EL AMOR ES UNA

Transcripción

EL AMOR ES UNA
El amor es una…
EL PARCHIS
¿Alguna vez has jugado al parchís? Si la
respuesta es sí podemos pasar a la siguiente
pregunta: ¿Te consideras una persona con suerte?
Porque, pese a lo que digan, el parchís no es sólo
un juego de estrategia sino de suerte. Puedes ser
muy buen estratega pero, si los dados no están a
tu favor, ¡bang!, olvídate porque ya has perdido
la partida. Si, como yo, eres una persona con poca
estrella y los dados nunca están a tu favor,
acabas convirtiéndote en “el cuarto jugador”.
Nosotros sólo participamos en el juego porque
falta un jugador, “el cuarto”, y movemos ficha, en
ocasiones matamos, en más raras ocasiones
metemos alguna en la meta pero… casi siempre
nuestras fichas (sino todas al menos sí dos de
ellas) vuelven a casa a mitad de partida. Por eso,
no es de extrañar que juguemos desmotivados y
que esa misma desmotivación haga que cada vez
seamos peores puesto que nos olvidamos por
completo de las estrategias.
Y aquí va la pregunta del millón: ¿Crees en el
amor? Yo, si te he de ser franca, sí; creo en el
amor. Mejor dicho, creía en el amor… o… a lo
mejor… aun creo un poquito; ¡pero no en los
hombres! En los hombres nunca jamás aunque
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El amor es una…
sean tus tíos, padres, hermanos, abuelos o hijos.
En los hombres ¡nunca! Y si no es mucha
indiscreción,
¿podría
hacerte
una
última
pregunta?: ¿Alguna vez te has enamorado?
Perdona, te estoy soltado un rollo y todavía no
me he presentado. Mi nombre es Laura. Tengo 28
años y soy Leo; con ascendente Leo (por ahí dicen
que somos muy chungos pero no es verdad). Soy
fotógrafa, trabajo para mi padre (y lo que es
peor) todavía vivo con ellos. Lo sé, tengo que
andar con mucho ojo para no hacer enfadar al
jefe. Cuando era pequeña soñaba con ser modelo.
Bueno, de hecho fui modelo fotográfica para
catálogos del Corte Inglés. Era rubia y mona; la
típica niña de catálogo. Pero cuando crecí mi
cuerpo eligió otro camino y… digamos que no doy
la talla. En fin, tampoco importa demasiado
porque los sueños cambian. Me encanta la
fotografía. No sabría explicar si por vocación o
porque no tuve otra elección ya que con sólo 3
años mi padre me puso la primera cámara de
fotos entre mis manos. También soñé con ser una
fotógrafa muy importante. ¡La fotógrafa de los
famosos! Trabajar para Elle, Cosmopolitan, Vogue
y todas esas revistas para pijas descerebradas.
(Lo sé, después de hacer esto público dudo mucho
que alguna de ellas quieran contratarme). Pero,
como he dicho antes: los sueños cambian.
¿Quieres saber cuál es mi sueño hoy por hoy? De
por sí ya te digo que es un sueño imposible: Me
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El amor es una…
encantaría conocer a un hombre (no ha de ser
perfecto ni maravilloso, me vale con que yo lo
quiera tal y como es), enamorarme (eso va
implícito en quererlo con sus 10 virtudes y 50
defectos), comprarme un ático, casarme y tener
uno o dos hijos. Ese es mi concepto de la felicidad.
¿A que parece muy simple y asequible? Pues,
amigo mío, no te confundas, ¡es una utopía!
Como ya te he dicho antes, soy muy mala jugando
al parchís y… no vamos a mentirnos, jugando al
amor también. Siempre he sido “el cuarto
jugador”. He tenido mis historias porque había
que mover ficha… Tuve una “larga relación” que
terminó el mismo día en el que él me pidió
matrimonio. He jugado mucho, sí es cierto, pero
nunca me he sentido motivada, nunca he estado
ni tan siquiera cerca de ganar una partida… No
sé cuál ha sido tu respuesta a mi última
pregunta, no sé si realmente me has contestado o
si todavía te lo estás pensando. Pero yo sí tengo
mi respuesta: Nunca había jugado de verdad al
parchís; nunca me había enamorado… hasta
ahora.
El día que cumplí mis 28 años fue un día muy
deprimente porque me di cuenta (a parte de que
me estaba haciendo muy mayor) que estaba a
¡años luz! de hacer realidad mi sueño utópico.
Entonces se me ocurrió la gilipollez (y conste que
yo no creo en estas cosas) de soplar las velas y
pedir un deseo: “ENAMORME”. Y fíjate que yo
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no creía en estas cosas pero… ¡mi sueño se
cumplió! Aunque, como en el anuncio del Combo,
hay que ser muy explícitos con lo que deseamos;
yo quería un amor correspondido, no un amor
unilateral; ¡para eso mejor me hubiera quedado
como estaba!
Y ahora ya juego al parchís, utilizo todas las
estrategias posibles, estoy motivada pero… sigo
teniendo muy mala suerte con los dados. Eso está
haciendo que pierda la partida y… lo que es aun
peor: que piense que EL AMOR ES UNA…
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El amor es una…
CORAL
Te presento a Coral. Coral es mi más mejor
amiga; (lo sé, no es una expresión correcta pero
no por ello deja de ser cierto). Coral tiene 29 años
pero sólo es 10 meses mayor que yo. Trabaja en el
oceanográfico adiestrando delfines; ¿de qué otra
cosa podía trabajar con ese nombre? ¡Jajaja! Y…
lo peor de todo: Está total, completa y
absolutamente enamorada de Javi el foquero.
¿Hace falta que aclare que él no está total,
completa, ni absolutamente enamorado de ella?
¿No verdad? Por eso mi más mejor amiga y yo
pertenecemos al mismo club: el de las mujeres que
piensan que EL AMOR ES UNA…
Para que te hagas una ligera idea de lo que tiene
que soportar mi amiga todos los santos días, te
resumiré su historia en dos páginas y media.
(Bueno, igual no necesito tanto puesto que el
resultado es el mismo y tú ya te haces una idea de
cuál es: Javi pasa de ella como de la… ¿Te lo
puedes imaginar, no?).
Bien, todo empezó la primavera del 2004, cuando
Javi el foquero invitó a Coral a cenar. Ella se
enamoró de el, (él por supuesto de ella no),
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estuvieron saliendo tres meses y luego la dejó por
otra. Típico, ¿no? ¿A que esto también lo
suponías? Pues, lo normal llegados a este punto
hubiera sido que Coral se olvidara de él. Pero,
verás, es un poco difícil cuando tienes que verlo
todos los días en el trabajo y… la cosa se complica
mucho más cuando él no te deja de marear.
Pero Javi no es un hombre libre; tiene una novia
que cambia constantemente de nombre: unas
veces es Luisa, otras Mar, Irene, Natalia, Alba
María, Carmen, Lucía, Esther, etc… etc… etc…
Por eso Coral y yo, para identificarlas las
llamamos por su orden correcto: “Verano 2004,
Otoño 2004, Invierno 2005, Primavera 2005,
Verano 2005, etc… Coral, como ya te has podido
dar cuenta, fue Primavera 2004 y… ¡sorpréndete!
También fue Verano 2006 junto a Estefanía. Y si
no hacemos algo para remediarlo acabará
convirtiéndose en Otoño 2007 junto quién sabe
quién.
Sé lo que estás pensando: que todo esto es culpa de
Coral porque no hace nada para remediarlo.
¡Pero no es cierto! Coral sale todos los fines de
semana en busca del “Hombre de su vida”
esperando encontrar por lo menos al “Hombre del
momento”. El problema es que no aparecen ni el
uno ni el otro.
Entre el invierno del 2005 y el verano del 2006
tuvo un novio muy simpático (ya ves que no he
dicho guapo pero es que entiéndelo, Javi el
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foquero mide 1,90 m., tiene los ojos azules y
encima es moreno; es muy difícil de igualar).
Todo iba estupendamente hasta que Coral tuvo
un ataque de sinceridad y le contó a su novio que
se había acostado dos veces con Javi el foquero
ese mismo verano. ¿Pero por qué cojones hizo eso?
¡Los hombres siempre mienten! Una cosa así es
lícito ocultarla, ¿no? Como es de suponer, los tíos
llevan peor los cuernos que nosotras así es que…
¡Adiós al chico simpático! Y Coral se volvió a
obsesionar con Javi (aunque ahora ya pongo en
duda que alguna vez haya dejado de estarlo).
Y esa es toda la historia. ¿Qué te parece? Sí, ya sé
lo que piensas; yo pienso igual pero… Es muy fácil
dar consejos cuando no se está en el lugar de la
otra persona. Yo antes lo hacía constantemente
sin ni siquiera llegar a sospechar que algún día
me tendría que comer todos mis consejos con
patatas fritas. Por eso ahora, cuando alguna de
mis amigas me preguntan: ¿Tú qué harías? Les
digjo la verdad:
“Deberías pasar de él pero… yo en tu lugar, haría
lo mismo que estás haciendo tú”.
Por eso, porque soy una mala amiga y porque
doy unos consejos pésimos; ahora seguramente
Javi el foquero está acostándose con mi amiga en
alguna habitación de un hotelucho de Benidorm,
para dejarla pasado mañana más tirada que un
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clinex usado (he utilizado un símil un tanto
cruel).
En fin, sé que ya no se puede dar marcha atrás y
que ha sido elección suya (yo no la he obligado a
que se fuera a Terra Natura); sólo espero que no
tengamos que lamentarlo más tarde.
No obstante, lo diré para que conste por escrito y
porque ya estoy francamente arrepentida de lo
dicho.
Coral, éste es realmente mi consejo:
“OLVÍDATE DE ESE “piiip” (elige el insulto que
más te guste); ÉL NO TE MERECE”.
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El amor es una…
ANA MAE
Te presento a Ana Mae. Ella es mi vecina de toda
la vida, mi compañera en la guardería y mi
compañera de E.G.B. Fue mi mejor amiga hasta
que empezamos el instituto. Ella eligió un camino
muy distinto al mío y… bueno, nos distanciamos
varios años. Hace tres años resolvimos nuestras
diferencias y retomamos nuestra amistad.
Aunque ya no sea la mejor, sigue siendo una de
mis amigas más íntimas.
Te estarás preguntando si Ana Mae es
extranjera, ¿verdad? No; no lo es. Aunque nació
en China hace 28 años. Cuando tenía dos años sus
padres adoptivos la trajeron a España, por tanto,
es española. Es muy guapa; sus rasgos asiáticos
atraen mucho a los hombres aunque… bueno, la
pobre también pertenece al club así es que… ¡le va
fatal en el amor!
¿Quieres escuchar su historia? Debo decirte que
sin duda, de todas es la peor. En fin… ¡Ahí va!
Como ya he dicho antes, no sé mucho sobre lo que
pasó en su vida durante el instituto; lo poco que
sé es porque me lo han contado y… tampoco viene
al caso así es que me lo saltaré. Después pasó a la
universidad; creo que para hacer magisterio.
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Pero se echó un novio cinco años mayor que ella
y se olvidó un poco de los estudios; finalmente
nunca los terminó. Aun así no le ha ido nada mal
porque abrió su propia tienda de complementos y
(aunque es muy pequeña), le va bastante bien.
Dejando a un lado los negocios, volvamos al tema
que nos atañe: su vida amorosa.
Éste chico, David, por lo visto iba bastante en
serio con ella. Todavía no le había presentado
formalmente a sus padres pero ya habían
mirando un piso para irse a vivir juntos. (Esto
también me lo han contado porque por aquel
entonces nosotras seguíamos sin ser amigas). Él
era muy aficionado a las motos y en ocasiones
corría en circuitos cerrados. En un día de esos la
lluvia hizo que derrapara su moto y se
estampara contra un muro. Murió en el acto y…
sospecho que una parte de Ana Mae se murió con
él. Pero la vida en ocasiones resulta muy cómica
y mientras que una parte suya moría, la otra
crecía y crecía dentro de ella. A los 9 meses nació
Malú. Su padre nunca supo de su existencia y
aun así fue él quién eligió su nombre; le gustaba
mucho la cantante.
Ana Mae cree que su hija es una niña triste
porque se pasó todo el embarazo llorando. La
psicóloga a la que lleva a la niña desde que tenía
18 meses aun está intentando convencer a Ana
Mae de que su hija es una niña completamente
normal aunque no rebose felicidad.
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Verás, Ana Mae soporta una carga muy grande
porque, salvo su padre y yo, no tiene a nadie que
le ayude con la niña. Volvimos a ser amigas a
raíz de su desgracia; (en momentos así se pasan
por alto las diferencias del pasado). Su madre
murió cuando ella tenía 12 años y la familia de
David se desentendió de ella y de la niña; es más,
ni tan siquiera la conocen.
Si te das cuenta, la que peor lo tiene para
encontrar pareja sin duda es Ana Mae. Si ya de
por sí es difícil… ¡imagínate si vas en un pack!
Estuvimos un mes intentando convencerla de que
dejara a Malú con su padre y la novia de éste un
sábado por la noche, y que se viniera con
nosotras a cenar y de fiesta. Finalmente lo
conseguimos y esto fue lo que sucedió:
Conoció a un chico muy guapete (desde el
principio sospeché que algo jovencillo), que le
pidió el móvil. Ella se lo dio coaccionada por mí
y… ¡sorpresa! Fue uno de los pocos hombres que
además de pedirte el número de teléfono ¡te
llaman! Quedaron una tarde para ir al cine y
una semana después él la invitó a cenar.
Todo hubiera seguido funcionando a las mil
maravillas de no ser porque en su tercera cita,
Ana Mae tuvo la necesidad de confesarse:
-Hay una cosa que no te he dicho. –Le dijo.
-Y yo te he contado una pequeña mentira. –
Añadió él.
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-Comparado con lo mío seguro que es una
tontería… -Siguió diciendo ella.
-Tengo 20 años.
-¡Joder! ¡Estoy saliendo con mi hijo! Y… hablando
de hijos… ¡Tengo una!
-¡Joder!
Y eso fue todo. En este caso no puedo decir:
Ana Mae; olvídate de ese “piiiip” (elige el insulte
que más te guste) porque no te merece.
Era normal que el chico saliera por patas, no se le
puede culpar por ello; ¿quién no lo haría si
estuviera en su lugar?
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HELENA
Te presento a Helena. Es mi compañera de la
universidad y, aunque no pertenece a mi grupo
de amigas, es posible que acabemos adoptándola
ya que últimamente amenaza con unirse al club
de las que piensan que EL AMOR ES UNA...
Tiene un novio pero… ya veremos cuánto le dura.
Helena conoció a Miquelle estando de Erasmus en
Marsella. Estando allí todo funcionaba a las mil
maravillas (claro está) pero luego cada uno
volvió a su país de origen: ella a España y él a
Italia. Y ya se sabe que las relaciones a distancia
no suelen durar más de lo necesario. Apostamos a
que durarían menos de un año y… perdimos la
apuesta porque ya llevan dos. Al principio iban y
venían a menudo de un país al otro para verse;
nunca pasaban más de dos meses. Con el tiempo e
Internet la cosa se fue alargando… Y ahora
llevan ¡medio año sin verse!
Seguro que te estás preguntando ¿y ella nunca le
ha puesto los cuernos? Él está claro que se los ha
tenido que poner (es un hombre, ¡está en su
naturaleza de macho dominante!); por eso mejor
ni te lo preguntes. En cuanto a Helena… Bueno…
El invierno pasado conoció a un chico en la
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discoteca. Ella desde un principio le dijo que tenía
un novio pero puesto que estaba a miles de
kilómetros de distancia… al chaval no le supuso
ningún problema y siguió intentándolo. Helena lo
rechazó así como unas seis u ocho veces pero el
insistía, insistía e insistía… Hasta que un día en
que la pilló un poco baja de moral (y de paso todo
sea dicho, un poquillo “contenta”), Helena cayó y
acabó liándose con él en la discoteca. Como es de
suponer, Helena en cuanto cayó en la cuenta de
lo que había hecho se arrepintió de inmediato. El
chico estaba realmente colado por ella y le
propuso de quedar un par de veces; pero Helena
lo siguió rechazando hasta que éste se aburrió y
se echó una novia. Helena se lo perdió porque
seguramente es uno de los pocos hombres buenos
que quedan en este planeta. Por increíble que
parezca, Helena y él son muy buenos amigos y,
ahora que tiene novia, sí queda con él de vez en
cuando a tomar un café; ¡qué chica más rara!
Pero volvamos a la cuestión de la infidelidad.
Como ya he dicho, Helena estaba muy
arrepentida por haberle puesto los cuernos a su
amor y… como no es un hombre y no atiende a
los valiosísimos consejos que yo le doy… sintió la
necesidad de contárselo todo a Miquelle. Y esto es
lo que sucedió:
(*NOTA: Conversación traducida al castellano por si no entiendes
la fusión del francés con el italiano).
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El amor es una…
-¿Te acuerdas del chico éste del que te hable? –Le
dijo Helena.
-¿Qué chico? –El obviamente no le dio importancia
puesto que no lo recordaba.
-Valentín; el que conocí en la discoteca.
-No recuerdo que me hayas hablado de él.
-¡Sí que lo hice! –Helena se enfadó por el hecho de
que él no le hubiera dado importancia.
-¿Quién es ese chico y qué pasa con él? –Preguntó
por cortesía no por verdadero interés.
-Pues un chico que iba detrás de mí.
-Y, ¿Ya ha pasado algo entre vosotros?
-Pues… -Helena se mosqueó por su falta total de
interés- ¿Cómo que si ya ha pasado algo entre
nosotros? ¿Por qué das por sentado que iba a
pasar algo? Por si se te ha olvidado… te recuerdo
que tengo novio; ¡tú!
-Helena, “cara mia”, si te hubieras acostado con él
no
me
hubiera
enfadado…
Lo
entiendo
perfectamente puesto que estamos separados y
tenemos ciertas necesidades físicas.
-¡¿Qué?! –Helena se quedó alucinando.- ¿Tú te tiras
a otras a mis espaldas?
-Bueno… Precisamente de eso te quería hablar…
-¡Joder! Y yo comiéndome la cabeza porque le di
unos cuántos besos a Valentín mientras que tú te
tiras a media Italia.
Resumiendo: No se sabe cómo (tal vez porque
Helena está un poco idiotizada por el “ragazzo”),
pero ésta acabó aceptado mantener una relación
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abierta. De ello ya han pasado 6 meses durante
los cuales, como ya he dicho antes, no se han
vuelto a ver. Miquelle, (no cabe duda), ya se ha
tenido que tirar a… (veamos si sale a una chica
por fin de semana… y si sale los viernes además
de los sábados…) Salen aproximadamente unas 50
chicas más o menos. ¿Quieres saber con cuántos
chicos se ha acostado Helena desde entonces?
¡Cero, cero patatero! ¡Cero chicos! En fin… Ella se
lo pierde.
Mi consejo: Helena, OLVÍDATE DE ESE “piiiip”
(elige el insulte que más te guste); ÉL NO TE
MERECE.
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SALOMÉ
Te presento a Salomé. Es mi abuela; la madre de
mi padre. Tiene… Bueno, sería una indiscreción
por mi parte confesar su edad puesto que es su
secreto mejor guardado; pero te diré que nació el
mismo año en que estalló la Guerra Civil española
(si sabes un poco de historia habrás dado con la
respuesta correcta, ¡jajaja!).
Supongo que te estarás preguntando qué pinta mi
abuela en nuestro club; pues mucho, la verdad. Te
contaré cómo empezó todo:
Después de que rechazara la primera (y tal vez
la única) proposición matrimonial de toda mi
vida, mi madre se me echó encima (muy
comprensible por su parte) intentando hacerme
ver lo estúpida que había sido. Mi padre no hizo
ningún tipo de comentarios (aunque en su fuero
interno opinaba igual que ella). Sin embargo mi
abuela me dijo algo muy bonito: “.Me parece
correcto lo que has hecho; al menos tú has podido
elegir”. En cuestión de segundos todo mi mundo se
vino abajo. Yo siempre había pensado que mis
abuelos eran el matrimonio perfecto… Hasta el
día en que se murió mi abuelo iban y venían a
todas partes juntos; ¡y encima nunca discutían!
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El amor es una…
Aquella confesión de última hora por parte de mi
abuela era lo que menos me esperaba. Se casó por
interés; porque su familia era pobre, eran ocho
hermanos y encima casi todo mujeres. “Me casé el
mismo día en que cumplía mis 18 años. Tu abuelo
no era un hombre feo y además tenía cara de
buena persona… Anhelaba tanto llegar a
quererlo algún día”. Pero nunca, ¡nunca lo quiso!
Mi abuela tenía xxx años y ¡nunca se había
enamorado!
Aquel mismo día me propuse hacer algo al
respecto. Hice que se apuntara a los jubilados
para conocer a gente. Al principio no le hizo
mucha gracia porque decía que eso le hacía
sentirse mayor; pero cuando descubrió que todos
los martes hacían baile se recuperó totalmente de
su luto perpetuo. Se apuntó a los campeonatos de
parchís, a todos los viajes que salían, a los talleres
de pintura, escayola y confección; e incluso se
apuntó ¡al concurso de bailes de salón! Mi abuela
había perdido diez años en cuestión de seis meses.
Pero la cosa no quedo así. Su pareja de baile,
Ezequiel, era un viudo muy simpático que
empezó a cortejar a mi abuela (esto dicho en
términos suyos). Mi abuela ya no sabía hablar de
otra cosa que no fuera: “EZEQUIEL”. El día que le
dije: “Abuela, ¡tú te has enamorado!”. Ella me
contestó: “¡Nooo! Qué tonterías dices, niña”. Pero
yo estaba completamente convencida de que así
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El amor es una…
era porque se comportaba como una chiquilla de
15 años. Así que insistí: “A mí no me puedes
mentir porque soy tu nieta favorita”. Y ella
respondió alucinada: “Así que es esto lo que se
siente…”.
¡Mi abuela tenía novio! (Y yo no; ¡qué
deprimente!). Resultaba gracioso y extraño a la
vez. Todavía recuerdo la primera vez que lo trajo
a casa… El pobre Ezequiel estaba nerviosísimo y
temblaba como una gelatina Royal. Y suerte que
mi padre era hijo único y no habían hermanos…
Me cayó muy simpático (aunque he de decir que
hace muchas trampas jugando al parchís).
Pero la vida no es perfecta y el amor, aunque te
llegue a los xxx, no deja de ser complicado. Lo que
a nosotros nos pareció “una nueva oportunidad
en la vida”, a la familia de Ezequiel les pareció
“una chifladura del abuelo”. Se pensarían que se
iban a quedar sin herencia o algo así… (digo yo).
El caso fue que a las dos semanas de presentarlo
formalmente en mi casa, Ezequiel le dijo a mi
abuela que ya estaba muy mayor para hacer las
tonterías de un adolescente de 20 años. ¡Y la dejó!
Tiene que ser gordo que te dejen con xxx.
Y por esa sencilla razón mi abuela pertenece a
nuestro club; el de las mujeres que piensan que EL
AMOR ES UNA…
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Abuelita; un consejo para ti con mucho cariño
(eres mi abu favorita –ya sé que no tengo otrapero si la tuviera seguirías siendo mi favorita):
OLVÍDATE DE ESE “piiiip” (elige el insulto que
más te guste); Él NO TE MERECE.
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YO MISMA
Como ya lo he hecho antes, me ahorraré las
presentaciones. ¿Quieres saber cómo empecé a
jugar realmente al parchís? Pues no te pierdas
detalle porque te prometo que no tiene
desperdicio.
Todo comenzó en la boda de mi ex. Qué gracioso,
¿no? Justo el día en el que se casaba el hombre con
el que yo me tenía que haber casado, voy y
conozco al verdadero “hombre de mi vida” (lo sé,
suena a chiste –pero un chiste de muy mal gusto-).
Estaba invitada a la boda (pero todavía no me ha
quedado claro si como fotógrafa oficial o como ex
novia reconvertida en amiga del novio). El caso
es que fui a la boda y encima curré.
Lo normal en estos casos es que me hubiera
sentido mal porque él se estaba casando y yo
seguía sin tener a nadie a la vista.
Lo normal hubiera sido que en esos momentos yo
me estuviera planteando lo posibilidad de haber
cometido el error más grande de toda mi vida.
¡Pero no fue así! Cuando vi a Diego frente al altar
me di cuenta de que jamás hubiéramos sido felices
juntos y de que, (al igual que mi abuela), por muy
guapo, simpático y buena gente que fuera Diego,
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El amor es una…
jamás hubiera llegado a entregarme totalmente.
Lo nuestro estaba destinado al fracaso desde un
principio.
Pero volvamos al tema que nos atañe: “El hombre
de mi vida”. Apareció a mi lado en la mesa de los
invitados. No era el más guapo de todo el salón
(ni tan siquiera era más guapo que Diego), pero
tenía algo en su mirada… Nunca había visto
tanto descaro en una persona y eso hizo que me
colara por él casi al instante.
-¿No piensas cenar esta noche? –Fue lo primero
que me dijo.
-Estoy de servicio. –Le contesté señalando mi
cámara.
Entonces, (¡qué fuerte!), él me tiró del brazo y me
obligó a sentarme con éstas palabras:
-Ahora los novios no están haciendo nada;
siéntate ¡y come!
-¡Vale! Veo que no tengo muchas opciones…
Él se sonrió y entonces nos presentamos:
-Yo soy Laura…
-La ex del novio.
-¿Cómo lo sabes? –Me quedé alucinada.
-Porque me dijeron que me iban a sentar a tu
lado para que no me aburriera… Por lo visto
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El amor es una…
hablas mucho y estás requetebuena; en lo primero
me mintieron y respecto a lo segundo… -Me dio
un repaso general en décimas de segundo y
siguió- … Creo que se quedaron cortos.
-¡Vaya! Debo decir… ¿gracias?
-¡Tú misma! Por cierto, yo soy Héctor; el ex de la
novia.
En esos momentos estaba bebiendo agua y se me
atragantó.
-¿A quién se le ocurre poner a los ex juntos? ¡Los
vamos a poner a parir en su propia boda! –Fue
un pensamiento en voz alta pero a Héctor le hizo
mucha gracia.
-¿Empiezas tú o empiezo yo?
-¿Quién dejó a quién? –Me atreví a preguntar.
-Técnicamente fui yo quien la mandó a paseo
pero… Ella ya se tiraba a tu novio.
-¡Oh, no! Cuando Diego conoció a Cristina yo ya lo
había dejado.
-¡Así que fuiste tú quien lo mandó a paseo!
-Sí… bueno… Me pidió que nos casáramos y yo no
estaba preparada…
-¡Te estaba poniendo los cuernos!
Lo dijo con tanta seguridad que me volví a
atragantar con el agua.
-¿Por qué insistes en ello? –Lo dije bastante
molesta.
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El amor es una…
-Porque es la verdad; y me parece que ya iba
siendo hora de que tú lo supieras.
Cristina se lo había contado todo con pelos y
señales y… ¡No me lo podía creer! ¡Diego me
engañaba! ¡¡Me estuvo engañando durante
7meses!! ¡¡¡7 MESES!!! Y sabes qué es lo peor de
todo: Que sólo me pidió matrimonio porque
Cristina lo había dejado porque quería recuperar
a Héctor. Fui el… ¡puto segundo plato!
En cuestión de segundo empecé a asfixiarme y…
Tenía que salir de allí corriendo. Le entré la
cámara a mi hermano y lo dejé tirado. Luego me
supo muy mal porque se comió el sólo toda la
boda pero… Tenía que huir o sino iba a acabar
matando a los novios antes de que sacaran la
tarta. Salí al jardín y respiré todo lo profunde
que pude pero aun así no me llegaba el aire.
Tenía el estómago vacío; no había cenado.
-¿Te gusta el helado de turrón con pasas? –Héctor
se apareció de la nada con un plato y una
cuchara.
-Creo que no; gracias.
-Es igual; ¡come! –Y me obligó a que lo probara.
Se sentó a mi lado en el banco y no dijo nada
mientras que yo me terminaba el helado de
turrón y pasas (¡qué asco!).
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El amor es una…
-Lo siento. Todas las mujeres que conozco opinan
que soy un cabrón; ¡y es cierto! No debí soltarte
todo ese rollo precisamente hoy.
-Nunca es tarde si la dicha es buena… -Dije yo
aunque no acababa de creérmelo.
-¿Te apetece bailar?
-¡No pienso volver ahí dentro!
-En eso estamos de acuerdo.
Me tiró del brazo, dejó mi plato vacío en el banco
y se me llevó arrastras hasta otro salón que había
al final del jardín.
-No podemos entrar ahí; ¡no estamos invitados!
-¿Y eso quién lo sabe?
Resumiendo: Nos colamos en otra boda, bebimos
hasta perder la cuenta de los Gin-tonics y…
acabamos haciéndolo en el baño de señoras. ¡Qué
fuerte! En mi vida había hecho algo así. Fue… No
sé como describirlo… ¿Atrevido? ¿Excitante?
¡¡¡Fue el mejor polvo de mi vida!!!
Pero estas cosas sólo pasan una vez y la noche
tocó a su fin. Le di mi número de teléfono y luego
me volví a casa con mi hermano.
Estuve tres días esperando a que me llamara
pero, ¡idiota!, ¿no sabes que los hombres nunca
llaman?
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El amor es una…
Mi consejo: Laura, OLVÍDATE DE ESE “piiip”
(elige el insulto que más te guste); ÉL NO TE
MERECE.
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El amor es una…
BILLETE DE IDA Y VUELTA
Helena, después de hacerse un millón de pajas
mentales … Llegó a la conclusión de que no quería
mantener una relación abierta y así se lo hizo
saber a Miquelle; (pero para ello tuvimos que
viajar hasta Italia). ¿Te has dado cuenta que he
dicho “tuvimos”?
-Sí, has oído bien; tú te vienes conmigo. –Me dijo
Helena tan fresca.
-¡No puedo! ¿Se te olvida que tengo un trabajo?
-Pero hace un montón de tiempo que no te coges
unas buenas vacaciones; y además te las tienes
muy merecidas (seguro que a tu padre no le
importa darte unos días).
-No es una buena temporada…
No me dejó terminar la frase porque utilizó la
mejor alegación en mi contra que se podía
imaginar: necesitaba el viaje para olvidarme de
“el tío de la boda que nunca llamó”. Después de
analizarlo digamos… un millón de veces… llegué
a la conclusión de que no había perdido mi
número de teléfono, de que no se lo había dado
equivocado y de que no le habían robado el
móvil… Simplemente pasaba de llamarme ¡y
27
El amor es una…
punto!
¡Qué
depresión!
¡Sí!
urgentemente un viaje a Italia.
Necesitaba
Cogimos el vuelo de las 6:15 h. de la mañana; con
lo cuál tuvimos que estar en el aeropuerto a eso
de las 5 h. ¿Pero a esas horas ya estaban puestas
las carreteras? Me pegué el mayor madrugón de
toda mi vida. Llegamos a Italia alrededor de las 9
h. de la mañana. Miquelle nos estaba esperando.
¿Has estado alguna vez en Roma? Yo siempre la
imaginaba como un sitio “mágico”, lleno de
belleza y romanticismo; no obstante la palabra
“Roma” invertida significa “Amor”. ¡Pero no! La
primera impresión que me llevé de la ciudad fue
bastante penosa. Para que te hagas una idea (si es
que nunca has estado), es como estar en cualquier
capital de España sólo que con los semáforos
pintados de amarillo chillón (y todavía no sé muy
bien el por qué ya que los romanos se los saltan
todos). En fin, prosigamos con el viaje. Cruzamos
la ciudad en un coche francamente pequeño;
(Miquelle conducía francamente mal) y al final
llegamos a un bloque de mini-apartamentos en la
zona (probablemente) más fea de toda Roma. En
uno de esos mini-apartamentos vivía Miquelle
con ¡dos chicas más! (A Helena no le sentó muy
bien la noticia). Cecilia era uruguaya y estaba de
intercambio; creo que estudiaba Bellas Artes. Y
Katrina era rusa y estudiaba… Bueno, no
recuerdo bien lo que estudiaba pero también
estaba de Erasmus (u “orgasmus” como lo llaman
28
El amor es una…
en mi pueblo, ¡jaja!). Las chicas parecían
simpáticas y para comer nos prepararon platos
típicos de sus países de origen (así terminó mi
estómago en el viaje a Italia). He de decir que
Helena al principio lo pasó fatal porque de tantas
pajas mentales que se estaba haciendo las tripas
las tenía retorcidas como un ovillo de lana. Pero
cuando Cecilia y Katrina se dieron el tercer beso
(y con lengua), nos quedó completamente claro
que eran lesbianas y pareja de hecho. Entonces
Helena volvió a respirar tranquila y hasta se
permitió disfrutar de la comida.
Después Miquelle y ella se metieron en el cuarto
para hablar. Las demás nos quedamos en el
comedor quitando la mesa, hasta que dos minutos
después de que entraran ellos, Katrina también
entró en la habitación. Yo me puse a fregar los
platos y pasé un poco de las circunstancias pero…
Después de que los tres llevaran encerrados en la
habitación aproximadamente una hora, Helena
salió dando gritos e insultando a Miquelle en tres
idiomas distintos. Uno de ellos lo entendí
perfectamente: “Hijo de… tu madre”. Y antes de
que me diera tiempo a reaccionar ya estábamos
Helena, yo y nuestras maletas camino del
aeropuerto.
Helena me intentó explicar lo que había sucedido
pero como no dejaba de llorar, la verdad es que
no me estaba enterando de nada. La cosa fue
más o menos así:
29
El amor es una…
Cuando Katrina entró en la habitación se sentó
en la cama con ellos (interrumpiendo así su
conversación). Creo que entonces él (o ella)
propusieron ver un vídeo casero de una
excursión que hicieron a un lago… Y Helena
aceptó pese a que lo que realmente quería hacer
era mandar a Katrina a paseo para poder seguir
hablando con Miquelle seriamente. A mitad de
película más o menos, Miquelle se quejó de la
espalda y le pidió a Helena que le hiciera un
masaje. Ésta, (con toda su buena voluntad), lo
hizo lo mejor que pudo. Aun así Miquelle no
estaba satisfecho y le pidió a Katrina que le
explicara cómo se hacía. ¡Eso era! Katrina estaba
estudiando fisioterapia. Entonces Katrina le
explicó a Helena cómo se hacía y entre las dos le
masajearon la espalda a Miquelle. Luego todo se
volvió muy confuso (en palabras de Helena)
porque Miquelle empezó a tocarle las tetas (a
Helena) ¡y Katrina le tocó el culo!
-Cuando me quise dar cuenta Miquelle me estaba
besando y ¡ella intentó bajarme las bragas! –
Concluyó Helena.
-¡Joder! El cabrón quería montárselo con las dos.
-¡Hijo de puta! Tuve que salir de allí corriendo
porque me moría del asco. Sólo de recordarlo…
¡Buaj! Necesito darme un baño.
-¡Pare el taxi!
-Signorina, non é arrivato a l’aeroporto!
30
El amor es una…
-Da lo mismo; nosotras nos quedamos aquí. –Dije
dirigiéndome al taxista. Y luego me dirigí a mi
amiga. – Me prometiste unas vacaciones y no me
voy de aquí hasta que no las haya disfrutado.
Muy a su pesar, Helena se bajó del taxi. Su
teléfono sonó así como unas veinte veces hasta
que
yo
decidí
desconectarlo.
Luego
nos
hospedamos en un “hotel” de dudosas estrellas.
Durante las noches que pasé allí tuve la
constante sensación de que en cualquier momento
se me aparecía el fantasma de la abuela de Mick
Jagger. Fíjate si era cutre que la ducha ni
siquiera tenía plato, ¡sólo había un agujero en el
suelo! (Y encima no podemos decir que el
hotelucho fuera barato…). Pero el resto de las
vacaciones fueron geniales pese a que llevé todo el
rato a Helena con el alma a arrastras.
Fuimos a visitar los lugares más emblemáticos de
Roma: la plaza España, el Coliseo, el Vaticano, la
Bocca de la Verità,… Pero lo que más me gustó de
todo fue la Fontana di Trevi. ¡Es impresionante!
Cuando giras la calle parece mentira que lo que
te espera en la plaza sea tan… ¡¡grande!! La figura
de Neptuno es… Bueno, tienes que verla porque
no podría describir con palabras lo que se siente
ante tamaño espectáculo. La tradición cuenta que
para pedir un deseo tienes que ponerte de
espaldas a la Fontana y tirar una moneda. Si lo
que quieres es casarte, en lugar de una se tiran
31
El amor es una…
dos; y para divorciarte son tres. Helena
obviamente tiró tres y yo… Bueno, he de confesar
que deseé con todas mis fuerzas volver a ver a
Héctor; lo sé, fue un error por mi parte volver a
pensar en ello pero… aun así tiré una moneda.
Cenamos en un restaurante (italiano por
supuesto) bonito de verdad (y caro, caro, caro,…).
Después nos fuimos a tomar unas copas tal y
como íbamos: sudorosas y con la ropa de todo el
día. Estando en la barra se nos acercó un chico
alto, moreno, bien vestido,… ¡o sea, requetebueno!
Dijo algo en italiano (que no entendí) pero ví que
nos servían unas copas subvencionadas por él.
Después le susurró algo al oído a Helena y
cuando me quise dar cuenta los dos estaban en el
rincón comiéndose a besos mientras que yo
ahogaba mis penas en el alcohol. Helenita, eso sí
que fue una terapia de choque, ¡jajaja!
Resumiendo el viaje: volvimos a España cuatro
días después. Nos lo pasamos de P.M. Helena se
lió con todo italiano que se le puso a tiro y yo…
bueno, me hice unas cuantas pajas mentales
recordando el mejor polvo de mi vida y me
emborrache tanto como pude; ¡jaja! Aun así las
vacaciones fueron las mejores de toda mi vida.
En cuanto al “espécimen” de Miquelle… A nuestro
regreso Helena tenía un correo suyo de nada más
y nada menos que ¡seis páginas! En ellas le
32
El amor es una…
explicaba todo: se disculpaba y a la vez la
acusaba de ser una “estrecha”. ¿Sabes lo que hizo
Helena después de leer y releer el mensaje unas
quince veces? Además de borrar su número del
móvil y romper todas y cada una de sus fotos…
Le contestó al mensaje brevemente:
“VETE A LA MIERDA!!!!!!!!!!!”.
33
El amor es una…
A POR TODAS
¿Crees que los deseos se cumplen? Yo durante
muchos días estuve pensando en que “a lo mejor”
el deseo que pedí en la Fontana de Trevi se me
cumplía. Luego me di cuenta de que si yo no
hacía algo porque así fuera difícilmente
conseguiría nada. Y así fue cómo me tiré cuatro
días enteros (con sus respectivas noches de
desvelo) dándole vueltas a lo que llamé “mi
misión”.
Llamé a Diego para decirle que ya teníamos
preparadas las fotos de la boda y que cuando
pudieran se pasaran por la tienda para elegirlas.
La idea era que, a continuación, yo le diría que
me lo pasé muy bien en la boda (¡vaya pedazo de
mentira!) y que el chico con el que me sentaron, el
ex de Cristina, era muy simpático. Entonces, (y
ahí venía otra mentira más grande que una
catedral) le diría que quedamos en que le
llamaría para un trabajo fotográfico que me
había pedido pero que con el lío de la cámara y
todo eso había perdido el papel en el que me
apuntó su número de teléfono. ¿A que estaba bien
trazado el plan? Pues no me sirvió para nada
34
El amor es una…
porque Diego no me dejó que terminara de
hablar:
-Laura, mi hermana os vio salir del aseo de
señoras. ¡Qué fuerte! Cuando estabas conmigo no
hacíamos esas cosas.
-Para eso tenías a Cristina. –No pude contenerme
y al final se lo reproché; pero creo que él no lo
pilló.
-No sé por qué lo dices. Cuando lo hable con
Cristina te llamaré para concretar cuándo nos
pasamos por la tienda y… luego te mando un
mensaje con el número de Héctor.
Dicho esto creo que se rió. Nada más colgar le
grité gilipollas al auricular; él no me oyó pero…
¡qué descanso me quedó! ¡Bien! En poco tiempo
tendría el teléfono de Héctor pero… ¿Tendría
además el valor para llamarle?
Sí, lo tuve; pero sólo necesite cinco días con sus
respectivas noches de desvelo para pensar en qué
le iba a decir cuando me cogiera el teléfono. (Y
sólo se me había ocurrido una cosa: “¡HOLA!”).
-¡Hola Laura! –Me dijo nada más descolgar.Pensaba que no me llamarías nunca.
-Yo…
¿Cómo narices sabía que era yo y por qué
esperaba una llamada mía?
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El amor es una…
-Me dijo Cristina que si no me importaba que te
diera mi número de teléfono… Que lo habías
perdido.
¡Dios mío! Pensé: “Por favor, tierra trágame”. Y
tenía el dedo puesto en la tecla roja dispuesta a
acabar de una vez por todas con aquella
humillación pública, cuando Héctor añadió:
-¡Qué casualidad! Yo también perdí tu número;
me alegro de que Cristina te lo diera porque así
no perderemos el contacto.
¡Uuufff! Sabía sobradamente que no había
perdido el teléfono; (bueno, a lo mejor sí pero
siendo muy consciente de ello, ¿vale?). Sabía que
su intención era no volver a verme nunca jamás
pero… Fue muy cortés por su parte no dejar que
me humillara de aquella manera.
-¿Qué tal todo? –Preguntó.
Debió pensar que era gilipollas o algo por el estilo
porque fui yo quién lo llamó y hasta el momento
sólo había dicho: “¡Hola!”; (y me tiré cinco días
para poder decirlo, ¡jaja!).
-Bien… ¡He estado en Roma de vacaciones!
-Y… ¿Has ligado con muchos italianos?
-Bueno…
36
El amor es una…
¡NO!
-Fue un viaje bastante movido… ¡Jaja!
Y así, hablando de mi viaje y de otras tonterías se
nos pasó casi una hora; hasta que él cortó.
-Oye, te voy a tener que dejar porque tengo clase
a las ocho. ¿Te apetece que quedemos una tarde a
tomar un café y me sigues contando?
¡No! Quiero decir… ¡Sí! Pero un café no. Si quedas
a tomar un café significa que el tiempo está
limitado. En cambio si quedas a tomar una copa
por la noche siempre se puede alargar. Además,
como me voy a poner súper nerviosa y no voy a
saber qué decir, con una copa entre las manos
puedo ir medio anestesiada y… la gente se
desinhibe más con el alcohol. Por el contrario a
mí el café me pone como una moto y… ¡bastante
nerviosa voy a estar ya!
-¡Vale!
¿Sabes que por las tardes trabajo, no? Pues a mi
padre le tuve que inventar una mentira muy
gorda para poder quedar con él y encima, como
tenía fecha de entrega de un vídeo, me quedé
hasta las dos de la madrugada para acabarlo;
¡total para nada!
37
El amor es una…
Sí, oyes bien; Héctor ni me besó, ni me cogió de la
mano, ¡ni tan siquiera me dijo qué guapa estás! (y
eso que había estrenado mi camiseta amarilla
para la ocasión). ¡Qué frustrante! Pero para que
te hagas una mejor idea te contaré cómo fue todo:
Quedamos en el centro-centro; vamos, en la plaza
del ayuntamiento. Y sólo tardamos ¡1 hora! en
tomarnos un café porque él tenía clase a las seis.
Tiene una academia de baile, (cosa que no sabía)
y él da clases de salsa, tango, merengue,
pasodoble y chachachá (cosa que tampoco sabía).
Quedar con él es más difícil que pedirle audiencia
al Papa.
Yo estaba más nerviosa que un flan. ¿Y si no lo
reconocía? ¡Vale! Sé que eso era prácticamente
imposible pero… ¡estaba más nerviosa que un
flan! Y… ¿Cómo se supone que debía recibirlo, con
un beso o con dos? ¡Con dos! Darle un beso en los
morros hubiera estado fuera de lugar…
Nada más verlo me dio un vuelco el corazón; ¡qué
bueno estaba Virgen Santa! Me dio dos besos (caso
resuelto).
-¡Hola! ¿Has tenido que esperar mucho?
-No. Soy un poco tardona así es que… ¡acabo de
llegar!
-¡Menos mal! He perdido el metro y pensaba que
no llegaba…
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El amor es una…
¿Lo ves? Nada de: “Laura, ¡qué guapa estás!”. O…
“¿Te has hecho algo? Te veo distinta”. Porque me
había cortado el pelo dos palmos; digo yo que
“algo” se tenía que notar, ¿no? ¡Pasó de mí! Ni
siquiera me echó una de esas miradas que te
repasan de arriba abajo. ¡Vale! A los 15 minutos
ya tenía totalmente claro que si había quedado
conmigo era sólo por compromiso. ¡Qué horror!
Tenía unas ganas horribles de llorar porque…
cuanto más hablamos más me gustaba él y menos
le gustaba yo.
Fuimos a una cafetería que eligió Héctor porque
según él, allí se servían los mejores Capuchinos del
mundo; (yo que había estado en Roma
recientemente puedo dar fe de que aquello era
“aguachirri”).
Y en aquella hora lo único que pasó fue el tiempo.
Me volví a mi casa más disgustada que cuando le
dije a Diego que habíamos terminado. Quedamos
en tomar una copa otro día pero… ¿Quién
llamaba a quién? Eso no se dijo. Yo desde luego no
volvía a hacer el ridículo… y él… ¡Estaba claro
que no me iba a llamar!
Apunte mental: Laura… ¡Olvídate de Héctor!
porque pasa de ti como de la ….
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El amor es una…
SEGUNDA OPORTUNIDAD
Ana Mae es una de esas personas que le cuestan
mucho exteriorizar sus sentimientos, pero
quienes la conocemos, sabemos que algo le sucede
cuando se vuelve hiper-activa; es esa su terapia
para “dejar de pensar” (aunque todavía tengo mis
dudas sobre si realmente funciona). Por eso,
cuando Ana Mae decidió un domingo por la
mañana viajar hasta Murcia para comprar
muebles en Ikea, supe a ciencia cierta que estaba
realmente afectada por cómo acabó la historia
con su ligue de 20 años. Como no quería pensar
(ni muchísimo menos estaba dispuesta a hablar)
no sé mucho de qué le pasó por la cabeza (ni por
el corazón) cuando él la rechazó. Pero no debió
ser nada bueno cuando redecoró toda la tienda
sólo 5 meses después de hacer la reforma.
