. (Gladys Teresa Rosales)
73
La legislatura en manos de los alumnos (Vanesa González)
77
Golondrinas (Liliana Juárez)
80
La centenaria: participación debate y compromiso (Paula Jimena
García Veritá)
82
Un día en mi escuela (Fernando Juárez)
84
Dos aulas, dos mundos (Estela Nancy Valles)
86
Y otra vez no llovió. (Daniela Giraud)
91
ESTUDIANTES
96
Minuto a minuto. (Trinidad Fares)
96
El mejor día de todos. (Tomás Esteban García)
98
Una experiencia diferente: Viaje a Buenos Aires. (Serena Alassia
Badino)
101
Problemas de un adolescente que trata de ser normal. (Sebastián
Mendoza)
107
Treinta y seis esclavos cautivos y uniformados. (Sabina García
Bazán)
110
Nueve…ocho…(Luz Milagros Cofanelli)
113
Un viaje a Buenos Aires. (Juan Pablo Pistelli, Nazarena Carbelotto,
Lautaro Merado)
117
Algo más que solo alumnos, (Ivana Waigadt)
120
En el mundo escolar todo puede pasar. (Gabriela Viviana Brocca)
123
Un día atiborrado de experiencias. (Florencia Hobus)
128
Crónica de una pasión metalera. (Esteban Madero)
132
Meses de recuerdos en un día de nostalgias. (A. Emir Salomón,
Juan Manuel Zimmermann)
134
Adormilados. (Federico Griffone, Stéfano Tierzi, Ramiro Bachella)
142
Maldito viernes. (Aldana Rosa Allende, Agustina Del Valle
Barletta, Rocío Belén Del Prado, Martina Denis Gasparotti, Mélani
Ayelén Maccari)
145
Un viernes en nuestros zapatos. (Agustín Nicolás Depetris Ignacio Gentili)
148
Reexiones para seguir mejorando la escuela
151
Apéndice 1: Miembros del Jurado
160
Apéndice 2: Procedencia institucional de los Relatos
160
Referencias Bibliográficas
161
DOCENTES / DIRECTIVOS
Mojado…, pero satisfecho
Norberto Palancar
La mañana del viernes de octubre ostenta un gris plomizo, con un cielo
amenazante de lluvias pronosticadas y ausentes por varias semanas. Arribo a la
escuela a las 7:23 AM e ingreso por un portón lateral, abierto de par en par y
con una persona de maestranza que recibe con una amable sonrisa a alumnos,
padres y profesores que elegimos ese acceso para entrar a la escuela, y el cual
con el toque de timbre se cerrará.
Camino unos pocos metros y me dirijo de inmediato al curso en el que
tengo clases en el primer módulo, a escasos siete minutos. No ingreso al aula,
pero percibo que ya hay muchos alumnos en su interior sin que hayan
encendido la luz de los tubos fluorescentes. En el mismo momento advierto, a
través del extenso patio interno y en dirección opuesta al aula, que algunos
profesores en una sala están reunidos tomando algún café, y aguardando que se
inicie la larga jornada de viernes. Decido ir hacia allí. En el trayecto cruzo a un
profesor y amigo que se dirige hacia un pasillo interior, nos saludamos, en diez
segundos hablamos dos palabras circunstanciales y cada uno continúa su
camino. No alcanzo a ingresar a la sala de profesores cuando toca el timbre para
iniciar el primer módulo. Retorno sobre mis pasos, me dirijo al curso, y noto
que algunos profesores se quedan allí.
Al ingresar al quinto año B, saludo con énfasis, pero pocos responden.
Cada uno está en su cosmos:planificando la salida de la noche, realizando
tareas para las materias de esa mañana, corrigiendo alguna actividad,
preguntando datos, obnubilados con algún celular o, simplemente,
conversando. Pienso que este, junto a los recreos, debe ser uno de los momentos
en que cada alumno se siente como fuera de clases, pero en el aula, adentro de
la escuela, en uninstante de reencuentro con “el otro”, y que cada uno recordará
toda una vida.
Les anuncio a todos que la clase va a empezar y, automáticamente, el
grupo de más de treinta alumnos se dispone para ello. Ingresa la preceptora,
saluda. No alcanza a llegar a la mesa de profesores, me proporciona el libro de
temas, el parte diario, me solicita que tome asistencia y continúa su camino
hacia otro curso. Leo la lista de alumnos, primero mujeresy luego los varones, y
17
en vista de la jornada de capacitación sobre Educación sexual integral que se
realizará próximamente, me pregunto por qué a nadie se le ocurrió una única
lista en donde la igualdad los ubique sin importar que sean de uno u otro sexo.
Anoto los ausentes y -ante algunos silencios- varios alumnos “justifican”
espontáneamente a dos estudiantes por estar afectados en el Proyecto ONU.En
ese momento, algunos rezagados ingresan al aula presurosos. Saludan a los
compañeros ubicados en su círculo cercano de bancos y sillas,con la escala de
tiempo en “clave adolescente”, muy particular,casi sin prisa ni contexto y luego
se acomodan en el aula. Curiosamente, son los mismos que reinciden en sus
tardanzas a través de varios viernes. ¿Qué decisión tomar frente a los alumnos
que sistemáticamente llegan tarde a la primera hora de clase en la escuela?
¿Preguntarles el motivo de manera pública o privada? ¿Colocar la tardanza o
interiorizarse y atender a los motivos de la situación? ¿Debería ser una tarea de
la preceptora, autoridades de la institución, profesores, o de todos los
nombrados? ¿Proceder con parámetros de justicia para con aquellos que
siempre están cumpliendo con los tiempos? Lamentablemente, en esta escuela
no tenemos un gabinete psicopedagógico, porque no es sólo “colocar la
tardanza o la falta”. ¿Qué impacto tiene esto en la trayectoria escolar de estos
estudiantes? ¿Qué función cumplen las familias en estas circunstancias?
Personalmente creo que hay escenarios en los que los docentes podemos actuar
e involucrarnos, más allá de que muchos opinen que estudiaron sólo para dar
clases de su materia en particular. Pero no basta con una acción quijotesca, sino
más bien colectiva, consensuada y acordada, que se vería fortalecida por el trato
casi familiar que existe en la institución.
Comenzamos la clase de Música, orientada en la jornada a aspectos
teóricos, retomando lo abordado el día anterior en un medio módulo. Explico
nuevamente las pautas para la presentación de la evaluación anual integradora
exigida por la institución, y les indico las calificaciones y los criterios que se
tendrán en cuenta para las notas de cada alumno. Además, entregosiete síntesis
que habían sido solicitadas el lunes anterior (fuera del horario de la materia),
una por cada grupo y siguiendo la línea de la metodología de estudio que se
aplica en laescuela. Realizo una devolución y les explico la calificación a cada
grupo. Algunos intentan modificar su nota desde la retórica, y distingo que lo
hacen por un reclamo individual de obtener una mayor calificación y no en
función de un equipo de trabajo, responsable de lo realizado. Tampoco veo el
interés por aprender de los errores, sino la búsqueda directa de una calificación
lo más alta posible. No importa que se les haya indicado la ausencia de citas de
fuentes utilizadas. Tampoco la copia burda y textual de fuentes de internet.
Importa sólo la calificación. Y pienso, ¿qué alumnos estamos formando?¿Los
18
estamos educando, instruyendo? ¿O dejamos que otras realidades
extraescolares los abrumen y les generen expectativas y exigencias de corto
plazo en un escenario de competición? Frente a esto, decido profundizar los
parámetros de organización que deben utilizar en el momento de realizar un
trabajo en equipo. ¿Es realmente un trabajo colectivo, o sólo la acción de uno de
ellos expresada de manera solidaria con la inscripción de los nombres de todos
en las hojas foliadas? Desde que tengo memoria, muchos cuestionan la manera
de trabajar en grupos que se efectúa en la escuela secundaria, tanto de manera
presencial como extraescolar. Aspectos como cantidad de integrantes,
momentos y lugares de reunión, actividades escolares y no escolares realizadas
en dichos encuentros y otros elementos extras, configuran una preocupación de
muchos padres y profesores que se expresa en reuniones de entregas de
libretas, como una tarea potencialmente problemática. Por ello, les explico que
las calificaciones son varias: por trabajo individual, por trabajo colectivo, por
aportes al grupo, por materiales de trabajo, por el fundamento de lo presentado.
Particularmente creo que hay una distancia entre lo que se considera trabajo en
grupo y trabajo en equipo. Y en función de ello, trato de que los alumnos
experimenten las dos formas, pero con un sentido de maduración a través de
todo el transcurso del ciclo lectivo anual.
Rápidamente se reúnen en grupos de trabajo pequeños (ya constituidos
en una clase anterior) y comienzan a resolver las consignas para planificar una
instancia de integración con los contenidos de la asignatura, de manera original
y creativa. Se levantan, preguntan, consultan entre ellos, me llaman. Algunos
discuten, otros hablan, otros miran por la ventana el día gris con el presagio
cada vez más cercano desde los sentidos de la vista y el olfato, de una lluvia
inminente. Todos los grupos están trabajando de manera concentrada en el
diseño de un listado de los contenidos más importantes abordados en el año,
para luego aplicarlos a través de una estrategia de presentación práctica en la
integración. Los alumnos están habituados a este tipo de evaluaciones, y se
considera una prioridad como política institucional que ya tiene varios años de
trayectoria, en el sentido de que cada alumno -de manera individual y/o
colectiva- tenga que acreditar los contenidos desarrollados durante todo un año
de cursado. Si bien no hay ninguna investigación científica que lo evidencie,
consideramos y verificamos a través de nuestra experiencia a lo largo de
muchos años, que -de manera general- estas integraciones promueven y
evalúan progresos intelectuales en los alumnos, desde las tres perspectivas
implicadas: mecánica, lógica y creativa, concordando con cada aspecto una nota
cuanti y cualitativa.
19
De repente observo, hacia la parte posterior del aula y entre dos grupos
que están revisando trabajos prácticos en carpetas de la asignatura para una de
las consignas, que una alumna está con la cabeza sobre el banco, dormitando.
Presencio la acción sin interrumpir el trabajo áulico, ya que no es la primera vez
que ocurre. Luego se incorpora lánguidamente y comienza a utilizar su celular,
como si estuviera sola. Si bien las normas son claras al respectoy he retirado
numerosos celulares en horas de clase utilizados para fines privados, en este
caso decido, con criterio, no expresar nada en ese momento para no quedar
enfrentado al resto de los alumnos. Esta es la viva expresión de una situación
que se repite y me preocupa desde hace muchos años enlos últimos cursos de la
educación secundaria: una alumna de un programa de intercambio,recién
ingresada, que asiste a una escuela que tal vez no haya elegido, que no puede
comunicarse de manera fluida en el idioma del país en el que se encuentra –
importante barrera comunicacional- sin relación con sus compañeros ni
comunicación por parte de ningún responsable familiar ni institucional, y sin
ningún parámetro para evaluar su “presencia ausente”. En este caso la alumna
es danesa, y la pregunta es ¿cómo proceder? Algún docente, en clave de humor,
seguramente habrá pensado, “Tengo que capacitarme en mi espacio curricular,
en formatos, en didáctica, en Educación Sexual Integral, en el censo, en el
Programa Nacional de Formación Permanente y ahora tal vez tenga que
aprender idioma danés”. Pero es todo un desafío posible, alumnos de Canadá,
Estados Unidos, Francia, Alemania, Finlandia, Noruega, han demostrado que el
tiempo, como aliado, ayuda a derribar las barreras del idioma, mostrando un
horizonte de inclusión y optimismo. Vale la pena intentarlo, ya que está
demostrado que se abren posibilidades magníficas de integración, pero -como
se expresó más arriba- es necesario que se ocupen de manera conjunta,
colectiva, todos los responsables, lo que no equivale a que solo lo hagan algunos
que quieran o puedan.
Me acerco e intento hablar con mi inglés precario, tal como ocurrió en
clases anteriores y luego a través de otra alumna, que se desanima con un Profe,
no se haga problema, ya está, no entiende nada de nuestro idioma.
Me intereso, pregunto, y descubro que los mismos alumnos, como no
pudieron comunicarse fluidamente con ella, prácticamente ignoran su
presencia. Intento convencerlos acercándome a los grupos, para que la
incorporen y pueda realizar las actividades de integración, por lo menos, para
no quedar en una situación de desidia y aislada de todos. Una compañera le
hace señas, le habla lentamente en inglés, la mira a los ojos… La estudiante de
intercambio hace lo mismo y expresa unas pocas palabras, gesticula… En su
perfecta cara nórdica se dibuja una mueca de desconcierto, mira hacia un
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costado, alguien le acota una frase en inglés, y ella asiente y se ubica junto al
grupo seleccionado. ¿Podrán incorporar al grupo a alguien de una cultura
diferente? ¿Habrá algún prejuicio etnocéntrico en los adolescentes y profesores
frente a los que no comparten un mismo idioma, costumbres o códigos de un
determinado grupo? Seguramente podré deducir conclusiones cuando pasen a
exponer lo que están preparando para la integración, pero, por lo menos, la
alumna ya no dormita ni utiliza el celular.
Y vuelvo a plantearme el protagonismo controvertido que le cabe a ese
genial aparato de comunicación y diversión, el celular, que –lamentablemente,
por su uso indiscriminado y desmesurado- se ha ubicado en no pocos sitios de
debate relacionados con el mundo de la educación, el trabajo, las relaciones
humanas y hasta el ocio. Creo que en las escuelas aún se necesita reflexionar
sobre la reglamentación de su uso, ya que -cotidianamente y en todo horario- se
observan situaciones de estudiantes y docentes, que proceden a su
manipulación directamente, sin ninguna relación pedagógica, ni siquiera de
manera moderada o reservada frente a todo un grupo espectador. Una cosa es
la legislación, y otra lo que se hace con ella o lo que ocurre en las aulas. Privado
o personal, no pedagógico, sí. ¿Y cuál es el límite, o qué docente revisa diez,
veinte o treinta celulares que no se desvíen de su uso pedagógico cuando se
autoriza como recurso de búsqueda y procesador de información? ¿Y cuáles son
las sanciones reales en el caso de no cumplirse con esta norma? ¿Corresponde
sanción en todos los casos? ¿Y siempre se procede igual frente al que no
cumple, sea docente o estudiante? La reglamentación indica que, en el caso de
un alumno, se le debe retirar el celular y entregarlo a la autoridad de la
institución para que sus padres o un mayor lo puedan recuperar. Pero en
muchos casos el alumno se niega y lo guarda. Toda esta situación genera un
contexto de tensión extrema, ya que los padres -por presión de sus hijos- tienen
que asistir de manera urgente a la escuela, la autoridad explica la situación, y el
docente tiene que cargar sobre sus espaldas con la recriminación de alumnos,
padres y alguno que otro docente. Así es como muchos deciden ignorar la
realidad.
Y retorno a la idea que desarrollé más arriba, ante otras situaciones: la
solución pasa por el trabajo en conjunto, mancomunado, responsable, siempre
buscando un aprendizaje o intentando corregir, hablando, otorgando y
solicitando confianza. Y en estos aspectos hay mucho para trabajar.
Vuelvo a mi escritorio, me siento un minuto para completar el libro de
aula, pero inmediatamente llegan tres alumnos coordinadores que representan,
cada uno, a un grupo de trabajo. Consultan, evacuan sus dudas y se retiran.
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Culmino de escribir temas, actividades y de firmar, y comienzo nuevamente a
recorrer el aula. Explico,por tercera vez, la dinámica de lo pretendido y
sorteamos el orden para la exposicióndel trabajo, para dentro de quince días. Ya
conocidas las fechas, algunos argumentan que tal día no van a asistir a la
escuela, por diversos motivos. Comienza nuevamente un aparente confuso
diálogo grupal, ya que casi todos discuten, pero -en el fondo- presiento que es
lamanera de reaccionar para evitar ser los primeros en realizar el trabajo a la
vista de todo el curso. Se establecen acuerdos y todos los grupos aceptan lo
establecido.
Para finalizar la clase les solicito la entrega de un trabajo práctico que,
debido a la ausencia devarios alumnos durante las dos semanas anteriores, no
habían sido entregados. Dos alumnos me expresan que algunos integrantes
habían faltado ese díay que justamente ellos tenían ese trabajo y que, por lo
tanto, no podían entregar o hablar de lo que habían escrito.Y rememoro que en
más de dos decenas de años de dar clases en educación secundaria, presencié
varias situaciones de este tipo, a modo de “deja vu”. Y me parece también que
se ajusta perfectamente para ser un postulado de las extravagantes leyes de
Murphy, que podría ser redactado como: “Si soy un estudiante de educación
secundaria, integro un grupo de trabajo y hay que presentar una tarea, es
probable que el responsable de entregarla, no asista por diversos motivos a la
escuela ese día”. Desde el primer día de clases, les explico a todos que cada
trabajo práctico tiene que estar en la carpeta de cada alumno.
Pero hechos así se reiteran a menudo. ¿Qué hacer ante casos como este?
¿Habría que interiorizarse en las situaciones aducidas? ¿Tenemos que colocar
directamente un aplazo? ¿Es más adecuado descontar puntos hasta que el
trabajo sea entregado? ¿O confiamos directamente en la posibilidad de
superación de nuestros estudiantes, en sus justificaciones y en que estas son
también instancias de aprendizaje?
Decido que todos los grupos entreguen el trabajo el próximo lunes, y que
lo lleven al curso en donde voy a estar dando clases. No sé si me equivoco en
igualar a todos, pero creo que les di una oportunidad a algunos estudiantes
para que revisen su responsabilidad.
Al terminar la hora, saludo. Algunos siguen trabajando, otros se reúnen
en la puerta del sector exterior del aula y otros se dirigen hacia el kiosco a
comprar alguna golosina para desayunar. Casi con el mismo toque de timbre,
una música con un volumen tal que no deja distinguir su ritmo invade el patio
de la escuela. Es viernes. Algunos alumnos de sexto año ofician como
musicalizadores oficiales, y reúnen a sus compañeros en torno a los dos grandes
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parlantes del hall de ingreso al teatrillo de la escuela, que da al patio cubierto.
La ceremonia se repite en todos los recreos del último día de la semana,
enarbolando su culto a la amistad y la popularidad ganada a través de los seis
años transcurridos en la institución. Atravieso el patio, entre sonidos, ritmos,
algunos perros adoptados por la escuela que buscan comida arrojada por los
alumnos, intercambio algún saludo y, presuroso, me refugio en la sala de
profesores. Tomo un café rápido, leo en el pizarrón las novedades
institucionales y, de manera automática, me dirijo al primer piso donde se
encuentra tercer año B, para el que está programada una evaluación escrita de
Historia.
Subo las escaleras, atravieso un pasillo y llego al curso antes del toque de
timbre. Están los treinta y nueve alumnos en el aula, la gran mayoría sentados,
repasando nerviosos con sus libros, apuntes y carpetas en sus bancos. Algunos
se acercan y rezongan por mi prematura llegada, y otros, en su rebeldía ante la
autoridad (en el sentido pedagógico) cuando me ven ingresar, salen al recreo,
hacia el patio.
Retumba el timbre y, para muchos estudiantes de ese curso, repiquetea
de una manera más enérgica que de costumbre. Ingresan los que estaban en la
galería interna y se escucha algún que otro grito, pero rápidamente el curso
queda en silencio para escuchar las consignas. Tenían que estudiar el periodo
que se inicia con la independencia nacional y llega hasta los gobiernos de Rosas.
Explico de manera general de qué se trata, los criterios con los que serán
evaluados. Busco siempre que no perciban la evaluación como algo
estructurado, tedioso, estresante, sin utilidad, con un único fin de la calificación
sino como una instancia mediante la que se puede aprender un desafío que
pone a prueba conocimientos, experiencias, información, interpretación y
reflexión. Y que les sirva para su presente y su futuro.
No hace falta expresar el famoso “saquen una hoja”, ya que todos la
tienen sobre el banco. Les indico el título, les solicito que escriban sus nombres
y les dicto una consigna general. Inmediatamente se escuchan algunas quejas:
-¿Tenemos que copiar?
-¿Y cuántas consignas son?
Algunas alumnas observan que manipulo papeles y sonríen de manera
cómplice. Seguidamente reparto las hojas impresas con un listado de diez
enunciados y una grilla al lado de cada acontecimiento. Tienen que determinar,
en cada una, si el enunciado es verdadero o falso y justificar los falsos. Con
mucha curiosidad leen las propuestas, están muy interesados, no sé si por los
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diez puntos o por la sorpresa de la situación (todas las evaluaciones que
preparo tienen estructuras diferentes y, en cada oportunidad, los alumnos están
esperando ver “con qué va a salir el profesor”). Un alumno dice
-Profe, no vamos a poder terminar la guía de trabajo, y tampoco vamos a llegar a hacer
la integración final.
La guía de trabajo es un proyecto extenso de actividades de fin de año, y
esa integración es un juego de preguntas y respuestas, por equipos, al estilo
programa televisivo. Tal vez la deducción fue, “mucho trabajo, poco tiempo,
nos salvamos de algunas de esas exigencias”.
Como la instancia es por parejas, comienzan a debatir. Evacuo todas las
dudas y les digo que nadie se puede levantar, hasta por lo menos treinta
minutos después. Digo esto para que cada pareja pueda proceder de manera
autónoma y para que no se levanten a cada instante para preguntar cosas que
ellos mismos pueden solucionar. Me piden con la mirada y varios se levantan
igual. Me dicen: Tenemos una duda, ¿la número tres es verdadera o falsa? Preguntan
la misma consigna que ellos tienen que resolver, les digo que por media hora
perdí la memoria. Y ellos me responden que también. Decido no continuar el
diálogo para no desconcentrarlos.
Alguien levanta la mano y de manera inmediata dice: Profe: ¿puede haber
algún error en la redacción de la uno? ¿No te confundiste? Aprovecha la situación
otra alumna y dice ¿Y en la ocho? ¿Puede ser que tengamos que justificar solamente
dos puntos en total? Tal vez algún gesto de mi cara le indicó a esta alumna que
debía revisar nuevamentesus respuestas, muy distantes de esos dos puntos, ya
que automáticamente volvió la mirada hacia su compañera de banco, y
continuaron debatiendo, preocupadas e indecisas.
A medida que pasa el tiempo escriben, me miran, dialogan, debaten,
ensayan respuestas, borran, tachan, todo en un ambiente de aprendizaje y
respeto absoluto. Me siento pleno y orgulloso por ellos, ya que es un grupo
franco que exige, pero aprende, que demuestra interés por el conocimiento, que
no deja que el profesor se desplome en la rutina y en el automatismo de la
educación. Sus edades son de entre catorce y quince años, y tampoco dejan de
tener la espontaneidad e ingenuidad de los preadolescentes y adolescentes.
Repentinamente alguien mira por la ventana y comenta exclamando: ¡Se
largó con todo!
El presagio tempranero se cumplió, y no cesará por las siguientes cuatro
horas. Un alumno me mira y exclama, con un toque de ironía o quizás de
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oportunidad para su compañero y él: Profe, vaya a entrar el auto al patio que cae
piedra…, haciendo referencia a lo que sucede cada vez que hay tormentas
fuertes: un desfile de profesores ubicando sus vehículos en el inmenso patio
interno techado del colegio. Observo por la ventana desde el primer piso que da
a la calle y no alcanzo a distinguir nada, porque la cortina de agua es densa y
copiosa. Vuelvo la mirada preocupada, hacia el cursoy advierto que los
alumnos que están ubicados cerca de la ventanas ya están más interesados en lo
que pasa afuera que en sus actividades. Pero la gran mayoría, o no le dio
importancia, o ni se enteró de la situación climática y sigue enfrascada en sus
debates intelectuales.
Luego de una hora reloj, comienzan a entregar los que terminaron la
instancia y se dirigen al patio, dejando la puerta abierta del aula. Un grupo
pequeño se reúne en el pasillo y, de repente, una alumna me pide ingresar al
aula: Profe, ¿puedo ver lo que puse en mi prueba? Le respondo que eso será posible
luego de que terminen todos, y se retira rezongando. Queda una pareja, que
decide utilizar el mayor tiempo posible, pero –finalmente-entrega a diez
minutos del toque de timbre. Desde la puerta les indico a todos que ingresen al
aula para realizar una puesta en común sobre las respuestas. Veo que un grupo
de unos cinco varones sale corriendo para evitar ingresar al aula nuevamente y
cuando expreso que voy a poner tardanza al que no está en el aula, vuelven
sobre sus pasos y se apresuran a ingresar. Pero no todos retornan, y me debato
entre anotarlos o no en el parte diario. ¿Es la misma situación que había
ocurrido en el primer módulo con los alumnos de quinto año que llegaron
tarde?¿O es una travesura inocente a diez minutos del toque de recreo y como
expresión de desahogo por la situación que han traspuesto? ¿De qué manera
puede influir en un alumno atravesar una instancia de evaluación y darse
cuenta de que sus respuestas no coinciden con las de otros de sus compañeros?
¿Qué papel juega la presión que muchos padres ejercen sobre las calificaciones
de sus hijos estudiantes? Finalmente los anoto y decido consultar luego con la
preceptora del curso.
Algunos ingresan preocupados, ya que consultaron en el pasillo y había
respuestas que no coincidían, y eso le generó dudas. ¿Este escenario no es una
forma de aprendizaje, con una marcada actitud hacia la superación de posibles
errores? Creo que también puede haber un seguimiento familiar en pos de
buenas calificaciones, y por el año en el que estoy con ellos compartiendo el
aula, hay de las dos cosas en juego. Quizás más de la primera.
-Profe, ¿puedo ver que puse, que estoy en dudas…?
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Al explicar cada una de las respuestas percibo que se combinan
expresiones de satisfacción y júbilo con algunas de desencanto y resignación,
pero no de abatimiento.
-¿Para cuándo las traes? Tratá de que no sea para fin de semana, porque si me va mal
no me van a dejar salir…
Creo oportuno en la misma clase, y cada vez que el tiempo me lo
permite, indicar las respuestas de lo que se solicitó al culminar la evaluación.
Tal vez no a todos les interese, pero muchos lo retribuyencon atentos gestos en
sus rostros. Y yo conjeturo que ayudo a revisar o consolidar aprendizajes, o a
plantear una manera diferente de pensarlos o replantearlos.
Toca el timbre, saludo de manera colectiva y me retiro, entre chicos que
caminan junto a mí y me comentan que les fue bien o mal.
Media mañana y segundo recreo. La lluvia comienza a problematizar la
jornada, ya que la institución está ubicada en un barrio de arterias que se
anegan. Y el meteoro vierte una cantidad inmensa de agua en poco tiempo. Se
inundan las calles y observo que, por el portón lateral por el que ingresé muy
tranquilo temprano a la escuela,ahora abierto, comienza a entrar agua de
manera preocupante. En forma inmediata brota, de las alcantarillas internas del
patio, a modo de geiser desde los sumideros, un torrente de agua. El patio
empieza a anegarse. Algunos alumnos atraviesan caminando adrede por el
lugar -o no tan adrede- buscando regresar a cada aula ya con varios toques de
timbre, que se camuflan con el ruido del agua que arrecia sobre las chapas del
techo del patio. ¿En qué condiciones transcurrirán las clases a partir de este
momento?
Intento llegar a mi próximo curso, otra división paralela de Música de
quinto año. Ya el agua alcanza en casi todo el patio unos tres centímetros de
altura. Antes de entrar, una alumna me dice
-Profe, hay agua en el aula.
De la calle al patio y del patio a las aulas. Observo que otro grupo de
alumnos se está trasladando del lugar. Muchos aún están dando vueltas,
intentando poner a salvo bicicletas y motos en el centro del patio. En pocos
minutos el agua sube hasta diez centímetros en algunos lugares de la escuela.
Consulto a dos integrantes del equipo directivo, para que nos asignen una
nueva aula. Y partimos los treinta y uno hacia la sala de video del primer piso.
Al llegar al lugar, nos encontramos con que ya lo ha ocupado otro grupo de
alumnos, que tienen una clase expositiva con el cañón multimedia ubicado allí.
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Nos envían a la planta baja, al laboratorio de físico-química, en el lateral Este
del patio inundado.
Muchos alumnos protestan, se quejan, se mojan. Otros, tolerantes, no
dicen nada. Atravesamos el salón biblioteca-video de la institución, y allí hay
otro curso en situación particular, con algunos que miran por la ventana y otros
ubicados en grupos sentados. Pedimos permiso y pasamos. Llegamos al
laboratorio, y un grupo de alumnos que había quedado del curso que estaba en
la sala de video del cañón, se resiste a subir al primer piso. Llega un directivo y
nos manifiesta que debemos subir nosotros, ya que -por las descargas eléctricasla clase de video se ha suspendido. Vamos nuevamente arriba, y volvemos a
pasar por la biblioteca, que se ha transformado en un aula-recreo. A esta altura,
a través del patio y el portón abierto que da a la calle, el agua ya despliega
veinte centímetros por sobre el nivel de las veredas.
Llegamos al aula transitoria y -con un retraso de casi treinta minutoscomienza la accidentada clase. Ahora el gran desafío es intentar retornar al
“cauce” natural de su planificación. Comenzamos a trabajar, pero a los pocos
minutos llegan dos directivos a examinar la existencia de filtraciones en algún
lugar de la sala en la que nos encontramos. Toman nota de un par de sectores y
se retiran.
Los alumnos hacen algunas preguntas sobre aspectos de la integración
que tendrán que exponer hacia fin de trimestre, ya que el trabajo de la clase
apunta hacia ello, y toca el timbre del último recreo. Decido no bajar a la sala de
profesores y me quedo junto a muchos alumnos que también permanecen allí
sentados. Varios están en los pasillos con su celular comunicándose con familias
o amigos. Algunos me manifiestan que los padres están intentando llegar a la
escuela para buscar a sus hijos, aunque las callesadyacentes estén inundadas y
aún falta un módulo completo para culminar el horario escolar de la jornada. Se
escucha el timbre, pero más la lluvia que cae intensa. Intento continuar la clase,
pero a esta altura muchos alumnos ya fueron retirados de la institución por las
condiciones climáticas y por la coincidencia con el horario laboral comercial de
salida de muchos de sus padres. Continúo con los estudiantes que no se han
retirado -casi un cincuenta por ciento del grupo original- y la clase transcurre de
manera casi familiar. Uno se acostumbra a planificar y exponer clases para
treinta o cuarenta alumnos y -cuando por circunstancias excepcionales, como la
relatada- el grupo se reduce a la mitad, se pueden profundizar diálogos y
aspectos que antes no habían sido pensados. Por ejemplo, y dentro de las
actividades que un grupo estaba preparando para la integración anual, se
propuso una filmación realizada fuera del horario escolar, pero con un
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inconveniente a la hora de la edición. Entonces allí el diálogo transcurre entre
posibilidades de selección de algún software libre, además de otros aspectos,
como la propuesta de escenas, contenidos de la materia a integrar, la ejecución
de instrumentos musicales sencillos, o el diseño del informe digital. A medida
que la clase avanza, cada vez más alumnos son retirados por sus padres, y no
alcanzo a llegar al final del medio módulo que me quedo sin alumnos. La clase
planificada de manera similar a la del primer módulo (en el quinto año
paralelo), no llega a desarrollarse a la mitad de lo programado, y el viernes
próximo, los dos quintos años A y B, ya no serán tan paralelos. Espero, pero ya
ni el timbre anuncia el cambio de hora.
Bajo del primer piso, me despojo de mis zapatos y medias, me
arremango el pantalón hasta la altura de las rodillas y me dispongo a avanzar
hacia la vereda. Allí el panorama es desolador. El agua cubre la calle y en ambas
márgenes de las veredas hay autos atascados y alumnos que intentan llegar
descalzos a alguna camioneta. Pego la vuelta y retorno al centro del patio, ya
con mi horario cumplido largamente, porque son las 13:00 horas PM.
Me siento algo… ¿cansado, agotado, exhausto? No sé si son las palabras.
Quizás sea el trajinar de la jornada, las situaciones atravesadas, la entrega, la
recepción, el flujo de intercambio de energía y conocimiento conun centenarde
adolescentes de diferentes edades y realidades diversas o tal vez el intentode
dar respuesta a todas sus demandas, de estar a la altura de lo que ellos
necesitan y, fundamentalmente, de que no perciban su paso por la escuela
secundaria como un tiempo de permanecer y transcurrir sin sentido. Tal vez las
palabras sean: mojado…, pero satisfecho.
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Lunes de noviembre
María Agustina Degaudencio
7:00 Traspaso el ingreso al Colegio que, obedeciendo a los tiempos que
corren, ha dejado de ser el espacio despejado para ser una moderna reja que
intenta no deslucir la arquitectura inicial del edificio, ni quitar esa sensación de
desliz hacia la calle. Entro al hall y recibo los primeros saludos del día, algunos
soñolientos, otros intercalados entre miradas que apuran un ansioso o inútil
repaso a hojas sueltas.
A las y diez suena el timbre. Hoy la formación es bulliciosa: están todos
los cursos. También se llevará unos minutos más que de costumbre. Esta
mañana están (estamos) de vuelta los chicos de 5º que han misionado en El
Soberbio, el grupo de 4º que ha viajado a Buenos Aires para participar del
lanzamiento de Scholas Ocurrentes, y los de 3º han regresado de su campamento
en Córdoba. Los observo ordenarse y experimento la grata sensación de la
tranquilidad de tenerlos de regreso, sanos y salvos, impacientes por relatar
vivencias. Lentamente llega el silencio, el “buenos días” para alumnos y
profesores de la Rectora, y el acto siempre movilizador de izar la Bandera.
Mientras ocurre, el campo visual denuncia, a la izquierda, rollos de afiches y
otros enseres en ruidosas bolsas que el silencio exagera, y las típicas mochilas
cuyo tamaño es inversamente proporcional al de su dueño. Enseguida, la
convocatoria a que algunos abrevien sensaciones y experiencias. Y entonces, la
oración que nos invita a rezar Vero acierta en lo que anima el espíritu esta
mañana: agradecer.
Nuevamente el bullicio, que ahora acompaña el ingreso al aula. Primero,
los de 6º grado, que suben conteniendo la carrera, con su cargamento que acusa
una mañana artística para ellos. Rápidamente recuerdo que estoy invitada a
compartir con estos niños la actividad integradora de Plástica, que este año se
centra en producciones colectivas.
A Paula -la Rectora- y a mí nos gusta acompañar este pasaje a la tarea
cotidiana, mientras charlamos con profesores o repasamos lo planificado para el
día.
En minutos, todos están en su ocupación y bajamos a Rectoría para
iniciar la nuestra.
7:30Primera tarea del día: me dirijo a Biblioteca para cerrar con Laura los
títulos de la lectura de verano. Urge comunicarlas. En nuestra ciudad, las
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librerías trabajan por encargues que nunca se sabe cuánto demorarán en llegar.
Laura, la novel graduada en Bibliotecología es, además, Profesora de Lengua.
Es muy joven. Ha sido mi alumna en primer año de su Profesorado, por lo que
nos comunica un vínculo forjado de sentimientos, sustancias y principios de ese
tránsito. Inmediatamente nos enfrascamos en propuestas, lecturas, sugerencias,
consejos… para este proyecto bienintencionado de fomentar la lectura como
entretenimiento, que ya lleva ocho años, ha superado algunas críticas y
considerado otras, pero que siempre se ve reivindicado cuando se acerca fin de
año y los lectores comienzan a indagar sobre qué obra “les toca” estas
vacaciones. Me complace la libertad con que propone y opina, su forma franca
de expresar lo que piensa del proyecto y de su aporte a la formación de lectores
críticos y autónomos. De pronto, en medio de nuestro intercambio literario,
Laura, con toda su frescura exclama: ¡Ay, Agustina, siento que no he leído nada!
¿Cómo hacés para leer tanto? Me río y respondo: Fácil, Laurita, cuando vos nacías yo
ya tenía tu edad. Vos estás en marzo y yo en noviembre. Nos reímos ambas, intenta
desplazar la verdad de la excusa, situación que vuelve a divertirnos. Finalmente
salgo de la Biblioteca con la nómina definitiva en mi mano, resultado de las idas
y vueltas del sublime acto de seleccionar obras literarias para nuestros alumnos,
labor que nos suscita sana envidia por la expeditiva gente del área de exactas.
Antes de ir hacia mi espacio, ingreso en Rectoría. Ya Mabel nos ha dejado
preparado el mate. Es interesante advertir cómo en nuestra provincia esta
tradición ha logrado su lugar en ámbitos impensados. Sin embargo, aunque lo
disfrutamos en nuestras reuniones de trabajo, no es parte de este paisaje, y
permanece a la expectativa de ser rápidamente ocultado. Paula ha estado
abriendo correos, respondiendo algunos, enviando y reenviando otros.
Animosa, me comenta la invitación para participar en un concurso de relatos y
me lee el afiche. Me mira y tengo la certeza de que espera entusiasmo de mi
parte. En noviembre… a quién se le ocurre…, respondo derribando impunemente
sus expectativas que, no obstante, la incitan a reenviar la propuesta a los profes
y pensar en divulgarla entre los chicos. Mientras compartimos mates, termina
de comentarme las novedades que la tecnología nos acerca: debe abocarse a
terminar de controlar el censo del personal, algunas respuestas para el
campamento de profesores, y que, además, desde Supervisión nos comunican
que nos han aprobado el Acuerdo Escolar de Convivencia que presentáramos
en tiempo y forma en marzo mail que, inevitablemente, convoca la ironía.
Nuestra agenda compartida prevé reunión con Laura y Daniela –el equipo de
Orientación Psicopedagógica- y Stella, nuestra Asesora Pedagógica también
entrevista con los padres de Juana. La personal, invitaciones a presenciar
exposiciones, muestras, trabajos…, actividades que reflejan el trabajo anual y a
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las que, enhorabuena, alumnos y profesores tienen el hábito de invitarnos.
Anidamos la esperanza de que pueda cumplirse.
Suena el timbre y un rumor creciente se cuela hasta nosotras y en un
instante todo lo invade. Aprovechamos que el primer recreo no interrumpe
trabajo, y escapamos hacia la Sala de Profesores, a compartir estos diez minutos
con ellos. Hoy, los recientemente nacidos mellizos de Fabio se adueñan del
protagonismo temático de la charla recreadora.
8:50La metálica señal arranca quejas de los retrasados en el quiosco,
aviva ansiedades en los incumplidores y, a esta altura del año, lamentos en casi
todos.
Salgo al pasillo para intentar influir en la conciencia del fin del recreo. En
el camino me cruzo con Luciano, Raúl y Juan Cruz, de 6º año. Llevan sus
camisas fuera del pantalón, semiabiertas a la remera de onda. Me miran, me
indagan con la mirada. Me saludan. Respondo. Los veo avanzar paseando en
cámara lenta su casta de promo ‟14, en los últimos derrames de insolencia
adolescente. No les digo nada, dejo pasar lo que en abril hubiese sido motivo de
desaprobación y orden directa de componerse la ropa. Me asalta la idea de que
en un mes los veré impecables sobre el escenario, conmovidos, estrenando
gastadas palabras de despedida, en el ambicioso intento de aprisionar sus 7
años en el Colegio.
Estoy ingresando a mi oficina y vienen a buscarme Anahí y Esperanza,
de 6º grado, para que cumpla con mi compromiso de verlos pintar un mandala
gigante. Llego al gimnasio, único espacio posible para la tarea. Margarita, su
profesora de Artes Plásticas los está agrupando en parejas para que cada uno
pegue su papel afiche blanco al de su compañero. Luego lo unirán al de otros, y
estos cuatro a otros cuatro. Es precisa e insistente en que deben hacerlo del lado
brilloso, el que quedará para abajo, pues es más fácil pintar del opaco. Es
notable la fruición con que un niño se aboca a la tarea de unir prolijamente
papeles. Pronto las órdenes tienen voz infantil. No falta quien no ha traído su
afiche y no ha podido comprar en el recreo. Obtiene su permiso para ir hasta el
quiosco para hacerlo. Margarita comprueba que faltará uno, pues Tomás no ha
venido a clase, quebrando el cálculo de pares, y no duda en abrir su cartera y
pedirle al olvidadizo que compre dos. Le pregunto si cree que terminarán la
pintura en la hora de clase. Me mira confusa y me pregunta: ¿Por qué? ¿Ya es la
hora? Le respondo que no, que solo es que me parece una tarea que debe de
llevar más tiempo. (Pecado de omisión: no le he dicho que a las 9:30 tengo
entrevista con un papá.) Me tranquiliza. Está segura de que acabarán. Ya está
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listo el tablero gigante de afiches que, desparejos en geometría y blancura, logra
ser un espacio que invita a ser pintado. Martina en el centro, y, sostenido por
ella, un tirante de lana atado a un lápiz manejado por Francisco, ofician de gran
compás que dibuja los círculos del mandala. Terminada esta tarea, Margarita
los reordena, les hace sacar de sus bolsas chillonas pinturas y rodillos.
