Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona

Transcripción

Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Suluku
La historia de un niño soldado en Sierra Leona
texto: CHEMA CABALLERO
dibujos: NIÑOS SOLDADO del centro de
reintegración Saint Michael de Sierra Leona
Programa de Cooperación
Internacional
Recom
en
para m dado
ayores
de 14
años
OBRA SOCIAL. EL ALMA DE ”LA CAIXA”.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Edición
Fundación ”la Caixa”
Órganos de Gobierno de la Obra Social ”la Caixa”
COMISIÓN DE OBRAS SOCIALES
Presidente
Isidro Fainé Casas
Vicepresidentes
Salvador Gabarró Serra; Jorge Mercader Miró; Manuel Raventós Negra
Vocales
Marta Domènech Sardà; Javier Godó Muntañola; Inmaculada Juan Franch;
Justo B. Novella Martínez; Magín Pallarés Morgades
Secretario (no consejero)
Alejandro García-Bragado Dalmau
Vicesecretario (no consejero)
Óscar Calderón de Oya
Director general
Juan María Nin Génova
Director ejecutivo de la Obra Social
Jaime Lanaspa Gatnau
PATRONATO DE LA FUNDACIÓN ”LA CAIXA”
Presidente
Isidro Fainé Casas
Vicepresidente 1º
Ricardo Fornesa Ribó
Vicepresidentes
Salvador Gabarró Serra; Jorge Mercader Miró; Juan María Nin Génova
Patronos
Ramón Balagueró Gañet; Mª Amparo Camarasa Carrasco;
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Javier Godó Muntañola; Inmaculada Juan Franch; Jaime Lanaspa Gatnau;
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Luis Rojas Marcos; José Sala Leal; Francisco Tutzó Bennasar; José Vilarasau Salat;
Nuria Esther Villalba Fernández; Josep Francesc Zaragozà Alba
Director general
Jaime Lanaspa Gatnau
Secretario (no patrono)
Alejandro García-Bragado Dalmau
Vicesecretario (no patrono)
Óscar Calderón de Oya
Publicación
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Concepción y producción
Obra Social Fundación ”la Caixa”
Publicación
Agradecimientos
Autor
Chema Caballero
Fotografías
Remedios Caballero
Diseño gráfico
Estudi Juste Calduch
Corrección
Manners
Impresión
Gráficas Gómez Boj, S.A.
La responsabilidad de las opiniones emitidas en los documentos de esta
publicación corresponde exclusivamente a sus autores. La Fundación ”la Caixa”
no se identifica necesariamente con ellas.
© de los textos, Chema Caballero, 2009
© de los dibujos, los niños soldado. Recopilados y cedidos por Fátima Miralles, 2009
© de las fotografías, Remedios Caballero, 2009
© de la edición, Fundación ”la Caixa”, 2009
Av. Diagonal, 621 - 08028 Barcelona
D.L.: B - 4.882 - 2009
Fátima Miralles
Marta Vallejo Herrando
Alba Sanfeliu
Remedios Caballero
Peligros Folgado
Presentación
El Programa de Cooperación Internacional de la Fundación ”la Caixa”se suma, desde 1997, al compromiso
solidario de contribuir a erradicar la pobreza extrema en los países de renta baja de África, Asia y América
Latina. Desde entonces el programa promueve acciones de protección y asistencia a las víctimas frente
a emergencias súbitas o crónicas causadas por catástrofes naturales o conflictos armados. El programa
ha colaborado en proyectos de rehabilitación y reintegración de chicos y chicas utilizados como menores soldado en Costa de Marfil y Sierra Leona y, con el objetivo de contribuir a un mejor conocimiento
de la realidad de los niños y las niñas soldado, realiza conferencias, seminarios, talleres didácticos y
publicaciones, como la que tiene en las manos.
En un porcentaje cada vez mayor, los niños y las mujeres se convierten en víctimas de la guerra, y el
número de víctimas mortales entre la población civil ha pasado a ser desproporcionadamente superior al
registrado en cualquier otro momento de la historia de las guerras, según datos de las Naciones Unidas.
Con Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona, el Programa de Cooperación Internacional
de la Fundación ”la Caixa” pretende contribuir a que más jóvenes conozcan la realidad en la que viven
miles de niños y niñas y, especialmente, la gran labor que están realizando personas y entidades de
todo el mundo para lograr la erradicación de la utilización de niños y niñas como menores soldado.
Entre estas personas solidarias destaca el misionero javeriano Chema Caballero, quien llegó a Sierra
Leona en 1992 para llevar a cabo tareas de promoción de justicia y paz y derechos humanos. Desde
1999, es el director del programa de rehabilitación de niños y niñas soldado de los misioneros javerianos en aquel país y, desde 2004, también dirige un nuevo proyecto de educación como motor de desarrollo en la zona menos desarrollada del país, Tonko Limba. Él es el autor de la historia de Suluku, que
ilustra de manera fidedigna la vida de muchos niños y jóvenes que han sido forzados a actuar como
menores soldado.
La publicación se acompaña de una serie de recursos informativos para que los jóvenes puedan profundizar en el conocimiento de la realidad de los menores soldado y los derechos de los niños.
Índice
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona 9
Dibujos 22
El autor 27
Programa de actuación en Sierra Leona 28
Sierra Leona 33
Un país con pocos leones
Con muchos recursos y poco dinero
Donde rugen los niños y los soldados muerden
Donde los menores soldado pueden dejar de serlo
¿Sólo en Sierra Leona? 36
El Programa de Cooperación Internacional de la Fundación ”la Caixa”
Conceptos 42
Enlaces de interés 44
39
Suluku
Parte I
¡Wali bena!
que en limba,
mi idioma, quiere decir «hola».
Me llamo Suluku Kamara y soy de la tribu
Limba. Vivo en Sierra Leona, un país de
África. Nací en una aldea llamada Kakonthi,
en la región de Tonko Limba, en el norte del
país. Fue en el año de «la gran tormenta»,
que arrancó muchos árboles. Soy el tercero
de siete hermanos. Mis padres, Yakumba
y N’mah, eran campesinos. Los niños íbamos
a la escuela y después de clases ayudábamos
en los trabajos de la granja plantando arroz,
cacahuetes, patatas dulces, mandioca y chiles
picantes. Cuando teníamos tiempo libre,
nos íbamos al río a pescar y luego jugábamos
al fútbol… porque lo que más me gusta en
esta vida es jugar al fútbol.
Hace un tiempo en mi país hubo una guerra,
y ahora os voy a contar mi historia, para
explicaros por qué la guerra es mala, especial­
mente para los niños y niñas.
Mi relato empieza en el año 1993, cuando
yo tenía nueve años. Hacía tiempo que había
oído que en mi país había guerra, aunque
nunca la había visto de cerca. Pero un día,
mientras estaba en clase, oí un ruido muy
fuerte, gritos, disparos, y pude ver como
muchas personas vestidas con uniformes
militares atacaban mi aldea. Llegaron a
la escuela entre el humo de las casas que ya
habían empezado a arder y nos obligaron
a todos los niños y niñas a salir de las clases
y a formar en el patio. A los que intentaron
escapar, les dispararon. Yo tenía muchísimo
miedo y no lograba moverme. Entonces los
soldados empezaron a gritarnos y a darnos
pesados bultos para que nos los cargáramos
en la cabeza. Eran las cosas que habían robado
en nuestra aldea. Luego nos obligaron a
caminar deprisa camino a la selva. Cruzamos
la aldea por entre las casas que ardían y por
entre los que no sobrevivieron. Los conocía
a todos. En mi aldea nos conocíamos todos.
Caminamos tres días por la selva, día y noche,
sin apenas comida ni agua. Yo no sabía adónde
nos llevaban ni por qué teníamos que caminar
tanto. Parábamos de vez en cuando para
descansar, dormíamos al borde del camino.
A los que no podían más o se quejaban, se les
ajusticiaba en el acto. Yo estaba muy cansado
de caminar y de cargar sobre mi cabeza el
pesado bulto, pero temía que si me quejaba
o me detenía, me matarían como a mi hermano
Alimamy o a mi amigo Lamin. Una tarde
por fin llegamos a un claro de la selva donde
estaba la base de nuestros captores. A lo largo
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 13
del camino nos habíamos enterado de que
los que habían atacado nuestra aldea eran
los temidos rebeldes del Frente Unido
Revolucionario; en inglés se dice RUF.
Una vez en el campamento, a los prisioneros
nos dividieron en grupos y luego nos repar­
tieron entre los distintos jefes que allí había.
A mí me asignaron a un capitán para que le
sirviera de ayudante. En mi grupo también
iban algunos de mis amigos y algunas de las
chicas de mi aldea.
Mi boss, que es como llamábamos a nuestros
jefes, no era mala persona, y su mujer me
tomó cariño. Tenía que levantarme temprano
para ir a buscar agua y leña, limpiar la tienda
de mi jefe, lavar su ropa e incluso cocinar.