-Y ¿qué vas a hacer con todos los muebles nuevos?
–Le pregunté.
Segundo indicio de que la cosa no andaba bien:
-No lo sé.
-¿Y por qué no los vendes?
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El amor es una…
-¿Aquí en la tienda? ¡Imposible! No me caben más
cosas.
Eso también lo podía haber pensado antes; (pero
no se lo dije).
-Por Internet; por Internet hoy en día se vende
cualquier cosa.
En menos de dos semanas ya tenía todos los
muebles y demás objetos de decoración vendidos;
(a excepción del quemador de las hadas).
-Quédatelo tú, -me dijo- te lo has ganado.
-Muchas gracias.
No sé si lo he dicho antes pero… ¡me encantan las
hadas! Cuando era pequeña soñaba con ser una
de ellas porque tienen alas para poder volar y son
mágicas (pero eso es otra historia que ahora no
viene al caso). Ana Mae estaba pasando una
mala racha y había que hacer algo urgente para
ayudarla. Coral dio con la solución:
-Lo que ella necesita es una segunda oportunidad.
-¿Quieres que vuelva con el veinteañero? –Le
pregunté extrañada.
-¡No! Eso sería una estupidez muy gorda. Me
refiero a que tiene que conocer a otro hombre; o
mejor dicho, conocer a un hombre para olvidarse
de un niño. –Y dicho esto se rió.
41
El amor es una…
-¡Eres mala!
-Tenemos que sacarla a pasear.
-No será tarea fácil.
-¡Tú déjame a mí!
No sé cómo narices Coral consiguió entradas
gratis para la discoteca y todavía tengo menos
idea de cómo convenció a Ana Mae para que
dejara a Malú con su padre y se decidiera a salir
con nosotras.
Nos fuimos a cenar a un italiano porque la
ocasión lo merecía. Y antes de llegar a los postres
el Lambrusco ya había hecho sus efectos.
-Brindemos por los hombres. –Dijo Coral
levantando su copa en un estado de embriaguez
bastante notable.- Porque esos cerdos, cobardes e
inmaduros que nos vuelven locas.
-Mejor brindemos por nosotras. –Rectifiqué yo
(que como conducía estaba en mejor estado que
ella).
-¡POR NOSOTRAS!
Cuando salimos del restaurante todavía era
pronto para entrar en la discoteca así es que nos
fuimos de pubs; concretamente a un karaoke a
destrozarnos las cuerdas vocales. Coral pidió una
ronda de Ferraris para todas. Yo le recordé que
conducía pero ella no me hizo ni p…. caso. Ellas se
pidieron dos rondas más pero yo me planté
42
El amor es una…
porque le tengo mucho aprecio a mi vida y a los
12 puntos de mi carnet de conducir. Por esa razón
(y porque no soy muy dada a los micrófonos) me
evité
el
gran
ridículo
de
destrozar
el
“Sobreviviré” de Mónica Naranjo. A Coral y Ana
Mae las bajaron a empujones del escenario y
salieron muy enfadadas del pub.
-Si no estuviera muy borracha, -dijo Coral
subiéndose el bolso al hombro por enésima vezpediría la hoja de reclamaciones; ¡fíjate lo que te
digo!
-¡Dios mío! ¿Dónde voy yo con estas borrachas? –
Pensé en voz alta.
Y Ana Mae contestó a voz en grito: “¡¡¡A…
N.K.!!!”. Bueno, supondremos que eso quería decir
que “nuestra” terapia estaba funcionando.
Aunque su buen humor duró lo justo y necesario;
o sea, mientras que el alcohol le fue haciendo
efecto. Coral conoció a un chico 8,65 y al final
(claro estaba) acabó en los asientos del rincón.
Pero como vive obsesionada con Javi, cuando el
chico le pidió el teléfono… ¡ella no se lo dio! Y yo…
bueno,… no había ahogado mis penas en el alcohol
así es que me lo pasé de p… pena con todas ellas.
Cuando fui al baño por enésima vez, perdí a Ana
Mae de vista; ¿habría ligado? La busqué por todas
las pistas y en todos los rincones pero… ni rastro
de ella. Al final fue ella quien dio conmigo.
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El amor es una…
-¡Vaya sitio más pijo y asqueroso! –Traía cara de
pocos amigos.- ¿Sabes que aquí no se pueden
cerrar los ojos?
-¿Estás borracha? –No tenía ni idea de lo que me
estaba hablando.
-A lo mejor. Pero me he sentado un rato a
descansar y he cerrado un poquito los ojos. ¡¿Y
sabes lo que ha pasado?! Que un segurata ha
venido ¡a llamarme la atención! Y ¿sabes por qué?
¡Porque doy mala imagen al local!
Me entró la risa al imaginarme la situación pero
Ana Mae me miró ofendida; por lo visto a ella no
le había hecho tanta gracia.
-¿Nos vamos ya? Quiero irme a dormir a mi
cama; al menos de ahí estoy segura que nadie me
va a echar.
-No podemos hasta que no acabe Coral; y… me da
la impresión que va para largo.
-¡Genial!
Dicen que “mal de todos consuelo de tontos”; pero
al menos ya éramos dos que se lo estaban pasando
de p…. pena. A las 6:30 decidimos que ya
habíamos esperado bastante y nos fuimos al
coche. A la salida, uno de los porteros le dijo a
Ana Mae:
-Que tengas dulces sueños Bella Durmiente.
-Los tendré si no vienes tú a sacarme de la cama.
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El amor es una…
Aunque sonó bastante borde lo arregló con una
sonrisa. Pero el chico le echó un par y sacando
una tarjeta que llevaba en el bolsillo de los
pantalones, dijo:
-Si cambias de opinión llámame; se pueden hacer
cosas más interesantes que pasarse la vida
durmiendo…
Ana Mae se quedó sin palabras; pero se guardó la
tarjeta. Se despidió y nos fuimos.
-¡Joder, qué bueno está! –Le susurré al oído.
En verdad lo estaba. Cuando cruzábamos la calle
se dio media vuelta disimuladamente y lo volvió
a mirar. Él le guiñó el ojo y ella le devolvió el
gesto con una sonrisa.
-Sí… supongo que no está mal.
-¿Lo vas a llamar?
-Es una tarjeta de trabajo; -dijo enseñándomelaarregla ordenadores.
-¿Y? No has respondido a mi pregunta.
-No.
-¿Por qué? Si has dicho que te gusta.
-Porque no; porque… ¡Ahora no me apetece
hablar del tema!
-¡Pues vaya!
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El amor es una…
Cerraron la discoteca y Coral seguía sin aparecer.
Empezamos a imaginarnos un montón de cosas
tipo: se han quedado encerrados en un baño, se ha
ido con él y se le ha olvidado avisar,…
Comprobamos los móviles un montón de veces
pero nada de nada. Y a las ¡ocho de la mañana!
llegó feliz y contenta con un chupetón en el cuello
del tamaño de una pelota de ping-pong.
-¡DIOS MÍO! –Dijimos Ana Mae y yo al unísono.
-¡Por Dios, ¿qué te ha hecho ese hombre?!
Cuando se miró al espejo ella también dijo: “¡DIOS
MÍO! ¡Me ha chupado toda la sangre!”.
Nos contó que se lo había pasado muy bien pero…
en definitiva seguía más que colgada de Javi el
foquero porque ni si quiera le había dado la
dirección del messenger al Conde Drácula. ¡Qué
bien! Al finalizar la noche las tres seguíamos
igual: asqueadas del amor (pero al menos Coral
tenía un chupetón y una historieta que contar,
¡jajaja!).
¿Crees en el destino? Yo sí, y pienso que a veces
las cosas suceden simplemente porque tenían que
pasar. Por esa razón kármica a Ana Mae se le
estropeó el ordenador el lunes a las 10 de la
mañana. Y por esa misma razón, cuando fue a
buscar a un técnico para solucionar el problema,
lo primero que le apareció fue la tarjeta del
portero de la discoteca. Se lo pensó mucho pero al
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El amor es una…
final lo llamó porque le urgía arreglar el
ordenador y porque, simplemente, tenía que
pasar. Sergio, que así se llamaba, se alegró mucho
de tener noticias suyas porque sinceramente no
esperaba que Ana Mae le llamara y, (aunque era
cierto que lo había llamado porque se le había
estropeado el ordenador), él creyó que era una
simple excusa. A las seis de la tarde ya le había
arreglado la avería.
-¡Qué niña más guapa! –Dijo Sergio al ver la foto
que Ana Mae tenía sobre el mostrador.
-Se llama Malú.
-Un nombre tan bonito como ella.
-Gracias. Dime, ¿cuánto te debo?
-Una cena. –Ana Mae se rió pero aun así se hizo
la dura._ No; en serio, ¿cuánto te debo?
-Una cena. Pero si te parece muy caro podemos
dejarlo en un café.
-No eres muy bueno haciendo negocios…
-Ya lo creo que sí. Entonces qué, ¿café o cena?
Ana Mae se lo pensó más de un minuto y al final
aceptó un café; salió ella ganando con el trato.
-Por cierto, me he tomado la molestia de
instalarte la nueva versión del Messenger y te he
añadido mi dirección; espero que no me pongas
como no admitido.
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El amor es una…
Ana Mae se rió y luego dijo: No sé, no sé… A lo
mejor me lo pienso.
Al día siguiente quedaron para tomarse el café…
Y hablando, hablando se les hizo hora de cenar.
Ella pagó la cena; con lo cual quedaron bastante
empatados en el negocio. Dos semanas después la
cena la pagó él… y ella las copas de después. Tres
semanas después la cena la pagaron a medias y
después… Bueno, después está claro dónde
terminaron, ¿no? Ana Mae estuvo alucinando
durante días porque, cito palabras textuales: “No
había echado un polvo desde que me quedé
preñada; ¡y qué polvo!”. Y así todo fue rodado
durante cosa de un mes hasta que un día Ana
Mae le dijo a Sergio cuando estaban quedando:
-Puede que el domingo lo tenga libre; mi padre
quiere llevar a Malú al cine.
-¿Quién es Malú?
Ana Mae se quedó bastante sorprendida con
aquella pregunta.
-¡Mi hija! La niña de la foto, ¿recuerdas?
-¡Ah! ¡Ostia, ¿tienes una hija?!
Semanas después Ana Mae seguía preguntándose
cómo narices no se había dado cuenta desde un
principio; ¡si Malú era igualita a su madre!
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El amor es una…
Lo que pasó después ya puedes imaginártelo
porque… la historia se repite.
Un domingo ¡a las seis de la mañana! (sólo llevaba
dos horas durmiendo porque había tenido boda la
noche anterior), Ana Mae me llamó por teléfono:
-¿Tienes algo que hacer hoy? ¡Me voy a Ikea! Creo
que debería darle un nuevo estilo a mi comedor.
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El amor es una…
UNA OFERTA DE TRABAJO
MUY ESPECIAL
Septiembre es el mes de las bodas y eso, aunque
económicamente nos beneficia, no nos deja ni un
día de descanso. Estaba hasta las narices de ver
bodas (y más cuando empiezas a sospechar que tú
jamás de los jamases serás la novia); y para colmo
de males, aquella noche tuve una boda en el
mismo salón en el que se casó Diego y en el que
tuve la desgracia de conocer a Héctor. Todos los
recuerdos, uno por uno, fueron pasando por mi
mente a lo largo de la noche. ¿Es normal
obsesionarse con una persona hasta tal punto?
¿Es normal echar de menos a alguien que sólo ha
pasado por tu vida un par de horas? ¡No!
Sinceramente eso no debe ser muy normal. Me
sentí tan rematadamente estúpida que tuve que
salir al jardín a que me diera el aire; (y lo que me
dio fue la lluvia porque estaba cayendo a base de
bien). Me senté en el banco y entonces volví a
recordar y reventé. Se me empapó toda la cara y
empezó a corrérseme el maquillaje (y no
precisamente gracias a la lluvia). Cuando
terminé de desahogarme me dije a mi misma:
“¡Basta ya Laura! Esto ya ha ido demasiado lejos.
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El amor es una…
Héctor sólo fue el rollo de una noche. ¡Olvídalo
ya!”. Y para demostrarme a mí misma que sí
estaba dispuesta a olvidarlo, abrí el móvil y pulsé
la tecla de borrar sobre su nombre. “¿Quieres
borrar?”. Mi móvil (que es un aparato muy
inteligente) esperaba una contestación: “Sí o no”.
Entonces empezó a sonar. ¿Te imaginas quién
era? ¡Alucinante! Ya te dije que a veces el destino
elige nuestro camino si necesidad de que seamos
nosotros quienes tomemos la decisión.
-¿Héctor?
-¡Hola Laura! ¿Te pillo trabajando?
-Pues sí; pero puedo hablar, estoy haciendo un
pequeño kit-kat.
-¿Qué tal estás?
-Ahora mismo cansada, pero bueno… no me
puedo quejar.
-Y a ti, ¿qué tal te va todo?
-Tampoco me voy a quejar no vaya a ser que la
cague. Te llamaba por un asunto de negocios.
¡Vaya mierda! Todas mis ilusiones terminaron
por los suelos y me entraron ganas de ponerme a
llorar otra vez.
-De qué se trata…
-¿Podemos quedar a tomar un café y te lo
explico?
-¿El lunes te va bien?
51
El amor es una…
De más está decir que aunque al principio me
fastidiara muchísimo que el único motivo que
tuviera para verme fuera por asuntos de trabajo,
pues ¡qué le vamos a hacer!, acabé ilusionándome
como una idiota quinceañera; y más cuando
Coral me convenció de que lo del trabajo no era
más que una excusa para volver a verme. Pero,
¿por qué? Si yo estaba deseando quedar con él, ¡no
necesitaba ninguna excusa!
Quedamos en la cafetería de la última vez.
Cuando entré me temblaron las piernas. Él ya me
estaba esperando en una mesa del rincón.
-¿Qué tal Laura? Te veo muy bien.
¿Y ya está? Nada de: “¡Estás guapísima! Me
gustan esos vaqueros; te sientan bien…”. Menos
mal que al menos me dio dos besos…
-Gracias. A ti tampoco te ha ido mal el verano;
estás muy moreno.
-Acabo de venir de Cuba.
¿Te imaginas cómo me sentí al imaginármelo con
un montón de cubanas? Porque ya se sabe lo que
dicen de cuba… ¡Aaaaaah!
-Ya sé lo que estás pensando… –Dijo sonriéndose¡Pero no! Ha sido un viaje de trabajo. Mi pareja
de baile y yo estamos aprendiendo nuevos pasos
52
El amor es una…
porque en octubre nos presentamos a un concurso
de baile a nivel europeo.
Casi prefería lo de las cubanas porque el
aguijonazo de los celos me picó más fuerte cuando
nombró a su pareja de baile. Se me subieron los
colores y él lo notó pese a que intenté disimularlo
diciendo que hacía mucho calor.
-Y ¿qué tal lo lleváis?
No debí haberlo preguntado porque el aguijonazo
de los celos me picó aun más fuerte; Héctor no
paró de elogiar a la susodicha “Sabrina”. ¿Se
puede llegar a odiar a una persona sin conocerla?
¡Ya lo creo que sí! Porque yo la odié casi a los dos
segundos de saber de su existencia. A todas éstas
casi se había hecho la hora de despedirnos porque
Héctor tenía clase a las seis, y todavía no
habíamos hablado nada de “la oferta de trabajo”.
Por varios minutos pensé que a lo mejor Coral
tenía razón y todo era una excusa; pero no, era
cruelmente real.
-Necesito que nos hagas unas buenas fotos para
presentarlas al concurso. Sólo es publicidad
pero… desgraciadamente la imagen es lo que
vende.
-¿No se supone que es un concurso de baile?
-Sí; pero para bailar primero tendremos que
entrar en el concurso… y las bases son las bases.
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El amor es una…
-Si quieres buenas fotos… ¡tendrás las mejores!
¡Qué bien! Iba a conocer a Sabrina; ¡esa era la
“ilusión” de mi vida! Durante dos días estuve
torturando a todas mis amigas con lo mismo:
“¿Sabes por qué no le gusto a Héctor? Porque no
soy una bailarina anoréxica como la tal Sabrina.
Yo no desprendo feromonas cuando bailo; (de
hecho bailo como un pato mareado)”. Y lo peor de
todo es que estuve torturándome a mi misma:
“Héctor está enamorado de Sabrina. Igual él
todavía no se ha dado cuenta pero no hay más
que oírlo hablar… ¡Eso se nota! ¿Por qué tuviste
que aceptar este trabajo? ¿Eres masoquista o qué
te pasa?”.
El jueves, puntual como un reloj, estuve en la
dirección que Héctor me había dado con mi
material de trabajo al completo. La academia era
muy bonita por fuera… por dentro ya era una
pasada. Nada más entrar una chica vino a
recibirme.
-¿Tú eres Laura?
-Sí; ¿llego un poco pronto?
-Llegas justo a tiempo. Héctor está terminando la
última clase y ahora se reúne con nosotras. He
cerrado aquella sala para que podamos trabajar
tranquilamente; espero que esté todo a tu gusto.
-Ahora lo veremos…
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El amor es una…
Entonces lo supe: aquella chica bajita, de pelo
rizado y rubio… No podía ser otra que ¡la
fantástica Sabrina! (Desde luego, no era para
nada como me la había imaginado). De anoréxica
tenía más bien poco… pero aun así no se podía
negar que era muy mona.
-Por cierto, no me he presentado: Yo soy Sabrina.
-Me lo he imaginado; Héctor ya me había
hablado de ti.
Ese comentario me lo podía haber ahorrado
porque lo único que hice fue inflar su ego.
-¿Pero bien o mal? –Dijo sonriéndose.
-Bien, claro está.
-No sé, no sé… -Siguió diciendo sin quitarse la
sonrisa de la boca. –Ya se sabe que los hermanos
mayores a veces son muy puñeteros. ¿Tú tienes
hermanos?
¡¡¿SU HERMANO?!! ¿Me quieres decir que Héctor
era su hermano? Te juro que si en ese momento
me llegan a pinchar no tiro ni una gota de
sangre.
-Hola… ¿Te has quedado transpuesta?
¿Por qué Sabrina nunca dejaba de sonreír; sería
que le apretaba demasiado la goma del pelo?
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El amor es una…
-No… es que… Estaba pensando en algo… del
trabajo.
-¿Entonces no tienes hermanos?
-¡Sí! También mayores que yo. Y para más INRI
¡gemelos!
-Entonces te harán la vida imposible ¡doblemente!
Yo también me reí; pero más bien por la alegría
de saber ¡que Héctor no estaba enamorado de su
hermana, jajaja!
Héctor tardó un poco en venir pero mientras
tanto Sabrina fue cambiándose de ropa. El
concurso era de bailes latinos y participaban en
cinco modalidades distintas por lo que la sesión
de fotos requería de cinco cambios de vestuario.
El primer “vestido” (por llamarlo de alguna
manera porque más bien era un trocito de tela)
era de color naranja chillón, salpicado de un
millón de lentejuelas plateadas. ¡Era una pasada!
-¿Te gusta? –Me preguntó Sabrina al ver mi cara
de alucine.
-Es… ¡precioso!
-¡Y muy caro! ¿Crees que impresionaré al jurado?
-¡Ya lo creo que sí!
Se le veían las dos piernas y medio culo…
Entonces llegó Héctor y el corazón (qué traidor)
me dio un vuelco.
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El amor es una…
-Lo siento muchísimo… Ya veo que habéis
empezado sin mí… Supongo que mi “hermanita”
ya se habrá presentado…
Me dio dos besos y dijo:
-Estás muy guapa. Voy a cambiarme de ropa.
Todavía me queda la duda de si se dirigía a mí o
a su hermana. La verdad es que he de reconocer
que Héctor vestido de bailarín perdía un poco.
Siempre he pensado que “esas vestimentas” son un
poco afeminadas. Aun así seguía teniendo su
encanto. La sesión duró casi cuatro horas y como
no tuvimos tiempo para cenar, nos comimos unos
sándwich entre foto y foto.
-Bueno… con esto creo que ya está. Cuando las
tenga ya os llamaré para que vengáis a elegirlas.
-¿Quieres ver una de nuestras coreografías? –Dijo
Sabrina toda entusiasmada.
¿Cómo era posible que después de tantas horas
posando no estuviera hasta las narices de
sonreír? Lo que yo te diga, era la coleta que le
estiraba; de lo contrario no me lo explico.
Bailaron una salsa, y ¡joder qué salsa! No me
extrañaba que Héctor fuera tan bueno en la
cama. Después Sabrina insistió en que me sacara
a bailar y quise que la tierra se me tragara
porque… digamos que mi pie izquierdo no se lleva
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El amor es una…
muy bien con el derecho. Pisé a Héctor tres o
cuatro veces y al final desistí.
-Podrías darle unas clases particulares. –Sugirió
Sabrina.
-¿A quién? ¡¿A mí?! ¡Nooo!
-¿Por qué no? –Dijo Héctor.- Te mueves muy bien.
-¡Ese chiste ha sido bueno! Te he pisado un millón
de veces… ¿ya se te ha olvidado?
-Serían gratis.
-Te lo agradezco pero… Acabarías pagándome
para que me marchara.
-Como quieras… Tú te lo pierdes.
Lo sé, lo sé… Coral ya me dijo que acabaría
arrepintiéndome
algún
día.
¡Ya
estoy
arrepentida, ¿vale?! Pero pensé que igual lo hacía
por compromiso o… que esperaba que yo no le
cobrara las fotos. Pero vamos a ver, ¿si quería
quedar conmigo no podía decirlo sin obligarme a
pasar por la humillación de tener que bailar
como un pingüino borracho?
Me consolé a mi misma pensando que tenía una
segunda oportunidad: “Laura, cuando venga a
elegir las fotos dile que has cambiado de opinión”.
Pero no vino; ¡no vino! Tenía mucho trabajo y
mandó a Sabrina.
Me volví a consolar a mí misma pensando que
tendría otra oportunidad cuando viniera a
recoger las fotos pero… ¿a que ni te lo imaginas?
¡No vino! Tenía mucho trabajo y mandó a
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El amor es una…
Sabrina. Eso sí, aquel mismo día me llamó para
darme las gracias por el trabajo (y porque le dejé
las fotos a mitad de precio) y dijo que me debía
una cena que me pagaría cuando volvieran de
Milán.
-¡¿Te vas a Milán?!
-Sí; el concurso se hace allí dentro de tres
semanas.
-Os deseo mucha suerte.
Ya… ¡qué más daba todo! Héctor no me veía con
los mismos ojos con los que yo lo veía a él. A lo
sumo me veía como a una amiga (y ni siquiera
como a una buena amiga sino más bien como a
una conocida). ¿Y sabes qué ha sido lo peor de
todo esto? Que cuanto más claro tengo que debo
olvidarme de él, más claro tengo que no puedo.
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El amor es una…
OTOÑO 2007
Coral volvió de su fin de semana en Terra
Natura, acompañada de Javi el foquero. Sé que te
estás haciendo la misma pregunta que me hice yo
en su momento; y la respuesta es:
-¡No! El viernes me bajó la regla. ¿No me digas
que no tengo mala suerte?
Le dije que sí aunque realmente pensaba que era
lo mejor que le podía haber pasado. Tampoco
sirvió de mucho porque al miércoles siguiente
quedaron a cenar y… ya no tenía la regla así es
que… ¡pasó lo que pasó! El domingo siguiente
igual… y al otro… y al otro… Hasta que Coral,
para su satisfacción, acabó convirtiéndose en
Otoño 2007.
Según ella Javi había cambiado. En el trabajo
todo el mundo sabía que estaban saliendo juntos y
un día hasta la invitó al cumpleaños de su
sobrina. Pero yo seguía teniendo mis dudas al
respecto. Y sino, ¿por qué todavía no le había
presentado a sus amigos?
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El amor es una…
-Esta vez no quiero cagarla. –Es lo que siempre
contestaba Coral.- La otra vez lo agobié
demasiado y por eso acabé perdiéndolo; es mejor
que le deje su espacio y no me importa que los
fines de semana salga sólo con sus amigos.
-Te recuerdo que lo perdiste porque no sabe
mantener la bragueta cerrada por mucho tiempo.
-¡Laura!, eso me ha dolido.
-Sólo te he dicho lo que pienso.
Pero por lo visto no le sentó muy bien que fuera
sincera así es que, después de llamarla para
pedirle perdón (todavía no me queda claro el por
qué pero no me hablaba) dejé de dar mi opinión
sin que me la pidieran.
El tiempo pasó casi sin darnos cuenta y ya
estábamos a mediados de octubre. Coral y Javi ya
llevaban juntos casi un mes y pronto sería su
cumpleaños. Nosotras le organizamos una fiesta
sorpresa (no tan sorpresa porque ella ya lo sabía)
pero nada de lo que hiciéramos se podía
comparar a lo que Javi le tenía preparado.
Reservó una mesa en el restaurante que hay
dentro del oceanográfico y después (sobornando a
los de seguridad) consiguió colarse en la piscina
de los delfines. Coral no paraba de contar lo
excitante que resultó que Javi le hiciera el amor
mientras los delfines daban vueltas a su
alrededor.
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El amor es una…
-Tía, ¡eres muy morbosa! –Le dijo Ana Mae.
Coral juraba y perjuraba que no… Pero el sábado
por la noche ella y Javi se encerraron en el baño
de la discoteca que da al acuario y… sospecho que
lo volvieron hacer. ¿Es posible que si te pasas todo
el día nadando entre peces acaben formando
parte de tus fantasías eróticas? Yo nunca he
tenido ninguna con el cuarto oscuro y me paso
horas y horas en él. ¡Ey! Ahora mismo estoy
teniendo una muy buena. ¡Dios! Piensa en otra
cosa… piensa en otra cosa…
Mejor te sigo contando lo que pasó el día que
celebramos el cumpleaños de Coral; (a parte de
que ella echara un polvo en los servicios, claro).
Fuimos a N.K. porque Ana Mae había
conseguido que su nuevo amigo Sergio (el portero
que la rechazó), nos diera descuentos para la
discoteca. Antes habíamos ido a cenar a un bar
en el que nos sirvieron “demasiada” sangría. Y
como no conducía bebí, bebí y bebí… para
olvidarme de que Héctor ya habría vuelto de
Milán ¡y todavía no me había llamado! Encima
después hicimos botellón, o sea que cuando
entramos en la discoteca íbamos todas con la
“puesta a punto” bien hecha, ¡jaja! Coral ya tenía
con quién entretenerse pero Ana Mae y yo no; así
es que nos fuimos a estudiar el mercado.
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El amor es una…
-¿Jugamos a salvar el universo? –Le propuse a
Ana Mae. –Quien pierda paga una ronda de
chupitos.
-¡No! Eso no se vale. ¿Pero tú has visto cómo está
el patio?
La verdad es que estaba bastante mal; más de dos
mil personas y ningún tío bueno.
-¡Cobarde!
Ana Mae acabó aceptado la apuesta. El juego,
por si no has jugado ninguna vez, consiste en
buscar a un tío con el que salvarías el universo
en el caso de que peligrase aquella misma noche;
vamos, que tienes que besarte con algún tío antes
que las demás. ¡Perdí la apuesta! Sí, ya sé que la
idea fue mía y que Ana mae no estaba del todo
convencida pero… Es que la única persona con la
que salvaría el universo ahora mismo, ¡es Héctor!
Pero se puede decir que Ana Mae hizo un poco de
trampas porque nos cruzamos con Sergio y sin
darle tiempo a reaccionar le dio un beso en todos
los morros.
-Gracias por las entradas. –Le dijo Ana Mae
después de tomar aire.
Él se quedó flipando y a mí me tocó pagar una
ronda de chupitos. La resaca del día siguiente ni
puedo ni quiero recordarla.
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El amor es una…
Otras de las cosas que he aprendido de Coral es
que aunque te pidan tú opinión, no la des
abiertamente; a veces sólo oímos lo que queremos
escuchar y vemos lo que realmente nos interesa.
Por esa razón, cuando Coral me contó aquella
historia tan enrevesada; ésta fue mi contestación:
-Si lo quieres tendrás que confiar en él.
No era de todo mentira pero… ¿de qué te vale
confiar en alguien que te engaña?
-De sobras sabes que lo quiero pero… No sé…
Tengo la sensación de que algo no cuadra.
Eso mismo intentaba explicarle yo desde un
principio pero no me dejaba y llegados a esas
alturas tampoco lo hice; ella sola se daría cuenta
de todo. Te estarás preguntando ¿qué es lo que
pasó? Pues que uno de los porteros del
oceanográfico le había dicho a Laura que el
viernes una chica morena fue a buscar a Javi;
era su novia. Obviamente Laura le dijo que eso no
podía ser porque Javi ya tenía una novia, o sea,
¡ella! Después de innumerables comidas de cabeza
se lo preguntó a Javi directamente y éste le dijo
que quien había ido a recogerlo era su hermana
porque tenía el coche estropeado.
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El amor es una…
No sabemos si sería mentira o verdad; pero el
caso es que coló. Y Javi y Coral celebraron sus dos
meses juntos en la piscina de los delfines.
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El amor es una…
CELESTINA POR UN DÍA
Mi abuela llevaba dos semanas en cama y sin
ninguna intención de moverse de allí. El médico
de cabecera le había diagnosticado: “Depresión
por cambio estacional”. ¡Y una mierda! Lo que mi
abuela tenía era mal de amores. Después de que
Ezequiel la dejara (y de eso ya hacía más de dos
meses), se borró de las clases de baile, de las de
cocina y de las de corte y confección. Ya
prácticamente no pisaba el Hogar del Jubilado. Si
no hacíamos algo al respecto mi abuela acabaría
muriéndose de pena. Pero por lo visto mis padres
no se daban cuenta de ello porque con los
antidepresivos que le había mandado el médico,
se dieron por satisfechos. Así que fui yo quién
tomó las riendas en el asunto.
-Abuelita, -le dije una tarde- vístete que nos
vamos.
-¿A dónde?
-¡A bailar!
-No; estoy mejor en la cama.
-Es una orden.
-Te doblo y hasta te triplico la edad, ¿y tú vienes
a darme órdenes a mí?
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El amor es una…
-¡Sí!
Por lo visto no iba a ser fácil de convencer así es
que la saqué a estirones de la cama pero se
negaba a vestirse.
-Sé cómo te sientes… porque yo me siento igual.
-¿También tienes depresión debida al cambio
estacional?
-Llámalo como quieras… pero tengo lo mismo que
tú.
Al final accedió a salir conmigo; pero nada de ir
al Hogar del jubilado, tuve que conformarme con
llevarla a merendar.
-¿Cómo se llama? –Me preguntó mi abuela cuando
mojaba su ensaimada en el café con leche.
-¿Quién?
-De sobras sabes de lo qué te estoy hablando…
-Héctor.
-¿Y…?
Y le conté toda la historia (omitiendo la parte del
sexo, claro está, no olvidemos que se trataba de
mi abuela).
-A ese chico le gustas.
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El amor es una…
De todas y cada una de las opiniones que me
habían dado, aquella sin duda era la más
absurda de todas.
-¡Qué dices!
Luego caí en la cuenta de que a mi abuela le
había dado una versión Light; por tanto su visión
no podía ser igual que la de los demás. Por eso no
traté de discutir su teoría.
-Te podía haber llevado a la cama otra vez y no
lo hizo; eso significa algo, ¿no crees?
-¡Abuela!
-No me mires así; soy vieja pero no tonta. Y luego
te llamó a ti para hacerle las fotos; ¿crees que no
le habrán hecho fotos un millón de veces? Debe
conocer a muchos fotógrafos.
-Entonces, si tan lista eres, dime, ¿por qué no me
ha vuelto a llamar?
-¡Porque es un hombre!
-¡Oh, menos mal! Creí que era un mono.
-Es un hombre y los hombres, por naturaleza, son
cobardes.
-¿Y qué debo hacer?
-Esperar… y tomarte el capuchino que se te está
enfriando.
-¡Pues vaya mierda!
-Esa boca… No me hagas que te la lave con jabón
a estas alturas.
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El amor es una…
Las tardes que pude escaparme de la tienda (que
fueron realmente pocas) llevé a mi abuela a
merendar y poco a poco fui consiguiendo que
levantara un poco los ánimos. Pero no le saqué ni
media palabra sobre Ezequiel. Al final opté por la
opción más rastrera: llevarla engañada hasta el
Hogar del jubilado.
-Abuelita, hoy vamos a merendar a un sitio
distinto.
-¿A dónde me llevas?
-Es una sorpresa.
Una sorpresa que no le hizo ninguna gracia…
Cuando llegamos a la puerta me dijo:
-¡Eres una traidora!
Y me dejó plantada en la puerta.
-¿Dónde vas?
-¿Tú qué crees?
Entonces llegaron dos señoras que conocían a mi
abuela y se alegraron mucho de verla. La
convencieron (más bien la coaccionaron) a que
entrara y mi abuela, estirándome del brazo, me
susurró al oído:
-Tú vienes conmigo y recuerda: ésta me la pagas.
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El amor es una…
¡Vale! Pero me había salido con la mía. ¡Jajaja! Y
encima tuve suerte porque nada más entrar ¿a
que no adivinas con quién nos cruzamos? ¡Con
Ezequiel! Se preocupó por la salud de mi abuela
porque se había enterado de que estaba mala pero
ella delante de él se hizo la valiente y le restó
importancia. Luego le cortó un poco bruscamente
y nos sentamos en una mesa a tomarnos mi
capuchino y su café con leche. Era martes y todos
los martes, a las siete en punto, hacían baile.
Ezequiel no tardó mucho en venir a sacar a
bailar a mi abuela. Ella, muy cortésmente, se
negó a bailar con él pero yo fui más astuta que
ella y la obligué a que aceptara alegando que mi
padre me había llamado porque me necesitaba
urgentemente en la tienda. Mi abuela me apartó
cogiéndome del brazo y me susurró al oído:
-Dos cosas: No te perdono todas las judirías que
me has hecho esta tarde y te juro que me las
pagarás todas juntas, ¡traidora!
-Dos cosas: -le dije yo- No pierdas tu tiempo
esperando; lucha por lo que quieres. ¡Ah! Y yo
también te quiero.
Le di un beso y me despedí de Ezequiel:
-Cuídamela, ¿eh?
-¡Eso está hecho!
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El amor es una…
Los dejé bailando y después no sé que pasó porque
mi abuela se negó a contármelo ya que: “me las
iba a hacer pagar todas juntas”. ¡Jajaja! Pero
volvió muy contenta del Hogar del jubilado y fue
directa a la cestita de sus medicinas. Ante la
sorpresa de mi madre, todas fueron a la basura.
Oficialmente “la abuela se había vuelto loca”. En
cambio sólo yo supe la verdad: Ese día me abuela
empezaba a vivir de verdad.
Como su enfado conmigo no era real, antes de
acostarse pasó por mi habitación a decirme:
-¡Traidora! Una cotorra me ha dicho que no
pierda mi tiempo esperando, que debo luchar por
lo que quiero. ¿Tú qué quieres?
-¿Qué ha pasado?
-Eso nunca lo sabrás… Pero no seas tonta y llama
a Héctor.
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El amor es una…
EL NIETO DEL NOVIO
Lo llamé tres veces: la primera estaba apagado o
fuera de cobertura, la segunda comunicaba y la
tercera… no me lo cogió. Así que desistí, me
resigné a mi destino y pasé de Héctor. Ya iba
siendo hora de que me olvidara de él de verdad.
Pero una cosa es lo que se pretende y otra muy
distinta lo que se consigue. Tenía que montar dos
vídeos de bodas en los que había estado
trabajando durante dos días y, ¿sabes cuánto
necesité para mandarlo todo a tomar por saco?
¡10 segundos! Lo que tardó mi ordenador en
borrarlo. Y soy tan rematadamente estúpida que
no había hecho ninguna copia de seguridad. Para
colmo de males, me llamó mi abuela toda
sofocada porque el repelente nieto de Ezequiel
había ido al Hogar del Jubilado para darles un
sermón acerca de lo mayores que estaban para
andarse con tonterías de noviazgos.
-Por favor, por favor, ¿puedes venir? Sé que
siempre tienes mucho trabajo pero si no fuera
importante no te lo pediría. Es que éste chico
impone mucho y Ezequiel y yo necesitamos a
alguien que esté de nuestro lado.
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El amor es una…
¿Cómo le decía que no a mi abuelita? Total, tenía
que empezar todo de nuevo; qué más me daba
esperarme una hora más.
-Estoy allí en 20 minutos.
Para que te hagas una idea de cuál era mi
aspecto físico aquella tarde, te diré que llevaba
los vaqueros más viejos que tengo y el pelo
recogido de mala manera entre la coleta y los
ganchos. Por si eso no fuera poco, en vez de llevar
maquillaje, llevaba rastros de tinta por debajo de
la barbilla y en mi camiseta de recuerdo de:
“Ibiza beach”. Vale que pensé: “Voy echa un trapo
pero total, voy al Hogar del Jubilado, ¿a quién
espero
encontrarme,
a
un
Brad
Pitt
sexagenario?”. No caí en la cuenta que a lo mejor,
por un casual de la vida, el repelente nieto de
Ezequiel estuviera mínimamente bueno. Pero, lo
que menos, menos, menos me esperaba en esta
vida, era encontrarme con quien me encontré:
-¿Tú qué haces aquí?
Era Héctor. Mi Héctor tomándose un café en la
barra del bar de los jubilados.
-Eso mismo me pregunto yo… Por cierto, te he
llamado dos veces y no me lo has cogido.
-No puede ser…
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El amor es una…
A la vez que le decía que era del todo imposible
porque no me había sonado el móvil, pude
comprobar que no estaba dentro de mi bolso
porque me lo había dejado en la tienda.
-Creo que me lo he dejado en la tienda.
-Entonces es que tenemos telepatía.
No quería que me preguntara el motivo de mi
llamada así es que lo bombardeé a preguntas:
-¿Qué tal el concurso? ¿Estuvo bien? ¿Os llevasteis
algún premio?
-Quedamos en cuarto lugar.
-¡Felicidades! Eso está muy bien, ¿no?
-Pues si no eres de los tres primeros… lo mismo
da.
-¡Vaya! Pero vosotros sois muy buenos; ¡otra vez
será!
-¿Vas a tomarte algo? Si quieres te invito. No es
por excusarme de la cena, todavía te la debo…
Se acordaba de la cena… ¡bien!
-No gracias; he venido a buscar a mi abuela.
-Yo he venido buscando al mío. Debe ser que hoy
es la tarde de “los nietos favoritos”.
-¿Dónde está tu abuela? –Dijo Héctor.
-¿Quién es tu abuelo? –Le pregunté yo.
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El amor es una…
-¡Allí está! -Contestamos los dos a la vez.
Por una de esas casualidades de la vida, los dos
señalamos al mismo lugar. ¡No, no, no, no podía
ser!
-¡¿Eres el nieto repelente de Ezequiel?!
-¿Me has llamado repelente?
¡Mierda! Tuve un pensamiento en voz alta.
-Y tú, me imagino, eres la nieta de nuestra
Julieta.
-Se llama Salomé. –Le dije un poco mosqueada.
-Me da igual; tú me has llamado repelente.
Nuestros abuelos no tardaron en acercarse. E
insistieron en presentarnos pese a que ya nos
conocíamos. Mediante señas intenté que mi
abuela cayera en la cuenta de que Héctor, el
repelente nieto de Ezequiel, era mi Héctor. La
pobre se quedó a cuadros como yo.
-¡Qué bien! –Dijo Héctor muy irónicamente. –Ya
estamos en familia.
Ezequiel quería que nos sentáramos los cuatro a
tomarnos un café y discutir un tema (que todavía
no sabía de qué iba); pero Héctor, (cómo no) tenía
prisa porque empezaba una clase a las siete. Se
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El amor es una…
fue y se despidió muy fríamente; presentía que la
nieta de “Julieta” no le había caído muy bien.
-¿Qué es lo que ha pasado? –Les pregunté en
cuanto nos quedamos solos los tres.
-Que a tu novio no le parece bien que nos
queramos casar.
-¡Abuela!
Le grité pero porque me sentó como una patada
en el estómago que lo soltara delante de Ezequiel;
¡y encima ni siquiera era mi novio! Luego asimilé
el resto de lo que había dicho y todavía me sentó
peor.
-¿Os vais a casar? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡¿Por qué?!
-Sí; el mes que viene. El por qué es obvio…
-Porque nos queremos. –Dijo Ezequiel antes de
darle un beso a mi abuela ¡y con lengua! ¡Dios qué
asco!
-¿Sabéis qué? –Dije poniéndome en pie. –Que creo
que Héctor tiene mucha razón: ¡Os estáis
pasando!
-¡Vaya! Ya se ha puesto de parte de su novio.
-¡Abuela!
Le volví a gritar y me fue de allí muy pero que
muy cabreada. Luego encima me tiré casi toda la
noche montando los vídeos de las bodas y
sintiéndome fatal por cómo había tratado a mi
abuela. Pero he de reconocer que durante dos
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El amor es una…
minutos sí que me reí muy a gusto al caer en la
cuenta de que Héctor y yo podíamos acabar
siendo “primo-hermanastros”, ¡¡jajaja!!.
Mi padre me dio la mañana libre más que nada
porque no había Dios que me levantara de la
cama. Cuando estaba teniendo una pesadilla en la
que aparecían Héctor, Ezequiel y mi enamorada
abuela, ésta última me despertó a la realidad.
-Laura, ¿podemos hablar?
-Si son más de las dos de la tarde, sí.
-Son las dos y media.
¡Qué mentirosa! Miré el reloj de la mesita de
noche y no eran más de las diez.
-¿Sabes que cuando me despiertan de un sueño
profundo me pongo de muy mala ostia?
-¿Sabes dónde estuve el martes?
-¿En el Hogar del Jubilado bailando pasodobles?
¡Por Dios! Lo que menos me apetecía era ponerme
a jugar a las adivinanzas.
-No. En el entierro de mi amiga Encarna.
Inmediatamente
me
sentí
fatal
por
mi
comportamiento y me levanté de la cama para
prestarle a mi abuela la atención que se merecía.
-Lo siento. Te acompaño en el sentimiento.
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El amor es una…
-Gracias. Cuando volvimos del cementerio me
puse a pensar y me he dado cuenta que a lo mejor
mañana ya no estoy en este mundo.
-¡Abuela! No vuelvas a decir eso ni en broma.
La abracé y le pedí que no me dejara nunca.
-Sabes también como yo que todo lo que digo es
verdad.
Sí; lo sabía pero no quería pensarlo porque sólo al
hacerlo me moría del dolor.
-¿Ahora comprendes por qué quiero casarme con
Ezequiel? Porque mi vida es sólo hoy. Creo que me
he ganado el derecho a una boda por amor
después de … Bueno, de tantísimos años.
-Yo creo que también. Te prometo que tendrás la
mejor boda del mundo. ¿Y ahora me dejas dormir
un ratito más?
Me dio un beso y me arropó como cuando era
pequeña. Me quedé dormida hasta las tres y volví
a soñar con Héctor, con Ezequiel y con mi abuela
pero ésta vez el sueño fue tan bonito que me dio
hasta rabia despertarme.
Como era de suponer, la noticia de la boda a mis
padres no les sentó nada, pero que nada bien. Mis
hermanos se descojonaron de la risa para acabar
78
El amor es una…
diciendo: “Ah, ¿pero que va en serio?”. Carlos
estaba más interesado por saber si Ezequiel tenía
nietas y si éstas estaban buenorras, mientras que
Víctor aprovechó la ocasión para burlarse de mí
una vez más: “Laurita, la abuela se nos casa
antes que tú; ¡¡jajaja!! Nena, que ha este paso se te
quema el arroz… ¡¡¡Jajajaja!!!”. Lo mandé a donde
pican las gallinas. En fin, que en mi casa tuvimos
motivos de chistes y peleas para rato.
Pensé en llamar a Héctor en un par de ocasiones;
pero como no se me ocurría nada que decirle,
(bueno, cosas sí que se me ocurrían pero no sabía
como entrar en la conversación) así que al final
desistí. Ahora, él tampoco se mató por llamarme.
A esas alturas ya tenía más que claro que jamás
de los jamases me iba a pagar la cena que me
debía.
Una semana después de la noticia bomba, la caja
de Pandora se volvió a abrir.
-Abuela, ¿qué haces?
Sabía lo que estaba haciendo porque pude verlo
con mis propios ojos; pero ¿por qué hacía sus
maletas?
-Me voy de casa.
-¿A dónde? ¿Por qué? ¿Te has peleado con mis
padres?
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El amor es una…
-No. Casi no me hablan así es que… No tengo
muchas oportunidades de discutir. Ezequiel se ha
ido de casa así es que hemos pensado en irnos a
vivir juntos a mi antiguo piso.
Aquello me dejó de piedra. ¿Era lícito que tu
abuela se fuera de casa antes que tú? ¡Y encima a
vivir con su novio! Vamos, que cuando lo contara
iba a sonar a chiste.
-Abuelita… No te puedes ir. ¿Me dejas sola con
mis padres y los monstruosos gemelos?
-Cariño… Espero que pronto llegue el día en que
tú hagas lo mismo.
Sí, yo también lo esperaba. Entonces (¡vaya! No sé
por qué, ¡¡jeje!!) me acordé del repelente de Héctor.
Tenía que hablar con él y decirle todo lo que
pensaba. Me daba lo mismo sino sabía cómo
introducir la conversación pero echar a su abuelo
¡su propio abuelo! de casa; eso ya era pasarse. Me
fui a hablar con él personalmente; (y como no era
una cita sino una discusión en toda regla, pues
que iba bastante fea, la verdad). En las
telenovelas las protagonistas cuando lloran o
incluso cuando se caen por las escaleras están
impecables; pero claro yo no era prota de ningún
culebrón.
80
El amor es una…
Llegué a la academia de baile y no me encontré a
nadie en la recepción. Me asomé a una de las
aulas y estaba Sabrina dando clases.
-¡Perdón! Estoy buscando a Héctor.
-¡Ah! ¡Hola Laura! Está ensayando en el aula
contigua.