Aprovecha el límite amarillo de la cancha de voleibol, los hace sentar sobre la
raya y enuncia la consigna que, lejos, será la más acatada del día, si no de la
semana: Quien quiera pintar más al centro se descalza, para no ensuciar, porque va a
tener que pisar sobre el papel. No termina de dar razones cuando todos están sin
zapatos. Los veo cargar de vivos colores sus rodillos y arremeter sobre el
diagrama. Les miro los pies y descubro cuánto tienen para decir las medias de
un niño…
A punto de aceptar la invitación a decorar el mandala, me avisan que ha
llegado el papá de Juana. Me excuso y, aunque sé que es casi seguro que no
ocurra, les digo que regresaré para verlos terminar.
Entro en la Rectoría y, por primera y única vez en esta mañana, la puerta
se cierra. Es la tercera cita del año, en el primero de Juana en el Colegio. Nos
acosa el fracaso de que no hemos podido lograr mejorar sus actitudes al
contrario, pareciera complacerse en el desafío displicente hacia compañeros y
adultos. Las citas han alternado el diálogo con preceptores, Gabinete y nosotras,
en concurrencias alternadas de la mamá o del papá. La experiencia, los análisis
de Daniela (nuestra Psicóloga), el sentido común, la intuición puestos al servicio
de poder captar porqués con el único propósito que nos anima: ayudar a Juana.
Como siempre, planteamos la cuestión en términos de preocupación.
“Ya le dije que la voy a cambiar de escuela…”, “No es la solución, notamos que ella…”,
“Tiene mi carácter, la madre…”, “Sus compañeros se quejan, dicen…”, “…porque en
su otra escuela era líder…”
Se escucha el timbre. Esta vez es un chirrido opacado por la fuerte puerta
de madera. El alboroto se filtra, lejano, y aquí el diálogo continúa.
“Yo trabajo todo el día, no le falta nada…”, “Hemos conversado con ella, dice…”, “Está
yendo a una Psicóloga…”, “¿Qué les ha dicho?”, “No sé, la madre se encarga,…”,
“…si quiere vivir como le gusta va a tener que estudiar, en este país la plata…”,
“Debemos estar en sintonía familia y escuela en para qué educamos…”, “…malos
ejemplos…”, “..celular…”, …yo me saco…”, “….”, “….”.
Finalmente, la entrevista termina. Por supuesto, nos quedan muchos
cabos por atar del torbellino del intercambio, y la sensación de que seguirá
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siendo una intervención ardua, que requerirá de la energía de todos. Es un
padre joven, que ha desplegado su concepción vital a ritmo de zapping, con
furtivas miradas a dos celulares, modernísimos, que no evitó ubicar al alcance
de su vista. Nos sentamos y lentamente reacomodamos al nuestro el compás
que marcó el diálogo y la breve historia de Juana con nosotros. Me siento
cansada, evidentemente la altura del año (¿o mis años?) me torna menos
resistente a entrevistas con dinámica de retruque. Cuando abrimos la puerta, la
elocuencia del entrepiso vacío y calmo me hace inferir que el recreo ha pasado y
el tercer módulo de clase, avanzado. Como para despejar la reciente y creciente
preocupación, comento lo vivido en el gimnasio: entusiasmo, técnicas y
estrategias, las conversaciones previas con Márgara sobre objetivos en la
selección de esta tarea…, hasta que llego a la reveladora imagen de ciertos pares
de medias, que oso interpretar con mirada de madre.
Por la puerta asoma el Padre Roberto, con su calidez habitual en sonrisa
y saludo. Hemos compartido con él una semana en aldeas aborígenes de El
Soberbio. Entra y es momento de revivir emociones, anécdotas, vivencias
fuertes. Hemos inaugurado una experiencia que anhelamos incorporar a
nuestro proyecto pedagógico. Evalúa y nos entusiasma: “Indudablemente, para
los chicos, una experiencia movilizadora, que irá decantando. 95% de aspectos
positivos y 5% de cuestiones que ajustar, para las próximas. Ya conversaremos
con tiempo.” Casi todo el año la comunidad se pensó en misión tanto quienes
fuimos como quienes trabajaron para conseguir recursos y acompañaron en
oración hemos sido partícipes. Nuestra intención no se limita a compartir
realidades, sino a generar interrogantes que ayuden a los adolescentes a un año
de egresar, a pensarse en acción en medio de esa realidad, a ir construyendo su
proyecto de vida. La visita es rápida. Ya ha estado con chicos y grandes en
esperado encuentro de su palabra y Sacramento. Saluda y se va. Sin prejuicio
sobre el lugar común, comentamos que es una bendición contar con padre
Roberto.
10:55Stella despliega su cosecha de hojas de carpetas disímiles en la
caligrafía que las ilustra. Esta vez nos centraremos en la intervención que, desde
mediados del segundo trimestre está llevando adelante en los segundos años.
Junto a ella, intentamos desentrañar causas del alto porcentaje en la
desaprobación de materias. Releemos encuestas, repasamos notas de su
conversación con los chicos, sus observaciones, nos informa progresos. Nos
empeñamos en evitar sentirnos sorprendidas por algunas respuestas, pero, en
algunos casos es irremediable. Encontrar honestamente causas y soluciones es
arduo. Asesorar a ciertos profesores, más. Analizamos emergentes, variables,
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asignaturas desaprobadas, edad de los chicos, situaciones y percepciones
personales. Sinceras respuestas acerca de que no estudian, de que no hacen la
tarea, de la imposibilidad de encontrar un lugar silencioso en sus casas para
hacerlo, de la pérdida de noción del tiempo cuando están conectados, de la
profesora tal que se apura, del profesor que falta y después no repasa, etc., etc.,
multiplican y diversifican nuestro norte. Lentamente el análisis desemboca en
una dañosa realidad imposible de evadir: la discontinuidad pedagógica.
Feriados, jornadas institucionales, capacitaciones obligatorias, y, lo que más nos
preocupa, desde lo humano y lo pedagógico, afonías, disfonías, malestares
ocasionales de profesores que obligan a interrumpir el proceso. A tiempo se nos
unen Daniela y Laura, que aportan desde la Psicología y la Psicopedagogía.
Hemos estado trabajando con ellas sobre esto para que, como dice Paula, “de
preocuparnos pasemos a ocuparnos”. La conversación entra en un terreno
fuertemente marcado por saberes teóricos y propuestas de experiencias. Es de
esas que, a pesar de que la motiva una problemática, disfruto escuchando y
compartiendo con especialistas que, sin jactancia y sin miedos, llaman a las
cosas por su nombre y proyectan soluciones. Pensamos acciones sobre las
urgentes, las otras, inexorablemente, van a parar a la carpeta denominada
“2015”.
Daniela y Laura mencionan nombres, y viramos hacia lo que tienen para
contarnos de situaciones personales. Desde hace unos años, ellas nos han
familiarizado con palabras y conceptos impactantes como bullying, pánico,
autoflagelación… Estas conviven con otras situaciones personales que no por
menos graves y más reparables, son menos atendidas. Hoy nos convoca un
adolescente cuya reciente historia nos envuelve en la impotencia y la tristeza.
Internamente, en un acto de autodefensa, me niego a considerar semejante
pronóstico. Más sobrehumano es el esfuerzo para esquivar la insensata idea de
que todo tiempo pasado fue mejor. La desecho definitivamente cuando
comenzamos a pensar su trayectoria especial para que pueda culminar su año
lectivo.
La vida de estudiantes y profesores ha seguido su curso durante esta
hora. Las luces verdes que delatan su presencia en diferentes espacios (S.U.M.,
sala de conferencias, salón de actos, sala de informática…) indican lo vívido de
las nuevas conceptualizaciones de espacios, lugares, puentes, integración,
complejidad,… La luz verde fue una feliz idea del Padre Cacho, nuestro
Apoderado Legal que, cansado de que se quemaran equipos por quedar
encendidos ante el apuro de alguien por partir a otra escuela, hizo instalarlas a
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modo de indicio. Ahora, si a alguien le ocurre, no falta quien avisa y, menos
aún, quien solidariamente asume la tarea de apagarlo.
Intento poner la cabeza en lo que me falta hacer esta mañana Miriam,
nuestra Secretaria, se asoma a mi oficina y corrobora parte de nuestro análisis
del día: dos profesores con licencia por enfermedad. A acometer sobre la
carpeta de currículum y rogar encontrar quienes, a esta altura del año, estén
disponibles y en esos horarios, por quince y veinte días
11:45Es casi mediodía de este lunes de noviembre. El ingreso al aula
luego del recreo es, decididamente, remolón. Los angostos pasillos tienen la
virtud de justificar la circulación lenta. A esta hora, la llegada al aula desde la
sala de profesores establece, patente, estados de ánimo, cansancios, franjas
etarias, haber de clases de la mañana. El ceño de los preceptores me comunica
que, en algunos casos, los minutos de alargue del recreo les incauta la paciencia.
Por el extremo del pasillo avanza el staff joven, en charla audible y con el ánimo
suficiente como para compartir con ellos un comentario y cambiarles el gesto en
sonrisa. Ostentan este talento con todos. Agradezco tenerlas a esta hora de la
mañana, dispuestas a contrarrestar la incompatible energía de los adolescentes,
en este tramo en que sobra la inquietud y escasea la concentración.
Retomo la escalera por ¿qué vez? en la mañana. Mariela se anuncia con
su habitual saludo a viva voz, acostumbrada a espacios amplios y abiertos. Se le
suma Sergio, que llega preguntando por la fecha del campamento de
profesores, idea que todo el año rondó a la gente de su área. Los miramos,
sonreímos, y adelanta:
-Lo hacemos, ¿no? Seamos los que seamos. Nos atrevemos a responderle que sí, que
estamos viendo, preguntando, porque es noviembre…
-Mejor –interpone Mariela-, lindos días, sol, invitan al aire libre. Es solo una noche,
por ser la primera vez.
Hoy el saludo es rápido y el intercambio, vertiginoso: buena señal para el
momento del día en que traen sus novedades. Los chicos aguardan, y se alejan
mientras terminan las frases, levantando sus manos en un saludo y con esa
actitud que alimenta el imaginario de que claro que es más fácil la clase en
zapatillas y con equipo de gimnasia. Agradecemos ese contagio de entusiasmo
y retomamos los últimos comentarios del día, mientras atravieso la puerta
interna que comunica Rectoría con Dirección de Estudio. Releo lo agendado
para este lunes y compruebo que, para variar, se fue entre lo programado y lo
imprevisto, dejando pendientes. Apago la computadora y me convenzo en voz
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alta: Bueno, mañana será otro día. Procuro engañarme una vez más porque sé que
lo no resuelto, que tiene nombres y rostros, me retraerán unas horas más tarde,
hasta que mi esposo, avezado intérprete de los tonos de mis silencios, me
pregunte: ¿Qué te preocupa?
Carrerillas que suenan a ruedas de mochilas y el griterío infantil del
ingreso del primario es señal inequívoca de que ya estoy fuera de horario.
Enciendo el celular y me llega un whatsapp de mi hija universitaria, casi
impecable en tildes y comas, como reafirmando su destino de hija única de
madre profesora de lengua, que en su inconsciente alarde de adecuación del
mensaje al receptor refunda mi férrea opción por la ajenidad al código virtual.
Le respondo lentamente, y me apuro, o deberé esperar a que termine la
formación del turno que se inicia.
Cierro ventanas y puertas. Salgo al pasillo y me topo con un festival de
colores, brillantes al sol. ¡Lo terminaron! Es el mandala que han dejado
desplegado para que se seque. Lo observo, lo disfruto. La variedad de trazos
prueba que es una auténtica producción colectiva. Me acerco, me agacho y lo
tiento con la punta de los dedos en distintos lugares. Está seco. Lo tomo con
cuidado, lo llevo a resguardo, intento acomodarlo para no deslucirlo.
Admito que esta será una imagen que me acompañará el resto del día.
Entonces, celebro los aires pedagógicos que vienen a refrescar mi polisémico
noviembre: que los límites del aula sean tan cambiantes e inconmensurables
como la creatividad de los profesores, y que la extraordinaria cotidianeidad de
un lunes de noviembre pueda caber en un relato de 10 páginas.
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El día que llegaron los murciélagos a la escuela
María Raquel Barrionuevo
La escuela es uno de esos lugares con un encanto particular, uno nunca
sabe qué le deparará la jornada, pero sí se puede afirmar que no hay dos días
iguales, múltiples cosas transcurren por ella, y nunca salimos igual que cuando
entramos. Cada uno de los actores institucionalesincorpora múltiples
aprendizajes en el quehacer con otros. Estudiantes, docentes y directivos
vivimoscada día situaciones diversas, construimos diferentes relaciones,
planificamos ydesarrollamos nuevos proyectos.
Para poder contextualizarlos, la institución en la que se desarrollóeste día
de clases esuna escuela con cuatro niveles (Inicial, Primario, Secundario y
Superior) y con una población de 970 alumnos solo en el nivel secundario,
repartida en turnos mañana y tarde.
La actividad que se desplegó estaba encuadrada en el marco del Proyecto
de Investigación “Actitudes de adolescentes hacia personas con discapacidad”
y fue llevado a cabo por docentes de la casa y tres jóvenes de la carrera de
Psicología, de la Universidad Nacional de Córdoba. Uno de estos estudiantes es
altagraciense y conocedor de la apertura de la escuela al trabajo en redes con
acciones de esta envergadura. Por tal motivo solicitaron desarrollar el Proyecto
mancomunadamente con la escuela. Así decidimos -en conjunto- escoger, para
la muestra, un tercer año del turno mañana.
Se llevaron a cabo diversas sesiones: primero, con expertos en el tema de
la Organización No Gubernamental CRECER, que brindaron información
directa sobre la discapacidad y discusión guiada en una segunda sesión, con
cortometrajes que culminaron con una charla a cargo de un deportista de la
ciudad que participa de los juegos paraolímpicos en natación la tercera sesión
fue en un club cercano a la escuela, con la presentación del equipo de básquet
adaptado (en sillas de ruedas), conformando equipos mixtos en un partido
amistoso.
Corría la mañana del 12 de junio pasado, una jornada espléndida de sol a
pleno, cuando alrededor de las nueve horas llegó al establecimiento el equipo
de “Los Murciélagos” (jóvenes de la ciudad de Córdoba, son campeones
mundiales de fútbol adaptado para personas no videntes) para llevar a cabo la
cuarta sesión. La mañana se vistió de gala con tantos aprendizajes y las
emociones nos invadieron.
Desde su llegada, los jóvenes no videntes se desenvolvieron con tanta
soltura que era increíble ver cómo se entremezclaban con los chicos en el recreo
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sin siquiera conocer físicamente el lugar. No es fácil atravesar el SUM (Sala de
Usos Múltiples) con tanta población en ese momento. Fue admirable la
organización que desplegaron para cambiarse, y siempre con mucho humor.
Luego, todos se dirigieron a la cancha:ellos y el grupo experiencial. No pudimos
menos que autorizar aparticipar de la actividad a todos los otros cursos que
quisieran hacerlo: no se da a menudo la posibilidad de tener estas vivencias,
verdaderos ejemplos de vida. Apareció la diversión en un gran clima de respeto
y escucha, ya que se necesitaba silencio para comunicarse dentro de la cancha.
Normas, trabajo en equipo, escucha ¡cuánto para rescatar!
Ya en la cancha se sumaron a la experiencia alumnos de sexto grado de
primaria que estaban con sus profesores de educación física. Los deportistas
con discapacidad visual, jóvenes como los nuestros, todos estudiantes,
brindaron una clase instructiva y demostrativa de fútbol adaptado (veinticinco
minutos de duración, aproximadamente). En este tránsito por diversos lugares
del colegio, como -por ejemplo- bajando las escaleras, me cuestionaba acerca de
las instalaciones edilicias yla necesidad de adecuarlas.
Luego se llevó a cabo una práctica deportiva de fútbol adaptado,
supervisada también por las personas con discapacidad (otros veinte minutos).
Por último se conformaron equipos mixtos de deportistas con
discapacidad y grupo experimental para jugar un partido amistoso de unos
treinta minutos de duración, de fútbol adaptado para no videntes. Para ello se
vendaron los ojos del grupo experimental para simular la discapacidad
sensorial. También participaron docentes.
Mientras los veía jugar, venían a mi mente nuestros escoltas de la
bandera(uno de nivel primario y uno de nivel secundario tienen discapacidades
físicas). ¡Cuántos ejemplos que confirman que con constancia y tesón se pueden
lograr los objetivos!
Mucha solidaridad, respeto por las diferencias y contemplación del otro
como persona. Grandes y chicos entusiasmados en esta tarea, los alumnos nos
sorprendieron con la naturalidad propia de los adolescentes. Los adultos
sumamente emocionados.
Por último, y ya habiendo culminado el partido, pudimos sentarnos con
el equipo que nos visitaba y los alumnos del grupo experimental, cada uno
pudo expresar lo que sentía en este proceso de empatía, de ponerse en el lugar
del otro.
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¡Cuántos aprendizajes en tan solo una mañana de clases! Conceptos,
valores, procedimientos. Conocimientos teóricos y prácticos entremezclados, la
importancia de cumplir con la normativa para organizarnos y ordenarnos, el
respeto por el otro, la solidaridad, el trabajo en equipo.
Estas son las pequeñas grandes cosas que hacen que cada día siga
apostando a la tarea escogida, con la convicción de que humanizar la escuela
nos ayuda a crecer como personas, porque –como dice Francesco Tonucci- “Es
necesario pensar la escuela como un lugar capaz de suscitar emociones
culturales”.
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Julieta y el presidente
Alejandro Bosack
El poema que podría escribir sobre una jornada escolar comienza así:
“Un día como tantos otros, igual, con su misma rutina, las mismas voces, el
mismo ir y venir por los pasillos y las aulas”.
Seguramente, el colega de Matemática cuestionaría la idea de que las
jornadas educativas son rutinarias. En tal sentido, la literatura pedagógica
proclama que las situaciones escolares están caracterizadas por la inmediatez, la
imprevisibilidad, la simultaneidad, la pluridimensionalidad y –creo que la más
significativa- la fuerte implicación personal de todos y cada uno de los actores.
Un buen día lunes estaba caminando a las 7:20 h de la mañana en
dirección a la escuela para hacerme cargo de mi labor cotidiana: ejercer,
precisamente, la dirección de la secundaria.
Mis elucubraciones previas al ingreso al “santuario” del saber y
“purgatorio” de la adolescencia, giraban en torno al primer acto oficial escolar
cotidiano: el izamiento de la bandera, ritual un tanto devaluado en su sentido y
dimensión, por razones que sí, vienen al caso, pero ralentizarían este relato. El
lunes, se sabe, es el día de los adormilados (docentes y alumnos), por ello mi
obsesionado diálogo interior giraba acerca de cómo incentivar a los remolones a
participar del saludo a la enseña patria. Con el poder que me otorgan el
micrófono y los dos parlantes estratégicamente ubicados en esquinas opuestas
(por el vértice) del patio central, imaginé que -en lugar de reprochar a los
ausentes- felicitaría a los presentes por el digno aporte de cantar una parte del
“Sube, sube, bandera del amor…”.
Y así fue. La escuela comenzó su jornada a las 7:40 h, puntualmente, con
el izamiento de la bandera y el cálido reconocimiento del director del
establecimiento a los concurrentes al patio esa mañana otoñal, fresca pero poco
ventosa.
Los chicos ya estaban en las aulas y Ofelia –la secretaria- no se había
acercado a la dirección, señal inequívoca de que teníamos el plantel docente
completo, sin llamados telefónicos anunciando carpetas médicas ni
atascamientos de tránsito o pinchaduras sorpresivas de neumáticos.
A continuación, y como todas las mañanas, nos juntamos con mi compañera
de equipo, Blanquita, para revisar nuestra agenda y organizar el trabajo
cotidiano. Como buena profesora de Sistemas de Información Contable, la vice
tenía las tareas programadas registradas y encolumnadas en su agenda, que
pasó a describir una por una:
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Tenemos que llamar al encargado de mantenimiento, ya que -el viernes- el
ayudante de laboratorio nos informó que hay una canilla que pierde luego, a la
bibliotecaria,para ver cómo hacemos para conseguir los libros que pidió la profe
de Literatura.
- En el segundo módulo te tocaobservar la clase de la profesora nueva de Química,
tan jovencita ella…(Esa tarea me estaba encomendada, por ser profesor de
esa “casquivana” asignatura).
- Bueno Blanca–respondí- Y en los recreos– continuó ella- turnémonos para ir
de visita a la sala de profesores, para charlar con ellos, conocerlos más y, de paso,
que cuando toque el timbre algunos “remolones” salgan rápido hacia sus aulas.
- Y no olvides, por favor, enseguida, de hablar con la preceptora de primer año, ya
que los chicos el viernes a última hora dejaron el aula bastante sucia y, por orden
mía, la señora no hizo la limpieza en ese salón.
- Recordá, Ale, que los padres de Julieta P., de cuarto A, te pidieron una cita para
las diez y media.
La mañana siguió transcurriendo apaciblemente, casi podría decir que con la
misma rutina y las mismas voces: los profes empoderados con los recursos
históricos y eficaces de sus saberes disciplinares y pedagógicos, sus cuerdas
vocales, la tiza y el pizarrón los estudiantes discurriendo felices en los recreos
los preceptores atentos a los partes de inasistencias y las huidas a los baños la
zona de dirección y secretaría con nuestros cotilleos habituales.
A las diez y media en punto, avisa Ofelia: Llegaron los padres de Julieta P.
Confieso que sentía un poco de intriga por el tema que los convocaba a la
escuela en primer término, porque Juli era excelente como alumna y persona y,
en segundo lugar, porque jamás había visto antes a sus progenitores.
- Adelante, por favor tomen asiento y pónganse cómodos.
- Gracias, no queremos quitarle mucho tiempo ya que sabemos que está ocupado (frase
típica de un papá).
- Le venimos a decir… (La mamá fue mucho más directa) que nuestra hija está
embarazada.
(Ustedes lectores ¿esperan puntos suspensivos que señalen que se
produjo un silencio o un corte en la conversación? Les aclaro que nada de eso
ocurrió).
-¡Entonces… vamos a ser abuelos! (Y lo dije así, enfáticamente, como si realmente
mi propia hija Florencia, por entonces de los mismos quince años que Julieta,
estuviera embarazada).
Sucedió a continuación un momento mágico, de felicitaciones y alegría
por la próxima llegada de un nuevo ser a este mundo. Allí pude apreciar que se
aflojó el rictus que portaban los futuros abuelos en cada uno de sus rostros,
-
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supongo que por la preocupación acerca de la reacción de las autoridades de la
escuela ante tan magna noticia.
Luego, la charla transcurrió por los carriles naturales que corresponden al
abordaje de la situación de embarazo adolescente en la escuela: la comunicación
a los profesores y compañeros, cómo transcurrirán los meses de gestación,
cómo la cuidaríamos, la garantía de la escuela hacia Julieta de poder continuar
estudiando embarazada y luego como mamá, etc.
Por suerte estamos en el siglo XXI y en la Argentina –pensé- y este acontecimiento – el
primero en nuestra escuela en muchos años- debe resultar formativo, fundamentalmente
en valores, para todos y cada uno de los integrantes de la comunidad educativa.
Llamamos a Julieta a la dirección, felicitamos a ella y al futuro padre
(¡quien otro podría ser sino el propio presidente del Centro de Estudiantes!),
nos abrazamos, emocionamos y un poco también lloramos, los adolescentes y
los adultos en comunión.
Un poco de razón le asiste al profe del Álgebra y la Geometría pero el
comienzo del poema ya estaba escrito, sólo falta que lo complete:
“Un día como tantos otros, igual, con su misma rutina,
las mismas voces, el mismo ir y venir por los pasillos y las aulas.
El Sol asoma por las ventanas orientales,
la bandera flamea orgullosa en el patio de los encuentros y las sonrisas.
Estudiantes sin uniformes mentales,
docentes con dignidad profesional,
y preceptores acompañando,
construyen la identidad y el sentido de la escuela.
Un día como tantos otros,
sin embargo… diferente.”
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Adolescencia, Política y Democracia
Mario Antonio Bruno
Como una manera de iniciar el relato resulta muy oportuno destacar que
este es mi último año en la escuela secundaria. Luego de más de cuarenta años
de trabajo, seguramente, a partir del próximo año me acogeré a los beneficios de
la jubilación. Necesitaba decir esto por cuanto -y a partir de esa perspectiva-he
vivido con total intensidad esta, mi última experiencia educativa, ya que
efectivamente -y más allá del transcurso del tiempo- cada año, cada comienzo
de ciclo lectivo es una experiencia única e irrepetible. Entre la variedad de
vivencias de este año, rescato, primeramente, la que –en orden de aparición- me
impactó de manera especial.
Las clases dieron comienzo formalmente (hablamos del ciclo lectivo 2014,
por supuesto) el 7 de marzo (viernes), ya que -si bien estaba previsto para el día
5 de marzo- una huelga docente de 48 horas retrasó su inicio. No sé si es porque
los directores o encargados de los actos que evocan las distintas efemérides
saben que tengo un posicionamiento muy crítico con respecto a la manera en
que se abordan actualmente los acontecimientos relacionados con el golpe de
estado del 24 de marzo de 1976 o, por el contrario, porque confían en mi criterio
moderado para emprenderlo, lo cierto es que todos los años –indefectiblementeme encomiendan su recordación. Este no fue la excepción y, por lo tanto, el día
14 de marzo, recibí la notificación formal de que el día 21, es decir una semana
después, debía realizar la conmemoración respectiva. Ese mismo día 14
iniciaba, con los alumnos de 6° año de la especialidad Economía y
Administración (una de las tres que tiene nuestra escuela), el dictado de la
asignatura Ciudadanía y Política. Pensé que la oportunidad era propicia para
plantearles el compartir con ellos la organización de este acto, siempre polémico
y sujeto a muchas susceptibilidades.
Hice la propuesta (pensemos que se trataba de mi primer día de clases
con un grupo en el que había alumnos a los que conocía de años anteriores y
otros con los que recién nos encontrábamos). Lo concreto fue que la respuesta
me sorprendió. Inmediatamente se conformaron -por afinidad- cuatro
comisiones de trabajo de las que surgieron diferentes ideas e intenciones.
Tengamos en cuenta que la clase se extiende por un módulo y medio, sin
embargo, hubo tiempo para discutir en comisión las ideas surgidas. Aunque no
se llegó a definiciones, se acordó trabajar durante la semana previa al acto
“fuera del horario de clases”, lo que aumentó notablemente mis expectativas y
43
también mi complacencia y gratificación por los momentos vivenciados en ese
espacio tan corto del primer día de clases. Estos momentos resultarán altamente
significativos ya que ese día marcaría definitivamente todo el desarrollo
posterior del ciclo lectivo en esa asignatura que, además, hacía su debut en el
nuevo plan de estudios, en reemplazo de historia.
Las reuniones de los grupos de trabajo continuaron durante toda la
semana luego de debatir diferentes propuestas, se acordó que la modalidad del
acto sería evocar lo que la historia ha rescatado como “la noche de los lápices”
(cuando un grupo de estudiantes secundarios fue duramente reprimido y
muchos de ellos desaparecidos por reclamar el boleto estudiantil). El primer
paso convenido fue ver la película que se encontraba en la videoteca del colegio,
luego se repartieron los roles de los dieciocho alumnos -ocho actuarían como
estudiantes, seis como represores y los restantes cuatro serían los encargados de
preparar el marco histórico referencial del suceso y además, disponer las
formalidades del acto-. Todo esto en menos de una semana.
Llegado el día 21 de marzo previsto para la recordación, se terminaron
de ajustar detalles su desarrollo respondió totalmente a las expectativas que me
habían generado sus propuestas: parte de las escenas del film fueron recreadas
en vivo con la crudeza con que se conocen y merecieron -tanto en el turno
mañana como en el turno tarde- la aprobación de toda la comunidad educativa
y ¿para qué negarlo? sentí íntimamente una enorme complacencia.
Este evento operó como movilizador de otras temáticas que, de acuerdo
con el programa de la asignatura Ciudadanía y Política, se fueron desplegando
en el transcurso del ciclo lectivo con la misma modalidad de debate e
intercambio de ideas. El tema corrupción y política fue el que más polémica
generó, más aún luego de ver el film “Asesinato en el senado de la Nación”, que
rememora la problemática de las carnes en la década infame.
Más adelante, otro acontecimiento similar al del 24 de marzo, pero de
características muy diferentes vendría a movilizar una vez más la idea de
intercambio y debate entre los alumnos, ya instalado a partir de la propuesta
del viernes 14 de marzo. En este caso, el proyecto denominado “legislador por
un día”, promovido por el Poder Legislativo de la provincia de Córdoba,
llegaba vía inspección general a todas las escuelas de nivel medio de nuestro
departamento Presidente Roque Sáenz Peña y, por supuesto, incluía también a
nuestro colegio. La idea consistía, básicamente, en desarrollar un proyecto de
ley sobre un tema de alto impacto social, el que -una vez elaborado- sería
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puesto a consideración y debatido en el mismo recinto de sesiones, en el que
habitualmente se reúnen los legisladores cordobeses para tratar distintas
problemáticas del quehacer provincial y legislar sobre ellas.
Nuevamente, y tal como ocurrió aquel 14 de marzo, conocida la
propuesta en el mes de junio y previéndose el debate final en la legislatura
cordobesa en el mes de octubre, los mecanismos ya aceitados se pusieron en
marcha. Las distintas comisiones de trabajo que permanecían conformadas se
pusieron en acción. De la intensa discusión surgieron cuatro proyectos sobre
diferentes cuestiones: narcotráfico, deuda externa, corrupción y violencia
familiar y de género. Durante las clases siguientes, cada comisión de trabajo fue
haciendo los aportes que justificaban la importancia y la elección del tema. El
hecho de estar muy consustanciados con los argumentos seleccionados, hacía
que los debates fuesen particularmente acalorados y con pocas definiciones que
orientaran sobre cuál de los cuatro sería el definitivo a proponer en Córdoba.
Solo debía optarse por uno de ellos. El proceso tuvo continuidad y recién en el
mes de setiembre se dispuso un día para que cada comisión -a modo de bloque
político- expusiera sus fundamentos y se votara el proyecto definitivo. Ello
ocurrió luego de la semana del estudiante. El tema que obtuvo el mayor
número de votos, aunque ajustadamente, fue: “Violencia familiar y de género”.
El paso siguiente consistió en conformar un partido político con todas
sus autoridades. Este partido recibió el nombre de “Soberanía Nacional”. Se
redactó el texto definitivo con todas las formalidades que requiere un proyecto
de ley, para lo cual se recibió la muy valorable colaboración de dos abogados
docentes de la institución. El texto fue aprobado por la organización sin
realizarse ninguna corrección. Se designaron -tal lo requerido desde la
legislatura- un jefe de bloque, un secretario legislativo y, como nuestro colegio
era mayoritario en número de alumnos (participarían dos escuelas más del
departamento), debimos designar un presidente provisorio que se encargaría de
llevar adelante y dirigir el debate. Todo ello se cumplió en un plazo perentorio
y de inmediato se inició la tarea de ensayar el tema para su exposición, debate y
defensa en el recinto del poder legislativo de la provincia. El día señalado
finalmente fue el jueves 9 de octubre. Todo había sido previsto: el presidente de
bloque actuaría como vocero de la propuesta, apoyado por otros legisladores y
sería el encargado de su defensa y de responder a los eventuales
cuestionamientos de los demás bloques la presidente provisoria de la
legislatura (una alumna) fue convenientemente ilustrada respecto de la
importancia de la función y se preparó con mucha responsabilidad.
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Y llegó el gran día: el viaje hacia la ciudad de Córdoba, las energías, el
arribo a la legislatura y luego de la recepción. Se instalaron los distintos bloques
y partidos políticos. El presidente provisorio de la legislatura, Dr. Sergio Busso,
hizo la apertura formal de sesiones para luego cederle el lugar a la alumna Elisa
Pérez, quien condujo el proceso hasta el final de las sesiones.
La jornada fue de un alto voltaje político. Los alumnos, ya
acostumbrados al debate, dieron definiciones contundentes sobre el proyecto, lo
defendieron con explicaciones muy sólidas y lograron, en la votación general,
su aprobación definitiva. También fueron debatidos con criterio y
responsabilidad los dos proyectos restantes presentados por las demás escuelas.
Los cuestionamientos y la falta de firmeza en la argumentación para la defensa
de uno de esos proyectos -falencias que se manifestaron ante las preguntas y
objeciones realizadas por los legisladores de nuestro partido Soberanía
Nacional- hicieron que uno de ellos fuese rechazado y el restante, aprobado.
Un párrafo especial merece la alumna que tuvo la responsabilidad de
presidir los debates y actuar como presidente provisorio de la legislatura:
superó largamente las expectativas, continuó los lineamientos que había
evidenciado el presidente doctor Busso, concediendo la palabra a los
legisladores que así lo solicitaban e impidiendo que el debate se convirtiera en
una simple discusión en la votación de los distintos proyectos obró con cordura,
manejando adecuadamente los tiempos para permitir a los legisladores pensar
y luego levantar la mano a los fines de la emisión definitiva de los votos que
aprobaron y rechazaron los diferentes proyectos.
En este instante, mi pretensión es volver al comienzo de este texto y -de
alguna manera- también a la propuesta inicial: el relato de “Un día en la escuela
secundaria”. El día elegido por mí fue el momento fundacional de todo lo
ocurrido a lo largo del año, ese 14 de marzo –primer día de clases con mis
alumnos de sexto año de la especialidad Economía y Administración-. En ese
momento surgieron muchas de las acciones que se fueron desarrollando con
posterioridad, siempre con la modalidad intercambio y debate, que obliga –
además- a trabajar distintas fuentes de información. Todo lo que se fue
sucediendo vino como consecuencia de ese día.
Sentí en todo momento, desde lo más profundo de mis convicciones, que
-seguramente y luego de esta experiencia- estos alumnos serán ciudadanos
comprometidos con la cosa pública, con la política, sin temor de expresar sus
ideas serán participantes activos en este sistema democrático, que tanto nos
costó conseguir, y estarán capacitados para el abordaje de la variedad de
dificultades que hoy afligen a la sociedad en general.
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Por eso lo considero, de manera muy personal, como mi “Día en la escuela
Secundaria”.
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Interior panóptico
Cristina Maris Lucero
Lugar. Mi lugar. Ni el peor ni el mejor. Panóptico.
Día viernes, turno tarde, día del cual muchos son devotos.
Escucho a la preceptora, ésa de la voz brava:
-¡El lunes tiene que venir sin falta con su madre! ¡Tráigame el cuaderno de comunicado
y vaya sabiendo que va a tener amonestaciones! Vaya…vaya.
No quiero espiar, pero necesito saber qué hace ese chiquito. Saco un ojo
por la puerta que da a la galería. Va mudito, muy enojado, con las cejas juntas,
camina lento y en balanceo hacia el curso que queda como a una cuadra de la
preceptoría.
De repente, se le aparece Olivero, quien lo intercepta a mitad de camino
y le dice algo burlesco, aparentemente.
Argüello intenta sacarlo de encima a empujones firmes y le dice:
-Salí , dejá e jodé!. Salí che*/?=&&*!
Olivero ríe sin sonido y le da unos puñetazos por la espalda e insiste con
dichos a media voz que no puedo escuchar a pesar de que también paro la oreja
y la agrando. A Argüello esta situación se le hace insoportable, pega media
vuelta y regresa a la preceptoría y pasa frente a mí pero no me ve, va ciego y
siento que me salpican sus lágrimas. Intento desplazarlas de mi camisa azul,
pero no siento nada mojado. Es mi impresión, pienso y lo observo con una
etiqueta en la espalda que leo bien a pesar de estar lejos: EL PEOR DEL CURSO.
Entra nuevamente a la preceptoría. Me paro cerca.
-¿Trajo el cuaderno de comunicado Argüello?, o ya sé, lo tiene llenito, seguramente bien
llenito -Dice la preceptora.
- No, lo que pasa que Olivero me está jodiendo, recién me atajó, me pegó y fue él
preceptora. Por qué me echa la culpa… Sí, es cierto, yo rompí el vidrio la semana
pasada, lo del celular también es cierto, fui yo, le digo la verdad, pero de esto no tengo
nada que ver.
-Vamos, vamos a buscarlo…-dice la preceptora.
-Profe…mire…Olivero se metió en el 3º B…
-¡Vamos a buscar su cuaderno de comunicados, Argüello!
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Pasan frente a mí, pero no advierten mi presencia. Argüello va
sentenciado, sin estar todas las cartas dadas vuelta, ahí va, con su mochila de
sucesos que hoy no le favorecen y lo cargan de culpas.
Algo hay que hacer, pienso…y no hay dudas, la etiqueta está. Llamo a la
auxiliar y le pregunto:
- Usted, alcanza a leer lo que dice en la espalda de Argüello?
–No, no dice nada.-Me contesta.
Nadie puede leerla, pero saben que la tiene de manera permanente. Está
ahí, firme, se fue formando sola.Al principio era un esbozo luego, con el tiempo,
se fue divisando más y, al final, todo el mundo la conoce sin verla. Yo la veo, yo
la siento, la leo, está clarita, y veo que no es la única, la portan muy pocos y me
producen dolor, y no me acostumbro. Cada día que las veo me afirman diversas
sentencias, y pienso en hacerles frente, quiero quitarlas. A mí, esas etiquetas me
duelen, y sólo deseo que desaparezcan definitivamente. “Erradiquemos
etiquetas” sería la bandera que arriaría al final de esta tarde tormentosa. Y bajo
la lluvia, las etiquetas claudicarían chorreando y limpiando carteles para
dejarlos luminosos y con la esperanza de cambiar la historia de sus portadores.
El reloj avanza, más aún si el tiempo es entretenido en prestar atención
de lo que pasa a mi alrededor. El lugar es panóptico y mi interior también.
Puedo ver desde una mirada interior, puedo encontrar respuestas que no salen
a la luz, puedo sentir un suceso como propio, qué hermoso es ver más allá de lo
que los demás ven. Qué interesante es presentir muchos hechos antes de que
sucedan o poder imaginar cuáles son los motivos por los cuales suceden. No es
mágico, ni azaroso.Tiene que ver con el ser, con los sentimientos, y ahí se
encuentran mis ojos, están dentro, están en el lugar preferido porque es desde
ahí donde mejor se ve, un lugar indescriptible. Ojos que entienden, ojos que
conocen, ojos que se maravillan, ojos que comprenden y que sienten. No son los
buenos ojos, son los ojos justos, que no juzgan, ni perdonan, no echan culpas,
miran, maravillosamente miran. Son las ventanas abiertas hacia afuera, por las
cuales pueden salir el entendimiento, la comprensión y una actitud de mejorar
todo, absolutamente todo, con sólo mirar, y mirar de esta manera.
Desde aquí y al abrirse la puerta sin picaporte, hacia la galería, observo
una buena imagen: alumnos, como reguero de indios sentados que portan
computadoras. Me llama la atención y la curiosidad. Me acerco y no rechazan
mi visita, ni esconden nada, sólo levantan la vista hacia mí un instante y siguen
en lo suyo. Hacen lo que nos gusta hacer a todos: juegan. Parece ser ese juego
tipo Sonic y otros como el counter strike, creo…
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Entre dos, sonríen levemente, disfrutan cuando ganan o dan un chirlo en
el hombro al otro cuando pierden, pero siempre tienen una sonrisa tirada para
un costado del rostro.
Enseguida dejo de existir, y puedo avanzar de uno en uno, me apropio
de alguno que otro juego y puedo horrorizarme cuando veo matanza o festejar
cuando algún muñequito no cae al vacío y hago mi propio juego en el que soy
invisible entre ellos y nadie me percibe. Sin darme cuenta, me apropio de la
sonrisa de alguien y se deposita en el costado de mi rostro. Ya no soy la profe,
ni soy nadie, sólo me siento sombra entre chicos disfrutando o ¿por qué no? luz
que se proyecta desde atrás.
Me alejo y me pongo al frente de esa tribu, y me embeleso en esa postal
tan bella que todo profe ansía: chicos alegres, inquietos en la tranquilidad,
entretenidos, pensantes, interesados. Se me ocurrió pensar: esta es el aula de
galería más perfecta por la cual estaría interesado cualquier profesor. Mis ojos
ven cuadros que guardo en mi interior, los archivo haciendo un álbum que ojalá
no olvide nunca. Será un cuadro más de mi colección que saldrá a relucir
cuando los recuerdos jueguen y el olvido reniegue, porque aparecerán en mi
memoria una sobre otra situación. A veces me siento un duende metido entre
adolescentes, atemporal, inconsciente, meterete, irrespetuoso, genio, bueno,
ególatra, certero, etc. y me río de estos pensamientos tan raros….soy tan sólo un
docente que dejará pronto esta actividad aunque nunca este sentimiento de
serlo.
Ellos no se van porque no hicieron firmar la nota… me pregunto si no la
firmaron a propósito porque aquí se los ve muy cómodos y en disfrute.
Ese se va, el Jeremías se va. Es que justo vino su madre, de casualidad, y
se lo lleva…y sí, va “canchero” mostrando su pulgar arriba y con actitud de
ganador. Sólo un momento de mirada y pronto se olvidan de él.
