Dolomitas 2007 día 3

Transcripción

Dolomitas 2007 día 3
Diario 2007
El momento de la jornada es sin lugar a dudas cuando llevo 5 kilómetros de
ascensión a San Marco y se que mi posición sobre la bicicleta ha mejorado
muchísimo. Mi espalda va perfecta, y toda la potencia que aplico la aprovecho porque
ahora sí estoy moviendo un desarrollo acorde a la pendiente. Ayer en rampas del 7%
necesitaba un 23, y hoy en rampas del 7% voy muy cómodo con el 21 y en ningún
momento preciso más desarrollo.
Me levanto cansado pero bastante impaciente por ver si los cambios de ayer surgen
su efecto. No he dormido bien, le he dado muchas a vueltas a todo esto y además un
mosquito zumbón de esos nos ha dado la noche, tanto al Kulak como a mi.
El desayuno es algo pobre, pero bueno, tampoco hay etapa a realizar hoy. La idea es
subir San Marco y luego por la tarde atacar el terrible Prato Maslito. Bueno de
momento pensaremos sólo en el primero.
Montamos en el coche y nos dirigimos a Morbegno que está a poco más de diez
kilómetros. La carretera que sube hacia la montaña por todo el valle de la Valtellina
está a tope de coches. La circulación es pesadísima. Es una carretera estrecha con
grandes montañas a ambos lados, es impresionante. Llegados a Morbegeno dejamos
el coche y comenzamos la etapa de hoy. El primero de los puertos es el Colle de San
Marco. Este puerto es un completo desconocido para mí, y decidí incluirlo tras
quedarme asombrado de sus números al verlo en la presente edición del Giro de
Italia. El perfil extraído de la web oficial del Giro de Italia es bastante fiable y
representa fielmente lo que nos vamos a encontrar.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
Diario 2007
Es un puerto de una longitud más que respetable y un desnivel impresionante. Pero
dentro de su dificultad es un puerto que se deja subir con bastante comodidad. Hay
que tener paciencia porque será algo más de hora y media para el ciclista bien
entrenado. Eso sí, si te sacan de punto o coges un ritmo demasiado elevado al inicio
puedes sufrir muchísimo, porque es una ascensión muy larga. Pero a lo que me refiero
es que en ningún momento presenta dificultades importantes. Así lo podríamos
dividir en cuatro partes diferenciadas. Un primer bloque de unos once kilómetros muy
constante y con una media aproximada del 7%, que irá subiendo poco a poco el valle
de la Valtellina que viene de abajo. Cada vez iremos viendo más abajo Morbegno y
nos acercaremos a Albaredo. La segunda parte del puerto es la más complicada de
todas. Son cinco kilómetros (los que van del once al dieciséis) en las que la pendiente
media se situará por encima del 9%. La verdad es que es muy constante y elegido un
desarrollo adecuado se sube bien. A continuación viene un prolongado descanso de
dos – tres kilómetros donde la pendiente media decrece considerablemente y que
además de permitirnos coger aire y recuperar un poco, nos da moral ver que
superamos la veintena de kilómetros y nos prepara para el final del puerto. Es la más
bella puesto que el bosque de donde venimos se abre por completo y las vistas
cercanas ya a los dos mil metros son magníficas. Esta parte final se hace dura por la
longitud de la ascensión, y porque llevamos un buen rato de ascensión. Finalmente y
tras 26 kilómetros de ascensión coronaremos este puertazo.
La historia de este puerto en el Giro se reduce a cuatro ascensiones. Pedro Muñoz en
1986, Johan Van der Velde en 1987, Tony Rominger en 1988 y Fortunato Baliani este
mismo año 2007, han sido los primeros en pasar por su cima.