Si no hacía las cosas como le gustaba a mi jefe
o a su mujer, me pegaban, pero si las hacía
como ellos querían, me dejaban en paz y
podía jugar al fútbol con mis amigos. Jugando
a fútbol nos lo pasábamos muy bien, por unos
momentos lográbamos olvidar lo que nos
estaba pasando. Al final del día dormía junto
a los otros chavales fuera de la tienda, sobre
el suelo, arropado con una manta. Si no llovía,
no se estaba mal, pero durante la estación de
lluvias era difícil dormir y nos pasábamos la
noche en vela vigilando que nada le ocurriera
a nuestro boss. También nos distraíamos
escuchando el ruido que hacían los monos,
14 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
los antílopes y las serpientes que viven en
la selva.
Así estuve un tiempo, calculo que un año.
Mi boss salía a luchar y nosotros le esperá­
bamos en el campamento junto con su mujer.
Así transcurrió mi vida hasta el día que
mi boss me llamó y me dijo que me uniera
a un grupo de chavales que estaban en
el centro del campamento. Me uní a ellos sin
preguntar. Recibimos la orden de ponernos
en marcha y caminamos cuatro días a través
de la selva, adentrándonos cada vez más
en sus entrañas. Por fin llegamos a nuestro
destino, un campo de entrenamiento del RUF.
Allí había muchos jóvenes, así como otros
niños y niñas procedentes de todo el país.
Así fue como comenzó mi formación militar.
Nos dijeron que estábamos en esa base
para convertirnos en soldados.
Durante tres meses aprendí a usar armas,
a preparar explosivos y emboscadas, a atacar
y defenderme, a camuflarme en la selva…
Lo que menos me gustaba era levantarme
de madrugada para correr durante horas
sin nada de comida en el estómago. Por las
tardes nos daban charlas para explicarnos
que estábamos allí para luchar por la libertad
de Sierra Leona. Nos decían que era un país
muy rico, pero que el egoísmo de los políticos
había convertido a la mayoría de la población
en pobre. Nos contaban que luchábamos
para conseguir que todos los niños y niñas
de Sierra Leona pudiesen ir gratuitamente
al colegio, para que todo el mundo tuviese
hospitales y carreteras, agua corriente y
electricidad. En definitiva, que luchábamos
para hacer de Sierra Leona un país en el
que todo el mundo fuera feliz. Al principio
yo me lo creí, y me dije que valía la pena
sacrificarse y luchar, pero muy pronto me
di cuenta de que eran sólo mentiras y de
que nuestros jefes se comportaban igual que
los políticos contra los que supuestamente
luchábamos. No había ninguna diferencia
entre unos y otros.
o piedras mágicas que te dan poder o te
protegen. Una vez que el yu-yu man hubo
terminado con nosotros, nos dijo que a
partir de ese momento éramos invencibles,
que las balas del enemigo nunca nos tocarían
y que, por tanto, no moriríamos en combate
porque nuestros yu-yus nos protegían. También
nos advirtió de que los yu-yus dejarían de
protegernos si durante la batalla mirábamos
hacia atrás o intentábamos huir. Yo pasé
miedo, pero al final de la ceremonia sentí
que mi corazón se hacía fuerte y que no
volvería a tener miedo.
Después de los tres meses de entrenamiento,
cuando nuestros jefes pensaron que ya
estábamos listos para luchar, llegamos a la
última parte de nuestra preparación como
soldados del RUF. Una noche nos despertaron y,
sin decirnos nada, nos hicieron caminar de
nuevo. Esta vez la caminata fue corta. A poca
distancia del campamento habían abierto
un claro en la selva y allí nos encontramos de
frente a un yu-yu man, que es como se llama
a los hechiceros. Allí estuvimos tres días.
El hechicero nos mandó lavarnos en el río,
luego nos untó unas hierbas por todo el
cuerpo y nos ató yu-yus a las muñecas y a las
caderas. Los yu-yus son cintas de cuero con
una pequeña bolsa que contiene semillas
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 15
Parte II
C
uando volvimos a nuestro campa­
mento, nos encontramos con Foday
Sankoh, el comandante supremo
del RUF. Nos recibió con un gran
discurso: nos dijo que ya éramos soldados y
que íbamos a luchar por la libertad de nuestro
país. Luego nos llamó uno a uno y nos
entregó nuestra primera arma. La mía era un
rifle AK47. Estaba emocionado, ¡por fin iba
a poder luchar como un hombre de verdad
y dejar de hacer trabajos de esclavo!
A los pocos días me llamaron para mi primera
misión. Me uní a un grupo de compañeros.
¡Qué casualidad! Casi todos proveníamos de
Tonko Limba, de aldeas cercanas. Conocía a la
mayoría de ellos y a sus familias. La operación
empezó y caminamos durante días hacia
nuestro objetivo. A medida que nos acercá­
bamos a nuestra zona, me iba emocionando al
reconocer el paisaje y los lugares por los que
tantas veces había pasado. Llegamos cerca de
una aldea que pude reconocer como la mía:
había sido reconstruida y había recobrado la
vida después del ataque de hacía unos años,
cuando me secuestraron. Acampamos no
muy lejos de la aldea. Yo no entendía muy
bien qué íbamos a hacer allí, estaba ansioso
por entrar en el poblado y ver si mis padres
todavía seguían en él. Poco antes del amanecer,
el jefe de la expedición, el capitán Blood
(sangre), nos fue llamando uno por uno y,
tras hacernos un pequeño corte en la cabeza,
fue introduciéndonos un polvo blanco en el
corte que más tarde sabría que era una droga.
Cuando llegó mi turno, sentí como una
fuerza muy grande crecía dentro de mí,
me volví como loco, me ardía todo el cuerpo,
mi corazón se hizo fuerte y entonces recibimos
la orden de atacar Kakonthi, mi aldea.
A mí se me asignó una misión muy concreta:
encontrar mi casa y a mi familia. Empecé
a buscar, intentando reconocer mi antiguo
hogar entre las casas de la aldea reconstruida.
Cuando di con ella, me encontré frente a
frente con mi padre y alguno de mis hermanos.
Ellos me miraban con miedo, sin atreverse a
acercarse a mí, y yo no sabía qué hacer. Por un
lado quería acercarme y abrazar a mi padre,
por otro tenía miedo de que me viesen como
a un rebelde y no me aceptasen. Entonces
mi boss se acercó a mí y me dio la orden de
disparar contra mi padre. Yo dudé, pero la
droga que nos habían metido en la sangre
me impedía pensar, estaba atontado, sólo
sentía ganas de matar. Además, como os he
comentado antes, ya había aprendido que
no me podía negar a obedecer órdenes. Sin
saber lo que hacía, disparé y maté a mi padre.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 17
A continuación prendí fuego a la casa mientras
mis hermanos y hermanas eran hechos
prisioneros.
Salimos enseguida de allí, con todos los niños
que habíamos logrado secuestrar. Ellos cargaban
todo lo que habíamos conseguido robar
en la aldea. Recordaba el día en que yo fui
secuestrado, sólo que esta vez yo no cargaba
nada sobre mi cabeza, yo daba las órdenes.
Caminamos por la selva y repetimos la misma
acción en las aldeas cercanas.
Cuando llegamos al campamento, fuimos
recibidos como auténticos héroes y nos
prepa­raron una gran fiesta. En plena celebra­
ción volvió a aparecer nuestro comandante,
Foday Sankoh, y nos dijo que ahora el RUF
pasaba a ser nuestra familia, que él era
nuestro padre y que si intentábamos escapar,
no tendríamos adónde ir.
A partir de este momento comencé a
participar en diversas misiones, siempre a las
órdenes de mi nuevo boss, el capitán Blood.
Dormía a la intemperie, junto a la tienda de
mi jefe, para protegerlo, y tenía un par de
chavales más jóvenes a mis órdenes que me
ayudaban, me lavaban la ropa y cargaban mis
pertenencias cuando tenía que desplazarme.
Empecé a ganar fama por mi valor. Estaba
creciendo y cada día era más fuerte y respetado
18 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
por mis compañeros, por eso participaba
en misiones cada vez más difíciles.
Una de ellas fue el ataque a Kenema,
la capital de la provincia del Este, donde
luchamos durante tres días contra el ejército
sierraleonés. Llegamos hasta el centro de la
ciudad, pero no pudimos mantener nuestras
posiciones y nos dieron orden de retirada.
La retirada se hacía cada vez más difícil.
Mi grupo recibió orden de dispersarse para
no ser capturado. Yo me escondí entre unos
matorrales. Parecía que me habían visto y me
seguían. Pero pronto mis perseguidores se
cansaron y dieron media vuelta, sólo uno de
ellos se quedó rezagado. Parecía estar seguro
de haberme visto tomar aquella dirección.
Cada vez se acercaba más, así que no tuve más
remedio que dispararle. Lo maté. Le quité el
uniforme y me lo puse. Y así, vestido como
un soldado del ejército de Sierra Leona,
pude escapar y llegar hasta mi campamento.