A paso ligero y largo aparece Micaela, de 4º, con un compañero. Trae
libros, le echo una revisada de parada, y veo algunos que me resultan
familiares: Cien años de soledad, Prohibido suicidarse en primavera, y otros…
Les consulto si les gustaron y me dicen:
- No sé…si….más o menos…
- Son muy buenos.-Les digo, e intento comentárselos, pero me interrumpen,
diciendo:
- Están pesados profe…
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- Ah, sí, pónganlos ahí, sobre el armario…
-Lo que pasa es que el bibliotecario nos ha penado…no quiere que dejemos los libros en
cualquier lado, pero es un viaje…con tanto peso.
-Pues pónganlos ahí, no hay problema…
Los dejan y se van…
Y vienen otros, con una montaña de diarios que han usado en Lengua y
los quieren devolver…
-Bueno, sí, déjenlos ahí.
Salen por una puerta y entra el bibliotecario por otra…un hombre
cascarrabias, serio, súper exigente, pulcro, ordenado al máximo. Huele
profundo, se toca la cara y a rabo de ojo mira los libros sobre el armario, donde
jamás pueden estar y donde yo di permiso para que los colocaran. Se pasa
nuevamente la mano por la cara como despejándose la bronca y, sin mediar
saludo, me pregunta lo que yo me esperaba…:
-¿Quién dejó esos libros ahí?
Pensé a cien km. por hora: ¿qué le contesto...?
-Sabés cómo me gustan los libros…Necesito verlos cerca… ¿Leíste Cien años de
soledad?
- Sí, como tres veces. -Me dice-Y siempre lo guardé donde correspondía.
Y le recuerdo pasajes tan lindos y le hablo de lo que compartimos en
textos de lectura.
Sin darse cuenta (o sí) cargó con los libros hacia la biblioteca de la escuela
que también queda como a una cuadra desde mi lugar.
Pero al hacer unos cinco pasos, gira sobre sí y me dice firmemente:
-¡QUE NO VUELVA A PASAR!
-¡Y los diarios te los dejas para leerlos el fin de semana!!
La próxima vez, educo en el orden, me prometo.
Hoy decido diseminar los panfletos que tengo guardados en mi cajón por
toda la escuela y que afirman: SIN MOSQUITOS NO HAY DENGUE. Y coloco
uno cerca de 1ºC y cuando lo ve Paola, pasa la vista ligeramente y pregunta:
¿Qué es eso?
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–Lea. -Le digo
-¿Es un concurso?
-Lea
Y se queda ahí y se agregan otros…
Cuando vuelvo, en uno de los muros donde pegué el panfleto, alguien le
ha agregado, con fibrón rojo: SIN MOSQUITO NO HAY DENGUE NI
PICAZÓN
Y sí, pensé… paraqué cuestionar.
Sigo con unos diez panfletos encima…
Algunas puertas de la galería que dan al patio de tierra están abiertas
para provocarme un asombro. Paro ahí y tomo aire a bocanadas y lo suelto de a
poco, parece un suspiro…veo chicas sentadas que me miran y escuchan mi
comentario a nadie:
-¡Qué plantones de lechuga!
Realmente hermosos…exageradamente me enamoro de ellos, sí, se
destacan en toda la siembra…Ya no me miran para nada y me siento sola y
libre, atino a admirar con todos los sentidos los plantones que se perciben
frescos, brillantes, rugosos tiernos, siento el olor a lechuga. Inmóvil y admirada
pienso en todo el proceso a cámara rapidísima, chaplinesca, los chicos
aligerados y a pasitos tan cortitos van y vienen y eligen las mejores semillas,
otros labran la tierra, la siembra es lo más gratificante, y charlan mucho y meten
ideas y retan a alguno que no participa o no está haciendo bien lo que debe
hacer, también ríen y mucho. Siembran vida…qué maravilloso.
A Leandra le pregunto:
-¿Para cuándo la cosecha?
-La semana que viene….el lunes.
Allí estaré, e intentaré acariciar los plantones, me llenaré los ojos de
verdor, mi gusto por los lechugones harán agua mi boca, y las yemas de mis
dedos analizarán cada parte de sus hojas, el olfato será agudo y profundo y
todo junto degustaré en casa con los míos, teniendo en cuenta todo en cada
masticación.
Sigo adelante con los panfletos que pretendo terminar hoy, busco lugares
donde pegarlos y descubro tantos intersticios, rincones, escondites pequeños, y
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encuentro huellas frescas y antiguas. Hay grafitis, palabras de amor, que me
recuerdan algún beso escondido, improperios, halagos, palabras cargadas de
bronca, protestas, dibujos de corazón sobre corazón con flechas, de órganos
sexuales masculinos y femeninos, letras de todas formas que me entretienen
bastante y me llevan a todos lados, no dejo nada sin mirar… el baño es un lugar
de expresión sin límites… el patio de grandes espacios para dibujar y hay
dibujos abstractos que llaman la atención y mis panfletos seguramente pasarán
desapercibidos. Toda una mezcla perfecta, de humanos jóvenes. Y al observar
todo esto, me siento un historiador escolar, donde todo refleja algo y cada
marca tiene su pasado, su momento, su estado emocional, cada palabra, cada
dibujo tiene su porqué y su tiempo.
Me detengo en un cartel referido a la educación sexual integral, hecho
por los chicos, tan claro y directo, sin tapujos, que me hace reflexionar sobre mi
época escolar donde todo era tan distinto y esto tan inconcebible…No creo que
todo tiempo pasado haya sido mejor… tampoco estoy segura de que sea mejor
lo de hoy. Se acerca Pablito y mira junto a mí el afiche…que habla de los
condones y me comenta deliberadamente algo, que me resulta difícil responder.
Le digo lo que me pasa y que no soy yo la que mejor puede hablar sobre este
asunto, y lo derivo a quienes considero pueden ayudarle. Si no soy capaz de
responder, derivo, y sigo mi camino.
Y hoy miro caras, rostros distintos, pieles, ojos, cejas, frentes,
mentones…seres. Miro sonrisas, dolores, tristezas, angustias, resentimientos,
enojos, disfrute, alegrías… oh, Dios, cuántas posibilidades tengo con estos ojos
dispuestos a mirar intensamente, mensurablemente, ojos de luz porque dejan
claro lo que observo, ojos, mis ojos, regalo superior.
Al ingresar a la secretaría, observo una ficha de pase a otra escuela. Es de
Balverdi. Se va, se va, está libre por inasistencias y ¿por qué?, me pregunto.Me
duele que se vaya y se me cruzan sus ideas, sus chistes, sus historias, sus
lágrimas, su risa incontrolable, conversaciones especiales con él. Y pienso
motivos… Sé que es buen alumno…y lo quiero… y no me quedo con eso.Busco
su teléfono, consulto a sus compañeros, llamo a su padre -que no me contesta- y
pienso en el slogan de una película: “Ni uno menos”. Aligero la consulta para
encontrar el deseo de que si se va, sólo será para mejor. Pero me vuelvo
testaruda y quiero rescatarlo…Balverdi me conmueve, los alumnos me
conmueven, los humanos me conmueven.
Y llega Flo, preceptora de 1º año, y me pide que hable con Romero, que
se porta re mal y tiene un pésimo carácter, dice que no ríe nunca. Ahí llega,
cabizbajo, con su mochila prendida en la espalda. Lo miro a los ojos, le froto la
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cabeza e instantáneamente afloran lágrimas a modo de goteo, y son muchas,
tantas como angustias en su vida. Parece que las hubiera acumulado ahí en su
cerebro o, quizás, sus pensamientos diarios sean vasijas contenedoras de cultivo
de lágrimas.
Leo su historial y le comento:
-Acá dice que su padre… que su madre… que la psicóloga… tantas cosas hay de
usted.Y Ud. ¿qué dice de usted?
Hablaremos…sí, enseguida hablaremos…
-Quiero saber de Ud. quiero escucharlo.
Y su risa está, la veo retenida, no hay chico que la pierda y quiero que
aflore, que se muestre, es bella, es amplia, es única. No quiero ser sólo yo quien
la disfrute, quiero extenderla a todos, porque es maravillosa y nadie se la puede
perder. Quiero que la conozca la Sra. auxiliar, el Director, la profe de Química,
la coordinadora, la preceptora, el Sr. del correo, la chica del quiosco, que nadie
se la pierda un don de él que solidariamente se transforma en alegría, en
energía, en vitamina para todos.
Me quedan dos o tres panfletos, y se los doy a una menuda niña del 1º B
y le digo:
-Ponelos donde mejor te parezca…
Lo lee y me pregunta…
-¿Lo puedo llevar a mi casa?
-A donde más se necesite…gracias.
Y alzo mi cartera vieja de trabajo que tiene el mismo peso que cuando la
traje, pero ahora llevo el alma con un cúmulo de situaciones y la siento con una
mezcla de alegría, dolor, angustia, afecto y ansiedad y, sin querer, tropiezo
con…
-¿Cómo le va? -Me dice.
-¿Se acuerda de mí?
-Sí.-le contesto.
-A ver y ¿cómo me llamo?…
-Mmmm... (Mi problema con los nombres…) te tuve en primer año…
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-Qué difícil… no recuerdo tu nombre pero te conozco mucho a vos…Sos quien me
regaló el llavero que tenía un tigre plateado. Sos quien no tenía para comprar el
cuaderno de comunicado y lo pedimos fiado en el kiosco… ¿lo pagaste, no?
-Sí, más vale.
-Sos quien se fue al IPEM…y después volvió…
-Sos quien había roto la paleta del ventilador.
-Sí...uhhh. Sí, soy Sergio.
-Hasta mañana–Le digo, y me da un beso.
No es mi mérito recordar todo de él, es suyo. Es muy particular,
sumamente sensible, de gesto dolorido, observador y calculador. Discutidor.
Gusta de un conjunto de cuarteto al cual sigue a todos lados, ganador de dos o
tres peleas en la escuela, sigue llevando la gorra, muy parecida a la de aquellos
años, si es que no es la misma. De nariz ancha, labios gruesos, una cicatriz en el
pómulo izquierdo, sus ojos son brillantes, de color café y pequeños. Siempre
lleva un llavero con un tigre plateado de la presilla del pantalón jean azul.
Me voy pensando en Sergio. Me llevo a Romero con su problema, a
Argüello que llevó la nota escrita en su angustia a Olivero, con su actitud a
Jeremías, que volvió a la hora a dar vueltas sin sentido y a Balverdi, que hoy me
duele mucho…oohhh…Me llevo un poco de todos, lo mejor, lo peor, los
defectos y las virtudes. Ya estoy sintiendo las gotas de lluvia que me refrescarán
un poco y mojarán mis ojos, los calmarán, los acariciarán. Me llevo en mis
pupilas escenas que recordaré esta noche para repasarlas, y mi mirada
penetrará en cada suceso para intervenir con lo mejor de mí.
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El ángel de la motoneta
Patricia Galarza - Mabel Gilardi
Suena el despertador, el verdugo de todas las mañanas, corro…
La ducha, el cepillo, la taza y el café que se enfría. De pronto
-¡¡¡Mamá!!!!¿A qué hora volvés?
Mi respuesta es automática…la de todos los días…
-¡¡¡Depende de cómo transcurra mi mañana, hijo!!! (Al mismo tiempo, en mi cabeza
aparece el deseo de que sea una mañana tranquila, sin corridas y sin apremios).
Me sobresalto, las agujas del reloj corren apresuradamente, mucho más
rápido, que los pensamientos en mi cabeza. El beso y el chau de mi hijo me
acompañan en el trayecto, hacia mi querida escuela.
Llego a las 7:15 hs.,
-¡Buenos días señor!
A medida que avanzo, mis ojos de madre se mezclan con los de la
preceptora y digo:
-¿Qué pasó, se cayó de la cama?...¿No leíste la nota?...¡Si la mamá la firmó! ¿Qué pasó
con su uniforme señorita?..¡Mire la remera que se puso!... ¡Ya estoy llamando a la
mamá!
Y entonces se escucha:
- ¡No!... ¡Por favor no la llames!.. Lo que pasa, que mi mamá la lavó y no se secó!
Otro de los alumnos, corre al encuentro e interroga:
- ¿Falta algún profe hoy?
- Epa, te pintaste, parece que…
- ¿Hay acto, hoy?...
Y, al mismo tiempo, superponiéndose las voces, otro alumno de otro
curso, pregunta insistentemente, aguardando una respuesta rápida y precisa,
colocándose para eso, frente de mi rostro:
-¿Habrá gimnasia?
- Mirá… Parece que… ¡anoche llovió!
Sigo avanzando entre preguntas, respuestas, advertencias, y…digo:
-¡Buenos días compañeras! ¿Qué tal, señora portera?
Y de esta manera me aproximo a mi espacio físico, donde me espera mi ardua
tarea.
-¡Hola!, ¿Alguna novedad?...¿Falta algún profesor hoy?
Llega el momento en que los educandos están a punto de izar la
bandera.Corro y pregunto:-¿Quién tiene que pasar hoy?, ¡Vamos, vamos a formar!
Y luego nos dirigimos al aula.
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Mientras camino, el bullicio, las risas, los manotazos, los empujones, los
chistes… El patio se va desalojando y los jóvenes se refugian en las aulas, donde
los profesores de diferentes asignaturas y de todos los años, pertenecientes al
turno mañana, llevarán adelante una difícil misión: acaparar la atención y
enseñar.
La Preceptoría, mi lugar de trabajo, lejos está de toda tranquilidad. Ni
bien me instalo, surgen los más variados pedidos:
-¿Podés llamar a mi mamá para que me traiga la carpeta y el cuadernito que me los
olvidé?
-¿Viste dónde dejé la mochila?
-Alguien tomó mi campera y no la encuentro…
-Perdí mi protector bucal ¿vos lo viste?
Sí, aunque parezca increíble, también salgo en busca de un protector
bucal, sin tener la menor idea dónde lo dejó ni por qué lo perdió.
En el trajín de atender pedidos de profesores, alumnos y
padres…¡¡¡TIMBRE!!!! ¿Ya?
Y en el salón cubierto, en los pasillos y en el patio, una personita que
trata de pasar inadvertida, llama mi atención. Es delgado, muy delgado, está
despeinado, viste ropa grande y muy descuidada. Se aferra al piso con unas
zapatillas que se destacan por los numerosos agujeros, pero…lo que más me
llama la atención son sus llamativos anteojos de sol, que lo distinguen del resto
del alumnado. Tal vez quiera, de este modo, adquirir personalidad.
Me pregunto quién es. Rápidamente comienzo a indagar, hurgo en su
legajo y advierto así, en la escasa documentación que ha entregado, cómo se
llama, de qué colegio viene y -lo que más me deja perpleja-que es
INDOCUMENTADO.
Llamo de inmediato a la última escuela a la que ha asistido, pero me
entero de que no hay identidad. Así ha llegado y de la misma manera ha pedido
el pase.
Durante el transcurso de la mañana lo llamo y advierto que, tras ese
rostro pálido, tras su silencio, hay mucho dolor. Lo interrogo para lograr un
acercamiento afectivo, pero responde solo lo necesario, con un SÍ o un NO,
suficiente para darme cuenta de que necesita contención, afecto y protección.
Observo que esa figura delgada y humilde carga una historia de vida
muy triste. Con la autorización del Equipo Directivo del Colegio, llamo al
Juzgado de Menores, cuento la situación del alumno y descubro que el padre no
lo ha reconocido nunca y que la madre ha iniciado año tras año el trámite de la
documentación y lo ha abandonado cada vez por lo lento y burocrático.
Rápidamente, sin dudar, recurro a las autoridades del colegio y a las
autoridades competentes, buscando ayuda y una solución. Mientras tanto,
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dialogo con él, indago y descubro a un jovencito desmotivado, convencido de
que no es nadie, de que no será nadie y de que ni siquiera aparecerá en los
registros de ninguna escuela, por no tener un documento que lo identifique,
derecho fundamental de todo ser humano. Pienso y pienso y me pregunto una
y mil veces, qué puedo hacer para ayudarlo, para darle una alegría, una caricia
al alma, algo que lo haga sentir bien, sentirse considerado, valorado. Por lo
pronto, hago conocer su historia de vida a todo el plantel de profesores y a los
administrativos, a cargo de su educación, quienes se emocionan, se conmueven
y se ponen a disposición para lo que se necesite.
Seguidamente invento un número de Documento, para que el sistema
del colegio lo identifique. ¡Un gran logro! ¡Ya apareceen la lista como alumno
regular!
Voy aCáritas, institución benéfica que se encuentra en las cercanías del
colegio, para solicitar un par de zapatillas, y paliar así una de las necesidades
muy visibles.
Cristian, un administrativo, llega a la Preceptoría. Trae algo para
obsequiarle. Advierto que son zapatillas nuevas. Busco al alumno y lo pongo en
antecedentes. Cuando está frente a él y recibe las zapatillas nuevas con un
abrazo, no puedo dejar de emocionarme. La vista se me nublay late muy fuerte
mi corazón.
Junto con las zapatillas, llegan también bolsas con medias.
Después vienen las vacaciones de invierno. Lo espero como todos los
días pero no vuelve.Hago todas las averiguaciones posibles, hasta dirijo una
carta al juez de menores con la denuncia de su abandono sin éxito alguno. Sus
compañeros dicen que suele andar en una moto. Una sensación de tristeza me
embarga, cierro los ojos e imagino que mi alumno, nuestro alumno,
protagonista de esta historia, recorre los caminos del mundo con su moto, sus
hermosas zapatillas, sus medias nuevas, sus excéntricos anteojos de sol y en
uno de sus bolsillos su DOCUMENTO DE IDENTIDAD.
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Yo soy…
Carolina Mónica Carrizo
En una habitación iluminada tenuemente, en un silencio “ensordecedor”,
me encuentro sentada frente a mi computadora, solo ella y yo… Miro a mi
alrededor: juguetes en el piso, mochilas sobre las sillas, el mantel doblado sobre
la mesa, ¿doblado, dije? Bueno… amuchado con miguitas de comida. Todavía
persiste el olor a la cena y la sobremesa resuena en mis oídos, mi corazón está
inquieto recordando lo que pasó hace apenas un rato…
-Mami ¿podemos jugar en la pieza después de comer?
–No, mamá tiene mucho que hacer y necesito tranquilidad, asíque terminan de comer la
fruta y se ponen el piyama, se cepillan los dientes y…¡¡¡a la ca-mi-taaaa!!!
- Pero ¡un ratito no más!
-¡¡¡Noooo!!!!
-Oh… ¿por qué?
-Porque yo lo digo y punto.
-¿A esta hora te vas a poner?
- Sí, a esta hora. Necesito estar tranquila y que nadie me moleste.
-¿Nosotros te molestamos?
-No, no dije eso, quise decir que nadie me interrumpa porque tengo que
concentrarme…
-¿Y nosotros?
– ¡Ustedes se duermen!
-¿Vas a venir a darnos el besito de las buenas noches?
–Sí, ya voy…
Al rato…
-¡¡¡Maaaaaaa!!! ¿Cuándo venís?
-¡¡¡Ya voy, les dije!!! ¡Estoy haciendo un trabajo! ¡Hagan silencio que la bebé no se
puede dormir!
-¡¡¡Maaaa!!! Dale, ¡¡Venííí!!
-¡¡Basta!!¡Se callan! ¡No quiero que vuele una mosca!
-Pero, ma…
-Shhhhh ¡¡¡Silencio!!!
-Te quería decir una cosa, nada más…
-Basta, les dije que necesito tranquilidad ¿No lo pueden entender? ¡Ya voy!
Mientras esto sucedía, yo completaba las libretas frenéticamente en la
computadora.
De repente no se escuchó nada más… Yo seguía completando notas.
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-¡Como me dejé estar! Todavía me falta la mitad de los estudiantes… -me decía.
Y… de repente, CAÍ… Mis niños ya no me llamaban, la casa era un
silencio sepulcral, solo se escuchaba el sonido del teclado…Me levanté apurada
y fui a la habitación. Tarde… Mis hijos ya estaban dormidos…
Una angustia y unas ganas de llorar me invadieron inmediatamente.Los
besé y los tapé…Me quedé mirándolos un rato mientras dormían…Son tan
bellos y angelicales… ¡Dormidos! Despiertos,¡son unos indios! pero ¡qué
divinos mis indios! ¡Cómo los amo! Mientras los miraba pensaba: se durmieron
esperando un beso de mamá y yo -empecinada en hacer mis cosas- no me tomé esos
minutos para mimosearlos...
Tratando de no hacer ruido, me fui a mi habitación, allí se escuchaban los
ronquidos de mi esposo, mi sostén. También me había perdido sus besos.En la
cunita chupeteaba, completamente dormida, la bebita. Fui a la cocina y me
senté a llorar… ¿Qué estoy haciendo?¿Estoy priorizando mi trabajo antes que
mi familia? ¡Pobrecitos mis niños! ¡Qué mala madre que soy! Angustiada y
cansada por el largo día me dije:
-A la m… con todo! ¡No doy más! ¡¡¡Necesito dormir, descansar…descansaaaar!!!
Cuando empecé a guardar todo, al lado de mi computadora, una hoja de
cuaderno con letra de niño atrajo mi atención:
“Describo a mi mami: Se llama Caro, es profe de educación física, también es profe de
baile, ella es buena, linda, divertida, hace cosas lindas, es mimosa, me dice que me ama y
yo a ella.”
No podía creer lo que veía… “¿¡Es profe de educación física!?” Mi hijo de
ocho años me describía de tal manera.Lo viví como una señal… Me sentí
aliviada. Ellos Sí saben que los amo…Es que uno anda a diez mil por hora y a
veces no nos damos cuenta de las prioridades en la vida. Mi familia es mi
prioridad, mi todo, de eso no hay dudas, pero ser profesora de educación física
es mi vocación y -aunque a veces me sienta superada por las presiones y
responsabilidades- sé que cuento con su apoyo.Mañana será otro día, voy a
poder disculparme, “mimarlos” y decirles cuánto los amo…
Y entonces, toda la perspectiva CAMBIÓ, me sentí con ganas, el
cansancio se fue, me puse gustosa y decidida a terminar con mi tarea, a
defender mis convicciones y a darle valor a todo el esfuerzo que llevo y que
lleva mi familia (aguantándome) para que yo pueda hacer lo que tanto amo…Y
aquí estoy, firme de nuevo, “presentando batalla a la situación” (como me
inculcó mi ídola) por empezar a narrar la difícil tarea de ser docente, tan difícil
como ser madre…
Lunes…Suena mi despertador… es el llanto de mi bebé,reclama una
urgente atención, le preparo la mamadera, cambio pañales, preparo el desayuno
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para el resto de mis niños… También visto a los otros, les ayudo a juntar sus
útiles, paso por la librería, compro lo que necesitan para hoy y que recién ahora
han recordado, dejo a Valen (mi niña mayor) en lo de mi madre, ya que
amaneció enfermita la bebé en la guardería y a mi hijo en la escuela. Luego del
city tour por toooda la ciudad, me dirijo a mi trabajo.
Ingreso a la escuela, voy a preceptoría -que se encuentra al lado del
ingreso y es la antesala a dirección-. Saludo a mi compañero (preceptor del
turno mañana y con el cual compartimos el horario del mediodía) y paso a
Dirección, donde me reciben con cargadas y chistes que me hacen reír y entrar
en onda. La “secre” me ofrece un matecito lavado y frío, pero
riquísimo.Mientras lo tomo, pregunto:
– ¿Cómo viene la mañana?
Las miradas me dan a entender que algo pasó…Pero mi reloj me indica
que es hora de entrar a clase. Con un “Después me cuentan”, me dirijo a buscar
a mis alumnitos de “primerito”.
Cuando me acerco a la puerta, diviso que la profesora está terminando
su clase. Espero en el pasillo y se empieza a escuchar…
-¡¡Tenemos gimnasia ¡¡Ya está la profe Caro!!
Se asoma mi colega y con un gesto de alivio me indica que su clase
terminó.
-¡¡Hola profe!!
Un torbellino de besos y abrazos se aproxima. ¡Qué recibimiento tan
lindo! Me predispongo feliz a dar clases. Nuevamente se escucha:
-¡Tenemos gimnasia!
-No Marcelito! (se hace un silencio)
-¿¿Qué?? ¿Por qué no tenemos?
Las miradas atónitas de todos. Les sonrió…
- ¡¡Tenemos Educación Física, que no es lo mismo!!
Los chicos largan carcajadas y comienzan a salir del curso, me acerco a la
profesora que, con cara de frustración, me dice:
- ¡¡Hoy están fatales!! Cuando le pregunto por qué, me cuenta que Julián y Mariano no
hicieron nada que Steffi habló toda la clase ¡los mellis, insoportables!
- ¿Los dos?
-Eh…creo que sí, ¡son iguales!
La miro y le digo que uno tiene una cicatriz en su rostro, debajo del ojo
derecho y el otro, una entre las cejas y es más alto…Ella sonríe y vuelve a
repetirme:
-¡Son iguales!
Yo, más seria, le contesto que son dos personas diferentes, dos
estudiantes diferentes, dos niños diferentes…
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-Sí, si ya lo sé.–Dice ella.
Hago una media sonrisa y les digo a los chicos que vayamos al patio. No
puedo evitar sentirme molesta cuando veo que no se los diferencia como seres
humanos distintos, me parece que debe ser horrible estar destinado a ser
tildado igual a otra persona solo por nacer el mismo día…
Los chicos terminan de salir del curso y nos vamos al patio donde
tenemos una hermosa cancha de Hándbol.Allí les pido que se sienten y que
hagan silencio para empezar la clase. Hoy es lunes, están deseosos de contar su
“finde”, ¡hablan, hablan y hablan como cotorras!
-Bueno, nos acercamos…¿Cómo están?
Comienzan los gritos.Todos quieren hablar al mismo tiempo.
-¡Levanten la mano! Los demás escuchen al compañero que habla…
Comienzan relatos variados:
- Yo me fui al campo…
- Vio, profe, qué partidazo el de Boca…
- Ayer yo hice dos goles también…
Cargadas…
- ¿Qué pasó con Belgrano, profe? (Ellos saben que yo soy hincha de Belgrano por
mi marido y mi hijo).
A todos les presto atención e intento hacer devoluciones:
-Hermoso finde para ir al campo!... Sííí… muy buen partido, igual ese penal…. ¿¿Dos
goles??Muy bien,¡¡Te felicito!! ¿Disfrutaste de jugar?...
Y también contesto las cargadas…
-¿¿Con Belgrano?? Y, bueno… un mal partido, pero ¿por qué la pregunta? ¿Es que
ustedes sueñan con jugar en primera? ¡Cierto que juegan un campeonatito pequeño…
¡jaja!
Nos reímos…Pero entre todas las miradas pícaras y alegres detecto unos
ojitos tristes…Esos ojitos son los primeros que generalmente me cuentan alegres
sus anécdotas…Lo miro y -como quien no quiere la cosa- le digo:
-Y a vos, Rodri, ¿cómo te fue este finde?
Con mirada esquiva y tono decidido, me responde:
-Mal.
-¿Mal? ¿Por qué?
Sin mirarme, me dice:
-¡Problema mío, estoy enojado con usted!
- ¿Por? ¿Pasó algo?
-Vaya, vaya, vaya…, no quiero hablar con usted.
El resto del grupo ni percibe esta situación ya que siguen contando sus
anécdotas. Pasan cinco minutos del comienzo de clase.Es momento de
arrancar… Luego seguiré investigando porqué está así…
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Hago sonar el silbato que indica “prestar atención”.Se produce el
silencio…
-Bueno, chicos, nos ponemos las pecheras. (Estamos viendo juegos modificados
preliminares al hándbol.He ido conformando equipos que permanecerán
iguales para reforzar el trabajo grupal, tratando de que logren comprender y
conocer la forma de juego del compañero).Son cuatro grupos de entre ocho y
nueve integrantes.
–El equipo que se ponga las pecheras más rápido, se sienta en hileras y, en silencio, va a
ser el primero en jugar a cancha completa…
Los equipos se apuran para ponerse las pecheras, rápidamente se sientan
y escuchan…
-Bien, primero que nada ¿qué tenemos que hacer?
- ¡¡Calentar!!
-Claro, entrar en calor… El juego se llama “caminito difícil”. Así como están sentados,
el primero de la hilera va a ser el encargado de hacer el caminito, ¿cómo lo va a hacer?
Debe desplazarse de diferentes maneras y en distintas direcciones, sin salir del
patio,complicando el camino de modo tal que a los demás no les sea fácil
imitarlo.Cuando suene el silbato, el que estaba primero pasa al último puesto y así
sucesivamente… ¡Traten de no repetir las formas! ¿Estamos listos?
- ¡¡Sííí!
-Se largaaaaa…
Por supuesto que los primeros siempre son los más traviesos del grupo,
que están empecinados en hacer cosas difíciles para que a los demás no les salga
igual…Están muy enganchados con la actividad, se ven formas de
desplazamiento muy originales, voy haciendo sonar el silbato para que todos
tengan la posibilidad de experimentar qué significa “ser el creador del
movimiento”.Entre las hazañas viene caminando, a las rengueadas,Rodrigo…
-¿Qué te pasó? –pregunto.
- Es que me golpeé la rodilla... y me duele mucho…
-Uhhh… ¿podés pisar?
-Sí, pero me duele… (Sé que su dolor pasa por otro lado, pero no es momento
para interrogarlo).
-Bueno, buscá hoja y lapicera así anotás lo que hacemos.
-Oh… profe…
-Dale, que después me la tenés que entregar…
-Es que se me está pasando…
-Bueno, quédate un ratito ahí sentado y cuando se te pase el dolor me avisas, ¿querés? –
Bien, chicos,¡¡Nos juntamos!! ¿Cómo se sintieron?
-Bien. Yo hice esto(lo muestra) y a ellos no les salía…
-Y yo hice así…y asá…
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-¡¡OK!! Muy bien. Trabajaron muy bien. Ahora vamos a sacar de la bolsa una pelota
por grupo…
¡Gran error! Comienzan a pelear por el color de las pelotas, por el
tamaño…
-Profe, nosotros no tenemos pelota…
-¿Porqué? Si yo traje para todos...
-El grupo de Julián la tiene…
-Ahhhh… ¡Julián y compañía, vengan acá! (Siguen picando como si nada)
– ¡Julián!
-¡Ya voy!–Grita.
-Los estoy esperando para explicar el juego…
Me enoja enormemente cuando me ignoran.
-A ver, ese grupo, ¡ya! me entregan las pelotas…
Me voy acercando y estiro mi mano para recibirla y ese pequeño gran
desafiante la tira para un costado…
-Julián, por favor, recogé la pelota y dámela en la mano…
-Y bueno, si usted no sabe agarrarla, problema suyo…
-Julián, no me hagas perder tiempo, dame -por favor- esa pelota…
-¡Oh, bueno! Ya va… -Y camina despacito a buscarla.
Los demás miran atónitos la situación y un compañero le dice:
-Dale,Julián, no seas bol…que estamos perdiendo tiempo por vos.
-Y bueno… si se la di y no la agarró…profe de gimnasia y no sabe “agarrá” la pelota…
Toma la pelota y -exageradamente lento- me la da. Con tono burlesco me
dice:
-Tome profe, cuidado no se le caiga…
Imposible disimular mi cara de enojo. Respiro profundo y le digo
-Ya vamos a hablar de esto Julián…
Tratando de no salir de mi centro, sigo con la clase…pues los otros
estaban deseosos de continuar.
-Bueno, chicos, primero les voy a explicar y luego sacamos las pelotas ¿ok? El juego se
llama “pelota salvadora”.Tenemos una mancha que va a intentar tocar a la mayor
cantidad de jugadores y una pelota que los exime de ser tocados, es decir, si yo estoy en
posesión de la pelota, no me pueden tocar.La mancha tendrá que buscar a otra persona.
Tenemos que tratar de contar 5 pases sin que se caiga la pelota al piso y tratando de que
por lo menos cinco personas reciban pase, antes de que haya tres tocados. Cada equipo
juega en su canchita.
- ¿Me ayudás,Rodri?
- Ok, profe…entre los dos colocamos los conos divisores…
-¡No se puede salir de su espacio! ¿Estamos listos? ¡¡¡Comienzaaa!!!
Mientras veo cómo juegan, le pregunto…
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-¿Cómo está esa rodilla?
-Mejor, ¿puedo jugar?
-Sí, por supuesto.
Entra a su grupo corriendo, como si nada, a toda velocidad.
-¡Yo quiero ser la manchaaaa!-Les dice entusiasmado a los compañeros.
Luego de un rato vamos cambiando de mancha.
–Bien, ¡nos acercamos! ¿Qué pasó en el juego? Levanten la mano.
-Costaba llegar a cinco.-Dice uno.
-¿Por qué?-Pregunto.
-Porque se caía la pelota…
-¿Por qué?
-Porque las chicas le tienen miedo, profe, no la agarran…
- Las chicas y algunos… -Dice mirando a un compañero muy tímido y reservado,
que -por lo bajo y con tristeza- me dice:
-Y sí, yo no sirvo para esto…
-¿Qué? ¿Cómo que no servís para esto?-Le digo.
¿Qué puede llevar a un niño de doce años a pensar que no sirve para algo? No
puedo creerlo.
-¡Claro
que
servís!
¡Todos
estamos
aprendiendo,
chicos!
¡Es
un
proceso…!Tranquilo,Cesar, vamos de a poco ¿sí? Miren la pelota, así vemos de dónde
viene y tratamos de tomarla con las manos ¿ok? Si se cae, no importa, la levantamos y
seguimos el juego.
Les doy unos minutos más y los llamo.
-Ok, ¡nos acercamos! Ahora vamos armar los arquitos en cada cancha y dividimos cada
grupo en dos y hacemos mini partidito.
-¡¡¡Sííí!!!! -Gritan felices por jugar el partido.
Comienzan a jugar, centro mi atención en el pequeño de baja
autoestima…No tiene ninguna dificultad motriz, le tiran la pelota: cierra los
ojos y se tapa la cara, muy nervioso la busca e inmediatamente se deshace de
ella. Con disimulo, lo llamo,
-Cesar, vení, es una pelota de goma, si te golpea no te va a doler, y ¿sabes cuál es la
mejor forma de evitar eso? Mirándola fijamente, seguila y buscala con tus manos…
Traé una pelota así practicamos…
Comenzamos a hacernos pases.Primero, muy suaves luego, por el
costado. Pases altos, bajos… y poco a poco va tomando más confianza… Mirala
pelota, pero le cuesta agarrarla…
-¡No te preocupes! Es un proceso, de a poquito.
Me mira sonriente y asiente con su cabeza.
-Lo que pasa, profe, es que los chicos nacieron con una pelota, en cambio yo nací con un
jostick en la mano…
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-Bueno,Cesar, pero eso no quiere decir que vos no sirvas para esto…
-Es que siempre fue así, a mí nunca me dejan salir a jugar porque mi barrio es muy
peligroso, entonces juego a la play, y en la primaria siempre tuve bueno o “satis” en
gimnasia…
-Cesar, podemos ser muy buenos en algo, y no tanto en otras cosas, lo que no significa
que “no sirvamos” siempre que queramos aprender, se puede, si ponemos voluntad.
-Sí, yo quiero. Pasa que no se dio la oportunidad…
-Acá,¡sí! Quedate tranquilo que vamos a tener todo el año para aprender! Volvé con tu
grupo y seguí intentando…
Me quedo tildada. ¿No se dio la oportunidad? Por favor… ¿qué pasa con
los adultos? ¿Cómo puede ser que un chico llegue al secundario pensando que
no sirve para Educación Física? ¿Dónde estaba el profesor cuando el niño sentía
eso? ¿Por qué le negaron la oportunidad de aprender y lo etiquetaron de
inservible para la actividad física? ¿Porqué esos padres no lo llevaron a una
plaza o un parque para jugar y divertirse? ¿Por qué?
Se me vienen un millón de porquésa la cabeza, y siento una gran
impotencia. Este niño creció pensando que él no sirve… ¡una locura! ¿Podemos
ser tan ciegos como para no darnos cuenta de cómo etiquetamos y hacemos
sentir a un niño que no es competente en algo?Tanto papás como docentes ¿no
hemos visto que este niño pedía a gritos que alguien le dijera que puede? ¿Por
qué los docentes damos por sentado que un niño juega?No es obvio.Este niño
no pudo jugar porque su barrio no es seguro, porque su mamá ha tenido miedo
de que se golpee, o le pase algo… Probablemente ha tenido sus
razones.Seguramente hubiese querido vivir en otro barrio más tranquilo, pero
sus posibilidades económicas no lo permitieron…probablemente…El caso es
que pasaron doce largos años para que este niño comience a pensar que SE
PUEDE.
Un–Profe, ¿podemos jugar en cancha completa?-interrumpe mis
pensamientos de indignación.
-Sí, primero nos reunimos. ¡Acérquense, chicos!
-¿Cómo les fue?
-¡Los varones no la pasan, profe! -Dice Loana muy enojada- Juegan ellos solos.
-¿Por qué, chicos?
-¡¡¡Si no la agarran!!! -Contesta Lautaro
-Chicos, quiero que quede claro que TODOS ESTAMOS APRENDIENDO, eso lleva
un proceso ¿sí? Algunos tienen más práctica que otros, pero todos podemos mejorar.
Tenemos que apoyarnos, ayudarnos entre todos, si yo sé que a mi compañero le cuesta,
lo aliento para que se anime, lo ayudo… ¿De acuerdo? ¡Eso es jugar en equipo! ¿Cuáles
son las cosas que debo tener en cuenta antes de dar un pase?–Pregunto.
-Mirar a quién se lo tiro…
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-¡Exacto! ¿Y qué más?
Comienzan a dar respuestas como “que la agarre”, “que esté cerca del
arco” “que no esté marcado”
-¡¡¡Muy bien!!!Y el que quiere recibir el pase ¿qué va a hacer?
-¡Desmarcarse!
-¡¡Perfecto!!
-Profe, ¿podemos jugar?
Yo me entusiasmo haciendo preguntas, me encanta hacerlos reflexionar
sobre las jugadas y las acciones tácticas y técnicas…son un grupo muy
participativo y contestar preguntas es un desafío para ellos…, pero –obvioademás quieren jugar, así que hagoun par de preguntitas más y se larga el
primer partido…La consigna es clara: juegan seis vs. seis en toda la cancha.Los
demás se sientan prestando atención al partido y, cuando suena mi silbato, la
jugada se detiene. Puedo hacerle preguntas a cualquiera -tanto jugador como
observador- sobre lo que está pasando además, cada jugador tiene asignado un
compañero que va a prestar principal atención en él y luego del partido le hará
una devolución personal sobre lo que le parece que está haciendo bien y lo que
puede mejorar…
El partido se desarrolla muy bien. Voy parando y haciendo preguntas...
Están todos enganchados, salvo un par de charlatanes.
-¡¡Chicos y chicas!! Presten atención al juego porque les voy a preguntar además, es una
cuestión de respeto al que está jugando, ya que, cuando termine, esperará recibir una
devolución sobre su juego y, si ustedes no lo ven, no van a saber qué decirle.
Van pasando todos los grupos a jugar.Cuando le toca el turno a Cesar,
entra a la cancha tímidamente…Comienzan a jugar, le tiran un pase y…la
pelota al suelo… Inmediatamente me mira. Respondo a su mirada con un gesto
de: no pasa nada, seguí…El partido continúa, los habilidosos de su equipo
evitan pasársela y yo grito:
–Chicos, ¡¡¡Pasen la pelotaaa!!!Que todos la toquen…
Nuevamente se la pasan, le rebota en la mano y se la roban… Se queda parado
frustrado...
-¡¡¡Vamos, chicos!!!Cuidemos la pelota…
Un adversario tiene el balón, cuando va a pasar por el lado de Cesar,éste
–sorpresivamente- se lo quita, avanza tímidamente hacia el arco contrario.Al
grito desesperado de Leo, su compañero,
-Pasame, ¡¡¡César!!!, Cesar levanta su cabeza, se la tira a las manos de Leo, que
sigue la jugada corriendo, tira al arco y…¡¡¡Gooool!!! Un aplauso auténtico
surge del grupo. Leo va corriendo a abrazarlo. Yo salto como si se tratara de la
final del mundo Argentina–Brasil, y Messi hubiera hecho un gol en el último
minuto que nos daba la victoria…
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-¡¡¡Excelente César!!! ¡¡Muy bien!! ¡¡¡Fantástico!!!
Él sonríe feliz.Está contentísimo. Los compañeros lo felicitan. Ha sido
mágico… Como de película…
Luego nos reunimos, les doy tiempo para que hagan sus devoluciones y,
por último, hacemos la puesta en común.
-¿Y? ¿Cómo les fue con las devoluciones?
Surgen un montón de apreciaciones muy interesantes, como “Bien, tengo
desmarcarme más, o pasarla, animarme a tirar al arco…”.Otras, un poco
egocéntricas: “Hice todo bien” (eso es una clara evidencia de que el compañero
observador estaba charlando).
-Bueno, yo vi que estamos mejorando mucho, hay personas que me sorprendieron hoy,
¡muy bien chicos!
-¡Sí, profe! ¿Vio lo que hizo Cesar?-Dice Leo, orgulloso…
-¡Claro que lo vi! ¡¡¡Muy buenooo!!!
