el DOMINGO - Editorial SAN PABLO Peru

Transcripción

el DOMINGO - Editorial SAN PABLO Peru
el DOMINGO
Año XIV – Nº 49 - 02 de noviembre del 2014
CIUDADANOS DEL CIELO
«Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un
Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde,
según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para
sometérselo todo». Estas palabras de la carta a los Filipenses son una
contundente profesión de fe cristiana que ayuda a comprender el sentido
de la muerte, la realidad que inquieta y hasta
llega a hacer perder la paz a algunos. El cristiano,
ante la muerte, no cae en la desesperanza.
¡Todo lo contrario! Frente a la muerte se aviva
la esperanza. La muerte recuerda que somos
ciudadanos del cielo, que la vida en la tierra es
sólo una estación hermosa, llena de experiencias
gratas, pero todo es pálido reflejo del gozo que se
experimentará al llegar al cielo.
Para el creyente la muerte es puerta que se
ha de atravesar para ingresar en la gloria celeste,
pues al llegar al cielo el Señor transformará nuestra condición humilde en condición gloriosa. Vista así, la muerte puede ser aún deseada como lo
expresan Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz en sus poemas
que comienzan con la frase: «Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero
que muero porque no muero».
Día del Señor
CONMEMORACIÓN
DE TODOS LOS
FIELES DIFUNTOS
Ciclo A
«La unión de los
miembros de la
Iglesia peregrina
con los hermanos
que durmieron en
la paz de Cristo de
ninguna manera
se interrumpe.
Más aún, según
la constante fe
de la Iglesia, se
refuerza con la
comunicación
de los bienes
espirituales» (LG 49).
(Catecismo de la
Iglesia Católica,
Nº 995)
La conmemoración de hoy nos hace pensar en la muerte. Y
desde la caridad cristiana somos invitados a recordar a todos los fieles
difuntos y a suplicar para ellos el premio definitivo y eterno. Nuestra
fe nos asegura que por la comunión de los santos podemos interceder
por aquellos que ya han partido convencidos
que nuestra intercesión, unida al sacrificio
de Nuestro Señor Jesucristo, actualizado en La esperanza ilumina la oscuridad del dolor
la Eucaristía, es capaz de ayudar a nuestros y el duelo. No estamos solos Jesús venció
hermanos necesitados aún de purificación la muerte y la desesperanza y la venció
para que puedan alcanzar los gozos de la para todos nosotros.
patria eterna. Al rogar por los difuntos hoy
ejercitamos nuestra caridad, avivamos nuestra esperanza de eternidad
y profesamos nuestra fe en la resurrección de los muertos, don que
obtuvo para cuantos creen en Él el Señor Resucitado. Hoy nos
mostramos como Iglesia que intercede por sus miembros necesitados
de sufragio en espíritu de viva caridad.
Pbro. Pedro Hidalgo Díaz
« Aprende a esperar, y en el cielo encontrarás
abundancia del bien».
(Perlas de la imitación de Cristo)
Conmemoración de todos los fieles difuntos - Ciclo A - Color: Morado
Hermanos y hermanas: Hoy con toda la Iglesia recordamos a todos los fieles difuntos. Tengamos presente, que nosotros
los cristianos ante la muerte no debemos caer en la desesperanza. La muerte nos recuerda que somos ciudadanos del
cielo. Recordemos con especial cariño a nuestros familiares, amigos y bienhechores que partieron antes que nosotros
y ya gozan de la presencia del Señor.
I. RITO DE ENTRADA
1. Antífona de entrada 1Tes 4,14;1Cor 15,22
Del mismo modo que Jesús ha muerto y resucitado, a los
que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él. Si por
Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.
2. Acto penitencial
3. Oración colecta
Escucha, Señor, nuestras súplicas para que, al
confesar la resurrección de Jesucristo, tu Hijo,
se afiance también nuestra esperanza de que
todos tus hijos resucitarán. Por nuestro Señor
Jesucristo.
