LA TIERRA HÚMEDA Humedales ecuatorianos

Transcripción

LA TIERRA HÚMEDA Humedales ecuatorianos
LA TIERRA HÚMEDA
Humedales ecuatorianos
Melissa Moreano V.
Yaku, Parque-Museo del Agua
Los límites
Cuando escuchamos la palabra humedal nos imaginamos zonas encharcadas, donde la presencia del
agua es evidente. Lagunas andinas, volcánicas, de tierras bajas, permanentes y temporales, arrecifes de
coral, bosques de mangle, ríos caudalosos, el páramo entero, turberas... todos son humedales.
Existen más de 50 definiciones de humedal, unas más específicas o generales que otras. Actualmente,
la definición que se utiliza como oficial es la que ha dado la Convención de Ramsar para la
conservación de los humedales:
“extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de agua, sean éstas de
régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o
saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis
metros”.
La Convención también establece que “podrán comprender sus zonas ribereñas o costeras adyacentes,
asó como las islas o extensiones de agua marina de una profundidad superior a los seis metros en
marea baja, cuando se encuentren dentro del humedal” (Artículos 1.1 y 2.1 de la Convención de
Ramsar).
Es decir, los humedales son zonas donde la tierra y el agua se conjugan, son sistemas intermedios
entre ambientes permanentemente inundados y ambientes normalmente secos, e incluyen las riberas,
orillas e islas en su interior.
Para que un humedal sea llamado así, debe cumplir tres condiciones. Primero, tener vegetación
hidrófila, que quiere decir “que le guste el agua”, plantas adaptadas a vivir flotando sobre ella o
cubiertas total o parcialmente de agua. Otro requisito es que el suelo sea húmedo o esté cubierto de
agua; una descripción más exacta menciona que un humedal en época seca debe tener una capa de al
menos 40cm de suelo húmedo. Finalmente, un humedal que se precie de llamarse así debe tener
condiciones ambientales que favorezcan la presencia de humedad, es decir, una fuente de agua (un río,
vertientes subterráneas, lluvias), suelos que acumulen o mantengan agua, vegetación, etc.
Como vemos, lo que no determina un humedal es su tamaño ni profundidad. Los humedales pueden
ser tan pequeños como el humedal El Abejonal, en la provincia de Los Ríos, con menos de 4
hectáreas, o planicies inundadas de millones de hectáreas, como las Bahías del Ártico Canadiense,
consideradas el humedal más grande del mundo o el sistema marino-costero Playas-Puná en la
provincia del Guayas, uno de los humedales más grandes del país con más de 270.000 hectáreas.
Diversidad de humedales
Para poder estudiar los humedales y entender sus procesos ecológicos y su relación con los seres
humanos es útil agruparlos en categorías. Los intentos de agrupación han producido algunas
clasificaciones, desde listas muy descriptivas, útiles para estudios especializados como la que maneja
la misma convención de Ramsar (30 humedales naturales y 9 artificiales), hasta una clasificación
bastante general que los separa en humedales de agua salada, agua dulce, y artificiales; o marinocosteros, continentales y artificiales. Existe una clasificación que divide a los humedales en 7 unidades
de paisaje, es decir, que toma en cuenta el contexto, el ecosistema donde está el humedal: estuarios,
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costas abiertas, llanuras de inundación, pantanos de agua dulce, lagos, turberas, bosques inundados y
humedales artificiales. Esta es la clasificación por la que hemos optado en este documento, dado que
es sencilla pero al mismo es bastante descriptiva. Daremos una visión a grandes rasgos de cada uno de
estos tipos, deteniéndonos en los que existen en los Andes.
Tipos de humedales descritos en la convención Ramsar para los humedales
Fuente: Tabilo-Valdivieso, E. (2003)
Manglares: bosques de sal
En las costas oceánicas, donde el agua salada se mezcla con el agua dulce que viene de tierra adentro a
través de un río, una laguna, o una vertiente, se forman diversos ambientes. Las especies que viven en
estas zonas deben tener adaptaciones especiales para soportar cambios bruscos de salinidad y el
movimiento constante de las mareas. La salinidad intermedia produce una altísima biodiversidad de
micro y macro flora, que a su vez atrae a multitud de especies de peces que la usan como alimento.
Las marismas, los deltas y estuarios (Figura 1), los manglares y las lagunas costeras son ejemplos de
estos ambientes. De todos ellos, los manglares son los ecosistemas más comunes en las zonas costeras
ecuatorianas.
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Delta del Río de La Plata. Se observa el agua dulce que viene del continente
Fuente: www.wikipedia.org
Los manglares son bosques tropicales costeros influenciados por las mareas donde la especie más
común es el mangle, árboles que presentan adaptaciones morfológicas, fisiológicas y reproductivas
que les permite crecer en un medio cambiante y hasta cierto punto adverso. En el Ecuador la especie
más común de mangle es Rhizophora mangle, pero existen al menos cinco más. Los árboles de mangle
tienen raíces aéreas, llamadas zancudas, que se entrecruzan unas con otras formando complicadas
estructuras dentro de las cuales circula el agua de mar y se refugian muchas especies.
Presencia de manglares en las zonas tropicales del planeta.
Fuente: www.wikipedia.org
Todas las provincias de la costa tienen manglar, pero se concentra en la provincia de Esmeraldas, el
Golfo de Guayaquil en la desembocadura del río Guayas, y en El Oro.
El manglar cumple múltiples funciones ecológicas y alimenta a las poblaciones humanas de la costa
ecuatoriana, que encuentran en ellos conchas, camarones, cangrejos y otros. Por ello, las pocas áreas
de manglar que aún quedan han sido incluidas bajo alguna categoría de protección o son parte de
alguna área protegida:
Zonas protegidas con manglar
Área protegida
Provincia
Reserva Ecológica Manglares Cayapas - Mataje
Esmeraldas
Reserva Ecológica Manglares Churute
Guayas y Los Ríos
Refugio de Vida Silvestre Manglares Estuardo Río Muisne Esmeraldas y Manabí
Reserva de Producción de Fauna Manglares el Salado
Guayas
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Las playas
El Ecuador tiene 2.859 kilómetros de línea costera en el Océano Pacífico. De ellas, 1.603 kilómetros
son costas estuarinas, es decir, zonas influenciadas por la desembocadura de un río; y 1.256 kilómetros
son costas abiertas. Las costas abiertas son extensiones de agua salada de más de 6 metros de
profundidad aún en marea baja, que están bajo la influencia directa del mar y sus mareas. Incluyen
arrecifes de coral, planicies intermareales de barro y arena y formaciones rocosas dispersas. Es decir,
todas las playas ecuatorianas de arena o roca de la zona costera de Manabí, Esmeraldas y Guayas,
incluyendo los arrecifes de la isla de La Plata y Galápagos.
La playa de Olón, en Guayas
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/photo_galleries/newsid_6040000/6040662.stm
El mar y las costas, al igual que el resto del país, presentan una gran biodiversidad, en su mayoría aún
desconocida. Dentro de la masa de agua que es el mar encontramos distintos niveles donde la
incidencia de la luz solar, la temperatura, la cantidad de sales varía; en cada nivel podemos encontrar
especies distintas, igual que en los ecosistemas de los Andes. La biodiversidad marina está
fuertemente influenciada por las dos corrientes oceánicas que nos visitan cada año: la corriente cálida
de El Niño y la fría de Humboldt. Los ríos que desembocan en el mar también le aportan cosas, en este
caso sedimentos, arena y tierra del continente. A veces y cada vez con mayor frecuencia, los ríos
acarrean contaminantes.
Aunque falta aún mucho por estudiar, hasta hoy se han registrado 1.859 especies marinas en el
Ecuador. De ellas, 601 especies de invertebrados pelágicos, que viven desde la superficie marina hasta
profundidades de 6.000 metros; 536 de ellas son organismos unicelulares como bacterias y algas.