Y allá que me fui. Cuando estaba delante de la
puerta estuve a punto de volverme atrás; pensé:
“¿Y ahora qué le digo?”. Entonces me vino a la
mente el recuerdo de mi abuela: “Creo que me he
ganado el derecho a una boda por amor…”. Y
toqué a la puerta. No sé si dijeron adelante o no;
pero yo la empujé. Cuando vi a Héctor se me paró
todo: las pulsaciones, la respiración,… Estaba
medio desnudo… Con todo su pecho depilado al
descubierto y con unos pantalones blancos que le
hacían un culo…. ¡menudo culo! (Hablando así
parezco un tío, lo sé). Como ya te habrás hecho
una idea de la visión que tuve al abrir la puerta,
continuaré con mi relato. Me temblaban las
piernas y no tenía ni puñetera idea de lo que le
iba a decir.
-¡Hola! –Era lo que solía decir cuando no se me
ocurría nada.
-¡Vaya! No te esperaba tan pronto. Debería
preguntarte a qué has venido pero… ¡Ya lo sé!
81
El amor es una…
La música que se oía cuando entré seguía
sonando. Héctor en lugar de pararla para que
pudiéramos hablar, me cogió para que bailara.
-¿Qué haces? –Le pregunté extrañada.
-Estaba ensayando.
-¿No puedes parar 5 minutos? Tenemos que
hablar.
Pasó de mí porque no me soltó. ¿Qué se supone
que estábamos bailando para que se me pegara
tanto?
-Sé todo lo que me vas a decir y no vas a lograr
convencerme de nada.
-Pero… -No me dejó hablar.
-Te noto un poco tensa; déjate llevar.
-Aquí hace mucho calor.
Y tanto que hacía calor; del calentón que me
estaba entrando. Entonces (y no me preguntes
cómo pasó todo porque fue muy confuso), la boca
de Héctor acabó en mi cuello y mi camiseta en el
suelo. ¡Mierda! Llevaba el sujetador viejo y… ¡Oh,
Dios! Las bragas de Snoopy. Con suerte no me las
vería (o a lo mejor con suerte sí; ¡¡jaja!!). ¿Alguna
vez has hecho el amor rodeada de espejos? Es
muy rallante pero tiene su morbo. Entonces
comprendí lo que sentía Coral cuando lo hacía en
la piscina
del oceanográfico; nosotros no
cerramos la puerta del aula y en cualquier
82
El amor es una…
momento podía entrar alguien y pillarnos. Pero
(por suerte) nadie entró.
Fue muy bonito mientras duró; pero al llegar a
mi casa y analizarlo todo paso por paso, me di
cuenta que Héctor me tomaba el pelo. Teníamos
que hablar de algo importante y con un polvo (un
polvo increíble, todo hay que decirlo), me cerró la
boca. ¿En qué te estabas convirtiendo Laura, en
una chica de usar y tirar? ¿Se puede saber qué
cojones tenía Héctor para anular así tu
voluntad? ¿Y lo siguiente qué sería? ¡Eso quería
saber yo! Cuándo se iba a terminar tanta
tontería.
83
El amor es una…
UNA NUEVA COMPAÑERA
Después de que me pasara la tercera noche
consecutiva en vela trabajando y de que
amenazara a mi padre (me dio en broma), con
denunciarlo por explotación laboral, aceptó (no
de muy buen agrado), contratar a un ayudante.
Desde que mi hermano Víctor aprobara las
oposiciones de policía y abandonara el negocio
familiar (de eso ya hacía más de un mes), nos
habíamos repartido el trabajo entre Carlos y yo
y, francamente, no dábamos abasto.
Para ser sinceros, yo ya tenía en mente a una
persona: Helena. Se había quedado sin novio y
después sin trabajo; con lo cual la pobre estaba
pasando por una mala época.
Al día siguiente ya la teníamos trabajando en la
tienda. Le presenté a mi padre y a mi hermano
Carlos; a mi madre ya la conocía. Vi la expresión
de su cara y le advertí en cuanto tuve ocasión:
-Ándate con ojo; mis hermanitos no son de fiar.
-¿Por qué hablas así de tus hermanos? –Helena ya
había caído rendida a sus encantos y no hacía ni
media hora que lo conocía.
84
El amor es una…
Por eso, si puedo, evito que mis amigas conozcan
a mis hermanos; son puros machos en plena época
de apareamiento (léase solteros en celo).
-Carlos tiene cara de bueno pero… En eso ese
queda. Aunque Víctor es bastante peor… ¡Me
hace la vida imposible!
-¿No será que todavía le tienes celos infantiles? –
Dijo riéndose.
-¡Son hombres! Y encima están buenos; no me lo
niegues porque lo he visto en tu cara. Creo que
esa explicación debería bastarte.
-¡Vale! Procuraré no enamorarme de ninguno de
tus hermanos. –Dijo de guasa.
¡Vale! Pero yo sabía por qué lo decía y no eran
celos infantiles precisamente.
Mi padre estaba muy contento con el trabajo de
Helena y no tardó en mandarla a su primera
boda. Lo malo es que la mandó con Carlos; (lo
bueno es que me dio el fin de semana libre a mí,
¡jejeje!). Al lunes siguiente llegó emocionadísima
por qué, palabras textuales de ella:
-Creo que me estoy enamorando.
¡Mierda! Lo sabía; pero sinceramente no esperaba
que sucediera tan pronto.
-¿De mi hermano?
85
El amor es una…
-¡Nooo! Laura, estás un poco obsesionada con ese
tema.
Tal vez un poquito sí, pero ella no era la que
perdía a alguna de sus amigas cuando sus
hermanitos acababan rompiéndoles el corazón.
-Entonces, ¿de quién?
Le daba vergüenza decirlo pero al final lo soltó
con un hilillo de voz:
-De Valentín.
-¿De Valentín?
-¡Vaya! Acaban de romperme el corazón.
¿Entonces ya no tengo ningún tipo de
esperanzas? –Dijo mi hermano apareciendo de la
nada.
-¿Nadie te ha dicho que es de mala educación
escuchar detrás de las puertas?
Pasó de mí olímpicamente.
-Y ¿qué ha pasado para que ahora lo veas de otra
manera?
Las dos nos quedamos mirando a Carlos que se
acomodó
en
una
silla
para
escuchar
descaradamente nuestra conversación.
-¿Qué haces? –Le dije de mala ostia.
86
El amor es una…
-Necesitaréis una opinión masculina.
-¿Por qué no inviertes tu tiempo en algo
productivo y nos preparas unos cortados?
-Está bien… Os escucho igual desde la otra
habitación.
En cuanto salió cerré la puerta.
-Tu hermano es muy divertido.
-Sí… ya… ya… Tú céntrate en Valentín.
-¿De verdad que no tengo ninguna posibilidad? –
Se oyó gritar a mi hermano desde la otra
habitación.
-¡Nooo! –Le contestó Helena riéndose.
¡Ya lo creo que las tenía! Menos mal que se estaba
enamorando de Valentín. Pero… ¡no! ¿Cómo pude
siquiera pensar eso? ¡Pobre Helena! Se me
olvidaba que Valentín ¡ya tenía novia!
-¿Me vas a contar qué ha pasado?
-Pues… la verdad es que nada. Sólo que he
empezado a ver cosas en Valentín que antes me
pasaban inadvertidas; pero él siempre ha sido así.
¡Qué imbécil que fui en su día! Ahora podía estar
con Valentín y yo de ingenua elegí a Miquelle.
Desde que ella y Valentín se hicieran grandes
amigos, quedaban todos los jueves a tomar café. Y
últimamente también algún domingo para ir al
cine.
87
El amor es una…
-El domingo fuimos al cine a ver una de esas
comedias románticas que a ti tanto te gustan y
que a mí me matan. Lo pasé fatal porque durante
toda la película estuve pensando ¿qué pasaría si
lo besara?
-¡¿Y lo besaste?!
-¡No! Al final no me atreví.
-¿Por qué? Cualquier tío responde a un beso. –Dijo
Carlos que acababa de regresar con nuestros
cafés.
Se acomodó en una silla; estaba claro que no lo
íbamos a poder echar.
-¿Y después qué? Valentín tiene una novia.
-¿Es tu amiga, prima o hermana? ¿La conoces
acaso? –Siguió diciendo mi hermano.
-No. No la he visto en mi vida.
-¿Y entonces cómo sabes que realmente existe? No
me cuadra que un tío que tiene novia quede
contigo un domingo.
-Pues…
A Helena se le iluminaron los ojos; creyó en la
teoría de mi hermano y eso le supuso un motivo
de esperanzas.
-Hazme caso Helenita; la próxima vez no te lo
pienses y bésale.
88
El amor es una…
Helenita… Digo, Helena, estaba dispuesta a
hacerle caso y se preparó psíquica y físicamente
para su cita del jueves. Se maquilló para la
ocasión (cosa que generalmente nunca hacía) y
estrenó su camiseta nueva de Benetton. Cuando
llegó a la cafetería de costumbre le temblaron las
piernas; cosa que nunca antes le había pasado.
Pero cuál no fue su sorpresa que al acercarse a la
mesa de siempre… Valentín no estaba solo.
-¡Hola Helena! Te estábamos esperando.
“¿Tú y quién más? ¿La jirafa?”, pensó Helena. (La
chica
que
acompañaba
a
Valentín
era
extremadamente alta y delgada).
-Te presento a Andrea; mi novia.
-Encantada. –Dijo ella.- Tenía muchas ganas de
conocerte porque Valentín me ha hablado mucho
de ti.
¡Mierda! Eso mismo era la teoría de Carlos: una
auténtica… A Helena el café le sentó como una
patada en el estómago porque cuando vino a casa
a llorarme sus penas, acabó todo en el retrete de
mi baño.
-¿Pero le besaste? –Preguntó Carlos apareciendo
de la nada como de costumbre.
-¡¿Delante de su novia?! –Dijo Helena.
-¡Tú eres tonto! –Le dije yo.
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El amor es una…
-Obviamente delante de su novia no. Pero la
próxima vez que quedéis a solas no te cortes y
lánzate; hazme caso. Los hombres no tenemos
“mejores amigas”. Sólo amigas o amigas con
derecho a roce.
-¡Vaya! Eso sí que es un consuelo. –Dijo Helena
moqueando.- O sea, que a lo máximo que puedo
aspirar es a ser su amante.
-No le hagas caso; -le dije yo.- ¿no ves que es un
hombre?
-Si no piensas hacer nada por acostarte con él…
mejor no volváis a quedar porque aquí la única
perjudicada vas a ser tú.
Al fin mi hermanito decía algo con sentido.
Helena: ya iba siendo hora de que anularas tus
citas de los jueves.
90
El amor es una…
UN TRATO ES UN TRATO
Una semana después de que mi abuela se
instalara en su nidito de amor, me pidió que “por
favor, por favor…” le instalara Internet. ¿Para
qué quería mi abuela Internet? ¿Para chatear?
¿Para buscarse un ciber-novio? ¡Pero si ya tenía
uno! ¿Pero de verdad que mi abuela sabía
manejar un ordenador? Por lo visto, en el Hogar
del jubilado ya no se daban clases de bolillo como
en antaño, sino que enseñaban a nuestros abuelos
a navegar con banda ancha. ¡Dios mío! ¿A dónde
iba a parar esta sociedad en la que los abuelos se
convertían en adolescentes y los veinteañeros en
viejos prematuros? ¡Yo ni siquiera tenía tiempo
para conectarme a Internet!
-¿Dónde está el ordenador?
Me había recorrido ya toda la casa y no había ni
rastro del equipo informático.
-¡Oh! Es que quedó Héctor en que lo traería esta
tarde.
-¡¿Qué?! ¡Abuela!
91
El amor es una…
Sin darme cuenta empecé a gritarle pero es que
me había metido en una encerrona.
-Es ésta tu venganza, ¿verdad? Pues no lo vas a
conseguir porque yo me voy ahora mismo.
-¿Y no me vas a poner Internet? –Dijo como si no
hubiera roto un plato en su vida.
-¡Que te lo instale tu nuevo nieto!
En ese preciso instante llamaron a la puerta.
-¡Oh! Ese debe ser Héctor.
¡Mierda! Otra vez iba echa un adefesio; ¿por qué
siempre me tenía que ver con esas pintas?
Ezequiel le abrió la puerta y Héctor venía detrás
de dos grandes cajas.
-¡Hola! No esperaba verte aquí. –Me dijo nada
más dejar las cajas en el suelo y descubrir mi
presencia.
-Sinceramente… yo a ti tampoco.
-Para que veas que no soy tan “repelente”, le he
regalado a mi abuelo mi ordenador viejo. Venía a
instalarlo. ¿Dónde lo pongo?
-Y yo… -“Yo he venido a hacer el tonto”. Pensé
para mis adentros.
Ezequiel y Héctor se fueron a montar el
ordenador y mi abuela y yo nos metimos en la
cocina a preparar la merienda.
92
El amor es una…
-Ésta no te la perdono, ¿lo sabes Salomé?
-¡Calla! Algún día me lo agradecerás. Y no me
llames Salomé que me mosquea.
-Es que ahora estoy demasiado enfadada como
para llamarte abuela.
-Laura… todavía eres una cría.
¡Sí… ya…! Pero menudo bochorno me estaba
haciendo pasar. Fuimos al “despacho” en el que
Héctor estaba instalando el ordenador. Él estaba
demasiado concentrado en lo que hacía y a mí no
se me ocurría nada que decir; así es que me tomé
mi café con leche muy deprisa (tanto que me
quemé la lengua) y me excusé diciendo que tenía
que volver a la tienda.
-Laura espera. –Dijo Héctor.- ¿Tienes algo que
hacer esta noche?
Pude ver de reojo la sonrisita de Salomé y
Ezequiel.
-Dormir…
Héctor se sonrió y dijo:
-Y antes de dormir, ¿piensas cenar?
-Supongo que sí.
-¿Querrías cenar conmigo? Te debo una cena
desde hace mucho tiempo.
93
El amor es una…
-Si no te viene bien no pasa nada, de verdad. –No
quería
que
se
sintiera
obligado
porque
prácticamente le regalé las fotos.
-Un trato es un trato. ¿Quedamos a las nueve?
¡Aaaay! Si yo estaba deseando quedar con él; pero
lo hacía sólo por compromiso. Así no, así no es
como yo me lo imaginaba. Debería de haberme
puesto contenta pero en lugar de eso, cuando
llegué a mi casa, llamé a Coral y me puse a llorar.
Pese a todo, me arreglé lo mejor que pude porque
ya estaba bien de que me viera echa un adefesio.
Intenté no ir demasiado puesta porque no sabía a
dónde pensaba llevarme a cenar. El restaurante
al que fuimos estaba al completo y (gracias a mi
insistencia) acabamos en un McDonald’s. Sé que
para una cita es muy cutre pero… no olvides que
aquello no era una cita: era el saldo de una
deuda. Supongo que Héctor hubiera acabado
llevándome a un sitio mejor pero yo ya de por sí
me sentía bastante mal sabiendo que estaba allí
por compromiso, como para seguir dando vueltas
por Valencia en busca de un plato de comida.
¡Qué desastre! En fin… La noche transcurrió de la
siguiente manera:
-¿Todavía estás enfadada conmigo? –Me preguntó
Héctor.
94
El amor es una…
-Yo no estoy enfadada contigo. –“Al menos no por
el motivo que tú te piensas”. Dije para mis
adentros.
-No tengo nada contra tu abuela; pero,
sinceramente, pienso que lo de la boda es un
absurdo.
-¿Por qué? Ellos se quieren y ya están viviendo
juntos; ¿qué más te da que se casen?
-Tienes demasiadas ideas románticas en la
cabeza. –Aquello me sentó como una patada en la
entrepierna. O sea, que Héctor pensaba que era
una cursi y una ñoña.
-¡Vale! –Dije con cierto mosqueo.- Puede que yo
sea una cursi y una ñoña pero tu abuelo y mi
abuela son dos personas adultas que pueden hacer
de sus vidas lo que se les pegue la gana.
Héctor se sonrió y dijo:
-Te mosqueas con mucha facilidad.
En momentos como ese no sabía si lo que quería
era besarle o darle una patada en el culo.
-No es verdad.
-Ya lo creo que lo es.
¡Vale! Realmente me apetecía darle más una
patada en su culo.
95
El amor es una…
-Da lo mismo lo que opinemos porque de todos
modos se van a casar.
-Eso ya lo veremos… -Dijo Héctor desafiante.
-¡¿Cómo que ya lo veremos?!
-Ahora estás realmente enfadada.
-¡No estoy enfadada!
-Laura… Mi abuelo ya tuvo una mujer y ninguna
otra va a ocupar su lugar.
-Tu abuela está muerta.
-Muchas gracias; esto lo anotaré junto a lo de
“repelente”.
Ahora él también estaba bastante enfadado.
-Cuando yo tenía apenas 3 años mi madre se
murió. Mi padre es abogado así es que siempre ha
estado demasiado ocupado como para hacerse
cargo de nosotros. Fue mi abuela, sí, esa que está
muerta, la que nos crió a Sabrina y a mí. No fue
sólo mi abuela… fue más que eso. ¡Nadie va a
ocupar su lugar; yo no lo voy a permitir…!
Aunque esté muerta.
-Héctor… yo… lo siento. Pero debes de entender
que mi abuela no pretende ocupar el lugar de
nadie…
-Laura, dejemos ya el temita y vamos a cenar. –
Lo dijo bastante enfadado.
¡Mierda! Yo no sabía que no tenía madre; él
nunca había hecho ningún comentario al
96
El amor es una…
respecto. ¿Por qué soy tan estúpida que siempre
meto la pata en los peores momentos?
Ya te puedes hacer una idea de cómo trascurrió
el resto de la cena: la tensión se podía cortar en el
aire y a penas cruzamos palabra. ¡Un auténtico
desastre! Nos despedimos fríamente con un:
“Hasta otra”.
Me quedaba bastante claro que “otra” no iba a
haber en la vida. ¡Adiós Héctor para siempre!
Cuando llegué a casa llamé a Coral y me puse a
llorar.
97
El amor es una…
LA HERENCIA DE DAVID
Que Ana Mae me llamara a las once de la
mañana cuando se supone que tenía que estar
trabajando, era raro; pero que encima lo hiciera
al teléfono de la tienda era raro, raro, raro… Se
avecinaban problemas.
-¿Sabes quién ha venido a la tienda? ¡La madre de
David!
-¿Qué David?
Mi pregunta fue de género idiota; pero claro, en
ese momento no caí.
-Laura, ¿qué David va a ser? ¡El padre de mi hija!
-¡Madre mía! ¿Y qué quería?
-Conocer a Malú. ¿No se da cuenta que llega tres
años tarde?
-¿Qué vas a hacer?
-No lo sé; por eso te llamo.
Cuando la niña empezó a preguntar por sus
“otros” abuelitos, Ana Mae le vendió la moto de
que vivían en Argentina. “¿Y no tenen teéfono?”,
le preguntó Malú en cierta ocasión. No; por lo
98
El amor es una…
visto vivían en un lugar tan pero tan remoto que
ni siquiera llegaba el correo.
-¿Y ahora qué le digo a mi hija? –Me preguntó
Ana Mae.
-Pues que tenían muchísimas ganas de conocerla
y han viajado desde muy lejos para venir a verla.
A Ana Mae no le hacía ninguna gracia pero al
final tuvo que acceder a que sus abuelos paternos
conocieran a la niña.
Quedamos (digo quedamos porque yo también fui)
en el parque de mi calle cuando la niña salió del
colegio. Ana Mae estaba tan nerviosa que había
empezado a comerse las uñas postizas y Malú tan
emoci0nada de conocer a sus “abuelitos” que la
noche anterior se había hecho pipí en la cama.
Cuando llegamos al parque la madre de David ya
nos estaba esperando sentada en un banco.
-Creo que es ella. –Me susurró Ana Mae al oído.
No sé por qué me había imaginado a una mujer
más mayor; pero ésta señora no aparentaba más
de 50 años. Cuando llegamos a su altura Ana
Mae tragó saliva y con voz temblorosa hizo las
presentaciones:
99
El amor es una…
-Malú… Ésta es tu abuelita… -Hizo una pausa
para coger aire pues parecía que se fuera a
ahogar. –Ésta… ésta es… su nieta…
-¡Dios bendito!
La señora se abrazó a la niña llorando y le dijo
que era su abuela Rosa; la mamá de su papi. La
niña se sentó en las piernas de su nueva abuela y
la bombardeó a preguntas con la misma
espontaneidad como si la conociera de toda la
vida.
-¿Y el abuelito? ¿No ha podido venir?
-Mi amor… Tu… tu abuelito está con papi.
-¿En el cielo?
De pronto todas las piezas empezaron a encajar.
A la abuela de Malú ya no le quedaba nada… ni
nadie. Lo único que tenía en este mundo era la
herencia de David: su hija.
-¿Sabes Malú? Cuando te miro es como si
estuviera viendo a tu papi; tienes sus mismos
ojos… y su sonrisa.
Eso era cierto. Malú era clavadita a su madre, de
rasgos orientales; excepto en una cosa: sus ojos
eran tan azules que parecían los de un jasquis
siberiano. Ana Mae se dio media vuelta y empezó
a buscar nada dentro de su bolso; estaba llorando.
100
El amor es una…
Una hora después la señora Rosa se despidió de
nosotras y quedaron en volver a encontrarse una
semana después, en el mismo sitio y a la misma
hora. Con el tiempo, la frecuencia de sus
encuentros
fue
aumentando
hasta
que
prácticamente la abuela de Malú veía a la niña
todos los días.
-Y hay días que me llama ¡hasta tres veces! –Me
comentaba Ana Mae angustiada.- No es que yo
no quiera que Malú tenga relación con su
abuela… pero es que… me siento asfixiada.
Realmente estaba cagada. Una vez terminado
con las uñas postizas, había empezado a comerse
las suyas propias. Por el contrario, Malú estaba
tan contenta con eso de tener una abuela que
pasó de ser una niña taciturna a ser la más
extrovertida de todo el parque.
-Voy a cambiar los armarios de la cocina, ¿te
vienes a Ikea este fin de semana?
-¡No, no y no! –Al final me tuve que poner seria
con Ana Mae. –A los armarios de tu cocina no les
pasa nada; los cambiaste hace un año. ¡Afronta
tus problemas de una vez por todas! Realmente la
abuela de Malú no te tiene asfixiada, Ana Mae;
lo que te tiene es muerta de miedo.
Y sucedió lo que menos me esperaba; Ana Mae
perdió el control y rompió a llorar.
101
El amor es una…
-No quiero que me quiten a mi hija. ¡Es mía!
¿Dónde estaban todos cuando ella más los
necesitaba? ¡Dime! ¿Dónde, eh? ¿Dónde estaban
cuando yo me quería morir…? Me dieron de lado
y hasta insinuaron que… la niña era de
cualquiera. Entiendo que estuvieran destrozados
por el dolor de perder a su único hijo; pero ¿y yo?
¡Yo perdí al hombre de mi vida! ¡¡Yo quería
morirme con él!! Pero no lo hice, ¿sabes? No lo
hice por ella: por mi hija. Mía, sólo mía; y nadie
me la va a quitar. ¡Todos acaban por
abandonarme: mis verdaderos padres, mi mamá,
David,… y hasta Sergio! Pero ella no, ¡Dios mío,
ella no! A Malú nadie la apartará de mi lado
porque antes acabo con quien sea. ¡Ya no me
importa el dolor de los demás! Bastante he sufrido
yo en esta cochina vida.
Estaba fuera de sí. Llegué a asustarme porque no
sabía cómo calmarla; y lo peor, no sabía ni que
decirle. Así es que la abracé y lloré con ella:
-Nadie nos va a quitar a Malú.
Cuando los ánimos se calmaron y pudimos
estudiar la situación fríamente, le propuse a Ana
Mae que consultáramos a un abogado. Lo hice
más bien por su tranquilidad pero en mi fuero
interno sabía que la señora Rosa no pretendía
quitarle a la niña; además no podía porque
102
El amor es una…
legalmente no estaba reconocida como hija de
David.
Hablé con Ezequiel y al día siguiente ya
habíamos concertado una entrevista con el padre
de Héctor. No me hacía mucha gracia la
situación porque seguramente el padre pensaba
igual que el hijo respecto a mi abuela; pero era el
único abogado de confianza que conocía. Bueno…
lo de confianza…
Llegamos al despacho antes de tiempo pero aun
así no tuvimos que esperar mucho para que la
secretaria nos hiciera pasar a la oficina del padre
de Héctor. Nada más verlo supe cómo sería
Héctor con 50 años; clavado a su padre. Se
presentó y nos invitó a tomar asiento.
-¡Vaya! Veo que mi padre y mi hijo tenían razón.
–Dijo dirigiéndose a mí. –Has causado sensación
en mi familia.
Me ruboricé. No sabía si darle las gracias porque
no me quedaba muy claro si era o no un
cumplido.
-No sé, no sé…
-La modestia no le pega a una chica tan guapa.
Sí; eso sí era un elogio. Me volví a ruborizar.
-Gracias.
-¿Y bien? ¿En qué puedo ayudaros?
103
El amor es una…
Le contamos el caso y en menos de una hora ya
nos había despachado. Yo tenía razón; la señora
Rosa no podía hacer absolutamente nada en
contra de Ana Mae, a menos que se demostrara
que la niña era hija biológica de David. Todo
aquello, por lo menos, nos sirvió para que Ana
Mae se quedara más tranquila y para que los
pajaritos de mi cabeza echaran a volar: Héctor le
había dicho a su padre que yo era guapa (si no
fue eso al menos algo parecido, ¡¡¡jajaja!!!). Y
también su padre y su abuelo lo pensaban; ¡qué
bien! Por dos décimas de segundo (¡vale!
realmente
fueron
2
minutos)
me
estuve
imaginando cómo sería tener al padre de Héctor
de suegro. Pero después volví a la realidad; me
tendría que conformar teniéndolo de tiastro.
Volviendo a la historia de Ana Mae (ya que este
capítulo es suyo); cuando se tranquilizó y se
volvió a poner las uñas postizas, le pregunté por
aquello que me tenía intrigada:
-¿Qué pasa con Sergio?
-¡Nada! ¿Por qué tenía que pasar algo? Ese ya es
un capítulo cerrado.
No la creí; era muy mala mintiendo.
-¿Y si es un capítulo cerrado por qué dijiste el
otro día que hasta él te había abandonado?
104
El amor es una…
-¡¿Eso dije?! –Se fingió sorprendida.- Estaba en
estado de shock; la verdad es que no lo recuerdo.
¡Y ya está! No dio más explicaciones y yo
tampoco insistí mucho. Pero una tarde cuando
aquella conversación aun estaba reciente, me
llamó para pedirme un favor.
-¿Te puedes quedar con Malú mañana por la
tarde? Es que mi padre tiene un compromiso y no
me hace ninguna gracia tener que pedirle el
favor a Rosa.
-¡Vale! ¿Qué vas a hacer?
-Pues… He quedado para ir al cine…
-¡Ah!
-… Con Sergio.
Y entonces sí me contó todo. Bueno, tampoco era
mucho lo que había que contar: que hablaban casi
todos los días por messenger y que se habían
hecho muy buenos amigos. Ana Mae estaba
totalmente convencida de que aquello no los
llevaba a ninguna parte puesto que él seguía sin
encajar el tema de la niña, pero… Sólo era ir a
ver una peli como amigos. Aunque Ana Mae no
lo dijo, yo sabía que para ella Sergio era otra cosa
muy distinta.
Resumen de la cita según palabras textuales de
Ana Mae:
105
El amor es una…
-¿La peli? No lo sé; creo que iba de una pareja que
se quería casar pero el cura les hacía la vida
imposible. La verdad es que no me enteré
mucho… Estaba ocupada… en otras cosas.
-¿Te liaste con él en el cine como cuando teníamos
16 años?
-Bueno… ahora sé hacer cosas que antes no sabía.
Las dos nos reímos muchos con los detalles; hasta
que le hice la pregunta fatídica.
-¿Vais a volver a quedar?
-No.
-¡¿Pero por qué?!
-Porque esto no nos lleva a ninguna parte. ¿Para
qué me voy a hacer ilusiones con algo que no
tiene
futuro?
Al
despedirnos
lo
hicimos
definitivamente.
Le brillaron los ojos al decir esto; obviamente
estaba intentando retener las lágrimas.
-¡Vaya mierda!
-Sí; así es el amor. –Concluí yo.
106
El amor es una…
UNA NUEVA FAMILIA
Lo de que mi abuela y Ezequiel se casaban, era
prácticamente un hecho consumado (pesara a
quién le pesara). Por eso, (y aquí venía la peor
parte), pensaron que las familias debían
conocerse antes del enlace.
Habíamos quedado a cenar en un restaurante
cercano a la casa de mi abuela y su novio. Mi
familia al completo fue la primera en llegar;
(miento, Víctor llegó media ahora más tarde
porque tenía turnos de mañana y acababa de
salir de currar). La familia de Ezequiel no tardó
mucho en llegar; venía encabezada por Héctor y
la niña que llevaba en brazos. ¡¡¡Era su hija!!!
Tenía su misma cara y no aparentaba más de 3 ó
4 años. De súbito me entraron los calores de la
muerte y deseé con todas mis fuerzas que el suelo
se abriera ante mis pies. ¿Pero por qué? ¿Por qué
me tenían que pasar estas cosas a mí? ¿Cuántos
secretos más guardaba Héctor? Detrás de ellos
venía Sabrina, su padre y… ¿Quién era esa? ¡¡A
ver si encima Héctor estaba casado!! De un solo
trago me bebí toda la copa (menos mal que sólo
llevaba agua, ¡¡jajaja!!).
107
El amor es una…
-Mira Laurita. –Le dijo Héctor a la niña
dirigiéndose a mí. –Te presento a tu tocaya.
-¡Hola! –Puse mi mejor cara aunque por dentro
los nervios me estaban estrangulando el intestino
grueso (y de paso también el delgado). -¿Quién es
ésta niña tan guapa?
-La peque de la casa.
¡Ya! Eso lo aclaraba todo. ¡Maldita sea! ¿Por qué
narices no se explicaba mejor? Menos mal que
vino Sabrina a devolverme la vida.
-¡Hola Laura! ¿Has visto qué hermana más guapa
tengo?
-Sí; es una preciosidad. No sabía que tenías una
hermana… tan pequeñita.
-Ya ves, -me explicó Sabrina- mi padre se volvió a
casar hace unos pocos años y, cuando ya nadie
nos lo esperábamos, llegó ella. Es la alegría de la
casa.
-¿Nos sentamos? –Dijo Héctor obviamente
cansado de llevar a la niña en brazos.
Ellos se sentaron. Yo me tuve que esperar un
minuto para saludar a su padre y conocer a su
esposa, la mamá de Laurita. Aunque se
conservaba muy bien estoy convencida de que los
cuarenta ya no los cumplía. A mí nadie me quita
de la cabeza que la niña la tuvieron por
infiltración.
108
El amor es una…
La cena fue más o menos bien. Tenía muchísimas
dudas al respecto dada la oposición por ambas
partes a la boda; pero la verdad es que las dos
familias congeniamos muy bien. Demás está decir
que mis hermanos con quién mejores pachas
hicieron fue con Sabrina (¿por qué sería?, ¡¡jaja!!).
Yo me senté al lado de Héctor y de su hermana
pequeña que me tenía totalmente absorbida con
su conversación. ¿Realmente es justo que una
mocosa de 4 años tenga, no uno, ¡sino 4 novios! y
yo no tenga ni uno solo? Pero ella sólo se va a
casar con Pablo Martínez cuando tengan 12 años.
Además, yo estoy invitada a la boda. ¡¡¡Jajaja!!!
A lo largo de la cena supe que Abraham (así se
llama el padre de Héctor) no era hijo único. Tenía
otro hermano (al que probablemente nunca
conoceríamos porque vive en Alemania); o sea
que iba a tener otro tiastro más y creo que dos
prima-hermanastras alemanas. (Estas cosas no
pasaban ni en “Médico de familia” ¡¡¡Jajaja!!!).
Después de la cena (que acabó considerablemente
tarde) mis hermanos nos convencieron a Héctor,
a Sabrina y a mí para que fuéramos a tomar
unas copas a un pub. Sé que realmente el hecho de
que Héctor y yo fuéramos se las traía al pairo; a
ellos les sobraba y les bastaba con la presencia de
Sabrina. Yo me lié con los gin-tonics pese a que ya
me había pasado un poquito con el vino; así es
que ya te puedes hacer una idea de cuál era mi
estado de embriaguez.
109
El amor es una…
Víctor, en su primer viaje al baño, se cruzó con
una pelirroja y ya no volvimos a verle el pelo en
toda la noche. Carlos, muy sutilmente acaparó
toda la atención de Sabrina y se la llevó casi a la
otra punta de pub. Así que nos quedamos Héctor
y yo solos; ¡vaya por Dios! La situación requería
desesperadamente otro Gin-tonic.
-Siento que mi hermana se haya puesto tan
pesada durante la cena. –Dijo Héctor para
romper el hielo.
-¡Que va! Es muy graciosa. Me recuerda mucho a
Malú; la hija de mi amiga.
-¿De
verdad
te
parece
graciosa?
–Dijo
irónicamente. –Eso es porque todavía no te ha
cantado todo el repertorio de “La Bella y la
Bestia”. Viene hasta con coreografía.
-No intentes hacerte el duro conmigo; pero si se te
caía la baba cuando hablaba de las clases baile.
Por cierto, me he quedado flipada con eso; ¿Cómo
una niña tan pequeña puede ir a clases de baile?
-No es la única; yo empecé con seis años y
Sabrina acababa de cumplir los cinco.
-Pero es que lo vuestro viene determinado por el
ADN; tu abuelo también es un estupendo
bailarín.
-Fue él quién convenció a mis padres para que
nos apuntaran a Sabrina y a mi a nuestro primer
concurso de baile.
-Ezequiel es un gran hombre.
110
El amor es una…
Al decir yo esto la tensión se volvió a palpar en el
aire. Héctor se puso muy serio y (deduzco que
haciendo un gran esfuerzo) me dijo:
-Tu abuela también lo es.
-¿Un gran hombre?
Intenté bromear con la situación pero viendo que
Héctor no cambiaba ni un ápice el gesto de su
cara, ahogué en mi copa el momento bochornoso.
-Lo que más lamento de todo esto es que tú y yo
hayamos tenido malos rollos por algo que
prácticamente es un hecho consumado.
-Bueno… siempre se puede empezar de nuevo.
Entonces sí le cambió la cara y empezó a reírse
como si yo acabara de contarle el mejor chiste del
mundo.
-¿De qué te ríes?
-De nada. –Pero lo dijo sin dejar de reírse. –
Brindemos por nuestra nueva familia.
Y brindamos… sin que él dejara de mofarse vete
tú a saber de qué. Eso hizo que me mosqueara.
-¿Me vas a decir de qué te ríes, sí o sí?
-Al decir que “siempre se puede empezar de
nuevo”, me he acordado de nuestros comienzos.
111
El amor es una…
Lo dijo como si realmente alguna vez hubiéramos
comenzado algo. Entonces caí en la cuenta; ¿se
estaba refiriendo al polvo que echamos? Me puse
más roja que un tomate.
-No me puedo creer que te hayas ruborizado.
-Es que aquí hace mucho calor.
Y siguió riéndose de mí un buen rato más. Detrás
de nosotros, (más en concreto detrás de él),
habían dos chicas morenas que no le quitaban la
vista de encima; eso hizo que saltaran las
alarmas. Estaba convencida que si todavía no se
habían acercado a Héctor era porque estaba yo.
Me propuse defender mi terreno como una loba
hambrienta; pero los gin-tonics empezaron a
presionar a mi vejiga y al final tuve que ir de
urgencias al baño.
-Vuelvo en dos segundos.
-¡Vale! Aquí te espero.
Pero el muy ... (elige el insulto que más te guste)...
no me esperó solo; las dos morenas estaban
ocupando mi lugar. Me las presentó y todo; como
si yo tuviera realmente interés alguno en
conocerlas. Y allí se quedaron más de media hora
en la que yo necesité otro gin-tonic más para
digerir la situación. Cuando ¡por fiiiiin! se fueron,
Héctor se sentó más cerca de mí (casi se podría
decir que encima mío).
112
El amor es una…
-¿Te has aburrido mucho?
-No…
-¡Mentirosa! –Y después me susurró al oído.- Las
rubias me gustan más.
-Pues allí en la barra hay una… y está sola. –
Dicho esto me levanté y volví a ir al baño; no
porque me meara sino porque necesitaba huir de
él.
A mi regreso Sabrina y Carlos ya se habían
dignado a honrarnos con su presencia.
-Me han llamado mis colegas y hemos quedado en
el NK; -dijo Carlos- ¿os venís?
-Iros vosotros; -contestó Héctor tomándose la
libertad de hacerlo por los dos- yo llevaré a tu
hermana a casa porque creo que como le rocen
con una colilla sale ardiendo.
Los tres se rieron; no tenía ninguna gracia. Así
pues, salimos los cuatro juntos del pub; Sabrina y
Carlos directos a la discoteca y Héctor y yo
directos a mi casa.
-¡Oh, Dios mío! Todo me da vueltas. –Dije nada
más subir al coche.
-La niña tiene poco aguante con la bebida.
-¡Cállate!
113
El amor es una…
Le pegué un manotazo y él me amenazó con
tirarme del coche si se me ocurría vomitarle en la
tapicería. En el trayecto hasta mi casa cerré los
ojos y hasta creo que soñé. Luego Héctor me
acompañó hasta la puerta y me ayudó a abrirla
porque la cerradura no dejaba de bailar y me era
del todo imposible meter la llave dentro.
-Bueno… ya estás en casa; sana y salva… al
menos eso creo.
-Si… Muchas gracias por todo.
-¿Volvemos a ser amigos? –Dijo ofreciéndome su
mano.
-Sino al menos seremos primo-hermanastros. –Y le
di la mano.
-¡Eso suena horrible! Lo dejaremos en amigos…
Pese a mi borrachera no me pasó inadvertida la
entonación abierta de “amigos…” ¿y tal vez algo
más? ¿Era aquel un momento beso? No lo sé; pero
yo (siguiendo los inútiles consejos de Carlos) me
lancé a la piscina y sin flotador. Héctor, apartó
la cara y yo me quedé dando un beso al aire. Sino
fuera porque mi estado de embriaguez no me lo
permitía; me hubiera muerto de la vergüenza.
-Laura… mejor no. No quiero que hagas algo de lo
que mañana ni te vas a acordar.
-Buenas noches.
114
El amor es una…
Di media vuelta y entré en mi casa antes de que
viera en mis ojos las lágrimas que amenazaban
con salir. Oí sus pasos por las escaleras pero fue
muy extraño porque en principio se alejaban
pero luego es como si hubiera vuelto otra vez.
Llamaron a mi puerta muy despacio. ¿Era él? Sí,
claro, ¿quién sino iba a ser? Abrí la puerta y sin
darme tiempo a reaccionar me dio un beso que
me hizo estremecer desde la cabeza a los pies.
-Tal vez tú no te acuerdes; pero yo sí.
Héctor: desgraciadamente yo también.
115
El amor es una…
UN NUEVO FICHAJE
Aunque al principio lo aceptó de muy buen
grado, Coral no tardó mucho en hartarse de que
Javi saliera sólo con sus amigos todos los fines de
semana. Él le comía la cabeza diciendo que se
veían todos los días durante horas y horas, y que
ambos necesitaban hacer cosas por separado para
preservar su espacio. Lo que a Coral no
terminaba de encajarse es que “esas cosas” fueran
irse de ligoteo con sus amigos. (Aunque él le
juraba y perjuraba que siempre le era fiel). ¿Se
habría tragado Coral el cuento?
Por ese motivo, las pocas veces que salíamos de
fiesta llevaba de acompañante a una cutre
imitación de Coral con cara de perro pachón.
Como es lógico, a las demás también acababa por
cortarnos el rollo. No obstante, yo (terca y buena
amiga que soy), seguía insistiendo en que saliera
con nosotras en vez de quedarse en su casa
torturándose
psicológicamente
y
viendo
Cinematrix.
-Mañana no trabajo, ¿salimos esta noche?
116
El amor es una…
Al principio no le hizo mucha gracia pero cuando
le propuse que fuéramos a tomar unas copas a la
zona Aragón; “algo” le hizo cambiar de idea.
-¡Vale! Conozco un pub que me han dicho que está
muy bien; Javi suele ir mucho por ahí.
O sea sé, ya sabemos qué le hizo cambiar de idea:
esperaba encontrarse a Javi el foquero.
Recuerdo que cuando iba a catequesis para
confirmarme, tuve que aprenderme un pasaje
que decía algo así:
“Si buscas, encontrarás. Si llamas, se te abrirá. Si
pides, se te dará. Por que Dios dijo: todo el que
busque encontrará, a todo el que pida se le dará y
a todo el que llame se le abrirán las puertas del
cielo”.
Coral estaba buscando la respuesta a sus dudas; y
no tardó mucho en encontrarla pese a que
siempre la tuvo en frente de sus narices.
Llegamos al pub ése y, para gran satisfacción de
Coral, las primeras personas a las que nos
encontramos fueron a los amigos (y también
“amigas”) de Javi y al propio Javi. Coral se
abalanzó sobre su novio y le plantó un beso
espectacular. Éste se quedó a cuadros y una de las
chicas gritó (tuvo que gritar para que la
oyéramos puesto que la música estaba muy alta):
-¡¿Quién es “ésta”?!
117
El amor es una…
-¡¡Su novia!! –Coral también gritó para que la
“otra” lo escuchara perfectamente.
-¡Nena… YO soy la novia de Javi! ¡Díselo Javi!
Al tonto de Javi se le quedó cara de eso
precisamente y dijo (para el cuello de su camisa):
-Esto tiene una explicación.
Coral prácticamente lo sacó a la calle a base de
empujones. La otra novia de Javi los siguió.
-¿Y bien? –Le dijo Coral.- ¡Por eso no querías que
conociera a tus amigos! ¡Eres un…!
-¿Qué tienes que decir a eso? –Le preguntó la otra
chica.
-Chicas… ahora estáis muy alteradas y nos dais
cuenta pero… estamos montando el numerito en
mitad de la calle; ¿podéis dejar de gritar?
-¡Yo alucino contigo! –Exclamó Coral dando
manotazos al aire.
-¡Voy a gritar todo lo que me de la gana mientras
no me des una explicación! –Gritó la otra. Y luego,
se dirigió a Coral como si estuviera encantada de
haberla conocido. _Por cierto, yo soy Arantxa.
-Yo Coral; compañera de trabajo de “éste”.-Dijo
refiriéndose al foquero.
Las dos se dieron la mano en mitad del corro que
habíamos formado los amigos de Javi y Arantxa,
la gente que pasaba por la calle y yo misma.
118
El amor es una…
-¡O sea! –Volvió a gritar Arantxa.- ¡¿Que la “novia
de repuesto” soy yo?!
Y al subnormal (no se me ocurre otra palabra
mejor para definirlo) no se le ocurrió más que
contestar:
-Sí.
Con lo cual se ganó un bofetón por parte de
Arantxa que después de decirle hasta del mal que
se iba a morir, entró al pub en busca de sus cosas
para largarse de allí cuanto antes. Nosotras
también nos fuimos; no sin que antes Coral le
dijera al subnormal una verdad que hace tiempo
le tenía que haber dicho:
-¡Eres un imbécil! Y ahora me doy cuenta que
realmente… NO VALES NADA.
Aquella noche Coral se vino a dormir a mi casa
porque no estaba en condiciones de ir a la suya.
Le preparé una tila doble con valerianas y
estuvimos hasta ¡las siete de la mañana!
analizando paso por paso la relación de Javi y
Coral desde el desgraciado momento en el que
entró en su vida. Lo malo es que cada vez
descubría más y más señales que le pasaron
inadvertidas por ser, como dice Shakira en su
canción, “loca, ciega, sordo-muda, frágil, torpe y
119
El amor es una…
testaruda”. Coral lloró y lloró hasta que se le
hincharon los ojos y calló rendida sobre mis
piernas. Al día siguiente tuve que llamar al
trabajo para decir que tenía fiebre. Y así estuvo
dos días, con “fiebre” porque no se sentía
preparada para enfrentarse al subnormal de Javi
el foquero. Cuando llegó el tercer somatizó todos
aquellos sentimientos controvertidos y tampoco
fue a trabajar porque realmente le había subido
la fiebre.
Te estarás preguntado, ¿y Javi, en todos estos días
intentó hablar con ella? La respuesta es: NO. Por
eso, cuando Coral volvió al trabajo y no tuvo más
remedio que enfrentarse a él, no se dignó a
dirigirle la palabra. El subnormal aguantó siendo
ignorado un día y medio; pero como eso de pasar
inadvertido no va con su persona, al final el soltó
a Coral:
-¿Cuándo se te pase el enfado podemos hablar de
lo sucedido?
Coral le regaló su mejor sonrisa falsa y dijo:
-No te equivoques; yo no estoy enfadada contigo.
Alguien que no me importa no merece ni mi
aprecio… ni mi desprecio.
Y no se volvieron a dirigir la palabra en mucho,
muchísimo tiempo. Lo malo es que Coral le había
120
El amor es una…
contado una pequeña mentira: tal vez sí le
importara algo puesto que lo despreciaba con
todas sus fuerzas.
Días después, cuando Coral había resurgido de
sus cenizas, (a veces el odio nos hace más fuertes
que el amor), recibió un correo “bastante” curioso:
Hola!!
Soy Arantxa; te acuerdas de mí? He averiguado tu correo fisgoneando
en uno de los mensajes que me mandó Javi antes de que pasara todo
esto. Espero que no te moleste pero es que necesitaba hablar contigo…
Podemos quedar algún día de estos? Tengo muchas dudas y me serías
de gran ayuda para darle carpetazo a esta historia.
Mi teléfono es el 654 37 28 12 Espero tener noticias tuyas. Otra vez te
pido disculpas si te he molestado. Gracias por todo. UN SALUDO.
Arantxa.
¿Tú qué hubieras hecho en su lugar? Yo quedar. Y
eso fue lo que hizo Coral porque ella también
necesitaba darle carpetazo de una vez y por
todas a aquella tortuosa e intermitente historia
de amor y desamor.