Cesar se ríe tímidamente…
-¿Qué aprendimos hoy chicos?(Estaes una pregunta que trato de hacer siempre, ya
que da cuenta de lo que los chicos sienten que aprendieron y yo puedo hacer
una comparación entre mi planificación -o lo que quería que aprendieran y lo
que efectivamente aprendieron). Mi intención de este día ha sido enseñar tipos
de pases, principales acciones de ataque y defensa, etc. Las respuestas son
diversas…
-Aprendimos a jugar en equipo…
-A no comérsela tanto…
-A ser mejores compañeros…
-A pasar la pelota…
-Que podemos mejorar…
Que todos podemos aprender…
Las últimas respuestas me dejan sin habla…Más allá de que no es
específicamente lo que me he planteado para la clase, estoy feliz y orgullosa del
grupo.De todas las actividades, lo que más se les ha grabado ha sido el trabajo
en equipo y que TODOS PUEDEN APRENDER Y MEJORAR…
-Me alegro, chicos, que sientan eso. Probablemente ya lo sabían, pero siempre es bueno
recordarlo…y, para cerrar la clase ¿qué nos falta hacer después de una actividad física
intensa?
-¡Tomar agua…!
-¡Jaja!, ¿además?
-¡Elongar!
-¡Bien!Bueno, ¿por dónde empezamos? Franco ¿te animas a dirigir la elongación?
-Sí, profe. -Contesta chocho con la idea.
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Miro mi reloj…nos pasamos tres minutos…Terminamos de elongar y les
pido que me manden por mail las devoluciones de su compañero y una
reflexión personal sobre lo que cada uno piensa de cómo está jugando. Salen
contentos al recreo, comienzo a buscar los elementos para guardarlos y una
mano me ayuda con los conos...
-Gracias,Cesar,
-De nada profe. -Sigue caminando… Se frena, vuelve a caminar… se frena…
-¿Todo bien?
-Eh…si…Gracias, profe! No sabía que servía para esto.
Realmente sentí una inmensa emoción al escuchar esas palabras…
-¡No me tenés que agradecer nada! Agradecételo a vos por darte la oportunidad… Creo
que hiciste un gran progreso,Cesar, estoy muy orgullosa de vos…
-Gracias profe, estoy muy contento…
Y sigue caminando, perdiéndose entre los compañeros.
Yo quedo maravillada, feliz…Realmente “ganamos la copa del mundo”,
si logramos que un niño se sienta más confiado y capaz de aprender
Termina mi hora como profesora.Empieza mi turno como preceptora…
Primero, a cuidar el recreo…Pero tengo dos cosas pendientes: Julián, que
me habló muy mal…y Rodrigo, al que algo le está pasando…
El recreo transcurre muy bien.Un grupo de varones juega al fútbol uno
de niñas, al vóley otros juegan al ajedrez hay quienes sacan sus netbooks y
están muy entretenidos con ellas.Voy dando vueltas, del patio al SUM… allí,un
grupo de niñas tira al aro de básquet. Me llaman para que juegue con
ellas.Hago dos tiros y sigo mi recorrido…Miro el reloj…Ya es hora de que
entren a clase.Como no tenemos timbre, una de mis funciones es controlar los
tiempos, tanto de clase como los recreos, así que ya es hora de llamarlos…
-1er año…
-¡Al cursoooooo! -Responden ellos a coro. Me encanta que tengamos esos
códigos. Comienzan los desfiles al baño, a tomar agua, al kiosco…
-Vamos al curso chicos! Es tarde…
Cuando los chicos están adentro, voy a dirección para ver de qué se trata
lo de esta mañana…Resulta que ha desaparecido un pendrive en cuarto año…
¡Que tristeza y enojo al mismo tiempo! Será necesario hablar con el grupo,
recordarles el acuerdo de convivencia, el uso de los casilleros, el respeto a los
compañeros…
Llega la hora de ir a almorzar…Toco la puerta de primero:
- Permiso, profe, es la hora del almuerzo.
Los chicos comienzan a salir dirigiéndose al comedor, diviso a
Julián…Mientras caminamos le pregunto:
69
-¿Podemos hablar?
-Oh profe ¿ya me va a sermonear?
-No, solo quiero hablar…
Le pregunto si le parece que estuvo bien su accionar y la forma en la que
me habló.Él, al principio, parece disgustado, luego empieza a reírse…
-Bueno profe, puede ser que haya zarpado un poquito…
-Julián, ya a vos te respeto y me gustaría que esto fuera mutuo¿Te parece?
-Sí, profe, ya fue, no me di cuenta…
-Ok, pero espero que seas más cuidadoso la próxima vez, a nadie le gusta que le
contesten de esa forma… -Le hablo mientras apoyo mi mano en su hombro.
-Sí, profe, todo bien.-Me sonríe y guiña el ojo con cara pícara…
-¡Todo bien,Juli! Vamos a comer…
Hacemos la fila en elcomedor. A lo lejos veo nuevamente los ojitos tristes
deRodri, alejado de sus amigos,como llamándome. Inmediatamente, busco mi
bandeja y me instalo en su mesa.Como quien no quiere la cosa, mientras
comemos, le pregunto:
-¿Cómo está la rodilla?
-Maso…qué sé yo, profe.
-Y… si no sabés vos... ¿a quién le pregunto? (Tomo mi celular y simulo hacer una
llamada… -Sí, disculpe Doctor, por casualidad ¿usted me podría informar sobre la
rodilla de Rodrigo? Me mira con ojitos pícaros y sonrisa gigante,
- Ahh… Profe! Pregúntele también cuándo se va la profesora de gimnasia… -¡Y larga
una carcajada!
-Jaja, ¡¡¡Educación Físicaaaa!!!
-¡Bueno, es lo mismo! -Y nos reímos… Se hace un silencio.
- Váyase, profe, estoy enojado con usted.
-Hagamos un trato, si querés, yo me voy, pero primero contame por qué estás enojado…
Y comenzó su relato con voz dolida…
Me cuenta queestaba jugando al fútbol en el barrio con los amigos
cuando vio a un chico de ocho años comiendo golosinas, un montón de
golosinas. Un chico que no tenía ni para comer. Resulta que las había comprado
con dinero que había robado de la billetera de Chicho. La billetera que el mismo
Rodrigo había puesto con su campera. Cuando Chicho vio que le faltaba dinero,
lo culpó a él. Y lo mismo hizo el chico de ocho años.
-Para colmo vino mi tío que estaba chupado y me cagó a pedo, me dio un cagadón…continuó - ¿Ve? Todo por hacerle caso a usted…de que no hay que tocar lo de los otros,
de que hay que hablar, que hay que devolver lo que no es nuestro y esas pavadas que
dice. Al final, si lo hubiese sacado yo, por lo menos tendría algo rico “pa comé…”o, si le
hubiera dado una trompada al Chicho para que se calle no hubiera cobrado yo…
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Ya todos terminaron de comer, es hora de salir del comedor, me apuro
para dejar la bandeja y seguir con el diálogo que tanto me costó entablar... Mi
corazón late a tres mil revoluciones por minuto, pienso un millón de cosas para
decirle…
-Vamos chicos, tenemos un ratito de recreo y entramos a clases…Mientras caminamos
por el pasillo le sonrío y le digo:
-Te felicito…Hiciste bien, era lo que tenías que hacer, vos la encontraste y no era tuya,
la tenías que dejar ahí. Tendrías que haberle dicho a tu tío la verdad, que vos no fuiste...
Estuvo perfecto que no le pegaras a nadie.
- Pero, era obvio que era el otro chico, si no tiene un mango y estaba comiendo golosinas,
¿qué le voy a decir a mi tío si estaba chupado? Si le contesto, es peor, me pega más...
-Rodri, estoy muy orgullosa de vos, hiciste muy bien, sos una buena persona que actúa
de manera correcta, te felicito…
-No sé profe, que sé yo… igual cobré, ¿de qué me sirvió?-Me dice con los ojitos llenos
de lágrimas…
No puedo contener mi instinto materno y de protección.Lo abrazo, se me
estruja el corazón…él responde a mi abrazo y se desahoga, llora, yo trato de
contener mis lágrimas. ¡Cuánta impotencia hay en sus palabras! ¿Cómo no
comprenderlo? Pobrecito, mi alma, cómo hacerle entender que está bien como
actuó, si en el entorno en el que se maneja no es valorado un acto de buena fe,
de qué sirve hacer las cosas bien “si cobrás lo mismo”. Este niño es víctima de
un entorno y un sistema perverso donde no importa si hacés las cosas bien o
mal, es lo mismo. Allá está naturalizado, frente al desacuerdo, no hay mucho
para hablar, pegás. Y acá, en la escuela, nosotros hacemos hincapié en: ¡hablen,
hablen, y hablen! la mejor forma de solucionar los conflictos es hablando,
diciendo qué sentís, qué pensás, respeten al otro… Me parte el corazón saber
que le pegaron por hacer las cosas bien… Al final ese niñito quedó atrapado
entre dos discursos completamente diferentes…¿Cómo ayudarlo? No me puedo
ir al barrio y decir “Tío, por favor, no le pegue ni se emborrache”,“Mamá, por
favor, esté más atenta a dónde está su hijo…”. Nosotros, como docentes, no
podemos ir más allá de la institución.¿Será que tenemos que reducirnos a
enseñarles a separar los ámbitos, a decirles la forma en que debemos actuar en
la escuela?Ya no sé si decirles “en todos los lugares”, porque realmente no sé si
los perjudico pidiéndoles que actúen siempre igual.
Pegarse es la forma de supervivencia en ese entorno tan carente de
valores…es la manera de defenderse, de expresarse, de “salvarse”…
Una revolución de sentimientos, sensaciones y preguntas me invaden.
Lo acompaño a lavarse la cara, un compañero lo ve y lo invita a jugar al
futbol. Cabizbajo, se va a la cancha…
71
Es hora de las tutorías.Me quedo cuidando el recreo, me saluda el otro
preceptor que se retira porque su turno terminó. Luego, vuelvo a preceptoría,
me tomo un par de matecitos compartidos en la dirección.Allí se encuentran los
dos coordinadores, la secretaria y la directora, hay muy buena onda y
energía…Aprovecho para contarles todo lo que pasó, lo que hablé con Rodri, el
inconveniente con Julián…Ellos me escuchan, hablamos, dialogamos y
debatimos. Realmente me siento apoyada y valorada. Encuentro mucho soporte
en ellos, hay un lazo de afecto que crece día a día ya que compartimos mucho
tiempo y son muy abiertos para cualquier situación que surge.
Después, el tiempo sigue pasando y llega la hora de salida. Saludos y
besos por doquier.
Rápidamente cerramos los cursos y, entre chistes y mates y besos, nos
despedimos hasta el día siguiente.
Yo subo al auto ansiosamente y voy a buscar a mi hija Valentina, que
dejé esta mañana medio enfermucha. Mi mamá me espera con ella, las dos
chochas porque han pasado un día increíble y se han mimado
mutuamente…Nos despedimos, todavía tengo que buscar a la bebé en la
guardería y llega Isma en el transporte. Si no me apuro, llegaré tarde. Pero no,
ya veo que detrás de las piernas de la maestra, se asoma mi Lucecita. Feliz grita:
-¡¡¡¡Mamiiii!!!!…
La abrazo fuerte, la “seño” me cuenta que se portó muy bien…
Todas las mujeres juntas llegamos a la puerta de casa. Y justo llega el
transporte y baja Isma, quien llega con cara larga porque trae notita de la
escuela: ¡le faltó un elemento en plástica! Lo abrazo fuerte…lo miro con un
intento de cara de disgusto, tratando de disimular mi alegría de verlos.
-Hay que ser responsable y acordarse antes de las cosas para la escuela…
Por detrás nuestro llega mi amor-mi esposo-, con carita de cansado:
Somos dos… ¡Qué hermoso es! Estamos todos juntos para la merienda… Entre
todos la preparamos y, mientras la tomamos, aprovechamos para dialogar
sobre nuestro día.Todos tenemos anécdotas para compartir, hablamos, nos
desahogamos y nos mimamos…
Luego de merendar, los chicos se van a jugar.En un ratito me esperan
deberes para ayudar, compras para la cena, cocinar, limpiar, planificaciones,
escritos por corregir…Suspiro cansada, pero con la certeza de que todo se
puede, de que mi familia me da las fuerzas y el apoyo para seguir con esta
elección de vida: soy mamá, esposa, hija, y docente… ¡SOY FELIZ!
72
La escuela secundaria: oportunidades para seguir reinventándonos
Gladys Teresa Rosales
Cuando cumplí 15 años, el 15/02/1975, me regalaron un Diario íntimo
para que dejara reflejado en él lo que sucedía en mi adolescencia y juventud.
Cuando comienza cada año lectivo, lo llevo conmigo y lo muestro a mis
alumnos, a quienes les leo lo que yo escribí el día en que se produjo el golpe
cívico-militar que dio inicio a la última siniestra dictadura. Es esto: “Hoy
comenzaron las clases y además, Inglés particular. El último año del ciclo secundario,
me parece imposible y lamentablemente es así, y digo lamentablemente porque pienso
que los mejores años son los de estudiante. Porque después deberemos hacernos cargo de
serias responsabilidades y comienzan las verdaderas preocupaciones. Quisiera estar
dotada de algún poder para detener las horas, los minutos. Hoy, 24 de marzo de 1976,
los militares derrocaron a la Presidenta María Estela Martínez de Perón, ocupando su
lugar y haciéndose cargo del gobierno.”
¿Por qué lo leo? Para comentarles lo importante que “fue, es y siempre lo
será” la etapa del secundario, alentándolos a que la disfruten con compromiso,
responsabilidad y alegría. Y también les comento la importancia de celebrar 31
años de democracia ininterrumpida ya que –lamentablemente-han abundado
los golpes militares en nuestro país, derrocando a presidentes constitucionales.
Resalto que ellos “nacieron y tienen la dicha de vivir en democracia”, a la que
hay que cuidarla, defenderla, consolidarla y ejercitarla. Por eso, cuando me
enteré de la Convocatoria para participar en el “Concurso de Relatos sobre un
día en la escuela secundaria”, pensé: “Qué buena oportunidad que se nos
brinda a los diversos protagonistas para que contemos, desde distintos roles,
cómo son nuestros días vividos de maneras tan variadas”. Inmediatamente
socialicé la convocatoria entre mis colegas, compañeros, conocidos y amigos
relacionados con la educación y los invité a que participaran y, muy
especialmente, propuse a los estudiantes de los cursos a mi cargo -en ambos
establecimientos educativos donde me desempeño como Profesora de Historia
y de Formación para la Vida y el Trabajo- que también lo hicieran pues siempre
les comento que egresé en el año 1976 con mi título de “Perito Mercantil” en la
escuela pública, actual Escuela Normal Superior “Maestros Argentinos” y que durante los siete años que duró la dictadura- nos quitaron la posibilidad de
expresarnos libremente, estuvimos desamparados de derechos y garantías,
sufrimos los horrores y atrocidades cometidas en nombre del “Proceso de
reorganización nacional”, que dejaron en nuestra ciudad, como en tantos
rincones de nuestro país, marcas y ausencias irreparables. Dos ex alumnas de la
escuela forman parte de los tantos desaparecidos y, desde 2011, el patio lleva su
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nombre en su homenaje, por iniciativa del Centro de Estudiantes. Entre la
Biblioteca y el patio se eligió por amplia mayoría este último, por considerarlo
el espacio de reunión en los recreos, asociándolo con el esparcimiento y la
alegría del encuentro en otro ámbito distinto al aula. Quiero agregar que el
Centro de Estudiantes fue formado en el año 2009, respondiendo a la sugerencia
del Ministerio de Educación para todas las escuelas, con el propósito de crearse
un valioso espacio para debatir propuestas. Es de destacar que el primer Centro
de Estudiantes que tuvo la escuela se llamó “Mariano Moreno” y fue integrado
por estudiantes de la Primera Promoción en el año 1958, pero no perduró
debido a que las dictaduras prohibieron este tipo de actividades, entre tantas
otras cosas.
Para profundizar el ejercicio de ciudadanía, propuse a los estudiantes de
4° año en el Espacio Curricular “Formación para la Vida y el Trabajo” participar
en el “Primer Parlamento Juvenil Virtual”, convocado por la Fundación
Democracia del Círculo de Legisladores del Congreso de la Nación. Para ello se
realizaron votaciones en el aula, y se eligió a dos compañeros como Diputados
Juveniles, que representarían a sus compañeros para presentar proyectos. Estos
se debatieron virtualmente con otros de distintas provincias. Para ello se
implementó el uso de las TICS, usando la Plataforma Educativa EDMODO para
tal fin. Con respecto a la revolución tecnológica e informática que estamos
viviendo de manera vertiginosa, es muy enriquecedor para los adultos
aprender no sólo con las capacitaciones que realizamos sino también
aprovechando lo que nos pueden enseñar los jóvenes al respecto,
retroalimentándonos y generando una relación de “enseñanza-aprendizaje”
mutuo, pues con gran satisfacción recibo por parte de ellos, una excelente
predisposición, para lo que aprovechamos las netbooks, suministradas por
Conectar Igualdad y visitamos muchas veces el Aula Digital que posee la
escuela para realizar diversas actividades y seguir asombrándonos y
maravillándonos. Pero también usamos con frecuencia los recursos valiosos que
nos brindan desde la Biblioteca, cuyos integrantes siempre nos hacen saber las
novedades recibidas para ser consultadas y poder utilizarlas luego en el aula.
Mediante un Intercambio cultural propiciado por Rotary Club, un
estudiante de 5° año Orientación Ciencias Naturales, viajó en agosto de este año
a Canadá para permanecer hasta julio de 2015 en la casa de una familia en la
localidad llamada Lasalle, ubicada al sur de dicho país, mientras que un joven
estadounidense de St.Paul, cercano a Dallas, se hospedaba en la casa de dicho
joven de nuestra ciudad. Usando una vez más la tecnología y las cómodas
instalaciones del establecimiento escolar, desde la Dirección, se invitó a la
familia de nuestro estudiante para compartir junto con los compañeros del
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curso, un emotivo video conferencia aprovechando las bondades de Skype. Fue
una enriquecedora Jornada, donde la familia expresó su agradecimiento,
ensamblándose una vez más la relación “Escuela-familia-comunidad”.
Con todos los cursos, hemos abordado el Mundial de Fútbol
interdisciplinariamente entre diversos Espacios Curriculares demostrando que
es muy productivo trabajar en equipo con responsabilidad, dedicación y
espíritu de cooperación, habiéndose fortalecido la relación “estudianteestudiante”, “estudiante-docente” y “docente-docente”, tal como quedó
manifestado a su finalización.
Para reforzar la solidaridad, hemos planificado un Proyecto SocioComunitario con la Municipalidad de Corral de Bustos-Ifflinger para celebrar el
"Día del Niño", realizado el domingo 10/08 en la plaza céntrica. Los estudiantes
de 4° año -en el Espacio Curricular “Formación para la Vida y el Trabajo”colaboraron en las semanas previas y durante el día de los festejos. Y
disfrutaron haberse involucrado, alegrándose cuando la Municipalidad les
entregó diplomas, en agradecimiento a tal acción solidaria.
Porque considero que “a participar se aprende participando” es que
intento siempre alentarlos a hacerlo cada vez que aparezca la oportunidad, no
desaprovecharla, incluyéndome, recordando la frase que alguien dijo: “el que
no vive para servir, no sirve para vivir”.
Cuando se producen ciertas acciones por parte de los estudiantes que
interrumpen el normal desarrollo de las clases, tales como esconderse
cartucheras, o molestar de manera infantil no acorde a la edad real, por
mencionar sólo algunas, les resalto los hechos históricos que protagonizaron
jóvenes de su misma edad tanto en nuestro país como en el mundo, citando
ejemplos como la Revolución de Mayo, la Reforma Universitaria de 1918, el
Mayo Francés, el Cordobazo, la Primavera de Praga, etc. Aprovecho -de esta
manera- la historia para que reflexionen sobre su accionar.
Muchas veces se presentan diversas situaciones no deseadas, pero estoy
convencida de que debemos resolverlas con diálogo, madurez, coherencia,
respeto y tolerancia, comprendiendo y escuchando al joven y, sobre todas las
cosas, acompañándolo y reflexionando juntos.
Agradezco al Equipo Directivo y demás integrantes de la comunidad
educativa por la gestión y el acompañamiento permanente que posibilita que,
entre todos, “sigamos construyendo la escuela que anhelamos” y podamos
sentirla siempre “nuestra escuela”.
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Quienes abrazamos esta apasionante vocación, debemos asumir el
compromiso de reinventarnos cada día para que la escuela sea el lugar donde
logremos “permanecer”, cumpliendo cada uno con las obligaciones
correspondientes, tejiendo lazos que sean lo suficientemente sólidos como para
ahuyentar todo intento de abandono y de deserción, fortaleciendo el
sentimiento de “pertenencia y amor” hacia el lugar que nos cobija durante un
período tan importante en nuestras vidas.
AMO LA DOCENCIA PUES ES LA PROFESIÓN QUE ELEGÍ, NO CON
UTOPÍAS, SINO CON SUEÑOS POSIBLES DE REALIZAR…
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La Legislatura en manos de los alumnos
Vanesa Gonzalez
Antes de comenzar con el relato propiamente dicho, sería prudente que
me presentara. Mi nombre es Vanesa Gonzalez, tengo 30 años de edad y desde
hace dos años descubrí mi vocación: la docencia. Y se preguntarán ¿por qué
llevó su tiempo darme cuenta de que esta profesión era la indicada y aquella
que quería seguir durante muchos años?, la respuesta es más o menos así:
porque justamente mi profesión primera fue la abogacía, que me daba muchas
satisfacciones a nivel económico, pero ninguna a nivel emocional. Y es sabido
que -cuando alguien prioriza lo material por sobre lo espiritual- termina
teniendo una vida sin sentido y, por ende, se aburre de sí mismo, olvidando
quién era o quién deseaba ser realmente.
Es por ello que decidí el cambio.Por esas cosas del destino, mi suegra,
que actualmente me guía desde el cielo, me sugirió la docencia como un posible
camino. A través de su experiencia y sus relatos de vivencias como docente me
interesé y, como lectora fanática, también consideré seguir estudiando. Esto me
llevó a convertirme otra vez en estudiante para alcanzar mi profesión actual:
Profesora de Lengua y Literatura. Esta carrera terminó de cerrar el capítulo
distante y vacío que hasta ese momento tenía mi vida y me otorgó nuevas
herramientas que desconocía y que tenían como eje a los estudiantes y el
conocimiento, un combo casi perfecto para mí, aunque faltaba todavía lo más
difícil: vivir la práctica del aula.
Sin querer dilatar demasiado el relato, trataré de comenzar ya con él,
intentando que sea lo más descriptivo posible.Trabajo en dos instituciones
ubicadas en la misma calle principal de mi ciudad. Una de ellas es escuela
técnica.A ella se referirá mi “día en la escuela secundaria. El horario de cursada
es por la tarde y mis alumnos pertenecen al ciclo de especialización
Electromecánica, de sexto año. Se trata de un curso no muy numeroso, 22
alumnos, entre los que predominan mayor cantidad de varones. Desde hacía
varios meses estábamos trabajando con un proyecto a nivel provincial
denominado “Legislador por un día”, en la materia Ciudadanía y Política, que
consistía justamente en formular un proyecto de ley y debatirlo en la
legislatura. Nos tocaba viajar con varias instituciones a nivel departamental, por
lo que ese día viajamos con chicos de otros colegios.
Ese 23 de octubre de 2014, mi actividad comenzó desde muy temprano
aguardando en la Terminal de ómnibus a mis alumnos, para luego viajar
durante casi 5 horas a la ciudad de Córdoba capital, donde nos aguardarían
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coordinadores del proyecto “Legislador por un día”. Por supuesto que otros
colegas viajaban junto a mí, pero se trataba de mi primer viaje como docente a
cargo de un curso, y fue todo un desafío a nivel personal y profesional. Los
chicos concurrieron al horario estipulado.Dado mi nerviosismo por que todo
saliera bien, esa noche había dormido entre poco y nada y- como madre de una
nena de casi dos años- puedo dar fe que dentro de mi bolso había de todo, por
si pasara algo. Los chicos, asombrados, me dijeron “Profe, nos vamos por un día
solamente”, lo cual me dio la pauta de que tenía que dejar de ser tan
estructurada.
Retomando, el viaje fue a las 04 de la mañana, en colectivo. Casi la mayor
parte de alumnos durmió hasta la llegada a Córdoba y, una vez en la ciudad,
nos esperaba la gente de la Legislatura para desayunar. Era tal la alegría de los
chicos, que no recuerdo clase en que los haya visto tan felices. Su ámbito de
estudio había cambiado, pero no sus ganas de seguir aprendiendo. Una alumna,
antes de ingresar al recinto para comenzar la sesión, me dijo que estaba
nerviosa, que ella sabía que se trataba de defender su proyecto, pero que temía
que los nervios arruinaran su esfuerzo y el de sus compañeros. Ante esta
situación le recordé que no olvidara que -ante todo- era una experiencia, que
debía disfrutarla y que tratara de sacar el máximo provecho posible. También le
dije que era normal que tuviera nervios. Ese día, ella -como muchos de sus
compañeros- sería protagonista.
Tal como estaba previsto, inició la sesión previo izamiento de la bandera,
colaboró un legislador en la presentación y luego dio paso a tomar los
respectivos lugares, siendo mi grupo el bloque mayoritario, al cual
correspondía el cargo más alto de la legislatura: la presidencia. En el momento
de elegir Presidente, por mi cabeza pasaron muchas cosas, no quería que nadie
se sintiera obligado, pero tampoco quería que la persona encargada de
semejante responsabilidad-a pesar de tratarse de un simulacro- no contara con
las ganas necesarias. Finalmente tomé una decisión, previo acuerdo con los
demás chicos, y hasta el día de hoy concuerdo en que fue la mejor elección. El
elegido subió hacia la banca de presidente, saludó respetuosamente y luego
comenzó la sesión. Al verlo dar la palabra al resto de los legisladores sentí que
me llenaba de orgullo. Era su lugar. La soltura y el manejo que realizó fue tal,
que autoridades presentes me felicitaron, a lo que contesté: yo solo fui su guía,
es a ellos a quienes debemos felicitar.
Iniciado el debate, tocó analizar nuestro proyecto de ley, que tenía como
nombre “Maltrato animal en la educación”.Muchos de mis alumnos habían
elegido ese tema justamente para dar voz a aquellos que no la tienen. Y
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realmente, si los animales y mascotas pudieran expresar opinión, estarían
felices de haber sido representados por estos chicos. Defendieron a capa y
espada sus ideales, no tuvieron miedo -tal vez el miedo, a veces, es nuestro
cuando esperamos de ellos algo puntual-.Debo decir que ese día ellos me
enseñaron a mí, a debatir pero con fundamento, a ser honestos, respetuosos de
las opiniones ajenas, a soñar con un mundo un poco menos violento.
Verlos debatir me ponía la piel de gallina.Durante los ensayos en clase
había ciertos alumnos que siempre debatían, pero también habían viajado
chicos muy tímidos, algunos de ellos con problemas graves que traen desde su
casa, desde ausencia de acompañamiento de sus padres hasta violencia familiar.
Era algo que no podía olvidar.Pero ese microclima limó todas las asperezas y,
por momentos, todos fueron iguales, defendiendo un mismo ideal. No olvidaré
más esas caras.No importa cuántas horas demandó el viaje.La simple
recompensa de ver en varios rostros la mirada de alegría, de esperanza, de
afecto, fue suficiente para darme cuenta de que parte de mí quedó en ellos, en
su corazón. Tal vez algunos consideren utópico que acciones como estas
reviertan otros problemas, pero para mí es un avance, un granito de arena que
viene de la mano de la educación y de los que educamos.
Tengo recuerdos innumerables de ese día: desde esa alumna que antes
de ingresar me dijo “tengo nervios”, y a la que luego vería levantar la mano,
decir lo que sentía, expresarse tan pausadamente…Esas cosas emocionan,
porque –repito- son pequeñas cosas que a una docente como yo, tan simple, la
llenan de ganas de seguir apostando. A quienes no creen que estos chicos son el
cambio, yo les digo que para mí son -junto con mi familia- el motor que hace
que todos los días ponga mi despertador y -en vez de enojarme y tirarlo al
suelo- lo apague (aún antes de que suene) y con una sonrisa de complicidad
suba a mi bicicleta y llegue feliz al colegio: mi lugar.
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Golondrinas
Liliana Juárez
Bullicios intermitentes, manotazos tirados al aire, corridas interrumpidas
por el paso de algún preceptor, simulacro de peleas sin razones valederas en un
recreo verdaderamente complicado.
Son continuas las miradas de Marcos, Pedro, Lucas y Mariana, los
preceptores, hacia un reloj que parece cada vez más lento y que les sonríe con
burla, poniéndose a favor de los revoltosos adolescentes que quieren prolongar
su disfrute bajo un caluroso patio techado.
Son chicos de pueblo, no hay tantos problemas, tienen cierta inocencia
mezclada con picardía que traen de la calle, esa calle que todavía pueden
disfrutar con total libertad.
Mi escuela es un colegio es un colegio de doscientos sesenta almas
deseosas de saber, de absorber, de disfrutar, de soñar y es también -para
algunos- la oportunidad de poder salir de sus casas en donde viven vaya a
saber qué dramas.
Adriana, nerviosa y atenta, como toda nueva directora, pasea por las
aulas vigilando a los rezagados, a los indecisos por salir, a los que prefieren la
soledad, a los estudiosos que quieren dar el último “repasito” antes de que
toque el timbre.
En la sala de Profesoras se encuentran ellas, tratando de tomarse un
cafecito o un mate, charlando de objetivos, comportamientos, aprendizajes,
resultados de evaluaciones y pensando en cómo recuperar a los irrecuperables
de siempre.
Los de sexto, ya con un pie en la universidad, miran con algo de aplomo
y algún dejo de superación y soberbia a los más pequeños, pensando en lo
rápido que pasó el tiempo, que ya están terminando las clases y que van a
poder cumplir el tan ansiado objetivo de irse a Bariloche.
En un rincón está ella, tímida, recelosa, paciente observadora.Analiza su
nueva situación. Su mirada está perdida, ve a algunos como payasos haciendo
muecas a aquellos mayores como leones enjaulados, a los que solía tener cerca
de la casilla rodante donde dormía, cuando era pequeña, cuando las leyes aún
lo permitían a los que se arrojan papelitos como malabaristas en práctica a los
contorsionistas tratando de escapar de alguna cachetada voladora, a la profe de
Lengua, como equilibrista con sus tacos nuevos.
El patio, la carpa los pupitres, las butacas…
Con el toque del timbre, COMIENZA LA FUNCIÓN.
Pasa Luciano, de 3° “A”, que le comenta a su mejor amigo Isaías:
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-Está buena la del circo, ¿la viste? Es ésa que está parada allá en aquel rincón del patio.
Isaías, concentrado en el bizcocho que se está comiendo, la mira y hace un
gesto, una mueca de posible asentimiento como para que el Luci no se sienta
tan mal con lo que acababa de afirmar.
Pasan las profes frente a la niña y siempre los mismos comentarios: “Otra
vez una chica de un circo, poooobre”, “el desarraigo que deben sufrir”, “qué
vida errante”, “qué nota le vamos a poner, si se va enseguida”, “nunca llegamos
ni a conocerlos a estos chicos”…
Ella se llama Cristina María. Lleva ese nombre que significa mucho en la
historia del circo, aunque pocos lo sepan. Muy pocos han escuchado hablar de
Cristina María del Pino Segura, una de las mejores representantes de lo que la
palabra “circo” entraña, que trabajó muy duro siempre y obtuvo varios premios
-el más importante el Premio Internacional en 1960, el Oscar del Trapecio, sin
red-.
No se dan cuenta de que el circo es todo en su vida, que lleva en sí el
histrionismo, que -de un soplido- el tragafuegos espanta todas sus penas y sale
eufórica al escenario.
-Viste, me parece que me miró así como… como…como que diferente ¿viste? –dice con
aplomo, Luciano.
-Bah, tás loco. Para mí no pasa nada, mira…qué te puedo decir…ella mira igual que
cualquier otra.
Muchas miradas van y vienen durante toda una semana, hasta pueden
percibirse fuertes latidos, pero… las golondrinas emprenden siempre su vuelo,
deben seguir a la bandada en busca de nuevo público, de nuevas caras, de
nuevas miradas.
La secretaria, apurada, trata, con su mejor cara y ante el típico “¿Ya se
va?” de cada profe, de pedirles alguna notita, algún “datito”, para poder
completar el cuaderno de esta pobre chica que emprende un nuevo viaje hacia
pueblos vecinos.
Lucianono entiende la situación, busca explicaciones y no las encuentra,
espera un milagro.
Luciano no se cansa de mirar, una y mil veces hacia el rincón donde ella
siempre está sumida en su soledad llena de pensamientos circenses.
Luciano no se cansa de esperar…
No se cansa de esperar…
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La Centenaria: participación, debate y compromiso
Paula Jimena García Veritá
Amanece sobre la ciudad, el olor a tostadas y a café con leche inunda el
espacio… Los pájaros juegan sobre los tiernos brotes de las ramas y la Escuela
Centenaria abre sus puertas para que los alumnos, sujetos creativos de este
espacio público, accedan a las aulas.
Las aulas, lugares donde trasciende el espíritu innovador las aulas, cajas de
herramientas para miles de jóvenes, sujetos que construidos por la pluma de la
escritura y el abanico de potencialidades que el docente brinda, y que abren
todos los días las innumerables puertas del conocimiento.
Hoy, en cambio, es un día especial. A la vorágine cotidiana de los que
llegan sobre la hora -en algunos casos, dormidos y,en otros, tan despiertos que
pareciera que la noche no llegó nunca a su mundo-,hay un grupo: los
contendientes de un debate, que expresa al máximo la lógica de la participación
en la escuela.
Hoy es la presentación, por ciclos, de las listas que aspiran a representar
a sus compañeros como unidad ejecutora del Centro de Estudiantes. Son ellos
los que han llenado la escuela de vida. Hoy se respira política se presiente el
conflicto como base de la negociación se inhala la vida misma de una sociedad
que potencia a sus jóvenes, a pesar de que todavía perduran los recuerdos
nefastos de la última dictadura.
Hoy, en esta escuela, los alumnos tienen la posibilidad de debatir
enérgicamente, de expresarse con claridad sobre cuál es la escuela que desean,
cuáles son sus propias necesidades, y cuálessus objetivos. Durante los años de
plomo, la posibilidad del disenso, del debate y de la escucha, de la tolerancia y
la palabra estaban coartadas.
Pero hoy el tiempo reluce magnánimo en las caras de quienes, por
primera vez, participarán de una elección del centro en la cara de los que vienen
a hacer “el aguante” por sus compañeros de curso de los que sueñan con una
sociedad más justa y equitativa.
Primero, un balance de la gestión anterior, la mirada atenta y la escucha
de los que saben que deben rendir cuentas a su soberano.Después, el debate de
ideas.
Los profesores miran,en algunos casos desconcertados y tal vez algo
miedosos de esa fuerza que emerge cuando se abre el camino de la
participación.
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Hacernos cargo de la cosa pública nos garantizará que en el futuro
nuestras sociedades sean más solidarias, equitativas y justas.
Así las cosas, en el patio de la escuela centenaria, a la sombra de sus
grandes ventanales, la adrenalina de la pregunta genera un especie de vacío, el
mismo que hace cosquillas al aventurar un objetivo, o al defender una idea.
¿Será que, en la lógica de la adolescencia, la defensa de ideas se vuelve
un hecho próximo y posible? ¿Será que los adultos no entendemos la política
como la búsqueda del bien común?¿Será que nuestra propia trayectoria
personal nos vuelve escépticos cuando se habla de cambiar las cosas?
En este mundo de sueños, de objetivos por cumplir, la fuerza de los
jóvenes es crucial: el debate termina con un aplauso ensordecedor, y la mirada
atónita de los docentes.
Sin embargo, en esta escuela formadora histórica de docentes, –como en otros
sitios-, aún persiste un prejuicio. Aún da miedo que el espacio público sea
compartido. Tal vez tengamos que escuchar más a los jóvenes, nuestros
alumnos, alma y sentido de una institución que promueve igualdad y respeto
por los derechos humanos, con memoria y con presente.
Toda termina.El bullicio va dejando el silencio de los patios y la Escuela se
acomoda a la quietud del “nido vacío”. Lentamente se van apagando los
sucesivos “¡Hasta mañana!”.
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Un día en mi escuela
Fernanda Juares
Al llegar -a las 7 de la mañana, como casi todos los días- encuentro a
algunos estudiantes que esperan que se abran las puertas para poder ingresar y
utilizar las notebook hasta que se hagan las 7:20, horario de ingreso a las clases.
Poco después llega el colectivo urbano del que desciendo muchos estudiantes y
algunos profesores que llegan de diversos barrios, después las motos y algunos
autos se detienen en la avenida para dejar a los chicos que viven cerca, pero que
no tienen transporte directo al colegio. Una abuela y un grupo de madres se
sientan en el banco del hall esperando que toque el timbre y que se formen las
filas para izar la bandera.Los docentes llegan varios minutos antes para
compartir unos mates en la sala de profesores y charlar sobre diversos temas
que siempre terminan en consultas sobre la situación de algún estudiante o
ideas para realizar proyectos. Al llegar la secretaria, preceptores y personal
administrativo empiezan a abrir puertas, a prender las computadoras y van
cobrando vida los diferentes espacios de la escuela.Los chicos forman al toque
de timbre ya una de las profes puso la bandera en el mástil del patio y deacuerdo con el clima- salen al patio o se quedan en el hall. El preceptor que
está en la puerta de ingreso apura a los que se retrasaron y las mamás y la
abuela se retiran. Al izar la bandera y saludar les recuerdo la importancia de la
limpieza de los cursos y de prestar atención en clase. De acuerdo con la ocasión,
la vicedirectora los invita a alguna jornada deportiva o cultural, y pasan a los
cursos. En el transcurso de la mañana, algún papá busca a la directora, la vice o
a la profesora Laura (coordinadora de curso), para expresar alguna una duda,
conversar sobre la conducta de su hijo o tratar una problemática escolar o
familiar.
En los recreos, los chicos de 6° o de 5° (depende del día) arman su
quiosco en el hall con expectativa de vender “bien” para juntar dinero para el
viaje a Chapadmalal o la compra de la remera de egresado para el año que
viene. La mañana transcurre tranquila. Algunos de 1° gritan en el SUM, porque
están jugando al football ya que tienen hora libre otros llegan a educación física
antes y se sientan en el piso del pasillo porque hay wifi un grupo de niñas
ensaya una coreografía en la biblioteca para el CAJ y yo pido un poco de
silencio porque no escucho lo que me está diciendo una mamá sobre una
situación familiar que están pasando. En algunos recreos u hora sándwich,
algunos profesores me llevan unos mates a la dirección y compartimos
inquietudes sobre algún estudiante, un grupo o la fecha más adecuada poder
llevar a la práctica algún proyecto o salida educativa.
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Al terminar el turno mañana (1°,2° y 3°) todos se dirigen al comedor.
Raquel los espera con la comida y algunos consejos. Al ingresar, los más
grandes del turno tarde, la vice y la preceptora tratan de que formen en el hall
para saludarlos.Después del ritual, algunos de 6° van a la sala de informática
los de arte van con su profesora al taller de Arte al fondo del pasillo, renegando
porque se olvidaron de algún material para la clase del día otros pasan al curso
y algunos se quedan en el SUM para terminar con la grabación del trabajo
práctico para Producción Audiovisual. La tarde transcurre tranquila mientras
paso por los cursos recordando alguna novedad y reiterando el uso de la
remera blanca hasta tanto tengamos aprobada la resolución con el nombre
“Ernesto Sábato”.Las preceptoras consultan sobre si falta algún profesor o
cuándo es la próxima salida de los de 6°. Los recreos de latarde son más
“complicados”, porque los jóvenes plantean lo injusto de la normativa de no
fumar dentro del establecimiento, el uso del uniforme y la prohibición de usar
gorra dentro del colegio. Al tocar el timbre de ingreso también debemos
recordar a los profesores que ingresen al curso porque sus estudiantes los están
esperando. También solemos recibir la visita de egresados que consultan sobre
las fechas de exámenes para poder terminar el nivel secundario o preguntan
por algunas de las tutoras del PMI ya que necesitan preparase para rendir.
Algún estudiante pregunta por Fernanda (la directora) para plantear algún
problema con algún profesor, solicitar permiso para organizar un evento o
buscar consejo. Unos profesores de arte aprovechan una hora libre para pintar
la pared de la sala con los chicos de 4° Arte. Algún chico de 5° Informática pide
los programas de 1° a 6° para terminar de armar el Blog del colegio y -de pasopiden prestado el mate de la sala de profes y también la yerba porque están en
hora libre.
Pero, a veces, hay tardes que no son tan tranquilas. Sonesas tardes en que
sentimos –junto con los preceptores y algunos tutores- que nos atropella la
realidad: una pelea entre las chicas, amenazas de un varón a otro, robo de
celulares en un curso, padres desesperados porque encontraron a su hijo
fumando un porro y nos piden consejo o estudiantes que -de repente- se
descomponen en hora de clases y hay pedir urgentemente una ambulancia.