También se sabe que hay 675 especies de invertebrados bentónicos, que incluyen 256 especies de
moluscos que viven en el suelo marino, y 479 especies de peces marinos. Ecuador también tiene 13
especies de delfines y 6 especies de ballenas
Terreno inundado
Casi todo terreno plano es susceptible de inundarse, ya sea por el desbordamiento de un río o laguna o
por un exceso de lluvias. Dependiendo de la zona donde se acumule el agua, del tipo de suelo, la
vegetación, el contenido del agua, el clima, la periodicidad y persistencia del agua tenemos distintos
tipos de humedales. En los páramos, la acumulación de agua en las planicies produce turberas, en las
tierras bajas de la amazonía y la costa, tenemos llanuras de inundación, pantanos y bosques inundados.
Las llanuras de inundación son las zonas contiguas a los ríos que se inundan periódicamente cuando
estos se desbordan. Un río que se desborda puede inundar sólo la ribera o vastas zonas de terreno,
cubrir bosques, lagos, pantanos y otras depresiones. La zona de inundación se encuentra entre el canal
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del río y las elevaciones circundantes, por lo que se puede decir que todas las áreas aledañas a los ríos,
excepto las colinas, son inundables.
A lo largo de los ríos amazónicos y costeros donde aún hay bosque es frecuente observar una cantidad
enorme de aves y mamíferos comiendo los frutos de los árboles, como en un gran festín. Ello se debe a
que los suelos son periódicamente enriquecidos por los sedimentos que transportan los ríos, que a su
vez nutren a las plantas que fructifican en abundancia.
Por eso es también común que las poblaciones humanas se asienten en estas planicies, donde los
suelos nutritivos son bastante aptos para la agricultura. La gran llanura de inundación de la cuenca del
Guayas, por ejemplo, gracias a su enorme fertilidad es utilizada para sembrar caña de azúcar, banano,
cacao, algodón, arroz, cítricos y frutas. En la Amazonía las llanuras de inundación reciben el nombre
de várzea, que tienen un característico color de “café con leche”.
Várzea en Brasil
Fuente: http://www.dnocs.gov.br/~dnocs/doc/canais/barragens/Barragem%20do%20Ceara/varzea_do_boi.htm
Los pantanos son inundaciones más o menos permanentes y poco profundas, ya sea con agua de
lluvia, agua subterránea que brota por un ojo de agua, o el desbordamiento de ríos. Con frecuencia, las
llanuras de inundación tienen pantanos en su interior, agua que se queda en depresiones del terreno
cuando el río se retira. Casi a toda acumulación de agua más o menos estancada se le llama pantano;
los pantanos pueden ser de distintas extensiones, pero siempre poco profundos (Figura 6). En realidad,
el agua del pantano no está estancada, va filtrándose hacia el suelo poco a poco o se escurre por la
superficie del suelo lentamente, pero no llega a formar un espejo de agua propiamente dicho como las
lagunas.
El gran pantanal entre Bolivia y Brasil es considerado el humedal más extenso del mundo.
Fuente: www.wikipedia.org
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En la amazonía ecuatoriana se conoce a los pantanos como igapó, un vocablo brasileño. Los igapó
contienen hojas en descomposición, por lo que tienen un característico color de “té negro”.
Cerca de la costa también hay pantanos, llanuras inundadas por agua de mar, como el Humedal de La
Ciudad en Esmeraldas.
Los bosques inundados son extensiones de suelo cubierto por árboles que se inunda periódicamente,
a veces por periodos considerables del año. Las especies que viven en estos bosques son únicas, han
aprendido a manejar la presencia constante de agua, por ello son reconocibles aún cuando en ese
momento no haya agua. Dentro del bosque hay especies acuáticas o semiacuáticas que, como sus
nombres lo indican, están acostumbradas a vivir en el agua, flotando en ella o sumergidas total o
parcialmente. Algunas pueden soportar regímenes de inundación de hasta 10 meses al año. Ese es el
caso del guarango de agua (Macrolobium) en las lagunas de Cuyabeno o la palma morete (Mauritia
flexuosa), que forma agrupaciones tan grandes que reciben su propio nombre: moretal, en toda la
amazonía ecuatoriana.
Bosques inundados. Izquierda, guarango de agua en Cuyabeno. Fuente: www.kaufmanntrekking.ch/sonstiges.htm. Derecha
Igapó en la Amazonía con palmas moretes. Fuente: http://www.css.cornell.edu/ecf3/Web/new/AF/treeShrub.html
Los bosques inundados existen en todo el mundo, en Estados Unidos son frecuentes los de arce rojo,
fresno, cedro blanco del norte, abeto negro. En el hemisferio sur se encuentran bosques inundados de
ciprés calvo, tupelo de agua, goma negra, cedro blanco del Atlántico, roble y sauce. En el sudeste
asiático hay bosques de Melaleuca, Dipterocarpus, sago y Pandanus. En Centro y Sudamérica hay
bosques de cativo, orey y sangrilla. En África los bosques inundados son de algunas especies de Ficus
y Syzigium. Lo interesante de esta lista es que se evidencia que los bosques de inundación están
constituidos por unas pocas especies, como dijimos antes, que se han adaptado a los regímenes de
inundación periódica.
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Bosque inundado del río Dyje en la parte de la República Checa del "Sitio Ramsar Trilateral de los Llanos Aluviales de la
Confluencia de los Ríos Morava, Dyje y Danubio". Foto: Tobias Salathé, Ramsar, 2004.
http://www.ramsar.org/lib/lib_manual2006s.htm
Montaje de un bosque tropical inundado en el Museo de Ciencia CosmoCaixa, Barcelona
Fuente: http://www.flickr.com/photos/jafotillos/162252066/
Turberas tropicales
Las turberas, pantanos o ciénegas de páramo son esas zonas encharcadas que encontramos en los
páramos húmedos, como en Papallacta, Cotopaxi, Mojanda, muchas veces al borde de las lagunas.
Técnicamente son zonas inundadas de poca profundidad, donde la materia orgánica se descompone
muy lentamente porque hace mucho frío, el ambiente es ácido y hay poco oxígeno y nutrientes. La
materia descompuesta se va depositando en el fondo del humedal formando una especie de colchón, la
turba. La turba es la vegetación descompuesta y parcialmente carbonificada, por lo que en Europa se
ha usado por años, ya seca, como combustible y para mejoramiento de suelos. La turba generada en
los humedales del páramo no ha tenido este uso, de lo que se conoce hasta hoy.
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Turberas en el hemisferio norte. Izquierda extracción de turba en Islandia. Fuente:
http://www.geograph.org.uk/photo/480956. Derecha: Bloques de turba ya cortados y puestos a secar. Fuente:
http://unariocuartenseenirlanda.blogspot.com/2007/05/las-turberas-de-irlanda.html
Las turberas están en más del 50% de todos los humedales del mundo; se sabe que al menos 500
millones de hectáreas del planeta están cubiertas por ellas, incluidos los trópicos y las zonas desérticas.
Son más comunes en las zonas templadas donde las lluvias son altas y hay poca evaporación, de tal
manera que el agua se acumula. En los trópicos encontramos turberas en los páramos, las zonas
costeras y al borde de lagos y pantanos.
0
0 - 0,01
0,01 – 0,05
0,05 – 0,50
0,50 – 5,00
> 5,00
Figura. Porcentaje del área de cada país cubierta por turberas
Fuente: Díaz et al. 2005
La vegetación de las turberas está dominada por un musgo del género Sphagnum que consta con
alrededor de 400 especies en todo el mundo, la mayoría de ellas en el hemisferio norte. En Ecuador
tenemos la especie S. magellanicum, que está presente en todas las zonas pantanosas de los páramos.
El Sphagnum es la materia orgánica que forma la turba al descomponerse. Las turberas de páramo
suelen estar rodeadas por plantas que forman almohadillas de los géneros Plantago, Oreobolus y
Azorella y de plantas semiacuáticas como Isöetes. Todas ellas pueden soportar las condiciones
ambientales imperantes que ya describimos: poco oxígeno y nutrientes, mucho frío, agua y acidez
creadas en gran parte por la presencia del musgo Sphagnum. Dichas condiciones evitan que hongos y
bacterias ataquen transformando el proceso de “turbización” en putrefacción. Al mismo tiempo el
musgo absorbe mucha agua, entre 10 a 20 veces su peso, transformando a la turbera en un gran
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almacén del líquido. Las turberas son más comunes en los páramos de la cordillera oriental, que es
más húmeda.