Cuando Foday Sankoh me vio, se dio cuenta
de que llevaba el uniforme de un teniente
y, como recompensa, me ascendió a teniente,
poniéndome al cargo de un grupo de chavales,
algunos incluso mayores que yo.
Otro gran ataque fue el de Kabala, en el norte
del país, una ciudad que había estado siempre
controlada por el ejercito sierraleonés.
Se planeó todo minuciosamente: muchos
niños, niñas y mujeres se infiltraron en la
ciudad, escondiendo armas. Una vez allí,
nos pasaban información sobre las posiciones
de los soldados, pero alguien nos traicionó.
Los soldados conocían nuestro plan y nos
tendieron una trampa. La noche del ataque
dejaron que nos infiltráramos en la ciudad y,
una vez estuvimos todos dentro, nos rodearon.
Muchos de mis compañeros y amigos
murieron. Me hirieron en el muslo y perdí
el conocimiento. A mí y a unos compañeros,
nos hicieron prisioneros. Al caer la noche,
les dije a mis compañeros que teníamos
que salir de allí, y decidimos arriesgarnos.
Empezamos a rodar por el suelo hasta que
nos encontramos fuera del campamento.
Con el movimiento se me soltaron las manos,
pude deshacerme los nudos de los pies y
deshacer también los de mis compañeros.
Todos echamos a correr, pero alguien se había
dado cuenta de nuestra huida y desde el
campamento nos empezaron a disparar.
Mi amiga Fatmata cayó herida, la cogí en
brazos y seguí corriendo hasta que no pude más.
Tuvimos suerte y conseguimos llegar hasta
nuestro campamento y recuperarnos de las
heridas. Nunca más supe qué fue de mi amigo.
El médico del campamento diagnosticó que
necesitaba descansar para reponer fuerzas,
puesto que estaba herido y había perdido
mucha sangre. Por eso mis jefes me mandaron
a la región de Kono, a vigilar a los prisioneros
que excavaban en busca de diamantes.
Mi misión era vigilar los diamantes, un
trabajo sencillo. A cientos y cientos de niños,
los que no servían para luchar y muchos
otros, se les enviaba allí a buscar diamantes.
En las orillas de los ríos, cubiertos de barro,
se pasaban el día excavando. Había personas
que se encargaban de recoger las piedras
preciosas y trasportarlas hasta la frontera
de Liberia. Allí se cambiaban por armas y
municiones. Yo sólo tenía que vigilar que no
se produjeran peleas y, si alguno se pasaba
de listo y quería robar algún diamante o
escapar, ajusticiarlo. Era un trabajo fácil que
me permitió recuperar fuerzas y descansar.
Estuve en Kono seis meses. Allí me di
cuenta de cómo el RUF trataba a los civiles
y tuve tiempo para pensar. Allí fue donde
entendí que no luchábamos para hacer de
Sierra Leona un país donde todo el mundo
viviera feliz, sino para conseguir dinero
para nuestros jefes. Ellos eran los que vivían
bien, mientras que el resto de la población
sufríamos por ellos. Había visto cómo habían
muerto mi familia y mis amigos, cómo mi
educación se había arruinado. Comprendí
que la guerra no era buena y que mucha
gente estaba sufriendo por el egoísmo de
unos pocos.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 19
Parte III
R
egresé a mi campamento. Cada vez
me costaba más y más acatar las
órdenes que me daban, aunque no
podía desobedecer si quería seguir
con vida. No sabía qué hacer, no me atrevía
a contarles a mis compañeros que quería dejar
la guerra y el RUF para ir a buscar a mi madre.
Podían pensar que era un cobarde o un
traidor. Pero la echaba muchísimo de menos.
Pensaba en ella a menudo, la recordaba en
casa cocinando mi plato favorito; o cuando
me enseñaba a plantar patatas, y sobre todo
cuando nos contaba historias a mí y a mis
hermanos para que nos durmiéramos…
¡Esto es lo que más me gustaba! Tenía claro
que quería salir de allí. No quería seguir
luchando, ni robando, ni maltratar a más
gente… Yo quería que esa guerra terminara,
la guerra no era buena para nadie.
Por fin llegó mi oportunidad, fue en julio
de 2000. Un día oímos el rumor de que se
había firmado un alto el fuego entre el
RUF y el Gobierno de Sierra Leona. Pocos
días después, unos hombres con uniforme
militar y gorras azules entraron en nuestro
campamento. Eran soldados de las Naciones
Unidas. Estuvieron hablando durante horas
con nuestros jefes. Nosotros esperábamos
ansiosos para saber qué estaba pasando.
Cuando los jefes y los cascos azules salieron,
nos reunieron a todos y nos dijeron que nos
iban a desarmar, que a cambio de darles
nuestras armas a los soldados de las Naciones
Unidas nos iban a ayudar a volver al colegio
o a aprender un oficio. No todo el mundo
estaba de acuerdo con dejar la guerra, muchos
decían que era una trampa y que nos
encerra­rían en la cárcel. Pero yo me arriesgué,
estaba cansado de tanta violencia sin sentido
y de todas las mentiras que nos habían
contado. Fuimos pocos los que aquel día
decidimos dejar el campamento y seguir a los
soldados de Naciones Unidas. Entregué mi
arma AK47 a mi boss y me despedí de los
amigos que decidieron quedarse. Nos subieron
a un camión militar y nos sacaron de la selva.
Era de noche cuando llegamos a nuestro
destino. Nos recibió un grupo de personas,
entre los que había un hombre y una mujer
blancos. Nos dieron la bienvenida y tras
escribir nuestros nombres, nos dieron ropa
limpia y nos llevaron a nuestras habitaciones
para que pasáramos la noche. Antes de
acostarnos nos ofrecieron algo de comer.
Eso hizo que nos sintiéramos un poco mejor,
porque después de haber estado viajando
todo el día estábamos muy cansados. Además,
a medida que fueron pasando las horas a
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 21
bordo del camión, me había estado pregun­
tando si habría tomado la decisión correcta.
No sabía adónde me llevaban ni lo que iba
a pasar con mi vida. Había estado siete años
con el RUF, allí tenía muchos amigos y todos
me respetaban, comandaba a un grupo de
soldados y tenía a algunos niños y niñas que
trabajaban para mí. No me faltaba de nada
y, si se me antojaba algo, bastaba con coger mi
AK47 y salir a buscarlo. Ahora, sin mi arma,
me encontraba indefenso.
A la mañana siguiente pude explorar el
nuevo lugar adonde me habían llevado.
Me encontraba en un centro de rehabilitación
de menores soldado llamado Saint Michael.
El centro estaba situado en un lugar paradi­
síaco, junto a la orilla del mar, rodeado de
montañas, de selva y palmeras. En el centro
había más de trescientos menores que, como
yo, habían sido secuestrados y forzados a
ejercer como soldados.
En Saint Michael me fui acostumbrando a
una nueva vida en la que no había que pelear,
en la que nadie era el esclavo de nadie,
ni tampoco había jefes. Volví al colegio,
me acostumbré a limpiar mi habitación, a ir
a buscar el agua que necesitaba para lavarme
y lavar mi ropa. En Saint Michael jugábamos
al fútbol, hacíamos teatro, cantábamos,
hacíamos talleres en los que nos enseñaban
22 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
nuevos oficios, como carpintería, mecánica,
electricidad… Hice nuevos amigos.
Después de un año en Saint Michael, cuando
ya pensaba que ésta iba a ser mi casa para
siempre, el hombre que llevaba el centro me
dijo que habían encontrado a mi madre y
a dos de mis hermanos más pequeños, que
habían vuelto a Kakonthi. Me contó que al
principio mi madre, mis hermanos y el resto
de los vecinos de mi aldea habían dicho que
no querían saber nada de mí porque había
asesinado a mi padre y causado mucho mal
en mi aldea. Sin embargo, poco a poco, los
trabajadores sociales del programa les fueron
convenciendo de que lo que hice no había
sido culpa mía, que me habían forzado a
hacerlo y que ahora estaba triste por todo lo
que había tenido que hacer, y que mi corazón
se entristecía cada vez que lo recordaba.
El día que llegué a Kakonthi fue un día
muy especial. Me acompañaba el hombre del
centro. Aparcamos el coche cerca de la casa
de mi madre y caminamos. Mi madre estaba
cocinando y cuando me vio, dio un salto, me
abrazó llorando y empezó a gritar ¡Suluku teng,
Suluku teng!, que significa «Suluku ha vuelto».
Enseguida todos los vecinos acudieron
corriendo. Las mujeres daban gritos de
alegría, y los hombres me miraban muy serios.