Es en esos momentos cuando, como cuerpo docente y directivo nos
proponemos hacernos cargo de que la escuela que creíamos conocer y en la cual
nos formamos durante tantos años ya no existe, y de que estamos trabajando
para que esta nueva escuela sea cada vez mejor.
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Dos aulas, dos mundos
Estela Nancy Valles
El presente relato corresponde al primer día de una de las etapas de un
proyecto tecnológico, cuyo tema principal es Proceso Tecnológico.
En la clase anterior, he entregado la guía de actividades y coordinamos
procedimientos para trabajar en este Proyecto Tecnológico de un Proceso de
Construcción. Para desarrollar esta actividad deben seguirse diferentes pasos,
como diseño, diagramación, resistencia de materiales, distribución de tareas,
etc. con el fin de construir la estructura de una torre, con cincuenta sorbetes y
alfileres.Dicha torre debe soportar el peso de una lata de gaseosa llena.
Debido a las características de los dos grupos, para esta actividad
publiqué -en el grupo cerrado de Facebook- unos videos de consulta sobre los
procedimientos a seguir en el desarrollo de dicho proyecto.
Hoy es miércoles y mis clases comienzan a las 7:45 con módulos
completos en tercer año divisiones “A” y “B.Ambos grupos son heterogéneos y
numerosos. Se caracterizan por ser dispersos, bulliciosos y generadores
permanentes de situaciones de distracción. Generalmente les cuesta escuchar al
docente.
Al entrar al aula de tercer año div. “A”, algunos están todavía con
trabajos del área de Inglés, y comienzan a preguntar por los materiales que van
a usar. Yo me quedo paradaen silencio frente al escritorio para saludarnos.
Después de la Jornada Provincial se acordó que -para mí- era muy significativo
el saludo, como muestra de mutuo respeto. Ese día muchos de los alumnos
manifestaron su desacuerdo con respecto la posición de pie junto al banco para
saludar. No le encontraban sentido ya que ellos decían buenos días, de todos
modos. Pese al bullicio y las manifestaciones de descontento, nos saludamos.
Tres alumnos se acercan al escritorio y me ayudan a repartir el material
para cada grupo de trabajo. Es obvio que lo primero que harán es jugar con
ellos. Como he observado que los materiales se dañan, pido silencio para hablar
sobre la resistencia de dichos materiales, de cómo se debilitan cuando los
ajamos, etc. Algunos aportan sus puntos de vista y dan las primeras hipótesis
acerca de cómo puede verse afectado el resultado de su trabajo.
Una vez aclarado esto, todos comienzan a trabajar según las pautas ya
expuestas.Les pido autorización para filmarlos mientras lo hacen y me la
conceden, pero no quieren que tome sus rostros ni les pida hablar en cámara.
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El primer grupo al que me acerco está formado por cuatro varones, que
han empezado por reforzar los sorbetes con canutos de papel. Me preguntan
cómo hacerlo. Les explico que se puede usar papel de revista o diarios,
enrollándolo en diagonal para aprovechar mayor superficie de papel luego
introducirlos en los sorbetes para darles mayor resistencia. No les resulta fácil,
pero entre ellos se ayudan. Dos integrantes del grupo están preocupados acerca
de si lograrán o no la construcción (no han consultado en los sitios de internet
sugeridos, tampoco han hecho el boceto y han perdido la fotocopia de la guía
de actividades).
El segundo grupo planifica el modo en que van a poner la torre sobre la
base. Quieren que quede bien centrada. El problema es que la madera está
cortada en falsa escuadra, así que me preguntan cómo solucionarlo. Ninguno
tiene regla, por lo tanto, tomo una carpeta de tapas duras y con ella trazo las
diagonales. Desde allí hago marcar las mismas distancias en cada diagonal para
apoyar cada columna de la torre. Mientras Stefania comienza a realizar lo que
he explicado, sus otras compañeras trabajan rellenando los sorbetes y probando
cómo los ensamblarlos para hacerlos más largos. Al mismo tiempo, Nahuel, que
pertenece a otro grupo, también tiene dudas sobre cómo se arman las columnas
de la torre.
Luego paso a otro grupo. Allí me preguntan por cuáles materiales
pueden utilizar, porque sus intenciones son pegar todo con pegamento y no
usar alfileres para unir los sorbetes como lo requierela consigna. A sus dudas,
agrego el comentario de que las decisiones deben tomarse entre todos y que las
modificaciones deben quedar registradas.
Sigo caminando por el aula y, al acercarme a otro grupo, veo que uno de
sus integrantes comienza a realizar el boceto de la torre a construir. Le pregunto
la razón y él me responde
-De esta manera podremos calcular cuántos sorbetes utilizaremos y cómo los vamos a
colocar. Es uno de los pasos de la consigna.
Al verlos tan seguros,continúo con los otros grupos.
Llego al fondo del aula. Las alumnas de este rincón se caracterizan por
ser muy bulliciosas. Están en desacuerdo con la actividad y lo manifiestan
abiertamente. Les está dando mucho trabajo. Les sugiero la lectura de la guía,
pero ninguna la tiene. Pregunto si han hecho un boceto, croquis o si han
consultado en los sitios sugeridos para realizar la tarea. Me responden que no.
Entonces, les propongo utilizar las netbook o los celulares y buscar la
información necesaria. Una de ellas me pide que le explique cómo hacer los
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canutos de papel, porque está renegando mucho para hacerlos. En ese momento
reparo en que durante toda la clase ha estado callada, su risa estridente no se ha
escuchado ni ha llamado la atención en ningún momento, como suele hacerlo
generalmente.No puedo evitar una sonrisa. Ella enseguida pregunta el motivo.
-Si hubiese sabido que estas tareas te mantenían en silencio, las hubiera puesto en
práctica más veces a lo largo del año. –Le digo.
-Claro, a usted le causa gracia, pero yo estoy harta de hacer esto. Usted tiene cada idea,
encima se divierte a cuesta mía, yo no tengo paciencia para hacer esto. La paciencia es
algo que no conozco.
Se sienta en actitud de descontento. Sus compañeras se sonríen y tratan
de que no se propase en sus contestaciones, que siempre le han traído
problemas disciplinarios.
Para distender la situación, comento:
- Si querés, yo te doy algo de paciencia, porque en estos dos años todavía no me la has
quitado.–Y sonriendo, agrego:
-Protestás tanto que tu cara se va a llenar de arrugas muy joven, esta es una tarea para
sentarse y mientras trabajás, podés charlar, escuchar música…
Eso la hace relajarse y cambiar de actitud.
Como es natural en ella, tiene que decir las últimas palabras. Con actitud
de protesta comenta:
-No entiendo, ¿Qué vamos a aprender con esto?
Sus compañeras lanzan inmediatamente un: -“AHHH… no, basta, cállate y
seguí trabajando.
En ese momento me requiere otro alumno.Cuando me dirijo a su banco,
suena el timbre que anuncia el recreo. Todos dejan sus cosas sobre el banco y
salen del aula. Yo acomodo lo mío en el maletín y dos alumnos guardan sus
materiales de trabajo en las mochilas.
Mi jornada no termina aún.Tengo clase en la otra división donde también
comenzamos con la construcción de las torres. Entramos al curso, nos
saludamos como corresponde. Reparto el material y la alumna que se sienta al
lado del escritorio ofrece su ayuda para repartir. Muy pocos se muestran
interesados por la actividad, su mayor preocupación está centrada en la
evaluación de Geografía, así que se agrupan como para trabajar, pero con sus
carpetas de la otra materia. De buenas maneras, les hago saber que eso no es
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apropiado y que tampoco quiero interpretarlo como una falta de respeto, por lo
tanto les hago guardar todo para trabajar en mi materia.
Algunos alumnos me dicen: -Bueno, no se enoje. Pero ¿nos da los últimos
minutos de la hora para repasar?
Todos hablan y -cuando me acerco a los grupos, toman los sorbetes y me
preguntan cómo deben realizar la tarea. Basta con retirarme dos pasos para que
sigan con sus preocupaciones (la evaluación de Geografía).
El grupo de varones del fondo del aula, cuando me acerco, abren la
ventana de internet y se hacen los que buscaban información para hacer la
tarea.En realidad, yo sé que están jugando al counter strike.
Continúo recorriendo el aula y veo queotro grupo ha comenzado a
trabajar con los sorbetes, pero -sobre el banco- están los apuntes de Geografía.
Cuando me acerco,hago el siguiente comentario:
-Bueno, acabo de enterarme de que doy clases de Geografía, pensé que era Educación
Tecnológica.
-Dale profe, mientras llenamos los sorbetes, vamos estudiando. –Responden.
Una de ellas hace un comentario acerca de un marcador que le han
sacado sin permiso de su cartuchera. Yo pregunto quién ha sido, para que se lo
devuelvan. Doy por terminada la conversación y les pido que se dediquen a las
actividades de mi área.
Sigo el recorrido y me detengo en el siguiente grupo que está
planificando cómo van a realizar el trabajo. Una alumna del grupo está
investigando en su netbook el nuevo sistema operativo de Huayra y-si bien me
gusta que manejen todas las aplicaciones de los recursos informáticos- la tarea
de esta etapa es para desarrollar, reconocer otras habilidades que ellos poseen
es por eso que le pido que colabore con las tareas de sus compañeras de grupo.
Ella me responde: -Yo no soy buena para las actividades prácticas y por eso me
ofrecí a hacer la presentación o el power point.
De todas maneras le sugiero que intente realizar estas tareas. En ese
momento me llama otro grupo de alumnos porque -al planificar el desarrollo de
las tareas- no están de acuerdo en cómo deben disponer los sorbetes para llegar
a la altura solicitada en la consigna. Me detengo y me doy cuenta de que es el
único grupo de trabajo que está realizando las tareas con total seriedad y
responsabilidad, y demuestra interés por la propuesta. Mientras hablo con ellos
advierto las risas del fondo del aula, dirijo mi mirada hacia ellos: están
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midiendo sus alturas con el centímetro, por lo tanto, no están trabajando. Me
acerco porque no saben usar el centímetro y les cuesta sumar las medidas que
toman, por eso me intereso en cómo solucionan el problema. Algunos sugieren
sumar 1,50 cm más 17 cm, otros dicen que se suman 0,17cm.Todos llegan al
resultado de 1,67 cm porque están midiendo con un centímetro y por eso debe
expresarse la cifra en centímetros, pero el procedimiento para resolver la
operación resulta unasorpresa porque la discusión essobre cómo se acomodan
los números decimales.
La hora ya ha terminado, salen al recreo y dejan el aula en desorden y sin
guardar los materiales, a excepción de tres alumnos que, cuidadosamente,
ordenan y guardan todo. Hay una demostración de gran disconformidad con
esta actividad en este curso, en su mayoría expresan que no les gustan estos
trabajos, no se consideran con habilidades para actividades prácticas y aducen
que a ellos les gustan los trabajos teóricos o con el uso de las netbook.
Esto no responde a misexpectativas. No estoy conforme y presiento que
tendré que presionarlos para llevar a cabo el proyecto.
Regreso a casa inquieta por revisar las imágenes de las filmaciones.
Siempre registro imágenes cuando realizo estos proyectos. Comparando un
curso con otro, reparo en que, en la división “A”, registré 17 minutos de
imágenes en las que conversaban y realizaban sus tareas, y en la división “B”, 7
minutos solamente.
Tengo muchas preguntas sin respuestas. En primer lugar, tengo que
analizar mi práctica (en cuanto a la selección de las actividades). Debo buscar
un sentido al comportamiento de los alumnos que, a pesar de tener la edad y
los intereses en común, responden de maneras diferentes a una misma
actividad. En los cinco años que llevo desempeñándome como docente de
Educación Tecnológica, es la primera vez que un grupo de alumnos no se
interesa por un proyecto, al menos de esta característica. Debo detenerme sobre
esto y reflexionar.
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Y otra vez no llovió
Daniela Giraud
Y otra vez no llovió.Fue lo primero que pensé cuando recobré la consciencia y
me di cuenta de que lo que sonaba no era el teléfono para anunciarme que era la
flamante ganadora de un millón de dólares sino mi despertador recordándome
que eran las 6 de la mañana y que tenía que comenzar el día laboral. No
convencida de que el pronóstico otra vez se hubiera equivocado y pensando
que quizás con mi cansancio no había escuchado las gotas de lluvia, abrí mi
ventana esperando ver el barro en el patio que me indicaría que no iba a haber
clases. Mi escuela se encuentra en el medio del campo, literalmente, 10
kilómetros de tierra la separan de la ciudad más cercana. Y no es que me guste
que los alumnos pierdan clases por cuestiones climáticas, pero un día cada
tanto, sin tener que levantarme a las 6 de la mañana, me da energía y hace que
tenga más tiempo para preparar clases y -sobre todo- para corregir, actividad
que odio con todo mi corazón. Es lo único que no me gusta de mi profesión y lo
digo yo, que soy profesora de Lengua y me paso los días corrigiendo, si no son
trabajos de los alumnos, son ponencias de mis colegas, cartas que elevan mis
directivos, la tesis de mi hermana o lo que sea, porque -aunque no me guste- lo
tengo incorporado y a veces me descubro corrigiendo el semanario de la zona o
diciendo que un titular del noticiero de la noche tiene un error, mañas del
oficio.
Pero, volviendo a la ventana, la abrí con esperanza y la cerré con desilusión, no
había llovido, al contrario, la tierra estaba partida y parecía reclamar agua.
Resignada comencé a vestirme y en eso recordé que era miércoles, me gusta el
miércoles, es el día que tengo un módulo completo en la primera hora con sexto
año, amo el sexto año. Siempre es el mejor curso de la escuela. Es como si los
chicos que saben que están terminando una de las etapas más divertidas de sus
vidas, se dan cuentan y comienzan a actuar de una manera diferente ya tienen
incorporada la premisa fundamental de mi materia: si no leen no aprueban.
Además, han desarrollado un espíritu crítico y tienen la capacidad de
analizar textos literarios y relacionarlos con la actualidad. Se arman discusiones
interesantes que me hacen pensar que tan mal no hemos hecho nuestro trabajo
en la escuela, ya están preparados para lo que sigue en su vida adulta. Sin
contar que a veces los dejo tomar mate y pueden hacerlo sin pelearse,
compartiendo entre todos y, lo que es más importante, sin desparramar yerba
por toda el aula, lo que muestra que ya no son unos niños.
Recordé que para el día de hoy habíamos pautado el debate sobre el final de
la novela Las tierras Blancas, de Manauta. Eso me entusiasmó y terminé de
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vestirme con prisa. Es la primera vez que trabajo ese texto en el aula, hace poco
que el Diseño Curricular de la provincia ha incorporado la Literatura
Entrerriana en la educación secundaria, lo que me parece perfecto. El problema
es que quienes nos hemos formado en la Universidad no tuvimos esos
contenidos en el profesorado, pero si las herramientas para abordar cualquier
texto. La carencia de esta área hace que se nos dificulte la selección de un
corpus concreto. Esta novela me fue recomendada por una amiga y colega, y no
sé si fue por la pasión que ella puso al hablarme de Manauta o porque que la
novela es hermosa, la cuestión es que me conquistó enseguida y me dije en
algún momento voy a darla en el secundario. No es fácil de leer, tiene múltiples
perspectivas, raccontos, y un final extremadamente cruel. Pero sabía que este
grupo concreto de alumnos estaba preparado para poder abordar esta obra y
estoy segura de que no me equivoqué.
Sabía que para los chicos, este texto no había sido uno más. Daiana, que es la
más pasional del grupo, ya me había puesto sus quejas al leer que Odiseo, el
niño pobre de la novela de Manauta, moría al final. Me lo había dicho en un
mensaje privado de Facebook. En esta escuela, para recuperar los días que se
pierden por la lluvia, hemos creado grupos en esta red social y la realidad es
que nos ha dado buenos resultados: los alumnos hacen consultas, los docentes
pasan actividades y los padres se enteran de las fechas de las evaluaciones
programadas, como de las notas de sus hijos. Por eso no me sorprendió el
mensaje de Daiu (así se hace llamar en el face) donde me decía que odió el final
y que me odió a mí también por habérselo hecho leer.
Desayuné, como siempre, revisando los mail y las novedades del face. Ahí vi
que Vero, que es un poco más tímida, también había dejado ayer un mensaje en
su muro que me demostraba que el libro había provocado en ella sus efectos,
decía algo así como Leyendo el final de Las tierras blancas… y un emoticón
llorando.
Salí, como siempre, 20 minutos antes del horario de entrada en clase, el
camino que tengo que recorrer es poco, soy la docente que más cerca vive de la
escuela, sin embargo, el camino de tierra está feo y hay mucha polvareda que lo
vuelve peligroso, por eso tengo que ir muy despacio. Sin embargo, es mi
momento de relajación en el que pongo música y dejo volar mi mente mientras
escucho a calle 13, Vicentico, Callejeros, Sabina, entre otros.
Aunque mis
estudiantes están convencidos de que solo escucho Arjona y por no
desilusionarlos los he mantenido en esa idea. La profe de Lengua nunca puede
ser divertida.
Camino a la escuela me encontré con una de las combis que lleva alumnos, que
-para variar- no me dejó pasar y tuve que ir todo el tiempo detrás tragándome
su tierra. Si bien la nuestra es una comunidad rural muy pequeña, la escuela
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secundaria tiene una matrícula que supera los 100 chicos y eso se debe a que
recibe estudiantes que vienen de otras localidades por diferentes motivos,
desde pases “sugeridos” por problemas de disciplina, hasta gurises tímidos que
no se adaptan a las grandes escuelas, pasando por hiperactivos y alumnos con
déficit de atención. Para algunos, es una escuela problemática. A mí me gusta
pensar que es una escuela de segundas oportunidades. Los adolescentes, más
que cualquier otro ser humano, merecen segundas oportunidades y en nuestra
escuela solemos dárselas. Muchos chicos que han fracasado en otros
establecimientos, encuentran en esta la contención y la atención que necesitan.
Llego a la escuela y algunos de mis alumnos ya están en el patio jugando a la
pelota. ¿Cómo pueden tener tanta energía a las 8 menos 20 de la mañana?
¿Quién pudiera tener 15 años otra vez? No alcanzo a llegar que ya los escucho
decir “¿Cómo anda, señora?” “¡Fooo! ¿Para qué vino?” “¿Corrigió los
exámenes? ¿Qué me saqué?”. Es esa energía y esa espontaneidad las que me
hacen elegir cada día trabajar en la escuela secundaria, tan cuestionada, tan
criticada pero tan necesaria y tan apasionante. Cuando doy clases en la facultad
sé que los alumnos han elegido esa carrera, que les gusta la literatura y así y
todo a veces siento que les hablo a las paredes, que no consigo apasionarlos con
un texto. Pero en la secundaria, cuando -de vez en cuando- un chico viene y me
dice “Me re gustó el libro”, o te cuenta que por primera vez en la vida leyó una
novela, con los ojos brillosos, sabés que no te miente, como también sabés que
no te miente cuando te dicen con bronca que mamá Elena, de Cómo agua para
chocolate, es mala, así lo sienten porque son genuinos. Y cada vez que veo que
alguno de ellos descubre el placer por los textos, me siento satisfecha y me doy
cuenta que eso recompensa todo lo complicado que tiene ser docente hoy.
Saludos a mis colegas y cuando toca el timbre salimos a formar, esas
costumbres que aún conservamos de las épocas militares, la formación, entonar
una marcha y no puede faltar “el reto de cada día” esta vez, la directora les
recuerda que tienen que traer el uniforme. El uniforme y los adolescentes ¡qué
tema! Podrían realizarse varias investigaciones sobre esa temática y no la
agotarían.
Entro al aula, saludo como siempre y recibo la respuesta de los chicos.
Esteban otra vez se ha quedado durmiendo en el aula mientras el resto formaba
y cuando escucha las voces de sus compañeros comienza a despertar con todos
los pelos en los ojos. ¡Cuánto ha hecho renegar a la preceptora por no querer
atarse el cabello! El acuerdo de convivencia dice que tienen que traerlo
recogido, pero eso no es posible para él, como tampoco es posible venir
peinado, la rebeldía siempre se manifiesta en el pelo.
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Mientras se despierta, me mira sorprendido, otra vez no se acordó de que
para hoy tenía que tener leído el final de la novela, así que se dispone a seguir
con lo suyo, es decir a seguir durmiendo.
El resto de los compañeros comienza a hablar, están ansiosos, todos quieren
opinar, manifiestan su indignación. No les gustó el final, les parece cruel,
desalmado.
Se desordena un poco la clase, eso siempre pasa cuando algo los entusiasma.
Les pido que hablen de a uno y respeten a sus compañeros.
Leo culpa a los políticos del final del libro, explica que si Odiseo no fuera
pobre no hubiera ido a buscar moneditas y no hubiera recibido el disparo
accidental que le quitó la vida. Esteban ya se ha despertado y escucha a sus
compañeros atentamente, si hay política, capitalismo e historia en la temática él
siempre tiene algo para opinar, aun cuando no leyó el libro.
Daiana sigue enojada conmigo por haberle hecho leer el libro, me dice que ha
perdido la inocencia después de este texto, y yo pienso en lo que dice Sartre de
que la función del escritor consiste en obrar de modo que nadie pueda ignorar
el mundo y que nadie pueda ante el mundo decirse inocente. Manauta, como
intelectual comprometido, ha conseguido su objetivo: el hambre, la pobreza y la
marginalidad les ha tocado en el corazón a mis estudiantes de sexto año.
Me dicen que no esperaban ese final, yo aprovecho ese comentario para
explicarles nuevamente lo del realismo, no podemos esperar una resolución
mágica en un texto de este movimiento, yo se los había advertido pero ellos en
su momento no lograron comprender por qué se los decía. Ahora sí lo
entienden, todo a su momento.
Discutimos varias cuestiones, realmente el texto les ha despertado muchas
cosas. Sin embargo noto que Nico casi no opina. Es raro, porque es el mejor
alumno del curso. Estoy segura de que leyó el libro y que tiene una opinión
formada, así que le pregunto qué piensa. Con sus ojitos celestes un poquito
brillosos, este chico -ya casi un hombre que en la vida ha soportado cosas que
yo no soportaría-me dice, “¿Por qué se tuvo que morir?” y su pregunta me
desarma. Tengo un montón de respuestas para darle, puedo hablar de la
literatura comprometida, del denuncialismo, de Manauta, de tantas cosas, pero
ninguna de las respuestas servirá para nada. Es evidente que el libro le ha
pegado en lo más profundo de sus sentimientos, y solo me sale decir “porque la
vida es así, hay cosas que no tienen explicación.”
Seguimos hablando, les comento que la literatura no siempre representa
cosas agradables, que -a veces- busca que el hombre reflexione sobre
problemáticas que nos afectan. Hablo de las diferentes posturas: los que
piensan que el arte debe ser por el arte y nada más y la otra, que habla de la
función social de la literatura. Me remonto a la disputa entre Florida y Boedo.
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Realmente, la clase ha dado para trabajar tantas cosas ha sido uno de esos
momentos que me recuerdan por qué elegí ser docente.
En eso golpean la puerta, miro la hora, ya terminó mi módulo y ni cuenta me di.
La profe de contabilidad espera afuera para entrar a su clase. Me despido de los
chicos diciéndoles que seguiremos al día siguiente.
Salgo del aula con una inmensa alegría, ya no importa si otra vez los de
quinto se han puesto de acuerdo para faltar o si los de segundo “A” no entregan
el trabajo. Ya no importa que en el último módulo tenga con los de segundo
“B”, que en lugar de aula tienen una cantina, sin vidrios en la ventana con piso
de portland y techo de chapa donde el sol pega con todas sus fuerzas al
mediodía. Nada de eso importa, el día está ganado, nadie me sacará la sonrisa
de la cara, por eso me digo a mí misma “menos mal que otra vez no llovió”.
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ESTUDIANTES
Minuto a minuto
Trinidad Fares
Se acerca el fin de semana, ya es viernes por suerte, el día más esperado
por la mayoría de los alumnos, y a la vez el más interminable, para mí es difícil
levantarse un viernes a las 6:15 am sólo para ir a la escuela.
7 amTodos los integrantes de esta escuela se encuentran junto al mástil,
donde ondea la bandera que representa a quienes lucharon por nuestra patria.
Dentro del aula donde es interminable el tiempo, se aprenden muchas
cosas, de las que -a lo mejor no nos damos cuenta en el momento, pero todas
esas actividades, lecciones, pruebas, que nos hacen hacer los educadores, se ven
reflejadas a lo largo del tiempo.
En el primer módulo, tenemos Historia con la profesora Gladys
Rosales.Ella nos habla todo el tiempo, realmente sabe mucho porque nos habla
de todo lo que pasó en nuestro país y en el mundo como si estuviera contando
su propia vida.
Sabe muchísimo, y nos enseña muchísimas cosas. A veces, uno se
pregunta “¿para qué me sirve esto?”. Y después, en las noticias, ves algo sobre
nuestro país y decís “Yo lo sé a esto, me lo enseñó mi profesora de
Historia”.Ahí es cuando te das cuenta de que, con tantas cosas que te hacen
hacer, terminás juntando un montón de conocimientos.
Al fin llegó el recreo, lástima que sólo son 10 minutos, durante los que
casi todos están en la cantina haciendo fila para comprar, o en la fotocopiadora.
Segundo módulo.Tenemos que usar mucho nuestra cabeza hasta
saturarla de cálculos. La querida Mechi se nos jubiló, ahora tenemos nueva
profesora, se llama Gimena, parece ser buena. Normalmente, en la clase de
Matemática no veía la hora para que tocara el timbre nuevamente.Me resulta
interminable esa materia.Aprender, aprendo, pero me cuesta un poco, sobre
todo hacer cálculos en mi mente, o despejar la famosa “X” por la que cada vez
siento más odio.
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Después de tanto esperar toca el timbre de nuevo, lástima que ahora son
10 minutos, para ir al baño, sacar fotocopias, en mi caso siempre hago las cosas
en el segundo recreo.
Otra vez me vuelvo a ver con Gladys, la profe de Historia.La mayoría de
las veces, en este medio módulo, terminamos las actividades que empezamos
en el módulo anterior, y ahí es donde nos da miles de actividades para hacer en
el fin de semana.
En el próximo medio módulo, con el profe Rubén, cada uno puede
expresarse libremente a través de la pintura o esculturas. Este medio módulo es
el que más espero en todo el día, además de que me gusta esta materia, me hace
acordar que nada más me falta un módulo y me voy a mi casa.
Recreo de 5 minutos, para mí ese tiempo es como salir y entrar del aula,
porque nunca llego hacer nada.
No hay hora más interminable que la hora de Inglés, con Miss Marcela
Serjoy. No me gusta mucho el Inglés, pero mi mamá siempre me dice que en
cualquier carrera universitaria que estudie, tal vez tenga Inglés, así que no me
queda otra más que escuchar y… aprender, resolver actividades que tal vez no
entienda, pero por lo menos lo intento. Lo bueno de esta profesora es que
siempre te está diciendo que vos podés y después te termina saliendo lo que
tenés que hacer y te vas contenta a tu casa diciendo cada vez sé hablar mejor
Inglés.
En ese momento cuando falta un minuto para irte a tu casa y ya te está
rugiendo la panza del hambre, por ahí seguís copiando y toca el timbre y
terminás de escribir todo desprolijo con tal de irte de la escuela, casi todos nos
matamos para salir de la escuela, pero no para entrar.
Luego cuando uno está en su casa escribiendo un cuento, que justo da la
casualidad de que es éste, te sentís honrado de tener esta educación, y hay veces
en que no sabemos aprovechar el esfuerzo de todos los que te rodean, tanto
profesores, como madres o padres.
Y ahí te das cuenta de que, sin todas esas profesoras que te enseñan, hoy
no podríamos estar escribiendo este cuento. Ahora yo digo gracias a todos los
educadores por educarnos a nosotros, los jóvenes estudiantes.
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El mejor día de todos
Tomás Esteban García
La claridad de un sol amaneciendo se hace presente en tu habitación, los
pájaros cantan y las gallinas cacarean. Es lo único que se oye un viernes a las
6:30 de la mañana. Y si hablamos de sonidos, ¿qué cosa más molesta que el
ruido del despertador interrumpiendo ese hermoso sueño que soñabas?
Hora de levantarse y empezar un nuevo día, dice la alarma. Con las pilas
ya agotadas pero ¿qué mejor motivación para ir a la escuela que sea el último
día de la semana?
Ya no hace frío por la mañana, al contrario, el sol pega desde temprano,
combinando el calor que irradia con el fresco clima de la madrugada, ¡así sí vale
la pena ir a la escuela!
Último día, a un paso del fin de semana, cueste lo que cueste hay que
levantarse e ir a nuestra segunda casa. Caras largas y dormidas se ven entrando
al aula en esta fresca mañana del último día, algunas con grandes ojeras, otras
con interminables bostezos, pero en fin, listas para empezar lo que para muchos
es el mejor día de la semana.
¿Qué mejor para un docente, que darle clases bien temprano a un curso
revoltoso y charlatán como lo es 5to año? ¡Qué suerte tiene profe Giselle! Todos
están literalmente dormidos, aunque hay algunos que realmente lo están, pero
no porque sea aburrida la clase. Si bien hay temas que no nos gustan, como en
mi caso la Literatura histórica, que apuesto a que a muchos también. Ja ja ja, lo
más lindo de esta clase es compartir una buena lectura de un libro, entre todos,
o también leer sobre algún tema y debatir y dar cada uno su opinión.
Resumiendo, Lengua es una de las materias más tediosas, y a la vez
entretenidas e interesantes que se tiene en 5to año. Ni hablar de las carcajadas y
de todos los momentos divertidos que pasamos junto a la profesora. ¡Excelente
esta clase!
Luego se viene el recreo, hora de izar la bandera, saludar a la directora,
despabilarse un poco, aprovechar para lavarse la cara y estirar un poco ese
cuerpo fiacoso que todavía sigue dormido.
Una vez que vuelve a sonar el timbre, es hora de regresar al aula, esta
vez con una de las materias más lindas y entretenidas de todas: Música. ¿Y qué
mejor docente para dar esta cátedra que la queridísima profe Mery? Nada mejor
para terminar de despertarnos que el sonido del bombo de la profesora
entrando al aula, con una sonrisa de punta a punta y con más energías que los
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veintitrés juntos. La pregunta que nos hacemos todos es: ¿Qué desayuna esta
mujer antes de venir? ¡Es de locos tener esas pilas a las 8 de la mañana!
Tres golpes en el cuero son suficientes para ordenar en el curso y dar la
orden de agarrar el instrumento para comenzar un nuevo día de ensayo. Nos
espera una larga hora de trabajo en equipo interpretando los distintos temas
que hemos aprendido a lo largo del año. Una larga y tediosa hora, porque son
realmente cansadores los ensayos. Pero cualquiera que haya sido alumno de la
profe Mery conoce su excelentísima ética de trabajo, realmente digna de
admirar por cualquier otro profesor.
Esta hora y veinte a pura acción, combinando la armoniosa melodía de
las flautas, que junto a ellas está el de las melódicas, ni hablar del infaltable
bombo con más carácter de director que una vara en cualquier filarmónica del
mundo, haciéndose presente también los sonidos extras como silbidos, chillidos
con la flauta, golpes en los bancos, entre otros.
Luego viene otro receso de 10 minutos. Y al volver a el aula, esta vez le
damos lugar a la parte teórica de la materia, 40 minutos de historia de la música
que quizás para muchos sea aburrido ya que no es práctico, esta resulta
interesante ya que uno aprende los pilares en donde se desarrollaron los
géneros musicales que se escuchan actualmente.
Al primer timbre, se viene el cambio de materia, y llegan tres eternos
módulos de la materia más aburrida y -por excelencia- interesante de todas,
depende de la atención que uno le ponga. Se preguntará por qué decimos esto.
Porque Psicología quizás a muchos no les resulte interesante, no sé explicar por
qué. Pero a otros les parece interesantísima, porque si dejáramos las pavadas a
un lado y prestáramos un poco atención, podríamos ver lo bastante interesante
que puede llegar a ser. Porque, ni más ni menos habla sobre lo que nos pasa
como seres humanos que somos, lo que somos, lo que hacemos, lo que
pensamos, lo que decimos, y analiza cada aspecto de nuestro ser. Por eso
decimos que depende de la atención que uno le preste el que resulte una
materia aburrida o realmente interesante.En sí, no hay nadie a quién estas
últimas 2 hs 15 minutos del último día de la semana no le parezcan una
eternidad. La ansiedad del toque de timbre para dar comienzo al fin de semana
es infaltable.
Pero aún luego de tocar el timbre, no se puede decir que el “finde" ha
comenzado, porque para los alumnos de 4to y 5to les espera una larga tarde de
trabajo en pleno campo en los alrededores de la localidad de Tránsito. Dos
horas y media, con el calor agobiante y el sol partiéndote la cabeza, de trabajo
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en equipo para llevar a cabo las distintas tareas que se realizan en el campo
escuela.
Cada uno tiene su opinión y comentario respecto a este contraturno, pero
lo que podemos decir entre todos es que es un excelente lugar para aprender
miles de cosas nuevas, adquirir nuevos conocimientos, fomentar valores,
desarrollar nuevas técnicas y hábitos ya sea en el ámbito laboral/educativo o en
cualquier espacio que estemos, en sí, a pesar de que a algunos no nos guste, uno
aprende muchas cosas aunque no se dé cuenta, esto a la larga se podrá ver
claramente.
Y las palabras más esperadas de este largo y eterno viernes para
cualquier alumno de esta escuela, son: "Que tengan un buen fin de semana", por
parte del queridísimo, aunque para muchos no, profesor Borda Bossana.
No existen palabras para describir la felicidad y alegría, literalmente, de
los alumnos al oír esas palabras, que dan la bienvenida a otro nuevo fin de
semana, tan ansiado y esperado como lo son todos para cualquier adolescente
que cursa la etapa secundaria.
Este fue un breve resumen de lo que es un día viernes, largo, pesado y
quizás para muchos el mejor día de la semana, en mi queridísima escuela.
100
Una experiencia diferente: viaje a Buenos Aires
Serena Alassia Badino
Partimos para Buenos Aires.Eran las 00:00 hs y estábamos todos muy
entusiasmados. Con mis compañeros, luego de ponernos de acuerdo, nos
sentamos todos en la parte trasera del segundo piso del colectivo para poder
charlar y divertirnos. Salimos aproximadamente a 30 minutos de la hora
estimada, comenzamos con sacarnos muchas fotos, luego escuchamos música y
compartimos un montón de temas de conversación, y así se hicieron las 02:00 hs
de la madrugada, y era hora de dormirse.En poco tiempo (7hs de la mañana)
llegaríamos a destino y caminaríamos mucho durante todo el día, así que lo
mejor era descansar y tomar energías para que nuestro viaje fuera fantástico y
muy activo.
Me levanté en el momento justo en que entramos a la ciudad, y miré por
la ventana con los ojos muy pegados de tanto dormir. En ese momento pude
contemplar diversas cosas impresionantes que nunca había visto antes, ya que
solo cuando era muy pequeña había viajado a Buenos Aires y recordaba muy
poco. Vi, por ejemplo, grandes camiones que se dirigían con enormes conteiners
hacia lugares desconocidos, también pude observar el estadio de River (el
Monumental) que me llamó demasiado la atención, a pesar de que soy hincha
de Boca. Luego, siguiendo el camino, pasamos innumerables e inmensas
fábricas y lo que más alegría me dio fue conocer el obelisco, al que solo había
podido contemplar en la televisión.
El chofer estacionó su gran colectivo y nos dejó a la vuelta del
Cementerio de Recoleta, ubicado en el barrio del mismo nombre.Nos bajamos
todos y el vehículo quedó vacío, luego nos asignaron, a cada alumno, la profe
que nos cuidaría.Estábamos divididos en cuatro estudiantes por profesora. A
mí me asignaron a Nadia, mi maestra de matemática. Cada vez que salíamos de
un lugar deberíamos encontrarnos con ella y así, entre todos, teníamos un buen
conteo a fin de que no se perdiera ninguno.
Caminamos hacia la plaza que se ubica frente el cementerio, allí nos
sentamos sobre el pasto y en los bancos y desayunamos. Habíamos acordado
llevar cada alumno y maestra una torta o masitas para compartir, y por grupo
un termo de agua caliente. Yo, el día anterior había preparado una rica torta de
chocolate que después compartiría con mis amigas.Una de ellas había llevado el
termo de agua caliente. Con ella y los saquitos de mate cocido que le habíamos
101
encargado a un compañero, y mi azúcar, nos preparamos unos calentitos mate
cocidos para acompañar nuestras comidas.
Hasta que se hicieron las 8:30 hs, momento de entrar al reconocido
cementerio de Recoleta.
Allí nos dividimos en dos grupos, incluyendo maestras también. A
nosotros nos tocó con un señor que nos acompañaría durante todo el recorrido,
explicándonos anécdotas y hechos históricos. Al entrar y en el transcurso de la
hora y media que estuvimos allí, contemplamos tumbas de reconocidos
próceres o personajes históricos como: Eva Duarte de Perón, José Hernández,
Roque Sáenz Peña, Remedios Escalada de San Martín, Ricardo Alfonsín, Juan
Manuel de Rosas, Bartolomé Mitre, Vicente López y Planes, Domingo Faustino
Sarmiento, Cornelio Saavedra, entre otros.
También tuvimos la posibilidad de escuchar anécdotas de algunas
personas que fueron sepultadas allí, como por ejemplo, la “La Dama de
Blanco”, que murió de un paro cardíaco el día de su cumpleaños, al enterarse
que su madre era la amante de su novio como también la del hombre que dentro de su ataúd- tiene un aparato que construyó, una especie de alarma,
para que, en caso de revivir, presionará el botón y lo rescatarán. Parece que
comprobó 12 veces que el sistema andaba y así quedó seguro, pero, desde el día
de su muerte hasta hoy, la alarma nunca ha sonado.
El paseo fue muy divertido e interesante, tomé aproximadamente 100
fotos de este lugar, pero ya eran las 10:00 de la mañana y deberíamos partir. Al
salir, me quedé boquiabierta por la gran cantidad de gente extranjera, de países
como Francia, Alemania, Inglaterra, Australia, etc. que entraban al cementerio
(Como ya dije, muy reconocido turísticamente, al ser el tercer más grande del
mundo) con su audífonos que traducirían relatos que darían los guías de cada
grupo. También pude observar la visita de muchas escuelas de la ciudad.El
cementerio estuvo visitado y repleto durante todo el recorrido.
Al salir, muchos de nuestros compañeros prefirieron descansar, pero mis
amigas y yo, acompañadas por nuestra profesora, decidimos visitar la Iglesia
Nuestra Señora del Pilar, que se encontraba a la par del cementerio.
Cuando ingresamos, pudimos ver estructuras muy bellas y lujosas de
santos, como en toda iglesia.En el centro había un gran altar en donde se
encontraba la Virgen del Pilar. Luego de varias fotos y observaciones, fuimos
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nuevamente a la plaza, donde se encontraban los demás, y nos quedamos un
momento para descansar y poder comer algo, así recuperaríamos energías.
Luego de las 10:20 hs. de la mañana decidimos hacer un paseo por
Recoleta, primero visitamos Bs. As. Design, donde pudimos observar diferentes
locales con elementos sobre el diseño y decoración de hogares. Nos sacamos
muchas fotos, como siempre. Lo más divertido fue cuando bajamos y subimos
sin parar, todos juntos, en la escalera mecánica.
También, con mis amigas conocimos el Hard Rock de Bs As. Seguimos
caminando, ya con el objetivo de salir del lugar cuando nos cruzamos con un
mozo, por lo visto, muy torpe, que llevaba platos sucios. El encuentro provocó
la caída y ruptura de uno. Pasando en alto eso, me dirigí hacia un gran balcón y,
al mirar para abajo, pude observar una gran fuente con agua y muchas plantas.
Ya casi en la salida, pasamos por un restorán que se vestía de Halloween,
en él hicimos una pequeña parada, para sacarnos muchas fotos con aquel
esqueleto que formaba parte de la decoración.
Salimos a las 11:00 hs., y decidimos descansar debajo de un árbol, y luego
de diez minutos ya estábamos fuera del museo “Prohibido no tocar”, en el que
teníamos que ingresar a las 11:20 hs.
Cuando el reloj marcó la hora de ingreso, nos dividimos en dos grupos y,
por fin, con mucho calor, comenzó el recorrido. Primero pasamos por una gran
sala donde realizamos experimentos con electricidad estática, como, por
ejemplo, en el primero Julieta, mi compañera, ubicó su mano en una gran esfera
de hierro que se movía y logró que sus pelos se levantaran como en los dibujitos
animados, entre otros.