Turbera en el páramo de Rabanal. Foto: Patricio Mena Vásconez
Fuente: www.paramos.org
No existen datos de la superficie del Ecuador cubierta por turberas, y tampoco se sabe mucho sobre
sus proceso ecológicos, lo que no ocurre con las turberas de los hemisferios norte y sur, de las que se
sabe un poco más. Sin embargo, el desconocimiento aún es alto, tanto que la convención Ramsar las
considera uno de los humedales más amenazados y desconocidos.
A nivel mundial las turberas actúan como sumideros de carbono, esto es, lugares que “atrapan
carbono”, pues el proceso de turbización genera carbono. Ello supone que, si se destruyen las turberas,
el carbono allí almacenado se libera a la atmósfera.
Lagos y lagunas, espejos de agua
Los lagos son cuerpos de agua permanente que se ha acumulado en una concavidad del terreno. Para
dar un límite que los diferencie de las zonas encharcadas se dice que deben tener al menos 2 m de
profundidad; sin embargo, esto no siempre se cumple: la laguna de Limoncocha, que nadie dudaría en
llamarle laguna, tiene menos de 1 m de profundidad.
Los lagos o lagunas tienen una fuente de agua y un desaguadero. La fuente puede ser la lluvia, un
acuífero subterráneo o un río superficial. Y el desaguadero puede ser un río superficial, el subsuelo
hacia el cual el agua se filtra, o la atmósfera, si el agua se evapora.
Existen numerosas formas por las cuales se originan los lagos. En ciertas ocasiones los movimientos
tectónicos o las erupciones volcánicas generan concavidades que se llenan de agua. En otros casos, un
glaciar que se ha quedado atrapado entre los pliegues del terreno que llamamos morrenas, se derrite
formando un lago. Los lagos en forma de herradura, comunes en nuestra amazonía, se forman por la
constante erosión de las riberas en los ríos sinuosos. También hay lagos aluviales en forma de abanico,
o lagos que se han formado por un hundimiento, o lagos que son restos de otros, más grandes y más
antiguos.
En los páramos hay una gran cantidad de lagunas gracias principalmente a la topografía del
ecosistema, llena de concavidades y depresiones donde se aloja el agua como en El Cajas, donde hay
235 lagunas en total, lo que significa que hay 1.4 lagunas por kilómetro cuadrado, Limpiopungo en
Cotopaxi, Ozogoche y Atillo en Chimborazo, El Compadre en Loja.
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A la izquierda vemos la laguna de Limpiopungo en el Parque Nacional Cotopaxi. Es una laguna poco profunda cuyo borde es
difícil de determinar. Foto: Patricio Mena V. A la derecha vemos una de las lagunas del Parque Nacional El Cajas.
Foto: Proyecto Páramo Andino, EcoCiencia
En la costa hay lagunas con conexión o influencia del mar, aunque sea pequeña, y sus aguas pueden
ser saladas, salobres o dulces, como la Laguna Genovesa en la Isla Genovesa en Galápagos.
Los nutrientes en lagos, ríos y océanos provienen de la materia orgánica disuelta en el agua, producto
de los excrementos de los seres vivos y de la descomposición de sus cuerpos cuando mueren. La
materia le da al agua el aspecto de caldo ligero y, cuando por alguna razón el río se represa o cambia
de dirección, se ve como una mancha aceitosa o espuma, que se confunde a menudo con
contaminación humana por aceite o jabón. Este fenómeno es muy común en los ríos andinos. En los
ríos de tierras bajas, como el Guayas o el Napo, se suelen ver grandes esponjas que flotan en el río y
que en realidad son la materia orgánica que se ha pegado a las burbujas creadas por las corrientes de
agua. La cantidad de materia orgánica en disolución en lagos, ríos y mares suele ser mayor que la
cantidad de sólidos, vivos o muertos. Esta materia orgánica puede, y de hecho es, aprovechada por los
organismos acuáticos, que se comen las “esponjas”.
El estudio de los lagos brindó, por años, información valiosa a los ecólogos para el entendimiento del
funcionamiento de los ecosistemas. Y es que los lagos son ecosistemas en sí mismos, con las
dinámicas, flujos y equilibrios que les son propios. Como un ser vivo, los ecosistemas lacustres tienen
un ciclo de vida: nacen, maduran y mueren. Un lago nace cuando se acumula agua en una depresión
del terreno. A medida que pasa el tiempo, por la propia dinámica del lago, se van depositando
nutrientes en forma de sedimento en su fondo, que después de mucho tiempo, llenarán la depresión y
el lago desaparecerá parte de los nutrientes son liberados a la atmósfera. Esta es una de las
características por las cuales los ecólogos han basado muchas teorías en el estudio de los lagos, la
limnología (del griego limnos: lago).
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Esquema de la sedimentación de un lago. Una depresión en el terreno que se llena de agua (1). Con el paso del tiempo, arenas
y otros sólidos se van depositando en el fondo, disminuyendo el volumen de agua hasta llenar totalmente la cavidad (5). El
proceso toma muchos años.
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Según la cantidad de nutrientes, los lagos son de dos tipos: oligotróficos, pobres en nutrientes, y
eutróficos, ricos en nutrientes. Un lago puede pasar por ambos estadios: cuando se forma es
oligotrófico y, a medida que “envejece”, se vuelve eutrófico, es decir, acumula nutrientes. Esto es
verdad para los ríos de los hemisferios norte y sur, pero en el caso de los lagos de los trópicos pocas
veces se cumple con exactitud. El lago San Pablo y la laguna de la Mica, por ejemplo, son eutróficos.
El primero ha recibido por años los contaminantes de las poblaciones de los alrededores, que
aumentan el contenido de nutrientes en el lago, y se ha vuelto eutrófico. Pero la laguna de la sólo
recibe nutrientes de sus dos ríos afluentes, que no le aportan demasiado. La laguna de Cuicocha, por
otro lado, es oligotrófica.
Cuando un lago tiene muchos nutrientes se da un aumento desmesurado de organismos vivos: hay
mucha comida. Mientras están vivos los organismos producen muchísimos desechos y cuando mueren
sus cadáveres se depositan en el fondo del lago. Entonces tenemos un lago lleno de cadáveres en
proceso de putrefacción y muchos organismos consumiendo oxígeno, lo que produce mal olor. Los
organismos, además, forman una bóveda en la superficie que impide el paso del sol a las partes
inferiores del lago y el crecimiento de otros organismos que pueden producir oxígeno a partir de
energía solar. La consecuencia es que el oxígeno del lago puede disminuir hasta cero, provocando una
muerte masiva de la vida en el lago. Este fenómeno se conoce como eutrofización y los lagos
eutróficos son más propensos que los oligotróficos.
Esquema del proceso de eutrofización según Bernard J. Nebel y Richard T. Wright
http://www.sierradebaza.org/reportajes/reportaje_eutrofizacion/reportaje_esquema.htm
Los nutrientes o sedimentos causantes de la eutrofización de los lagos pueden ser de origen natural o
humano. Los contaminantes, principalmente aguas servidas o restos de fertilizantes que contienen
muchos nitratos y fósforo, son recibidos por el agua como nutrientes. Si se deja de arrojar
contaminantes, es posible que el lago pueda recuperarse gracias a los ciclos naturales que se dan en su
interior que le dan a cualquier cuerpo de agua una capacidad de autodepuración, la capacidad de
absorber –o neutralizar- las sustancias que pueden resultarle nocivas como sistema vivo.
De todas las sustancias, se piensa que el fósforo es el principal causante de la eutrofización de los
lagos. El fósforo es un componente importante de los detergentes comunes y de la mayoría de
fertilizantes que se usan en la agricultura.