Por fin, cuando mi madre me soltó y las otras
mujeres se callaron, se acercó el jefe de la
aldea, Pa Kalie, y me dijo: «Suluku, tú eres
uno de los nuestros, has sufrido y has hecho
sufrir mucho, tienes derecho a volver a la
tierra de tus antepasados. Te fuiste como un
niño y ahora vuelves como un hombre. Todo
depende de ti. Si te portas bien y te haces
respetar, serás aceptado. Si creas problemas,
te expulsaremos de la aldea. Pidamos juntos
a nuestros antepasados que te perdonen por
todo lo que has hecho, eres bienvenido.»
Cuando Pa Kalie terminó de hablar, todo el
mundo aplaudió y las mujeres volvieron a
gritar y, formando un círculo a mi alrededor,
empezaron a cantar y a bailar mientras yo
permanecía en el centro, algo avergonzado.
Luego los jóvenes de la aldea se unieron al
grupo y finalmente, los ancianos. Es la forma
en la que mi gente da la bienvenida. Yo estaba
emocionado. Quería llorar pero no podía,
porque soy un hombre y se supone que los
hombres no lloran delante de las mujeres.
Han pasado algunos años desde que volví a mi
aldea y la guerra terminó. Todos los días me
levanto muy temprano y camino hora y media
hasta Madina, el pueblo donde está la escuela
secundaria. Estoy cursando el último año.
Por la tarde, de vuelta a casa, voy a los campos
de mi familia, donde trabajo con mi madre
y mis hermanos plantando y cosechando lo
que necesitamos para comer. Nunca he vuelto
a tener problemas con mis vecinos, tengo
muchos amigos y el año que viene tendré que
volver a dejar Kakonthi para ir a Freetown,
la capital de Sierra Leona, a la universidad,
donde quiero estudiar derecho. Quiero ser
abogado.
Estoy contento con mi nueva vida, aunque
a veces todavía sigo teniendo pesadillas y
recuerdo las cosas que tuve que hacer durante
la guerra. Entonces mi corazón se entristece
y sólo me consuela saber que yo no quería
hacerlo, que nunca quise hacerlo, que me
forzaron a hacerlo. No puedo evitar sentir
una rabia enorme contra los que hacen este
tipo de atrocidades contra los niños y niñas.
Por eso quiero estudiar mucho, para poder
ayudar a mi país y a todos los niños y niñas
del mundo, para que nunca más haya menores
que se vean forzados a ser soldados.
Bueno amigos, ya os he contado mi historia
como niño que fui forzado a ser soldado, y
ahora ha llegado el momento de despedirme:
Yang thie bena mamo bana hung ben pun kuya
ka huku nde yang bena, que en limba, mi
idioma, significa «os doy las gracias porque
habéis escuchado lo que os he contado».
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 23
DIBUJOS
Estos son algunos de los dibujos hechos por los niños en el centro de rehabilitación y reinserción de meno­
res soldado Saint Michael.
24 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 25
26 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 27
Kamawala, aldea de Tonko Limba.
28 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
EL AUTOR
Chema Caballero Cáceres
Misionero javeriano, nació en Castuera (Badajoz)
en 1961. A los seis años se trasladó con su familia a
Madrid. Desde joven sintió la necesidad de ayudar
a los demás y por ello colaboró como voluntario de
Cruz Roja con los inmigrantes, a la vez que estu­
diaba. Chema se dio cuenta de que lo primero que
tenía que hacer era formarse, por lo que se licenció
en derecho y teología.
En 1992 llegó por primera vez a Sierra Leona,
donde comenzaba una guerra que duraría hasta
enero de 2002. Aprovechando su formación como
licenciado en derecho, llevó a cabo trabajos de pro­
moción de justicia y paz y derechos humanos para
contribuir a forjar la paz. También empleó estos
años en conocer la cultura, las costumbres y los
dialectos del país.
En 1995 viajó a Nueva York para continuar su
formación. Trabajó como párroco en una iglesia del
Bronx, uno de los barrios más deprimidos de la ciu­
dad, mientras cursaba en la universidad un máster
de ciencias sociales. Finalizados los tres años de
carrera, volvió a Sierra Leona, país que no ha vuelto
a dejar desde entonces.
En 1999 se hizo cargo del Programa de Rehabi­
litación y Reinserción de Menores Soldados que los
misioneros javerianos desarrollaron en Sierra Leo­
na. Desde abril de 2004 compagina esta labor con la
dirección del proyecto «Educación como motor del
desarrollo», que se está implementando en la zona
más subdesarrollada de Sierra Leona, Tonko Limba.
Chema Caballero
Todos estos años de entrega y dedicación han
tenido su eco, con varios premios y distinciones,
así como diferentes reportajes, libros y artículos
de prensa. Chema, autor de algunas de estas publi­
caciones, siempre ha aprovechado la ocasión para
denunciar en ellas la situación que ha vivido y vive
Sierra Leona.
El éxito de sus proyectos radica en su tesón, en su
constancia, en su espíritu de trabajador nato, en
hacer que los problemas de los demás sean los
suyos. En no venirse abajo con las adversidades, en
apostar por el ser humano y situarlo en el centro de
todo y por encima de todo. En implicar a la población
de Sierra Leona en los proyectos para que sea ella
misma quien los diseñe y, por lo tanto, quien tome
en sus manos el destino de su país y se convierta
en motor de desarrollo.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 29
PROGRAMA DE ACTUACIÓN EN SIERRA LEONA
Sierra Leona, en el África occidental, es el segundo país más pobre del mundo según las Naciones Unidas.
La guerra civil que asoló el país se caracterizó por las terribles atrocidades cometidas contra los civiles:
amputaciones, violaciones, asesinatos y secuestros. Durante una década, muchos niños fueron secuestrados,
arrancados de sus familias y obligados a hacer cosas que no querían hacer: empujados a ser niños soldados.
El Programa de Cooperación Internacional colabora desde 2004 en diversos de los proyectos (becas para
menores ex soldado, programa de reintegración de menores ex soldado, salidas sociolaborales para jóvenes en zonas rurales) llevados a cabo en Sierra Leona por Chema Caballero y su equipo de colaboradores
a través de entidades que le dan apoyo desde España (Misioneros Javerianos, ONG DYES, ONG ATABAL).
Programa de Rehabilitación y Reinserción
de Menores Soldados
Desde que empezó la guerra en Sierra Leona, se
veían niños en los puestos de control de las carre­
teras. Niños de entre ocho y catorce años con armas
más grandes que ellos mismos. Fue cuando Chema
empezó a interesarse por los menores soldado y
por el abuso de los derechos de los niños.
En 1999, sus superiores le propusieron dirigir
un centro de rehabilitación y reinserción de meno­
res soldado, y así fue como se abrió el centro Saint
Michael en Lakka, a pocos kilómetros de Freetown,
en un antiguo hotel junto a la playa. El centro per­
maneció abierto hasta abril de 2002. En enero de
ese mismo año, el Gobierno y la comunidad interna­
cional declararon oficialmente terminada la guerra
en Sierra Leona.
El programa era pionero en el mundo, sin refe­
rente alguno, y por tanto la clave del éxito era
una incógnita. Los menores llegaban al centro por
diferentes vías, bien fruto de intensas negociacio­
30 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
nes llevadas a cabo por distintas organizaciones
no gubernamentales para que fueran liberados
por los rebeldes, bien porque se escapaban, o
simplemente procedentes de los programas de
desarme.
El programa de acogida, rehabilitación y rein­
tegración de niños y niñas forzados a ser soldados
de Saint Michael puede resumirse en los siguien­
tes pasos:
• Llegada del menor al centro y adaptación a su
nueva vida, donde no tiene cabida la violencia.
Para ello el menor tiene que romper totalmente
con su mundo anterior, lo que se logra cuando
el menor consigue contar su historia.
• Encontrar a la familia del niño o de la niña y
lograr su reunificación.
• En el caso de no lograr la reunificación de la
familia, los menores pasan a lo que se llama
«cuidado alternativo», que consiste en adopcio­
nes, pisos tutelados, programas de aprendizaje
y, finalmente, vida independiente.
Para poner en práctica este programa, fue nece­
saria la colaboración de la comunidad local más
cercana en particular y de la sociedad sierraleo­
nesa en general.
Programa «Educación como motor de desarrollo»
Desde 2003 funciona una nueva fase del programa.
Chema se trasladó a vivir a la zona de Tonko Limba,
la más subdesarrollada del país, una selva profunda
con aldeas pequeñas situadas en el interior del país.
Al terminar la guerra, esta zona fue una de las
últimas en desarmarse y la gente permaneció don­
de estaba, sin pasar por programas de rehabilita­
ción ni recibir ningún tipo de ayuda. Así pues, el
programa pretende reintegrar a estos niños y ni­
ñas a sus comunidades, además de ayudar a los
habitantes de la zona, pues todos ellos, no sólo los
forzados a ser soldados, han sufrido y siguen su­
friendo las consecuencias de tantos años de guerra.
El programa se sostiene sobre tres pilares bási­
cos: la educación como motor de desarrollo de esta
región —haciendo hincapié en los jóvenes y en las
mujeres—, la agricultura y la sanidad.