Mis sensaciones subiendo el puerto han sido magníficas. Enseguida me doy cuenta
que los cambios en las manetas han dado su fruto y mi espalada va mucho más
cómoda. A partir de hoy todo el tema de la posición y la bicicleta van a pasar a un
segundo plano y ya no supondrán ningún problema en lo que resta de viaje. Esto me
permite subir con desarrollos adecuados. Un 39x21 en el comienzo, el 23 a ratos. Y
pasar al 25 en los kilómetros duros del puerto. Si bien y para no forzar en los dos
últimos kilómetros duros del bosque paso al tercer plato.
La temperatura es muy agradable y la verdad es que disfruto muchísimo en esta
subida. Durante la misma adelanto a un padre con su hijo a los cuales me los voy a ir
cruzando repetidamente en los próximos días. Son de Berna Suiza y luego os los
presentaré con más detenimiento.
Tras coronar San Marco me toca descenderlo por el mismo sitio por donde lo he
subido. Me cruzo con Kulak cuando a éste le restan los últimos cinco o seis kilómetros.
Va bien y no tendrá problemas, si bien ya le advierto que ahora le vienen un par de
duros kilómetros .Regreso a Morbegno. Bajar desde los 2000 metros hasta casi el nivel
del mar, hace que la temperatura suba muchísimo. Veo una terraza en el centro del
pueblo ideal para comer un poco y regreso al coche para cambiarme y acercarlo a
dicha plaza. Pido una ensalada y una mini pizza a la preciosa camarera. Una
jovencita rubia de nombre Clara, que tanto a Kulak como a mi nos deja
impresionados. Nos pareció muy simpática y mona y no podíamos dejarlo pasar en
este diario como algo reseñable.
Kulak tarda en llegar. Me hace caso y se toma los descensos con bastante más calma.
No tiene sentido fastidiar el viaje por una caída tonta en un puerto. Le aviso donde
estoy y lo encuentra fácilmente. Tiene hambre y sobre todo sed, mucha sed, porque
aquí a casi el nivel del mar el calor aprieta de lo lindo. Antes de proseguir voy a
mostraros unas fotos de este puerto.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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San Marco en su parte final.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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La zona intermedia del puerto. La más dura sin duda.
San Marco a su paso por Albaredo.
Alpes – Dolomitas (Rubén Berasategui Urdin)
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Cuando termina de comer y tras despedirnos de la chica más guapa de todo el viaje
junto con la que conocimos en Valloire, regresamos al coche.
A unos quince kilómetros de Morbegno y siguiendo la carretera que conduce a
Bormio a través del valle de la Valtellina, encontraremos el siguiente stop de la
jornada, el desvío a Berbenno di Valtellina. Berbenno no está como otros pueblos a
pie de la carretera principal, sino que siguiendo la carretera principal debes girar en
un momento dado a la izquierda y allí mismo comienzas a subir con pendientes
respetables para llegar a Berbenno y desde ahí siguiendo hacia arriba conoceremos
una cuesta que sube a uno de los puertos más duros de Italia.
Prato Maslino. Gráfico de Morgar. Coeficiente APM: 479
Prato Maslino, un completo desconocido y que no tiene historia alguna pues no ha
sido ascendido, que yo sepa, por carrera profesional alguna. Tras llegar a Berbenno
preguntamos por donde va la subida, pues en un principio parece que hay que girar
a mano derecha al entrar en esta localidad, pero no es así, sino que hay seguir recto y
atravesar el pueblo por la mitad y una zona de empedrado.
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Zona de empedrado que atraviesa Berbenno. Hacía mucho calor y el gorro venía bien, jejeje.
Para asegurarnos Kulak pregunta en un bar cercano. Resulta que el dueño del bar es
un cicloturista y lo primero que le pregunta asombrado es cómo hemos aparecido por
aquí. A través de Internet, ¿no?, nos pregunta, porque sólo de esa manera o por el
boca a boca puedes venir por aquí. Estamos buscando una subida de una dificultad
extrema y hasta la aparición de los puertos “imposibles”, pistas de hormigón
asfaltadas (como sería la Malga Palazzo), viñedos donde asfaltan carreteras como
sería Edelweiss, o bosques endemoniados como Alpe Fuori, podríamos situar dicha
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subida en un nivel de dificultad cercano al Zoncolan, o a Punta Veleno (Paso
Telegrafo).