La flora y fauna de los lagos altoandinos es diversa y depende de las condiciones ambientales
reinantes: la presencia de nutrientes, la claridad del agua, la riqueza del sedimento, la presencia de
corrientes y el oleaje. Por ejemplo, en un lago con mucho oleaje difícilmente habrá plantas flotantes, o
en un lago con muchos nutrientes, de agua turbia, difícilmente crecerán plantas o animales a grandes
profundidades. En la laguna de Cuicocha, por ejemplo, se han encontrado plantas hasta a 35 m de
profundidad, pero en la laguna de La Mica y en el lago San Pablo, que tienen muchos nutrientes, las
plantas no llegan más allá de los 6 m.
La vegetación es muy particular, pues se encuentran especies acuáticas, adaptadas a la inundación, y
también terrestres que viven cerca de los lagos. Entre las plantas acuáticas tenemos vegetación flotante
o enraizada, algas macrófitas (plantas visibles), líquenes y musgos, parcial o totalmente sumergidos.
Las plantas flotadoras más típicas son la lenteja de agua (Lemna minuta), el lirio de agua (Eishhornia
azzurea) y el lechuguín (Pista stratoides).
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Plantas macrófitas de laguna. A la izquierda vemos vegetación sumergida y emergente en la orilla de un lago
Fuente: http://ecologia.icb.ufmg.br/~rpcoelho/RioDoce/website/macrofitas.htm. A la derecha vemos el Lago San Pablo con
macrófitas flotantes. Fuente: http://tritirimundi.blogspot.com/2007/01/lago-de-san-pablo-cercanas-de-otavalo.html
Emergentes
Sumergidas
libres
Con hojas
flotantes
Sumergidas
enraizadas
Flotantes
Tipos de macrófitas que puede haber en un lago
Modificado de: http://www.ufscar.br/~probio/macrof_info.html
La planta más común en las lagunas andinas es la totora, que crece en manchas de todos los tamaños
en las orillas. Otra planta común de las lagunas serranas poco profundas es la Mienrama de agua
andina1, que forma una especie de colchones. En general, la vegetación de los lagos se compone de
pocas especies muy bien adaptadas a las condiciones reinantes.
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La totora es una planta de la familia Cyperaceae, Schoenoplectus totora. El nombre científico de la Mienrama
de agua andina es Myriophyllum quitense.
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Una garza caminando entre los totorales de una laguna andina
Fuente: http://www.pbase.com/sundphoto/image/88540170
Las lagunas andinas son sitio de paso, refugio y reproducción de muchas aves migratorias boreales,
como la bandurria andina que ha sido vista en el Antisana y en el Cotopaxi en la laguna de
Limpiopungo, y el chupil, que anida en La Mica y se le ha visto en el Cajas, el Ángel y CayambeCoca. El lago San Pablo es uno de los sitios más visitado en la región andina y donde se ha registrado
reproducción de zambullidores, gallaretas y patos. En Yahuarcocha existe una colonia reproductora de
aproximadamente 375 garzas bueyeras, además de garzas y gallaretas.2 También son el hábitat de la
preñadilla que hoy en día debe competir por recursos con la tilapia y la trucha, especies introducidas y
muy voraces.3
La vegetación de borde de laguna es también característica. En nuestro país, las lagunas altoandinas
están rodeadas por herbazales y, a menudo, tienen totora en sus orillas, un recurso importante para las
comunidades locales. Los lagos andinos también son refugio de aves migratorias.
Las lagunas de Ozogoche y Atillo, complejos lacustres en la provincia de Chimborazo, reciben cada
septiembre una especie de pájaro migratorio, el cuviví o chorlito4, que viene desde Norteamérica
escapando del frío invernal y pasa por nuestro país camino al cono sur, donde es verano. No son las
únicas aves que llegan a la laguna, pero son famosas porque protagonizan un “suicidio masivo” en
ella. Existen numerosas hipótesis para explicar este fenómeno, que las muertes son de aves jóvenes e
inexpertas que caen extenuadas por el largo viaje, emanaciones de gases sulfúricos debido al origen
volcánico de las lagunas o un descenso brusco de la temperatura en noches de tormenta, provocando
que las aves caigan.
De cualquier forma, el extraño fenómeno es aprovechado por los habitantes locales que lo toman como
un regalo de la naturaleza, recogen las aves muertas de las orillas de las lagunas y las utilizan como
alimento.
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Bandurria andina (Theristicus melanosis), chupil (Podiceps occipitales), zambullidores (Podylimbus podiceps), gallaretas (Gallinula
chloropus), patos (Fulica ardesiaca y Oxyura ferruginea), garza bueyera (Bubulcus ibis), garzas (Nycticorax nycticorax, Butorides striata) y
gallaretas (Porphyrula martinico).
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La preñadilla pertenece al género Astroblepus. El nombre científico de la tilapia es Tilapia mozambica y de la trucha Salmo trutta.
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Bartramia longicauda
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Los cuvivíes en las lagunas de Ozogoche. A la derecha vemos a un indígena recogiendo los cuvivíes muertos en la laguna
Foto: Tarik Núñez
Canales de agua: los ríos
Un río es una corriente natural de agua que fluye con continuidad. Posee un caudal determinado, rara
vez constante a lo largo del año, y desemboca en el mar, en un lago o en otro río, en cuyo caso se
denomina afluente. La parte final de un río es su desembocadura. Cuando el río es corto y estrecho,
recibe el nombre de riachuelo o arroyo.
El agua del río corre por un canal delimitado por bancos de arcilla, arena o roca. Si la pendiente del
terreno es alta, el agua fluye con rapidez y fuerza, puede crear rápidos y remolinos; si la pendiente es
poca, el río fluye lentamente, y puede formar remansos. Cuando la corriente del río es rápida, éste
erosiona las márgenes y el lecho (el fondo) del río; cuando la corriente se calma, el material
erosionado, los sedimentos, se depositan en el fondo. El río fluye por donde la topografía se lo
permite, si encuentra un obstáculo, lo rodea, para lo cual cambia de dirección formando meandros
(curvas). Sólo en las zonas de pendiente pronunciada, donde la corriente fuerte y la cantidad de agua
salva los obstáculos, los ríos pueden discurrir más o menos recto, como nuestros Andes. Los ríos de la
costa y los amazónicos tienen forma sinuosa.
Canales de ríos. A la izquierda vemos el río Pisque, encañonado y de tramo recto. A la derecha un río amazónico,
serpenteante.
De los ríos se dice que son ecosistemas en movimiento, el agua discurre continua y
unidireccionalmente, traslada hacia los tramos inferiores lo procedente de los superiores, y posibilita
que las comunidades biológicas de cada tramo aprovechen lo que han dejado o aportado las que se
encuentren en los trechos precedentes. Así, las zonas bajas de un río son receptoras y las partes altas
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aportadoras. Dentro de la cuenca hidrográfica -catalogada como la unidad del estudio hidrológico-, las
zonas aportadoras reciben el nombre de cuenca alta y las zonas receptores el de cuenca baja.
Los ríos son ecosistemas lineales que mantienen estrechas y alargadas franjas longitudinales de
condiciones físicas y ambientales estables, a través de las cuales circulan nutrientes y especies que
migran y se dispersan; pero también tienen zonas transversales claramente definidas donde se
desarrollan comunidades bióticas únicas.
Como ecosistemas en movimiento, los grandes ríos de nuestro país nacen en los glaciares de los Andes
o en los páramos y desde allí descienden a las tierras bajas. En su recorrido pasan por los bosques
montanos, húmedos y fríos, hábitat de los helechos arborescentes (Dicksoniaceae y Cyatheaceae) y de
árboles retorcidos y cargados de epífitas, en su mayoría musgos, helechos y bromelias. Siguen por los
bosques de neblina que reciben gran cantidad de agua de la Costa y de la Amazonía en forma de
humedad ambiental, lo que permite que las plantas epífitas alcancen su mayor diversidad. De estos
bosques, de las plantas epífitas que almacenan agua y de las altas precipitaciones, los ríos reciben agua
limpia y cristalina que enriquece su cauce. Los ríos más pequeños se van juntando hasta formar un río
más grande, generalmente con mayor caudal, que es el que desembocará en el mar, como el río
Guayas, el Esmeraldas o el Amazonas.