Te presento a Arantxa. Es maestra infantil y
tiene 25 años. Un día fue de excursión al
oceanográfico y nada más ver al foquero se quedó
pillada por él. Ni si quiera reparó en la chica que
estaba a su lado, la que adiestraba a los delfines;
se llamaba Coral y al parecer era su novia.
121
El amor es una…
Casualidades de la vida, (o tal vez fuera el
destino) aquel mismo fin de semana ¡se encontró
al foquero en una discoteca! Obviamente él no la
conocía a ella; por eso se presentó diciendo que
había estado en su espectáculo y le había
encantado. Empezaron a hablar, una cosa llevó a
la otra y, al cabo de una semana ya estaban
saliendo. Por supuesto, ella nunca supo (ni tan
siquiera sospechó) que Javi ya tenía otra novia.
Hasta que una noche estando de fiesta con los
amigos, vino una chica y le plantó un beso en los
morros a su novio ¡delante de ella! Arantxa se
quedó más parada que un soldadito de plomo y
cuando la “otra” le dijo que era la novia de Javi
no podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
Perdió los nervios y en medio de una discusión
acalorada le arreó un bofetón al cabronazo de su
reciente ex novio. Ella se tiró una semana sin
parar de llorar pero el muy “hijo de su madre” ni
siquiera se digno a contestar a sus mensajes. En
un arranque de estupidez le mandó un correo a
Coral, la otra novia de javi (suponía que por
entonces ya ex novia) para que le ayudara a
encajar las piezas que a ella le faltaban. La chica
no tardó en responder a su mensaje y a los pocos
días quedaron a tomar un café y desentramar la
doble vida de su ex novio en común. A Arantxa
le dolió muchísimo saber toda la verdad; saber
que Javi no era ni de lejos como ella creía y saber
que, además, había sido una de tantas otras: la
122
El amor es una…
chica OTOÑO 2007 (compartiendo el “título
honorífico” con su nueva amiga Coral).
Pero lo peor, peor, peor de todo aquello fue saber
que había esperado tanto tiempo para entregarse
a alguien que mereciera realmente la pena, y lo
había hecho con un auténtico… “piiip”. Con
alguien que no supo valorar lo que tenía.
A partir de aquella tarde, curiosidades de la
vida, Coral y Arantxa se hicieron amigas y se nos
unió a la peña. Razones no le faltaban; no en
vano opinaba que el amor es una auténtica… Por
eso, amiga mía, te digo:
Arantxa, OLVÍDATE DE ESE “piiiip” (elige el
insulte que más te guste); ÉL NO TE MERECE.
123
El amor es una…
MI AMANTE AMIGA
Helena hizo caso omiso a mis consejos y a su
sentido común y siguió quedando con Valentín
cada jueves. Luego los viernes se los pasaba
enteritos llorándome por todas las cosas
maravillosas que Valentín le hablaba de su novia.
-Tienes que hacer algo; esto no puede seguir así. –
Le decía yo.
-¿El qué? –Contestaba ella desesperada.
-¡Olvidarte de él!
-¡No es tan fácil! ¿Te has olvidado tú de Héctor?
Eso era un golpe bajo. Después de que me besara
(porque te recuerdo que fue él quién me besó), me
llamó un par de veces e incluso quedamos una
tarde a tomar un café; pero ya no hubieron más
besos ni más acercamientos.
Volviendo al tema de Helena, un domingo (como
venía siendo costumbre cada vez con más
frecuencia) ella y Valentín quedaron para ir al
cine. Habían ido a ver “El orfanato” (que era de
miedo) y según me contó Helena, entre sobresalto
y sobresalto se fueron arrimando. Pero no pasó
nada. Cuando Valentín la acompañó al coche,
124
El amor es una…
resulta que casualmente los dos habían aparcado
juntos.
-¡Vaya! La próxima vez podemos venir en el
mismo coche. –Dijo Valentín.
Aquello a Helena le pareció una insinuación
(aunque tal vez no lo fuera); y siguiendo los
absurdos consejos de mi hermano Carlos, cuando
se fueron a despedir le dio “un beso” y no en la
mejilla precisamente. Al ver la cara de poker que
puso Valentín, Helena se deshizo en disculpas y se
le subieron los colores. A lo que él le respondió con
otro beso un poco más largo.
-Ya no recordaba lo bien que sabían tus labios.
Luego cada uno siguió su camino y así quedaron
las cosas. Helena se pasó todo el lunes siguiente
alucinando y no sabía muy bien como encajar
todo aquello. “¿Y ahora qué?”; me preguntaba una
y otra vez. Para complicar un poco más la cosa,
el martes recibió un mensaje de Valentín para
invitarla al partido de fútbol del miércoles.
Helena no entendía por qué no iba su novia.
-A lo mejor sí que va; -le dije yo- ¿tú has
entendido bien el mensaje?
Lo llamó para salir de dudas. No, al partido sólo
iban ella y él. Su novia, al parecer, estaba
125
El amor es una…
estudiando medicina y por eso siempre estaba
muy ocupada. (Tanto que a este paso empezaba a
sospechar que acabaría perdiendo a su novio).
Helena, se metió en la boca del lobo, y aceptó la
invitación.
-El partido fue alucinante. –Me contaba Helena
al día siguiente con unas ojeras que le llegaban
hasta la nariz.- Y luego a la salida me acompañó
hasta el coche; como era de esperar. Yo estaba
muy nerviosa porque en ningún momento había
hecho referencia al beso del otro día y… llegaba el
momento de despedirnos. Entonces él, ¡alucina!,
me dio un beso en la boca. ¡Te juro que me
temblaban las piernas! Y como para explicarse
dijo: “Sé que debería estar arrepentido de lo que
estoy haciendo… pero la verdad es que no lo
estoy”. ¡¡Y me volvió a besar!!
-¿Y ya está?
-Bueno… Acabamos en el descampado que hay
detrás del parque de mi calle.
-¿Te liaste con él?
-Sí… en un principio sí… pero la cosa se nos
escapó de las manos.
-¡¿Te has acostado con Valentín?!
-¡Sí!
-¡Te has convertido en su amante!
-¡Dios mío! ¡Soy una zorra!
-La próxima vez me lo dices y te dejo las llaves de
mi piso. –El que siempre se aparecía detrás de las
126
El amor es una…
puertas (mi hermano Carlos) no podía dejar de
intervenir en aquella conversación, para variar.
Mi hermano Carlos se había comprado un piso
(en el que sólo vivía los fines de semana), el resto
de días venía a gorronear a casa de mis padres.
Víctor, por el contrario, ya hacía tiempo que se
había independizado; primero con su novia, y
luego, cuando ésta lo dejó, pues se quedó sólo en su
piso. Yo, con el sueldazo que cobro y al precio que
están las viviendas, calculo que me emanciparé…
veamos a ver… ¿nunca?
-Es que no pensaba que acabaríamos así. –Se
excusó Helena.
-Yo te lo dije desde un principio. –Le dijo Carlos; y
era verdad, era algo que se veía venir.
Aquella semana Helena siguió recibiendo
mensajes de Valentín; cada vez con más
frecuencia. Quedaron el jueves, como siempre, y el
domingo
para
ir
otra
vez
al
cine
“supuestamente”. Ella estaba muy contenta con
todo aquello y cuando le hacía alguna referencia
de la novia, evitaba hablar abiertamente de ello;
era como que sino se hablaba de ella dejaba de
existir. Pero las cosas no son así y tarde o
temprano todas las piezas de un puzzle se acaban
colocando; no podemos deshacernos de las que nos
molestan.
127
El amor es una…
Creo que fue dos semanas después, o tal vez ya
habían pasado tres. Una mañana en el trabajo,
me sorprendí al ver a Helena llorando.
-¿Qué te pasa? –Le pregunté. Estaba montando el
vídeo de una boda.
-Nada.
No le pasaba nada pero ella seguía llorando.
-No me creo que no te pase nada, así es que ya me
lo estás contando.
Como única explicación me pasó los cascos que
estaban conectados al ordenador y me dijo:
-Escucha.
Sonaba una canción de la Jurado. ¿Helena quería
que escuchara una canción de la Jurado? ¡Pues sí
que era para echarse a llorar! ¡Jajaja! Ahora en
serio, no entendía nada de nada.
Mi amante amigo,
tú que me has hecho ser feliz
a cada instante,
tú que adivinas
mis deseos sin hablarte.
Sé que vas a sufrir,
sé que vas a sufrir.
Cuando en tus brazos
yo te cuente lo pasado.
128
El amor es una…
-¿Qué pasa con esto? Si es la canción que han
elegido los novios para el montaje del vídeo es un
poco cutre, ¿no?
-Escucha la letra –dijo moqueando- pero tienes
que cambiar el”él” por la “ella”.
-¡¿Qué?!
Aquella mañana Helena estaba más que rara; no
conseguía entender nada de lo que me decía.
-Si cambias la letra: “Mi amante amiga”; lo
entenderás.
Mi amante amiga,
me he enamorado como nunca te había dicho,
y ya no puedo compartir nada contigo.
Perdóname, perdóname.
Mi amante amiga,
mi vieja profesora de tantas cosas,
tan bellas, tan distintas, tan hermosas.
Perdóname, perdóname… mi loco amor.
Entonces lo comprendí.
-¿Qué ha pasado con Valentín? ¿Te ha dicho que
no quiere volver a verte?
-¡Se va a vivir con su novia! –O al menos eso es lo
que pude entender entre sonoras lágrimas.
129
El amor es una…
Me contó que Valentín y su novia habían estado
hablando de lo mal que iba la relación a causa de
lo poco que se veían y que llegaron a la
conclusión de que la solución sería vivir juntos. O
sea, que Helena se quedaba fuera del juego.
-¡Vaya mierda, ¿no?!
-Sí; así es el amor. Echó un polvo contigo que es lo
que quería… y luego ya, ¿para qué complicarse la
vida?
-Bueno… la verdad es que fueron unos pocos más.
-¡Eso no me lo habías contado!
-Carlos me dejó las llaves de su piso.
Fui a buscar a mi hermano y le di una colleja.
-¿Tú estás tonto?
-¡Auuuh! ¿Y ahora qué he hecho?
-Dar pésimos consejos; ahora vas y lo arreglas.
Debí suponer que Carlos, en todo caso, lo que
haría sería estropearlo.
-Helena, ¡olvídate de él! Ese tío no se merece ni
una sola de tus lágrimas. Llegado el momento de
elegir ha preferido a su novia… pues ¡perfecto!; no
sabe lo que se pierde. Y si necesitas a un
sustituto… ¡aquí me tienes, soy todo tuyo!
Al menos Helena se rió.
130
El amor es una…
-¿Salir de Málaga para meterse en Malagón? No,
gracias.
-¿Estás segura de que no?
-¡Completamente! Creo que en una buena
temporada voy a olvidarme de los de tu especie.
-¿Y más adelante tal vez me des una
oportunidad?
Helena, por fin serena, le dio un beso a Carlos (en
la mejilla) y le dijo:
-¡Nunca! Me caes muy bien y no quiero romperte
el corazón.
-¿Ni siquiera un polvo?
-Es que soy muy buena en la cama y entonces
querrías repetir… ¡Jajaja!
-¡Vale! Pero no me has dicho que no.
Bueno… He de reconocer que al menos mi
hermano consiguió subirle la autoestima. Después
de aquello no volvimos a saber nada de Valentín
en mucho tiempo. Y Helena, tal y como había
prometido, se olvidó de los hombres por una
buena temporada.
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El amor es una…
¡¡VIVAN LOS NOVIOS!!
¡Y llegó el gran día! Mi abuela estaba tan
nerviosa que parecía que fuera la primera vez en
su vida que se casaba. Llevaba un traje de
chaqueta en color marfil (ya que era lo más
parecido al blanco). Le hacía mucha ilusión
casarse de blanco porque en su primera boda
tuvo que hacerlo de azul oscuro ya que estaban
de luto por la reciente muerte de su abuelo
paterno.
-Aquello debí interpretarlo como una señal. –
Decía ella. _A una novia vestida de negro el
futuro no puede depararle nada bueno.
Así fue; aunque en fin, que no tuviera un
verdadero amor tampoco la convertía en una
infeliz. Hubieron “otras cosas” que llenaron su
vida; (entre las que me encontraba yo).
-Hoy estás preciosa. –Me dijo cuando acabé de
retocarle el peinado.
-No tanto como tú; ¡eres la novia más guapa del
mundo!
-Eres muy generosa conmigo… La más guapa no
creo; pero te aseguro que sí la más feliz. –Y luego,
132
El amor es una…
con pena en los ojos (como compadeciéndose de
mí), añadió- Ojala te vea a ti tan feliz muy
pronto.
-No te hagas muchas ilusiones.
Le di un beso e hice un acopio de valor; me
esperaba un día espantoso con la presencia
constante de Héctor y ¡en una boda! (tal y como
lo conocí).
Ezequiel y Salomé se casaron una soleada tarde
de noviembre. Cuando las campanas de la iglesia
bandearon, Salomé entró al templo del brazo de
su único hijo. Allí, frente al altar, le esperaba el
amor de su vida.
Y allí, en el banco de la
derecha, me esperaba el de la mía.
-Está muy feo eso de hacerle la competencia a la
novia. –Me dijo nada más verme guiñándome un
ojo. -¡Qué guapa…!
-Tranquilo… No voy a quitarle el novio. –Y yo
también le guiñé el ojo.
En ese momento supe que el resto del día
prometía mucho.
La ceremonia no fue muy larga y pronto llegamos
al rollo ese de: “Salomé, ¿tomas como esposo a
Ezequiel, para amarle y respetarle,…?” y lo que
seguía. Mi abuela dijo “sí quiero” rebosante de
alegría. Luego le hizo la misma pregunta a
Ezequiel y todos nos quedamos patidifusos cuando
133
El amor es una…
el contestó: “¡No!”. Mi abuela casi se desmaya del
susto. Pero Ezequiel la tomó de las manos y
dirigiéndose al cura y a mi abuela, se explicó:
-Con su permiso, padre. Tomo a Salomé como
esposa para amarla, respetarla y todo eso… En la
salud, en la enfermedad, en la riqueza, en la
pobre y todo eso… Pero, si me permite hacer una
reflexión, a nuestra edad es más que probable que
la muerte nos visite pronto y yo no creo que ame
a esta mujer por tan poco tiempo… Así es que,
Salomé…
A mi abuela le caían unos lagrimones que tuvo
que quitarse las gafas y todo.
-Te tomo por esposa, te quiero y, dónde sea que
vayamos después de la muerte, te seguiré
queriendo.
-Y yo a ti.
Los dos se besaron aunque el cura les interrumpió
diciendo:
-Aun no hemos llegado a esa parte…
Se intercambiaron los anillos y el novio pudo
volver a besar a la novia. Oficialmente Ezequiel
ya era mi abuelastro.
134
El amor es una…
El convite se celebró en un hotel cerca de la playa
y las fotos de familia nos las hicimos en los
jardines del mismo. No éramos muchos invitados;
las respectivas familias y unos cuántos amigos del
hogar del jubilado.
A mí me tocó sentarme entre mis hermanos y
enfrente de mi amiga Laurita; Héctor (por
desgracia) se quedó un poco retirado.
-Dice mi tete que ahora eres mi prima. –Me dijo
la niña.
-Sí; ya somos familia.
-¿Entonces, vendrás a casa a jugar conmigo a las
Barbie’s?
-¡Anda Laura! –Mi hermano Víctor disfrutaba
mucho pinchándome.- Dile que sí.
-A lo mejor me paso un día de estos.
-Vosotros también podéis venir; -le dijo a mis
hermanos- tengo a Ken y a Spiderman.
-Creo que me pido a Spiderman –Dijo Carlos.
-No puedes porque es de mi tete; ¿a que sí tete?
Intenté imaginarme a Héctor jugando a las
Barbie’s con su Spiderman; me entró la risa.
-Bueno, pero se lo puedo dejar un ratito. –Dijo
Héctor.
-Laurita, -le di un gran consejo- no dejes que éstos
dos se acerquen a tus Barbie’s porque pueden
acabar decapitadas.
-Siempre has sido una chivata. –Se quejó Víctor.
135
El amor es una…
-Y tú un asesino de muñecas.
Los demás se rieron con nuestra “pequeña”
discusión; yo pillé a Héctor mirándome
embobado.
Como Sabrina era la madrina, le tocó hacerse
cargo de los regalos. Mi padre, por su parte,
delegó esa responsabilidad en mi persona; así es
que me puse en contacto con Sabrina y juntas nos
encargamos de los detalles. Les entregamos unos
marcos de plata con la foto de los novios. Creo que
tuvieron bastante éxito aunque cabía esperar que
sería algo por el estilo, (teniendo una tienda de
fotos… ¡¡Jajaja!!) Y ya puestas a organizar,
también nos encargamos del regalo de los novios:
una semana en un balneario.
-¡Dios bendito! –Dijo Ezequiel. –Me voy a ir con
ochenta años y regresaré con cuarenta. ¡Jajaja!
-¿Y tú, abuela? –Preguntó uno de mis hermanos
puñeteros.
-La edad de una mujer es un secreto que debe
llevarse a la tumba; pero te diré que soy lo
bastante joven como para darte una colleja como
cuando eras un chiquillo.
Todavía falta el regalo más importante; pero ese
lo dejamos para el final de la velada. Había una
mini-orquesta que estuvo tocando pasodobles
para la tercera edad. ¡Héctor me sacó a bailar
uno! Yo me moría de la vergüenza porque a su
136
El amor es una…
lado me sentía de lo más torpona. Pero a medida
que el alcohol fue surtiendo su efecto, la
vergüenza se fue perdiendo. ¡Jajaja!
El regalo “estrella” era pasar la noche de bodas en
la mejor suite del hotel. Mis hermanos hicieron
varias bromas al respecto; pero a los novios les
encantó el regalo.
-Cuando me despierte veré el amanecer en el
mar… -Dijo mi abuela toda ilusionada.
-¡Ah! ¿Pero qué pensabas irte a dormir? –Bromeó
Carlos. –Abuela, que es tu noche de bodas;
¡disfruta un poco!
-Disfruto todos los días; gracias. Ya te gustaría
ser como Ezequiel a tus ochenta años.
-¡Toma ya! –Dije yo. -¿Qué tienes que decir a eso?
Por primera vez en su vida, Carlos se había
quedado sin palabras.
Cuando todo terminó y los invitados se fueron
marchando, Sabrina, Héctor, los pesados de mis
hermanos y yo misma, acompañamos a nuestros
abuelos a la suite nupcial.
-¡Vaya pedazo de chabola! –Dijo Víctor tirándose
sobre la cama. -¡Esto sí es un polvo caro!
Héctor y yo nos miramos y nos entró la risa.
¿Estaría pensando lo mismo que yo? No iba a
tardar mucho en averiguarlo. Mis hermanos y
Sabrina se fueron de discoteca y a Héctor a mí
137
El amor es una…
nos tocó la indómita tarea de hacerles las maletas
a nuestros abuelos.
-¿De verdad que no os importa?
abuela. –Es que el tren sale muy
mañana nos gustaría descansar un
todos los días se puede disfrutar de
como ésta…
–Insistió mi
temprano y
poquito… No
una estancia
En el fondo tenía razón; pero no dejaba de darme
en la nariz que aquella era una encerrona de las
suyas. Nos dio las llaves del piso y allí que nos
fuimos, Héctor y yo, a hacerles las maletas a
nuestros abuelos, a las dos de la mañana.
-Tengo curiosidad por ver la ropa interior de tu
abuela. –Dijo abriendo uno de los cajones de la
cómoda.- ¿Llevará súper tangas?
-¡Deja eso!
Le quité de las manos una de las bragas de
algodón de mi abuela y la volví a dejar en su
sitio.
-Tú céntrate en la ropa de tu abuelo, ¿vale?
Pero pasó totalmente de mí y atacándome por la
espalda me susurró al oído.
-También tengo mucha curiosidad por ver la ropa
interior que llevas puesta.
138
El amor es una…
¡Dios mío! Las señales no podían estar
equivocadas; las miradas a lo largo de la noche, el
momento de la suite,… ¡aquel momento! Yo me
sonreí y le dije:
-¿Quién te ha dicho que llevo?
-Entonces tendré que comprobarlo.
Héctor se lanzó y ya no pude ni quise pararlo.
Sin duda fue mucho mejor que la primera vez e
incluso que la segunda; teníamos una cama ¡y
encima era la de mis abuelos! ¡¡Jajaja!!
Sabía que al día siguiente todo volvería a ser
igual que antes (o peor) pero al menos aquella
noche la disfruté.
139
El amor es una…
EL APELLIDO DEL PADRE
Fui a buscar a Ana Mae a la tienda porque
necesitaba contarle a alguien todo lo que me
estaba pasando. Coral, desde que se había hecho
íntima de Arantxa, estaba demasiado ocupada
para mí. (Sí, tienes razón, estaba un “poquito”
celosa porque yo ya no era la única más mejor
amiga de Coral).
-Ayer me mandó un mensaje para decirme que lo
había pasado muy bien en la boda; y que “lo otro”
estuvo genial. Pero no me dijo nada de: ¿podemos
repetir? o ¿quedamos a tomar otro soporífero
café, al menos? ¡Oh, Ana Mae! No debí volver a
acostarme con él porque ahora me siento como
una “puta gratis”. Le importo una mierda; ¡eso es
lo que le importo: una mierda!
Ana Mae, como si no hubiera escuchado
absolutamente nada de lo que le estaba diciendo,
me mostró el diseño de sus nuevas tarjetas:
-¿Qué te parecen? He pensado que ya iba siendo
hora de que la tienda cambiara de imagen.
-¡No me estabas escuchando! ¡Vaya amigas que
tengo!
140
El amor es una…
-Lo siento… yo…
-¿Y ahora cuál es el problema?
-La abuela de Malú quiere que la niña lleve los
apellidos de su padre.
-Pero eso debería ser bueno, ¿no?
-No lo sé.
-Ella me ha vendido la moto de que Malú es su
única heredera; pero legalmente no esta
reconocida como tal, así es que tiene miedo de que
en cualquier momento estire la pata y todo su
dinero se lo quede hacienda.
-¿Y qué vas a hacer?
-¡Buuuff! Tampoco lo sé.
En ese momento, cuando pensaba que su vida no
podía complicarse más aun, el ordenador cobró
vida propia y empezó a rayarse.
-¡Qué bien! Ahora encima se me estropea el
ordenador.
Aunque, supuestamente se había despedido de
Sergio definitivamente (no fue así porque seguían
hablando por internet), Ana Mae no tuvo más
remedio que tomar fuerzas y llamar a Sergio
para que viniera a arreglarle el ordenador. Él,
por supuesto, lo hizo encantado.
-Te ha entrado un virus; pero no te preocupes
porque en 2 días estará solucionado. –Le dijo
Sergio.
141
El amor es una…
-¡¿Dos días?! ¡Buuufff! Nunca se tienen suficientes
problemas. Tendré que registrar todas las ventas
a mano.
Sergio se llevaba el ordenador a su casa para
poder arreglarlo. Retiraron las cosas del
escritorio para desmontar el ordenador y, cuando
Sergio cogió la foto de Malú, se quedó
estudiándola.
-Es guapísima; como tú. Los ojos supongo que se
los debe a su padre.
Ana Mae respondió que sí algo incómoda. En el
fondo esperaba que él dijera: “Me gustaría
conocerla algún día”. Pero volvió a dejar la foto
en su sitio y no dijo nada más. Aquello le recordó
a Ana Mae que Sergio y ella, como mucho, sólo
podían ser amigos.
Aun así, dos días después, cuando Sergio le
devolvió el ordenador en perfecto estado,
quedaron en que el pago sería una cena al
viernes siguiente.
-¡Hola! ¿Estás muy ocupada? –Cuando Ana Mae
me llamaba utilizando ése tono de voz, sabía que
estaba apunto de pedirme algún favor.
-Sí, bueno, como siempre; pero podemos hablar.
-¡Vale! ¿Has tenido noticias de Héctor?
142
El amor es una…
-¡vaya pregunta! Obviamente no; pero vamos, que
es algo que no me coge por sorpresa. El domingo
vuelven del viaje Ezequiel y mi abuela. Van a
hacer una comida para reunir a toda la familia
para contarnos el viaje con todos sus pormenores.
Yo tengo clarísimo que no voy a ir; no sé que les
voy a decir pero… algo me inventaré. Todavía no
estoy preparada para volver a ver a Héctor sin
contener estas ganas de darle una patada en los
huevos.
-Entiendo lo que quieres decir… Yo he cometido
una estupidez… o mejor dicho: estoy apunta de
cometerla si tu me ayudas.
¿Lo ves? Yo tenía razón.
-¿De qué se trata?
-¿Puedes quedarte con Ana Mae el viernes por la
noche?
-Lo siento pero me es absolutamente imposible;
tengo una boda y no puedo cambiarlo porque mi
hermano está de viaje y vamos a cubrirla Helena
y yo.
-Entonces llamaré a Sergio para anular la cita; en
fin… supongo que será el destino que es más
inteligente que yo.
-¿Y por qué no se lo pides a su abuela?
-¡¿Qué?! Vamos, ni loca…
-¿Por qué no?
-Porque…
143
El amor es una…
-Ya no sabes ni qué alegar en tu defensa; vamos,
si te mueres de ganas por quedar con Sergio. Dale
una oportunidad a la señora Rosa… Vamos…
-¡Yo no me muero de ganas por quedar con Sergio!
Estaba claro que sí porque al final Malú se quedó,
por primera vez, a dormir en casa de su abuela
Rosa.
Sergio la llevó a cenar a un restaurante “muy
romántico” según dijo Ana Mae. Pero ella se
cargó todo el romanticismo de un solo golpe
porque se pasó toda la santa noche pegada al
teléfono.
-¿Quieres que te lleve a casa ya, si te quedas más
tranquila?
-No; la niña está bien sólo que…
Y Ana Mae, tras el efecto del Lambrusco, le soltó
todo el rollo de por qué le molestaba tanto que su
abuela llamara a la niña María Lucía… que por
qué no quería que llevara los apellidos de David…
y también, por primera vez, le habló de él. Sergio,
de alguna manera, creyó que Ana Mae era
divorciada o separada, pero lo que menos se
esperaba era que el padre de la niña estuviera
muerto. Ana Mae acabó llorando (por efecto del
Lambrusco también) y Sergio la consoló como sólo
a un hombre se le pude ocurrir: echando un
polvo.
144
El amor es una…
Al día siguiente la llamé para que me lo contara
todo y sus conclusiones fueron las mismas de
siempre:
-Pero de verdad que éste ha sido el de la
despedida; Sergio y yo no tenemos futuro. Por
cierto, me ha abierto los ojos y creo que voy a
aceptar la proposición de la señora Rosa; Malú se
merece llevar los apellidos de su padre, no quiero
que llegue el día en el que me lo eche en cara.
-Creo que has tomado la decisión acertada.
Llamaron a la puerta y tuve que dejar la
conversación a medias. Casi me caigo de culo
cuando, por la mirilla, pude ver quién era.
-¡¿Tú qué haces aquí?!
¡Era Héctor!
-He venido a ver cómo estabas; me han dicho tus
padres que no te encontrabas muy bien, que no
has podido venir a la comida porque estabas
vomitando.
Gracias a Dios, no habían pruebas que
desvelaran que hacía menos de cinco minutos me
había zampado una napolitana de chocolate y
medio paquete de papas. Huelga decir que estaba
realmente horrorosa con mi pijama de corazones
145
El amor es una…
y mi batín de franela; la situación de por sí ya
era bastante humillante, hasta que me confesó el
verdadero motivo de su visita.
-¿Tienes
fiebre?
–Le
pregunté
mientras
comprobaba su temperatura corporal posando mi
mano sobre su frente.
-¿Qué te pasa Laura?
-No sé… qué te pasa a ti que has venido a ver
cómo estaba.
-Bueno… Tenía que contarte algo… Más bien
pedirte un favor, y mejor hacerlo en persona que
no por teléfono.
-¡Pasa!
Mientras se aposentaba en mi sofá, fui a
prepararle un café como a él le gusta; (bueno,
realmente fui al baño a comprobar el aspecto
horroroso
que
presentaba
y
a
intentar
solucionarlo de alguna manera sin que se notara
demasiado; lo del café sólo fue la excusa).
-Tu dirás… -Le dije poniendo el café sobre la mesa.
-La coleta te quedaba bien…
¡Vaya! Se habían notado los “retoques”.
-… y ese pijama te hace un culito muy mono. –
Añadió con una sonrisita.
-¡¿Me vas a decir a qué has venido?!
146
El amor es una…
-¡Sí! Esto… Ayer Cristina y Diego me invitaron a
cenar a su casa.
-¿Y eso a mí qué?
-Pues que les dije que iría contigo.
-¡Ostia! ¿Y para qué les dices eso?
-Pues porque es una cena de compromiso y si voy
contigo me voy a sentir más a gusto.
-¡Ya! Pero antes me podrías haber preguntando si
yo quería ir; ¡si encima ni siquiera estaba
invitada!
-Bueno, de echo pensaban hacerlo… pero otro día.
Así que pensé que mejor si pasábamos los dos
juntos el mal trago; ¿qué te parece?
-¡Pues una mierda!
-¿Entonces les llamo y les digo que no vamos?
-¡Ay! Si hay que ir se va… Pero nos estamos muy
poco rato.
-Lo justo y necesario.
-Pues ya puedes ir pensando en una buena
excusa.
Y eso fue todo. Ni intentó meterme mano (no lo
culpo porque estaba realmente horrorosa aunque
los pantalones me hicieran un culito muy mono,
¡jajaja!). ¡Pues vaya! Para eso mejor que no
hubiera venido porque se me habían pasado las
ganas de pegarle una patada en la entrepierna;
más bien me apetecía comérmelo a besos. ¡Vamos!
Para echarse a llorar. Cuando lo despedí en la
puerta, añadió como si tal cosa:
147
El amor es una…
-Por cierto, les he contado una
mentira.
-Miedo me das… ¿qué les has dicho?
-Que estamos saliendo juntos.
“pequeña”
Al oírlo de su boca el estómago me dio un vuelco.
¡Laura, que lo decía de mentiras!
-¡¿Por qué me lías de esta manera?!
-Pues porque me fastidia que nos pasen por las
narices su felicidad conyugal…
-¿Estás celoso?
-¡No!
¡Mierda! ¿Y si todavía quería a Cristina y por eso
no se había enamorado locamente de mí como yo
lo estaba de él?
-Sólo que me siento… fracasado. Ellos nos clavan
una puñalada por la espalda y son felices; ¿por
qué nosotros no?
“¡Porque tú no quieres, idiota!”; obviamente no se
lo dije, sólo lo pensé.
-La
felicidad
consecuencia.
es
una
elección,
no
una
¿Por qué me salió de la boca una frase tan cursi?
-Ya… ¿Y eso quién lo dice?
148
El amor es una…
-Lo digo yo. –Y para cambiar de tema porque ya
me estaba rayando un poco, añadí- ¡Ah! Y que
conste que seré yo quién te deje, ¿vale?
-¡Vale! Pero si puede ser dentro de unos meses que
sino va a parecer que sólo ha sido un rollete.
¡Ni siquiera eso hijo mío, ni si quiera eso! Sólo han
sido tres polvos (muy buenos por cierto) pero sólo
eso. De repente me volvieron a entrar unas ganas
locas de darle una patada en la entrepierna. Por
eso lo despedí rápidamente.
-¿Paso a recogerte el viernes a las nueve? –Me
dijo.
-¡Qué menos…!
-¡Vale! ¡Hasta el viernes! ¡Ah! Y muchas gracias.
Me dio un “besito” y se largó. ¡Ya le valía! Hasta
mis hermanos que me odian a muerte, cuando lo
hacen, me besan con más ganas.
149
El amor es una…
CENA DE IDIOTAS
¡Vale! Reconozco que tal vez me pasé un poco
pero, seamos sinceros: he de darle la razón a
Héctor con aquello que dijo de que después de que
nos hubieron clavado una puñalada por la
espalda, no se valía que ellos fueran felices y
nosotros no (aunque toda la culpa fuera suya por
no ver lo que tenía delante de sus narices); en
resumidas cuentas, esa noche yo quería estar
realmente guapa para que los dos cavernícolas se
dieran cuenta de lo que se estaban perdiendo. Así
que me tomé la tarde libre y me fui a la
peluquería y de compras; (me compré unos
pantalones negros que me hacían un culito muy
mono, ¡¡jajaja!!).
A las nueve y cuarto Héctor todavía no había
dado señales de vida. Empecé a hacerme así como
unas 18 pajas mentales entre las cuales me lo veía
a él y a su alumna particular (modelo de Elle),
metiéndose mano a base de bien en la misma aula
en la que él y yo… “¡Ay, Laura, deja de pensar
estupideces!” me dije a mí misma. “Mejor piensa
en lo que vas a hacer si Héctor no se presenta
porque tú sola ¡ni de coña! vas a esa cena de
idiotas”. Ideando mi plan de evasión se hicieron
las 9.30 h. Y cuando ya estaba a punto de llamar
150
El amor es una…
a Diego para decirle que no podía acudir a la cita
porque mi hermano necesitaba urgentemente que
le llevara una video-cámara al salón de bodas en
dónde estaba trabajando, entonces caí en la
cuenta de que se “suponía” que Héctor era “mi
novio” y que íbamos juntos a la estúpida cena.
¡Mierda! Ahora encima tenía que pensar una
excusa para él. En eso que sonó mi tono de
mensajes. ¡Era Héctor!
Princesa, lo siento muxisimo pro se me ha hexo tarde. En
10 min. stoy ahí. Muak!!
Bueno, aunque tuviera que ir a la cena esa, al
menos Héctor no me había dado plantón y no
estaba con la súper-modelo dándose el lote en “mi
aula”. ¿Me había llamado princesa? Si lo hubiera
dicho cualquier otro tío me habría parecido muy
cursi; pero viniendo de él sonaba tan bien…
¡¡Jajaja!!
Pasaron un poco más de 10 minutos pero Héctor
vino a recogerme ¡por fin! Nada más subir al
coche dijo:
-Creo que me he equivocado de chica. Espera,
¿puedes levantarte un segundo?
Pensé que había chafado algo con mi culo así es
que me levanté apurada por si me había sentado
sobre su móvil o algo parecido. Entonces, ¡qué
fuerte! me sobó el culo y dijo:
151
El amor es una…
-No, no me he equivocado de chica; ninguna otra
tiene un culito tan mono como el tuyo.
No sabía si sentirme alagada u ofendida pero
tampoco me dio opción a una réplica porque
antes de que pudiera reaccionar ya me estaba
besando y ¡creerme!, éste no fue un beso mojigato
como el que me dio en la puerta de mi casa.
-¡Estás impresionante!
-¡Vaya! Gracias. ¿Nos vamos? Llegamos muy, pero
que muy tarde.
-Lo siento; es que he tenido una clase particular
que no me había acordado de anular.
-¿Con una súper-modelo de Elle?
-No; con la súper-abuela y su novio sexagenario.
Por lo visto nuestros entrañables abuelitos han
puesto de moda la boda a las 80.
-¡Eh! Que mi abuela no es tan mayor…
-Ya… ¿Tú has visto su D.N.I?
Le di una colleja pero sentí un gran alivio al
saber que su clase particular no había sido con
una súper-modelo. Discutiendo sobre la edad
inconfesable de mi abuela, llegamos a casa de “la
pareja del año”. El estómago empezó a darme
retortijones; la cena me iba a sentar de cine.
Subiendo en el ascensor le pregunté a Héctor por
nuestra coartada.
152
El amor es una…
-¿Qué coartada?
-¡¿Qué coartada?! Héctor, se supone que tú te
encargabas de buscar una excusa para los dos; yo
no pienso quedarme en la Happy House después
de los postres.
-¿Cómo la has llamado?
Le hizo mucha gracia lo de la Happy House; pero
no teníamos coartada.
-¡Vale! Voy a mandarle un mensaje a Emilio para
que a las 12 h. me haga una perdida al móvil. ¿Te
parece bien?
-Sí. ¿Quién es Emilio?
-Un colega. Da clases en Rico Mambo.
Entonces caí en la cuenta de que jamás me
hablaba de sus amigos. ¡Qué decepcionante! Yo le
había contado hasta los problemas amorosos de
mis amigas y él ni tan siquiera me había
nombrado a uno sólo de sus “colegas”. Apunte
mental: “Laura, esa es una táctica para
mantenerte al margen de su vida privada porque
¡no te quiere en ella! Capito?” . Sí, io capito tutto!!
Al salir del ascensor “la pareja del año” nos
estaba esperando en le marco de la puerta con
una sonrisa de oreja a oreja pese a que
llegábamos más de una hora tarde.
Yo no soy de esas que les gusta examinar las
casas de arriba-abajo, ¿vale? Pero la primera y
única vez que había visto la casa de la “parejita”,
153
El amor es una…
estaba totalmente desvalijada y se puede saber
mucho acerca de una persona por cómo ha
decorado su casa. Cristina es una chica 10 salida
de esas revistas de “Mi casa” o “Clara Hogar”.
Nada de muebles de Ikea y sábanas de Carrefour;
realmente estaba en la Happy House. Mi
estómago me dio un retortijón más. No era de
extrañar que los dos hombres de mi vida
estuvieran, (o hubieran estado) locamente
enamorados de ella. Bueno, a lo mejor aun lo
estaban porque sino, ¿por qué Héctor tenía tanto
interés en aparentar que estaba felizmente
emparejado conmigo? ¡¡Porque quería darle celos
a Cristina!! El estómago me dio otro retortijón
más y tuve que ir al baño (y no fue una excusa
para cotillear su toallero).
Cuando salí del baño ya todos estaban sentados a
la mesa. Así no es como yo hubiera servido la
mesa; la de Cristina parecía un banquete de boda,
la mía hubiera sido una fiesta de cumpleaños
infantil. Claro, se me olvidaba que ella era
cocinera del Hilton. Cenamos cosas tan raras que
ni Ferrán Adrià ni el Arguiñano sabrían
descifrar los ingredientes. Empecé a sentirme
una: PERDEDORA. Sí, así exactamente era como
me sentía y encima tenía que compartir mesa con
“la Cristinita” que me había arrebatado el primer
puesto. Tenía a los dos hombres de mi vida
babeando por ella; ¡¿Y yo qué?! ¡¡¡PERDEDORA!!!
Pero justo cuando piensas que las cosas no pueden
154
El amor es una…
ir peor, resulta que es mentira… ¡siempre pueden
ir peor! Después de que Cristinita y Diego
monopolizaran
prácticamente
toda
la
conversación narrándonos con pelos y señales su
Luna de Miel; Diego hizo la fatídica pregunta de:
-Bueno, ¿y vosotros qué? ¿Cómo empezó todo?
¡Eso! Miré a Héctor porque de verdad me moría
de curiosidad por saber cómo había empezado
todo.
-Bueno, ya sé que suena a chiste pero… nos
enamoramos en la boda de nuestros ex. ¡¡¡Jejeje!!!
¡Ah! ¡Por Dios Héctor! Sí, que sonaba a chiste; y
además a chiste de comedia de sobremesa. ¿No se
te pudo ocurrir nada mejor? ¿De verdad que no?
Yo me mordí la lengua por no darle una colleja
para que se callara de una vez. En el fondo sentía
mucha curiosidad por saber cómo hubiera sido
nuestra historia si realmente me hubiera tomado
en serio y no nos hubiéramos limitado a echar
unos polvos (en mi caso a hacer el amor).
-Es una historia de amor muy bonita.-Dijo
Cristina cuando Héctor terminó con su sarta de
mentiras.
Sí… lo era y mucho… ¡¡¡Lástima que todo fuera
mentira!!! (Por culpa de Héctor, porque nunca,
155
El amor es una…
nunca, nunca me iba a tomar en serio). Y para
que la “pareja del año” se terminara de creer la
increíble historia de Love Actually, nos besamos
en plan peliculón de sobremesa. La cuestión es:
que yo lo besé de verdad ¿y él? ¿El beso también
formaba parte del “espectáculo”? Apunte mental:
“Laurita, ¿para qué preguntas? ¡¡Pues claro que sí
so mensa!!”.
Pero eso no fue lo peor de todo, por que igual, al
decirte que siempre puede pasar algo peor,
pensabas que me refería a esto. Pero ¡no! La
noticia bomba fue que: ¡¡tachán tachán!!
¡¡¡ESTABAN EMBARAZADOS!!! Sí, ya sé que
técnicamente la que estaba embarazada era ella,
pero son tan cursis que así nos lo soltaron:
-¡Estamos embarazados!
-¡Felicidades!
La botella de cava prácticamente, me la bebí yo
sola. ¡Dios bendito! Por fin llamó el tal Emilio y
nos largamos de la Happy House. Ya en el
ascensor Héctor me dijo:
-No ha ido tan mal, ¿no?
-¡Nooo! Ella va a tener un bebé y yo lo único que
tengo son gases. Me siento como si llevara escrito
en la cara: ¡¡PERDEDORA!!
156
El amor es una…
El alcohol estaba haciendo que perdiera un poco
los papeles; pero no podía hacer que mi boca se
cerrara:
-Ella me ha vuelto a ganar ¡mierda! ¿Hasta
cuándo va a seguir siendo así?
-¡Tía, se te está yendo un poco la olla! A mí
también me jode lo del bebé pero tú no eres una
perdedora.
-¿Ah, no? ¿Y entonces por qué sigues enamorada
de ella?
¡Vale! Reconozco que ahí me pasé un poco; pero
las borrachas y los niños siempre dicen la verdad.
-¿A qué viene esa tontería?
-No es una tontería; tú no te das cuenta pero es la
verdad.
-No estoy enamorado de Cristina, ¿vale? Para mí
el amor se terminó hace tiempo.
Laurita, te lo acababan de dejar bien claro; ¿para
qué seguir con tanta tontería? ¿Acaso eras
masoquista o algo por el estilo?
-Tú me gustas mucho, de verdad –siguió diciendopero ahora…
-Mira, no sigas con esa frase que a todos los tíos os
enseñaron en primaria mientras nosotras
dibujábamos corazones estúpidos en los libros de
157
El amor es una…
texto, porque ya me la sé de memoria; me la han
repetido al menos 80 veces. ¡Cállate y bésame!
Y eso hizo. Al final no sé cómo me convenció, pero
acabamos en el Rico Mambo dónde trabajaba el
tal Emilio.
Cuando se me pasó la borrachera, empecé a
preguntarme qué narices hacía yo en aquel sitio;
pero si ni siquiera sabía bailar salsa. Y no se pude
decir que Héctor me hizo mucho caso porque
nada más llegar se puso a bailar con todas las
mujeres de la discoteca: rubias, morenas, altas,
bajas,
delgadas,
gorditas,
españolas,
sudamericanas,… Claro, menos conmigo. Yo me
bebí mi caipirinha en 3 tragos intentado olvidar
que:
a) Era una perdedora
b) Estaba fuera de onda
c) Héctor pasaba de mí como de la…
Suerte que Emilio me sacó a bailar una salsa. Yo
le advertí que mis pies no se llevaban bien, pero él
no quiso hacerme caso. Emilio es cubano, bastante
mono pero más bajito que yo; por eso de vez en
cuando su brazo tropezaba con mi cabeza. Aun
así dijo que no lo hacía del todo mal, ¡¡jaja!! ¡Qué
ingenuo! (O qué amable). El caso es que sudé la
gota gorda y llegados a este punto todo el alcohol
se me había bajado a los pies. Íbamos a bailar
otra más pero en eso que Héctor ¡Dios bendito!
reparó en mi presencia y me sacó a bailar una
158
El amor es una…
bachata. ¡Dios! La última vez que bailamos una
acabamos…
-¿Qué tal lo estás pasando?
-Bien. Ya veo que tú también.
-Siento no haber estado casi contigo pero es que
no paran de sacarme a bailar.
-Ya veo ya que estás muy solicitado.
-¿Qué hora es?
-Las dos y diez.
-Pues te prometo que a partir de las dos y diez de
esta noche soy todo tuyo.
-¡Guauuu! Me siento afortunada.
-¿Estás siendo irónica?
-¿Te lo parezco?
-¡Sip!
-¡Bien! Porque es justo lo que pretendía.
Se rió y después me besó en el cuello. Su mano
también fue bajando hasta mi culo y cuando
terminó la bachata nosotros aun seguíamos
besándonos y acariciándonos por todas partes.
-¿Nos vamos?
Este es el punto en el que una tiene que usar su
poco sentido común y oponer algo más de
resistencia porque ya se sabe que si te acuestas
con un tío a la primera pues jamás te toma en
serio pero, el error ya lo había cometido 3 polvos
atrás y definitivamente Héctor no pensaba
159
El amor es una…
tomarme en serio así es que, ¡qué demonios! al
menos una alegría que me llevaba para el cuerpo.
-¿A dónde?
-¿Al coche?
-Se me ocurre un sitio mejor.
Tuve la estúpida idea de ir a casa de mi hermano
Carlos pensando en que como él trabajaba no
habría nadie en casa; y efectivamente él no
estaba. Tengo llaves de los pisos de mis hermanos
pero normalmente sólo las utilizo para hacer sus
recados.
-¿Todavía estás mareada? –Me preguntó mientras
me llevaba hasta la cama.
-No.
-¿Y ya no te sientes una perdedora?
-Bueno… a fin de cuentas Cristina se ha quedado
con lo que yo no quise.
-¡Ay, que ver, cómo sois las mujeres! Os gusta
mucho competir.
-¡Ya! ¿Y qué me dices de vosotros? ¿No os gusta
competir? ¿Y sino por qué te has inventado la
absurda historia de que somos novios?
-Bueno… no es tan absurda ni todo ha sido
inventado. ¿Y sino qué estamos haciendo?
-Si te callas de una vez y me quitas la ropa, a lo
mejor acabamos haciendo algo…
160
El amor es una…
Y sí, acabamos haciendo más que algo, ¡¡jejeje!!!