A lo que iba, el dueño del bar sale del mismo y nos advierte que es realmente muy
duro y que suerte. Kulak irá en coche y aprovecha para llenarme los bidones de agua
mientras yo tiro hacia abajo por donde he venido para hacer la subida completa.
Los números de este puerto dejan a las claras que el puerto se las trae. Once
kilómetros al 11% de media, pero es irregular. Hay largos tramos con pendientes que
en momentos llegarán al 20% y descansos que bajan la media, pero claro, esas
rampas dejan tocado a cualquiera.
Son las tres de la tarde y el calor es asfixiante, más de 37 grados, pero no estamos
para elegir. Hay que subirlo ahora.
Regreso al valle y comienzo la subida. La pendiente inicial es cercana al 9%. Un 39x25
y con tranquilidad hacia arriba.
Tras atravesar Berbenno, lo voy dejando cada vez más abajo, comenzando la
sucesión de curvas de herradura que me espera. Van a ser un total de 46. Aún las
pendientes son modestas, ahora las más suaves del puerto. Lo más duro está aún por
llegar.
El calor se hace notar, pero al adentrarme en la zona dura, el bosque me tapa y me
ayuda bastante. Las pendientes comienzan ahora a ser fuertes. El problema de este
puerto es que tiene rampas largas y realmente durísimas, que alterna con otras
menos suaves, porque yo a rampas del 10% tampoco las llamaría descansos.
Al comienzo de la subida tengo al Kulak con el coche pegado a mí, que si quiero
agua, que si esto, que una foto por aquí y otra por allá. La verdad es que me está
ayudado bastante. Las pendientes a mitad de puerto son a ratos terribles, llegando a
haber rampas mantenidas del 18-20%. Realmente hacen daño.
Llevamos más de siete kilómetros de ascensión y llegamos a un cruce, la verdad es
que no sabemos bien por donde tirar, si seguir rectos o girar por la derecha. Las dos
carreteras parece que tiran hacia arriba e incluso parece haber más pendiente por el
lado de la curva. No hay ningún tipo de indicación así que por momentos comienzan
las dudas. Decidimos seguir rectos. Le digo a Kulak que tire adelante con el coche y
pregunte si ve a alguien por ahí. No tardo mucho en llegar a una casa muy bonita
que hay en mitad de la subida. A continuación hay un tramo seguido de unos 100
metros que son todo piedras. No es pavé, es infinitamente peor, además cuesta arriba
y con fuertes pendientes. Es un tramo de piedras y para mantener el equilibrio hay
que acelerar bastante la marcha. Es dificilísimo andar por ahí. Al final de la rampa
está el Kulak grabándome en video, por lo menos eso me tranquiliza porque parece
que por una vez “Murphy” no ha triunfado y hemos tirado por el camino correcto.
Por fin llego a su altura y tras soltar algún improperio por el malísimo estado de ese
tramo concreto le pregunto si vamos bien por aquí. Responde afirmativamente, y se
aleja con el coche.
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Tramo de piedras en muy mal estado y con fuertes pendientes. A mano la izquierda la casa que os
comentaba.
La jornada está siendo muy calurosa, así que espero que no se me aleje mucho
porque los bidones se van vaciando a una velocidad más alta de lo habitual. Los
siguientes kilómetros son realmente duros. Rampas durísimas, pocos descansos y un
asfalto en un estado bastante regular, pero para subir es suficiente, bajar habría que
hacerlo despacito. El 30x23 y en la parte final incluso el 25 hacen que la subida pueda
ser algo más cómoda. Menos mal que al bajar las manetas la espalda va estirada y
no me molesta porque en el estado de ayer sería imposible subir por estas rampas.