Los ríos están estrechamente ligados a los ecosistemas terrestres adyacentes; producen un ambiente
húmedo en las riberas que permite el crecimiento de vegetación distinta de aquélla de “tierra adentro”.
Las riberas de los ríos actúan como corredores biológicos a lo largo de los cuales se ubican plantas
especializadas y se mueven los animales. Son ecosistemas muy productivos, pues reciben todos los
nutrientes del río. Los ecosistemas de ribera tienen una organización linear, paralela al canal del río y
con una división según la cantidad de agua que reciben de éste. La vegetación de la ribera también
influye en el ecosistema acuático, aporta con nutrientes por la caída de hojas al agua y con sedimentos
por la erosión del suelo de la orilla, ayuda a estabilizar la margen, a disminuir su movilidad y “fijarla”,
y funciona como un amortiguador frente a las crecidas. Ello se logra gracias a las raíces de las plantas,
que afirman en suelo. La vegetación de ribera también da sombra y refugio a insectos y otros animales
que viven asociados al río. En ríos de tierras bajas se sabe con certeza que la cantidad de especies
aumenta si la margen presenta bosque; aunque en los ríos de altura no se ha hecho muchos estudios, se
cree que pasa lo mismo.
Según la composición de las rocas del lecho, de las márgenes y de tierra adentro, el río adquirirá tal o
cual mineral. Si hay muchas plantas en las orillas, que arrojan hojas al agua, o animales que se bañan y
defecan en el río, su composición será distinta, con un alto contenido de materia orgánica. La
composición química incide directamente en la presencia de seres vivos. Los ríos del callejón
interandino son ricos en nutrientes, por las características de sus suelos. El Pita, río que atraviesa los
suelos volcánicos jóvenes del Sincholagua y el Cotopaxi se enriquece de sodio, magnesio y calcio,
sales que le dan una carga alcalina. El río San Pedro, que atraviesa suelos volcánicos antiguos, negros
y con gran cantidad de humus como en los Ilinizas y el Corazón, se enriquece con minerales.
Los ríos tropicales de altura sufren variaciones grandes de temperatura, cada 200 metros de ascenso la
temperatura disminuye 1°C. La temperatura no sólo varía de una zona a otra, sino también dentro de la
misma zona, a lo largo del día. Esta variabilidad diaria es mayor en las zonas más altas como en el
páramo, donde en un mismo día puede haber temperaturas de -0° hasta 20°C. la presencia de
vegetación frondosa en la ribera, que aporta sombra, ayuda a que el agua no se caliente demasiado
rápido con el sol, por ejemplo en las zonas de bosques de yaguales o Polylepis, lo que no ocurre en el
resto de los páramos, pues la vegetación de pajonal o arbustiva no produce sombra.
La lluvia es otro factor determinante en los ríos de altura. Durante lluvias fuertes y prolongadas los
ríos crecen considerablemente, arrastrando sedimentos y cambiando el sustrato del río y la vida
asociada a él (la fauna bentónica). Los regímenes de lluvias son muy variables en los Andes, hay
mucha diferencia en la estacionalidad de las lluvias en zonas muy cercanas: por ejemplo, en
Papallacta, páramo a 3500m de altitud en la cordillera oriental las lluvias disminuyen en noviembre y
15
diciembre; en Quito, ubicada a 65 km de Papallacta en el callejón interandino, a 2800m, llueve menos
en julio y agosto.
La composición de especies depende de la velocidad del cauce, la cantidad de sedimentos y nutrientes
disueltos en el agua, la pendiente, la vegetación de la ribera, el clima, la temperatura del agua, entre
otros. La mayoría de organismos acuáticos se desarrollan asociados al bentos, es decir, al fondo del
río, pero también hay otras formas de vida adaptadas a la gran diversidad de microhábitats que se
generan dentro del agua. Las comunidades vegetales están integradas por el fitoplancton, el perifiton y
las macrófitas (plantas visibles), y las comunidades animales están representadas por el macrobentos,
los macroinvertebrados, peces y renacuajos de algunas especies de anfibios.
La biodiversidad de los ecosistemas fluviales depende de todos estos factores, por lo que les ha sido
difícil a los estudiosos de los ríos mostrar patrones claros, pero se sabe algunas cosas en base
principalmente a investigaciones sobre macroinvertebrados acuáticos5. La composición de especies,
esto es, los tipos de especies que se encuentran juntas, varía de un tramo al otro según la temperatura.
Como dijimos, en los Andes cada 200 metros de ascenso la temperatura disminuye 1°C, lo que podría
significar que cada 200 metros encontraremos especies distintas. Otro factor que incide en la
biodiversidad es la altitud: en los ríos de tierras bajas hay mayor cantidad de especies (no
necesariamente más individuos) que en los ríos de altura. La presencia de bosque en la ribera también
contribuye al aumento de especies, se encuentra mayor diversidad a menor altitud donde hay bosque
montano, y al llagar al páramo la riqueza disminuye. La baja riqueza de los ríos de páramo también se
debe a que en el Pelistoceno los ríos se congelaron, lo que produjo la muerte de muchas especies: sólo
unas cuantas pudieron volver a recolonizar los ríos cuando se derritieron. Algunos
macroinvertebrados, poco tolerantes a las condiciones parameras, simplemente desaparecen a esa
altitud, como los escarabajos (orden de insectos Coleoptera) y los chinches (Heteroptera), pero
aparecen macroinvertebrados a los que les gustan las zonas altas.
En general, se cree que la biodiversidad acuática de los ríos de altura depende más de la estructura del
río, la cobertura y pendiente del bosque de ribera, la velocidad del agua, la altitud y la profundidad y
pendiente del río. Las características físico-químicas, que tienen que ver más con la composición y
presencia de nutrientes, al parecer, tienen poco que ver. Por ejemplo, los ríos ricos en macrófitas
enraizadas, musgos y algas tienen mayor densidad de macroinvertebrados, aunque menor diversidad.
Vertientes naturales
Las vertientes son afloramientos a la superficie de agua subterránea, que puede ser mineral y/o termal.
El agua mineral es el resultado de la erosión natural de las rocas, que enriquecen al agua con diversos
minerales en diferentes cantidades. Las aguas termales son aguas calientes que pueden también tener
minerales, pero no necesariamente.
El Ecuador es riquísimo en aguas minerales y termales; sólo en Pichincha hay 30 vertientes de agua
mineral, en Cotopaxi 14 y en Tungurahua 3. En el siguiente cuadro se ve la cantidad de vertientes de
agua termal en le país:
# de vertientes
24
22
28
5
7
8
4
13
7
5
Provincia
Carchi
Imbabura
Pichincha
Manabí
Guayas
Cotopaxi
Cañar
Azuay
El Oro
Los macroinvertebrados son un grupo de invertebrados visibles al ojo humano
16
3
5
26
2
Loja
Napo
Tungurahua
Chimborazo
Fuente: CNRH 2007
Sistemas kársticos
Dentro de las cuevas también hay agua. Esos son los humedales kársticos. En el Ecuador hay unos
pocos muy conocidos. El más famoso es la laguna de la Cueva de Jumandi de Archidona en la
provincia de Napo.
Cuevas de Jumandy
http://archivo.eluniverso.com/2003/02/07/0001/688/0248C0BB0B9A493C9D9F63A927FBEA10.aspx
Humedales artificiales
Los humedales artificiales son los estanques, sitios de represamiento de agua destinados a ciertas
actividades como la acuicultura, las camaroneras de toda nuestra costa, las praderas inundadas para un
uso intensivo o extensivo como los arrozales, las piscinas salineras, las represas o reservorios con fines
hidroeléctricos y de riego como la Hidroeléctrica de Paute, la represa Pozo Honda en Manabí, la
Daule-Peripa en Guayas, las piscinas de tratamiento de agua potable como las de Papallacta y Salve
Faccha en Napo, y las acequias (Flachier s/a).
Los beneficios
La función ecológica más notoria es la provisión de agua a plantas y animales, incluido el ser humano.
Todas las poblaciones humanas del Ecuador reciben agua de ríos, lagunas y vertientes subterráneas.