Sabía que al día siguiente me iba a arrepentir
pero… bueno, o a lo mejor no. Fueron dos y
aunque fueran en la misma noche eso junto a los
otros tres sumaban un total de cinco polvos que
ya había echado con Héctor. Vale, él echaba
polvos y yo hacía el amor. Pero en resumidas
cuentas, eso no hacía que nuestra extraña
relación avanzara en lo más mínimo pese a que
dormimos juntos y abrazados. Y me hubiera
quedado así toda la vida de no ser porque oí
ruidos en la casa.
-¡Mierda! Creo que ha venido mi hermano. Voy a
echar un vistazo.
Me vestí rápidamente y salí a echar un vistazo.
Se sorprendió muchísimo de encontrarme allí
porque nunca había utilizado su piso de picadero
porque desgraciadamente nunca lo había
necesitado.
-Vaya hermanita; déjame que te felicite. –Dijo
Carlos despeinándome más todavía.- ¿Os preparo
el desayuno?
-¿Y tú qué haces aquí?
-Extraña pregunta… Te recuerdo que éste es mi
piso.
161
El amor es una…
¡Mierda! Un poco tarde caí en la cuenta de que
no estaba solo. Y ¡mierda otra vez! Cuando
descubrí quién era “su amiguita”.
-¡Buenos días!
-¡Hola! ¿Sabrina?
Cuando Héctor oyó la voz de su hermana no
tardó en salir de la habitación. Aquello parecía
nuevamente una escena de la comedia de
sobremesa; patética. A Carlos y a Sabrina no se
les veía muy afectados, hasta se lo tomaron a
chiste; pero a Héctor y a mí se nos sentó el
desayuno. Conozco lo suficiente a mi hermanito
como para saber qué es lo que venía a
continuación y que cuando, inevitablemente, le
rompiera el corazón a Sabrina, mi “amistad” con
Héctor se iba a ver seriamente afectada. De
hecho, ya lo estaba siendo porque en vez de
llevarme a mí de vuelta a mi casa, se llevó a su
hermanita y de mí se despidió con un casto beso
en el salón de mi hermano.
Cuando se fueron Sabrina y Héctor no traté de
disimular mi enfado con Carlos y le solté una
colleja:
-Esta vez procura no cagarla.
-Creo Laurita, que no estás en condiciones de
hablar; te recuerdo que tú te tiras a tu primastro.
¡¡Jajaja!! Hasta suena gracioso.
162
El amor es una…
Le di otra colleja para que se callara pero demás
está decir que no lo hizo en toda la semana.
163
El amor es una…
TODAS CONTRA ÉL
Quedé con Coral y Arantxa en el ciber-café para
ponerlas al día de mi asquerosa vida sentimental.
Al día siguiente de echar un polvo una se siente
eufórica, pero dos días después una se siente
una… (sólo en el caso de que el tío pase de ti, claro
está).
-¿Y ahora qué? –Me preguntó Arantxa.
-Pues ahora como siempre… desaparecerá en
combate.
-¡Pues qué putada!
-Tienes que olvidarte de él. –Concluyó Coral.
-¡Ya lo sé!
Después de mis diez minutos de gloria,
retomamos el tema favorito de las dos: Javi el
foquero. Seguramente los oídos le tenían que pitar
de tantos insultos que recibía a lo largo del día;
pero eso no era lo peor, lo peor estaba por llegar.
-Tengo una idea. –Dijo Arantxa.
He de reconocer que la primera impresión que
tuve de Arantxa fue la de “chica-buenamojigata”; pero para nada resultó ser así. Dicen
164
El amor es una…
que donde las dan las toman, y ése refrán ellas se
lo iban a tomar al pie de la letra. Nos conectamos
a internet ¡con la cuenta de Javi!
-¿Qué estáis haciendo? –Dije toda alucinada.¿Sabéis que esto es un delito?
-Bueno… que nos detengan.
Las dos se echaron a reír como si tal cosa. ¿De
dónde narices había sacado Arantxa la cuenta de
Javi? ¡Vete tú a saber! Pero aquello no me
gustaba ni un pelo y lo peor es que yo estaba
siendo cómplice de ellas.
-Relájate Laurita, sólo vamos a cotillear un poco,
-me dijo Coral- con eso no hacemos daño a nadie.
Ingenua de mí yo las creí y les seguí el juego
pero… si algo no está bien, no está bien y punto; y
al final todo se acaba sabiendo. Abrimos unos
cuantos mensajes tontos y poco más. ¡Pues vaya!
¿Para eso habíamos inflingido la ley? Cuando de
repente se abrió una ventanita de conversación.
Flower dice: Qué haces chiquitín?
Os juro que intenté que cerraran la ventana y se
desconectaran pero para ellas la diversión acaba
de comenzar así es que… siguieron adelante con
su jueguecito.
165
El amor es una…
Devil78 dice: y tú?
Flower dice: Había preguntado yo primero, jajaja!!!
Devil78 dice: Estoy bajando pelis guarras de internet.
Le propiné una buena colleja a Coral por escribir
tamaña grosería. ¿Cómo se le pudo ocurrir tal
cosa? Así fijo que nos iban a pillar.
Devil78 dice: Es broma!! Jajaja!!! Estaba haciendo unas
compras por internet.
Flower dice: Yo estaba aquí aburrida… Se te ocurre algo
para entretenerme?
¡Vale! Estaba claro que se trataba de una amiga
con derechos o con posibilidades de tenerlos muy
pero que muy pronto.
-¡Chicas! –Dijo Coral toda emocionada. –Creo que
estamos hablando con Invierno 2007. ¡¡Jajaja!!
Devil78 dice: Se me ocurren muchas cosas… ¡¡Jujuju!!
Flower dice: Cómo cuáles?
La chica iba lanzadita.
Devil78 dice: Cosas que dudo mucho que tu novio sepa
hacer.
Flower dice: Eso tendrás que demostrármelo.
Devil78 dice: Cuándo y donde tú quieras.
166
El amor es una…
-¡Vale ya! –Les dije._ Creo que nos estamos
pasando á un poco. Esta chica no tiene la culpa
de que Javi sea un…
-¡¡Esta chica yo la conozco!! –Gritó Arantxa.- ¡Tías,
si es la novia de Dani! ¡Flipas! Si se la está
levantando en sus propias narices.
-Arantxa,
permíteme
que
te
rectifique:
“Nosotras” se la estamos levantando.
-Laurita, -me dijo Coral- no te confundas; a ésta
Javi ya se la tenía trabajada; no tienes nada más
que ver lo sueltecita que se le ve.
No obstante, seguía opinando que aquello se nos
había ido de las manos y que íbamos a salir muy
pero que muy mal paradas.
Flower dice: Dani trabaja este domingo…
-¡Ala! Qué sí, ¡que es Lucía la tetona! –Chilló
Arantxa. - ¡Pobre Dani!
Sí,
¡pobre
Dani!
Y
nosotras
estábamos
contribuyendo a su cornamenta. Coral (con un
poco más de lucidez) quería cortar ya, pero
Arantxa quería que le contestáramos.
-Chicas, vamos a dejarlo ahora que todavía
estamos a tiempo; no vaya a ser que la liemos
más…
167
El amor es una…
-¡Qué no! –Se rebotó Arantxa.- Javi me vió la cara
de idiota y eso no me lo trago. “Donde las dan las
toman”.
Devil78 dice: Quedamos a las 7h. en el bar de Paco?
-¡¿Pero qué haces?! –Coral empezó a alarmarse.¿No crees que te estás pasando?
-Tengo un plan. –Le contestó Arantxa.
¡Y tanto que lo tenía! Dicen que la venganza se
sirve fría y ella había tenido mucho tiempo para
preparar su plato de entremeses.
Flower dice: Qué dices? Allí todo el mundo conoce a
Dani. Mejor quedamos en el centro.
Devil78 dice: OK Dónde?
Flower dice: En la cafetería de la calle San Vicente que
hace esquina con la plaza de la Reina.
Devil78 dice: OK A las 7h?
Flower dice: Perfecto!
Devil78 dice: Oye, te dejo que este cacharro no va muy
bien y se me cuelga si intento hacer más de dos cosas a
la vez, jajaja!!!
Flower dice: OK Un besazo. Adeu!!!
Devil78 dice: Donde tú quieras… Jajaja!!! Xau!!
¡Menos mal! De todas formas, la cagada ya estaba
hecha.
168
El amor es una…
-¿Y ahora nos puedes explicar cuál es tu
fantástico plan? –Dijo Coral bastante enfadada.
Arantxa nos lo explicó muy gustosamente sin
dejar de sonreír en ningún momento; se notó que
disfrutaba con ello.
-Bueno… Creo que el pobre Dani no merece ser
engañado de esta manera y… ¡los va a pillar!
-A ver, Einstein, ¿cómo narices los va a pillar si el
“diablito” no sabe que ha quedado, eh? ¿Me lo
puedes explicar? –Dijo Coral.
-Pues porque el “diablito” le va a mandar un
mensaje a la “florecilla” para des-quedar y… por
equivocación… ese mensaje también lo va a
recibir Dani. ¡¡Jeje!! ¿A que soy mala cuando
quiero?
-Bueno, -dije yo- no creo que tanta gilipollez sirva
de mucho, pero de todas formas, ¿qué pasa si
antes la tal Lucía habla con Javi?
-Pues… de todas formas ya me he divertido un
rato y eso… ¡nadie me lo puede quitar! ¡¡Jeje!!
Tal y como había prometido, Arantxa volvió a
infiltrarse en la cuenta de Javi el foquero
(suponemos que por última vez) para enviar el
mensaje de des-quede, por “error”, a todas las
direcciones de correo electrónico que tenía Javi
en su cuenta. Desde luego, colara o no colara, lo
que era seguro es que una buena se iba a armar y
169
El amor es una…
de que al pobre Dani y a la tal Lucía se les iba a
joder la vida “un poquito”.
Durante los dos días que siguieron al correo de
Arantxa, Coral estuvo observando al foquero
pero no daba señales de que algo extraño
sucediera. Al tercer día llegó al trabajo con el
labio partido.
-¿Qué te ha pasado? –Le preguntó Coral nada más
verlo.
-¡¿Que qué me ha pasado?! Pues que me han
partido los morros por culpa de un hijo o hija de
puta. ¡Pero espérate que lo o la pille… se va a
cagar!
Coral se cagó a la pata a bajo porque según ella,
Javi sospechaba algo; lo había notado en su
mirada y por el tono de voz que había puesto al
decir: “hijo o hija de puta”. Arantxa sin embargo
se lo tomó todo a guasa y disfrutó mucho
repitiendo una y otra vez la mini-conversación
que Coral y Javi habían mantenido. No obstante,
aquello no la había dejado del todo satisfecha y
necesitaba saber más. Ideó un plan B del que yo
formaba parte.
-Voy a ir al bar dónde trabaja Dani. Haré que
parezca todo casual y a ver si así logro averiguar
algo más; ¡me muero de la curiosidad!
170
El amor es una…
Supuestamente Arantxa había quedado conmigo
en ese mismo bar, pero yo le daba plantón. Bueno,
no exactamente, porque al final acababa
apareciendo por el bar; así ella tenía tiempo de
sobras para hablar con Dani. Y esto fue lo que
pasó:
-¡Hola! ¿Qué vas a tomar?
-Un
cortado,
por
favor.
–Dijo
Arantxa
haciéndose la despistada.
-¡Eh! ¿Tú no eras amiga de Javi?
-Tú lo has dicho: “Era”, tiempo perfectamente
pasado. Y tu eres amigo suyo, ¿no?
-“Era” en mi caso, también tiempo perfectamente
pasado.
-¡Vaya! Éste chico sí que sabe hacer amigos…
¿Puedo preguntarte qué ha pasado para que tú y
él…?
-Puedes… Espera, te sirvo primero y luego me
escapo unos minutillos y charramos, ¿te importa?
O, ¿estás esperando a alguien?
-A una amiga, pero parece que se retrasa; sino te
importa hacerme compañía…
Arantxa hizo grandes descubrimientos. El más
importante de todos: nosotras no habíamos
contribuido a la cornamenta que lucía el chico; de
hecho, Javi y la tal Lucía ya se los habían puesto
en varias ocasiones. No obstante, no me sentía
orgullosa por haberle abierto los ojos de aquella
manera. Y mucho menos después de haberlo
171
El amor es una…
conocido porque era un chico muy agradable. Sí,
lo conocí cuando, casi una hora después, acudí a
mi cita con Arantxa.
-Bueno, chicas, os dejo que habléis de vuestras
cosas. Yo voy a seguir currando porque sino a
este paso me despiden. –Dijo Dani antes de
dejarnos. –Arantxa, ya te llamo y continuamos
con la conversación que hemos dejado a medias,
¿te parece?
-¡Vale! Creo que tenemos tema para rato; ¡¡jaja!!
En cuanto nos quedamos solas, Arantxa empezó
a soltarme toda una retahíla gimoteando y entre
susurros:
-¡Soy una zorra! Me siento la más sucia, fea, cruel
y despiadada de todas las mujeres del mundo. Soy
peor que Cruela de Vill, que la madrastra de
Blancanieves, que la ministra de vivienda…
-Tú no eres fea.
-¡Gracias! ¿Pero sí sucia, cruel y despiadada?
-Bueno… puede que sólo cruel y despiadada…
pero si te sirve de consuelo, yo me siento igual
que tú.
-¡No! Tú eres buena. Laura, todo esto ha sido
culpa mía. Le he jodido la vida, probablemente, al
único tío que merece la pena de los que he
conocido en toda mi vida; ¿y por qué? Sólo para
vengarme de otro tío que no merece ni ser
nombrado. Debería sentirme “la reina del
172
El amor es una…
mundo” porque he conseguido mis propósitos
pero, ¿para qué? Javi ha perdido a un amigo y a
una tía; pero creo que a eso él le da igual porque
en dos días habrá rehecho su vida. Sin embargo, a
Dani le llevará algo de más tiempo y él sí que no
se merecía todo esto.
-Arantxa, escúchame, (y deja de gimotear porque
él nos está mirando); vale que para nada
actuamos bien al hacernos pasar por Javi,
meternos en su correo y mandarle ese mensaje a
todos
sus
contactos;
pero
nosotras
no
engañábamos a Dani, eran ellos quienes lo
engañaban. ¿Te ha quedado claro? Así es que,
¡tranquilízate!
-¡No puedo! Soy una mala persona.
Y encima Dani nos invitó a los cafés; es como si
un desconocido viniera, te diera una patada en el
culo y encima tú le dieras las gracias. ¿Por qué
intentaba convencer a Arantxa de lo contrario si
yo también me sentía fatal?
Al menos nadie sospechaba de nosotras porque
una semana después Javi le dio a Coral su nuevo
correo electrónico; había cancelado su cuenta
anterior; ¡normal! ¿Os cuento algo gracioso?
Invierno 2007 o lo que es lo mismo: Lucía la
tetona, era la nueva novia “oficial” de Javi el
foquero; ¡para echarle a llorar! (o a reír, eso ya es
cuestión de gustos).
173
El amor es una…
¿QUIÉN ES QUIÉN?
Cuando tu mejor amiga sufre mal de amores,
inevitablemente, tú los sufres con ella. Por eso,
cuando Coral me confesó que se estaba
enamorando de “alguien”, mi primera reacción
fue dar palmitas de alegría.
-¡¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?!
-Esto… Pues… Tu hermano.
La reacción siguiente fue:
-¡No, no, no!
-¿Por qué no?
¡Veis! Por eso siempre me he resistido a que mis
hermanos conocieran a mis amigas; ahora
inevitablemente a Coral le iban a romper el
corazón y ¡otra vez a sufrir las dos juntas!
-Porque, (está mal que lo diga yo porque son mis
hermanos), pero son unos… ¿Y cuál de los dos ha
sido el afortunado?
-¡No lo sé!
-¡¿Cómo?! Ahora sí que me he perdido.
174
El amor es una…
Recapitulemos; para empezar esta historia es
mejor que nos remontemos a la semana anterior.
Desde hacía más de un mes, la empresa de Coral
ya nos había contratado un reportaje fotográfico
para su publicidad, y era yo quién tenía que
llevarlo a cabo. Pero como pillé una gripe con
fiebres incluidas, pues se hizo cargo mi hermano
Carlos. Voy a volver a repetirlo para que quede
claro cuál de mis dos hermanos fue el que conoció
Coral: mi hermano CARLOS.
No sé muy bien lo que pasó entre ellos pero esto es
lo que me contó Coral cuando vino a ver a la
convaleciente.
-¿Qué tal te encuentras?
-Voy a morirme a los 28 años y sin dejar
descendencia.
-¿Tienes algún deseo de última hora?
-Sí; dile a Héctor que pese a que se ha comportado
conmigo como un auténtico gilipollas, no me
arrepiento de nada de lo ocurrido entre nosotros.
-Si de verdad piensas eso es que realmente estás
mal. –Comprobó mi temperatura corporal y
reafirmó._ Sí, te está subiendo de nuevo la fiebre.
¿Has vuelto a tener noticias suyas?
-¿Desde el día de la cena?
-Pues desde la última vez que lo viste; ¿o lo has
vuelto a ver?
-¡No! Me mandó un mensaje insustancial el
martes; y ayer uno para ver cómo estaba porque
mi abuela le había dicho que estaba moribunda.
175
El amor es una…
-Tu abuela se ha propuesto casarte con él a toda
costa…
-¡Lástima que los principales interesados no estén
por la labor!
-Bueno… todos, todos…
-¿Podemos cambiar de tema? ¿Qué tal se ha
portado mi hermanito?
-¡Ay! ¡Genial! Creo que las fotos van a quedar
estupendas y mis “chicos” se han portado muy
bien.
(Cuando Coral dice: “sus chicos”, se refiere a sus
delfines).
-Mañana haremos la segunda sesión. –Continuó
diciendo.- Por cierto, tu hermano es muy
simpático.
-Sí, suele serlo con las chicas…
-¿Por qué nunca me has presentado a tus
hermanos? Carlos está muy bien y supongo que
Víctor no se quedará atrás… Se supone que eres
mi mejor amiga y ¿dejas que pierda una
oportunidad como ésta? ¡¡Jajaja!!
-Por eso que eres mi mejor amiga… Coral, no te
cueles por mi hermano porque para el las tías son
sólo un entretenimiento.
-Bueno… Pero eso es porque no me había conocido
a mí. –Dijo guiñándome el ojo.
-Coral, hablo en serio.
-Tranquila… También sería raro que un tío tan
buenorro se fijara en mí.
176
El amor es una…
-¡Ay! Tampoco es eso. ¡Tú vales mucho! Por eso no
te mereces a mi hermano Carlos. O mejor dicho: el
no te merece a ti.
Y parecía que la cosa se quedaba ahí hasta que
Coral fue a la tienda a elegir las fotos. También
fue casualidad, el destino o como queráis
llamarlo, que en esos momentos yo no estaba en la
tienda para evitar una catástrofe.
-Muchísimas gracias por todo. Pasaré la factura
a la empresa para que os giren un cheque cuanto
antes.
-Tranquila, no hay ninguna prisa.
-¿Cómo que no? Yo estoy deseando que lleguen
primeros de mes para cobrar; ¡¡jaja!!
-Bueno, si quieres adelantarme algo del pago…
Estoy dispuesto a aceptarte una invitación a
cenar.
-¡Tú si que sabes echarle morro!
-¿Eso es un sí o un no?
-Eso es un “Me lo pensaré”.
Coral se fue dejando a mi hermano colgado. Eso
sólo significaba una cosa: tenía que quedar con
Coral a toda costa porque “esa chica” no se le iba
a escapar. En cuanto salió de la tienda buscó un
teléfono de contacto en los archivos de clientes;
afortunadamente para él, su teléfono móvil
aparecía como contacto de su empresa. La llamó.
177
El amor es una…
-¿Ya te lo has pensado?
-¡¿Qué?! ¿Y tú quién eres?
-¡Vaya! Qué pronto me has olvidado…
Coral sabía de sobras que era mi hermano, pero
todo aquello formaba parte del tonteo.
-Refréscame la memoria.
-Pues soy el hombre de tus sueños y estoy, como
decís las tías: para hacerme un favor y darme las
gracias.
-¡Ah, sí! Ya me acuerdo; eres el payaso
egocentrista que se muere por mis huesos.
-¡Vale! Está claro que me lo estaba buscando.
Ahora en serio, ¿aceptas una invitación a cenar
con este payaso egocentrista que se muere por tus
huesos?
-Lo haré como la obra de caridad de este mes.
-Ja-ja-ja. ¿Quedamos el viernes?
-Bueno… Había quedado con Iker Casillas, pero
anularé la cita porque no es cuestión de darle
plantón al hombre de mis sueños, ¡¡jaja!!
-Creo que ya nos vamos entendiendo…
El viernes mi hermano llevó a Coral a cenar a un
italiano y tuvo el detalle de pagar él. Por
supuesto, todo su numerito le salió a pedir de
boca porque acabó liándose con Coral (como era
de esperar). ¿Y después qué? Porque ya tenía lo
que buscaba, ahora estaba claro que tocaba pasar
de ella. Cuando Coral volvió a la tienda a
178
El amor es una…
buscarme para contarme no sé el qué (era una
excusa, seamos sinceros), se llevó el batacazo. Mi
hermano Carlos fue correcto, puede que hasta
algo simpático con ella, pero nada más.
-Yo pensaba que era porque estabas tú presente; me contó Coral más tarde- pero cuando saliste a
atender un cliente y nos dejaste a solas, le di las
gracias por la cena y ¿sabes qué me contestó?
-¿Qué?
-Pues eso mismo: ¿qué cena?
-“La del viernes…” –Le dije.- Y entonces volviste y
no lo pudimos aclarar.
-Mira Coral, siento decirte esto pero, de verdad,
mi hermano Carlos no se toma en serio a las
mujeres. Consiguió lo que quería y… ¡ya está! ¡A
por otra! Lo mismo hizo con la hermana de
Héctor; ¿te acuerdas que te lo conté?
-¡Sí! Pero no sé… Pensé que… ¡Bueno, es que ni
siquiera pensé!
-¡¿Te has acostado con él?!
-¡No! Bueno… no llegamos tan lejos pero hubo un
buen calentamiento. Pero es que no me has dejado
que te termine de contar toda la historia.
Cuando Coral salió de la tienda llamó a mi
hermano al móvil.
-¿De verdad ya lo has olvidado?
179
El amor es una…
-Para ello tendría que perder la memoria. Me
acuerdo de tus besos a todas horas y estoy
deseando repetir.
-¿Entonces por qué te has comportado así
conmigo? ¿Era por Laura?
-Coral, verás… Tenemos que hablar.
Y como dijo Coral, el “tenemos que hablar” es
sinónimo de que te van a largar. Quedaron a
tomar un café, (otro sinónimo del plantón). Y esto
fue lo que ocurrió:
Mi hermano la recibió con un beso bastante
apasionado y Coral le reprochó que en la tienda
no hubiera estado tan “amistoso”.
-Bueno, eso es porque yo no estaba allí.
-¿Cómo que no estabas allí? –Dijo Coral.- ¿Me
quieres volver loca o qué?
-No. Por favor, no te enfades conmigo por lo que
te voy a decir… Te juro que todo lo demás era
verdad.
-¿Todo lo demás? ¿En qué me has mentido Carlos?
-Yo no soy Carlos.
Coral alucinaba en colores; era como estar de
pronto frente aun completo desconocido: un
impostor.
-¿Cómo que no eres Carlos? ¿Y quién eres? (A
parte de un idiota).
180
El amor es una…
-Soy Víctor.
-¡Joder! No entiendo nada. ¿Puedo preguntar el
por qué?
-Porque te ví entrar en la tienda y pensé que eras
un bombón…
-¡Pues espero que te hayas divertido mucho
porque este jueguecito se ha terminado!
Así estaban las cosas, Coral enamorada
desilusionada. Al menos algo teníamos claro:
y
-No me digas que no sabes de quién te has
enamorado; está claro que de mi hermano Víctor.
-Sí, pero cuando se hacía pasar por Carlos.
-Bueno, no es por defender a mi hermano, pero
sólo te mintió en el nombre.
-Laura… ¡se hizo pasar por otra persona!
-De todas formas… ¡Lo tienes chungo! Mira,
Víctor es mucho más complicado que Carlos
porque su novia lo dejó por otro después de llevar
un año viviendo juntos; y desde entonces se
dedica a entretenerse con las chicas pero sin
tomarse en serio a ninguna.
-Pero eso lo hacen todos.
-¡Sí! En resumidas cuentas, mis hermanos sólo son
hombres, ni mejores ni peores que los demás. ¡Sólo
hombres!
-¡¡Ay!! Desde luego es que no he salido de una y ya
me estoy metiendo en otra. –Se lamentó Coral.
181
El amor es una…
-Bueno, es posible que algún día (no muy lejano)
me arrepienta de haberte dicho esto, pero ¿por
qué no le das una oportunidad?
Víctor le mandaba a cada hora un mensaje de
disculpa; ya llevaba 36 en total.
-Porque tengo miedo de que el corazón me vuelva
a hacer crack. ¿Pero no eres tú la que opina que
no me conviene?
-Sí pero… Bueno, el daño ya está hecho porque ya
te has colado por él así que ¡inténtalo! Date una
oportunidad a ti misma y dásela a él.
-No sé… Me lo pensaré.
Cuando llegó a los 40 mensajes, se dignó a
contestarle:
OK!! Me gustaría conocer al Víctor de verdad.
182
El amor es una…
¿BAILAS CONMIGO?
Estaba un poco atacada de los nervios porque
empezaba la maldita campaña navideña. Eso
significaba que, desde el 1 de diciembre hasta el 6
de enero, iba a estar escuchando “Los peces en el
río”, “La Marimorena” y el “¡¡Fum-fum-fum!!”. A
todo esto cabía añadirle el exceso de trabajo, mis
problemas sentimentales y el pesado de mi
hermano intentando convencerme de que me
apuntara a clases de baile.
-¡No!
-¿Por qué no?
-Es en la academia de tu amigo Héctor; -insinuó
pícaramente. –Nos dará él las clases.
-Razón de más; ¡no!
Al final, no sé cómo, convenció a Helena para
que se apuntara con él. Cuando volvieron de su
primera clase, estuvieron toda la mañana
danzando a mi alrededor. Los dos (sin excepción)
se morían de ganas de contarme cosas (o sea,
hablarme de Héctor para picarme), pero yo no les
di pie a ello. Sólo en el café de la tarde, Helena se
atrevió a mediar palabra:
183
El amor es una…
-¿Sabes que es Sabrina quién nos da las clases de
baile? Están muy bien… y Carlos es menos patoso
de lo que yo pensaba.
-¡Te estoy oyendo! –Gritó mi hermano desde el
mostrador.
-Y he conocido a Héctor. ¡Cómo está…! No me
extraña que eches de menos… ¡eso!
-También lo echo de menos a él.
-¡Ah! Pero has dicho también, ¡jajaja!
-Helena, si lo vas a ver todas las semanas,
preferiría que no me hablaras de él porque ahora
mismo estoy en un proceso…
-¡Chorradas! ¡Toma! Esto me lo ha dado para ti.
Me entregó unas tarjetas.
-¿Qué es esto?
-Invitaciones para una exhibición de salsa que
hacen en Rico Mambo.
Se las devolví.
-Gracias; pero no pienso ir.
Helena me las dejó encima de la mesa.
-Son tuyas; Héctor me las dio expresamente para
ti. Carlos y yo sí iremos. Si cambias de idea, ya
sabes…
184
El amor es una…
Tenía clarísimo que no iba a ir porque si de
verdad quería que fuera, al menos podía haberme
escrito un mensaje. Hasta que, en medio de mis
pajas mentales, llegué a considerar que Helena
me había mentido para hacer que me sintiera
bien, y Héctor no le había dado las entradas
expresamente para mí. Podría decir que me tiré
toda la noche llorando y comiéndome la cabeza;
pero no fue así (al menos en lo primero) porque
creo que llega un momento en que las lágrimas
llegan a secarse por completo y ya es sólo el
corazón el que llora por dentro.
Pero como dice Merche en su canción: “No sé por
qué me das, una de cal y otra de arena…”; y así
era Héctor. Un día hacía que me sintiera una
patada en el suelo y al día siguiente me hacía
pensar que iba a comerme el mundo. El viernes
por la mañana recibí un mensaje suyo:
Hola princesa!! Te dieron las invitaciones? Vas a venir?
Dime que sí… Tengo muxas ganas de verte, me das
suerte. Un beso (donde tú quieras) Jajaja!!
¡Vale! Tenéis razón; a media palabra suya yo caía
rendida a sus pies como una idiota. Al final fui a
la exhibición de salsa. Y no sólo eso, sino que
estuve ¡dos horas! decidiendo qué me iba a poner.
Total para acabar pareciendo una institutriz al
lado de todas esas chicas exuberantes que fueron
a bailar salsa a Rico Mambo.
185
El amor es una…
Llegamos al pub y nos quedamos en un rincón a
ver cómo bailaban las parejas; la exhibición
comenzaba media hora más tarde. Di un vistazo
general para localizar a Héctor y allí estaba, en
medio de la pista, bailando con una morenaza de
esas a las que me he referido antes. El aguijonazo
de los celos me pinchó bien fuerte.
-¡Voy a por un cubata! –Dije.
Esa noche iba a necesitar mucho alcohol para
curar mis heridas (y no precisamente del de
quemar). Cuando regresé con los cubatas, Héctor
y Sabrina estaban saludando a Helena y a mi
hermano.
-Gracias por venir. –Me dijo Héctor.
¿Y ya está? No esperaba un recibimiento muy
efusivo pero… Algo tan frío, tan cordial,
¡tampoco! Primer trago a mi ron. Enseguida se
fueron a seguir saludando. Carlos intentó
sacarme a bailar pero yo desistí de la idea;
prefería ahogar mis penas. En mi lugar sacó a
Helena a bailar. Sabrina no tardó en darse otra
vuelta por donde yo estaba y Héctor volvió a
sacar a la pista a la morenaza; ¡qué bien!
-Veo que mis alumnos te han dejado sola para ir a
practicar; eso está bien, al menos le ponen interés.
¿Y tú por qué no te has apuntado también?
186
El amor es una…
-Verás… -Mientras hablaba no dejé de mirar a
Héctor y ella se percató. –Es que bueno…
-No digas más; soy mujer y te entiendo. Oye, y ya
que estamos en confianza, ¿puedo preguntarte
algo?
-Dime. –Dije dando otro trago a mi ron; (Héctor
se arrimaba demasiado a la morenaza).
-¿Qué hay entre Helena y tu hermano?
-Nada. Sólo son compañeros de trabajo y…
supongo que ahora también amigos.
No sé si la tranquilicé demasiado con mi
respuesta pero es que tampoco podía asegurarle
otra cosa porque conociendo a mi hermano no me
sorprendería nada en absoluto que terminara
liado también con Helena. Me dio mucha pena
Sabrina porque estaba en la misma situación que
yo. Por eso le ofrecí que diera un sorbo a mi ron.
-Es la novia de Emilio.
Sabrina se sintió en la obligación de aclararme
que entre la morenaza y Héctor no había nada;
pero mi sexto sentido me decía que entre ellos
había una cierta tensión sexual. Y hablando de
Emilio… En esos momentos vino a saludarme y
me sacó a bailar pese a que le puse un millón de
excusas pero no se tragó ni una sola. Cuando
terminé de bailar aquella salsa, estaba tan
asfixiada que no pude más que apoyarme en el
pilar y beberme otro ron con cola de un solo
187
El amor es una…
trago; así me subió… A los diez minutos estaba
mareadísima y tenía los sudores de la muerte.
Tuve que salirme a la calle a tomar un poco el
aire y me perdí media exhibición.
Estaba
apoyada en un coche negro (al que le estaba
haciendo el favor de sacarle brillo con mi culo y
no llevaba más mierda porque no le cabía),
cuando alguien me estiró del brazo y me llevó de
nuevo dentro.
-No quiero que te pierdas mi actuación. _Era
Héctor.
-Es que aquí hace mucho calor y estoy… un
“poquito” mareada.
El se rió. No iba de coña, de verdad que estaba
mareada.
-En cuanto termine prometo cuidar de ti.
¡Ay! ¿A que eso sonó muy bonito? ¿Verdad que sí?
¿A que se supone que es eso lo que hacen los
novios por las novias?
-No te creo. –Le dije.
Y entonces me besó y todo me dio cincuenta mil
vueltas.
-Por favor, no me sueltes ahora porque sino me
caigo.
188
El amor es una…
Se volvió a reír de mí (que no conmigo).
-Pero es que tengo que ir a bailar.
Me volvió a besar y me llevó caminando de
espaldas hasta que tropecé con un pilar.
-Mira, te dejo aquí hasta que termine. Este pilar
me ha prometido cuidar de ti hasta que vuelva.
-¡Vale! ¿Y mi hermano y Helena?
-Seguro que aparecen.
Y se fue; se fue y me dejó borracha y sola
apoyada en un pilar. Cuando se abrió espacio en
mitad de la pista para que Héctor y Sabrina
bailaran, la gente empezó a retroceder y
prácticamente casi muero aplastada contra el
pilar. Lo hicieron muy bien (o al menos eso supuse
porque con tantas cabezas no conseguía ver casi
nada). Héctor volvió como me había prometido.
Sin embargo, Carlos y Helena seguían sin
aparecer. ¿Y si se habían ido juntos y me habían
dejado tirada? Pobre Sabrina si eso era así.
-Dos minutos y ya estoy contigo de verdad. –Dijo
Héctor. –Es que estoy muerto de sed.
Fue a la barra a volvió con dos cubatas; uno para
él y otro para mí.
189
El amor es una…
-¿Quieres emborracharme? –Le dije lo más sensual
que pude. –Te informo de que no es necesario
porque ya voy bastante “contentilla”.
Me volvió a besar; ¡bien! Eso significaba que
íbamos por buen camino.
-Mira, ahí está tu hermano.
¡Qué bien! Estaba bailando con Sabrina. Me alegré
tanto por ella; al final parece ser que se iba a
arreglar la noche. A la que no localizaba era a
Helena, pero bueno, a lo mejor con suerte
también estaba ocupada, ¡¡jaja!!
Pusieron una bachata y Héctor me susurró al
oído:
-¿Bailas conmigo?
A él no le puse pretextos ni excusas; sólo me dejé
llevar. Dejé que su mano bajara por mi espalda y
se recreara más abajo, dejé que me besara en el
cuello, en el lóbulo de la oreja y que sus labios se
pegaran tanto a los míos como nuestros cuerpos.
Sabía
perfectamente
lo
que
vendría
a
continuación y de verdad que tenía tantísimas
ganas como él, pero “algo” se cruzó en mis
pensamientos; la realidad del “después de…” . Por
eso cuando dijo:
-¿Nos vamos?
190
El amor es una…
Yo hice acopio de todo el valor que me fue posible
y dije:
-¡Sí! Pero yo me voy sola.
Y me fui sin mirar atrás. No sé qué cara puso
aunque me hubiera gustado saberlo; pero no tuvo
que ser de muchos amigos porque no volví a tener
noticias suyas en mucho, muchísimo tiempo.
Pedí un taxi y todo el camino de regreso a casa lo
hice llorando. Os estaréis preguntando, ¿me he
arrepentido en algún momento de la decisión que
tomé? Y la verdad es que no; me hubiera gustado
que las cosas fueran de otra manera pero no fue
así. Tenía muy claras tres cosas:
-Yo lo quería y el no me quería a mí.
-Aquella extraña relación no tenía futuro.
-Tenía que olvidarme de Héctor a como diera
lugar.
Y cuando las cosas están tan claras, hay que ser
consecuente.
191
El amor es una…
EL CHICO DEL BMW
¿Alguna vez habéis oído una de esas historias
raras en las que conoces al o él hombre/mujer de
tu vida en un sitio tan insólito como la cola del
banco o la panadería? Parece que esas cosas sólo
ocurren en las películas, porque yo para buscar
novio me tengo que ir a la discoteca y aun así
debo decir que nunca encuentro a nadie que
despierte mi más mínimo interés; y si lo
encuentro… Bueno, ya sabéis lo que pasa, así que
no voy a entrar en detalles.
Pues a Ana Mae le pasó algo parecido. Resulta
que todos los días y a la misma hora, se cruzaba
con el mismo chico en el mismo tramo del
trayecto. Los dos iban conduciendo sus coches de
camino al trabajo. Ana Mae no tardó en darse
cuenta de que el chico del BMW siempre se le
quedaba mirando (y eso fue porque ella también
se le quedaba mirando a él). A las tres semanas,
el chico se atrevió a guiñarlo un ojo y a Ana Mae
le entró la risa. Al día siguiente ya le saludó con
la mano y Ana Mae le devolvió el saludo. Cuatro
días después el chico pegó un cartel en su
ventanilla, que decía: “655 43 57 82 Llámame”.
Pero como obviamente Ana Mae no lo llamó
(entre otras cosas porque no le dio tiempo a
192
El amor es una…
memorizar el número), pues el chico del BMW la
estaba esperando en la rotonda. Le hizo señales
de que se parara pero ella, entre risas nerviosas y
gestos, le explicó que no podía parar porque tenía
mucha prisa. Al día siguiente el chico seguía en
la rotonda con un cartel que decía: “Sólo quiero
hablar y un café, ¿aceptas? Si aceptas toca el
pito”. Ana Mae empezaba a creer que ese tío
estaba pirado, pero por otro lado se sentía tan
halagada y el chico estaba tan bien… Así es que
tocó el pito y dos metros más adelante paró el
coche. El café fue muy rápido porque los dos
tenían mucha prisa; a parte no tenían mucho de
que hablar. Como dijo Ana Mae:
-Era una situación
agradable a la vez.
un
tanto
extraña
pero
Por eso le dio su número de teléfono y por eso
todos los días se levantaba media hora antes para
quedar a tomar un café. Se fueron conociendo
poco a poco y eso estaba bien porque no se dieron
el primer beso hasta tres semanas después de su
primer encuentro. Él se llamaba Pablo, 34 años
(luego tampoco se puede decir que fuera un
chico), era comercial de máquinas expendedoras,
divorciado desde hacía dos años y con un hija de
seis. Supongo que el hecho de que tuviera una hija
fue lo que hizo que Ana Mae diera el siguiente
paso: una cita de verdad.
193
El amor es una…
-¡¡Uy!! Estoy nerviosísima; ¿de verdad estoy bien?
Ana Mae vino a mi casa para dejarme a Malú;
yo me ofrecí a ser su canguro.
-Por enésima vez: SÍ.
-Y otra cosa, ¿qué hago si él…? ¡Ya sabes!
-No cedas; de todos es sabido que acostarse con un
tío en la primera cita es un error, jamás te
tomarán en serio (sino fíjate en mí).
-Laura, siento de verdad que te hayan ido tan
mal las cosas. Últimamente como estoy tan
entusiasmada con Pablo se me olvida que tú…
-No te preocupes; lo superaré. Tú sé feliz que te lo
mereces.
Demás está decir que no hizo caso a mis consejos
(que por otro lado ni yo misma los sigo) y cedió;
vaya si cedió. Pero no todas las primeras veces
tienen que ser bonitas: hay hombres y hombres…
Y también están nuestras pequeñas neuronas que
trabajan demasiado… Cuando Ana Mae vino a
recoger a la niña (que se quedó a dormir en mi
casa y en mi cama) me contó todo con detalle.
-No estuvo del todo mal. –Lo dijo poniendo cara
de “¡vaya polvo más penoso!”. –Lo que pasa es que
fue en el BMW y tendrá mucho motor y todo lo
que tu quieras pero… Y a nuestra edad hacerlo en
un coche…
-¿Por qué no fuisteis a tu casa?
194
El amor es una…
-Pues porque no yo tenía pensado ceder, ¿vale? Y
al final fue un “aquí te pillo y aquí te mato”.
-Pues la próxima vez tomarlo con más calma.
-No sabemos si habrá próxima vez… Me he
saltado la regla de oro.
-Sí, eso es verdad. Pero confiemos en que el Señor
Maravilloso no sea como todos.
Afortunadamente el Señor Maravilloso no era
como todos y le estuvo mandando mensajes a
razón de 5 por día. Yo más bien me hubiera
sentido asfixiada; pero claro, yo no estoy
acostumbrada a estas cosas. Así que, volvieron a
quedar al sábado siguiente y ya directamente
cenaron en el piso de Ana Mae.
-¿Qué tal fue?
-¿La cena o lo otro?
-Todo en general.
-Pues la cena estuvo muy bien; no le importó
demasiado que nos tuviéramos que beber el flan
porque al hacerlo con leche desnatada no llegó a
cuajar. He de reconocer que se curró mucho los
preliminares y que me gustaron pero…
-¿Pero qué?
-Que sigue opinando que es un pésimo amante.
-¿Te das cuenta que ya parecemos tíos?
-Sí. ¡¡Jaja!!
-¿Eso quiere decir que no lo vas a llamar? ¡¡Jajaja!!
-No, me temo que en eso sigo siendo una mujer
clásica; hemos quedado el domingo que viene
195
El amor es una…
para llevar a las niñas al zoo y que se conozcan.
¡Uy! Ahora ya no sé si ha sido una buena idea.
-¡Bueno…! Lo que está claro es que habéis pasado
al siguiente nivel.
La teoría de los niveles no tiene ninguna
explicación ni ningún anagrama, pero todos/as
sabemos cuándo ha llegado ese punto de la
relación en el que hay que pasar al siguiente
nivel. Es como en los video-juegos, cuanto más
niveles tienes más se complica la cosa y en
cualquier momento te aparece “Game over”. A mí
me pasó con Diego cuando estaba llegando al
último nivel. Con Héctor ni siquiera pasé el
primero. ¡Vaya! Es curioso pero con el Mario
Bross tampoco lograba pasar del primer nivel
(soy una pésima jugadora, lo sé).
Pero lo que vosotros os estaréis preguntando es
qué tal fue la visita al zoo. Pues… en general,
medio bien y medio mal. Nerea, que así se llama
la hija de Pablo, no estaba muy de acuerdo con
que su papá tuviera una novia. Así que, la mitad
del tiempo se lo pasó protestando y dándole
desplantes a Ana Mae. Con Malú fue diferente
porque estaba contentísima de tener una nueva
amiga “mayor” (según ella) y como nunca había
estado
en
el
zoo,
todo
le
pareció
maravillosamente fantástico. Aun así, cuando su
padre le preguntó a Nerea si quería quedar otra
tarde a merendar con Malú; la niña (para
196
El amor es una…
sorpresa de todos especialmente de Ana Mae),
contestó entusiasmada:
-Sí. ¿Y te traes tus Bratz? Así podemos jugar con
ellas y cambiarnos los vestidos.
-Mami, -preguntó Malú toda inocente- ¿yo tengo
una Bratz?
No la tenía porque Ana Mae pensaba que esas
muñecas eran horrorosas, pero si ese era el precio
que tenía que pagar para que la hija de Pablo las
aceptara, entonces compraría todas las Bratz que
hubieran en el mercado.
-Sí; la tía Laura tiene pensado regalarte una para
tu cumpleaños.
¡Y se la tuve que regalar! (Pese a que a mí
tampoco me gustan las Bratz). Pero bueno, esa ya
es otra historia que ya os contaré; no nos
adelantemos a los acontecimientos.
Lo que os gustaría saber (supongo que igual que a
mí) es si Ana Mae seguía teniendo problemas
para… Bueno, eso, que si Pablo lograba
satisfacerla sexualmente. La súper tía, o sea: YO,
se volvió a quedar con Malú, Nerea y las Bratz.
¡Que guay! No hice una fiesta pijama con 14 años
y a los 28 años era la anfitriona de una. Jugamos
a “Mamás” (sin papás, ¿vale?) y luego nos
pintamos los labios, las uñas con laca
transparente (bueno, llevaba un poco de
197
El amor es una…
purpurina) y luego vimos “Barbie y el
Cascanueces”, “Barbie y los animales” y “Barbie
fantasía”. Pero bueno, todo esto tampoco os
interesa, ¿verdad?
-Entonces qué, ¿hubo o no hubo orgasmo?
-Sí. –Dijo Ana Mae.
-Pues no te noto muy entusiasmada…
-Es que… ¡Uf! No sé cómo decir esto; me parece
demasiado… retorcido.
-¿El qué?
-¡Ay! ¿Me juras que no se lo vas a decir a nadie y
que no me vas a reñir?
-Se lo podría contar a mis nuevas amigas las
Bratz, pero no creo que ellas se escandalicen con
nada; ¿sabes que se hacen el eyes-line mejor que
yo? Bueno, es que yo ni siquiera sé hacérmelo.
-¡Laura…! Que te estoy hablando en serio.
-¡Vale! Lo siento. Dime, ¿qué es eso tan gordo que
me tienes que contar?
-Es que… ¡Ay, me da vergüenza! Bueno, ¡vale! Que
cuando lo estaba haciendo con Pablo pensaba en
Sergio y por eso tuve más de un orgasmo.
-¡Joder! ¡Eres peor que un tío!
-¡Qué pasa! Muchas mujeres fingen sus orgasmos;
yo al menos los tuve de verdad.
-¡Sí! Con otro tío.
-¡Te he dicho que no me riñeras!
-Y no lo he hecho. ¿Te das cuenta que tienes un
problema?
198
El amor es una…
-Sí. Que mi novio (qué raro que suena, todavía no
me he acostumbrado a esa palabra), que mi novio
no me satisface sexualmente, ¡ese es el problema!
-¡No! Que sigues enamorada de Sergio, ¡ese es el
problema!
-No
-Si.
-¡No!
-¡Sí!
-¡¡Que no!!
-¿Y entonces por qué sigues hablando con él todos
los días?
-Porque somos amigos; además, él sabe que tengo
novio y le parece estupendo.
-Sí puede que se lo parezca (no lo dudo). Pero es
que yo no he dicho que “él” esté enamorado de ti;
sino que “tú” sigues enamorada de él.
Reflexionó un par de minutos para finalmente
acabar aceptando la verdad:
-A lo mejor aun quiero un “poquito” a Sergio.
Pero ¿sabes?, me voy a olvidar de él porque
quiero querer a Pablo. Y si yo quiero quererlo
pues supongo que al final acabaré queriéndolo de
verdad, ¿no te parece?
-Me parece que has hecho una frase demasiado
enrevesada y que tienes que terminar con esa
“supuesta” amistad.
-Es que… una parte de mí tiene miedo de que
desaparezca de mi vida para siempre.