Recorrimos luego 5 salas más, la primera fue la sala de sonidos, en ella se
encontraban varios experimentos en donde se mostraban las ondas sonoras,
como también teníamos la posibilidad de tocar instrumentos.Yo, en esta -como
en todas las salas- experimenté todo lo que pude. Luego nos dirigimos a la sale
de visualización, siempre y en todas comenzábamos con una gran explicación
del guía, que aquí -en esta sala- nos hizo ver varios elementos que producían
nuestras ilusiones ópticas, además de varios experimentos que realicé sin ayuda
de nadie. Después, en el siguiente recorrido partimos hacia la sala de fuerza en
poleas.En ella había gran cantidad de pasatiempos asombrosos, pero el que más
me gustó fue el de la silla giratoria que, al abrir manos y piernas, iba de manera
lenta, pero -cuando nos convertíamos en una bolita- la silla tomaba gran
velocidad. Seguimos con la sección de visualización, pero en ella -a diferencia
de la otra- realizamos las actividades con luz o a oscuras. Por último llegamos a
103
la sala de electricidad, la más divertida para mi gusto, había experiencias, como
descargas a nuestro cuerpo, indefensas obvio, o también la posibilidad de
construir pequeñas instalaciones eléctricas, entre otras.Así culminó el recorrido
que nos permitió que a la una y media de la tarde destináramos nuestro tiempo
a ir al parque y comer los sándwiches que habíamos preparado en nuestros
hogares. Yo me llevé uno muy rico con milanesa, pero al ser muy grande no
logré terminarlo, así que lo guardéen mi mochila para cuando llegara el apetito.
Eran las tres de la tarde, algunos de mis compañeros se compraron
helados en el camino de vuelta al colectivo mi amiga Lucía y yo tuvimos que
apurarnos, porque -como ya habíamos ido al Hard Rock a comprar cosas, con la
compañía de una profesora- el tiempo nos resultaba escaso. Nuestros
compañeros ya partían y nosotras habíamos llegado un poco tarde, así que
corrimos hacía la capilla del Pilar para comprar una estampita de dicha Virgen,
importante para mi amiga. Así llegamos al colectivo y nos ubicamos en los
mismos lugares que al llegar. Nos dirigimos hacía el barrio Monserrat, donde
visitaríamos la Plaza de Mayo, el Cabildo, la Catedral y observaremos la Casa
Rosada, la AFIP y el obelisco.
Al entrar en el Cabildo pudimos observar la gran remodelación que ha
sufrido. Adentro había elementos históricos, como también varias pantallas que
explicaban su historia. Luego nos dirigimos hacia la Catedral.Caminando hacia
ese destino nos sorprendimos con mis amigas y mis profesoras al estar pasando
por la esquina donde se había firmado el primer capítulo de “Guapas”, pero fue
imposible sacarnos fotos ya que había mucho tráfico. Cuando entré a la catedral
me sorprendí, es hermosa y muy lujosa.Con mi amiga Lucía comenzamos a
sacar fotos a todo, la recorrimos de punta a punta y con ella conocimos a mucha
gente extranjera. Cuando tuvimos que partir de allí, nos quedamos un
momento afuera del lugar.En ese instante, un grupo de 20 (aproximadamente)
extranjeros proveniente de lugares como Inglaterra y Francia se estaban
tomando una fotografía, entonces decidí ponerme en la foto, pero no eran
personas muy amigables, así que me echaron.Mis compañeros se reían de mí, la
gente de afuera me miraba y yo estaba roja de la vergüenza, aunque es una
anécdota muy divertida.
Eran las 5 hs. de la tarde, así que teníamos tiempo para visitar el Museo
del Bicentenario. En él pude obtener un gran aprendizaje, ya que el museo está
dividido en presidencias desde la creación de nuestro país, hasta la actualidad.
En cada sección había un video explicativo y varias reliquias históricas como,
por ejemplo, la primera constitución, bandera Argentina colgada en Malvinas,
la cinta del presidente Ricardo Alfonsín y muchas cosas más. A mí, la parte del
104
museo que más me gustó fue la de la época de la dictadura, donde me tomé el
tiempo necesario para ver todo el video y observar todos los materiales
históricos.En este momento, en el mismo lugar que yo, había una joven que
hablaba inglés, que también mostraba interés y le sacaba muchas fotografías al
lugar.
En el momento de partir tardamos una media hora en subir al
colectivo.Cuando ya estábamos todos listos nos dirigimos hacia Puerto
Madero.Cuando llegamos, las profesoras nos entregaron alfajores y turrones
para merendar en un gran lugar donde teníamos vista al río, cuando ya
habíamos terminado decidimos recorrerlo y así encontramos el gran Museo de
la Fragata Sarmiento, que es un gran barco al que ingresamos e investigamos,
había grandes espacios con muchos elementos históricos de allí, nos divertimos
mucho y conocimos a un Teniente que nos contó que el año próximo navegaría
hacia China.
Pasamos por el gran puente de Puerto Madero ya de camino a vuelta, en
ese momento mis compañeros y yo estábamos discutiendo con nuestra
profesora porque nos habían prometido llevarnos al shopping pero, al final, no
fue así.Ellas decidieron no ir porque llegaríamos muy tarde y al otro día
estarían muy cansadas.Estábamos muy enojados, pero a pesar de esto nos
divertimos igual y en todo momento. Cuando partimos, el chofer nos puso a
gran volumen la radio para escuchar el partido del club donde pertenece mi
fanatismo, Boca Jrs. Todos muy entusiasmados , camino a Campana,
escuchábamos con atención el partido que le daría a Boca el pase a la semifinal ,
contra Cerro Porteño, cuando -de repente- se escucha un gran GOOOOL DE
BOCA, y todos empezamos a festejar y a cantar canciones golpeando las
ventanas del colectivo, así pasó todo el partido. Muy contentos porque Boca le
había ganado nado a su contrincante por 4 a 1.
Ya habíamos llegado a Campana, nos bajamos y lo primero que hicimos
fue ir al baño, luego nos elegimos una mesa del restorán que se ubicaba al lado
del televisor, eran las 9 de la noche y en minutos comenzaría el partido de
River.De pronto nos trajeron las bebidas, yo tome una Levite de manzana,
acompañadas por grandes platos de supremas con papas fritas, estaba
riquísimo, pero mi gran problema fue que tuve que ir a pedir muchas
mayonesas porque se me acababan enseguida. El partido de River ya había
comenzado, todas las gallinas miraban contentas, pero no se llevaron la misma
alegría cuando Estudiantes les empató y teníamos que partir, aunque el partido
no estaba terminado. Antes de subirme al colectivo me dirigí hacia el baño y
luego rápidamente me fui a comprar un helado de limón a la heladería que
105
estaba a la par de nuestro lugar de parada. También pasé por una especie de
mini kiosco que estaba dentro del restorán y me compré una caja de Sugus
confitados.Ya lista para emprender el viaje de vuelta, me senté en mi lugar y
muy tranquila tomé mi helado, pero cuando el chofer prendió nuevamente la
radio se escuchó GOL DE RIVER y mis compañeros, contentos, destruyeron esa
tranquilidad. Cuando terminó el partido, con la victoria para River,
comenzamos a escuchar música, a charlar y a pintar de negro los rostros de los
que se habían dormido, así hasta que se hicieron las 00:00 hs y, muy cansada,
decidí dormir.
Cuando desperté, en el colectivo habían quedado unas pocas personas,
todos estaban bajando. Habíamos llegado. Me bajé muy dormida, y luego de
varios intentos, me comuniqué con mi papá, que al cabo de cinco minutos me
fue a buscar. Cuando llegué a mi casa, me acosté a dormir.Me levanté a las tres
de la tarde del día siguiente. Cuando tomé mi celular, tenía muchos mensajes
de un grupo de WhatsApp en el que estábamos todos los integrantes del viaje,
en ellos decían palabras de agradecimiento y de alegría por ese viaje tan
divertido. Hice lo mismo, hasta que llegó mi mamá a mi pieza y comencé a
contarle lo estupendo que fue nuestro viaje a Bs As.
OPINION PERSONAL:
Esta experiencia me pareció fascinante, la posibilidad de conocer la
ciudad de Buenos Aires de otra manera, no solo como la muestran los
noticieros, y de poder aprender de cada sitio que visitamos en ella. Me divertí
mucho, creo que la confianza con las maestras se afianzó y que en ningún
momento la pasé mal. Me gustaría que todos los años realizáramos, por lo
menos, un viaje de este tipo, ya que enriquece nuestros conocimientos y
fortalece nuestras ganas de aprender.
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Problemas de un adolescente que trata de ser normal
Sebastián Mendoza
Hola, mi nombre es Sebastián Mendoza. Asisto a un colegio de la ciudad
entrerriana de Paraná.
Amo a mi cuidad, es hermosa. Su río, sus paisajes y su gente. Pero en
realidad no soy paranaense. Nací en un pueblo a 50 km de aquí, llamado
Diamante, que tiene no más de 20.000 habitantes. Igual, yo me considero un
paranaense y, a mi corta edad de 14 años, ya pienso en mi futuro como político
trabajando por la cuidad que más quiero.
Para empezar con esto de ser político, en mi escuela, el año que viene
tengo que elegir entre las orientaciones economía o humanidades. Creo que ya
sabemos que humanidades es la más conveniente.
Para poder elegir humanidades, tengo que aprobar todas las materias,
porque solo eligen los que ya están aprobados y listos para empezar el otro año.
Para los que no tengan todas las materias aprobadas, el destino será el
encargado de decidir en qué orientación tendrán un cupo libre o buscarán otra
institución donde estudiar la orientación que quieran.
Yo, en esta última semana de clases, estoy -además de cansado- un poco
preocupado. Esto se debe a la semana de revisión donde se puede sacar la
materia que uno tiene al borde y no llevársela a examen. Lo que me tranquiliza
un poco es que solo tengo dos materias al borde de la mesa.
MARTES 25 DE NOVIEMBRE: 5 AM
Como todos los días entre semana, a esa hora estaba durmiendo.Y sí, la
mayoría de los chicos de mi edad, a las 5 de la mañana, están durmiendo.
Guiu guiu guiu guiu guiu. ¡La alarma!
Por suerte,enseguida alguien la apagó. Bajé rápido las escaleras y,
mientras estaba haciéndolo, mis hermanas, que también estaban arriba, se
percatan de que ha sonado la alarma.
Al lado del sensor encontramos a mi papá. Él la había apagado.
-Che, papi ¿qué pasó?
-Fui yo. Sin querer abrí la ventana y me olvidé de que estaba puesta la alarma. –
Respondió.
-Ok. Bueno, esto me sirvió para despertarme. Me voy a estudiar computación.–Dije.
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En ese momento apareció mi mamá, y le comenté lo sucedido. Luego fui
al baño, me cambié y me senté en el escritorio a estudiar.
-¡Seba! ¡Seba!- Gritó mi hermana de pronto.
¿Qué sucedía? Me había dormido sobre el escritorio. Metí todo rápido en
la mochila y corrí hacia la escalera y directamente a la camioneta.
Cuando llegué a la escuela, no había absolutamente nadie. Todos los
bancos vacíos, la luz apagada y las ventanas cerradas. Pero… ¿cómo?, si ya eran
las siete menos cinco. Me fijé en el whatsapp, y en el grupo donde estamos
todos los del curso y allí cobré conciencia: el mensaje decía “Mañana 8:20, no va
el profe de tecnología”. Por estar estudiando, no había tenido tiempo para usar
mi celular. Me reí de mí mismo y fui a sentarme en algún sitio.
El tiempo parecía no pasar más. Eran 6:59 y yo ya estaba totalmente
aburrido. No tenía nada para hacer y mi celular se había quedado sin internet,
por eso no tenía nada para hacer. En eso llega Pedro, nunca antes había hablado
con él. Nada más que un ¡hola! o un ¡chau! porque empezó en nuestro curso
este mismo año. Pero ahora era hora de hacernos amigos.
Charlamos, nos reímos un rato y descubrí que él también iba a ir a
humanidades, sin darnos cuenta, todos habían ido llegando y, de la nada, la
profe de computación ya estaba tomando asistencia y todos nuestros
compañeros ya se estaban preparando para el examen. En ese examen, yo
necesitaba un siete porque había obtenido un cinco en una actividad que
hicimos en el aula.
Lamentablemente, me fue muy mal en el examen. Yo estaba re triste
después de eso porque, por ese examen, iba a tener que ir a la semana de
revisión.
Llegó el recreo, terminó enseguida, empezamos otra clase, pero yo seguía
muy mal. Casi ni hablaba. En fin, ese examen me arruinó el día. No lo podía
creer, además de lengua y físico-química, me llevaba computación a la semana
de revisión.
Todos mis amigos se dieron cuenta y me apoyaron tratando de hacerme
reír y cosas de esas. En ese momento, la cabeza me estallaba de dolor y no sabía
porque. Tampoco por tan poca cosa me iba a descomponer tanto. Estaba
mareado, veía todo borroso… Entonces le pedí al profe de música permiso para
ir al baño.
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El baño estaba en el segundo piso y la escalera un poco resbaladiza
porque el ordenanza recién la había limpiado.
Ya en el baño, me lavé la cara con agua fría y, cuando me miré en el
espejo, mi cara estaba extremadamente pálida. Caminé por el pasillo, fui hasta
la escalera, primer escalón, segundo escalón y el recuerdo llega solo hasta ahí.
MIERCOLES 26 DE NOVIEMBRE: 14:30
-¡Seba! , ¡Seba! ¡despertate...!
Una luz muy fuerte me impedía ver, pero a duras penas divisaba el
rostro de una persona. Era un médico. Entonces me di cuenta de que estaba en
el hospital. El doctor se llamaba Carlos y me dijo que me había caído de las
escaleras de la escuela y que, desde ese momento, no había vuelto a
despertarme.
-Fue una caída de buena y de mala suerte, Seba.
-Te quebraste el brazo izquierdo y dos costillas.-Dijo mi mamá, desde un poco más
atrás.
-Pero ¿cómo puede ser de buena suerte, mami?
- Sí, lo que te dije: buena suerte. En el examen de computación sacaste un 7,50, y no sé
por qué pensaste que te había ido mal. Además en físico-química te salvaste por la nota
áulica. Lo mismo que en lengua. Este lunes estoy en la puerta de la escuela
inscribiéndote para cuarto humanidades.
- Esto es una broma ¿no? ¡No lo puedo creer! – Dije.
En ese momento casi se me escapa una lágrima de felicidad. Pero no
podía acercar mi brazo a la cara, porque me dolía.
Mi mamá me contó que mis amigos le habían llevado todas mis cosas. La
mochila y todo eso. Además, mí preciado celular.
Esta experiencia me sirvió para entender que de los pozos de los que
crees que nunca vas a salir, con un poco de ayuda-en mi caso, un mareo- podes
salir con facilidad.
Sin ese mareo, y sin esa caída, mi mamá nunca hubiera ido a hablar con
las profes y yo hubiera ido a la semana de revisión y hubiese tenido que volver
sin hacer nada, porque ya había aprobado. Seguramente, habría estado mal
todo el fin de semana, sin sentido.
Sin más preámbulo, me despido hasta mi próxima historia.
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Treinta y seis esclavos cautivos y uniformados
Sabina García y Bazán
Cuando terminé de despertarme estaba subiendo las escaleras. Me
hubiera gustado que mi mente hubiese comenzado a funcionar en casa ese día,
en mi cama, y haber podido hacer algo que me gustara antes de atravesar esa
puerta patéticamente gigante e insípidamente simétrica. Pero lo cierto es que
era muy temprano, las siete y quince de la mañana, para salir de mi cama y
pretender desarrollar una idea. Por suerte mi superior en ese horario (esclavo
del sistema) no cumplía ese día con su deber, puesto que -si lo hubiera hechohubiese buscado la forma de obligarme a encontrar otro modo de pensar.
De ser invierno, sufriría mucho más estar encerrada en el cilindro
imaginario de medio metro de diámetro y sentada en la sillita igual a treinta y
cinco de las otras treinta y seis que tengo a la vista (la distinta es la que usa mi
superior, pero esta es igual a la de todos los demás superiores del
establecimiento). Por eso me alegra que ya sea primavera y el sol se apure en
asomarse, no soportaría mi cilindro sabiendo que afuera hay un espectáculo de
colores dignos de un cielo amaneciente.
No tardó en entrar al baúl otro esclavo del sistema para averiguar
quiénes se estaban ausentes ese día, fingiendo que le importaba cuántas horas
de encierro en nuestros respectivos cilindros habremos pasado a lo largo de un
año. Sin embargo, no es muy útil la tarea de nombrar uno por uno a los treinta y
seis proyectos de esclavos del sistema, porque -si alguno se distrajera pensando
en algo que realmente fuera importante, llevaría el ausente lo mismo.
Yo tenía sueño, la noche anterior había dormido muy poco porque
necesitaba usar la computadora para terminar un trabajo sobre un tema que no
entiendo (porque al superior que me lo pidió, no le dio la gana de explicarnos el
tema en alguna de las clases anteriores) y, en mi casa, el único horario en que la
computadora está disponible es a la madrugada. Intenté dormir un rato con la
cabeza asentada sobre la mesita igual a las otras treinta y seis que tengo a la
vista, pero un grito no tardó en despertarme.
Se supone que estaba ahí para aprender de mi superior, quien
supuestamente sabe más que yo, sin embargo -desde que lo vi entrar desde mi
cilindro (tarde y apurado), hasta el momento de abandonar ese baúl gigante de
proyectos de esclavos del sistema, no lo escuché pronunciar más palabras que
110
saludos falsos que nos dio por compromiso y retos sin sentido hacia nosotros,
por cosas que no perjudican a nadie. Si me interesara su materia, esta situación
me molestaría, pero solo en estos casos es bueno que a los superiores de mis
superiores no les importe lo que nos interesa o querríamos aprender.
Luego sonó el feo chirrido que nos indica que, queramos o no, tenemos
que ir al patio. Nunca entendí por qué los superiores de mis superiores se
esmeran tanto en obligarnos a ver un pedazo de tela de colores (que alguna vez
fueron celestes y blancos) elevarse ruidosamente por un alambre sumamente
oxidado. Sin embargo, aunque no quiera, estoy ahí cinco días a la semana, sin
oponerme. Estoy segura de que no soy la única a la que le gustaría caminar un
poco en vez de estar ahí, pero el resto de los proyectos de esclavos del sistema
ni si quiera lo han notado. Estamos cada vez más acostumbrados a recibir
órdenes de nuestros superiores que ya casi no recordamos lo que es tener un
deseo de algo.
Después de unos minutos fuimos nuevamente a nuestros respectivos
cilindros ubicados en los respectivos baúles, y nos sentamos, inmóviles. Yo miré
la expresión de satisfacción impuesta que tienen mis pares y me hubiera
atrevido a asegurar que yo era la única que estaba pensando en las diez mil
cosas más productivas que hubiera podido estar haciendo en ese preciso
momento.
Entró la superiora que seguía y se sentó inmóvil en su propio cilindro.
Con un grito nos hizo saber que teníamos que entregarle los trabajos (el que me
impidió dormir la noche anterior), pero cuando le entregué el mío me dijo que
no me lo iba a recibir, le cuestioné por qué, y resulta que había que llevarlo
impreso desde la computadora. Volví a mi cilindro, me sentía frustrada. De
haber sabido lo que iba a pasar, hubiera dormido un poco más. No tengo ni la
más mínima idea de lo que pasó hasta el feo chirrido que sonó. Me pasé el
tiempo pensando en que la superiora no sabe qué sabemos y qué no a ella solo
le interesa quiénes tienen recursos para imprimir y quiénes no.
Mis pares aprovecharon para escabullirse del baúl, pero yo me conformé
con escurrirme de mi cilindro y estirarme para dormir un rato. No me interesó
hablar con nadie, he pasado casi todo el año tratando de entablar con mis pares,
los proyectos de esclavos del sistema, alguna conversación sobre un tema que
me interese, pero es inútil (parecen interesarse más en la vida de los demás que
en la belleza de la vida misma y, además, a ninguno le gusta mi forma de ser y
se encargan de recordármelo todo el tiempo, de modo violento y agresivo).
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Me despertó de nuevo ese chirrido, y me di cuenta de que no había
descansado nada.
Todos los inconscientes proyectos de esclavos del sistema nos
acomodamos nuevamente en nuestros incómodos cilindros y esperamos que
entrara la nueva superiora. Ésta si me cae bien. Lamentablemente, soy la única
(todos mis pares prefieren aprobar a aprender). Pero mis compañeros hablaron
tanto durante el tiempo restante que la superiora prefirió sentarse en silencio
antes que tratar de enseñarnos.
Yo no culpo a mis pares por la mala actitud que tuvieron, no es su
obligación estar de acuerdo con todas las profesoras. Además me alegra ver que
a través de las charlas expresen algún deseo de algo que no sea acatar las
órdenes de las autoridades. Sin embargo parece que la superiora de las
superioras sí los culpa, por lo que entró enojada al curso y con un grito
intimidante puso “orden” nuevamente. El tiempo restante hasta el último
chirrido del día lo pasamos correspondientemente ordenados en nuestros
respectivos cilindros y con nuestras patéticas vestimentas (cuya única utilidad
es quitarnos todavía más la personalidad y hacer que nos veamos y seamos
cada vez más iguales entre nosotros) lo más iguales posibles.
Luego salí apurada de ese lugar horrible, respiré de nuevo esa relativa
libertad y supe que por el resto del día podría hacer cosas que me agraden,
cosas que me gusten, cosas que me interesen, mis cosas.
Una vez más me recordé a mí misma el motivo por el qué voy a diario a
tan terrible lugar, y estoy segura de que ninguno de mis pares se lo ha
planteado alguna vez.
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Nueve… ocho…
Luz Milagro Cofanelli
Nueve…ocho…siete…seis…cinco…cuatro…tres…dos…uno…cero…
Un nuevo día escolar comienza… ¿Qué me deparará el destino hoy?
Algo así como una hoja en blanco, la oportunidad de llenar páginas con
prolijidad o muchos errores.
Completo las páginas con las más bellas intenciones, pinto uno de mis
días con los colores más intensos, con tinta indeleble para que no se borren
jamás…Para que las lean, las disfruten, las imiten.
13:30- Llegó la hora de ir al colegio, disfrutando el último mordisco de
mi manzana, salgo de casa rumbo a mi escuela. Afortunadamente llego a
horario, tengo que caminar sólo una cuadra, cien metros que a veces se tornan
interminables.Otras, los transito tan raudamente que casi como por arte de
magia llego al colegio. Cargo en mi espalda una pesada mochila, mi netbook,
mi mente llena de los últimos aprendizajes de matemática y, como elemento
infaltable, las reiteradas y poco originales recomendaciones de mamá.
En la calle me cruzo con Maria Luiza, que con su castellano incipiente
intenta darme las buenas tardes que termina siendo un enredo con marcado
acento portugués. Intento ensayar un diálogo para hacerla sentir bien,
procurando que su residencia en nuestro colegio resulte una experiencia única e
inigualable.
Algunos pasos delante de nosotros camina -a paso firme y seguronuestra directora, inmersa en un mundo de pensamientos, quién sabe uno
cuántas preocupaciones pasarán por su mente. Lleva consigo un maletín,
estimo que lleva cosas muy importantes aunque más importante es la
responsabilidad que asume al conducir a setenta jóvenes camino al futuro.Aun
así, gira su mirada, nos saluda con afecto y calidez, mientras, aprovecha la
circunstancia para recordarnos la fecha de la próxima bicicleteada al campo de
un alumno y a su vez transmite el agradecimiento enviado por los chicos del
anexo, quienes felices recibieron nuestra visita y nuestra solidaridad. Debo
aclarar que lo del anexo es un legado que recibimos a comienzo de año y no
tardamos en entender que es algo así como tener un “hermanito” en otro lugar.
En la vereda de enfrente me interceptan algunos compañeros que
intentan conocer detalles de la lección de Geografía y especulan sobre la prueba
de Sistema.
113
La esquina parece ser el centro de encuentros, allí nos alcanza la profe de
Lengua quien trae junto a ella una valija llena de libros propios, obstinada con
los proyectos de lectura, pareciera que la inmensa cantidad de libros que hay en
la biblioteca no fuera suficientes. Complementa su nutrido equipaje una
sofisticada cámara fotográfica, que atesora con cuidado y está siempre lista para
registrar todos los hechos más insólitos de la vida escolar convirtiéndose casi en
el archivo fotográfico del I.P.E.M.
Ella no viene sola, la acompañan las preceptoras y los chicos que vienen
desde otras localidades, ya que todos viajan en el mismo colectivo.
Suena el timbre, accedemos a las aulas, la profe de Formación para La
Vida y El Trabajo nos recibe eufórica y ansiosa y nos invita a que ensayemos la
obra de teatro infantil para nuestro Proyecto Socio-Comunitario. Hay
equívocos, risas y bailes hasta llegar a la versión deseada.
Cambio de hora, la profe de Artes Visuales nos trae Historias de cronopios
y de famas para evocar los 100 años de Cortázar.Sin preámbulos nos incita a
representar libremente uno de los tantos textos como lo son las Instrucciones
para llorar o Las instrucciones para dar cuerda al reloj. Desafío, creatividad,
sorpresa, espontaneidad, son aquellas expresiones que se ponen en evidencia en
las horas de la profe Silvia.
Interrumpe la clase el coordinador del C.A.J, quien presenta los
resultados del concurso del logotipo del C.A.J institucional. Ese espacio para
conocer, crear, fortalecer vínculos y valores ya tiene su propia identidad.
Ha resultado seleccionado el mío.Todos festejan, más que por mi logro,
por el premio, que consiste en una cena para los integrantes del curso.
La profe retoma la lección.
Nos convocan para la reunión de la Cooperativa Escolar ``Bajo El Mismo
Sol´´, hoy viene el coordinador de Fecescor para evaluar el foro de Jóvenes
Cooperativistas realizado en Coronel Moldes, en el que participamos
activamente. Una jornada muy interesante, donde aprendimos mucho y
transmitimos nuestra humilde experiencia.
A veces estoy un poco fatigada, pero recobro fuerzas porque nuestros
profes nos muestran la importancia de trabajar de este modo.
Suena un fuerte estruendo, se escuchan sirenas. Una alarma me asusta
mucho. Revivo escenas del año anterior cuando se produjo el incendio en el
laboratorio, episodio que sólo fue un gran susto. Hay corridas, gritos, alertas.
114
Reordeno mis pensamientos, y aterrizo que sólo se trata de un
“Simulacro de incendios” resultado de las jornadas de concientización que
organizaron los Jóvenes Preventores. Una acción más que sumada a la
participación del Encuentro Federal por la Familia (Estrellas Amarillas),
“Construyendo una sociedad basada en valores y no excesos” concluye un año
lleno de acciones preventivas.
Casi sin darnos cuenta nos encontramos todos en la plaza. Habíamos
aprendido a “auto evacuarnos” en caso de siniestro en un tiempo estipulado.
Profesores, médicos, bomberos,
técnicamente la instancia simulada.
policías
y
comunidad
evalúan
Un auténtico trabajo en redes, expresan satisfechos con la maniobra.
Todo vuelve a la calma.
La profe Eli nos propone un nuevo desafío, elaborar un video con la ``La
Merienda Solidaria”, evento realizado por la Cooperativa Escolar como
corolario de una campaña para recaudar fondos y colaborar con la Fundación
Una Gota de Salud, entidad compuesta por médicos, que trabaja en
Traslasierra.
Trabajo junto con mi compañera, la Profe nos orienta y estimula.
Reflexionamos sobre la inclusión de Corazones Abiertos (grupo que
desarrolla actividades solidarias compuesta por alumnos del colegio) a la
Cooperativa Escolar. Todos coincidimos que fue muy acertada. Es muy lindo
estar todos juntos Bajo El Mismo Sol asomándonos a la solidaridad.
Suena el timbre. Recreo. Esperado, deseado, anhelado. Hay encuentros,
desencuentros, diálogos, bromas, cargadas, meriendas compartidas,
comentarios sobre la evaluación recién hecha o la lección más complicada.
Se acercan los chicos de quinto año protagonistas del micro
emprendimiento “Master Chef” publicitando sus productos, destacando sus
bondades, ofreciendo su mercancía.
A lo lejos, está Natalia, la coordinadora pedagógica con una mirada
amplia, experimentada, tiene tanto adiestramiento que percibe lo que nadie
puede ver. Esta siempre en el momento oportuno, atendiendo nuestras
demandas, resolviendo nuestros conflictos, regalando consejos, tendiendo
puentes, estrechando vínculos.
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En otro extremo de la galería, intercambiando algunas confidencias,
están las preceptoras que dan color a los recreos, matizando normas de respeto
y convivencia, con reclamos de documentación algo demorada.
Retornamos al último espacio curricular.
Afortunadamente, la jornada escolar está por llegar al final, es la hora de
Tecnología de la Información y la Comunicación, las computadoras nos
atrapan. Sorteamos algunos inconvenientes técnicos con la ayuda de Gabriel y
Julito, nuestros ayudantes expertos.
El tiempo vuela, ya se ven trajinar como hormiguitas incansables Patricia
y Mari, las auxiliares de servicio, es señal que la jornada llega a su final.
Arriamos la bandera, nos despedimos, retornamos a nuestros hogares.
Mamá me espera con una chocolatada fría acompañada de vainillas.
Estoy exhausta.
Así transcurrió un día en mi escuela secundaria, podría decir que es una
escuela en movimiento en la que hay que moverse al compás y seguir el ritmo
para lograr la melodía soñada. Casi una utopía… y a veces me pregunto: “¿Para
qué sirve la utopía? Para eso sirve: Para caminar, como dice Eduardo Galeano,
en Las Palabras andantes.
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Un viaje a Buenos Aires
Juan Pablo Pistelli
Nazarena Carbelotto
Lautaro Mercado
Salimos de nuestra ciudad el jueves 6 de noviembre, aproximadamente a
las 12:45 am. Rápidamente, en el colectivo, se hicieron las siempre divertidas
rondas de charla, y -entre risas y alegría- el viaje se nos fue pasando rápido y,
más todavía cuando- tipo 3:00 AM todos, o la mayoría de los alumnos y
profesores, se durmieron. De pronto, sin darnos cuenta, ya estábamos en el
acceso oeste próximos a entrar a la capital de nuestro país.
Una vez en Buenos Aires, fuimos al barrio de la Recoleta, donde -en una
pequeña plaza- hicimos rondas de charlas y desayunamos todos juntos
chocolatada, mates, hasta mate cocido.
Luego conocimos a un guía.Él nos llevó hasta la entrada del gran
cementerio de la Re- coleta. Antes de entrar, el hombre nos dio todas las
indicaciones de lo que teníamos que hacer y de lo que no.
Una vez dentro del cementerio, conocimos las tumbas y mausoleos de los
más grandes de la historia de nuestro país, entre los cuales se destaca la de
Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Bartolomé Mitre, Eva
Duarte de Perón, Raúl Alfonsín, Cornelio Saavedra, Juan José Paso, Remedios
Escalada de San Martín, entre otros.Además nos contaron algunas anécdotas
insólitas y a su vez divertidas de algunos personajes desconocidos.
A la salida del cementerio volvimos a la misma plaza en la que
desayunamos, e hicimos tiempo para entrar a las 11:30 am al “Museo Prohibido
No Tocar”.Cuando llegamos a ese museo, nos recibió otro guía. Este nos
acompañó a todas las salas a las que fuimos. Conocimos más de la Física y
Química, como la electricidad y la electricidad estática. Además hicimos algún
que otro experimento con la electricidad. Todo nos gustó mucho.
Aproximadamente 1:30 pm salimos del museo y fuimos a almorzar a un
lugar aledañoal museo, todos con su sándwich –milanesa- y su bebida,
comimos todos juntos y también compartimos muchas charlas.
Descansamos un poco luego de una mañana agitada y tan larga
caminata. Posteriormente nos subimos al colectivo, y empezamos el viaje hacia
Plaza de Mayo. Una vez allí fuimos hacia la Catedral, donde se encuentra el
mausoleo de San Martín. Para nosotros fue un gran honor estar en ese lugar de
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tanta historia. Luego de casi 15 minutos en la iglesia, fuimos al mejor de los
lugares, al sitio donde se produjouno de los acontecimientos más importantes
de la historia argentina: el Cabildo.
Ya dentro del Cabildo, conocimos una gran parte de la historia de
nuestro país, vimos trajes, sombreros, indumentaria en general de los que
hicieron a la Revolución de Mayo.Una de las profesoras que nos acompañó,
Patricia Calcagno, nos contó un poco más de la historia del cabildo, por qué lo
achicaron, por qué le “cortaron la torre”, etc.Posteriormente, salimos del
Cabildo y nos dirigimos todo juntos hacia al museo del Bi- centenario, hasta
donde, anteriormente, llegaban las aguas del Río de la Plata y donde estaba
ubicada la aduana.
Nos contaron toda esa historia, con videos, fotos, etc. Y fuimos
recorriendo las diferentes salas que había en ese lugar. Es un lugar
recomendable para ir a conocer.Una hora más tarde salimos de ese lugar, y nos
dirigimos -en mi opinión- al mejor barrio porteño, Puerto Madero.
A ese lugar fuimos a merendar, y conocimos a la Fragata Sarmiento.Es
una especie de museo en el que se enriquece el conocimiento. Pasamos por el
puente, merendamos y, cuando todo parecía indicar que nuestro próximo
destino iba a ser el shopping -uno de los momentos más esperados del viaje- los
profesores tomaron la decisión de no ir a ese lugar, porque entendían que el
cansancio nos podía perjudicar.
Entonces fuimos, directamente, en un viaje largo –de aproximadamente 1
hora y media- a la ciudad de Campana.En el transcurso de ese viaje fuimos
escuchando la transmisión del partido Boca vs Cerro Porteño.Cada vez que
había un gol se gritaba con euforia y locura.
Una vez llegados a Campana, fuimos a cenar, comimos milanesa con
papas fritas y allí vimos el primer tiempo de otro gran partido –River vs.
Estudiantes-, se gritó mucho el gol de River y algo menos es el gol de
Estudiantes.
Luego subimos nuevamente al colectivo y comenzamos el viaje de vuelta
escuchando el segundo tiempo del partido.Una vez terminado, algunos se
fueron a dormir y recibieron pintadas de sus compañeros. Una hora después
todo el colectivo, menos los choferes, estábamos dormidos.Muchos se
despertaron llegando a Chañar y otros, directamente en nuestra ciudad.
Una vez llegados, todos dormidos, los padres nos esperaban con alegría
fuera del colectivo. Todos querían vernos.
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Fue una experiencia brillante, compartimos charlas, mates, tortas, risas.
En general, nos divertimos mucho y tuvimos un gran comportamiento.
Y así transcurrió, para nosotros, un día en la escuela secundaria.
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Algo más que solo alumnos
Ivana Waigadt
-¡Segundo “A” a la nueva aula!
Esas fueron las palabras de la directora aquel lunes de octubre.
Nos “mudamos” a la otra sala, llevamos las mesas, las sillas, nuestros útiles
y después de unos largos minutos, ya nos habíamos instalado.
Nuestra escuelita se encuentra en medio del campo y tiene muchas aulas,
pero ésta -a la que nos hemos trasladado- es especial: en ella hay algo más que
solo alumnos…
Nos tocó la época más linda para estar ahí: la primavera, en verdad, es
una primavera con aroma a verano, el calor y el sol azotan las grandes ventanas
de chapa.
Realmente, tenemos un aula muy particular, una “transformer”, es una
cantina que se convierte en aula.
Hoy, el sol, el calor, el malhumor de algunas profesoras, se hacen sentir,
el tereré pasa de mano en mano y el curso está “revolucionado” esperando que
llegue la docente.
-Allá viene la de matemática- dice un alumno, todos estamos sentados en
nuestros lugares.Entra la profesora con un leve golpe a la puerta.
-Buen día chicos- Dice.
–Buen día profe, cierre la puerta que tenemos el aire prendido- Siempre un
gracioso nos hace recordar que estamos en condiciones tristes y que nos
encontramos en la única aula que no tiene aire acondicionado, ni ventilador.
Pero no nos afecta saber eso porque somos nosotros los únicos que tenemos
aula “transformer” y no habrá aire acondicionado, pero los grandes árboles nos
brindan un vientito agradable (bueno, a veces es agradable otras, arrastra tierra
del camino que ingresa por las grandes ventanas sin vidrios).
-¿Están todos hoy?- Pregunta la profesora.
-Sí, hoy no faltó nadie, solo falta un chico que anda afuera.
Sale la profesora y lo busca por toda la escuela hasta que lo ve:
-¡Maxi, entrá al aula!
En la esquina, donde falta un foco, bien en el borde del techo, hay una
gran telaraña y una pequeña araña que se hace ver de vez en cuando, tenemos
un mueble antiguo, con cuatro cajones, algo roto y un poco sucio, no sabemos
muy bien qué función cumple, pero nosotros lo utilizamos para apoyar el
pizarrón que, por cierto, ya tiene unos cuantos años y también unas cuantas
grietas que dificultan la lectura, además de que es un gran “bailarín”, es decir,
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se balancea para todos lados cuando escribimosen él, y allí -atrás de ese mueblese encuentra ELLA.
Cuando nos cambiamos de aula ya estaba allí, ya tiene su lugar
designado y la adoptamos como mascota.Es muy especial, por cierto.Creemos
que es “bruja”, adivina el futuro o algo así.Nunca la hemos visto, solo la
escuchamos “cantar”, no sabemos si es por hambre sabemos que lucha contra
las arañas para que no le quiten su lugar, o que intenta anunciarnos algo. ELLA
es nuestra ranita, todavía no le pusimos un nombre porque no nos hemos
puesto de acuerdo.
-¡Maxi, entra al aula!- repite la profe. Pero nada… ni siquiera responde.
La profesora vuelve, la ranita comienza con su canto muy particular,
entre las risas de los alumnos y los gritos de la docente pidiendo silencio.La
clase se ha transformado en un caos.
El tan ansiado recreo llega, todos exaltados empujan la puerta y salen
corriendo. Algunos van a tomar mates al patio, y otros a jugar al fútbol, con una
pelota medio vieja y un poco rota… Estas características se deben a las tantas
veces que pasa perdida durante algunos largos minutos bajo el fuerte sol, ella
cruza el alambrado con tanta fuerza que termina cayendo en medio del campo
que rodea al patio escolar. Eso no es nada, porque luego comienza la búsqueda
intensa entre el trigo o la soja.
- ¡La encontré!- grita alguno.
Todos recuperan el aliento, es señal de que el juego continuará por un
rato más.
Entre la larga búsqueda, y algún que otro reto de las preceptoras, llega la
hora de volver a clases. Todos de nuevo al aula.
-¡¿Y Maxi?!- se pregunta la profesora.
- Afuera, profeSale a llamarlo, y Maxi no aparece, fastidiada ya no lo busca más y todos
de nuevo al aula.
Al rato aparece solito, algunos dicen que lo hace por llamar la atención
otros, porque creen que le gusta ver renegar a las profesoras, en fin, Maxi ya
está dentro del aula y mientras la ranita y los grillos hacen su concierto, se
retoma la clase.
Todo indicaba que sería con calma. Pero… cuando menos lo
esperábamos, pasa frente al aula un chico de otro curso gritando:
- ¡LLUEVE!
Nadie le cree, porque es muy común que lo digan para revolucionar la
escuela, pero unos minutos después comenzamos a escuchar sobre el techo de
madera (con algunas manchas de algo, no sabemos qué, porque son muy raras,
tememos que algún día cobren vida) recubierto con chapa, las gotitas de lluvia,
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que luego se convierten en gotas y finalmente en verdaderos “chorros” de agua
que caen del cielo.
Todos los alumnos y docentes corren a sus transportes para volver a sus
casas ya que, si no nos vamos enseguida, los caminos de tierra, llenos de pozos
y con la lluvia, se tornan intransitables.
La profecía de la rana se ha cumplido, la lluvia llegó y la escuela se
revolucionó.
Aunque parezca mentira, así es nuestro lugar, muy particular y algo
lamentable. Creo que es la sala que resguarda más ilusiones de varias
generaciones de alumnos que han pasado por ahí con la seguridad de no querer
estudiar allí.En fin, causaremos pena o gracia pero somos los únicos que
tenemos un aula “transformer”, con ranita y grillos incluidos, y eso nos ha
motivado a crear una frase que nos reconforta: “Tenemos la peor aula, pero
somos los mejores alumnos (modestia aparte)”.
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En el mundo escolar, todo puede pasar
Gabriela Viviana Brocca
En un día, en la escuela, pueden pasar muchas cosas.
Empiezo la mañana a las 7 hs. en punto. Entro al aula como un perezoso,
con los ojos achinados y comiendo caramelos de gomita dulce, mi vicio. ¿Qué es
lo peor de esto? Arrancamos la clase con un profesor muy informado,
actualizado y con muchas ganas de trabajar, hay veces que me trasmite esas
ganas y hay otras que no, como hoy, por ejemplo. En este momento solo pienso
en dormir, dormir y dormir. Tal vez exagere, pero a esta hora de la mañana
tengo mucho sueño.
7:20 hs. y el profesor ya me llamó la atención por estar charlando con mi
compañera de banco que, además, es mi mejor amiga. Está mal, pero por lo
general nos llama la atención bastante seguido. Anteriormente dictó siete
actividades que ni yo ni mi amiga hemos hecho. Veinte minutos antes de que
toque el timbre de formación nos pusimos las pilas. Más vale tarde que nunca
¿no?