Las otras funciones ecológicas son, a menudo, poco obvias. Una de las menos visibles es la de
recargar y descargar acuíferos. El humedal es un depósito de agua en contacto con un suelo permeable
en mayor o menor grado, por lo que el agua se filtra hacia un acuífero subterráneo, para brotar luego
naturalmente a otro acuífero; así, la descarga de un humedal está asociada a la recarga de otro. El agua
que se filtra a través del suelo se va limpiando, por lo que luego se la puede extraer para uso humano
sin problema. En nuestro país la cultura Palta, en Loja, recreaba humedales para recargar acuíferos,
con el fin de almacenar agua para tiempos de escasez, de purificarla y de controlar posibles
inundaciones.
Los humedales son cortinas protectoras frente a las grandes olas del mar o el desbordamiento de ríos.
La vegetación del humedal, manglares principalmente, reduce la velocidad y fuerza de la corriente,
“atrapa” el agua, que forma pequeños charcos y pozos y luego se infiltra hacia el suelo, lentamente.
Ello también ayuda para detener la erosión en zonas costeras y en las orillas de los ríos, estabilizando
la línea costera y la ribera del río, al mismo tiempo que retiene los sedimentos y/o contaminantes y
permite que el agua sea más cristalina. La vegetación acuática flotante también ayuda en gran medida
a la autodepuración de los ríos, pues retienen contaminantes en sus raíces y absorben el nitrógeno y
fósforo.
17
Lo humedales también ayudan a mantener el agua salada en el mar, sin que entre al continente,
mezclándose con el agua dulce sostén de numerosos ecosistemas y fuente de agua para muchas
ciudades costeras. Este es el caso de la desembocadura de los ríos, donde se forman deltas que
funcionan como un embudo al revés, previniendo el ingreso, tierras adentro, del agua de mar. En
ocasiones, cuando el caudal del río baja, el agua salada ingresa al continente y “contamina” muchas
fuentes de agua dulce. También, cuando se eliminan los humedales de las zonas costeras (por ejemplo,
para instalar piscinas camaroneras) el agua salada se infiltra en el suelo y emerger en el continente.
Los humedales acumulan sedimentos gracias en gran parte a su vegetación, que reduce el caudal del
agua facilitando la sedimentación, lo cual tiene dos funciones: son un reservorio importante de
nutrientes y purifican el agua al retener sedimentos contaminantes. Un humedal con alta presencia de
sedimentos nutritivos es un humedal productivo. Numerosas especies de peces e invertebrados utilizan
los humedales en ciertas fases de su desarrollo, cuando necesitan tener alimento seguro y abundante.
Ellos atraen a aves, que llegan a comerlos a su vez. Así, el humedal se vuelve un refugio de
biodiversidad y un purificador de agua.
Los sedimentos contaminantes pueden afectar el funcionamiento del humedal y la calidad del agua,
pero en la mayoría de casos, si se detiene la contaminación, los seres vivos dentro del humedal pueden
literalmente “comer” los contaminantes orgánicos y descomponerlos a formas no dañinas, revirtiendo
cualquier proceso de degradación ambiental. Esta propiedad es la que se potencia al utilizar piscinas
de tratamiento de desechos orgánicos llenas de especies vegetales con alta capacidad para “comer”
sedimentos contaminantes. Por el contrario, los organismos vivos tienen una capacidad muy limitada
de descomponer sustancias inorgánicas, por lo que un proceso de contaminación con estas sustancias
es difícilmente revertido. El mayor peligro está en que las los organismos del humedal absorben los
sedimentos, que se acumulan en su interior alcanzando niveles tóxicos; al mismo tiempo, los integran
a la cadena trófica, expandiendo la toxicidad hacia los organismos superiores. Los humedales también
pueden purificar el agua mediante la oxigenación. Un río, por ejemplo, con cada golpe o caída,
provoca el ingreso de oxígeno al agua.
Muchas aves migratorias boreales (que viene del norte) o australes (que vienen del sur), se detiene en
los humedales para descansar y tomar fuerzas para continuar su viaje. Las lagunas costeras y en las
lagunas de páramo reciben todos los años cientos de aves migratorias.
Los cuerpos de agua aportan en el control del clima a nivel local, por el aporte de vapor de agua a
través de la evapotranspiración, que se eleva y cae de nuevo en forma de lluvia. Por eso las áreas sin
vegetación y presencia de cuerpos de agua se vuelven cada vez más secas.
Y el ser humano...
La ocupación humana de los humedales es ancestral. El elemento principal que constituye los
humedales –el agua- ha atraído siempre a las sociedades humanas a sus orillas. Todas las ciudades se
han asentado a orillas de algún río. Pensemos en Guayaquil y el río Guayas, Esmeraldas y el río del
mismo nombre, Cuenca y sus 4 ríos, el mismo Quito y su vapuleado Machángara, Tena y Coca a
orillas de los ríos Tena y Napo. En lugares desérticos o que sufren de extensas sequías, los humedales
se convierten en reservas importantes, como en Manabí o Loja.
Los humedales proveen de alimentos, transporte, medicinas y fibras a las poblaciones humanas. En
ellos se dan actividades productivas como la pesca, el cultivo del arroz, la extracción de concha, de sal
o de totora. El uso de los humedales genera una cercanía importante del ser humano con estos
ecosistemas. Las sociedades más relacionadas en general conocen a fondo su funcionamiento. Las
comunidades que dependen de un manglar, por ejemplo siguen de cerca sus ciclos: saben cuándo
subirá o bajará el nivel de agua, cuándo se reproducirán los peces, cómo crece la vegetación.
18
Cultivo de arroz en la costa ecuatoriana. El campesino aprovecha los terrenos inundados para sembrar
La enorme biodiversidad de los humedales es también fuente de alimento. En los manglares, de nuevo
como ejemplo, se encuentras muchas especies que son consumidas por los pobladores locales de
nuestras costas, como cangrejos, conchas, camarones. Los grandes lagos y ríos de la amazonía y la
costa son fuente de peces. Los lagos altoandinos, por el contrario, albergaban únicamente un pez, la
preñadilla, que era parte de la dieta de los pobladores andinos. Actualmente casi todos los lagos de
altura mantienen poblaciones de trucha, una especie introducida altamente dañina para el ecosistema
nativo.
Las turberas de las zonas tropicales no han sido históricamente utilizadas, lo que sí ocurre con las del
hemisferio norte, de las cuales se extrae la turba para utilizarla como combustible y como mejorador
de suelos.
Algunos humedales son la única forma que muchas comunidades tienen para transportarse, en especial
en las tierras bajas de la costa y la amazonía ecuatorianas.
Las canoas a orillas del río Napo, único medio de transporte en la zona, son un espectáculo frecuente
http://trotaragon.blogspot.com/
Los humedales también son mal utilizados, con frecuencia, para la producción industrial. Es el caso de
las camaroneras, pesquería, piscinas de piscicultura. Las centrales hidroeléctricas también son a
menudo catalogadas como un mal uso de ciertos humedales, y se propone eliminar la catalogación de
“energía limpia” a la hidroeléctrica. La polémica se agudiza al pensar en los beneficios que generan.
Sin embargo, cada vez es más evidente que las preocupaciones ambientales en torno principalmente a
las grandes hidroeléctricas están en lo cierto, sobre todo en lo referente a que provocan una
19
interrupción en el ecosistema. Actualmente la tendencia es construir centrales hidroeléctricas pequeñas
que no afecten a grandes ríos.
Por otro lado, los humedales han sido fuente de mitos, leyendas y otras manifestaciones culturales. En
los Andes los humedales son parte de la cosmovisión andina. Las lagunas y las cascadas son
particularmente fuente de creencias6:
“Para Mesías Quilumbaquí, joven habitante de Turuco en el cantón Cotacachi de la provincia
de Imbabura, caminar cada fin de semana a la laguna de Cuicocha es una aventura que
espera con ansiedad. “Cuicocha tiene muchos secretos. Yo conozco lugares y caminos que
los turistas no conocen porque esta laguna es celosa. Los totorales también son lugares
especiales en donde los jóvenes venimos a divertirnos y a bañarnos con mucho respeto
porque Cuicocha es una diosa, es nuestra señora”.