Para el desarrollo del programa, se están lle­
vando a cabo los siguientes proyectos:
Construcción de escuelas primarias y secundarias
en Bramaia y Tonko Limba. Se ha conseguido que
cada año aumente considerablemente el número de
niños que va al colegio. La idea es que pueda haber
una escuela primaria en casi todas las aldeas y que
aquellas con más habitantes y mejor situadas geo­
gráficamente cuenten asimismo con una escuela
Casas de barro y paja en Mandenbay, aldea de Tonko Limba.
Niños de una aldea en clase mientras se construye la escuela.
secundaria. También hay, en la zona, una guardería
a la que asisten niños de tres a seis años.
Salarios, casas y formación de maestros. En zonas
tan aisladas como Tonko Limba y Bramaia es muy
difícil conseguir maestros cualificados. Ofrecerles
vivienda gratis es un buen incentivo. El hecho de for­
mar a maestros nativos y darles la oportunidad de
conseguir el título a través de cursos de educación
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 31
a distancia hará posible que jóvenes de la zona
encuentren trabajo en sus aldeas y no tengan que
emigrar. Todo ello se complementa con sueldos para
los maestros. Desde que un maestro se presenta
ante el Ministerio de Educación para obtener su apro­
bación hasta que este profesional recibe su salario
pasa una media de tres años. Así pues, durante este
tiempo el programa les paga el sueldo.
Becas de estudio. Se becan los estudios de los jó­
venes sin recursos, especialmente en la escuela se­
cundaria y en la universidad, para crear una capa de
población bien formada y educada.
Participantes del proyecto de fútbol como terapia.
Centro de formación profesional. Se necesita for­
mar a buenos profesionales y técnicos que lleven
a cabo los trabajos intermedios, ya que, en un país
como Sierra Leona, estos trabajos pueden aportar
mucho más al desarrollo del país. En el centro se
aprende carpintería, mecánica, costura, peluquería,
agricultura, etc.
Construcción de pozos. Se trata de evitar que la po­
blación consuma agua que no está suficientemente
limpia y que es el origen de muchas de las enfermeda­
des que asolan el país, como el cólera o las afecciones
provocadas por parásitos intestinales. El consumo de
agua contaminada es la principal causa del elevado
índice de mortalidad infantil que sufre el país, el más
alto del mundo según las Naciones Unidas.
Estudiantes de secundaria becados.
El fútbol como terapia y como anzuelo para trabajar con niños víctimas de la guerra. El fútbol ayu­
da a aglutinar a los más jóvenes, a mantenerles
Ayudas sociolaborales. Tras siete años de posgue­
rra, hay muchos problemas todavía sin solucionar,
muchos de ellos motivados por la guerra.
32 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
entretenidos de una forma sana, y sirve de excusa
para hablar con los chicos y descubrir la proble­
mática que presentan, así como para enseñarles
a relacionarse pacíficamente con otros chicos de
su edad y mostrarles el valor de la amistad y de la
competición.
Proyecto sanitario, se ha formado a un enfermero y a una matrona.
Uno de estos problemas es la gran tasa de des­
empleo juvenil que existe en el país, y lo más frus­
trante es la falta de oportunidades. Con estas ayudas
sociolaborales se pretende, por un lado, que jóvenes
que han aprendido un oficio en el centro de forma­
ción profesional puedan poner en marcha su propio
negocio, y, por el otro, que los jóvenes de la zona de
Tonko Limba, por falta de trabajo y de oportunidades,
no tengan que emigrar a la capital en su busca, y
de la capital, hacia aquí, a Europa.
Suelos de secado del proyecto agrícola.
Escuela primaria con pozo.
Dispensario y clínicas móviles. Ponen en práctica
programas de prevención y de cura de enfermeda­
des básicas de la zona como la malaria y la malnu­
trición, y de prevención de VIH/sida.
Cooperativas agrícolas. El objetivo es pasar de una
agricultura de subsistencia a una agricultura que
produzca beneficios, para que los jóvenes puedan
vivir en sus aldeas de una forma digna y así evitar
el éxodo de la población joven a la capital y más allá
de sus fronteras.
Construcción del centro de formación profesional. Para cualquier
construcción tiene que colaborar toda la comunidad.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 33
Cada vez pienso menos en que maté e hice el mal.
[...] Ya no sueño con los combates y quiero olvidarme
de ellos. Si estallase una nueva guerra, huiría del
país lo antes posible. Aún sé manejar un arma, pero
espero no tener que usarla jamás.
Gabriel Kamara en Salvar a los niños soldados de Gervasio Sánchez
Sierra Leona
34 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Sierra Leona
Un país con pocos leones
Sierra Leona, el país de Suluku Kamara, es un
país contradictorio. Para empezar, Sierra Leona
no es un país con muchos leones, sino que lleva
el nombre por la forma de las montañas que ro­
dean la capital y por el ruido, similar a un rugido
de león, que producen los truenos cuando llueve.
Está situado en la costa atlántica africana, limita
con Guinea y Liberia, y es la tierra de dieciocho
tribus diferentes que hablan veintitrés lenguas
distintas; algunas se escriben, pero otras no tie­
nen alfabeto.
Ocultos entre las rocas de su subsuelo repo­
san muchos de los diamantes que adornarán los
escaparates de nuestras ciudades. Sin embargo,
pese a contar con una reserva importante de uno
de los minerales más preciados, Sierra Leona es
el segundo país más pobre del mundo, donde las
personas son ancianas a los 30 años, ya que difí­
cilmente llegan a vivir hasta más allá de los 40. El
país en el que niños como Suluku son secuestrados
y forzados a servir como esclavos y soldados fue, a
partir de 1787, la tierra prometida adonde llegaban
los esclavos liberados al prohibirse la esclavitud,
por eso la capital se llama Freetown («ciudad li­
bre» en inglés).
Con muchos recursos y poco dinero
Desde que en el año 1961 Sierra Leona dejó de ser
una colonia británica —hasta entonces había sido
como una región del Reino Unido, como pueden
ser Yorkshire o Gales—, el país de los diamantes
ha tenido una historia muy convulsa. Mientras fue
una colonia, el país estuvo gobernado por los bri­
tánicos y los descendientes de los ex esclavos, una
etnia llamada krio. A lo largo de este periodo, las
demás etnias vivieron en situación de desventaja y
discriminación.
Por ello, a partir de la independencia empe­zaron
las rivalidades entre las etnias por controlar el Go­
bierno y tomar las decisiones sobre los recursos
naturales y las riquezas del país. Pero no sólo los
habitantes de Sierra Leona rivalizaban por contro­
lar los recursos naturales de un país tan rico, sino
que también desde el extranjero se intentó influir
en él.
La guerra de la que nos habla Suluku Kamara
empezó en el año 1991, cuando dos formaciones
militares, el Frente Revolucionario Unido (RUF) y
el Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas
(AFRC), se organizaron para destituir a la fuerza al
presidente del país y así poder tomar las decisio­
nes sobre el uso de los recursos naturales y favo­
recer a sus tribus. Estas milicias tenían su base
en zonas del país alejadas de la capital (por eso
Suluku había oído hablar de la guerra de su país
sin verla hasta que llegó a su pueblo) y, a medida
que iban ganando territorio en dirección a Free­
town, iban destruyendo las aldeas y reclutando a
la fuerza nuevos soldados. Tras los ataques de es­
tas dos formaciones, la respuesta también armada
del Ejército de Sierra Leona (SLA) y de las Fuerzas
Civiles de Defensa (CDF) complicaron el conflicto
armado, que duró una década.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 35
Donde rugen los niños y los soldados muerden
Tal y como nos cuenta el testimonio de Suluku Ka­
mara, muchos niños, niñas, chicos y chicas en Sie­
rra Leona fueron secuestrados por los miembros de
alguna de las partes en conflicto, que les forzaron
a actuar como soldados, esclavos o esclavas a pe­
sar de ser todavía unos niños. La historia de cómo
Suluku Kamara llega a ser un menor soldado y de
cómo deja de serlo nos puede ayudar a entender
mejor qué les sucede a los niños y jóvenes que en
muchos otros lugares del planeta son forzados a
actuar como menores soldado.
Suluku fue secuestrado por los hombres arma­
dos que llegaron a su pueblo y que, después de que­
mar casas y asesinar a todo aquel que les ofreciera
resistencia, se llevaron por la fuerza a todos los
niños y niñas que pudieron. De hecho, el secuestro
de niños es a menudo el objetivo de los ataques a
los pueblos, ya que de esta forma las milicias logran
reemplazar a los soldados que han muerto o han
sido hechos prisioneros en el transcurso del con­
flicto. En algunos casos, los niños y niñas no son
reclutados por la fuerza, sino que acaban en las
milicias escapando de algún tipo de violencia.