199
El amor es una…
-Ana Mae, no es fácil ser feliz; muchas veces hay
que elegir. ¡Elige a la persona correcta!
¿Y quién era la persona correcta? ¿Esas cosas
cómo se saben? ¿Quién las decide? La verdad es
que puede que hayan muchas opiniones al
respecto y que no se pongan de acuerdo entre
ellas; pero al final, quién decide siempre es el
corazón. (Que por otra parte es un cabrón que
siempre nos juega malas pasadas porque no hace
caso a nada ni a nadie).
200
El amor es una…
UNA DULCE
EQUIVOCACIÓN
Helena tuvo la brillante idea de que hiciéramos
una cena de empresa. De más está decir que
nunca la habíamos hecho porque no tiene mucho
sentido que me vaya a cenar por ahí con mi
padre y mis hermanos, cuando lo hago todos las
noches.
Pero
bueno,
Helena
estaba
tan
entusiasmada con la idea que al final convenció a
mi padre de que subvencionara el evento. Ella se
encargó de organizarlo todo. Fuimos a cenar a
un restaurante en el que se celebraban 4 cenas de
empresa más. Los chicos de la mesa de al lado
estuvieron toda la noche tonteando con nosotras;
seguro que porque no sospechaban en lo más
mínimo que el señor que se sentaba a mi derecha
era mi padre y el de enfrente mi hermano.
Trabajaban en una inmobiliaria y tendrían todos
alrededor de 25 años; o sea, unos yogurines para
mí. Pero bueno, nos estuvieron entreteniendo un
rato y al menos no nos fuimos con las manos
vacías (nos dieron los teléfonos aunque demás
está decir que yo no los pensaba llamar, estaba
201
El amor es una…
cansada de todos los hombres en general y de uno
en particular).
La noche estaba yendo muy bien hasta que mi
hermano tuvo una fantástica idea de cómo
fastidiármela.
-Podíamos ir a Rico Mambo a marcarnos unos
bailecitos.
Dicen que una mirada vale más que mil
palabras, y la que le eché a mi hermano le
traspasó las entrañas. Aun así a Helena le
pareció una fantástica idea y es sabido que uno
contra dos es claramente una minoría. Mi padre
por supuesto se mantuvo al margen porque no
pensaba venirse de fiesta con nosotros, estaba
cansado y ya había cumplido con la cena. Así
pues, me vi (contra mi voluntad) en el Rico
Mambo.
De camino al pub las tripas empezaron a
retorcérseme de mala manera. ¡Dios mío! ¡Iba a
ver a Héctor! Y no tenía ni idea de cómo
reaccionaría él; ¡aun peor! no tenía ni idea de
cómo iba a reaccionar yo. Me quería morir.
Querría bajarme del coche en marcha y correr
hasta llegar a mi casa. Sin embargo llegamos al
pub, me bajé del coche (casi en marcha) y fui
corriendo al baño para echar toda la cena por el
retrete. Allí se quedaron los 25 euros que le
202
El amor es una…
habían costado a mi padre mi cena. Estaba
cagada de miedo; no quería poner en marcha mi
visión periférica para no tener que toparme con
la imagen de Héctor, ¡o peor aun! que nuestras
miradas se cruzaran. Así pues, me dirigí como un
burro tras su zanahoria hacia la barra de la
esquina (o sea sé, la más alejada que encontré de
la pista de baile y la más próxima a los baños por
si tenía que salir huyendo). Me pedí un gin-tonic
por eso que dicen de que es bueno para el
estómago; y el mío en esos momentos debía estar
completamente vacío. Carlos había sacado a
Helena a bailar e “intentaban” hacer alguna
extraña figura de esas que les habían enseñado,
pero lo único que estaban consiguiendo es que a
Helena se le dislocara un hombro, tuviera que
pillar la baja, mi padre se enfadara muchísimo
con mi hermano y de rebote yo tuviera que hacer
un millón de horas extras en vísperas de
navidad.
De pronto alguien me estiró del brazo (casi
tirando mi gin-tonic al suelo) y me arrastró a la
pista de baile. ¡Dios mío! ¿Y si era Héctor? No, no
era Héctor; era su amigo Emilio. Mi cara era
todo un poema de decepción. No tuve más
remedio que bailar con él.
-¿Vas a clase con Héctor?
-¡No!
-¿Con Sabrina? –Siguió insistiendo.
-¡Tampoco! Soy autodidacta.
203
El amor es una…
-¡Pues chica!, lo haces muy bien.
-¡Estás de coña!
Y me salió una de esas sonrisas nasales de la cual
me sentí profundamente avergonzada; pero era
inútil intentar disimular que estaba más
borracha que una cuba. Gracias a Dios apareció
Sabrina para salvar la situación.
-¡Hola Laura! Qué sorpresa más agradable verte
por aquí.
Venía con muletas; ¡poco iba a bailar así!
-¿Qué te ha pasado?
-Una tendinitis en la ingle. Un fastidio porque
tenía una exhibición de baile en Salou y me ha
tenido que sustituir Aida, la novia de Emilio.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y más mierda! Ahora seguro
que Héctor se la tiraba; lo tenía a huevo y nadie
se iba a enterar. La culebra de los celos se
paseaba a sus anchas por mis tripas.
-¿Y cómo te has hecho eso? –Pregunta estúpida
por mi parte pero mi mente todavía estaba
procesando la información anterior.
-Eso mejor pregúntaselo a tu hermano. –Y se
sonrió.
204
El amor es una…
Mi hermano estaba allí delante, había aparecido
de la nada. Se besaron y no me cupieron dudas de
cómo había pasado. De más está decir que Helena
y yo nos volvimos solas a casa en un taxi.
Nuestro taxista, (a parte de que tendría que estar
jubilado desde el 89), era el típico cascarrabias
anti-navidades que no paraba de hablar. Helena
y yo nos reíamos de él por lo bajinis; pero era
muy difícil porque nos tenía controladas por el
espejo retrovisor. Así es que empezamos a
mensajearnos por el móvil.
Helena: q marrano!! Te sta mirando las tetas. Jeje!! Cuidado q se te
salen en la prox. Curva. Jiji!!
Laura: No me mira a mí; sta mirando tu tanga, guarrilla!! Q se te ve
tooo!! Jaja!!
Helena: A lo mjor si le enseñas una tetilla no nos cobra la carrera.
Jejeje!!
Laura: Xq no le enseñas tú otra cosa, puton?
Helena no contestaba; ¿pero entonces qué narices
hacía tanto rato con el móvil?
-¿Qué pasa, que te has quedado sin palabras?
-Te he contestado.
-Pues yo no he recibido ningún mensaje.
-Pues lo he hecho; ¡mira!
Me enseñó su móvil.
Helena: Ja-ja. Como qdamos mañana?
205
El amor es una…
A mí no me lo has enviado.
-¿A no? –Se extrañó.- ¿Y a quién se lo he enviado?
¡Mierda!
Se lo había enviado a la persona menos indicada;
si es que el destino, cuando quiere, hace de las
suyas.
-¿Y ahora qué hago?
El taxista empezaba a mosquearse porque no le
hacíamos caso e intentaba meter las narices en
nuestra conversación.
-¿Les pasa algo señoritas?
-No, gracias. Está todo bien. Bueno… Nosotras ya
nos bajamos…
-¿Pero no me dijeron que las dejara…?
-¡Si! Pero hemos pensado en quedarnos a
desayunar en esa cafetería.
“Hemos pensado” quería decir que “Helena había
pensado” que esa noche nadie se iba a la cama. Lo
mejor para pasar una buena borrachera es un
café bien cargado; sino se te suben las entrañas a
la faringe es que definitivamente, no tienes
entrañas.
-¡Dios mío Laura! ¡Esto es el fin del mundo! ¿Y
ahora qué hago?
206
El amor es una…
-Tranquila, si estás bautizada irás al cielo con
San Pedro.
-Ja-ja, ¡muy graciosa! Ahora en serio. ¿Crees que
debería mandarle un mensaje diciéndole que el
mensaje primero no era para él?
-Hombre… Puedes hacerlo pero… Yo lo dejaría
estar.
-¡Es que sino se va a pensar que quiero quedar con
él!
-¿Y no quieres quedar con él?
-¡¡No!! ¡¡Sí!! Sólo que no quiero ser yo quién de el
primer paso.
Bueno, si todavía no os habéis imaginado a quién
le envió el mensaje, os lo aclararé: a Valentín.
-Creo que le voy a mandar un mensaje. ¡Sí! Lo voy
a hacer… Cuando me termine el café.
Hola!! El mensaje anterior no era para ti. Disculpa las molestias. Qtal te
va todo? Besos.
-Suena muy frío. _Le dije.
-Pues ya está enviado.
Suele pasar que Helena pida mi opinión para
luego no tenerla si quiera en consideración y
termine haciendo lo que le de la gana. Una hora
después Emilio seguía sin contestar; así que Dios
quiso (mejor dicho, Helena), que nos fuéramos a
la cama.
207
El amor es una…
Aun no se me había pegado la babilla a las
sábanas, cuando mi móvil sonó. Intenté ignorarlo,
pero a la tercera llamada mi padre gritó: “Laura,
coge el teléfono que queremos dormir”. Es que yo
también quería dormir.
-¿Sí? –Voz de totalmente sopa.
-¡Ha contestado!
-No te conozco. –Y le colgué.
Claro que mi móvil volvió a sonar. Si no me
enfrentaba a aquello, nunca me dejaría dormir.
-¿Te he hecho algo malo para que no me dejes
dormir?
-Laura –Me dijo toda seria_ ESTO ES MUY
IMPORTANTE.
-Te doy 2 minutos; después me voy a meter en la
cama y ni un terremoto conseguirá que me
despierte.
-¡Vale! Me sobran 30 segundos. ¿Te leo lo que me
ha contestado?
-¿Para eso has llamado, no?
-Escucha: “Hola Xiqueta!! Ha sido una dulce equivocación. De todas
formas, habría alguna posibilidad de quedar contigo? Hace muxo q no
nos vemos. Muak!!”. ¿Qué te parece?
-¡Muy bien! Dile que sí y vámonos a dormir.
-Laura, no puedo quedar con él; ¿o ya se te ha
olvidado por qué dejamos de quedar? ¡¡Vive con
su novia!!
208
El amor es una…
-Helena, ¿por qué no lo consultas con la
almohada? Yo no veo nada malo en que quedes
con él; ¡si te estás muriendo de ganas!
-No me has servido de mucha ayuda… Pero
gracias por escucharme.
-De nada. –Y colgué.
No me pude dormir porque lo único que hacía era
ver a la tal Aida con Héctor bailando una
bachata en una de las aulas de la academia
mientras se comían a besos. Pero la pesadilla
realmente comenzó cuando fui consciente de que
en realidad no era tan imposible que aquello
hubiera ocurrido.
Supongo que si ya vais conociendo un poco a “las
tontas” de mi club, habréis llegado fácilmente a la
conclusión de que Helena, sí quedo con Valentín.
¿Queréis saber qué pasó? Que volvieron al punto
de partida.
209
El amor es una…
EL HECHIZO DEL
DESAMOR
Durante todas las navidades estuve evitando
cruzarme con Héctor en las visitas a casa de
“nuestros”
abuelos.
Pero
cuando algo es
inevitable, es precisamente eso: INEVITABLE. A
mi abuelita se le ocurrió la brillante idea de que
nos comiéramos todos juntos el roscón de Reyes.
Tuve que hacer acto de presencia y ¡cómo no!,
Héctor
también
fue.
Esperaba
que
al
imaginármelo con la tal Aida haciendo
marranadas, las piernas no me temblaran al
verlo; pero una “piiip”, las hijas de su madre me
temblaron como si estuvieran hechas de flan de
huevo. Y él lo único que hizo fue felicitarme el
año y con muy poco entusiasmo. Estaba claro que
seguía enfadado conmigo; ¡no entiendo por qué!
Y si esperáis que os cuente algo más de aquella
fatídica tarde; lo lleváis claro. Porque no
volvimos a hablar ni se cruzaron nuestras
miradas; estaba claro que él me evitaba. Sólo me
dirigió la palabra y la mirada, cuando (¡Oh,
afortunada de mí!) me salió un niñito Jesús del
roscón y los chistosos de mis hermanos me
coronaron reina.
210
El amor es una…
-¡¡Eres
una
princesa!!
–Dijo
Laurita
entusiasmada.- ¿Verdad que es una princesa,
tete?
-Sí; es una princesita tan guapa como tú.
Y ese fue el momento en el que me miró y me
dirigió la palabra; aunque ahora que lo pienso, no
me hablaba a mí, sino a su hermana. ¡Uuuuy, qué
depresión! Me quité la corona y se la di a ella.
-Ten. Te la regalo; a ti te queda mejor que a mí.
Después de los cafés Héctor se fue alegando que
tenía mucha prisa.
-¡Y eso fue todo!
-La cosa pinta muy mal. –Dijo Coral cuando se lo
conté al día siguiente.
-¡Lo sé! Pero tengo plan.
-¿De qué se trata?
-¿Te acuerdas de aquella vez que querías que Javi
volviera contigo y fuimos a la tienda esa de las
brujas a comprar un hechizo de amor?
-¿Quieres hacerle un hechizo de amor?
-¡No! Quiero desenamorarme de él.
-Pues para eso no necesitas ningún conjuro.
-¡Ya lo creo que lo necesito! Lo he intentado todo,
¿sabes? Pero no consigo sacármelo de aquí. –Dije
señalando mi cabeza.
211
El amor es una…
-Yo creo que de donde no sale es de aquí. –Dijo
señalando mi pecho.
-¡Bueno! Sea como sea quiero olvidarme de él ¡ya!
¿Me vas a acompañar?
Aquella misma tarde fuimos a la tienda esa de
las brujas. Me gasté veinte euros en el dichoso
hechizo; más le valía que funcionara…
HECHIZO DE DESAMOR
Es un hechizo para que olvides o dejes de querer a
una persona.
NOTA: Practícalo con cuidado por que si lo haces
mal puede suceder lo contrario; estarás pensando
siempre en ella. ¡¡Ten mucho cuidado!!
Material: Un papel blanco si es hombre o rosa si es
mujer, una vela blanca, aceite de esencias y sal.
Instrucciones: Escribe el nombre de la persona que
quieres que te olvide. Deposita el papel debajo de la
vela que antes ha sido untada con la esencia y
restregada la sal por toda la vela. Encender con
cerillas de madera siempre en luna menguante.
Mientras se enciende la vela, visualizar a la
persona que se desea olvidar y repetir tres (3) veces
las siguientes palabras “ELIVATO ENARAS
212
El amor es una…
ADEPTO” Procura decir bien estas palabras que
son las que más ayudarán a que te olvides o dejes
de querer a esa persona.
-¿Puedo decirte un par de cosas? –Coral se
mostraba muy escéptica con todo aquello.Primero: ¿De verdad te han cobrado 20 euros por
toda esta mierda? Segundo: Esto suena a magia
negra; ¿qué narices significa el evato ese enaras
adeeeeeipto, adepto o como Dios quiera que se
pronuncie? ¿Qué es, latín? Tercero: ¿Sabemos
cómo
está
la
luna?
Y
cuarto:
SÚPER
IMPORTANTE. ¿Has leído la “nota”? Si el
hechizo se hace mal se volverá contra ti. ¡¡Querrás
a Héctor toda tu vida!! Laura, sinceramente, esto
es una gilipollez; tira toda esta mierda a la
basura y acepta que has perdido 20 euros y toda
una tarde.
-Pues sí será una gilipollez ¡pero estoy
desesperada! Necesito olvidarme de Héctor. Y te
recuerdo, por si se te había olvidado, que fuiste tú
la primera en hacer este tipo de gilipolleces.
-Y no funcionó.
-Sí que lo hizo, ¿o a caso Javi no volvió contigo?
-Sí; pero me engañaba con Arantxa.
-Bueno, pero era un hechizo para que volviera y
Javi volvió; así es que no te quejes de tus 20 euros
y ayúdame a mí a malgastar los míos; ¿quieres?
-Lo voy a hacer… Pero que te advierto de que
más temprano que tarde ambas nos habremos
arrepentido; tú seguramente más que yo. Y en el
213
El amor es una…
peor de los casos, tendremos que pagar las
consecuencias.
-No seas romancera y ves a ver cómo está la
luna.
Ya estaba más que arrepentida, ¿vale? Y además
cagada. Pero si alguna vez te has enamorado
sabrás lo desesperante que es intentar conciliar el
sueño y no poder porque cada vez que cierras los
ojos esa persona te viene a la mente. Y cuando
por fin te duermes, sueñas con ella y te despiertas
pensando en ella. Es una locura, una obsesión,
una pesadilla de la que no puedes despertar y
más cuando sabes que esa persona jamás te va a
querer. Así que sí, igual estaba muy sonada por
querer olvidarme de Héctor por medio de un
hechizo, pero llegados a este punto, cualquier cosa
es válida.
-Todavía no ha salido la luna.
-¡Estupendo! Busquemos un calendario.
Afortunadamente la luna estaba menguante y
pude hacer el hechizo esa misma noche. Mi
madre me preguntó cuarenta millones de veces
por qué tenía encendida una vela en mi
habitación; por otro lado Carlos no paraba de
llamarme bruja (si tan siquiera imaginar que no
estaba muy alejado de la realidad).
Ahora os estaréis preguntando, ¿pero funcionó el
hechizo? Bueno, eso tiene varias interpretaciones.
214
El amor es una…
Os contaré lo que pasó un par de semanas
después.
Tuve que cubrir una boda porque aunque
estuviéramos en enero, la gente también se casa.
Ya había estado anteriormente en la Masía en la
que se celebraba el convite. Si alguna vez me
caso, ¡que risa!, me gustaría celebrarlo allí
(aunque los platos tienen que costar una fortuna).
Bueno, volviendo al tema que nos atañe, los
fotógrafos, músicos, etc… cenábamos en una
habitación a parte. Yo, como os podéis imaginar,
no cené mucho porque tenía que estar pendiente
de las fotos. El chico que ponía la música estaba
sentado a mi lado.
-¿Qué tal Laura? Cuánto tiempo sin verte.
¡Me conocía! Huelga decir que yo no recordaba su
careto.
-Desde mayo…
Al menos me acordaba que la última vez que
estuve allí fue por esas fechas.
-¿Cómo fue la boda de tu ex?
-Bueno… Mejor de lo que me esperaba.
-No te acuerdas de mí, ¿verdad?
Había llegado el momento de sincerarme con él;
parecía simpático el pobre chico.
215
El amor es una…
-No.
-Soy Izan; trabajo aquí todos los sábados
pinchando discos en las bodas.
Y fue en
septiembre cuando nos conocimos; te pedí el
teléfono pero no me lo diste… Entonces fue
cuando me soltaste todo el rollo de tu ex. Pensé
que era una excusa muy mala. Pero ahora
entiendo por qué no me lo diste y me alegro.
¿Sigues sin acordarte de mí, verdad?
-No…, ya voy recordando algo… Lo de mi ex era
verdad; además ya hasta va a ser padre (aunque
creo que eso a ti no te interesa demasiado,
¿verdad?).
-No mucho… Pero ¡oye! Ahora al menos sé que no
eres una mentirosa, aunque sí algo despistada.
¡Venga! Sé sincera, sigues sin acordarte de mí.
-¡Sííí!
Aunque debería sentirse profundamente ofendido
y dolido, se lo tomó a risa y ¿sabéis? Aquella
noche me lo pasé muy bien. No era Héctor, ni
Diego, ni se parecía a ninguno de los chicos que
me habían gustado hasta el momento. Pero tenía
algo, no sé… Tal vez que sabía hacerme reír o esa
sonrisa que nunca se desdibujaba de su boca. El
caso es que, cuando le echó un par y me volvió a
pedir el teléfono, yo se lo di: y el de verdad.
A lo mejor el hechizo del desamor si funcionaba.
216
El amor es una…
¡¡FELICIDADES MALÚ!!
Es mundialmente sabido, que cuando uno tiene
prisa por llegar a un sitio, todo tipo de
improvistos se darán para que llegues tarde. A
las seis empezaba el cumpleaños de Malú en el
Parque de las bolas. Eran las seis menos cuarto y
yo todavía estaba en casa de mi abuela. La
historia es un poco larga pero os la resumiré: mi
abuela y Ezequiel se iban a visitar al hospital a
una amiga de ellos que estaba moribunda y yo
era la única persona en el mundo que podía
hacerse cargo de Laurita. El caso es que, la
única… precisamente no parece ser que fuera.
Cuando ya estábamos esperando en la parada del
autobús, un coche que pasaba nos pitó. Era
Héctor. ¡¡¡Bien!!! (Esto debe sonar sarcástico).
-Subir que os llevo.
Os resumiré también esta parte. Resulta que
Ezequiel tenía un plan para Laurita y mi abuela
otro muy distinto. Cuando Héctor pasó a recoger
a la niña yo ya me la había llevado y ahora, por
lo visto, Héctor pensaba quedarse con nosotras
toda la tarde. ¡¡¡Qué bien!!! (Esto otro también debe
sonar sarcástico).
217
El amor es una…
Mi teléfono empezó a sonar; seguro que era Ana
Mae atacadísima de los nervios, dispuesta a
echarme la bronca porque llegaba tarde al cuarto
cumpleaños de mi ahijada. Sí, era Ana Mae. Otra
ley mundialmente conocida: cuando algo va mal,
siempre puede ir peor.
-Dime.
-¡Dios mío Laura, he metido la pata hasta el
fondo! Te juro que ahora mismo desearía que se
abriera la tierra y se me tragara.
-¿Qué ha pasado?
¡Vale! No me iba a echar la bronca por mi súper
retraso…
-¡Ojala estuvieras ya aquí…!
… Pero tampoco lo iba a pasar por alto.
-¿Dónde estás que no vienes?
-Voy de camino.
Tengo que aclararos que a pesar de haber llegado
a la conclusión de que Ana Mae tenía que dejar
de hablar por internet con Sergio, no lo había
hecho. Así es que Sergio se enteró de la fiesta de
cumpleaños de Malú y para sorpresa nuestra,
¡quería ir!
-Pablo esta aquí, ¿sabes? ¿Qué hago cuando se
aparezca Sergio?
218
El amor es una…
-A lo mejor se echa atrás, ya sabes que es un poco
cobarde.
-¡Ese viene fijo! He pensado decirle a Pablo que es
amigo de las dos. Como comprenderás no se puede
enterar que me acostaba con él. Así que le he
dicho…
-¡¡No!!
-¡¡Sí!!
-¡¡Ana Mae!! Que voy a la fiesta con Héctor y
Laurita.
-¡¡MIERDA!!
Ya os había dicho que cuando las cosas van mal,
siempre pueden ir peor.
-Tranquilízate, saldremos
Ahora nos vemos.
de
ésta
como
sea.
Cuando colgué Héctor me estaba observando.
¡Mierda! Hasta sentada me seguían temblando
las piernas.
-¿Pasa algo?
-No. Los nervios normales de una madre en la
fiesta de cumpleaños de su hija.
-¿Le molesta que vayamos Laurita y yo?
-No.
-¿Sigues enfadada conmigo?
-¿Estás enfadada con mi tete? –Preguntó Laurita.
-No. ¿Podemos hablar esto cuando no esté la niña
delante, por favor? –Le dije en voz baja.
219
El amor es una…
Ya parecíamos un viejo matrimonio. Supongo que
eso era lo único que nos había quedado: lo malo de
una relación o lo que fuera que habíamos tenido
nosotros.
En cuanto hicimos aparición en el Parque de las
bolas, Malú se me echó encima gritando:
-¡Tía, tía! ¿Sabes que han venido mis dos novios?
¡Jajaja! Ahora no sé con cual de los dos jugar.
¡Vaya! Lo mismo le pasaba a su madre…
-Bueno, puedes jugar un ratito con cada uno.
Mira, te voy a presentar a una nueva amiga.
Le presenté a Laurita y las dos se fueron a jugar
con las bolas, pasando casi de la merienda.
-¿Y ahora me vas a explicar por qué estás
enfadada conmigo?
-Yo no estoy enfada contigo; tú eres el que pones
cara de perro pachón cada vez que me ves.
-¡¿Yo?! –Dijo mitad ofendido, mitad indignado.
-¡Al fin llegaste!
Ana Mae apareció de la nada y se me llevó
arrastras hasta los servicios, después de que le
presentara a Héctor en dos microsegundos;
(parecía el hombre del anuncio de los
Maicromaching).
220
El amor es una…
-¿Así es como se supone que te vas a olvidar de
Héctor, trayéndolo a la fiesta de cumpleaños de
mi hija? Por cierto, ¡está muy bueno!
-Sí, lo sé. Es una larga historia…
Que no me dejó tiempo para que le contara
porque me soltó de carrerilla todo su súper plan.
Así pues, estuve la mitad de la tarde controlando
la puerta, esperando que apareciera Sergio.
Cuando al fin lo hizo, me pegué a él como una
lapa y no lo solté en toda la tarde. Fui yo quién se
lo presentó a Pablo como un amigo mío que
conocía Ana Mae. Sergio, que no era tonto,
enseguida lo pilló todo y me siguió la corriente.
No parecía ofendido. El que sí estaba algo molesto
era Héctor que al final de la tarde pasó un poco
de nosotros y se fue a jugar con las niñas.
-Bueno, al final todo ha salido bien, ¿no? –Dijo
Ana Mae después de que Sergio se marchara.
-Sí. Creo que nosotros ya nos vamos porque se está
haciendo un poco tarde.
Héctor llevaba un buen rato mirándome con
cara de pocos amigos. Sino hubiera venido, yo no
estaría enfadada conmigo misma y con él porque
el hechizo había funcionado a medias: seguía
haciéndome sentir cosas.
-Voy a buscar a Laurita y nos vamos.
221
El amor es una…
-Espera. –Me retuvo estirándome del brazo. –
Primero terminamos la conversación que
tenemos pendiente. ¿Por qué estás enfadada
conmigo?
-¡No estoy enfada contigo! ¿Cuántas veces quieres
que te lo repita? Eres tú quien se muestra frío
conmigo.
-Es porque pienso que tú quieres guardar las
distancias. Entiendo que ya no quieras nada
conmigo, pero al menos podíamos seguir siendo
amigos.
-No Héctor; tú y yo sólo podemos ser familia.
Tampoco
le
dejé
que
siguiera
dándome
explicaciones porque tenía miedo de lo que me
pudiera decir; así es que me fui a buscar a
Laurita. De camino a casa Héctor dijo que tenía
que pasar antes por un sitio; que nos llevaría
poco tiempo. No parecía demasiado enfadado
conmigo.
Entramos en una tetería árabe porque Héctor
tenía que hablar con alguien; era algo referente a
la academia.
-¡Qué sitio más chuli! –Dijo Laura entusiasmada. ¿Tete, aquí vive Yasmine?
-Sí, pero no la que tú conoces.
-¿Y Aladdin?
-Pues no sé, tendría que preguntárselo…
222
El amor es una…
Nos sentamos en unos cojines que habían en el
suelo sobre unas alfombras preciosas (muy
práctico si llevas minifalda, así seguro que no se
te ve el tanga). Nos trajeron la lista de tés y
acabé pidiéndome un té (tampoco es que tuviera
muchas más opciones). Héctor se pidió una Cocacola y Laurita un zumo. Mi té estaba… ¡qué asco!
Sabía a hierba caracolera. De pronto apagaron
las luces y una encantadora de serpientes (léase
tíos) nos bailó con su velo, rompiéndose las
caderas al igual que Shakira. ¡Era una pasada! Si
sabes hacer eso seguro que pillas a un tío de por
vida; ¡así es como los encantan! ¡¡Jajaja!! Cuando
terminó se acercó a nuestra mesa tirada en el
suelo; más en concreto al hombre encantado.
-Chicas, os presento a mi amiga Yasmina.
-¿Eres la novia de Aladdin? –Preguntó Laurita
emocionada.
-No; me temo que no le conozco. Además,
tampoco tengo novio.
¡Qué lástima! Y seguro que Héctor no era más que
un amigo raso. ¡Jaaa!
-Yasmina va empezar a dar clases de la danza
del vientre en la academia, la semana que viene.
Y aquí tienes a tu primera alumna. –Dijo
señalando a Laurita.
-¿Yo? ¡Bieeeeen!
223
El amor es una…
La niña se puso harto contenta al enterarse de
que iba a mover las caderas como Shakira.
-Y a lo mejor convenzo a Laura para que se pase
también por allí.
-¡¿Yo?!
“¡Ni harta de vino! ¡Vamos! Ni en tus mejores
sueños”. Eso es lo que le dije nada más subir al
coche.
-Pero Laura… Hazlo por la familia. La academia
es un negocio familiar y necesita nuevas
innovaciones para prosperar.
-¿Tú quién te has creído? ¿Al Paccino en “El
padrino”?
-Si tú me pidieras un favor por la tienda de fotos,
yo lo haría sin pensármelo dos veces. Además,
puedes invitar a tus amigas a las clases. El
primer trimestre os lo regalo a todas para que
probéis las clases a ver si os gustan. Pero sin
ningún compromiso. ¿Qué me dices? Por lo menos
dime que te lo pensarás. No como amiga; sino
como familia.
-¡Y dale con la familia! ¡Ay, no sé! Ya te diré algo.
-¿Y Malú puede venir a clase también, tete? –
Preguntó Laurita.- Me gustaría mucho, ahora es
mi amiga, ¿sabes?
-¡Muy buena idea Laurita! Pero no es a mí a
quién me tienes que convencer; sino a Laura.
224
El amor es una…
Y con ese tipo de artimañas es como consiguió
que muy a mi pesar y en contra de mis
retortijones de estómago, Helena, Coral, Ana
Mae, las niñas y yo, acabáramos en las clases de
la “amiga” de Héctor. Al menos he decir que nos
reímos mucho aunque… aprender… Bueno, está
claro el por qué no seduzco a ningún hombre.
Era nuestra tercera semana moviendo las
caderas y a mi pañuelito ya le faltaban la mitad
de las monedas (eso me pasó por comprarlo en los
chinos). Ana Mae y Malú llegaban tarde para
variar y encima con chismorreo; lo que pasa que
era muy difícil enterarse de todo en mitad de una
clase sino querías que la profesora (mi enemiga
number one) nos llamara atención.
-Sergio nos ha invitado al cine.
-¿A quién?
-A mí y a Malú.
-¿Y eso cómo ha pasado?
-Pues… no sé. Dice que se las ha regalado un
cliente. Pero ya llevaba unos días hablándome de
la niña y quería saber cosas de ella… ¡Ay, Laura!
Esto me descuadra todo.
-Lo sé…
-¿Qué vas a hacer?
-Chicas por favor, estamos en clase todavía; los
cotilleos para la merienda.
Yasmina no llamó la atención y tuvimos que
continuar la conversación, efectivamente, en la
225
El amor es una…
merienda. Pero bueno, el resultado estaba claro:
Ana Mae y Malú se fueron con Sergio al cine y se
lo pasaron estupendamente. Tanto que Sergio dijo
que tenían que repetir en otra ocasión.
-Es que… -Protestó Ana Mae.- Ya sabes que tengo
novio.
-Bueno, yo sólo quiero que seamos amigos.
Si era verdad o no, eso el tiempo lo diría. El caso
es que Sergio volvía a estar en la palestra;
aunque no tengo todavía muy claro que en algún
momento hubiera dejado de estarlo.
226
El amor es una…
112 CHICA DE
EMERGENCIA
Se acercaba peligrosamente San Valentín; una
fecha que me crispa los nervios ya que sólo se la
inventaron para torturar a las personas que
están solas. Es que, hasta los matrimonios que
han caído en la rutina, saben que tienen un polvo
garantizado al año: el del día de San Valentín.
L@s
solteros
del
mundo,
no
podemos
conformarnos ni con eso. Helena mantiene la
teoría de que:
-San Valentín se lo inventó el Corte Inglés junto a
las floristerías y demás pequeños negocios, para
poder llegar a fin de mes ya que recordemos,
febrerico es el mes más corto.
-Una buena teoría, sí señor. –Dijo mi hermano.Sospecho que no tienes con quién celebrarlo…
-¡Carlos… piérdete! –Le espetó Helena lanzándole
una bola de papel. De más está decir que no se
esfumó; al contrario, nos siguió chinchando.
-Pues yo me voy a ir a una casa rural perdida en
medio del monte.
-¿Con quién? –Preguntó Helena.
-¡Ah! Eso es un secreto.
227
El amor es una…
-¿Pero tú con cuántas tías vas a la vez, picaflor?
-Ni que tuviera un harén…
-¡Qué más quisieras! –Le dije yo.
-Pues me voy con la única novia que tengo.
Al pronunciar la palabra “novia” las dos nos
quedamos petrificadas. Mis hermanos nunca
utilizan esa palabra; siempre son “amigas”. Al
decir, “novia” la cosa se ponía sería.
-¿Qué novia? –Pregunté incrédula.
-¡Pues Sabrina!
-¡Ay, Dios! –Se me escapó.
Mi mundo se vino abajo. Sé que tenía que
haberme alegrado por ella; de hecho, muy en el
fondo lo hacía, pero por el contrario, algo en mi
superficie, un fuerte palpitación, me decía que
aquello traería terribles consecuencias que iban a
terminar salpicándome.
Mis dos hermanos se habían propuesto hacerme
la vida imposible. Coral nunca me contaba nada
de su “relación” con Víctor por la razón de que no
quería que si la cosa iba mal, terminara
salpicándome. Víctor… bueno, mi hermano jamás
me contaba nada de su vida personal; así es que
no tenía ni idea de cómo estaba el tema. Pero
Coral ya llevaba dos semanas con el alma
arrastras. Cuando íbamos a merendar casi no
probaba bocado y encima nunca quería salir con
228
El amor es una…
nosotras; siempre ponía alguna excusa absurda.
Así que, finalmente, me involucré. Una tarde
después de la clase coincidió que merendamos las
dos solas y ahí tuve mi oportunidad.
-Si sigues mirando así el móvil, vas a fundirlo.
Además, no me estás prestando atención. Tengo
la sensación de que estoy hablando sola.
-Lo siento; es que estoy esperando la contestación
a un mensaje… y… es bastante importante.
-¿Sigues viéndote con mi hermano? –No sé por
qué, intuí que era él quién tenía que contestar.
-¡Sí! –Dijo en plan derrotista. –Cuando él puede,
quiere o le interesa.
-¿Eso quiere decir que la cosa no va bien?
-No demasiado.
Noté que las lágrimas estaban a punto de
saltársele.
-Cuéntamelo todo… desde el principio.
-¡Ay, Laura! Que soy muy desgraciada en el amor.
Estuve obcecada con Javi tanto tiempo… Y
ahora… ¡Que me he enamorado de tu hermano!
Pero como nunca lo había estado de nadie, ni
siquiera de Javi.
-Y él no siente lo mismo, ¿me equivoco?
-En absoluto. –Las lágrimas ya no saltaban,
estaban todas fuera.- ¡Que me he convertido en su
112!
-¿En su qué?
229
El amor es una…
Había oído de todo, pero lo del 112…
-¡Su 112, su chica de emergencia!
-¡Pues qué putada! ¡Cabrón!
-Laura… es tu hermano…
-Es un hombre. No irás a defenderlo encima.
-Es que… no es tan sencillo. Verás, no puedo
reprocharle nada porque él nunca me ha
engañado; aquí la única que se ha engañado así
misma he sido yo.
-Bueno, tampoco creo que mi hermano esté libre
de culpa. ¿Pero él sabe que tú sientes algo por él?
-Pues si no es tonto…
-¿Pero tú se lo has dicho? ¿Habéis hablado alguna
vez de vuestra “relación”? ¿De vuestros
sentimientos?
A todas las preguntas Coral negaba con la
cabeza.
-¿Después de dos meses y pico y no habéis hablado
de nada importante? ¿Entonces qué hacéis?
La cara que puso Coral me valió como respuesta:
algo que yo ya ni me acordaba de cómo se hacía.
-¿Y qué es lo que se supone que te tiene que
contestar en el mensaje?
-¿Cómo sabes que es de él?
-Porque la policía no es tonta…
230
El amor es una…
-Pues como sé que libra esta semana, le he dicho
de quedar mañana para ir al cine. Se lo mandé
esta mañana ¡y todavía no ha contestado!
-A lo mejor ha estado ocupado y no ha podido; o
todavía tiene que saber si mañana puede o no.
Creo que los martes juega al fútbol…
-O a lo mejor es que me está dando largas.
-Coral, una cosa es segura: tienes que hablar con
él y aclarar la situación porque si sigues así te
vas a enfermar. ¿Cuántos kilos has perdido ya?
-Cinco.
-¡Si que te ha pegado fuerte! De verdad amiga,
soluciona esto cuanto antes porque sino va a
acabar contigo.
-Lo sé. Te prometo que de esta semana no pasa; si
se digna a contestar, claro.
Finalmente
mi
hermanito
contestó
y
efectivamente, el martes tenía fútbol. Pero
quedaron el viernes a cenar. Coral había escrito
en tres folios y medio todo lo que le tenía que
decir a Víctor. Me llamó el jueves por la noche
para leérmelo y que opinara.
-Debes de ponerte más dura; si le dices esas cosas
le va a quedar más que claro que se te caen las
bragas cuando lo ves y lo único que conseguirás
es que te siga utilizando como hasta ahora.
-Laura, no me siento utilizada; si nos hemos
acostado cuando a él le ha venido en gana es
porque yo lo he consentido, ¿vale? En ningún
231
El amor es una…
momento me ha engañado porque ya no tengo 15
años y soy responsable de mis actos.
-Lo siento; no quería ofenderte.
-No pasa nada; voy a rectificarlo y luego te
llamo.
Efectivamente, dos horas y media más tarde
volvió a llamar. Los tres folios y medio se habían
convertido en cuatro; ¿no se suponía que iba a
quitar cosas?
-¿Qué te parece?
-Pues que si vas a hablar tú todo el rato, no te
pidas la cena porque soltar todo ese rollo te va a
llevar mucho tiempo.
-Demasiado largo, ¿no?
-Sí. Pero Coral, si es lo que sientes y necesitas
decirlo para encontrarte mejor contigo misma,
por favor, que no se te quede nada dentro.
-Intentaré ser más breve; sino tu hermano se
quedará sólo con las dos primeras palabras.
Luego te llamo.
-OK
Finalmente se quedó en un folio y medio que,
aunque sonaba bien, no dio muy buenos
resultados. O al menos, no mucho mejores de lo
que se esperaban. A las 2 de la madrugada del
viernes, cuando yo ya llevaba casi tres horas
durmiendo porque al día siguiente tenía mucho
trabajo, Coral me llamó al móvil. Eso me pasaba
232
El amor es una…
por no desconectarlo; pero claro, tampoco podía
hacerlo porque le había prometido que no lo
haría.
-El corazón me ha vuelto a hacer crack. –Me dijo
Coral entre lágrimas.
-Tranquilízate… ¿qué ha pasado?
-¿Puedes bajar? Estoy aparcada en la puerta de
tu casa. Por favor… Necesito hablar con alguien;
así no me puedo ir a mi casa.
-Dos segundo y estoy ahí.
Era una gran putada sacarme así de la cama;
pero las situaciones extremas lo requieren y esta
era una de ellas. Bajé también una caja de
pañuelos porque los íbamos a necesitar. Nada
más entrar en el coche Coral me abrazó: “¡Oh,
Laura, soy tan desgraciada!” y así estuvo
llorando sobre mi hombro casi un cuarto de hora;
bueno, el tiempo exacto no lo sé pero sí que se me
hizo eterno y que al final acabé llorando yo sobre
su hombro.
-¿Qué ha pasado?
Habían ido a cenar a un italiano muy bonito.
Víctor esa noche estaba especialmente cariñoso y
no paraba de decirle a Coral lo guapa que estaba
y lo fantástica que era. Hasta ahí todo fue
estupendamente; parecía que a lo mejor teníamos
final feliz. Después se fueron a tomar una copa a
233
El amor es una…
casa de mi hermano y bueno… después de la copa
venía lo otro. Pero Coral no podía aguantar más
y justo cuando Víctor estaba a punto de quitarle
la ropa, ella se levantó de la cama y le dijo:
-Tenemos que hablar.
Se sabía el discurso de memoria así es que se lo
soltó sin comas, ni puntos, ni nada de nada. Es
más, ni siquiera le dejó a él que hablara.
-Espera, que todavía no he terminado. Mira, sé
que lo que tenemos está muy bien pero…
Últimamente siento que todo ha cambiado. No es
culpa tuya; soy yo que he empezado a sentir
cosas. Y… Víctor si esta noche me vuelvo a
acostar contigo, sé que al final me arrepentiré
porque me estoy haciendo daño a mi misma. No
pienses que te estoy reprochando nada porque no
es así. Sólo que… yo ya no puedo conformarme
con esta relación o lo que sea. Quiero más.
Durante medio minuto que duró una eternidad,
los dos se miraron a los ojos sin decir una sola
palabra. Coral supo la respuesta incluso antes de
que Víctor abriera la boca.
-Coral… Me gustas mucho, de verdad. Eres
guapísima, divertida,… Contigo me siento
realmente a gusto.
-Pero…
234
El amor es una…
-Lo pasé muy mal en mi última relación y siento
que todavía no estoy preparado. Lo siento; de
verdad.
-Yo también.
Coral se sonrió (una triste sonrisa y además
forzada) y le tendió la mano.
-Entonces, ¿somos simplemente amigos?
-No quiero perderte.
-Víctor… -Aunque las lágrimas querían salir a
borbotes, Coral apretó los dientes muy fuerte y
siguió con esa media sonrisa.- ¡Es lo que hay!
Víctor le estrechó la mano y quedaron como
amigos. Pero ese tipo de amistades nunca
funcionan.
Dos horas después Coral seguía llorando sobre mi
abrigo (que tendría que llevar a la tintorería
porque tenía chorretones de rimel por todas
partes).
-Coral… Me gustaría quedarme aquí toda la
noche, de verdad; pero es que madrugo y…
-Lo siento, lo siento. Ya me voy. ¿Estoy muy fea?
-¡Estás horrible! Pero eso se soluciona lavándote la
cara y durmiendo un rato.
-No creo que pueda dormir.
-Tómate dos valerianas y una tila; a mí me
funciona.
235
El amor es una…
-¿Y mi corazón?
arreglará?
-¡Seguro que sí!
¿Crees
que
algún
día
se
Nos volvimos a abrazar y le di un beso en la
frente antes de dejarla.
-Gracias por ser mi mejor amiga.
-Gracias a ti por dejarme que lo sea y… Coral,
conduce despacio, ¿vale?
-Tranquila, llegaré a mi casa sólo con el corazón
roto; lo demás te prometo que llegará intacto.
Coral, de nuevo, volvía al club. Si es que este tipo
de asociaciones jamás quiebran. ¿Cuándo iba a
llegar la hora en que todas lo abandonáramos?
¿Cuándo nos tocaría ser felices por completo y no
sólo a medias? Y… ¿cuándo nuestros corazones
dejarían de hacer crack? Éstas y otras preguntas,
siempre se me quedaban sin contestar.
236
El amor es una…
SINCERAMENTE ESTÚPIDA
¡Y llegó el día de San Valentín! Un San Valentín
lleno de corazones rotos. Coral llevaba una
semana sin levantar cabeza. Por el contrario mi
hermano no daba indicios de que le pasara algo;
siquiera un dolor de tripa.
-¿Tengo monos en la cara? –Me dijo un día que
vino a comer a casa.- Pues entonces deja de
mirarme de esa manera.
-No te miro de ninguna manera.
-Laura, si se podría decir que me acabas de
perdonar la vida.
-¡Gilipollas!
Vale, ya sé que no era justo que me enfadara con
mi hermano pero, no pude evitarlo, Coral lo
estaba pasando muy mal por su culpa.
Aquella tarde de San Valentín nos encerramos en
casa de Coral a ver películas de miedo; por un
tiempo las comedias románticas y los dramas
estaban vedados (las de acción también porque el
protagonista siempre acaba tirándose a alguna
tía).
-¿Quieres que veamos “El internado”?
-Ya la he visto; es muy mala.
237
El amor es una…
-¿Y “REC”?
-Nunca he podido terminar de verla; me pone
taquicárdica perdida.
-¡Vale! Podemos ver “Los crímenes de Oxford”.
-Eso suena a aburrido.
-Pues entonces podemos seguir llorando y
comiéndonos los mocos, ¿qué te parece, eh? ¿Así es
como piensas pasarte el resto de tu vida?
-Laura, elige la peli que a ti te de la gana.
En eso estaba cuando llegó Arantxa con una
sonrisa de oreja a oreja y una tarta de San
Valentín; muy apropiado…
-¡Chicas! Celebremos San Valentín a nuestra
manera. –Dijo exultante.
-¿Te has dado un golpe en la cabeza? –No me
podía creer lo que estaba viendo.
-Yo me vuelvo a la cama. –Dijo Coral.
-¿Has visto? Ya has conseguido que se deprima.
-Laura, tampoco es que estuviera demasiado
animada… Además, nosotras también tenemos
derecho a pasárnoslo de p.m. en este día.
-¡Yo paso de San Valentín!
-¡Y yo odio San Valentín! –Añadió Coral y se subió
la colcha hasta las cejas.
-¿Y también vais a pasar de esta deliciosa tarta?
Bien pensado… ¿por qué tenía que perdérmelo?
Así es que Arantxa y yo nos comimos la tarta
mientras veíamos “REC”. Coral se negó a probar
238
El amor es una…
la tarta y ha salir de su cama; ¡qué bien! lo estaba
llevando estupendamente. En un momento dado a
Arantxa le sonó el móvil y ambas nos cagamos a
la pata abajo. Pegamos tal berrido que hasta
Coral salió de debajo de las mantas para ver qué
estaba sucediendo.
-¿Qué os pasa?
-No ha sido nada,- dijo Arantxa- es que acabo de
recibir un mensaje.
Lo leyó y de pronto se puso a dar saltos de alegría
y a bailarnos una danza africana. Cuando se dio
cuenta de que tanta alegría contrastaba en “la
habitación de los ánimos caídos”, se contuvo y
pidió disculpas innecesarias.
-¿Quién te ha escrito que te ha puesto tan
contenta? –Le dije.