“Las lagunas tienen un poder devorador: atraen a hombres o mujeres que transitan cerca de
ellas, los persiguen y los raptan. Cuando no hacen ruido, manifiestan su mal carácter o
bravura afectando la salud o el ánimo de quienes, sin precaución, deambulan alrededor de
ellas. La laguna de Mojanda ubicada al norte de la provincia de Pichincha, dicen, ha
raptado a decenas de personas que durmieron en sus orillas, tragándolas hacia el fondo.
Ahora estas personas viven dentro del agua, acompañadas de riquezas materiales”.
Las lagunas y cascadas son concebidas como fuente de poder. Así, los curanderos o yachaks realizan
ritos de iniciación para adquirir poder en estos espacios:
“Los cerros y sus fuentes de agua juegan un papel significativo en la medicina popular:
proveen a los yachaks o curanderos de energía suficiente para iniciarse en su actividad,
provocan enfermedades a quienes hacen mal uso de sus recursos y pueden, así mismo,
curar”.
Las montañas y el agua que albergan son vistas como dioses:
“Los cerros tienen un espíritu -el urcutaita- que controla el ciclo del agua así como el
comportamiento de las cascadas, pukyus, ríos y lagunas que nacen de ellos. No es raro,
entonces, que el buen o mal humor de estas fuentes hídricas dependa del temperamento de
sus padres, los cerros”).
Y los ríos:
“En algunos afluentes como el Pita o el Guayllabamba -y en ciertas lagunas y pukyus- suelen
habitar hermosas sirenas, mitad mujeres y mitad pescados, capaces de enamorar a cualquier
hombre. Para los familiares del desdichado, es dificilísimo sacarlo de su estado de
enamoramiento; por más que le echen agua bendita, pasa algún tiempo antes de que
reaccione”.
Los humedales andinos también pueden ser fuente de enfermedades. El famoso “mal aire” se puede
adquirir cuando se pasa junto a un río o laguna contaminados. Otra afección fuerte es el “espanto de
agua”:
“Sólo si la persona cae accidentalmente cerca de un río, cocha, acequia o quebrada y, del
sobresalto o susto, pierde su espíritu. Uno de los mayores peligros de esta enfermedad es que
el espíritu del afectado se quede en esas fuentes de agua o, dicho de otra forma, sea robado
por ellas, por lo que hay que acudir inmediatamente donde un especialista. Además de la
6
Todas las citas de esta sección han sido tomadas de Yépez Montúfar y Novillo Raemix, 2008
20
pérdida de energía, el enfermo de espanto sufre de afección al sistema nervioso y
disminución del apetito”.
La concepción de los humedales como fuente de enfermedades es muy extendida, especialmente en
zonas calientes. Malaria, fiebre amarilla, dengue, filariasis, encefalitis... son algunas de las
enfermedades asociadas a la presencia de agua. Ello contribuyó inmensamente al planteamiento de que
la mejor forma de aprovechar un humedal era desapareciéndolo, drenándolo, cuando en realidad el
problema es de orden social. En nuestro país, las enfermedades tropicales están directamente asociadas
con asentamientos humanos con malos servicios sanitarios. En ecosistemas conservados a similar
altitud pero alejados de poblaciones humanas no hay ese tipo de enfermedades.
Usos y abusos
La visión sobre los humedales se ha modificado en los últimos años. Han pasado de ser considerados
áreas pantanosas, inaccesibles, marginales y sin uso, plagadas de mosquitos portadores de
enfermedades cuyo único fin era ser drenados y transformados a tierras productivas, a ecosistemas
valiosos. El conocimiento sobre la importancia de los humedales y su re-valorización ha promovido el
interés en su conservación, aunque para algunos humedales ya es demasiado tarde. Sólo en Quito se
perdieron las lagunas de Iñaquito y las zonas pantanosas de Turubamba, al norte y al sur de la ciudad,
respectivamente y se rellenaron las quebradas por donde fluía el agua del Pichincha, cambiando el
aspecto de la ciudad definitivamente.
La transformación de los humedales para usar la tierra para cultivar, criar ganado o instalar
camaronera ha hecho desaparecer a muchos. El caso de los manglares es el más dramático en cuanto a
pérdida de área de humedal. Desde 1969 hasta 1991 se calculó que se habían perdido 41.920 hectáreas
de manglar, correspondiente al 20% de la cobertura original, en su mayoría por la instalación de
piscinas para la producción de camarón.
Ubicación de las zonas de manglar en el Ecuador. A la izquierda vemos la presencia de manglar en 1969, y a la derecha, en
rojo, las áreas de manglar que han sido reemplazadas por camaroneras hasta 1999.
Fuente: C-CONDEM
21
Los diques y represas alteran los ciclos migratorios de las comunidades biológicas; la laguna de La
Mica, por ejemplo, que fue represada, provocó que el espejo de agua suba 15 m, afectando los sitios de
anidación del chupil. La deforestación en las cuencas altas produce el aumento de la erosión y de la
sedimentación en los lagos, que se secan; también se produce una disminución en las lluvias, por lo
que el caudal baja. Los trasvases de agua alteran todo el régimen de una cuenca, como el trasvase del
agua del río Baba a la represa Daule-Peripa, que significa tomar agua de una cuenca y moverla a otra.
La deforestación de las márgenes de los ríos también produce un aumento de sedimentación, y muchos
ríos pierden su caudal, por lo que deben ser dragados, como el Guayas; en otros casos la deforestación
y asentamiento de ciudades en las orillas producen cambios en los regímenes de inundación, como en
el río Coca.
La contaminación debido al uso de los humedales como una alcantarilla también es grave. Un río que
cruza un asentamiento humano, sea una ciudad grande o un caserío, sale inequívocamente
contaminado con aguas servidas con alto contenido de heces fecales y detergentes. El uso extendido de
agroquímicos también conduce a la contaminación de las aguas cercanas. Los derrames y vertidos
tóxicos son cada vez más comunes en nuestro país, como los derrames petroleros y de químicos de
industrias de curtiembres, aceites, mineras, etc. El lago San Pablo, por ejemplo, está muy contaminado
con desechos sólidos y aguas servidas de las poblaciones de los alrededores y los hoteles. Ello,
sumado a la extracción de agua para su uso, está provocando la reducción del nivel de agua de la
laguna.
Otro tipo de contaminación menos obvio es el térmico, como sucede con el agua que devuelven las
centrales de generación hidroeléctrica. El agua caliente afecta a las comunidades bióticas y sus
procesos metabólicos.
Como vimos, los humedales tienen una capacidad de autodepuración, de absorber los contaminantes
que recibe. En los ríos andinos esta capacidad es alta, pues el agua, entre saltos y caídas provocadas
por el terreno inclinado, se oxigena mucho más que el agua de los ríos de tierras bajas. También en
épocas de altas lluvias la oxigenación es mayor porque el agua se mezcla. Sin embargo, para que un
río se limpie debe anularse por completo la descarga de contaminantes; por ejemplo el río
Guayllabamba, que recibe todos los desechos de la ciudad de Quito, es catalogado como de aguas de
calidad media sin llegar a buena, aunque el agua ya haya recorrido un buen tramo y se haya
autodepurado. El Machángara, por supuesto, tiene agua de calidad muy mala. Lo mismo sucede con el
resto de humedales. Otra forma de depurarse de los humedales es la vegetación asociada, que “lava”
los contaminantes, los cierne (Jacobsen 1996). Lastimosamente, los humedales rodeados por zonas
deforestadas pierden esta facultad.
En los páramos los humedales sufren constantemente la quema del pajonal circundante y el pisoteo
por parte del ganado, que produce pérdida de agua y erosión, lo que acelera la sedimentación de los
humedales. Ello afecta también a las turberas dispersas por todo el ecosistema.
Los humedales de altura se han visto enormemente afectados por la introducción de especies como la
trucha, que ha desplazado a la preñadilla, pez nativo, y se cree que compite con el pato torrontero por
comida y se come los pichones del chupil7.