Pero no son tan solo soldados lo que buscan
los jefes de las partes en conflicto. Para sobrevivir,
los grupos armados necesitan también que alguien
se encargue de hacerles la comida, limpiarles las
viviendas, espiar los próximos pueblos que se ata­
carán o trabajar en las minas buscando los diaman­
tes que sirven para comprar armas nuevas. Y, en
muchos casos, sobre todo en el de las niñas soldado,
aunque no únicamente, los menores son reclutados
también para propósitos sexuales.
36 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Todas estas tareas suelen ser las que recaen
sobre los niños y niñas que, como Suluku al princi­
pio de la historia, todavía son demasiado pequeños
y débiles para cargar con las armas. Así, obligan a
los niños y las niñas secuestrados a obedecer todas
las órdenes que se les den. A todos nos ha pasado
alguna vez que se nos ha hecho difícil desobedecer
las órdenes de las personas que nos dan miedo o
nos imponen respeto, y es precisamente atemo­
rizando a los niños con amenazas y palizas como
consiguen los jefes militares someter a los niños
como Suluku.
Después de pasar un tiempo siendo esclavos,
cuando los niños y las niñas crecen y se fortalecen,
se les obliga a aprender a utilizar las armas —por
desgracia, una cosa no muy difícil, ya que las hacen
de fácil uso—, a esconderse, a correr, a matar, etc.
Pero el miedo nos avisa a menudo de los riesgos
y de los peligros y, cuando se obliga a los niños a
actuar como soldados, el temor es difícil de contro­
lar. Para que se olviden del miedo y confundan lo
bueno y lo malo, los jefes militares les dan drogas
que alejan a los menores de la realidad y hacen
que los peligros y los asesinatos parezcan parte
de un juego.
En el relato, cuando Suluku ya sabe utilizar las
armas, sus jefes le obligan a que ataque su pueblo,
busque su antigua casa y asesine a su padre. Ha­
biendo quedado huérfano y tras haber atemoriza­
do a sus antiguos vecinos, a Suluku le quedaban
muy pocos amigos aparte de los que pudo hacer
entre los miembros del RUF. Lo habían aislado de
su mundo. El último peldaño que le obligaron a subir
fue el de secuestrar, reclutar y esclavizar a otros
niños y niñas. Una vez hecho esto, él mismo se con­
virtió en responsable de haber obligado a otros ni­
ños a vivir su triste experiencia. Así pues, cada vez
estaba más solo y le quedaban menos personas con
ganas de quererle.
Donde los menores soldado pueden dejar de serlo
Al hacer recuento de las desventuras que ha vivido
nuestro personaje podemos preguntarnos cuántas
personas diferentes ha sido Suluku Kamara. Con
poco más de diecisiete años, ya ha sido hijo de sus
padres, hermano de dos niños a los que secues­
traron los mismos soldados que lo reclutaron a él,
cargador de pesos para el RUF, esclavo doméstico
encargado de cocinar y limpiar para el boss, sol­
dado adiestrado para luchar cumpliendo a ciegas
cualquier orden, saqueador de casas, adicto a una
droga que lo cegaba, guardaespaldas del boss, guía
de sus amigos en el intento de huída, vigilante de
una mina de diamantes... Habiendo sido tantas co­
sas a lo largo de sus pocos años, ¿por qué razón
no podía convertirse en estudiante de instituto, ser
de nuevo el hijo mayor de su madre o llegar a ser
abogado?
A lo largo de su camino de regreso, los meno­
res soldado como Suluku topan con muchas di­
ficultades. Muchos de ellos están solos después
de haber visto cómo asesinaban a sus familias y
de haber atacado los pueblos en donde nacieron,
a raíz de lo cual sus antiguos vecinos les temen.
Otros acaban convirtiéndose en adictos a las dro­
gas que les han forzado a tomar para olvidarse
del miedo durante el combate, no han aprendido
ningún oficio diferente del de soldado y no les han
enseñado muchas maneras de ganarse un sueldo.
Todos ellos se encuentran tan solos fuera de las
milicias que se ven obligados a buscar por todos
los rincones el coraje y la fuerza necesarios para
decidir dejar de ser menores soldado. También es
necesario saber que a veces no consiguen superar
el pasado y, sin esperanza ni medios, sobreviven
como pueden.
Con el apoyo de organizaciones que hacen po­
sible que estos niños y niñas dejen de ser soldados,
dentro del marco de programas de desarme, des­
movilización y reintegración (DDR), y de las per­
sonas encargadas de acompañarlos, escucharlos,
abrazarlos y educarlos, y sobre todo gracias a su
propia valentía, se intenta integrar de nuevo a estos
niños y niñas en la sociedad civil, a través de pro­
gramas de educación principalmente, además de
atención sanitaria y psicológica, para que les sea
posible decidir qué tipo de persona quieren ser en
adelante, a pesar de todo lo que hayan podido ser
hasta entonces. ¿Quién más aparte de ellos y ellas
puede saber qué quieren ser mañana?
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 37
¿Sólo en Sierra Leona?
No es Sierra Leona el único lugar del mundo en el
que los niños y niñas son obligados a convertirse
en menores soldado. Desgraciadamente, hay muchos otros puntos del planeta —en el norte, sur,
este y oeste— donde niños y niñas como Suluku
y como su amiga Fatmata son obligados a ser soldados. A algunos les fuerzan a participar en una
guerra por el control de los diamantes o del petróleo, otros forman parte de un conflicto por la venta
de drogas. Pero todos ellos comparten el miedo y
la soledad de Suluku Kamara.
Países/situaciones en los que se
reclutó o usó a menores en conflictos
(abril 2004 - octubre 2007)
¿Cuántos?
Se calcula que en todo el mundo hay decenas de mi­
les de menores soldado, se cuentan hasta 300.000.
De hecho, en los últimos años se ha registrado la
utilización de menores soldado en más de una vein­
tena de países.
¿Quién los recluta?
En algunos casos han sido las fuerzas armadas gu­
bernamentales las que han reclutado a personas de
menos de 18 años para servir al ejército; en otros
los gobiernos no reclutan directamente a menores,
pero apoyan a grupos paramilitares o milicias que sí
los utilizan. Muchas veces son grupos armados no
gubernamentales (como milicias, organizaciones
terroristas o grupos de defensa) los que obligan o
convencen a los jóvenes y a los niños para que se
les unan. Sea cual sea la razón, cuando los menores
se alistan voluntariamente, la pobreza, el conflicto
38 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Menores soldado en el mundo
Afganistán
Burundi
Chad
Colombia
Costa de Marfil
Filipinas
India
Indonesia
Iraq
Nepal
Myanmar
República Centroafricana
República Democrática del Congo
Somalia
Sri Lanka
Sudán
Terriorios Palestinos
Uganda
Fuente: Informe global sobre menores soldado 2008
de la Coalición Internacional para Acabar con la Utilización
de Niños y Niñas Soldados.
COLOMBIA
AFGANISTÁN
TERRITORIOS
PALESTINOS
IRAQ
NEPAL
MYANMAR
INDIA
CHAD
FILIPINAS
SUDÁN
TAILANDIA
SOMALIA
SRI LANKA
COSTA DE MARFIL
REP. CENTROAFRICANA
REP. DEMOCRÁTICA DEL CONGO
UGANDA
INDONESIA
BURUNDI
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 39
permanente, el hecho de haber vivido situaciones
violentas en su propia piel o en la de su familia o
tener parientes milicianos les influye a considerar
la violencia como única opción viable.
¿Por qué los reclutan?
Puede ser que las partes en conflicto luchen en
nombre de ideales políticos de liberación, de mo­
vimientos de independencia o de cambio de régi­
men, pero lo cierto es que las luchas también tie­
nen como objetivo controlar los recursos naturales
o traficar con drogas.
¿Qué tareas realizan?
Ser menor soldado implica hacer las tareas de
mantenimiento de los campamentos, así como las
de cocina y limpieza; hacer de escudo humano o de
guardaespaldas; cargar el equipaje de sus superio­
res y del grupo; llevar armas; realizar tareas logís­
ticas, como hacer de espías, de mensajeros... Estos
niños y niñas, además, sufren graves violaciones
40 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
de los derechos humanos, como abusos sexuales,
y son forzados a la esclavitud sexual u obligados a
ser compañeras, en el caso de las niñas mayorita­
riamente, de un jefe militar.
Hay países en los que los jóvenes reciben clases
de entrenamiento militar y de uso de armamento en
la escuela antes de los 14 años y, en muchos lugares
del mundo, los jóvenes de menos de 18 años tienen
que servir en el ejército. En otros, los adultos les con­
vencen para espiar y transmitir informaciones al ban­
do contrario, jugándose la vida si son descubiertos.
También puede que les pase lo mismo que en Sierra
Leona y que sea a través del secuestro, del aislamien­
to y del maltrato como lleguen a hacerse soldados.
Hay muchas maneras de ser menor soldado,
muchas maneras de justificarlo y muchos lugares
donde los niños son forzados a serlo. Pero bajo
cualquier forma que tome, el reclutamiento de un
menor siempre acaba significando que el niño o la
niña pasa a formar parte de un conflicto de adultos
sin el derecho a decidirlo.