6. 2ª Lectura 3,20-21
¡Somos ciudadanos del cielo! es el gran anuncio de fe
y esperanza que nos lleva a mirar con perspectiva de
eternidad, incluso a la muerte, la cual no tiene la última
palabra sino que nos abre a una transformación integral
de nuestro ser.
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Filipenses
Hermanos: Nosotros somos ciudadanos
del cielo, y esperamos ardientemente que venga
de allí como Salvador el Señor Jesucristo. Él
transformará nuestro pobre cuerpo mortal,
haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el
poder que tiene para poner todas las cosas bajo su
dominio. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
7. Aclamación antes del Evangelio
II. LITURGIA DE LA PALABRA
4. 1ª Lectura
19,1.23-27a
La experiencia de Job, frente a la muerte, nos lleva a
descubrir su esperanza en el encontrarse con Aquel que
nos hace superar la muerte y abrirnos al encuentro con
sabor de eternidad.
Lectura del libro del Job
En aquellos días, Job tomó la palabra
y dijo: “¡Ah, si se escribieran mis palabras y se
las grabara en el bronce, si con un punzón de
hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para
siempre! Porque yo sé que mi Redentor vive y
que él, el último, se alzará sobre el polvo. Y
después que me arranquen esta piel, yo con mi
propia carne, veré a Dios. Sí, yo mismo lo veré,
lo contemplarán mis ojos, no los de un extraño.
Ésta es la firme esperanza que tengo”. Palabra
de Dios. R. Te alabamos, Señor.
5. Salmo responsorial
Sal (24)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
– Acuérdate, Señor que son eternos tu amor y tu
ternura. Señor, acuérdate de mí con ese mismo
amor y esa ternura. / R.
– Alivia mi angustiado corazón y haz que lleguen
mis penas a su fin. Contempla mi miseria y mis
trabajos y perdóname todas mis ofensas. / R.
– Protégeme, Señor, mi vida salva, que jamás
quede yo decepcionado de haberte entregado mi
confianza; la rectitud y la inocencia me defiendan,
pues en ti tengo puesta mi esperanza. / R.
Jn 6,40
Aleluya, aleluya. El que cree en mí, tiene la vida
eterna, —dice el Señor— y yo lo resucitaré en
el último día. R. Aleluya.
8. Evangelio
15,33-39; 16,1-6
La proclamación de la muerte de Jesús es una invitación a
asociar nuestra muerte a la suya, para poder así también
participar de su resurrección. Esa es la dinámica de la
vida cristiana en clave de Pascua que nos abra a la vida
plena y eterna.
Lectura del santo evangelio según
san Marcos
R. Gloria a ti, Señor.
Al llegar el mediodía, toda la región quedó
en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la
media tarde, Jesús clamó con voz potente:
«Eloí, Eloí, lamá sabaktaní». Que significa: «Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
«Mira, está llamando a Elías».Y uno echó a
correr y, empapando una esponja en vinagre, la
sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo:
«Déjenlo, a ver si viene Elías a bajarlo».
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo
del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El
centurión, que estaba enfrente, al ver cómo
había expirado, dijo: «Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios». Pasado el sábado,
María Magdalena, María, la madre de Santiago
y Salomé compraron perfumes para ungir el
cuerpo de Jesús. A la madrugada del primer
día de la semana, cuando salía el sol, fueron
al sepulcro. Y decían entre ellas: “¿Quién nos
correrá la piedra de la entrada del sepulcro?”
Pero al llegar vieron que la piedra había sido
corrida, era una piedra muy grande. Al entrar
al sepulcro, vieron a un joven sentado a la
derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas
quedaron sorprendidas, pero él les dijo: “No
teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret,
el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí.