Cada vez va quedando menos y voy pensando que el amigo Kulak estará esperando
al final de cada curva para darme algo de líquido, pero tras negociar unas cuantas
curvas y pasar unos cuantos kilómetros me doy cuenta que éste se ha ido a la cima y
me estará esperando allí. Es alucinante, en el comienzo y cuando llevaba los bidones
llenos todo el rato pendiente de si necesitaba agua, de qué tal iba, etc. Ahora que
llevo un buen rato subido, que voy más seco que la mojama y sin nada que poder
beber, este artista se ha pirado a la cima. A la vuelta Tana dio en el clavo. El Kulak es
imprevisible y desde luego no acierta una, jaja. Allí me lo encuentro en la parte final
del puerto diciéndome que la carretera acaba ahí mismo, pero que si quiero puedo
continuar por espacio de casi un kilómetro más por una carretera sin asfaltar y que
conduce a Prato Maslino. Ya que estamos haremos un último esfuerzo. El tramo sin
asfaltar está mal, pero la parte final del puerto también lo estaba, sobre todo
algunas curvas. La pendiente en este tramo baja algo y se sube más o menos bien. En
la cima hay una serie de casas, y no se que más, pero no tiene mucho interés.
Tampoco es un paisaje espectacular, el bosque es cerrado y está todo bastante
tapado. Pese a su dificultad, el puerto no sube muy alto, pero es que comienzas a
menos de 300 metros de altura. Foto de rigor en el cartel y tras cambiarme y por fin
beber un trago de agua, nos disponemos a bajar de nuevo el puerto que me ha
parecido durísimo en líneas generales.
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Creo que es un puerto muy duro, más que Barbara Lowrie, el Kaltenbach, Bocca di
Forca o el Mortirolo por poner ejemplos de subidas que podrían tener un coeficiente
similar y unos números globales parecidos. Estamos hablando de puertos de unos 1012 kilómetros y pendientes medias del 10-11%. Punta Veleno Kitzbuhelerhorn o el
Zoncolan creo que todavía estarían a un nivel algo superior.
Una subida tan exigente y dura, bien merece un cartel más bonito y cuidado. Pero esto es lo que hay.
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Parte de arriba del puerto. Por dentro la pendiente es terrible.
Comienzo de la zona dura del puerto una vez pasado Berbenno.
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Foto sacada desde Regoledo, una vez pasado Berbenno.
Es una pena, pero al regresar a Berbenno nos desvían y no pasamos junto al bar de
antes para saludar al dueño.
Volvemos a la general y de ahí nos dirigimos a Aprica. Antes paramos en un
supermercado y compramos mucha bebida y algo de comida para los próximos días.
No tardamos mucho en empezar a subir Aprica. Hay tráfico para llegar arriba y
cuesta llegar. El hotel Le Roma, en mitad del pueblo, es un sitio ideal para pasar esta
noche. Tras ducharnos y lavar un poco la ropa, salimos a cenar. Es la cuarta vez que
estoy en Aprica y me conozco bien el pueblo. No tiene mucho mérito, tampoco es
demasiado grande. Hace cuatro años en mi última estancia había hasta un
triangular de fútbol, lo que ocurre es que hay gente, pero para nada el llenazo de
otras ocasiones. Luego os comentaré más detalladamente por qué, pero la semana
de agosto potente en Italia suele ser la tercera.
Nos vamos a cenar a una pizzería llamada “La Caveja”, que es fantástica. Cercano al
hotel y que no está en la calle principal, pero se puede ver desde la misma. Las pizzas,
la pasta y los postres de este restaurante merecen mucho la pena y se está muy a
gusto. Muy recomendable si os dejáis caer por Aprica.
Tras reponer fuerzas, y de qué manera, damos una pequeña vuelta para bajar la
cena. Mañana hay otro etapón y con un puerto al que tengo muchísimas ganas: El
Vivione.
Por fin hoy todo ha salido bien. Al menos encima de la bici no ha habido ningún tipo
de problema. Esto me da tranquilidad y moral para el resto del viaje.
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