La pérdida de humedales y su contaminación ha gatillado innumerables esfuerzos e iniciativas de
conservación. Entre las más conocida está la Convención de Ramsar sobre humedales de importancia
mundial, firmada en 1971. Su nombre se debe a que fue firmada en la ciudad iraní de ese nombre.
Nació como una necesidad, desde el norte, de proteger los humedales (lagunas, principalmente) que
eran refugio de aves migratorias en los trópicos. Los países signatarios se comprometen, entre otras
cosas, a emprender acciones de conservación de los humedales designados de importancia para
Ramsar.
7
El nombre científico de la trucha es Salmo trutta, de la preñadilla Astroblepus spp., del pato torrontero Merganetta armata y del chupil
Podiceps occipitales.
22
El Ecuador tiene 12 humedales de importancia internacional, conocidos como “Humedales Ramsar”:
Humedales de importancia mundial según la Convención Ramsar
Nombre
Provincia
Laguna de Cube
Esmeraldas
Cayapas-Mataje
Esmeraldas
La Segua
Manabí
Machalilla
Manabí
Isla Santay
Manabí
Manglares Churute
Guayas
Isla Santa Clara
Guayas
Abras de Mantequilla
Los Ríos
El Cajas
Azuay
Limoncocha
Sucumbíos
Sistema Villamil
Galápagos
Ñucanchi Turupamba Pichincha/Napo
Para ser considerado humedal Ramsar, un humedal debe ser un ecosistema representativo de la región
en la que se encuentra, en nuestro caso podían ser una laguna de páramo o una laguna de tierras bajas
de la amazonía o un manglar costero. También debe servir de sustento a las poblaciones locales y ser
refugio de especies en peligro de extinción, endémicos o migratorios. También pueden ser nombrados
Ramsar humedales que sean poco comunes en la zona, que estén compartidos por dos o más países, o
que su existencia sea vital para mantener las poblaciones de animales en algún periodo de su ciclo
vital, por ejemplo que sean el sitio de anidación de algún ave.
La Convención promueve el uso racional de los humedales, al que definen como “su uso sostenible
para beneficio de la humanidad de manera compatible con el mantenimiento de las propiedades
naturales del ecosistema”. Los países signatarios de la Convención se obligan a establecer políticas
nacionales para la conservación de humedales, realizar inventarios, monitoreo y seguimiento de los
humedales, estimular la investigación, educación y capacitación ambiental.
Adicionalmente, el Ecuador cuenta, desde el 2006, con una Política y estrategia nacional para la
conservación y el uso racional de los humedales, elaborado por el Ministerio del Ambiente y el
Comité Nacional Ramsar. En este marco, EcoCiencia realizó un inventario de humedales a nivel
nacional en el que se registraron datos de localización, diversidad de especies, calidad de agua,
importancia social y cultural, entre otros. El inventario excluyó ríos, acequias, reservorios y piscinas
piscicultoras o salinas. La lista completa de humedales inventariados se encuentra en el anexo 1.
La tendencia mundial actual y que se está adoptando en el Ecuador es el manejo por cuencas
hidrográficas a través de Consejos de Gestión de Aguas. Este ordenamiento jurídico trasciende al
límite provincial y se rige por los límites físicos del agua: las cuencas.
Al mismo tiempo, se establece una gestión integrada de recursos hídricos, que integra:
- agua superficial y subterránea
- agua como elemento de un ecosistema (enfoque ecosistémico)
- agua como elemento de bienestar social, desarrollo económico y preservación del medio
ambiente
Otro concepto que se está manejando, pero que no ha sido integrado a la normatividad es el de cuenca
social: todo el espacio físico formado por las poblaciones que reciben agua de un mismo sistema,
aunque no pertenezcan a la misma cuenca hídrica. Este concepto presenta el problema de omitir de
nuevo el límite físico del agua.
23
También, trascendiendo las fronteras y centrándose en el límite físico, el Ecuador y Colombia has
establecido el manejo de cuencas binacionales de Mira, Mataje y Carchi.
El manejo por cuencas hidrográficas es un enorme avance. A ello debe sumarse el enfoque
ecosistémico, esto es, considerar al humedal como un ecosistema en sí mismo. Juntos. Ambos
conceptos pueden cambiar significativamente la forma de ver y proteger los humedales y su elemento
más conspicuo: el agua.
24
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA
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remanente a escala 1:250.000 y del modelamiento predictivo con especies indicadoras.
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Anexo 1. Humedales inventariados por la Fundación EcoCiencia
#
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50
Nombre
La Cochita
Las Peñas
San Pedro
Madre Vieja
Laguna de la Ciudad
Guandal Pater
Cube
El Paraíso
Ciénega de Same
La Segua
Ciénega Grande
Embalse La Esperanza
Las Lomas
Pozo Honda
El Tabacal
El Rosario
Guayabo (Honorato)
Velasco Ibarra
Río Pucón
Sistema Musara (Pula)
El Canclón
El Relicario
Barbasco
Río Magro
La Lagartera
Chongón
El Azúcar
Canta Claro
Los Chuzales
Daule Peripa
Hacienda Montaña (Estero Peñafiel)
Abras de Mantequilla
Mapán Pimocha
Ríos Babahoyo
Río Macul
Bahía Carrillo (Los Amarillos)
Enrique Gil
San Antonio
Malabé
Abejonal
Mapancillo
El Deleite
Taquín
La Dama
La Tembladera
Punta Ancón-Rocafuerte
Río Verde-Súa
Súa-Cojimíes
Cojimíes-El Matal
El Matal-San Jacinto
Provincia
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Esmeraldas
Manabí
Manabí
Manabí
Manabí
Manabí
Manabí
Manabí
Guayas
Guayas
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Guayas
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Guayas
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Guayas
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
Los Ríos
El Oro
El Oro
El Oro
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
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102
103
Las Glises-San Mateo
San José-Olón
Montañita-Santa Elena
Playas de Villamil-Isla Puná
Naranjal-Tenguel
Tendales-Huaquillas
Isla Santa Clara
Isla de la Plata
Voladeros y Potrerillos
Crespo
El Salado
Culebrillas
San Martín
Cajas
Machángaracocha
Jimeno
La Chorrera
Playas Encantadas
Yanacocha
Trueno Cocha
Laguna Grande
Tres Lagunas
Paute (Hidropaute)
Huarmimavilac
Cuicocha
Yahuarcocha
San Pablo
Mojanda
Piñán
Puruhanta
Muerte Pungo
Secas
Nunalviro
Sistema Boyeros (Yuyos)
San Marcos
Limpiopungo
Piscacocha
Yuracocha
Quilotoa
Yambo
Colta
Amarilla
Jacsán
Pichalmiña
Colai (Atillo)
Cubilín y Magtayán (Osogoche)
Pallacocha
Pisayambo
Quillopaccha
Marcoscocha (Toroscocha)
Yanacocha
Laguna Negra
El Compadre
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Marino costero
Carchi
Carchi
Carchi
Cañar
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Azuay
Imbabura
Imbabura
Imbabura
Imbabura
Imbabura
Imbabura
Pichincha
Pichincha
Pichincha
Pichincha
Pichincha
Cotopaxi
Cotopaxi
Cotopaxi
Cotopaxi
Cotopaxi
Chimborazo
Chimborazo
Chimborazo
Chimborazo
Chimborazo
Chimborazo
Chimborazo
Tungurahua
Tungurahua
Tungurahua
Tungurahua
Tungurahua
Loja
29
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105
106
107
108
109
110
111
112
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124
Jimbura (Amaluza)
Fierrourco
Papallacta
Loreto (Parcacocha)
Encantada
Salvefaccha
Sucuscocha
Mogotes
Oyacachi (Angascohca)
Micacocha
Pachacutic
Sardinas (9 de octubre)
Lago Agrio
Limococha
Zancudococha
Imuya (Lagartococha)
Cuyabeno (Laguna Grande)
Canangueno
Pañacocha
Piguali
Garzacocha
Loja
Loja
Napo
Napo
Napo
Napo
Napo
Napo
Napo
Napo
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
Sucumbíos
30

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