7:45 hs. Toca el timbre y todos tenemos que bajar a la planta baja para
izar la bandera, hacer el saludo oficial y comenzar las actividades del día. Pero
antes de esto, en mi curso, -donde predominan las mujeres y hay un solo varónempezamos a quejarnos porque la pachorra nos gana y no queremos bajar a
formar. Intentamos convencer al profesor para que nos quedemos en aula, pero
es inútil. En la formación todo es normal, estamos en época de calor eso es
bueno porque si tuviéramos que bajar a formar en invierno al SUM sería duro,
porque se siente -y bastante- el frío. Mientras nos acomodamos, hay profesores
que les llaman la atención a los alumnos porque no dejan de hablar entre
compañeros. La directora del colegio, que por cierto es muy elegante y estricta,
pide silencio en general. Cuando todos, por fin, decidimos callarnos, tres
alumnos de 3º año pasan al frente a izar la bandera. Luego, la directora saluda y
pasa a indicar que cada curso suba a sus aulas en orden. Si tengo que decir algo
de la formación: está bien, sé que es una cuestión de educación, una forma de
arrancar el día, pero la detesto.
8:05 hs. Seguimos las clases con una profesora y una materia que me
simpatizan mucho, se trata de la asignatura Antropología. La materia es muy
interesante, pero –además- la profesora hace que sea aún más interesante y que
-por lo menos a mí- me den ganas de trabajar, de prestar atención, de participar.
Estamos viendo las distintas formas de discriminación, y en este caso estamos
con “RACISMO”. Para este tema vamos a terminar de ver una película que se
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llama “12 años de esclavitud”, que trata de un hombre negro que vive
libremente con su esposa y dos hijos, con una vida formada, cuando de pronto en un abrir y cerrar de ojos- su vida cambia radicalmente. Él es artista y recibe
una propuesta para ir por unas semanas a Estados Unidos. Allí lo capturan y lo
privan de su libertad, es sometido a ser esclavo junto a otras personas de raza
negra. De ser un hombre libre, esposo y padre de familia pasa a ser un hombre
que -por ser negro- se convierte en esclavo y en propiedad de un blanco. Hasta
el momento la película es dura, triste pero –lamentablemente- real… Ya pasó
medio módulo y son las 8:35 hs., terminamos de ver la película “12 años de
esclavitud”, basada en una triste realidad, pero -a pesar de eso- esta clase de
películas nos permite pensar y reflexionar sobre que no hay que discriminar por
ningún motivo. En clases de antropología se aprenden muchas cosas y se
aprende a debatir, a escuchar la opinión del otro, a diferir en ciertos puntos. Es
una materia linda que se presta para esto como, por ejemplo, ahora estamos
viendo otros tipos de discriminación como la “HOMOFOBIA”, el rechazo a las
parejas del mismo sexo. Yo soy una chica que siempre ha defendido la
diversidad sexual. A mí no me genera ningún rechazo ver a una pareja de
lesbianas u homosexuales besándose, para mí es algo normal, es algo que estoy
acostumbrada a ver hoy en día en la sociedad y que me parece bárbaro que
cada quien viva con quien quiere y cómo quiera. En cambio, hay dos
compañeras que no piensan igual que yo. Es más, ellas mismas -en la clasedijeron que son homofóbicas, respetan pero les parece raro, no están
acostumbradas y no ven como algo normal a la homosexualidad y me parece
bien que -así como yo- puedan dar mi punto de vista. No todos pensamos de la
misma forma, pero respetamos las distintas posiciones. En este debate se nos
fue la hora.
9:05 hs. Sonó el timbre del primer recreo. Con mis compañeras sacamos
la merienda: biscochos, alfajor, facturas o lo que sea y empezamos a hablar de lo
que hicimos el fin de semana. En un momento vemos que mucha gente se está
amontonando en el pasillo y no entendemos bien por qué, aunque
lamentablemente lo más “normal” es que se estén peleando, agarrándose de los
pelos o a las trompadas, por desgracia es algo que se ve a menudo. Mi
compañera de banco sale corriendo para ver qué pasa y yo me quedo sentada.
Cuando todo termina vuelve y me cuenta que dos chicas de 5º año se estaban
peleando. Hay algo que le pareció raro: había profesores cerca y ninguno hizo
nada. Sólo se metió una alumna, no sé de qué año, para separar a las
protagonistas de la pelea.
9:20 hs. Tocó el timbre que indica que el primer recreo que ya terminó y
las horas de clases continúan con otra materia que es raro que a mí me
simpatice: biología. Nunca fue mi fuerte, pero como pasó en la otra hora, esta
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profesora también hace que la materia sea interesante. Ella es simpática, nos
ayuda en muchas cosas, nos habla sobre diversos temas. Es una profesora de
palabra y creo que, tanto mis compañeros como yo, pensamos que es la mejor
profesora y no es por ser „chupamedias‟, pero es la verdad.
10:15 hs. Dentro de unos días van a venir al colegio a vacunarnos contra
la fiebre hemorrágica, entonces la profesora se centra en informarnos contra qué
nos vamos a vacunar. Nos dice que es de suma importancia que lo hagamos ya
que el lugar donde vivimos es una zona endémica y el riesgo de contagio es
alto. Justo antes de que toque el timbre para el segundo recreo, llaman a la
puerta alumnos de 5° año. La profe los hace pasar y comienzan a contarnos
sobre la pelea que se dio en el primer recreo. Nos preguntan qué pensamos
sobre lo que pasó y si alguno se metió para que el episodio de violencia
terminara. Hasta donde yo sé, sólo una alumna se metió a defender, muchos no
estaban presentes y los del ciclo básico, que estaban alrededor, hacían de
espectadores. Nos revelaron que la pelea no había sido en serio, sino que formó
parte del simulacro contra la violencia escolar y el bullying. Por eso es que los
profesores que estaban cerca no hacían nada, ellos ya sabían sobre el tema.
Querían ver cuál era nuestra reacción ante un caso como éste y nos comentaron
sobre los resultados poco satisfactorios que obtuvieron, ya que ellos esperaban
que muchos de nosotros nos metiéramos a separar y -en lugar de hacer esomuchos se quedaron viendo y yo ni siquiera me asomé a ver qué pasaba.
Además nos hablaron sobre una campaña que está haciendo “Revolución
Sociales”: para ello nos tenemos que poner una pulsera violeta, sacarnos una
foto y compartirla en las redes sociales escribiendo “Revolución Sociales”,
usando un asterisco que lo convierte en un hashtag, para que más gente se una
y, poco a poco, se pueda erradicar tanto la violencia como el bullying. Por
último nos invitan a que tomemos conciencia sobre que los problemas no se
arreglan a las trompadas, que hay que aprender a comunicarse y que -si somos
sometidos a la violencia u hostigamiento diario- pidamos ayuda sin temor y
que no seamos cómplices de quienes agreden a otros. Fue cierto todo lo que
dijeron y estoy de acuerdo, pero –aunque nos va a tomar tiempo concientizar
sobre el tema- no es imposible.
11:00 hs. Hace 15 minutos tocó el timbre que indicaba que el segundo
recreo se acabó. Para terminar el día tenemos “METODOLOGÍA DE
INVESTIGACIÓN”. El lunes es un día pesado. La mayoría de las clases son
interesantes, a mi parecer, pero arrancamos a las 7:00 hs. de la mañana y
salimos a las 13:00 hs. Metodología es una materia interesante, pero la hace
pesada el hecho de que la tengamos en la última hora. Nos encontramos
trabajando en un proyecto de investigación sobre el bullying en nuestro colegio,
dentro del ciclo básico. La profesora que está a cargo de esta materia es
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tranquila, dócil, buena onda y transmite mucha paz. En esta clase nos cuesta
arrancar, nos agrupamos de a seis. En el grupo en que yo estoy es difícil que
todas a la vez nos pongamos las pilas, siempre hay una o dos a las que hay que
incentivar e insistir para que trabajen. A veces somos todas otras, no. Hoy
estamos cansadas, pero tenemos bastantes pilas y estamos trabajando bien. Dos
de mis compañeras se están encargando de empezar a hacer una carta de
solicitud para presentarle a la directora, para que nos dé permiso de realizar
unas encuestas y así obtener datos estadísticos sobre lo que estamos
investigando. Mientras tanto, dos compañeras y yo nos encontramos
terminando el marco teórico, donde recopilamos información para hacer un
informe sobre el tema. La compañera restante, con ayuda de la profesora, está
leyendo y reacomodando las encuestas que tenemos que salir a hacer a los
cursos de 1° a 3° año y la entrevista que le haremos algún especialista para que
nos brinde más información. a profesora, muy amablemente, nos prestó un
libro de Psicología y yo me distraigo leyendo sobre otros temas como “violencia
familiar”, “trastornos alimenticios”, etc. De pronto me doy cuenta y me centro
nuevamente en el proyecto.
12:05 hs. Tocó el timbre del último recreo. Con mi mejor amiga y
compañera de banco bajamos a la cantina y compramos unos sándwiches con
unos vasos de gaseosa. Además, me compro cuatro pesos de caramelos de
gomitas dulces (como bien lo indiqué al principio, las gomitas son mi vicio).
Subimos al aula y pasamos el recreo escuchando música hasta el toque de
timbre.
12:20 hs. Estos son los últimos tan esperados cuarenta minutos del día
porque indican que ya falta poco para irnos a nuestros hogares. Ya hemos
terminado la parte teórica del proyecto, la profesora nos dice que le pasemos
todo el informe por e-mail. Ella lo leerá y la próxima clase, con su ayuda, vamos
a darle las últimas correcciones. Como no tenemos nada que hacer -mientras la
profesora se encarga de ayudar a otros grupos con sus proyectos de
investigación sobre diversos temas como el uso del casco, el maltrato animal, la
violencia infantil, el embarazo adolescente, entre otros- mis compañeras y yo
nos quedamos charlando en nuestros lugares hasta el toque de timbre.
12:45 hs. A quince minutos de que toque el timbre de salida, el cielo
comienza a nublarse y parece que se avecina una tormenta fuerte.
12:55 hs. Y, tal como se veía venir, comienza a llover y mucho. Tendré
que irme caminando con una compañera que vive cerca de mi casa. Me gusta la
lluvia, pero hace frío y no quiero mojarme. Además, cuando hay tormentas
como éstas, el teléfono de la escuela lo usan todos para llamar a alguien para
que los venga a buscar o para llamar un remis. Hay que esperar mucho y no
tengo ganas de esperar. Al fin y al cabo ¿qué me va a hacer un poco de lluvia?
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13:00 hs. Tocó el timbre de salida, con mi compañera salimos y nos
dirigimos bajo la lluvia hacía nuestros hogares.
Como dije antes, en un día -en la escuela- pueden pasar muchas cosas, se
aprende, se comparten momentos… Los profesores pueden o no llamarte la
atención. Hasta se puede tener la mala suerte de terminar un lunes -a la salida
del colegio- con una tormenta y, encima, tener que ir a casa caminando. Todo
puede pasar.
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Un día atiborrado de experiencias
Florencia Hobus
Suena la alarma y abro los ojos somnolientos, con una mezcla de
emociones y pensamientos aún mayor a la de todos los agotadores amaneceres
de la semana.
Hoy los chicos de Quinto Año de Ciclo Orientado organizamos un día
de juegos para celebrar la Semana de la Juventud nos llevó tiempo pero nos
esmeramos y conseguimos dar y hacer lo mejor que pudimos para pasar una
jornada memorable con toda la secundaria de nuestro colegio.
Durante el desayuno pensaba en el año entrante, es nuestro último año
juntos, vivimos muchas cosas en los años anteriores, pero el 2015 no cabe duda
de que será el mejor, tendremos muchas actividades y compromisos juntos y
seguramente nos llevaremos muchos recuerdos que nos será imposible
olvidar.
Equipo de mate, galletitas… todo listo para disfrutar y aprovechar este
día al máximo, además no podemos olvidarnos de que por organizar las
actividades de hoy no tenemos la eterna clase de biología.
Si bien es cierto que no somos el curso más unido, por alguna razón en
este tipo de cosas nos unimos más que nunca, creo que es una forma de
fortalecer el grupo porque nos ayudamos entre todos y, realmente, nos
preocupamos para que todo resulte bien. Por eso, ahora ultimamos detalles en
el grupo de WhatSapp (como siempre) conmocionados por buscar una
solución a los acostumbrados percances y contratiempos. Mientras busco una
birome roja por toda la casa, miro distraídamente el reloj y me doy cuenta de
que se me hace tarde, así que –torpemente- acomodo las cosas en mis manos,
doy un fugaz beso de despedida a mis padres y salgo apresuradamente a la
escuela.
Una vez en el colegio- Quinto Año de Ciclo Orientado comienza a
organizar todos los juegos y pormenores a contrarreloj todo tiene que estar
listo antes de que lleguen los demás cursos. Lo que nos lleva tiempo es
organizar las pistas de la búsqueda del tesoro, algunas de estas son acertijos,
crucigramas y otras actividades que ponen a prueba el ingenio y velocidad
mental.
Reunidos en el sitio donde almuerzan los chicos que van al comedor
escolar, herméticamente cerrado para evitar cualquier tipo de intromisión,
definimos los “delegados” de la búsqueda del tesoro, es decir dos personas por
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cursos una dentro del aula y otra fuera para esclarecer cualquier duda que
surjan y evitar que hagan trampa.
Música, juegos, delegados preparados, conductores, jurado, todo listo
para dar inicio a los juegos de la Semana de la Juventud que organiza nuestro
colegio.
Con voz temblorosa y siguiendo los consejos y recomendaciones de la
Rectora, la Sra. Isabel, Naia, Cami y Lu dieron las consignas y pusieron en
claro las reglas desde un principio para evitar malos entendidos. Luego, se
procede al primer juego: la búsqueda del tesoro.
Cada delegado se dirige al curso correspondiente, así que Tami y yo nos
dirigimos con los chicos de Sexto Año. Tami pidió, con anterioridad, ir afuera,
y yo me quedé dentro del aula, con lo que no tengo el menor inconveniente
pues tengo buena relación con ellos, la relación que se tiene con cualquier otro
curso.
El primer juego me resulta llevadero y divertido hay una pista en la
que se les da, a los jugadores, dos fotos de nosotros cuando éramos bebés. La
tarea consiste en encontrar a los de la foto y pedirles la siguiente pista. A
algunos les lleva tiempo descifrar quién es el de la foto. Reconozco que hemos
buscado las fotos más irreconocibles para sumarle un grado de dificultad.
Finalmente, Cuarto Año de Ciclo Orientado ganó la búsqueda del tesoro
aunque por muy poca diferencia con Sexto. Personalmente pienso que tendría
que haber ganado Sexto.
Llega la hora de la primera pasada de los postulantes para rey y reina
de la primavera. Hemos puesto como consigna que tendrán que llevar ropa
particular para desfilar y así lo han hecho. Luego las conductoras les hacen las
clásicas preguntas de nombre, edad, hobby, estado civil, etc. Este año
implementamos que el jurado estará entre la gente, es decir, que será secreto.
Luego comenzamos con él “Lo sabe, No lo sabe”. Este juego consiste en
que un chico por curso pasa al frente donde las conductoras les presentan una
bolsita con tarjetas, escoge una tarjeta en la cual está la pregunta, el puntaje y si
tiene a alguna persona o grupo en particular vetado. Mientras transcurre el
juego los demás tomamos mate, además, contamos con la cantina que
estableció la Unión de Padres donde venden panchos y gaseosas.
Todo se llena de color en el instante en que empieza el desfile de
mascotas, hay desde un Osito Cariñosito hasta una Pantera Rosa, sin dudas -en
esta parte- la Institución se ha colmado de risas, es inevitable no reír con los
modelajes, coreografías y declaraciones de las mascotas, definitivamente esta
es la actividad que más disfrute me trae.
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Uno de los últimos juegos es “Mi curso puede”. En este caso existe una
serie de juegos en los cuales se necesitan dos integrantes por curso, uno debe
apostar un número desde el 1 al 7 y el otro (sí o sí debe ser varón) tiene que
esperar en el patio más pequeño, y aparecer solamente cuando lo llamen luego
se procede a explicar el primer juego en uno de ellos, se debe realizar la
cantidad apostada de colitas a las chicas del curso correspondiente en un lapso
de un minuto. Al ser varones, tienen dificultades para completar el primer reto
y varios pierden la paciencia, pero solamente un curso pudo cumplir este reto.
Como culminación de los juegos, se da lugar al baile. Se dispone una
pareja por curso las que deben mostrar todos sus movimientos y
predisposición en tanto suene la música, pero cuando la música se detiene
deben apresurarse al cuadrado de papel que hemos fabricado. Vale la pena
mencionar que dicho cuadro tuvo corta vida debido a la velocidad con que se
dirigían las parejas a él. Cada vez que se cortaba la música el cuadrado debía
reducirse y así, el que quedara fuera del cuadrado era eliminado. En este juego
también se hacen presente la alegría y las infaltables y contagiosas risas,
aunque -a mi parecer- también permite desinhibir a los chicos de Segundo y
Primer Año, principalmente a estos últimos, en su primer año en la secundaria,
en que su vida escolar da un giro tan importante.
Para darle final a la jornada, se llama a reunión a Quinto Año Ciclo
Orientado, se reúnen los votos del jurado, se hace la suma de puntos, y
nosotros definimos el ganador de las mascotas. No es fácil ponerse de acuerdo
y menos en estas cosas, siendo un curso numeroso, pero llegamos a la
conclusión de que la mascota ganadora debía ser el Osito Cariñosito de Cuarto
Año Ciclo Orientado por la buena onda y el sentido del humor. El rey
pertenece a Primer Año Ciclo Básico Común, Federico, y la reina: Guadalupe,
de Tercer Año Ciclo Básico Común. Me pone muy feliz que mi amiga sea la
reina de la primavera de este año. Se procede a la coronación de los flamantes
reyes de la primavera 2014 y la toma de fotos con los reyes salientes.
Finalmente, el curso victorioso es Cuarto Año Ciclo Orientado. Como de
costumbre, el premio es un almuerzo con el año que organiza y después que se
anuncia el ganador hacen una ronda abrazados, festejando el triunfo.
Ha sido un día atiborrado de experiencias, risas pero también un día de
conocimiento con el amplio sentido que posee esta palabra: conocernos a
nosotros mismos en una situación de gran responsabilidad, como esta de
organizar un evento, y con las responsabilidades que implica. También
conocimos a algunos de nuestros compañeros del colegio con los cuales, por
cuestión de afinidad o por el simple hecho de no hallar motivo valido, no
hubiera sido posible entablar un lazo en otra circunstancia distinta a esta. Por
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eso me encantan y disfruto mucho de estas jornadas recreativas de la
Institución, puesto que siempre -por más pequeñas que sean- me llevo un
recuerdo imborrable y un nuevo aprendizaje.
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Crónica de la pasión metalera
Esteban Madero
6:15 de la mañana, se enciende mi celular y suena “Simphony of
Desctruction”, como alarma. Me levanto, desayuno, me doy una ducha caliente
de esas que te despiertan y te levantan el ánimo, y salgo para el colegio
acompañado por el aroma mañanero y oyendo nada más que el silencio que
reina en la tranquilidad de la montaña. Y en mi andar por calles de tierra tengo
tiempo a solas con mi mente para ojear el fondo de mi conciencia y acomodar
mis pensamientos, aunque luego no tardan en desacomodarse y perderse en el
río turbio y turbulento de mi cabeza.
Llego al colegio (tarde como siempre).Ya están todos formados para
darle un aplauso débil y obligado a nuestra bandera argentina, que no se
merece semejante deshonra. Entre la multitud, vislumbro una clara cabellera
castaña y una bella cara… Ella es la mujer que amé (SÍ, AMÉ) y siento una
felicidad inmensa al darme nuevamente cuenta de que al observarla ya no
siento ese dolor, ese aguijonazo en el alma, ese sentimiento de extrañar su piel,
su calor, sus caricias, sus besos, su VOZ pero, por sobretodo, el simple hecho de
tenerla a mi lado. No, ya no duele, ya no la extraño, y, sin pensarlo, una sonrisa
repentina se dibuja en mi rostro.
Pasan las horas, transcurre el día exactamente igual al anterior. La
verdad es que la rutina me desespera, no le encuentro el sentido a tener que
cumplir con horarios y deberes. Hay un punto en el que me pudro de todo,
cierro la carpeta, guardo la lapicera, oculto mi rostro entre los brazos,
y…pienso…pienso mucho, siempre. Mi cabeza maquina constantemente eso
genera mis constantes desvelos nocturnos.
También tengo una amiga, una gran hermana, se llama Micaela. Con ella
compartimos nuestras locuras, nos hacemos compañía, nos apoyamos mucho,
pero, por sobretodo nos queremos. Es una de las pocas personas en quien de
verdad confío. Con ella nos vamos para la montañita en los recreos, y cuando
nos vamos del curso, ahí, lejos de todo, encontramos paz y tranquilidad.
En mis ratos de soledad escribo. Escribo letras de canciones para mi
banda de thrash metal (soy vocalista y guitarrista rítmico). En estas letras
plasmo mi personalidad, es mi vía de desahogo, donde hablo de mis penas, mis
vivencias, mis descontentos y desamores. Mientras las escribo tarareo, imagino
riffs densos y veloces que acompañarán mis letras deprimentes. Es mi forma de
componer, armo todo en mi mente y lo dejo genial, luego, en mi casa, sólo debo
tocar lo que en mi mente pude crear.
132
Y a todo esto, suena el timbre de salida…¡¡Al fin me puedo ir!! Voy al
comedor, almuerzo con ansias refregándome las manos, y comienzo a saborear
la alegría que se acerca con la tarde. Termino de comer y enfilo para mi casa por
los bellos caminos de Estancia Vieja mediamañanera. Caminando al pleno rayo
del sol llego finalmente a mi casa, no hay nadie aún. Me doy una ducha y, cada
vez más feliz, me visto y agarro mi guitarra eléctrica mi amplificador está en lo
de Airtoo ya esperándome. Salgo para la parada del cole y allí esperando al
siempre retrasado transporte pienso: “Esto es lo mío, lo que de verdad me hace
bien”. Llega el cole y me subo con una sonrisa. Hoy se junta la muchachada,
hoy se junta Cazador…y yo soy el cantante de Cazador.
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Meses de recuerdos en un día de nostalgia
A. Emir Salomón
Juan Manuel Zimmermann
Para comenzar, haremos las presentaciones. Los alumnos que
realizaremos este trabajo, invitados por UNICEF Argentina y la Universidad
Católica de Córdoba y alentados por nuestra propia institución, somos Emir
Salomón y Juan Manuel Zimmermann, e intentaremos retratar un día en
nuestra escuela secundaria.
El colegio se encuentra en Concordia, Entre Ríos. Hace unos días, la
rectora de la institución nos citó en su oficina para hacernos la propuesta, y fue
entonces cuando nos informó sobre el asunto. Los dos, interesados por la
lectura y la escritura, no tardamos en tomar la iniciativa, esperando armar un
escrito que realmente refleje cómo se vive el día a día aquí. Ese día terminó, mas
la experiencia recién se asomaba.
Cuando nos reunimos para hablar sobre el tema, aproximadamente dos
días después del aviso, simplemente nos sentamos frente a una computadora en
la biblioteca de la escuela, y con “Heroína”, de Sumo, sonando de fondo, y a la
par de unas estudiantes más pequeñas jugando en el mismo cuarto,
proponíamos ideas variadas, como dos compositores que sólo nombran acordes
sueltos, esperando convertirlos en melodías. De esas ideas no hubo alguna que
valiera menos que la otra, ni otra que se mereciera ser contada por sobre la
anterior. Al mismo tiempo que nombrábamos experiencias, recordábamos que
debíamos tomar sólo un día para relatar, una regla del juego que iba en contra
de todo lo que nosotros estábamos ansiosos por compartir. Ante esto,
evidentemente, la concentración era nula, el silencio sólo se interrumpía con la
voz de las chicas, de fondo y, ocasionalmente, un comentario nuestro al aire
acerca de lo que podíamos contar. “Campamento”, se dijo. Inevitablemente esa
iba a ser una de las primeras opciones entre tantas.
“¡Crash!”, y el silencio se rompió de nuevo. Las chicas habían dejado caer
un objeto metálico al piso. Reían y corrían fuera del lugar, y de algún modo nos
despertaron. Nos incorporamos y repetimos el comentario: “Campamento”,
primera idea. El interrogante: “¿qué contaríamos del campamento?”
Paradójicamente se respondía con otra pregunta: “¿qué no contaríamos del
campamento?”. Y con razón, se trata sin dudas del hecho más relevante que nos
ha ocurrido hasta ahora como grupo. Cabe destacar que, en nuestra escuela, se
realizan viajes anuales a distintos destinos. Cada uno es especial, pero todos
concuerdan en que el mejor es el último, compartido por nosotros este año. El
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destino, Mendoza, provincia dueña de los paisajes más lindos del país:
cordillera, nieve, ciudad, y más. Llegamos de mañana, tras diecinueve horas de
viaje, a un camping ubicado en San Rafael, y la aventura recién comenzaba.
La primera actividad realizada fue una excursión a lo alto de una
montaña, desde donde se veía por completo el valle, la flora, una montaña más
alta con nieve en la cúspide a lo lejos y el río Atuel en toda su magnificencia.
Mientras descansamos, los guías nos contaban la interesante historia que el
lugar encierra:
“El río Atuel recibe su nombre por una leyenda de la región. Los indígenas que
aquí habitaban solían ser pacíficos, pero la sequía del pueblo los obligaba a invadir otras
comunidades menores. Producto de una de dichas invasiones, el pueblo toma prisionera
a una joven, de nombre Clara. El tiempo pasó, y Clara, que ya era aceptada como parte
de esta comunidad, se enamoró del joven cacique Talú, quien presidió tras la muerte de
su padre. Ellos se casan, pero entre tanta felicidad aún existía el problema del agua, y
para peor, esto fue de conocimiento del hombre blanco. Ellos atacan a la tribu
aprovechando la mala situación. Muchos de ellos mueren, entre ellos, Talú. Y en afán de
desesperación, Clara sube a lo alto de la montaña con su hijo recién nacido, a suplicarle
a sus dioses el agua necesaria para los que quedasen vivos. Ante esto, Clara y su hijo se
sacrifican, arrojándose al vacío, y del llanto del niño y de su madre nace el caudaloso río
que salvaría al pueblo del derribo.
Los habitantes, contentos por el milagro, buscan a Clara para comunicarle la
noticia, pero no la encuentran. Entendiendo que todo lo sucedido fue a causa del
sacrificio, deciden llamar al río con el nombre de aquel niño: Atuel”
Ésta es, sin dudas, una historia que no quisiera olvidar jamás.
El consecuente descenso de la montaña fue más divertido que el ascenso,
ya que constaba de sogas y travesía.
Un par de días después, llegó la actividad que atrajo a muchos desde el
principio. Los guías nos equiparon y prepararon, nos dieron instrucciones de
seguridad y nos subieron al colectivo. Tras cuarenta y cinco minutos de viaje,
nos bajamos a la orilla del mismo río Atuel, donde nos esperaban entre nueve y
diez balsas de gran tamaño, y nosotros, eufóricos por hacer rafting, armamos los
equipos y nos adentramos en el agua en una emocionante carrera. Cada balsa
con 9 chicos y un guía, más otra con todos los profesores, que llevaban baldes,
que cargaban de agua helada para usar en contra de nosotros, corrían por los
rápidos respondiendo atentamente al grito del guía: “¡Remo adelante! ¡remo atrás!
¡alto al remo! ¡festejo!”. Este último era el favorito, donde todos juntábamos los
remos en lo alto en señal de júbilo. Como todo lo bueno termina, al desembocar
nuevamente a orillas del camping nos limitamos a bañarnos y esperar al evento
de la noche: la fiesta de disfraces. En ella aparecieron personajes originales,
como dos espantapájaros y un mimo, algún que otro cliché, como lo fueron un
135
Guasón, Pocahontas, un sacerdote y una monja, e incluso la feliz coincidencia de
los profesores y un grupo de chicos, ambos en conjunto, vestidos como dos
grupos de la banda “Village People”, con actuaciones muy convincentes. Todo
era felicidad y risas, pero, sabiéndolo mas no imaginándolo, esperábamos
mucho más.
Los últimos días los pasamos en otro camping. A nadie le molestó el
hecho de volver a viajar en el colectivo, ya que debíamos ir hasta allí para
encontrarnos con la nieve. Arribamos en un pequeño pueblo al pie de la
imponente Cordillera de los Andes, donde descendimos para vestirnos con
trajes de nieve. Viajamos hasta un lugar que creímos adecuado, al pie de una
gran montaña. No llegó a abrirse la puerta del colectivo por completo antes de
que todos saliéramos corriendo hacia el blanco infinito que nos esperaba afuera.
Al cabo de cinco minutos, más que sacarse fotos, la gran mayoría que no había
tenido la posibilidad de conocer este paisaje anteriormente se dedicó a
reproducir todos los juegos que solo se veían por la televisión: angelitos y bolas
de nieve, muñecos que no fueron más que un fracaso con escasa antropoforma
y el infaltable culopatín, ese trineo de reducido tamaño que acompañó casi todo
el tiempo a la alegría casi infantil que compartíamos en ese momento,
inolvidable.
Asimismo, un grupo de siete chicos pertenecientes al Movimiento de la
Palabra, en la rama del Proceso Comunitario para la Confirmación, el domingo,
y ante la imposibilidad de concurrir a misa, organizaron un grupo de oración a
orillas del río en un descanso al anochecer. Entre las actividades que componían
estas reuniones, se agradecía al Señor por todo lo vivido y se Le pedía por las
necesidades. Se pedía la Palabra en las últimas instancias de la oración y
dejábamos hacer Su Santa Voluntad en nosotros, una para todo el campamento
y, luego, los que querían, podían hacerlo individualmente. Cada día, el Señor
tenía para hablarnos de un tema en particular, o al menos esa fue nuestra
interpretación. El mismo domingo, nos insistía fervientemente en todas las
Palabras que Él estaba con nosotros y que siempre nos acompañaba esto nos
puso muy contentos, ya que Su compañía nos garantizaba protección en todo
momento. Al segundo día, con una congregación de veinticinco chicos, nos
habló del Espíritu Santo, diciendo que siempre que estemos reunidos en Su
nombre, Él va a estar escuchando nuestras plegarias. Finalmente, en nuestra
última noche de oración, siendo ya alrededor de cincuenta los reunidos a Su
encuentro y concentrados dentro de una sola habitación, nos habló de los ídolos
que crea el hombre para no aceptar a Dios, para desviarnos de Su camino, para
suplantarlo.
Ya para este punto del recuerdo nos encontrábamos sumergidos
totalmente en la nostalgia sabiendo lo que se venía. El que es catalogado como
136
el momento que es indescriptible con otro término menos general que
“especial”, cuando en realidad la expresión “especial” puede sonar incluso casi
despectiva al darle la difícil tarea de describir un momento indescriptible. Esto
se debe a que, quizás, esa sea la descripción adecuada para esa sensación:
“indescriptible”.
Pasada la discusión, pasamos los próximos minutos recordando el
simple ejercicio catártico que se convirtió en una liberación incomparable de
energía y emoción por parte de todos. Casi al mediodía, los profesores nos
hicieron sentar a todos en ronda, en un playón en el lugar donde nos
asentamos.El calor del sol rozaba nuestras mejillas, y en nuestros oídos, la
simple consigna: “El ejercicio consiste en que cada uno, cuando lo sienta, tome la
palabra desde donde esté, y la dirija a quién lo crea necesario, y se debe, simplemente,
agradecer”. Nada fuera de lo común hasta ahora, pero lo que sucedió luego es lo
que generó discusión un párrafo atrás. Cada cual a su ritmo, y según lo sentía,
elevó alabanzas y disculpas a todos los que creyeron necesario. Amigos
distanciados, gracias nunca dadas y una emoción reflejada en un llanto general
al son de la melodía que se creaba por las hermosas frases que cada uno
articulaba. Finalizado el ejercicio, pero con el sentimiento aún presente, todos
continuaron compartiendo abrazos y lágrimas intercaladas con las palabras más
sinceras que les salieron en el momento. Esto volvió todavía más “especial” el
instante que fuera posterior a la catarsis y anterior al viaje de vuelta a Entre
Ríos, el viaje a la ciudad de Mendoza, donde estuvimos horas paseando y
conociendo lugares, como una fábrica de chocolates y el magnífico “Cerro de la
Gloria”. Esperemos que de este viaje no nos olvidemos, ni siquiera por un
segundo.
El viaje en sí duró 7 días, fue recordado por nosotros en pocos minutos y
expresado en algunos párrafos mediante un sentimiento intacto y,
lamentablemente, irrepetible.
Todo estaba dicho, “Heroína” ya no sonaba.Había terminado hacía unos
instantes, y ya despiertos luego del trance del recuerdo, se coloca otra canción,
de estilo llamativamente distinto al anterior.“I Hate Everything About You”, de
Three Days Grace se comenzaba a escuchar, y superpuesto a ella, comentarios de
carácter constructivo y destructivo a la vez: “Si hay que relatar solo un día, nuestro
campamento duró siete días”. Y así, un comentario tan simple como ese y una
norma escrita en un papel quitaba todo lo recordado por haberse realizado en
un plazo mayor de veinticuatro horas.
Otra idea no tardó en llegar de repente con otro comentario:
“Olimpíadas”. ¡Sí, claro! Además del campamento, aquel era otro evento de
importancia en el colegio, y merecía ser contado. Como el término puede causar
confusión a cualquiera fuera del ámbito de nuestra escuela, es menester dar una
137
explicación. La enseñanza del Latín y el Griego, tanto del idioma como de la
cultura, mitos y literatura, ha influido en la creación de un evento masivo que
es llevado a cabo cada año en una jornada de dos días, y consiste en diversas
actividades deportivas realizadas por dos grandes grupos que separan y unen
la escuela al mismo tiempo: Aqueos y Troyanos, haciendo alusión a la famosa
guerra de Troya, donde se enfrentaron los ciudadanos troyanos, liderados por
Héctor, y los míticos griegos (Aqueos), que encontraban su líder en el gran
guerrero Aquiles.
Cada año, en la mañana de cierto día de noviembre, la pintoresca
Costanera de nuestra ciudad se tiñe de rojo, identificado con Troya, y azul, con
los Aqueos, y se da comienzo a la primera actividad del día, que es la única que
abarca a toda la escuela en conjunto: una carrera de dos kilómetros casi a orillas
del río. La gran carrera finalizó con tres rojos en el podio.
Luego del descanso, comenzaron las carreras largas, cortas y demás
actividades, donde los deportistas de cada curso acuden a los diversos llamados
de los profesores que administran el evento: tanto “Cuarto año, ochocientos
metros”, “Último año, lanzamiento de bala” o semejantes,fueron comunes de
escuchar a altavoz.
Pasando la jornada de la mañana del primer día, dedicada enteramente
al atletismo, las actividades continuaron a la tarde, con mayor convocatoria aún,
en el gimnasio de la escuela.Allí se practicaron los juegos más ponderados,
como lo son el básquet, handball, voley, ping pong, hockey y fútbol. Este
último, sobre todo, es el que más expectativas atrae y lleva a toda la gente con el
sentimiento necesario de alentar y hacer hinchada a ambos lados de cada arco y
de la cancha, algo único que solo es superado por aquellos que tienen la
posibilidad de jugar, e incluso, en el mejor de los casos, de hacer un gol. Se vive,
para muchos fanáticos, un estado de éxtasis similar a un River - Boca, como
quién diría, un espectáculo para ver antes de morir.
Estas jornadas finalizan al mediodía del día siguiente. Al final, todos se
sientan con la expectativa vigente de ser campeones. Un profesor, armado con
un megáfono, anuncia el puntaje del ganador y del perdedor, pero se reserva
los nombres por un segundo más. El cansancio y la emoción pueden ser vistas
panorámicamente por ellos, los organizadores. Finalmente, la frase esperada se
corta agregando cierto suspenso: “El ganador de este año es...” y muchos, de
ambos bandos, consumidos por el momento hacen función de pararse.
Corazones latiendo estructuradamente rápido, pupilas que se dilatan y festejos
espontáneos cuando se conoce el ganador: “... ¡Troyanos!” Y el furor se apodera
de los rojos, quienes a su vez se apoderan de la copa y la hacen girara través de
la cancha en señal de vuelta olímpica mientras le expresan al pueblo azul
mediante un cántico característico que otra vez será, Aqueos.
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Esta actividad también fue cuestionada indirectamente por las reglas del
juego, pero le restamos importancia al hecho de que las olimpíadas se hubieran
realizado en dos días. Era, igualmente, un lindo recuerdo.
Volvimos al rock nacional de la mano de Divididos, con “Spaghetti del
Rock”, al mismo tiempo que las ideas seguían surgiendo mediante comentarios
como: “Podríamos hablar de la obra de teatro”. Y era verdad, podríamos.
Esta es una historia de dos partes. Para contar la primera parte
necesitamos remontarnos casi exactamente un año atrás, cuando nuestro mismo
grupo practicaba teatro. Es el único año en que se ejerce esta asignatura, y
aunque a muchos no les agradó en un principio, todo fue tomando forma con
las prácticas y audiciones a lo largo del año que luego desembocarían en una
presentación en vivo de una obra infantil para la parte primaria de nuestra
escuela, llamada “En Busca de la Felicidad Perdida”. La historia cuenta las
aventuras de dos niños que, aburridos de jugar siempre con los mismos
juguetes, de leer los mismos cuentos y sintiéndose “infelices”, con todo el
significado que la palabra puede encontrar en sus mentes pueriles, deciden
crear su propia historia y terminan adentrándose en el cuento con el objetivo de
encontrar la felicidad que se creía perdida. Así, con ayuda de diversos y
particulares personajes, ora un conejo, ora un cisne, ora un caballo y finalmente,
también un pájaro azul, logran darse cuenta de que ella se encontraba siempre
en su hogar y reflejada en el amor. Una historia sin duda atrapante para los
niños.Nosotros disfrutábamos viendo el fruto del esfuerzo y de las prácticas
reflejado en las sonrisas de los niños, de la profesora y de nosotros mismos.
No lo sabíamos entonces, pero ese no era el verdadero final de nuestra
experiencia como actores, pero para eso, debemos pasar a la segunda parte del
relato.
Esta segunda parte nos sitúa en el tiempo nuevamente en el 2014.
Nuestro profesor de religión, con conocimiento de la obra realizada
anteriormente por nosotros, nos trajo un día una propuesta interesante.
Rápidamente todos acordamos revivir la obra de la forma más linda y noble:
llevándola a una escuela Integral para niños con capacidades diferentes. Damos
fe de la increíble disposición con la que se organizó la visita. Para el día
pactado, logramos armar el escenario con la escenografía correspondiente, se
prepararon los actores con su vestuario característico y con muchas ganas de
compartir. Se realizó la interpretación con éxito y los niños se encontraban muy
contentos, pero todo no terminaría allí. Pasamos el resto de la mañana
compartiendo con ellos, hablando, jugando y realizando actividades varias.
Para el final, los chicos fueron a comer y nosotros volvimos contentos por haber
hecho una obra de bien con gente que lo necesitaba, y todavía nos encontramos
con intenciones de volver.
139
El tiempo había pasado y nuestra mente ya no ocupaba atención
preferencial al susodicho trabajo, como tampoco a sus términos y
condiciones.Estábamos simplemente sumergidos en nuestras memorias. La
música volvió a rotar. Esta vez, retrocediendo al rock internacional, los últimos
relatos que fuesen recordados encontraron compañía en “I Don't Want to Miss a
Thing”, de Aerosmith. A falta de diez, quizás quince minutos aproximadamente
para el término del módulo, los comentarios habían ya dejado de ser tímidos, y
llegaron las últimas ideas mediante una charla fluida. Recapacitamos que
faltaba una parte esencial en el primer relato, la que fuese la parte previa al
campamento que tan alegremente compartimos. Esto compete al hecho de que,
por una parte, hizo que podamos disfrutar del viaje al nivel del que tuvimos
oportunidad, y comienza a principios de año. Toda la promoción se
comprometió ampliamente con sus pares para colaborar en todo sentido,
organizando múltiples actividades para juntar fondos con el objetivo de poder
compartir el campamento sin lamentar ausencias, y fue eso exactamente lo que
logramos. Como suele suceder, el arduo trabajo previo logró hacer más, mucho
más dulce la experiencia, puesto que supimos valorar la concomitancia de
nuestros propios compañeros allí, en Mendoza.
Los últimos minutos se llenaron con el recuerdo de hechos menores, pero
igual de importantes, como viajes, convivencias y, en fin, cualquier otra
actividad en la que hubiéramos estado juntos. En cualquier lugar y en cualquier
tiempo. Concluimos en que esto se debía simplemente a que no importa la
actividad en cuestión, que puede ser grande o pequeña, sino que lo importante
somos nosotros, y el modo que tenemos de vivirla y compartirla.
Una profesora de la institución dijo, en una oportunidad: “Cuando me
preguntan en qué curso se encuentra uno mejor en la escuela, no suelo agregar
comentarios, pero siempre digo que los cuartos vienen bien”. Esos cuartos somos
nosotros. Juntos desde siempre, en la etapa más maravillosa de la vida, es
admirable el nivel de compañerismo que se logra encontrar en nuestras aulas, o
simplemente, donde vayamos.
La campana acabó por sonar. Ya no se escuchó música de ningún tipo, y
el silencio que se había proclamado fue desapareciendo lentamente mezclado
con el murmullo jovial de los chicos saliendo del aula de clases. Nos retiramos
del lugar en silencio, pues ya no había nada que decir. Y si había algo, nadie
habló, simplemente, no era el momento de hacerlo.