Miren el lugar donde lo habían puesto”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
9. Profesión de fe
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del
cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María
Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la
derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
10. Plegaria universal
S. En este domingo tan especial, Dios Padre, te
presentamos nuestras plegarias y respondemos:
R. ¡Señor, danos vida para siempre!
– Por la Iglesia; para que no deje nunca de recordar a tantos cristianos que, en su seno, encontraron a Cristo por el Bautismo y murieron con la
esperanza de resucitar. Roguemos al Señor. / R.
– Por nuestros difuntos (breves instantes de
silencio…) Que descansen en paz. Roguemos
al Señor. / R.
– Por tantas personas que no tienen oraciones
ni flores. Para que, en este día, llegue hasta ellos
el recuerdo y nuestro cariño por medio de esta
Eucaristía. Roguemos al Señor. / R.
– Para que no olvidemos que, nuestra fe es una
fe de vida, una fe de futuro, una fe por la que
Jesucristo, un día, nos dará la felicidad eterna
del cielo. Roguemos al Señor. / R.
– Por los que no creen. Por los que hoy se
olvidarán de rezar por sus difuntos; para que
sean sensibles al sufrimiento y al dolor de los
demás y el recuerdo de la muerte les ayude
convertirse. Roguemos al Señor. / R.
(Pueden añadirse peticiones particulares)
S. Padre, unimos nuestra plegaria a todos
aquellos que recuerdan hoy a sus seres queridos
con la esperanza de que un día estemos todos
junto a ti. Te lo pedimos, por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
11. Oración sobre las ofrendas
Mira, Señor, con bondad las ofrendas que te
presentamos por tus fieles difuntos y recíbelos en
la gloria con tu Hijo Jesucristo, al que nos unimos
por la celebración del memorial de su amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
12. Antífona de comunión
Jn 11,25-26
Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor–; el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
13. Prefacio de difuntos I
la esperanza de la resurrección en
Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber
y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro. En él brilla la esperanza
de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la
certeza de morir nos entristece, nos consuela
la promesa de la futura inmortalidad. Porque la
vida de los que en ti creemos, Señor, no termina,
se transforma; y, al deshacerse nuestra morada
terrenal, adquirimos una mansión eterna en el
cielo. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con
todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el
himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…
14. Oración después de la comunión
Te pedimos, Dios todopoderoso, que nuestros
hermanos difuntos, por cuya salvación hemos
celebrado el misterio pascual, puedan llegar a
la mansión de la luz y de la paz. Por Jesucristo
nuestro Señor.
LA PALABRA en la semana
Conmemoración de todos los fieles difuntos - 3ª del Salterio
3 L
4 M
5M
6J
7 V
8S
SAN MARTÍN DE PORRES (S) - Is 58, 6-11;
Sal 1, 1-4. 6; 1Cor 12, 31–13, 13; Mt 11, 25-30
San Carlos Borromeo (MO) - Filp 2, 5-11;
Sal (21), 26-32; Lc 14, 1. 15-24
Feria - Flp 2, 12-18; Sal (26), 1. 4. 13-14; Lc 14, 25-33
Feria - Flp 3, 3-8; Sal (104), 2-7; Lc 15, 1-10
Feria - Flp 3, 17—4, 1; Sal (121), 1-5; Lc 16, 1-8
Feria - Flp 4, 10-19; Sal (111), 1-2. 5-6. 8-9;
Lc 16, 9-15
SOLEMNIDAD DE LOS FIELES DIFUNTOS
El 2 de noviembre, Solemnidad de los Fieles Difuntos, nuestro pensamiento acompaña a los que
nos precedieron en la señal de la fe y que ahora
duermen el sueño de la paz.
Celebrar a los fieles difuntos, es una tradición
que se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en que era costumbre ofrecer “sacrificios por los que durmieron” (sacrificium pro
dormitione).
Desde aquel tiempo, al honrar su memoria, el
pueblo de Dios pone la mirada en el cielo y
ofrece sufragios por aquellos que ya partieron, si bien el mejor sufragio, es ofrecer la
Santa Misa por nuestros seres queridos.