Miró a Coral un tanto apurada; sospeché que
eran tan buenas noticias que se sentía culpable de
que ella fuera tan feliz y la pobre Coral tan
desdichada.
-Es Dani; me ha invitado a cenar.
-¿Estáis saliendo juntos?
-¡Qué va! Quedamos de vez en cuando… pero
todavía ni me ha besado. Y ya hasta dudo de que
algún día lo haga.
239
El amor es una…
-Arantxa, es el día de San Valentín y te invita a
cenar, ¿no crees que eso significa algo?
-Quién sabe…
-¿Entonces vas a ir?
-¡Pues claro!
-Arrepiéntete –dijo la optimista de Coral- aun
estás a tiempo de salvar tu corazón.
Dicho lo cual, volvió a esconderse bajo las
mantas.
-Pero Laura, hay una cosa que me apura mucho;
me siento una traidora por lo que le hicimos,
bueno, le hice… Porque la idea fue toda mía, y
sino os hubiera pinchado vosotras no lo habrías
hecho. Si se entera de que yo provoqué su ruptura
con Lucía, me odiará toda su vida.
-¡Ni se te ocurra decirle nada! Ese secreto se tiene
que ir con nosotras a la tumba.
-¡Ni se te ocurra! –Se oyó por debajo de las
mantas.
¡Ay, ay, ay! Ví el temor en sus ojos; creo que no lo
tenía muy claro. Arantxa, ¿por qué tuviste que
ser tan sinceramente estúpida?
Dani le había invitado a cenar a su casa y no
pizzas recalentadas, sino unos estupendos
spaghetti con salsa roquefort (lo sé porque me lo
contó Arantxa, claro está que yo no llegué a
240
El amor es una…
probarlos, ¡jaja). Después de la cena se sentaron
en el sofá a tomarse el postre; helado de tiramisú.
-¿Por qué no terminamos de cenar en la mesa,
como las personas? –Dijo Arantxa a causa de los
nervios.
-Porque en mi casa es costumbre tomarse el
postre en el sofá; ¡siempre! No hacerlo es de muy
mala educación.
-¡Vale! Lo tendré en cuenta para la próxima vez.
-¿Quién te ha dicho que habrá una próxima vez?
Aunque Dani lo había dicho con una sonrisa
bromista, Arantxa se quedó súper cortada y sólo
deseaba que la tierra se la tragara. Así es que se
dedicó a comerse el helado en silencio.
-Te has manchado la nariz. –Le dijo Dani
mientras se la tocaba, aunque realmente no
llevaba nada.
-No es verdad.
-No. –Volvió a lucir su sonrisa bromista.- Pero
aquí sí que tienes una mancha de helado. –Dijo
señalando la comisura de sus labios.
¡Y la besó! Le llevó su tiempo dar el paso pero,
según Arantxa, la espera había valido la pena.
-Me gustas mucho, ¿sabes? Toda tú eres tan…
auténtica.
241
El amor es una…
Entonces a Arantxa se le cruzó un pensamiento
oscuro; su súperyo no paraba de repetirle:
“Mentirosa,
mentirosa,
¡mentirosa!
¿Tú
auténtica? ¡Jaaa! Deja que me ría…”.
-Tú también me gustas mucho.
Se volvieron a besar y la conciencia de Arantxa
quedó silenciada por un rato.
-¿Sabes? –Siguió diciendo Dani.- Pensé que me
costaría mucho superar lo de Lucía pero… No fue
así. Creo que en el fondo ya no sentía lo mismo
que al principio. Supongo que nuestra relación ya
llevaba rota hacía mucho tiempo y por eso me
engañaba con Javi.
La vocecilla volvió a despertarse a gritos: “¡¿Por
qué no se lo dices?! ¡Cobarde! Además de
mentirosa cobarde”.
-¿Te he contado que Javi y Lucía se van a vivir
juntos? Me lo ha contado Rafa. No creo que
duren más de seis meses.
“¿Se lo vas a decir o no? ¿Qué crees que va a
pensar de ti cuando se entere por otras personas?
Porque la verdad, al final, siempre acaba por
saberse. ¡Díselo!”.
242
El amor es una…
-¿Qué te pasa? De repente te has quedado muy
callada y… te noto seria. ¿He dicho o hecho algo
que te haya molestado?
“¡¡DÍSELO!!”.
-No. –Contestó Arantxa forzando una sonrisa.Pero tengo que contarte algo que no te va a
gustar.
Y le contó la historia desde el principio de los
principios, cuando ella y Coral discutieron con
Javi en la puerta del pub.
-Ya sé que el hecho de que Javi me hiciera daño
no justifica mis acciones, ni mucho menos el que
yo te haya hecho daño a ti.
Dani se había quedado muy callado y poco a poco
se había ido moviendo hasta la otra punta del
sofá.
-Lo siento. De verdad, lo siento muchísimo. Ojalá
pudiera dar marcha atrás y cambiarlo todo
pero… desgraciadamente ya no puedo.
-Arantxa… Lo que pasó no es culpa tuya porque
ellos ya me engañaban antes de que tú hicieras
eso en Internet. Así es que no tengo nada que
perdonarte. Pero… Ahora mismo creo que no te
conozco. La persona que tengo frente a mí no es
la misma chica con la que yo me he estado
243
El amor es una…
haciendo ilusiones y…
asimilar todo esto.
-Lo entiendo. Lo siento.
necesito
tiempo
para
Y así fue como, la tarde siguiente a San Valentín,
las tres volvimos a “la habitación de los ánimos
caídos”, a comer helado de chocolate y a ver
películas de miedo que ni siquiera daban miedo.
Finalmente acabamos metidas las tres en la cama
de Coral, sonándonos los mocos.
-Ya le he escrito tres mensajes ¡y tan siquiera se
ha tomado la molestia de contestarlos! –Dijo
Arantxa entre sollozos.
-Dale tiempo, -dije yo toda optimista- ya verás
como te perdona y te da otra oportunidad.
-Lo dices para que me sienta mejor.
-Lo digo porque de verdad lo pienso; y si al final
no lo hace, pues, ¡él se lo pierde! Tú eres estupenda
Arantxa, y no necesitas a ningún hombre para
que te lo demuestre.
-Gracias. Ahora deberías aplicarte tu propia
medicina.
-Yo ya casi estoy curada de Héctor.
Las dos me miraron con cara de: “¡Pero qué me
estás contando!”. ¡Ya! Ni yo misma me podía
creer lo que acababa de decir.
Dos días después, (Arantxa ya había desistido del
todo y dejó de mandarle mensajes a Dani), él se
244
El amor es una…
dignó a contestar: “¿Podemos hablar?”. ¡Pues si
era eso lo que ella llevaba intentando desde hacía
días! Quedaron en que ella iría al bar en el que
trabaja, aquella misma tarde.
-¡Hola!
Arantxa se sentó en la mesa cabizbaja. La
mirada de Dani no expresaba absolutamente
nada.
-¿Qué quieres tomar?
Arantxa pensó que lo mejor sería un cubata para
aguantar el tirón, pero ¿qué iba a pensar si
empezaba a beber a las seis de la tarde, que
además de embustera era una borracha?
-Un cortado largo de café.
-Ahora vuelvo.
Mientras Dani iba a por sus cafés, me llamó por
teléfono hecha un flan.
-¡Ay, Laura! Creo que me ha hecho venir sólo para
decirme hasta de lo que me tengo que morir. ¡Ni
siquiera me ha dado dos besos cuando nos hemos
saludado!
-Tranquilízate; todavía no sabes qué te va a
decir, así es que no te apresures a hacer
conjeturas.
245
El amor es una…
-¡Te dejo que ya vuelve!
Y me colgó. Estuvieron un par de minutos (que se
hicieron una eternidad), vertiendo el azúcar en el
café y removiéndolo. Finalmente fue él quién
rompió el silencio.
-Debería estarte agradecido porque me hiciste un
gran favor al abrirme los ojos de esa manera,
pero ¿sabes? Realmente no las siento. Pienso que
eres una persona resentida y vengativa; muy
distinta a la Arantxa que yo conocía.
Aquellas palabras fueron mucho peor que una
patada en el estómago. Arantxa se quedó sin
palabras, incapaz de levantar la cabeza y
mirarlo a los ojos.
-Bueno, no es por justificarme, pero cuando te
han hecho muchísimo daño, uno nunca sabe cómo
va a reaccionar. ¿No fuiste tú quién le partió los
morros a Javi? A tu modo tú también le
devolviste el daño que te hizo. Y aunque no lo
creas, yo no planeé mi venganza; simplemente se
me dio la oportunidad y la aproveché. Como ves,
tú y yo no somos tan diferentes; los dos hemos
intentado devolverle a Javi el daño que nos hizo.
Pero bueno, yo no puedo cambiar lo que piensas
de mí y… si después de todo este tiempo en el que
hemos sido amigos lo único que te queda es que
soy resentida y vengativa pues… ¡mala suerte! Es
246
El amor es una…
una pena que pienses eso de mí pero,
sinceramente, tu opinión no cuenta, sólo la mía; y
yo sé perfectamente quién soy ¡y me gusto a mí
misma!
-¿De verdad le dijiste todo eso? –Preguntó Coral
asombrada.
-Sí. Y luego me fui de allí volando. Él no dijo
nada; se quedó allí sentado como un pasmarote.
-¡Qué tonto! –Dije yo.
Arantxa había vuelto a “la habitación de los
ánimos caídos” para contarnos cómo había ido
todo.
-Después me subí al coche y empecé a llorar hasta
que no me quedó ni una sola lágrima. Creo que
estuve más de veinte minutos. Y, ¡mirar! Dani me
mandó éste mensaje.
“Eres simpática, divertida, ingeniosa, generosa,
irónica, optimista,… y podría seguir así toda la tarde.
Vuelve, xq no me has dejado decirte todo lo q tenía q
decir”.
-¿Entonces has vuelto al bar o te has venido aquí
directamente? –Preguntó Coral.
-¡Por supuesto que he vuelto!
-¿Y?
247
El amor es una…
-Nada más entrar al bar ¡me ha besado! No me
ha dado tiempo a reaccionar. Y me ha dicho: “Yo
tampoco soy perfecto”. ¡Y me ha vuelto a besar!
-¡Qué bien!
-Bueno, al menos a una de las tres le ha salido
bien la jugada.
Durante muchos días estuve pensando en lo que
Arantxa le dijo a Dani y ¡cuánta razón llevaba!
Nuestro problema realmente no son ellos, somos
nosotras mismas. Porque, no son ellos los que no
nos quieren como nos merecemos, somos nosotras
las que cometemos ese error. Y desde aquel día,
me juré a lo Escarlata O’hara, que jamás dejaría
que ningún hombre fuera más importante que yo
en mi propia vida.
248
El amor es una…
UN FINAL FELIZ
Me propuse hacer que a Coral le entrara en la
sesera que “la felicidad es una elección, no una
consecuencia y que no había nadie más
importante en su vida que ella misma”. Así es que
hicimos un lavado espiritual a la “habitación de
los ánimos caídos” y Coral volvió a ser casi la
misma de siempre. En su primera salida al
mundo exterior, fuimos a la tetería a ver bailar a
nuestra profesora. He de confesar que Yasmina
me caía muy bien y que, pese que probablemente
acabaría quitándome a Héctor, no le guardaba
ningún resentimiento por ello ya que, estaba
claro que Héctor jamás había sido mío y que
jamás lo sería. Pero eso ya no importaba porque
ahora sólo contaba yo misma.
Ana Mae había venido con su novio y con las
niñas. A mí me hubiera gustado traer a Laurita
pero sus padres no la dejaron salir tan tarde de
casa. Por otro lado fue lo mejor porque me evité
tener un encuentro no deseado con Héctor.
Helena también vino. Estaba obsesionada con los
bailes, tanto latinos como con la danza del
vientre. Se había apuntado a tantas clases que
prácticamente se pasaba toda la semana metida
249
El amor es una…
en la academia. Por eso me aseguraba que Héctor
no estaba con ninguna otra chica.
-Eso a mí no me importa.
Y de verdad, no debería importarme pero en mi
fuero interno deseaba con todas mis fuerzas que
Helena estuviera en lo cierto.
-Creo que me voy a tener que buscar otra pareja
de baile porque tu hermano siempre está bailando
con la profesora. Vale que se acueste con ella,
pero eso no justifica que a mí me esté dejando
tirada.
-¡Pues díselo!
-Se lo he dicho pero no me ha servido de nada.
Después de la exhibición, me voy a Rico Mambo
en busca de candidatos. ¿Te vienes?
No me hacía mucha ilusión; ¿y si estaba Héctor?
Pero no me dio tiempo a contestar porque se
apagaron las luces y salió Yasmina bailando.
Llevaba unas alas como las de la diosa Isis y las
movía como si formaran parte de su propio
cuerpo.
-Algún día yo bailaré igual. –Declaró Helena en
voz alta.- Algún día me veréis aquí bailando.
Todas nos echamos a reír menos ella; hablaba
muy enserio. Creo que Helena había encontrado
250
El amor es una…
la motivación de su vida en el baile. Y por eso
acabamos en Rico Mambo. Lo hice por Coral,
para que ella también encontrara de nuevo algo
que la motivara. Ana Mae, su novio y las niñas,
por supuesto se fueron a casa.
-No sé qué pinto yo aquí; ni siquiera sé bailar
salsa. –Dijo Coral bastante desanimada.
-¡Yo tampoco! Pero en la barra sirven unos
mojitos que están de muerte. ¿Quieres probarlos?
Gracias a Dios, Héctor no fue esa noche a bailar.
Quienes sí estaban eran Sabrina y mi hermano
Carlos. Y no veáis la que se montó cuando
vinieron a saludarnos.
-¡Dios mío!
Cuando Coral vió a Carlos besando a Sabrina, se
le cayó la copa de las manos.
-¿Qué pasa?
-Nada; que soy una idiota.
Enseguida comprendió que no se trataba de
Víctor, pero para ese entonces el corazón ya le
había dado un sobresalto.
-Necesito ir al baño.
251
El amor es una…
Yo me quedé hablando con Carlos y Sabrina; los
dos se habían quedado a cuadros con la reacción
de Coral.
-Te ha confundido con Víctor. –Aclaré.
-Yo soy más guapo.
-Y más modesto. –Añadió Sabrina.- Laura, ve a
ver cómo está tu amiga.
Carlos era hombre y no pilló nada, o si lo pilló
hizo como que no se enteraba. Sin embargo
Sabrina sí lo pilló a la primera y su cara decía
que se sentía solidarizada con Coral; no en vano a
ella le había salido bien pero antes de eso también
tuvo que pasar lo suyo con el otro gemelo.
-¿Cómo te encuentras?
Estaba sentada en una de las tazas del váter
llorando.
-¡Dios! Es que se parecen tanto.
-Sí; son igual de capullos.
-¿Por qué siempre hablas así de tus hermanos?
-Porque siempre hacen que alguna mujer acabe
llorando.
-Carlos parece distinto.
-Supongo que se ha enamorado… No sé.
-¿Sabes? Víctor no se convierte en malo sólo por el
hecho de no quererme. Nadie elige de quién se
enamora y ni tú ni yo podemos estar enfadadas
252
El amor es una…
porque él no me quiera. Prométeme que te vas a
llevar bien con tu hermano. No quiero que sigas
enfadada con él por mi culpa.
-El muy tonto ni sabe lo que se está perdiendo.
Está bien, te prometo que intentaré llevarme bien
con él. Pero tú me tienes que prometerme a mí
que intentarás pasártelo bien esta noche.
-Lo intentare…
-¡Vamos a por esos mojitos!
No llegamos a salir del baño porque nada más
abrir la puerta Helena se abalanzó sobre
nosotras muy nerviosa.
-Llevo toda la noche buscándoos. ¿Qué hacéis aquí
escondidas?
-¿Qué pasa?
-¡Que Valentín viene de camino!
-¡¿Qué?!
Si os acordáis, Valentín y Helena seguían
quedando como amigos pese a que él seguía
viviendo con su novia. Por lo visto, ésta tenía
guardia esa noche y Valentín estaba muy
aburrido así es que decidió venirse con nosotras a
bailar salsa.
-¿No os parece extraño que teniendo novia se
venga conmigo a bailar salsa? –Dijo Helena
desconcertada.
253
El amor es una…
-Me parece extraño que viviendo con su novia,
pase más tiempo contigo que con ella. –Dije yo.
-Tampoco es que nos veamos todos los días…
-Helena, ¿crees que no sé con quién hablas todos
los días a la hora del almuerzo?
Helena puso cara de: “¡Me han pillado!”. Luego
caí en la cuenta y pensé en voz alta:
-¿Te estás acostando con él otra vez?
-¡¡No!! -Helena me miró indignada.- Sólo somos
amigos; nada más.
-¡Vale!
Salimos del baño y fuimos en busca de nuestros
mojitos. Minutos después apareció Valentín.
Helena intentó en vano que bailara una salsa;
por el contrario, con las bachatas no tuvieron
ningún problema.
-Creo que me vas a tener que enseñar con calma a
bailar salsa.
-Bueno… Estoy buscando pareja de baile; sino
tienes nada que hacer los martes…
Si resultaba difícil de entender que un chico que
vive con su novia pasara más tiempo hablando
por teléfono con su amiga que hablando con la
persona con la que compartía su vida; más
increíble todavía resultaba el hecho de que fuera
con la amiga y no con ella, con quien se apuntara
254
El amor es una…
a clases de salsa. Y no sólo eso, sino que además
¡quedaban todos los viernes para ir a bailar!
-¿Qué pasa? –Le dije yo a Helena.- ¿Qué tiene
turnos de noche todas las semanas? Pues será la
única que trabaja en ese hospital.
-¿Qué me estás queriendo decir?
-Helena, que aquí hay algo que no me cuadra. Ves
con cuidado porque sino acabarás igual de jodida
que antes.
-Tranquila Laura, ya lo tengo superado. Valentín
es sólo mi amigo.
-¿De verdad?
No hay peor mentiroso que el que se miente así
mismo; y creerme, lo digo por propia experiencia.
Y sino a las pruebas me remito. Una de esas
tantas noches en las que iban a bailar salsa,
Helena y Valentín acabaron besándose.
-Esto no se puede volver a repetir, ¿lo sabes? –Le
dijo Helena.
-Lo sé; pero no he podido evitarlo.
Pero el daño ya estaba hecho porque Helena
volvió a sentir todas esas cosquillas en el
estómago y también volvió a torturarnos con las
canciones de la Jurado. Cuando la vi llorando en
el cuarto del material, de mi boca no salió: “Te lo
dije”, sólo la abracé y le pedí que hablara con él
cuanto antes.
255
El amor es una…
-¿Lo pierdo otra vez?
-Siento decirte esto pero, Helena, no se puede
perder algo que nunca has tenido.
Siguió llorando y al final le dije que se fuera a su
casa porque tampoco es que estuviera rindiendo
mucho y además se tenía que preparar para la
tarde cuando por fin se enfrentara a Valentín.
Cuando mi padre se enterara me iba a matar.
Pero bueno, ¿acaso no me había dejado a cargo de
la tienda?
Durante toda la clase Helena estuvo muy tensa y
eso hizo que no parara de equivocarse.
-¿Qué te pasa? _Le susurró Valentín al oído.- Te
noto muy tensa.
-No es nada. –En vano intentó sonreír.
Después hicieron una rueda con los cambios de
pareja y Helena acabó bailando con Carlos. Éste
también se dio cuenta de que pasaba algo.
-¿Ya has hablado con él?
-¿Qué dices?
-Os he oído a ti y a Laura esta mañana; las
paredes son muy finas.
-¡Y tú muy cotilla! No, todavía no le he dicho
nada.
256
El amor es una…
Para su sorpresa, Carlos le dio un beso.
-¡Suerte!
Y volvieron a cambiar de pareja. Finalmente
terminó la clase y Valentín le propuso a Helena
ir a tomar algo como de costumbre.
-¡Espera! Primero tenemos que hablar. Es que… Dijo con lágrimas en los ojos.- Lo siento Valentín
pero no podemos seguir siendo amigos.
-¿Por qué?
-Porque tú vives con tu novia y yo… Yo me he
enamorado de ti.
-¡No tengo novia!
-¡¿Qué?! ¿Y Andrea? Se supone que vives con ella.
-Vivo sólo desde hace un tiempo; y te lo puedo
demostrar.
Fueron a su piso y efectivamente, no habían
señales de que ninguna mujer hubiera estado allí.
-Entonces, ¿me has tenido engañada todo este
tiempo? ¡¿Por qué?!
-Tenía miedo de que pensaras que sólo te buscaba
para acostarme contigo.
-¿Tú sabes lo mal que me lo has hecho pasar? –
Helena se puso otra vez a llorar.- ¿Desde
cuándo…?
257
El amor es una…
-Bueno, casi después de que dejáramos de
hablarnos la primera vez. No llegamos a vivir
juntos ni dos meses.
-¿Por qué? ¿Fue ella o fuiste tú?
-Supongo que fuimos los dos; pero el principal
motivo lo tengo delante de mí. Te juro que había
pensado en llamarte un montón de veces antes de
que tú me enviaras ese mensaje por error. Pero
siempre me faltaba el valor porque tenía miedo
de que me rechazaras.
-Créeme, no lo habría hecho.
-Ahora lo sé.
Valentín la besó y luego le confesó al oído:
-Siempre te he querido; desde el primer beso que
nos dimos aunque no sé si tú entonces llegaste a
sentirlo. El problema es que he sido un necio
negándome a mí mismo lo evidente.
Helena se sonrió y lo volvió a besar:
-Mi amante amigo…
A veces las historias de amor tienen un final
feliz.
258
El amor es una…
Y POR FIN UNA CITA
Después de todas las bajas que se habían dado en
el club, las únicas que seguíamos pensando pestes
del amor éramos Coral y yo, ya que ambas
seguíamos teniendo muy mala suerte en ese
terreno.
Y
para
demostrarnos
que
no
necesitábamos a ningún hombre para ser felices,
decidimos hacer un viaje de placer.
-Si es de placer tiene que ser a Cuba. –Dijo Coral.
Volvía a ser la misma chica sonriente que yo
conocía.
-También podemos ir a Nueva York; a mí siempre
me ha hecho mucha ilusión.
-¿Tú sabes inglés?
-Pero eso no debería ser un problema para viajar.
-Dicen que los cubanos tienen… muy buenos
puros. ¡Jajaja!
-¡Eres una guarra!
Al final acabamos yendo a la agencia de viajes y
contratando una semana en las paradisíacas islas
de la Rivera Maya. Nos iríamos en abril, en las
vacaciones de Semana Santa.
259
El amor es una…
Un día, para mi sorpresa, recibí un mensaje de
Izan. ¡Quería quedar conmigo! Habían pasado
casi dos meses desde que le diera el teléfono así es
que ya ni esperaba volver a tener noticias suyas.
-¿Qué hago? –Le pregunté a Helena.
-Darle una oportunidad, y dártela a ti misma.
-Claro, es fácil decirlo; como a ti te ha salido
bien…
-Lo mejor para olvidarte definitivamente de
Héctor, es que empieces a salir con otros chicos.
-Un clavo no saca a otro clavo; el refrán ese es
mentira.
-¡Cierto! No se puede cagar en dos tazas a la vez;
así es que tendrás que elegir en dónde la sueltas.
-¿No podías haber elegido un símil más vulgar?
-Bueno, este lo escuché en una peli y me gustó;
¡siempre había querido utilizarlo!
-Y supongo que Héctor, es el váter que está
embozado.
Al final las dos acabamos riéndonos con las
comparaciones. Le contesté a Izan; y le di una
oportunidad. Después de tanto tiempo volvía a
tener una cita y estaba igual de nerviosa que
siempre. ¿Qué me ponía? Se supone que sólo
íbamos a tomar un café pero tampoco quería ir
como si acabara de salir del trabajo. Luego me
vino otra duda; ¡Dios mío! No lograba focalizar
su cara. ¿Y si llegaba a la cafetería y no lo
reconocía como me pasó en la Masía?
260
El amor es una…
La verdad es que no tuve ningún problema en
reconocerlo y la cita se dio muy bien. No era el
chico con el que salvaría el universo (se trata de
un juego que nos inventamos Coral y yo), pero sí
era el chico con el que no me importaría volver a
quedar. Me reí muchísimo y me gustó que me
besara al despedirnos. Me gustaría decir que
sentí mariposas en el estómago pero, mentiría. La
verdad es que no sentí absolutamente nada, pero
no me importaría que me volviera a besar.
Al día siguiente, estando en el trabajo, recibí un
mensaje; era de él.
“Me gusta mucho como besas. Repetimos mañana? Te
invito a cenar. Un beso”.
Me alegré mucho de recibir el mensaje; hacía
mucho que no me sentía así de halagada. Pero
tenía miedo. ¿Y si aquello no funcionaba? No,
realmente ese no era mi miedo; mi miedo era que
si aquello acababa funcionando, Héctor jamás
tendría lugar en mi vida. Me costó mucho
decidirme pero, a pesar de lo que me dijera mi
corazón, mi razón tenía la respuesta apropiada:
volví a quedar con Izan.
Aunque sus besos no me hacían sentir cosquillas
en el estómago, me sentía muy a gusto con él y
261
El amor es una…
seguimos quedando. Así durante un mes hasta
que yo me fui de viaje con Coral.
El vuelo duró una eternidad y nada más pisar
tierra firme me tuve que meter en la cama
porque en mi estómago se estaba disputando una
batalla campal. Coral por el contrario, se
encontraba divina de la muerte, como si no
hubiera viajado en el mismo avión que yo.
-Me voy a ponerme hasta el culo de Caiphirinhas.
-Yo te acompañaré mañana, cuando mi estómago
vuelva a su sitio.
Era el mes de abril y como no había ido a la
playa, mi piel era de un blanco nuclear. Me dio
mucha vergüenza ponerme el biquini. Allí todo el
mundo era cetrino; hasta Coral tenía un tono de
piel más saludable.
-¿Te das cuenta que no puedo salir así ahí fuera?
-Laura, nadie se va a fijar en ti; esta gente está
harta de ver turistas. Además, están todos tan
blancos como tú.
-¿Y qué me dices de ti? ¿Te has dado rayos?
-No. Llevo tres semanas sin ducharme. ¿Nos
vamos?
Coral se había encargado de contratar las
excursiones en el día que yo me pasé en cama
sufriendo mi jet-lag. Lo primero que hicimos fue
262
El amor es una…
nadar entre delfines. A ella le debió parecer
súper emocionante pese a que ya está
acostumbrada; pero a mí me dio un miedo que
por casi me meo en el tanga. De hecho, sólo entré
en el agua porque Coral me empujó; sino ni loca
me hubiera bañado con esos bichos. ¿Y si me
hubieran mordido? ¡Eran enormes! Uno de ellos
me tocó el pie y por poco me ahogo de la
impresión. Coral se puso a nadar a mi lado y
aguanté el tirón. Pero creo que en mi vida
volveré a repetir la experiencia. El resto del día
lo pasamos en la piscina bebiendo margaritas y
como el sol mejicano es muy fuerte, mi crema
protectora no sirvió de nada; me quemé toda la
espalda y de paso también el culo. Me pasé toda
la noche tumbada boca-abajo tal como mi madre
me trajo al mundo. Coral no podía dejar de reírse
mientras me refrescaba la piel con paños
húmedos.
-¡Esto es humillante!
-Lo sé. Pero… estás tan graciosa. ¡Jajaja!
-¿Sabes que algún día me levantaré y haré que te
tragues todas tus carcajadas?
-¡Oye! Que si te molesta que me ría, dejo lo que
estoy haciendo y me voy a ponerme hasta el culo
de margaritas.
Al día siguiente fuimos a ver ruinas mayas. Eran
impresionantes. Pero el sol pegaba muy fuerte y
mi espalda se resentía (por no hablar de lo mal
263
El amor es una…
que lo pasaba cada vez que tenía que sentarme).
Coral sí subió a una de las pirámides (cuyo
nombre soy incapaz de pronunciar) pero yo,
dadas mis condiciones físicas, me quedé abajo
haciendo fotos. Por la noche nos pusimos nuestro
mejor vestuario y nos fuimos a la discoteca del
complejo a, como dice Coral, ponernos hasta el
culo de margaritas y caiphirinhas. Pillamos tal
borrachera que luego no sabíamos volver a
nuestra habitación. En serio, ¡no sabíamos!
-¿Por dónde hemos venido, por la izquierda o por
la derecha? –Preguntó Coral gangosa.
-¿Por la izquierda?
Caminamos un buen rato hacia la zona izquierda
pero seguíamos muy perdidas.
-¿Y si preguntamos? –Sugerí.
-¿A quién? Esto está desierto; parece una escena
de “Aun sé lo que hicisteis el último verano”.
-Coral, me estás pisando el pie.
-Yo no te estoy pisando el pie.
-¡Sí lo estás haciendo! ¿Te importaría levantarlo,
por favor?
-¡Que yo no te estoy pisando el pie!
Cuando bajé la mirada vi a una enorme iguana
lamiéndome las espinillas. En México eran
animales sagrados y los dejaban deambular con
264
El amor es una…
libertad por todo el complejo. Hacerles daño era
considerado casi un delito.
-¡Aaaaah! ¡Dios mío, Coral, quítame este bicho de
encima!
-No chilles; lo vas a asustar.
-¡Joder, que me lo quites!
Aunque me de vergüenza admitirlo, me dio tanto
miedo que hasta se me saltaron las lágrimas.
Coral lo cogió en brazos como si de un lindo gatito
se tratara, y lo depositó dos metros más allá. Yo,
en cuanto me sentí liberada del bicharraco, eché
a correr en dirección contraria.
-¡Laura, espérame! ¿A dónde vas?
Como no encontrábamos el camino de vuelta a
nuestra habitación y aquello estaba desértico,
decidimos sentarnos en un banco a esperar a que
pasara alguna alma caritativa que nos indicara
el camino de vuelta a nuestras confortables
camas.
-¿Qué tal te va con Izan?
-Bueno… Supongo que bien.
-Pues no se te ve radiante de felicidad.
-Es que… ¡Ay, Coral! Creo que voy a terminar
pareciéndome a Ana Mae.
-¿Por qué dices eso?
265
El amor es una…
-Porque le estoy dando mucha importancia a las
cosquillas en el estómago. Y no todo es eso,
¿verdad? Hay otras cosas que también cuentas.
-Sí; pero las cosquillas son súper importantes.
-¡Ahora lo acabas de arreglar!
-Laura, no te conformes con lo primero que
encuentres; tú te mereces las cosquillas en el
estómago, los orgasmos múltiples y que te
tiemblen las piernas cada vez que lo veas.
-Todavía no me he acostado con él.
-¿Y quieres hacerlo?
-No lo sé.
-¿Sabes que tu hermano me mandó un mensaje?
Después de dos meses, Víctor daba señales de
vida.
-Por lo visto se ha enterado de que viajaba
contigo y sólo era para decirme que me lo pasara
bien. ¡Ya está, sólo eso! Me hubiera gustado que
dijera: “Te echo de menos…” o algo por el estilo.
No sé por qué dijo que no quería perderme si se
conformó enseguida.
Esta vez Coral no lloró; creo que había llorado
tanto por Víctor que ya no le quedaban lágrimas.
Entonces pasó un hombre con los cochecitos esos
que te llevan por todo el complejo y le hicimos
señas para que parara. Le contamos nuestro
problema y nos llevó en el cochecito de vuelta a
nuestra habitación. Eran las seis de la mañana.
266
El amor es una…
El resto del
durmiendo.
día,
básicamente,
lo
pasamos
Nueve días después volvía a mi asquerosa y
rutinaria vida. Izan no tardó en llamarme para
quedar conmigo. Por lo visto me había echado
mucho de menos esa semana. En el fondo me
hacía sentir bien el hecho de que alguien
estuviera pensando en mí. Fuimos a cenar a un
mexicano porque dice que no quería que me
pasara toda la noche nostálgica y entonces no le
prestara la menor atención. La verdad es que
Izan era un encanto. Pero… seguía sin sentir
nada. Cuando volvíamos a casa, aparcó detrás
del instituto.
-¿Por qué paramos aquí?
Yo ya intuía porque
aparcamiento desértico.
parábamos
en
un
-Es que todavía es muy pronto para que me
abandones.
Y empezó a besarme por donde nunca antes se
había atrevido a hacerlo. Me sentí un poco
violenta pero tampoco quería ofenderlo si le decía
que parara. Se supone que era normal que nos
enrolláramos, ¿no? Llevábamos saliendo casi un
mes y todavía no me había metido mano. Pero
cuando intentó desabrocharme el sujetador,
267
El amor es una…
entonces supe claramente que no quería seguir
adelante y que hay cosas que no se pueden forzar.
Como dijo Helena, aunque suene muy vulgar: “No
se puede cagar en dos tazas a la vez”; y yo
todavía estaba sentada en la primera.
-Izan, ¡para!
-¿Qué pasa?
-Tenemos que hablar.
Todavía recuerdo la cara que puso porque
durante bastante tiempo tuve pesadillas. Una no
se propone romperle el corazón a alguien a
propósito y menos cuando a ti te lo han roto
tantas veces. Pero como dijo Coral: “No elegimos
de quién nos enamoramos”. Y así fue como le solté
al pobre Izan ese rollo que tantas veces me han
soltado a mí los tíos. Ya sé que una vez dejé
plantado a Diego; pero eso no cuenta porque él ya
me ponía los cuernos con Cristina. En cambio lo
de Izan, eso sí me dolió y mucho. No sabéis
cuánto me hubiera gustado quererlo como él me
quería a mí; pero las cosas no siempre son como
nos gustarían.
-Entonces, ¿seguimos siendo amigos?
-Por supuesto.
No sé si aceptó con la esperanza de que yo algún
día cambiara de idea, pero lo cierto es que, hoy
por hoy, sigue siendo uno de mis mejores amigos.
268
El amor es una…
SÍ QUIERO
Les traje a las niñas unas muñecas de México.
Malú estaba contentísima con su nueva amiga
Lupita (como la de los Lunnis). A Ana Mae le
traje un talismán de la suerte aunque mejor
hubiera sido que le trajera un conjuro para
aclarar las dudas.
-Tía Laura, es muy bonita.
La niña me dio un beso y se fue a la alfombra a
jugar con la muñeca. Sobre la mesita del comedor
había un catálogo de Ikea abierto por la mitad.
-¿Qué tal vuestras vacaciones? –Le pregunté a
Ana Mae.
-¡Bien! Pablo, las niñas y yo hemos pasado unos
días en Port-aventura. ¿Y tu viaje?
-¡Oh, de ensueño! Creo que tengo depresión postvacacional. Pero eso no es lo peor: lo he dejado
con Izan; bueno, lo que fuera que teníamos ya se
ha terminado.
-Lo siento. ¿Estás bien?
-Supongo que sí; he sido yo la que ha dado el paso.
¿Y tú estás bien?
-Tengo todo lo que podría soñar una mujer.
269
El amor es una…
-¿Y entonces por qué estás mirando el catálogo de
Ikea? ¿Qué vas a cambiar ahora?
-No lo sé. ¡Ay, Laura! Estoy hecho un lío. Pablo
me ha pedido que nos casemos.
-¡Dios mío! Eso es estupendo.
Por la cara que puso Ana Mae, creo que a ella no
se lo parecía tanto.
-¿Y qué le has dicho?
-Que me dé tiempo para pensármelo. Dos días.
Mañana le tengo que dar una respuesta.
-¡Mal rollo! Por propia experiencia sé, que si un
tío te pide en matrimonio y tú necesitas más de
medio segundo para decirle que sí, es que la cosa
jamás funcionará.
-¿Y qué es lo que te tienes que pensar?
-Muchas cosas. Como mi psicóloga me decía que
en momentos de indecisión ayudaba poner las
cosas por escrito, he hecho una lista con los pros y
contras. ¿Quieres verla?
A primera vista los pros eran más que los
contras. Además, el hecho de que Malú fuera a
tener un padre y una familia, era un pro triple.
Pero en esa lista faltaba un contra bastante
importante, un contra triple o cuatriple.
270
El amor es una…
-¿Y Sergio? No lo has incluido en tu lista.
-¿Qué tiene que ver Sergio con todo esto?
-¡Todo!
Pero si ella seguía negándose a sí misma que
Sergio todavía era demasiado importante en su
vida, no había nada que hacer. Podría seguir
haciendo un millón de listas más y darle un
millón de vueltas a la proposición de matrimonio;
pero el resultado era el mismo: cuando estás
enamorada de verdad, el sí sale antes que te
hayan hecho la proposición.
-No estás de acuerdo con que me case con Pablo,
¿verdad?
-Ana Mae, no es eso. Pablo es el tío perfecto y de
verdad que estaría súper contenta de que te
casaras con él y fuerais muy felices. Pero creo que
tú no lo quieres como él se merece.
-Laura, ¡estás siendo injusta conmigo! -Ana Mae
se enfadó.- Yo al menos lo intento, ¿vale? Y tú ni
siquiera eso. ¿O sino por qué has dejado a Izan?
Olvídate de Héctor al igual que yo me voy a
olvidar de Sergio; ¡no son para nosotras!
¡Despierta de una vez!
Salí de casa de Ana Mae con unos lagrimones que
me llegaban hasta los pies. Sus palabras, por muy
ciertas que fueran, me habían dolido como
puñales. Estuvimos casi dos días sin hablarnos.
271
El amor es una…
Hasta que ella dio el primer pasó y me mandó un
mensaje:
“Lo siento. Sé q fui muy injusta contigo y tenías razón
en muxas cosas. Si puedes perdonarme, me gustaría q
me ayudaras con los preparativos dla boda. Me caso
con Pablo!! Besos”.
Puede que estuviera cometiendo un error o puede
que simplemente estuviera eligiendo ser feliz a
cualquier precio. Fuera cual fuera el resultado,
era mi amiga y yo iba a estar ahí para apoyarla.
“Yo también lo siento. Nos vamos d compras?
Vas a tener el mejor vestido d novia. Besets”.
Teníamos muy poco tiempo para que todo
estuviera listo ya que la boda era el 2 de junio;
poco más de un mes. Y lo primero, claro está, fue
elegir el traje de novia. Quería algo muy sencillo
ya que se casaba por el juzgado y con muy pocos
invitados; algo nada ostentoso. Por supuesto, sin
velo. En la primera tienda que estuvimos nos
enseñaron cuatro modelos que entraban dentro
del perfil que Ana Mae estaba buscando. ¿Estaba
tan guapa con todos ellos? Empecé a deprimirme
preguntándome: “¿cuándo me vería yo vestida de
blanco? ¡A lo mejor nunca!”. Pese a estar preciosa
con todos ellos, Ana Mae no se decantó por
ninguno de los cuatro. Nos fuimos a otra tienda…
y a otra… y a otra… Hasta que finalmente
272
El amor es una…
decidimos hacer un kit-kat y miramos vestidos de
fiesta para mí. Perfectamente me podría haber
puesto el vestido que llevé a la boda de Diego pero
eso me traería recuerdos y no quería que nada ni
nadie me estropeara el día especial de Ana Mae.
Así es que me compré un sencillo vestido corto de
color ocre.
-Vas a ir más guapa que la novia. –Dijo Ana Mae
sonriéndose.- A lo mejor ya no te invito.
-Pues tú te lo pierdes; pensaba regalarte el
reportaje de fotos…
-Laura, ¡no! Que eso es muy caro.
-¡Cállate!
Cuando fuimos a pagar a la caja Ana Mae salió
corriendo detrás de un vestido.
-¡Lo he encontrado!
No sabía a lo que se refería. ¿De verdad pensaba
casarse con eso? No se puede decir que el vestido
fuera feo. De hecho era muy bonito, sencillo pero
bonito. De un color crudo un con pequeñas
florecitas azules. ¡Pero no era un vestido de
novia!
-¿De verdad pretendes casarte con eso?
-No lo insultes; es mi vestido de novia.
Creo que sino hubiera insistido en que se lo
probara, se lo hubiera llevado de igual modo. La
273
El amor es una…
verdad es que estaba preciosa. Sólo le faltaba ser
una novia realmente enamorada.
La segunda parte fui comprar los vestidos de las
niñas y elegir las flores. Dado lo involucrada que
estoy en el mundo de las bodas, no tuvimos
mayor problema en encontrarlo todo. La música
de la boda nos la arregló Izan, que efectivamente
no me guardaba rencor (aparentemente) y
seguíamos siendo amigos.
Y así, entre unas cosas y otras habían pasado tres
semanas ¡y yo no tenía nada organizado para la
despedida! Le pedí ayuda a Coral.
-Conozco un bar en el que todos los camareros te
sirven en tanga. Y además, te hacen un striptease entre plato y plato.
-Entonces no se hable más, ¡haz la reserva!
Los regalos de la novia los compramos en una
tienda de “ropa para el gran polvo”. Mientras yo
me decantaba por la lencería fina, Coral elegía
todos los conjuntos de guarrilla. Al llegar a la
caja nuestra cesta estaba llena de esposas,
chocolate corporal, bolas chinas, vibradores,
tangas comestibles y lápices corporales.
-¿Para qué quiere Ana Mae todo esto?
274
El amor es una…
-Pues… Laura, ¿de verdad te lo tengo que
explicar o es que tú te limitas a hacer la postura
del misionero?
-¿Tú…?
Ni siquiera me atreví a hacerle la pregunta.
¿Había utilizado ella alguna vez todo eso? Un
gesto vale más que mil palabras y, pese a no
haber formulado la pregunta, su cara me lo dijo
todo.
-¡Coño! ¿En qué estaría pensando mi hermano
cuando te dejó escapar?
Nada más haberlo dicho me arrepentí; creo que
no fue lo más apropiado.
-Lo siento.
-No pasa nada, ya lo tengo superado.
¡Claro! Y por eso se pasó el resto de la tarde tan
seria. Ya todo estaba listo para la despedida. Sólo
faltaba avisar a la novia de que tenía una cita.
-Prepárate porque lo vas a pasar de miedo. –Le
dijo Coral.
-¿Qué me vais a hacer?
Las dos nos echamos a reír.
275
El amor es una…
-No quiero que ningún tío se desnude delante de
mí ni me haga tocarle el pene; ya sabéis que eso
me da mucha vergüenza. Pues… ¡ya se podía ir
preparando! ¡Jajaja!
-Tranquila, somos muy pobres para contratar un
boy.
La cara que puso Ana Mae fue de: “No os creo en
absoluto pero, tranquilas que algún día me las
pagaréis todas juntas”.
-Las chicas de la despedida están todas avisadas y
no te va a fallar ninguna. -Le dije yo.- ¿Y tú cómo
llevas la lista de invitados?
-Bien; ya me han contestado todos.
No sabía cómo hacer la pregunta pero lo cierto es
que llevaba rondándome por la cabeza semanas.
-Y Sergio, ¿ya lo sabe? ¿Lo piensas invitar?
-No y… no.
-¿Y cuándo se lo piensas decir? –Espetó Coral que
no daba crédito a sus oídos.
-Es que… no encuentro el momento apropiado.
-Ana Mae –dije yo- ¡te casas dentro de nueve días!
-Si eso le mandas una foto por el móvil cuando ya
estéis casados.
-Coral, -dijo Ana Mae a punto de llorar.- No ha
tenido gracia.
276
El amor es una…
-Es que no pretendía ser graciosa; sólo quería que
te dieras cuenta de cómo están las cosas.
-No sé… Mañana lo llamo.
-Eso es algo que le debes decir en persona.
Y siguiendo los consejos de su psicóloga y los de
Coral (que ya tenía experiencia con los discursos),
elaboró uno de dos folios y medio para confesarle
que alguna vez lo había querido pero que como su
relación era imposible había elegido el camino
correcto: casarse con Pablo.
277
El amor es una…
LA ELECCIÓN
Llegó el día de la despedida. Íbamos todas
monísimas con nuestras pelucas y nuestras
pollitas. Ana Mae en un principio se había
negado a disfrazarse de Geisha guarrilla, pero al
final (con dos cubatas y tres chupitos)
conseguimos que se lo pusiera. No nos mató
cuando vió a tanto tío desnudo merodeando a su
alrededor, porque iba demasiado borracha como
para sostener un cuchillo; sino fijo que lo hubiera
hecho. Al día siguiente tenía tal resaca que no se
levantó de la cama ni para comer. Cuando fui a
verla todavía seguía en coma.
-¡Ey, novia! Levántate porque la despedida
todavía no ha terminado.
-¿Pero qué me estás contando? Laura, no me
hagas esto porque mi cabeza es un tío vivo.
-Una no se casa todos los días… ¡En marcha!
La otra despedida había sido para todas sus
amígas; ésta era sólo para las más íntimas: Coral,
Ana Mae y yo. Era sábado por la tarde cuando
cogimos el ferri que nos llevó hasta Ibiza. Cuando
Ana Mae vió la habitación del hotel que
habíamos reservado, exclamó:
278
El amor es una…
-¡Dios mío! Creo que he muerto y he subido al
cielo.
Coral, lo primero que hizo fue comprobar la
estabilidad de las camas a su manera; se subió en
ellas y comenzó a bailar. Yo saqué la botella de
cava y llené las copas para brindar.
-¿Pero ya vamos a beber? –Preguntó Ana Mae.- Si
todavía no hemos cenado…
-Bueno, no todos los días tenemos motivos para
celebrar.
Y brindamos para que las tres, pasara lo que
pasara, fuéramos muy felices. Bueno, sí, y
también para que, como dijo Coral:
-Que volvamos a follar muy pronto y Ana Mae
tenga muchos orgasmos.
-¡Coral…!
Ana Mae se puso roja como un tomate pero
brindó. Luego nos pusimos guapísimas de la
muerte y bajamos al restaurante del hotel a
cenar. Después nos fuimos a tomar unas copas
por los pubs del puerto; pero algo rápido porque
al día siguiente queríamos disfrutar de las
maravillosas playas ibicencas. Nos fuimos en un
catamarán a recorrer calitas; pero casi lo
279
El amor es una…
perdemos porque Coral se fue de compras en el
último momento.
-Es que no podía irme de aquí sin un modelito
ibicenco. ¿Os gusta?
-¡Yo quiero uno igual!