Cada día en la escuela secundaria es especial a su modo, y en distintas
facetas. Nosotros terminamos por retratar este día en especial. Ese día en el que
volvimos a vivir tantas experiencias en tan poco tiempo, como reza el título:
“Meses de recuerdos en un día de nostalgia”. Alusiones múltiples que nos permiten
revalorizar el grupo que se nos concedió, quizás, por obra del azar. O quizás no.
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Mixturas tan particulares, a veces, no dan lugar a especulaciones que admiten el
término suerte. Sí, cada día en la escuela secundaria es especial a su modo, como
un mundo aparte, y ese día se volvió singular por los mismos recuerdos que
con usted, estimado lector, fueron compartidos. Y, al final, éste sí duró lo que
tenía que durar.
141
Adormilados
Federico Griffone
Stéfano Tiezzi
Ramiro Bachella
“Cada día en la escuela representa una batalla por vivir. Vivir un día puede ser bueno,
malo, aburrido o interesante, pero si estás rodeado de gente a la que aprecias un día en la
escuela puede ser una aventura única.”
(Basado en hechos reales, los nombres de las personas y entidades que
participan en la historia fueron omitidos o alterados para proteger su
identidad.)
Levantarse tan temprano todos los días es tan agobiante para mí que no
se lo deseo a nadie. Sí, así lo digo, como cuando las señoras grandes te dicen
que la muerte no se le desea a na- die, madrugar todos los días a las seis de la
mañana es equivalente a una semana de cansan- cio mental importante.
Pero, bueno, también dicen que al que madruga Dios lo ayuda. Qué se le
va a hacer.
Esa mañana llegué cansado –como siempre- a la escuela. El sol no había
terminado de salir y las luces del pasillo eran lo único que me salvaba de no
tropezarme. El invierno es crudo, y a pesar que hacía frío no lograba salir del
trance del sueño que me poseía.
Recuerdo haber cruzado el patio y llegado a mi aula, saludar a mis
amigos e ir a formar para saludar a la bandera –también como siempre- y
volver al aula caminando como muertos vivientes.
Ese día empezábamos con Historia. Historia a las siete de la mañana con
la única profesora -persona- del mundo que -siempre radiante- se propone a
trabajar a pesar de las numerosas dificultades que eso implica.
Aquella mañana nos esperaba con su saludo característico y con su
intento fallido de incrementar las energías del grupo.
La profesora de Historia es un ser que constantemente intenta trasmitir la
enorme energía y felicidad que trasunta. Recuerdo haberla visto con mi grupo
contando risueña el golpe que sufrió por la caída que tuvo cuando viajó a Tierra
del Fuego, que le valió de un moretón muy notable en la barbilla.
Volviendo al tema, una vez entrados todos en la espaciosa aula para sólo
23 alumnos y to- dos ubicados en sus respectivos asientos, la profesora prendió
142
la luz y muy divertida empezó a hablar de la materia y nos propuso abrir la
carpeta para copiar actividades.
Sí, señores, siete de la mañana. Igual es pobre mi excusa, no hace nada
que sean las siete de la mañana y la profesora me cae muy bien, pero mi
verdadero problema está convivir como nada a esas horribles horas de la
mañana.
Creo que es justo ahora destacar un hecho importante, que le da
credibilidad al relato y justifica la manera de actuar de la profesora en esta
situación. Vivimos en una ciudad pequeña de la provincia de Córdoba, y hacía
unos días habíamos sufrido cortes de luz sin aviso y a toda hora, por lo que no
tener luz eléctrica no era un hecho imposible de creer.
Retomemos. La profesora a punto de dictar actividades y… de pronto,
nos vimos inundados en una inmensa penumbra. De inmediato pensamos:
E.P.E.C. Así es, E.P.E.C. es la empresa que le brinda energía eléctrica a parte de
la provincia y ese día nos falló. No nos sorprendía. Por lo menos a algunos.
Lo que nadie sabía es que alguien, sin perder la maña (ni siquiera a las
siete de la mañana) se levantó ya con la luz cortada y cerró los interruptores de
los focos fluorescentes.
Todo marchaba bien, la profesora entendió que sin luz no se podía
continuar e improvisó una clase hablada porque el sol todavía no se había
asomado. Todos contentos y felices si no fuera que…
Los ventiladores empezaron a funcionar. Sí, a pesar de que las luces no
se prendieron la brisa potente de que los ventiladores proporcionaban se sentía
y complementaba el frío del típico invierno. ¿Qué había sucedido? Quien había
apagado apagó los focos cuando la energía eléctrica brillaba por su ausencia,
accionó -sin querer- los interruptores de los ventiladores. Entonces pensé:
volvió la energía eléctrica, vamos a tener que escribir. Pero algo inexplicable
sucedió. La profesora de Historia no se dio cuenta. Sí, no lo podía explicar. La
profesora de Historia, la que siempre se anticipa a todo, la más atenta, no se dio
cuenta de lo que sucedía.
Así, con alivio, sin luz pero con frío, estuvimos 15 minutos escuchando
una clase de historia oral dictada por la clase sobre el Premio Nobel. Hasta que
la profesora dijo:
-Chicos, apaguen los ventiladores que hace frío.
143
Y continuó. Otra vez, estuvo muy cerca pero lamentable mente para ella,
no relacionó el hecho de que los ventiladores estén prendidos con la energía
eléctrica. Es lo que yo digo: a las siete de la mañana nadie puede pensar bien.
Nadie. Ni siquiera la profesora de Historia.
Finalmente llega la preceptora para dejar un cuadernillo y la profesora le
comenta que, a pesar de la ausencia de la luz, se podía dar clases igual. La
preceptora, extrañada le respondió que no podía ser, que la luz ya había vuelto,
porque ella había pasado por otro curso y estaban dando clases con la luz
prendida. Sorprendida, se dirigió a los interruptores y logró darse cuenta de
que los focos funcionaban.
Fue un suceso muy divertido y pudimos reírnos sanamente, disfrutando
de lo más mínimo para pasarla mejor entre todos, eliminando las formalidades
por un minuto, para recordar que todos somos humanos y que la humanidad es
el valor que nos garantiza claramente la capacidad de progresar y la capacidad
de sentirnos iguales dentro de un mundo que nos quiere hacer creer lo
contrario.
Ser feliz es saber disfrutar la vida aprendiendo a convivir con los que te rodean.
144
Maldito viernes
Aldana Rosa Allende
Agustina Del Valle Barletta
Rocío Belén Del Prado
Martina Denis Gasparotti
Melani Ayelén Maccari
Nada peor que entrar un viernes a la siete y salir a la una de la tarde.
Empezar con geografía, donde solo queremos dormir y el profesor no hace más
que darnos actividades interminables.
No solo hay que soportar las actividades sino que hay que soportar los
calores de fin de año, el mal humor de los profesores, no poder escuchar
música, que nos saquen los celulares y –además- a los compañeros jodones.
Por suerte este año me tocó un curso bastante tranquilo. Cuando queremos
trabajar, se puede y cuando no queremos hacer nada, nos complotamos para no
hacer nada. No hay mucha diferencia entre nosotros. Las que hay, la sabemos
resolver para que el ambiente sea agradable. No tenemos quejas de los
profesores hacía nosotros, somos un curso bueno y educado, pero hay profes
complicados.
Por suerte, después tenemos Antropología. La profesora es bastante
buena, nos deja escuchar música y así les respondemos de mejor manera.
Trabajamos siempre sin ningún problema.
¡¡¡¡POR FIN LLEGÓ EL RECREOOOOO!!!!
La mayoría de mis compañeras se quedan en el aula. Al llevarnos bien,
podemos pasar mucho tiempo juntas. Pero en sí, en otros cursos nunca falta la
pelea. Y ahí es cuando se alborota toda la escuela. Todos los alumnos de
diferentes cursos salen al pasillo y se amontonan para ver la pelea, los profes
corren y tratan de pararla. Y ya es un tema de conversación para la siguiente
clase.
Por suerte, entramos al aula con Biología. Aquí, la profesora es la mejor,
no solo porque nos da libertad en hacer lo que queremos, siempre y cuando sea
con respeto hacia ella y hacía el resto de los compañeros, sino también por la
forma que tiene de enseñar, aconseja mucho y nos explica con detalles cada
problemática o cada concepto de su materia o de la vida en general.
En su clase podemos sacarnos muchas dudas. Siempre nos responde con
la mayor sinceridad todas las preguntas que le hacemos, siempre está dispuesta
a ayudarnos en todo, en su hora la pasamos re bien y nos divertimos mucho.
Esta profesora –Laura- se presta mucho para pasarla bien.
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Hay algunas compañeras que le hacen preguntas a la profesora antes que
nos dé las actividades, así quedan para la próxima clase y no tenemos tarea.
Cuando queremos, nos complotamos muy bien para no hacer nada.
Se terminó la hora de Biología, hay un recreo de diez minutos, algunos
aprovechan para ir a comprar, otros para dormir y los que quedan sólo
molestan un rato.
La peor hora de los viernes, un módulo y medio en la materia Metodología. La
profe es re buena, nos deja escuchar música, estar en grupo y así funcionamos
mejor, pero la materia es muy densa y, más, un viernes de 10:45 hs a 13:00 hs,
un módulo y medio.
Muchos de mis compañeros llaman a esta hora “la hora de la siesta”, ya que la
materia es aburrida y la profesora tiene mucha paz a la hora de hablar.
Hay viernes en los que nos divertimos más que otros, tenemos
compañeras que siempre hacen bromas. Por más que seamos mayoría de
mujeres siempre se hacen bromas en el curso.
Las actividades de la materia son muy largas y complicadas, además la
profesora siempre cambia las cosas. No es muy divertido tener que estar un
módulo y medio investigando, sobre todo porque estamos todas pensando qué
vamos hacer el fin de semana, qué nos vamos a poner, a cuál previa vamos a ir
y qué bebida vamos a llevar. Es todo un tema esto de las últimas horas de un
viernes.
No es sólo el tema del fin de semana, también estamos cansados, con
hambre y tenemos muchas ganas de irnos. No queremos hacer más nada, es el
último día de la semana y es el más pesado.
Por mi parte, sólo quiero escuchar música, dormir un rato y no investigar
nunca más en la vida. La profesora se toma bastante bien las bromas sobre la
materia, en sí es muy buena, pero es la materia lo que no nos gusta. Es la última
hora de un viernes, tenemos la cabeza en cualquier parte, menos en estar
investigando, sólo queremos saber qué nos vamos a poner y nada más.
Llega el recreo de 12:05, es el más largo, ahí es donde la mayoría come o
duerme una siestita, para ponerle pilas al último módulo. Después de 15
minutos, volvemos a la materia, son los 40 minutos más eternos del día.
Casi todas recurrimos a la música y a charlar un poco, muy pocas
trabajan el último medio módulo. Tengo la idea de que si trabajas más rápido se
pasa la hora, por eso, es donde más trabajamos, la última hora, ahí nos ponemos
las pilas, investigamos mucho y adelantamos por todo lo que no trabajamos en
las horas anteriores y así, cuando menos te das cuenta, faltan solo diez minutos,
más eternos que cualquier otros diez minutos.
Ahí se alborota el aula, todas nos desesperamos para guardar todo
rápido, levantar la silla y hacer la fila al frente de la puerta. Siempre se quejan
146
de eso, la filita al frente de la puerta, pero nos queremos ir, por más que
sabemos que no se va a pasar más rápido la hora nos ponemos ahí, es algo que
nadie entiende pero lo hacemos igual.
¡¡¡AL FIN TOCÓ EL TIMBRE DE SALIDA!!!
La profesora se queja de que nunca la saludamos o de que sólo le
gritamos desde las escaleras un “chau profe”, pero tenemos hambre, nos
queremos ir cuanto antes.
Y así se termina la semana, aunque ya sabemos que la semana siguiente
va a ser peor, cada vez la escuela es más densa.
147
Un viernes en nuestros zapatos
Agustín Nicolás Depetris
Ignacio Gentili
Me encontraba navegando en un crucero por el Caribe, disfrutando del
paisaje, sentía la brisa en la cara, era un lindo día soleado y caluroso, cuando
decidí ir hasta la pileta del barco, donde hice un nuevo amigo, su nombre era
Regino, un chico algo raro y bastante feo, pero simpático.Nos hicimos amigos.
Nadamos un rato y salimos del agua. De pronto vimos que el cielo
empezaba a oscurecerse, se acercaba una tormenta. Todos nos pusimos a
cubierto, había muchas personas corriendo despavoridas, de proa a popa y de
babor a estribor. Por alguna razón,salimos ambos a presenciar la tormenta y
vimos las gigantescas olas golpeando el casco del imponente navío. El barco
estaba perdiendo estabilidad, y, cuando menos nos lo esperamos, un enorme
rayo del tamaño del barco partió a éste a la mitad. Caímos al agua y
comenzamos a nadar para salvar nuestras vidas. Pero todo fue en vano. El
barco se hundió y la presión ejercida por el agua nos succionó hacia el fondo del
mar.
Yo vi cómo mi amigo perdía la conciencia y lo dejé hundirse.Yo estaba
débil, y justo cuando pensé que iba a morir, oí una alarma debajo del agua. Al
abrir los ojos me encontré con el techo de mi habitación. Giré mi cabeza y allí
estaba mi celular con su alarma, mostrando las 6:20, de la mañana.
Era un día viernes. Los viernes son días un poco desequilibrados, ya que
empezamos la mañana algo dormidos, pero debemos activarnos al instante ya
que -en el primer módulo- tenemos la hora de Tecnología con Laura, una
profesora bastante exigente, razón por la cual nos estresamos un poco. Pero el
estrés no nos dura mucho, ya que más tarde llega la hora de la “Pato”, la
profesora de Lengua y Literatura, con la que, generalmente, si no estamos
viendo reglas ortográficas o tipos de clasificación literaria, nos pasamos la hora
escribiendo historias, con o sin una temática en particular, que más tarde nos
disponemos a compartir con el resto de nuestros compañeros, y esto nos
divierte mucho. Luego tenemos clases de Música con la “Tere”, y es muy
divertido y recreativo, porque casi siempre terminamos cantando y tocando la
guitarra, o mezclando canciones en la sala de computación. Y, también, de
alguna manera, los varones nos liberamos, ya que, a esa hora, los alumnos de
3ro C nos dividimos en 2 grupos, los de Música (varones, generalmente) y los
148
de Arte (chicas, en su mayoría), y esto nos beneficia porque podemos pasar la
hora más “libres”, por así decirlo.
Sobresaltado, me senté unos 2 o 3 minutos en mi cama, esperaba
reaccionar, estaba como tildado.Luego me levanté y, lentamente, avancé hasta
el comedor, prendí el televisor para ver las noticias mientras desayunaba unas
masitas acompañadas con café con leche. Más tarde me fui a cambiar y, acto
seguido, fui al baño a peinarme y a lavarme los dientes. Después fui a mi pieza,
porque había olvidado ponerme desodorante y perfume.
Eran las 6:50, y salí camino a mi escuela. En el camino me encontré con
mi amigo Ignacio, más conocido como “El Nacho”. Juntos fuimos hasta la
escuela, lentamente, porque no queríamos llegar temprano. Pese a nuestros
esfuerzos por no llegar en horario, arribamos a las 6:58, justo a tiempo para
acomodarnos en nuestra aula, porque tocó el timbre y todo el curso no salió a
formar hasta que llegó nuestro preceptor, el Mauro, y nos sacó afuera.
Nos dispusimos a saludar a la bandera, y al instante estábamos rezando,
con mucha pereza, para posteriormente pasar al salón de clases.
Entramos, y cómo no, ya estaba la Laura saludándonos y pidiéndonos
que saquemos los documentos comerciales para completar. En ese entonces
estábamos viendo los pagarés. Por lo tanto, empezamos a copiar los problemas
que la profesora nos proporcionaba, para más tarde interpretarlos y completar
los pagarés respectivamente.
Estábamos con el Nacho, y empezamos a completar los documentos
comerciales uno a uno, debíamos completar 5. Y así terminamos, mientras
conversábamos entre punto y punto, por lo que terminamos justo antes de que
tocara el timbre. Nos miramos, ya que nos extrañó el hecho de que nuestra
profesora nos hubiera saludado, para retirarse posteriormente, sin darnos tarea,
algo muy raro. No obstante, estábamos contentos.
Faltaban 40 minutos para que sonara el timbre del recreo, cuando llegó la
Pato, y nos indicó que analizáramos un texto narrativo y redactáramos otro
sobre base del recibido.
Entonces pusimos manos a la obra: yo, por un lado, y el Nacho, por
otro.Mi imaginación volaba mientras el lápiz escribía a su merced.Estaba por la
mitad de la historia cuando tocó el timbre, así que salimos al recreo y fuimos a
comprar algo para comer. Habíamos trabajado durante 2 horas muy largas. Nos
quedamos conversando hasta que se terminó el recreo y volvimos al aula.
149
Continuamos con nuestros relatos por un buen rato, hasta que
finalizamos todos, y nos quedamos leyendo en voz alta nuestras historias hasta
las 10:20, hora en que toca el timbre.
El recreo se pasó volando, porque nos quedamos 5 minutos más leyendo
historias y sólo restaron otros 5 minutos.
Y por fin llegó la hora que habíamos esperado durante toda la mañana.
Sí. Había llegado la hora de Música. Los alumnos que habíamos elegido Música
nos mudamos de aula como venía siendo habitual, y nos quedamos cantando y
escuchando música hasta la hora en que se desocupa la Sala de Informática, en
la cual nos quedamos editando videos musicales y, de vez en cuando jugando
uno que otro juego mientras la profesora no miraba.
Y así llegó la hora de irse de la escuela.Una vez más, tocó el timbre que
indicaba la hora de retirarse.Todos guardamos los útiles, y muy contentos,
salimos de la institución.
Nos saludamos con el Nacho y con el resto de compañeros, y ya estaba
volviendo a mi casa para almorzar, ya que después de una larga jornada
escolar.No hay nada mejor que volver a casa para comer mientras miras
televisión.
En definitiva, pasamos un día no muy distinto del resto, pero, de todas
formas, cada día que pasamos en la escuela es especial a su manera, por el
hecho de compartir experiencia con nuestros compañeros y docentes,
cotidianamente.
150
REFLEXIONES PARA SEGUIR MEJORANDO LA ESCUELA
Y aquí concluye este camino de lectura y se abre otro de cuestiones por
concretar.27 El que viene es un tiempo para convertir en realidad las
expectativas de futuro que –de alguna manera- han expresado quienes
participaron con sus textos, y empezar a resolver los planteos que subyacen en
sus palabras.
Cuando el Equipo de Investigación de Educación Secundaria Unidad Asociada
CONICET, de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de Córdoba,
lanzó esta convocatoria, lo hizo teniendo presentes cinco ejes que guían sus
investigaciones: currículum, saberes y prácticas trayectoria escolar de los
estudiantes trabajo y desarrollo profesional docente, ambiente y clima
institucional y relaciones de la escuela con las familias y la comunidad.
Una vez compendiados los relatos de directivos, docentes y estudiantes, se
escuchó etnográficamente la palabra proveniente de las escuelas y se
identificaron las recurrencias que aparecen en los textos. También se
determinaron los aspectos destacables a los efectos de que puedan ser
incentivados, fortalecidos o re-trabajados en los ámbitos competentes.
Los relatos aportan elementos para un debate profundo que tiene que
contribuir a la producción de propuestas de mejora. Si bien en las narrativas
priman los escenarios afectivos que pueblan la escuela, el contenido habilita la
mirada hacia las condiciones materiales –recursos, infraestructura, etc.-, las
cuestiones organizativas -eventos, actos, proyectos…- y las formas de trabajo
alternativas.
En los textos leídos, aparecen sombras y contrastes. Esto devela rasgos que
arrojan luz sobre las problemáticas que complejizan el día a día de la
institución, a la vez que invitan a profundizar el análisis de una serie de
recurrencias, entre las que se pueden señalar:

Las relaciones entre los distintos actores: una primera lectura habla de
vínculos positivos en general (lo bueno de estar un día en la escuela por
encima de la falta de). Sin embargo, de a poco, van aflorando algunas
sombras (el bullying, los problemas de convivencia, las burlas…),
Estas reflexiones han sido elaboradas por: Blanas, Georgia Estela; Bonetti, Olga Concepción; Bono, Laura
Cecilia; Eberle, María Jacinta; Ferreyra, Horacio Ademar; Fontana, Marta; Kowadlo, Marta Judith; Lerda,
María Cristina, Marta Ester Pasut y Rosales, Marcela Alejandra.
27
151
situaciones conflictivas propias de los vínculos interpersonales que no
pueden soslayarse.

La violencia de afuera y de adentro de la escuela: la pelea, las amenazas,
los robos, el fantasma de la droga, etc.

El desarrollo profesional docente, que aparece de modo optimista como
“compromiso de reinventarnos cada día para que la escuela sea el lugar
donde logremos pensar…” Pero también está en el que “espera que
llueva y no haya clases” y que -al finalizar su relato- agradece “que no
haya llovido” y en el que describe las “múltiples tareas del directivo” o
en el que está a la “búsqueda de respuestas a preguntas”. Además, este
aspecto se hace evidente en el que se queja de “la falta de interés de los
estudiantes” en el docente que cuenta orgulloso las actividades que
realizó con ellos en Ciudadanía y Participación y en el que se preocupa y se
cuestiona sobre el uso del celular o el que sabe “que juegan al counter
strije” en su clase o en el que “tendrá que presionarlos para llevar a cabo
el proyecto”. Y hasta en las expresiones subjetivas del docente que
describe su vida cotidiana con la tensión entre la dedicación a su labor y
el cuidado/atención de su familia. Todo esto -y mucho más- da cuenta
de una preocupación genuina por la escuela secundaria que tenemos
hoy, con sus fortalezas y sus debilidades… Y apuesta por ella porque
cree que es posible y vale la pena hacerse preguntas… En definitiva, se
está apuntando a una docencia- vocación-profesión no considerada una
utopía sino una concreción.

La inclusión/exclusión: “este alumno se va porque tiene el máximo de
inasistencias (50)”, el “incluir chicos con discapacidad” o estudiantes
extranjeros en condiciones de intercambio, las “etiquetas” para el peor
del curso, el desafío de garantizar las trayectorias de algunos estudiantes
rebeldes, etc.Convicciones docentes que hacen cobrar vida a lo que
implica la inclusión a través de acciones concretas que revierten lo
naturalizado por el estudiante al decir “-por lo bajo y con tristeza (…) Y
sí, yo no sirvo para esto…” la reflexión y movilización que para un
docente significa contribuir a la posibilidad de otro destino diferente del
ya aceptado como válido. Y -desde allí- el profundo y humano trabajo de
desarmar y deconstruir para comenzar de nuevo, desde la inclusión que
dignifica.
152
De los relatos se desprenden aspectos relacionados con el currículum, los
saberes y las prácticas que constituyen puntos de partida para distintos
análisis:
-
La evaluación sólo como calificación vs evaluación formativa (cómo
hacer entender a los estudiantes -y a algunos profesores- el valor de una
evaluación formativa y no sólo de la calificación) y la evaluación como
instancia de aprendizaje.
-
La necesidad de fomentar la lectura con diferentes propósitos (entre
ellos, el de la recreación).
-
La escuela entendida como lugar de aprendizaje de todos los actores.
-
El desarrollo de experiencias de simulación para aprender.
-
La consideración de los espacios públicos como otro sitio de
aprendizajes.
En muchos de los textos sobrevuelan cuestiones referidas al clima institucional
que buscan ser analizadas y trabajadas en profundidad, tales como:
-
Cuestionamiento al listado de estudiantes separados por sexo y no por
orden alfabético28.
-
Referencia a las llegadas tarde de los estudiantes a la escuela (¿se ignora
la causa?, ¿a quién le corresponde investigar?, ¿y las llegadas tardes de
los docentes?).
-
La relación entre la norma escrita y la norma vivenciada con respecto al
uso de los celulares, tema que implica pensar soluciones con acciones
programadas en colectivo.
-
Conflictos ocasionados por peleas entre estudiantes, robo de celulares,
drogadicción. Tratamiento del embarazo adolescente.
-
Necesidad de trabajar la autoestima de los estudiantes.
-
Discontinuidad pedagógica relacionada con repuestas a trabajos
institucionales solicitados por las autoridades, o por el cúmulo de días
sin clase que proyecta el calendario anual, o relacionadas con carpetas
médicas de los docentes
Esta contradicción que aún acontece en los registros de asistencia comienza a diluirse fuera de las aulas:
en las votaciones ya se unifican los géneros con mesas únicas para varones y mujeres.
28
153
En los diferentes relatos de directivos y profesores se muestra que el inicio de la
actividad diaria en la escuela, lejos de ser concebido como tedioso, aburrido y/o
rutinario, es asumido con satisfacción. ¿Qué produce esa satisfacción? Por un
lado, el reconocimiento del otro. Conforme se avanza en la lectura, se observa
la importancia que reviste el otro para cada persona. Es que en la escuela el otro
no es individuo sin rostro, anónimo, un código o un número. Es, por el
contrario, una persona a quien se conoce e identifica.
A esto se agrega el devenir de lo no previsto. Directivos y profesores ponen de
manifiesto que las actividades programadas pueden alterarse por situaciones
imprevistas, algunas de las cuales no solo producen asombro, sino que también
pueden generar otros conocimientos y diseñar nuevos procesos de implicancia
y motivación. Y, sobre todo, la importancia de enseñar y permitir en los
jóvenes, el fortalecimiento de su condición de estudiantes yde sus roles fuera
del ámbito escolar.
Otro aspectoen el que directivos y docentes ponen el acento es el de las
cuestiones relativas a la trayectoria escolar de los estudiantes. Sin embargo, es
escasa la referencia a estrategias institucionales que permitan reconocer cómo se
aborda y qué acciones se implementan para revertir las situaciones de
abandono y repitencia, tarea realmente compleja.
Se pueden señalar, al respecto, dos tipos de explicaciones causales: aquellas que
ponen el foco en los estudiantes -ya sea porque no estudian, porque no hacen la
tarea, por cuestiones relativas a la escasa o nula posibilidad de encontrar un
lugar silencioso en sus casas para hacerlo, por la pérdida de noción del tiempo
cuando están conectados, por la profesora tal que se apura o el profesor que
falta y después no repasa, etc.-. Y, paralelamente, las que devienen de las
ausencias docentes: jornadas institucionales, capacitaciones obligatorias, y –lo
más preocupante desde lo humano y lo pedagógico- afonías, disfonías,
malestares ocasionales de profesores que obligan a interrumpir el proceso.
Los
relatos
ponen
de
manifiesto,asimismo,
tensiones
entre
escuela/comunidad/familias y convocan a realizar un enfoque más integral.
Incitan a atreverse a pensar una escuela en condiciones organizativas
¿diferentes de las actuales? y acercan algunos interrogantes tales como ¿de qué
modo “romper” con esa estructura organizativa? ¿Cómo propiciar
contribuciones para garantizar una escuela inclusiva? ¿Qué estrategias
diferenciales hay que implementar para superar las existentes? ¿De qué manera
puede incorporarse a la familia a la vida cotidiana de la escuela?Cabe
preguntare, también, si la escuela está en sintonía con las familias, con el
contexto… ¿qué hacer cuando son diferentes los valores que priman? ¿Cómo
establecer lazos posibles entre la escuela, las familias, la comunidad?
154
Interrogantes estos que permanecen sin una respuesta concreta, “poniendo en
evidencia problemas que aún persisten (…) con escasos modelos sociales que
incentiven la formulación de proyectos de vida, basados en valores socialmente
legitimados” (SañudoGuerra y Ferreyra, 2014, pp. 178-179) ¿Será que tenemos
que reducirnos a enseñarles a separar los ámbitos, a decirles la forma en que
debemos actuar en la escuela?
En muchos de los textos se pone de manifiesto la existencia de una escuela
abierta a la participación de las familias y la comunidad, mientras que en otros,
se observa queéstas no participan de y con la escuela. De esto se infiere lo
complejo que resulta establecer una relación dinámica, permanente y proactiva
entre escuela, comunidad y familias. Si bien esta cuestión no es novedosa,
permite interrogarnos sobre qué acciones es necesario implementar para
construir una triada en la que escuela, familias y comunidad se reconozcan
implicadas en un proceso democrático y de retroalimentación, a fin de que cada
una de ellas se constituya en actor clave para dotar a la escuela de la
sostenibilidad y el sentido que están en cuestión.
Se busca humanizar la escuela a partir de pequeñas grandes acciones que hacen
que el compromiso se renueve día a día. La escuela debe ser el lugar que
permita a los estudiantes tener experiencias que sólo se vivencian en la
institución.
Por su parte, los relatos de los estudiantes constituyen un verdadero desafío
para los adultos que pueblan la escuela. De su lectura se infieren múltiples
interrogantes por ejemplo, qué es lo que acontece en y con la escuela secundaria
para que ellos pongan su acento en la necesidad de salir de ella para no
regresar.
Abundan los relatos en los que la idea de controlar y castigar atraviesa el
discurso. Y algunos que refieren a lo tedioso que resulta aceptar y compartir
ciertos rituales.
Hay estudiantes que:
- pese a debatirse entre “estar” en la escuela o “irse” (“nos matamos para salir
de la escuela pero no para entrar”), hablar de “la hora interminable de inglés”,
referirse a “los últimos tan esperados cuarenta minutos del día”…terminan
agradeciendo estar en ella (“yo digo gracias a todos los educadores por
educarnos a nosotros”)
- identifican a su escuela “como el lugar de encierro habitado por esclavos y
superiores”, sienten que “estamos cada vez más acostumbrados a recibir órdenes
de nuestros superiores que ya casi no recordamos lo que es tener un deseo” y se
155
refieren al uniforme como
personalidad”
“patéticas vestimentas para quitarnos la
- revelan que en el aula se “piensa solo en dormir”
- nos hablan entusiasmados y emocionados de su viaje a Buenos Aires, de la
inolvidable experiencia que vivieron y del hermoso evento que fue la “Semana
de la juventud” organizada en su escuela
- describen ¡poéticamente! el aula “transformer” en la que trabajan: un aula sin
vidrios, un pizarrón poco estable y la ranita que los acompaña
- no quieren “bajar a formar” e “izar la bandera”
- cuentan que “lo normal es que estén peleando, agarrándose a trompadas”
- hablan de “la rutina” que desespera,de la “falta de sentido a tener que cumplir
con horarios y deberes”
- dicen que la escuela es “densa”.
De los relatos de los jóvenes, pueden derivarse las siguientes consideraciones
positivas:
-
Se aprecia la percepción de una escuela que asume el desafío de ampliar
los horizontes culturales de los estudiantes, generando para ellos y con
ellos experiencias educativas que les permitan abrir sus miradas a otros
universos y les habilitan nuevas posibilidades de participación.
-
Se exponen definiciones de aprendizajes que involucran diversidad de
contenidos (conocimientos, lenguajes, valores, prácticas culturales,
procedimientos, actitudes), en pos de una formación integral de
adolescentes y jóvenes, con sentido para ellos.
-
Se percibe una valoración positiva del desarrollo de estrategias de
readecuación de la organización institucional y pedagógica para
incorporar contenidos nuevos, de relevancia social, y más próximos a las
problemáticas de los jóvenes,y nuevos actores que acompañen las
trayectorias de los estudiantes (Dussel, 2010).
-
Refieren a climas institucionales donde se advierten vínculos de calidad
interpersonal, de amistad y confianza (Cornejo y Redondo, 2001).
-
Se estiman las experiencias fuera del ámbito escolar. Pareciera que son
las que más se recuerdan y quizás las que permiten identificar qué se
aprendió.
156
-
Se valoran los vínculos que se establecen con los docentes y suelen ser los
que influyen directamente en las “ganas” o no de aprender.
-
Se reconocen espacios como los CAJ29: “Interrumpe la clase el
coordinador del C.A.J, quien presenta los resultados del concurso del
logotipo del C.A.J institucional. Ese espacio para conocer, crear,
fortalecer vínculos y valores ya tiene su propia identidad”.
-
Se rescata el valor de lo lúdico.
-
Se comentan experiencias que se desarrollan fuera de la escuela, que se
disfrutan y que requieren de aprendizajes vinculados a lo que la
institución escolar debe enseñar, aunque parecería que no se tienen en
cuenta los intereses de los estudiantes, sino los de otros que eligen por
ellos.
-
Finalmente, se advierte la promoción de la autovaloración y el
reconocimiento del otro fortaleciendo el sentido de pertenencia a la
educación secundaria y el querer estar en la escuela.Es decir, se reconoce
a la escuela como un espacio único, especial e irremplazable. Su lugar.
Como consecuencia, corresponde a la escuela y sus integrantes:
-
Considerar educación de calidad a la que “permite que todos aprendan
lo que necesitan aprender, en el momento oportuno de sus vidas y de sus
sociedades, y en felicidad” (Braslavsky, 2006, p. 88).
-
Hacerse cargo de que, en algunos relatos, aparece la idea de un
currículum ajeno y distante para los estudiantes, con escasas
posibilidades de generar motivación.
-
Visibilizar las trayectorias reales de los estudiantes, los recorridos que
efectivamente ellos realizan dentro del sistema, los itinerarios situados.
-
Considerar el desarrollo profesional de los docentes como herramienta
imprescindible para la mejora escolar.
-
Incorporar nuevos formatos de enseñanza que permitan un trabajo
conjunto con los estudiantes generando -de este modo- una implicancia
mayor con el proceso de aprendizaje
En definitiva, estos relatos juveniles cargados de agradecimientos, reclamos,
críticas, pedidos… muestran el norte a seguir. Ellos están ahí, son los actores
29
CAJ: Centros de Actividades Juveniles.
157
que habitan y transitan uno de los niveles más críticos y complejos del sistema
educativo argentino y es necesario escucharlos.
Como corolario, de la lectura realizada, se infiere una serie de cuestiones que
tienen que ser –más que una ocupación- una preocupación de quienes
conformamos las escuelas. Especialmente las que muestran flancos débiles de
las instituciones. Por eso, las afirmaciones que siguen merecen ser tenidas en
cuenta:
-
La evaluación como calificación es considerada meta indiscutible y
muchas veces se vincula sólo a la búsqueda de resultados sin tener
presente los procesos. Es un espacio que infunde miedos y que excluye.
Sirve para categorizar y pareciera ser uno de los ejes más importantes en
la escuela30.
-
Es necesario insistir en una formación docente más profunda, en relación
estrecha con los cambios paradigmáticos, curriculares y acordes a las
particularidades de los jóvenes de hoy.
-
Las tecnologías han venido para quedarse y todos los docentes tienen
que asumirlas sin miedo, conocerlas, manejarlas e incorporarlas en sus
prácticas.
-
El centro educativo no es uno frente a los otros, sino un conjunto
trabajando.
-
Los formatos que propician trabajos colaborativos tienen que convertirse
en una realidad en las instituciones. Los estudiantes viven en sociedad, la
escuela debe ser capaz de promover estrategias tendientes a revertir el
individualismo y promover acciones múltiples, en las que el grupo es y
constituye una instancia de intercambio dialógico y aprendizaje mutuo y
compartido.
Pero lo verdaderamente positivo de esta experiencia es que, a través de todos
los relatos, se insinúa la mirada puesta en los jóvenes como clave de futuro y el
compromiso con su formación, traducido como esperanza. La escuela
secundaria sigue siendo valorada socialmente y considerada un espacio
30Gardner
(1993) en relación con experiencias que los estudiantes viven en la escuela, dice que éstas
pueden ser potenciadoras de proyectos personales y ambiciones de vida (cristalizantes) o pueden
obstaculizar las perspectivas futuras e impiden admitir posibilidades de superación (paralizantes). Sin
duda, la evaluación y la manera en que se plantea y proyecta puede hacer que -para algunos estudiantesse convierta en un obstáculo importante de sus trayectorias escolares.
158
importante en el tránsito de la adolescencia a la juventud, porque trasciende sus
paredes. Lo que sucede afuera también sucede adentro. Las experiencias que se
proponen a los estudiantes son fundamentales para abrir sus horizontes. Son
oportunidades. El desafío consiste, de ahora en más, en profundizar esta
relación y seguir dándoles la palabra.
159
APÉNDICE 1
Miembros del Jurado
Acosta, Mariano Oscar Blanas, Georgia Estela Bonetti, Olga Concepción Bono,
Laura Cecilia Cardona, Teresa Castro Medina, Caridad Julia Caturelli Kuran,
María Sofía Del Bono, Cecilia Di Francesco, Adriana Carlota Duro, Elena Eberle,
María Jacinta Felice, María Silvina Ferreyra, Horacio Ademar Fontana, Marta
Ibarlín, Andrea Paola Kowadlo, Marta Judith Lerda, María Cristina Martin,
Lucia Masjoan, María Celia Miranda García, Nora Leticia Ochoa Villanueva,
Eurídice Minerva Omodei, Fernando Humberto Rivera Moran, Guillermina
Rojas, Adriana Rosales, Marcela Alejandra Scarano Tessadri, Juan Gabriel
Daniel Trocello, Paula Luciana, Vergara Fregoso, Martha y Vidales, Silvia
Noemí
APÉNDICE 2
Procedencia institucional de los relatos seleccionados
Bachillerato Humanista Moderno "Mons. Dr. Roberto J. Tavella".
Concordia (Entre Ríos) Colegio “Castro Barros”. Lucas González (Entre Ríos)
Escuela Normal Superior “Dr. Nicolás Avellaneda”. San Francisco (Córdoba)
Escuela “Dr. Enrique Carbó”, obra de Don Bosco. Paraná (Entre Ríos) Escuela
Experimental. Ciudad de Córdoba. (Córdoba) Escuela Normal Superior "José F.
Alcorta". Bell Ville (Córdoba) Escuela Normal Superior “Dalmacio Vélez
Sársfield”. Villa Dolores (Córdoba) Escuela Normal Superior “Maestros
Argentinos”. Corral de Bustos-Ifflinger. (Córdoba) Escuela Normal Superior.
Alta Gracia (Córdoba) Escuela Secundaria Nro. 11 "Agustín de la Tijera". Costa
Grande (Entre Ríos) Escuela: Normal Superior “Gral. Manuel Belgrano”.
Marcos Juárez (Córdoba) I.P.E. “Miguel Cané”. Tránsito (Córdoba) I.P.E.M Nº
304 “Juan Carlos Ferrero”. Colonia Almada (Córdoba) Instituto “Manuel
Belgrano”. Sacanta (Córdoba) Instituto “Pablo VI”. San Francisco (Córdoba)
Instituto “José Manuel Estrada”. Corral de Bustos. Ifflinger (Córdoba) Instituto
Secundario “General San Martín”. Ciudad de Córdoba. (Córdoba) I.P.E.M Nº
332. Santa Cruz del Lago (Córdoba) I.P.E.M Nº 350. Villa Allende (Córdoba),
I.P.E.M Nº 278 “Malvinas Argentinas”. Laboulaye (Córdoba) IPEM Nº 175
“Padre Grenón”. Ciudad de Córdoba. (Córdoba) IPEMyT N° 286. Morteros
(Córdoba) e IPETyM N° 257 “Dr. René Favaloro”. Laboulaye (Córdoba).
160
Referencias bibliográficas
Braslavsky, C. (2006). Diez factores para una educación de calidad para todos
en el Siglo XXI. En REICE -Revista Electrónica Iberoamericana sobre calidad, eficacia
y cambio en educación.Vol. 4, N° 2, 84-101. Recuperado el 5 de mayo de 2015, de
http://www.rinace.net/arts/vol4num2e/art5.htm
Cornejo, R. y Redondo, J. M. (2001). El clima escolar percibido por los alumnos
de enseñanza media. Una investigación en algunos liceos de la Región
Metropolitana. En Revista Última Década, N° 15, 11-52. Recuperado el 5 de mayo
de 2015, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=19501501
Dussel, I. (2010). La escuela media argentina y los desafíos de las metas 2021.
Ponencia presentada en el V Foro Latinoamericano de Educación "Metas
educativas 2021: propuestas Iberoamericanas y análisis nacional”. Buenos Aires:
Santillana.
Gardner, H. (1993). Inteligencias Múltiples (La teoría en la Práctica). Barcelona,
España: Paidós.
Sañudo Guerra, L. y Ferreyra, H. (2014).La educación secundaria en México,
Argentina y Colombia. Una asignatura pendiente. Red de Posgrados en Educación,
Jalisco México.
161
La mirada de cada actor institucional ofrece enfoques propios y singulares que
siempre enriquecen la visión, descripción y comprensión de una situación o
problema. Por ello, numerosos estudios -tanto de Argentina como de otros países
preocupados por la calidad educativa y el rendimiento escolar- incorporan la
perspectiva de los estudiantes en sus líneas de análisis. Sin duda, sus
percepciones y opiniones resultan un aporte de gran valor que viene a
complejizar -y muchas veces a replantear- los diagnósticos educativos. Por ser los
participantes directos de la acción escolar y quienes transitan por todos o casi
todos los espacios institucionales, los estudiantes resultan “informantes claves”.
CODIGOCODIGO

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