En la casa de mi Padre hay
muchas habitaciones
En el Antiguo Testamento, en el
Segundo Libro de los Macabeos,
queda en evidencia esta práctica cuando Judas Macabeo,
animado por su fe en la resurrección, mandó “ofrecer
el sacrificio de expiación por
los muertos, para que fueran librados de sus pecados” (12, 45).
A su vez, en el Nuevo Testamento, San Pablo refiere el proceso de
la muerte como un momento de encuentro con Cristo, de ahí que “nos
sentimos plenamente seguros, y por
eso, preferimos dejar este cuerpo para estar
junto al Señor” (2Co 5,8).
Sin embargo es Jesús quien va más allá del
concepto y nos muestra un lugar por alcanzar.
“En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones;
si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes.
Yo voy a prepararles un lugar” (Jn 14,2); así a
través de su pedagogía redentora nos guía en el
dulce paso en que “la vida no termina, sino que
se transforma y al deshacerse nuestra morada
SOBICAIN
terrenal adquirimos una mansión eterna en el
cielo” (Pref. de Difuntos I).
“Es cruzar una puerta a la deriva y encontrar
lo que tanto se buscaba” (Martín Descalzo)
La liturgia de este día nos anima a la esperanza
a través de las oraciones y cánticos por nuestros
difuntos y la Palabra de Dios nos lleva a reconocernos herederos de vida nueva por la resurrección de Jesús.
El cristiano que une su propia muerte a la de
Jesús ve la muerte como un camino hacia Él
y la entrada en la vida eterna. Humanamente
se siente tristeza ante la propia muerte o de
un ser querido, pero todo se reviste de
un sentido esperanzador de que un día
volveremos a reunirnos ante el Señor. La muerte ya no aparece como
el final del camino, sino como el
paso a la vida eterna.
“No llores si me amas... Si conocieras el don de Dios y lo que
es el cielo... Si pudieras oír el
cántico de los ángeles y verme
en medio de ellos... Si por un
instante pudieras contemplar
como yo la belleza ante la cual
las bellezas palidecen... Créeme.
Cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este
cielo en el que te ha precedido la mía...
Ese día volverás a verme... Sentirás que te
sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas. Volverás
a verme en transfiguración, en éxtasis, feliz... Ya
no esperando la muerte, sino avanzando contigo,
que te llevaré de la mano por los senderos nuevos
de luz y de vida. Enjuga tu llanto y no llores si me
Amas” (San Agustín).
P. Luis Neira, ssp
Director Editorial
Taller Bíblico - “Jesús, el Mesías esperado”
Ponente: Hna. Eleana Salas Cáceres FMA. Lugar: Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
Secretaria Ejecutiva de la Comisión (FTPCL) - Jr. Carlos Bondy N° 700, Pueblo Libre.
Bíblica de la Conferencia Episcopal Peruana. Hora: de 6:00 pm a 9:00 pm - Costo: S/. 25.00
11, 12 y 13 de Noviembre
Inscripciones: (01) 446 0017 anexo 122
el DOMINGO - Director: P. Luis Neira R. ssp. Coordinación: Milagro Bronttis de Quispe. / Con licencia eclesiástica / Marc. reg. Resol. Indecopi N° 006852-1999,
Certif. N° 0055702 Edita: SAN PABLO, Av. Armendáriz 527 - MIRAFLORES. Lima (Perú) / Telfax: (01) 446 0017 / [email protected]
www.sanpabloperu.com.pe / Redacción: Pbro. Antonio Díaz M., igs.; Pbro. Pedro Hidalgo Díaz; Diagramación: Diego Sánchez Peña
Imprime: Editorial Roel S.A.C. / Para envíos y suscripciones: [email protected] / Telfax: (01) 446 0017
• Los textos litúrgicos corresponden a los aprobados por la Conferencia Episcopal Peruana. / Este subsidio no sustituye el uso de los Libros Litúrgicos.

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