Pero me quedé con las ganas porque a la que
volvimos las cosas se complicaron un poco y ya
no pude ir a comprármelo. Era la excusa perfecta
para volver a Ibiza en agosto. El catamarán paró
en alta mar para que pudiéramos darnos un
bañito. Ana Mae y yo bajamos por las escaleras
mientras que Coral se tiró desde lo alto, causo
furor entre los pasajeros con sus acrobacias. En
una de las calitas en las que atracamos, comimos
algo que decía ser paella pero que ni
remotamente sabía o se parecía a la auténtica
paella valenciana. Después bajamos a la playa a
tomar el sol.
-Laurita, -dijo Coral chistosa- ponte mucha
cremita en el culete no se te vaya a quemar otra
vez. ¡¡Jaja!!
-Qué graciosa…
Estaba en medio de mis ensoñaciones con un
lugar mágico (una fantasía sexual acerca de
Héctor y aquella isla) cuando Ana Mae nos
despertó gritando:
280
El amor es una…
-¡Tenemos que irnos!
-¿Qué pasa, se quema la isla? –Preguntó Coral.
-¿Le pasa algo a la niña? –Dije yo.
-No, no es nada de eso. ¡Vamos! Por el camino os
lo explico.
No podíamos irnos porque nuestro catamarán no
salía hasta las seis pero eso a Ana Mae no le
supuso ningún problema ya que nos colamos en el
primero que zarpaba de vuelta a la isla.
-¿Y ahora nos vas a explicar qué es lo que pasa? –
Pregunté cuando ya nos habíamos sentado (en
unos asientos que no eran los nuestros).
-Pues… Veréis…
En lugar de llamar a Sergio y explicarle todo lo
que tenía pensado decirle, cogió y le mandó un
mensaje con la carta ésa que había escrito como
borrador.
-¿De verdad hiciste eso? –Coral no acababa de
creérselo.
-Sé que ha sido muy cobarde por mi parte pero…
¡es que todo esto de la boda me está desbordando!
Y me ha mandado un mensaje.
“Todavía no has abierto el correo? Xfavor, contéstame”.
-Tenemos que encontrar un locutorio un ciber o lo
que sea. ¡Necesito entrar en internet!
281
El amor es una…
Nos recorrimos toda la isla en busca de un
locutorio, ciber o lo que fuera, pero no tuvimos
mucha suerte. Finalmente a Coral se le ocurrió
que en el hotel seguro que tenían línea de internet
y que, si no estaba a disposición de los clientes,
podíamos sobornar incluso al director del hotel
para que nos dejara usarla. Afortunadamente, sí
tenían dos ordenadores con internet gratis a
disposición de sus clientes.
-¡Estamos de suerte! –Comentó Coral.
Ana Mae se conectó como si se le fuera la vida en
ello. Entró en su cuenta pero era muy difícil
localizar el correo de Sergio porque tenía 236
mensajes en la bandeja de entrada.
-¿Nunca
abres
tu
correo?
–Le
pregunté
sorprendida.
-No; que no me gusta borrarlos.
-Pues llegará un día que no podrás recibir
ninguno por tener la bandeja llena.
-¡No está! –Dijo Ana Mae histérica.- ¿Y si se
refería al correo de toda la vida?
-¡Qué va! –Descartó Coral.- Sigue buscando.
Y al final, ¡bingo!, ahí estaba el correo de Sergio.
Era muy largo; así a simple vista calculé que
unas tres o cuatro páginas.
282
El amor es una…
-¿Quieres que te dejemos sola para leerlo? –Le
propuse.
-No es necesario. Pero darme la mano, por favor.
Y cada una lo leyó en silencio. De vez en cuando
Ana Mae nos apretaba la mano hasta que ya no
pudo más y se nos echó a llorar.
-¡Lo quiero! –Nos confesó.
-Lo sabemos. –Le contesté.- Eras tú la única que no
quería darse cuenta.
-¿Y ahora qué? ¡Voy a casarme con Pablo!
-Ahora tendrás que elegir.
Os estaréis preguntando qué le dijo Sergio en su
carta. Algo tan sencillo como la verdad. La
verdad son aquellas cosas que se dicen con la
mirada pero que son incapaces de romper el
silencio por miedo al rechazo. Pero a veces las
miradas son muy difíciles de interpretar y una
verdad puede ser vista de muchas maneras o
simplemente ignorada. La verdad era que Sergio
quería a Ana Mae y no estaba dispuesto a
perderla. ¿Y ella? ¿Estaba dispuesta a perderlo a
él?
Volvimos a casa como si volviéramos de la
guerra. Ana Mae se metió en la cama con la
excusa de que estaba muy cansada y no quiso ni
ver a Pablo; según ella necesitaba tiempo. Y
justamente tiempo era lo que no tenía: se casaba
283
El amor es una…
en seis días. Pero aquella noche no durmió.
Siguiendo su método de hacer una lista, puso aun
lado a Sergio y a otro a Pablo con sus pros y sus
contras. Pablo le ofrecía una casa, una familia,
una estabilidad,… un contrato de matrimonio.
Sergio no le había ofrecido nada, sólo una
relación de pareja que no podía saberse a ciencia
cierta si algún día iba a avanzar. Ni casa, ni
familia, ni estabilidad,… ni matrimonio. Por otro
lado, a Pablo le tenía mucho cariño y tampoco
quería que desapareciera de sus vidas, de la suya
y de la de Malú. Además de que con la niña se
comportaba como un padre. Sergio lo hacía como
un amigo; pero los niños de cuatro años no tienen
amigos de veinte y pico. Pablo tenía todas las de
ganar… Por no hablar del hecho que suponía
tener que cancelar una boda en el último
momento. Sin embargo Sergio… Tenía un pro que
se había hecho enorme por momentos. Ana Mae
me llamó a las cuatro de la madrugada.
-No puedo dormir.
-Pues tómate un diazepan y cierra los ojos.
-Mira, he hecho la lista y está clarísimo quién
debería ganar. ¡Pero yo no lo tengo tan claro!
-Hazme caso, duérmete y mañana me cuentas lo
que has soñado. A veces el subconsciente nos
puede ayudar en mucho.
-Lo intentaré.
284
El amor es una…
Esa noche Ana Mae soñó con David. Estaban
paseando en su moto por la isla de Ibiza. Ella lo
abrazaba y sentía que serían eternamente felices.
Cuando él bajó de la moto y se quitó el casco, ya
no era David; era Sergio. Sin embargo eso no hizo
que ella se sorprendiera, seguía sintiendo lo
mismo por dentro. Cuando estaba apunto de
besarlo, sonó el teléfono.
-Buenos días, cielo. –Era Pablo.- ¿Hoy vas a tener
un ratito para mí?
-Sí. –Dijo tragándose las lágrimas.- Tengo que
contarte algo.
-¿No me habrás engañado con un stripper? –Dijo
riéndose.
-No que yo recuerde… -Ana Mae intentaba sonar
desenfadada pero no le salía muy bien.
-Ana Mae… Te quiero.
-Lo sé.
“Ojalá pudiera decir yo lo mismo” pensó ella
mientras las lágrimas surcaban sus mejillas. Creo
que la decisión ya estaba tomada.
El martes por la tarde yo me quedé con las niñas
para que ellos pudieran ir a solucionar los
últimos preparativos. Lo que Pablo no sabía era
que iban a cancelar la boda. El coche ni siquiera
llegó a arrancar de la puerta de mi casa. Media
hora después, un Pablo con cara de muy pocos
amigos subía a mi casa y se llevaba a su hija.
285
El amor es una…
-Mamá, ¿qué ha pasado? –Le preguntó Malú
cuando vió entrar a su madre llorando.
-Nada mi cielo, ve a jugar con la tía Laura;
necesito estar sola.
Ana Mae se encerró en mi habitación y continuó
llorando. Cuando pude engañar a mi madre para
que se hiciera cargo de la niña, fui a ver cómo
estaba.
-¡Ya está hecho! –Me dijo entre lágrimas en
cuanto abrí la puerta.
-¿Cómo se lo ha tomado?
-Laura, ¿cómo querías que se lo tomara? Me ha
insultado, me ha dicho hasta del mal que me
tengo de morir. Ahora se piensa que todo este
tiempo me he estado acostado con Sergio. He
intentado aclarárselo pero, ¡no me dejaba hablar!
-¿Te ha…?
-¡Cómo crees! Cuando la cosa esté más calmada
intentaré hablar con él otra vez.
-¿Y de Sergio sabes algo? ¿Le contestaste al
mensaje?
-No. Pero ahora ya no puedo con más cosas,
¿sabes? ¡Estoy saturada! Mañana será otro día.
Le abracé y le di un beso:
-Has hecho lo correcto.
286
El amor es una…
Esa misma noche Sergio le mandó otro mensaje:
“Entiendo q llego un poco tarde. Te deseo q seas muy
feliz. TQM”.
A lo que ella contestó:
“Sólo contigo. Yo también TQM”.
Aquella misma noche se dieron el beso que se les
quedó a medias en el sueño.
287
El amor es una…
UN LÍO EMBARAZOSO
El sábado de la no boda, nos fuimos a comernos
una paella a la playa. Pablo seguía sin querer
escuchar a Ana Mae, pero al menos ésta ya había
asumido que sólo estaba haciendo lo correcto por
mucho que eso causara dolor a terceras personas.
¿O acaso no teníamos que ser nosotras lo primero
en nuestras vidas? Un poco de egoísmo tampoco
nos vendría mal. Desde hacía muchísimos años a
Ana Mae no se le veía tan feliz. Y eso hacía que
me preguntara, ¿lo seré yo algún día?
Helena había decidido celebrar su cumpleaños en
Rico Mambo; no veas la ilusión que me hacía a
mí eso... Pero era su cumpleaños y no se lo iba a
fastidiar porque pudiera encontrarme con
Héctor. Ya llevaba más de tres meses sin verlo y
parecía que lo estaba superando; (ya no soñaba
todas las noches con él, sólo unas pocas).
Lo primero que hizo Helena cuando llegué al pub,
fue enseñarme un llavero. Yo intentaba prestarle
atención mientras mi mirada se paseaba por toda
la sala en busca de Héctor.
-¡Mira cuál ha sido el regalo de Valentín!
288
El amor es una…
-¿Un llavero?
-¡No tonta! Son las llaves de su piso. ¡Me ha pedido
que viva con él!
La noticia me calló de sorpresa y para colmo,
establecí contacto visual con Héctor. Las piernas
empezaron a temblarme. Me hubiera gustado
salir corriendo pero no pude porque en menos de
dos segundos ya lo teníamos allí. Su saludo fue
muy cordial. Felicitó a Helena por su cumpleaños
y se fue a saludar a otras personas. Yo me quedé
allí plantada como un pasmarote sin saber qué
hacer o decir. ¡Patético! Tantos esfuerzos
invertidos en hacer que me importara menos y
estaba igual de jodida que al principio.
A mitad de la noche pusieron la salsa de
cumpleaños feliz y todos los hombres sacaron a
bailar a Helena. Por lo visto era costumbre que
cuando alguien hace los años se hace una rueda
alrededor de esa persona y todo el sexo contrario
la saca a bailar. Después nos comimos la tarta y
brindamos con cava. Sabrina empezó a
encontrarse mal y se fue corriendo al baño a
vomitar. Yo, ya como cuñada oficial (qué
irónico), fui a ver cómo se encontraba. Estaba
llorando en el váter; esa escena ya me era muy
familiar.
-¿Te encuentras mejor?
-Sí.
289
El amor es una…
-Y entonces, ¿por qué estás llorando? ¿Has
discutido con mi hermano?
-De momento no; pero… ¡quién sabe! Laura…
¡estoy embarazada!
-¡Joder!
Eso fue lo único que se me ocurrió decirle; ¡vaya
ánimos! ¿Iba a ser tía? ¡Dios mío! ¿Qué iba a pasar
cuando Carlos se enterara? Estaba claro que
todavía no se lo había dicho. Y mi hermano,
aunque se veía muy enamorado, no dejaba de ser
un inmaduro. Yo la verdad, no lo veía mucho
como padre. ¿Y si la dejaba en la estacada? ¡Dios
mío! ¿Y Héctor? ¿Qué iba a pasar cuando se
enterara? ¡Dios mío! ¡Esto sí que era un lío
embarazoso!
-No sé como decírselo a tu hermano. Y ni te
cuento lo que pasará cuando se entere el mío.
¡Estoy jodida! ¿Y ahora qué pasará con las
exhibiciones?
-Bueno… Te puede sustituir la tal Aida.
-Sí… Lo que pasa es que mi hermano casi no la
soporta; y si lo hace es por su amigo Emilio.
En mi fuero interno, las campanillas empezaron
a tocar a gloria.
-¡Qué voy a hacer…!
290
El amor es una…
La abracé y le dije que todo saldría bien aunque
ni yo misma me lo creía. Nubarrones negros
amenazaban con reventar sobre nuestras
cabezas. Cuando salimos del baño Héctor se
aproximó a nosotras. ¡Ya estaba! El pastel se
había descubierto.
-Laura, te estaba buscando. ¿Bailas?
¡Pues no! Sólo quería sacarme a bailar una
bachata. ¡Ay! Me hizo sentir tantas cosas… Me
costaba hasta respirar. Tener su cuerpo tan
pegado al mío y sentir su respiración en mi
mejilla… En un momento dado me acarició el pelo
y todas esas mariposas que no lograba sentir con
Izan, volaron en picado sobre mi estómago.
-Te he echado tanto de menos… -Me susurró
Héctor.
El corazón me dio un vuelco pero yo hice como
que no lo había oído porque de lo contrario,
acabaría rendida en sus brazos. Terminó la
bachata y me escabullí enseguida con la excusa
de que tenía mucha sed y necesitaba beber algo.
¡Y tanto que lo necesitaba! Mi temperatura
corporal había subido tanto que se podía freír un
huevo sobre mis nalgas. No había terminado de
darle el primer sorbo a mi ron con cola, cuando
Héctor me estiró del brazo y me sacó a bailar
una salsa.
291
El amor es una…
-Pero si no sé…
-¡Déjate llevar!
Creo que sus palabras tenían doble sentido. Me
dio tantas vueltas que a mitad de la salsa yo ya
iba mareada y perdí el equilibrio pero él no dejó
que me cayera. Entonces bajamos el ritmo y
bailamos más despacio. No sé exactamente como
sucedió, pero cuando me di cuenta ya nos
estábamos besando. ¡Dios mío! Cuánto había
echado de menos esos besos. Todo este tiempo de
convalecencia no había servido para nada
porque llegado el momento, no quise hacerme la
dura y me fui con él.
-¿Dónde vamos?
-A mi piso.
-¿Y tus padres?
Se sonrió y me explicó que hacía poco que se
había comprado un piso. Llevaba menos de un
mes viviendo solo.
-¿Entonces ya te has emancipado?
-Sí; y no tengo un duro.
-Yo tampoco; y encima aun vivo con mis padres.
El
piso,
efectivamente,
estaba
medio
desmantelado. Para beber no me pudo ofrecer
más que agua. Y en el dormitorio sólo había una
292
El amor es una…
cama y una mesita de noche. Pero al menos la
cama estaba hecha (y espero que las sábanas
estuvieran limpias). De repente empezó a
escucharse una bachata a través de las paredes.
-¿Y eso?
-El hilo musical.
Entonces empezó a besar mi cuello y nos pusimos
a bailar. ¡Vale! Una bachata así no se puede
bailar en público porque seguramente nos
detendrían por exhibicionistas. Cuanto terminó
la música ya toda mi ropa estaba en el suelo y me
tumbó sobre su cama. Hicimos el amor (yo hice el
amor) y ésta vez tuve hasta cuatro orgasmos;
¡alucinante! Pero lo que más me gustó fue que en
ningún momento dejó de mirarme a los ojos.
¿Habría sentido él lo mismo que yo?
Eso pasó el viernes y hasta el domingo no tuve
noticias de él. Os podría decir que estaba
desesperada pero no fue así; de hecho me
sorprendí al ver el mensaje. ¡Quería quedar
conmigo! Intentaba no hacerme demasiadas
ilusiones
pero
fue
imposible
porque
mis
pensamientos iban a cien por hora. Habíamos
quedado a cenar el martes después de que él
terminara las clases. Así es que yo me pasé esos
tres días volando por las nubes. Pronto se me
había olvidado que unos enormes nubarrones
negros amenazaban nuestras cabezas.
293
El amor es una…
El martes por la mañana, estaba yo haciendo
inventario en el cuarto de los materiales, cuando
se oyó un alboroto y Helena empezó a llamarme
a gritos. Salí asustada porque pensé que nos
habían entrado a robar. Pero era algo mucho
peor: Héctor se estaba dando de leches con Carlos.
Los nubarrones negros habían explotado.
-¿Queréis parar ya?
Yo intenté separarlos como pude pero me fue
imposible; al final fue mi padre quién lo hizo. En
eso que llegó Sabrina a la tienda.
-¡¿Qué está pasando aquí?! –Preguntó mi padre de
muy mala ostia.
-Que se lo explique su hijo. –Le contestó Héctor.
-¡Joder Héctor! –Dijo Sabrina.- Ya te he dicho que
Carlos no sabe nada.
-¡Pues no! –Contestó mi hermano.- Y me gustaría
saber por qué me has caído a golpes. Las personas
civilizadas primero hablan las cosas.
-¿Es tu novia y ni siquiera sabes que la has dejado
preñada?
La cara de mi hermano era indescriptible; la de
mi padre ya ni te digo. En cambio yo me estaba
apretando los dientes por no darle una ostia a
Héctor; se estaba pasando de la ralla.
294
El amor es una…
-Supongo que te harás responsable… -Siguió
diciendo.
-Héctor, ¡vale ya! Por favor, ¡vete! Esto sólo es
asunto mío.
-Y mío Sabrina; porque eres mi hermana y se
supone que yo tengo que protegerte.
De repente ya no tenía ganas de partirle la cara;
sólo de llorar. ¿Por qué mis hermanos no me
defendían a mí igual? ¿Por qué no iban a Héctor
y le decían: “Deja de utilizar a mi hermana”.
Carlos cogió del brazo a Sabrina y se la llevó de
allí. Mi padre le pidió a Héctor que se disculpara
y que por favor se fuera de la tienda que bastante
escándalo había armado ya. Yo, tal vez porque
no me lo pensé bien, me fui detrás de él. Elegí
muy mal momento, lo sé, porque los dos
estábamos demasiado alterados.
-¡Espera! Sé que en estos momentos estás muy
enfadado pero creo que deberías ver las cosas de
otro modo.
-¿Pero qué me estás contando, Laura?
Él siguió caminando (aunque más que andar
corría) y yo seguía detrás de él como un perrito
faldero.
-Ponte en el lugar de mi hermano sólo dos
segundos; él no sabía nada. ¿Y quién te ha dicho a
ti que no se va a hacer responsable de su hijo?
295
El amor es una…
-Mi hermana sólo tiene 25 años. Estaba en el
mejor momento de su carrera y ahora lo tiene
que dejar todo. ¿Sabes lo que eso significa Laura?
Habíamos llegado hasta un parque y allí nos
quedamos parados cuando yo empecé a gritar.
-¡Claro que lo sé, Héctor! ¡Yo también soy mujer!
Pero sigo sin entender por qué estás enfadado con
mi hermano. Ellos son novios y harán con su hijo
y con sus vidas lo que les de la gana; y eso a
nosotras no nos importa.
-Si un tío hace con mi hermana lo que le da la
gana y luego la deja tirada, ¡eso sí es asunto mío!
La rabia que sentía por dentro impedía que se me
saltaran las lágrimas.
-¡Eres un gilipollas! Qué pasa, ¿tienes miedo de que
a tu hermana le hagan lo mismo que tú estás
haciendo conmigo?
Se quedó sin palabras.
-Laura…
-¿Te has parado a pensar en qué hubiera pasado
si yo me hubiera quedado embarazada? ¡Entonces
no vayas por ahí partiéndole la cara a los demás
porque alguna vez puede que te partan la tuya!
-Laura, yo nunca…
296
El amor es una…
No le dejé terminar porque por fin tenía las cosas
claras. Aunque un poco tarde se me había caído
la venda de los ojos y ésta vez no iba a volver a
meter la pata. Ya nada de lo que dijera podía
arreglar las cosas.
-Héctor, ¡olvídame!
Me fui corriendo de allí y sin mirar atrás. ¡Adiós
Héctor para siempre!
297
El amor es una…
O TODO O NADA
El hechizo de desamor finalmente había
funcionado. Héctor me mandó un mensaje
aquella misma tarde:
“Lo siento. Nunca quise hacerte daño”.
Yo simplemente contesté:
“Lo sé”.
Y no volví a tener noticias suyas en mucho
tiempo. ¿Cómo se sabe cuando algo se ha roto
definitivamente? No sé; supongo que se siente.
Supongo que llega a un momento en el que estás
tan cansada de correr detrás de un imposible, que
acabas por aceptar lo que te viene. Hay cosas que
no tienen arreglo, y así es como se acaba el amor.
Un domingo del mes de julio, Carlos reunió a toda
mi familia para que conociéramos a su hijo.
Sabrina y él habían ido a la primera ecografía y
pudimos ver una bolita blanca en mitad de una
radiografía. Esa bolita era mi sobrino.
298
El amor es una…
-Si no pasa nada nacerá en febrero. –Dijo el padre
orgulloso.
Él y Sabrina se habían ido a vivir juntos. El
numerito de Héctor no había servido para nada.
Bueno sí, para abrirme a mí los ojos.
Había quedado con Coral para ir a la playa.
Necesitaba recargarme de iones positivos y el
mejor sitio para hacerlo era caminar por la orilla
de la playa. Así es que, nada más terminar el
postre, cogí mi bolsa y mi hamaca y me despedí.
-Me voy a la playa; ¡pasarlo bien!
-Laura…
Víctor se levantó para decirme algo en privado.
-¿Vas con Coral?
¡Vaya! Eso sí que era una sorpresa. Jamás me
había preguntado por ella ni la había referido; ni
siquiera en el tiempo en que estaban juntos.
-Pues sí. ¿Por?
-¿Me puedo ir con vosotras?
-Creo que no es una buena idea.
Mi hermano puso su sonrisa más picarona y me
juró que no iba a mirarnos las tetas.
299
El amor es una…
-Sabes que no es por eso.
-¿Está saliendo con alguien?
-Víctor, ¿por qué no mejor hablas tú con ella?
Cuando se lo conté a Coral se quedó alucinada.
Esperé a que dijera algo, pero se quedó callada,
tal vez pensando o recordando. Volvimos de
nuestro paseo y nos tumbamos en las toallas a
tomar el sol. Ya casi tenía cogido el puntito de
sueño, cuando Coral me tocó en el hombro:
-¿Estás despierta?
-No.
-¿Por qué pregunta eso a estas alturas? Después
del mensaje que me envió en Semana Santa no he
vuelto a tener noticias suyas. ¿Qué querrá ahora?
-Marearte seguro; pero tú no le hagas caso.
Sino le hubiera contestado eso a Coral,
probablemente no hubiera sido la última en
enterarme de todo. Sonó su móvil y me dijo que
era Arantxa; pero no era ella.
“Cuánto +? Dime q todavía no te he perdido”.
A lo que ella contestó:
“Lo quiero todo. Y lo otro es decisión tuya”.
300
El amor es una…
Dos horas más tarde, él tuvo el valor de llamarla
por teléfono para aclarar las cosas.
-¿Qué es todo?
Ella al escuchar su voz sintió que le flojeaban las
piernas. ¿Cómo explicarlo? Estaba tan nerviosa
que no podía ni articular palabra.
-Pues… Todo es poder contar siempre contigo. Ser
tú la primera persona a la que llame cuando los
cosas van mal, que conozcas todas mis cosas, que
yo conozca todas tus cosas, que confíes en mí
cuando tengas un problema, que me hables de tus
sueños e ilusiones, que podamos sentarnos en el
sofá sin hacer o decir nada, sólo por estar juntos
un rato y disfrutar de nuestra mutua compañía.
Que me alegres el día con una sonrisa o que yo te
lo alegre a ti cuando lo necesites… El todo es tan
simple como querer a alguien o no quererlo. Por
eso, o es todo o es nada.
-Ven esta noche a mi casa. –Dijo Víctor.- Podemos
empezar hablando de nosotros.
Aquella noche hablaran por primera vez. Se
pueden hablar de muchas cosas pero es muy
diferente hablar de uno mismo. No hubieron
besos, ni caricias,… Pero ella se sentó en el sofá
junto a él y cuando ya se lo habían dicho todo, se
quedó dormida entre sus brazos.
301
El amor es una…
Al día siguiente él le mandó un mensaje
diciéndole que le había gustado mucho lo que
habían compartido y
que quería
seguir
conociéndola mejor.
“Te gustaría visitar mis lugares favoritos?”.
“Me encantaría”.
Esa tarde lo llevó al
presentarle a sus bichos.
oceanográfico
para
-Ya sé que la gente normal no vuelve a su lugar
de trabajo cuando está de vacaciones, pero es que
yo echo de menos a mis pequeños.
-Nunca te he visto en acción.
-Cuando vuelva de vacaciones te colaré en alguna
de las exhibiciones.
-¿Y qué pasaría si te robara un beso? –Dijo él
pícaramente.- Ésta es oficialmente nuestra
primera cita.
-Pues te diría que no hay necesidad de robarlo.
Y Coral lo besó. Pero en ese momento llegó Javi el
foquero a estropearlo todo.
-Coral, ¿quién te ha dejado pasar? Sabes que no
deberías estar por aquí; los animales se ponen
muy nerviosos.
-Querrás decir mis animales.
302
El amor es una…
-Como quieras. Pero soy yo quién tiene que
sustituirte en el espectáculo y luego se ponen muy
nerviosos porque notan tu ausencia.
-¿Entonces me echan de menos? –Dijo ella
ilusionada.
-Yo no he dicho eso.
-¡Sí que lo has dicho!
Víctor, como presentía que se iban a poner a
discutir, intervino.
-Coral, ¿no me vas a presentar?
Y le presentó al tonto de Javi. Coral y Víctor no
tuvieron más remedio que irse de allí. De vuelta
al coche le preguntó:
-¿Quién era ese imbécil?
-Mi compañero de trabajo… y mi ex.
Le contó toda la historia desde un principio, lo de
Arantxa, todo lo mal que lo había pasado con ese
amor malsano…
-¿Ahora entiendes por qué no quiero que me
vuelva a ocurrir lo mismo contigo?
-Coral, aunque pensáis que los tíos somos
diferentes, yo también lo pasé muy mal con mi ex
novia. Por eso me cuesta tanto comprometerme,
en serio, no es por ti.
303
El amor es una…
Le contó cosas de las que ni siquiera yo había
llegado a enterarme. Y sí, lo tuvo que pasar muy
mal. Pero eso supongo que no es una justificación
para hacer daño a otras personas, ¿no?
-Bueno, ahora la próxima vez me tendrás que
llevar a tu lugar favorito.
-Pues… Hasta la semana que viene no podrá ser y
no sé si te va a gustar.
Coral se vino a bajo porque intuía que ya le
estaba dando largas. ¿Y si después de recordar
todo lo de su ex novia se había vuelto atrás.
Víctor, al ver su cara, comprendió que le habían
asaltado el miedo y las dudas.
-¿Te gusta el fútbol?
-No entiendo de fútbol.
-Bueno, pues yo te lo explicaré.
Así es que donde pretendía llevarla era al campo
de fútbol. Le dio un beso muy largo y quedó en
llamarla.
-¿Y cómo sé que lo harás?
-Porque el todo también significa confiar el uno
en el otro.
Como ya era yo la única que vivía a solas con mis
padres, todos los domingos mis hermanos (y mi
cuñada) venían a comer. A veces tenía la
304
El amor es una…
tentación de preguntarle a Sabrina por Héctor,
pero era mejor no saber nada. Como las clases de
danza ya se habían terminado, ya no tenía ni
que ir a la academia; así es que todas las líneas de
comunicación
estaban
cortadas.
Cuando
terminamos de comer mi madre sacó todas las
cosas de cuando nosotros éramos pequeños por si
alguna le podía servir a mi futuro sobrino. ¿Pero
cómo le iban a poner al niño esas cosas? Estaban
viejas, olían a polilla y además pasadas de moda.
Sin embargo a Sabrina le encantó el moisés y dijo
que con una mano de pintura quedaría como
nuevo. A Víctor todas estas cosas le aburrían así
es que se fue.
-Tan pronto te vas, hijo. –Dijo mi madre.- Cada
vez pasas menos tiempo con nosotros. A este paso
tendremos que verte en foto.
¡Viva el chantaje psicológico!
-He quedado con mi novia.
La patada que sentí en el estómago fue tan
grande como si aquello realmente me afectara a
mí y no a Coral. ¿Y ahora cómo se lo decía? Ya
estaba hasta las narices así es que no me pude
callar.
-Víctor, ¿para qué me preguntaste si Coral tenía
novio cuando tú es obvio que ya tienes a otra?
305
El amor es una…
El se rió y dijo:
-¡Anda! Mejor será que llames a tu amiga antes
de que desconecte el teléfono porque cuando
entremos en el cine no nos van a dejar tenerlos
encendidos.
¡¿Qué?! ¿Me había perdido algo? ¡O es que me lo
había perdido todo! ¡Claro que la llame! ¡Vamos!
Que me faltó tiempo.
-¿Es cierto que has quedado con mi hermano para
ir al cine?
-¡Sí!
-¿Y en qué momento me lo pensabas contar?
-Bueno, es algo que quería hacer en personas. ¿No
habíamos quedado mañana?
-Coral, mi hermano se ha referido a ti como “su
novia”. Y estas cosas no pasan de la noche a la
mañana. ¡No me digas que no habías tenido
tiempo para contármelo!
-Laura, no te enfades conmigo. Al contrario,
deberías alegrarte de que fuéramos cuñadas. –
Dijo riéndose.
-Si me alegro pero… ¿soy tu mejor amiga y no me
cuentas algo así de gordo?
-Te prometo que mañana te contaré todo con
pelos y señales. ¡Ay, estoy tan feliz! Estoy
locamente enamorada de tu hermano.
-¿Y él te ha dicho…?
306
El amor es una…
-Que me quiere. Laura, ¡me quiere! ¡Jajaja! Bueno,
te dejo porque si viene de camino ya no ha de
tardar. Besos… Te quiero amiga.
Me quedé allí parada con el teléfono en la mano
más de media hora. No sabía cómo encajar tanta
información recibida. Estaba feliz porque Coral
finalmente lo estaba pero… También estaba sola.
Al final todo el mundo había abandonado el
barco y yo me quedaría sola y solterona por el
resto de mis días. Yo era la única que seguía
pensando que el amor era una auténtica m…, al
menos para mí.
307
El amor es una…
EL FINAL DE LA PARTIDA
Lo peor del parchís es el momento en el que todos
los jugadores han logrado meter sus fichas y tú
todavía tienes las tuyas en casa. No sólo has
perdido la partida sino que además te sientes
como si ni siquiera hubieras tenido la
oportunidad de jugar. ¿Por qué a los demás le
han favorecido los dados? ¿Será acaso que el tuyo
está trucado y nunca le salen cincos?
Así me sentía yo, sola y en mi casa. Había
perdido al enamorarme de Héctor y ni siquiera
había tenido la oportunidad de hacer que él se
enamorara de mí. O tal vez sí, pero simplemente
él no estaba por la labor. Por desgracia para
nosotros, no podemos elegir de quién nos
enamoramos ni cuándo dejamos de hacerlo. Yo
estaba sufriendo el proceso de luto y aunque no
lloraba porque supongo que llega un momento en
el que ya no te quedan lágrimas, el corazón me
seguía doliendo como si tuviera una herida
sangrante que no se iba a cerrar nunca.
En estos casos lo mejor es hacer cambios
importantes en tu vida, (como hace Ana Mae con
sus
muebles),
para
encontrar
nuevas
motivaciones. Yo empecé cambiando mi imagen:
me corté el pelo, me compré ropa nueva,… A ver
308
El amor es una…
si por lo menos, aunque por dentro siguiera
jodida, que por fuera pareciera otra cosa. Hice
planes de futuro y me apunté a un concurso de
fotografía. Aun así, todas las mañanas sentía el
mismo dolor en el pecho al levantarme. Luego,
poco a poco, conforme me iba enfrascado en mis
cosas, ese dolor iba desapareciendo, hasta caer la
noche. Los sueños sólo le pertenecen a nuestro
subconsciente, y éste es un traidor: todas las
noches Héctor volvía a mis pesadillas.
Hasta que una mañana sin más, me desperté y el
dolor había desaparecido. Tenía ganas de gritar,
de saltar, de hacer un montón de cosas. Y al
pensar en Héctor no me sentí afligida;
simplemente me di cuenta de que él había perdido
más que yo. ¡Por fin! Después de un tiempo que se
me había hecho interminable, volví a ser la
misma Laura de siempre.
Era agosto y cerramos la tienda por vacaciones.
Mis padres se fueron con Ezequiel y mi abuela al
pueblo. Hacía un montón de tiempo que no
íbamos por allí y la casa debía estar medio
abandonada. Creo que dejamos de ir después de
que se muriera mi abuelo porque nos traía
recuerdos muy tristes. Mi madre quería que yo
también fuera a pasar algunos días con ellos pero
al principio no me sentía con ánimos. Luego pensé
que un cambio de aires me sentaría bien y
además, reencontrarme con mi pasado sería
309
El amor es una…
perfecto para esta nueva etapa de mi vida que
comenzaba. De todos modos por aquí no tenía
mucho que hacer. Coral se había ido de viaje con
mi hermano, Ana Mae estaba otra vez liada con
cambios de mobiliario; pero ésta vez no se debía a
ningún problema, sino más bien a que Sergio se
iba a vivir con ellas. De Arantxa hacía tiempo
que no sabía nada, pero aunque quedara con ella
algún día, Dani estaba de vacaciones así es que
entiendo que prefiriera pasar más tiempo con él.
Y Helena, bueno, ella, Valentín, Carlos, Sabrina
(y supongo que también Héctor), si iban a
Benidorm a un congreso de salsa. Así es que hice
mis maletas y cogí el autobús que tantas veces
había cogido de pequeña para ir al pueblo de mi
abuelo.
Para mi sorpresa, nadie vino a esperarme. Al
llegar a casa tampoco había nadie, pero por
fortuna para mí, en el pueblo todavía tenían la
fea costumbre de dejar las puertas sin pasar la
llave; y encima puertas de las que se abren por
ambos lados. La casa estaba muy vieja; parecía
que por ella hubiera pasado una eternidad. Los
recuerdos empezaron a venirme de repente
cuando abrí la puerta de mi habitación. Todo
aquello lo había vivido yo, pero me parecía
mentira; igual fue en otra vida. Y como no tenía
nada mejor que hacer, dejé mi maleta y me fui a
dar una vuelta. A seguir recordando a aquella
Laura que un día fui. La que no tenía desengaños
310
El amor es una…
amorosos, la que sólo le tenía miedo a los
fantasmas del cementerio. La Laura que comía
moras hasta que le entraba dolor de tripa, la que
todas las tardes iba al río a coger renacuajos con
sus hermanos. Una Laura con demasiados sueños
y ninguna pena. Una Laura de la que ya no me
acordaba.
La poca gente con la que me crucé en el camino
ni me saludó; tal vez porque nadie se acordaba
ya de mí o porque simplemente era imposible
reconocerme. Bajé hasta el río y a excepción de
que los árboles habían crecido, todo seguía
exactamente igual. Luego fui al lavadero donde
mi madre me hacía ir todos los días a que lavara
mis bragas y los asquerosos calzoncillos de mis
hermanos. Yo siempre protestaba porque aquello
claramente era un machismo, pero mi madre
siempre me contestaba que así jamás conseguiría
hacerme una mujer “echa y derecha”. Luego bajé
hasta el huerto de mi abuelo, y lo único que me
encontré fue hierba y maleza. El huerto no
estaba; mi abuelo tampoco estaba. Me toqué la
cara y la tenía húmeda por las lágrimas; tantos
recuerdos
juntos
eran
demasiados
para
asimilarlos todos en un solo día. Volví a casa
para darme una ducha y encontrarme mejor.
Me estaba vistiendo cuando se oyó la puerta de la
calle. Eso es que ya habían vuelto.
311
El amor es una…
-¡Mamá! Ya he llegado.
Subió las escaleras y entró en mi habitación.
¡Pero no era mi madre!
-¡Héctor!
-¡Hola Laura! ¿Has tenido buen viaje?
-¿Qué coño haces aquí? ¿No se supone que
tendrías que estar en Benidorm?
-Sí; pero aquí tenía que hacer algo más
importante.
-Oye, ¿te importaría salir de la habitación? Por si
no te has dado cuenta estoy medio desnuda…
-Laura, ya te he visto desnuda.
-¡Vale! Pero no me siento cómoda hablando así
contigo.
-Si quieres me quito yo la ropa y así estamos en
igualdad de condiciones. –Dijo queriéndose hacer
el gracioso.
-¡Quiero que te largues!
Cuando salió de la habitación me tiré sobre la
cama y empecé a patalear. ¡Dios mío! ¿Qué hacía
él allí? ¿Es que nunca me lo iba a poder quitar de
encima? ¿Y qué era lo que quería? ¿Por qué decía
que aquí tenía algo más importante que hacer?
Sólo tenía que vestirme y bajar para tener todas
las respuestas. Pero mis piernas se habían
quedado clavadas al suelo. “Por favor no lo
vuelvas a hacer, por favor, no te vuelvas a
romper”, le decía a mi corazón. Pero era
312
El amor es una…
inevitable; ambos sabíamos que las piernas me
habían vuelto a temblar y no era de frío porque
aquel día hacía mucho calor. Tardé más de lo
necesario en vestirme y bajé a dar la cara.
-Bueno… ¿Y dónde están mis padres y nuestros
abuelos?
-Se han ido a un pueblo de los alrededores; por lo
visto están en fiestas y hay una feria.
-¿Y tú? ¿A qué has venido?
-A hablar contigo.
Me fue inevitable echarme a reír. Pero era una
de esas risas que no sientes; una de esas que
evitan que te eches a llorar que es lo que
realmente quería hacer.
-¿Y has hecho casi doscientos kilómetros sólo para
hablar conmigo? Si es que has perdido mi número
de teléfono te lo vuelvo a dar… -Intenté ser
irónica.
-Laura… Estoy hablando en serio.
-Y yo también.
-¿Puedes sentarte un momento? Tengo mucho que
decirte.
¡Vaya! Aquello podía resultar interesante. Me
senté.
-Tú dirás…
313
El amor es una…
-No sé por dónde empezar… Y eso que
mentalmente he mantenido esta conversación
contigo un montón de veces… Lo siento, Laura. Sé
que he sido un auténtico gilipollas durante todo
este tiempo.
-¿Y yo qué te contestaba a eso, digo, en tu
conversación imaginaria?
-Que tengo toda la razón.
-¡Pues sí, la tienes! ¡Eres un gilipollas!
-Necesito que me perdones… Y que me des otra
oportunidad; ésta vez prometo no cagarla.
-¿Y por qué debería hacer eso?
-Porque me he dado cuenta de lo mucho que te
quiero; y porque no quiero perderte.
Creo que sufrí una locura transitoria porque me
entró la risa y no podía parar. Y esta vez no era
una de esas risas en las que intentas no echarte a
llorar; ¡qué va!, ésta era una risa de verdad. Me
había imaginado infinidad de veces que Héctor
me confesaba su amor, pero jamás pensé que mi
reacción sería esa.
-Demasiado tarde. El “Game over” hace tiempo
que apareció en nuestras pantallas. ¡Me largo de
aquí!
Dicho lo cual, abrí la puerta y salí de allí rumbo
a ninguna parte. “No pienso llorar, no pienso
llorar, no pienso llorar,…”. Me repetía a mi
misma mientras que las lágrimas me escocían en
314
El amor es una…
los ojos. ¿Por qué? ¿Por qué ahora que estaba
empezando a olivarme de él? ¿No podía haberse
dado cuenta antes? ¡¿Y ya está?! ¿Se supone que al
decirme que me quería yo tenía que echarme en
sus brazos y olvidarlo todo? ¿Tenía que olvidarme
de todas las veces que me había quedado
esperando una llamada suya? ¿Tenía que
olvidarme de lo insignificante que me hacía
sentir cuando después de haberme acostado con él
no daba señales de vida en mucho tiempo? ¿Tenía
que olvidarme de que yo lo había dado todo de mí
y él a cambio me había regalado tan sólo unas
migajas de su tiempo? Como diciendo: “¡Oh, pobre
Laura! Nadie la quiere… Vamos a hacer que por
unas horas sienta lo que es sentirse amada”. Pero
no, eso es casi lo mismo que hacen las putas por
dinero. Sólo que yo, gracias a Dios, nunca le tuve
que pagar a Héctor por regalarme algo de su
tiempo. Volví a la casa porque necesitaba que me
aclarara algo:
-Y dime, ¿cómo se supone que te has dado cuenta
que me quieres? ¿Te levantaste una mañana y
pensaste: “¡Oh, si estoy enamorado de Laura!
¿Cómo coño no me di cuenta antes?”.
-Laura… Sé que me merezco todo ese sarcasmo y
entiendo que estés enfadada conmigo pero por
favor, ¿me vas a dejar que hable de una puñetera
vez?
-Sólo explícame algo, ¿esto en qué cambia las
cosas?
315
El amor es una…
¡En nada! No lo dejé que me diera ninguna
explicación, no necesitaba escucharla porque
para mí las cosas ya no podían cambiar. Mi
corazón había vuelto a hacer “crack” y resultaba
imposible juntas los pedazos. Subí a mi habitación
a recoger mis cosas.
-Laura, ¡espera! ¡Joder! ¿Me vas a escuchar?
Héctor subió detrás de mí pero yo intenté
ignorarlo. No tenía mucho que recoger porque
sólo había abierto la maleta para cambiarme de
ropa; lo demás estaba todo dentro.
-Dile a mis padres que me he tenido que ir porque
me ha surgido algo muy importante. ¡Oh! Bueno,
también les puedes decir la verdad porque esto
seguro que ha sido cosa de mi abuela, ¿cierto?
-Espera…
Héctor se plantó
cortándome el paso.
en
medio
de
la
puerta
-¿Podemos empezar de nuevo?
-¡No!
Le di un empujón y mi maleta y yo salimos de allí
como pudimos. De camino al autobús estuve sin
parar de llorar. La gente con la que me crucé me
miraba como si estuviera loca; pero ¡qué
316
El amor es una…
hospitalarios!, ninguno se paró a preguntarme si
me pasaba algo. El autobús tardaría más de una
hora en pasar y llevaba más de ocho horas sin
comer así es que entre en el bar y me pedí un
bocadillo. Aun así, no pude terminármelo porque
el estómago se me había cerrado. A las cinco de la
tarde volví a subir al autobús de vuelta a casa.
Habían pasado tan sólo unas horas desde la
primera vez que viajé en él; pero entre medio
tantas cosas… Estaba haciendo lo correcto, ¿no?
La historia entre Héctor y yo no tenía vuelta
atrás. Era estúpido sentir que lo había perdido
porque no se puede perder algo que nunca ha sido
tuyo; siempre lo tuve de prestado. Cerré los ojos e
intenté dormir ya que tenía casi cuatro horas de
camino. No me resultó muy difícil porque el
traqueteo del autobús me ayudó bastante y
además estaba echa polvo. Cuando paramos en el
siguiente pueblo me desperté por el frenazo.
-¿Está ocupado? –Preguntó una voz de hombre.
¿Pues no veía que no? Negué con la cabeza y se
sentó. Yo tenía los ojos cerrados porque quería
seguir durmiendo y pasaba de esas personas tan
pesadas que les encanta comerte la cabeza en los
autobuses.
-¿Ahora me vas a escuchar?
317
El amor es una…
El corazón me dio un triple salto mortal. ¿Qué
hacía Héctor en el asiento de al lado?
-Tenemos casi 200 kilómetros por delante; creo
que serán suficientes para explicarte cómo me di
cuenta de que te quería y en qué cambian eso las
cosas. Y si todavía cabe la posibilidad de que tú
sigas sintiendo algo por mí; espero que hagas
conmigo el camino de vuelta y así, a lo largo de
los casi 2oo kilómetros de camino, te volveré a
explicar el por qué te quiero y el por qué creo que
podemos ser muy felices juntos.
-¡Esto es un secuestro! Y que sepas que me pienso
bajar en la próxima parada.
Pero no lo hice porque a lo mejor me interesaba
todo aquello que estaba diciendo. Fue interesante
saber que la última vez que estuvimos juntos él
también había hecho el amor. Ese se supone que
fue el momento en el que se dio cuenta que me
quería. Bueno, dijo que seguramente siempre me
había querido aunque se lo negara así mismo.
Pero todo eso no cambiaba mi dolor ni mis
lágrimas; no hacía que desaparecieran de esta
historia.
-Sé que no puedo cambiar el pasado; pero puedo
mejorar el futuro.
-¿Cómo?
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El amor es una…
-¡Haciéndote feliz! Puede que no te ame como tú
te mereces; pero te amo en la medida de mis
posibilidades.
Al final acabé llorando.
-Yo sólo quería estar contigo; nunca te exigí nada.
-Lo sé. Laura, perdóname. Te quiero.
Besó mis lágrimas y el autobús se paró. Los dos
nos miramos a los ojos; él esperaba una respuesta.
Quería saber si me bajaba del autobús o daba la
vuelta.
-Tengo que mear.
-Pero, ¿volverás a subir?
-Supongo… Porque ha habido una parte que no
me ha quedado muy clara.
Él se sonrió y me dijo:
-Te la explico las veces que hagan falta.
Me besó y en eso momento todo quedó olvidado.
¿Por qué negarme a ser feliz?
-Te quiero.
-Héctor, lo sé, ya me ha quedado claro. –Y me
eché a reír.- Yo también te quiero a ti.
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El amor es una…
Nos hubiéramos estado besando todo el día; pero
resulta que teníamos que bajar del autobús y
además yo me estaba meando. Y el resto de la
historia, ya os la podéis imaginar: me volví con él
al pueblo y fue el mejor verano de mi vida.
Es verdad que el amor es una… Pero merece la
pena enamorarse porque de lo contrario, es como
si nunca hubieras vivido. Y quién sabe, a lo mejor
un día la suerte está de tu lado y ganas la
partida.
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