El Programa de Cooperación Internacional DE LA FUNDACIÓN “LA CAIXA”
El Programa de Cooperación Internacional de la
Fundación ”la Caixa” se suma, desde 1997, al compromiso solidario de contribuir a erradicar la pobreza extrema en los países en vías de desarrollo
de África, Asia y América Latina.
Sensibilización en España. Se impulsan nuevas vías
de diálogo y de debate social a través de actividades
como conferencias y seminarios, talleres escolares
y familiares, exposiciones y publicaciones.
Presentación de la Alianza Empresarial para la Vacunación Infantil
en CosmoCaixa Barcelona.
Formación en España. Programas dirigidos a la for­
mación de las personas con responsabilidad directiva
en ONG y de los agentes de acción humanitaria.
Comercio justo. El objetivo es introducir en el mer­
cado español productos de comercio justo, que ga­
rantiza a los productores de los países del Sur unas
condiciones de vida dignas.
Proyecto de apoyo a la elaboración de productos de comercio justo.
Proyectos internacionales
Ejes principales de actuación en el ámbito inter­
nacional:
Desarrollo socioeconómico. Promoción de pro­
cesos de desarrollo de un territorio, coordinando
y financiando acciones en materia de creación de
empleo y generación de actividad económica com­
binadas con acciones sociales básicas.
Vacunación infantil. El objetivo es facilitar el acce­
so a la vacunación de niños menores de cinco años
en países de renta baja, apoyando la labor de GAVI
Alliance. GAVI es la primera alianza mundial entre el
sector público y privado para luchar contra la mor­
talidad infantil en los países en desarrollo exten­
diendo el acceso y la calidad de la inmunización en
el marco de una mejora de los servicios de salud.
Partiendo de su experiencia en cooperación in­
ternacional, “la Caixa” impulsa la Alianza Empresarial para la Vacunación Infantil, con el objetivo de
promover y canalizar las aportaciones de acción
social de las empresas españolas que quieran con­
tribuir a los esfuerzos de GAVI Alliance.
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 41
Crisis y acción humanitaria. Promoción de acciones
de protección y asistencia en favor de víctimas de
desastres de causa natural o humana. Se financian
con aportaciones de la Fundación “la Caixa”, con los
donativos que ingresan ciudadanos solidarios en las
cuentas corrientes habilitadas a tal finalidad y con
FonCaixa Cooperación.
Países en los que se desarrollan
los proyectos apoyados por el Programa
de Cooperación Internacional
(1997 - 2008)
Formación de capital social en África. Potenciación
de la capacitación de cuadros superiores e interme­
dios (personal médico y docente, becas para mujeres
emprendedoras, etc.) que refuercen las prioridades
y estrategias nacionales, con el objetivo de mejorar
los servicios sociales básicos.
Codesarrollo. Acciones destinadas a apoyar el rol
de la comunidad inmigrante como agente de desa­
rrollo de su región de origen y como puente entre
ésta y el país de acogida, así como su integración y
convivencia en la sociedad española.
CooperantesCaixa. Voluntariado internacional a
través de la asistencia técnica cualificada por parte
de los voluntarios de ”la Caixa” en países en vías de
desarrollo.
Mapa
Este mapa muestra los países en los que se han des­
arrollado los proyectos apoyados por el Programa de
Cooperación Internacional de la Fundación “la Caixa”,
desde 1997 hasta 2008. Los colores indican el nivel de
desarrollo humano que tiene cada país. El índice de
desarrollo humano (IDH) mide el nivel alcanzado por
la población de un país respecto a tres dimensiones
básicas del desarrollo humano: una vida larga y sa­
ludable, educación y un nivel de vida digno.
42 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
CUBA
HAITÍ
REP. DOMINICANA
MÉXICO
GUATEMALA
EL SALVADOR
HONDURAS
NICARAGUA
COSTA RICA
COLOMBIA
ECUADOR
BRASIL
PERÚ
BOLIVIA
PARAGUAY
Desarrollo humano alto
Desarrollo humano medio
Desarrollo humano bajo
TERRITORIOS
PALESTINOS
MARRUECOS
CHINA
NEPAL
ARGELIA
AFGANISTÁN
PAKISTÁN
MAURITANIA
SENEGAL
GAMBIA
BURKINA FASO
GUINEA-BISSAU
GUINEA CONAKRY
SIERRA LEONA
LIBERIA
COSTA DE MARFIL
INDIA
MALÍ
CHAD
MYANMAR
CAMBOYA
SUDÁN
FILIPINAS
NIGERIA
ETIOPÍA
SOMALIA
TOGO
SRI LANKA
CAMERÚN
GUINEA ECUATORIAL
REP. CENTROAFRICANA
REP. DEMOCRÁTICA DEL CONGO
UGANDA
KENIA
RUANDA
BURUNDI
TANZANIA
MALAUI
MOZAMBIQUE
ANGOLA
PAPÚA NUEVA
GUINEA
MADAGASCAR
SUDÁFRICA
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 43
CONCEPTOS
AK47: Es el nombre en código que se le da al fusil de asalto Kaláshnikov. Se trata del arma militar con mayor presencia
en el mundo entero. Se calcula que hay alrededor de 50-70
millones repartidos por los cinco continentes. Es fácil de
manejar y pesa relativamente poco, por lo que resulta un
arma idónea para los menores soldado. Además se trata
de un fusil de muy bajo precio: en África se pueden conseguir por unos 25 euros (más o menos la mitad de lo que
cuestan algunos videojuegos). El bajo coste y la facilidad
de uso han hecho que tanto los ejércitos como las bandas
organizadas y las milicias se sirvan de ellos para su defensa y sus ataques. Por todos estos motivos, el AK47 se
considera una de las armas más mortíferas del mundo.
Botín de guerra: En los conflictos armados de todos los tiempos ha sido habitual que los soldados y milicianos se
apropien de los objetos de valor que encuentran en los
pueblos o ciudades que ocupan o por los que pasan. El
conjunto de objetos, dinero, armas, ganado, etc. que se
llevan es lo que se denomina botín de guerra.
Civil: Es la palabra que describe a las personas que dentro
de una sociedad no forman parte ni de la Iglesia ni de las
fuerzas armadas. En las situaciones de conflicto armado,
se utiliza para referirse a las personas que no participan
en la lucha armada.
Colonia: Desde la antigüedad, ha sido habitual que los países,
regiones o reinos más poderosos intentaran ampliar sus
dominios en busca de acceso a nuevas materias primas,
más mano de obra y nuevos mercados en los que vender
sus productos. Los territorios adonde llegaban eran sometidos por la fuerza a las normas impuestas por la capital del país en cuestión, llamada metrópoli, y una vez controlados se convertían en parte de ese país a pesar de la
distancia. Esta situación de dominación ha dado como resultado el empobrecimiento de los territorios sometidos y
es en gran parte responsable de las situaciones actuales
de muchos países de África, América Latina y Asia.
44 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Conflicto: Es una situación de disputa en la que existe una
contraposición de intereses o necesidades entre dos o
más partes. Puede ser latente y silencioso o directo y
abierto, puede ser violento o puede no serlo. Con todo,
cuando los conflictos se tratan abiertamente por medios
no violentos, pueden permitir cambiar las situaciones injustas que los originan o llegar a acuerdos que mejoren
la situación de los que participan en ellos.
Conflicto armado: Se da cuando la contraposición de intereses entre dos o más partes se trata empleando la violencia armada, directa y organizada, ya sea en ejércitos,
milicias, grupos terroristas, etc.
Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas (AFRC):
El Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas es
una junta militar golpista creada en mayo de 1997 por su
líder, Johnny Paul Koromah. Tras su golpe de Estado de
1998 invitó al Frente Revolucionario Unido (RUF) a formar
parte del Gobierno, y al ser derrocados lucharon unidos
contra el presidente Kabbah.
Ejército de Sierra Leona (SLA): Es el nombre que reciben
las fuerzas armadas públicas del estado de Sierra Leona.
Algunos de los principales jefes de las milicias de la oposición habían sido militares del ejército de Sierra Leona,
donde recibieron su formación militar.
Etnia: Agrupación natural de individuos con unas características propias.
Frente Revolucionario Unido (RUF): Grupo de rebeldes que
en 1991, y desde Liberia, invadió Sierra Leona con el objetivo de tomar el poder y controlar las minas de diamantes. El RUF secuestró a miles de niños y los utilizó como
menores soldado. Su líder fue Foday Sankoh, quien murió el 29 de julio de 2003 en un hospital en el que estaba
recluido a la espera de ser juzgado por crímenes contra
la humanidad.
Fuerzas Civiles de Defensa (CDF): Es el nombre que se dio a
los grupos de pastores de los diversos pueblos de Sierra
Leona que decidieron organizarse para defender sus localidades de los ataques de las milicias, el ejército o las
Fuerzas de Pacificación de África Occidental (ECOMOG).
Como utilizaban las técnicas tradicionales de defensa, en
algunos casos iban acompañados de los sabios y brujos
de sus tribus, y armados con herramientas de labranza
o pastoreo.
Fuerzas de Pacificación de África Occidental (ECOMOG): En
1997, tras el golpe de Estado que obligó a retirarse al
presidente Kabbah, llegaron muchos soldados de varios
países de África occidental con la misión de trabajar juntos para devolver el poder al presidente y pacificar el país.
La mayoría eran nigerianos y los bajos sueldos que recibían de sus países contribuyeron a que algunos de ellos
empezaran a reunir botines de guerra, hasta el punto de
que dejaron de ser una organización de paz y acabaron
convirtiéndose en una parte del conflicto.
Menor soldado: Es la persona menor de dieciocho años reclutada por un grupo armado que participa en la guerra,
ya sea directamente, en los combates, o indirectamente,
colaborando en tareas de cocina, limpieza, espionaje. En
la definición también se incluye a las niñas reclutadas
con propósitos sexuales u obligadas al matrimonio.
Milicia: Es un grupo de personas armadas y organizadas que
actúa como parte de un conflicto armado. Son organizaciones armadas menos militarizadas que los ejércitos,
aunque en ocasiones se enfrentan a éstos y reproducen
su funcionamiento.
Militar: Es la palabra que describe a las personas que dentro de una sociedad forman parte del ejército. En las situaciones de conflicto armado, se utiliza para referirse a
las personas y organizaciones que participan en la lucha
arma­da (ejércitos, milicias, organizaciones armadas de
autodefensa, etc.).
Organización de las Naciones Unidas (ONU): La Organización de las Naciones Unidas, creada en el año 1945, es un
organismo internacional formado por 192 estados (casi
todos los países del mundo) dedicado al mantenimiento de la paz, el desarrollo y la garantía de los derechos
humanos. De hecho, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) surge del trabajo realizado en el
seno de la ONU en pro del reconocimiento de los derechos básicos e iguales para todas las personas del mundo sin distinción, y lo mismo ocurre con la Convención
Universal de los Derechos del Niño (1989). Desde principios del siglo XXI , la labor de las Naciones Unidas va dirigida al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Partes en conflicto: Son todos los grupos más o menos organizados que se posicionan a favor o en contra de la discrepancia que ha originado el conflicto. Cuando se trata
de un conflicto armado, las partes en conflicto suelen ser
los grupos armados que lo enfocan de forma violenta.
Reclutar: Alistar a alguien que se presenta voluntariamente,
o que es obligado a hacerlo, para que forme parte de un
cuerpo militar.
Recursos naturales: Son los bienes procedentes del subsuelo, las aguas, la vegetación, la fauna, etc. que son
necesarios para satisfacer las necesidades humanas. Un
recurso natural primordial es el agua o, como en el caso
de Sierra Leona, los diamantes.
Saint Michael: Es el nombre del centro de reintegración de
Sierra Leona en el que Suluku Kamara y otros miles de
menores soldado como él han vivido el proceso de terapia y acompañamiento necesarios para poder volver a
formar parte de la vida civil. Estaba situado en un antiguo hotel y lo dirigía Chema Caballero, autor de esta
historia. Cuando los niños y los jóvenes llegaban a Saint
Michael ya habían entregado sus armas, estaban solos
y habían sufrido experiencias como las de Suluku. Muchos de ellos padecían miedos incontrolables, pesadillas
terribles, algunos habían sufrido mutilaciones o habían
asesinado a sus familiares y vecinos. Al cabo del tiempo, la mayoría ha podido volver a la escuela, encontrar a
los familiares más cercanos que les quedan vivos y formar ellos mismos una familia. Otros no han podido dejar
atrás la violencia que les inculcaron o las drogas que les
forzaron a consumir.
Tribu: Grupo social compuesto por numerosas familias o clanes unidos por vínculos lingüísticos, raciales y culturales,
generalmente con un ordenamiento jurídico propio y bajo
la obediencia de un jefe.
Violencia: La actitud o el comportamiento que constituye una
violación o una privación al ser humano de algo que le
es necesario como persona (integridad física, psíquica o
moral, derechos, libertades...).
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 45
ENLACES DE INTERÉS
-Amnistía Internacional, unidad didáctica sobre menores soldado:
www.es.amnesty.org/temas/educacion-en-derechos-humanos/materiales/coleccion-ai-educa/
-Coalición Española para Acabar con la Utilización de los Niños y Niñas Soldados: www.menoressoldado.org,
y unidad didáctica sobre menores soldado: www.menoressoldado.org/unidad_didactica.html
-CARAMÉS, Albert; LUZ, Daniel, y PÉREZ, Rebeca: Menores soldado, publicaciones de la Fundación ”la Caixa”,
Barcelona, 2005. www.laCaixa.es/ObraSocial
-Escuela de Cultura de Paz, Universidad Autónoma de Barcelona: www.escolapau.org/castellano/,
y ficha sobre menores soldado y guía didáctica:
www.escolapau.org/img/programas/educacion/dinamicas/4di010e.pdf
-MACHEL, Graça: Las repercusiones de los conflictos armados sobre los niños (A/51/306), United Nations
Publications, Nueva York, 1996: www.un.org/children/conflict/spanish/themachelreport117.html
-Miralles Sangro, Fátima, y Caballero Cáceres, José M.: Yo no quería hacerlo. Los niños forzados a ser
soldados en Sierra Leona se expresan a través del dibujo, Ediciones de la Universidad Pontificia de Comillas,
Madrid, 2002.
-Proyecto Paula, Universidad de Barcelona: www.observatori.org/paula
-Sánchez, Gervasio: Salvar a los niños soldado, Debate, Barcelona, 2004.
Sierra Leona guerra paz/war peace, Blume, Barcelona, 2005.
46 · Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona
Organizaciones que trabajan con menores soldado y a favor de los derechos de los niños
-UNICEF, Fondo Internacional de las Naciones Unidas para la Ayuda a la Infancia: www.unicef.es
-Oficina del Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la cuestión
de los niños y los conflictos armados: www.un.org/children/conflict/spanish/home6.html
-Alboan, ONG de la Compañía de Jesús dedicada a la cooperación para el desarrollo: www.alboan.org
-Amnistía Internacional, ONG dedicada a la defensa de los derechos humanos: www.es.amnesty.org
-Entreculturas, fundación vinculada a los jesuitas que trabaja por la educación y el desarrollo:
www.entreculturas.org
-Save the Children, ONG dedicada a la defensa y la promoción de los derechos de los niños:
www.savethechildren.es
-Servicio Jesuita a Refugiados, organización dedicada a la defensa de los derechos de los refugiados
y desplazados forzosos: www.jrs.net/home.php?lang=es
-Human Rights Watch, ONG dedicada a la protección de los derechos humanos: www.hrw.org/spanish
-Intermón Oxfam, ONG dedicada a la cooperación para el desarrollo y a la acción humanitaria:
www.intermonoxfam.org
-Misioneros Javerianos: www.javerianos.org
-DYES, Desarrollo y Educación en Sierra Leona, ONG dedicada a la cooperación para el desarrollo en Sierra
Leona: www.ongdyes.es
-Fundación ATABAL, fundación dedicada a la cooperación para el desarrollo en Sierra Leona:
www.badajoz.org/atabal
-Fundación Akwaba, fundación dedicada a la cooperación para el desarrollo:
www.akwaba.pangea.org/cat/home.html
-Fundación ”la Caixa”, Programa de Cooperación Internacional: www.laCaixa.es/ObraSocial
Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona · 47
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El papel utilizado para esta publicación es Munken Print White,
de 300 g en la cubierta i de 150 g en el interior, producido en Arctic
Paper Munkedals. Éste es papel originado en bosques generados
sosteniblemente y del que existe certificación respecto a toda la
cadena producción del papel.
Certificados e informes medioambientales en www.arcticpaper.com
Servicio de Información
Obra Social Fundación ”la Caixa”
902 22 30 40
De lunes a domingo de 9 a 20 h
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En un porcentaje cada vez mayor, los niños y las mujeres se convierten en
víctimas de la guerra, y el número de víctimas mortales entre la población
civil ha pasado a ser desproporcionadamente superior al registrado
en cualquier otro momento de la historia de las guerras, según datos
de las Naciones Unidas.
El Programa de Cooperación Internacional de la Fundación ”la Caixa”,
iniciado en el año 1997, colabora en proyectos que luchan para erradicar
la utilización de menores soldado.
Con Suluku. La historia de un niño soldado en Sierra Leona, el Programa
de Cooperación Internacional de la Fundación ”la Caixa” pretende
contribuir a hacer que más jóvenes conozcan la realidad en la que viven
miles de niños y niñas y, especialmente, la gran labor que están realizando
personas y entidades de todo el mundo para lograr la erradicación de
la utilización de niños y niñas como menores soldado, a través del ejemplo
del misionero javeriano Chema Caballero.

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